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FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA ACADÉMICA PROFESIONAL DE DERECHO

ARTÍCULO JURÍDICO

“COLOMBIA vs NICARAGUA, EL FALLO QUE AMBOS PAISES ESPERAN”

AUTOR:
MARGARITA VILLALOBOS FLORES

DOCENTE:

Chiclayo, 09 de Octubre de 2020

1
RESUMEN
El presente trabajo, titulado “Colombia vs Nicaragua, el fallo que ambos países esperan”
pretende abordar la problemática acaecida en su momento, sobre la soberanía del
archipiélago de San Andrés, varios atolones y cayos.

El problema de investigación es analizar el problema sobre la soberanía que en su


momento inicio el gobierno nicaragüense en el año 2001, donde reclamaba un área
marítima superior a los 50 000 km2, si bien este asunto tiene un antecedente en un
tratado fue el gobierno nicaragüense que inicio el reclamo, el conflicto se remonta a
1928, cuando ambos países firmaron el Tratado Esguerra-Bárcenas, que establecía que
la Costa de Mosquitos y las islas de los alrededores pertenecerían al Gobierno de
Managua, mientras que el Archipiélago de San Andrés y Providencia serían de propiedad
colombiana.

Sin embargo, el límite que había tomado como referencia el meridiano 82 se convirtió en
motivo de controversia en 1980. La Junta Sandinista que gobernaba en Nicaragua
declaró nulo el acuerdo y exigió la soberanía sobre San Andrés y Providencia, alegando
que 50 años antes no estaba reconocido el derecho al mar y que la adhesión al tratado
fue bajo la intervención de los Estados Unidos en el país.

Finalmente, en diciembre de 2001, Nicaragua presentó formalmente ante la Corte


Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, una demanda contra Colombia por
los territorios, que incluía también a Santa Catalina. Desde Colombia, el Gobierno de
Álvaro Uribe consideró que la declaración de nulidad del pacto fue unilateral y, por lo
tanto, violatoria de la legislación internacional. Sobre este argumento presentó su
apelación ante la Corte.

El trabajo consistirá en presentar el origen de este problema, desde su historia, proceso y


hacer un análisis sobre en que terminara el proceso ya que dicho fallo todavía no ha sido
emitido por la Corte del Haya. También se analizará el cómo cada país hizo su exposición
en la Corte y en que se basaron los países para sus apelaciones, que en cierta forma se
podría decir no ha sido del todo conforme respecto al estado nicaragüense.

El problema por otra parte tiene que ver con asuntos económicos, puesto que la zona es
turística, si bien son pequeños atolones y cayos, no significa que los territorios
mencionados tengan potencial turístico.

2
La investigación se realizó con base en un método no experimental, usando información
de distintas herramientas documentales, como: libros, artículos jurídicos, normativa al
respecto, tesis e internet. Asimismo, se analizan dos aspectos, que son: (I) la posición
colombiana y (II) la posición nicaragüense.

Lo anterior favoreció a la formulación de conclusiones, las mismas que pretenden


constituir un aporte al mundo de la investigación

PALABRAS CLAVES:
Tratado de Esguerra-Bárcenas de 1928. Reclamo de Colombia, Exposición de Nicaragua
ante la Corte de la Haya y el posible Dictamen de la Corte de la Haya.

I. INTRODUCCIÓN
Para la presente investigación se recabo información sobre el conflicto marítimo entre
Colombia y Nicaragua que se remonta a 1928, cuando ambos países firmaron el Tratado
Esguerra-Bárcenas, que establecía que la Costa de Mosquitos y las islas de los
alrededores pertenecerían al Gobierno de Managua, mientras que el Archipiélago de San
Andrés y Providencia serían de propiedad colombiana. Sin embargo, el límite que había
tomado como referencia el meridiano 82 se convirtió en motivo de controversia en 1980.
La Junta Sandinista que gobernaba en Nicaragua declaró nulo el acuerdo y exigió la
soberanía sobre San Andrés y Providencia, alegando que 50 años antes no estaba
reconocido el derecho al mar y que la adhesión al tratado fue bajo la intervención de los
Estados Unidos en el país. Finalmente, en diciembre de 2001, Nicaragua presentó
formalmente ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, una
demanda contra Colombia por los territorios, que incluía también a Santa Catalina. Desde
Colombia, el Gobierno de Álvaro Uribe consideró que la declaración de nulidad del pacto
fue unilateral y, por lo tanto, violatoria de la legislación internacional. Sobre este
argumento presentó su apelación ante la Corte [ CITATION Inf12 \l 10250 ].

II. MATERIALES Y MÉTODOS


La presente trabajo de investigación se hizo con base en un diseño No Experimental,
debido a que se ha identificado un conjunto de entidades que representan el objeto del
estudio y se procedió a la observación de los datos obtenidos; asimismo, se ha efectuado
sin la manipulación deliberada de variables. El tipo de investigación desarrollada es

3
Explicativa, ya que se enfocó, primordialmente en analizar un posible dictamen de la
Corte de Justicia Internacional de la Haya.

Las herramientas metodológicas que se utilizaron fueron documentales porque la


investigación se centralizó en la revisión de documentos y estrategias para la
sistematización y estructuración de la información, siendo los materiales de investigación:
artículos, tesis, libros, documentos electrónicos, entre otros.

El componente ético de la investigación se rige por los principios de protección a las


personas, beneficencia y no maleficencia, justicia y consentimiento informado y expreso.

III. CONTENIDO
En la controversia del Mar Caribe los demandantes pidieron una solución equitativa a la
CIJ en virtud del artículo XXXI del Tratado Americano de Soluciones Pacíficas de 1948,
más conocido como Pacto de Bogotá. Con nada que perder, y todo por ganar, Nicaragua
inició un proceso destinado a modificar el trazado de la frontera marítima que, al menos
en los hechos, los separaba hasta ese momento de Colombia. En el peor de los
escenarios, la sentencia de la CIJ solo confirmaría una realidad ya existente, algo que a
la larga, no sucedió puesto que el fallo todavía sigue esperando, este problema en u otra
forma es comparado al problema que tuvieron los estados de Perú y Chile, problema que
fue dictaminado por la CIJ en el año 2014 [ CITATION Lóp14 \l 10250 ].

En términos históricos, ambos estados pertenecieron al Imperio Español, pero a unidades


administrativas diferentes. Nicaragua durante el periodo colonial, se encontraba integrada
a la Capitanía General de Guatemala, una extensa entidad que incorporaba en un solo
gobierno, a todos los actuales países de América Central. Mientras tanto, Colombia se
encontraba dentro de la jurisdicción del Virreinato del Perú, de cuya tutela se separó en
1776, cuando por razones de reorganización, dentro de las reformas borbónicas, se creó
el Virreinato de Nueva Granada. Al igual que en otros casos, que se encuentran hasta el
día de hoy en discusión, la falta de rigurosidad de los límites hispanos en Latinoamérica
favorecieron un clima de desconocimiento de sus respectivos territorios, problemas que
se agravaron con la implementación del Uti Posidettis 1 tras la independencia, ya que los
nuevos estados heredaron de la anterior administración los mismos inconvenientes, los

1
Uti Posidettis es un principio legal de acción; su aplicación en el Derecho Privado consiste en el
dominio que ejerce un propietario sobre el inmueble, cosa u objeto de su derecho, y en el Derecho
Internacional Público, la de los Estados sobre los territorios que geográfica e históricamente les
pertenecen.

