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EL ESTADO

ABSOLUTISTA
perry
anderson
m
siglo
veintiuno
editores
3KI
INDICE

siglo ventiuno editores, s.a. de c.v.


CERRO DEL AGUA 248, DELEGACION COYOACAN. 04310 MÉXICO. D.F.

siglo veintiuno de españa editores, s.a.


PRINCIPE DE VERGARA, 78 2° DCHA., MADRID. ESPAÑA

Prólogo

PRIMERA PARTE

EUROPA OCCIDENTAL

1. El Estaco absolutista en Occidente


2. Clase y Estado: problemas de periodización
3. España
4. Francia
5. Inglaterra
6. Italia
7. Suecia

SEGUNDA PARTE

EUROPA ORIENTAL

1. El absolutismo en el Este
2. Nobleza y monarquía: la variante oriental
3. Prusia
portada de anhelo hernández 4. Polonia
5. Austria
primera edición en español, 1979 6. Rusia
decimoquinta edición en español, 1998
7. La Casa del Islam
© siglo xxi de españa editores
en coedición con
© siglo xxi editores, s.a. de c.v CONCLUSIONES
isbn 968-23-0946-8

primera edición en inglés, 1974 DOS NOTAS

© nlb
título original: lineages of the absolulisl state A. El feudalismo japonés
B. El «modo de producción asiático»
derechos reservados conforme a la ley
impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico
Indice de nombres
PROLOGO

El objeto de esta obra es intentar un análisis comparado de la


naturaleza y desarrollo del Estado absolutista en Europa. Sus
límites y su carácter general como meditación acerca del pasado
se explican en el prólogo del estudio que le p r e c e d e A h o r a sólo
es preciso añadir algunas consideraciones específicas sobre la
relación de la investigación emprendida en este volumen con
el materialismo histórico. Este libro, concebido como un estudio
marxista del absolutismo, se sitúa deliberadamente entre dos
planos diferentes del discurso marxista que, con frecuencia,
permanecen a considerable distancia el uno del otro. Ha sido
un fenómeno general de las últimas décadas que los historiado-
res marxistas, autores de lo que es ya un impresionante corpus
de investigación, no siempre se hayan interesado por las cues-
tiones teóricas planteadas por los resultados de sus trabajos.
Al mismo tiempo, los filósofos marxistas que han intentado
clarificar o resolver los problemas teóricos básicos del materia-
lismo histórico se han situado con frecuencia muy lejos de los
temas empíricos concretos formulados por los historiadores.
Aquí se ha realizado un esfuerzo por explorar un nivel inter-
medio entre esos dos. Es posible que tal intento sólo sirva como
ejemplo de lo que no debe hacerse. Pero, en cualquier caso, la
finalidad de este estudio es examinar el absolutismo europeo
1 simultáneamente «en general» y «en particular»; es decir, tanto
las estructuras «puras» del Estado absoluto, que lo constituyen
como una categoría histórica fundamental, como las variantes
«impuras» que presentan las específicas y diversas monarquías
de la Europa posmedieval. En buena parte de los escritos mar-
xistas de hoy, estos dos órdenes de realidad están normalmente
separados por una gran línea divisoria. Por una parte, se cons-
truyen, o presuponen, modelos generales «abstractos», no sólo
del Estado absolutista, sino también de la revolución burguesa
o del Estado capitalista, sin ninguna preocupación por sus va-
riantes efectivas. Por otra, se exploran casos locales «concre-
tos», sin referencia a sus implicaciones e interconexiones recí-
procas. Indudablemente, la dicotomía convencional entre estos

1
Passages from Antiquity to feudalism, Londres, 1974, pp. 7-9. [Tran-
siciones de la Antigüedad al feudalismo, Madrid, Siglo XXI, 1979, pp. 1-3.]
2 Prólogo Prólogo 3

procedimientos se deriva de la extendida creencia de que la t a m b i é n en la precedente discusión sobre el feudalismo. E s t o


necesidad inteligible sólo radica en las tendencias más amplias es algo que n o puede darse sin más p o r supuesto, ya que, si
y generales de la historia, que operan, p o r decirlo así, por bien la división e n t r e E u r o p a occidental y oriental es u n lugar
«encima» de las múltiples circunstancias empíricas de las insti- c o m ú n intelectual, r a r a vez ha sido o b j e t o de u n a directa y
tuciones y hechos específicos, cuyo curso o f o r m a real es en sostenida reflexión histórica. La producción más reciente de
buena medida y p o r comparación, resultado de la casualidad. t r a b a j o s serios sobre historia europea ha corregido hasta cierto
Las leyes científicas —en el caso en que tal concepto se acep- p u n t o el tradicional desequilibrio geopolítico de la historiogra-
te—, se mantienen sólo para o b t e n e r categorías universales: fía occidental, con su característico olvido de la mitad oriental
los o b j e t o s singulares se consideran como pertenecientes al del continente. Pero todavía queda un largo camino hasta alcan-
á m b i t o de lo fortuito. La consecuencia práctica de esta división zar un razonable equilibrio de interés. Con todo, lo u r g e n t e no
es que los conceptos generales —tales como Estado absolutista, es t a n t o u n a m e r a paridad en la c o b e r t u r a de a m b a s regiones
revolución burguesa o Estado capitalista— se convierten fre- c u a n t o una explicación c o m p a r a d a de su división, u n análisis
cuentemente en algo tan lejano de la realidad histórica que de sus diferencias y u n a estimación de la dinámica de sus inter-
d e j a n de tener toda fuerza explicativa, m i e n t r a s que los estudios conexiones. La historia de E u r o p a oriental n o es u n a m e r a y
particulares —confinados a períodos o áreas delimitados— no m á s pobre copia de la de E u r o p a occidental, que podría yuxta-
pueden desarrollar o clarificar ninguna teoría global. La pre- ponerse al lado de ésta sin a f e c t a r a su estudio; el desarrollo
misa de este t r a b a j o es que no existe en la explicación histórica de las regiones más «atrasadas» del continente a r r o j a u n a insó-
ninguna línea divisoria entre lo necesario y lo contingente que lita luz sobre las regiones más «avanzadas», y con frecuencia
separe entre sí dos tipos de investigación: la «larga duración» saca a la superficie nuevos p r o b l e m a s q u e permanecían ocultos
f r e n t e a la «corta duración» o lo «abstracto» f r e n t e a lo «con- d e n t r o de ella p o r las limitaciones de u n a introspección pura-
creto». La división se da tan sólo e n t r e lo que se conoce —ve- m e n t e occidental. Así pues, y al c o n t r a r i o de la práctica normal,
rificado p o r la investigación histórica— y lo que se desconoce, la división vertical del continente e n t r e Occidente y Oriente se
pudiendo a b a r c a r esto último t a n t o los mecanismos de los he- toma a lo largo de todo el libro como u n principio central q u e
chos singulares como las leyes de f u n c i o n a m i e n t o de e s t r u c t u r a s organiza los materiales de la discusión. Dentro de cada zona
completas. En principio, ambos son igualmente susceptibles de h a n existido siempre, p o r supuesto, grandes diferencias socia-
u n adecuado conocimiento de su causalidad. (En la práctica, les y políticas q u e aquí se c o n t r a s t a n e investigan en su espe-
los testimonios históricos que han llegado hasta nosotros pue- cífica entidad. La finalidad de este procedimiento es sugerir
den ser tan insuficientes o contradictorios que no p e r m i t a n u n a tipología regional q u e pueda ayudar a clarificar las diver-
f o r m u l a r juicios definitivos; pero ésta es o t r a cuestión: de do- gentes trayectorias de los más i m p o r t a n t e s estados absolutistas
cumentación y no de inteligibilidad.) Uno de los principales pro- de E u r o p a oriental y occidental. Tal tipología podría servir pre-
pósitos del estudio aquí e m p r e n d i d o es, p o r tanto, i n t e n t a r man- cisamente p a r a indicar, a u n q u e sea sólo en f o r m a de esbozo
tener s i m u l t á n e a m e n t e en tensión dos planos de reflexión que, ese tipo plano conceptual intermedio que se pierde t a n t a s ve
de f o r m a injustificable, han estado divorciados en los escritos ees, y no sólo en los estudios sobre el absolutismo, sino tambiér
marxistas, debilitando su capacidad p a r a f o r m u l a r u n a teoría en otros muchos temas, e n t r e las genéricas construcciones teó
racional y controlable en el campo de la historia. ricas y los particulares casos históricos.
El v e r d a d e r o alcance del estudio que sigue se manifiesta en
tres anomalías o discrepancias respecto a los t r a t a m i e n t o s orto- E n tercer lugar, y p o r último, la selección del objeto de este
doxos del tema. La p r i m e r a de ellas es que aquí se concede estudio —el E s t a d o absolutista— ha d e t e r m i n a d o u n a articu
m u c h a m á s antigüedad al absolutismo, como ya estaba implí- lación t e m p o r a l diferente a la de los géneros ortodoxos de his
cito en la naturaleza del estudio que ha servido de prólogo a toriografía. Los marcos tradicionales de la producción h i s t ó r i a
éste. En segundo lugar, y d e n t r o de los límites del continente son países singulares o períodos cerrados. La gran mayoría di
explorado en estas páginas —Europa—, se ha realizado u n sis- la investigación cualificada se lleva a cabo d e n t r o de los confi
temático esfuerzo para d a r un t r a t o equivalente y complemen- nes nacionales; y cuando u n t r a b a j o los sobrepasa p a r a alcanza:
tario a sus zonas occidentales y orientales, tal como se hacía u n a perspectiva internacional, n o r m a l m e n t e toma c o m o f r o n t e r ;
u n a época delimitada. E n a m b o s casos, el t i e m p o histórico n<
2 4
2 Prólogo Prólogo 5

parece p r e s e n t a r n o r m a l m e n t e ningún p r o b l e m a : t a n t o en los aquí considerados, c o m o c o n t e m p o r á n e o s de las diversas fases


«anticuados» estudios narrativos c o m o en los «modernos» estu- del absolutismo en E u r o p a . Sus fechas son las m i s m a s ; sus
dios sociológicos, los hechos y las instituciones aparecen baña- tiempos están separados. La desconocida y desconcertante his-
dos en u n a temporalidad más o menos continua y homogénea. toria de las sucesivas revoluciones burguesas n o nos atañe ahora;
Aunque todos los historiadores son n a t u r a l m e n t e conscientes el p r e s e n t e ensayo se limita a la naturaleza y desarrollo de los
de que el ritmo de cambio es distinto según los diversos niveles estados absolutistas que f u e r o n sus antecedentes y sus adver-
o sectores de la sociedad, la conveniencia y la c o s t u m b r e dictan sarios políticos. Dos estudios posteriores t r a t a r á n específica y
f r e c u e n t e m e n t e que la f o r m a de un t r a b a j o implica o conlleva sucesivamente de la cadena de las grandes revoluciones burgue-
un m o n i s m o cronológico. Es decir, sus materiales se t r a t a n sas —desde la rebelión de los Países B a j o s h a s t a la unificación
como si c o m p a r t i e r a n un común p u n t o dé p a r t i d a y u n a conclu- de Alemania— y de la e s t r u c t u r a de los estados capitalistas con-
sión c o m ú n enlazados por un simple t r a m o de tiempo. En este t e m p o r á n e o s que finalmente, tras u n largo proceso de evolución
estudio no hay tal medio temporal u n i f o r m e , p r e c i s a m e n t e por- ulterior, emergieron de ellas. Algunas de las implicaciones teó-
que los tiempos de los principales absolutismos de E u r o p a ricas y políticas de los a r g u m e n t o s adelantados en el p r e s e n t e
—oriental y occidental— f u e r o n e n o r m e m e n t e diversos, y esa volumen a p a r e c e r á n con toda claridad en esos estudios.
misma diversidad es constitutiva de sus respectivas naturalezas Quizá sea precisa u n a última p a l a b r a sobre la elección del
como sistemas de Estado. El absolutismo español s u f r i ó su Estado c o m o t e m a central de reflexión. En la actualidad, c u a n d o
p r i m e r a gran d e r r o t a a finales del siglo xvi en los Países Ba- la «historia desde abajo» se h a convertido en u n a consigna
jos; el absolutismo inglés fue d e r r i b a d o a mediados del si- t a n t o en los círculos marxistas c o m o en los no marxistas, y h a
glo x v n ; el absolutismo f r a n c é s d u r ó hasta el final del si- p r o d u c i d o considerables avances en n u e s t r a c o m p r e n s i ó n del
glo x v i n ; el absolutismo prusiano sobrevivió hasta finales del pasado, es necesario recordar, sin embargo, u n o de los axiomas
siglo xix; el absolutismo ruso sólo f u e d e r r o c a d o en el siglo xx. básicos del materialismo histórico: la lucha secular e n t r e las
Las amplias diferencias en la cronología de estas grandes estruc- clases se resuelve en ú l t i m o t é r m i n o en el nivel político de la
t u r a s correspondieron inevitablemente a u n a p r o f u n d a diversi- sociedad, y n o en el económico o cultural. En o t r a s palabras,
dad en su composición y evolución. Y como el o b j e t o específico m i e n t r a s las clases subsistan, la construcción y destrucción de
de este estudio es todo el espectro del absolutismo europeo, los estados es lo que cierra los cambios básicos en las relacio-
ninguna temporalidad singular p u e d e cubrirlo. La historia del nes de producción. Una «historia desde arriba» —una historia
absolutismo tiene m u c h o s y yuxtapuestos comienzos, y finales de la i n t r i n c a d a m a q u i n a r i a de la dominación de clase— es, p o r
escalonados y dispares. Su unidad f u n d a m e n t a l es real y pro- tanto, n o m e n o s esencial que u n a «historia desde abajo». En
f u n d a , pero no es la de un continuo lineal. La duración com ¡ efecto, sin aquélla ésta acabaría teniendo u n a sola cara, a u n q u e
pleja del absolutismo europeo, con sus múltiples r u p t u r a s y f u e r a la cara m e j o r . Marx escribió en su m a d u r e z : «La libertad
desplazamientos de u n a región a otra, condiciona la presenta- consiste en convertir al E s t a d o de ó r g a n o que está p o r encima
ción del material histórico de este estudio. Por tanto, aquí se de la sociedad en u n ó r g a n o c o m p l e t a m e n t e s u b o r d i n a d o a ella,
omite el ciclo completo de los procesos y sucesos que aseguraron y las f o r m a s de E s t a d o siguen siendo hoy más o menos libres
el t r i u n f o del m o d o de producción capitalista en E u r o p a t r a s en la medida en que limitan la "libertad" del Estado.» Cien
los comienzos de la época m o d e r n a . Cronológicamente, las pri- años después, la abolición del E s t a d o continúa siendo u n o de
m e r a s revoluciones burguesas acaecieron m u c h o antes de las los objetivos del socialismo revolucionario. Pero el s u p r e m o
últimas m e t a m o r f o s i s del absolutismo; sin embargo, para los significado que se concede a su desaparición final testimonia
propósitos de este libro, son categorialmente posteriores, y se todo el peso de su previa presencia en la historia. El absolutis-
considerarán en un estudio subsiguiente. Así pues, aquí n o se mo, p r i m e r sistema estatal internacional en el m u n d o m o d e r n o ,
discuten ni exploran fenómenos f u n d a m e n t a l e s como la acumu- todavía n o ha agotado en m o d o alguno sus secretos o sus lec-
lación originaria de capital, el comienzo de la r e f o r m a religiosa, ciones p a r a nosotros. El o b j e t o de este t r a b a j o es c o n t r i b u i r a
la f o r m a c i ó n de las naciones, la expansión del imperialismo ul- u n a discusión de algunos de ellos. Sus errores, equivocaciones,
t r a m a r i n o o el advenimiento de la industrialización, a u n q u e carencias, solecismos e ilusiones p u e d e n d e j a r s e con toda tran-
todos ellos se incluyen en el á m b i t o f o r m a l de los «períodos» quilidad a la crítica de u n debate colectivo.
PRIMERA PARTE

EUROPA OCCIDENTAL
1. EL ESTADO ABSOLUTISTA EN OCCIDENTE

La larga crisis de la economía y la sociedad europeas d u r a n t e


los siglos xiv y xv puso de manifiesto las dificultades y los lími-
tes del m o d o de producción feudal en el p o s t r e r p e r í o d o me-
d i e v a l ¿ C u á l f u e el resultado político final de las convulsiones
continentales de esta época? En el t r a n s c u r s o del siglo xvi
apareció en Occidente el E s t a d o absolutista. Las m o n a r q u í a s
centralizadas de Francia, Inglaterra y E s p a ñ a r e p r e s e n t a r o n u n a
r u p t u r a decisiva con la soberanía piramidal y f r a g m e n t a d a de
las formaciones sociales medievales, con sus sistemas de feudos
y estamentos. La controversia acerca de la naturaleza histórica
de estas m o n a r q u í a s persiste desde que Engels, en u n a f r a s e
célebre, d e t e r m i n ó que eran el p r o d u c t o de u n equilibrio de clase
entre la vieja nobleza feudal y la nueva burguesía u r b a n a :
«Sin embargo, p o r excepción, hay períodos en que las clases
en lucha están tan equilibradas (Gleichgewicht halten), que el
p o d e r del Estado, c o m o m e d i a d o r aparente, adquiere cierta
independencia m o m e n t á n e a respecto a u n a y otra. En este caso
se halla la m o n a r q u í a absoluta de los siglos x v n y XVIII, q u e
m a n t e n í a a nivel la balanza (gegeneinander balanciert) e n t r e
la nobleza y el e s t a d o llano» 2 . Las múltiples reservas de este
> p a s a j e indican cierta inseguridad conceptual p o r p a r t e de En-
gels. Pero u n detenido examen de las sucesivas formulaciones
t a n t o de Marx como de Engels revela que u n a concepción simi-
lar del absolutismo fue, de hecho, u n rasgo relativamente per-
m a n e n t e en sus obras. Engels repitió la m i s m a tesis básica de
f o r m a m á s categórica en o t r o lugar, s u b r a y a n d o que «la con-
dición f u n d a m e n t a l de la antigua m o n a r q u í a absoluta» era «el
equilibrio (Gleichgewicht) e n t r e la nobleza t e r r a t e n i e n t e y la

' Véase su análisis en Passages from Antiquity to feudalism, Londres,


1974, que precede a este estudio. [Transiciones de la Antigüedad al feuda-
lismo, Madrid, Siglo XXI, 1979.]
' The origin of the family, prívate property and the State, en K. Marx
y F. Engels, Selected Works, Londres, 1968, p. 588 [ E l origen de la fami-
lia, la propiedad privada y el Estado, en K. Marx y F. Engels, Obras
escogidas, Madrid, Akal, 1975, II, p. 339); K. Marx y F. Engels, Werke,
volumen 21, p. 167.
Europa occidental
10 El Estado absolutista en Occidente 11
3
burguesía» . Evidentemente, la clasificación del absolutismo h a n debatido el p r o b l e m a de la naturaleza social del absolutismo
como m e c a n i s m o de equilibrio político e n t r e la nobleza y la h a s t a n u e s t r o s días. Evidentemente, u n a solución correcta de
burguesía se desliza a m e n u d o hacia su designación implícita este p r o b l e m a es vital p a r a n u e s t r a comprensión de la transi-
o explícita en lo f u n d a m e n t a l como u n tipo de E s t a d o burgués ción del feudalismo al capitalismo, y de los sistemas políticos
en cuanto tal. Este deslizamiento es evidente, sobre todo, en el que la caracterizaron. Las m o n a r q u í a s absolutas i n t r o d u j e r o n
propio Manifiesto comunista, en el que la función política de unos ejércitos y u n a burocracia p e r m a n e n t e s , u n sistema nacio-
la burguesía « d u r a n t e el período de la m a n u f a c t u r a » se carac- nal de impuestos, u n derecho codificado y los comienzos de u n
teriza sin ninguna solución de continuidad c o m o «contrapeso m e r c a d o unificado. Todas estas características parecen ser emi-
(Gegengewicht) de la nobleza en las m o n a r q u í a s feudales o ab- n e n t e m e n t e capitalistas, y como coinciden con la desaparición
solutas y, en general, piedra angular (Hauptgrundlage) de las de la servidumbre, institución nuclear del primitivo m o d o d e
grandes m o n a r q u í a s » 4 . La equívoca transición desde «contra- producción feudal en Europa, las descripciones hechas p o r Marx
peso» a «piedra angular» aparece también en otros textos. Engels y Engels del a b s o l u t i s m o c o m o u n sistema estatal q u e repre-
p u d o referirse a la época del absolutismo como la era en que senta un equilibrio e n t r e la burguesía y la nobleza, o incluso
«la nobleza feudal f u e obligada a c o m p r e n d e r que el período u n dominio abierto del m i s m o capital, h a n p a r e c i d o con m u c h a
de su dominación social y política había llegado a su fin» 5 . frecuencia plausibles. Sin embargo, u n estudio m á s detenido
Marx, p o r su parte, a f i r m ó r e p e t i d a m e n t e que las e s t r u c t u r a s de las e s t r u c t u r a s del E s t a d o absolutista en Occidente niega
administrativas del nuevo E s t a d o absoluto eran un i n s t r u m e n t o inevitablemente la validez de tales juicios. El fin de la servi-
específicamente burgués. «Bajo la m o n a r q u í a absoluta», escri- d u m b r e n o significó p o r sí m i s m o la desaparición de las rela-
bió, «la burocracia n o era m á s que el medio p a r a p r e p a r a r la ciones feudales en el campo. La identificación de a m b o s fenó-
dominación de clase de la burguesía». Y en o t r o lugar a f i r m ó menos es u n e r r o r común, p e r o es evidente q u e la coerción pri-
q u e «el p o d e r estatal centralizado, con sus órganos omnipoten- vada extraeconómica, la dependencia personal y la combinación
tes: el ejército p e r m a n e n t e , la policía, la burocracia, el clero del p r o d u c t o r i n m e d i a t o con los i n s t r u m e n t o s de producción, n o
y la m a g i s t r a t u r a —órganos creados con arreglo a u n plan de desaparecieron necesariamente c u a n d o el excedente r u r a l d e j ó
división sistemática y j e r á r q u i c a del t r a b a j o — procede de los de ser extraído en f o r m a de t r a b a j o o de entregas en especie
tiempos de la m o n a r q u í a absoluta y sirvió a la naciente socie- p a r a convertirse en r e n t a en dinero: m i e n t r a s la p r o p i e d a d
dad burguesa como u n a r m a poderosa en sus luchas c o n t r a el agraria aristocrática c e r r ó el p a s o a u n m e r c a d o libre de tierras
feudalismo» 6 . y a la movilidad real de la m a n o de o b r a —en o t r a s palabras,
Todas estas reflexiones sobre el a b s o l u t i s m o eran m á s o m i e n t r a s el t r a b a j o n o se separó de las condiciones sociales
menos f o r t u i t a s y alusivas: ninguno de los f u n d a d o r e s del ma- de su existencia p a r a t r a n s f o r m a r s e en «fuerza de trabajo»—,
terialismo histórico hizo j a m á s u n a teorización directa de las las relaciones de producción rurales continuaron siendo feuda-
nuevas m o n a r q u í a s centralizadas que surgieron en la E u r o p a les. En El capital, el m i s m o Marx clarificó este p r o b l e m a en su
del Renacimiento. Su exacto significado se d e j ó al juicio de las correcto análisis teórico de la r e n t a del suelo: «La t r a n s f o r m a -
generaciones siguientes, y, de hecho, los historiadores marxistas ción de la r e n t a en t r a b a j o en la r e n t a en p r o d u c t o s n o altera
en absoluto, económicamente hablando, la esencia de la r e n t a
5
Zur Wohnungsfrage, en Werke, vol. 18, p. 258. [Contribución al pro-
de la tierra [ . . . ] E n t e n d e m o s aquí p o r r e n t a en d i n e r o [•••]
blema de la vivienda, en Obras escogidas, I, p. 636.] la r e n t a e m a n a d a de u n a m e r a t r a s m u t a c i ó n f o r m a l de la r e n t a
4
K. Marx y F. Engels, Selected Works, p. 37 [Obras escogidas, I, p. 24]; en productos, del m i s m o m o d o que esta m i s m a era sólo la r e n t a
Werke, vol. 4, p. 464. en t r a b a j o t r a n s f o r m a d a [ . . . ] La b a s e de esta clase de renta,
5
Vber den Verfall des Feudalismus und das Aufkommen der Bourgeoi- a p e s a r de acercarse a su disolución, sigue siendo la m i s m a q u e
sie, en Werke, vol. 21, p. 398. En la frase aqui citada, la dominación «polí-
tica» es expresamente staatliche. en la r e n t a en p r o d u c t o s que constituye el p u n t o de partida.
6
La primera formulación procede de The Eighteenth Brumaire of Louis El p r o d u c t o r directo sigue siendo, como antes, poseedor here-
Bonaparte, en Selected Works, p. 171 [El dieciocho Brumario de Luis ditario o, de alguna otra manera, tradicional del suelo, y quien
Bonaparte, en Obras escogidas, I, p. 340]; la segunda es de The civil war
in France, en Selected Works, p. 289 [La guerra civil en Francia, en Obras
debe tributarle al terrateniente, en c u a n t o p r o p i e t a r i o de la tie-
escogidas, vol. 1, p. 539], rra, de su condición de t r a b a j o más esencial, u n t r a b a j o for-
Europa occidental El Estado absolutista en Occidente
12
zado excedentario, es decir, t r a b a j o impago, efectuado sin equi- de dominación de la b u r g u e s í a » L a nueva f o r m a del p o d e r
valente, en la f o r m a de p l u s p r o d u c t o t r a n s f o r m a d o en dine- nobiliario estuvo determinada, a su vez, p o r el desarrollo de la
ro» 7 . Los señores q u e continuaron siendo propietarios de los producción e i n t e r c a m b i o de mercancías en las formaciones so-
medios de producción f u n d a m e n t a l e s en cualquier sociedad ciales de transición de la p r i m e r a época m o d e r n a . Althusser h a
preindustrial f u e r o n , desde luego, los nobles terratenientes. Du- especificado c o r r e c t a m e n t e su c a r á c t e r en este sentido: «El ré-
r a n t e toda la t e m p r a n a edad m o d e r n a , la clase económica y gimen político de la m o n a r q u í a absoluta es tan sólo la nueva
políticamente d o m i n a n t e fue, pues, la misma que en la era me- f o r m a política necesaria p a r a el m a n t e n i m i e n t o del dominio y
dieval: la aristocracia feudal. E s t a nobleza s u f r i ó u n a p r o f u n d a explotación feudal en u n período de desarrollo de u n a econo-
m e t a m o r f o s i s d u r a n t e los siglos siguientes al fin de la E d a d mía de m e r c a d o » 9 . Pero las dimensiones de la t r a n s f o r m a c i ó n
Media, p e r o desde el comienzo h a s t a el final de la historia del histórica que e n t r a ñ a el advenimiento del a b s o l u t i s m o n o deben
absolutismo n u n c a f u e desalojada de su dominio del p o d e r ser minimizadas de ninguna m a n e r a . Por el contrario, es fun-
político. damental c o m p r e n d e r toda la lógica y la i m p o r t a n c i a del cam-
bio decisivo en la e s t r u c t u r a del E s t a d o aristocrático y de la
Los cambios en las formas de explotación feudal que acaecie-
propiedad feudal que p r o d u j o el nuevo f e n ó m e n o del abso-
ron al final de la época medieval n o f u e r o n en absoluto insig-
lutismo.
nificantes; p o r el contrario, son precisamente esos cambios los
q u e modifican las f o r m a s del Estado. El absolutismo f u e esen- El feudalismo c o m o m o d o de producción se definía origina-
cialmente eso: un aparato reorganizado y potenciado de domi- riamente p o r u n a unidad orgánica de economía y política, para-
dójicamente distribuida en u n a cadena de soberanías fragmen-
nación feudal, destinado a m a n t e n e r a las m a s a s campesinas en
tadas a lo largo de toda la f o r m a c i ó n social. La institución de
su posición social tradicional, a p e s a r y en c o n t r a de las m e j o r a s
la s e r v i d u m b r e c o m o m e c a n i s m o de extracción del excedente
que habían c o n q u i s t a d o p o r medio de la amplia conmutación
fundía, en el nivel molecular de la aldea, la explotación eco-
de las cargas. Dicho de otra f o r m a , el E s t a d o absolutista n u n c a
nómica y la coerción político-legal. El señor, a su vez, tenía q u e
f u e u n á r b i t r o e n t r e la aristocracia y la burguesía ni, m u c h o
p r e s t a r h o m e n a j e principal y servicios de caballería a u n señor
menos, u n i n s t r u m e n t o de la naciente burguesía c o n t r a la aris- s u p r e m o que reclamaba el dominio ú l t i m o de la tierra. Con la
tocracia: f u e el nuevo caparazón político de u n a nobleza ame- conmutación generalizada de las cargas p o r u n a r e n t a en dinero,
nazada. Hace veinte años, Hill r e s u m í a así el consenso de u n a
generación de historiadores marxistas, ingleses y rusos: «La ' Christopher Hill, «Coment», Science and Society, xvn, 4, otoño de
m o n a r q u í a absoluta f u e u n a f o r m a diferente de m o n a r q u í a feu- 1953, p. 351 [La transición del feudalismo al capitalismo, cit.]. Los tér-
dal, distinta de la m o n a r q u í a de e s t a m e n t o s feudales que la minos de esta afirmación deben tratarse con mucho cuidado. El carácter
precedió, p e r o la clase d o m i n a n t e continuó siendo la misma, general y caracterizador de una época del absolutismo hace inadecuada
cualquier comparación formal entre él y los regímenes locales y excep-
exactamente igual que u n a república, u n a m o n a r q u í a constitu- cionales del fascismo.
cional y u n a dictadura fascista p u e d e n ser todas ellas f o r m a s ' Louis Althusser, Montesquieu, la politique et l'histoire, París, 1969,
página 117 [Montesquieu, la política y la historia, Madrid, Ciencia Nueva,
1968, p. 97]. Aquí se selecciona esta formulación por ser reciente y repre-
' El capital, Madrid, Siglo XXI, 1975-1979, libro n i , vol. 8, pp. 110, 113, sentativa. La creencia en el carácter capitalista o cuasi capitalista del
114. La exposición que hace Dobb de este problema fundamental, en su absolutismo puede encontrarse todavía, sin embargo, de forma ocasional.
réplica a Sweezy, en el famoso debate de los años cincuenta sobre la Poulantzas comete la imprudencia de clasificarlo así en su, por otra
transición del feudalismo al capitalismo, es lúcida e incisiva: Science and parte, importante obra Pouvoir politique et classes sociales, París, 1968,
Society, xiv, 2, primavera de 1950, pp. 157-67, especialmente 163-4 [el con- páginas 169-80 [Poder político y clases sociales en el Estado capitalista,
junto del debate, con algunas aportaciones más actuales, se recoge en Madrid, Siglo XXI, 1972, pp. 202-211], aunque sus términos son vagos y
Rodney Aitton, comp., The transition from feudalism to capitalism, Lon- ambiguos. El reciente debate sobre el absolutismo ruso en las revistas
dres, NLB, 1976; trad. cast.: La transición del capitalismo al feudalismo, históricas soviéticas revela algunos ejemplos aislados similares, aunque
Barcelona, Critica, 1977]. La importancia teórica del problema es evidente. cronológicamente más matizados; véase, por ejemplo, A. Ya. Avrej, «Russ-
En el caso de un país como Suecia, por ejemplo, los habituales estudios kii absoliutizm i evo rol' v utverzhdenie kapitalizma v Rossii», Istoriya
históricos todavía afirman que «no hubo feudalismo», a causa de la ausen- SSSR, febrero de 1968, pp. 83-104, que considera al absolutismo como «el
cia de una servidumbre propiamente dicha. Por supuesto, las relaciones prototipo del Estado burgués» (p. 92). Los puntos de vista de Avrej fueron
feudales predominaron en el campo sueco, de hecho, durante toda la criticados con dureza en el debate posterior, y no expresan la tendencia
última era medieval. general de la discusión.
El Estado absolutista en Occidente 15
14 Europa occidental
tórico. El efecto final de esta redistribución del p o d e r social
la unidad celular de la opresión política y económica del cam- de la nobleza f u e r o n la m a q u i n a r i a de E s t a d o y el o r d e n jurídico
p e s i n a d o se vio gravemente debilitada y en peligro de disolu- absolutistas, cuya coordinación h a b r í a de a u m e n t a r la eficacia
ción (el final de este camino sería el « t r a b a j o libre» y el «con- del dominio aristocrático al reducir a u n c a m p e s i n a d o n o ser-
t r a t o salarial»). El p o d e r de clase de los señores feudales quedó, vil a nuevas f o r m a s de dependencia y explotación. Los estados
pues, d i r e c t a m e n t e amenazado p o r la desaparición gradual de monárquicos del Renacimiento f u e r o n , ante t o d o y sobre todo,
la servidumbre. El resultado f u e u n desplazamiento de la coer- i n s t r u m e n t o s modernizados p a r a el m a n t e n i m i e n t o del dominio
ción política en u n sentido ascendente hacia u n a cima centra- nobiliario sobre las m a s a s rurales.
lizada y militarizada: el E s t a d o absolutista. La coerción, diluida Al m i s m o tiempo, sin embargo, la aristocracia tenía que
en el plano de la aldea, se concentró en el plano «nacional». El a d a p t a r s e a u n nuevo antagonista: la burguesía mercantil que
resultado de este proceso f u e u n a p a r a t o r e f o r z a d o de p o d e r se había desarrollado en las ciudades medievales. Ya se ha visto
real, cuya función política p e r m a n e n t e era la represión de las que f u e precisamente la intromisión de esta tercera presencia
masas campesinas y plebeyas en la base de la j e r a r q u í a social. lo que impidió que la nobleza occidental a j u s t a r a cuentas con
Esta nueva m a q u i n a r i a de Estado, sin embargo, estaba inves- el campesinado al m o d o oriental, esto es, aniquilando su resis-
tida p o r su propia naturaleza de u n a fuerza coactiva capaz de tencia y encadenándolo al señorío. La ciudad medieval p u d o
d e s t r u i r o disciplinar a individuos y grupos dentro de la m i s m a desarrollarse gracias a la dispersión j e r á r q u i c a de la soberanía
nobleza. Como veremos, la llegada del absolutismo n u n c a fue, en el m o d o de producción feudal, que había liberado a las eco-
p a r a la propia clase dominante, u n suave proceso de evolución, nomías u r b a n a s de la dominación directa de u n a clase domi-
sino que estuvo m a r c a d a p o r r u p t u r a s y conflictos extremada- n a n t e rural 1 0 . E n este sentido, c o m o ya hemos visto, las ciu-
m e n t e duros en el seno de la aristocracia feudal, a cuyos inte- dades n u n c a f u e r o n exógenas al f e u d a l i s m o de Occidente. De
reses colectivos en ú l t i m o t é r m i n o servía. Al m i s m o tiempo, el
c o m p l e m e n t o objetivo de la concentración política del p o d e r en 10
El famoso debate entre Sweezy y Dobb, con las contribuciones de
la cúspide del o r d e n social, en u n a m o n a r q u í a centralizada, f u e Takahashi, Hilton y Hill, en Science and Society, 1950-53 [La transición
la consolidación, p o r d e b a j o de ésta, de las unidades de pro- del feudalismo al capitalismo, cit.], es hasta ahora el único tratamiento
piedad feudal. Con el desarrollo de las relaciones mercantiles, marxista sistemático de los problemas fundamentales de la transición del
la disolución de los lazos primarios e n t r e la explotación eco- feudalismo al capitalismo. En un importante aspecto, sin embargo, este
debate gira en torno a un problema falso. Sweezy argumentó (siguiendo
nómica y la coerción político-legal c o n d u j o n o sólo a u n a cre- a Pirenne) que el «primer motor» de la transición fue un agente «externo»
ciente proyección de esta última sobre la cúspide m o n á r q u i c a de disolución, esto es, los enclaves urbanos que destruyeron la economía
del sistema social, sino también a u n fortalecimiento compen- agraria feudal por la expansión del intercambio mercantil en las ciuda-
satorio de los títulos de propiedad que garantizaban aquella des. Dobb replicó que el impulso hacia la transición debe situarse dentro de
las contradicciones de la propia economía agraria, generadoras de una
explotación. E n o t r a s palabras: con la reorganización del sis- diferenciación social del campesinado y de la expansión del pequeño pro-
t e m a político feudal en su totalidad, y la disolución del sistema ductor. En un ensayo posterior sobre el mismo tema, Vilar formuló ex-
original de feudos, la propiedad de la tierra tendió a hacerse plícitamente el problema de la transición como un problema de determi-
progresivamente menos «condicional», al t i e m p o que la sobe- nación de la correcta combinación de cambios agrarios «endógenos» y
comerciales-urbanos «exógenos», a la vez que insistía por su parte en la
ranía se hacía correlativamente m á s «absoluta». El debilita- importancia de la economía mercantil atlántica del siglo xvi: «Problems
m i e n t o de las concepciones medievales de vasallaje se desarrolló in the formation of capitalism», Past and Present, 10, noviembre de 1956,
en a m b a s direcciones: m i e n t r a s confería a la m o n a r q u í a unos páginas 33-34. [«El problema de la formación del capitalismo», en Creci-
poderes nuevos y extraordinarios, emancipó las propiedades de miento y desarrollo, Barcelona, Ariel, 1974.] En un importante y reciente
estudio, «Town and country in the transition to capitalism» [New Left
la nobleza de sus tradicionales limitaciones. En la nueva época, Review, 93, septiembre-octubre de 1975; incluido también en La transición
la propiedad agraria a d o p t ó silenciosamente u n a f o r m a alodial del feudalismo al capitalismo, cit.], John Merrington ha resuelto esta anti-
(para u s a r u n t é r m i n o que habría de volverse anacrónico en nomia demostrando la verdad básica de que el feudalismo europeo —lejos
de constituir una economía exclusivamente agraria— es el primer modo
u n clima jurídico t r a n s f o r m a d o ) . Los m i e m b r o s individuales de de producción de la historia que concede un lugar estructural autónomo
la clase aristocrática, que perdieron progresivamente los dere- a la producción y al comercio urbanos. En este sentido, el crecimiento
chos políticos de representación en la nueva era, registraron de las ciudades en el feudalismo de Europa occidental es una evolución
avances en la propiedad, como reverso del m i s m o proceso his- tan «interna» como la disolución del señorío.
El Estado absolutista en Occidente
17
16 Europa occidental

hecho, la condición f u n d a m e n t a l de su existencia f u e la «desto- técnicos decisivos, q u e echaron los f u n d a m e n t o s del Renaci-
talización» única de la soberanía en el m a r c o del p o d e r político- m i e n t o europeo, se c o n c e n t r a r o n en la segunda m i t a d del si-
glo xv, y f u e entonces, hacia 1470, c u a n d o al fin cedió en Francia
económico del feudalismo. De ahí la resistencia de las ciudades e I n g l a t e r r a la secular depresión agrícola.
d e Occidente a lo largo de la p e o r crisis del siglo xiv, q u e
• r r u i n ó t e m p o r a l m e n t e a t a n t a s familias patricias de las u r b e s E s t a f u e p r e c i s a m e n t e la época en que acaeció, en u n país
mediterráneas. Los Bardi y Peruzzi se h u n d i e r o n en Florencia, t r a s otro, u n r e p e n t i n o y simultáneo resurgimiento de la auto-
m i e n t r a s Siena y Barcelona decaían; p e r o Augsburgo, Génová ridad y la u n i d a d políticas. Desde lo m á s h o n d o del t r e m e n d o
y Valencia iniciaban precisamente su ascenso. D u r a n t e la depre- caos feudal y de las convulsiones de las guerras de las Rosas,
sión feudal se desarrollaron i m p o r t a n t e s industrias u r b a n a s , ta- de la guerra de los Cien Años y de la segunda guerra civil de
les como del hierro, el papel y los textiles. Considerada a dis- Castilla, las p r i m e r a s m o n a r q u í a s «nuevas» se irguieron, prác-
tancia, esta vitalidad económica y social actuó como u n a inter- ticamente al m i s m o tiempo, d u r a n t e los reinados de Luis XI
ferencia objetiva y constante en la lucha de clases p o r la tierra, en Francia, F e r n a n d o e Isabel en España, E n r i q u e VII en In-
y bloqueó cualquier solución regresiva que p u d i e r a n darle los glaterra y Maximiliano en Austria. Así, c u a n d o los estados
nobles. Es significativo, en efecto, q u e los años t r a n s c u r r i d o s absolutistas q u e d a r o n constituidos en Occidente, su e s t r u c t u r a
e n t r e 1450 y 1500, que presenciaron los p r i m e r o s pasos de las estaba d e t e r m i n a d a f u n d a m e n t a l m e n t e p o r el r e a g r u p a m i e n t o
m o n a r q u í a s absolutas unificadas de Occidente, f u e r a n t a m b i é n feudal c o n t r a el campesinado, t r a s la disolución de la servidum-
los años en q u e se superó la crisis larga de la economía feudal bre; p e r o estaba sobredeterminada s e c u n d a r i a m e n t e p o r el auge
gracias a u n a nueva combinación de los factores de producción, de u n a burguesía u r b a n a que, t r a s u n a serie de avances técni-
e n t r e los que, p o r vez p r i m e r a , j u g a r o n u n papel principal los cos y comerciales, estaba d e s a r r o l l a n d o ya las m a n u f a c t u r a s
•vanees tecnológicos específicamente urbanos. El c o n j u n t o de preindustriales en un volumen considerable. Este i m p a c t o se-
inventos q u e coincide con el gozne situado e n t r e las épocas c u n d a r i o de la burguesía u r b a n a sobre las f o r m a s del E s t a d o
«medieval» y «moderna» es d e m a s i a d o bien conocido p a r a vol- absolutista f u e lo que Marx y Engels i n t e n t a r o n c a p t a r con los
ver a discutirlo aquí. El descubrimiento del proceso seiger p a r a erróneos conceptos de «contrapeso» y «piedra angular». De he-
• e p a r a r la plata del mineral de cobre r e a b r i ó las m i n a s de cho, Engels expresó la v e r d a d e r a relación de fuerzas con bas-
E u r o p a central y provocó u n nuevo f l u j o de metales en la eco- t a n t e exactitud en m á s de u n a ocasión: al h a b l a r de los nuevos
nomía internacional; la producción m o n e t a r i a de E u r o p a cen- descubrimientos m a r í t i m o s y de las industrias m a n u f a c t u r e r a s
tral se quintuplicó e n t r e 1460 y 1530. El desarrollo de los caño- del Renacimiento, Engels escribió que «a esta gran transfor-
nes de bronce convirtió a la pólvora, p o r vez p r i m e r a , en el mación de las condiciones económicas vitales de la sociedad n o
a r m a de guerra decisiva, y r e d u j o a p u r o a n a c r o n i s m o las de- siguió e m p e r o en el acto u n c a m b i o correspondiente de su
fensas de los castillos señoriales. El invento de los tipos móviles articulación política. El orden estatal siguió siendo feudal
p r o d u j o la llegada de la i m p r e n t a . La construcción de galeones m i e n t r a s la sociedad se hacía cada vez m á s burguesa» 1 2 . La
de tres mástiles y con timón a p o p a hizo los océanos navega-
bles p a r a las conquistas u l t r a m a r i n a s 1 1 . Todos estos inventos
que serán, en una época posterior, los grandes temas filosóficos de la
Ilustración. . . w _ .
12
" Sobre cañones y galeones, véase Cario Cipolla, Guns and sails in Anti-Dühring, Moscú, 1947, p. 126 [Anti-Duhring, en Max y Engels,
the early phase of European expansión, 1400-1700, Londres, 1965 [Cañones Obras, vol. 35, Barcelona, Crítica, 1977, p. 108]; véanse también las pá-
A " , \ ¿ V a / ? m e r , a fase de la exP™sión europea, 1400-1700, Barcelona ginas 186-7 [p. 169], donde se mezclan formulaciones correctas e incorrec-
Ariel, 1967]. Sobre la imprenta, las reflexiones recientes más audaces tas Hill cita estas páginas en su «Comentario» para exculpar a Engels
aunque dañadas por la monomanía habitual en los historiadores de la
tecnología son las de Elizabeth L. Eisenstein, «Some conjectures about de los errores del concepto de «equilibrio». En general, es posible encon-
the impact of pnnting of Western society and thought: a preliminary trar textos de Marx y Engels en los que se define el absolutismo de forma
report», Journal of Modern History, marzo-diciembre de 1968 pp 1-56 v más adecuada que en los textos citados anteriormente. (Por ejemplo, en
«The advent of printing and the problem of the Renaissancd», Past and el mismo Manifiesto comunista hay una referencia directa al «absolutismo
Present, 45, noviembre de 1969, pp. 19-89. Los descubrimientos técnicos
más importantes de esta época pueden considerarse, en cierto sentido feudal»: Selected Works, p. 56 [Obras escogidas, I, p. 33]; véase también
como variaciones dentro de un mismo campo, el de las comunicaciones' el artículo de Marx «Die moralisierende Kritik und die kntisierende Mo-
Afectan, respectivamente, al dinero, el lenguaje, los viajes y la guerra' ral» de 1847, en Werke, vol. 4, pp. 347, 352-3.) Difícilmente podría ser de
otra forma, dado que la consecuencia lógica de bautizar a los estados
absolutistas como burgueses o semiburgueses serla negar la naturaleza
16 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 19

amenaza del m a l e s t a r campesino, tácitamente constitutiva del mentaristas», m á s p r e o c u p a d o s p o r la aplicación c o n t e m p o r á n e a


