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FINES O VALORES DEL DERECHO

Son cualidades que poseen las cosas en virtud de las cuales, con independencia
de su ser físico o espiritual, “son” de cierta manera. Los valores o fines son arquetipos
ideales absolutos, trascendentes, inmutables y universales, cuyo ser no está condicionado
por ningún concepto subjetivo sobre los mismos y cuya inserción en las cosas no depende
de ninguna voluntad individual, sino de la naturaleza misma de las cosas. Los fines o valores
son objetivos, es decir, no dependen de las preferencias individuales, sino que mantienen su
forma de realidad más allá de toda apreciación subjetiva.

a) Justicia
Ninguna otra pregunta ha sido planteada más apasionadamente que ésta, por
ninguna se ha derramado tanta sangre preciosa ni tantas lágrimas amargas como por ésta,
sobre ninguna otra pregunta han meditado más profundamente los espíritus más ilustres
desde Platón a Kant1.

Es impresionante la coincidencia del pensamiento sobre la justicia a lo largo de


veinticinco siglos de historia de la filosofía; ella ha sido entendida siempre como igualdad,
proporcionalidad, armonía, medida de cambio y distribución y ha sido apreciada como valor
jurídico por excelencia.

En lo referente al concepto de justicia, por lo menos en lo que puede ser justo para
cada persona, puede significar: a cada uno según sus méritos, a cada uno según sus obras,
a cada uno según su contribución, a cada uno según sus necesidades, a cada uno según su
rango o condición, a cada uno según su capacidad, a cada uno según lo atribuido por el
derecho positivo. Todas estas acepciones son incompatibles entre sí, pero existen entre ellas
elementos comunes, pues en todas aparece el concepto de justicia como un principio de
acción según el cual los seres de una misma categoría esencial deben ser tratados del
mismo modo.

Sin embargo, ninguna de las referidas significaciones, ni su común denominador


formal, hacen algo más que fijar los límites dentro de los cuales puede discutirse el concepto
de justicia, que requiere, tanto una formalización de la igualdad como la determinación del
criterio material que debe aplicarse a la forma de igualdad y a la referencia a la realidad
histórica.

La exigencia formal de igualdad no nos dice qué criterios son los relevantes, Si este
punto queda sin resolver, la igualdad se reduce a la exigencia de que todas las
diferenciaciones dependen de criterios generales. En consecuencia, el ideal de igualdad
significa, simplemente, la correcta aplicación de una norma general.

Aunque el concepto de justicia es único, él puede dar lugar a diversas acepciones,


entre las cuales distinguiremos tres: como virtud moral, como orden objetivo y como ideal.

La justicia, como virtud moral, tiene un aspecto subjetivo: le interesa sobre todo lo
que puede haber de virtud en el hombre que practica la justicia y estudia esa virtud como una
de las que integran el orden moral.

La justicia, como orden objetivo, considera los actos del hombre en relación con los
demás, en la medida en que esos actos están determinados por el ordenamiento jurídico; se
identifica con éste, en cuanto alcanza efectivamente a realizar la justicia en el campo de la
vida social.

La justicia, como ideal, persigue un modelo que sirva de fundamento al Derecho.

1
Hans Kelsen. ¿Qué es la Justicia?. Págs. 7 – 8.
A saber entonces que la justicia como virtud moral es la virtud suprema,
omnicomprensiva, la expresión del amor al bien o a Dios, la aspiración a la santidad. En este
sentido debe ser comprendido el sermón de la montaña: “Bienaventurados los que tiene
hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”2.

La justicia fue definida por Cicerón como “el habito del alma, observado en el interés
común, que da a cada cual su dignidad”. 3Por su parte Ulpiano4 y Justiniano5 la definieron
como “la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que es suyo”; y para Santo
Tomás de Aquino, “justicia es el habito según el cual uno, con constante y perpetua
voluntad, da a cada uno su derecho”6.

La justicia en cuanto virtud moral, persigue el perfeccionamiento del sujeto que


actúa. Por ello, el término voluntad significa la disposición de ánimo de actuar rectamente. De
aquí que el Santo Doctor enfatice el punto al indicar: voluntad constante y perpetua de dar a
cada uno su derecho. Pues bien, una persona que actúe de este modo, ejecutará actos
externa como internamente justos, o sea, plenamente justos.

“En fin, la justicia como virtud pretende, al igual que toda la Moral, en la cual ella está
inserta, salvar al hombre, perfeccionándolo. Apelando siempre al actuar que el hombre debe
observar voluntariamente. Ella no se ve satisfecha con actos puramente externos que no
traslucen una recta disposición”7.

La justicia considerada como orden objetivo, es la proposición de los actos humanos


con el fin jurídico y se identifica con el ordenamiento jurídico. De este sentido objetivo derivan
muchas definiciones de la justicia. Así por ejemplo para Dante Alighieri (1265 – 1321) “la
justicia es la real y personal proporción que existe entre los hombres relativa a las cosas y las
personas, la cual conservada, conserva la sociedad; y si es perturbada, la destruye”. 8Para
Godofredo Guillermo Leibniz (1646 – 1716), la justicia consiste en “cierta congruencia y
proporcionalidad”. Según Rodolfo Stammler (1856 – 1938) “justo equivale a ordenado
unilateralmente”9. Pero la justicia objetivamente considerada, consiste en dar a cada uno lo
que le corresponde. Pero con ello sólo describimos el acto justo. Para que la justicia se
realice es menester, además, que existan condiciones que impongan la solución adecuada,
por obra, no de la voluntad del agente, sino de una voluntad superior a la suya.

