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De Jesús con cariño

PARA MOMENTOS DE CRISIS

(BACK COVER BLURB)


Aunque es inevitable enfrentar crisis a lo largo de la vida, pueden superarse. No hay nadie como Jesús
para entender tu situación y nadie como Él para ayudarte a sobrellevar los momentos más difíciles de la vida.
Descubre cuánto te ama. Verás lo mucho que desea ayudarte a remontar toda dificultad o desilusión a
las que te enfrentes, ya sean de índole personal, económica, doméstica o de cualquier otro tipo.
Los casi 60 mensajes de Jesús contenidos en el presente librito te infundirán fe y pondrán los
problemas de la vida en su debida perspectiva. Jesús es capaz de salir airoso por imposible que parezca la
situación. Y con Su ayuda, tú también podrás.

De Jesús con cariño PARA MOMENTOS DE CRISIS

Compilado y editado por María Fontaine


Diseño de Giselle LeFavre y Doug Calder
ISBN # ???
© 2003 Aurora Production AG, Switzerland
Impreso en Malasia por Rhythm
www.auroraproduction.com

Contenido
1 — Introducción
3 — Velo por ti
8 — Basta con creer
17 — Presiones económicas
24 — Cuando la vida simplemente se pone difícil
32 — ¿Estás estresado?
38 — Lamentos
44 — Conflictos familiares
51 — Cuando parte un ser querido
59 —¿Por qué?

INTRODUCCIÓN
El presente librito de mensajes de Jesús contiene numerosas aseveraciones de que Jesús nos ayudará
a superar esos momentos de crisis en que más necesitamos Su amor y Su consuelo. Él tiene una solución para
cada problema y puede ayudarnos a salir airosos de toda dificultad. Nada es demasiado difícil para Él. Además,
paralelamente a todo ello, puede suscitar transformaciones maravillosas en nosotros mismos.
Jesús nos ha expresado que estos mensajes son Sus promesas a Sus hijos. Cual monedas de oro y
perlas preciosas de un tesoro, están ahí para que las extraigamos y reclamemos cuando las necesitemos.
Cuando invocamos esas promesas como propias, Él cumple Su palabra y honra nuestra fe. Se aboca a
resolver nuestros problemas, con lo que nos vemos recompensados, reanimados, fortalecidos y transformados.
Esa es la clave para superar obstáculos: la fe. Cuando tenemos la inconmovible convicción de que
Jesús nos ama y vela por nosotros cualesquiera que sean nuestras circunstancias, aun lo aparentemente
imposible se hace viable. Con frecuencia nuestra reacción inicial ante una situación de apuro es la contraria:
nos asalta una actitud derrotista, de desaliento y depresión. Sin embargo, Jesús quiere que recibamos ayuda y
estemos felices, no descorazonados y abatidos. Por eso nos dice una y otra vez cuánto quiere que acudamos a
Él en momentos de dificultad y que al encontrarnos débiles, reposemos en Sus brazos. Cuando lo hacemos, Él
se lleva nuestras cargas y nos ayuda a salvar los trances por los que pasamos.
De modo que cuando te encuentres en una crisis, escucha la apacible voz de Jesús que te aclare cómo
ve Él las circunstancias. Al observarlas desde Su prisma, cobrarás fe y estarás en condiciones de dar el
siguiente paso: seguir los consejos que te dé. Día a día, estando en estrecha comunicación con Él, descubrirás
la perfecta paz que te da y con Su ayuda te sobrepondrás a cualquier tribulación.

Velo por ti
Mi amor
Mi amor es paciente y comprensivo en un mundo de intolerancia. Es tierno y cariñoso cuando la gente
se muestra encallecida o indiferente. Es un consuelo en momentos de desazón. Mi amor acompaña a los
solitarios. Concede claridad a quienes están confundidos, reposo al cansado y asistencia a los
desesperanzados. Renueva las fuerzas a quienes sienten que ya no pueden seguir adelante. Mi amor brinda
paz en medio de las tempestades de la vida.
Es capaz de sanar un cuerpo doliente. Hasta puede aliviar y restablecer un corazón partido. Disipa la
tensión, las preocupaciones y el estrés. Mi amor cambia el miedo en fe y valor, la desesperación por la
esperanza. Es luz y ahuyenta las tinieblas. Mi amor desciende a cualquier abismo con tal de salvar a alguien,
recorre cualquier distancia con tal de rescatar a ese ser perdido. No conoce límites. No hay escollo que no haya
superado.
Mi amor es Mi regalo singular para ti. Siempre estuvo a tu alcance y siempre lo estará. ¿No quieres
echar manos de él?

Únete a Mí
Sean cuales fueren tus circunstancias o cómo las hayas encarado hasta el momento, sea lo que fuere
que hayas hecho o dejado de hacer, te amo. Veo cada una de tus lágrimas. Escucho cada uno de tus clamores.
Me hago eco de cada una de tus angustias, tus pesares, reveses e inquietudes. Conozco todos tus deseos.
Veo hasta lo más recóndito de tu corazón y todo lo que hay en él, y te amo más profundamente de lo que
alcanzas a comprender.
Conozco tu lucha y quiero ayudarte. Aunque la vida suele ser un combate, se hace mucho más fácil
cuando te unes espiritualmente a Mí. Tengo todo el amor, el consuelo, la paz y las soluciones que anhelas.
Estoy aquí mismo, a tu lado, aguardando pacientemente que te extiendas a Mí para poder aliviar tu turbación,
enjugar tus lágrimas y demostrarte cuánto te quiero.

En medio de la tormenta
Aunque no puedo prometerte que te guardaré de las tormentas de la vida, sí te aseguro que te
acompañaré cuando atravieses por ellas. Mi ayuda se hace patente de múltiples formas. Puede que no siempre
se manifieste tal y como lo esperabas, pero sí se hará sentir. Nunca abandonaré a tu suerte para que bregues
por tu cuenta.
Cuando me pidas ayuda, responderé tus plegarias. Cuando tengas miedo, te infundiré fe para confiar
en Mí, paz interior y valor para seguir adelante. Cuando estés débil y agotado, apóyate en Mí: te transmitiré
fuerzas que no has conocido jamás. Cuando tengas el corazón hecho pedazos, Yo te lo recompondré.
No puedo impedir que sufras contrariedades y pesares, pero sí puedo hacerlos más llevaderos y que al
final redunden en bien tuyo. Puedo hacer que tu espíritu se remonte a los avatares de la vida. Tras las nubes
―aquí arriba en los lugares celestiales y en Mi presencia― el sol siempre brilla. En un día gris Yo soy un rayo
de sol; soy el arco iris tras la tempestad. Soy el refulgente rayo de esperanza que devuelve el brillo a tu mirada.
Esta tormenta pasará. Mientras tanto, permíteme que guarde en medio de ella.

Ven a verme en la mañana


Haces bien en tomar tiempo conmigo a primera hora del día, pues eres impotente sin las fuerzas que
adquieres de Mí, eres necio sin la sabiduría que Yo te doy y no tienes amor para compartir con los demás si
primero no lo obtienes de Mí. Sin Mí, quedarías enclaustrado en tu pequeño mundo y limitado a tus magros
recursos. Tus fuerzas humanas se agotarían recién iniciada la jornada. Tus propias ideas se interpondrían y no
llegarías muy lejos con la reserva de amor de ayer. En cambio, cuando acudes a Mí, te abro el mundo infinito
de Mi Espíritu. Yo encarno la sabiduría, las fuerzas y el amor.
¿No dije acaso en Mi Palabra que debes procurar entrar en Mi reposo? (Hebreos 4:11). A primera vista
parece más fácil avanzar por tus propios ímpetus que procurar entrar en la dimensión de Mi Espíritu, donde te
desplazarías impulsado por Mi energía. Pero no es así; en realidad te complicas las cosas al obrar según tus
propios esfuerzos, ya que de ese modo me resulta más difícil ayudarte.
Tómate, pues, un ratito cada mañana para escucharme y entrar en Mi reposo. La práctica hace al
maestro. A medida que te ejercitas en acudir a Mí, se hace más fácil. No dejes de tomar ese tiempo conmigo
cada mañana. Estaré allí para atenderte.

Basta con creer


Mecánica de la fe
Si una fe no mayor que un grano de mostaza es capaz de mover una montaña (Mateo 17:20),
probablemente consideras microscópica tu fe, dado que no tienes ningún indicio de que tus plegarias sean
respondidas. Sé que eso puede resultar descorazonador, pero no debería impedirte que me pidas que obre un
milagro cuando lo necesitas.
Hay dos cosas que debes saber acerca de la fe: Primero, que no es una virtud que puedas granjearte u
obtener por tu cuenta, sino un don de tu Padre Celestial. Segundo, al igual que un músculo necesita ejercicio y
nutrientes para desarrollarse, es necesario alimentar la fe para que crezca. Ese alimento espiritual proviene de
la lectura y asimilación de la Palabra de Dios. Ejercitas tu fe llevándola a la acción. Así que nútrela y llévala a la
práctica todos los días por medio de tus plegarias y acciones.
No hay que esperar hasta tener una fe bien robusta para empezar a recibir Mi asistencia. Si ahora
mismo necesitas resultados pero te consideras falto de fe para obtenerlos, pídeme que te aumente la fe. Sé
como el hombre de la Biblia que me rogó que sanase a su hijo sordomudo. Tenía sobrados motivos para dudar
de que su situación alguna vez pudiera cambiar. Y, en efecto, dudó. Reconocía que su fe era débil; así que
cuando le pregunté si creía que Yo podía sanar a su hijo, respondió: «Creo, Señor; ayuda mi incredulidad».
Apenas confesó su debilidad y me pidió ayuda, obtuvo así la fe como el milagro. Su hijo se curó en el acto.

