Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Contenido
1 — Introducción
3 — Velo por ti
8 — Basta con creer
17 — Presiones económicas
24 — Cuando la vida simplemente se pone difícil
32 — ¿Estás estresado?
38 — Lamentos
44 — Conflictos familiares
51 — Cuando parte un ser querido
59 —¿Por qué?
INTRODUCCIÓN
El presente librito de mensajes de Jesús contiene numerosas aseveraciones de que Jesús nos ayudará
a superar esos momentos de crisis en que más necesitamos Su amor y Su consuelo. Él tiene una solución para
cada problema y puede ayudarnos a salir airosos de toda dificultad. Nada es demasiado difícil para Él. Además,
paralelamente a todo ello, puede suscitar transformaciones maravillosas en nosotros mismos.
Jesús nos ha expresado que estos mensajes son Sus promesas a Sus hijos. Cual monedas de oro y
perlas preciosas de un tesoro, están ahí para que las extraigamos y reclamemos cuando las necesitemos.
Cuando invocamos esas promesas como propias, Él cumple Su palabra y honra nuestra fe. Se aboca a
resolver nuestros problemas, con lo que nos vemos recompensados, reanimados, fortalecidos y transformados.
Esa es la clave para superar obstáculos: la fe. Cuando tenemos la inconmovible convicción de que
Jesús nos ama y vela por nosotros cualesquiera que sean nuestras circunstancias, aun lo aparentemente
imposible se hace viable. Con frecuencia nuestra reacción inicial ante una situación de apuro es la contraria:
nos asalta una actitud derrotista, de desaliento y depresión. Sin embargo, Jesús quiere que recibamos ayuda y
estemos felices, no descorazonados y abatidos. Por eso nos dice una y otra vez cuánto quiere que acudamos a
Él en momentos de dificultad y que al encontrarnos débiles, reposemos en Sus brazos. Cuando lo hacemos, Él
se lleva nuestras cargas y nos ayuda a salvar los trances por los que pasamos.
De modo que cuando te encuentres en una crisis, escucha la apacible voz de Jesús que te aclare cómo
ve Él las circunstancias. Al observarlas desde Su prisma, cobrarás fe y estarás en condiciones de dar el
siguiente paso: seguir los consejos que te dé. Día a día, estando en estrecha comunicación con Él, descubrirás
la perfecta paz que te da y con Su ayuda te sobrepondrás a cualquier tribulación.
Velo por ti
Mi amor
Mi amor es paciente y comprensivo en un mundo de intolerancia. Es tierno y cariñoso cuando la gente
se muestra encallecida o indiferente. Es un consuelo en momentos de desazón. Mi amor acompaña a los
solitarios. Concede claridad a quienes están confundidos, reposo al cansado y asistencia a los
desesperanzados. Renueva las fuerzas a quienes sienten que ya no pueden seguir adelante. Mi amor brinda
paz en medio de las tempestades de la vida.
Es capaz de sanar un cuerpo doliente. Hasta puede aliviar y restablecer un corazón partido. Disipa la
tensión, las preocupaciones y el estrés. Mi amor cambia el miedo en fe y valor, la desesperación por la
esperanza. Es luz y ahuyenta las tinieblas. Mi amor desciende a cualquier abismo con tal de salvar a alguien,
recorre cualquier distancia con tal de rescatar a ese ser perdido. No conoce límites. No hay escollo que no haya
superado.
Mi amor es Mi regalo singular para ti. Siempre estuvo a tu alcance y siempre lo estará. ¿No quieres
echar manos de él?
Únete a Mí
Sean cuales fueren tus circunstancias o cómo las hayas encarado hasta el momento, sea lo que fuere
que hayas hecho o dejado de hacer, te amo. Veo cada una de tus lágrimas. Escucho cada uno de tus clamores.
Me hago eco de cada una de tus angustias, tus pesares, reveses e inquietudes. Conozco todos tus deseos.