4
que desataron los conflictos. Una de aquellas zonas es el Mar Caribe que, con su
infinidad de islas, se mostró siempre como un punto en disputa por los estados ribereños,
como el archipiélago de San Andrés, donde Nicaragua y Colombia mostraban intereses
comunes. Estas se pensaban zanjadas después del Tratado de 1928, conocido también
como Esguerra – Bárcenas, donde las islas se mantienen en manos colombianas, pero
Nicaragua mostró su descontento ante ello, reclamando desde hace años la firma
obligada de dicho acuerdo, aduciendo al control estadounidense de la época y la falta de
independencia para realizar cualquier tipo de tratado internacional con respecto a sus
fronteras. En el presente trabajo, se analizará como objetivo principal el caso Colombia
Nicaragua, mediante un recorrido histórico y geopolítico, donde se hace necesario un
análisis cualitativo de fuentes primarias, secundarias y terciarias que nos permitirán
comprender a cabalidad este problema [ CITATION Man18 \l 10250 ].

Históricamente las diferencias entre ambos países por la frontera marítima y territorial
surgieron cuando a través de la Real Orden de noviembre de 1803 se estableció que “las
islas de San Andrés y la parte de la Costa de Mosquitos, desde el cabo Gracias a Dios
inclusive hasta el río Chagres, queden segregados de la Capitanía General de Guatemala
y dependientes del Virreynato de Santa Fe. Sin embargo, Nicaragua negó la validez de la
Real Orden, porque en su entender había sido derogada por una Real Orden posterior en
1806 otorgada por su Majestad el Rey Carlos IV, ante la solicitud del Capitán General de
Guatemala al alegar que “siempre los establecimientos de Mosquitos han dependido de
esta Capitanía General”, aunque el Virreinato de la Nueva Granada se encontrase en
mejor situación de resistir ante un ataque enemigo. En 1810 con la progresiva transición
del Antiguo Régimen a los regímenes republicanos en América, los dominios en cuestión
quedaron bajo el control de la República de Colombia.

A lo largo del siglo XIX Colombia tuvo que enfrentar varios intentos de usurpación sobre
sus dominios en el Caribe y sobre la actual costa nicaragüense. El primero fue hecho por
una compañía de corsarios al mando del capitán Luis Aury, quien pretendió regentar
estos territorios con el auspicio de los estados de Chile y Buenos Aires, situación que
motivó la protesta del gobierno de Colombia a través de un boletín fechado el 2 de
febrero de 1823 en Bogotá, momento en el que se puso de presente la Real Orden de
1803 como fundamento del ejercicio de la soberanía sobre el archipiélago - islas, islotes y
cayos2.
2
“Real Orden que dispone segregar de la Capitanía General de Guatemala y hacer depender del
Virreinato de Santa Fe las islas de San Andrés y la parte de la Costa de Mosquitos desde el cabo
de Gracias a Dios, inclusive, hasta el río Chagres”. San Lorenzo, 20 de noviembre de 1803, en

5
Una vez superado el intento de colonización, el 5 de julio de 1823 fue expedido el
Decreto3
sobre la colonización en la costa de Mosquitos, en el que se proscribió toda empresa que
pretendiera colonizar cualquier punto de la mencionada costa sin la autorización del
Gobierno nacional y conforme a las leyes de la República, dejando claro que estos
territorios correspondían al dominio y propiedad de la República de Colombia y que por
encontrarse en su inmediata jurisdicción se debía contar con la autorización debida, en
caso de obrar de manera diferente aquellos que pretendieran contrariar la orden se
expondrían a las consecuencias que sus conductas arbitrarias y desautorizadas
ocasionaran.

Un segundo hecho que generó disputa por la soberanía y control de la costa de


Mosquitos y el archipiélago se dio en el año de 1837 entre la República de Colombia y las
autoridades costarricenses por el poblamiento que autorizó Costa Rica en Bocas del
Toro. En esa oportunidad nuevamente se apeló a la Real Orden de 1803, sin embargo,
para solucionar el inconveniente fue comunicada la siguiente intención:

“La Nueva Granada no tendría, sin embargo, inconveniente con ceder a Centro América
sus derechos sobre la costa de Mosquitos, en cambio de otro territorio menos extenso,
pero más fácil de gobernar: ya en tiempo del Gobierno de Colombia se adelantó bastante
una negociación sobre el asunto, que no tuvo resultado alguno, y la razón y la política
sugieren una necesidad de renovarla”4

El gobierno de la Nueva Granada entendió que entre las dos repúblicas no había claridad
respecto a los límites que separaban sus dominios, y por tal razón se abrió la posibilidad
de una negociación sobre este tema; fue así como en el año de 1900 ambas partes
designaron al entonces presidente de Francia Emile Loubet, para que sirviera de árbitro
en el conflicto entre ambos países; en su decisión, se dejó claro que la costa de
Mosquitos y las islas de San Andrés eran algo distinto, dejando a Colombia la posesión

Nuestro archipiélago de San Andrés y el tratado con Nicaragua, Enrique Gaviria Liévano (Bogotá:
Universidad Externado de Colombia, Tomo I, 2001), 305.
3
“Decreto sobre colonización en la costa de Mosquitos”. Bogotá, 5 de julio de 1824. En Nuestro
archipiélago de San Andrés y el tratado con Nicaragua, Enrique Gaviria Liévano (Bogotá:
Universidad Externado de Colombia, Tomo I, 2001), 311.
4
“Nota sobre intrusión de autoridades costarricenses en Bocas del Toro”. Bogotá, 2 de enero de
1837. En Nuestro archipiélago de San Andrés y el tratado con Nicaragua, Enrique Gaviria Liévano
(Bogotá: Universidad Externado de Colombia, Tomo I, 2001), 313.

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no solo del archipiélago, sino de la Costa de Mosquitos que hoy día corresponde a
Nicaragua en virtud del Tratado Esguerra-Bárcenas de 1928; sobre ambos puntos se
volverá más adelante. El tercer hecho de importancia consistió en la disputa entre
Colombia y Gran Bretaña a lo largo del siglo XIX por el control de la Costa de Mosquitos y
el acceso al río San Juan, zonas indispensables para la construcción del canal
interoceánico en Nicaragua y no en el istmo de Panamá.

Es de observarse que esa zona en mención ha traído problemas limítrofes entre


Colombia con Nicaragua, y es bueno que también de una u otra forma con los otros
países centro americanos, es de centrarse en el problema que obtuvo Colombia y
Nicaragua, que como se observa el problema del mar territorial y el control de los islotes
ha sido de gran realce.