El acto justo surge de una relación existente entre dos o más sujetos de orden social
y el aparece impuesto por una voluntad superior, que es la del Derecho, el acto consiste
además en cumplir el derecho. En conclusión la justicia, como orden objetivo, se identifica
con el ordenamiento jurídico que la realiza.

La justicia como ideal. Al carácter absoluto e inmutable de la justicia corresponde,


subjetivamente, una multiplicidad de ideales de justicia, que son consecuencia de las
variaciones de la intuición humana para comprender la justicia y realizarla en determinadas
circunstancias históricas. Por ello el ideal de la justicia objetiva es un orden social justo y por
ende, la historia de un testimonio, en cuanto a la realización del ideal de justicia, de las más
arduas controversias teóricas y las más sangrientas luchas sociales.

Señalar además que nos limitaremos a reseñar las teorías más importantes acerca
de la justicia a través de la historia.
2
Evangelio Según San Mateo. Capitulo V, Versículo 6.
3
Cicerón. La República. Libro III. Pág 32.
4
Ulpiano. Digesto. Libro I. Título I. Ley 10
5
Justiniano. Instituciones. Libro I. Título I.
6
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. II – II. C58, a. i
7
Williams Jaime. “Una aproximación existencial a la axiología jurídica”. Pág. 624
8
Alighieri Dante. “Monarquía”. Libro II. Capitulo II.
9
Stammler Rodolfo. “Tratado de Filosofía del Derecho”. Pág 209.
a).- Platón desarrolla en el dialogo “La República” su concepción del Estado y de la
justicia. El Estado es para Platón, un organismo en el cual se encarna la más perfecta
unidad. Es un todo formado por individuos, sólidamente constituido. En él debe reinar la
armonía, la que se alcanza por la virtud. La justicia es la virtud por excelencia y consiste en
una relación armónica entre las varias partes de un todo. La justicia exige que cada cual
haga aquello que le corresponde en relación al bien común.

La justicia así comprendida significa la virtud que armoniza y rige tanto el obrar de los
particulares, como el de la comunidad, asignando a cada cual su verdadera dirección y sus
propios límites.

b).- Aristóteles desarrolla en el libro V de su obra “Ética a Nicómaco” su teoría


sobre la justicia. Para él, el contenido de las leyes es la justicia, y el principio de ella la
igualdad, la cual se aplica de varias maneras. Distingue varias especies de justicia; la
primera es la “justicia distributiva”, que se aplica al reaparto de los honore y de los bienes y
consiste en que cada uno de los asociados reciba de ellos una porción adecuada a su mérito.
Así, pues, si las personas no son iguales, tampoco deben tener cosas iguales, consiste pues
en una relación proporcional geométrica.

La segunda especie es la “justicia rectificadora o igualadora”, reguladora de las


relaciones de cambio, También aquí se aplica el principio de la igualdad, pero en una forma
diversa de la anterior, porque ahora se trata sólo de medir impersonalmente la ganancia o el
daño, esto es, las cosas y las acciones en su valor objetivo, sin tomar en consideración los
méritos personales. Esta especie de justicia tiende a lograr que cada una de las partes de
una relación se encuentre con respecto a la otra en una condición de paridad.

En esta materia hace Aristóteles una ulterior subdistinción. La justicia igualadora


puede mirarse desde un doble punto de vista, bien en cuanto determina la formación de las
relaciones de cambio según una cierta medida y entonces se presenta como “justicia
conmutativa”; o bien en cuanto tiende a hacer prevalecer tal medida en casos de controversia
mediante la intervención de un juez y se presenta, entonces como “justicia judicial”.

c).- Santo Tomás de Aquino desarrolló el concepto de justicia especialmente en el “tratado


de justicia” de la Suma Teológica (II – II, C. 57 – 79). Sigue en esta materia muy de cerca la
ética de Aristóteles, dividiendo la justicia en justicia conmutativa, que es la que los
particulares se deben entre sí: justicia distributiva, que es la debida por la comunidad a sus
miembros, y legal, general o social, que es la que rige las relaciones de los individuos con la
comunidad entera considerada como un todo, cuyo fin es el bien común.

Para Santo Tomás “la justicia es el hábito según el cual uno con constante y perpetua
voluntad da a cada cual su derecho”10.

Precisando el sentido y alcance de esta definición expresa:


- “La justicia es el hábito”. Toda virtud es un hábito pues éste es el principio del
acto bueno. Por consiguiente, es necesario que la virtud se defina por el acto
bueno que tiene por objeto la materia propia de la virtud, acto que debe ser
voluntario, estable y firme.

- “Según el cual alguno”, es decir, una persona, ya que sólo los seres humanos
pueden realizar el orden de la justicia.