Veo hasta lo más recóndito de tu corazón y todo lo que hay en él, y te amo más profundamente de lo que
alcanzas a comprender.
Conozco tu lucha y quiero ayudarte. Aunque la vida suele ser un combate, se hace mucho más fácil
cuando te unes espiritualmente a Mí. Tengo todo el amor, el consuelo, la paz y las soluciones que anhelas.
Estoy aquí mismo, a tu lado, aguardando pacientemente que te extiendas a Mí para poder aliviar tu turbación,
enjugar tus lágrimas y demostrarte cuánto te quiero.
En medio de la tormenta
Aunque no puedo prometerte que te guardaré de las tormentas de la vida, sí te aseguro que te
acompañaré cuando atravieses por ellas. Mi ayuda se hace patente de múltiples formas. Puede que no siempre
se manifieste tal y como lo esperabas, pero sí se hará sentir. Nunca abandonaré a tu suerte para que bregues
por tu cuenta.
Cuando me pidas ayuda, responderé tus plegarias. Cuando tengas miedo, te infundiré fe para confiar
en Mí, paz interior y valor para seguir adelante. Cuando estés débil y agotado, apóyate en Mí: te transmitiré
fuerzas que no has conocido jamás. Cuando tengas el corazón hecho pedazos, Yo te lo recompondré.
No puedo impedir que sufras contrariedades y pesares, pero sí puedo hacerlos más llevaderos y que al
final redunden en bien tuyo. Puedo hacer que tu espíritu se remonte a los avatares de la vida. Tras las nubes
―aquí arriba en los lugares celestiales y en Mi presencia― el sol siempre brilla. En un día gris Yo soy un rayo
de sol; soy el arco iris tras la tempestad. Soy el refulgente rayo de esperanza que devuelve el brillo a tu mirada.
Esta tormenta pasará. Mientras tanto, permíteme que guarde en medio de ella.
Refugio
Hoy en día todo el mundo está preocupado por el futuro. Y con razón. Al paso que van las cosas todos
tienen motivos para temer el destino que puedan tener o lo que acaso ocurra a sus familias, su ciudad, su país
o al mundo. El planeta se ha convertido en un sitio angustiante y aterrador en que vivir. A veces uno quisiera
encontrar un refugio, sellar las ventanas y las puertas y marginarse del mundo.
No sirve de nada hacer de cuenta que los problemas no existen. Por otra parte, no tienes por qué
abrigar miedos, pues Yo velo por ti. Cuando te sobrevengan los temores, refúgiate en Mí. Cuando te encuentres
en una situación peligrosa, clama a Mí para que te ayude: ten entonces la certeza de que estaré allí para
protegerte. Cuando no puedas ocuparte de tus seres queridos, encomiéndalos a Mi cuidado. Cuando se
produzca una crisis internacional, Yo proveeré un refugio para ti y los tuyos.
Aunque ocurriese lo impensable ―que tú o tus seres queridos perdieran la vida― ten por cierto que te
aguarda una vida mejor en el más allá. En el Cielo se remedian todos los males del mundo.
Como ves, aunque existen muchos motivos por los que podrías preocuparte, en realidad no tienes por
qué hacerlo, pues Yo velo por ti.
Un obstáculo a la vez
Un corredor de carreras de obstáculos debe sortearlos uno a la vez. Si se preocupa por los que todavía
están muchos metros más adelante, es posible que no se concentre en el siguiente que debe soslayar. Aprende
de él. Encara los conflictos uno a la vez en lugar de tratar de sortearlos todos al mismo tiempo.
Peldaños
No deseo que equipares tus malos momentos con castigos por tus pecados, pues normalmente no es
esa mi intención ni su verdadero propósito. A veces sí permito que te sobrevengan dificultades, pero siempre
con el objeto de producir un buen fruto en tu vida. Aun cuando te acarrees esas contrariedades a causa de tus
errores o pecados, deseo que te valgas de ellas como peldaños que te conduzcan a terreno más elevado. Mi
deseo es que cada dilema, cada adversidad te acerque un paso más a Mí.