E s t a d o absolutista, se vio así a c o m p a ñ a d a siempre p o r la pre- de las n o r m a s legales r o m a n a s que p o r el análisis académi-
sión del capital mercantil o m a n u f a c t u r e r o d e n t r o del c o n j u n t o co de sus principios teóricos, y que, en el proceso de a d a p t a r el
de las economías occidentales, p a r a m o l d e a r los contornos del derecho r o m a n o a las condiciones d r á s t i c a m e n t e t r a n s f o r m a d a s
p o d e r de la clase aristocrática en la nueva era. La f o r m a pecu- de su tiempo, c o r r o m p i e r o n su prístina f o r m a limpiándolo a la
liar del E s t a d o absolutista en Occidente se deriva de esta doble vez de sus contenidos particularistas B . P a r a d ó j i c a m e n t e , la mis-
determinación. m a infidelidad de sus trasposiciones de la j u r i s p r u d e n c i a latina
Las f u e r z a s duales q u e p r o d u j e r o n las nuevas m o n a r q u í a s «unlversalizó» a ésta al s u p r i m i r las n u m e r o s a s p a r t e s del dere-
de la E u r o p a renacentista e n c o n t r a r o n u n a sola condensación cho civil r o m a n o que e s t a b a n e s t r i c t a m e n t e relacionadas con
jurídica. El resurgimiento del derecho romano, u n o de los gran- las condiciones históricas de la Antigüedad (por ejemplo, su
des movimientos culturales del período, correspondía ambigua- exhaustivo t r a t a m i e n t o de la esclavitud) M. A p a r t i r de su pri-
m e n t e a las necesidades de las dos clases sociales cuyo p o d e r
m e r r e d e s c u b r i m i e n t o en el siglo x n , los conceptos legales ro-
y categoría desiguales dieron f o r m a a las e s t r u c t u r a s del E s t a d o
manos comenzaron a extenderse g r a d u a l m e n t e hacia el exterior
absolutista en Occidente. En sí mismo, el conocimiento renovado
de Italia. A finales de la E d a d Media, ningún país i m p o r t a n t e
de la j u r i s p r u d e n c i a r o m a n a d a t a b a ya de la B a j a E d a d Media.
de E u r o p a occidental e s t a b a al margen de este proceso. Pero
El e n o r m e desarrollo del derecho c o n s u e t u d i n a r i o n u n c a había
la «recepción» decisiva del derecho r o m a n o —su t r i u n f o jurí-
s u p r i m i d o el r e c u e r d o y la práctica del derecho civil r o m a n o
en la península q u e poseía su m á s larga tradición, Italia. Fue dico general— ocurrió en la era del Renacimiento, correlativa-
precisamente en Bolonia donde Irnevio, «antorcha del derecho», m e n t e con la del absolutismo. Las razones económicas de su
había comenzado de nuevo el estudio sistemático de las codi- p r o f u n d o i m p a c t o f u e r o n dobles y r e f l e j a b a n la contradictoria
ficaciones de Justiniano, a comienzos del siglo x n . La escuela de naturaleza del m i s m o legado original r o m a n o .
glosadores p o r él f u n d a d a r e c o n s t r u y ó y clasificó metódicamen- Económicamente, la recuperación e introducción del dere-
te el legado de los j u r i s t a s r o m a n o s p a r a los cien años siguien- cho civil clásico favoreció, f u n d a m e n t a l m e n t e , el desarrollo del
tes. Su o b r a f u e continuada, en los siglos xiv y xv, p o r los «co- capital libre en la ciudad y en el campo, p u e s t o que la gran
nota distintiva del derecho civil r o m a n o había sido su concep-
y la realidad de las propias revoluciones burguesas en Europa occidental ción de u n a propiedad privada absoluta e incondicional. La con-
Pero no hay duda de que, en medio de una confusión recurrente ei cepción clásica de la propiedad quiritaria se había h u n d i d o
sentido principal de sus comentarios iba en la línea del concepto del prácticamente en las oscuras p r o f u n d i d a d e s del p r i m e r feuda-
«contrapeso», con el deslizamiento concomitante hacia el de la «piedra an- lismo. Como se h a dicho antes, el m o d o de producción feudal
gular». No hay ninguna necesidad de ocultar este hecho. El inmenso res-
peto político e intelectual que debemos a Marx y a Engels es incompatible se definía precisamente p o r los principios jurídicos de u n a pro-
con ninguna piedad hacia ellos. Sus errores —a menudo más reveladores piedad «escalonada» o condicional, que servía de c o m p l e m e n t o
que las verdades de otros— no deben eludirse, sino que deben ser iden- a su soberanía f r a g m e n t a d a . Este e s t a t u t o de la p r o p i e d a d se
tificados y superados. Hay que hacer, además, otra advertencia. Durante a d a p t a b a bien a la economía a b r u m a d o r a m e n t e n a t u r a l q u e
largo tiempo ha estado de moda despreciar la contribución relativa de
Engels a la creación del materialismo histórico. Para aquellos que todavía
se inclinan a aceptar esta noción recibida, es necesario decir tranquila u
y escandalosamente: los juicios históricos de Engels son casi siempre Véase H. D. Hazeltine, «Román and canon law in the Middle Ages»,
superiores a los de Marx; poseía un conocimiento más profundo de la The Cambridge Mediaeval History, v, Cambridge, 1968, pp. 737-41. El cla-
historia europea y una percepción más precisa de sus sucesivas y más sicismo renacentista habría de ser muy crítico, consecuentemente con la
notables estructuras. En toda la obra de Engels no hay nada que pueda obra de los comentaristas.
compararse con las ilusiones y prejuicios de los que en ocasiones fue 14
«Pero debido a la aplicación de ese derecho a hechos jurídicos ente-
capaz Marx en el campo de la historia, como en la fantasmagórica Secret ramente diversos, desconocidos por la Antigüedad, se planteó la^tarea de
diplomatic history of the eighteenth century [La diplomacia secreta
Madrid, Taller de Sociología, 1979], (No es necesario insistir en la supre- "construir el hecho jurídicamente, sin contradicción ninguna", y esa
macía de la contribución global de Marx a la teoría general del materia- preocupación pasó casi de modo absoluto al primer plano y, con ella,
lismo histórico.) La estatura de Engels en sus escritos históricos es, pre- apareció la concepción del derecho ahora dominante, como un complejo
cisamente, lo Que hace oportuno llamar la atención sobre sus errores compacto de "normas", lógicamente exento de contradicción y de l a u -
específicos.
nas, que debe ser "aplicado"; y esa concepción resultó ser la única decisiva
para el pensamiento jurídico.» Weber, Economy and socicty, II, p. 855
[Economía y sociedad, México, FCE, 1974, I, p. 6¿5],
16 20
16 Europa occidental
El Estado absolutista en Occidente 13
emergió en la E d a d Oscura, a u n q u e n u n c a f u e c o m p l e t a m e n t e Pero n o había aquí t a m p o c o ningún m a r c o u n i f o r m e de teoría
idónea p a r a el sector u r b a n o q u e se desarrolló en la economía ni p r o c e d i m i e n t o legales. La superioridad del derecho r o m a n o
medieval. El resurgir del d e r e c h o r o m a n o d u r a n t e la E d a d p a r a la práctica mercantil en las ciudades radica, pues, n o sólo
Media condujo, pues, a u n esfuerzo de los j u r i s t a s p o r «solidi- en sus claras nociones de propiedad absoluta, sino t a m b i é n en
ficar» y delimitar los conceptos de propiedad, inspirados p o r sus tradiciones de equidad, sus cánones racionales de p r u e b a
los preceptos clásicos a h o r a disponibles. Uno de estos intentos y su hincapié en u n a j u d i c a t u r a profesional, v e n t a j a s q u e los
f u e el descubrimiento, a finales del siglo x n , de la distinción tribunales consuetudinarios n o r m a l m e n t e n o eran capaces de
e n t r e dominium directum y dominium utile p a r a explicar la p r o p o r c i o n a r 1 7 . La recepción del derecho r o m a n o en la E u r o p a
existencia de u n a j e r a r q u í a de vasallaje y, p o r tanto, de u n a renacentista fue, pues, u n signo de la expansión de las relacio-
multiplicidad de derechos sobre la m i s m a tierra 1 5 . O t r o f u e la nes capitalistas en las ciudades y en el c a m p o : económicamente,
característica noción medieval de «seisin», concepción interme- respondía a los intereses vitales de la burguesía comercial y
dia e n t r e la «propiedad» y la «posesión» latinas, que garantizaba m a n u f a c t u r e r a . En Alemania, país en el que el i m p a c t o del
la protección de la p r o p i e d a d c o n t r a las apropiaciones casuales derecho r o m a n o f u e m á s dramático, p o r q u e sustituyó a b r u p t a -
y las reclamaciones conflictivas, a la vez q u e m a n t e n í a el prin- m e n t e a los tribunales locales, en el p r o p i o h o g a r del derecho
cipio feudal de los múltiples títulos p a r a el m i s m o objeto; el consuetudinario teutónico, d u r a n t e los siglos xv y xvi, el í m p e t u
derecho de «seisin» n u n c a f u e exclusivo ni perpetuo 1 6 . La reapa- inicial p a r a su adopción tuvo lugar en las ciudades del s u r y el
rición plena de la idea de u n a p r o p i e d a d p r i v a d a absoluta de oeste, y provino desde a b a j o a través de la presión de litigantes
la tierra f u e u n p r o d u c t o de la p r i m e r a época m o d e r n a : hasta u r b a n o s p o r u n derecho j u r í d i c o claro y profesional 1 8 . Sin em-
q u e la producción y el i n t e r c a m b i o de mercancías n o alcan- bargo, este derecho f u e a d o p t a d o m u y p r o n t o p o r los príncipes
zaron u n o s niveles s e m e j a n t e s o superiores a los de la Anti- alemanes, y aplicado en sus territorios en u n a escala m u c h o
güedad — t a n t o en la agricultura c o m o en las m a n u f a c t u r a s — , m a y o r y al servicio de fines m u y diversos.
los conceptos jurídicos creados p a r a codificarlos no p u d i e r o n
e n c o n t r a r de nuevo su propia justificación. La m á x i m a de su- Porque, políticamente, el resurgir del derecho r o m a n o corres-
perficies solo cedit —propiedad de la tierra singular e incondi- pondía a las exigencias constitucionales de los E s t a d o s feuda-
cional— volvió a ser p o r segunda vez u n principio operativo les reorganizados de la época. De hecho, n o puede h a b e r ningu-
(aunque todavía n o dominante) en la propiedad agrícola, pre- na d u d a de que, a escala europea, el d e t e r m i n a n t e principal de
cisamente a causa de la expansión de las relaciones mercantiles la adopción de la j u r i s p r u d e n c i a r o m a n a radica en el giro de
en el campo, que h a b r í a n de caracterizar la larga transición del los gobiernos m o n á r q u i c o s hacia el i n c r e m e n t o de los p o d e r e s
feudalismo al capitalismo en Occidente. E n las m i s m a s ciuda-
des, había crecido e s p o n t á n e a m e n t e d u r a n t e la E d a d Media u n " La relación del anterior derecho medieval con el romano en las
ciudades todavía necesita considerable investigación. El relativo avance
derecho comercial relativamente desarrollado. En el seno de la de las normas legales que rigen las operaciones en commenda y el co-
economía u r b a n a , el i n t e r c a m b i o de mercancías había alcanzado mercio marítimo en la Edad Media, no es sorprendente: el mundo ro-
u n considerable d i n a m i s m o en la época medieval y, en algunos mano, como ya hemos visto, carecía de compañías empresariales y abar-
aspectos i m p o r t a n t e s , sus f o r m a s de expresión legal estaban caba a un Mediterráneo unificado. Por tanto, no había ninguna razón
para desarrollar ni las unas ni las otras. Por otra parte, el temprano
m á s avanzadas que sus mismos precedentes r o m a n o s : p o r ejem- estudio del derecho romano en las ciudades italianas sugiere que lo que
plo, en el derecho p r o t o m e r c a n t i l y en el derecho marítimo. en tiempos del Renacimiento aparecía como práctica contractual «me-
dieval» podría haberse inspirado originariamente en preceptos legales
derivados de la Antigüedad. Vinogradoff no tieme ninguna duda de que
15 el derecho contractual romano ejerció una influencia directa en los códi-
Sobre esta discusión, véase J.-P. Lévy, Histoire de la proprieté, gos de negocios de los burgueses urbanos durante la Edad Media: Román
París, 1972, pp. 44-6. Otra consecuencia irónica de los esfuerzos por encon- law in mediaeval Europe, pp. 79-80, 131. En la Edad Media, la propiedad
trar una nueva claridad jurídica, inspirada por las investigaciones me- inmueble urbana, con su «posesión libre», siempre estuvo más cerca de
dievales en los códigos romanos, fue, naturalmente, la aparición de la las normas romanas que la propiedad rural, como es obvio.
definición de los siervos como glebae adscripti.
16 " Wolfgang Kunkell, «The reception of román law in Germany: an
Sobre la recepción del concepto de seisin, véase P. Vinogradoff, interpretation», y Georg Dahm, «On the reception of Román and Italian
Román law in mediaeval Europe, Londres, 1909, pp. 74-7, 86, 95-6; Lévy, law in Germany», en G. Strauss, comp., Pre-Reformation Germany, Lon-
Histoire de la propriété, pp. 50-2. dres, 1972, pp. 271, 274-6, 278, 284-92.
16
16 Europa occidental
El Estado absolutista en Occidente 23
centrales. Hay que r e c o r d a r que el sistema legal r o m a n o com-
p r e n d í a dos sectores distintos y a p a r e n t e m e n t e contrarios: el p r i m e r sistema político de la E u r o p a feudal que utilizó en
derecho civil, q u e regulaba las transacciones económicas e n t r e s r a n escala la j u r i s p r u d e n c i a r o m a n a con la codificación del
los ciudadanos, y el derecho público, que regía las relaciones derecho canónico en los siglos x n y X I I I . La a f i r m a c i ó n de u n a
políticas entre el E s t a d o y sus súbditos. El p r i m e r o era el jus, plenitudo potestatis del p a p a d e n t r o de la Iglesia estableció el
el segundo la lex. El c a r á c t e r j u r í d i c a m e n t e incondicional de la precedente p a r a las pretensiones posteriores de los príncipes
propiedad privada, consagrado p o r el primero, e n c o n t r ó su seculares, realizadas a m e n u d o , precisamente, c o n t r a las des-
equivalente contradictorio en la naturaleza f o r m a l m e n t e abso- orbitadas aspiraciones religiosas. Por o t r a p a r t e , y del m i s m o
luta de la soberanía impe ial ejercida p o r el segundo, al menos m o d o que los abogados canonistas del p a p a d o f u e r o n los que
desde el Dominado en adelante. Los principios teóricos de este construyeron e hicieron f u n c i o n a r sus amplios controles admi-
imperium político f u e r o n los que ejercieron u n a influencia y nistrativos sobre la Iglesia, f u e r o n los b u r ó c r a t a s semiprofesio-
u n a atracción p r o f u n d a s sobre las nuevas m o n a r q u í a s del Rena- nales adiestrados en el derecho r o m a n o quienes p r o p o r c i o n a r o n
cimiento. Si la revitalización de la noción de propiedad quiri- los servidores ejecutivos f u n d a m e n t a l e s de los nuevos estados
taria traducía y, simultáneamente, promovía el crecimiento monárquicos. De f o r m a característica, las m o n a r q u í a s absolu-
general del i n t e r c a m b i o mercantil en las economías de transi- tas de Occidente se a s e n t a r o n en u n cualificado e s t r a t o de
ción de aquella época, el resurgimiento de las prerrogativas legistas que proveían de personal a sus m a q u i n a r i a s administra-
a u t o r i t a r i a s del Dominado expresaba y consolidaba la concen- tivas: los letrados en España, los maltres des requétes en
tración del p o d e r de la clase aristocrática en u n a p a r a t o de Es- Francia, los doctores en Alemania. I m b u i d o s en las doctrinas
t a d o centralizado que era la reacción noble f r e n t e a aquél. El r o m a n a s de la a u t o r i d a d del príncipe p a r a d e c r e t a r y en las con-
doble m o v i m i e n t o social inserto en las e s t r u c t u r a s del absolu- cepciones r o m a n a s de las n o r m a s legales unitarias, estos buró-
tismo occidental e n c o n t r ó así su concordancia jurídica en la cratas-juristas f u e r o n los celosos defensores del centralismo
reintroducción del derecho r o m a n o . La f a m o s a máxima de Ul-
real en el crítico p r i m e r siglo de la construcción del E s t a d o
piano quod principi placuit legis habet vicem, «la voluntad
absolutista.
del príncipe tiene fuerza de ley»— se convirtió en u n ideal cons-
La i m p r o n t a de este c u e r p o internacional de legistas, más q u e
titucional en las m o n a r q u í a s renacentistas de todo el Occiden-
cualquier o t r a fuerza, f u e la q u e romanizó los sistemas jurídicos
te La idea c o m p l e m e n t a r i a de que los reyes y príncipes
de E u r o p a occidental d u r a n t e el Renacimiento. Pues la trans-
e s t a b a n ab legibus solutus, o libres de las obligaciones legales
anteriores, p r o p o r c i o n ó las bases jurídicas p a r a a n u l a r los pri- formación del derecho r e f l e j a b a inevitablemente la distribución
vilegios medievales, ignorar los derechos tradicionales y some- del p o d e r e n t r e las clases poseedoras de la época: el absolutis-
t e r las libertades privadas. mo, en cuanto a p a r a t o de E s t a d o reorganizado de la dominación
nobiliaria, f u e el a r q u i t e c t o central de la recepción del derecho
En o t r a s palabras, el auge de la p r o p i e d a d privada desde r o m a n o en E u r o p a . Incluso allí donde las ciudades a u t ó n o m a s
abajo, se vio equilibrado p o r el a u m e n t o de la a u t o r i d a d pública iniciaron el movimiento, como en Alemania, f u e r o n los prínci-
desde arriba, e n c a r n a d a en el p o d e r discrecional del m o n a r c a . pes quienes se a p o d e r a r o n de él y lo domesticaron; y allí d o n d e
Los estados absolutistas de Occidente apoyaron sus nuevos fi- el p o d e r real f u e incapaz de i m p o n e r el derecho civil, como en
nes en precedentes clásicos: el derecho r o m a n o era el a r m a Inglaterra, éste n o p u d o e c h a r raíces en el m e d i o u r b a n o E n
intelectual más poderosa que tenían a su disposición p a r a sus
característicos p r o g r a m a s de integración territorial y centralis- 20
El derecho romano nunca fue adoptado en Inglaterra, a causa, espe-
m o administrativo. De hecho, n o f u e accidental que la única cialmente, de la temprana centralización del Estado anglonormando, cuya
m o n a r q u í a medieval que lograse u n a completa emancipación de unidad administrativa hizo a la monarquía inglesa relativamente indife-
las a t a d u r a s representativas o corporativas fuese el papado, rente a las ventajas del derecho civil durante su difusión medieval;
véanse los pertinentes comentarios de N. Cantor, Mediaeval history, Lon-
dres 1963, pp. 345-9. A comienzos de la época moderna, las dinastías
Tudór y Éstuardo introdujeron nuevas instituciones jurídicas de derecho
" Un ideal, pero en modo alguno el único: como veremos, la com- civil (Cámara estrellada, Almirantazgo, Cancillería), pero en último ter-
pleja práctica del absolutismo estuvo muy lejos de corresponder a la mino fueron incapaces de prevalecer sobre el derecho consuetudinario:
máxima de Ulpiano. tras los fuertes conflictos entre ambos a principios del siglo xvn, la
revolución inglesa de 1640 selló la victoria del último. Para algunas refle-
16 16 Europa occidental 25
El Estado absolutista en Occidente

el proceso s o b r e d e t e r m i n a d o de r e n a c i m i e n t o de lo romano, la mente en regiones m o n t a ñ o s a s que se especializaban en pro-


presión política de los E s t a d o s dinásticos tuvo la primacía: las veerlos- los suizos f u e r o n los gurkas de los p r i m e r o s tiempos
exigencias de «claridad» m o n á r q u i c a d o m i n a r o n a las de «se- de la E u r o p a m o d e r n a . Los ejércitos franceses, holandeses, es-
guridad» mercantil 2 1 . Aunque todavía e x t r e m a d a m e n t e imper- t a ñ ó l e s austríacos o ingleses incluían a suabos, albaneses, sui-
fecto e incompleto, el crecimiento en racionalidad f o r m a l de zos irlandeses, galeses, turcos, h ú n g a r o s o italianos 2 3 . La razón
los sistemas legales de la p r i m e r a E u r o p a m o d e r n a f u e o b r a social más obvia del f e n ó m e n o m e r c e n a r i o fue, p o r supuesto,
p r e p o n d e r a n t e m e n t e , del a b s o l u t i s m o aristocrático. la n a t u r a l negativa de la clase noble a a r m a r en m a s a a sus
El principal efecto de la modernización jurídica fue, pues propios campesinos. «Es p r á c t i c a m e n t e imposible a d i e s t r a r a
el r e f o r z a m i e n t o del dominio de la clase feudal tradicional. La todos los súbditos de u n a república en las a r t e s de la guerra,
a p a r e n t e p a r a d o j a de este f e n ó m e n o q u e d ó r e f l e j a d a en toda V al m i s m o t i e m p o conservarlos obedientes a las leyes y a los
la e s t r u c t u r a de las m o n a r q u í a s absolutas, construcciones exó- magistrados», confesaba Jean Bodin. «Esta fue, quizá, la prin-
ticas e híbridas cuya f a c h a d a «moderna» traicionaba u n a y otra cipal razón p o r la que Francisco I disolvió los siete regimientos,
vez u n s u b t e r r á n e o arcaísmo. E s t o puede verse con toda cla- cada u n o de 6.000 infantes, que había creado en este reino» 2 4 .
ridad en el estudio de las innovaciones institucionales q u e anun- A la inversa, podía confiarse en las t r o p a s mercenarias, desco-
ciaron y tipificaron su llegada: ejército, burocracia, impuestos, nocedoras incluso de la lengua de la población local, p a r a extir-
comercio, diplomacia. Podemos p a s a r revista b r e v e m e n t e a cada p a r la rebelión social. Los Landsknechten alemanes se enfrenta-
u n a de ellas. Se h a señalado con frecuencia que el E s t a d o abso- ron con los levantamientos campesinos de 1549 en Inglaterra,
lutista echó los cimientos del e j é r c i t o profesional, que creció en la zona oriental del país, m i e n t r a s los a r c a b u c e r o s italianos
i n m e n s a m e n t e en t a m a ñ o con la revolución militar introducida aseguraban la liquidación de la rebelión r u r a l en la zona occi-
en
J ° n S ' g l O S X V I y X V n p o r M a u r i c i o de Orange, Gustavo Adolfo dental; la guardia suiza ayudó a r e p r i m i r las guerrillas de bolo-
y Wallenstein (instrucción y línea de i n f a n t e r í a p o r el holandés- ñeses y camisards de 1662 y 1702 en Francia. La i m p o r t a n c i a
carga de caballería y sistema de pelotones p o r el sueco; m a n d ó f u n d a m e n t a l de los mercenarios desde Gales a Polonia, cada
único vertical p o r el checo) * Los ejércitos de Felipe II conta- vez m á s visible desde finales de la E d a d Media, n o f u e sim-
ban con unos 60.000 h o m b r e s , m i e n t r a s que los de Luis XIV plemente u n expediente provisional del a b s o l u t i s m o en el des-
cien anos después, tenían hasta 300.000. Tanto la f o r m a c o m o la p u n t a r de su existencia, sino que lo m a r c ó hasta el m i s m o mo-
función de esas t r o p a s divergía e n o r m e m e n t e de la que más m e n t o de su desaparición en Occidente. A finales del siglo x v m ,
adelante sería característica del m o d e r n o E s t a d o burgués No incluso después de la introducción de la recluta obligatoria en
constituían n o r m a l m e n t e u n e j é r c i t o nacional obligatorio, sino los principales países europeos, h a s t a dos tercios de cualquier
u n a masa mixta en la que los mercenarios e x t r a n j e r o s desem- ejército «nacional» podían e s t a r f o r m a d o s p o r soldadesca ex-
p e ñ a b a n u n papel constante y central. Estos mercenarios se t r a n j e r a asalariada 2 5 . El e j e m p l o del a b s o l u t i s m o p r u s i a n o —que
reclutaban, significativamente, en zonas que q u e d a b a n f u e r a del c o m p r a b a y secuestraba su m a n o de obra f u e r a de sus f r o n t e r a s
p e r í m e t r o de las nuevas m o n a r q u í a s centralizadas, frecuente- utilizando la s u b a s t a y la leva p o r la fuerza— es u n r e c u e r d o
de que no había necesariamente u n a clara diferencia e n t r e
xiones sobre este proceso, véase W. Holdsworth, A history of English ambos.
law, iv, Londres, 1924, pp. 284-5. vngnsn Al m i s m o tiempo, sin embargo, la función de estas vastas y
21
Estos son los dos términos utilizados por Weber para señalar los nuevas masas de soldados era t a m b i é n c l a r a m e n t e diferente de
respectivos intereses de las dos fuerzas interesadas en la romanización la función de los posteriores ejércitos capitalistas. H a s t a a h o r a
«Por regla general, los funcionarios aspiran a la "claridad"; las capas
burguesas a la segundad" de la aplicación del derecho.» Véase su exce-
ÍocLad8TepnpaC62W0]n ECOn my
° and socie
'y- PP- M7-8 [Economía y " El ensayo de Victor Kiernan, «Foreing mercenaries and absolute
monarchy», Past and present, 11, abril de 1957, pp. 66-86 reimpreso en
" Michael Roberts «The military revolution, 1560-1660», en Essays in T. Aston (comp.), Crisis in Europe, 1560-1660, Londres, 1965, pp. 117-40,
aT¡\ Londr eS
, ' 1 9 6 7 ' PP- 195 " 225 - es un libró fundamental es un estudio incomparable del fenómeno mercenario, al que poco se
Gustavus Adolphus: a history of Sweden, 1611-1632, vol. n Londres 1958 ha añadido después.
24
páginas 169-89. Roberts quizá sobrevalora el crecimiento cuantitativo dé Jean Bodin, Les six livres de la République, París, 1578 p. 669.
los ejércitos en esta época. 25
Walter Dorn, Competition for empire, Nueva York, 1940, p. 83.
26
16 El Estado absolutista en Occidente 16
16 Europa occidental

n o existe ninguna teoría marxista de las cambiantes funciones , i a de u n confín a o t r o del continente sin s u f r i r p o r ello
sociales de Ja g u e r r a en los diferentes modos de producción. nineuna dislocación. Los linajes angevinos podían g o b e r n a r indi-
No es éste el lugar p a r a e s t u d i a r ese tema. Con todo, puede f e r e n t e m e n t e en Hungría.. Inglaterra o Nápoles; los n o r m a n d o s

a f i r m a r s e que la guerra era, posiblemente, el m o d o más racional en Antioquía, Sicilia o Inglaterra; los borgoñones en Portugal
y m á s rápido de que disponía cualquier clase d o m i n a n t e en el o Zelanda; los luxemburgueses en las tierras del Rin o en Bo-
feudalismo p a r a expandir la extracción de excedente. Es cierto hemia" los flamencos en Artois o Bizancio; los H a b s b u r g o en
que ni la productividad agrícola ni el volumen del comercio Austria, los Países B a j o s o España. En esas variadas t i e r r a s
q u e d a r o n estancados d u r a n t e la Edad Media. Para los señores, no era preciso q u e señores y campesinos c o m p a r t i e r a n u n a len-
sin embargo, crecían muy l e n t a m e n t e en comparación con las gua común. N o existía solución de continuidad e n t r e los terri-
repentinas y masivas «cosechas» que producían las conquistas torios públicos y los dominios privados, y el m e d i o clásico p a r a
territoriales, de las que las invasiones n o r m a n d a s de Inglaterra su adquisición era la guerra, encubierta de f o r m a invariable
o Sicilia, la toma angevina de Nápoles o la conquista castellana b a j o reclamaciones de legitimidad religiosa o genealógica. La
de Andalucía f u e r o n sólo los ejemplos más espectaculares. E r a guerra n o era el «deporte» de los príncipes, sino su destino. Más
lógico, pues, que la definición social de la clase d o m i n a n t e allá de la limitada diversidad de caracteres e inclinaciones
feudal fuese militar. La específica racionalidad económica de la individuales, la guerra les atraía inexorablemente como u n a ne-
guerra en esa formación social es la maximización de la rique- cesidad social de su estado. Para Maquiavelo, c u a n d o estudia
za, y su papel no puede c o m p a r a r s e al que desempeña en las la E u r o p a de comienzos del siglo xvi, la última n o r m a de su
f o r m a s desarrolladas del m o d o de producción que le sucede, ser era u n a verdad tan obvia e inevitable como ta existencia
d o m i n a d o p o r el ritmo básico de la acumulación del capital y del cielo p o r encima de sus cabezas: «Un príncipe, pues, n o
p o r el «cambio incesante y universal» (Marx) de los f u n d a m e n - debe tener o t r o o b j e t o ni o t r o pensamiento, ni cultivar o t r o
t e s económicos de toda formación social. La nobleza f u e u n a arte m á s q u e la guerra, el o r d e n y la disciplina de los ejércitos,
clase t e r r a t e n i e n t e cuya profesión era la guerra: su vocación p o r q u e éste es el único a r t e que se espera ver ejercido p o r el
social n o era u n m e r o añadido externo, sino u n a función intrín- que m a n d a »
seca a su posición económica. El medio normal de la competen-
Los estados absolutistas r e f l e j a b a n esa racionalidad arcaica
cia intercapitalista es económico, y su e s t r u c t u r a es típicamente
en su m á s íntima e s t r u c t u r a . E r a n m á q u i n a s construidas espe-
aditiva: las p a r t e s rivales pueden expandirse y p r o s p e r a r —aun-
cialmente p a r a el c a m p o de batalla. Es significativo que el pri-
que de f o r m a desigual— a lo largo de u n a misma confrontación,
m e r i m p u e s t o regular de á m b i t o nacional establecido en Fran-
p o r q u e la producción de mercancías m a n u f a c t u r a d a s es ilimita-
da p o r naturaleza. Por el contrario, el medio típico de la con- cia, la taille royale, se r e c a u d a r a p a r a financiar las p r i m e r a s
frontación interfeudal era militar y su e s t r u c t u r a siempre era, unidades militares regulares de E u r o p a , las compagnies d'or-
potencialmente, la de un conflicto de s u m a nula en el c a m p o donnance de mediados del siglo xv, cuya p r i m e r a u n i d a d estaba
de batalla, p o r el que se perdían o ganaban cantidades fijas compuesta p o r aventureros escoceses. A mediados del siglo XVI,
de tierras. E s t o es así p o r q u e la tierra es un monopolio n a t u r a l : el 80 p o r 100 de las r e n t a s del E s t a d o español se destinaban
sólo se puede redividir, pero no extender indefinidamente. El a gastos militares. Vicens Vives p u d o escribir que: «el impulso
o b j e t o categorial de la dominación nobiliaria era el territorio, hacia la m o n a r q u í a administrativa a la m o d e r n a se inicia en el
independientemente de la comunidad que lo habitase. Los perí- occidente de E u r o p a con las grandes operaciones navales em-
m e t r o s de su p o d e r estaban definidos p o r la tierra como tal, y prendidas p o r Carlos V c o n t r a los turcos en el Mediterráneo
no p o r el idioma. La clase d o m i n a n t e feudal era, pues, esencial- occidental en 1535»27. Hacia mediados del siglo x v n , los desem-
m e n t e móvil en u n sentido en que .a clase d o m i n a n t e capitalista bolsos anuales de los principados del continente, desde Suecia
n u n c a p u d o serlo después, p o r q u e el m i s m o capital es par exce-
24
llence internacionalmente móvil y p e r m i t e que sus propietarios Niccoló Machiavelli, II Principe e Discorsi, Milán, 1960, p. 62 [El
estén fijos nacionalmente; pero la tierra es nacionalmente in- Principe, Barcelona, Bruguera, 1978. p. 140],
" J. Vicens Vives, «Estructura administrativa estatal en los siglos xvi
móvil y los nobles tienen que v i a j a r p a r a t o m a r posesión de y xvn», XI Congrés International des Sciences Historiques. Rapports, iv,
ella. Cualquier b a r o n í a o dinastía podía, así, t r a n s f e r i r su resi- Gotemburgo, 1960; ahora reimpreso en Vicens Vives, Coyuntura económica
y reformismo burgués, Barcelona, Ariel, 1968, p. 116.
16 29
16 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente

hasta el Piamonte, se dedicaban p r e d o m i n a n t e e invariablemente, fortunas a Carlos V en su h o r a de necesidad después de la


en todas partes, a la p r e p a r a c i ó n o sostenimiento de la guerra, derrota de Ceresole, de a c u e r d o exactamente con el modelo de
i n m e n s a m e n t e más costosa entonces que en el Renacimiento. las tradiciones feudales 3 1 . Esos tenedores de cargos, que proli-
Un siglo después, en las pacíficas vísperas de 1789, y de a c u e r d o f e r a r o n en Francia, Italia, España, Gran B r e t a ñ a u Holanda,
con Necker, dos tercios del gasto del E s t a d o f r a n c é s se dedi- podían e s p e r a r o b t e n e r u n beneficio de h a s t a el 300 o el 400
caban todavía a las fuerzas militares. Es evidente que esta por 100 de su compra, y posiblemente m u c h o más. El sistema
morfología del E s t a d o no c o r r e s p o n d e a la racionalidad capita- nació en el siglo xvi y se convirtió en u n soporte financiero
lista; r e p r e s e n t a el r e c u e r d o a m p l i a d o de las funciones medie- f u n d a m e n t a l de los Estados absolutistas d u r a n t e el siglo x v n .
vales de la guerra. Por supuesto, los grandiosos a p a r a t o s mili- Su c a r á c t e r g r o s e r a m e n t e p a r a s i t a r i o es evidente: en situaciones
tares del ú l t i m o E s t a d o feudal n o se m a n t u v i e r o n ociosos. La extremas (de la que es u n e j e m p l o Francia en la década de 1630)
p e r m a n e n c i a virtual del conflicto internacional a r m a d o es u n a podía costar al p r e s u p u e s t o real en desembolsos (por arrenda-
de las notas características de todo el clima del absolutismo: miento de impuestos y exenciones) casi t a n t o como le propor-
la paz f u e u n a meteórica excepción en los siglos de su domina- cionaba en remuneraciones. El desarrollo de la venta de cargos
ción en Occidente. Se ha calculado que en todo el siglo xvi fue, desde luego, u n o de los m á s llamativos s u b p r o d u c t o s del
sólo h u b o veinticinco años sin operaciones militares de largo i n c r e m e n t o de monetarización de las p r i m e r a s economías mo-
alcance en E u r o p a 2 8 ; y que en el siglo x v n sólo t r a n s c u r r i e r o n dernas y del relativo ascenso, d e n t r o de éstas, de la burguesía
siete años sin grandes guerras entre estados 2 9 . Esta sucesión mercantil y m a n u f a c t u r e r a . Pero la integración de esta última
de guerras resulta a j e n a al capital, aunque, c o m o veremos, en en el a p a r a t o del Estado, p o r medio de la c o m p r a privada y de
último t é r m i n o contribuyera a ellas. la herencia de posiciones y honores públicos, t a m b i é n p o n e de
La burocracia civil y el sistema de impuestos característicos manifiesto su posición s u b o r d i n a d a d e n t r o de u n sistema polí-
del E s t a d o absolutista n o f u e r o n menos paradójicos. Parecen tico feudal en el que la nobleza constituyó siempre, necesaria-
r e p r e s e n t a r u n a transición hacia la administración legal racional mente, la cima de la j e r a r q u í a social. Los officiers de los parla-
de Weber, en contraste con la jungla de dependencias particu- m e n t o s franceses, que jugaron al republicanismo municipal y
laristas de la B a j a E d a d Media. Al m i s m o tiempo, sin embargo, a p a d r i n a r o n las m a z a r i n a d a s en la década de 1650, se convir-
la burocracia del Renacimiento era t r a t a d a como u n a propiedad tieron en los m á s acérrimos defensores de la reacción nobiliaria
vendible a individuos privados: i m p o r t a n t e confusión de dos en la de 1780. La burocracia absolutista reflejó, y al m i s m o
órdenes que el E s t a d o burgués siempre ha m a n t e n i d o diferen- tiempo frenó, el ascenso del capital mercantil.
ciados. Así, el m o d o de integración de la nobleza feudal en el Si la venta de cargos f u e u n m e d i o indirecto de o b t e n e r
E s t a d o absolutista que prevaleció en Occidente a d o p t ó la f o r m a rentas de la nobleza y de la burguesía mercantil en t é r m i n o s
de adquisición de «cargos» 3 0 . El que c o m p r a b a p r i v a d a m e n t e beneficiosos p a r a ellas, el E s t a d o absolutista gravó también, y
u n a posición en el a p a r a t o público del E s t a d o la a m o r t i z a b a p o r sobre todo, n a t u r a l m e n t e , a los pobres. La transición económica
medio de la corrupción y los privilegios autorizados (sistema de las prestaciones en t r a b a j o a las rentas en dinero vino acom-
de honorarios) en lo que era u n a especie de caricatura moneta- pañada, en Occidente, p o r la aparición de impuestos reales p a r a
rizada de la investidura de u n feudo. En efecto, el m a r q u é s del financiar la guerra que, en la larga crisis feudal de finales de
Vasto, g o b e r n a d o r español de Milán en 1544, p u d o solicitar a los la Edad Media, ya f u e r o n u n a de las principales causas de los
poseedores italianos de cargos en esa ciudad que ofrecieran sus desesperados levantamientos campesinos de la época. «Una ca-
dena de rebeliones campesinas dirigidas claramente c o n t r a los
" R. Ehrenberg, Das Zeitalter der Fugger, Jena, 1922, i, p. 13. impuestos estalló en toda E u r o p a [ . . . ] No había m u c h o que
29
G. N. Clark, The seventeenth century, Londres, 1947, p. 98. Ehrenberg, elegir e n t r e los saqueadores y los ejércitos amigos o enemigos:
con una definición ligeramente distinta, ofrece una estimación algo más unos se llevaban tanto como los otros. Pero entonces apare-
baja, veintiún años.
30
El mejor estudio de conjunto de este fenómeno internacional es el
de K. W. Swart, Sale of offices in the seventeenth century, La Haya, 1949; 51
Federico Chabod, Scritti sul Rinascimento, Turin, 1967, p. 617. Los
el estudio nacional más amplio es el de Roland Mousnier, La venalité des funcionarios milaneses rechazaron la demanda de su gobernador, pero
offices sous Henri IV at Louis XIII, Ruán, s. f.
sus homólogos de otros lugares quizá no fueran tan decididos.
16 30
16 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 18

cieron los r e c a u d a d o r e s de impuestos y a r r a m b l a r o n con todo metales preciosos y de moneda, en la creencia de que existía
lo q u e pudieron encontrar. Los señores r e c o b r a b a n en último u n a cantidad f i j a de comercio y de riqueza en el m u n d o . Por
t é r m i n o de sus h o m b r e s el i m p o r t e de la «ayuda» q u e ellos decirlo con la f a m o s a f r a s e de Hecksher: «el E s t a d o era a la
mismos e s t a b a n obligados a p r e s t a r a su soberano. Es indudable vez el s u j e t o y el o b j e t o de la política económica mercantilis-
q u e de todos los males que afligían a los campesinos, los q u e M
t a » . Sus creaciones m á s características f u e r o n , en Francia, las
s u f r í a n con más dolor y menos paciencia eran los que provenían m a n u f a c t u r a s reales y los gremios regulados p o r el Estado, y en
de las cargas de la guerra y de los r e m o t o s impuestos» 32. Prác- Inglaterra, las compañías privilegiadas. La genealogía medieval
ticamente en todas partes, el t r e m e n d o peso de los i m p u e s t o s y corporativista de los p r i m e r o s apenas necesita comentario;
—la taille y la gabelle en Francia, los servicios en E s p a ñ a - la reveladora fusión de los órdenes político y económico en las
cayó sobre los pobres. No existía ninguna concepción del «ciu- segundas escandalizó a Adam Smith. El m e r c a n t i l i s m o represen-
dadano» jurídico, s u j e t o al fisco p o r el m i s m o hecho de perte- taba exactamente las concepciones de u n a clase d o m i n a n t e feu-
necer a la nación. La clase señorial, en la práctica y en todas dal q u e se había a d a p t a d o a u n m e r c a d o integrado, p e r o pre-
partes, estaba r e a l m e n t e exenta del i m p u e s t o directo. Porshnev servando su visión esencial sobre la u n i d a d de lo que Francis
h a bautizado con razón a las nuevas contribuciones impuestas Bacon llamaba «consideraciones de abundancia» y «considera-
p o r el E s t a d o absolutista con el n o m b r e de «renta feudal cen- ciones de poder». La clásica doctrina b u r g u e s a del laissezfaire,
tralizada», p a r a oponerlas a los servicios señoriales q u e forma-
con su rigurosa separación f o r m a l de los sistemas políticos y
b a n la «renta feudal local» 3 3 : este doble sistema de exacción
económico, estaría en sus antípodas. El m e r c a n t i l i s m o era, pre-
c o n d u j o a u n a t o r m e n t o s a epidemia de rebeliones de los pobres
cisamente, u n a teoría de la intervención coherente del E s t a d o
en la Francia del siglo x v n , en las q u e los nobles provincianos
político en el f u n c i o n a m i e n t o de la economía, en interés a
c o n d u j e r o n m u c h a s veces a sus propios campesinos c o n t r a los
la vez de la p r o s p e r i d a d de ésta y del p o d e r de aquél. Lógica-
recaudadores de impuestos c o m o m e j o r m e d i o p a r a extraerles
después sus cargas locales. Los funcionarios del fisco tenían mente, m i e n t r a s la teoría del laissez faire sería siempre «paci-
q u e ser custodiados p o r unidades de fusileros p a r a c u m p l i r su fista», b u s c a n d o q u e los beneficios de la paz e n t r e las naciones
misión en el c a m p o : reencarnación en f o r m a modernizada de i n c r e m e n t a r a n u n comercio internacional m u t u a m e n t e venta-
la u n i d a d inmediata e n t r e coerción político-legal y explotación joso, la teoría mercantilista (Montchrétien, Bodin) e r a p r o f u n -
económica constitutiva del m o d o de producción feudal en cuan- d a m e n t e «belicista» al h a c e r hincapié en la necesidad y renta-
to tal. bilidad de la guerra 3 S . A la inversa, el objetivo de u n a economía

