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Clase La Regla de Oro: El Amor
Clase La Regla de Oro: El Amor
La regla de oro
Mateo 7:12. Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos;
porque esto es la ley y los profetas.
Durante miles de años los filósofos han especulado sobre las reglas que rigen las relaciones humanas. De todas esas
especulaciones se ha decantado por un importante precepto. Jesús lo impartió entre las colinas rocosas de Judea hace 20
siglos y lo resumió en una sola idea: Haz con los demás como quisieras que hagan contigo. Brindemos, pues, a los
demás lo que quisiéramos que ellos nos brindaran a nosotros.
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? La respuesta es: ¡De todas las formas posibles, siempre y en todo lugar!
La lista en realidad no tiene fin, pues el amor de Dios es infinito. No tiene límites ni ataduras. ¡Las formas en que
podemos manifestar Su amor son igualmente ilimitadas!
2ª PARTE: DIEZ CONSEJOS PARA LLEVARSE BIEN CON LA GENTE EMPLEANDO EL AMOR COMO
PRINCIPIO ORIENTADOR
Introducción
Los versículos que acabamos de leer nos demuestran que el amor es el elemento más importante de nuestras
relaciones humanas. La regla de oro del amor de Dios debe regir todas nuestras acciones e interacciones.
Ahora vamos a hablar de cómo aplicar esto en nuestra vida cotidiana. ¿Cómo podemos llevar a la práctica la regla
de oro? ¿Cómo hacemos para llevarnos bien con casi cualquiera? A todos nos ha tocado en algún momento lidiar con
conocidos, compañeros de trabajo, familiares e incluso en alguna ocasión con amigos y aquellos con quienes tenemos
relaciones estrechas. A veces hasta nos cuesta congeniar con personas que nos caen bien, simplemente porque todos
somos distintos o surgen discrepancias. Además, siempre hay personalidades cascarrabias y personas con las que
simplemente no nos llevamos bien. Evidentemente, debemos llevarnos bien con la gente, pero ¿cómo lograrlo?
Vamos a tomarnos un rato para hablar de formas prácticas de relacionarnos amorosamente con los demás. No
podemos abarcarlo todo en una sola clase, pero al menos echaremos un vistazo a 10 consejos que nos ayudarán en
nuestras interacciones con nuestros semejantes. Naturalmente, estos 10 consejos no constituyen una lista completa, pero
es todo lo que el tiempo nos permitirá cubrir el día de hoy.
Ser amables con los demás es lo mismo que ser amables con el Señor.
Cuando manifestamos amor a la gente con pequeños gestos o detalles, cuando somos corteses y exhibimos buenos
modales con la gente, equivale a manifestarle amor al Señor, porque las personas son creación Suya y Él las ama
profundamente. Cuando nos desvelamos por alguien, le manifestamos amor, tenemos gestos amorosos para con él, lo
tratamos con cortesía y buenos modales, en realidad manifestamos honra y respeto por el Señor. Somos amorosos y
amables para con el Señor. Es como si le dijéramos al Señor que amamos Su creación, a Sus hijos, y que deseamos ser
amorosos con ellos no solamente por su propio bien —que ya es bastante buen motivo— sino por amor a Él.
Pide al Señor que te dé amor por los demás y haz todo lo posible por manifestarlo .
Hay cientos de cosas que puedes hacer a lo largo del día, pequeñas cosas capaces de embellecer la vida de alguien a
causa de tu amabilidad. Si sigues la regla de oro de Jesús de «hacer con los demás como queremos que hagan con
nosotros», no puedes menos que ser amable y cortes.
Cuando oras y pides al Señor que te ayude a ser más amoroso, puedes aprovechar la ocasión para preguntarle cómo
puedes serlo y luego empezar a ponerlo en práctica.
Es como acompañar de acción tus oraciones. A medida que haces tu parte, Él te imbuirá el corazón de amor y muy
pronto esas acciones se volverán un hábito amoroso.
No puedes simplemente pedir al Señor más amor y luego no ponerle empeño ni llevar a la práctica lo que Él te
indique que hagas. Tampoco puedes lograrlo únicamente merced a tu propio esfuerzo, pues se verá afectado y poco
sincero. No serán más que obras muertas, formalismos sin el espíritu. ¡Tienes que pedirle al Señor que te dote de amor y
a la vez hacer todo lo que puedas por manifestarlo en la práctica!
2) SONREÍR.
Proverbios 15:13. El corazón alegre hermosea el rostro.
Lo que hacemos es más elocuente que lo que decimos. Una sonrisa dice: «Me caes bien. Me siento a gusto contigo.