- “Con perpetua y constante voluntad”. Por voluntad perpetua se quiere significar


el propósito de realizar siempre la justicia, y constante lleva la idea de firmeza o
perseverancia en la realización de este propósito o disposición.

- “Da”, Ya positivamente, haciendo lo que es debido; ya negativamente,


absteniéndose.

10
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. II – II. C 58. a i.
- “A cada cual”, es decir, a otra persona, ella no se refiere al hombre
individualmente considerado, sino que rige sus relaciones con los demás y con la
sociedad en general, no se preocupa del hombre en sí mismo, sino en su vida de
relaciones.

- “Su derecho”, o sea aquello que le es debido a alguna persona en virtud de sus
facultades morales inviolables. Este es el objeto de la justicia, dar a los demás
aquello que le es propio a cada cual, es decir lo que le pertenece. Para Santo
Tomás de Aquino, la justicia es la más preclara entre todas las virtudes morales.

d).- Manuel Kant en la “Crítica de la razón práctica” refuta los sistemas formales
fundados sobre la utilidad o sobre la búsqueda de la felicidad. Esto significa que nuestra
acción no debe ser motivada por impulsos particulares, que no debe haber contradicción
entre nuestra acción individual y lo que debe ser norma para todos.

Según Kant, “el Derecho se reduce a regular las acciones externas de los hombres y a
hacer posible su coexistencia y, por ello, lo define diciendo que “el Derecho es el conjunto de
las condiciones por las cuales el arbitrio de cada uno puede coexistir con el arbitrio de los
demás, según una ley universal de libertad”. En esta definición se reafirma el concepto de la
voluntad como supremo valor ético.

En otras palabras, para Kant la conducta humana es buena o justa cuando está
determinada por normas que los hombres que actúan pueden o deben desear que sean
obligatorias para todos.

En cuanto a la clasificación de la justicia, desde un punto de vista objetivo, podemos


señalar que se divide en conmutativa, distributiva, y general, legal o social.

Así podemos decir que la justicia conmutativa regula las relaciones de persona a
persona, consideradas como tales, las cuales son naturalmente iguales e independientes en
el orden de los bienes que se poseen con exclusión de los demás. Ello obliga a las personas
a dar a cada uno lo suyo según la medida estricta de la igualdad. Dado que los derechos y
las pretensiones de esta justicia están fundados principalmente en contratos, se llama
también “justicia contractual o de cambio”, y como exige la estricta igualdad de prestación y
contraprestación, se denomina, también “justicia compensadora”, es decir, justicia vinculada
al estricto principio de equivalencia.

La justicia distributiva es la que tiene por objeto distribuir entre los miembros de una
sociedad los cargos y las cargas de la debida proporción. Ella regula las relaciones entre la
autoridad y los ciudadanos, y obliga a aquella a distribuir los cargos públicos en proporción a
las actitudes y méritos de las personas; y

La justicia general, legal o social tiene por objeto el bien común, es decir, impone a las
personas la obligación de cooperar al progreso y bienestar de la sociedad en que viven. La
justicia general hace que las personas miren su bien propio en unión y dependencia del bien
común. Se llama también “justicia legal”, por cuanto se ejerce especialmente por medio de
las leyes, y “justicia social”, porque tiene como objetivo el interés social, es decir, el bien
común.

Para finalizar con la idea de justicia que hemos planteado, podemos señalar que las
realizaciones históricas de la justicia sólo representan ejemplos perfectos o imperfectos de
sus afirmaciones. Jamás la historia podrá suplantar la justicia, porque ella, por esencia no se
agota en el acaecer. Por ende en el orden de la justicia, cada hombre está obligado respecto
de otro u otros; y así a la obligación de uno corresponde la facultad de otro de exigir su
cumplimiento, con independencia del contenido de las obligaciones y de las pretensiones que
corresponden entre sujeto y sujeto. Siendo así como en el concepto de justicia analizado,
esta se examina como un valor absoluto que determina la igualdad que debe existir en las
relaciones humanas y ella se expresa a través del Derecho.
La igualdad es la nota esencial y distintiva de la justicia y del derecho.
La justicia, en consecuencia, es el valor que exige ser realizado y que solamente puede
hacerse efectivo por medio del Derecho.

b).-La seguridad
“En su sentido más general la seguridad es la garantía dada al individuo de que su
persona, sus bienes y sus derechos no serán objeto de ataques violentos o que, si éstos
llegan a producirse, le serán aseguradas por la sociedad, protección y reparación” 11

Según Jorge Millas, “la seguridad es la situación peculiar del individuo como sujeto
activo y pasivo de relaciones sociales, cuando estas relaciones se hallan previstas por un
estatuto objetivo, conocido y generalmente observado. Se trata, a no dudar, de una
seguridad específica, que conviene llamar, jurídica, para evitar las equivocas resonancias del
concepto genérico de la seguridad a secas. No es, pues, la seguridad metafísica del místico,
ni la seguridad moral del optimista, ni la seguridad psicológica del hombre equilibrado, ni la
seguridad material del hombre de fortuna, sino simplemente la del hombre social que seguro
o no en su situación metafísica y económica, sabe con qué ha de contar como norma
exigible para su trato con los demás. Es la seguridad, por tanto, de quien conoce o puede
conocer lo previsto como prohibido, mandado y permitido por el poder público respecto de
uno para con los demás y de los demás para con uno”. 12 Por lo que la seguridad jurídica es
un valor de situación: el bien donde encuentra cumplimiento real no consiste, evidentemente,
ni en la conducta de seres libres en cuanto tales, ni en “cosas” del orden físico o ideal. Es así
que el Derecho como sistema normativo sólo puede ser el instrumento gracias al cual la
seguridad concretamente existe, sin que él mismo sea, en cuanto tal, seguridad.