La cancillería colombiana [ CITATION Can12 \l 10250 ] presentó el 6 de diciembre de 2001


su demanda, Nicaragua ante ello presentó una demanda contra Colombia ante la Corte
Internacional de Justicia, en La Haya, alegando la invalidez del Tratado de 1928,
reclamando la soberanía sobre el Archipiélago de San Andrés y sobre esta base pidiendo
a la Corte el trazado de una delimitación marítima entre los dos países. Desde entonces,
el Gobierno y la Cancillería colombiana se han dado a la tarea de defender ante la Corte
Internacional de Justicia los intereses nacionales y han coordinado la estrategia de
defensa de los legítimos derechos de Colombia sobre el Archipiélago y sus respectivas
áreas marítimas. La posición de Colombia ha sido que desde el inicio de su vida como
nación independiente el país ha ejercido en forma pública, pacífica e ininterrumpida su
soberanía y jurisdicción sobre el Archipiélago de San Andrés, incluyendo los cayos de
Roncador, Quitasueño, Serrana, Serranilla, Bajo Nuevo, Alburquerque, Cayos Este
Sudeste y todas las áreas marítimas que le corresponden. Esta posición está sustentada
en la historia y en el derecho, fundamentalmente en la norma de normas Pacta Sunt
Servanda5, (los pactos son para cumplirse) principio fundamental del derecho
internacional público.

Por otro lado el estado nicaragüense pretende que la Corte le conceda unos territorios
(islas, islotes, cayos) sobre los cuales no tiene ningún título histórico ni jurídico y sobre
los que jamás ha ejercido ningún acto de señor y dueño. En cuanto a la delimitación

5
Pacta Sunt Servanda es una locución latina, que se traduce como «lo pactado obliga», que
expresa que toda convención debe ser fielmente cumplida por las partes de acuerdo con lo
pactado. Constituye un principio básico del derecho civil (específicamente relacionado con los
contratos) y del derecho internacional. "El contrato es ley entre las partes".

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marítima, Nicaragua plantea una infundada línea de delimitación extrema hacia el oriente,
cerca de la costa continental de Colombia y basada en una supuesta extensión del
margen exterior de su plataforma continental.
Referente a ello Manzano Iturra [ CITATION Man18 \l 10250 ] dice que uno de los primeros
aspectos a considerar en este problema es la ubicación geográfica de los puntos en
cuestión. La costa de los Mosquitos o Mosquitia, según consta en algunos documentos,
corresponde a las costas de Nicaragua y parte de Honduras, que se encuentran en
contacto directo con el mar Caribe, la que fue descubierta por Cristóbal Colón en su
último viaje por América. Frente a ella, se encuentra una serie de islas y archipiélagos,
como las de San Andrés, Providencia, Santa Catalina, cayos de Roncador, Quitasueño,
Serrana, entre otros, los que entraron en conflicto entre dos países: Nicaragua y
Colombia, quienes alegan privilegios coloniales para mantener su soberanía en esa zona.
Además, dentro de la geografía submarina, podemos observar la presencia de dos
formaciones claves, el elevado de Nicaragua, frente a este país, con profundidades de
500m y la cuenca de Colombia, de 3 000m. Ambas son relevantes para comprender el
posicionamiento del reclamo ante la Corte. En cuanto al aspecto histórico, desde la
creación de las primeras unidades administrativas coloniales, la situación de la
superposición de líneas, que conformaban los límites, se desarrolló como un problema en
común, desde México hasta la Patagonia. En el caso que nos convoca, los mayores
dilemas se generaron en torno a un espacio geográfico delimitado: el mar Caribe, cuyas
costas, islas y archipiélagos enfrentaron en muchas ocasiones la ocupación de variadas
potencias extranjeras, como España, Gran Bretaña y Francia. Tras el periodo de
inestabilidad que caracterizó el fin de la dinastía de los Habsburgo, la casa de Borbón
trabajó en una serie de reformas, entre ellas la creación de las Intendencia y los nuevos
virreinatos, siendo en particular, el origen del Virreinato de Nueva Granada, en 1776, que
con el pasar de los años, se entregó una serie de límites siendo en el caso de que las
costas que:

“El rey ha dispuesto que las islas de San Andrés, y la parte de la costa de los Mosquitos
desde el cabo de Gracias a Dios inclusive hacia el rio Chagres, queden segregadas de la
Capitanía General de Guatemala, y dependientes del Virreinato de Santa Fe, y se ha
servido S. M. conceder al gobernador de las expresadas islas Don Tomás O’Neille el
sueldo de dos mil pesos fuertes anuales en lugar de los mil y doscientos de los que
actualmente disfruta” (Universidad ICESI, 2012, p. 7).

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Los derechos de esta zona en particular, permitían al virreinato una proyección
considerable en torno a las costas de América Central, llegando a incorporar amplios
espacios marítimos frente a la actual Nicaragua. Es por ello que dentro de Colombia,
principal heredero de esta administración, se considere como parte integrante de su
territorio desde hace doscientos años:

“Le otorgó a la Nueva Granada, (hoy Colombia), el dominio sobre el archipiélago de San
Andrés y la totalidad de la Costa de los Mosquitos, territorio comprendido entre el Cabo
de Gracias a Dios, (límite entre Honduras y Nicaragua en el Mar Caribe), y el Río
Chagres en las inmediaciones del Canal de Panamá.” (Ruíz, 2002, p. 5).

Es aquí donde se encuentra las principales diferencias con su contraparte, Nicaragua, en


ese entonces parte integrante de la Capitanía general de Guatemala, una zona que
abarcaba en su totalidad el istmo de América central y que alegaba derechos sobre las
costas del mar Caribe. Luego de la entrega de la costa de los Mosquitos, esta unidad
presentó un reclamo ante las autoridades españoles, que luego de analizar el caso,
devolvieron su jurisdicción, siendo este el principal derecho alegado por Nicaragua, pues:

“Tres años más tarde la Real Orden de 1803 es derogada por otra Real Orden fechada
en San Lorenzo el 13 de Noviembre de 1806 emanada por el Ministerio de Guerra y
dirigida a la Capitanía General de Guatemala (…) le devolvía a la Capitanía general la
misma comisión privativa que le había trasferido interinamente al Virreinato de Nueva
Granada.” (Gobierno de Nicaragua, 1980, p. 141).

Con esta devolución, se comprendía que los límites quedaban claros nuevamente, pero
los avatares de la independencia demostraron que los caminos recorridos serían muy
diferentes. Mientras Guatemala se emancipaba para luego dividirse en varios estados de
menor tamaño, Nueva Granada se integraba en la Gran Colombia de Simón Bolívar que,
tras la muerte del libertador y de sus partidarios (como Antonio José de Sucre) se divide
en Colombia, Venezuela y Ecuador, siendo necesario mencionar que, hasta ese
entonces, la primera aún mantenía jurisdicción sobre Panamá, que recién se separó de
su tutela en el siglo XX.