Me alegro de verte».
Por eso es que los perros son tan simpáticos. Se ponen tan contentos de vernos que prácticamente no caben en sí. De
ahí que a nosotros también nos alegre verlos. La sonrisa de un bebé tiene el mismo efecto.
¡El efecto de una sonrisa es poderoso!, aun en situaciones en que no es perceptible a la vista. Las compañías
telefónicas recomienden que uno sonría cuando habla por teléfono. La sonrisa se ve reflejada en nuestra voz.
¡Sonrían! Nadie necesita tanto una sonrisa como quienes no pueden sonreír más.
El sol y el viento
(Basado en una fábula de Esopo) Un día el sol y el viento discutían. Ambos alegaban que eran el más fuerte. El
viento dijo:
¿Ves a ese anciano ahí con el abrigo? Te apuesto a que logro que se quite el abrigo en menos tiempo de lo que lo
harías tú.
El sol se ocultó detrás de una nube y el viento sopló hasta alcanzar la fuerza de un huracán, pero cuanto más fuerte
soplaba, más se aferraba el anciano a su abrigo.
Finalmente el viento amainó y se dio por vencido; entonces salió el sol de detrás de una nube y le sonrió
cálidamente al anciano. Enseguida el hombre se secó la frente y se quitó el abrigo. Dijo entonces el sol al viento:
La amistad y la benevolencia siempre pueden más que la furia y la violencia.
El zapato perdido
Se cuenta la siguiente anécdota de Mahatma Gandhi. Estaba en la India y se encontraba parado en la portezuela de un vagón
de tren abierto mientras este partía lentamente de una estación. De golpe se le cayó un zapato a las vías. Rápidamente se quitó
también el otro zapato y lo arrojó a las vías.
Al ver la mirada de desconcierto de otro pasajero, Gandhi dijo: «Algún pobre hombre encontrará un par de zapatos; uno solo
no le serviría de mucho».
Es admirable pensar desde el punto de vista de cómo algo afecta a los demás, no solo cómo nos afecta a nosotros.
Amabilidad y amor
A una clase de niños de ocho años se le pidió que explicaran el significado de las palabras amabilidad y amor. Uno de ellos
dijo: «Si yo tuviera hambre y alguien me diera un trozo de pan con mantequilla… eso sería amabilidad, pero si además le pusieran
mucho dulce de frambuesa... eso sería amor».
5) COMUNICARSE.
Hechos 2:42. Y perseveraban en [...] la comunión unos con otros, en el partimiento del pan.
Efesios 4:25. Hablad la verdad cada uno con su prójimo.
Proverbios 27:9. El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre.
Hebreos 13:16. De hacer bien y de la ayuda mutua [comunicación] no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada
Dios.
Proverbios 10:11. Manantial de vida es la boca del justo.
Proverbios 15:23. El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!
Huelga decir que para que una persona perciba que le tenemos cariño y que nos interesamos por ella, es necesario
que nos comuniquemos con ella. Eso significa establecer un diálogo. Debemos tomar tiempo para escuchar, pero no
limitarnos a hacerlo en silencio. Además es conveniente comunicar lo que pensamos y sentimos.
“The Golden Rule”, part 1, page 5
¡La eficacia de escuchar!
(De un grupo que contribuyó a asesorar a soldados de las fuerzas de paz de la ONU en una zona de conflicto.)
Cuando conocimos a un grupo de soldados de la ONU, al principio muchos de ellos estaban muy a la defensiva. Eran realistas
y agnósticos, según dijeron. Pero al cabo de un tiempo se dieron cuenta de que no tratábamos de «embutirles una religión», sino
de prestarles oído, comprenderlos y darles a conocer a Jesús. Con ello, se volvieron muy receptivos.
Al día siguiente regresaron para conversar un rato más. En esa ocasión pudimos explicarles algunos otros principios
elementales de la Biblia.
Uno de ellos ya conocía al Señor y comenzó a leer el Nuevo Testamento.
Tengo una Biblia y la leo siempre, pero con ustedes consigo el ingrediente que me falta. Recibo el amor que necesito —dijo.
Oramos juntos antes de partir. Cuando alzamos la vista, a algunos de aquellos fornidos soldados se les caían las lágrimas.
Poco después nos enteramos de un hecho que puso de relieve la importancia de nuestra labor: Sheridan es soldado de las
fuerzas de paz canadienses. Su misión es sumamente peligrosa: conduce una topadora especialmente diseñada por la ONU para
la limpieza de minas. Acaba de regresar de una misión y nos buscó para contarnos lo sucedido.