No hace falta que seas perfecto


Muchas personas no oran hasta que se ven en algún apuro. Entonces descubren que no tienen una fe
operativa, que les permita conseguir resultados. Su fe es débil, porque hace tiempo que no la ejercitaban.
Además, imaginan que su relación conmigo anda tensa porque no le dieron mayor importancia antes que les
sobreviniera la crisis. Se consideran hipócritas e indignos y no saben por donde empezar para enmendar las
cosas.
Es mucho más fácil orar con plenitud de fe cuando tienes por costumbre hacerlo y recibir Mis
respuestas; cuando te sientes estrechamente ligado a Mí, porque me abres el corazón día a día, y cuando
sabes que has hecho todo lo posible por complacerme. Sin embargo, pese a no cumplir con esas condiciones,
todavía hay esperanza. No exijo perfección de tu parte para responder a tus oraciones. Deseo ayudar a todos
cuantos claman a Mí con fe y humilde afán.
No tienes más que acudir a Mí en momentos de necesidad, limpiar tu corazón confesando tus faltas y
recibiendo Mi perdón, creer que soy capaz de obrar el milagro que necesitas, y Yo lo haré. Lo mejor es que eso
puede marcar el inicio de una vida nueva conmigo en la que obtengas más respuestas a tus oraciones y
cultives una relación más estrecha conmigo.

La senda que conduce a la victoria y los milagros


Alabarme te trae a Mi presencia. Crea una estrecha proximidad entre tu espíritu y el Mío. Te hace sentir
Mi amor y ver todo como Yo lo veo con más facilidad.
La alabanza es la voz de la fe. Cuando me alabas reconoces que sólo Yo soy capaz de resolver tus
problemas y declaras tu confianza en que Yo lo haré.
La alabanza abre la puerta a la dimensión espiritual. Te eleva por encima de del ámbito material y sus
circunstancias, y te transporta al mundo espiritual donde Yo lo gobierno todo y todo es posible.
La alabanza eleva también tu propio espíritu. Cuando piensas en el bien y hablas de ello, el bien te
rodea. Si te pones a alabarme aun cuando no tienes ganas, te eleva en el espíritu y al poco tiempo te invade un
deseo natural de hacerlo. Yo siempre bendigo y premio la alabanza.
Alabarme hasta ayuda a quienes te rodean. Les levanta el ánimo y les infunde fe y confianza en Mí,
genera entusiasmo y optimismo.
Encomendármelo todo a través de la alabanza aumenta tu fe de manera exponencial. Es un principio
espiritual que siempre da resultado.

Contempla las aves…


Mi mirada sigue a la golondrina mientras revolotea de aquí para allá buscando alimento y un lugar
donde anidar. La guío a un sitio de reposo y confía en Mí. No se preocupa por lo que no tiene. Simplemente se
dedica a lo suyo y confía en que Yo proveeré para sus necesidades. Aunque son pequeñas y numerosas, Yo
velo por todas las golondrinas. No me olvido de una sola de ellas y las cuido a todas (Salmo 84:3; Mateo 6:26;
10:29).
Tu, hijo Mío, me eres mucho más preciado que todas las golondrinas juntas, y si me preocupo tanto por
esas aves tan pequeñas e insignificantes, ¿no me preocuparé también por ti?
Conozco tus cuitas, tus desdichas, tus temores. Estoy aquí para infundirte fe y responder a tus
plegarias; pero para eso necesito que confíes en Mí como hace la golondrina. No la ves revoloteando con pavor
y preocupación. Más bien se deja deslizar tranquila y serenamente por los aires, confiada en que tengo los ojos
puestos sobre ella y que la cuidaré como a una de las Mías.
Mi mirada está también sobre ti y estoy siempre listo para prestarte asistencia. Así que confía en Mí,
¿de acuerdo? Que sea Yo quien se preocupe.

Refugio
Hoy en día todo el mundo está preocupado por el futuro. Y con razón. Al paso que van las cosas todos
tienen motivos para temer el destino que puedan tener o lo que acaso ocurra a sus familias, su ciudad, su país
o al mundo. El planeta se ha convertido en un sitio angustiante y aterrador en que vivir. A veces uno quisiera
encontrar un refugio, sellar las ventanas y las puertas y marginarse del mundo.
No sirve de nada hacer de cuenta que los problemas no existen. Por otra parte, no tienes por qué
abrigar miedos, pues Yo velo por ti. Cuando te sobrevengan los temores, refúgiate en Mí. Cuando te encuentres
en una situación peligrosa, clama a Mí para que te ayude: ten entonces la certeza de que estaré allí para
protegerte. Cuando no puedas ocuparte de tus seres queridos, encomiéndalos a Mi cuidado. Cuando se
produzca una crisis internacional, Yo proveeré un refugio para ti y los tuyos.
Aunque ocurriese lo impensable ―que tú o tus seres queridos perdieran la vida― ten por cierto que te
aguarda una vida mejor en el más allá. En el Cielo se remedian todos los males del mundo.
Como ves, aunque existen muchos motivos por los que podrías preocuparte, en realidad no tienes por
qué hacerlo, pues Yo velo por ti.

Un obstáculo a la vez
Un corredor de carreras de obstáculos debe sortearlos uno a la vez. Si se preocupa por los que todavía
están muchos metros más adelante, es posible que no se concentre en el siguiente que debe soslayar. Aprende
de él. Encara los conflictos uno a la vez en lugar de tratar de sortearlos todos al mismo tiempo.

Déjame a Mi llevar la carga


Estas cargas son demasiado grandes para tus hombros tan estrechos; solo Yo puedo llevarlas. Lo
concebí así para que te dieras cuenta de que tienes necesidad de Mí y que, al aprender a depender de Mí,
estrecharas tu relación conmigo. Yo te sacaré adelante si me encomiendas todas tus inquietudes.

Remonta vuelo hacia Mí


Al remontar vuelo hacia Mí sobre las alas de la oración, al retirarte del campo de batalla de los
problemas para descansar, recuperar fuerzas espirituales y escucharme Mi voz, te daré las soluciones que
harán desvanecer esas dificultades. El alivio está a tu alcance, pero debes descansar y apoyarte enteramente
en Mí.

La alabanza te brinda sosiego


¿Por qué pasar otra noche sin conciliar el sueño? ¿Por qué sufrir de ansiedad cuando puedes
encomendarme todas tus preocupaciones y recibir de Mí paz interior? Aun en las circunstancias más sombrías,
puedo conceder paz a tu espíritu y aliviarte del estrés físico y mental ocasionado por la preocupación y el temor.
Mi paz te llega al corazón cuando quitas la mirada de tus aprietos y apuros y la pones en Mí. Deja de
preocuparte y piensa en Mí. Encuentra algo por qué agradecerme ―alguna cosa fuera de lo común que haya
hecho por ti en otro momento― y alábame por ello. O piensa en la peor experiencia que hayas tenido y en el
hecho de que todavía estás aquí. Convierte enseguida ese pensamiento en una plegaria de gratitud. Aunque en
ese momento no hayas rezado ni me conocieras siquiera, fui Yo quien te sacó adelante de esa situación. He
velado por ti toda tu vida y te ayudé a salir de muchas situaciones complicadas. Paralelamente, en otros casos
evité que te metieras en más líos de los que te puedes imaginar. De igual forma voy a ayudarte a superar las
adversidades que vives en esto momento.
Cuanto más me alabes, más se verterá Mi paz sobre tu corazón.

Atribulado, mas no angustiado


Si te parece que estás en aprietos o que sufres desdichas, considera al apóstol Pablo: Lo azotaron en
cinco ocasiones y en otra más le pegaron con varas. Lo apedrearon y lo dieron por muerto. Naufragó tres veces
y se pasó un día y una noche en el mar. Enfrentó peligros en las aguas, en el desierto y en las ciudades. Sufrió
a manos de ladrones, de sus propios paisanos, de extraños y hasta de quienes afirmaban ser seguidores Míos.
En muchas ocasiones lo encarcelaron y se vio privado de sus necesidades más elementales (2 Corintios
11:24–28; Hechos 16:23).
A pesar de todo eso, Pablo no dejó de confiar en Mí. Con declaraciones como: «Estamos atribulados
en todo, mas no angustiados», y «en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que
nos amó» (2 Corintios 4:8; Romanos 8:37) continuamente animaba a otros a mirar hacia Mí.
Si bien es cierto que Pablo tenía gran fe, no olvides que era tan humano como tú. Aunque gozaba de
un estupendo vínculo personal conmigo que ha sido la envidia de millones, de lo que muchas personas no se
dan cuenta es que ese vínculo fue consecuencia de todas las tribulaciones que pasó. Aprendió a acudir a Mí y
a Mi Palabra en su momento de necesidad. Y tú puedes hacer lo mismo.
¿Vas a caer presa de la desesperación ante las angustias que se te presenten ahora o en lo futuro? ¿O
vas a aferrarte a Mí con toda el alma como hizo Pablo? Siempre estaré a tu lado, como siempre estuve con él.
Presiones económicas
Cuando los medios habituales no bastan…
Cuando hayas hecho todo lo que podías y agotado tus medios habituales de sustento, pero aun así te
veas en dificultades para hacer frente a tus compromisos, no desesperes; Yo te mantendré por otros medios.
Cuando otros incumplan con sus obligaciones económicas o te veas adversamente afectado por sus decisiones
erróneas o egoístas, no desesperes; Yo sí cumplo y compensaré esa merma. Cuando te sobrevenga una
calamidad seguida de gastos imprevistos, no desesperes; Yo me haré cargo de lo que no cubra tu póliza de
seguro. Cuando la economía apriete y escasee el trabajo, no desesperes; Yo soy capaz de proveer para ti aun
en circunstancias imposibles.
«Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7:7). Antaño hice esa promesa
y todavía es válida hoy en día. Hazme saber tus necesidades, pídeme que te las cubra. Haz la parte que te
corresponde a ti: pide, busca, llama. Y Yo haré la Mía.
Cuando te encuentres en un aprieto económico y no sepas cómo salir de él, déjame a Mí sacarte. Soy
capaz de proveer para Mis hijos por los medios más inesperados y menos convencionales. Es más, me deleito
en hacerlo, pues los amo. Además, eso los hace apreciarme más, lo cual también me es muy grato.