Los contratiempos te demuestran que no eres autosuficiente. Te llevan a tomar conciencia de que
tienes necesidad de Mí y te enseñan a depender de Mí. Si confías en Mí cuando pases por momentos difíciles,
tu fe se acrecienta, logras entender mejor Mi Palabra y el amor y la sabiduría que están detrás de Mis acciones.
En consecuencia, sientes Mi amor y llegas a conocerme más íntima y profundamente de lo que podrías de no
ser ese el caso.
Un día observarás estas pruebas y tribulaciones y las verás como peldaños que había que
remontar.Comprenderás que eran el único medio de conducirte al lugar que tengo reservado exclusivamente
para ti cerca de Mi corazón.
Asistencia omnipresente
Puedes consolarte con la idea de que a todo puedes sacarle algo de bueno y que Yo permito que te
sobrevengan pruebas no para abatirte, sino para perfeccionarte. Con todo, a veces cuesta tomarlo con tanta
filosofía. Lo único que quieres es ¡un poco de alivio! No tienes ganas de que te digan: «Todo esto es por tu
bien». Simplemente quieres salir del apuro y que acabe la angustia.
Sé cómo te sientes. Cuando estuve en la cruz, el dolor era tan insoportable que solo quería que
terminara. Me recordaba a Mí mismo que sufría aquello para que tú y todo un mundo de pecadores como tú
pudieran alcanzar la Salvación. Aunque sabía perfectamente que eso lo justificaba, fijar Mis pensamientos en
ello supuso una prueba durísima. En el momento dispuesto por Mi Padre el sufrimiento cesó y fui liberado a la
dimensión espiritual donde aquella agonía ya no podía alcanzarme. ¡Pero fue una experiencia terrible!
En medio de mi tormento Mi Padre no podía intervenir. Tuve que padecer todo aquello por ti. Por
haberlo hecho, ahora siempre estoy a tu lado para ayudarte a superar los momentos de dolor y sufrimiento.
Estuve dispuesto a renunciar a la asistencia divina a fin de que tú la tuvieras siempre a tu disposición. Así que
aguanta, pues llegarán la victoria, el consuelo y el alivio del sufrimiento.
Cuando Yo lo disponga
¿Por qué te anegan los problemas y escasean las soluciones? ¿Y por qué te parece que no respondo a
tus plegarias de auxilio? ¿Tienes tú la culpa? No, hijo Mío, no es eso. Es que Yo permito que te asedien
algunas dificultades con la esperanza de que te muevan a acudir a Mí. Pero tengo la solución para cada una de
ellas y a la larga las resolveré todas.
Sé que cuesta esperar; a veces, por uno o varios motivos, me lleva tiempo obrar. Puede que para dar
inicio al proceso esté esperando a que me preguntes qué puedes hacer. Tal vez esté obrando en el corazón de
otras personas para que hagan lo que deben. Quizás esté aguardando a que se den las condiciones propicias.
Puede que tarde algún tiempo, pero mientras tanto, si acudes a Mí pidiendo auxilio y que te indique
cómo veo Yo la situación, te daré paz y te entregaré el consuelo que brinda Mi amor. Te aliviaré de la presión.
No te rindas, pues, aunque después de haber orado las cosas no cambien enseguida. Ten fe en Mi
amor y en que soy capaz de hacer lo imposible. Al que cree todo le es posible (Marcos 9:23). No dejes de
confiar. Cuando Yo lo disponga verás la respuesta a tus plegarias.
¿Vives estresado?
Pasaje a la libertad
Cuando la vida se asemeja a una pequeña habitación sin ventanas, cuyas paredes te van aprisionando,
puedes crear una ventana de escape por medio de la Palabra de Dios.