Las funciones económicas del a b s o l u t i s m o n o se r e d u j e r o n ,


* Hecksher afirma que el objeto del mercantilismo era aumentar el
sin embargo, a su sistema de impuestos y de cargos. El mercan- «poder del Estado» antes que «la riqueza de las naciones», y que eso
tilismo, doctrina d o m i n a n t e en esta época, p r e s e n t a la m i s m a significaba una subordinación, según las palabras de Bacon de las «con-
ambigüedad que la burocracia destinada a realizarlo, con la sideraciones de abundancia» a las «consideraciones de poder» (Bacon alabó
m i s m a regresión s u b t e r r á n e a hacia u n p r o t o t i p o anterior. Indu- a Enrique VII por haber limitado las importaciones de vino en bar-
cos ingleses basándose en esto). Viner, en una eficaz respuesta, no tiene
dablemente, el mercantilismo exigía la supresión de las b a r r e r a s ninguna dificultad en mostrar que la mayoría de los escritores mercan-
particularistas opuestas al comercio d e n t r o del á m b i t o nacional, tilistas dan a ambos igual importancia y los c o n s i d e r a n compatibles.
esforzándose p o r crear u n m e r c a d o interno unificado p a r a la «Power versus plenty as objectives of foreign policy in the 17th and lBth
centuries», World Politics, I, 1, 1948, reimpreso en D. Coleman, comp.,
producción de mercancías. Al p r e t e n d e r a u m e n t a r el p o d e r del Revisions in mercantilism, Londres, 1969, pp. 61-91. Al mismo tiempo Viner
Estado en relación con los otros estados, el m e r c a n t i l i s m o subestima claramente la diferencia entre la teoría y la práctica del mer-
alentaba la exportación de bienes a la vez que prohibía la de cantilismo y las del laissez-faire que le siguió. En realidad, tanto Hecksher
como Viner pierden de vista, por razones diferentes, el punto esencial,
que es la indistinción de economía y política en la época de transición
" D . o « ' Rural economy and
country lije in the mediaeval West, Lon- que produjo las teorías mercantilistas. La discusión en torno a si una
dres, 1968, p. 333 [Economía rural y vida campesina en el Occidente me- de ellas tenía «primacía» sobre la otra es un anacronismo porque en la
dieval, Barcelona, Península, 1973]. práctica no existió tal separación rígida de ambas hasta la llegada del
" B. F. Porshnev, Les soulévements populaires en France de 1623 á
1648, París, 1965, pp. 395-6 [ed. cast. abreviada: Los levantamientos popu- te'5» f s'^berner, ^ guerre ¿ans la pensée économique du XVI' au XVIII•
lares en Francia en el siglo XVII, Madrid, Siglo XXI, 1978]. silcle, París, 1939, pp. 7-122.
16 33
16 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente

f u e r t e era la victoriosa prosecución de u n a política exterior de r o n i u n t o c l a r a m e n t e delimitado de u n i d a d e s políticas homoge-


conquista. Colbert d i j o a Luis XIV que las m a n u f a c t u r a s reales es decir, p o r u n sistema internacional de estados. Su
m a p a político era inextricablemente c o n f u s o y e n r e d a d o : en el
eran sus regimientos económicos y los gremios sus reservas El pstaban geográficamente entremezcladas y estratificadas dife-
m á s grande de los mercantilistas, que restableció las finanzas rentes instancias jurídicas, y a b u n d a b a n las alianzas plurales,
del Estado francés en diez milagrosos años de administración, las soberanías asimétricas y los enclaves anomalos 38- D e n t r o de
este intrincado laberinto n o había ninguna posibilidad de que
lanzó a su soberano a la desgraciada invasión de Holanda en sureiera u n sistema diplomático formal, p o r q u e no había uni-
1672 con este expresivo consejo: «Si el rey lograra p o n e r a formidad ni p a r i d a d de concurrentes. El concepto de cristiandad
todas las Provincias Unidas b a j o su autoridad, su comercio pasa- latina de la que eran m i e m b r o s todos los h o m b r e s , proporcio-
ría a ser el comercio de los súbditos de su m a j e s t a d , y entonces naba a los conflictos y las decisiones u n a matriz ideológica
universalista que constituía el reverso necesario de la e x t r e m a d a
n o habría nada más que pedir» * Cuatro décadas de conflicto heterogeneidad particularista de las unidades políticas. Asi, las
europeo iban a seguir a esta m u e s t r a de r a z o n a m i e n t o econó- «embajadas» eran simples viajes de salutación, esporádicos y n o
mico que capta p e r f e c t a m e n t e la lógica social de la agresión retribuidos, que podían ser enviadas t a n t o p o r u n vasallo o sub-
vasallo d e n t r o de d e t e r m i n a d o territorio, como e n t r e principes
absolutista y del mercantilismo d e p r e d a d o r : el comercio de los de diversos territorios, o e n t r e u n príncipe y su soberano. La
holandeses era t r a t a d o c o m o la tierra de los anglosajones o las contracción de la p i r á m i d e feudal en las nuevas m o n a r q u í a s
propiedades de los moros, como u n o b j e t o físico que podía centralizadas de la E u r o p a renacentista p r o d u j o , p o r vez pri-
mera, u n sistema f o r m a l i z a d o de presión e i n t e r c a m b i o ínter-
tomarse y gozarse p o r la f u e r z a militar como m o d o n a t u r a l de estatal, con el establecimiento de la nueva institución de las
apropiación, y poseerse después de f o r m a p e r m a n e n t e . El e r r o r e m b a i a d a s recíprocamente asentadas en el e x t r a n j e r o , cancille-
óptico de este juicio p a r t i c u l a r n o lo hace menos representativo- rías p e r m a n e n t e s p a r a las relaciones exteriores y comunicacio-
os estados absolutistas se m i r a b a n e n t r e sí con los m i s m o s ojos. nes e i n f o r m e s diplomáticos secretos, protegidos p o r el nuevo
concepto de «extraterritorialidad» 3 9 . El espíritu r e s u e l t a m e n t e
Las teorías mercantilistas de la riqueza y de la guerra estaban, secular del egoísmo político que inspiraría en adelante la prác-
p o r supuesto, c o n c e p t u á b a n t e interconectadas: el modelo de tica de la diplomacia f u e expresado con toda nitidez p o r b r -
suma nula de comercio mundial que inspiraba su proteccionis- molao B a r b a r o , el e m b a j a d o r veneciano que f u e su p r i m e r teó-
rico. «La p r i m e r a obligación de u n e m b a j a d o r es exactamente
m o económico se derivaba del m o d e l o de s u m a nula de política
internacional, inherente a su belicismo.
Naturalmente, el comercio y la guerra n o f u e r o n las únicas
actividades externas del E s t a d o absolutista en Occidente Su
o t r o gran esfuerzo se dirigió a la diplomacia, que f u e u n o de
os grandes inventos institucionales de la época, i n a u g u r a d o en
la reducida área de Italia en el siglo xv, institucionalizado en
el m i s m o país con la paz de Lodi, y a d o p t a d o en España, Fran-
cia, Inglaterra, Alemania y toda E u r o p a en el siglo Xvi. La diplo- lo que han dicho sus colegas occidentales, su fallo niás ™ t a n t e no
macia fue, de hecho, la indeleble m a r c a de nacimiento del es un rígido «dogmatismo», sino un «ingenio» superfertil no siempre
E s t a d o renacentista. Con sus comienzos nació en E u r o p a u n sis- limkado adecuadamente por la disciplina de las pruebas; claro está que
tema internacional de estados, en el que había u n a p e r p e t u a ese mismo rasgo es el que le convierte, en otro aspecto en un histo-
riador original e imaginativo. Las sugerencias al final de su ensayo sobre
«explorador, de los puntos débiles en el e n t o r n o de u n E s t a d o el concepto de «un sistema internacional de estados._son i n f a n t e s .
o de los peligros que podían e m a n a r contra él desde otros es- » A Engels le gustaba citar el ejemplo de Borgona: «Carlos el Calvo,
tados» . La E u r o p a medieval n u n c a estuvo c o m p u e s t a p o r u n por ejemplo era subdito feudal del emperador por una parte de sus tie-
rras v del rev de Francia por otra; pero, por otra parte, el rey de
Francia s u s e ñ o r feudal era al mismo tiempo subdito de Carlos el Calvo,
G ubert Louis XTV et s u p r o p i o vasallo, en algunas regiones.» Véase su importante manuscrito,
págtaa^T ° ' ™g' millions de frangais, París, 1966, « t u S postumamente Uber den Verfall des Feudalismus und das Auf-
" B . F. Porshnev, «Les rapports politiques de l'Europe occidentale et kommen der Bourgeoisie, en Werke, vol. 21 p. 396.
t t ^ Z Z ^ t - á r é p ° q u e d e I a S u e r r e d e s T r e n t e Ans», XI- Congrés » Sobre todo este desarrollo de la nueva diplomacia en los albores de
? Z T ° ? l d e S SCTCeS H i s t o r i
^ s , Upsala, 1960, p. 161: incursión ex' la E u r o p a moderna, véase la gran obra de Garrett Mattingly, ^atssance
w T ^ n . n H SP ? CU a t ¡ V a e n l a g u e r r a d e l o s Treinta Años, que es un diplomacy, Londres, 1955, passim. La frase de Barbaro se cita en la
buen ejemplo de la fuerza y la debilidad de Porshnev. Al contrario de página 109.
16 34
16 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente 20
la m i s m a que la de cualquier o t r o servidor del gobierno, esto las había ocasionado. París p u d o ser d e r r o t a d a en Ja ruinosa
es, hacer, decir, a c o n s e j a r y p e n s a r todo lo que sirva m e j o r lucha militar p a r a la sucesión española; p e r o la casa de B o r b ó n
a la conservación y engrandecimiento de su p r o p i o Estado.» heredó Madrid. El índice del p r e d o m i n i o feudal en el E s t a d o
Con todo, estos i n s t r u m e n t o s de la diplomacia —embaja- absolutista es evidente t a m b i é n en la diplomacia.
dores o secretarios de Estado— no eran todavía a r m a s de un I n m e n s a m e n t e engrandecido y reorganizado, el E s t a d o feudal
m o d e r n o E s t a d o nacional. Las concepciones ideológicas del
del absolutismo estuvo, a pesar de todo, constante y p r o f u n -
«nacionalismo» f u e r o n a j e n a s , como tales, a la naturaleza íntima
d a m e n t e s o b r e d e t e r m i n a d o p o r el crecimiento del capitalismo
del absolutismo. Los estados m o n á r q u i c o s de la nueva época
en el seno de las formaciones sociales mixtas del p r i m e r p e r í o d o
n o desdeñaron la movilización de los sentimientos patrióticos
moderno. E s t a s formaciones eran, desde luego, u n a combina-
de sus súbditos en los conflictos militares y políticos que opo-
ción de diferentes modos de producción b a j o el dominio —deca-
nían m u t u a y c o n s t a n t e m e n t e a las diversas m o n a r q u í a s de
E u r o p a occidental. Pero la existencia difusa de u n protonacio- dente— de u n o de ellos: el feudalismo. Todas las e s t r u c t u r a s
nalismo p o p u l a r en la I n g l a t e r r a de los Tudor, la Francia bor- del E s t a d o absolutista revelan la acción a distancia de la nueva
bónica o la E s p a ñ a de los H a b s b u r g o fue, básicamente, u n signo economía que se a b r í a p a s o en el m a r c o de u n sistema m á s
de la presencia burguesa en la p o l í t i c a m á s q u e d e j a r s e go- antiguo: a b u n d a b a n las «capitalizaciones» híbridas de las for-
b e r n a r p o r ellos, los g r a n d e s y los soberanos siempre manipu- mas feudales, cuya m i s m a perversión de instituciones f u t u r a s
laron esos sentimientos. La aureola nacional del a b s o l u t i s m o (ejército, burocracia, diplomacia, comercio) era u n a reconver-
en Occidente —a m e n u d o m u y a p a r e n t e m e n t e p r o n u n c i a d a sión de o b j e t o s sociales anteriores p a r a repetirlos.
(Isabel I, Luis X I V ) - era, en realidad, contingente y p r e s t a d a . A p e s a r de eso, las premoniciones de u n nuevo o r d e n político
Las n o r m a s directrices de aquella época radicaban en o t r o lu- contenidas d e n t r o de ellas no f u e r o n u n a falsa p r o m e s a . La
gar: la última instancia cte legitimidad era la dinastía y n o el burguesía de Occidente poseía ya suficiente fuerza p a r a d e j a r
territorio. El E s t a d o se concebía como p a t r i m o n i o del monar- su b o r r o s a huella sobre el E s t a d o del absolutismo. La a p a r e n t e
ca y, p o r tanto, el título de su propiedad podía a d q u i r i r s e p o r p a r a d o j a del a b s o l u t i s m o en Occidente f u e que r e p r e s e n t a b a
u n a unión de personas: felix Austria. El m e c a n i s m o s u p r e m o f u n d a m e n t a l m e n t e u n a p a r a t o p a r a la protección de la propie-
de la diplomacia era, pues, el m a t r i m o n i o , e s p e j o pacífico de dad y los privilegios aristocráticos, p e r o que, al m i s m o tiempo,
la guerra, que t a n t a s veces provocó. Las m a n i o b r a s matrimo- los medios p o r los que se realizaba esta protección podían
niales, menos costosas como vía de expansión territorial q u e a s e g u r a r simultáneamente los intereses básicos de las nacientes
la agresión a r m a d a , p r o p o r c i o n a b a n resultados menos inmedia- clases mercantil y m a n u f a c t u r e r a . El E s t a d o absolutista centra-
tos (con frecuencia sólo a la distancia de u n a generación) y lizó cada vez m á s el p o d e r político y se movió hacia sistemas
estaban s u j e t a s p o r ello a impredecibles azares de m o r t a l i d a d legales m á s u n i f o r m e s : las c a m p a ñ a s de Richelieu c o n t r a los
en eí intervalo a n t e r i o r a la consumación de u n pacto nupcial reductos de los hugonotes en Francia f u e r o n características. El
y su goce político. De ahí que el largo r o d e o del m a t r i m o n i o E s t a d o absolutista s u p r i m i ó u n gran n ú m e r o de b a r r e r a s co-
c o n d u j e r a d i r e c t a m e n t e y tan a m e n u d o al corto c a m i n o de merciales internas y p a t r o c i n ó aranceles exteriores c o n t r a los
la guerra. La historia del absolutismo está plagada de esos con- competidores e x t r a n j e r o s : las medidas de Pombal en el Portu-
flictos, cuyos n o m b r e s dan fe de ello: guerras de sucesión de gal de la Ilustración f u e r o n u n drástico ejemplo. Proporcionó
España, Austria o Baviera. N a t u r a l m e n t e , su r e s u l t a d o final po- al capital u s u r a r i o inversiones lucrativas, a u n q u e arriesgadas,
día a c e n t u a r la «flotación» de la dinastía sobre el t e r r i t o r i o que en la hacienda pública: los b a n q u e r o s de Augsburgo en el si-
glo xvi y los oligarcas genoveses del siglo XVII hicieron f o r t u n a s
con sus p r é s t a m o s al E s t a d o español. Movilizó la propiedad
™ r ? l e s y urbanas mostraron, por supuesto, formas espon- r u r a l p o r medio de la incautación de las tierras eclesiásticas:
táneas de xenofobia; pero esta tradicional reacción negativa hacia las disolución de los monasterios en Inglaterra. Proporcionó sine-
n ? , r " ™ ? i e s a j e n a s e s m u y d i s t i n t a d e l a identificación nacional positiva curas rentables en la burocracia: la paulette en Francia regla-
A* 1. a aparecer en los medios literarios burgueses a principios
m e n t a r í a su posesión estable. Patrocinó e m p r e s a s coloniales y
Z , T , e r n a - L a / U S 1 Ó n d e a m b a s P ° d í a Producir1, en situaciones
de: crisis, estallidos patrióticos populares de un carácter incontrolado y compañías comerciales: al m a r Blanco, a las Antillas, a la bahía
sedicioso: los comuneros en España o la Liga en Francia. de Hudson, a Luisiana. E n o t r a s palabras, el E s t a d o absolutista
37
36 Europa occidental El Estado absolutista en Occidente

realizó algunas funciones parciales en la acumulación originaria


necesaria p a r a el t r i u n f o final del m o d o de producción capita-

s S t . S K a r s í » RSSÍ
lista. Las razones p o r las que p u d o llevar a cabo esa función aneció E r a uii E s t a d o b a s a d o en la supremacía s o c a de la
«dual» residen en la naturaleza específica de los capitales mer-
cantil y m a n u f a c t u r e r o : como ninguno de ellos se b a s a b a en
la producción en m a s a característica de la industria maquini-
zada p r o p i a m e n t e dicha, t a m p o c o exigían u n a r u p t u r a radical
con el orden agrario feudal que todavía e n c e r r a b a a la vasta
mayoría de la población (el f u t u r o t r a b a j o asalariado y mer-
cado de c o n s u m o del capitalismo industrial). Dicho de o t r a for-
ma, esos capitales podían desarrollarse d e n t r o de los límites
establecidos p o r el m a r c o feudal reorganizado. E s t o n o quiere
decir que siempre ocurriera así: los conflictos políticos, reli-

SiiSSpSrSl
giosos o económicos podían f u n d i r s e en explosiones revolucio-
narias contra el absolutismo, en coyunturas específicas, t r a s u n
después de l a « de Pombal; los especuladores parisinos
d e t e r m i n a d o p e r í o d o de maduración. En este estadio, sin em-
bargo, había siempre u n potencial terreno de compatibilidad
e n t r e la naturaleza y el p r o g r a m a del E s t a d o absolutista y las
operaciones del capital mercantil y m a n u f a c t u r e r o . En la com-
petencia internacional e n t r e clases nobles que p r o d u j o el endé- del E s t a d o absolutista f u e la dominación de la nobleza f e u ü *
mico estado de guerra de esa época, la amplitud del sector en la éooca de la transición al capitalismo. Su final señalaría
mercantil d e n t r o de cada p a t r i m o n i o «nacional» tuvo siempre L crisis del p o d e r de esa clase: la llegada de las revoluciones
u n a i m p o r t a n c i a decisiva p a r a su relativa fuerza militar y po- burguesas y la aparición del E s t a d o capitalista.
lítica. E n la lucha c o n t r a sus rivales, todas las m o n a r q u í a s te-
nían, pues, u n gran interés en a c u m u l a r metales preciosos y
p r o m o v e r el comercio b a j o sus propias b a n d e r a s . De ahí el
c a r á c t e r «progresista» que los historiadores posteriores h a n
a t r i b u i d o tan f r e c u e n t e m e n t e a las políticas oficiales del abso-
lutismo. La centralización económica, el proteccionismo y la
expansión u l t r a m a r i n a engrandecieron al ú l t i m o E s t a d o feudal
a la vez que beneficiaban a la p r i m e r a burguesía. Incrementa-
ron los ingresos fiscales del p r i m e r o al p r o p o r c i o n a r oportuni-
dades de negocio a la segunda. Las máximas circulares del mer-
cantilismo, p r o c l a m a d a s p o r el E s t a d o absolutista, dieron elo-
cuente expresión a esa coincidencia provisional de intereses.
E r a m u y lógico q u e el d u q u e de Choiseul declarase, en las
últimas décadas del ancien régime aristocrático en Occidente:
«De la a r m a d a dependen las colonias; de las colonias el co-
mercio; del comercio la capacidad de u n E s t a d o p a r a m a n t e n e r
n u m e r o s o s ejércitos, p a r a a u m e n t a r su población y p a r a h a c e r
posibles las e m p r e s a s m á s gloriosas y m á s útiles» 4 1 .

" Citado por Gerald Graham, The politics of naval supremacy, Cam-
bridge, 1965, p. 17.
2. CLASE Y ESTADO: PROBLEMAS DE PERIODIZACION Clase y Estado: problemas de periodización 39

ineresos n o r m a l m e n t e gozaría de ciertos privilegios financieros


sobre su señorío territorial: sobre todo, las «cargas» feudales
v i a s «ayudas» especiales de sus vasallos, s u j e t o s p o r investi-
dura a sus feudos, m á s los p e a j e s señoriales sobre mercados o
rutas comerciales, m á s los impuestos procedentes de la Iglesia
en situaciones de emergencia, m á s los beneficios de la justicia
real en f o r m a de multas y confiscaciones. N a t u r a l m e n t e , estas
Dibujadas ya las grandes líneas del c o m p l e j o institucional del f o r m a s f r a g m e n t a d a s y restringidas de r e n t a f u e r o n muy p r o n t o
E s t a d o absolutista en Occidente, q u e d a n a h o r a p o r esbozar, muy inadecuadas incluso p a r a las exiguas obligaciones gubernamen-
brevemente, algunos aspectos de la trayectoria de esta f o r m a tales características del sistema político medieval. Se podía re-
histórica que, n a t u r a l m e n t e , s u f r i ó modificaciones significativas currir, p o r supuesto, al crédito de m e r c a d e r e s y b a n q u e r o s resi-
en los tres o c u a t r o siglos de su existencia. Al m i s m o tiempo dentes en las ciudades, q u e controlaban reservas relativamente
es preciso o f r e c e r alguna explicación de las relaciones e n t r e la amplias de capital líquido: éste f u e el p r i m e r y más extendido
clase noble y el absolutismo, p o r q u e n a d a p u e d e e s t a r menos expediente de los m o n a r c a s feudales al e n f r e n t a r s e a una insu-
justificado que d a r p o r s u p u e s t o que se t r a t a b a de u n a rela- ficiencia de sus r e n t a s p a r a la dirección de los a s u n t o s de Es-
ción sin p r o b l e m a s y de a r m o n í a n a t u r a l desde su comienzo tado. Pero recibir p r é s t a m o s sólo servía p a r a p o s p o n e r el pro-
Puede a f i r m a r s e , p o r el contrario, que la periodización real del blema, p o r q u e los b a n q u e r o s exigían n o r m a l m e n t e contra sus
absolutismo en Occidente debe b u s c a r s e p r e c i s a m e n t e en la p r é s t a m o s garantías seguras sobre los f u t u r o s ingresos reales.
c a m b i a n t e relación e n t r e la nobleza y la m o n a r q u í a , y en los La necesidad a p r e m i a n t e y p e r m a n e n t e de o b t e n e r s u m a s
múltiples y concomitantes virajes políticos que f u e r o n su corre- sustanciales f u e r a del á m b i t o de sus r e n t a s tradicionales con-
lato. En cualquier caso, aquí se p r o p o n d r á u n a periodización d u j o p r á c t i c a m e n t e a todas las m o n a r q u í a s medievales a con-
provisional del E s t a d o y u n intento p a r a t r a z a r la relación de vocar a los «Estados» de su reino cada cierto tiempo, con o b j e t o
la clase d o m i n a n t e con él. de r e c a u d a r impuestos. Tales convocatorias se hicieron cada
Como hemos visto, las m o n a r q u í a s medievales f u e r o n u n a vez más f r e c u e n t e s y p r o m i n e n t e s en E u r o p a occidental a par-
a m a l g a m a inestable de soberanos feudales y reyes ungidos Los tir del siglo X I I I , c u a n d o las tareas del gobierno feudal se
extraordinarios derechos regios de esta última función eran hicieron m á s complejas y el nivel de finanzas necesario p a r a
n a t u r a l m e n t e , un contrapeso necesario f r e n t e a las debilidades ellas se volvió igualmente más exigente 2 . E n ninguna p a r t e
y limitaciones estructurales de la p r i m e r a : la contradicción en- llegaron a alcanzar u n a convocatoria regular, independiente de
t r e esos dos principios alternos de realeza f u e la tensión nu- la voluntad del soberano, y de ahí que su periodicidad variara
clear del E s t a d o feudal en la Edad Media. La función del e n o r m e m e n t e de u n país a o t r o e incluso d e n t r o del m i s m o
soberano feudal en la cúspide de u n a j e r a r q u í a vasallática era, país. Sin embargo, estas instituciones n o deben considerarse
en u l t i m o término, la c o m p o n e n t e d o m i n a n t e de este modelo
monárquico, c o m o h a b r í a de m o s t r a r la luz retrospectiva arro- J
Se necesita con urgencia un estudio completo de los Estados me-
jada sobre ella p o r la e s t r u c t u r a opuesta del a b s o l u t i s m o En dievales en Europa. Hasta ahora la única obra con alguna información
el p r i m e r período medieval, esta función imponía límites muy internacional parece ser la de Antonio Marongiu, II Parlamento tn Italia,
estrechos a la base económica de la m o n a r q u í a . Efectivamente nel Medio Evo e nell'Etá Moderna: contributo alia storia delle instituziom
el soberano feudal de esta época tenía que sacar sus rentas prin- parlamentan dell'Europa Occidentale, Milán, 1962, traducida recientemente
al inglés con el equívoco título de Mediaeval parliaments: a comparative
cipalmente de sus propias tierras, en su calidad de propietario study Londres, 1968. De hecho, el libro de Marongiu —como indica su
particular. Las rentas de sus tierras se le entregarían inicial- título' original— se refiere principalmente a Italia, la única región de
m e n t e en especie, y p o s t e r i o r m e n t e en d i n e r o A p a r t e de estos Europa en la que los Estados no existieron o carecieron de importancia.
Sus cortas secciones sobre otros países (Francia, Inglaterra o España)
apenas pueden considerarse como una introducción satisfactoria al tema,
t J t Z * m ° n a r q U Í a s u e c a r e c i b i ó e n especie gran parte de sus ingresos y además se ignoran los países del norte y el este de Europa. Por otra
tanto cargas como impuestos, hasta bien entrada la época moderna. parte, el libro es un estudio jurídico, carente de toda investigación so-
ciológica.
Europa occidental 41
40 Clase y Estado: problemas de periodización

como desarrollos contingentes y extrínsecos al cuerpo político N a t u r a l m e n t e , la definición social de «súbditos» era prede-
medieval. Constituyeron, p o r el contrario, u n m e c a n i s m o inter- cible. Los «Estados del reino» r e p r e s e n t a b a n u s u a l m e n t e a la
m i t e n t e que era una consecuencia inevitable de la e s t r u c t u r a nobleza, al clero y a los burgueses u r b a n o s y estaban organi-
del p r i m e r E s t a d o feudal en cuanto tal. Y precisamente p o r q u e zados bien en u n sencillo sistema de tres curias o en o t r o algo
los órdenes político y económico estaban fundidos en una cadena diferente de dos c á m a r a s (de magnates y no m a g n a t e s ) 5 . E s t a s
de obligaciones y deberes personales, n u n c a existió ninguna asambleas f u e r o n p r á c t i c a m e n t e universales en toda E u r o p a
base legal p a r a recaudaciones económicas generales realizadas occidental, con la excepción del n o r t e de Italia, donde la den-
p o r el m o n a r c a f u e r a de la j e r a r q u í a de las soberanías interme- sidad u r b a n a y la ausencia de u n a soberanía feudal impidió
dias. De hecho, es s o r p r e n d e n t e que la m i s m a idea de u n im- n a t u r a l m e n t e su aparición: el Parliament en Inglaterra, los
p u e s t o universal —tan i m p o r t a n t e p a r a todo el edificio del États Généraux en Francia, el Landtag en Alemania, las Cortes
imperio r o m a n o — faltara p o r completo d u r a n t e la E d a d Me- en Castilla o Portugal, el Riksdag en Suecia. Aparte de su fun-
dia 3 . Así, ningún rey feudal podía decretar impuestos a volun- ción esencial como i n s t r u m e n t o fiscal del E s t a d o medieval, esos
tad. Para a u m e n t a r los impuestos, los soberanos tenían que Estados cumplían otra función crucial en el sistema político
o b t e n e r el «consentimiento» de organismos reunidos en asam- feudal. E r a n las representaciones colectivas de u n o de los prin-
bleas especiales— los Estados—, b a j o la rúbrica del principio cipios m á s p r o f u n d o s de la j e r a r q u í a feudal d e n t r o de la no-
legal quod omnes tangit 4. Es significativo que la m a y o r p a r t e bleza: el deber del vasallo de p r e s t a r n o sólo auxilium, sino
de los impuestos generales directos que se i n t r o d u j e r o n paula- también consilium a su señor feudal; en o t r a s palabras, el dere-
tinamente en E u r o p a occidental, s u j e t o s al asentimiento de los cho a d a r su consejo solemne en m a t e r i a s graves que afectasen
p a r l a m e n t o s medievales, se h u b i e r a n iniciado antes en Italia, a a m b a s partes. E s t a s consultas no debilitaban necesariamente
donde la p r i m e r a síntesis feudal había e s t a d o más próxima a la al soberano feudal; p o r el contrario, podían reforzarle en las
herencia r o m a n a y u r b a n a . No f u e sólo la Iglesia quien estable- crisis internas o externas al proporcionarle u n o p o r t u n o apoyo
ció impuestos generales sobre todos los creyentes p a r a las cru- político. Aparte del vínculo p a r t i c u l a r de las relaciones de home-
zadas; los gobiernos municipales —sólidos consejos de patricios n a j e individuales, la aplicación pública de esta concepción se
sin estratificación de rango ni investidura— n o tuvieron grandes limitaba inicialmente al p e q u e ñ o n ú m e r o de magnates baronia-
dificultades p a r a establecer i m p u e s t o s sobre las poblaciones de les q u e eran los lugartenientes del m o n a r c a , f o r m a b a n su sé-
sus propias ciudades, y m u c h o menos sobre los contados sub- q u i t o y e s p e r a b a n ser consultados p o r él acerca de los a s u n t o s
yugados. La c o m u n a de Pisa tenía ya impuestos sobre la pro- de E s t a d o i m p o r t a n t e s . Con el desarrollo de los Estados pro-
piedad. En Italia se i n t r o d u j e r o n también m u c h o s impuestos p i a m e n t e dichos en el siglo x i n , a causa de las exigencias fis-
indirectos: el monopolio de la sal o gabelle tuvo su origen en cales, la prerrogativa baronial de consulta en los ardua negotia
Sicilia. Muy p r o n t o , u n a abigarrada e s t r u c t u r a fiscal se desarro- regni se f u e extendiendo g r a d u a l m e n t e a estas nuevas asambleas,
lló en los principales países de E u r o p a occidental. Los príncipes y llegó a f o r m a r p a r t e i m p o r t a n t e de la tradición política de
ingleses, a causa de su situación insular, contaban principal- la clase noble que en todas partes, n a t u r a l m e n t e , las dominaba.
m e n t e con las rentas consuetudinarias; los franceses, con los La «ramificación» del sistema político feudal en la B a j a E d a d
impuestos sobre el comercio interior y con la taille, y los ale- Media, con el desarrollo de la institución de los Estados a p a r t i r
m a n e s con la intensificación de los peajes. Esos impuestos n o del t r o n c o principal, n o t r a n s f o r m ó las relaciones entre la mo-
eran, sin embargo, prestaciones regulares, sino que permanecie- n a r q u í a y la nobleza en ningún sentido unilateral. Esas insti-
ron como recaudaciones ocasionales hasta el final de la Edad tuciones f u e r o n llamadas a la existencia f u n d a m e n t a l m e n t e p a r a
Media, d u r a n t e la cual pocas as?.mbl-as de Estados cedieron a
los m o n a r c a s el derecho de r e c a d a r impuestos generales y 5
Hintze trata de estos diversos modelos en «Typologie der Standischen
p e r m a n e n t e s sin el consentimiento de sus súbditos. Verfassungen des Abendlandes», Gesammelte Abhandlungen, vol. I, Leip-
zig, 1941, pp. 110-29, que es todavía la mejor obra sobre el fenómeno de
los Estados feudales en Europa, aunque curiosamente no ofrece con-
Stephenson
4 - Mediaeval institutions, Ithaca, 1954, pp. 99-100. clusiones definitivas en comparación con la mayor parte de los ensayos
°">™bus debet comprobari: lo que a todos afecta, por todos debe de Hintze, como si todas las implicaciones de sus hallazgos tuvieran que
ser aprobado.
ser todavía elucidadas por el autor.
40 Europa occidental Clase y Estado: problemas de periodización 43

extender la base fiscal de la monarquía, pero, a la vez que


fortuna y de fama, a la q u e se a f e r r a r o n con avidez; p a r a mu-
cumplían ese objetivo, i n c r e m e n t a r o n t a m b i é n el potencial con-
hcs otros, significó la indignidad o la ruina, contra las q u e
trol colectivo de la nobleza sobre la m o n a r q u í a . N o deben con-
L rebelaron; p a r a la mayoría, e n t r a ñ ó u n largo y difícil pro-
siderarse, pues, ni como m e r o s estorbos ni c o m o simples ins-
ceso de adaptación y reconversión, a través de sucesivas gene-
t r u m e n t o s del p o d e r real; m á s bien, r e p r o d u j e r o n el equilibrio
original entre el soberano feudal y sus vasallos en u n m a r c o raciones, antes de que se restableciera p r e c a r i a m e n t e u n a nueva
más c o m p l e j o y eficaz. armonía e n t r e clase y Estado. En el c u r s o de este proceso, la
E n la práctica, los Estados c o n t i n u a r o n reuniéndose en oca- última aristocracia feudal se vio obligada a a b a n d o n a r viejas
siones esporádicas y los impuestos recaudados p o r la m o n a r q u í a tradiciones y a a d q u i r i r m u c h o s nuevos s a b e r e s 6 . Tuvo q u e
siguieron siendo relativamente modestos. Una i m p o r t a n t e razón desprenderse del ejercicio militar de la violencia privada, de
p a r a ello era que todavía n o se interponía e n t r e la m o n a r q u í a los modelos sociales de lealtad vasallática, de los hábitos eco-
y la nobleza u n a vasta burocracia pagada. D u r a n t e toda la E d a d nómicos de despreocupación hereditaria, de los derechos polí-
Media el gobierno real descansó en buena medida sobre los ticos de a u t o n o m í a representativa y de los a t r i b u t o s culturales
servicios de la m u y amplia burocracia clerical de la Iglesia, de ignorancia indocta. Tuvo que a d a p t a r s e a las nuevas ocupa-
cuyo alto personal podía dedicarse plenamente a la administra- ciones de oficial disciplinado, de f u n c i o n a r i o letrado, de corte-
ción civil sin ninguna carga financiera p a r a el Estado, ya q u e sano elegante y de p r o p i e t a r i o de tierras más o menos pru-
recibían buenos salarios de u n a p a r a t o eclesiástico indepen- dente. La historia del a b s o l u t i s m o occidental es, en b u e n a me-
diente. El alto clero que, siglo tras siglo, p r o p o r c i o n ó tantos dida, la historia de la lenta reconversión de la clase d o m i n a n t e
s u p r e m o s a d m i n i s t r a d o r e s al gobierno feudal —desde I n g l a t e r r a poseedora de tierras a la f o r m a necesaria de su propio p o d e r
a Francia o España— se reclutaba en su m a y o r parte, eviden- político, a p e s a r y en c o n t r a de la mayoría de sus instintos y
temente, e n t r e la m i s m a nobleza, p a r a la q u e era u n i m p o r t a n t e experiencias anteriores.
privilegio económico y social acceder a posiciones episcopales La época del Renacimiento presenció, pues, la p r i m e r a fase
o abaciales. La o r d e n a d a j e r a r q u í a feudal de h o m e n a j e y lealtad de la consolidación del absolutismo, c u a n d o éste todavía e s t a b a
personal, las asambleas de los Estados corporativos ejerciendo relativamente próximo al m o d e l o m o n á r q u i c o antecedente. Has-
sus derechos de votar impuestos y deliberar sobre los a s u n t o s ta la m i t a d del siglo, los Estados se m a n t u v i e r o n en Francia,
del reino, el c a r á c t e r i n f o r m a l de u n a administración m a n t e n i d a Castilla y Holanda, y florecieron en Inglaterra. Los ejércitos
parcialmente p o r la Iglesia —una Iglesia cuyo m á s alto personal eran relativamente pequeños y se componían principalmente de
se componía f r e c u e n t e m e n t e de magnates—, todo eso f o r m a b a fuerzas m e r c e n a r i a s con u n a capacidad de c a m p a ñ a ú n i c a m e n t e
u n lógico y t r a b a d o sistema político que a t a b a a la clase noble estacional. E s t a b a n dirigidos p e r s o n a l m e n t e p o r aristócratas
a u n E s t a d o con el cual, a pesar y en m e d i o de constantes que eran magnates de p r i m e r í s i m o rango en sus respectivos
conflictos con m o n a r c a s específicos, f o r m a b a u n todo.
El contraste e n t r e ese modelo de m o n a r q u í a medieval de • El libro de Lawrence Stone, The crisis of Aristocracy 1558-1641, Ox-
ford, 1965, es el estudio más profundo de un caso particular de metamor-
Estados y el de la p r i m e r a época del absolutismo resulta bas- fosis de una nobleza europea en esta época [ed. cast. abreviada: La
t a n t e m a r c a d o p a r a los historiadores de hoy. Para los nobles crisis de la aristocracia, 1588-1641, Madrid, Revista de Occidente, 1976]. La
que lo vivieron, el cambio n o resultó menos d r a m á t i c o : t o d o crítica se ha centrado en su tesis de que la posición económica de la
lo contrario. P o r q u e la gigantesca y silenciosa f u e r z a e s t r u c t u r a l nobleza (peerage) inglesa se deterioró claramente en el siglo analizado.
Sin embargo, éste es un tema esencialmente secundario, porque la «crisis»
que impulsó la completa reorganización del p o d e r de clase feu- fue mucho más amplia que la de la simple cuestión de la cantidad de
dal, a sus ojos q u e d ó inevitablemente oculta. El tipo de causali- feudos poseídos por los señores: fue un constante esfuerzo de adaptación.
dad histórica provocadora de la disolución de la u n i d a d origina- La aportación de Stone al problema del poder militar aristocrático en
este contexto es particularmente valiosa (pp. 199-270). La limitación del
ria de explotación extraeconómica en la base de t o d o el sistema libro radica más bien en que sólo trata de la nobleza (peerage) inglesa,
social — p o r m e d i o de la expansión de la producción e inter- una élite muy pequeña dentro de la clase dominante terrateniente. Por
cambio de mercancías—, y su nueva centralización en la cús- otra parte, como veremos después, la aristocracia inglesa fue atípica res-
pide, no era visible en el interior de su universo categorial. pecto al conjunto de la Europa occidental. Son muy necesarios otros
estudios sobre las noblezas continentales con una riqueza de material
Para muchos nobles, el c a m b i o significó u n a o p o r t u n i d a d de comparable a la de Stone.
40 44
40 Europa occidental Clase y Estado: problemas de periodización 25

reinos (Essex, Alba, Condé o Nassau). El gran auge secular del f o r m a c o n s u m a d a de absolutismo: incluso en España, Felipe II
siglo xvi, provocado tanto p o r el r á p i d o crecimiento demográ- se veía impotente p a r a que sus t r o p a s c r u z a r a n las f r o n t e r a s
fico como p o r la llegada de los metales preciosos y el comercio de Aragón sin el p e r m i s o de sus señores.
americanos, facilitó el crédito a los príncipes europeos y per- Efectivamente, el m i s m o t é r m i n o de «absolutismo» era in-
mitió un gran i n c r e m e n t o de sus desembolsos sin u n a corres- correcto. Ninguna m o n a r q u í a occidental ha gozado nunca de u n
pondiente y sólida expansión del sistema fiscal, a u n q u e h u b o poder absoluto sobre sus súbditos, en el sentido de u n despo-
u n a intensificación general de los impuestos: ésta f u e la edad tismo carente de t r a b a s 9 . Todas se han visto limitadas, incluso
de oro de los financieros del s u r de Alemania. La administra- en el cénit de sus prerrogativas, p o r ese e n t r a m a d o de concep-
ción b u r o c r á t i c a creció rápidamente, p e r o en todas p a r t e s f u e ciones designadas como derecho «divino» o «natural». La teoría
p r e s a de la colonización de las grandes casas que competían de la soberanía de Bodin, que dominó el p e n s a m i e n t o político
p o r los privilegios políticos y los beneficios económicos de los europeo d u r a n t e un siglo, encarna de f o r m a elocuente esa con-
cargos y controlaban clientelas parasitarias de nobles m e n o r e s tradicción del absolutismo. Bodin f u e el p r i m e r p e n s a d o r que
que se infiltraban en el a p a r a t o del E s t a d o y f o r m a b a n redes rompió sistemática y resueltamente con la concepción medie-
rivales de patronazgo d e n t r o de él: versión modernizada del val de la a u t o r i d a d como ejercicio de la justicia tradicional
sistema de séquitos de la última época medieval, y de sus con- f o r m u l a n d o la idea m o d e r n a del p o d e r político como capacidad
flictos. Las luchas faccionales e n t r e grandes familias, cada soberana de crear nuevas leyes e i m p o n e r su obediencia indis-
u n a con una p a r t e de la m á q u i n a estatal a su disposición, y cutible. «El signo principal de la m a j e s t a d soberana y del p o d e r
con u n a base regional sólida d e n t r o de un país débilmente uni- absoluto es esencialmente el derecho de i m p o n e r leyes sobre
ficado, ocupaban c o n s t a n t e m e n t e el p r i m e r plano de la escena los súbditos, generalmente sin su consentimiento [ . . . ] Hay,
política 7 . Las virulentas rivalidades D u d l e y / S e y m o u r y Leices- efectivamente, u n a distinción e n t r e justicia y ley, p o r q u e la
ter/Cecil en Inglaterra, las sanguinarias guerras trilaterales en- p r i m e r a implica m e r a equidad, m i e n t r a s la segunda implica el
t r e los Guisa, los Montmorency y los Borbones en Francia, y mandato. La ley n o es m á s que el m a n d a t o de u n s o b e r a n o en
las crueles y s u b t e r r á n e a s luchas p o r el p o d e r e n t r e los Alba el ejercicio de su poder 1 0 ». Pero m i e n t r a s enunciaba estos
y los Eboli en España, f u e r o n u n signo de los tiempos. Las revolucionarios axiomas, Bodin sostenía, simultáneamente, las
aristocracias occidentales habían comenzado a a d q u i r i r u n a más conservadoras máximas feudales que limitaban los básicos
educación universitaria y u n a fluidez cultural reservada, hasta derechos fiscales y económicos de los soberanos sobre sus súb-
ese m o m e n t o , a los clérigos 8 . De todas f o r m a s , n o habían des- ditos. «No es de la competencia de ningún príncipe exigir im-
militarizado aún su vida privada, ni siquiera en Inglaterra, y puestos a sus súbditos según su voluntad, o t o m a r arbitraria-
no digamos ya en Francia, Italia o España. Los m o n a r c a s m e n t e los bienes de u n tercero», p o r q u e «al igual que el prín-
reinantes tenían que contar generalmente con sus magnates
como fuerza independiente a la que había que conceder posi- ' Roland Mousnier y Fritz Hartung, «Quelques problémes concernant
ciones adecuadas a su rango: las huellas de u n a simétrica pirá- la monarchie absolute», X Congresso Internazionale di Scienze Storici,
Relazioni, iv, Florencia, 1955, especialmente pp. 4-15, es la primera y más
mide medieval todavía eran visibles en el e n t o r n o del soberano. importante contribución al debate sobre este tema en los últimos años.
Unicamente en la segunda m i t a d del siglo comenzaron los pri- Algunos escritores anteriores, entre ellos Engels, percibieron la misma
m e r o s teóricos del absolutismo a p r o p a g a r las concepciones verdad, aunque de forma menos sistemática: «La decadencia del feuda-
lismo y el desarrollo de las ciudades constituyeron fuerzas deseentraliza-
del derecho divino, que elevaban el p o d e r real m u y p o r encima doras, que determinaron precisamente la necesidad de la monarquía abso-
de la lealtad limitada y recíproca de la soberanía regia medieval. luta como un poder capaz de unir a las nacionalidades. La monarquía
Bodin f u e el p r i m e r o y el m á s riguroso de ellos. Pero el si- tenía que ser absoluta, precisamente a causa de la presión centrífuga
glo xvi se cerró en los grandes países sin la realización de la de todos esos elementos. Su absolutismo, sin embargo, no debe enten-
derse en un sentido vulgar. Estuvo en conflicto permanente con los
7
Estados, con los señores feudales y ciudades rebeldes: en ningún sitio
Un reciente tratamiento de este tema puede verse en J. H. Elliott, abolió por completo a los Estados.» K. Marx y F. Engels, Werke, vol. 21,
Europe divided, 1559-1598, Londres, 1968, pp. 73-7 [La Europa dividida página 402. La última frase es, por supuesto, una exageración.
1559-1598, Madrid, Siglo XXI, 1976], 10
Jean Bodin, Les six livres de la République, París, 1578, pp. 103, 114.
' J. H. Hexter, «The education of the aristocracy in the Renaissance», He traducido droit por «justice» en este caso, para resaltar la distinción
en Reappraisals in history, Londres, 1961, pp. 45-70.
a la que se ha aludido más arriba.
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Clase y Estado: problemas de periodización
46 Europa occidental
Los cien años siguientes presenciaron la implantación plena
cipe soberano n o tiene p o t e s t a d p a r a t r a n s g r e d i r las leyes de abi E s t a d o absolutista en u n siglo de depresión agrícola y demo-
la naturaleza, o r d e n a d a s p o r Dios —cuya imagen en la tierra gráfica y de continua b a j a de los precios. Es en este m o m e n t o
él es—, t a m p o c o puede t o m a r la p r o p i e d a d de o t r o sin u n a ruando los efectos de la «revolución militar» se d e j a n sentir
causa j u s t a y razonable» 1 1 . La apasionada exégesis que hace decisivamente. Los ejércitos multiplican r á p i d a m e n t e su t a m a ñ o
B o d m de la nueva idea de soberanía se combina así con u n a haciéndose a s t r o n ó m i c a m e n t e caros— en u n a s e n e de guerras
llamada a i n f u n d i r nuevo vigor al sistema feudal de servicios a u e se extienden sin cesar. Las operaciones de Tilly n o f u e r o n
militares, y a u n a reafirmación del valor de los Estados: «La m u c h o mayores que las de Alba, p e r o resultaban enanas com-
soberanía de u n m o n a r c a n o se altera ni disminuye en m o d o p a r a d a s con las de Turenne. El costo de estas e n o r m e s máqui-
alguno p o r la existencia de los Estados; p o r el contrario, su nas militares creó p r o f u n d a s crisis de ingresos en los E s t a d o s
m a j e s t a d es m á s grande e ilustre c u a n d o su pueblo le reconoce absolutistas. Por lo general, se intensificó la presión de los
como soberano, incluso si en esas asambleas los príncipes, n o impuestos sobre las masas. S i m u l t á n e a m e n t e , la venta de car-
deseosos de enemistarse con sus subditos, conceden y p e r m i t e n gos y honores públicos se convirtió en u n expediente financiero
m u c h a s cosas a las que n o h a b r í a n consentido sin las peticio- de capital i m p o r t a n c i a p a r a todas las m o n a r q u í a s , siendo siste-
nes, plegarias y j u s t a s q u e j a s de su p u e b l o . . . » " . Nada revela matizado en u n a f o r m a desconocida en el siglo a n t e r i o r El
de f o r m a m á s clara la verdadera naturaleza de la m o n a r q u í a resultado f u e la integración de u n creciente n ú m e r o de bur-
absoluta a finales del Renacimiento que esta autorizada teori- gueses arrivistes en las filas de los funcionarios del Estado, que
zación de ella. La práctica del a b s o l u t i s m o correspondió, en se profesionalizaron cada vez más, y la reorganización de los
efecto, a la teoría de Bodin. Ningún E s t a d o absolutista p u d o vínculos e n t r e la nobleza y el a p a r a t o de Estado.
disponer nunca a placer de la libertad ni de las tierras de la La venta de cargos n o era u n m e r o i n s t r u m e n t o económico
nobleza, ni de la burguesía, del m o d o en que pudieron hacerlo p a r a o b t e n e r ingresos procedentes de las clases propietarias.
las tiranías asiáticas coetáneas. T a m p o c o pudieron alcanzar una E s t a b a t a m b i é n al servicio de u n a función política: al convertir
centralización administrativa ni u n a unificación jurídica com- la adquisición de posiciones b u r o c r á t i c a s en u n a transacción
pletas; los particularismos corporativos y las heterogeneidades mercantil y al d o t a r a su propiedad de derechos hereditarios,
regionales h e r e d a d a s de la época medieval caracterizaron a los bloqueó la formación, d e n t r o del Estado, de sistemas de clien-
anciens régimes hasta su d e r r o c a m i e n t o final. La m o n a r q u í a tela de los grandes, que n o dependían de impersonales contri-
absoluta de Occidente estuvo siempre, de hecho, doblemente buciones en metálico, sino de las conexiones y prestigio perso-
limitada: p o r la persistencia de los organismos políticos tradi- nales de u n gran señor y de su casa. Richelieu subrayó en su
cionales que e s t a b a n p o r d e b a j o de ella y p o r la presencia de t e s t a m e n t o la i m p o r t a n t í s i m a función «esterilizadora» de la
la carga excesiva de una ley moral situada p o r encima de ella paulette al p o n e r t o d o el sistema administrativo f u e r a del al-
En o t r a s palabras, el p o d e r del absolutismo operaba, en último cance de tentaculares linajes aristocráticos como la casa de
término, d e n t r o de los necesarios límites de la clase cuyos inte- Guisa. Evidentemente, t o d o consistía en c a m b i a r u n parasitismo
reses afianzaba. E n t r e ambos h a b r í a n de estallar d u r o s conflic- p o r otro: en lugar de patronazgo, venalidad. Pero la mediación
tos c u a n d o la m o n a r q u í a procediera, en el siglo siguiente al del m e r c a d o era m á s segura p a r a la m o n a r q u í a que la de los
d e s m a n t e l a m i e n t o de m u c h a s destacadas familias nobles. Pero magnates: los consorcios financieros de París, que avanzaban
debe recordarse que d u r a n t e todo este tiempo, y del m i s m o p r é s t a m o s al Estado, a r r e n d a b a n i m p u e s t o s y a c a p a r a b a n car-
m o d o que el E s t a d o absolutista de Occidente nunca ejerció u n gos en el siglo XVII, eran m u c h o menos peligrosos p a r a el abso-
p o d e r absoluto, las luchas e n t r e esos estados y sus' aristocra- l u t i s m o f r a n c é s que las dinastías provinciales del siglo Xvi, q u e
cias t a m p o c o pudieron ser nunca absolutas. La unidad social n o sólo tenían b a j o su dominio secciones enteras de la admi-
de a m b o s d e t e r m i n a b a el t e r r e n o y la temporalidad de las con- nistración real, sino que podían movilizar sus propios ejércitos.
tradicciones políticas e n t r e ellos. Sin embargo, esas contradic- El a u m e n t o de la burocratización de los cargos p r o d u j o , a su
ciones h a b r í a n de tener su propia importancia histórica. vez nuevos tipos de altos administradores, que se reclutaban
n o r m a l m e n t e de la nobleza y e s p e r a b a n los beneficios conven-
" Les six livres de la République, pp. 102, 114 cionales del cargo, p e r o que e s t a b a n imbuidos de u n riguroso
Les six livres de la République, p. 103.
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40 Europa occidental Clase y Estado: problemas de periodización
de la nobleza levantaba la b a n d e r a del s e p a r a t i s m o aristocrático íuear u n a elegante rearistocratización de la m á s alta burocracia,
y a la que se unían, en u n levantamiento general, la burguesía o cual p o r u n contraste ilusorio, hizo q u e la época a n t e r i o r
u r b a n a descontenta y las m u c h e d u m b r e s plebeyas La gran Careciese plagada de parvenus. La Regencia f r a n c e s a y la oli-
rebelión ú n i c a m e n t e t r i u n f ó en Inglaterra, donde el componen- garquía sueca de los S o m b r e r o s son los e j e m p l o s m á s llamativos
te capitalista de la sublevación era p r e p o n d e r a n t e t a n t o en las de este fenómeno. Pero t a m b i é n puede observarse en la E s p a ñ a
clases propietarias rurales c o m o en las u r b a n a s . En todos los de Carlos, en la I n g l a t e r r a de Jorge o en la Holanda de P e n w i g ,
d e m á s países, en Francia, España, Italia y Austria, las insurrec- donde las revoluciones b u r g u e s a s ya h a b í a n convertido al E s t a d o
ciones d o m i n a d a s o contagiadas p o r el s e p a r a t i s m o nobiliario v al m o d o de producción d o m i n a n t e al capitalismo. Los minis-
f u e r o n aplastadas, y el p o d e r absolutista q u e d ó reforzado Todo tros de E s t a d o que simbolizan el período carecen de la energía
ello f u e necesariamente así p o r q u e ninguna clase d o m i n a n t e creadora y la fuerza a u s t e r a de sus predecesores, p e r o viven
feudal podía e c h a r p o r la b o r d a los avances alcanzados p o r el
en u n a paz serena con su clase. Fleury o Choiseul, E n s e n a d a
absolutismo - q u e eran la expresión de p r o f u n d a s necesidades
o Aranda, Walpole o Newcastle, son las figuras r e p r e s e n t a t i v a s
históricas que se abrían paso p o r sí m i s m a s en todo el conti-
de esta época.
nente— sin p o n e r en peligro su propia existencia; de h e c h o
Las realizaciones civiles del E s t a d o absolutista de Occidente
ninguna de ellas se p a s ó completa o m a y o r i t a r i a m e n t e a la
causa de la rebelión. Pero el carácter parcial o regional de estas en la era de la Ilustración r e f l e j a n ese modelo: hay u n exceso
luchas n o minimiza su significado: los factores de a u t o n o m i s m o de adornos, u n r e f i n a m i e n t o de las técnicas, u n a i m p r o n t a m á s
local se limitaban a condensar u n a desafección difusa, que fre- acusada de las influencias burguesas, a lo q u e se a ñ a d e u n a
c u e n t e m e n t e existía en toda la nobleza, y le d a b a n una f o r m a pérdida general de d i n a m i s m o y creatividad. Las distorsiones
político-militar violenta. Las p r o t e s t a s de Burdeos, Praga Ná- extremas generadas p o r la venta de cargos se r e d u j e r o n , y si-
poles, E d i m b u r g o , Barcelona o P a l e r m o tuvieron u n a amplia m u l t á n e a m e n t e la b u r o c r a c i a se hizo m e n o s venal, aunque, a
resonancia Su d e r r o t a final f u e u n episodio crítico en los menudo, al precio de i n t r o d u c i r u n sistema de crédito público
difíciles dolores de p a r t o del c o n j u n t o de la clase d u r a n t e este destinado a obtener ingresos equivalentes, sistema que, i m i t a d o
siglo, a medida que se t r a n s f o r m a b a l e n t a m e n t e p a r a cumplir de los países capitalistas m á s avanzados, tendió a anegar al
las nuevas e inusitadas exigencias de su p r o p i o p o d e r de E s t a d o E s t a d o con deudas acumuladas. Todavía se p r e d i c a b a y prac-
Ninguna clase en la historia c o m p r e n d e de f o r m a i n m e d i a t a la ticaba el mercantilismo, a u n q u e las nuevas doctrinas económi-
lógica de su propia situación histórica en las épocas de tran- cas «liberales» de los fisiócratas, defensores del comercio libre
sición: un largo período de desorientación y confusión puede y de la inversión en la agricultura, hicieron algunos progresos
ser necesario p a r a que a p r e n d a las reglas necesarias de su pro- en Francia, en la Toscana y en otros lugares. Pero quizá la
pia soberanía. La nobleza occidental de la tensa era del abso- más i m p o r t a n t e e interesante evolución de la clase t e r r a t e n i e n t e
lutismo del siglo x v n n o f u e u n a excepción: tuvo que r o m p e r s e dominante en los últimos cien años antes de la revolución fran-
en la d u r a e inesperada disciplina de sus propias condiciones cesa fuese u n f e n ó m e n o que se situaba f u e r a del a p a r a t o de
de gobierno. Estado. Se t r a t a de la expansión europea del vincohsmo, la
irrupción de mecanismos aristocráticos p a r a la protección y con-
Esta es, en lo esencial, la explicación de la a p a r e n t e p a r a d o j a solidación de las grandes propiedades agrarias c o n t r a las pre-
de la trayectoria posterior del absolutismo en Occidente. Porque siones y riesgos de desintegración p o r el m e r c a d o capitalista .
si el siglo x v n es el mediodía t u m u l t u o s o y confuso de las La nobleza inglesa posterior a 1689 f u e u n a de las p r i m e r a s en
relaciones e n t r e clase y E s t a d o d e n t r o del sistema total de f o m e n t a r esta tendencia, con la invención del stnct settlement,
dominio político de la aristocracia, el siglo x v m es, en compa- que prohibía a los propietarios de t i e r r a s la e n a j e n a c i ó n de la
ración, el a t a r d e c e r d o r a d o de su tranquilidad y reconciliación
Una nueva estabilidad y a r m o n í a prevalecieron, a medida que
» No hav ningún estudio que abarque todo este fenómeno. Se trata
cambiaba la coyuntura económica internacional v comenzaban de él marginalmente en, Ínter alia, S. J. Woolf. Studi sulla nobxhtá
cien anos de relativa p r o s p e r i d a d en la mayor p a r t e de E u r o p a %ZnuTneWepoca delVAssalutismo, Turin. 1963, que sitúa su expansión
m i e n t r a s la nobleza volvía a ganar confianza en su capacidad en el siglo anterior. También lo tocan la mayor parte de las^ c o n d i -
p a r a regir los destinos del Estado. En u n país t r a s o t r o tuvo ciones al libro de A. Goodwin, comp., The European nobihty tn the 18th
century, Londres, 1953.
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40 Europa occidental Clase y Estado: problemas de periodización 29