Tuyas son Mis riquezas


La clave para obtener tanto riquezas espirituales como abastos materiales es en realidad muy sencilla:
Consiste en tomar conciencia de los vastos recursos de que dispongo.
Mi Palabra registra cientos de promesas que tienes derecho a invocar. Al leerlas, absorberlas y
reclamarlas, verás tus oraciones respondidas de tal manera que te embargará el alma e incrementará tu fe. En
la medida en que no dejes de leerlas, asimilarlas y reclamarlas, Yo no dejaré de responderte, de inspirarte y de
proveer para tus necesidades. Juntos allanaremos un camino que irrevocablemente conducirá al éxito.
Con eso no quiero decir que tu fe nunca va a flaquear ni que nunca más volverás a pasar altibajos o
enfrentar escollos. Mientras estés en este mundo alternarás épocas de prosperidad con otras de dificultad. Los
problemas son parte necesaria de la vida. Sin embargo, tu vínculo conmigo y tu fe en Mi amor y en Mis
promesas son el factor determinante.

Las promesas divinas siguen vigentes


La Biblia refiere que en cierta ocasión dije a Mis discípulos que todos los cabellos de su cabeza
estaban contados y que ni un solo pajarillo cae a tierra sin que Mi Padre lo sepa. Les expliqué que no tenían
por qué afanarse por sus necesidades materiales, que si confiaban en Mí y me seguían, Yo me aseguraría de
que fueran satisfechas.
Puede que eso parezca poco realista en el mundo metalizado de hoy, en el que se presume que ganar
dinero es más importante que nunca. Los tiempos han cambiado; Mis promesas no. Siguen tan vigentes hoy en
día como hace 2.000 años. Si buscas primeramente el Reino de Dios y haces lo posible por obedecer Su
Palabra, Mi Padre proveerá para todo lo que necesites (Mateo 6:33; Salmo 84:11).
Si me amas y procuras seguir el ejemplo que di Yo de amar a los demás y desvelarte por ellos, Dios
cuidará de ti. Como padre que es, vela por que las necesidades de Sus hijos estén debidamente atendidas. Así
y todo, eso no garantiza que de aquí en adelante gozarás de una vida cuajada de lujos y comodidades. Las
épocas difíciles también forman parte del plan por el que tu Padre celestial forja tu carácter. Al igual que un
padre terrenal no otorga automáticamente a sus hijos todo lo que le piden, Dios no necesariamente te concede
a ti todo lo que deseas. Más bien te da lo que necesitas y lo que, a Su juicio, resulta mejor para ti, no solo en el
sentido físico, sino más importante aún, lo que es mejor para tu espíritu inmortal.

Para ser feliz a pesar de los pesares


Cuando escasean los recursos, se pone a prueba tu fe en Mi capacidad de proveer para tus
necesidades. Las voces del desaliento se confabulan para convencerte de que Mis promesas no son verdad,
que no voy a proveer como dije que lo haría. Pero no sucumbas ante esas dudas. Si te esfuerzas por obedecer
Mis mandamientos, Yo te respaldaré. En ciertas ocasiones te respondo enseguida; en otras, lleva un tiempo.
Son muchos los factores que afectan Mi capacidad de responder tus oraciones y suministrarte lo que te
hace falta, incluidas las decisiones que tomen tú y otras personas. Así que no te dejes abatir ni te impacientes
ni vayas a pensar que no me importa y que no voy a proporcionarte lo que solicitas. A veces ambos tenemos
que aguardar a que se den las condiciones propicias.
Mientras tanto, considérate afortunado, conténtate con lo que tienes. Agradéceme lo que ya te di,
aquello que vale la pena atesorar mucho más que los bienes materiales, lo que el dinero no puede comprar: el
amor de quienes te son entrañables, las amistades profundas, la paz interior, el sentido de realización y
contentamiento que proviene de conocerme y de amarme. Si valoras esas cosas por encima de todo, habrás
encontrado la clave de la felicidad y te lloverán Mis bendiciones espirituales, cualesquiera que sean las
circunstancias en que te encuentres.
Si das, recibirás
Si depositas tu confianza en las economías y en las instituciones financieras de este mundo, o si
piensas que las estratagemas económicas profanas te van a proporcionar felicidad, estás condenado al
desencanto. El motivo es que esos sistemas se basan en el egoísmo y éste a la larga conduce a la desdicha.
Aunque por esos medios alcances el éxito económico, como sucede con unos pocos, nunca serás
verdaderamente feliz a sabiendas de que se logró a costillas de otras personas.
Cuánto mejor es confiar en Mí y obrar a Mi modo. Mi plan económico se basa en el amor, en la
cooperación, en la equidad, el desinterés y el compartir. Se opone diametralmente a los principios económicos
que rigen el mundo, en los cuales prima el yo primero. Puede que esto no tenga mucho sentido en términos
económicos, pero sí lo tiene cuando se trata de Mis favores y bendiciones.
Comparte con los demás aunque no tengas mucho tú mismo. Esa es la simple clave para recibir Mis
bendiciones, tanto materiales como espirituales: Da y Yo te daré (Lucas 6:38). A quienes dan abnegadamente
se los recompensa con más. En cambio, quienes se abstienen de ayudar a su prójimo por temor a no tener
suficiente para ellos mismos se coartan la posibilidad de recibir las bendiciones que Yo les tengo preparadas si
se aventuraran a extravasarse desinteresadamente. (Proverbios 11:24–25).
Si te brindas generosamente tú mismo y compartes tus recursos, Yo te los devolveré con creces.
Cuanto antes demuestres tu fe en Mí y en Mis promesas al dar de lo que tienes, antes podré empezar a
bendecirte otorgándote más bienes.

Mejor que dinero en el banco


El hombre más rico del mundo es aquel que tiene fe. Sería feliz a pesar de perder todos los bienes
materiales que posee. Para la persona que la tiene y hace uso de ella, la fe es un haber más seguro que dinero
en el banco.
Yo di de comer a más de 5.000 personas con escasos cinco panes y dos peces. Convertí el agua en
vino y sané a una mujer que se había gastado inútilmente todo lo que tenía en médicos y medicamentos (Mateo
14:15–21; Juan 2:1–10; Marcos 5:25–29). Además sané a cientos de personas a quienes la asistencia médica
ya de nada les servía y obré muchos otros milagros que no podrían comprarse ni con todo el dinero del mundo.
Inclusive puedo hacer prodigios y maravillas para ti y darte cualquier cosa que necesites. Sigo con vida,
aún gozo de buena salud y soy perfectamente capaz de proveer para todas tus necesidades. Sólo espero a que
me lo pidas, así que extiende la mano de la fe y recíbelo.

Cuando la vida simplemente se pone difícil


El proceso de cincelado
Yo me asemejo al escultor y tú al mármol. Puede que un bloque de mármol en bruto no parezca gran
cosa ni tenga mucho valor, pero en él yacen latentes ciertas posibilidades. Crear algo bello de ese trozo de roca
requiere bastantes golpes de martillo y cincel. En general no es un proceso muy agradable para el mármol: el
cincel es bien afilado y los golpes del escultor, fuertes. Sin embargo, el producto final bien lo justifica.
Nadie se beneficia mucho de las épocas en las que todo sale a pedir de boca. Se disfrutan mucho y a
todo el mundo le gustaría que perduraran en el tiempo, pero no contribuyen mucho a forjar el carácter. De modo
que cuando se te presenten dificultades, no te desanimes ni te resientas. Ten en cuenta más bien que Yo las he
permitido con un buen motivo: para que se cumpla Mi designio. Mi mano te moldea con el fin de convertirte en
algo bello. Ya sé que te resulta difícil imaginarlo cuando todavía estás en pleno proceso, pero la fe en Mí te da
la gracia para sobrellevarlo.
La fe te posibilita pasar por ese proceso de cincelado. Una vez terminada la obra del Escultor, ambos
observaremos complacidos el resultado, Mi obra maestra, la hermosa pieza esculpida en que se ha convertido
tu vida.

Las estaciones de la vida


Cuando tocas fondo, cuando tus sueños se convierten en decepciones, cuando se desbarata todo
aquello por lo que trabajaste tanto, cuando la vida ya no alberga sentido ni promesas, te inclinas a caer en la
desesperación y a preguntarte si en realidad tienes motivo alguno para seguir viviendo. En situaciones
extremas hasta puedes sentirte tentado a ponerle fin al asunto por tu propia mano en ese mismo instante.
En tal situación, recuerda que fuiste creado con un propósito, y que ese propósito no consiste en un
acontecimiento único y singular; es multifacético y muy complejo. En tanto que estés con vida, siempre habrá
algo más que puedas lograr ―algo que estabas destinado a realizar― y siempre habrá algo más en la vida a lo
que puedas sacar provecho. El fin de un sueño no implica el término de todos tus sueños. Así como cambian
las estaciones en sus ciclos, también van y vienen los momentos de éxito y los momentos de fracaso, las
épocas de satisfacciones y las épocas de desencantos, las temporadas de euforia y las temporadas de
depresión. Aunque tal vez ahora te encuentres sumido en la desesperación, ésta no dura para siempre.
Pronto recobrarás la esperanza y un motivo para seguir adelante. Cuanto antes me pidas que te
indique lo siguiente que te depararé, antes vas a recobrar la inspiración y el aliciente. Puede que lo mejor esté
justo a la vuelta de la esquina, pero no lo sabrás si te detienes aquí. Tómame la mano y déjame conducirte a
una nueva estación, una llena de productividad y satisfacción.