Al leer y meditar en Mi Palabra, al creer en Mis promesas y reclamarlas como propias, abres una
ventana al mundo espiritual donde te aguardan cosas fantásticas. La calidez del sol de Mi amor disipa la
tensión. Como una bocanada de aire fresco, la suave brisa de Mi Espíritu te despeja la mente. Cristalinas
corrientes de verdad y lagunas de sabiduría te renuevan el espíritu y el pensamiento. Nuevas vistas se abren
ante ti. Ves las cosas desde una perspectiva celestial y te emocionas ante las nuevas posibilidades y retos que
se te presentan. Encuentras una inspiración y una fe renovadas. Esa sensación de asfixia se desvanece para
dar lugar a la euforia y a las ganas de vivir la vida. «Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida»
(Juan 6:63).
Cuando te sientas arrinconado, aprende a acudir a la Palabra, y ésta te pondrá en libertad (Juan 8:31–
32).
Conserva la sencillez
Dije grandes verdades, palabras profundas que cambiaron vidas y siguen haciéndolo. Pero también
hablé a los niños. Fui sencillo, fui claro y no perdí el aprecio por las nimiedades. Me detuve a disfrutar de las
flores. Cociné para Mis discípulos.
Cuando no logras encontrar alegría en las cotidianidades te vuelves complicado y pierdes la
sensibilidad humana. Reemplazas la profundidad de carácter por los razonamientos complejos, la sensibilidad
a las cosas del espíritu por meros conocimientos intelectuales.
La sencillez es un don. Todos la tienen de pequeños, pero a medida que crecen, algunas personas
desechan ese don porque lo relacionan con la ignorancia, la ingenuidad, la inmadurez y la falta de sofisticación.
Prefieren tejer una trama de complejidad para encubrirlo. Pero ¿acaso no dije que a menos que conservaras la
sencillez de un niño para creer en lo imposible y en lo invisible ―en Mí, el que murió morí por ti y resucitó para
que pudieras hacerte acreedor a este maravilloso y a la vez sencillo don de la salvación― no puedes entrar en
el reino de los Cielos? El don de la sencillez permanece en quienes poseen la humildad y la sabiduría para
valorarlo y hacerlo propio.
Hay mucho que descubrir a lo largo de la vida, y aún más en el Cielo; pero siempre hallarás que las
verdades más profundas, la mayor belleza y la más elevada sabiduría se expresan de forma sencilla.
Retoma el control
Todos los días hay mucho que hacer, mucho que quieres hacer y que otros esperan que hagas. Te
siente tironeado en todo sentido. Presión. Tensión. Ansiedad. ¿Cesará alguna vez esa zozobra?
No desaparecerá por sí sola; pero sí puedes romper el ciclo. No tienes por qué quedarte enfrascado en
un una lucha interminable por lograr más y conseguir más. La vida no tiene por qué convertirse en una crisis
cotidiana. No tienes por qué ser prisionero de expectativas poco realistas. Déjame ayudarte a recobrar el
control de tu vida.
La raíz del problema es simple: Tratas de hacer demasiado, más de lo que es humanamente posible.
Ello te lleva a someter tu mente, tu físico y tu espíritu a presiones para las que no estás preparado. Es hora de
reevaluar las cosas. Establece qué es lo más importante para ti ―tus objetivos y obligaciones más importantes
a largo plazo― y qué otros componentes son esenciales para alcanzarlos. Canaliza tus energías en esos
asuntos y deja lo demás. Cuando hagas eso, las presiones que en algún momento te parecían insoportables
comenzarán a disiparse.
¿Quieres tener una nueva oportunidad en la vida? Es tuya, pero debes estar dispuesto a
desembarazarte de las presiones que en este momento jalonean tu vida. De ti depende.
Lamentos
Los brazos extendidos del perdón
Es natural que a veces decidas equivocadamente, pues eres humano. Pero te amo igual. Si amara
solamente a quienes son perfectos, no tendría a quien amar, porque todo el mundo se queda corto a veces
(Romanos 3:23). Nadie acierta siempre. No te pido perfección ni la espero de ti.