Durante la década de 1920, Colombia estableció una serie de acuerdos con sus vecinos
en búsqueda de definir sus fronteras, mientras que el gobierno de Managua se mantenía
bajo influencia estadounidense, y donde Washington “no sólo querían mejorar sus

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relaciones con Colombia, gravemente deterioradas con la separación de Panamá.”
[ CITATION Asa12 \l 10250 ] sino que también involucraban intereses monetarios
particulares de algunas autoridades, para ello, comienzan las negociaciones entre los
gobiernos con el fin de las problemáticas en torno a la definición de la jurisdicción de sus
costas, estableciendo un tratado que definiera el régimen de jurisdicción de la costa de
los Mosquitos y los archipiélagos en el Caribe, algo que se zanjó con el Tratado firmado
en 1928, conocido como Esguerra – Bárcenas.

IV. RESULTADOS
En el sitio web “El Tiempo” [ CITATION Can19 \l 10250 ] la CIJ validó el Tratado Esguerra-
Bárcenas de 1928 / 1930 y la soberanía de Colombia sobre el Archipiélago de San
Andrés, y de manera específica, sobre las islas de San Andrés, Providencia y Santa
Catalina. Lo que está por definir la Corte es sobre los otros componentes insulares que
hacen parte del Archipiélago, aparte de las islas de San Andrés, Providencia y Santa
Catalina cuya soberanía en cabeza de Colombia ya fue confirmada por la Corte. Sobre
ello es la soberanía sobre los cayos de Roncador Quitasueño y Serrana, que
históricamente también han sido parte del Archipiélago de San Andrés y la delimitación
marítima entre Colombia y Nicaragua, en las audiencias públicas que se realizarán entre
el 23 de abril y el 4 de mayo de 2012 solamente se discutirán los tres temas arriba
enunciados y no se proferirá sentencia al culminar las mismas. Admitida la solicitud de
Nicaragua, ésta presentó la Memoria (la demanda). Colombia se acogió a la posibilidad
de un incidente procesal presentando unas Excepciones Preliminares en las que
argumento que la Corte Internacional de Justicia no tenía competencia. La Corte falló
apoyando la posición de Colombia en el sentido de confirmar que el tratado de 1928 era
válido y vigente y resolvió la controversia sobre la soberanía de Colombia sobre el
Archipiélago de San Andrés y por lo tanto excluyó ese tema del fondo del proceso. La
Corte señaló en el fallo que era necesario establecer sin embargo cuales otras islas,
cayos, e islotes, aparte de las Islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, hacen
parte del Archipiélago, y el asunto de la delimitación marítima. Conocido el fallo Colombia
presentó la Contra-Memoria. Luego la Corte concedió a Nicaragua la posibilidad de
presentar una Réplica y a Colombia de presentar una Dúplica. En ese momento,
Honduras y Costa Rica solicitaron a la Corte que les permitiera intervenir en el caso,
dándose un segundo incidente procesal, lo que significó una fase escrita y oral adicional.
Al rechazar la Corte la solicitud de intervención de Honduras y Costa Rica, se cerró la
Etapa Escrita y dio paso a la Etapa Oral. En 2007 se produjo un primer fallo en este
proceso, resultando beneficioso para Colombia pues la Corte le dio validez al tratado y,

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por ende, a la soberanía de nuestro país sobre este archipiélago. En tanto que en 2012
emitió una segunda sentencia definiendo la línea limítrofe marítima entre las dos
naciones, pues la Corte se declaró competente para hacerlo ya que en el Tratado
Esguerra-Bárcenas no quedó resuelto este asunto, pero el resultado fue contrario para
Colombia porque perdió más de 70.000 kilómetros cuadrados de mar. Colombia no ha
dicho oficialmente que no acata este fallo o que no lo cumplirá, aunque el entonces
presidente Juan Manuel Santos puso de presente que es necesario que primero se firme
un tratado con Nicaragua porque el artículo 101 de nuestra Carta indica que “los límites
señalados en la forma prevista por esta Constitución sólo podrán modificarse en virtud de
tratados aprobados por el Congreso, debidamente ratificados por el Presidente de la
República". En tanto que el 8 de agosto de 2018 el presidente Duque dijo en San Andrés,
primer territorio que visitó en calidad de mandatario, que el archipiélago es "histórico e
indivisible", esto, a propósito de los dos pleitos que Colombia enfrenta con Nicaragua. Un
experto internacionalista manifestó por su parte que las audiencias de la etapa oral se
deberían dar como máximo un año luego de finalizar la fase escrita del proceso, por ello
es probable que esta Corte las cite a partir de febrero próximo. En un comunicado
publicado el pasado 11 de febrero de 2019, la cancillería aseguró que "el Gobierno
nacional continúa defendiendo con firmeza los derechos de Colombia en el mar Caribe y
la integridad del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina ante la Corte
Internacional de Justicia (CIJ)". En este sentido, "el Gobierno presentó en La Haya
(Países Bajos), la dúplica en el proceso iniciado por Nicaragua en el año 2013 y
denominado 'Cuestión de la delimitación de la plataforma continental más allá de las 200
millas náuticas desde la costa nicaragüense'". Este es el último memorial de la etapa
escrita que se inició hace varios años y que ha avanzado así, según la cancillería: La
dúplica es un documento en el cual Colombia responde los alegatos planteados en la
réplica que Nicaragua entregó a la Corte en julio del 2018 y es una oportunidad adicional
para continuar la exposición de argumentos, como los esgrimidos en la Contramemoria
radicada por Colombia en septiembre de 2017. Por último el 4 de marzo de 2020 es la
fecha límite para que ambos países presentes sus alegatos, pero debido a
inconvenientes y la pandemia este se ha extendido.

Si bien existe todavía la falta de un fallo consistente, en relación al primer fallo, existe un
análisis muy interesante en el sitio web El País [ CITATION ElP12 \l 10250 ]. Al respecto
dice que el fallo tiene un sabor agridulce para Colombia pero con tufo de triunfo para
Nicaragua”. La frase fue pronunciada este lunes por uno de los tantos observadores de la
decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), tras el fallo relacionado con el