Peldaños
No deseo que equipares tus malos momentos con castigos por tus pecados, pues normalmente no es
esa mi intención ni su verdadero propósito. A veces sí permito que te sobrevengan dificultades, pero siempre
con el objeto de producir un buen fruto en tu vida. Aun cuando te acarrees esas contrariedades a causa de tus
errores o pecados, deseo que te valgas de ellas como peldaños que te conduzcan a terreno más elevado. Mi
deseo es que cada dilema, cada adversidad te acerque un paso más a Mí.
Los contratiempos te demuestran que no eres autosuficiente. Te llevan a tomar conciencia de que
tienes necesidad de Mí y te enseñan a depender de Mí. Si confías en Mí cuando pases por momentos difíciles,
tu fe se acrecienta, logras entender mejor Mi Palabra y el amor y la sabiduría que están detrás de Mis acciones.
En consecuencia, sientes Mi amor y llegas a conocerme más íntima y profundamente de lo que podrías de no
ser ese el caso.
Un día observarás estas pruebas y tribulaciones y las verás como peldaños que había que
remontar.Comprenderás que eran el único medio de conducirte al lugar que tengo reservado exclusivamente
para ti cerca de Mi corazón.

El ascenso en pos del triunfo


Lo escarpado del ascenso no disuade a un montañista decidido; al contrario, se complace en el reto
que supone. Nada lo detiene de seguir adelante hasta alcanzar la cumbre. Ninguna adversidad lo hace volver
atrás. Cuando ve los empinados precipicios que tiene por delante, no se fija en el peligro, sino en los puntos de
apoyo y en las estrechas salientes rocosas que lo llevarán a la cima. No lo desaniman el rigor del entorno ni el
desgaste que deja en su cuerpo el esfuerzo de la subida; la sola idea del triunfo lo impulsa a seguir avanzando
y trepando.
Si bien la vida presenta muchos obstáculos que sortear, cada vez que superas uno, éste queda atrás.
Cuando el camino se torne difícil, apóyate en Mí. Déjame tomar la delantera y guiarte en la subida por las
escabrosas laderas. Yo conozco los lugares peligrosos y sé cómo sortearlos. Juntos superaremos cada
obstáculo, juntos alcanzaremos la cima, juntos plantaremos la bandera de la victoria. ¡Sígueme!

Males que por bienes vienen


La vida dio un giro inesperado. El camino por el que ibas de golpe parece lleno de baches y obstáculos.
¿Qué fue del pavimento tan liso por el que transitabas tan apaciblemente? Te despiertas cada mañana con la
esperanza de que las cosas cambien y, sin embargo, los buenos tiempos de otras épocas quedan reducidos a
recuerdos. Aunque estos reveses que enfrentas son penosos, Mi amor y sabiduría celestiales me indican que
no debo librarte de esas tribulaciones, no todavía. Más bien voy a hacer algo aún mejor para ti.
Quiero enseñarte que no hay mal que por bien no venga. Sé que te cuesta creerlo, pero es cierto. Esas
cargas te pesan tanto que lo único que puedes hacer es observar el camino y suspirar. No obstante, Yo puedo
ayudarte a convertirlas en alas que te harán remontar vuelo.
Tráeme cada una de ellas. Déjame quitártelas de encima. Ven luego a Mis brazos y déjame renovar tu
espíritu. Yo concedo perfecta paz y amor a quienes me encomiendan sus inquietudes. «Venid a Mí, todos los
que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar» (Mateo 11:28).

Asistencia omnipresente
Puedes consolarte con la idea de que a todo puedes sacarle algo de bueno y que Yo permito que te
sobrevengan pruebas no para abatirte, sino para perfeccionarte. Con todo, a veces cuesta tomarlo con tanta
filosofía. Lo único que quieres es ¡un poco de alivio! No tienes ganas de que te digan: «Todo esto es por tu
bien». Simplemente quieres salir del apuro y que acabe la angustia.
Sé cómo te sientes. Cuando estuve en la cruz, el dolor era tan insoportable que solo quería que
terminara. Me recordaba a Mí mismo que sufría aquello para que tú y todo un mundo de pecadores como tú
pudieran alcanzar la Salvación. Aunque sabía perfectamente que eso lo justificaba, fijar Mis pensamientos en
ello supuso una prueba durísima. En el momento dispuesto por Mi Padre el sufrimiento cesó y fui liberado a la
dimensión espiritual donde aquella agonía ya no podía alcanzarme. ¡Pero fue una experiencia terrible!
En medio de mi tormento Mi Padre no podía intervenir. Tuve que padecer todo aquello por ti. Por
haberlo hecho, ahora siempre estoy a tu lado para ayudarte a superar los momentos de dolor y sufrimiento.
Estuve dispuesto a renunciar a la asistencia divina a fin de que tú la tuvieras siempre a tu disposición. Así que
aguanta, pues llegarán la victoria, el consuelo y el alivio del sufrimiento.

Cuando Yo lo disponga
¿Por qué te anegan los problemas y escasean las soluciones? ¿Y por qué te parece que no respondo a
tus plegarias de auxilio? ¿Tienes tú la culpa? No, hijo Mío, no es eso. Es que Yo permito que te asedien
algunas dificultades con la esperanza de que te muevan a acudir a Mí. Pero tengo la solución para cada una de
ellas y a la larga las resolveré todas.
Sé que cuesta esperar; a veces, por uno o varios motivos, me lleva tiempo obrar. Puede que para dar
inicio al proceso esté esperando a que me preguntes qué puedes hacer. Tal vez esté obrando en el corazón de
otras personas para que hagan lo que deben. Quizás esté aguardando a que se den las condiciones propicias.
Puede que tarde algún tiempo, pero mientras tanto, si acudes a Mí pidiendo auxilio y que te indique
cómo veo Yo la situación, te daré paz y te entregaré el consuelo que brinda Mi amor. Te aliviaré de la presión.
No te rindas, pues, aunque después de haber orado las cosas no cambien enseguida. Ten fe en Mi
amor y en que soy capaz de hacer lo imposible. Al que cree todo le es posible (Marcos 9:23). No dejes de
confiar. Cuando Yo lo disponga verás la respuesta a tus plegarias.

¿Vives estresado?
Pasaje a la libertad
Cuando la vida se asemeja a una pequeña habitación sin ventanas, cuyas paredes te van aprisionando,
puedes crear una ventana de escape por medio de la Palabra de Dios.
Al leer y meditar en Mi Palabra, al creer en Mis promesas y reclamarlas como propias, abres una
ventana al mundo espiritual donde te aguardan cosas fantásticas. La calidez del sol de Mi amor disipa la
tensión. Como una bocanada de aire fresco, la suave brisa de Mi Espíritu te despeja la mente. Cristalinas
corrientes de verdad y lagunas de sabiduría te renuevan el espíritu y el pensamiento. Nuevas vistas se abren
ante ti. Ves las cosas desde una perspectiva celestial y te emocionas ante las nuevas posibilidades y retos que
se te presentan. Encuentras una inspiración y una fe renovadas. Esa sensación de asfixia se desvanece para
dar lugar a la euforia y a las ganas de vivir la vida. «Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida»
(Juan 6:63).
Cuando te sientas arrinconado, aprende a acudir a la Palabra, y ésta te pondrá en libertad (Juan 8:31–
32).

Bendiciones por partida doble


Aunque tengo el poder de resolver tus problemas instantáneamente, a veces lo que necesitas más que
una solución rápida y sencilla es un consejero sabio. Puedo serlo para ti.
Las soluciones rápidas son convenientes porque resuelven la situación del momento, pero en muchos
casos el beneficio no es más que momentáneo. Cuando las soluciones se te presentan con facilidad, es natural
no apreciarlas como es debido y no aprender nada de ellas. Así, los problemas se vuelven recurrentes. A veces,
en lugar de esquivar los obstáculos, es preferible atravesarlos, pues traen consigo valiosas enseñanzas que
templan tu espíritu y te hacen ser una persona más prudente y más reflexiva. Te capacitan para afrontar los
problemas que se te presenten más adelante.
Cómo y cuándo intervengo a tu favor es Mi decisión; pero si anhelas lo mejor que tengo para darte y
procuras aprender algo de cada situación difícil que se te presenta, al final recibirás bendición por partida doble.
A Mi tiempo y a Mi modo resuelvo el problema, y serás más prudente y más sagaz.