Me entristece que obres mal intencionadamente, pero no te lo reprocho si te arrepientes con sinceridad.
En cambio, te extiendo los brazos en señal de perdón y te estrecho contra Mí. Al perdonarte te manifiesto Mi
amor.
Todo varía según la situación, pero puede que igual tengas que vivir con las consecuencias de tu
descarrío; no obstante, una vez que me pides perdón, te lo concedo. ¡Es así de simple! De ahí en más, ya ni
siquiera recuerdo tu pecado (1 Juan 1:9; Hebreos 8:12). Como la altura de los cielos sobre la tierra,
engrandezco Mi misericordia sobre ti (Salmo 103:11). Borro los pecados del ayer y te ofrezco un nuevo
comenzar (Salmo 51:1).
Depende de ti a dónde quieras ir a partir de allí. En gran parte depende de tu deseo de enmedarte y de
tu determinación para dejar atrás las cosas de ayer y avanzar en pos de Mi amor. Aunque caigas, siempre
estoy a tu lado para alzarte. Mi amorosa ayuda, al igual que Mi perdón, son inagotables.
Si tan solo…
A veces presumes que si pudieras retroceder el tiempo, desandar el camino andado y deshacer los
errores cometidos, todo marcharía mucho mejor. Si pudieras aplicar lo que sabes ahora a situaciones que se
produjeron en otro momento, podrías revertir las experiencias dolorosas y posiblemente alterar el curso de tu
vida. Sin embargo, la verdad es que esas situaciones ―incluidos los errores― son lo que han hecho de ti la
persona que eres hoy. Las circunstancias más difíciles y dolorosas son las que te dotaron de más fuerzas y
madurez. Gracias a tus errores aprendiste valiosas enseñanzas. Los errores te ayuda también a ser más
humilde y por ende, más amoroso. Eso me permite valerme más de ti y facilita a los demás la convivencia
contigo.
Si pudieras viajar en el tiempo y modificar algunas de tus decisiones y acciones, es probable que los
resultados tampoco te dejaran contento. No tendrías la profundidad que tienes hoy. Así que, en vez de albergar
remordimiento por el pasado, da gracias por el gran maestro que éste ha sido.
Reconoce tu necesidad
Yo veo tu corazón y sé de tus remordimientos. Ansío libertarte de esa carga y disipar el dolor y el pesar
que te ocasiona. Pero para eso es preciso que me entregues esas cargas, que me pidas ayuda.
Yo presto ayuda a quienes reconocen que me necesitan. Por eso, no trates de ocultar de Mí ni de ti
mismo el dolor que aflige tu corazón. No hagas de cuenta que no existe ni pienses que por eso te tengo en
menos estima. Ya lo sé todo acerca de ti y eso no merma en lo más mínimo Mi amor por ti.
Te imaginas que te mereces llevar la carga de culpa y remordimiento que albergas, pero Yo no deseo
eso. Aunque has cometido errores, Yo morí con el expreso propósito de levantar de tus hombros la carga de tus
errores y pecados. Si me pides que te perdone, lo haré. Además te libraré de ese peso.
Perdona y olvida
Me duele el corazón ver la angustia que sufres, pues hago míos tu dolor, tu rabia, tu remordimiento, la
sensación de agravio por las faltas, errores e incluso pecados de los demás. Sé también que es propio de la
naturaleza humana querer devolver el golpe, vengarse y resistirse a perdonar y olvidar las diferencias.
Perdonar y olvidar de verdad es uno de las actos más difíciles de realizar.
Yo soy el único que puede librarte de esas raíces de amargura que te aprisionan el corazón. Yo
encarno el amor y el perdón, y estoy aquí esperando para aliviarte de la carga de resentimiento que llevas.
Despójate de ella y entrégamela. Simplemente di: «Jesús, despójame de este peso. Ya no quiero saber nada
de él». Yo haré que se disipe para siempre. Juntos lo enterraremos en Mi amor, para que puedas volver a sentir
el resplandor y luminosidad de ese amor, así como el gozo de Mi Espíritu. Te sanaré y haré que recobres la
dicha que perdiste.