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diferendo entre Colombia y Nicaragua, y que recoge el sentimiento nacional. La Corte
reconoció la soberanía colombiana sobre la totalidad del archipiélago con todos sus
cayos e islotes, a la vez que fijó la frontera marítima entre los dos países lo que significó
para el país centroamericano más del 40% del mar territorial que antes fue nuestro Se
trata de una decisión que es buena o mala, según el punto de vista con que se le mire, y
en la que a juicio de los expertos la CIJ aplicó lo que llaman una ‘estrategia de
compensación’, que no es otra cosa que “ninguno de los dos países salga
completamente victorioso o completamente derrotado”, según el internacionalista Enrique
Serrano López. El catedrático dice que la pérdida de mar territorial “estaba
presupuestada”, pero que ello no puede generar un “pánico injustificado” pues en su
criterio “es más lo ganado que lo perdido”. ¿Y qué ganó Colombia? Varios aspectos de la
decisión favorecen nuestros intereses: por fin se definió la frontera marítima, se mantiene
la soberanía sobre todo el archipiélago y se evitó el fraccionamiento de las islas. Y
aunque Colombia perdió una importante proporción de su mar territorial, recuperó una
ínfima parte con las 12 millas náuticas para el cayo de Albquerque y para el islote de
Quitasueño. Pudo ser peor, los analistas aseguran que en medio de todo, el panorama
pudo ser peor, pues la Corte bien hubiera podido trazar la frontera en la línea media entre
la plataforma continental de ambos países. “Teníamos los argumentos para que no se
dieran todas las pretensiones de Nicaragua. Ganamos una parte del pleito, pero no todo”,
explica el catedrático Ricardo Abello Galvis. Pero quizás una de las mayores pérdidas
con esta decisión tiene que ver con la exploración y explotación de recursos naturales en
una de las zonas más ricas en especies marinas y de incalculables yacimientos
petrolíferos. “Esto nos tiene que servir para fijarnos en nuestros verdaderos recursos. Esa
región insular nunca ha sido aprovechada adecuadamente. Lo que viene es tener una
visión proactiva con América Central y, por qué no, con Nicaragua, para explotar
conjuntamente ese potencial”, advierte el exvicecanciller Diego Cardona. La estrategia
jurídica de la Nación para este diferendo tampoco puso de acuerdo a los expertos.
Algunos, como el ex diplomático Ramiro Zambrano consideran que Colombia “no debió
acudir a la CIJ y más bien, debió renunciar a su jurisdicción”. “Nuestra estrategia jurídica
en el largo plazo favoreció la soberanía del archipiélago pero nos llevó a perder un
importante espacio marítimo”, sostiene. En cambio, otros docentes de Derecho
Internacional advierten que “no es sano” rasgarse las vestiduras por el sentido del fallo,
ya que el equipo jurídico colombiano “hizo lo que estuvo a su alcance”. Carlos Enrique
Arévalo, presidente de la Academia Colombiana de derecho Internacional, destaca “la
solidez” de la argumentación jurídica colombiana al punto de que “todas las pretensiones
de Nicaragua fueron rechazadas”. Y agrega que de no habernos sometido a la

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jurisdicción de la Corte “hubiéramos prolongado en el tiempo la definición de la frontera
marítima con Nicaragua”. En ese sentido, afirma que la estrategia de nuestra Cancillería
fue “muy buena, pero la CIJ decidió aplicarle a Colombia el Derecho del Mar (posterior al
Tratado Esguerra-Bárcenas)”. En lo que sí pudo haber pecado más de un experto es en
el “exceso de confianza”, al decir del ex Vicecanciller Cardona, quien asegura que
“muchos especialistas subvaloraron la defensa jurídica de Nicaragua”. El triunfo
diplomático El fallo de la Corte en cuanto al manejo diplomático también es un triunfo o
una derrota, según la valoración que se haga. Aunque Colombia perdió mar territorial,
“Nicaragua no logró todas sus pretensiones, que eran mucho más ambiciosas”, afirma el
profesor Abello Galvis. En cambio, la Corte “sí reconoció toda la argumentación jurídica e
histórica de Colombia”, según Serrano López. “Colombia logró que el proceso se
manejara conforme a la costumbre del Derecho Internacional. Eso evitó que todo el
archipiélago terminara como un enclave nicaragüense. Fue una derrota para ellos”,
concluye el experto. "Es una pérdida para riqueza pesquera y de hidrocarburos" Como un
resultado insatisfactorio y desafortunadamente sorpresivo, calificó el exministro de
Hacienda y analista económico, Eduardo Sarmiento Palacio, el fallo de la Corte
Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya. “Es una decisión que va a tener repercusiones
graves sobre la credibilidad de los colombianos y sobre la economía colombiana,
sumados a una serie de desaciertos y a los resultados realmente destructivos que han
tenido los TLC”, señaló Sarmiento. Así mismo, dijo que “tenemos un panorama contrario
a lo que se presentó, donde sin lugar a dudas hubo un manejo inadecuado de las
negociaciones. Similar ocurrió con los tratados comerciales con los que se le ha hecho un
daño inmenso a la economía y hemos llegado a un punto donde prácticamente no hay
comentarios y todo el mundo acepta lo que los gobiernos señalan y los únicos
perdedores son las empresas”. Eduardo Sarmiento afirmó que al perder parte del
territorio hay una afectación en la riqueza pesquera y marítima, y de los posibles
hidrocarburos que podría haber en la zona. Para el director del Observatorio colombiano
de Energía del Centro de Investigaciones para el Desarrollo, CID, de la facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, Germán Corredor, “es una decisión que
nos afecta a todos los colombianos y en el momento no sabemos qué tanto vamos a
perder con la explotación en estas zonas, puesto que es una exploración que aún no está
cuantificada”. Por su parte, el presidente de la Federación Nacional de los Distribuidores
de Derivados del Petróleo, Fendi petróleo, Rafael Humberto Barrera Gallón, dijo que “es
una decisión que exaltamos previamente con un triunfalismo irresponsable dando por
seguro otro resultado. Es una muestra más de la incapacidad oficial para manejar con
decencia los asuntos nacionales, así como se han firmado TLC con EE.UU., Canadá,

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entre otros, que están destruyendo la producción y el trabajo nacional de los empresarios
y trabajadores nacionales y extranjeros en Colombia, y continuarán destruyendo aún más
con los próximos con Corea, Turquía, Japón, etc.”. En cuanto a las implicaciones
económicas, Humberto Barrera Gallón, afirmó que “es un golpe a la economía nacional
del futuro cercano, como lo es el afán del Gobierno de vender grandes extensiones de
tierra a gobiernos extranjeros y multinacionales saqueadoras de nuestras riquezas”. El
presidente de Fendi petróleo agregó que la decisión afectaría el área de trabajo
pesquero, en primer lugar de la población raizal disminuyendo sus posibilidades de
crecimiento humano y empresarial. Además indicó que saca de las expectativas de
desarrollo minero futuro “a una zona con inmensas proyecciones y crea un ambiente
negativo para el desarrollo turístico, palanca principal de la vida en esta región de
Colombia”. Barrera Gallón, concluyó que “ojalá este no sea el principio de la perdida de
San Andrés, Providencia, Santa Catalina e islotes aledaños, que con esta decisión
facilitada por la arrogancia insulsa del gobierno de Santos, ven reducido al mínimo su
espacio vital y económico.

Otro análisis interesante es el que hacen los profesores de la Universidad Católica de


Colombia Ensuncho Consuegra, Juan José y Moreno Páez, José Alexander [ CITATION
Ens16 \l 10250 ], los autores concluyen que lo positivo del fallo de la Haya es que
reconoció la soberanía colombiana sobre la totalidad del archipiélago con todos sus
cayos e islotes, a la vez que fijó la frontera marítima entre los dos países lo que significó
para el país centroamericano más del 40% del mar territorial que antes fuera de
Colombia. Se trata de una decisión que según el punto de vista con que se le mire e
buena o mala y en la que a juicio de los expertos la CIJ aplicó una ‘estrategia de
compensación’, para que ninguno de los países COLOMBIA Y NICARAGUA saliera
completamente victorioso o lo contrario.