“La seguridad constituye, entonces un valor de situación: la situación del individuo como
sujeto activo y pasivo de relaciones sociales, cuando, sabiendo o pudiendo saber cuales son
las normas jurídicas vigentes, tiene fundamentadas expectativas que ellas se cumplan”. 13

Por otro lado, la seguridad se puede concebir de tres maneras: 14

- La seguridad como seguridad por el Derecho es la seguridad contra todo lo


que atenta contra los derechos de las personas. En este sentido es un
elemento del bien común. Ella presupone que el Derecho mismo sea una
certeza.

- La seguridad como certeza del Derecho exige la perceptibilidad cierta de la


norma de Derecho: la prueba de los hechos de que depende su aplicación y
la ejecución de lo que ha sido reconocido como Derecho; la certeza de que
se trata del contenido del Derecho vigente.

Por su parte la seguridad como certeza del Derecho requiere cuatro condiciones 15:

1. Que el Derecho sea Positivo


2. Que este Derecho estatuido sea, por su parte, un Derecho seguro, es
decir un derecho basado en hechos y que no se remita a los juicios de
valor del juez en torno al caso concreto.
3. Que estos hechos en que se basa el Derecho puedan establecerse con
el menor margen posible de error; y
11
Giorgio del Vecchio. Derecho y vida. Págs. 54 – 55.
12
Millas Jorge. Filosofía del Derecho. Pág. 223
13
Millas Jorge. Filosofía del Derecho. Pág. 225.
14
Radbruch Gustavo. Los fines del Derecho. Pág. 64.
15
Radbruch Gustavo. Introducción a la Filosofía del Derecho. Pág. 40.
4. Que el Derecho Positivo no se encuentre expuesto a cambios demasiado
frecuentes.

- La seguridad como seguridad contra las motivaciones del Derecho procura


evitar la incertidumbre del Derecho vigente, es decir, las motivaciones
jurídicas arbitrarias, realizadas sin previo estudio y consulta.

Es así como la seguridad puede ser considerada en sentido subjetivo y objetivo, pero
ambos están indisolublemente vinculados.

La seguridad en sentido subjetivo es la convicción que tiene una persona de que la


situación de que goza no será modificada por una acción contraria a los principios que rigen
la vida social. La seguridad es un sentimiento subjetivo que se define con relación a la
sociedad y que se fundamenta sobre la existencia de hecho de un Estado social que protege
a la persona.

La seguridad en sentido objetivo se confunde con la existencia de un Estado de


organización social, de un orden social.

La seguridad pone en relación lo subjetivo y lo objetivo e implica la confrontación de


una persona con el orden social objetivo que la protege.

En la mayoría de los ordenamientos jurídicos positivos existen normas que realizan


la seguridad jurídica, entre las cuales, en Chile, las más importantes son las siguientes:

Presunción de conocimiento de la ley. “Nadie podrá alegar ignorancia de la ley, después


que ésta haya entrado en vigencia” (Código Civil, Art 8).

Esta norma es de vital importancia, puesto que gracias a su naturaleza imperativa no


sólo fija una obligatoriedad por parte de los individuos en lo que respecta a su cumplimiento,
sino que además establece una ficción, ya que es imposible que un sujeto aun siendo incluso
un esmerado estudioso del derecho, conozca a plenitud todas las leyes vigentes en nuestro
ordenamiento jurídico en un determinado periodo de tiempo. Pero el hecho contrario, e sea si
el ordenamiento jurídico no estableciera ésta norma, la seguridad jurídica estaría expuesta
constantemente ser vulnerada, ya que los sujetos de derecho invocarían el desconocimiento
o ignorancia de la ley para no cumplir las obligaciones que esta establece. Podemos deducir
además que la norma tiene una amplia aplicación en el sentido de que no sólo se refiere a la
ignorancia, tomada como desconocimiento, sino que además a la errada interpretación que
los sujetos pudieren dar de una norma determinada, teniendo en cuenta que como preceptúa
el artículo 3 del Código Civil “Sólo toca al legislador explicar o interpretar la ley de un modo
generalmente obligatorio”. Y que en el caso que el legislador no hubiese explicado o
interpretado una norma corresponderá a los jueces hacerlo de acuerdo a las normas de
interpretación señaladas entre los artículos 19 - 24 del Código Civil, con la limitante que
“Las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que
actualmente se pronunciaren”. (Código Civil Art 3 inc 2º).

Por otro lado “….las leyes que se limiten a declarar el sentido de otras leyes, se
entenderán incorporadas en éstas, pero no afectarán en manera alguna los efectos de las
sentencias judiciales ejecutoriadas en el tiempo intermedio”. (Art 9 inc 2º Código Civil).