Conflictos familiares
Casa de corazones
El matrimonio trae aparejadas algunas de las satisfacciones más profundas de la vida, aunque también
algunos de los retos más grandes. Están construyendo una casa de corazones y para que dure tienen que
edificarla sobre un cimiento sólido, viga sobre viga, ladrillo sobre ladrillo. Conseguir que todo encaje bien es
trabajo arduo. Al fin y al cabo, por mucho que se quieran, son dos personas diferentes y es natural que tengan
gustos, puntos de vista y opiniones divergentes.
Se requiere mucha comunicación, amor, comprensión, buen tino y oración para edificar un matrimonio
con éxito. Aunque haya dificultades y contrariedades, no permitan que estos impedimentos detengan la obra en
construcción. Los resultados bien valen el esfuerzo que tengan que realizar y las lágrimas y los problemas que
les sobrevengan a lo largo del camino. Es más, son justamente esas complicaciones las que estrechan la
relación si las abordan positivamente y tienen fe en que Yo los ayudaré a superarlas. Los bajones no tienen por
objeto hacer menguar el amor que entre los dos poseen, sino estrechar aún más su relación. Cada vez que
superan un obstáculo con amor y oración, afirman su hogar de corazones.
El matrimonio es un toma y daca. Entraña lágrimas y alegría, implica hablar y escuchar, perdonar y
pedir perdón, vivir momentos lindos y otros no tan lindos. Edificar una buena relación exige recordar lo bueno y
olvidarse de lo malo.
Si te han herido
Ven a Mis brazos ahora. Estos brazos nunca te harán daño. Estos brazos están a tu lado para
defenderte. Son fuertes para proteger y a la vez tiernos para proporcionar alivio. Seguirán entregándote cariño
pase lo que pase. Siento mucho que te hayan maltratado; mas deseo sanar tus heridas. Anhelo facilitarte el
cuidado amoroso que ansías y mereces.
Mi amor siempre está presente para ti. Si vienes a Mí y me permites ser tu fiel Amor, cuidaré de ti.
Nunca quedarás decepcionada de Mí. Te dispensaré el consuelo y el amor que necesitas en la medida en que
te acerques por medio de la oración, de la lectura de Mi Palabra y escuchando en tu corazón Mis susurros, que
te darán amor y cobijo. Ven a buscar en Mí la paz y los deseos de tu corazón. Te amo, preciada Mía, y no
quiero verte nunca lastimada. Aunque los amores terrenales fallen, Mi amor nunca te defraudará. Ven a Mis
brazos ahora. Aquí encontrarás el amor y la comprensión que ansías.
Relaciones viciadas
A veces conviene hacer frente y superar los problemas domésticos; en otras ocasiones es mejor
distanciarse de ellos de tanto en tanto; en otras más viene bien la ayuda de un amigo, un familiar o un
profesional; y en algunos casos es preferible cerrar el capítulo. Son muchas las situaciones en las que es
humanamente imposible razonarlo todo o saber en qué dirección ir, pues son muchísimos los factores y
emociones que intervienen, pero si me lo preguntas, Yo te indicaré qué es mejor en tu caso. Además, te daré
las fuerzas para hacer llevar a cabo lo que te indique.
El amor, la humildad, la oración y el perdón pueden superar cualquier conflicto, pero es necesario que
ese aporte lo hagan los dos. Si has hecho tu parte y la relación continúa viciada, es hora de cortarla. Debes ser
amorosa y paciente y perdonar, pero no tienes por qué seguir exponiéndote al peligro.
Si te indico que es mejor romper con el pasado y empezar de nuevo, te daré también el valor para
llevarlo a efecto. Puedo iniciarte en un curso nuevo en el que estarás feliz y a salvo. Hasta puedo enviarte un
nuevo amor, pleno de romanticismo, alguien que sea tierno y considerado y que te ayude a sanar las heridas
del pasado.