Conserva la sencillez
Dije grandes verdades, palabras profundas que cambiaron vidas y siguen haciéndolo. Pero también
hablé a los niños. Fui sencillo, fui claro y no perdí el aprecio por las nimiedades. Me detuve a disfrutar de las
flores. Cociné para Mis discípulos.
Cuando no logras encontrar alegría en las cotidianidades te vuelves complicado y pierdes la
sensibilidad humana. Reemplazas la profundidad de carácter por los razonamientos complejos, la sensibilidad
a las cosas del espíritu por meros conocimientos intelectuales.
La sencillez es un don. Todos la tienen de pequeños, pero a medida que crecen, algunas personas
desechan ese don porque lo relacionan con la ignorancia, la ingenuidad, la inmadurez y la falta de sofisticación.
Prefieren tejer una trama de complejidad para encubrirlo. Pero ¿acaso no dije que a menos que conservaras la
sencillez de un niño para creer en lo imposible y en lo invisible ―en Mí, el que murió morí por ti y resucitó para
que pudieras hacerte acreedor a este maravilloso y a la vez sencillo don de la salvación― no puedes entrar en
el reino de los Cielos? El don de la sencillez permanece en quienes poseen la humildad y la sabiduría para
valorarlo y hacerlo propio.
Hay mucho que descubrir a lo largo de la vida, y aún más en el Cielo; pero siempre hallarás que las
verdades más profundas, la mayor belleza y la más elevada sabiduría se expresan de forma sencilla.
Retoma el control
Todos los días hay mucho que hacer, mucho que quieres hacer y que otros esperan que hagas. Te
siente tironeado en todo sentido. Presión. Tensión. Ansiedad. ¿Cesará alguna vez esa zozobra?
No desaparecerá por sí sola; pero sí puedes romper el ciclo. No tienes por qué quedarte enfrascado en
un una lucha interminable por lograr más y conseguir más. La vida no tiene por qué convertirse en una crisis
cotidiana. No tienes por qué ser prisionero de expectativas poco realistas. Déjame ayudarte a recobrar el
control de tu vida.
La raíz del problema es simple: Tratas de hacer demasiado, más de lo que es humanamente posible.
Ello te lleva a someter tu mente, tu físico y tu espíritu a presiones para las que no estás preparado. Es hora de
reevaluar las cosas. Establece qué es lo más importante para ti ―tus objetivos y obligaciones más importantes
a largo plazo― y qué otros componentes son esenciales para alcanzarlos. Canaliza tus energías en esos
asuntos y deja lo demás. Cuando hagas eso, las presiones que en algún momento te parecían insoportables
comenzarán a disiparse.
¿Quieres tener una nueva oportunidad en la vida? Es tuya, pero debes estar dispuesto a
desembarazarte de las presiones que en este momento jalonean tu vida. De ti depende.

Cuando la carga se pone demasiado pesada...


Tienes toda la razón. A veces todo se hace demasiado difícil de sobrellevar. Los problemas se vuelven
inabordables, las presiones te agobian, las tareas te abruman y las cargas se tornan demasiado pesadas. Es
francamente demasiado para tu frágil condición humana. Encomiéndamelo a Mí. Ese es el secreto; ésa la
solución.
Echa tus cargas sobre Mí. Ponlas a Mis pies y déjalas ahí. No las retomes. Deja que yo me encargue
de ellas, pues soy el único capaz.
Al acudir a Mí y apoyarte en Mí, Yo me hago cargo y obro lo que no puedes realizar por tu cuenta. Aun
las situaciones de cariz imposible resultan sencillas para mí. A veces resuelvo el problema sin que intervengas
o sepas siquiera cómo lo hice. En otros casos envío a alguien a ayudarte. En otros más, obro en el corazón de
alguna persona. Y en otros más te doy las soluciones para que resuelvas el asunto tú mismo. Obro de muchas
formas distintas. Todo depende de la situación y de la necesidad. A medida que aprendas a encomendarme a
Mí las complicaciones que se te presentan y a pedirme que intervenga a tu favor, Yo lo haré. Te lo prometo.

Lamentos
Los brazos extendidos del perdón
Es natural que a veces decidas equivocadamente, pues eres humano. Pero te amo igual. Si amara
solamente a quienes son perfectos, no tendría a quien amar, porque todo el mundo se queda corto a veces
(Romanos 3:23). Nadie acierta siempre. No te pido perfección ni la espero de ti.
Me entristece que obres mal intencionadamente, pero no te lo reprocho si te arrepientes con sinceridad.
En cambio, te extiendo los brazos en señal de perdón y te estrecho contra Mí. Al perdonarte te manifiesto Mi
amor.
Todo varía según la situación, pero puede que igual tengas que vivir con las consecuencias de tu
descarrío; no obstante, una vez que me pides perdón, te lo concedo. ¡Es así de simple! De ahí en más, ya ni
siquiera recuerdo tu pecado (1 Juan 1:9; Hebreos 8:12). Como la altura de los cielos sobre la tierra,
engrandezco Mi misericordia sobre ti (Salmo 103:11). Borro los pecados del ayer y te ofrezco un nuevo
comenzar (Salmo 51:1).
Depende de ti a dónde quieras ir a partir de allí. En gran parte depende de tu deseo de enmedarte y de
tu determinación para dejar atrás las cosas de ayer y avanzar en pos de Mi amor. Aunque caigas, siempre
estoy a tu lado para alzarte. Mi amorosa ayuda, al igual que Mi perdón, son inagotables.

Si tan solo…
A veces presumes que si pudieras retroceder el tiempo, desandar el camino andado y deshacer los
errores cometidos, todo marcharía mucho mejor. Si pudieras aplicar lo que sabes ahora a situaciones que se
produjeron en otro momento, podrías revertir las experiencias dolorosas y posiblemente alterar el curso de tu
vida. Sin embargo, la verdad es que esas situaciones ―incluidos los errores― son lo que han hecho de ti la
persona que eres hoy. Las circunstancias más difíciles y dolorosas son las que te dotaron de más fuerzas y
madurez. Gracias a tus errores aprendiste valiosas enseñanzas. Los errores te ayuda también a ser más
humilde y por ende, más amoroso. Eso me permite valerme más de ti y facilita a los demás la convivencia
contigo.
Si pudieras viajar en el tiempo y modificar algunas de tus decisiones y acciones, es probable que los
resultados tampoco te dejaran contento. No tendrías la profundidad que tienes hoy. Así que, en vez de albergar
remordimiento por el pasado, da gracias por el gran maestro que éste ha sido.
Reconoce tu necesidad
Yo veo tu corazón y sé de tus remordimientos. Ansío libertarte de esa carga y disipar el dolor y el pesar
que te ocasiona. Pero para eso es preciso que me entregues esas cargas, que me pidas ayuda.
Yo presto ayuda a quienes reconocen que me necesitan. Por eso, no trates de ocultar de Mí ni de ti
mismo el dolor que aflige tu corazón. No hagas de cuenta que no existe ni pienses que por eso te tengo en
menos estima. Ya lo sé todo acerca de ti y eso no merma en lo más mínimo Mi amor por ti.
Te imaginas que te mereces llevar la carga de culpa y remordimiento que albergas, pero Yo no deseo
eso. Aunque has cometido errores, Yo morí con el expreso propósito de levantar de tus hombros la carga de tus
errores y pecados. Si me pides que te perdone, lo haré. Además te libraré de ese peso.

Perdona y olvida
Me duele el corazón ver la angustia que sufres, pues hago míos tu dolor, tu rabia, tu remordimiento, la
sensación de agravio por las faltas, errores e incluso pecados de los demás. Sé también que es propio de la
naturaleza humana querer devolver el golpe, vengarse y resistirse a perdonar y olvidar las diferencias.
Perdonar y olvidar de verdad es uno de las actos más difíciles de realizar.
Yo soy el único que puede librarte de esas raíces de amargura que te aprisionan el corazón. Yo
encarno el amor y el perdón, y estoy aquí esperando para aliviarte de la carga de resentimiento que llevas.
Despójate de ella y entrégamela. Simplemente di: «Jesús, despójame de este peso. Ya no quiero saber nada
de él». Yo haré que se disipe para siempre. Juntos lo enterraremos en Mi amor, para que puedas volver a sentir
el resplandor y luminosidad de ese amor, así como el gozo de Mi Espíritu. Te sanaré y haré que recobres la
dicha que perdiste.

Comienza de cero cada día


La vida se compone de un cúmulo de pequeñas decisiones que tomas todos los días. Si bien es cierto
que las que tomaste en otro tiempo tuvieron su efecto, cada día puede significar un nuevo comenzar. Haya
sucedido lo que haya sucedido hasta ahora, hoy mismo tienes la oportunidad de tomar decisiones acertadas.
No pierdas el tiempo reviviendo el dolor causado por los errores y decisiones desatinadas del pasado.
Eso no hace más que restarte energías para lo que podrías hacer hoy. Aunque no puedes alterar lo que pasó,
el futuro será lo que tú hagas de él, empezando ahora mismo. Aprovecha, pues, al máximo el presente.
Aprende de los errores del pasado y déjalos atrás hoy mismo. Perdona a quienes te agraviaron y pide
perdón a quienes tú agraviaste. Si bien no será fácil, no por eso lo postergues. Hazlo hoy mismo. Acude hoy a
Mí y a Mi Palabra en busca de renovado valor y esperanzas. Abriga hoy sueños nuevos. Fíjate hoy metas
nuevas. Emplea hoy mismo el tiempo en lo verdaderamente importante. Brinda hoy tu amistad. A partir de hoy,
haz mejor las cosas.
Con Mi ayuda, tu futuro puede llenarse de grandes logros y satisfacciones que compensarán con
creces las desilusiones del ayer. Y todo eso empieza hoy.