Aunque la pérdida de mar territorial estaba en cierta forma presupuestada eso no puede
generar pánico pues es más lo ganado que lo perdido porque varios aspectos de la
decisión favorecen los intereses de Colombia porque se definió la frontera marítima y se
mantiene la soberanía sobre el archipiélago evitando el fraccionamiento de las islas. Y
aunque Colombia perdió una proporción de su mar territorial, recuperó una pequeña parte
con las 12 millas náuticas para el cayo de Albuquerque y para el islote de Quitasueño.

Los juristas aseguran que en medio de todo, el panorama pudo ser peor, pues la Corte
bien hubiera podido trazar la frontera en la línea media entre la plataforma continental de

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ambos países. Se tenían los argumentos para que no se dieran todas las pretensiones de
Nicaragua. Se ganó una parte del litigio. Sin embargo una de las mayores pérdidas con
esta decisión tiene que ver con la exploración y explotación de recursos naturales en una
de las zonas más ricas en especies marinas y de yacimientos petrolíferos. Lo que viene
es tener una visión proactiva con América Central y, por qué no, con Nicaragua, para
explotar
conjuntamente ese potencial. La estrategia jurídica de Colombia para dirimir el diferendo
no puso de acuerdo a los expertos. Algunos consideran que Colombia no debió acudir a
la CIJ y debió renunciar a su jurisdicción. La estrategia jurídica de Colombia en el largo
plazo favoreció la soberanía del archipiélago pero se perdió un importante espacio
marítimo. Los docentes de Derecho Internacional entrevistados consideran que no hay
que rasgarse las vestiduras por el sentido del fallo, ya que el equipo jurídico colombiano
realizó lo que estuvo a su alcance. De no haberse sometido Colombia a la jurisdicción de
la Corte hubiera prolongado en el tiempo la definición de la frontera marítima con
Nicaragua donde la CIJ decidió aplicarle a Colombia el Derecho del Mar (posterior al
Tratado Esguerra-Bárcenas.

La Corte reconoció toda la argumentación jurídica e histórica de Colombia, y Colombia


logró que el proceso se manejara conforme a la costumbre del Derecho Internacional
evitando que todo el archipiélago terminara como un enclave nicaragüense. Es posible
que se haya dado un manejo inadecuado de las negociaciones como con los tratados
comerciales con los que se le ha hecho daño a la economía al perder riqueza pesquera y
marítima, y de los posibles hidrocarburos que podría haber en la zona. Se trata de una
decisión que nos afecta a todos los colombianos y en el momento no sabemos qué tanto
vamos a perder con la explotación en estas zonas, puesto que es una exploración que
aún no está cuantificada.

Un análisis también interesante en el sitio web de la Organización del Sector Pesquero y


Acuícola del Itsmo Centroamerciano “OSPESCA” [ CITATION OSP12 \l 10250 ], dice que el
fallo no fue del agrado de Colombia y que más bien ello fue bien recibido por Nicaragua,
dicha publicación dice que en su discurso que el presidente Santos dejó en claro varios
puntos. Hizo recuento sobre las pretensiones de Nicaragua en este asunto en otras tres
oportunidades anteriores y recalcó que la decisión adoptada ayer por la CIJ es
inapelable. Dijo además que la posición colombiana frente al tema ha sido adoptada
como política de Estado sin importar filiaciones políticas. De paso destacó la estrategia y
actuación jurídica en el caso misma que fue concertada tras 50 sesiones de la Comisión

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Asesora de Relaciones Exteriores de la cual ha escuchado opiniones y acatado consejos
y así lo seguirá haciendo.

Santos destacó el hecho de la decisión de la CIJ de ratificar la soberanía de Colombia


sobre la totalidad del archipiélago, incluidos los siete cayos en conflicto inicialmente. El
presidente resaltó además la confirmación de la vigencia del tratado Esguerra- Bárcenas
cuyo supuesto desacato por parte de Colombia, fue desestimado por ese organismo
internacional.

El presidente enumeró varios asuntos que la CIJ dejó en firme. Ratificó la soberanía de
Colombia sobre el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; confirmó la
validez y vigencia del tratado de 1928 entre Colombia y Nicaragua, que Nicaragua
pretendía desconocer; reconoció mar territorial a cayos como Serrana y Quitasueño, y
otorgó al archipiélago derechos de plataforma continental y de zona económica exclusiva.
Además, se mantuvo el vínculo entre el archipiélago y el continente colombiano y
Nicaragua no logró que el archipiélago quedara aislado del territorio continental de
Colombia.

En lo referente a la delimitación marítima entre Nicaragua y Colombia la Corte, en su fallo


de ayer traza una línea que empieza al occidente del Archipiélago, entre nuestras islas y
la costa de Nicaragua cometiendo errores graves que Santos calificó de impacto muy
negativo. Equivocadamente, en lugar de limitarse a trazar la línea en el área regulada por
el tratado Esguerra-Bárcenas, el fallo extendió dicha línea al norte y al sur del
archipiélago. Además, la Corte extendió la línea de delimitación marítima hacia el oriente
hasta llegar a 200 millas de la costa nicaragüense lo que significa una reducción de los
derechos de jurisdicción de Colombia sobre áreas marítimas.

Adicionalmente, contradiciendo una doctrina histórica del derecho internacional, al


establecer el límite hacia el oriente del Archipiélago, desconoció otros tratados de límites
suscritos por Colombia. Inexplicablemente después de reconocer la soberanía de
Colombia sobre todo el Archipiélago, y de sostener que éste, como una unidad, generaba
derechos de plataforma continental y zona económica exclusiva la Corte ajustó la línea
de delimitación, dejando los cayos de Serrana, Serranilla, Quitasueño y Bajo Nuevo
separados del resto del archipiélago.

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Lo anterior es inconsistente con lo que la propia Corte había reconocido, e incompatible
con la concepción geográfica de lo que es un archipiélago. Ante estas situaciones,
Santos evidenció la existencia de una contradicción entre este fallo con la Carta
Fundamental y con varios tratados internacionales vigentes.

Por último, Santos se pronunció como conocedor de los intereses y derechos de los
colombianos, y en especial de los habitantes del Archipiélago y dijo que defenderá con
firmeza los derechos de los isleños frente a las repercusiones del fallo. Santos planea
reunirse hoy con los dirigentes y representantes de la comunidad, para evaluar no sólo
esta situación sino el avance de otros compromisos que el Gobierno nacional ha hecho
ese territorio. El fallo de la CIJ confirmó la soberanía colombiana sobre siete cayos
adyacentes al archipiélago formado por las islas de San Andrés, Providencia y Santa
Catalina, pero extendió la soberanía de Nicaragua sobre territorios marítimos al este del
meridiano 82, que en virtud de un tratado bilateral de 1928, invalidado por Nicaragua en
1980, hacía de frontera.