De modo que si te encuentras atrapada en una maraña de emociones, si estás sufriendo heridas y no
puedes liberarte, pídeme que te ayude y lo haré. Velo por tus mejores intereses y te proporcionaré lo mejor de
lo mejor.
Ciérrale la puerta al ayer
El tiempo cura todas las cosas, aun un corazón partido. Aunque el dolor y la rabia que sientes ahora se
desvanecerán con el tiempo, el periodo de curación interior se agiliza y se hace fácil de sobrellevar si me pides
que te ayude. Puede que igual tome más tiempo de lo que querrías, pero las curaciones lentas suelen ser las
mejores.
Al mismo tiempo debes hacer la parte que te corresponde. No te aferres al pasado. No rechaces la
sanación. Líbrate del resentimiento y la amargura. Desembarázate de todo eso. Por muy difícil que sea, debes
aceptar lo que sucedió y perdonar. Cuando logres eso podrás cerrar la puerta al pasado, hallar alivio de los
recuerdos dolorosos y seguir adelante con tu vida.
En momentos como este en que parece que todo tu mundo se desmorona y pierdes lo que más
quieres, puede que te preguntes si todavía te amo y velo por ti. La respuesta a ese interrogante es muy simple:
¡sí! Más que nunca deseo mostrarte cuánto te amo. Aunque tu vida es más vacía ahora, Yo espero y deseo
llenar ese vacío con Mi amor. Así que sigue adelante, cruza el umbral y ciérrale la puerta al ayer. Del otro lado
estoy Yo, donde te tengo reservado mucho amor y otras cosas buenas.
Un nuevo comenzar
La persona que amas no se ha desvanecido como humo en el viento; simplemente se ha trasladado a
otro sitio, a otra existencia.
El amor que abriga por ti es igual de firme que siempre. Los recuerdos de lo que vivieron juntos están
igual de vivos en su pensamiento y los valora aún más. El dolor que sufrieron ambos todavía palpita en ella,
sólo que ahora entiende el propósito que había en él y lo acepta.
Ahora tú también debes aceptarlo. Debes convencerte de que el fin de su existencia terrenal no implica
el final para ti. Él aún vive, solo que en otra dimensión. Él todavía cumple el propósito para el que fue creado, y
tú debes hacer lo mismo.
Cuando te llegue a ti la hora de pasar de las sombras a la luz, lo entenderás mejor. Entonces el amor al
que tuviste que renunciar volverá a estar contigo. Será el comienzo de una nueva y maravillosa vida de amor
que compartirán por la eternidad.
En Mis brazos
Aunque en la tierra hay lágrimas y quebranto de corazón, en el Cielo emerge el gozo porque este
pequeño Mío está en Mis brazos, perfectamente feliz y sano. Aquí puedo cobijarlo, enjugar sus lágrimas y
colmarlo de Mi amor. ¡Y cuán grande es ese amor!
En apenas un corto tiempo se volverán a reunir. Hasta entonces, aférrate con fuerza a Mi mano y
permite que Yo te consuele. Recuerda que ese ser tan querido para ti, a quien ya no ves, se encuentra ahora
en un lugar mejor. Se halla en Mi presencia, donde ha quedado libre de todo dolor y perturbación, y
experimenta Mi amor sin medida.
Te resultaría imposible imaginar el amor, la alegría y la libertad que vive ahora en la dimensión celestial
aquel a quien amas. Pero puedo darte un anticipo, una pequeña vislumbre del Cielo y sus portentos. ¿No
quieres venir a Mis brazos y experimentar un toque de ese amor? Déjame estrecharte fuertemente. Permite que
enjugue tus lágrimas. Déjame aliviarte el dolor y sanar tu corazón partido. Accede a que te lleve alzada durante
esa temporada de pérdida y dolor. Ven, encuentra grato alivio en Mis brazos, así como lo encontró tu pequeño
amado.
¿Por qué?
«¿Dónde estás?»