Conflictos familiares
Casa de corazones
El matrimonio trae aparejadas algunas de las satisfacciones más profundas de la vida, aunque también
algunos de los retos más grandes. Están construyendo una casa de corazones y para que dure tienen que
edificarla sobre un cimiento sólido, viga sobre viga, ladrillo sobre ladrillo. Conseguir que todo encaje bien es
trabajo arduo. Al fin y al cabo, por mucho que se quieran, son dos personas diferentes y es natural que tengan
gustos, puntos de vista y opiniones divergentes.
Se requiere mucha comunicación, amor, comprensión, buen tino y oración para edificar un matrimonio
con éxito. Aunque haya dificultades y contrariedades, no permitan que estos impedimentos detengan la obra en
construcción. Los resultados bien valen el esfuerzo que tengan que realizar y las lágrimas y los problemas que
les sobrevengan a lo largo del camino. Es más, son justamente esas complicaciones las que estrechan la
relación si las abordan positivamente y tienen fe en que Yo los ayudaré a superarlas. Los bajones no tienen por
objeto hacer menguar el amor que entre los dos poseen, sino estrechar aún más su relación. Cada vez que
superan un obstáculo con amor y oración, afirman su hogar de corazones.
El matrimonio es un toma y daca. Entraña lágrimas y alegría, implica hablar y escuchar, perdonar y
pedir perdón, vivir momentos lindos y otros no tan lindos. Edificar una buena relación exige recordar lo bueno y
olvidarse de lo malo.

Orar para educar


No es fácil criar hijos en el mundo de hoy. Muchos de los valores cristianos que ustedes quieren
inculcar en sus descendientes se ven permanentemente impugnados por quienes van en dirección contraria. A
tu cónyuge y a ti les preocupa que aun sus mejores esfuerzos resulten insuficientes y que sus hijos desechen
los valores que ustedes tienen por entrañables. Sé que a veces se sienten inclinados a darse por vencidos,
pero no lo hagan. Su interés y desvelo no son en vano.
Por mucho que se esfuercen, es limitado lo que pueden hacer. Sin embargo, Yo soy capaz de hacer
mucho más de lo que jamás podrían lograr ustedes. Además, Yo entiendo a sus hijos mejor que ustedes y sé la
mejor manera de abordar sus conflictos. Ansío colaborar con ustedes para formar a sus hijos de tal modo que
se conviertan en las personas de bien que tanto ustedes como Yo deseamos que sean.
Encomiéndenme a sus hijos en sus plegarias. Por medio de la oración pueden contribuir a protegerlos
de todo mal y de influencias malsanas. Rezando pueden descubrir Mis soluciones a sus problemas. Las
oraciones de ustedes posibilitan que Yo haga lo que está fuera de su alcance.
Aparten un rato cada día para orar por sus hijos. Cada vez que se vean enfrentados a un asunto
conflictivo, pídanme la solución. Comiencen hoy mismo a ser mejores padres por medio de la oración. La
eficacia de sus súplicas producirá cambios que hoy les parecen imposibles.

Para romper las cadenas de la adicción


Tener un ser querido adicto a alguna sustancia puede ser una de las experiencias más angustiosas que
hay, no solo por lo dañino y peligroso que es, sino porque es un constante trastorno. Te desgarra el alma ver
destruirse a alguien que quieres mucho. Tratas de hacerle entender, de aconsejarlo, de comprender tú mismo
qué lo indujo a eso. Procuras tener paciencia y a la vez ser firme. Aun así, por lo visto nada da resultado. El
motivo es que por mucho que lo anheles, resolver el problema está fuera de tu alcance. En última instancia
depende de la persona. Si está dispuesta a cambiar, Yo puedo romper las ligaduras de la adicción y sanar su
cuerpo, su mente y su espíritu. Pero ni siquiera Yo puedo anular sus decisiones.
Sin embargo, sí puedo obrar en su corazón y en su mente y ayudar a ese ser querido tuyo a empezar a
tomar decisiones más acertadas que lo conduzcan a la recuperación. Ahí es donde entras a tallar tú. Puedes
ayudarme a obrar con más eficacia si oras por él. Hasta que su voluntad esté tirando en la dirección debida,
tienes que ayudarlo a tirar por medio de la oración. Hasta que esté listo para pedirme ayuda él mismo, tienes
que hacerlo tú por él.
La oración puede obrar maravillas aun en los casos más imposibles; total que sigue rezando. Puede
que lleve algún tiempo, pero algún día verás la prueba de la obra de Mi mano y la respuesta a tus plegarias por
tu ser querido. Donde hay vida, ¡hay esperanza!

Si te han herido
Ven a Mis brazos ahora. Estos brazos nunca te harán daño. Estos brazos están a tu lado para
defenderte. Son fuertes para proteger y a la vez tiernos para proporcionar alivio. Seguirán entregándote cariño
pase lo que pase. Siento mucho que te hayan maltratado; mas deseo sanar tus heridas. Anhelo facilitarte el
cuidado amoroso que ansías y mereces.
Mi amor siempre está presente para ti. Si vienes a Mí y me permites ser tu fiel Amor, cuidaré de ti.
Nunca quedarás decepcionada de Mí. Te dispensaré el consuelo y el amor que necesitas en la medida en que
te acerques por medio de la oración, de la lectura de Mi Palabra y escuchando en tu corazón Mis susurros, que
te darán amor y cobijo. Ven a buscar en Mí la paz y los deseos de tu corazón. Te amo, preciada Mía, y no
quiero verte nunca lastimada. Aunque los amores terrenales fallen, Mi amor nunca te defraudará. Ven a Mis
brazos ahora. Aquí encontrarás el amor y la comprensión que ansías.

Relaciones viciadas
A veces conviene hacer frente y superar los problemas domésticos; en otras ocasiones es mejor
distanciarse de ellos de tanto en tanto; en otras más viene bien la ayuda de un amigo, un familiar o un
profesional; y en algunos casos es preferible cerrar el capítulo. Son muchas las situaciones en las que es
humanamente imposible razonarlo todo o saber en qué dirección ir, pues son muchísimos los factores y
emociones que intervienen, pero si me lo preguntas, Yo te indicaré qué es mejor en tu caso. Además, te daré
las fuerzas para hacer llevar a cabo lo que te indique.
El amor, la humildad, la oración y el perdón pueden superar cualquier conflicto, pero es necesario que
ese aporte lo hagan los dos. Si has hecho tu parte y la relación continúa viciada, es hora de cortarla. Debes ser
amorosa y paciente y perdonar, pero no tienes por qué seguir exponiéndote al peligro.
Si te indico que es mejor romper con el pasado y empezar de nuevo, te daré también el valor para
llevarlo a efecto. Puedo iniciarte en un curso nuevo en el que estarás feliz y a salvo. Hasta puedo enviarte un
nuevo amor, pleno de romanticismo, alguien que sea tierno y considerado y que te ayude a sanar las heridas
del pasado.
De modo que si te encuentras atrapada en una maraña de emociones, si estás sufriendo heridas y no
puedes liberarte, pídeme que te ayude y lo haré. Velo por tus mejores intereses y te proporcionaré lo mejor de
lo mejor.
Ciérrale la puerta al ayer
El tiempo cura todas las cosas, aun un corazón partido. Aunque el dolor y la rabia que sientes ahora se
desvanecerán con el tiempo, el periodo de curación interior se agiliza y se hace fácil de sobrellevar si me pides
que te ayude. Puede que igual tome más tiempo de lo que querrías, pero las curaciones lentas suelen ser las
mejores.
Al mismo tiempo debes hacer la parte que te corresponde. No te aferres al pasado. No rechaces la
sanación. Líbrate del resentimiento y la amargura. Desembarázate de todo eso. Por muy difícil que sea, debes
aceptar lo que sucedió y perdonar. Cuando logres eso podrás cerrar la puerta al pasado, hallar alivio de los
recuerdos dolorosos y seguir adelante con tu vida.
En momentos como este en que parece que todo tu mundo se desmorona y pierdes lo que más
quieres, puede que te preguntes si todavía te amo y velo por ti. La respuesta a ese interrogante es muy simple:
¡sí! Más que nunca deseo mostrarte cuánto te amo. Aunque tu vida es más vacía ahora, Yo espero y deseo
llenar ese vacío con Mi amor. Así que sigue adelante, cruza el umbral y ciérrale la puerta al ayer. Del otro lado
estoy Yo, donde te tengo reservado mucho amor y otras cosas buenas.

Cuando parte un ser querido


Preparación para el más allá
Sé lo difícil que es ver sufrir día tras día a esa persona que tanto quieres y presenciar cómo merman
sus fuerzas y su vida se va apagando. Además sé lo duro que es verla sufrir. Te enfrentas a la realidad de que
probablemente no va a estar contigo mucho más tiempo, y es angustioso pensar en cómo será tu futuro sin
ella.
Aunque sufre físicamente, su espíritu se está preparando para una vida nueva y mucho más feliz en el
Cielo. Le dispenso Mi paz y le hago entender más cabalmente Mi voluntad y Mi designio.
Esa misma paz y comprensión están también a tu alcance. Pídeme la fe y la gracia para cada día, cada
hora, cada momento. Si lo haces, les daré tanto a ti como a ella los recursos espirituales que precisan. Si bien
difícil, esta época de sufrimiento también puede traer aparejados elementos hermosos en espíritu. Su relación
mutua y la relación entre ustedes y Yo pueden ser más estrechas que nunca.
Sigue intercediendo por tu ser querido en oración. Sigue apoyándolo, tranquilizándolo y haciendo todo
lo que puedas por levantarle el ánimo. Y no temas, que Yo estoy junto a los dos.