En Nicaragua, el presidente Daniel Ortega, consideró una victoria el hecho de que la línea
divisoria haya avanzado hacia el este del meridiano 82, que está situado a solo 66,1
millas náuticas de la costa nicaragüense. Entretanto en Colombia las reacciones
provienen de las autoridades del archipiélago de San Andrés, que han expresado su
preocupación por las consecuencias, especialmente para la pesca, medio de subsistencia
de gran parte de la población isleña.

La gobernadora de la isla colombiana de San Andrés, Aury Guerrero Bowie, lamentó la


pérdida de territorio marítimo que supone para Colombia el fallo definitivo de la Corte
Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya sobre un litigio de límites con Nicaragua.
Numerosos sanandresanos, que organizaron cadenas de oración durante el fin de
semana para pedir un fallo que les favoreciera, asistieron ayer a una misa y luego se
trasladaron a un parque para ver en directo la lectura del fallo en una pantalla gigante.
Sin embargo, el resultado del mismo fue el menos deseable. En unas declaraciones tras
conocerse el fallo de la CIJ, la gobernadora informó que el presidente colombiano, Juan
Manuel Santos, visitará la isla, ocasión que será aprovechada para defender la necesidad
de buscar soluciones a los problemas que genera el nuevo mapa político de la zona,
especialmente para los pescadores.

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“Ha sido una preocupación y se convierte ahora en una realidad porque se ha cedido y se
ha perdido mar territorial en lo que al departamento insular se refiere”, dijo la gobernadora
a canales de televisión colombianos.

“Todo punto hidrográfico que se trace antes al Meridiano 82° (al este de esa línea) habla
de una pérdida”, subrayó Guerrero.

El Meridiano 82° fue el límite entre los dos países definido por el Tratado Esguerra-
Bárcenas en 1928, cuando Estados Unidos ocupaba Nicaragua, razón por la cual el país
centroamericano rechaza el acuerdo y ha demandado desde 2001 una nueva frontera
marítima.

La CIJ la redefinió ayer al conceder parcialmente a Nicaragua y a Bogotá algunas de sus


reclamaciones.
A Colombia le otorgó los cayos y a Nicaragua una franja de mar al norte y al sur del
archipiélago de San Andrés.

La gobernadora se retiró con su equipo a “tipificar cuánto territorio continental perdió San
Andrés”, pero subrayó que en una porción de mar que ahora pasa a soberanía
nicaragüense se ubica un gran banco de pesca.

“Esa era la línea media sobre la que teníamos cierta inquietud y que nos estaba
generando zozobra en lo que se refiere a la pesca, especialmente la industrial, sin dejar
de contemplar la pesca artesanal, que podría tecnificarse y generar procesos de
desarrollo entre los habitantes de las islas”, dijo la gobernadora.

La mirada del Gobierno nacional “tiene que ser diferente, tiene que ser distinta, tiene que
ser coherente, y como la hemos venido sintiendo hasta ahora, tienen que reforzarse los
criterios con los que se vincula a la sociedad raizal (los isleños) en estos procesos”,
concluyó.

Por su parte, el embajador nicaragüense en Holanda, Carlos José Argüello, declaró


desde La Haya a medios de su país que es un “gran triunfo” y una “victoria” para
Nicaragua, que ha conseguido “espacios marítimos importantísimos”. Antonio Remiro,
abogado de la delegación del país centroamericano, señaló que para Nicaragua el fallo
significa que “ha salido de la jaula del meridiano 82”. Remiro resaltó que la decisión, que

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calificó de inteligente y sabia, haya sido adoptada de “forma unánime” por los jueces del
alto tribunal de Naciones Unidas.

Por último Nicolás Boeglin en el sitio web de CIAR GLOBAL [ CITATION Boe17 \l 10250 ]
hace un análisis más centrado en la actuación procesal el escribe que la estrategia
colombiana, como en el caso de la demanda interpuesta en el 2001 por Nicaragua, ha
consistido en intentar evitar que la CIJ examine el fondo de ambas demandas. Pese a
cuestionar la competencia del juez internacional, presentando Colombia para ambas
demandas una serie de excepciones preliminares, la CIJ se declaró plenamente
competente en su decisión de marzo del 2016, permitiendo que el procedimiento sobre el
fondo continúe sin mayor dilación en ambas demandas.

Ambos fallos dictaminados en La Haya el 17 de marzo de 2016 son muy similares en


cuanto a su redacción, en la medida en que Colombia utilizó y repitió varios de los
argumentos en ambos intentos para sustraerse de la competencia de la CIJ. En la parte
final de ambas decisiones, se encuentra el resultado de la votación en el que aparece y
reaparece con cierta regularidad un voto de quince contra uno, el único voto que se
desmarcó siendo el de los jueces ad hoc designados por Colombia para cada demanda.
Ello evidencia el poco eco a las posiciones de Colombia en el seno mismo de los
integrantes de la CIJ, con unas muy pocas excepciones. Si analizamos uno a uno el
rechazo a estas diversas excepciones, se notará que fueron descartadas en su mayoría
de forma casi unánime por parte de los integrantes titulares de la CIJ. Ello podría
augurarle tiempos difíciles a Colombia de cara al procedimiento ulterior sobre el fondo.

Con relación al uso de las excepciones preliminares y al riesgo que puede acarrear para
el Estado que las presenta, se remite al lector a una breve nota sobre ambas decisiones
de la CIJ, publicada en el sitio Ius360. Se hace notar que, pese a contar la ciencia del
derecho internacional con un valioso instrumento como lo puede ser el Anuario
Colombiano de Derecho Internacional (ACDI), no se ha encontrado análisis
pormenorizado de ambas decisiones de 2015 que hubiésemos querido consultar, y, si
fuese del caso, citar en las referencias bibliográficas.

La presentación de excepciones preliminares constituye un incidente procesal mediante


el cual el Estado demandado pretende demonstrar que la CIJ es incompetente para
conocer sobre el fondo del asunto. Desde el punto de vista estrictamente procesal, las
excepciones preliminares abren un primer compás de espera dentro del procedimiento

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contencioso, en el que, luego de leer y de oír a ambas partes, la CIJ decide si es o no
competente.

En el caso de las dos demandas de Nicaragua contra Colombia, al declararse


competente en ambos casos, el procedimiento contencioso se reanuda y la Corte
procede sin mayor dilación a fijar los plazos para la presentación de escritos por parte de
ambas partes:

 En el caso de la segunda demanda, la CIJ ordenó a Colombia entregar su


contramemoria el 17 de noviembre de 2016 (véase ordenanza de la CIJ en francés el
mismo 17 de marzo de 2016 en que se pronunciaba sobre su competencia). Al
respecto, remitimos a la entrevista hecha por El Tiempo al coagente de Colombia en
La Haya, al depositar Colombia su escrito en noviembre de 2016 a la CIJ (disponible
aquí).