Principio de Reserva o Legalidad Penal: “Ningún delito se castigará con otra pena que la
que señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración……..”. Lo cual, no viene
sino a confirmar una obviedad, ya que un sujeto de derecho para tener conocimiento de que
la conducta que realiza es impropia o ilegal, y basado en la ficción de conocimiento de la ley,
debe estar en conocimiento aunque sea teóricamente que existe una ley que sanciona una u
otra acción u omisión que él realiza. Todo esto sustentado en un amplio y reglamentado
estatuto de garantías y un estatuto judicial fuertemente influenciado por normas de
naturaleza constitucional que consagran los distintos tópicos del procedimiento judicial
chileno, reafirmado por la normativa procesal orgánica y funcional común.

Así “Nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que
señalare la ley y que se hallare establecido por ésta, con anterioridad a la perpetración del
hecho”. (CPEº, Art 19 nº3 inc 4). Por esta disposición se encuentra prohibido todo tipo de
tribunales que se establezcan con posterioridad al hecho que se juzga, lo que a su vez se ve
reafirmado con lo que señala el inciso siguiente de la Constitución Política del Estado, al
señalar que “Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un
proceso previo legalmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer siempre las
garantías de un procedimiento y una investigación racionales y justos”. Es decir en esta
norma constitucional se consagra el debido proceso, es decir el conjunto de procedimientos a
través de las cuales las partes hacen saber sus controversias ante los tribunales de justicia u
otras instancias similares, debiendo cumplir, claro está, con algunos requisitos, tales como
son el imperio de necesidad de justicia y la legalidad positiva.

Al mencionar los términos racionales y justos precedido por la palabra procedimientos, el


constituyente a nuestro parecer y en consonancia con lo señalado respecto al debido
proceso, se refiere al conjunto de actos legalmente cumplidos antes de la sentencia, que
permiten el conocimiento de la demanda, una adecuada defensa y además que se pueda
apreciar libremente la prueba, sin dejar de considerar la publicidad de las actuaciones como
el emplazamiento, el examen y objeción de la prueba rendida, bilateralidad de la audiencia, la
facultad de interponer recursos, fundamentos y exposición de la sentencia, la cual por cierto
debe ser dictada dentro de los plazos que establece la ley.

Irretroactividad de la ley. “La ley puede sólo disponer para lo futuro y no tendrá jamás
efecto retroactivo”. (Código Civil Art 9 inc 1º).

Pareciera ser que el ordenamiento jurídico chileno evitara la retroactividad, puesto que
un principio básico es que la ley no ha de tener efecto retroactivo, principio consagrado en el
artículo precedentemente ilustrado, esto es, que una ley no vaya a regir hechos o situaciones
anteriores a su entrada en vigencia. Pero muchas veces, incluso podríamos atrevernos a
decir que en un alto porcentaje de ocasiones, por las circunstancias sociales e incluso
motivaciones de carácter político la ley se ve obligada a regir hechos o situaciones ocurridas
antes de su vigencia, por lo que el principio comentado se rompe y como lo consagra tan
sólo una ley ordinaria, otra igualmente ordinaria o una ley de jerarquía superior puede sin
ningún problema quebrantar dicho principio y de ahí que éste se vuelve relativo más que
general. Donde si el legislador tuvo mayor recelo, es en el ámbito penal, ya que el artículo
19 nº3 inciso 7 de la CPE, señala que, “Ningún delito se castigará con otra pena que la que
señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva ley
favorezca al afectado”. Esto significa que en materia penal jamás una ley podrá regular
situaciones o hechos anteriores a su vigencia, y esto, porque lo establece el constituyente y
lo hace en la norma suprema, a la cual deben ceñirse en contenido y armonía las demás
fuentes del ordenamiento jurídico.

Pero es de notar que en este artículo se consagra a su vez una contra excepción, ya que
una ley en materia penal podrá regir situaciones anteriores a su entrada en vigencia, siempre
que ésta nueva ley favorezca al afectado, por lo que en cierto modo igualmente se rompe la
irretroactividad, cuando la nueva ley es beneficiosa para el afectado, más si se toma en
cuenta la garantía que tiene éste, en el sentido que “Ninguna ley podrá establecer penas sin
que la conducta que se sanciona esté expresamente descrita en ella” (CPEº Art 19 nº 3 inc
8).Y por otro lado, no se vulnerará de ninguna manera el principio de la irretroactividad,
cuando la ley no es más favorable para el afectado.

Cosa Juzgada. “Las sentencias definitivas o interlocutorias firmes producen la acción o la


excepción de cosa juzgada”. (Art 175 CPC).