A veces las cosas te salen mal y es fácil cuestionar: «Jesús, ¿dónde estás cuando te necesito?» Te
parece que te fallé o que se me agotaron el amor y la paciencia.
En esos momentos tu fe es puesta a prueba, y al reaccionar dubitativamente en vez de hacerlo con fe,
limitas Mi capacidad de ayudarte. Lo malo de eso es que puedes caer en un círculo vicioso.
Sin embargo, hay personas que conservan una actitud positiva cualesquiera sean sus circunstancias.
¿Cómo hacen para tomarse con tanta tranquilidad la desilusión y hasta la desgracia? Es porque tienen una fe
firmemente arraigada en Mi amor y en las promesas que hice en Mi Palabra. Es porque cultivaron un vínculo
personal conmigo. Se debe a que aprendieron a acudir a Mí en su momento de necesidad. No es que su fe
nunca haya sido probada, sino que saben dónde obtener la ayuda que precisan para superar la prueba.
Te revelo el secreto para obtener una victoria de esas proporciones: Prepárate para los momentos
difíciles manteniendo una relación estrecha conmigo en épocas en que todo va bien. Empéñate en ver la obra
de Mi mano a tu alrededor. Haz un recuento de todo lo bueno que tienes. Cultiva una actitud de fe, confianza y
gratitud. Cuando las cosas tomen mal cariz, sabrás que estoy apenas a una plegaria de distancia.
El Príncipe de Paz
En cierta ocasión en que cruzaba el Mar de Galilea con Mis discípulos, se levantó una tormenta que
amenazaba con hundir nuestra pequeña embarcación. Viendo que Mis discípulos se asustaron, ordené a la
tormenta que cesara: «¡Calla, enmudece!», le increpé. Y el viento y las olas me obedecieron. Lo mismo
sucederá un día de estos, pronto, cuando diga: «¡Ya basta!», y haga cesar las tormentas de la guerra y los
enfrentamientos.
Los conflictos y problemas que aquejan al mundo de hoy demuestran que el hombre no es capaz de
arreglárselas por sí solo. El mundo no puede sobrevivir sin su Salvador; me necesita a Mí. La paz universal
duradera no es posible sin Mí, el Príncipe de Paz. Pero llegará el momento en que todo el mundo se someterá
a Mi autoridad, la cual ejerceré con amor y justicia. Apenas un poco más de tiempo y enjugaré los ojos de los
oprimidos y de quienes sufrieron en carne propia los crueles tormentos y horrores de la guerra. Un día, la
guerra será cosa del pasado, un concepto que apenas lograrán entender quienes vivan entonces.
Mientras tanto, si aceptas Mi regalo de Salvación y acudes a Mí ―el Príncipe de Paz― en tu hora de
necesidad, puedes gozar de paz auténtica y duradera en el corazón, una paz tal que pueda soportar cualquier
cosa. Siempre estaré donde me necesites.
Epílogo
Si aún no ha vibrado en ti el amor que Jesús expresa en estos mensajes, tal vez se deba a que todavía
no has recibido los dones de amor y vida eterna que Él te ofrece cuando reconoces que Él es tu Salvador.
Jesús no se te impone; aguarda humildemente a que lo invites a entrar en tu vida. Dice: «He aquí, Yo estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalipsis
3:20). Puedes aceptarlo ahora mismo pronunciando una oración como la que sigue:
Jesús, te doy las gracias por haber ofrendado tu vida por mí y así poder concederme la vida eterna. Te ruego
que me perdones todas las veces que obré mal o desconsideradamente. Purifícame de todo eso y ayúdame a
enmendarme. Necesito que Tu amor me llene y me satisfaga el alma. Deseo la vida de felicidad celestial que
me ofreces, tanto aquí, en el mundo presente, como en el Cielo. Te abro la puerta de mi corazón y te pido que
hagas en mí tu aposento, Jesús. Gracias por escuchar y responder a mi plegaria. Amén.
(End of File.)