p r o p i e d a d familiar e investía de derechos ú n i c a m e n t e al h i j o Con esta situación de fondo, se extendió p o r toda E u r o p a


mayor: dos m e d i d a s destinadas a congelar todo el m e r c a d o de una c u l t u r a cosmopolita y elitista de corte y salón, tipificada
la tierra en interés de la s u p r e m a c í a aristocrática. Uno t r a s por la nueva preeminencia del f r a n c é s c o m o idioma internacio-
otro, los principales países de Occidente desarrollaron o per- nal del discurso diplomático y político. N a t u r a l m e n t e , d e b a j o
feccionaron m u y p r o n t o sus propias variantes de esta «vincu- de ese barniz esta c u l t u r a estaba m u c h o m á s p r o f u n d a m e n t e
lación» o sujeción de la tierra a sus propietarios tradicionales. p e n e t r a d a q u e n u n c a p o r las ideas de la burguesía ascendente,
El mayorazgo en España, el morgado en Portugal, el fidei- que a h o r a e n c o n t r a b a n u n a t r i u n f a n t e expresión en la Ilustra-
commissum en Italia y Austria y el maiorat en Alemania cum- ción. El p e s o específico del capital m e r c a n t i l y m a n u f a c t u r e r o
plían todos la m i s m a función: p r e s e r v a r intactos los grandes a u m e n t ó en la mayoría de las formaciones sociales de Occidente
bloques de p r o p i e d a d e s y los latifundios de los p o t e n t a d o s con- d u r a n t e este siglo, que presenció la segunda gran ola de expan-
t r a los peligros de su f r a g m e n t a c i ó n o venta en u n m e r c a d o sión comercial y colonial u l t r a m a r i n a . Pero esto sólo d e t e r m i n ó
comercial abierto 1 6 . I n d u d a b l e m e n t e , gran p a r t e de la estabili- la política del E s t a d o allí donde h a b í a tenido lugar u n a revo-
dad r e c o b r a d a p o r la nobleza en el siglo X V I I I se debió al apun- lución burguesa y el a b s o l u t i s m o e s t a b a derrocado, es decir, en
talamiento económico que le p r o p o r c i o n a r o n estos m e c a n i s m o s Inglaterra y Holanda. E n los otros países n o h u b o un signo
legales. De hecho, en esta época h u b o p r o b a b l e m e n t e menos más s o r p r e n d e n t e de la continuidad e s t r u c t u r a l del ú l t i m o Es-
movimiento social d e n t r o de la clase d o m i n a n t e que en las épo- tado feudal en su fase final que la persistencia de sus tradiciones
cas precedentes, en las q u e familias y f o r t u n a s f l u c t u a r o n m u c h o militares. La fuerza real de los ejércitos, en general, se esta-
m á s r á p i d a m e n t e , en m e d i o de las mayores sacudidas políticas bilizó o disminuyó en la E u r o p a occidental después del t r a t a d o
y sociales 17'. de Utrecht; la materialidad del a p a r a t o bélico d e j ó de expan-
dirse, al menos en tierra (en el m a r el p r o b l e m a es otro). Pero
" El mayorazgo español era con mucho el más antiguo de estos dispo- la frecuencia de las guerras y su i m p o r t a n c i a capital p a r a el
sitivos, ya que databa de doscientos años antes; pero su número y su sistema estatal internacional no c a m b i ó sustancialmente. De
alcance aumentaron rápidamente, llegando a incluir finalmente incluso hecho, quizá cambiaron de manos en E u r o p a mayores exten-
bienes muebles. El strict settlement inglés era, de hecho, algo menos rígido
que el modelo general del fideicommissum vigente en el continente, por- siones geográficas de t e r r i t o r i o — o b j e t o clásico de toda lucha
que formalmente era operativo por una sola generación; pero en la prác- militar aristocrática— d u r a n t e este siglo que en los dos ante-
tica se suponía que los sucesivos herederos lo volverían a aceptar. riores: Silesia, Nápoles, Lombardía, Bélgica, Cerdeña y Polonia
17
Todo el problema de la movilidad dentro de la clase noble, desde se c o n t a r o n e n t r e las presas. La g u e r r a «funcionó» en este sen-
los albores del feudalismo hasta el final del absolutismo, necesita una
investigación mucho mayor. Hasta ahora sólo son posibles algunas con- tido h a s t a el fin del ancien régime. N a t u r a l m e n t e , y mante-
jeturas aproximadas para las sucesivas fases de esta larga historia. Duby niendo u n a básica constancia, las c a m p a ñ a s del absolutismo
muestra su sorpresa al descubrir que la convicción de Bloch acerca de europeo p r e s e n t a n cierta evolución tipológica. El c o m ú n deter-
una discontinuidad radical entre las aristocracias carolingia y medieval
en Francia estaba equivocada; de hecho, una alta proporción de los lina-
m i n a n t e de todas ellas f u e la orientación feudal-territorial de
jes que suministraron los vassi dominici del siglo ix sobrevivieron para la que se h a h a b l a d o antes, cuya f o r m a característica f u e el
convertirse en los barones del siglo XII. Véase G. Duby, «Une enquéte conflicto dinástico p u r o y simple de comienzos del siglo xvi
á poursuivre: la noblesse dans la France médiévale», Revue Historique, (la lucha e n t r e los H a b s b u r g o y los Valois p o r Italia). Super-
ccxxvi, 1961, pp. 1-22 [«La nobleza en la Francia medieval: una inves-
tigación a proseguir», en Hombres y estructuras de la Edad Media, Ma- puesto a esta lucha d u r a n t e cien años —de 1550 a 1650— es-
drid, Siglo XXI, 1977], Por otra parte, Perroy descubrió un nivel muy tuvo el conflicto religioso e n t r e las potencias de la R e f o r m a
alto de movilidad dentro de la nobleza del condado de Forez desde el y la C o n t r a r r e f o r m a , q u e n u n c a inició las rivalidades geopolí-
siglo X I I I en adelante: la duración media de un linaje noble era de 3 4 o,
más conservadoramente, de 3-6 generaciones, a causa sobre todo de los
ticas, p e r o f r e c u e n t e m e n t e las intensificó y las exacerbó, a la
azares de la mortalidad. Edouard Perroy, «Social mobility among the vez que les p r o p o r c i o n a b a el lenguaje ideológico de la época.
French noblesse in the later Middle Ages», Past and Present, 21, abril La guerra de los Treinta Años f u e la mayor, y la última, de
de 1962, pp. 25-38. En general parece que la Edad Media tardía y los
comienzos del Renacimiento fueron períodos de rápida rotación en mu- la aristocracia parece igualmente clara a finales del siglo x v n , después
chos países, en los que desaparecieron la mayor parte de las grandes de que hubiera llegado a su fin la última y más violenta de todas las
familias medievales. Esto es cierto en Inglaterra y Francia, aunque pro- reconstrucciones, en la Bohemia de los Habsburgo durante la guerra de
bablemente lo sea menos en España. La reestabilización de los rangos de los Treinta Años. Pero seguramente este tema nos reserva nuevas sorpresas.
54 Europa occidental
3- ESPAÑA
estas luchas «mixtas» 1S. Fue sucedida m u y p r o n t o p o r u n tipo
de conflicto militar c o m p l e t a m e n t e n u e v o en E u r o p a , e n t a b l a d o
p o r diferentes motivos y e n u n elemento diferente, las guerras
comerciales anglo-holandesas de los años 1650 y 1660, en las
q u e p r á c t i c a m e n t e todos los e n f r e n t a m i e n t o s f u e r o n marítimos.
E s t a s confrontaciones, sin embargo, se limitaron a los dos Es-
tados europeos que h a b í a n e x p e r i m e n t a d o revoluciones burgue-
sas y f u e r o n contiendas e s t r i c t a m e n t e capitalistas. El intento
de Colbert p a r a «adoptar» sus objetivos en Francia f u e u n com-
pleto fiasco en la década de 1670. Sin embargo, a p a r t i r de la Este f u e el c a r á c t e r general del a b s o l u t i s m o en Occidente. Sin
g u e r r a de la Liga de Augsburgo el comercio f u e casi siempre embargo, los E s t a d o s territoriales específicos q u e llegaron a
u n a copresencia auxiliar en las g r a n d e s luchas militares terri- la existencia en los diferentes países de la E u r o p a renacentista
toriales europeas, a u n q u e sólo fuese p o r la participación de no p u e d e n asimilarse simplemente a u n t i p o p u r o singular. De
Inglaterra, cuya expansión geográfica u l t r a m a r i n a tenía a h o r a hecho, m a n i f e s t a r o n grandes variaciones que h a b r í a n de tener
u n c a r á c t e r p l e n a m e n t e comercial, y cuyo objetivo era, efectiva- cruciales consecuencias p a r a las historias posteriores de los
mente, u n monopolio colonial mundial. De ahí el c a r á c t e r h í b r i d o países afectados, y q u e todavía hoy p u e d e n sentirse. Un análisis
de las últimas g u e r r a s del siglo x v m , que c o m b i n a n dos dife- de estas variantes es, p o r tanto, u n c o m p l e m e n t o necesario de
rentes tiempos y tipos de conflicto en u n a e x t r a ñ a y singular cualquier consideración sobre la e s t r u c t u r a general del absolu-
mezcla, cuyo e j e m p l o m á s claro lo o f r e c e la g u e r r a de los Siete tismo en Occidente. E s p a ñ a , la p r i m e r a gran potencia de la
Años 19: la p r i m e r a de la historia en q u e se luchó de u n a p a r t e E u r o p a m o d e r n a , nos o f r e c e el p u n t o lógico de partida.
a o t r a del globo, a u n q u e sólo de f o r m a marginal p a r a la mayo- El auge de la E s p a ñ a de los H a b s b u r g o n o f u e u n m e r o
ría de los participantes, q u e c o n s i d e r a b a n a Manila o Montreal episodio d e n t r o de u n c o n j u n t o de experiencias c o n c u r r e n t e s
c o m o r e m o t a s escaramuzas c o m p a r a d a s con Leuthen o Ku- y equivalentes de construcción del E s t a d o en E u r o p a occiden-
nersdorf. N a d a revela m e j o r la decadente visión feudal del tal: f u e t a m b i é n u n d e t e r m i n a n t e auxiliar de todo el c o n j u n t o
ancien régime en Francia que su incapacidad p a r a percibir lo como tal. Ocupa, pues, u n a posición cualitativamente distinta
q u e estaba r e a l m e n t e en juego en estas guerras de naturaleza en el proceso general de absolutización. El alcance y el i m p a c t o
dual: h a s t a el último m o m e n t o permaneció, j u n t o a sus rivales, del a b s o l u t i s m o español e n t r e las o t r a s m o n a r q u í a s occidentales
b á s i c a m e n t e clavado en la tradicional p u g n a territorial. de esta época fue, en sentido estricto, «desmesurado». Su pre-
sión internacional actuó como específica sobredeterminación
de los modelos nacionales del r e s t o del continente, a causa del
p o d e r y la riqueza desproporcionados que tenía a su disposi-
ción: la concentración histórica de este p o d e r y esta riqueza en
el E s t a d o español n o p u d o d e j a r de a f e c t a r en su totalidad a la
f o r m a y dirección del naciente sistema occidental de Estados.
La m o n a r q u í a española debió su preeminencia a la combinación
de dos c o n j u n t o s de recursos q u e eran, a su vez, proyecciones
inusuales de excepcional magnitud, de los componentes gene-
rales del absolutismo ascendente. Por u n a parte, su casa real
se benefició m á s que ninguna o t r a famila e u r o p e a de los pactos
de política m a t r i m o n i a l dinástica. Las conexiones familiares de
los H a b s b u r g o p r o d u j e r o n al E s t a d o español u n volumen de
El capítulo de H. G. Koenigsberger, «The European civil war», en
The Habsburgs in Europe, Ithaca, 1971, pp. 219-85, es una narración sucinta t e r r i t o r i o e influencia q u e ninguna m o n a r q u í a rival p u d o igua-
y ejemplar. lar: s u p r e m o f r u t o de los mecanismos feudales de expansión
, " E ' m e i ° r análisis general de la guerra de los Siete Años es todavía política. Por o t r a parte, la conquista colonial del Nuevo M u n d o
el de Dorn, Competition for empire, pp. 318-84. le s u m i n i s t r ó u n a s u p e r a b u n d a n c i a de metales preciosos que
56 57
Europa occidental España

p u s o en sus m a n o s u n tesoro f u e r a del alcance de cualquiera pi absolutismo español nació de la unión de Castilla y Aragón,
de sus contrarios. Dirigido y organizado d e n t r o de unas estruc- ffectuada p o r el m a t r i m o n i o de Isabel I y F e r n a n d o II en
t u r a s que eran todavía n o t a b l e m e n t e señoriales, el pillaje de 1469 Comenzó con u n a base económica a p a r e n t e m e n t e f i r m e
las Américas f u e al m i s m o tiempo, y a p e s a r de eso, el acto D u r a n t e la escasez de t r a b a j o p r o d u c i d a p o r la crisis general
singular m á s espectacular de la acumulación originaria de capi- del feudalismo occidental, n u m e r o s a s áreas de Castilla se con-
tal europeo d u r a n t e el Renacimiento. El absolutismo español virtieron a u n a lucrativa economía lanera, que hizo de ella la
derivó su fuerza, pues, t a n t o de la herencia del engrandecimiento «Australia de la E d a d Media» 1 y u n o de los grandes socios del
feudal en el interior como del botín de la extracción de capital comercio flamenco. Aragón, p o r su parte, había sido d u r a n t e
en el exterior. N a t u r a l m e n t e , n u n c a se p l a n t e ó ningún p r o b l e m a mucho tiempo u n a potencia territorial y comercial en el Me-
acerca de los intereses económicos y sociales a los que res- diterráneo, donde controlaba Sicilia y Cerdeña. El d i n a m i s m o
pondía principal y p e r m a n e n t e m e n t e el a p a r a t o político de la político y militar del nuevo E s t a d o dual se reveló muy p r o n t o
m o n a r q u í a española. Ningún o t r o de los grandes estados absolu- de f o r m a d r a m á t i c a en u n a serie de m a j e s t u o s a s conquistas
tistas de E u r o p a occidental h a b r í a de tener u n c a r á c t e r tan exteriores. El último r e d u c t o m o r o de G r a n a d a f u e destruido
nobiliario o tan enemigo del desarrollo burgués. La m i s m a y la Reconquista quedó completada; Nápoles f u e anexionado y
f o r t u n a de su t e m p r a n o control de las minas de América con Navarra absorbida; y, sobre todo, f u e r o n descubiertas y sub-
su primitiva p e r o lucrativa economía de extracción, le e m p u j ó yugadas las Américas. La vinculación familiar con los Habsbur-
a n o p r o m o v e r el desarrollo de m a n u f a c t u r a s ni f o m e n t a r la go añadió m u y p r o n t o Milán, el Franco Condado y los Países
expansión de e m p r e s a s mercantiles d e n t r o de su imperio eu- Bajos. E s t a repentina avalancha de éxitos convirtió a E s p a ñ a
ropeo. E n lugar de eso, d e j ó caer su e n o r m e peso sobre las en p r i m e r a potencia de E u r o p a d u r a n t e t o d o el siglo XVI, y la
c o m u n i d a d e s comerciales más activas del continente, al m i s m o hizo gozar de u n a posición internacional que ningún o t r o abso-
tiempo que amenazaba a las o t r a s aristocracias terratenientes lutismo continental sería n u n c a capaz de emular. Sin embargo,
en un ciclo de guerras interaristocráticas que d u r a r í a ciento
el E s t a d o que presidió este vasto imperio era en sí m i s m o u n
cincuenta años. El poderío español ahogó la vitalidad u r b a n a
m o n t a j e destartalado, u n i d o tan sólo, en ú l t i m o término, p o r
de la Italia del n o r t e y aplastó las florecientes ciudades de la
la p e r s o n a del m o n a r c a . El absolutismo español, tan i m p o n e n t e
m i t a d de los Países Bajos, las dos zonas más avanzadas de la
para el p r o t e s t a n t i s m o nórdico, f u e de hecho n o t a b l e m e n t e mo-
economía europea a comienzos del siglo xvi. Holanda escapó
desto y limitado en su desarrollo interior. Sus articulaciones
f i n a l m e n t e a su control en u n a larga lucha p o r la independencia
burguesa. En el m i s m o período, los estados m o n á r q u i c o s del internas f u e r o n , quizá, las m á s débiles y heteróclitas. Sin duda,
s u r de Italia y de Portugal f u e r o n absorbidos p o r E s p a ñ a Las hay que b u s c a r las razones de esta p a r a d o j a f u n d a m e n t a l m e n t e
m o n a r q u í a s de Francia e Inglaterra s u f r i e r o n los a t a q u e s his- en la curiosa relación triangular e n t r e el imperio americano,
pánicos. Los principados de Alemania f u e r o n invadidos repeti- el imperio europeo y la p a t r i a ibérica.
d a m e n t e p o r los tercios de Castilla. Mientras las flotas españo- Los reinos c o n j u n t o s de Castilla y Aragón, unidos p o r Fer-
las cruzaban el Atlántico o p a t r u l l a b a n p o r el Mediterráneo n a n d o e Isabel, p r e s e n t a b a n u n a base e x t r e m a d a m e n t e diversa
los ejercitos españoles cubrían la m a y o r p a r t e de E u r o p a occi- p a r a la construcción de la nueva m o n a r q u í a española a finales
dental, de Amberes a P a l e r m o y de Ratisbona a Kinsale. Sin del siglo xv. Castilla era tierra de u n a aristocracia con e n o r m e s
embargo, la amenaza del dominio de los H a b s b u r g o precipitó posesiones y de poderosas órdenes militares; tenía también u n
finalmente las reacciones y fortificó las defensas de las dinas- considerable n ú m e r o de ciudades, a u n q u e significativamente ca-
tías dispuestas en orden de batalla c o n t r a ella. La prioridad recía aún de u n a capital fija. La nobleza castellana había t o m a d o
española dio a la m o n a r q u í a de los H a b s b u r g o la función de de la m o n a r q u í a grandes extensiones de propiedad agraria du-
establecer un sistema p a r a el c o n j u n t o del absolutismo occi- r a n t e las guerras civiles de finales de la E d a d Media. E n t r e
dental. Pero al m i s m o tiempo, c o m o veremos, limitó b á s i c a m e n t e un 2 y u n 3 p o r 100 de la población controlaba a h o r a alrededor
la naturaleza del propio absolutismo español en el interior del del 97 p o r 100 del suelo. Más de la mitad de éste era propiedad,
sistema que ayudó a originar.
1
La frase es de Vicens. Véase J. Vicens Vives, Manual de historia eco-
nómica de España, Barcelona, 1959, pp. 11-12, 231.
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a su vez, de u n a s pocas familias de p o t e n t a d o s q u e se elevaban ntiago— que habían sido creadas p o r las cruzadas; pero
p o r encima de la n u m e r o s a p e q u e ñ a nobleza de hidalgos 2 . E n tas órdenes carecían, p o r naturaleza, de la autoridad colec-
esas grandes propiedades, la agricultura cerealista cedía cons- t a de un Estado nobilario p r o p i a m e n t e dicho.
t a n t e m e n t e t e r r e n o a la cría de ovejas. La r á p i d a expansión de El carácter económico y político del reino de Aragón 3 ofrecía
la lana, que p r o p o r c i o n ó las bases p a r a las f o r t u n a s de t a n t a s m f u e r t e contraste con el de Castilla. El alto Aragón del inte-
casas aristocráticas, estimuló al m i s m o t i e m p o el crecimiento rior abrigaba el sistema señorial más represivo de la península
u r b a n o y el comercio exterior. Las ciudades castellanas y la Ibérica; la aristocracia local estaba investida con todo el reper-
m a r i n a c á n t a b r a se beneficiaron de la p r o s p e r i d a d de la econo- torio de poderes feudales sobre u n c a m p o estéril en el que
mía pastoril de finales de la E s p a ñ a medieval, que estaba ligada aún sobrevivía la servidumbre y donde u n c a m p e s i n a d o morisco
p o r u n c o m p l e j o sistema comercial a la i n d u s t r i a textil de esclavizado t r a b a j a b a p e n o s a m e n t e p a r a sus señores cristianos.
r i a n d e s . El perfil económico y demográfico de Castilla d e n t r o Cataluña, p o r otra parte, había sido tradicionalmente el c e n t r o
de la Union era, pues, v e n t a j o s o desde el principio: con u n a de un imperio mercantil en el Mediterráneo: Barcelona era la
poblacion calculada e n t r e cinco y siete millones y u n boyante mayor ciudad de la E s p a ñ a medieval, y su patriciado u r b a n o la
comercio u l t r a m a r i n o con E u r o p a del norte, era sin dificultad clase comercial m á s rica de la región. La p r o s p e r i d a d catalana,
el E s t a d o d o m i n a n t e de la península. Políticamente, su consti- sin embargo, había s u f r i d o gravemente d u r a n t e la larga depre-
tución era c u r i o s a m e n t e inestable. Castilla-León f u e u n o de los sión feudal. Las epidemias del siglo xiv golpearon al principado
p r i m e r o s reinos medievales de E u r o p a que desarrolló u n sis- con especial violencia, volviendo u n a y o t r a vez, después de la
t e m a de E s t a d o s en el siglo x i n ; a mediados del siglo xv la misma peste negra, a causar estragos en la población, que
ascendencia fáctica de la nobleza sobre la m o n a r q u í a había perdió alrededor de u n tercio entre 1365 y 1497 4. Las bancarro-
llegado a ser, d u r a n t e cierto tiempo, m u y grande. Pero el codi- tas comerciales se mezclaron con la agresiva competencia de
cioso p o d e r de la última aristocracia medieval n o había esta- los genoveses en el Mediterráneo, m i e n t r a s los pequeños comer-
blecido ningún molde jurídico. Las Cortes f u e r o n siempre, de ciantes y los gremios de artesanos se rebelaban c o n t r a los patri-
hecho, u n a asamblea ocasional e indefinida; quizá a causa del cios en las ciudades. En el campo, los campesinos se levantaron
caracter migratorio del reino castellano, al desplazarse hacia para d e s t e r r a r los «malos usos» y t o m a r las tierras desiertas,
el s u r y a r r a s t r a r en este movimiento su m o d e l o social, n u n c a en las rebeliones de los remensas del siglo xv. Finalmente, u n a
había desarrollado u n a institucionalización sólida y f i j a del sis- guerra civil e n t r e la m o n a r q u í a y la nobleza, que a r r a s t r ó a los
t e m a de Estados. Así, t a n t o la convocatoria como la composi- demás grupos sociales, debilitó todavía m á s la economía cata-
ción de las Cortes q u e d a b a n s u j e t a s a la a r b i t r a r i a decisión de lana. Sus bases exteriores en Italia, sin embargo, p e r m a n e c i e r o n
la m o n a r q u í a , con el resultado de que las sesiones f u e r a n intactas. La tercera provincia del reino, Valencia, se situaba
espasmódicas y n o p u d i e r a surgir de ellas ningún sistema regu- socialmente e n t r e Aragón y Cataluña. La nobleza explotaba el
lar de tres curias. Por u n a parte, las Cortes carecían de poderes t r a b a j o morisco; d u r a n t e el siglo xv se expandió u n a c o m u n i d a d
p a r a iniciar u n a legislatura; p o r otra, la nobleza v el clero goza- mercantil, a medida que el dominio financiero b a j a b a de Bar-
b a n de i n m u n i d a d fiscal. El resultado era u n sistema de E s t a d o s celona p o r la costa. El crecimiento de Valencia, sin embargo,
en el q u e ú n i c a m e n t e las ciudades tenían que p a g a r los im- no compensó a d e c u a d a m e n t e el declinar de Cataluña. La dispa-
puestos votados p o r las Cortes, i m p u e s t o s que, p o r otra p a r t e ridad económica e n t r e los dos reinos de la unión creada p o r
recaían p r á c t i c a m e n t e de f o r m a exclusiva sobre las m a s a s La el m a t r i m o n i o de F e r n a n d o e Isabel puede apreciarse en el
aristocracia n o tenía, p o r tanto, ningún interés económico di- hecho de que la población de las tres provincias de Aragón
recto en su representación en los E s t a d o s castellanos, que for- sumaba en su totalidad alrededor de un millón de habitantes,
m a b a n u n a institución relativamente débil y aislada. El cor- mientras Castilla tenía e n t r e cinco y siete millones. Por o t r a
p o r a t i s m o aristocrático e n c o n t r ó u n a expresión a p a r t e en las parte, el contraste político e n t r e a m b o s reinos no era menos
ricas y poderosas órdenes militares —Calatrava, Alcántara y
3
El reino de Aragón era, a su vez, la unión de tres principados: Ara-
H
Pela - EIH°t,t' ¿mperiaI S ain
P • 1469-1716, Londres, 1970, pp. 111-13 [La gón, Cataluña y Valencia.
España imperial, Barcelona, Vicens Vives, 1965], 4
Elliott, Imperial Spain, p. 37.
57
56 Europa occidental España

s o r p r e n d e n t e . En Aragón podía encontrarse, quizá, la estruc- Ae 1 alcance del papado. Las Cortes f u e r o n domesticadas pro-
t u r a de Estados m á s compleja y defensiva que existía en E u r o p a l e s i v a m e n t e p o r la omisión efectiva de la nobleza y el clero
Las tres provincias de Cataluña, Valencia y Aragón tenían sus \ sus asambleas desde 1480, y como el principal propósito de
propias Cortes independientes. Cada u n a de ellas disponía, ade- L convocatoria era r e c a u d a r impuestos p a r a los gastos militares
más, de instituciones especiales de control jurídico p e r m a n e n t e ¿sobre todo p a r a las g u e r r a s de G r a n a d a e Italia), de los q u e
y de administración económica derivadas de las Cortes. La estaban exentos el p r i m e r y segundo estados, poca razón tenían
Diputado catalana —un comité p e r m a n e n t e de las Cortes— era éstos p a r a resistir esa restricción. Las recaudaciones fiscales
su ejemplo más eficaz. Por otra parte, cada u n a de las Cortes lamentaron de f o r m a impresionante: las r e n t a s de Castilla
debía ser convocada e s t a t u t a r i a m e n t e a intervalos regulares y subieron de unos 900.000 reales en 1474 a 26.000.000 en 1504
su f u n c i o n a m i e n t o estaba s u j e t o a la regla de la u n a n i m i d a d P1 Consejo Real f u e r e f o r m a d o , y la influencia de los grandes
dispositivo único en toda la E u r o p a occidental. Las Cortes excluida de él; el personal del nuevo organismo estaba com-
aragonesas tenían el r e f i n a m i e n t o suplementario de u n sistema puesto por b u r ó c r a t a s - j u r i s t a s o letrados que procedían de la
de c u a t r o curias que r e p r e s e n t a b a n a los potentados, la peque- pequeña aristocracia. Los secretarios profesionales t r a b a j a b a n
ñ a aristocracia, el clero y los burgueses 5. In toto, este complejo b a j o el control directo de los soberanos en el despacho de los
de «libertades» medievales ofrecía un p a n o r a m a singularmente asuntos corrientes. La m á q u i n a de E s t a d o castellana, en o t r a s
difícil para la construcción de un absolutismo centralizado De palabras, f u e racionalizada y modernizada. Pero la nueva mo-
hecho, la asimetría de los órdenes institucionales de Castilla y narquía nunca c o n t r a p u s o esta m á q u i n a al c o n j u n t o de la clase
Aragón h a b r í a de determinar, a p a r t i r de entonces, todo el aristocrática. Las altas posiciones militares y diplomáticas
f u t u r o de la m o n a r q u í a española. siempre q u e d a r o n reservadas p a r a los magnates, que conser-
F e r n a n d o e Isabel t o m a r o n , comprensiblemente, el obvio varon sus grandes virreinatos y gobernadurías m i e n t r a s los no-
camino de concentrarse en el establecimiento de u n p o d e r real bles m e n o r e s llenaban los rangos de los corregidores. Los domi-
inconmovible en Castilla, donde las condiciones p a r a ello eran nios reales u s u r p a d o s desde 1454 f u e r o n recobrados p o r la mo-
m u c h o más propicias. Aragón p r e s e n t a b a obstáculos políticos narquía, p e r o los que se habían a p r o p i a d o antes de esa fecha
m u c h o más graves p a r a la construcción de u n E s t a d o centrali- —la mayoría— se d e j a r o n en m a n o s de la nobleza, a cuyas po-
zado, y perspectivas m u c h o menos favorables de fiscalización sesiones se añadieron nuevas tierras de Granada, m i e n t r a s se
economica. Castilla tenía u n a población cinco o seis veces ma- confirmaba la inamovilidad de la propiedad r u r a l m e d i a n t e el
yor, y su s u p e r i o r riqueza n o estaba protegida p o r b a r r e r a s mayorazgo. Además, se concedieron deliberadamente amplios
constitucionales comparables. Así pues, los dos m o n a r c a s pu- privilegios a los intereses pastoriles de la Mesta en el campo,
sieron en práctica un p r o g r a m a metódico de reorganización dominado p o r los latifundistas del sur; mientras, las medidas
economica. Las órdenes militares f u e r o n decapitadas, y sus vas- discriminatorias c o n t r a el cultivo de cereales t e r m i n a r o n p o r
tas posesiones de tierras y rentas anexionadas. Fueron demoli- fijar los precios de venta del grano. En las ciudades se i m p u s o
dos castillos de baronías, d e s t e r r a d o s señores fronterizos y a la fuerza u n estrecho sistema de gremios sobre la naciente
prohibidas las guerras privadas. La a u t o n o m í a municipal de las industria u r b a n a , y la persecución religiosa contra los con-
ciudades quedó suprimida p o r la implantación de corregidores versos c o n d u j o al éxodo del capital judío. Todas estas políticas
oficiales p a r a administrarlas; la justicia real f u e reforzada y se llevaron a cabo en Castilla con gran energía y resolución.
extendida. Se conquistó p a r a el E s t a d o el control de los bene- En Aragón, p o r otra parte, n u n c a se intentó .un p r o g r a m a
ficios eclesiásticos, poniendo el a p a r a t o local de la Iglesia f u e r a político de alcance comparable. Por el contrario, lo único q u e
Fernando p u d o conseguir allí f u e la pacificación social y la
5
El espíritu del constitucionalismo aragonés se expresaba en el impre- restauración de la última constitución medieval. A los campe-
sionante juramento de fidelidad atribuido a su nobleza: «Nos, que vaíe- sinos r e m e n s a s se les concedió finalmente la remisión de sus
mos tanto como vos, juramos ante vos, que no valéis más que nos, obligaciones en 1486, p o r medio de la Sentencia de Guadalupe,
n? e c r V K ° T / e y y ^ ^ n o señor, con tal de que observéis todas
nuestras libertades y derechos; y si no, no». Esta fórmula era quizá 6
legendaria, pero su espíritu estaba enraizado en las instituciones de Sobre la obra de Fernando e Isabel en Castilla, véase Elliott, Imperial
Spain, pp. 86-99.
34
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y el malestar rural disminuyó. El acceso a la Diputació se am- • n a i de d e m a n d a s constitucionales. Pero su fuerza impulsora
plio con la introducción de un sistema de sorteo. Por lo d e m á s fueron las m a s a s artesanas populares de las ciudades, y su
las decisiones de F e r n a n d o c o n f i r m a r o n sin ninguna ambigüedad íirlerazeo d o m i n a n t e f u e la burguesía u r b a n a del n o r t e y el
la identidad específica del reino oriental: las libertades catala- " ntro de Castilla, cuyos núcleos comerciales y m a n u f a c t u r e r o s
nas f u e r o n expresamente reconocidas en su totalidad en la habían e x p e r i m e n t a d o u n a f u e r t e alza económica en el periodo
Observanga de 1481, y nuevas b a r r e r a s c o n t r a posibles infrac- " e d e n t e 8 . El movimiento e n c o n t r ó poco o ningún eco en el
ciones reales se añadieron al arsenal de a r m a s legales va exis- r a m p o t a n t o entre el campesinado como e n t r e la aristocracia
tente contra cualquier f o r m a de centralización m o n á r q u i c a rural V n o afectó seriamente a aquellas regiones cuyas ciudades
Fernando, que residió pocas veces en su país natal, instaló en
eran pocas o débiles, Galicia, Andalucía, E x t r e m a d u r a o Gua-
las tres provincias virreyes, que ejercían una a u t o r i d a d dele-
gada p o r el, y creó un Consejo de Aragón, con base principal- dalaiara El p r o g r a m a «federal» y «protonacional» de la j u n t a
m e n t e en Castilla, para q u e sirviera de lazo con ellos. Aragón revolucionaria que c r e a r o n las comunas castellanas d u r a n t e su
quedo asi, de hecho, prácticamente a b a n d o n a d o a sus propios insurrección definía con toda claridad a ésta, básicamente, como
órganos; incluso los grandes intereses laneros - t o d o p o d e r o s o s una sublevación del tercer e s t a d o 9 . Su d e r r o t a ante los ejér-
allende el Ebro— fueron incapaces de o b t e n e r sanción legal citos reales, a los que se había u n i d o el grueso de la aristocracia
para el paso de sus ovejas p o r tierras destinadas a la agricul- una vez q u e se hizo evidente el radicalismo potencial de la
tura. Desde el m o m e n t o en que F e r n a n d o se vio obligado solem- sublevación, r e p r e s e n t ó pues un m o m e n t o crítico en la conso-
n e m e n t e a r e c o n f i r m a r todos sus espinosos privilegios contrac- lidación del absolutismo español. El a p l a s t a m i e n t o de la rebelión
tuales, nunca se planteó la cuestión de u n a posible fusión admi- comunera eliminó realmente los últimos vestigios de u n a cons-
nistrativa a ningún nivel e n t r e Aragón y Castilla. Lejos de crear titución contractual en Castilla, y en adelante condeno a las
u n r e m o unificado, sus Católicas M a j e s t a d e s ni siquiera con-
Cortes —para las que habían pedido los c o m u n e r o s sesiones
siguieron establecer una m o n e d a ú n i c a ' , p o r n o h a b l a r de u n
sistema fiscal o legal común d e n t r o de sus reinos. La Inquisición regulares trianuales— a la nulidad. Con todo, f u e m á s signi-
- c r e a c i ó n única en la E u r o p a de aquel t i e m p o - debe estu- ficativo el hecho de que la victoria f u n d a m e n t a l de la m o n a r q u í a
diarse en este contexto: f u e la única institución «española» uni- española sobre u n a resistencia corporativa c o n t r a el absolutismo
taria en la península, y sirvió como t r e m e n d o a p a r a t o ideológico real en Castilla —en realidad, su única confrontación a r m a d a
con u n a oposición en el r e i n o - fuese la d e r r o t a militar de las
p a r a c o m p e n s a r la división y dispersión administrativa reales
del Estado. ciudades y no u n a d e r r o t a de los nobles. E n ninguna otra p a r t e
de E u r o p a occidental le ocurrió lo m i s m o al naciente absolu-
La subida de Carlos V al t r o n o iba a complicar, p e r o n o a
tismo: el modelo principal f u e la supresión de las rebeliones
modificar sustancialmente, este modelo; en ú l t i m o t é r m i n o si
aristocráticas, no de las burguesas, incluso cuando a m b a s esta-
algo hizo f u e acentuarlo. El resultado m á s i n m e d i a t o de la lle-
gada de un soberano H a b s b u r g o f u e una corte nueva, llena de ban mezcladas estrechamente. Su t r i u n f o sobre las c o m u n a s
e x t r a n j e r o s y dominada p o r flamencos, borgoñones e italia- castellanas, al comienzo de su existencia, h a b r í a de a p a r t a r en
nos. Las extorsiones financieras del nuevo régimen provocaron adelante el curso de la m o n a r q u í a española del de sus equiva-
muy p r o n t o en Castilla u n a ola de intensa xenofobia p o p u l a r lentes europeos.
La m a r c h a del m o n a r c a hacia el n o r t e de E u r o p a fue la señal El desarrollo más espectacular del reinado de Carlos V rué,
para una amplia rebelión u r b a n a contra lo que se sentía como evidentemente, su vasta ampliación de la órbita internacional de
expolio e x t r a n j e r o de los recursos y las posiciones castellanas los Habsburgo. Al p a t r i m o n i o personal de los soberanos de
La rebelión c o m u n e r a de 1520-1521 consiguió el apoyo inicial de España se añadían ahora, en Europa, los Países Bajos, el Franco
muchos nobles de las ciudades, apelando a u n c o n j u n t o tradi- Condado y Milán, m i e n t r a s se conquistaban México y Perú en
las Américas. Durante la vida del e m p e r a d o r , toda Alemania
f u e u n gran t e a t r o de operaciones sobre y en t o r n o a estas
' f j ú n ' c o Paso hacia la unificación monetaria fue la acuñación de tres • Véase J. A. Maravall, Las Comunidades de Castilla: una primera revo-
^ Cataluña 6 ^ * Y Val°r ec*uivalente Castilla, Aragón lución moderna,LasMadrid,
' Maravall, 1963, pp.
Comunidades de 216-22
Castilla, pp. 44-5, 50-7, 156-7.
35
108 Europa occidental Francia

posesiones hereditarias. E s t a repentina expansión territorial


reforzó inevitablemente la a n t e r i o r tendencia del naciente Es-
tado absolutista hacia u n a delegación de poderes p o r m e d i o de
consejos y virreyes p a r a las diversas posesiones dinásticas. El
canciller piamontés de Carlos V, Mercurino Gattinara, inspirado
p o r los ideales universalistas erasmianos, se esforzó p o r con-
ferir a la pesada m a s a del imperio de los H a b s b u r g o u n eje-
cutivo más sólido y eficaz, c r e a n d o algunas instituciones unita-
rias de tipo d e p a r t a m e n t a l —especialmente u n Consejo de Fi-
nanzas, u n Consejo de Guerra y u n Consejo de E s t a d o (este
último, teóricamente, sería la cima de todo el edificio impe-
rial)— con responsabilidades plenas de carácter transregional.
Estos consejos se apoyaban en un creciente secretariado per-
m a n e n t e de funcionarios civiles a disposición del m o n a r c a . Pero,
al m i s m o tiempo, se f u e f o r m a n d o progresivamente u n a nueva
serie de consejos territoriales, el p r i m e r o de ellos establecido
p o r el propio Gattinara p a r a el gobierno de las Indias. A fina-
les de siglo había n o m e n o s de seis consejos territoriales p a r a
Aragón, Castilla, las Indias, Italia, Portugal y Flandes. Si se
exceptúa a Castilla, ninguno de ellos tuvo sobre el t e r r e n o un
c u e r p o a d e c u a d o de funcionarios locales, y la administración
se confió a virreyes, q u e q u e d a r o n s u j e t o s al control, t a n t a s
veces torpe, y a la lejana dirección de los Consejos 10. A su vez,
los poderes de los virreyes eran n o r m a l m e n t e m u y limitados.
Sólo en América dirigieron los servicios de su propia burocra-
cia, p e r o incluso allí estaban flanqueados p o r las audiencias,
q u e les a r r e b a t a r o n la a u t o r i d a d judicial de la que gozaban en
otras partes. "En E u r o p a tuvieron que llegar a u n acuerdo con
las aristocracias locales —siciliana, valenciana o napolitana—,
que n o r m a l m e n t e reclamaban p o r derecho propio u n monopolio
virtual de los cargos públicos. El resultado de todo e s t o f u e
el bloqueo de u n a v e r d a d e r a unificación del c o n j u n t o del impe-
rio internacional y de la m i s m a p a t r i a ibérica. Las Américas
q u e d a r o n j u r í d i c a m e n t e ligadas al reino de Castilla, y el s u r de
Italia a la corona de Aragón. Las economías atlántica y medi-
terránea, r e p r e s e n t a d a s p o r cada u n o de ellos, n u n c a se fun-
dieron en u n único sistema comercial. La división entre los dos
p r i m e r o s reinos de la unión, d e n t r o de España, f u e reforzada
en la práctica p o r las posesiones u l t r a m a r i n a s , que ahora se
unían a ellos. A fines jurídicos, el e s t a t u t o de Cataluña podría
asimilarse simplemente al de Sicilia o al de los Países Bajos.