El fin que las partes persiguen con el Proceso no es otro que el de obtener del juez una
declaración que decida definitivamente una cuestión litigiosa. De manera que no se
pueda discutir de nuevo en el mismo proceso, ni en ningún otro en el futuro: y para el
caso en que esa decisión contenga una condena pueda ser ejecutada sin necesidad de
una nueva revisión. Este efecto de la sentencia es conocido con el nombre de cosa
juzgada, que significa juicio dado sobre la litis.16

Este efecto de la cosa juzgada se traduce en dos efectos prácticos. Uno negativo, en
virtud del cual la parte condenada o cuya demanda ha sido rechazada, no puede en un
nuevo juicio discutir la cuestión ya decidida y uno positivo, en virtud del cual la parte cuyo
derecho ha sido reconocido por una sentencia pueda obrar de acuerdo con ese derecho,
y sin que le sea permitido a ningún tribunal rehusarse a tener en cuenta esa decisión. Es
así como una vez que dados estos dos aspectos que reviste, es que se dice que la cosa
juzgada tiene dos características:17

 El ser coercitiva. Ya que la parte perdidosa en el proceso está obligada a cumplir


la prestación contenida en la sentencia, ya sea voluntariamente o por medio
compulsivo.

 El ser inmutable. Ya que las partes en juicio tienen que respetar lo fallado en el
proceso sin poder volver a discutir el mismo asunto en otro juicio.

 El ser inatacable. Ya que como se ha “…..notificado a las partes, si no procede


recurso alguno en contra de ella (la sentencia), y, en caso contrario desde que
se notifique el decreto que la mande cumplir (la sentencia), una vez que
terminen los recursos deducidos, o desde que trascurran todos los plazos que la
ley concede para la interposición de dichos recursos, sin que se hayan hecho
valer por las partes” .Estas no pueden con o bajo ninguna herramienta procesal
atacar la sentencia, que por lo demás ya se encuentra firme muy que al intentar
atacarla pareciera ser que tan sólo falta ejecutarla.

En lo que respecta a su fundamento, este radica en el mantenimiento del orden


social, ya que éste requiere que los litigios tengan un fin, que ellos no puedan renovarse
indefinidamente para dilucidar la misma cuestión que ya fue objeto de una decisión judicial.
Se denota, en consecuencia un interés superior a la colectividad que es el mantenimiento del
orden y la tranquilidad social, que exige que una vez agotados por su ejercicio los medios
que la ley coloca a su alcance, los particulares se conformen con lo resuelto, aceptando esa
decisión del órgano jurisdiccional como la expresión de la justicia y manifestación de la
verdad. Estos objetivos se logran a través de la cosa juzgada.

El Código de Procedimiento Civil y el Código Civil, no dan una definición de cosa


juzgada, tan sólo se limitan a reglamentar sus efectos o los requisitos, en diversas
disposiciones. De allí que sea menester recurrir a las definiciones que los tratadistas dan
sobre esta institución.

Así el Italiano Ricci, señala que la cosa juzgada “es la presunción de que lo fallado
por el juez es la verdad”. El autor español Guijón por su parte sostiene que la autoridad de
cosa juzgada “es el efecto que la ley atribuye a las sentencias firmes por considerarlas como
expresión de la verdad”. Para André de la Oliva, la cosa juzgada “es un estado jurídico en
que se encuentran algunos asuntos judiciales, por haber sido objeto de una decisión
jurisdiccional definitiva en un proceso”.

Podemos señalar, entonces que “cosa juzgada es un estado en que se encuentran


las sentencias definitivas o interlocutorias firmes que son inmutables, inatacables e incluso
coercibles., puesto que los efectos esenciales que produce una sentencia firme o
ejecutoriada consisten precisamente en que la decisión adoptada por el órgano jurisdiccional
sea una expresión representativa de la verdad”.18

16
Apuntes de clases. Derecho Procesal II de Luis Gonzalo Navarrete. Por Luis Pastorini. Pág 81. 2006.
17
Apuntes de clases. Derecho Procesal II de Luis Gonzalo Navarrete. Por Luis Pastorini. Pág 82. 2006.

18
Apuntes de Clases. Teoría del Derecho. Constanza Cornejo.
Hay que señalar también, que la doctrina distingue entre cosa juzgada formal y
material o sustancial.

La primera es aquella que permite el cumplimiento de lo resuelto en forma provisional


y que a su vez impide renovar la discusión en el mismo proceso sobre el asunto litigioso
resuelto, pero que al mismo tiempo permite la revisión de la cuestión en un juicio posterior 19.
Es decir permite una revisión de la cuestión en un juicio posterior. En cuanto a la cosa
juzgada material o sustancial, esta es la que autoriza a cumplir lo resuelto sin ninguna
restricción o limitación e impide que lo fallado pueda discutirse en el mismo juicio o en otro
posterior.

Por último en cuanto a los efectos de la cosa juzgada, señalar que son las
consecuencias jurídicas que surgen de la institución, y en virtud de los cuales se puede
obtener el cumplimiento de lo fallado o bien impedir una nueva litis sobre la materia Esos
efectos se traducen en:

La acción de cosa juzgada, que permite el cumplimiento de la resolución


judicial.

La excepción de cosa juzgada, que evita que entre las mismas personas
legales o entre las mismas partes, sobre una misma cosa, e invocando
análogas razones vuelva a discutirse algo que ya ha sido resuelto en una
sentencia anterior.

Entonces la Acción de cosa juzgada es aquella que nace de una resolución judicial
firme o que causa ejecutoria, para el cumplimiento de lo resuelto o para la ejecución del fallo.
En otras palabras, es la forma de hacer cumplir un fallo. Lo que se logra mediante las reglas
que para tal fin proporcionan las disposiciones del Código de Procedimiento Civil. En cuanto
al titular de la acción de cosa juzgada, el artículo 176 del CPC establece que “Corresponde
la acción de cosa juzgada a aquel a cuyo favor se ha declarado un derecho en el juicio, para
el cumplimiento de lo resuelto o para la ejecución del fallo en la forma prevenida por el Titulo
XIX de este Libro” (I).