 En el caso de la primera demanda, la ordenanza del 28 de abril de 2016 (véase texto


en inglés) indicó a ambos Estados los siguientes plazos: la memoria de Nicaragua, a
ser entregada el 28 de setiembre de 2016; y la contra memoria de Colombia, el 28 de
setiembre de 2017.

No se ha podido tener acceso al texto de la carta enviada por Colombia 24 horas de la


cita convenida con el Presidente de la CIJ, en aras de conocer las razones alegadas por
la Embajada de Colombia en La Haya para justificar la ausencia de sus representantes a
dicha reunión. Hemos revisado diversas ordenanzas de la CIJ sobre la fijación de plazos
en otros casos contenciosos, para saber si existe algún precedente similar, sin éxito a la
fecha. Tampoco se hizo notorio un documento oficial de Colombia anunciando que no
participaría más a reuniones en La Haya (en razón, por ejemplo, de haber optado por no
comparecer más ante la CIJ).

Ante la duda sobre lo que pudo impedir que un diplomático colombiano se hiciera
presente, nos permitimos solicitar a nuestros estimables lectores colombianos (y en
particular a los integrantes de círculos como la Academia Colombiana de Derecho
Internacional (ACCOLDI) o que forman parte de su aparato diplomático) remitirnos el
texto de esta carta, con el fin de conocer las razones oficiales presentadas por Colombia
a la CIJ para desistir del envío de su representante a una cita de esta naturaleza.

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Usualmente, al estudiar el procedimiento contencioso ante la CIJ, se señala la
importancia de estas reuniones con la Presidencia de la CIJ, al tomar esta última el
parecer de ambas partes para fijar los plazos y resolver asuntos varios de carácter
procesal. Por ejemplo, en el caso de la demanda de Costa Rica contra Nicaragua
presentada en febrero del 2014 en materia de delimitación marítima, en su ordenanza del
1ero de abril del 2014 (véase texto), la CIJ fijó un plazo de diez meses para la
presentación de las piezas escritas: nótese que Costa Rica había pedido un plazo de seis
meses, mientras que Nicaragua había solicitado uno de doce meses para que cada parte
redactara sus alegatos. Como se puede apreciar a partir de este ejemplo entre muchos
otros, para ambas partes es recomendable asistir a estas reuniones.

No obstante lo dicho anteriormente, estamos anuentes a incluir un acápite en el caso de


Colombia, en particular si se logra avanzar la idea de alguna ventaja del Estado que no
asiste. Salvo error de nuestra parte, no se ha oído de una sobrecarga de trabajo de la
legación diplomática en La Haya o de un problema de salud generalizado a todo el
personal de la misión colombiana durante la tercera semana de abril de 2016 que
impidiera enviar a un representante a una cita con el presidente del máximo órgano
jurisdiccional de Naciones Unidas.

A modo de conclusión, cuando, en marzo de 2016, la CIJ rechazó las excepciones


preliminares presentadas por Colombia, el presidente calificó la decisión de la CIJ de
declararse competente como “algo injurioso” para Colombia, anunciando posteriormente
que Colombia optaría por no comparecer más ante la CIJ. Nos permitimos concluir, en
aquella ocasión, nuestro análisis de marzo del 2016 de la siguiente manera: “A la hora de
redactar estas breves líneas, no queda claro si Colombia tiene claridad sobre la
estrategia que está siguiendo desde el 2012 ante las pretensiones de Nicaragua. Su
aparato estatal está exhibiendo ante los ojos del mundo un espectáculo raramente visto,
con un lenguaje corporal inédito en los anales de la justicia internacional (que
posiblemente sea explotada por los hábiles asesores de Nicaragua) “.

V. CONCLUSIONES
_ Ante el Fallo de la CIJ se considera como tal a la emitida en el 2012, donde el estado
colombiano obtiene la soberanía, si bien existe apelación, al no haber fallo definitivo las
zonas en mención siguen bajo la soberanía de Colombia.

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_Si bien la CIJ es salomónica en sus decisiones, no quiere decir que su fallo tendrá que
ser así, sino más bien un fallo justo.

_ Se considera todavía al estado colombiano como soberano de las zonas en litigio en


mención hasta que se dé el fallo definitivo por al CIJ.

_ Se entiende para algunos entendidos que el fallo en sí beneficio más a Nicaragua ya


que ganó un mar territorial y que el estado colombiano está descontento en cuanto al fallo
del CIJ.

_ Para otros entendidos el fallo fue a favor de Colombia puesto que gano territorios, como
es el caso de los islotes, si bien ahí está un lugar turístico como San Andrés, es claro que
Colombia ganó.

_ Por último Colombia fue el que de alguna manera se desenvolvió mejor en los actos
procesales, que lo explicaron en CIAR GLOBAL, pero aduciendo que Colombia fue quien
supo utilizar los instrumentos procesales a su alcance.
VI. REFERENCIAS

Boeglin, N. (9 de Octubre de 2017). CIAR GLOBAL. Obtenido de CIAR GLOBAL:


https://ciarglobal.com/conflicto-maritimo-nicaragua-colombia-contramemoria-colombiana-
ante-la-cij/.

Colombia, C. d. (21 de Abril de 2012). Cancillería de Colombia. Obtenido de Cancillería de


Colombia: http://www.cancilleria.gov.co/newsroom/news/node/3029.

Colombia, C. d. (25 de Noviembre de 2019). El Tiempo. Obtenido de El Tiempo:


https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/audiencias-ante-la-haya-por-conflicto-
entre-colombia-y-nicaragua-serian-en-febrero-437044.

Ensuncho, J. y. (2016). Resumen análitico del conflicto entre Colombia y Nicaragua. Colombia:
Universidad Católica de Colombia.

Infobae. (18 de Noviembre de 2012). Infobae. Obtenido de Infobae:


https://www.infobae.com/2012/11/19/1061694-colombia-nicaragua-un-conflicto-que-lleva-
30-anos/#:~:text=El%20conflicto%20mar%C3%ADtimo%20entre%20Colombia,y
%20Providencia%20ser%C3%ADan%20de%20propiedad

Manzano Iturra, K. (2018). Scielo. Centro de Estudios Geográficos, 141-158. Obtenido de Scielo.

Molina, D. (01 de Abril de 2019). Centro Jurídico Internacional. Obtenido de Centro Jurídico
Internacional: https://accolombianlawyers.com/noticias/2019/04/01/en-que-consiste-el-
pago-por-jornal/.

Nicaragua, A. N. (2012). Asamblea Nacional de Nicaragua. Obtenido de Asamblea Nacional de


Nicaragua: https://www.asamblea.gob.ni/

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OSPESCA. (20 de Noviembre de 2012). OSPESCA. Obtenido de OSPESCA:
https://www.sica.int/busqueda/Noticias.aspx?IDItem=74698&IDCat=2&IdEnt=47

País, E. (19 de Noviembre de 2012). El País. Obtenido de El País:


https://www.elpais.com.co/colombia/analisis-fallo-de-la-haya-sobre-conflicto-con-
nicaragua-fue-agridulce-para.html.

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