10
J. L y n c h , Spain under the Habsburgs, II, O x f o r d , 1969, p p . 19, 20
[España bajo los Austrias, Barcelona, Península, 1972].
56 66 Europa occidental España5657

presiones fiscales crecieron de f o r m a equivalente: los ingresos


ineresos de Felipe II lo p r o p o r c i o n a b a n las cargas domésticas
de Carlos V se habían triplicado p a r a la fecha de su abdicación castellanas: el tradicional impuesto sobre las ventas o alcabala,
en 1556 a u n q u e las deudas reales eran tan grandes que su i o s servicios especiales impuestos a los pobres, la cruzada re-
c a u d a d a al clero y a los laicos con la sanción de la Iglesia y
h e r e d e r o tuvo que declarar f o r m a l m e n t e , u n a ñ o después, la ios bonos públicos o j u r o s vendidos a las clases propietarias.
b a n c a r r o t a del Estado. El imperio español del Viejo M u n d o Los metales americanos, sin embargo, d e s e m p e ñ a r o n t a m b i é n
h e r e d a d o p o r Felipe II, siempre a d m i n i s t r a t i v a m e n t e dividido su papel al sostener la base impositiva metropolitana del Es-
se estaba haciendo económicamente insostenible a mediados de tado de los H a b s b u r g o : los niveles fiscales e x t r e m a d a m e n t e al-
tos de los sucesivos reinados f u e r o n sostenidos i n d i r e c t a m e n t e
siglo; el Nuevo M u n d o h a b r í a de r e s t a u r a r su tesoro y prolon- por las transferencias privadas de metales preciosos a Castilla,
garía asi su desunión. cuyo 1volumen s u p e r a b a en m á s del doble al de la afluencia pu-
blica 5 ; el notable éxito de los j u r o s como dispositivo p a r a la
A p a r t i r de la década de 1560, los múltiples efectos del impe- obtención de f o n d o s — f u e el p r i m e r u s o que se hizo de estos
bonos p o r u n a m o n a r q u í a absoluta en E u r o p a — se explica par-
rio a m e r i c a n o sobre el absolutismo español d e t e r m i n a r o n de cialmente, sin duda, p o r su capacidad p a r a explotar esta n u e v a
f o r m a creciente su f u t u r o , a u n q u e es preciso n o c o n f u n d i r los riqueza monetaria. Por o t r a parte, el i n c r e m e n t o colonial de las
diferentes planos de su actuación. El descubrimiento de las rentas reales f u e a b s o l u t a m e n t e decisivo, p o r sí mismo, p a r a
la dirección de la política exterior española y p a r a la naturaleza
minas del Potosí i n c r e m e n t ó e n o r m e m e n t e el f l u j o de metales del E s t a d o español, p o r q u e llegaba en f o r m a metálica, suscep-
preciosos coloniales a Sevilla. El s u m i n i s t r o de grandes canti- tible de utilizarse d i r e c t a m e n t e p a r a f i n a n c i a r los movimientos
dades de plata desde las Américas se convirtió a p a r t i r de de t r o p a s o las m a n i o b r a s diplomáticas en toda E u r o p a , y por-
que p r o p o r c i o n a b a excepcionales o p o r t u n i d a d e s de crédito a
entonces en u n a ayuda decisiva p a r a el E s t a d o español, p o r q u e los m o n a r c a s H a b s b u r g o , que podían o b t e n e r en el m e r c a d o
proporciono al absolutismo hispánico u n a renta extraordinaria m o n e t a r i o internacional u n a s s u m a s a las que ningún o t r o prin-
cipe podía aspirar 1 6 . Las grandes operaciones militares y nava-
copiosa y p e r m a n e n t e que estaba f u e r a p o r completo del ám- les de Felipe II, desde el canal de la Mancha al m a r Egeo, y
bito convencional de las r e n t a s estatales de Europa. De esta desde Túnez a Amberes, f u e r o n posibles ú n i c a m e n t e a causa
f o r m a , e absolutismo español p u d o c o n t i n u a r prescindiendo de la extraordinaria flexibilidad financiera debida al excedente
americano.
d u r a n t e largo tiempo de la lenta unificación fiscal y adminis-
trativa que f u e la condición previa del absolutismo en otros
países La tenaz obstinación de Aragón se compensó con la
ilimitada condescendencia de Perú. Dicho con otras p a l a b r a s
as colonias pudieron a c t u a r como u n s u s t i t u t o e s t r u c t u r a l de
las provincias en u n sistema político global en el que las ver-
d a d e r a s provincias f u e r o n sustituidas p o r patrimonios a n á r q u i -
cos. En este sentido, n a d a es m á s s o r p r e n d e n t e que la falta
absoluta de u n a contribución aragonesa, o incluso italiana al
Al m i s m o tiempo, sin embargo, el i m p a c t o de los metales
e s f u e r z o de guerra español en E u r o p a a finales del siglo xvi
y d u r a n t e todo el siglo x v n . Castilla tuvo que s o p o r t a r práctica- americanos sobre la economía española, entendida c o m o algo
m e n t e sola la carga fiscal de las interminables c a m p a ñ a s en el diferente al Estado castellano, no f u e menos i m p o r t a n t e , a u n q u e
e x t r a n j e r o : tras de ella estaban, precisamente, las minas de las en o t r o sentido. En la p r i m e r a m i t a d del siglo xvi, el m o d e r a d o
Indias. Pero la incidencia total del t r i b u t o americano en los nivel de envíos m a r í t i m o s (con un c o m p o n e n t e m á s alto de oro)
p r e s u p u e s t o s imperiales españoles era, desde luego, m u c h o me- estimuló las exportaciones castellanas, que respondieron rápi-
n o r de lo que se suponía p o p u l a r m e n t e en aquel tiempo En el d a m e n t e a la inflación de precios que siguió a la llegada del
p u n t o culminante de las flotas p o r t a d o r a s de tesoros, los me- tesoro colonial. Debido a que el 60-70 p o r 100 de estos metales,
tales preciosos de las colonias r e p r e s e n t a r o n únicamente el 20
o 25 p o r 100 de sus rentas totales >\ El grueso de los r e s t a n t e s página 189 [«La decadencia de España», en C. M. Cipolla comp., La
decadencia económica de los imperios, Madrid, Alianza, 1973]; Imperta!
SP
n„«t« y n , C h ' Spai" "ldír ,he Habsbur
es, l, Oxford, 1965, p. 128; por su- ™Lynch mita muy bien este tema: Spain under the Habsburgs, l,
puesto, los precios habían aumentado mucho entre tanto
¡
. „ , « - f'hott, «The decline of Spain», Past and Present, 20, noviem- ^'"piel-re V ilar, Oro y moneda en la historia, 1450-1920, Barcelona, 1969,
bre de 1961, reimpreso en T. Aston, comp.. Crisis in Europe, 1560-1660, páginas 78, 165-8.
114 68
Europa occidental Inglaterra 118 37
que n o iban d i r e c t a m e n t e a las arcas reales, tenían que com- nexo colonial n o se limitó a la agricultura, r a m a d o m i n a n t e
p r a r s e como otra mercancía cualquiera a los e m p r e s a r i o s loca- ¿ e la p r o d u c c i ó n interior en aquel tiempo. El i n f l u j o de los
les de América, se desarrolló u n floreciente comercio con las metales preciosos procedentes del Nuevo M u n d o provocó tam-
colonias, principalmente en textiles, aceite y vino. El control bién u n parasitismo que minó y paralizó progresivamente las
m a n u f a c t u r a s de Castilla. La inflación acelerada elevó los costos
monopolista de este m e r c a d o c e r r a d o benefició inicialmente a de producción de la industria textil —que o p e r a b a d e n t r o de
los p r o d u c t o r e s castellanos, que p u d i e r o n vender en él a pre- unos límites técnicos muy rígidos—, hasta tal p u n t o q u e las
cios inflacionarios, a u n q u e m u y p r o n t o los consumidores del p r e n d a s castellanas n o pudieron c o m p e t i r f i n a l m e n t e ni en el
interior h a b r í a n de q u e j a r s e con a m a r g u r a del coste de la vida m e r c a d o colonial ni en el metropolitano. Los comerciantes
intrusos holandeses e ingleses comenzaron a llevarse el pastel
en Castilla 17. H u b o en este proceso, sin embargo, dos movimien- de la d e m a n d a americana, m i e n t r a s que los artículos e x t r a n j e r o s
tos fatales p a r a el c o n j u n t o de la economía castellana. En pri- más b a r a t o s invadían la m i s m a Castilla. Hacia finales de siglo,
m e r lugar, el i n c r e m e n t o de la d e m a n d a colonial provocó una los textiles castellanos eran víctimas de la plata boliviana. El
m a y o r conversión hacia el vino y el olivo de tierras destinadas grito salió ya a la superficie: E s p a ñ a son las Indias del extran-
jero; E s p a ñ a se h a convertido en la América de E u r o p a , en u n
antes a la producción de cereal. E s t o reforzó la ya desastrosa terreno p a r a la competencia de bienes e x t r a n j e r o s . De esta
tendencia, alentada p o r la m o n a r q u í a , hacia u n a contracción forma, t a n t o la economía agraria como la u r b a n a q u e d a r o n
de la producción del trigo en benefico de la lana, p o r q u e la heridas, en ú l t i m o término, p o r el r e s p l a n d o r del2 0tesoro ame-
i n d u s t r i a lanera española, c o n t r a r i a m e n t e a la inglesa, n o era ricano, c o m o muchos c o n t e m p o r á n e o s l a m e n t a b a n . El m i s m o
imperio que inyectaba recursos en el a p a r a t o militar del E s t a d o
sedentaria, sino t r a s h u m a n t e , y, p o r tanto, e x t r e m a d a m e n t e p a r a sus insólitas aventuras exteriores estaba a r r u i n a n d o el
d e s t r u c t o r a de las tierras cultivables. El resultado c o n j u n t o de potencial p r o d u c t i v o de Castilla.
estas fuerzas h a r í a de E s p a ñ a u n o de los p r i m e r o s países impor-
tadores de grano, p o r vez p r i m e r a en la década de 1570. La
e s t r u c t u r a de la sociedad r u r a l castellana era ya a h o r a com-
p l e t a m e n t e distinta de cualquier otra de E u r o p a occidental.
Los a r r e n d a t a r i o s y pequeños propietarios campesinos consti-
tuían u n a minoría. En el siglo xvi, m á s de la m i t a d de la pobla- Pero a m b o s efectos e s t a b a n í n t i m a m e n t e ligados. Si el impe-
ción rural de Castilla la Nueva (quizá incluso hasta u n 60 ó 70 rio a m e r i c a n o era la perdición de la economía española, el im-
p o r 100) eran t r a b a j a d o r e s agrícolas o jornaleros 1 8 , cuya pro- perio europeo era la r u i n a del E s t a d o de los Habsburgo; el
porción en Andalucía era p r o b a b l e m e n t e más alta. H a b í a u n p r i m e r o hacía f i n a n c i e r a m e n t e posible la prolongada lucha p o r
desempleo muy grande en los pueblos, y unas pesadas r e n t a s el segundo. Sin los e m b a r q u e s de metales preciosos a Sevilla,
feudales sobre las tierras señoriales. Pero lo m á s s o r p r e n d e n t e el colosal esfuerzo bélico de Felipe II h u b i e r a sido impensable.
de todo es que los censos españoles de 1571 y 1586 revelan la Y f u e p r e c i s a m e n t e este e s f u e r z o lo que h a b r í a de d e r r u m b a r
existencia de u n a sociedad en la que sólo u n tercio de la pobla- la original e s t r u c t u r a del a b s o l u t i s m o español. El largo reinado
ción masculina e s t a b a dedicada a la agricultura, m i e n t r a s que del Rey Prudente, que cubrió casi toda la segunda m i t a d del
n o menos de sus dos quintas p a r t e s se situaban f u e r a de toda siglo xvi, n o fue exactamente u n a serie u n i f o r m e de fracasos
producción económica directa, «sector terciario» p r e m a t u r o e exteriores, a p e s a r del i n m e n s o gasto y de los severos contra-
h i n c h a d o de la E s p a ñ a absolutista que p r e f i g u r a b a el f u t u r o tiempos q u e s u f r i ó en la arena internacional. De hecho, su p a u t a
e s t a n c a m i e n t o s e c u l a r » . Con todo, el d a ñ o final causado p o r el básica no f u e diferente a la de Carlos V: éxito en el sur, d e r r o t a
en el norte. E n el Mediterráneo, la expansión naval t u r c a f u e
" Vilar, Oro y moneda, pp. 180-1.
" Noel Salomon, La campagne de la Nouvelle Castille á la fin du XVI•
stécle, París, 1964, pp. 257-8, 266 [La vida rural castellana en tiempos la agricultura la rama principal de la producción económica en toda
de Felipe II, Barcelona, Planeta, 1973], Sobre diezmos, servicios y rentas sociedad preindustrial, una desviación tan grande de la mano de obra
veanse pp. 227, 243-4, 250. hacia otras actividades tenía como consecuencia inevitable un estanca-
" Un historiador portugués ha subrayado las consecuencias de este miento a largo plazo.
20
extraordinario modelo ocupacional, que cree también válido para Portu- Sobre las reacciones de los contemporáneos a comienzos del si-
gal: Vitorino Magalháes Godinho, A estrutura na antiga sociedade por- glo xvn véase el soberbio ensayo de Vilar, «Le temps du Quichotte»,
tuguesa, Lisboa, 1971, pp. 85-9. Como señala Magalháes Godinho, al ser Europe, xxxiv, 1956, pp. 3-16 [«El tiempo del Quijote», en Crecimiento
y desarrollo, Barcelona, Ariel, 1974].
70 Europa occidental 71
España
bloqueada definitivamente en Lepanto en 1571, con u n a victoria
q u e confinó p a r a siempre y de f o r m a eficaz a las flotas otoma- rra grano y pertrechos navales. Además, Flandes aseguraba el
nas d e n t r o de sus propias aguas. Portugal f u e i n c o r p o r a d o sua- L r c o estratégico de Francia y era, pues, u n p u n t o neurálgico
vemente al bloque Habsburgo, p o r m e d i o de u n a diplomacia en la hegemonía internacional de los H a b s b u r g o . Pues bien, a
dinástica y u n a invasión o p o r t u n a . Su absorción añadió a las pesar de sus inmensos esfuerzos, el p o d e r militar español f u e in-
colonias hispánicas de las Indias las n u m e r o s a s posesiones lu- capaz de r o m p e r la resistencia de las Provincias Unidas. Por o t r a
sitanas en Asia, Africa y América. El m i s m o imperio u l t r a m a r i n o parte, la intervención a r m a d a de Felipe II en las guerras de
español a u m e n t ó con la conquista de las Filipinas en el Pací- religión f r a n c e s a s y su a t a q u e naval a I n g l a t e r r a —dos amplia-
fico, que, desde el p u n t o de vista logístico y cultural, f u e la ciones fatales del teatro bélico original en Flandes— f u e r o n
más a s o m b r o s a colonización del siglo. El a p a r a t o militar del rechazadas: la dispersión de la Armada Invencible y el acceso
E s t a d o español se elevó a u n grado m a y o r y m á s f i r m e de peri- al trono de E n r i q u e IV m a r c a n la d e r r o t a de su atrevida política
cia y eficacia, y su organización y sistema logísticos se convir- en el norte. Con todo, el balance internacional al final de su
tieron en los m á s avanzados de E u r o p a . El tradicional deseo reinado era todavía a p a r e n t e m e n t e formidable, lo q u e resultó
de los hidalgos castellanos de servir en los tercios fortaleció peligroso p a r a sus sucesores, a los que legó u n sentido intacto
a sus regimientos de infantería 2 1 , m i e n t r a s que las provincias de su e s t a t u r a continental. El s u r de los Países B a j o s había
italiana y walona se m o s t r a r o n , p a r a la política internacional sido r e c o n q u i s t a d o y fortificado. Las flotas lusohispánicas se
de los Habsburgo, como u n a fiable cantera de soldados, ya que reconstituyeron r á p i d a m e n t e después de 1588 y rechazaron con
no de impuestos. De m o d o significativo, los contingentes mul- éxito los asaltos ingleses contra las r u t a s atlánticas de metales
tinacionales de los ejércitos de los H a b s b u r g o luchaban m e j o r preciosos. Y la m o n a r q u í a f r a n c e s a f u e salvada, en úlimo tér-
en t e r r e n o e x t r a n j e r o que en el nativo, y su m i s m a diversidad mino, del p r o t e s t a n t i s m o .
p e r m i t í a u n grado relativamente m e n o r de dependencia de mer- E n España, p o r o t r a parte, el legado de Felipe II al comen-
cenarios e x t r a n j e r o s . Por p r i m e r a vez en la E u r o p a m o d e r n a , zar el siglo x v n era más visiblemente sombrío. Castilla tenía
u n amplio ejército regular se m a n t u v o con éxito a gran distancia ahora p o r vez p r i m e r a u n a capital f i j a en Madrid, lo que faci-
de la patria imperial d u r a n t e u n a infinidad de décadas. A litaba el gobierno central. El Consejo de Estado, d o m i n a d o
p a r t i r de la llegada de Alba, el e j é r c i t o de Flandes contó alre- por los grandes y que deliberaba sobre los asuntos i m p o r t a n t e s
dedor de 65.000 h o m b r e s d u r a n t e el resto de la guerra de los de gobierno, estaba más que c o n t r a b a l a n c e a d o p o r la acrecen-
Ochenta Años con los holandeses, lo que f u e u n hecho sin pre- tada importancia del secretariado del rey, cuyos diligentes fun-
cedentes 22. Por o t r a parte, la disposición p e r m a n e n t e de estos cionarios j u r i s t a s proveían a aquel m o n a r c a , atado a su mesa
ejércitos en los Países B a j o s habla p o r sí sola. Los holandeses, de despacho, de los i n s t r u m e n t o s burocráticos de gobierno m á s
que m o s t r a r o n ya un s o r d o descontento p o r las exacciones fis- adaptados a su genio. La unificación administrativa de los patri-
cales y las persecuciones religiosas de Carlos V, explotaron en monios dinásticos n o se prosiguió, sin embargo, con coherencia
lo que h a b r í a de convertirse en la p r i m e r a revolución b u r g u e s a alguna. Las r e f o r m a s absolutistas se f o r z a r o n en los Países
de la historia, b a j o la presión del centralismo tridentino de Bajos, donde c o n d u j e r o n al desastre, y en Italia, donde tuvieron
Felipe II. La rebelión de Holanda suponía u n a amenaza directa u n éxito de m o d e s t a s dimensiones. E n la propia península Ibé-
p a r a los vitales intereses españoles, p o r q u e a m b a s economías rica, p o r el contrario, n u n c a se intentó seriamente ningún pro-
— e s t r e c h a m e n t e ligadas desde la E d a d Media— e r a n en gran greso en esta m i s m a dirección. La a u t o n o m í a constitucional y
p a r t e complementarias: E s p a ñ a exportaba lana y metales pre- legal p o r t u g u e s a se respetó escrupulosamente; ninguna interfe-
ciosos a los Países B a j o s e i m p o r t a b a textiles, material de gue- rencia castellana p e r t u r b ó el orden tradicional de esta nueva
región occidental. E n las provincias orientales, el particularis-
" El duque de Alba comentó de forma característica: «En nuestra m o aragonés provocó f r o n t a l m e n t e al rey, protegiendo a su
nación no hay nada más importante que introducir a los hidalgos y otras fugitivo secretario Antonio Pérez de la justicia real p o r medio
personas de sustancia en la infantería, de forma que no todo se deje en de motines a r m a d o s ; u n a fuerza invasora aplastó en 1591 esta
manos de los jornaleros y lacayos». Parker, The army of Flanders and the
Spamsh road, p. 41. descarada sedición, pero Felipe se abstuvo de cualquier ocu-
Parker, The army of Flanders and the Spanish road, pp. 27-31. pación p e r m a n e n t e de Aragón o de m o d i f i c a r sustancialmente
114 72
Europa occidental Inglaterra 118 39
su constitución 2 3 . La o p o r t u n i d a d p a r a u n a solución centralista rriolla en las colonias, cuya riqueza provenía m á s de la agri-
se d e j ó escapar deliberadamente. Mientras tanto, la situación cultura que de la minería 2 5 . Las propias minas e n t r a r o n en u n a
económica de la m o n a r q u í a y del país se f u e d e t e r i o r a n d o omi- o r o f u n d a crisis desde la segunda década del siglo Xvn. En p a r t e
n o s a m e n t e a finales de siglo. Los envíos de plata llegaron a a causa del colapso demográfico de la f u e r z a de t r a b a j o india
sus niveles m á s altos e n t r e 1590 y 1600, p e r o los costos de
p r o d u c i d o p o r las epidemias devastadoras y p o r la sobre-
guerra habían crecido t a n t o que se i m p u s o en Castilla u n nuevo
t r i b u t o sobre el c o n s u m o que afectaba esencialmente a los ali- explotación en las cuadrillas s u b t e r r á n e a s — y en p a r t e p o r
m e n t o s —los millones— y que se convirtió en adelante en u n a agotamiento del filón, la producción de plata comenzó a b a j a r .
carga todavía m á s p e s a d a sobre los p o b r e s de los campos y las El descenso desde el p u n t o más alto del siglo a n t e r i o r f u e
ciudades Las r e n t a s totales de Felipe II se habían más que inicialmente gradual. Pero la composición y dirección del co-
cuadruplicado a finales de su reinado 2 4 : a p e s a r de todo le mercio e n t r e el Viejo y el Nuevo M u n d o estaban t r a n s f o r m á n -
sorprendió u n a b a n c a r r o t a oficial en 1596. Tres años m á s t a r d e dose irreversiblemente en d e t r i m e n t o de Castilla. El modelo de
a p e o r peste de la época se abatió sobre España, diezmando importación colonial c a m b i a b a hacia bienes m a n u f a c t u r a d o s
la poblacion de la península. más sofisticados, que E s p a ñ a no podía proveer, y que llevaban
de c o n t r a b a n d o los comerciantes ingleses u holandeses; el ca-
La subida al t r o n o de Felipe I I I f u e seguida de la paz con
pital local p r e f e r í a la inversión sobre el t e r r e n o antes que la
Inglaterra (1604), u n a nueva b a n c a r r o t a (1607) y la reticente
transferencia a Sevilla, y los e m b a r q u e s nativos americanos
f i r m a de u n a tregua con Holanda (1609). El nuevo régimen
estaba d o m i n a d o p o r el aristócrata valenciano Lerma u n pri- i n c r e m e n t a r o n su participación en los fletes atlánticos. El resul-
vado frivolo y venal que había i m p u e s t o su ascendiente personal tado neto f u e u n descenso calamitoso del comercio español con
sobre el rey. La paz t r a j o consigo u n a pródiga ostentación sus posesiones americanas, cuyo tonelaje total cayó en u n 60
cortesana y la multiplicación de los honores; el viejo secreta- p o r 100 desde 1606-10 a 1646-50.
n a d o perdió su influencia política, m i e n t r a s la nobleza cas- E n tiempos de Lerma, las consecuencias definitivas de este
tellana se congregaba de nuevo en t o r n o al suavizado c e n t r o proceso permanecían a ú n ocultas p a r a el f u t u r o , p e r o el rela-
del Estado. Las dos únicas y notables medidas gubernativas de tivo declinar de E s p a ñ a en los m a r e s y el auge a sus expensas
Lerma f u e r o n el sistemático u s o de devaluaciones p a r a salvar de las potencias p r o t e s t a n t e s de Inglaterra y Holanda ya eran
las finanzas reales, i n u n d a n d o al país con el devaluado vellón visibles. T a n t o la reconquista de la república holandesa como
de cobre, y la expulsión en m a s a de E s p a ñ a de los moriscos la invasión de Inglaterra habían f r a c a s a d o en el siglo XVI. Pero
que ú n i c a m e n t e sirvió p a r a debilitar la economía r u r a l a r a g o desde esa fecha, los dos enemigos m a r í t i m o s de E s p a ñ a se ha-
nesa y valenciana: los resultados inevitables f u e r o n la inflación bían h e c h o más prósperos y poderosos, m i e n t r a s la R e f o r m a
de precios y la escasez de fuerza de t r a b a j o . Mucho m á s grave continuaba su avance en la E u r o p a central. El cese de hostili-
a largo plazo, sin embargo, f u e la silenciosa t r a n s f o r m a c i ó n que dades d u r a n t e u n a década b a j o el m a n d a t o de L e r m a convenció
estaba teniendo lugar en el c o n j u n t o de la relación comercial únicamente a la nueva generación de generales y diplomáticos
e n t r e E s p a ñ a y América. Aproximadamente desde 1600 en ade- imperialistas —Zúñiga, Gondomar, Osuna, B e d m a r , F u e n t e s -
lante, las colonias a m e r i c a n a s estaban alcanzando cada vez más de que E s p a ñ a n o podía permitirse el l u j o de la paz, p o r m á s
la autosuficiencia en los artículos básicos que habían impor- que la guerra fuese cara. El acceso de Felipe IV al trono, y la
tado tradicionalmente de E s p a ñ a : grano, aceite y vino; se co- subida del a u t o r i t a r i o conde-duque de Olivares al m á s alto po-
menzaba también a p r o d u c i r ahora localmente p a ñ o basto- la der en Madrid, coincidieron con u n a sublevación en las tierras
construcción de barcos se desarrollaba con rapidez y el comer- de Bohemia de la r a m a austríaca de los Habsburgo. Aparecía
cio e n t r e las colonias experimentó u n alza repentina. Estos así ahora la ocasión p a r a aplastar al p r o t e s t a n t i s m o en Ale-
cambios coincidían con el crecimiento de una aristocracia m a n i a y a j u s t a r las cuentas con Holanda, u n objetivo interrela-
cionado con la necesidad estratégica de dominar el corredor
de Renania p a r a los movimientos de t r o p a s e n t r e Italia y Flan-
1- n „ » e l i p e K Z rx e , l i m i " a / e < ? u c i r l o s poderes de la Diputació local (en
introdnrir í d e la unan
' ™ d a d ) y ¿el cargo de justicia, y a
des. La guerra europea fue, pues, desencadenada u n a vez más,
introducir en Aragón virreyes no autóctonos
Lynch, Spain under the Habsburgs, n , pp. 12-13. B
Lynch, Spain under the Habsburgs, n , p. 11.
108 75
Europa occidental Francia

p o r i n t e r m e d i o de Viena p e r o p o r iniciativa de Madrid, en la Languedoc, B r e t a ñ a y la Isla de Francia, con la alianza o la


década de 1620. El t r a n s c u r s o de la guerra de los Treinta Años complacencia de los disidentes locales. E n la década de 1640,
invirtió c u r i o s a m e n t e el modelo de las dos grandes confronta- l o S soldados y b a r c o s franceses luchaban j u n t o a los rebeldes
ciones de los ejércitos de los H a b s b u r g o en el siglo anterior. contra los H a b s b u r g o en Cataluña, Portugal y Nápoles: el ab-
Mientras Carlos V y Felipe II habían conseguido victorias ini- solutismo español estaba a c o r r a l a d o en su p r o p i o terreno.
ciales en el s u r de E u r o p a y s u f r i d o d e r r o t a s finales en el Al fin, la prolongada tensión del conflicto internacional en el
norte, las t r o p a s de Felipe IV alcanzaron éxitos t e m p r a n o s en norte se d e j ó sentir en la propia península Ibérica. Tuvo q u e
el n o r t e sólo p a r a e x p e r i m e n t a r desastres definitivos en el sur. declararse u n a nueva b a n c a r r o t a de E s t a d o en 1627; el vellón
El volumen de la movilización española p a r a esta tercera y úl- fue devaluado en u n 50 p o r 100 en 1628, a lo que siguió en
tima confrontación general f u e formidable: en 1625, Felipe IV 1629-31 u n f u e r t e b a j ó n en el comercio transatlántico; la flota
reunía a 300.000 h o m b r e s b a j o sus órdenes 2 6 . Los Estados de de la plata n o p u d o llegar en 164027. Los costes totales de la
Bohemia f u e r o n aplastados en la batalla de la Montaña Blanca guerra provocaron nuevos t r i b u t o s sobre el consumo, imposi-
con ayuda de subsidios y veteranos hispánicos, y la causa deí ción de contribuciones al clero, confiscación de los intereses
p r o t e s t a n t i s m o f u e d e r r o t a d a p e r m a n e n t e m e n t e en tierras che- de los b o n o s públicos, e m b a r g o de los t r a n s p o r t e s de metales
cas. Con la c a p t u r a de Breda, Spínola forzó la r e t i r a d a de los preciosos privados, ventas ilimitadas de honores y —especial-
holandeses. El c o n t r a a t a q u e sueco en Alemania, tras d e r r o t a r mente— de jurisdicciones señoriales a la nobleza. Todas estas
a los ejércitos de Austria y de la Liga, f u e deshecho en Nordlin- medidas n o f u e r o n suficientes, sin embargo, p a r a r e c a u d a r las
gen p o r los tercios españoles al m a n d o del Cardenal-Infante. s u m a s necesarias p a r a la prosecución de la lucha, p o r q u e sus
Pero f u e r o n p r e c i s a m e n t e estas victorias las que forzaron final- costos eran soportados p r á c t i c a m e n t e p o r Castilla sola. Portu-
m e n t e la e n t r a d a de Francia en las hostilidades, inclinando deci- gal n o producía a b s o l u t a m e n t e ninguna r e n t a a Madrid, por-
sivamente la balanza militar contra España. La reacción de Pa- que los subsidios locales se destinaban a fines defensivos en las
rís ante Nordlingen, en 1634, f u e la declaración de guerra de colonias portuguesas. Flandes era c r ó n i c a m e n t e deficitario.
Richelieu en 1635. Los resultados se hicieron m u y p r o n t o evi- Nápoles y Sicilia habían contribuido en el siglo anterior con
dentes. Breda f u e reconquistada p o r los holandeses en 1637. u n a s u m a m o d e s t a p e r o respetable al tesoro central. Ahora,
Breisach, n u d o de los caminos a Flandes, cayó u n a ñ o después. sin embargo, los costos de la defensa de Milán y del manteni-
Al a ñ o siguiente, el grueso de la flota española f u e enviada al m i e n t o de los presidios en Toscana absorbían todas sus rentas,
f o n d o del m a r en las Dunas, u n golpe m u c h o p e o r p a r a la a pesar del i n c r e m e n t o en los impuestos, la venta de cargos y
m a r i n a de los H a b s b u r g o que el destino de la Armada Inven- las enajenaciones de tierras. Italia proveía todavía u n a valio-
cible. Por último, en 1643, el e j é r c i t o f r a n c é s acabó con la sísima contribución h u m a n a a la guerra, p e r o ningún dinero .
supremacía de los tercios en Rocroi. La intervención militar Navarra, Aragón y Valencia contribuían a lo s u m o con escasas
de la Francia borbónica se había revelado como algo m u y dife- y p e q u e ñ a s ayudas a la dinastía en sus m o m e n t o s de peligro.
r e n t e a las confrontaciones con los Valois en el siglo anterior. Cataluña, la región más rica del reino oriental y la provincia
La nueva naturaleza y el peso del a b s o l u t i s m o f r a n c é s fueron más parsimoniosa de todas, n o p e r m i t í a que los impuestos se
los que h a b r í a n de provocar la caída del poderío imperial espa- gastaran ni que las t r o p a s se enviaran f u e r a de sus f r o n t e r a s .
ñol en E u r o p a . Porque m i e n t r a s en el siglo xvi Carlos V y El costo histórico del f r a c a s o del E s t a d o de los H a b s b u r g o p a r a
Felipe II se habían aprovechado de la debilidad interna del Es- armonizar sus reinos ya era evidente al comienzo de la guerra
t a d o francés, utilizando la desafección provincial p a r a invadir de los Treinta Años. Olivares, que se p e r c a t ó de los graves
Francia, a h o r a los papeles se habían trastocado: u n absolutismo
f r a n c é s más m a d u r o era capaz de explotar la sedición aristo-
" Elliott, Imperial Spain, p. 343.
crática y el s e p a r a t i s m o regional d e . l a península Ibérica p a r a a
Sobre el comportamiento financiero de las posesiones italianas, v é a «
invadir la propia España. En la década de 1520 los ejércitos A. Domínguez Ortiz, Política y hacienda de Felipe IV Madrid, 1%0, pa-
españoles m a r c h a r o n sobre Provenza, en la de 1590 sobre el ginas 161-4. En general, el papel de los componentes italianos del imperio
español en Europa se ha estudiado poco, aunque es evidente que no sera
posible ningún estudio satisfactorio del conjunto del sistema imperial
" Parker, The army of Flanders and the Spanish road, p. 6.
hasta que esta laguna no se haya colmado.
114
Europa occidental 114 Inglaterra
77