Un nuevo comenzar
La persona que amas no se ha desvanecido como humo en el viento; simplemente se ha trasladado a
otro sitio, a otra existencia.
El amor que abriga por ti es igual de firme que siempre. Los recuerdos de lo que vivieron juntos están
igual de vivos en su pensamiento y los valora aún más. El dolor que sufrieron ambos todavía palpita en ella,
sólo que ahora entiende el propósito que había en él y lo acepta.
Ahora tú también debes aceptarlo. Debes convencerte de que el fin de su existencia terrenal no implica
el final para ti. Él aún vive, solo que en otra dimensión. Él todavía cumple el propósito para el que fue creado, y
tú debes hacer lo mismo.
Cuando te llegue a ti la hora de pasar de las sombras a la luz, lo entenderás mejor. Entonces el amor al
que tuviste que renunciar volverá a estar contigo. Será el comienzo de una nueva y maravillosa vida de amor
que compartirán por la eternidad.

En Mis brazos
Aunque en la tierra hay lágrimas y quebranto de corazón, en el Cielo emerge el gozo porque este
pequeño Mío está en Mis brazos, perfectamente feliz y sano. Aquí puedo cobijarlo, enjugar sus lágrimas y
colmarlo de Mi amor. ¡Y cuán grande es ese amor!
En apenas un corto tiempo se volverán a reunir. Hasta entonces, aférrate con fuerza a Mi mano y
permite que Yo te consuele. Recuerda que ese ser tan querido para ti, a quien ya no ves, se encuentra ahora
en un lugar mejor. Se halla en Mi presencia, donde ha quedado libre de todo dolor y perturbación, y
experimenta Mi amor sin medida.
Te resultaría imposible imaginar el amor, la alegría y la libertad que vive ahora en la dimensión celestial
aquel a quien amas. Pero puedo darte un anticipo, una pequeña vislumbre del Cielo y sus portentos. ¿No
quieres venir a Mis brazos y experimentar un toque de ese amor? Déjame estrecharte fuertemente. Permite que
enjugue tus lágrimas. Déjame aliviarte el dolor y sanar tu corazón partido. Accede a que te lleve alzada durante
esa temporada de pérdida y dolor. Ven, encuentra grato alivio en Mis brazos, así como lo encontró tu pequeño
amado.

La travesía hacia el amor


No has perdido a tu amada para siempre. Ingresó en otra dimensión. Es como si hubiera emprendido
un viaje antes que tú y un día te unirás a ella en ese nuevo mundo. Es un mundo bellísimo, lleno de esplendor,
felicidad, alegría y risas, paz y abundancia. Un lugar en el que tus sueños se hacen realidad.
Aunque sé que te embarga la tristeza y que la echas mucho de menos, te pido que te alegres por ella.
Se libró del dolor y halló perfecto amor y paz en Mí. Si bien tendrás que transitar por el camino de la vida sin
ella durante algún tiempo, a raíz de esa separación su reencuentro en el Cielo será aún más dulce.
El amor no muere cuando un alma pasa de esta tierra al más allá. El amor perdura para siempre. Aúna
corazones y trasciende los límites que separan ambos mundos. Su amor es un tesoro que nunca perderás, al
igual que el Mío. Yo comunicaré consuelo a tu corazón y te concederé paz hasta el día que concluya tu travesía
y vuelvas a encontrarte en los brazos de tu amada.

Da lugar al proceso de curación


La suya fue una muerte sin sentido, de la que ella no tuvo la culpa. Estaba en el lugar indebido justo en
el momento menos indicado. Ahora se ha ido sin previo aviso y sin despedirse. Sé que te asaltan multitud de
interrogantes en este momento. Conozco el pesar que te embarga y Mi corazón se quiebra por ti.
Entiendo también que, según tu perspectiva, nada puede resarcir lo que has perdido y que, por otra
parte, ansíes retribución y desees que se haga justicia. Es una reacción natural; pero eso no te va a devolver a
la persona que amas. Si buscas vengarte o albergas rencor, poco a poco esos odios guardados te irán
envenenando el espíritu. Por imposible o poco realista que te parezca, lo mejor que puedes hacer en este
momento es perdonar de corazón al culpable. Eso requiere un perdón semejante al que enseñé a Mis
discípulos cuando los exhorté: «Amad a vuestros enemigos y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para
que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos» (Mateo 5:44–45).
Tarde o temprano se hará justicia, cuando no en esta vida, en la que viene. Sin embargo, lo que deseo
ahora es que perdones. Solo así te verás libre de los grilletes del resentimiento y solo así dará comienzo el
proceso de curación emocional. Yo te ayudaré: tú apenas tienes que hacer el intento.

Paz que sobrepasa todo entendimiento


Sé que es duro perder a una persona amada. Aunque tengas fe en que está sana y salva en el Cielo,
en que está conmigo y que Yo velo por ella, de todos modos sientes la pérdida. No obstante, anhelo consolarte.
Si me lo permites, el vacío que sientes lo llenaré de amor y de perfecta paz, paz que sobrepasa tu
razonamiento natural y tus emociones, paz que resulta absurda según la lógica que sueles encontrar en las
cosas, pero que al mismo tiempo es increíblemente palpable y consoladora.
La Biblia habla de una «paz que sobrepasa todo entendimiento» (Filipenses 4:7). Ese es el consuelo
que te ofrezco. Aun cuando tengas sobrados motivos para sumirte en el pesar y la desesperación puedo
derramar sobre tu espíritu Mi bálsamo sanador. Puedo recoger los trozos de tu corazón partido y volverlos a
unir. Nunca dejarás de amar ni de echar de menos al ser querido que perdiste, pero no tienes por qué dejarte
abatir por la soledad ni invadir por esa sensación de abandono ni dejar que tu pérdida te lleve a la
desesperación, pues estoy a tu lado para sostenerte.

Consuelo que viene del más allá


El único pesar que podría echar a perder la alegría de quienes vienen a casa conmigo es ver a sus
seres queridos apesadumbrados y desconsolados. La persona que amas quiere extender la mano y consolarte
ahora mismo; y dentro de ciertas limitaciones, puede hacerlo.
Aunque ya no se desenvuelve en el plano físico, pervive en la esfera espiritual. Sigue siendo la misma,
todavía te ama y percibe tu amor; y a ti también te es posible percibir el suyo. Aún quiere formar parte de tu
vida, no solo a través de tus recuerdos, sino también por medio de su presencia espiritual. Así como Mi Espíritu
está siempre presente y puedes escuchar Mi voz que te habla desde la dimensión espiritual, el espíritu de tu
amado o amada está vivo y puede tocarte desde esta dimensión.
Los dos siguen conectados en espíritu. Esos momentos en que sientes su cercanía, en que percibes su
presencia y casi puedes oír su voz o captar tus pensamientos, es porque en efecto está cerca. Yo he creado un
medio por el que puedes permanecer en comunicación con tu ser querido en espíritu. Él o ella no dejan de velar
por ti desde el más allá.

¿Por qué?
«¿Dónde estás?»
A veces las cosas te salen mal y es fácil cuestionar: «Jesús, ¿dónde estás cuando te necesito?» Te
parece que te fallé o que se me agotaron el amor y la paciencia.
En esos momentos tu fe es puesta a prueba, y al reaccionar dubitativamente en vez de hacerlo con fe,
limitas Mi capacidad de ayudarte. Lo malo de eso es que puedes caer en un círculo vicioso.
Sin embargo, hay personas que conservan una actitud positiva cualesquiera sean sus circunstancias.
¿Cómo hacen para tomarse con tanta tranquilidad la desilusión y hasta la desgracia? Es porque tienen una fe
firmemente arraigada en Mi amor y en las promesas que hice en Mi Palabra. Es porque cultivaron un vínculo
personal conmigo. Se debe a que aprendieron a acudir a Mí en su momento de necesidad. No es que su fe
nunca haya sido probada, sino que saben dónde obtener la ayuda que precisan para superar la prueba.
Te revelo el secreto para obtener una victoria de esas proporciones: Prepárate para los momentos
difíciles manteniendo una relación estrecha conmigo en épocas en que todo va bien. Empéñate en ver la obra
de Mi mano a tu alrededor. Haz un recuento de todo lo bueno que tienes. Cultiva una actitud de fe, confianza y
gratitud. Cuando las cosas tomen mal cariz, sabrás que estoy apenas a una plegaria de distancia.

¿Es ingrata la vida?


¿Por qué ocurre con frecuencia que quienes se muestran amorosos, amables y desinteresados sufren,
mientras que los que solo velan por sí mismos y no tienen reparo en destruir los sueños ajenos con tal de
conseguir lo que quieren o pisotearlos para trepar la escalera del éxito suelen quedar impunes? ¿No es ingrata
la vida? ¿No debería haber una recompensa por portarse bien y un castigo por portarse mal? En efecto, así
debiera ser y un día lo será. La justicia prevalecerá en la otra vida.
Se sancionará a quienes fueron despiadados y crueles y causaron sufrimiento a los demás; tendrán
que sufrir las consecuencias de su maldad hasta que se den cuenta del error de su camino y se arrepientan. En
cambio, quienes se portaron bien en este mundo, cuando pasen al otro, obtendrán unas recompensas y
alegrías que nunca se imaginaron, por muchas penalidades o privaciones que hayan sufrido en vida.
Además de galardonarlos en la otra vida, Yo bendigo a los que se conducen desinteresadamente y con
amor en ésta. Si bien, muchas veces lo hago por medios que no pueden medirse materialmente. Los bendigo
espiritualmente. Los bendigo con felicidad y contentamiento, paz interior y una conciencia tranquila. A la vez,
algunas de las personas más adineradas del mundo son también algunas de las más tristes, solitarias y
perdidas, toda vez que el dinero no puede satisfacer las necesidades del espíritu.
Procura, pues, las bendiciones de Mi Espíritu: el amor, el gozo y la satisfacción que provienen
únicamente de saber que has hecho lo mejor que has podido por llevar una vida acorde con Mis principios.
Entonces te darás cuenta de que la vida en verdad no es ingrata.