En lo que respecta a la Excepción de cosa juzgada20, se entiende por ésta, el efecto de


las resoluciones judiciales que nuestra ley reconoce a las sentencias definitivas e
interlocutorias firmes, en virtud del cual no puede volverse a discutir entre las mismas
personas legales, y sobre una misma materia invocando análogas razones, algo que ya ha
sido resuelto en una sentencia anterior. Emana en consecuencia, de las sentencias
definitivas e interlocutorias firmes, que tengan el carácter de condenatorias o absolutorias. En
lo que respecta al titular de la excepción de cosa juzgada, el artículo 177 del CPC señala que
“La excepción de cosa juzgada puede alegarse por el litigante que haya obtenido en el juicio
y por todos aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo, siempre que entre la nueva
demanda y la anteriormente resuelta haya:

1º Identidad legal de personas


2º Identidad de la cosa pedida
3º Identidad de la causa a pedir.
Se entiende por causa pedir el fundamento inmediato del derecho deducido en juicio”.

19
Apuntes de Clases. Teoría del Derecho. Constanza Cornejo.
20
Apuntes de clases. Derecho Procesal II de Luis Gonzalo Navarrete.
Prescripción. “La prescripción es un modo de adquirir las cosas ajenas, o de extinguir
las acciones y derechos ajenos, por haberse poseído las cosas o no haberse ejercido
dichas acciones y derechos durante cierto lapso de tiempo, y concurriendo los demás
requisitos legales…”. (Art 2492 inc 1º Código Civil).

De la presente definición positiva que consagra el Código Civil, se puede desprender


que se consagran dos tipos de prescripciones: una adquisitiva referida a la expresión “es
un modo de adquirir las cosas ajenas”, “….por haberse poseído las cosas….” “..Durante
cierto lapso de tiempo, y concurriendo los demás requisitos legales”. Y una extintiva, que
“es un modo de extinguir las acciones o derechos ajenos”, “…. No haberse ejercido
dichas acciones o derechos durante cierto lapso de tiempo, y concurriendo los demás
requisitos legales”. En consecuencia con la institución de la Prescripción, se quieren
asegurar dos comportamientos por parte de los sujetos. En primer término que las
personas están constantemente preocupados por sus bienes y los derechos en los
cuales son titulares, y en segundo lugar, que los sujetos que detenten bienes o derechos,
saquen provecho de ellos, porque así no se detiene la actividad económica del país y no
se perjudica la libre circulación de la riqueza, con lo que las personas no se convierten
en detentadores, sino más bien en promotores de sus bienes.

Es así como para algunos autores la motivación principal que preside el establecimiento
del Derecho Positivo es la necesidad de crear seguridad en la vida de relación: por ello
afirma Luis Recasens Siches que “el derecho no ha nacido en la vida humana por virtud del
deseo de rendir culto u homenaje a la idea de justicia, sino por colmar una ineludible
exigencia de seguridad, de certeza, en la vida social. La pregunta de por qué y para qué
hacen Derecho los hombres no la encontramos contestada en la estructura de la idea de
justicia, ni en el sequito de altos valores que la acompañan, sino en un valor subordinado, la
seguridad, correspondiente a una necesidad humana”.

Por lo mismo “El derecho surge como instancia determinadota de aquello a lo cual el
hombre tiene que atenerse en sus relaciones con los demás, certeza; pero no sólo certeza
teórica, sino también certeza práctica, es decir seguridad: saber que esto tendrá
forzosamente que ocurrir, porque será impuesto por la fuerza, si es preciso,
inexorablemente”.21

Por ello, para que sea posible la convivencia entre los hombres, es necesario un orden y una
seguridad y cuando ellos no existen la sociedad se resiente; de ahí la frase de Johann
Wolfgang Goethe: “Prefiero la injusticia al desorden”, afirmación que, aunque infundada,
pone de relieve esta idea. Por lo que la seguridad representa una realización parcial de la
justicia, que procura otorgar certeza a la vida de los hombres en sociedad.

c).- El Bien Común.


Es el conjunto de las condiciones espirituales, culturales y materiales necesarias para
que la sociedad pueda realizar su fin propio y establecer un orden justo que facilite a las
personas humanas que integran la sociedad alcanzar su fin trascendente.

Existe el bien común de la familia, de los municipios, de los sindicatos, de las


universidades, de las sociedades religiosas, del Estado, de la comunidad internacional y, en
general, de cada sociedad humana.