peligros que e n t r a ñ a b a p a r a el sistema del E s t a d o la falta de


mandos castellanos y de las pérdidas s u f r i d a s c o n t r a los fran-
u n a integración central y de la aislada y peligrosa hegemonía
ceses. El b a j o clero azuzó el fervor regionalista. El campesi-
de Castilla d e n t r o de ese sistema, p r o p u s o a Felipe IV u n a pro-
nado, asolado p o r los alojamientos y las requisas, se levantó
f u n d a r e f o r m a de toda la e s t r u c t u r a , en u n m e m o r á n d u m se-
contra las t r o p a s en u n a insurrección generalizada. Los jorna-
creto de 1624. Defendía Olivares la equiparación simultánea
l e r 0 s del c a m p o y los p a r a d o s que pululaban en las ciudades
de las cargas fiscales y las responsabilidades políticas e n t r e los
provocaron violentos disturbios en Barcelona y en otras pobla-
diferentes patrimonios dinásticos, lo que habría p e r m i t i d o el
ciones 31. La revolución catalana de 1640 f u n d i ó los agravios de
acceso regular de los nobles aragoneses, catalanes e italianos
todas las clases sociales, excepto u n p u ñ a d o de magnates, en
a los más altos puestos del servicio real, a c a m b i o de u n a dis-
una explosión imparable. El poder de los H a b s b u r g o en Cata-
tribución m á s equitativa de la carga impositiva y la aceptación
luña se desintegró. La nobleza y el p a t r i c i a d o provocaron la
de leyes u n i f o r m e s modeladas sobre las de Castilla 2 9 . Este ante-
ocupación f r a n c e s a con o b j e t o de a t a j a r los peligros del radica-
proyecto era demasiado atrevido p a r a ser d a d o a la publicidad,
lismo p o p u l a r y bloquear u n a reconquista castellana. Cataluña
p o r miedo a la reacción castellana y n o castellana. Pero Oliva-
se convirtió, d u r a n t e u n a década, en p r o t e c t o r a d o francés.
res elaboró también un segundo proyecto m á s limitado, la
Mientras tanto, en el o t r o lado de la península, Portugal había
«Unión de Armas», p a r a la creación de un ejército c o m ú n de
organizado su propia sublevación pocos meses después de la
reserva de 140.000 h o m b r e s que se reclutaría y estaría mante-
rebelión catalana. La aristocracia local, resentida p o r la pér-
nido p o r todas las posesiones españolas p a r a su c o m ú n defensa.
dida de Brasil ante los holandeses, y segura de los sentimientos
Este proyecto, publicado oficialmente en 1626, f u e a t a c a d o en
anticastellanos de las masas, n o tuvo ninguna dificultad en rea-
todas p a r t e s debido al p a r t i c u l a r i s m o tradicional. Cataluña, es-
f i r m a r su independencia, u n a vez que Olivares cometió el e r r o r
pecialmente, se negó a tener n a d a que ver con él, y en la prác-
garrafal de c o n c e n t r a r los ejércitos reales en el este, muy bien
tica el proyecto se quedó en letra m u e r t a .
defendido y donde las fuerzas franco-catalanas eran victoriosas,
Pero a medida que t r a n s c u r r í a el conflicto y e m p e o r a b a la
y no en el oeste, relativamente desmilitarizado 3 2 . Olivares cayó
posición española, la presión p a r a r e c a b a r alguna asistencia ca-
en 1643; c u a t r o años después, Nápoles y Sicilia se sacudieron
talana se hizo en Madrid cada vez m á s desesperada. Olivares
a su vez la dominación española. El conflicto europeo había
decidió forzar la e n t r a d a de Cataluña en la guerra a t a c a n d o a
agotado la hacienda y la economía del imperio de los H a b s b u r g o
Francia a través de su f r o n t e r a sudoriental en 1639, con lo que
en el sur, dislocando su sistema político. En el cataclismo de la
ponía de facto a la reticente provincia en la p r i m e r a línea de
década de 1640, a medida que E s p a ñ a s u c u m b í a en la guerra
las operaciones españolas. Este juego t e m e r a r i o se volvió con-
de los Treinta Años y la b a n c a r r o t a , la peste, el despoblamiento
tra sus autores de f o r m a desastrosa La nobleza catalana, mo-
y la invasión se hacían presentes, f u e inevitable que la c o n f u s a
rosa y de miras estrechas, privada de oficios r e m u n e r a d o r e s y
unión de los p a t r i m o n i o s dinásticos se dividiera: las revueltas
aficionada al b a n d i d a j e de monte, se enfureció a causa de los
secesionistas de Portugal, Cataluña y Nápoles constituyeron u n
29
juicio sobre la debilidad del absolutismo español, que se había
La mejor exposición de este programa se encuentra en Elliott The expandido d e m a s i a d o p r o n t o y con excesiva rapidez, a causa
revolt of the Catalans, Cambridge, 1963, pp. 199-204 [La rebelión de los
catalanes, Madrid, Siglo XXI, 1977], Domínguez afirma que Olivares no de su f o r t u n a u l t r a m a r i n a , sin h a b e r t e r m i n a d o sus cimientos
tuyo una política interior, al estar ocupado exclusivamente en los asuntos metropolitanos.
extranjeros: La sociedad española en el siglo XVI, i, Madrid 1963 p 15 Al final, el estallido de la F r o n d a salvó p a r a E s p a ñ a a Cata-
Pero tanto sus tempranas reformas interiores como el aliento de sus
reC
« ^ n C 1 0 n e S e n e I memorándum de 1624 desmienten esta opinión luña e Italia. Mazarino, p r e o c u p a d o p o r la t e m p e s t a d interior,
Olivares era consciente del riesgo que iba a correr: «No puede mi a b a n d o n ó Cataluña, y después de que los señores napolitanos
cabeza resistir la luz de la vela ni de una ventana [...] A mi corto juicio volvieron a descubrir la lealtad hacia su soberano en Italia,
parece que es el de perderse todo sin remedio o el salvarse la barca
Aquí va religión, rey, reino, nación, todo, y si no hubiese fuerzas morir donde había estallado u n a a m e n a z a d o r a revuelta social de po-
en la demanda, que mejor es morir y más justo que entrar en otro
dominio y mas de herejes que si Ies juzgo a franceses. Acábese todo o 11
sea Castilla cabeza del mundo con ser la de la monarquía de V M » Ci- Elliott, The revolt of the Catalans, pp. 460-8, 473-6, 486-7
52
tado en Elliott, The revolt of the Catalans, p 310 A. Domínguez Ortiz, The golden century of Spain, 1556-1659, Londres,
1971, p. 103.
114 78
Europa occidental Inglaterra 118 42
bres rurales y u r b a n o s , la intervención f r a n c e s a t e r m i n ó Sin fueron sometidos y excluidos del p o d e r central. Por m e d i o de
embargo, incluso tras la recuperación de la última provincia , importación de la experiencia y de las técnicas m u c h o más
mediterránea, la guerra se a r r a s t r ó d u r a n t e otros quince años J n z a d a s del absolutismo francés, los funcionarios civiles ex-
c o n t r a los holandeses, los franceses, los ingleses y los portu- u d a d o s crearon en el siglo x v m u n E s t a d o u n i t a r i o y centra-
gueses. En la década de 1650 h u b o m á s pérdidas en Flandes lizado 3 4 Los sistemas de Estados de Aragón, Valencia y Cataluña
p e r o lo que m á s se prolongó f u e la lenta tentativa de recon- fueron eliminados y su p a r t i c u l a r i s m o quedó suprimido, mien-
q u i s t a r Portugal. Por entonces, la clase de los hidalgos caste- tras se introducía el i n s t r u m e n t o f r a n c é s de los intendants rea-
llanos había p e r d i d o todo apetito p o r el c a m p o de batalla- la les para el gobierno u n i f o r m e de las provincias. El ejército f u e
desilusión militar era absoluta e n t r e todos los españoles En drásticamente r e f u n d i d o y profesionalizado con u n a base semi-
las ultimas c a m p a ñ a s fronterizas lucharon principalmente re-
rreclutad'a y un m a n d o rígidamente aristocrático. La administra-
clutas italianos, cuyas deficiencias eran suplidas con mercena-
ción colonial f u e reforzada y r e f o r m a d a : libres de sus p o s e s i o
rios irlandeses o alemanes 33. Su único resultado f u e la ruina
nes europeas, los Borbones m o s t r a r o n que E s p a ñ a podía gober-
de la m a y o r p a r t e de E x t r e m a d u r a y la reducción de las finan-
nar su imperio a m e r i c a n o de f o r m a competente y rentable. De
zas g u b e r n a m e n t a l e s a su p u n t o m á s b a j o de manipulación y
hecho este f u e el siglo en el que, al fin, emergió g r a d u a l m e n t e
déficit, fútiles. Hasta 1668 no se aceptó la paz ni la independencia
portuguesa Seis años más t a r d e tuvo que cederse a Francia el una España unida, como algo opuesto a la semiumversal mo-
Franco-Condado. El reinado paralítico de Carlos II presenció narquía española de los Habsburgo 3 5 .
la reconquista del p o d e r político central p o r los grandes que Con todo la o b r a de la burocracia Carolina que racionalizó
se aseguraron la dominación directa del E s t a d o con el golpe el E s t a d o español n o p u d o revitalizar a la sociedad española.
aristocrático de 1677, cuando don J u a n José de Austria —su Era ya d e m a s i a d o t a r d e p a r a iniciar u n desarrollo c o m p a r a b l e
candidato p a r a la regencia— c o n d u j o a Madrid con todo éxito al de Francia o Inglaterra. La o t r o r a dinámica economía caste-
u n ejercito aragonés. Ese m i s m o reinado experimentó la más llana había recibido su golpe de gracia b a j o Felipe IV Y aun-
negra depresión económica del siglo, con cierre de industrias que se p r o d u j o u n a verdadera recuperación demográfica (la
colapso de la moneda, reversión a u n intercambio de t r u e q u e ' población se elevó de siete a once millones) y el cultivo del
escasez de alimentos y disturbios p o r el pan. E n t r e 1600 y 1700 cereal se extendió considerablemente en E s p a ñ a , solo el 6U
la poblacion total de E s p a ñ a descendió de 8.500.000 a 7 000 000 por 100 de la población tenía algún t r a b a j o en la agricultura,
la p e o r regresión demográfica de Occidente. El E s t a d o de los mientras que las m a n u f a c t u r a s u r b a n a s habían desaparecido
H a b s b u r g o estaba m o r i b u n d o a finales de siglo: su m u e r t e en p r á c t i c a m e n t e de la f o r m a c i ó n social metropolitana. Tras el
la persona de su espectral soberano, Carlos II el Hechizado, era colapso de las minas americanas en el siglo x v n , se p r o d u j o u n
esperada en todas las cancillerías europeas c o m o la señal que nuevo auge de la plata mexicana en el siglo XVIII, que, a falta
convertiría a E s p a ñ a en el botín de E u r o p a . de u n a i m p o r t a n t e industria nacional, p r o b a b l e m e n t e contribuyó
más a la expansión f r a n c e s a que a la española 3 6 . El capital
De hecho, el resultado de la g u e r r a de sucesión española local se desvió, como antes, hacia las rentas públicas o la tierra.
renovó el absolutismo en Madrid, al liquidar sus ingobernables La administración del E s t a d o n o era n u m é r i c a m e n t e m u y am-
responsabilidades exteriores. Los Países B a j o s e Italia queda-
r o n definitivamente perdidos. Aragón y Cataluña, que habían » Véase Henry Kamen, The War of Succession in Spain 1700-1715,
apoyado al c a n d i d a t o austríaco, f u e r o n d e r r o t a d o s y sometidos Londres, 1969, pp. 84-117. El principal arquitecto de la nueva administra-
ción fue Bergeyck, un flamenco procedente de Bruselas; pp. 237-40.
en la guerra civil que tuvo lugar d e n t r o de la guerra internacio- » Fue en esta época cuando se adoptaron la bandera y el himno na-
nal. Una nueva dinastía f r a n c e s a se instaló en España. La mo- cionales. Estas frases de Domínguez son significativas: «Mas pequeña
n a r q u í a borbónica consiguió lo que los H a b s b u r g o habían sido que el imperio, más grande que Castilla, España creación excelsa de nues-
incapaces de hacer. Los grandes - m u c h o s de los cuales se ha- tro siglo xvm, surgió de su nebulosa y adquinó una forma sólida y tan-
gible [ ] Antes de la guerra de la Independencia, el ideal plástico y la
bían p a s a d o al c a m p o angloaustriaco en la guerra de sucesión— imagen simbólica de la nación tal como hoy la conocemos ^
esencialmente completos.» Antonio Domínguez Or iz, La sociedad
en el siglo XVIII, Madrid, 1955, pp. 41, 43; es el mejor libro sobre este
TU" Ly
ü f h ' Scentury
The golden
pain under the
of Spain, Habsburgs,
pp. 39-40. n . pp. 122-3: Domineuez
Domínguez Ortir
urtiz. período. . ...,,
" Vilar, Oro y moneda, pp. 348-61, J1>1<.
80 Europa occidental 4 FRANCIA
plia, p e r o estaba plagada de empleomanía, la b ú s q u e d a afanosa
del cargo p o r u n a nobleza empobrecida. Los e n o r m e s latifun-
dios del sur, cultivados p o r cuadrillas de jornaleros, proveían
las f o r t u n a s de una estancada nobleza de grandes, asentada en
las capitales de provincia Desde mediados del siglo en adelan-
te h u b o un r e f l u j o de la m á s alta nobleza hacia los puestos
ministeriales, m i e n t r a s las facciones «civil» y «militar» lucha-
ban p o r el p o d e r en Madrid: el gobierno del aristócrata arago-
nés Aranda correspondió al p u n t o m á s alto de la influencia
directa de la gran nobleza en la capital 3 8 . Sin e m b a r g o el Francia p r e s e n t a u n a evolución muy distinta a la del modelo
í m p e t u político del nuevo orden estaba llegando a su fin ' E n hispánico. El absolutismo n o gozó aquí de u n a s v e n t a j a s tan
los últimos años del siglo, la corte borbónica estaba s u m i d a en t e m p r a n a s como en España, en la f o r m a de u n lucrativo impe-
una completa decadencia —que r e c o r d a b a a la de su prede- rio u l t r a m a r i n o . Por otra parte, t a m p o c o tuvo que e n f r e n t a r s e
c e s o r — b a j o el control negligente y c o r r u p t o de Godoy el en el interior a los p e r m a n e n t e s p r o b l e m a s estructurales de
ultimo .privado. Los límites del renacimiento del siglo X V I I I unir reinos dispares, con u n o s legados políticos y culturales
cuyo epilogo h a b r í a de ser el ignominioso colapso de la dinas- radicalmente opuestos. La m o n a r q u í a de los Capeto, como ya
tía en 1808, siempre fueron evidentes en la e s t r u c t u r a adminis- hemos visto, extendió l e n t a m e n t e d u r a n t e la E d a d Media sus
trativa de la E s p a ñ a borbónica, porque, incluso tras las refor- derechos de soberanía hacia el exterior de su base original en
m a s Carolinas, la a u t o r i d a d del E s t a d o absolutista sobre vastas la Isla de Francia, en un movimiento gradual de unificación
zonas del país cesaba en el plano municipal. H a s t a la invasión concéntrica que abarcaría desde Flandes al Mediterráneo. Nun-
napoleónica, m á s de la mitad de las ciudades españolas no esta- ca tuvo que luchar con ningún o t r o reino territorial de u n
ban b a j o jurisdicción monárquica, sino b a j o jurisdicción seño- rango feudal comparable d e n t r o de Francia: en tierras france-
rial o clerical. El régimen de los señoríos, u n a reliquia medieval sas sólo había un reino, a p a r t e del p e q u e ñ o y semi-ibérico
q u e se r e m o n t a b a a los siglos XII y x m , tenía m á s importancia E s t a d o de Navarra, situado en las r e m o t a s laderas de los Piri-
económica que política p a r a los nobles que controlaban aque- neos. Los lejanos ducados y condados de Francia siempre ha-
llas jurisdicciones, p e r o no sólo les aseguraba beneficios, sino bían p r e s t a d o lealtad nominal a la dinastía central, incluso
también un p o d e r local jurídico y administrativo 3 ». Estas «com- a u n q u e f u e r a como vasallos inicialmente m á s poderosos que su
binaciones de soberanía y propiedad» f u e r o n u n a reveladora su- señor real, lo que p e r m i t í a u n a j e r a r q u í a jurídica que facilitaría
pervivencia de los principios de señorío territorial en la época más adelante la integración política. Las diferencias sociales y
del absolutismo. El ancien régime conservó sus raíces feudales lingüísticas que s e p a r a b a n al s u r del norte, a u n q u e persistentes
en E s p a ñ a h a s t a su último día. y pronunciadas, n u n c a f u e r o n tan grandes como las que sepa-
r a b a n al este del oeste en España. El sistema legal y el lenguaje
distintos del Midi no coincidían, a f o r t u n a d a m e n t e p a r a la mo-
narquía con la principal h e n d e d u r a militar y diplomática q u e
dividía a Francia a finales de la E d a d Media: la casa de Bor-
goña el p o d e r rival más i m p o r t a n t e alineado contra la dinastía
de los Capeto, era u n d u c a d o del norte. A pesar de todo, el
p a r t i c u l a r i s m o del sur sería u n a fuerza constante y latente en
la p r i m e r a época m o d e r n a , a d o p t a n d o f o r m a s encubiertas y
37
Hay un retrato memorable de esta clase social en Ravmond Carr nuevos disfraces en las crisis sucesivas. El control político real
c o m p de la m o n a r q u í a f r a n c e s a n u n c a f u e t e r r i t o r i a l m e n t e u n i f o r m e :
¿ T ; ; pp. 43°5°9 "The ™bili<y "" ^ Z i c e t k
siempre f u e m e n o r en la periferia del país, disminuyendo pro-
" Domínguez Órtiz, La sociedad española en el siglo XVIII pp 93 178
Dommguez ofrece un amplio estudio del modelo de los señoríos en
gresivamente en las provincias recién adquiridas y m a s lejanas
rég men
de París. Al m i s m o tiempo, el volumen demográfico total de
S I P í l a Q U e S1l ñori 1 en
0 S f d''e s c r i b e
La
sociedad HZoll en Francia ponía p o r sí m i s m o algunos obstáculos f o r m i d a b l e s a
citada ' ' ^ n la frase más arriba
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Europa occidental Frartcia106107
la unificación administrativa: u n o s 20 millones de h a b i t a n t e s 1oS a r q u e r o s i n g l e s e s - , y con la creación de u n e j é r c i t o regular
la hacían, p o r lo menos, dos veces m á s poblada que E s p a ñ a en naeado, cuya artillería f u e el a r m a decisiva de la victoria Para
el siglo xvi. La rigidez y claridad de las b a r r e r a s internas con- noner en pie este ejército, la aristocracia f r a n c e s a concedio el
t r a el a b s o l u t i s m o unitario en E s p a ñ a q u e d a b a n equilibradas n r i m e r i m p u e s t o i m p o r t a n t e de amplitud nacional r e c a u d a d o
en consecuencia, p o r la m á s densa p r o f u s i ó n y variedad de la ñor la m o n a r q u í a , la taille royale de 1439, q u e se convirtió en
vida regional d e n t r o del sistema político francés. Por t a n t o regular con la taille des gens d'armes en la década de 1440 .
en la Francia medieval n o tuvo lugar ningún avance constitucio^ La nobleza, el clero y algunas ciudades q u e d a r o n exentas de su
nal lineal después de la consolidación de los Capeto Al con- pago y en el c u r s o del siguiente siglo la definición legal de la
t r a j o , la historia de la construcción del absolutismo f r a n c é s nobleza en Francia fue, precisamente, la exención hereditaria
n a b n a de ser la de una progresión «convulsiva» hacia u n E s t a d o de la taille. Así, la m o n a r q u í a aparecía r e f o r z a d a a finales del
m o n á r q u i c o centralizado, r e p e t i d a m e n t e i n t e r r u m p i d a p o r re- siglo xv hasta el p u n t o de que ahora poseía u n e j é r c i t o regular
caídas en la desintegración y en la a n a r q u í a provincial, seguidas embrionario en las compagnies d'ordonnance, capitaneadas p o r
de una reacción intensificada hacia la concentración del p o d e r la aristocracia, y u n i m p u e s t o fiscal directo que n o estaba s u j e t o
monárquico, hasta que al final se construyera u n a e s t r u c t u r a a ningún control representativo.
e x t r e m a d a m e n t e sólida y estable. Las tres grandes r u p t u r a s
Por o t r a parte, Carlos V I I n o realizó ningún i n t e n t o p a r a
ael orden político f u e r o n , n a t u r a l m e n t e , la guerra de los Cien
reforzar la a u t o r i d a d dinástica central en las provincias del
Anos en el siglo xv, las guerras de religión en el siglo xvi y la
F r o n d a en el siglo x v n . La transición de la m o n a r q u í a medieval norte de Francia a medida q u e eran sucesivamente reconquis-
a la absoluta se vio paralizada en u n p r i m e r m o m e n t o y ace- tadas; antes bien, promovió asambleas de los E s t a d o s regiona-
lerada i n m e d i a t a m e n t e después p o r estas crisis, cuyo ú l t i m o les y t r a n s f i r i ó poderes financieros y jurídicos a las instituciones
resultado sería la creación de u n culto a la autoridad real, en locales. Del m i s m o m o d o que los reyes Capeto habían acom-
la época de Luis XIV, sin parangón en ningún o t r o país de p a ñ a d o su extensión del control m o n á r q u i c o con la cesión de
E u r o p a occidental. patrimonios principescos, t a m b i é n los p r i m e r o s reyes Valois
combinaron la r e a f i r m a c i ó n de la u n i d a d m o n á r q u i c a con la
La lenta centralización concéntrica de los reyes Capeto delegación del p o d e r provincial en u n a aristocracia bien atrin-
expuesta m á s arriba, llegó a u n final a b r u p t o con la extinción cherada. En ambos casos, la razón era idéntica: la e n o r m e difi-
de su linaje a mediados del siglo xiv, que f u e la señal p a r a el cultad administrativa de dirigir u n país tan grande como Francia
comienzo de la guerra de los Cien Años. El estallido de vio- con los i n s t r u m e n t o s de gobierno de que podía disponer la di-
lentas luchas e n t r e los grandes señores d e n t r o de la m i s m a
nastía. El a p a r a t o coactivo y fiscal del E s t a d o central todavía
Francia, b a j o los débiles reyes Valois, c o n d u j o finalmente a u n
era muy pequeño: las compagnies d'ordonnance de Carlos V i l
a t a q u e c o m b i n a d o anglo-borgoñón contra la m o n a r q u í a fran-
nunca s u p e r a r o n los 12.000 soldados, u n a fuerza a b s o l u t a m e n t e
cesa, a comienzos del siglo xv, que hizo pedazos la u n i d a d del
insuficiente p a r a el control y la represión de u n a población
remo. E n el p u n t o culminante de los éxitos ingleses y borgo-
de 15 millones 2 . La nobleza retuvo, pues, el p o d e r a u t ó n o m o
nones, en la década de 1420, p r á c t i c a m e n t e la totalidad de las
posesiones tradicionales de la casa real en el norte de Francia local p o r la fuerza de sus propias espadas, de las que dependía,
estaban b a j o control e x t r a n j e r o , m i e n t r a s Carlos VII se veía en último término, la estabilidad de toda la e s t r u c t u r a social.
forzado a la lucha y al exilio en el sur. La historia de la recu- La creación de u n modesto ejército real había a u m e n t a d o , in-
peración final de la m o n a r q u í a y de la expulsión de los ejércitos cluso, sus privilegios económicos, p o r q u e la i n s t i t u c i o n a l i z a r o n
ingleses es bien conocida. Para lo que aquí nos interesa, el lega- de la taille garantizaba a los nobles u n a completa i n m u n i d a d
do f u n d a m e n t a l de los largos s u f r i m i e n t o s de la guerra de los fiscal de la que n o habían gozado hasta entonces. La convo-
Cien Anos f u e su contribución final a la emancipación fiscal catoria p o r Carlos VII de los Estados Generales, u n a institución
y militar de la m o n a r q u í a de los límites del a n t e r i o r sistema que había desaparecido de Francia d u r a n t e varios siglos, estuvo
político medieval. En efecto, la guerra sólo p u d o ser ganada 1
P. S. Lewis, Later mediaeval France: the polity, Londres, 1968, pá-
gracias al a b a n d o n o del sistema señorial de servicios de caba-
:Ín a
llería —que se había m o s t r a d o d e s a s t r o s a m e n t e ineficaz c o n t r a ' Sobre este punto, véase J. Russell Major, Representative institutions
n Renaissance France, 1421-1559, Madison, 1960, p. 9.
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inspirada p r e c i s a m e n t e p o r la necesidad de c r e a r u n m í n i m o „ a U t o r i d a d judicial s u p r e m a en sus territorios, cuya ímpor-
f o r o nacional en el que inducir a las diversas ciudades y Esta- ^Ha V n ú m e r o creció sin interrupción d u r a n t e esta época,
dos provinciales a aceptar los impuestos, ratificar los t r a t a d o s ífntre la subida al trono de Carlos VII y la m u e r t e de Luis X I I ,
y proveer consejo sobre los a s u n t o s exteriores: sus sesiones f u n d a r o n nuevos parlements en Toulouse, Grenoble, Bur-
sin embargo, r a r a vez dieron adecuada satisfacción a sus de- d o s Dijon, Ruán y Aix. No p o r ello se vieron todavía grave-
mandas. Así pues, la guerra de los Cien Años legó a la monar- ^ e n í e recortadas las libertadas u r b a n a s , a u n q u e la posicion
quía f r a n c e s a impuestos y ejércitos p e r m a n e n t e s , p e r o n o u n a de la oligarquía patricia d e n t r o de los parlements se r e a f i r m o
nueva administración civil de á m b i t o nacional. La intervención a costa de los gremios y de los pequeños p a t r o n o s . La razón
inglesa había sido eliminada del t e r r i t o r i o francés, p e r o las e s e n c i a l de estas transcendentales limitaciones del E s t a d o cen-
ambiciones borgoñonas permanecían. Luis XI, que accedió al tral radicaba todavía en los insuperables p r o b l e m a s organiza-
t r o n o en 1461, a t a j ó la oposición interior y exterior al p o d e r tivos planteados p o r la imposición de u n a p a r a t o eficaz de
de los Valois con u n a resolución inflexible. Su rápida recupe- gobierno real sobre todo el país, en el m a r c o de u n a economía
ración de p a t r i m o n i o s provinciales tales como Anjou, el acapa- sin m e r c a d o unificado ni u n m o d e r n o sistema de t r a n s p o r t e s ,
r a m i e n t o sistemático de los gobiernos municipales de las prin- y en la que aún n o se había alcanzado la disolución de las
cipales ciudades, la exacción a r b i t r a r i a de mayores i m p u e s t o s relaciones p r i m a r i a s de tipo feudal en la aldea. A pesar de los
y la represión de las intrigas aristocráticas i n c r e m e n t a r o n nota- notables avances registrados p o r la m o n a r q u í a , los f u n d a m e n -
blemente la a u t o r i d a d real y el tesoro en Francia. Pero, sobre tos sociales p a r a una centralización política vertical aun n o
todo, Luis XI aseguró todo el flanco oriental de la m o n a r q u í a estaban p r e p a r a d o s . En este contexto, n o c o n t r a el renacimiento
f r a n c e s a logrando la caída de su enemigo y rival m á s peligroso, de la m o n a r q u í a , sino m e r c e d a él, f u e en el que los Estados
la dinastía borgoñona. Al movilizar a los cantones suizos c o n t r a Generales r e c o b r a r o n u n nuevo vigor t r a s la guerra de los Cien
el vecino ducado, financió la p r i m e r a gran d e r r o t a europea de Años. En Francia, c o m o en todas partes, el impulso inicial
la caballería feudal ante u n e j é r c i t o de infantería: con la para la convocatoria de los Estados f u e la necesidad dinástica
d e r r o t a de Carlos el Calvo ante los piqueros suizos en Nancy, de obtener de los súbditos del reino el apoyo p a r a la política
en 1477, el E s t a d o borgoñón se d e r r u m b ó , y Luis XI se ane- fiscal y e x t r a n j e r a 4 . E n Francia, sin embargo, la consolidacion
x i o n o e l grueso del ducado. En las dos décadas siguientes, Car- de los Estados Generales como u n a institución nacional perma-
los VIII y Luis X I I absorbieron B r e t a ñ a —el ú l t i m o principado nente se vio bloqueada p o r la m i s m a diversidad que había obli-
i m p o r t a n t e todavía i n d e p e n d i e n t e - p o r m e d i o de sucesivos gado a la m o n a r q u í a a aceptar u n a amplia delegación de p o d e r
m a t r i m o n i o s con sus herederas. El reino f r a n c é s a b a r c a b a a h o r a político incluso en el m o m e n t o de su victoria unitaria. Y no
p o r vez p r i m e r a b a j o un soberano único a todas las próvincias era que los tres e s t a m e n t o s estuvieran especialmente divididos
vasallas de la época medieval. La extinción de la m a y o r p a r t e desde el p u n t o de vista social c u a n d o se reunían: la noblesse
de las grandes casas de la E d a d Media, y la reintegración de moyenne dominaba sus sesiones sin excesivo esfuerzo. Pero las
sus dominios en las tierras de la m o n a r q u í a , dieron un relieve asambleas regionales que elegían a sus diputados p a r a los Esta-
p r o m i n e n t e al m a n i f i e s t o p r e d o m i n i o de la dinastía Valois dos Generales siempre se negaban a concederles el m a n d a t o
de votar impuestos nacionales, y como la nobleza estaba exenta
De hecho, sin embargo, la «nueva monarquía» inaugurada del fisco, tenía pocos incentivos p a r a presionar a favor de la
p o r Luis XI no era en absoluto un E s t a d o centralizado o inte-
grado. Francia q u e d ó dividida en unas 12 gobernadurías, cuya
administración f u e confiada a príncipes reales o a destacados • Hav una exposición particularmente incisiva de la tesis de que los
nobles, que ejercieron legalmente una amplia gama de derechos Estados Generales de Francia y otros países casi siempre s i r v i e r o n y no
reales hasta el final del siglo y pudieron a c t u a r en la práctica obstaculizaron, el auge del poder real e n el Renacimiento en el excelente
estudio de Major: Representative institutions m Renaissance France,
como p o t e n t a d o s a u t ó n o m o s hasta bien e n t r a d o el siguiente 3 páginas 16 20. En realidad, Major quizá insiste demasiado unüateralmente
Por otra parte, se desarrolló t a m b i é n u n c o n j u n t o de parlements en este hecho; desde luego, a lo largo del siglo xvi fue cada vez menos
locales, o tribunales provinciales creados p o r la m o n a r q u í a con cierto - e n el caso de que alguna vez lo hubiera s i d o - que los monarcas
«no temieran a las asambleas de los estados» (p. 16). Con todo este es
3
Major, Representare institutions in Renaissance France, p. 6. uno de los trabajos más clarificadores que se han publicado sobre
este tema.
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convocatoria de los Estados Generales 5 . El r e s u l t a d o f u e que prestigio dinástico en el interior se vio favorecido p o r las cons-
los reyes franceses, al ser incapaces de conseguir las contribu- tantes guerras exteriores en Italia, a las que los reyes Valois
ciones financieras q u e deseaban de los Estados nacionales c o n d u j e r o n a su nobleza. Las guerras se convirtieron en u n a
d e j a r o n g r a d u a l m e n t e de convocarlos p o r completo. Así p u e s ' magnífica salida p a r a la p e r e n n e belicosidad nobiliaria. El pro-
lo que f r u s t r ó la aparición de u n P a r l a m e n t o nacional en la longado esfuerzo f r a n c é s p o r conquistar el dominio de Italia,
Francia renacentista f u e el encastillamiento regional del p o d e r comenzado con Carlos V I I I en 1494 y finalizado con el t r a t a d o
señorial local antes que la dirección centralista de la m o n a r q u í a de Cateau-Cambrésis en 1559, n o tuvo éxito. La m o n a r q u í a espa-
A c o r t o plazo, t o d o esto contribuyó a un completo f r a c a s o de ñola —política y m i l i t a r m e n t e más avanzada, poseedora de las
a a u t o r i d a d real; p e r o a largo plazo, p o r supuesto, iba a faci- bases estratégicas de los H a b s b u r g o en E u r o p a del norte, y
litar la tarea del absolutismo. superior en el c a m p o naval p o r su alianza con los genoveses—
En la p r i m e r a m i t a d del siglo xvi, Francisco I y E n r i q u e II d e r r o t ó claramente a su rival f r a n c é s en la lucha p o r el con-
g o b e r n a r o n u n p r ó s p e r o reino que crecía sin cesar. La actividad trol de la península transalpina. E n esta contienda, la victoria
representativa disminuyó progresivamente: los Estados Gene- f u e p a r a el E s t a d o cuyo proceso de absolutización era m á s tem-
rales d e j a r o n o t r a vez de existir; las ciudades n o f u e r o n con- p r a n o y e s t a b a m á s desarrollado. E n ú l t i m o término, sin em-
vocadas nunca m á s después de 1517, y la política exterior tendió bargo, la d e r r o t a en esta p r i m e r a a v e n t u r a e x t r a n j e r a proba-
a convertirse en coto exclusivo del rey. Los funcionarios jurídi- blemente ayudó a asegurar unos f u n d a m e n t o s m á s sólidos y
cos —maitres des requétes— extendieron g r a d u a l m e n t e los de- compactos al absolutismo francés, que se vio forzado a encas-
rechos legales de la monarquía, y los parlements f u e r o n intimi- tillarse en su propio territorio. I n m e d i a t a m e n t e , p o r o t r a parte,
dados p o r medio de la celebración de sesiones especiales —lits la terminación de las guerras de Italia, c o m b i n a d a con la incer-
de justwe— en presencia del rey. El control de los nombra- t i d u m b r e de u n a crisis sucesoria, p o n d r í a de m a n i f i e s t o h a s t a
mientos de la j e r a r q u í a eclesiástica se consiguió m e d i a n t e el q u é p u n t o era inseguro el arraigo de la m o n a r q u í a Valois en el
concordato de Bolonia con el papado. Pero ni Francisco I ni país. La m u e r t e de E n r i q u e I I precipitó a Francia en c u a r e n t a
E n r i q u e II eran todavía nada que pudiera s e m e j a r s e a unos años de aniquiladoras luchas internas.
reyes autocráticos: ambos consultaban con frecuencia a las Las guerras civiles que se desencadenaron t r a s Cateau-Cam-
asambleas regionales y r e s p e t a b a n escrupulosamente los tradi- brésis f u e r o n iniciadas, desde luego, p o r los conflictos religiosos
cionales privilegios nobiliarios. La i n m u n i d a d económica de la que a c o m p a ñ a r o n a la R e f o r m a . Pero esas guerras ofrecen u n a
Iglesia n o se infringió p o r el cambio del patronazgo sobre ella especie de radiografía del c u e r p o político a finales del siglo xvi,
(situación muy distinta a la de España, donde la m o n a r q u í a en la medida en que exponen las múltiples tensiones y con-
impuso pesadas contribuciones al clero). Para convertirse en tradicciones de la f o r m a c i ó n social f r a n c e s a en la época del
ley, los edictos reales necesitaban todavía en principio el re- Renacimiento. E n efecto, la lucha e n t r e los hugonotes y la
gistro f o r m a l de los parlements. Las rentas fiscales se dupli- Santa Liga p o r el control de la m o n a r q u í a , vacante políticamente
caron e n t r e 1517 y la década de 1540, p e r o el nivel impositivo en la práctica t r a s la m u e r t e de E n r i q u e I I y la regencia de
hacia finales del reinado de Francisco I no era apreciablemente Catalina de Médicis, sirvió c o m o u n crisol en el que se f u n d e n
superior al de Luis XI sesenta años antes, a u n q u e los precios p r á c t i c a m e n t e todos los tipos de conflictos políticos internos
y las ganancias habían experimentado u n a f u e r t e alza en ese que caracterizan la transición hacia el absolutismo. Las gue-
intervalo 6 ; en consecuencia, la proporción del p r o d u c t o fiscal r r a s de religión f u e r o n dirigidas, desde el principio h a s t a el fin,
directo en la riqueza nacional descendió. P o r ' o t r a parte, la p o r los tres grandes linajes rivales, Guisa, Montmorency y
venta de bonos públicos a los rentiers a p a r t i r de 1522 ayudó Borbón, cada u n o de los cuales controlaba u n t e r r i t o r i o de su
a m a n t e n e r c o n f o r t a b l e m e n t e el tesoro real. Mientras tanto, el propiedad, u n a extensa clientela, u n a zona de influencia d e n t r o
del a p a r a t o del Estado, u n a s t r o p a s leales y u n a s conexiones
' V é a n s e las opiniones convergentes expresadas por Lewis y Major:
„ Le
™ l s ' «The failure of the French mediaeval Estates», Past and internacionales. La familia Guisa era dueña del nordeste, desde
Present 23, noviembre de 1962, pp. 3-24, y J. Russell Major, The Estates- Lorena a Borgoña; la línea Montmorency-Chátillon tenía su
General of 1560, Princeton, 1951, pp. 75, 119, 120. base en las tierras hereditarias que se extendían p o r todo el
' Major, Representative institutions in Renaissance France, pp. 126-7. c e n t r o del país; los bastiones borbónicos radicaban esencial-
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m e n t e en el sudoeste. La lucha interfeudal entre estas casas d e la población». La nueva religión se retiró hacia el s u r en
nobiliarias se intensificó a causa de la difícil situación en toda brazos de la disidencia aristocrática. Puede considerarse, pues,
Francia de los propietarios rurales pobres, h a b i t u a d o s previa- nue la presión general del conflicto confesional se limitó a di-
m e n t e a las correrías de pillaje p o r Italia, y a t r a p a d o s ahora vidir el tenue t e j i d o de la u n i d a d f r a n c e s a a través de su cos-
p o r la inflación de los precios. Este e s t r a t o proporcionó c u a d r o s t u r a i n t r í n s e c a m e n t e m á s débil.
militares p r e p a r a d o s p a r a u n a guerra civil prolongada, a p a r t e Sin embargo, u n a vez en m a r c h a , la lucha desencadenó con-
de las afiliaciones religiosas que los dividían. Además, a medida flictos sociales m á s p r o f u n d o s que los del secesionismo feudal.
que t r a n s c u r r í a la lucha, las m i s m a s ciudades se dividieron en Cuando el s u r se p e r d i ó ante Condé y los ejércitos protestantes,
dos campos: m u c h a s de las ciudades del s u r se adhirieron a los una presión redoblada de i m p u e s t o s reales p a r a la guerra cayo
hugonotes, m i e n t r a s que las ciudades n o r t e ñ a s del interior se sobre las ciudades católicas coaligadas del n o r t e . La miseria
convirtieron, p r á c t i c a m e n t e sin excepción, en baluartes de la u r b a n a q u e resultó de estos hechos en la década de 1580 pro-
Liga. Se ha a r g u m e n t a d o que las diferentes orientaciones comer- vocó u n a radicalización de la Santa Liga en las ciudades, com-
ciales (hacia el m e r c a d o exterior o interior) influyeron en esta plicada p o r el asesinato de Guisa p o r E n r i q u e I I I . Mientras
división'. Parece m á s probable, sin embargo, que la p a u t a geo- los señores ducales del clan de los Guisa —Mayenne, Aumale,
gráfica general del p r o t e s t a n t i s m o r e f l e j a r a el tradicional sepa- Elbeuf, Mercoeur— independizaban Lorena, Bretaña, Norman-
r a t i s m o regional del sur, s i e m p r e m á s a l e j a d o de las tierras día y Borgoña en n o m b r e del catolicismo y los ejércitos espa-
capetas de la Isla de Francia, y donde los p o t e n t a d o s locales ñoles invadían Francia desde Flandes y Cataluña, en las ciu-
territoriales habían conservado d u r a n t e más t i e m p o su indepen- dades del n o r t e estallaron revoluciones municipales. E n París,
dencia. Al principio, el p r o t e s t a n t i s m o se había extendido en el p o d e r f u e t o m a d o p o r u n comité dictatorial de funcionarios
general desde Suiza a Francia a través de los principales sis- y clérigos descontentos, apoyados p o r las h a m b r i e n t a s m a s a s
temas fluviales del Ródano, el Loira y el Rin», lo que motivó de la plebe y u n a falange fanática de m o n j e s y p r e d i c a d o r e s 10.
u n a equitativa distribución regional de la fe r e f o r m a d a Pero Orleans, Bourges, Dijon y Lyon siguieron el m i s m o camino.
u n a vez que cesó la tolerancia oficial, se concentró r á p i d a m e n t e Al convertirse el p r o t e s t a n t e E n r i q u e de N a v a r r a en sucesor
en el Delñnado, el Languedoc, la Guyena, Poitou, Saintonge, legal de la m o n a r q u í a , la ideología de estas revueltas u r b a n a s
tíearn y Gascuña, zonas m o n t a ñ o s a s o costeras más allá del empezó a girar hacia el republicanismo. Al m i s m o tiempo, la
Loira, m u c h a s de ellas ásperas y pobres, cuya característica t r e m e n d a devastación del c a m p o p o r las constantes c a m p a ñ a s
común n o era t a n t o la vitalidad comercial c u a n t o el particu- militares de estas décadas e m p u j ó al c a m p e s i n a d o del centro-
larismo señorial. El p r o t e s t a n t i s m o siempre a t r a j o a los arte- sur, en Lemosin, Périgord, Quercy, Poitou y Saintonge, a ame-
sanos y burgueses en las ciudades, p e r o la apropiación de los nazadores levantamientos n o religiosos en la década de 1590.
diezmos p o r los notables calvinistas aseguró que el atractivo
del nuevo credo fuese m u y limitado p a r a el campesinado. De
' J H Elliott Europe divided, 1559-1598, p. 96, que incluye, Ínter alia,
hecho, socialmente los dirigentes hugonotes procedían mayori- una inteligente descripción de este período de la historia de Francia y su
t a r i a m e n t e de la clase terrateniente, d e n t r o de la cual quizá participación en las luchas políticas internacionales de la época.
10
podían contar con la m i t a d de la nobleza f r a n c e s a en 1560 Para una sociología política del liderazgo municipal de la Liga en
m i e n t r a s que n u n c a s u p e r a r o n el 10 ó 20 p o r 100 del conjunto' París durante la crisis de las guerras de religión, véase J. H. Salmón,
«The París Sixteen, 1584-1594: The social analyisis of a revolutionary
movement», Journal of Modern History, vol. 44, 4 diciembre de 1972,
' Esta tesis se encuentra en el estimulante ensayo de Brian Pierce páginas 540-76. Salmón muestra la importancia de los rangos medio y
L e a g u e : class ' P ° I i t i c s a " d religión in France
bajo de los juristas en el Consejo de los Dieciseis, e insiste en manipu-
H A 21 ',0 the Slxteenth centur Y » ( n o publicado), que sugiere
lación de las masas plebeyas, junto con la concesión de algunas mejoras
económicas, bajo su dictadura. H. G. Koenigsberger esboza un breye
dación de U ,Í unH d
d a d
H ^ a C I O nTa l ff r™ m6n S
ancesa
° P r e o c u P a d a s POr la consoii- análisis comparativo en «The organization of revolutionary parties in
A r " , - Sin embargo, muchos puertos France and the Netherlands during the sixteenth century» Journal of Mo-
" ™ a n t f d Ye l * u r * d e l o e s t e también siguieron siendo católicos: Bur- dern History, 27, diciembre de 1955, pp. 335-51. Pero todavía queda mucho
rnpnríü: Marsella se unieron a la Liga. Marsella sufrió las conse- trabajo que hacer sobre la Liga, uno de los fenómenos más complejos
cio W a m f n T r Ta'P°ht,1Ca P r o e s P a ñ o l a la privó de su tradicional comer-
cio levantino: G. Livet, Les guerres de religión, París, 1966, pp. 105-6 y enigmáticos del siglo; el movimiento que inventó las barricadas urba-
Livet, Les guerres de religión, pp. 7-8. nas espera todavía su historiador marxista.
114 90
Europa occidental Inglaterra 118 48
E s t a doble radicalización en la ciudad y en el c a m p o f u e lo q u e racionalización de las contribuciones agrarias y la reducción
f i n a l m e n t e reunificó a la clase d o m i n a n t e : la nobleza comenzó de gastos. La evolución institucional m á s i m p o r t a n t e del reinado
a c e r r a r filas tan p r o n t o c o m o existió u n peligro real de levan- fue la introducción de la paulette en 1604: la venta de cargos
t a m i e n t o desde a b a j o . E n r i q u e IV aceptó tácticamente el cato- en el a p a r a t o del Estado, que había existido d u r a n t e m á s de u n
licismo, reunió a los p a t r o c i n a d o r e s aristocráticos de la Liga,
siglo, f u e estabilizada p o r el p r o c e d i m i e n t o de Paulet de hacer-
aisló a los comités y s u p r i m i ó las rebeliones campesinas. Las
los hereditarios a c a m b i o del pago de u n p e q u e ñ o p o r c e n t a j e
guerras de religión t e r m i n a r o n con la r e a f i r m a c i ó n del Esta-
anual sobre su valor de compra, medida destinada n o sólo a
d o real.
a u m e n t a r los ingresos de la m o n a r q u í a , sino también a aislar
A p a r t i r de este m o m e n t o , el a b s o l u t i s m o f r a n c é s llegó con a la b u r o c r a c i a de la influencia de los potentados. B a j o el frugal
relativa rapidez a su madurez, a u n q u e todavía h a b r í a de pro- régimen de Sully, la venta de cargos r e p r e s e n t ó ú n i c a m e n t e al-
ducirse u n a regresión radical antes de que se estableciera defi- rededor del 8 p o r 100 de los ingresos presupuestarios 1 2 , p e r o
nitivamente. Sus grandes arquitectos administrativos en el si- a p a r t i r de la minoría de edad de Luis X I I I esta proporción
glo x v n f u e r o n , p o r supuesto, Sully, Richelieu y Colbert. Cuando cambió r á p i d a m e n t e . Una recrudescencia del faccionalismo no-
comenzaron su t r a b a j o , las dimensiones y la diversidad del biliario y del m a l e s t a r religioso —evidente en la última e ine-
país a ú n permanecían a m p l i a m e n t e inconquistadas. Los prínci- ficaz sesión de los Estados Generales (1614-1615) celebrada antes
pes reales e r a n todavía rivales celosos del monarca, y con fre- de la revolución francesa— y la p r i m e r a intervención agresiva
cuencia e s t a b a n en posesión de gobiernos hereditarios. Los del Parlement de París c o n t r a u n gobierno real, c o n d u j e r o n a
parlements provinciales, compuestos p o r u n a mezcla de peque- u n c o r t o p r e d o m i n i o del d u q u e de Luynes. Las pensiones p a r a
ña aristocracia r u r a l y abogados, r e p r e s e n t a b a n los bastiones c o m p r a r la benevolencia de los grandes nobles reticentes y la
del p a r t i c u l a r i s m o tradicional. E n París y en o t r a s ciudades reanudación de la guerra c o n t r a los hugonotes en el sur aumen-
crecía u n a burguesía comercial que controlaba el p o d e r muni- t a r o n considerablemente los gastos estatales. A p a r t i r de ese
cipal. Las m a s a s francesas se habían levantado d u r a n t e las m o m e n t o , la burocracia y la j u d i c a t u r a se colmarían con el
guerras civiles del siglo anterior, en las que a m b o s lados habían mayor volumen de transacciones venales conocido en E u r o p a .
b u s c a d o su apoyo en diferentes ocasiones, y conservaban el Francia se convirtió en la tierra clásica de la venta de cargos,
r e c u e r d o de la insurrección p o p u l a r " . El carácter específico a medida que la m o n a r q u í a creaba u n n ú m e r o creciente de
del E s t a d o absolutista f r a n c é s q u e surge en el grand siécle está sinecuras y p r e b e n d a s p a r a asegurar sus ingresos. E n t r e 1620
destinado a e n f r e n t a r s e y d o m i n a r a este c o n j u n t o de fuerzas. y 1624 el t r á f i c o de cargos p r o p o r c i o n ó alrededor del 38 p o r
E n r i q u e IV estableció la presencia real y el p o d e r central en 100 de los ingresos reales 1 3 . Además, el a r r e n d a m i e n t o de im-
París p o r vez p r i m e r a , r e c o n s t r u y e n d o la ciudad y convirtién- puestos se s u b a s t a b a h a b i t u a l m e n t e e n t r e los grandes financie-
dola en capital p e r m a n e n t e del reino. La pacificación civil f u e ros, cuyos sistemas de recaudación podían desviar de su camino
a c o m p a ñ a d a de u n a atención especial hacia la recuperación hacia el E s t a d o h a s t a las dos terceras p a r t e s de los ingresos
agrícola y la promoción del comercio de exportación. El mag- fiscales. Por o t r o lado, la f u e r t e alza de los costos de la política
n e t i s m o personal del f u n d a d o r de la nueva dinastía b o r b ó n i c a exterior e interior, en la nueva coyuntura internacional de la
r e s t a u r ó el prestigio p o p u l a r de la m o n a r q u í a . El edicto de Nan- guerra de los Treinta Años, f u e tan grande que la m o n a r q u í a
tes y sus artículos complementarios contuvieron el p r o b l e m a tuvo que r e c u r r i r c o n s t a n t e m e n t e a créditos concedidos con
del p r o t e s t a n t i s m o al concederle u n a a u t o n o m í a regional limi- altos intereses p o r los consorcios de sus propios a r r e n d a t a r i o s
tada. No se convocaron los Estados Generales, a pesar de las de impuestos, que eran s i m u l t á n e a m e n t e officiers que h a b í a n
p r o m e s a s hechas en este sentido d u r a n t e la guerra civil. Se c o m p r a d o posiciones en la sección de tesorería del a p a r a t o de
conservó la paz exterior y, con el' , la economír, ad r i n L t r a ' va. Estado 1 4 . E s t e círculo vicioso de improvisación financiera ex-
Sully, el canciller hugonote, duplicó los ingresos netos del Es-
tado, principalmente p o r medio de los impuestos indirectos, la
u
Menna Prestwich, «From Henri III to Louis XIV», en H. Trevor-
Roper, comp., The age of expansión, Londres, 1968, p. 199.
13
11
J. H. Salmón insiste en este punto: «Venality of office and popular Prestwich, «From Henri III to Louis XIV», p. 199.
14
sedition in 17th century France», Past and Present, julio de 1967, pp. 41-3. Hay una buena exposición de este fenómeno en A. D. Lublinskaya,
French absolutism: the crucial phase, 1620-1629, Cambridge, 1968, pp. 234-
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t r e m ó inevitablemente la confusión y la corrupción. La multi- e s t r u c t u r a del Estado. Mientras el papel de los intendants se
plicación de los cargos venales, en los que ahora se refugiaba
u n a nueva noblesse de robe, imposibilitaba el control f i r m e de hacía progresivamente m á s p r o m i n e n t e y autoritario, la magis-
la dinastía sobre las instituciones de la justicia pública y las t r a t u r a de los diversos parlements de la tierra, campeones del
finanzas y dispersaba, t a n t o central como localmente, el p o d e r legalismo y el particularismo, se convirtió en el portavoz m á s
burocrático. ruidoso de la resistencia de los officiers contra los intendants,
bloqueando i n t e r m i t e n t e m e n t e las iniciativas del gobierno real.
A p e s a r de todo, f u e en esta m i s m a época cuando, curiosa- Así pues, la e s t r u c t u r a de la m o n a r q u í a f r a n c e s a llegó a
m e n t e entrelazada con este sistema, Richelieu y sus sucesores adquirir, t a n t o en la teoría como en la práctica, u n a extrema
comenzaron a c o n s t r u i r u n a m a q u i n a r i a administrativa racio- y florida complejidad. Kossman ha descrito sus contornos p a r a
nalizada, que hiciese posible p o r vez p r i m e r a el control y la la conciencia de las clases poseedoras de aquel t i e m p o en un
intervención reales directos en toda Francia. El cardenal, que notable p á r r a f o : «Los c o n t e m p o r á n e o s sentían que el absolu-
era desde 1624 el soberano de jacto del país, procedió rápida- tismo n o excluía en m o d o alguno aquella tensión que les parecía
m e n t e a liquidar las fortalezas r e m a n e n t e s de los hugonotes en inherente al Estado, y que n o alteraba ninguna de sus ideas
el sudoeste, con el sitio y c a p t u r a de La Rochelle; aplastó las sobre el gobierno. Para ellos, el E s t a d o era como u n a iglesia
sucesivas conspiraciones aristocráticas con ejecuciones suma- b a r r o c a en la que u n gran n ú m e r o de concepciones diferentes
rias; abolió las más altas dignidades militares medievales; se mezclan, chocan y finalmente se a b s o r b e n en u n único y
derribó los castillos de los nobles y prohibió el duelo, y supri- magnifícente sistema. Los arquitectos habían descubierto re-
mió los Estados allí donde lo p e r m i t i ó la resistencia local (Nor- cientemente el óvalo, y en sus ingeniosas combinaciones el es-
mandía). Por encima de todo, Richelieu creó el eficaz sistema pacio se hizo vivo: p o r todas partes, el esplendor de las f o r m a s
de intendants. Los intendants de justice, de pólice et de finances ovaladas, brillando desde sus curvas, proyectaba en el c o n j u n t o
eran funcionarios enviados con poderes o m n í m o d o s a las pro- de la construcción la energía sutil y los r i t m o s oscilantes e
vincias, en un p r i m e r m o m e n t o con misiones temporales y ad inciertos acariciados p o r el nuevo estilo» 1 5 . Estos principios
hoc, y que más adelante se convirtieron en delegados perma- «estéticos» del absolutismo f r a n c é s correspondían, n o obstante,
nentes del gobierno central en toda Francia. N o m b r a d o s direc- a propósitos funcionales. Como ya h e m o s visto, la relación e n t r e
t a m e n t e p o r la monarquía, sus cargos eran revocables y no impuestos y cargas en la época tradicional h a sido conceptua-
se podían c o m p r a r : reclutados h a b i t u a l m e n t e e n t r e los anti- lizada c o m o u n a tensión e n t r e la r e n t a feudal «centralizada»
guos maitres des requétes —y ellos mismos nobles pequeños y la «local». En cierto sentido, esta duplicación «económica»
o medios en el siglo x v n — , los intendants r e p r e s e n t a r o n el se reproducía en las e s t r u c t u r a s «políticas» del absolutismo
nuevo p o d e r del Estado absolutista en los rincones m á s ale- francés. E n efecto, la m i s m a complejidad de la a r q u i t e c t u r a
jados del reino. E x t r e m a d a m e n t e impopulares entre el e s t r a t o del E s t a d o f u e la que permitió u n a unificación lenta p e r o inin-
de los officiers, cuyas prerrogativas locales infringían, al prin- t e r r u m p i d a de la propia clase noble, q u e se a d a p t ó gradual-
cipio f u e r o n utilizados con precaución y coexistieron con los m e n t e al nuevo molde centralizado, s u j e t o al control público
gobiernos tradicionales de las provincias. Pero Richelieu rom- de los intendants, m i e n t r a s todavía ocupaba a título privado
pió el carácter cuasihereditario de estos señoríos regionales, posiciones d e n t r o del sistema de officiers y gozaba de la auto-
que eran desde antiguo presa p a r t i c u l a r de los más altos poten- ridad local en los parlements provinciales. Simultáneamente,
tados de la aristocracia, de tal m o d o que al final de su reinado p o r o t r a parte, se conseguía la proeza de integrar a la naciente
sólo la c u a r t a p a r t e de esos gobiernos estaban en las mismas burguesía f r a n c e s a en el circuito del E s t a d o feudal, p o r q u e la
manos que antes de su subida al poder. D u r a n t e este período c o m p r a de cargos r e p r e s e n t a b a u n a inversión tan rentable que
hubo, pues, un desarrollo simultáneo y contradictorio de los
grupos de officiers y commissaires d e n t r o del c o n j u n t o de la
» «O para cambiar la metáfora: si la autoridad real era un sol bri-
llante había otro poder que reflejaba, concentraba y templaba su luz,
una sombra que encerraba esa fuente de energía en la que ningún ojo
43; sobre la parte de la taille que se apropiaban los arrendatarios de humano podía descansar sin quedarse ciego. Nos referimos a los parla-
impuestos, vease la p. 308 (de los 19 millones de livres, se apropiaban 13 mentos y, sobre todo, al Parlamento de París.» Ernst Kossmann, La t ron-
a mediados de la década de 1620). de, Leydén, 1954, p. 23.
108
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el capital se desviaba c o n t i n u a m e n t e de las aventuras manu- au e elevó al p r i m e r E s t a d o borbónico. Las emergencias militares
del conflicto facilitaron la imposición de intendants en las zo-
f a c t u r e r a s o mercantiles hacia u n a colusión u s u r e r a con el nas invadidas o amenazadas; al m i s m o tiempo, sus e n o r m e s
E s t a d o absolutista. Sinecuras y honorarios, a r r e n d a m i e n t o s de gastos financieros exigieron u n a venta de cargos sin precedentes
impuestos y créditos, honores y bonos desviaron la riqueza v p r o d u j e r o n f o r t u n a s espectaculares p a r a los consorcios de
burguesa de la producción. La adquisición de títulos nobiliarios banqueros. Los costos reales de la guerra f u e r o n soportados
por los pobres, e n t r e los q u e provocó grandes estragos sociales.
y de i n m u n i d a d fiscal se convirtió en u n objetivo empresarial Las presiones fiscales del absolutismo de guerra provocaron
n o r m a l p a r a los roturiers. La consecuencia social f u e la crea- u n a constante m a r e j a d a de rebeliones desesperadas de las ma-
ción de u n a burguesía q u e tendía a asimilarse crecientemente sas u r b a n a s y rurales d u r a n t e toda esta década. Se p r o d u j e r o n
con la aristocracia a través de las exenciones y los privilegios revueltas u r b a n a s en Dijon, Aix y Poitiers en 1630; jacqueries
en los campos de Angoumois, Saintonge, Poitou, P e n g o r d y
de los cargos. Por s u parte, el E s t a d o p a t r o c i n ó m a n u f a c t u r a s Guyena en 1636-37; u n a i m p o r t a n t e rebelión plebeya y campe-
reales y sociedades públicas mercantiles que, desde Sully a sina en N o r m a n d í a en 1639. Los levantamientos regionales de
Colbert, p r o p o r c i o n a r o n negocios útiles a esta clase 16. El resul- mayor i m p o r t a n c i a se entremezclaron con constantes estallidos
t a d o f u e llevar a u n a vía m u e r t a la evolución política de la menores de m a l e s t a r c o n t r a los r e c a u d a d o r e s de i m p u e s t o s en
amplias zonas de Francia, estallidos f r e c u e n t e m e n t e patrocina-
burguesía f r a n c e s a d u r a n t e ciento cincuenta años. dos p o r la p e q u e ñ a nobleza local. Las t r o p a s reales participa-
El peso de todo este a p a r a t o cayó sobre los pobres. El Es- b a n h a b i t u a l m e n t e en la represión interior m i e n t r a s el con-
tado feudal reorganizado golpeó sin piedad a las m a s a s rurales flicto internacional se libraba en el exterior.
y u r b a n a s . En el caso f r a n c é s puede apreciarse con u n a des-
l u m b r a n t e claridad la medida en q u e la conmutación local de
las cargas y el crecimiento de u n a agricultura m o n e t a r i z a d a
se vieron compensados p o r la extracción centralizada de exce-
dente del campesinado. E n 1610, los agentes fiscales del E s t a d o E n cierto sentido, la F r o n d a p u e d e considerarse c o m o la
r e c a u d a r o n 17 millones de libras procedentes de la taille. En «cresta» más alta de esta larga ola de rebeliones populares ,
1644, las exacciones p o r este i m p u e s t o se h a b í a n triplicado en la que d u r a n t e u n breve período algunos sectores de la alta
hasta alcanzar los 44 millones de libras. La contribución total nobleza, de la m a g i s t r a t u r a de los titulares de cargos y de la
se cuadruplicó en la década posterior a 1 6 3 0 L a causa de burguesía municipal utilizaron a las m a s a s descontentas p a r a
este r e p e n t i n o y e n o r m e crecimiento de la carga fiscal fue, natu- sus propios fines c o n t r a el E s t a d o absolutista. Mazarmo, q u e
ralmente, la intervención diplomática y militar de Richelieu en sucedió a Richelieu en 1642, había dirigido h á b i l m e n t e la polí-
la guerra de los Treinta Años, la cual, realizada al principio tica exterior de Francia h a s t a el final de la guerra de los Treinta
p o r m e d i o de subvenciones a Suecia y después p o r el empleo Años y, con ella, la adquisición de Alsacia. Sin embargo, des-
de mercenarios alemanes, t e r m i n ó con la presencia de grandes pués de la paz de Westfalia, Mazarino provocó la crisis de la
ejércitos franceses en el c a m p o de batalla. El efecto interna- F r o n d a al prolongar la guerra c o n t r a E s p a ñ a hacia el t e a t r o
cional f u e decisivo. Francia selló el destino de Alemania y des- mediterráneo, donde pretendía, en su calidad de italiano, la
trozó el predominio español. El t r a t a d o de Westfalia, f i r m a d o conquista de Nápoles y Cataluña. La extorsión fiscal y la ma-
c u a t r o anos después de la histórica victoria f r a n c e s a en Rocroi, nipulación financiera p a r a apoyar el e s f u e r z o militar en el ex-
extendió las f r o n t e r a s de la m o n a r q u í a f r a n c e s a desde el Mosa terior coincidieron con las sucesivas malas cosechas de 1647,
hasta el Rin. Las nuevas e s t r u c t u r a s del absolutismo f r a n c é s 1649 y 1651. El h a m b r e y la f u r i a populares se c o m b i n a r o n con
recibieron su b a u t i s m o de fuego en la guerra europea. El u n a rebelión de los officiers, p r o d u c i d a p o r el hastío de la gue-
éxito f r a n c é s en la lucha c o n t r a E s p a ñ a coincidió, efectivamen- r r a y dirigida p o r el Parlement de París c o n t r a el sistema de
te, con la consolidación interior del c o m p l e j o b u r o c r á t i c o dual intendants; con el disgusto de los rentiers p o r la forzosa deva-
luación de los bonos del gobierno y con la envidia de los pode-
rosos pares del reino hacia u n a v e n t u r e r o italiano que manipu-
" B- Fr Porshnev, Les soulévements populaires en France de 1623 á
1048, pp. 547-60.
" Prestwich «From Henri III to Louis XIV», p. 203; Mousnier, Peasant
iWsmgs, Londres, 1971, p. 307 [Furores campesinos, Madrid, Siglo XXI, " Esta es la opinión de Porshnev en Les soulévements populaires en
France.
96 97
Europa occidental Frartcia106107
laba a u n rey en minoría de edad. El estallido constituyó un . llho m á s levantamientos campesinos en el siglo x v n , ya n o se
t u m u l t o c o n f u s o y a m a r g o en el que, u n a vez más, el país pareció r o d u i o n u n c a más u n a confluencia de rebeliones procedentes
caer en pedazos a medida que las provincias se desvinculaban ^ arriba y de abajo. La F r o n d a costó a Mazarino sus proyec-
de París, los ejércitos privados llenos de indeseables erraban t a s conquistas en el Mediterráneo, p e r o cuando la guerra
p o r los campos, las ciudades establecían dictaduras municipa r o n t r a E s p a ñ a finalizó, con el t r a t a d o de los Pirineos se habían
les rebeldes, y u n a serie de intrigas y m a n i o b r a s complejas divi- añadido a Francia el Rosellón y el Artois, y u n a selecta elite
dían y reunían a los príncipes rivales que competían p o r el burocrática estaba e n t r e n a d a y p r e p a r a d a p a r a el m a j e s t u o s o
control de la corte. Los gobernadores provinciales i n t e n t a r o n nrden administrativo del p r ó x i m o reinado. En adelante, la aris-
a j u s t a r cuentas con los parlements m i e n t r a s las autoridades tocracia habría de sentar cabeza b a j o el a b s o l u t i s m o consu-
municipales aprovechaban la o p o r t u n i d a d p a r a atacar a las ma- m a d o y solar de Luis XIV.
U
í ™5 , l o c a l e s La
F r o n d a r e p r o d u j o , pues, muchos Ce- El nuevo soberano asumió el m a n d o personal de t o d o el
m e n t o s de la p a u t a m a r c a d a p o r las guerras de religión. Esta aparato de E s t a d o en 1661. Una vez que la a u t o r i d a d real y el
vez, la insurrección u r b a n a m á s radical coincidió con u n a de poder ejecutivo se reunieron en un único soberano, todo el po-
las zonas rurales tradicionalmente más desafectas: la Ormée tencial político del absolutismo f r a n c é s llegó r á p i d a m e n t e a su
de B u r d e o s y el extremo sudoccidental f u e r o n los últimos cen- plenitud. Los parlements f u e r o n silenciados, y su pretensión
tros que resistieron a los ejércitos de Mazarino. Pero las tomas de p r e s e n t a r p r o t e s t a s antes de registrar los edictos reales que-
S o T 5 / 6 1 en
Burdeos y en París tuvieron lugar dema dó anulada (1673). Los d e m á s tribunales soberanos f u e r o n redu-
z a d o , Í / f P a r a / e c , t a r a l r e s u l t a d o ^ los conflictos entrela- cidos a la obediencia. Los E s t a d o s provinciales ya no pudieron
zados de la Fronda; el p r o t e s t a n t i s m o local permaneció, en tér- discutir ni negociar los impuestos: la m o n a r q u í a dicto u n a s
minos generales, c a u t a m e n t e neutral en el sur, y la Ormée n o exigencias fiscales muy precisas que los E s t a d o s se vieron obli-
í v T w t ^ H J r ° g r a m a P ? l í t i ó ° coherente, a p a r t e de su instin- gados a aceptar. La a u t o n o m í a municipal de las bonnes villes
tiva hostilidad hacia la burguesía local b o r d e l e s a E n 1653 f u e e m b r i d a d a , al ser domesticadas las alcaldías e instalarse
Mazarino y T u r e n n e habían extirpado los últimos reductos de en ellas las guarniciones militares. Los gobiernos se concedían
la rebelión. Los progresos de la centralización administrativa y sólo p o r tres años, y sus titulares q u e d a b a n obligados con fre-
de la reorganización de las clases, conseguidos en el seno de cuencia a residir en la corte, lo q u e los c o n v e r t í a en mera-
las e s t r u c t u r a s mixtas de la m o n a r q u í a f r a n c e s a en el siglo Xvn m e n t e honoríficos. El m a n d o de las ciudades fortificadas en
m o s t r a r o n su eficacia. Aunque la presión social desde a b a j o las regiones fronterizas f u e sometido a u n a cuidadosa rotación.
f u e p r o b a b l e m e n t e más apremiante, la F r o n d a f u e en realidad La alta nobleza tuvo que residir en Versalles u n a vez que se
menos peligrosa p a r a el E s t a d o m o n á r q u i c o que las guerras de t e r m i n ó el nuevo palacio (1682), y q u e d ó separada del señorío
religión, p o r q u e las clases propietarias estaban ahora más uni- efectivo sobre sus dominios territoriales. Todas estas medidas
das. En efecto, a p e s a r de todas las contradicciones existentes contra el p a r t i c u l a r i s m o r e f r a c t a r i o de los grupos e institucio-
e n t r e los sistemas de officiers y de intendants, ambos grupos nes tradicionales provocaron, n a t u r a l m e n t e , el resentimiento
procedían p r e d o m i n a n t e m e n t e de la noblesse de robe, mientras t a n t o de príncipes y p a r e s como de la p e q u e ñ a aristocracia pro-
os b a n q u e r o s y a r r e n d a t a r i o s de impuestos contra quienes pro- vincial Pero no c a m b i a r o n el vínculo objetivo e n t r e la aristo-
n^tíf11 P a ' l e m e n t s estaban personal y e s t r e c h a m e n t e co- cracia y el Estado, m u c h o más eficaz a h o r a q u e n u n c a en la
nectados con ellos. El proceso de fusión p e r m i t i d o p o r la co- protección de los intereses básicos de la clase noble. El grado
existencia de los dos sistemas d e n t r o de un m i s m o E s t a d o acabó de explotación económica garantizado p o r el absolutismo fran-
p o r asegurar u n a solidaridad m u c h o más rápida contra las ma- cés puede apreciarse p o r este cálculo reciente: d u r a n t e el si-
sas^ La m i s m a p r o f u n d i d a d del m a l e s t a r p o p u l a r revelado p o r glo x v n , la nobleza - u n 2 p o r 100 de la p o b l a c i ó n - se apropio
la F r o n d a recorto la última r u p t u r a emocional con la m o n a r q u í a e n t r e u n 20 y u n 30 p o r 100 de toda la r e n t a nacional 2 1 . La
protagonizada p o r la aristocracia disidente: a u n q u e todavía

