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CENTRO UNIVERSITARIO DE ESTUDIOS GLOBALES

LICENCIATURA EN TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN

HISTORIA DE LA LENGUA

ENSAYO TEMA 5

CASTAÑEDA GIRÓN GABRIELA

LIC. DE LA LOZA ORTEGA JOSÉ RAUL

DICIEMBRE, 2020. TAPACHULA, CHIAPAS.


LENGUAS AMERINDIAS

Antes que llegaran los europeos a América, en lo que hoy es la extensión que va
desde Canadá hasta la punta meridional de Sudamérica, existían distintas lenguas
a las cuales hoy se les conoce como lenguas Amerindias. Estas se agrupan en
una sola familia, no porque tengan un origen en común sino hace referencia a la
geografía en la que se encuentran. Hoy, muchas de ellas son inexistentes a
consecuencia de la colonización, y las pocas que sobreviven se tienen en segundo
plano, siendo el inglés, español, portugués y francés (lenguas indoeuropeas) las
dominantes del territorio.

En lo que respecta a las lenguas de los lugares que colonizaron los españoles
Giovanni Botero publicó en el año 1600 un libro titulado “La relazioni universali”, en
el que afirma que con las lenguas guaraní, quechua y náhuatl se podía viajar por
todo el Nuevo Mundo. Tal vez estas lenguas eran una especie de linguas
francas usadas para la intercomunicación entre las diferentes etnias y pueblos.
También, se conocen anécdotas sobre las dificultades que encontraron los
misioneros al querer aprender las lenguas amerindias. Se dice que los agustinos
necesitaban intérpretes durante un año y que luego podían hablar en la lengua
indígena. Pero se cuenta también que un fraile portugués, después de recorrer
Brasil durante doce años confiesa que no sabe nada aún y declara que va a
consultar un Arte para empezar con los nominativos. Hasta el ilustre Padre Vierira,
al referirse a las lenguas del interior del país, dice que a veces, a pesar de que
ponía el oído contra la boca del "bárbaro", no conseguía distinguir las sílabas o
percibir las vocales y consonantes. 

Muchas de las lenguas amerindias son habladas por un grupo muy reducido
de personas, en su mayoría adultos o pertenecientes a una etnia. Los jóvenes se
inclinan más por un idioma extranjero, el primero es el inglés, o si pertenecen a
una etnia tendrán que aprender la lengua nativa del país para tener acceso a una
mejor educación. Esto ha llevado a la extinción de muchas lenguas amerindias, y
junto con ellas han muerto costumbres, tradiciones y conocimiento milenario. En
contraste, muchas de las palabras que son de vocabulario común en una lengua
indoeuropea tienen origen en lenguas amerindias.

Referente si existía o no un sistema de escrituro para las le lenguas


amerindias, solo se tiene constancia de que el maya es la única lengua que
contaba con uno. En lo que hoy está constituido por Estados Unidos y Canadá
todos los sistemas de escritura usados para escribir sus lenguas nativas son el
resultado del estímulo de la escritura europea o han sido inventados por
conquistadores, misioneros o lingüistas. Existen uno creado por el indio cheroqui
Sequoyah para su lengua nativa. Se trata de un silabario en el que cada símbolo
representa una secuencia consonante-vocal.

En cuanto a Sudamérica no es segura la existencia de un sistema nativo de


escritura antes de la llegada de los españoles. Aunque hay dos ejemplos, uno de
los kuna en Colombia y otro en Bolivia y Perú, en ambos casos la influencia
europea los hace sospechosos. Hay ayudas mnemónicas, mezcla de ideogramas
y pictogramas, para recitar textos religiosos en quechua y rituales médicos en
kuna, estando en uso todavía este último.