Siguiendo a Santo Tomás de Aquino22 y tomando en consideración las interpretaciones


de Jacques Maritain23 y Teófilo Urdanoz24, podemos afirmar que los caracteres
fundamentales del bien común son la totalidad y la igualdad proporcional:

21
Recaséns Siches Luis. Vida Humana, sociedad y Derecho. Pág. 209 - 210
22
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. II – II. Tratado de la Prudencia y Tratado de la Justicia.
23
Jacques Maritain. La persona y el Bien Común. Los Derechos del Hombre y la Ley Natural.
 La Totalidad. Es característica del bien común como el bien de la sociedad tomada como
un todo, en beneficio del cual deberían los hombres sacrificar sus propios bienes
particulares, como lo pretende el totalitarismo. Porque en tal caso, el bien común habría
perdido su condición de comunicable a las personas, ya que si no fuera el bien de los
hombres no sería verdaderamente común. Una recta concepción de bien común se
separa, pues, de todo totalitarismo que sacrifica las personas a una abstracción de bien
común, desvinculado de los bienes particulares. Por ello, el concepto de bien común es
una universalidad que reúne las características de unidad de todos los bienes
particulares, formando una unidad de orden.

El bien común, “es esencialmente comunicable y comunicativo a todos y cada uno de


sus miembros componentes, por el mero hecho de ser común y de ser inmanente. No está,
ni puede estar, fuera del hombre, sino en él…. Es un todo implícito, no meramente potencial,
sino a modo de un todo global confuso que se explica y se distingue según varios modos de
participación actual en sus miembros o partes. El bien común se difunde y comunica a todos
y a cada uno de los miembros de la sociedad, como el será sus modos particulares, como la
salud y el bienestar del organismo a todos sus miembros, como la virtud vivificante del alma
todas las partes del cuerpo”.25

 La Igualdad Proporcional. El bien común es comunicado a cada persona no en su


integridad, sino en partes a escalas variables, proporcionadas a la aptitud y
responsabilidad de cada cual.

Esta idea de proporción es fundamental en la constitución del bien común y tiene


fecundas consecuencias. Santo Tomás de Aquino expresa que “cada ciudadano es una parte
del todo, y la bondad de cada parte sólo puede darse en la buena proporción o disposición
con respecto al todo orgánico: de ahí que ese bien individual no será tal si no se desarrolla,
crece y prospera en debida proporción con todo el conjunto”. 26 Y en otra parte agrega: “el
bien particular no puede subsistir sin el bien común de la familia, de la ciudad o de la patria.
De ahí que Máximo Valerio dijera de los primeros romanos que “preferían ser pobres en un
imperio rico a ser ricos en un imperio pobre”.27

Por último señalar que, la superioridad del bien común es la consecuencia lógica de
todo lo dicho, ya que es superior al bien individual de cada persona, por ser un bien mayor y
más perfecto. El bien del todo es siempre mayor que el bien de cada una de las partes,
porque el todo es mayor que la parte. Pero esta superioridad del bien común es no sólo
cuantitativa, sino formal y cualitativa, porque el bien común es una razón de bien
formalmente distinta de los bienes de los particulares; por ello, también, en un sentido formal
y cualitativo, el bien común es superior al bien individual, pero entendido dentro del mismo
orden.

El bien común es inmanente a las personas porque todas participan de él y las incluye a
todas y, a la vez, es trascendente a ellas y a sus propios bienes particulares.

Hay que tener en cuenta que el principio de la primacía del bien común sobre el bien
individual debe entenderse siempre dentro del mismo orden de bienes. Porque como dice
Santo Tomás de Aquino. “El bien común es mejor que el privado cuando ambos pertenecen
al mismo genero, pero no cuando son de diversa clase”. 28

Esta relación de superioridad del bien común implica, necesariamente, relaciones de


subordinación.
24
Urdanoz Teófilo. El bien común según Santo Tomás. Apéndice de la Suma Teológica. Tomo VIII.
Pág. 755 y siguientes.
25
Ramírez Santiago. Doctrina Política de Santo Tomás. Pág 34
26
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. I – II. C 92, a. l.
27
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. I – II. C 47, a.10
28
Santo Tomas de Aquino. Suma Teológica. II – II. C. 47, a. 10
Los hombres, así como sus bienes particulares, deben ordenarse al bien común de
todas las sociedades de las cuales forman parte de la misma manera como los miembros o
las partes del cuerpo se ordenan al bien de todo organismo que integran.

En la sociedad las personas deben tender a la búsqueda y promoción del bien común,
porque sólo en él y a través de él pueden conseguir su propio bien y perfección personal. El
hombre se perfecciona en y por la sociedad; y la sociedad debe procurar el bien de todos los
hombres que la integran.

Esta ordenación al bien común se rige por la justicia general, social o legal. El bien
común se convierte en finalidad del orden social y en objeto de la justicia legal. Por ende el
hombre está obligado a procurar el bien común debiendo realizarlo y promoverlo con todas
sus acciones exteriores, de tal manera que subordine a la utilidad común toda su actuación.
Esta preocupación del bien común debe ser uno de lo deberes primordiales de la persona.
Esto significa que el hombre no debe aislarse en un individualismo, ni buscar egoístamente
su propio bien con perjuicio del bien de los demás. Es la justicia social la que obliga al
hombre a “considerar su propio bien en unión con el bien general y en dependencia de éste”.

En consecuencia, el bien común está fundado en obligaciones de justicia. La justicia es


el criterio racional conforme al cual se asigna a cada persona su colaboración y participación
en el bien común. La justicia lo determina y especifica, puesto que constituye un orden de
justicia.

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