» Sobre este aspecto, véase Kossmann, La Fronde, pp. 117-38 » Pierre Goubert, «Les problémes de la noblese au xvni* siecle» en
Kossmann, La Fronde, pp. 204, 247, 250-2. XlIIth International Congress of Histoncal Sciences, Moscú, 1970, p. 5-
114
Europa occidental 99
114 Inglaterra
m a q u i n a r i a central del p o d e r real fue, p o r tanto, c o n c e n t r a d a
i n t r o d u j e r o n la paga regular, la instrucción y los u n i f o r m e s ;
racionalizada y ampliada sin u n a seria resistencia aristocrática'
Vauban m o d e r n i z ó las a r m a s militares y las fortificaciones. E
Luis XIV h e r e d ó de Mazarino sus principales ministros: Le
crecimiento de este a p a r a t o militar significó el d e s a r m e final
Tellier, encargado de los a s u n t o s militares; Colbert que llegó
de la nobleza provinciana y la capacidad de a p l a s t a r las rebe-
a c o m b i n a r la dirección de la hacienda, la casa y la a r m a d a
liones populares con rapidez y eficacia 2 5 . Los m e r c e n a r i o s sui-
reales; Lionne, que dirigía la política exterior, y Séguier que
en su calidad de canciller cuidaba de la seguridad interior zos q u e p r o p o r c i o n a r o n al absolutismo b o r b ó n i c o sus t r o p a s
Estos a d m i n i s t r a d o r e s competentes y disciplinados f o r m a b a n domésticas, a y u d a r o n a a c a b a r con toda rapidez con el cam-
la cima del orden burocrático, puesto ahora a disposición de la pesinado boloñés y camisard; los nuevos dragones llevaron a
m o n a r q u í a . El rey presidía p e r s o n a l m e n t e las deliberaciones del cabo la expulsión masiva de los hugonotes de Francia. El in-
p e q u e ñ o Conseil d'en Haut, que c o m p r e n d í a a sus servidores cienso ideológico que r o d e a b a a la m o n a r q u í a , p r o f u s a m e n t e
políticos de m a y o r confianza y excluía a todos los príncipes v dispensado p o r los clérigos y escritores asalariados del regimen,
los grandes Este consejo se convirtió en el s u p r e m o o r g a n i s m o envolvió la represión a r m a d a en la que éste se basaba, p e r o n o
ejecutivo del Estado, m i e n t r a s el Conseil des Dépéches se en- p u d o ocultarla.
cargaba de los asuntos provinciales y del interior y el Conseil El a b s o l u t i s m o f r a n c é s alcanzó su apoteosis institucional en
des t manees, de reciente creación, supervisaba la organización las ú l t i m a s décadas del siglo x v n . La e s t r u c t u r a del E s t a d o y
economica de la m o n a r q u í a . La eficacia d e p a r t a m e n t a l de este la c o r r e s p o n d i e n t e c u l t u r a d o m i n a n t e perfeccionadas en el rei-
sistema relativamente tenso, ligado p o r la actividad incansable n a d o de Luis XIV iban a convertirse en el modelo de la m a y o r
del p r o p i o Luis XIV, era m u c h o m a y o r que la de los incómodos p a r t e de la nobleza europea: España, Portugal, P i a m o n t e y
mecanismos conciliares del absolutismo de los H a b s b u r g o en Prusia f u e r o n tan sólo los últimos e j e m p l o s más directos de esa
España, con su distribución semiterritorial y sus interminables influencia. P e r o el rayonnement político de Versalles n o era
deliberaciones colectivas. En u n plano inferior, la red de inten- u n fin en sí mismo. Las realizaciones organizativas del abso-
dants cubría ya la totalidad de Francia (Bretaña f u e la última l u t i s m o b o r b ó n i c o e s t a b a n destinadas, en la concepción de
provincia en recibir un comisario en 1689) El país f u e divi- Luis XIV, p a r a servir a u n p r o p ó s i t o específico: el objetivo
dido en 32 généralités, cuyo p o d e r s u p r e m o residía ahora en el superior de la expansión militar. La p r i m e r a década del rei-
intendant real, asistido p o r los subdélégués e investido con n a d o desde 1661 a 1672, s u p u s o esencialmente u n a p r e p a r a c i ó n
nuevos poderes sobre la tasación y supervisión de la taille, dere- interior p a r a las f u t u r a s aventuras exteriores. Administrativa,
chos vitales que le f u e r o n t r a n s f e r i d o s p o r el antiguo officier económica y culturalmente, éstos f u e r o n los años m á s reful-
«tesorero» que a n t e r i o r m e n t e los controlaba. El personal total gentes del r e i n a d o de Luis XIV; casi todas sus o b r a s m á s dura-
del sector civil del a p a r a t o de E s t a d o central del absolutismo deras d a t a n de estos años. B a j o la capaz superintendencia de
f r a n c é s en el reinado de Luis XIV era todavía muy modesto- p r i m e r Colbert se estabilizó la presión fiscal y se p r o m o v i ó el
quizá tan solo 1.000 funcionarios responsables, c o n t a n d o la cor- comercio. Los gastos del E s t a d o disminuyeron gracias a la
te y las provincias 2 3 . Pero estos funcionarios estaban apoyados supresión general de los nuevos cargos creados desde 1630; las
en u n a impresionante m a q u i n a r i a coactiva. Para conservar el depredaciones de los a r r e n d a t a r i o s de i m p u e s t o s se r e d u j e r o n
orden y r e p r i m i r las revueltas en París se creó u n a fuerza drásticamente, a u n q u e la recaudación n o f u e r e a s u m i d a p o r el
p e r m a n e n t e de policía (1667), que m á s adelante se extendió a Estado; las tierras reales f u e r o n s i s t e m á t i c a m e n t e r e c u p e r a d a s .
toda Francia (1698-99). El volumen del ejército creció enorme- La taille personnelle descendió de 42 a 43 millones de libras
m e n t e d u r a n t e el reinado, p a s a n d o de unos 30 ó 50.000 hom- m i e n t r a s que la taille réelle se elevó a l r e d e d o r de u n 50 p o r 100
bres a 300.000 al final de este p e r í o d o L e Tellier y LouvoTs en los pays d'états, cuyas cargas fiscales eran m á s livianas; la
recaudación de impuestos indirectos se elevó en t o r n o al 60
p o r 100 p o r m e d i o de u n control cuidadoso del sistema de
" £ i e i 7 e Goubert, Louis XIV et vingt milüons de francais pp 164 166
» Goubert, LOUIS XIV et vingt millions de francais, P 72
J. Moye, Europe unfolding 1648-1688, Londres, 1969 p 223 \El dec • Roland Mousnier, Peasant uprisings, p. 115 insiste correctamente
en este punto al comentar que las rebeliones de 1675 en Bretaña y
Burdeos fueron los últimos levantamientos sociales serios del siglo.
114 Europa occidental 101
Inglaterra
a r r e n d a m i e n t o . Los ingresos netos de la m o n a r q u í a se dupli- r a s i ó n ningún señor o propietario intentó utilizarlos p a r a sus
caron e n t r e 1661 y 1671, y se alcanzó el superávit p r e s u p u e s t a r i o Propios fines. La nobleza, aligerada de las cargas m o n e t a r i a s
con r e g u l a r i d a d M i e n t r a s tanto, se lanzó u n ambicioso p r o que Richelieu y Mazarino habían intentado imponerle, perma-
g r a m a mercantilista p a r a acelerar el desarrollo m a n u f a c t u r e r o neció c o m p l e t a m e n t e leal 2 8 .
y comercial de Francia, y la expansión colonial en el exterior- Sin embargo, el restablecimiento de la paz en la década de
las subvenciones reales f u n d a r o n nuevas industrias (paños cris- 1680 se limitó a a c e n t u a r la arrogancia del absolutismo borbo-
tal, tapicería, o b j e t o s de hierro); se crearon compañías con nico El rey se e n c e r r ó en Versalles; el calibre de los ministros
privilegios reales p a r a explotar el comercio de Oriente y de las descendió a medida que la generación escogida p o r M a z a r m e
Indias Occidentales; los astilleros recibieron f u e r t e s subsidios cedía sus puestos a sucesores m á s o menos mediocres, elegidos
y, p o r ultimo, se i m p u s o un sistema de aranceles a l t a m e n t e por cooptación hereditaria d e n t r o del m i s m o g r u p o de familias
proteccionista. Fue este m i s m o mercantilismo, sin e m b a r g o el fnterrelacionadas de la noblesse de robe; t o r p e s gestos antipa-
que c o n d u j o directamente a la decisión de invadir Holanda pales se mezclaron con la d e s p r e o c u p a d a expulsión de los pro-
en 1672, con la intención de s u p r i m i r la competencia de su co- testantes del reino; se utilizaron subterfugios legales poco soli-
mercio —que se había m o s t r a d o fácilmente superior al fran- dos p a r a u n a serie de pequeñas anexiones en el nordeste. E n el
cés— p o r m e d i o de la incorporación de las Provincias Unidas interior continuó la depresión agraria, a u n q u e el comercio ma-
a los dominios franceses. La guerra holandesa f u e inicialmente rítimo se recobró y alcanzó u n a repentina prosperidad, p a r a
u n éxito: las t r o p a s f r a n c e s a s cruzaron el Rin, se acercaron preocupación de los m e r c a d e r e s ingleses y holandeses. La de-
s o r p r e n d e n t e m e n t e a A m s t e r d a m y t o m a r o n Utrecht. Sin em- r r o t a del candidato f r a n c é s al electorado de Colonia y la subida
bargo, u n a coalición internacional — E s p a ñ a y Austria sobre de Guillermo I I I al t r o n o inglés f u e r o n las señales p a r a la
t o d o - se f o r m ó r á p i d a m e n t e p a r a la defensa del statu quo, reanudación del conflicto internacional. La guerra de la Liga
m i e n t r a s la dinastía Orange volvía a t o m a r el p o d e r en Holanda de Augsburgo (1689-97) alineó p r á c t i c a m e n t e a toda la E u r o p a
f o r j a n d o u n a alianza m a t r i m o n i a l con Inglaterra. Siete años occidental y central c o n t r a Francia: Holanda, Inglaterra, Aus-
de lucha t e r m i n a r o n con Francia en posesión del Franco-Con- tria, España, Saboya y la m a y o r p a r t e de Alemania. Los ejér-
d a d o y con u n a f r o n t e r a ampliada en Artois y Flandes p e r o citos franceses habían m á s que doblado su f u e r z a en la decada
con las Provincias Unidas intactas y los aranceles antiholan- intermedia, hasta alcanzar los 220.000 h o m b r e s . Lo más que
deses de 1667 anulados: u n balance m o d e s t o en el exterior En pudieron h a c e r f u e m a n t e n e r a la coalición en u n a s costosas
el interior, la reducción fiscal de Colbert había q u e d a d o defi- tablas: los objetivos bélicos de Luis XIV q u e d a r o n f r u s t r a d o s
nitivamente a r r u i n a d a : la venta de cargos se multiplicó u n a en todas partes. La única ganancia registrada p o r Francia en
vez mas, se a u m e n t a r o n las viejas contribuciones, se inventa- el t r a t a d o de Ryswick f u e la aceptación europea de la absor-
r o n o t r a s nuevas, se emitieron empréstitos y los subsidios co- ción de E s t r a s b u r g o , que ya estaba asegurada antes del co-
merciales f u e r o n abandonados. En adelante, la guerra iba a mienzo de la guerra; los d e m á s territorios ocupados tuvieron
d o m i n a r p r á c t i c a m e n t e todos los aspectos del reinado 2 7 La que ser evacuados, a la vez que la a r m a d a f r a n c e s a era des-
miseria y el h a m b r e causadas p o r las exacciones del E s t a d o y plazada de los mares. Para financiar el esfuerzo de guerra, se
p o r u n a s e n e de malas cosechas provocaron nuevos levanta- inventó u n a cascada de nuevos cargos que se pusieron a la
mientos del c a m p e s i n a d o en Guyena y Bretaña en 1674-75 que venta, se s u b a s t a r o n títulos, se multiplicaron los empréstitos
f u e r o n suprimidos p o r las a r m a s de f o r m a s u m a r i a : en esta obligatorios y las r e n t a s públicas, se manipuló el valor de la
m o n e d a y, p o r p r i m e r a vez, se i n t r o d u j o u n i m p u e s t o p o r «capi-
* G o u b e r t . L o u i s XIV et vingt miUions de frangais, pp. 90-2
tamblen en Clert0
. ' sentido, sus ideales culturales: «El orden y la
a T u srlaxirvCIvníl « r n e n t e ? d 0 P t a d ° S e n \OS d e s f i I e s h i t a r e s proporcionaron
a Luis XIV y a sus contemporáneos el modelo al que debían conformarse » Los cardenales habían intentado someter a la nobleza a impuestos
nombre i a Y a r t e : y e l e c o d e l p a s ^encé de Martinent ™ U y o disfrazados bajo la forma de «conmutaciones» del ban mll'tar que de"

ton7a ^ e l c ? ó t m ! S m , ° U n p r o g r a m a - resonaba de nuevo en la mono- bían los feudos. A la nobleza no le gustaron nada y fueron abandonados
toma mayestática de los interminables alejandrinos». Michael Roberts por Luis XIV. Véase Pierre Deyon, «A propos des rapports entre la
noblesse fran?aise et la monarchie absolue pendant la premiére moitié
dres 1967 p^ / ( T ^"' 156<M66
°-' 6n in Swedish history ^ du xvn' siécle», Revue historique, ccxxxi, 1964, pp. 355-6.
114 Europa occidental 103
Inglaterra
tación» del que n o se libró ni la p r o p i a n o b l e z a » . La inflación
trario f u e la e s t r u c t u r a de E s t a d o de Richelieu y M a z a n n o ,
el h a m b r e y el despoblamiento asolaron el campo. A pesar de
todo, cinco años después Francia se sumergió de nuevo en todavía defectuosa e incompleta, m a r c a d a p o r anomalías insti-
un conflicto e u r o p e o p o r la sucesión española. Las b r u s c a s tucionales y desgarrada p o r rebeliones internas, la que consi-
provocaciones y la ineptitud diplomática de Luis XIV ampliaron guió espectaculares éxitos en el e x t r a n j e r o , m i e n t r a s q u e la
al m á x i m o u n a vez más la coalición c o n t r a Francia en esta m o n a r q u í a consolidada y estabilizada de Luis XIV - c o n su
decisiva contienda militar en la que a h o r a e n t r a b a : el v e n t a j o s o autoridad y su e j é r c i t o e n o r m e m e n t e a u m e n t a d o s - f r a c a s ó
t e s t a m e n t o de Carlos II f u e rechazado con desprecio p o r e l estrepitosamente en su pretensión de imponerse sobre E u r o p a
h e r e d e r o francés, los ejércitos f r a n c e s e s o c u p a r o n Flandes, Es- o conseguir avances territoriales notables. La construcción ins-
p a n a f u e dirigida p o r emisarios franceses, la t r a t a de esclavos titucional y la expansión internacional estuvieron desfasadas e
invertidas en el caso francés. La razón reside, evidentemente,
f Z r Z ? f S a , m ™ a s f u e P u e s t a en m a n o s de m e r c a d e r e s en la aceleración de u n t i e m p o distinto al del a b s o l u t i s m o en
franceses, y el exiliado E s t u a r d o que reclamaba o s t e n t o s a m e n t e los países m a r í t i m o s : H o l a n d a e Inglaterra. El absolutismo
el t r o n o f u e s a l u d a d o como legítimo m o n a r c a de Inglaterra español conservó el dominio europeo d u r a n t e cien anos; con-
La determinación borbónica de monopolizar la totalidad del" tenido en p r i m e r lugar p o r la revolución holandesa, su p o d e r í o
d e f v a í o h P t a n Í C ° ' r e c I r z a n d 0 c u a l £ l u i e r r e p a r t o o disminución f u e destrozado f i n a l m e n t e p o r el absolutismo f r a n c é s a media-
Wr H . 1 1 1 e ? a n 0 1 ' U m Ó E v i t a b l e m e n t e a Austria, Ingla- dos del siglo x v n , con la ayuda de Holanda. Sin embargo, el
Al n r p S y
^ ^ Parte de Alemania contra
Francia. absolutismo f r a n c é s n o gozó de u n período de hegemonía com-
Al p r e t e n d e r conseguirlo todo, el a b s o l u t i s m o f r a n c é s acabó parable en E u r o p a occidental. E n los veinte años que siguieron
p o r n o o b t e n e r p r á c t i c a m e n t e n a d a de este esfuerzo s u p r e m o a la paz de los Pirineos, su expansión ya había sido eficazmente
de expansión política. Los ejércitos borbónicos - q u e a h o r a detenida. La d e r r o t a final de Luis XIV n o se debió a sus nume-
contaban con 300.000 h o m b r e s , equipados con r i f l e s ^ bayone rosos errores estratégicos, sino al cambio en la posicion rela-
diezmados en
1 7 Blenheim, Ramillies, Turín, Oude- tiva de Francia d e n t r o del sistema político e u r o p e o concomi-
narde, Malplaquet. La m i s m a Francia recibió las sacudidas de t a n t e con las revoluciones inglesas de 1640 y 1688 ». El desarrollo
la invasión, ya que la recaudación de impuestos se hundió, la económico del capitalismo inglés y la consolidacion política de
m o n e d a f u e depreciada, las revueltas p o r el p a n asolaron a la su E s t a d o a finales del siglo x v n s o b r e p a s a r o n al absolutismo
capital, y las heladas y el h a m b r e paralizaron el campo. Sin em- francés, a u n q u e éste estuviera en su época de auge. Los verda-
bargo, a p a r t e del levantamiento local de los hugonotes en Cé- deros vencedores de la guerra de Sucesión española f u e r o n los
vennes, el campesinado p e r m a n e c i ó en calma. Por encima de él comerciantes y los b a n q u e r o s de Londres: con ella comenzo u n
la clase d o m i n a n t e se m a n t u v o c o m p a c t a m e n t e unida en torno imperialismo mundial británico. El ú l t i m o E s t a d o feudal espa-
a la m o n a r q u í a , incluso a p e s a r de su autocrática disciplina y ñol había sido d e r r i b a d o p o r su rival y e q u i v a l e n t e francés,
de los desastres exteriores que sacudían a toda la sociedad ayudado p o r el p r i m e r E s t a d o burgués de Holanda. El u l t i m o
La tranquilidad sólo llegó con la d e r r o t a final en la guerra E s t a d o feudal f r a n c é s f u e detenido en su camino p o r dos Esta-
La paz f u e mitigada p o r las divisiones en la coalición victo- dos capitalistas de desigual p o d e r - I n g l a t e r r a y H o l a n d a - ,
riosa c o n t r a Luis XIV, que p e r m i t i e r o n a la joven r a m a de la asistidos p o r su equivalente austríaco. I n t r í n s e c a m e n t e , el abso-
dinastía borbonica conservar la m o n a r q u í a en E s p a ñ a al precio lutismo b o r b ó n i c o f u e m u c h o más poderoso y mas u n i f i c a d o
de la separación política de Francia. Por lo demás, tan ruino- que el absolutismo español; p e r o las f u e r z a s alineadas c o n t r a
sos s u f r i m i e n t o s no p r o d u j e r o n ningún beneficio al absolutismo
f r a n c é s ; simplemente, i n t r o d u j e r o n a Austria en los Países » Naturalmente, Luis XIV fue incapaz de apreciar este cambio y de
B a j o s y en Italia, e hicieron a I n g l a t e r r a d u e ñ a del comercio ahí s i s c o n t a n t e s y garrafales errores diplomáticos. La debüidad tem-
colonial en la América española. De hecho, la p a r a d o j a del noral de Inglaterra en la década de 1660, cuando Carlos II era un pro-
absolutismo f r a n c é s f u e q u e su m a y o r brillantez interior no S o de F r a n c i a le condujo a infravalorar a la isla para siempre incluso
c u a n d o su decisiva importancia política en la Europa occidental era ya
coincidió con su m a y o r predominio internacional. Por el con- F 1 f a l t o de Luis XIV al no proporcionar una ayuda preventiva a
Jacobo II en 1688, antes del desembarco de Guillermo III.sería> uno de
» G o u b e r t , Louis XIV et vingt millions de francais, p p . 158-62. los errores más desastrosos de una carrera que ya los había cosechado
en abundancia.
114 104
Europa occidental Inglaterra 118 55
él f u e r o n también, proporcionalmente, m u c h o más poderosas des- la c o m p r a de compañías p o r los roturiers f u e prohibida
Los enérgicos preparativos interiores del reinado de Luis XIV en ía década de 1760, c u a n d o se hizo necesario tener u n a ascen-
p a r a conseguir el dominio exterior f u e r o n vanos. La h o r a de dencia inequívocamente nobiliaria p a r a acceder al rango de
la supremacía de Versalles, que parecía tan cerca en la E u r o p a oficial. La clase aristocrática en su c o n j u n t o conservó u n rigu-
de 1660, n u n c a sonó. roso e s t a t u t o feudal: constituía u n orden legalmente definido
La llegada de la Regencia en 1715 anunció la reacción social de u n a s 250.000 personas, que estaba exento del grueso de los
ante este fracaso. La alta nobleza, liberando r e p e n t i n a m e n t e impuestos y gozaba del monopolio de los más altos rangos de
sus r e p r i m i d o s agravios c o n t r a la autocracia real, llevó a cabo la burocracia, la j u d i c a t u r a , el clero y el ejército. Sus subdi-
u n a inmediata reaparición en escena. El regente obtuvo el visiones e s t a b a n ahora teóricamente definidas con t o d o detalle,
acuerdo del Parlement de París para d e j a r a un lado el testa- y entre los títulos m á s elevados y los hobereaux rurales m á s
m e n t o de Luis XIV a c a m b i o del restablecimiento de su tradi- b a j o s existía un gran abismo. Pero en la práctica, el lubricante
cional derecho de protesta: el gobierno pasó a m a n o s de los del dinero y el m a t r i m o n i o lo t r a n s f o r m a b a n de mil m a n e r a s a
pares, que t e r m i n a r o n i n m e d i a t a m e n t e con el sistema ministe- los niveles más altos en u n grupo más flexible y a r t i c u l a d o que
rial del rey d i f u n t o y asumieron directamente el p o d e r en la antes. La nobleza f r a n c e s a de la era de la Ilustración poseía
llamada polysynodi. Tanto la noblesse d'épée como la noblesse u n a completa seguridad en su situación d e n t r o de las estruc-
de robe fueron rehabilitadas institucionalmente p o r la Regen- t u r a s del E s t a d o absolutista. Con todo, u n sentimiento irreduc-
cia. La nueva época iba a a c e n t u a r de hecho el carácter abier- tible de m a l e s t a r y fricción subsistió e n t r e a m b o s incluso en el
t a m e n t e clasista del absolutismo: el siglo x v m presenció u n a último período de unión óptima e n t r e la nobleza y la monar-
regresión de la influencia n o nobiliaria en el a p a r a t o de Es- quía, p o r q u e el absolutismo, p o r m u y afín que f u e r a su per-
tado, y el predominio colectivo de u n a alta aristocracia cada sonal y muy atractivos sus servicios, continuaba siendo u n p o d e r
vez m á s unificada. La toma de la Regencia p o r los grandes n o inaccesible e irresponsable que gravitaba sobre las cabezas del
f u e d u r a d e r a : b a j o Fleury y los dos débiles reyes que le suce- c o n j u n t o de la nobleza. La condición de su eficacia como E s t a d o
dieron, el sistema de adopción de decisiones en la cima del Es- residía en su distancia e s t r u c t u r a l respecto a la clase de la que
tado volvió al viejo modelo ministerial, que ya no estaba con- procedía y cuyos intereses defendía. El a b s o l u t i s m o n u n c a
trolado p o r un m o n a r c a dominante. Pero en adelante la nobleza consiguió en Francia la confianza incuestionable y la aceptación
m a n t u v o u n control tenaz de los más altos cargos del gobierno- de la aristocracia sobre la que descansaba: n o era responsable
de 1714 a 1789 sólo h u b o tres ministros que carecieran de título de sus decisiones ante el orden nobiliario que le daba vida, y
aristocrático 3 1 . Asimismo, la m a g i s t r a t u r a judicial de los par- esto era necesariamente así, como veremos, debido a la intrín-
lements formaba ahora un e s t r a t o c e r r a d o de nobles —tanto seca naturaleza de la m i s m a clase; p e r o era t a m b i é n peligroso
en París como en las provincias— del que eran excluidos radi- p o r el riesgo de acciones i m p r e m e d i t a d a s o a r b i t r a r i a s t o m a d a s
p o r el ejecutivo y que, de rechazo, se volvían contra él. La
calmente las personas del común. A su vez, los intendants
plenitud del p o d e r real, incluso a u n q u e se ejerciese con suavi-
reales, que en un tiempo f u e r o n el azote de los terratenientes
dad, alimentaba la reserva señorial f r e n t e a él. Montesquieu
provinciales, se convirtieron en u n a casta prácticamente here-
—presidente del Parlement de Burdeos b a j o el acomodaticio
ditaria: en el reinado de Luis XVI, 14 de ellos eran hijos de
régimen de Fleury— dio u n a expresión incontestable al nuevo
anteriores intendants«. En la Iglesia, todos los arzobispos y
tipo de oposicionismo aristocrático característico de este siglo.
obispos eran de origen noble antes de la segunda mitad de si-
glo, y la mayor p a r t e de las abadías, prioratos y canonjías esta-
De hecho, la m o n a r q u í a borbónica del siglo x v m efectuó po-
b a n controlados p o r la m i s m a ciase En el ejército, los altos
cos movimientos de tipo «nivelador» contra los «poderes inter-
m a n d o s militares estaban sólidair_nte ocupados p o r los gran- medios», queridos con t a n t a intensidad p o r Montesquieu y sus
consortes. El ancien régime preservó en Francia su c o n f u s a jun-
"^ert
a n i «The social structure and economic and political gla de jurisdicciones, divisiones e instituciones heteróclitas
altitudes of the Freiich nobility in the 18th century», en Xllth Interna- —pays d'états, pays d'éléctions, parlements, sénéschaussées, gé-
tional Congress of Historical Sciences, Rapports i p 361
néralités— h a s t a el m o m e n t o de la revolución. Después de
in Je ™ ^ ^ ^ hopean noMlity Luis XIV apenas h u b o m á s racionalización del sistema político:
106 107
Europa occidental Frartcia

n u n c a se c r e a r o n u n a tarifa a d u a n e r a , ni u n sistema de im El siglo x v n i había presenciado, m i e n t r a s tanto, u n creci-


puestos, ni u n código legal o u n a administración local u n i f o r miento rápido de las filas y las f o r t u n a s de la burguesía local.
m e s El único intento de la m o n a r q u í a p o r i m p o n e r u n a nueva A p a r t i r de la Regencia h u b o en general u n a época de expan-
c o n f o r m i d a d sobre u n o r g a n i s m o corporativo f u e su continuado sión económica, con u n alza secular de precios u n a relativa
e s f u e r z o p o r a s e g u r a r la obediencia teológica en el clero p 0 r prosperidad agrícola (por lo menos en el p e r í o d o de 1730 a
m e d i o de la persecución del jansenismo, que f u e combatido 1774) y u n a recuperación demográfica: la población de Francia
invariable y vigorosamente p o r el Parlement de París en nom- ¿ a s ó de 18-19 millones en 1700 a 25-26 millones en 1789. Mien-
b r e del galicanismo tradicional. La anacrónica lucha en torno tras la agricultura c o n t i n u a b a siendo la r a m a a b r u m a d o r a m e n t e
a este t e m a ideológico se convirtió en el principal p u n t o álgido dominante de la producción, las m a n u f a c t u r a s y el comercio
de las relaciones entre el a b s o l u t i s m o y la noblesse de robe registraron avances notables. El volumen de la i n d u s t r i a fran-
desde la Regencia hasta la época de Choiseul, cuando los je- cesa a u m e n t ó en t o r n o a u n 60 p o r 100 en el c u r s o del siglo ;
suítas f u e r o n expulsados f o r m a l m e n t e de Francia p o r los par- en el sector textil comenzaron a a p a r e c e r v e r d a d e r a s fábricas
lements, en u n a simbólica victoria del galicanismo. Mucho más y se echaron los cimientos de las industrias del h i e r r o y el
s e n o , sin embargo, h a b r í a de ser el p u n t o m u e r t o financiero carbón. El progreso del comercio fue, sin embargo, m u c h o m a s
rápido, sobre t o d o en las áreas internacional y colonial. El
I n^UeVTV h m K n t e Í e l l f g Ó £ n t r e 1 3 m o n a r < l u í a y I a m a g i s t r a t u r a . comercio exterior se cuadruplicó e n t r e 1716-20 y 1784-88, con u n
d e j a d o a l E s t a d o car a<
^ a , n g 3 o con u n a masa de superávit p e r m a n e n t e en la exportación. El comercio colonial
deudas; la Regencia las había reducido a la m i t a d p o r medio alcanzó u n crecimiento m á s r á p i d o con el desarrollo de as
del sistema de Law; p e r o los costos de la política exterior, plantaciones de azúcar, café y algodón en las Antillas: en los
desde la guerra de Sucesión de Austria, combinados con el des- últimos años antes de la revolución llegó a alcanzar los dos
p i l f a r r o de la corte, m a n t u v i e r o n a la hacienda en u n déficit tercios de todo el comercio exterior francés 3 5 . La expansión
constante y cada vez más p r o f u n d o . Los sucesivos intentos de comercial estimuló n a t u r a l m e n t e la urbanización; se p r o d u j o
r e c a u d a r nuevos impuestos, p e r f o r a n d o la i n m u n i d a d fiscal de u n a ola de nuevas construcciones en las ciudades, y antes del
la aristocracia, f u e r o n rechazados o saboteados en los parle- fin de siglo las capitales provinciales de Francia iban m u y
ments y en los Estados provinciales, que se negaron a registrar p o r delante de las inglesas en n ú m e r o y t a m a ñ o , a p e s a r aei
los edictos o p r e s e n t a r o n indignadas protestas. Las contradic-
nivel de industrialización m u c h o más alto que existía en Ingla-
ciones objetivas del a b s o l u t i s m o se m a n i f e s t a r o n aquí en su
t e r r a Por otra parte, con el monopolio aristocrático del apa-
f o r m a mas clara. La m o n a r q u í a p r e t e n d í a gravar con impuestos
r a t o de E s t a d o había descendido la venta de c a r g o s E n el si-
a riqueza de la nobleza, m i e n t r a s ésta exigía u n control sobre
glo XVIII, el absolutismo se inclinó cada vez m á s hacia los
la política de la m o n a r q u í a : la aristocracia, efectivamente se
empréstitos públicos, que n o creaban el m i s m o grado de inti-
negó a e n a j e n a r sus privilegios económicos sin o b t e n e r dere-
chos políticos sobre la dirección del E s t a d o monárquico. E n su midad con el E s t a d o : los rentiers no obtenían el ennoblecimien-
lucha c o n t r a los gobiernos absolutistas en t o r n o a este t e m a to ni la i n m u n i d a d fiscal que habían recibido los offtcters. El
la oligarquía judicial de los parlements llegó a utilizar cada vez grupo más rico d e n t r o de la clase capitalista f r a n c e s a era el de
mas lenguaje radical de los philosophes: las nociones bur- los financiers, cuyas inversiones especulativas cosechaban los
guesas de libertad y representación comenzaron a infiltrarse en grandes beneficios de los contratos militares, los a r r e n d a m i e n t o s
la retorica de u n a de las r a m a s de la aristocracia f r a n c e s a más de impuestos o los p r é s t a m o s reales. Pero, en general la dismi-
inveteradamente conservadora y más parecida a u n a casta 3 3 nución simultánea del acceso de los plebeyos al E s t a d o feudal,
Hacia las decadas de 1770 y 1780 se había p r o d u c i d o en Francia y el desarrollo de u n a economía comercial al margen de este,
una curiosa contaminación de algunos sectores nobiliarios p o r emanciparon a la burguesía de su dependencia subalterna del
el e s t a m e n t o inferior. absolutismo. Los comerciantes, m a n u f a c t u r e r o s y navieros de

M A. Soboul, La révolution frangaise, i, París, 1964, p. 45 [La revolu-


" Sobre las actitudes de los parlements de los últimos años del An- ción francesa, Madrid, Tecnos, 1966]. iq«i ná-
S n ¿ t % p e V S S e J' E g r e t ' fé-révolution f r a n g e , ¡ W - 1 W , Pa- » J. Lough, An introduction to 18th century France, Londres, 1960, pa-
ginas 71-3.
109
108 Europa occidental Francia
nrteamericana f u e r o n los que provocaron la definitiva crisis
la Ilustración, y los abogados y periodistas que proliferaron 0
t f d e l absolutismo f r a n c é s en el interior. En 1778 la deuda
j u n t o a ellos, p r o s p e r a r o n de m o d o creciente f u e r a del á m b i t o S E s t a d o era tan grande - e l pago de sus mtereses represen.
del Estado, con inevitables consecuencias para la a u t o n o m í a ha cerca del 50 por 100 del gasto c o r r i e n t e - y el déficit p r e
W
política del c o n j u n t o de la clase burguesa. L s t a r i o tan agudo, que los últimos ministros de Luis XVI,
La monarquía, p o r su parte, se m o s t r ó incapaz de proteger s u p u e s t a n o tan agí q d e c i d i e r o n imponer u n a c o n t n -
C a l o n n e y L o me me de Br & e l c l e r 0 . L o s parlements
los intereses burgueses, incluso c u a n d o coincidían nominalmen-
te con los del m i s m o absolutismo. Nunca f u e esto tan claro ^ S s ^ ~ e n t e a este proyecto;
como en la política exterior del último E s t a d o borbónico. Las
J a H ó n desesperada, decretó su disolución; despues retroce
guerras de este siglo siguieron u n a p a u t a infaliblemente tradi-
^ n d T a n f e el m m u l t o levantado por las clases poseedoras, os
cional. Las pequeñas anexiones de tierra en E u r o p a siempre
tuvieron en la práctica prioridad sobre la defensa o la adqui-
sición de colonias u l t r a m a r i n a s ; el p o d e r m a r í t i m o y comercial
f u e sacrificado al militarismo territorial 3 Ó . Fleury, a m a n t e de
la paz, aseguró con éxito la absorción de Lorena en las breves
c a m p a ñ a s p o r la sucesión polaca en la década de 1730, de las
que Inglaterra se m a n t u v o alejada. Sin embargo, d u r a n t e la
guerra de Sucesión austríaca, en la década de 1740, la flota
británica castigó a los navios franceses desde el Caribe al
océano Indico, infligiendo elevadas pérdidas comerciales a flexibilidad de su formación feudal. La crisis fiscal q u e ™
Francia, m i e n t r a s Mauricio de Sajonia conquistaba el sur de c o m o d e t o n a d o r de la revolución de 1789 f u e P ^ o c a d a p o r
los Países B a j o s en u n a c o n s u m a d a pero fútil c a m p a ñ a por su incapacidad jurídica p a r a gravar con i m p u e s t o s a la ciase
que r e p r e s e n t a b a . La misma rigidez del vínculo e n t r e el E s t a d o
tierra: la paz restableció el statu quo ante p o r a m b a s partes,
y la nobleza precipitó, en ú l t i m o término, su c o m ú n caída.
p e r o las lecciones estratégicas eran ya claras p a r a Pitt, en
Inglaterra. La guerra de los Siete Años (1756-63), en la que Fran-
cia se unió al a t a q u e a u s t r í a c o sobre Prusia contra todo interés
dinástico racional, f u e desastrosa p a r a el imperio colonial de
los Borbones. En la guerra continental los ejércitos de Francia
lucharon esta vez de f o r m a indolente en Westfalia, m i e n t r a s
la guerra naval desencadenada p o r Inglaterra le a r r e b a t a b a Ca-
nadá, la India, Africa Occidental y las Indias Occidentales. La
diplomacia de Choiseul r e c u p e r ó las posesiones borbónicas en
las Antillas con la paz de París, pero se había p e r d i d o la posi-
bilidad de que Francia presidiera un imperialismo comercial a
escala mundial. La guerra de la Independencia n o r t e a m e r i c a n a
permitió que París consiguiera una venganza política p o r pode-
-res sobre Londres. Pero el papel de Francia en Norteamérica,
a u n q u e vital p a r a el éxito de la revolución americana, f u e esen-
cialmente una operación en busca de botín, que no p r o d u j o
ninguna ganancia positiva a Francia. Por el contrario, los costos
de la intervención borbónica en la guerra de la Independencia
54
El presupuesto naval nunca ascendió a más de la mitad del de
Inglaterra: Dorn. Competition for empire, p. 116. Dorn presenta un con-
vincente balance de las deficiencias generales de las flotas francesas en
esta época.
5. INGLATERRA 111
Inglaterra

c la época medieval n u n c a f u e r o n tan n u m e r o s a s m tan fuer-


c como p a r a discutir ese e s t a t u t o s u b o r d i n a d o L o s señores
Mesiásticos t a m p o c o dispusieron n u n c a de enclaves señoriales
Solios y consolidados. La m o n a r q u í a feudal inglesa evito asi
S diversos peligros p a r a el gobierno u n i t a r i o a los que se
Enfrentaron los soberanos feudales de Francia, Italia o Alema-
nia El r e s u l t a d o f u e u n a centralización concurrente del p o d e r
" e a i y de la representación nobiliaria d e n t r o del sistema político
En la Edad Media, la m o n a r q u í a feudal de Inglaterra f u e en medieval. En realidad, estos dos procesos n o f u e r o n opuestos,
términos generales, m á s poderosa que la francesa. Las dinas Jno complementarios. E n el m a r c o del sistema de soberanías
tías n o r m a n d a y angevina crearon u n Estado m o n á r q u i c o de feudales f r a g m e n t a d a s , el p o d e r m o n á r q u i c o sólo podía soste-
u n a autoridad y eficacia sin comparación posible en toda la nerse f u e r a de los límites de su soberanía, gracias al consen-
E u r o p a occidental. La fuerza de la m o n a r q u í a medieval inglesa timiento de excepcionales asambleas de vasallos, capaces de
fue, precisamente, lo que permitió sus ambiciosas aventuras votar u n apoyo económico y político extraordinario al margen
territoriales en el continente, a costa de Francia. La guerra de de la jerarquía mediatizada de dependencias personales. Por
los Lien Anos, d u r a n t e la cual varios reyes ingleses y sus res- t a n t o como se ha señalado antes, las asambleas de Estados me-
pectivas aristocracias i n t e n t a r o n conquistar y d o m i n a r grandes dievales n o pueden c o n t r a p o n e r s e p r á c t i c a m e n t e n u n c a y de
zonas de Francia atravesando u n a peligrosa b a r r e r a m a r í t i m a f o r m a directa a la a u t o r i d a d monárquica, sino que con fre-
r e p r e s e n t o una e m p r e s a militar única en la Edad Media y fue cuencia son su necesaria condición previa. La administración
el signo agresivo de la superioridad organizativa del Estado y la a u t o r i d a d real angevina en I n g l a t e r r a n o tuvieron ningún
insular. A p e s a r de ello, la m o n a r q u í a medieval más f u e r t e de equivalente exacto en toda la E u r o p a del siglo x n . Pero en este
Occidente p r o d u j o finalmente el a b s o l u t i s m o más débil y de m i s m o proceso, al p o d e r personal del m o n a r c a le siguieron m u y
m a s corta duración. Mientras Francia se convertía en la patria p r o n t o las t e m p r a n a s instituciones colectivas de la clase domi-
del E s t a d o absolutista m á s f o r m i d a b l e de E u r o p a occidental nante feudal, dotadas de u n carácter u n i t a r i o excepcional: los
Inglaterra experimentó una variante del p o d e r absolutista par- parliaments. La existencia de estos p a r l a m e n t o s medievales en
ticularmente limitada en todos los sentidos. La transición de la Inglaterra a p a r t i r del siglo x m n o f u e de ningún m o d o u n a
época medieval a los p r i m e r o s tiempos de la m o d e r n a corres- particularidad nacional. Su n o t a distintiva consistía, m á s bien
pondió en la historia inglesa —a p e s a r de todas las leyendas en que eran a la vez instituciones «únicas» y «entremezcladas» .
locales sobre u n a «continuidad» sin r u p t u r a s - a u n cambio En otras palabras, sólo había u n a asamblea que coincidía con
p r o f u n d o y radical en la m a y o r p a r t e de los rasgos más carac- las f r o n t e r a s del propio país y no varias asambleas p a r a las
terísticos de la a n t e r i o r evolución feudal. N a t u r a l m e n t e , algu- diferentes provincias, y d e n t r o de la asamblea n o existía la
nas p a u t a s medievales de gran importancia se conservaron y
heredaron; precisamente, la contradictoria fusión de las fuer- ' Weber en sus análisis de las ciudades medievales inglesas, observa
entre otras cosas que es significativo que nunca experimentasen revolu-
zas nuevas y tradicionales f u e lo que definió la peculiar r u p t u r a ciones gremiales o municipales comparables a las d e l c o n t m e n t e ^ E c o n o m y
política que tuvo lugar en la isla d u r a n t e el Renacimiento. and society N I pp. 1276-81 [ E c o n o m í a y sociedad, I I , pp. 982-985J. H U D O
La p r i m e r a centralización administrativa del feudalismo una breve confúratio insurgente en Londres, en 1263-5, sobre la que puede
n o r m a n d o , dictada p o r la originaria conquista militar y p o r la verse G ^ Williams, Mediaeval London: From Commune tp capital
Londres 1963 pp 219-35. Pero éste fue un episodio excepcional, que
m o d e s t a extensión del país, había generado - c o m o ya hemos t u v o lu¿ai en e f más amplio contexto de la rebelión de los barones.
visto u n a clase noble muy reducida y unificada regionalmente, ' Las primeras funciones judiciales del Parlamento inglés tampoco
sin magnates territoriales semiindependientes que se pudieran eran corrientes- actuaba como tribunal supremo de casación, y a ello
c o m p a r a r a los del continente. De a c u e r d o con las tradiciones ded^cabT a mayor parte de su trabajo a mediados del siglo x m , cuando
e s t a b a dominad'o principalmente por funcionarios reales. S o b r e los orí-
anglosajonas, las ciudades f u e r o n desde el principio p a r t e de la genes y evolución de los parlamentos medievales véase G O. Sayles, The
Heredad real y, en consecuencia, gozaron de privilegios comer- medial* foundations of Englandpp. 448-57; G. A. Holmes, The later
ciales sin la a u t o n o m í a política de las ciudades continentales Middle Ages, Londres, 1962, pp. 83-8.
112 Europa occidental ¡nglaterra
113