¿Me conmuevo ante el sufrimiento?


Cuando ves tanto dolor a tu alrededor o lees o escuchas noticias de ello en la prensa escrita o hablada,
es fácil discutir por qué permito que tengan lugar esas tribulaciones en el mundo. ¿No me intereso acaso por el
estado de la humanidad? ¡Claro que sí! Mi corazón se quiebra por quienes sufren, especialmente por los que
pierden a sus seres queridos o su medio de sustento o su salud y felicidad debido al trato inhumano que mucha
gente sufre de parte de sus semejantes. Mucho de lo que sucede en el mundo de hoy me entristece
profundamente.
Es, pues, natural que te preguntes: «¿Por qué, Dios mío, no pones fin a toda esa perversidad de una
vez por todas?» Aunque aborrezco la maldad, no puedo impedir que la humanidad siga por los derroteros que
ha elegido. El hombre fue creado con libre albedrío, con la potestad de optar entre el bien y el mal. Si bien Mi
justicia no siempre se ejecuta al instante, a la larga sí; cuando no en esta vida, en la otra. Estoy obligado a
dejar que en la tierra las cosas sigan su curso según las decisiones que tome cada individuo. Aunque hoy por
hoy parece que la maldad está ganando la partida, tengan la seguridad de que al final el amor vencerá y el
mundo cambiará. En última instancia, todo resultará bien, pues Yo soy amoroso y justo.

Dios no tiene la culpa


Dios, Mi Padre, no tiene la culpa de todo el dolor, la muerte, la desazón y el sufrimiento que azotan al
mundo. La verdad es que la mayor parte de los males del mundo son consecuencia de las actitudes y acciones
egoístas y destructivas de la gente.
Considera la guerra, por ejemplo, o la pobreza. Dios no tiene la culpa de eso. Él creó el mundo con
recursos suficientes para que haya abundancia para todos si es que se conducen con amor, si viven en paz y
armonía y colaborando unos con otros como Dios espera. En cambio, el egoísmo, la codicia, el orgullo y el
espíritu competitivo del hombre han creado un mundo muy distinto en que las personas, y en algunos casos,
naciones enteras se despojan y destruyen unas a otras con tal de adquirir superioridad y ganancias
momentáneas.
La ciencia es otro de los culpables. Si bien la ciencia y la tecnología moderna han generado muchos
beneficios extraordinarios, también han creado peligros nuevos. Si Dios dejara que las cosas siguieran mucho
tiempo más por el curso que han tomado, la humanidad acabaría por autoaniquilarse, si no por medio de armas
nucleares, químicas o bacteriológicas o algún experimento científico horrorosamente malogrado, por la falta de
previsión con que explota los recursos del planeta y contamina el medio ambiente.
No es un cuadro muy alentador, pero va a cambiar. Dios no permitirá que la humanidad se destruya a sí
misma. Antes de llegar a ese punto, Yo regresaré para corregir la situación. ¡Ya no falta mucho!
La promesa de Romanos 8:28
«Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme
a Su propósito son llamados» (Romanos 8:28). Esa es Mi promesa para ti.
Deseo que todos aprendan a conducirse con amor. Pero dado que nadie es perfecto y en muchas
ocasiones las personas toman decisiones egoístas, hice esa promesa para salvaguardar a Mis hijos, quienes
me aman. Este mundo siempre estará plagado de injusticias, egoísmo, dificultades y dolor. Sin embargo, Yo
tengo poder para invalidar todo eso por tu bien. Independientemente de las decisiones que tomen los que te
rodean, Yo puedo darte lo que sea mejor para ti.
A veces Mi concepto de eso difiere del tuyo. En algunos casos para Mí lo mejor se traduce en un
corazón más quebrantado y humilde, más compasivo y comprensivo con los demás. Todas esas cualidades
entrañan lo que Yo considero lo mejor que puede exhibir tu vida.
Como es natural, no puedo hacer que esas situaciones perjudiciales redunden en tu bien si no me
dejas obrar en tu vida. Lo hermoso de esa promesa es, sin embargo, que apenas empiezas a cumplir con las
condiciones ―amarme y someterte a Mi voluntad y a Mi designio en tu vida― Yo comienzo a obrar en tu
beneficio. Sea cual sea el lío en que te encuentres, cuando me amas y dejas que se cumpla Mi designio en tu
ser, Yo hago que todo redunde en tu bien.

El Príncipe de Paz
En cierta ocasión en que cruzaba el Mar de Galilea con Mis discípulos, se levantó una tormenta que
amenazaba con hundir nuestra pequeña embarcación. Viendo que Mis discípulos se asustaron, ordené a la
tormenta que cesara: «¡Calla, enmudece!», le increpé. Y el viento y las olas me obedecieron. Lo mismo
sucederá un día de estos, pronto, cuando diga: «¡Ya basta!», y haga cesar las tormentas de la guerra y los
enfrentamientos.
Los conflictos y problemas que aquejan al mundo de hoy demuestran que el hombre no es capaz de
arreglárselas por sí solo. El mundo no puede sobrevivir sin su Salvador; me necesita a Mí. La paz universal
duradera no es posible sin Mí, el Príncipe de Paz. Pero llegará el momento en que todo el mundo se someterá
a Mi autoridad, la cual ejerceré con amor y justicia. Apenas un poco más de tiempo y enjugaré los ojos de los
oprimidos y de quienes sufrieron en carne propia los crueles tormentos y horrores de la guerra. Un día, la
guerra será cosa del pasado, un concepto que apenas lograrán entender quienes vivan entonces.
Mientras tanto, si aceptas Mi regalo de Salvación y acudes a Mí ―el Príncipe de Paz― en tu hora de
necesidad, puedes gozar de paz auténtica y duradera en el corazón, una paz tal que pueda soportar cualquier
cosa. Siempre estaré donde me necesites.

No pierdas de vista el Cielo


Cuando tú y la gente a la que amas sufren injustamente, es más importante que nunca que te aferres a
tu fe, no sea que el pesar del mundo anide en tu corazón. La promesa del mundo mejor que pronto ha de venir
te ayudará a sobrellevar hasta los días más tenebrosos.
Mantén la mirada fija en tu morada eterna en los Cielos, esa esfera maravillosa donde volverás a
reunirte con tus seres queridos, donde todo estará embebido de amor, de luz, de alegría y de felicidad.
Entonces comprenderás que todo valió la pena. Ese día se disiparán los sacrificios y el dolor de estar separado
de las personas que amabas.
Si te resulta difícil tener fe de ese calibre, pídeme que te ayude a ver las cosas como las veo Yo.
Pídeme que te muestre lo que te tengo reservado a ti y a tus seres queridos en el Cielo, y lo haré. Lo hago con
la intención de infundirte el valor y las fuerzas que necesitas para sobrellevar las tribulaciones del tiempo
presente. No puedo revelarte todo lo que te tengo preparado, pero sí puedo desvelarte una parte ahora mismo
(1 Corintios 2:9–10). Si mantienes los ojos puestos en el Cielo, en contraste, las tribulaciones del mundo
presente te parecerán pequeñas. Y es que, en efecto, lo son.

Para corregir todos los males


La vida es un ciclo interminable de causas y efectos. Cada día, todo el mundo toma decisiones, y esas
decisiones afectan a los demás. Las resoluciones que toman todos y la repercusión que tienen en los demás
hacen del mundo lo que es.
Cada contrariedad puede atribuirse a alguna decisión egoísta o desconsiderada tomada por alguien.
Esos pecados son la principal causa de los conflictos y trastornos que aquejan al mundo de hoy: el egoísmo y
la falta de amor. Las personas no se dan cuenta del mal efecto que tienen en los demás sus decisiones
erróneas; o no tienen la consideración que debieran como para obrar de otra forma.
Quizá te parezca que el mundo no tiene ya remedio, que se han tomado demasiadas decisiones
erróneas, que de poco sirve lo que hagas, que simplemente no hay caso. Pero no es verdad. Así como puede
atribuirse cada problema a una decisión errónea, toda solución nace a partir del momento en que determinas
sabia y amorosamente obrar bien, conducirte con amor y desinterés.
Un poquito de amor puede ser determinante. Un acto de bondad o desinterés puede desencadenar
toda una serie de acontecimientos que a la larga significará una vida mejor para mucha gente. Total que no
desesperes ante el cuadro de sufrimiento, pesar y maldad que se advierte actualmente en el mundo. Más bien,
haz lo que puedas por corregir la situación y recomienda a los demás que hagan lo mismo. El mundo no va a
cambiar de un día para otro; pero si lo intentas, puedes marcar la diferencia.

Epílogo
Si aún no ha vibrado en ti el amor que Jesús expresa en estos mensajes, tal vez se deba a que todavía
no has recibido los dones de amor y vida eterna que Él te ofrece cuando reconoces que Él es tu Salvador.
Jesús no se te impone; aguarda humildemente a que lo invites a entrar en tu vida. Dice: «He aquí, Yo estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalipsis
3:20). Puedes aceptarlo ahora mismo pronunciando una oración como la que sigue:

Jesús, te doy las gracias por haber ofrendado tu vida por mí y así poder concederme la vida eterna. Te ruego
que me perdones todas las veces que obré mal o desconsideradamente. Purifícame de todo eso y ayúdame a
enmendarme. Necesito que Tu amor me llene y me satisfaga el alma. Deseo la vida de felicidad celestial que
me ofreces, tanto aquí, en el mundo presente, como en el Cielo. Te abro la puerta de mi corazón y te pido que
hagas en mí tu aposento, Jesús. Gracias por escuchar y responder a mi plegaria. Amén.

(End of File.)

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