La diversidad lingüística es algo que caracteriza a las lenguas amerindias, las


características que estas comparten reflejan en general la tipología y no la
gramática. El mayor número de lenguas son lenguas sufijadoras, como
las quechuamarán y la huitoto o usan muchos prefijos y sufijos como
las arahuacanas y panoanas. También hay numerosas lenguas que tienen pocos
prefijos y sufijos, como las ge, caribe o tupianas y a su vez hay unas pocas que
tienen muchos prefijos y más sufijos (hevero o chébero), habiendo otras, raras,
que casi no tienen afijación, como la ona y tewelche. La complejidad de las
palabras varía grandemente, pues mientras que en guaraní se componen de tres
elementos de media, en piro (arahuacana) son de seis. En lenguas como las
caribe o tupianas, las raíces de las palabras son nominales o verbales y pueden
convertirse en otra clase de palabras por afijos derivacionales. En la quechua o en
la mapuche muchas raíces de palabras son nominales y verbales. Otras lenguas
como la yuracare forman sus palabras por reduplicación, un proceso que no
ocurre sistemáticamente en las lenguas tupianas. La composición, esto es, la
formación de dos o más palabras para formar otras nuevas está muy extendido,
aunque en ocasiones, como en la chon, puede estar casi ausente. Las raíces
verbales en las que el objeto nominal está incorporado son también frecuentes.
Muchas lenguas son del tipo aglutinante (quechua, panoano, mapuche), es decir,
combinan varios elementos de significado distintivo en una sola palabra sin
cambiar el elemento. Otras (caribe, tupianas) muestran una moderada cantidad de
cambio y fusión de los elementos cuando se combinan en palabras. La
complejidad de las palabras varía grandemente, pues mientras que en guaraní se
componen de tres elementos de media, en piro (arahuacana) son de seis. En
lenguas como las caribe o tupianas, las raíces de las palabras son nominales o
verbales y pueden convertirse en otra clase de palabras por afijos derivacionales.
En la quechua o en la mapuche muchas raíces de palabras son nominales y
verbales. Otras lenguas como la yuracare forman sus palabras por reduplicación,
un proceso que no ocurre sistemáticamente en las lenguas tupianas. La
composición, esto es, la formación de dos o más palabras para formar otras
nuevas está muy extendido, aunque en ocasiones, como en la chon, puede estar
casi ausente. Las raíces verbales en las que el objeto nominal está incorporado
son también frecuentes. Muchas lenguas son del tipo aglutinante (quechua,
panoano, mapuche), es decir, combinan varios elementos de significado distintivo
en una sola palabra sin cambiar el elemento. Otras (caribe, tupianas) muestran
una moderada cantidad de cambio y fusión de los elementos cuando se combinan
en palabras.

Al igual que ocurre con la gramática, no hay características fonológicas comunes a


todas las lenguas sudamericanas. El número de sonidos puede variar desde 42
en jaqaru (quechuamarán) hasta 17 en campa (arahuacano). La jaqaru tiene 36
consonantes mientras que la makushí (caribe) tiene sólo 11. Algunas lenguas
quechuas tienen sólo 3 vocales mientras que la apinayé (macro-ge) tiene 10
vocales orales y 7 nasales. Un dialecto del tucano (tucanoano) muestra tres
puntos de articulación mientras que la chipaya (macro-mayense) tiene nueve. Las
oclusivas sordas (p, t, k) ocurren por doquier pero las sonoras (b, d, g) pueden
estar ausentes y las fricativas (f, v, s, z) pueden ser pocas en número. Las
oclusivas glotalizadas sordas son corrientes (quechuamarán, chibchano) pero no
las oclusivas glotalizadas sonoras. Menos frecuentes son las aspiradas
(quechuamarán) y palatalizadas (puinave); los sonidos nasales glotalizados
(movima) y las laterales sordas (vilela) son raras. Hay una distinción entre sonidos
velares y postvelares en quechuamarán y chon, entre velar y labiovelar
en tacana y siona; las consonantes retroflexas palatales suceden en pano-
tacanano y chipaya.

Las lenguas amerindias fueron y son ricas en todos los sentidos, llenas de
tradiciones y de un legado legendario. ¿Cómo hubieran sido las cosas sin la
conquista? ¿sobrevivirían las lenguas extintas? Es algo que siempre tendremos la
incógnita y no podremos resolver, lo único que nos resta es mantener el legado de
nuestros ancestros.

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