Mientras limpiaba una zona pasó por encima de una mina antitanque, que no estalló. El vehículo de 30 toneladas que venía
detrás de él pasó por encima de la misma mina y voló en mil pedazos. El conductor sobrevivió, pero perdió ambas piernas.
Sheridan nos contó que está convencido de que fueron nuestras oraciones las que lo protegieron. Había aceptado al Señor con
nosotros justo antes de partir a aquella misión.
Estos soldados se enfrentan constantemente a situaciones de vida o muerte, de modo que el hecho de testificarles es también
un asunto de vida o muerte.
Empatía
Una cualidad indispensable para llevarse bien con la gente es la empatía. La palabra empatía deriva del griego
empátheia, que significa sentir dentro del otro o participar de los afectos de otra persona. La empatía consiste en ver la
vida a través de ojos ajenos, sentir lo que siente el otro, escuchar el relato percibiéndolo con los sentidos de la otra
persona. A los cristianos se les pide que hagan uso de la empatía sobrellevando los unos las cargas de los otros,
gozándose con los demás en sus alegrías y llorando con ellos en su dolor.
Comprensión
Era una fría mañana de invierno. El estacionamiento del centro comercial estaba rodeado de pilas de nieve fresca. Estacioné
mi auto y me dirigí hacia la vereda, que era la única salida que había sido despejada de nieve. Pero había un auto que había
quedado justo delante del sendero despejado. Para llegar a la vereda tenía que darme la vuelta al auto pasando por un banco de
nieve que me llegaba hasta las rodillas. «¡Qué desconsiderada es la gente!» Aquellas palabras se me pasaron por la cabeza junto
con unas cuantas otras. Pero en el preciso instante en que me di la vuelta para sacudirme la nieve de los pantalones, por el
camino trajinaba una señora que andaba con muletas y tenía las piernas en aparatos ortopédicos. Lentamente, muy lentamente,
avanzó a duras penas por la vereda resbaladiza hasta llegar al auto que obstaculizaba el sendero. Con gran esfuerzo se metió
dentro del auto y partió. Me quedé allí parada por un momento, avergonzada de haberme sentido así. En apenas unos segundos
había cambiado. Vi a aquella mujer y su difícil situación. ¡De golpe comprendí!
El ingrediente absolutamente indispensable para llevarse bien con los demás es ser comprensivo. Las diferencias, los
disgustos, el enojo, la frustración, los conflictos y las divisiones comienzan cuando dejamos de comprender.
El buen samaritano
Cierto semestre, un profesor del seminario preparó su clase de predicación de modo excepcional. La programó de manera que
sus alumnos predicaran sobre la parábola del buen samaritano. El día de la clase coreografió su experimento de tal modo que los
alumnos fueran uno a uno de aula en aula a predicar el sermón. A algunos les dio 10 minutos para ir de un aula a la otra; a otros
aún menos tiempo. Eso lo obligaba a apresurarse para cumplir con el programa establecido. De a uno, los alumnos tenían que
transitar por un pasillo en el que había un indigente —colocado ahí a propósito—, el cual evidentemente se encontraba muy
necesitado.
Los resultados fueron sorprendentes y dejaron a los alumnos una enseñanza de gran valor. El porcentaje de los hombres y
mujeres compasivos que se detuvieron a ayudar fue extremadamente bajo, sobre todo entre quienes tenían la presión de un plazo
más corto. Cuanto más apretado era el horario menor era el porcentaje de los que se detuvieron a ayudar al indigente.
Cuando el profesor reveló su experimento, es de imaginarse la fuerte impresión que tuvo en aquella clase de futuros guías
espirituales. En su apuro por ir a predicar un sermón sobre el buen samaritano, habían hecho caso omiso del mendigo que era
precisamente el objeto central de la parábola. Es preciso que tengamos ojos para ver, así como manos para prestar ayuda. De
otro modo es posible que nuestro servicio sea estéril.
RESEÑA DE LOS DIEZ CONSEJOS PARA LLEVARSE BIEN CON LA GENTE EMPLEANDO EL AMOR
COMO PRINCIPIO ORIENTADOR
1) Hablen a la gente.
2) Sonríanle.
3) Diríjanse a las personas por su nombre.
4) Sean amigables y serviciales.
5) Comuníquense.
6) Demuestren interés sincero.
7) Sean pródigos con los elogios, el estímulo y el aprecio.
8) Interésense sinceramente en los sentimientos de los demás.
9) Eviten las discusiones.
10) Estén prestos a brindar algún servicio.