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LOS TIPOS DE ROBO

Efesios 4: 28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con


sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que
padece necesidad.
Relacionado con kleptes, ladrón, y de ahí el término castellano
cleptomanía: es un trastorno del control de impulsos que lleva al hurto
compulsivo de cosas.
Así que Pablo está haciendo alusión a un doble milagro o a un milagro
completamente transformador: El que robaba (pero ya no) no sólo no
robe, sino que comparta. El que tenía la enfermedad compulsiva de
sustraer a los demás lo que no es suyo, ahora no solo deje de hacerlo,
sino que se sustraiga de lo suyo propio para dar a los demás. Un
completo ejemplo del poder transformador de Cristo y podría esta
también ser una prueba de que realmente ha habido una salvación
La sociedad en la que vivimos claramente nos ha puesto en estos
últimos años un dios delante del cual todos en mayor o menor medid
nos hemos arrodillado delante de él, es el dios del dinero. No es algo
nuevo, el amor al dinero es algo que siempre ha existido, pero vivimos
en el tiempo del ocio, del lujo y del placer.
No roben más; El robo es un pecado en todo sentido, Judas era un
seguidor de Cristo, pero era ladrón, sustraía de la bolsa, porque era
egoísta, velaba solo por el mismo, quizás tenía cuentas que pagar, sin
embargo, nada justifica el hurto. El hurto puede estar disfrazado y
tener muchas caras; como por ejemplo sacar un préstamo y no
pagarlo, pedir algo y no devolverlo, contratar servicios y no pagarlos,
son formas de robos, los judíos tentaron a Jesús diciéndoles; Es licito
pagar los tributos, y Jesús respondió; Den a Cesar lo que es de César
(Mt 22:21),
Mateo 21: 12 y 13 describen la entrada de Jesús al Templo, al patio de
los gentiles, en donde las autoridades judías habían permitido que se
aposentaran los mercaderes y los cambistas. La reprimenda de Jesús
es clara, el Templo lugar de oración, de encuentro con Dios, de
meditación espiritual; se había convertido en un mercado en un lugar
de explotación y usura. El deseo de facilitar la ofrenda y el cambio de
moneda extranjera para el pago del impuesto del Templo se había
corrompido por el espíritu mercader y la ganancia deshonesta,
llegando a ser un acto injusto de explotación del prójimo.
La corrupción y la extorsión que se daban en el Templo fueron
síntoma de la descomposición en que había caído el judaísmo en
tiempo de Jesús.
Todo lo que se estaba viviendo afuera en la sociedad, se estaba
viviendo adentro en el templo también.
El que es nacido de nuevo también se acoge a la economía de la
iglesia
1. Todo es del Señor
En ningún momento pienses que “le estás haciendo un favor a Dios”
con tus ofrendas. Todo es suyo. Cuando ofrendamos, no hacemos
más que darle al Señor una pequeña parte de lo mucho que Él nos da.
2. La ofrenda es algo espiritual, no material
No se trata de ofrendar simplemente para cubrir los gastos de la
iglesia. Nuestro uso del dinero expresa las prioridades de nuestro
corazón. Usamos el dinero en aquello que nos interesa, aquello que
amamos, o creemos que es importante.
¿Qué prioridad tienen las cosas del Señor en tu vida? ¿Qué
importancia le das a la iglesia local y a la extensión del Reino? El
presupuesto mensual es un reflejo de lo que está en nuestro corazón.
3. No ofrendes para que Dios te dé; ofrenda porque Dios te ha dado
4. Ofrendar es una responsabilidad
En algunos casos Dios ha usado a los incrédulos para proveer para su
causa, como cuando los egipcios entregaron el oro a los hebreos.
Pero en general, ese no es el caso. Los creyentes son los que con sus
ofrendas envían misioneros, sostienen a sus pastores, construyen sus
iglesias, etc. El apoyo de cada iglesia local es una responsabilidad de
los miembros que la componen.
5. La ofrenda es una inversión espiritual
En 2 Corintios 9 el apóstol Pablo da instrucciones sobre cómo
ofrendar. En el v.6 escribe “El que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente,
generosamente también segará”. Todos queremos ver pecadores venir
a Cristo, y bautismos, y nuevas iglesias, y el evangelio llegando a
todas las naciones, pero para segar es necesario sembrar. Dios usa el
esfuerzo, el tiempo, y las ofrendas de los creyentes para traer fruto
espiritual en su tiempo. No veamos las ofrendas como dinero perdido,
sino como dinero invertido en una causa con implicaciones eternas.
6. Ofrenda con gozo
Nos recuerda también 2 Co. 9:7 que hemos de ofrendar “no con
tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”.
Recuerda, que la ofrenda es parte de tu culto al Señor. ¿Acaso cantas
enfadado, y oras con fastidio? ¡Claro que no! Pues tampoco ofrendes
con tristeza. Que aquello que decidas ofrendar sea con alegría y
gratitud en tu corazón, porque no solo ofrendas dinero. La mejor
ofrenda que los magos trajeron a Belén no fue el oro, ni el incienso, ni
la mirra, sino la actitud de verdadera adoración (Mt. 5:23-24).

El que hurtaba no hurte más


Si cuando estabas n el mundo te cogías el diezmo, le robabas a Dios,
¿por qué ahora que estas en la iglesia, que eres una nueva criatura,
sigues haciendo lo mismo?
Una de las cosas en las que uno se da cuenta que la persona es
nueva criatura, es en sus finanzas para con Dios.
Hay gente que les queda muy duro salir de un pollo, o un gajo de
plátano o cualquier cosa de primicia, o su diezmo, por pequeño que
sea. Porque parece que no han tenido un cambio por completo de su
vida.
Ahora no es momento de querer engañas nuestra conciencia diciendo
que no hemos robado, porque sí lo hemos hecho. Ahora es tiempo de
pedirle al señor que entre a nuestro tempo, a nuestra vida y saque ese
espíritu de mezquindad, que saque ese viejo hombre que me está
impidiendo ganarme mi salvación.

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