división t r i p a r t i t a de nobles, clérigos y burgueses q u e preva vivencia de los tribunales populares prefeudales había pro-
lecio p o r lo general en el continente. Desde el tiempo de Eduar" l o r c i o n a d o u n a especie de terreno c o m ú n sobre el que podía
do I I I en adelante, los caballeros y las ciudades estaban repre edificarse u n a mezcla de ambas. Los shenffs que presidian los
sentados en el Parlamento inglés j u n t a m e n t e con los barones tribunales de los condados eran cargos no hereditarios nom-
y los Obispos. El sistema bicameral de Lores y Comunes fue brados p o r el rey; pero procedían de la gentry local y no de
una evolucion p o s t e n o r , que no dividió al Parlamento según una burocracia central. Los tribunales, p o r su parte, conserva-
una linea estamental, sino que básicamente supuso u n a distin ban algunos vestigios de su carácter original, como asambleas
jurídicas populares en las que los h o m b r e s libres de la comu-
S " t r a í 1 S t a d e n t r ° d e l a n o b l e z a - Lna m o n a r q u í a centra- S d a d rural aparecían ante sus iguales. El r e s u l t a d o f u e b o-
lizada p r o d u j o una asamblea unificada. quear t a n t o el desarrollo de u n sistema comprehensivo de baüh,
Otras dos consecuencias se siguieron de la t e m p r a n a centra- magistrados de u n a justicia real profesionalizada, como el de
lización del sistema político feudal inglés. L o s p a r l a m e n t o s una haute justice baronial extensiva. En lugar de ello, en los
unitarios que se reunían en Londres no alcanzaron el 2 7 ¿ condados apareció u n a autoadministración aristocrática n o pa-
meticuloso control fiscal ni los derechos de convocatoria regu gada que más t a r d e evolucionaría hasta los Justices of the
a r q u e caracterizaron más tarde a algunos de los sistemas Peac'e de la p r i m e r a época m o d e r n a . En el período medieval,
C
los tribunales de condado coexistían con los tribunales feudales
Íva T " e , m a I P ; S - P e r o a u g u r a r o n una limitación n í g a y con algunas franquicias señoriales de tipo feudal ortodoxo,
tra
d ] c i o n a ! del poder legislativo real, que habría de tener iguales a las que se podían e n c o n t r a r en todo el continente.
una gran importancia en la época del absolutismo: después de
E d u a r d o I se aceptó que ningún monarca podía decretar nue-
vas leyes sin el consentimiento del ParliamentK Desde el p u n t o Al m i s m o tiempo, la nobleza inglesa de la E d a d Media era
de vista e s t r u c t u r a l , este veto correspondía estrechamente a las u n a clase tan militarizada y d e p r e d a d o r a como cualquier otra
exigencias objetivas del p o d e r de la clase noble. En efecto, en E u r o p a . Es más, se distinguía de sus equivalentes p o r la
debido a que la administración real centralizada fue, geográfica envergadura y la constancia de sus agresiones externas. Ninguna
y técnicamente, más fácil desde el principio en Inglaterra que otra aristocracia feudal de la última época medieval se exten-
en ninguna otra parte, hubo proporcionalmente menos necesidad dió, como tal clase, tan libremente y tan lejos de sus bases
territoriales. Los repetidos pillajes de Francia d u r a n t e la gue-
dec?etos e S amn "h T ^ C n aUt rÍdad para
° ° P r o d u c i r nuevos rra de los Cien Años f u e r o n las proezas más espectaculares de
decretos, a u t o r i d a d que no se podía j u s t i f i c a r p o r peligros intrín- este militarismo, pero Escocia y Flandes, Renania y N a v a r r a
secos de separatismo regional o de a n a r q u í a ducal. Así míen- Portugal y Castilla también f u e r o n recorridas en el siglo xiv
ras los verdaderos poderes ejecutivos de los reyes m e d e v á í e s p o r expediciones a r m a d a s procedentes de Inglaterra. E n esta
ingleses f u e r o n n o r m a l m e n t e m u c h o mayores que los de los era los caballeros ingleses combatieron en el exterior desde
m o n a r c a s franceses, nunca consiguieron, p o r esa m i s m a razón,
el F o r t h hasta el E b r o . La organización militar de estas expe-
I " c l a t H a a u t o ™ m i a legislativa de la que finalmente gozaron diciones r e f l e j a b a el desarrollo local de u n feudalismo «bastar-
estos últimos. Un segundo rasgo del feudalismo inglés f u e la
do» monetarizado. La última orden de batalla p r o p i a m e n t e
n s ó h t a fusión e n t r e la m o n a r q u í a y la nobleza en el plano
feudal, convocada sobre la base de la posesion de la tierra se
d a d " i n T r a t Í V , ° l0CaL M k n t r a S e n el
continente dio en 1385 p a r a el ataque de Ricardo II contra Escocia. E n
el sistema judicial estaba significativamente dividido e n t r e ju- la guerra de los Cien Años lucharon esencialmente compañías
risdicciones reales y señoriales separadas, en Inglaterra la super-
contratadas, reclutadas p a r a la m o n a r q u í a por los g a n d e s se-
ñores sobre la base de contratos en dinero, y que debían obe-
diencia a sus propios capitanes; las levas de los condados y los
«DifLnce C sTeTween S En r ,lf, a h d 0 ^ s i g n i f i c a d ° , ú l t i ™ de esta limitación: mercenarios e x t r a n j e r o s p r o p o r c i o n a r o n las fuerzas complemen-
¡ Se
v e n t e é " ^ " tarias No participó en ella ningún ejército p e r m a n e n t e o pro-
and the Netherlands, Londres, .960 pp 62-Í a S ™ / ? ' ™
fesional y el volumen de las expediciones fue n u m é r i c a m e n t e
señala el autor, esto provocó que cuando aparedó a p ^ c pios d e ' a
modesto: los soldados enviados a Francia n u n c a f u e r o n m u c h o s
época moderna, la «nueva monarquía», en Inglaterra estuvo I mitada
r t e o ' n í deChl°a ^ ^ f e c h o s divino y S t m á s de 10.000. La actitud de los nobles que dirigieron las suce-
114 Europa occidental 115
Inglaterra
sivas correrías en el t e r r i t o r i o de los Valois f u e básicamente gmouth, Lewes, Hastings, Winchelsea, Rye, Gravesend y
filibustera Los o b j e t o s de su ambición eran el saqueo privado
el precio de los rescates y la tierra; y los capitanes que tuvieron 113
El 1C p h redominio inglés d u r a n t e la m a y o r p a r t e de la guerra
más éxito se enriquecieron e n o r m e m e n t e con las guerras en
¿ e los Cien Años, que d e t e r m i n ó que el t e r r i t o r i o f r a n c é s fuese
las q u e las fuerzas inglesas resistieron r e p e t i d a m e n t e a ejércitos
,1 p e r m a n e n t e c a m p o de batalla - c o n todas sus secuelas de
franceses m u c h o mayores, reunidos p a r a expulsarlos. La supe-
n o n d a d estratégica de los agresores ingleses d u r a n t e la mayor Juina y d e s o l a c i ó n - , n o fue, p o r tanto, u n a consecuencia del
p a r t e de este largo conflicto no residía, como podría sugerirlo poderío naval 5 , sino u n p r o d u c t o de la solidez y la integración
una ilusión retrospectiva, en el control del poderío marítimo. política m u c h í s i m o mayores de la m o n a r q u í a feudal inglesa.
Las flotas medievales de los m a r e s del norte eran poco más La capacidad administrativa de ésta p a r a explotar su patrimo-
que improvisados t r a n s p o r t e s de tropas; compuestas sobre todo nio V a g r u p a r a su nobleza fue, h a s t a el m i s m o final de la
p o r barcos m e r c a n t e s t e m p o r a l m e n t e incautados, eran incapa- guerra, m u c h o mayor que la de la m o n a r q u í a francesa, hos-
ces de p a t r u l l a r el océano con regularidad. Los verdaderos bar- tigada p o r los vasallos desleales de B r e t a ñ a y Borgona, y debi-
litada por su t e m p r a n a incapacidad p a r a d e s a l o j a r el r e d u c t o
, i / T ™ S O l ° S e e n c o n t r a b a n todavía en su m a y o r p a r t e inglés de Guyena. La lealtad de la aristocracia inglesa estaba
en el Mediterráneo, donde la galera de r e m o era el a r m a de cimentada, p o r su parte, en las victoriosas c a m p a ñ a s exterio-
la verdadera guerra m a r í t i m a . Por consiguiente, las batallas na- res a las que había sido conducida p o r u n a serie de principes
S o S . n n . T V , m Í e n t 0 f r a n d e s c o n o c i d a s en las aguas del Atlán- guerreros. La suerte n o cambió hasta que Carlos V I I n o reor-
tico en esta época. Los encuentros navales tenían lugar, de ganizó el sistema político feudal f r a n c é s sobre u n a nueva_ b a s e
f o r m a característica, en bahías o estuarios poco p r o f u n d o s fiscal y militar. Una vez desaparecidos sus aliados borgonones,
(Sluys o La Rochelle), donde los barcos que participaban en la las fuerzas inglesas f u e r o n expulsadas relativamente p r o n t o
contienda podían colocarse j u n t o s p a r a el c o m b a t e cuerpo a por unos ejércitos f r a n c e s e s m á s amplios y m e j o r equipados.
c u e r p o e n t r e los soldados que iban en ellos. En esta época n o El penoso resultado del colapso final del poderío ingles en
era posible u n « m a n d o estratégico de los mares». De esta for- Francia f u e el estallido de las guerras de las Rosas en Ingla-
ma, las costas de a m b o s lados del Canal estaban igualmente terra Cuando u n a victoriosa a u t o r i d a d real ya n o p u d o man-
indefensas contra los desembarcos procedentes del m a r . En tener unida a la alta nobleza, la m a q u i n a r i a de guerra bajo-
1386, Francia reunió el ejército y la flota más grandes de toda medieval se volvió hacia el interior, a medida q u e los usurpado-
la guerra p a r a u n a invasión en gran escala de Inglaterra. Los res rivales se destrozaban p o r la sucesión y los grandes señores
planes de defensa de la isla n u n c a contemplaron la posibilidad feudales d a b a n rienda suelta en el c a m p o a sus e m b r u t e c i d o s
de detener esta fuerza en el m a r , sino que se b a s a b a n en guar- secuaces y a las b a n d a s de mercenarios. Una generación de
d a r la flota inglesa en el Támesis, f u e r a de su alcance, y a t r a e r guerra civil terminó, finalmente, con la f u n d a c i ó n de la nueva
al enemigo tierra a d e n t r o 1 Al final, la invasión f u e suspendida dinastía T u d o r en 1458, e n los campos de Bosworth.
pero la vulnerabilidad de Inglaterra ante los ataques m a r í t i m o s El r e m a d o de E n r i q u e IV p r e p a r ó g r a d u a l m e n t e la apari-
quedo a m p l i a m e n t e d e m o s t r a d a d u r a n t e la guerra, en la que ción de u n a «nueva m o n a r q u í a » en Inglaterra. D u r a n t e el u l t i m o
las d e s t r u c t o r a s incursiones navales j u g a r o n u n papel seme- régimen lancasteriano, las facciones aristocráticas habían des-
j a n t e al de las chevauchées militares en tierra. Las flotas fran- arrollado y m a n i p u l a d o de f o r m a p r o m i n e n t e los P a r l a m e n t o s
cesas y castellanas, utilizando galeras de tipo meridional, con p a r a sus propios fines, m i e n t r a s que los soberanos de la Casa
una movilidad m u c h o mayor, c a p t u r a r o n , saquearon o quema- de York se habían esforzado, en medio de la a n a r q u í a reinante,
ron u n a t r e m e n d a lista de p u e r t o s ingleses, desde Devon a Essex por c o n c e n t r a r y r e f o r z a r u n a vez m á s el p o d e r de las institu-
En el t r a n s c u r s o del conflicto f u e r o n t o m a d a s o saqueadas" ciones centrales de la m o n a r q u í a . E n r i q u e VII, que era lancas-
e n t r e otras, las ciudades de Plymouth, S o u t h a m p t o n , Port-
» Véanse los oportunos comentarios de O. F Richmond «The war at
t K.
sea», en V Fowler
EVnvW comp
mirra The nHundred
u Years'
^ war,
^ ^Londres,
^ 1971, pa
century»,
4
Sobre este revelador episodio véase J T Palmar ^ n
and Christendom, W7-1399, Londres 1972, 'pp. ü ' * ' ^ g £ o ¿ 1 7 4 ? f e b r e r o ^ d e l967, PP. 4-?. Sólo ahora se comienza a estu-
diar este tema.
114 116
Europa occidental Inglaterra11861

teriano p o r parentesco, desarrolló esencialmente la práctica ad- taron pocos cambios a la segura posición interna de la monar-
ministrativa de York. Antes de las guerras de las Rosas, los quía Tudor. B a j o Wolsey, la administración del E s t a d o n o se
P a r l a m e n t o s eran p r á c t i c a m e n t e anuales y lo volvieron a ser vio afectada p o r ningún c a m b i o institucional i m p o r t a n t e ; úni-
d u r a n t e la p r i m e r a década de reconstrucción después de Bos- camente, el cardenal concentró poderes sin precedentes p a r a la
worth. Pero c u a n d o a u m e n t ó la seguridad interior y se conso- Iglesia en su propia persona, como legado papal en Inglaterra.
lidó el p o d e r de los Tudor, E n r i q u e VII desechó esa institu- Tanto el rey como el ministro estuvieron p r e o c u p a d o s princi-
ción: desde 1497 a 1509 —los últimos doce años de su reinado— palmente p o r los asuntos e x t r a n j e r o s . Las limitadas c a m p a n a s
sólo la volvió a r e u n i r una vez más. El gobierno m o n á r q u i c o bélicas contra Francia, en 1512-14 y 1522-25, f u e r o n los princi-
centralizado se ejercía a través de u n a pequeña camarilla de pales acontecimientos de este período. P a r a hacer f r e n t e a los
consejeros personales y de h o m b r e s de confianza del monarca. costos de estas operaciones militares en el continente, f u e ne-
Su objetivo principal consistía en subyugar el d e s e n f r e n a d o cesario convocar dos breves sesiones del P a r l a m e n t o 8 . Un in-
p o d e r señorial del período precedente, con sus séquitos uni- tento de i m p o n e r contribuciones arbitrarias, realizado p o r Wol-
f o r m a d o s y a r m a d o s , sus sistemáticos sobornos de los j u r a d o s sey, levantó t a n t a oposición de los propietarios que E n r i q u e V I I I
y sus constantes guerra privadas. Este p r o g r a m a f u e aplicado, tuvo que desautorizarlo. Con todo, no había ningún signo de
sin embargo, con continuidad y éxito m u c h o mayores q u e en la u n a evolución d r a m á t i c a en la dirección de la política real den-
fase de York. La s u p r e m a prerrogativa de la justicia f u e refor- t r o de Inglaterra. Pero la crisis m a t r i m o n i a l de 1527-28, provo-
zada, p o r encima de la nobleza, p o r medio de la Star Chamber, cada p o r la decisión del rey de divorciarse de su esposa espa-
tribunal conciliar que se convirtió en la principal a r m a de la ñola, y el consiguiente p u n t o m u e r t o con el p a p a d o en u n
m o n a r q u í a contra las revueltas y las sediciones. La turbulencia t e m a que afectaba a la sucesión interna, t r a n s f o r m a r o n repen-
regional del n o r t e y oeste (donde los señores fronterizos recla- t i n a m e n t e toda la situación política. En efecto, p a r a e n f r e n t a r s e
m a b a n derechos de conquista y no el e n f e u d a m i e n t o al monar- a la obstrucción papal —inspirada p o r la hostilidad dinástica
ca) f u e sofocada p o r consejos especiales, delegados p a r a con- del e m p e r a d o r al nuevo proyecto de matrimonio— se necesitaba
trolar esas áreas in situ. Los extendidos derechos de asilo y u n a legislación nueva y radical, y había que conseguir el apoyo
las franquicias privadas y semirregalías f u e r o n p a u l a t i n a m e n t e político nacional contra Clemente VII y Carlos V.
reducidos; las b a n d a s a r m a d a s f u e r o n prohibidas. La adminis-
tración local f u e reforzada b a j o el control real p o r medio de Así pues, E n r i q u e convocó lo que h a b r í a de convertirse en
una cuidadosa selección y supervisión de los Justices of the el P a r l a m e n t o más largo de la historia, p a r a movilizar en su
Peace6. En lugar de u n a policía a r m a d a se creó u n a p e q u e ñ a favor a la clase t e r r a t e n i e n t e en su d i s p u t a con el p a p a d o y
guardia personal. Los dominios reales se ampliaron en gran con el imperio y p a r a asegurar su aprobación de la incautación
medida p o r la recuperación de tierras, y su p r o d u c t o p a r a la política de la Iglesia p o r el E s t a d o en Inglaterra. E s t a revita-
m o n a r q u í a se cuadruplicó d u r a n t e el reinado; los privilegios lización de u n a institución olvidada no fue, en absoluto, u n a
feudales y los derechos de a d u a n a s también se explotaron al capitulación constitucional de E n r i q u e V I I I o T h o m a s Crom-
máximo. Hacia el final del reinado de E n r i q u e VII, los ingresos well, que f u e su planificador político en 1531; n o significó u n
totales de la Corona casi se habían triplicado, y el tesoro tenía debilitamiento del p o d e r real, sino m á s bien u n nuevo impulso
u n a reserva que oscilaba e n t r e u n o y dos millones de libras 7 . p a r a realzarlo. Los P a r l a m e n t o s de la R e f o r m a no sólo incre-
La dinastía Tudor había iniciado a comienzos del siglo Xvi u n m e n t a r o n en gran medida el patronazgo y la a u t o r i d a d de la
camino p r o m e t e d o r hacia la construcción de un absolutismo monarquía, al transferirle el control de todo el a p a r a t o ecle-
inglés. E n r i q u e V I I I heredó un poderoso ejecutivo y u n a ha-
cienda p r ó s p e r a . ' C Russell afirma terminantemente en The crisis of Parliaments,
Oxford 1971 pp 41, 42, que el Parliament inglés de este periodo, con
la brevedad 'de sus asambleas y la poca frecuencia de sus convocatorias,
Los p r i m e r o s veinte años del reinado de E n r i q u e V I I I apor- era una fuerza decadente. Por otra parte, Russell insiste correctamente
en que el pacto constitucional entre la monarquía y el Parlamento des-
6 cansaba en la unidad de clase de los dirigentes del país. Sobre la base
El libro de T. S. Bindoff, Tudor England, Londres, 1966, pp 56-66 social del parlamentarismo inglés, véanse las penetrantes observaciones
ofrece un buen resumen de todo este proceso. de Penry Williams, «The Tudor State», Past and Present, 24, julio de 1963,
' G. R. Elton, England under the Tudors, Londres, 1956, pp. 49, 53 páginas 39-58.
118 Europa occidental Inglaterra
119
siástico de la Iglesia, sino q u e además, b a j o la guía de Crom impidió a E n r i q u e VIII, n a t u r a l m e n t e , llevar a cabo p u r g a s
well, s u p r i m i e r o n la a u t o n o m í a de las franquicias señoriales sanguinarias de ministros y magnates, ni crear u n sistema po-
licíaco secreto de delación y detenciones sumarias. El a p a r a t o
al privar a los señores del p o d e r de designar a los Justices of the estatal de represión a u m e n t ó sin cesar d u r a n t e t o d o el reinado:
antes de su fin se habían a p r o b a d o nueve leyes diferentes con-
Peace; integraron a los señoríos fronterizos en los condados e tra el delito de traición La f o r m a en q u e E n r i q u e V I I I hizo
uso del P a r l a m e n t o - d e l que esperó y recibió pocas moles-
i n c o r p o r a r o n a Gales legal y a d m i n i s t r a t i v a m e n t e al reino de tias— f u e c o n f i a d a m e n t e legalista: era u n m e d i o necesario p a r a
sus propios fines reales. En el m a r c o h e r e d a d o del sistema po-
Inglaterra. Más significativo a ú n f u e q u e el E s t a d o disolviera lítico feudal inglés, que había conferido p o d e r e s singulares al
Parlamento, se estaba f o r m a n d o u n absolutismo nacional que,
los monasterios y expropiara sus vastas riquezas territoriales en la práctica, parecía susceptible de comparación con cual-
quiera de sus equivalentes continentales. El p o d e r personal de
u n 1536, la combinación g u b e r n a m e n t a l de centralización polí- E n r i q u e V I I I d e n t r o de su reino fue, d u r a n t e toda su vida,
exactamente igual al de su coetáneo Francisco I en Francia.
tica y r e f o r m a religiosa provocó u n levantamiento potencial-
m e n t e peligroso en el norte, el Peregrinaje de Gracia, reacción
regional particularista c o n t r a u n E s t a d o real reforzado, de tino
característico en la E u r o p a occidental de esta época». Fue ráni-
l ^ f f a P I a s t a d ° . y se estableció u n nuevo y p e r m a n e n t e Con-
sejo del N o r t e p a r a someter las tierras situadas m á s allá del
Trent. Mientras tanto, la burocracia central f u e ampliada y reor-
ganizada p o r Cromwell, que convirtió el cargo de secretario
Sin embargo, la nueva m o n a r q u í a T u d o r o p e r a b a d e n t r o de
real en el p u e s t o ministerial m á s alto y echó los cimientos de
u n consejo p r i v a d o de c a r á c t e r regular'". Poco después de su u n a limitación f u n d a m e n t a l que la s e p a r a b a de sus equivalen-
caída, el Consejo Privado f u e institucionalizado f o r m a l m e n t e tes e x t r a n j e r o s : carecía de u n sólido a p a r a t o militar. P a r a com-
como organismo ejecutivo interno de la m o n a r q u í a , y desde p r e n d e r p o r qué el absolutismo inglés adoptó la f o r m a espe-
ese m o m e n t o p a s ó a ser el centro de la m á q u i n a del E s t a d o cífica que asumió en los siglos Xvi y x v n , es necesario m i r a r
Tudor. Un Statute of Proclamations, destinado c l a r a m e n t e a más allá de la herencia indígena de u n P a r l a m e n t o legislador y
tener en cuenta t o d o el contexto internacional de la E u r o p a
^ m / n ^ - V l m ° n a , r C ! U Í a P ° d e r e s legislativos extraordinarios, renacentista. Mientras el E s t a d o T u d o r se estaba c o n s t r u y e n d o
emane pandóla en el f u t u r o de su sujeción al Parlamento, f u e con todo éxito en el interior, la posición geopolítica de Ingla-
neutralizado f i n a l m e n t e p o r los C o m u n e s » . Este desaire n o t e r r a en el exterior había experimentado, lenta y silenciosa-
mente, u n cambio radical. E n la época l a n c a s t e n a n a , el p o d e r
. ' sugestivk exposición de las implicaciones del Peregrinaje exterior inglés podía igualar o s u p e r a r al de cualquier o t r o país
L o n S s ! a i 9 h 7 1 b l p p ^ ? ^ a l o r a d a s , en J. J. Scarisbricke, H e n r ^ V U I

2
del continente, debido a la naturaleza avanzada de la m o n a r q u í a
19
La exagerada importancia concedida a la revolución administrativa feudal en Inglaterra. Pero a principios del siglo xvi, el equi-
idg^3ellpDPO160Eyir'v en
r°lUtÍOn <" SovernZTcTm- librio de fuerzas e n t r e los principales E s t a d o s occidentales se
180 4 Í,Í CÍH a ]• £n £ n g W under the
Tudors, pp. 127-37, 160-75, había t r a n s f o r m a d o p o r completo. E s p a ñ a y Francia - v i c t i m a s
r lda pro rciones
G L H . r r « M H- f P° más modestas, entre otros, por de la invasión inglesa en la época a n t e r i o r - e r a n a h o r a mo-
24 ^ l f o d T l % f n n a T 4 a , g O V e r r e n t 3 n d St ate-craft». Past and Preslnt,
zt, julio de 1963, pp. 24-35; puede verse un comentario reciente Yv renre P
n a r q u í a s dinámicas y agresivas que se d i s p u t a b a n e n t r e sí la
sentativo en Russell, The crisis of Parliaments, p. 111
En este tiempo se discutieron también proyectos para la creación
I t "nHeJ rClt,°,Pr0feSl0Ilal y d e u n legalmente privilegiado s" giado de la propiedad territorial para la nobleza titulada, véase Hold-
hU?nria°H T 3S 5 6 h u b i e s e n , l e v a d
, ° a l a Práctica, todo el curso de ía sworth, A history of English law, JV, pp. 450-543.
S " d e l0S
f «glos xvi y xvn en Inglaterra habría cambiado. De hecho « Joel Hurtsfield en «Was there a Tudor despotism after all?», Tran-
ninguna fue aceptab e al Parlamento, que acogió con agrado el control sactionsoUheRoyal Historical Society, 1967, pp. 83-108 cntica con acierto
estatal sobre la Iglesia y la paz real en el campo, pero que era consriente íos anacron smos apologéticos en los que todavía se debaten muchos de
de la lógica de los ejércitos profesionales y contrario a una T r a r q u a os « e r k o s sobre este período. Hurstfield insiste en lo que se esconde
jurídica dentro de la nobleza que socialmente habría s i d T p K t ó a l verdaderamente tras el Statute of Proclamations, las Treason Acts y la
para muchos de sus miembros. El esbozo de programa para un é S censura y propaganda oficiales del reinado. Mousnier muestra su com-
permanente, preparado en 1536-7 y encontrado en los archivos d¿l des pleta disconfomfdad con la idea, antes aceptada, de que la monarquía
pacho de Cromwell está expuesto en L. Stone, «The political programme T u d o r no era una forma de absolutismo: «Quelques prob émes concer-
xLv ^ r n n T ^ ^ ^ f 1 " °f th£ InStÍtUte °f Historicaf ResearTh nant la monarchie absolue», pp. 21-6. La actitud de Ennque hacia el
XXIV, 1951, pp. 1-18. Sobre las propuestas de un estatuto legal privile- Parlamento está bien expuesta por Scarisbricke, Henry VIII, pp. 6534.
118 121
Europa occidental Inglaterra
conquista de Italia. Inglaterra había q u e d a d o r e p e n t i n a m e n t e , i z a d o las pretensiones lancasterianas sobre la m o n a r q u í a
distanciada de ellas. Las tres m o n a r q u í a s habían alcanzado francesa; luchó p a r a bloquear la absorción de B r e t a ñ a p o r los
una consolidación interna m u y s e m e j a n t e ; p e r o fue precisa Valois y p r e p a r ó activamente u n plan p a r a conseguir la suce-
m e n t e esto lo que permitió que las v e n t a j a s n a t u r a l e s de las sión de Castilla. Wolsey, que dirigió la política exterior inglesa
dos grandes potencias continentales p a s a r a n a ser decisivas p o r durante los veinte años siguientes, se situó como á r b i t r o de la
vez p r i m e r a . La población de Francia era c u a t r o o cinco veces concordia europea con el t r a t a d o de Londres y pretendió n a d a
superior a la de Inglaterra. España, p o r su parte, tenía dos menos que el m i s m o p a p a d o italiano. E n r i q u e VIII, a su vez,
veces la población de Inglaterra, p o r no hablar de su imperio alimentó la esperanza de llegar a ser e m p e r a d o r de Alemania.
americano y de sus posesiones europeas. Esta superioridad Estas aspiraciones grandiosas h a n sido d e s c a r t a d a s p o r los his-
demográfica y económica a u m e n t ó p o r la necesidad geográfica toriadores posteriores como fantasías irracionales; de hecho,
que a m b o s países tenían de desarrollar ejércitos de tierra mo- reflejaban la falta de sensibilidad de los soberanos ingleses
dernizados, sobre una base p e r m a n e n t e , p a r a la p e r p e t u a guerra para a d a p t a r s e a la nueva configuración diplomática, en la que
de la época. La creación de las compagnies d'ordonnance y de la e s t a t u r a de Inglaterra había disminuido m u c h o en t é r m i n o s
los tercios, la utilización de infantería m e r c e n a r i a y de artillería reales, p r e c i s a m e n t e en el m o m e n t o en que su p r o p i o p o d e r
de c a m p a n a c o n d u j e r o n a un nuevo tipo de a p a r a t o militar interior a u m e n t a b a de f o r m a notable. En efecto, esta p é r d i d a
real, m u c h o m a y o r y m á s costoso que todos los conocidos en de categoría internacional —invisible p a r a sus propios prota-
el periodo medieval. La construcción de u n ejército f u e r t e era gonistas— f u e precisamente la raíz de todo el e r r o r de cálculo
u n a condición indispensable p a r a la supervivencia de las mo- en el divorcio real. Ni el cardenal ni el rey se p e r c a t a r o n de
n a r q u í a s renacentistas del continente. El E s t a d o T u d o r quedó que el p a p a d o estaba obligado en la práctica a someterse a la
al margen de este imperativo, a causa de su situación insular presión superior de Carlos V, a causa de la p r e p o n d e r a n c i a del
Por u n a parte, el r á p i d o crecimiento en el t a m a ñ o y el costo poderío H a b s b u r g o en E u r o p a . I n g l a t e r r a había q u e d a d o mar-
de los ejercitos en la p r i m e r a época m o d e r n a , y los p r o b l e m a s ginada p o r la lucha franco-española p o r el dominio de Italia;
logisticos del t r a n s p o r t e y aprovisionamiento de grandes nú- convertida en testigo impotente, sus intereses tenían poco peso
m e r o s de soldados a través del m a r , hacían cada vez más ana- en la curia. La sorpresa de este d e s c u b r i m i e n t o impulsó al De-
crónico el tipo de expedición u l t r a m a r i n a en el que Inglaterra fensor de la Fe hacia la R e f o r m a . Con todo, las desventuras de
había descollado antes. La p r e p o n d e r a n c i a militar de las nuevas la política exterior de E n r i q u e V I I I no se r e d u j e r o n a este
potencias continentales, basada en sus recursos financieros y calamitoso revés diplomático. La m o n a r q u í a T u d o r pretendió
h u m a n o s m u c h o mayores, impedían cualquier repetición triun- en tres ocasiones intervenir en las guerras Valois-Habsburgo en
fal de las c a m p a ñ a s de E d u a r d o I I I o E n r i q u e V Por otra el n o r t e de Francia, p o r medio de expediciones m a r í t i m a s . Los
parte, este poderío continental no se t r a n s f o r m ó en u n a equi- ejércitos enviados en estas c a m p a ñ a s de 1512-14, 1522-25 y 1543-
valente capacidad de ataque en el m a r . No se había p r o d u c i d o 46 tuvieron necesariamente u n t a m a ñ o considerable, y estaban
aun ninguna t r a n s f o r m a c i ó n i m p o r t a n t e de la guerra naval lo compuestos p o r soldados ingleses apoyados masivamente p o r
que permitía que Inglaterra p e r m a n e c i e r a relativamente a salvo mercenarios e x t r a n j e r o s : 30.000 en 1512, 40.000 en 1544. Su mo-
del peligro de u n a invasión m a r í t i m a . La consecuencia de todo vilización careció de u n objetivo estratégico serio y no p r o d u j o
esto f u e que, en la coyuntura crítica de la transición hacia una ningún resultado significativo: la intervención inglesa desde las
«nueva monarquía» en Inglaterra, al E s t a d o T u d o r no le era zonas marginales de la guerra entre E s p a ñ a y Francia se reveló
necesario ni posible construir una m á q u i n a militar c o m p a r a b l e costosa e inútil. Pero estas guerras «sin objeto» de E n r i q u e VIII,
a la de los absolutismos f r a n c é s o español. cuya falta de propósito coherente se ha señalado t a n t a s veces,
no f u e r o n u n m e r o p r o d u c t o de su capricho personal: corres-
Subjetivamente, sin embargo, E n r i q u e V I I I y su generación pondían precisamente a u n curioso intermedio histórico, cuan-
de la nobleza inglesa eran todavía incapaces de c o m p r e n d e r la do la m o n a r q u í a inglesa había perdido ya su antigua importan-
nueva situación internacional. El orgullo marcial y las ambi- cia militar en E u r o p a pero no había e n c o n t r a d o todavía el
ciones continentales de sus últimos predecesores medievales f u t u r o papel m a r í t i m o que la esperaba.
permanecían en el recuerdo vivo de la clase d o m i n a n t e inglesa
de esta época. Incluso el ultraprecavido E n r i q u e VII había revi- No p o r eso d e j a r o n de tener u n a s consecuencias f u n d a m e n -
114 122
Europa occidental Inglaterra11864
tales en la propia Inglaterra. El ú l t i m o acto i m p o r t a n t e H hle de su evolución— a someterse a u n a edificación del poder
E n r i q u e V I I I su alianza con el imperio y el a t a q u e a Francif «1 a eran escala en el interior, que era la consecuencia lógica
en 1543 t e n d r í a consecuencias decisivas p a r a t o d o el destín
Ü f u n gran ejército p e r m a n e n t e . En el contexto aislacionista
ulterior de la m o n a r q u í a inglesa. La intervención militar en í
continente estuvo m u y mal dirigida; sus costos subieron enor t i reino insular se p r o d u j o , p o r consiguiente, u n a desmilitari-
m e m e n t e , totalizando al final u n a s diez veces los costos de 1» zación excepcionalmente p r e m a t u r a de la clase noble E n 1500
p r i m e r a guerra c o n t r a Francia de este reinado. Para cubrirlo! tndos los pares ingleses llevaban armas; en tiempos de Isabel
el E s t a d o n o sólo recurrió a los empréstitos obligatorios o a la Z ha calculado que sólo la m i t a d de la aristocracia tema alguna
desvalonzación de la moneda, sino q u e también comenzó a des Experiencia bélica 1 4 . En vísperas de la guerra civil, en el si-
hacerse, sacándola al mercado, de la e n o r m e cantidad de p p í LLO XVII, sólo muy pocos nobles poseían u n a educación militar.
piedad agraria q u e acababa de o b t e n e r de los monasterios v Mucho antes que en cualquier o t r o país del continente, tuvo
q u e posiblemente ascendía a u n c u a r t o de la tierra del rei™ lugar en Inglaterra u n a progresiva disociación e n t r e la nobleza
La venta de las propiedades de la Iglesia p o r la m o n a r q u í a se v la función militar básica que la había caracterizado e n el
multiplico a m e d i d a que la guerra se hacía i n t e r m i n a b l e ; cerca orden social medieval, lo que necesariamente repercutió de for-
ya de la m u e r t e de Enrique. Cuando al fin la paz se restableció ma i m p o r t a n t e en la propia clase terrateniente. E n este espe-
cífico contexto m a r í t i m o n u n c a se p r o d u j e r o n derogaciones de
o 1 " 3 5 3 C ! ? t a e n o r m e g a n a n c i a inesperada se había rango nobiliario p r o p i a m e n t e dichas - l i g a d a s siempre a u n
p e r d i d o » ; y con ella, la única gran posibilidad q u e tuvo el sentimiento p r o f u n d o hacia las virtudes de la espada y codi-
absolutismo inglés de crearse u n a base económica f i r m e e inde- ficadas c o n t r a las tentaciones del dinero. A su vez, esto per-
pendiente de la contribución p a r l a m e n t a r i a . A largo plazo, esta mitió u n a conversión gradual de la aristocracia hacia las acti-
transferencia de propiedades n o sólo debilitó al Estado, sino vidades comerciales, m u c h o antes que cualquier o t r a clase r u r a l
que reforzo m u c h o a la gentry, principal c o m p r a d o r a de estas comparable de E u r o p a . El p r e d o m i n i o de la producción de lana,
tierras, y cuyo n ú m e r o y riqueza creció r á p i d a m e n t e a p a r t i r que había sido el sector de crecimiento en la agricultura en
de este m o m e n t o . Una de las m á s tristes e incoherentes gue- el siglo xv, aceleró de f o r m a n a t u r a l esta tendencia, m i e n t r a s
r r a s e x t r a n j e r a s de la historia inglesa tuvo así u n a importancia que la i n d u s t r i a r u r a l de paños, paralela a aquélla, proporcio-
t r e m e n d a , a u n q u e entonces oculta, p a r a el equilibrio interior naba salidas n a t u r a l e s p a r a las inversiones de la gentry. La
de fuerzas d e n t r o de la sociedad inglesa. r u t a económica que c o n d u j o de las m e t a m o r f o s i s de la r e n t a
Las dos c a r a s de este episodio final del r e i n a d o de E n r i q u e feudal en los siglos xiv y xv a la aparición de u n sector capita-
presagiaban en b u e n a medida la evolución del c o n j u n t o de la lista r u r a l en expansión, en el siglo x v n , q u e d a b a abierta asi.
^ t e r r a t e n i e n t e inglesa. El conflicto militar de la década Una vez q u e se t o m ó ese camino, el carácter legalmente sepa-
de 1540 fue, en la práctica, la última guerra de agresión inglesa r a d o de la nobleza inglesa se hizo p r á c t i c a m e n t e imposible de
en el continente p a r a todo lo que q u e d a b a de siglo. Las ilu- sostener
siones de Crécy y Agincourt se diluyeron, p e r o la desaparición D u r a n t e el ú l t i m o período de la E d a d Media, Inglaterra ha-
gradual de su tradicional vocación t r a n s f o r m ó p r o f u n d a m e n t e bía e x p e r i m e n t a d o —como la mayoría de los d e m á s países—
la fisonomía de la nobleza inglesa. La ausencia de la presión u n a clara tendencia hacia u n a estratificación formalizada de
compulsiva de u n a invasión siempre potencial p e r m i t i ó a la rangos d e n t r o de la aristocracia, con la introducción de nuevos
aristocracia inglesa prescindir de u n a p a r a t o modernizado de títulos después de que la primitiva j e r a r q u í a feudal de vasallos
guerra en la época del Renacimiento; n o estaba d i r e c t a m e n t e y señores s u f r i e r a la erosión producida p o r la aparición de
amenazada p o r ninguna clase feudal enemiga exterior y era relaciones sociales monetarizadas y p o r la disolución del cla-
reticente — c o m o cualquier o t r a nobleza en u n estadio compa- sico sistema de feudos. Cuando decayeron las dependencias per-
sonales la nobleza sintió en todas p a r t e s la necesidad de u n a s

si
final
• "/V del reinado habían sido enajenados dos tercios de las pro- listas nuevas y m á s a b u n d a n t e s de rangos. D u r a n t e los siglos
Xiv y xv, Inglaterra a d o p t ó u n a serie de nuevos grados d e n t r o

14
Stone, The crisis of the aristocracy, pp. 265-6.
124 Europa occidental Inglaterra 125

de la nobleza —duques, marqueses, barones, vizcondes— q U e


Fernando II y E n r i q u e V I I I - Francisco I - Maximiliano I), pero
junto a los dispositivos p a r a asegurar la p r i m o g e n i t u r a de la
l o s límites de su desarrollo f u e r o n establecidos p o r el carácter
herencia, s e p a r a r o n p o r vez p r i m e r a a los pares (al peerage)
del resto de la clase 15. A p a r t i r de entonces, ese e s t r a t o co m de la nobleza que la rodeaba.
prendió siempre al grupo más poderoso y opulento de la aris Por o t r a parte, el inmediato legado de la última incursión
tocracia. Al m i s m o tiempo, se f o r m ó un College of Heralds que de E n r i q u e V I I I en Francia f u e u n a aguda miseria popular en
dio u n a definición legal de la gentry, limitándola a las familias el campo, p u e s t o que la depreciación m o n e t a r i a y las cargas
con escudo de a r m a s , y estableciendo los procedimientos para fiscales c o n d u j e r o n a la inseguridad rural y a u n a depresión
investigar las reclamaciones de ese estatuto. Por consiguiente comercial transitoria. La minoría de edad de E d u a r d o VI pre-
en Inglaterra p u d o haberse desarrollado un h e r m é t i c o orden senció, pues, u n a repentina regresión de la estabilidad política
aristocrático dual, separado legalmente por a b a j o de los rotu- y de la a u t o r i d a d del E s t a d o Tudor, con las previsibles ma-
riers, como ocurrió en los d e m á s países. Pero la creciente incli- niobras e n t r e los grandes señores territoriales p a r a conseguir
nación no militar y protocomercial de toda la nobleza —estimu- el control de la corte, en u n a época p u n t u a d a p o r el malestar
lada p o r la venta de tierras y la expansión agrícola de la época campesino y las crisis religiosas. Las rebeliones rurales de East
l u d o r — hizo imposible nada s e m e j a n t e a un tribunal de dero- Anglia y del sudoeste f u e r o n aplastadas con mercenarios italia-
gación « El resultado f u e que el estricto criterio del escudo de nos y alemanes 1 7 . Pero poco después, en 1551, estos ejércitos
a r m a s se convirtió en algo casi inoperante. De ahí esa peculia- profesionales f u e r o n licenciados p a r a aiiviar a la hacienda: la
ridad de que la aristocracia social no coincidiese en Inglaterra última explosión agraria seria en casi trescientos años f u e su-
con la titulación de par, que era el único sector de la aristo- primida p o r la última fuerza i m p o r t a n t e de soldadesca extran-
cracia con privilegios legales, y de ahí también que la gentry jera que estuvo a disposición interna de la m o n a r q u í a . Mientras
sin titulo y los hijos menores de los pares pudieran d o m i n a r tanto, la rivalidad e n t r e los duques de Somerset y N o r t h u m -
la Camara de los Comunes. Las idiosincrasias de la clase terra- berland, con sus respectivos patronazgos de nobles menores,
teniente inglesa de la época del absolutismo tenían que estar funcionarios y h o m b r e s de a r m a s , c o n d u j o a u n a serie de gol-
pues, históricamente entrelazadas: era insólitamente civil por pes y contragolpes sordos en el Consejo Privado, en medio de
su educación, comercial por su ocupación y plebeya p o r su ran- la tensión religiosa y la i n c e r t i d u m b r e dinástica. Toda la u n i d a d
go. El correlato de esta clase era un E s t a d o que tenía una del a p a r a t o del E s t a d o T u d o r aparecía t e m p o r a l m e n t e amena-
p e q u e ñ a burocracia, una fiscalidad limitada y carecía de ejér- zada Sin embargo, el peligro de u n a v e r d a d e r a desintegración
cito p e r m a n e n t e . La tendencia intrínseca de la m o n a r q u í a Tudor no sólo f u e cortado en seco p o r la m u e r t e del joven soberano;
f u e s o r p r e n d e n t e m e n t e igual, como ya hemos visto, a la de sus sino que a d e m á s no es presumible que se hubiera desarrollado
adversarias continentales (aparte de los paralelismos de perso- nunca hasta u n a exacta reproducción de los conflictos aristo-
nalidad, f r e c u e n t e m e n t e señalados, e n t r e E n r i q u e VII - Luis XI - cráticos franceses, debido a la falta de ejércitos pagados a dis-
posición de los p o t e n t a d o s contendientes. El resultado final del
de de los b a r o n e s
intervalo de dominio de Somerset y N o r t h u m b e r l a n d f u e tan
, 'j,^ ? de la Alta Edad Media a los pares sólo la radicalización de la r e f o r m a local y el fortalecimiento de
de la Baja Edad Media, y la correspondiente transformación de los caba-
leros en gentry, están trazadas en N. Denholm-Young, «En remontant la dignidad m o n á r q u i c a contra los grandes nobles. El breve
le passe de 1 aristocratie anglaise: le Moyen Age», Aúnales, mayo de 1937 reinado de María, con su subordinación dinástica a E s p a ñ a y su
paginas 257-69. (El mismo título de «barón» adquirió un nuevo significado; e f í m e r a restauración católica, dejó pocas trazas políticas. El
pifírn h a| u, U u s ° a n t e n ° r ' a f i n a l e s d e l « V , como rango espe- último r e d u c t o inglés en el continente se perdió con la recon-
cifico de la nobleza. La consolidación del sistema de pares (peerage) está
Aeesffn X i f i MaC farla
, ^ «The nobility in the later Middle quista f r a n c e s a de Calais.
Ages», en Xllth International Congress of Historical Sciences (Viena 1965) El iargo reinado de Isabel en la segunda m i t a d del siglo
KaPPorts, i pp. 337-45, que insiste en su novedad y discontinuidad.
Debe tenerse en cuenta que la loi de dérogeance fue en Francia una restableció y desarrolló a m p l i a m e n t e el statu quo ante interno,
creación tardía del Renacimiento, que sólo data de 1560. Esta medida
legal era innecesaria mientras la función de la nobleza fuese inequívo- " En esta crisis, el gobierno no podía contar con la lealtad de las levas
camente militar; como los mismos títulos de rango, fue también una de los condados: W. K. Jordán, Edward VI: the young kmg, Londres,
reacción ante la nueva movilidad social.
1968, p. 467.
Inglaterra
141
126 Europa occidental
«obre t o d o el invernadero de la guerra p o r tierra, q u e había
sin ninguna innovación radical. El p é n d u l o religioso osciló do
C e l e r a d o el desarrollo del absolutismo en el continente.
nuevo hacia un p r o t e s t a n t i s m o m o d e r a d o , con el establecimiento
de u n a Iglesia anglicana domesticada. Ideológicamente, la auto- N a t u r a l m e n t e , las t r a n s f o r m a c i o n e s bélicas del Renacimien-
ridad real se vio m u y realzada a m e d i d a que la popularidad to n o p a s a r o n en absoluto de largo p o r la Inglaterra isabelma.
personal de la reina se elevaba a nuevas cimas. Institucional El carácter de los ejércitos de E n r i q u e V I I I había sido h í b r i d o
mente, sin embargo, se p r o d u j e r o n m u y pocas innovaciones e improvisado, u n a mezcla de arcaicas levas aristocráticas re-
El Consejo Privado f u e c o n c e n t r a d o y estabilizado b a j o la larca c a t a d a s en el interior y de mercenarios f l a m e n c o s borgonones
y fan» secretaría de Burghley en la p r i m e r a p a r t e del reinado italianos y «allemaynes» c o n t r a t a d o s en el e x t e r i o r » . El E s t a d o
Walsingham extendió las redes de espionaje y policía, ocupadas isabelino, c o n f r o n t a d o con v e r d a d e r o s y constantes peligros ex-
especialmente en la supresión de la actividad católica. La acti t r a n j e r o s en la época de Alba y Farnesio, r e c u r r i ó a la extensión
vidad legis ativa se r e d u j o en comparación con el r e i n a d o de ilegal del sistema de milicia tradicional en Inglaterra, con ob-
E n r i q u e V I I I * Las rivalidades faccionales d e n t r o de la alta jeto de reunir fuerzas adecuadas p a r a sus expediciones de ultra-
nobleza t o m a r o n ahora la f o r m a de intrigas de pasillo en busca m a r . Técnicamente se suponía que estos h o m b r e s h a b r í a n de
de honores y oficios cortesanos. El intento final y baldío de un servir sólo c o m o guardia interior; a l r e d e d o r de doce mil reci-
golpe a r m a d o nobiliario - l a rebelión de Essex, el Guisa inglés bieron u n a p r e p a r a c i ó n especial y la m a y o r p a r t e se destinó a
hacia el final del r e i n a d a - f u e reducido con facilidad. Por otra la defensa interior del país. El r e s t o - r e c l u t a d o f r e c u e n t e m e n t e
p a r t e la influencia política y la p r o s p e r i d a d de la gentry - c o n e n t r e la población v a g a b u n d a - f u e destinado al e x t r a n j e r o . El
la cual los T u d o r se habían aliado inicialmente p a r a c o n t r a p e s a r desarrollo de este sistema n o p r o d u j o u n e j é r c i t o p e r m a n e n t e
a los p a r e s - eran a h o r a un obstáculo evidente y creciente para o profesional, pero proporcionó u n a corriente regular de trch
las prerrogativas reales. El Parlamento, convocado en trece oca- pas, en u n a escala modesta, p a r a los n u m e r o s o s c o m p r o m i s o s
siones d u r a n t e c u a r e n t a y cinco años, principalmente a causa exteriores del gobierno isabelino. Los lords-heutenan de los
de p r o b l e m a s externos, comenzó a d a r señales de crítica inde- condados adquirieron u n a gran importancia c o m o a u t o r i d a d e s
pendiente de la política gubernamental. A lo largo del siglo encargadas de la recluta; la organización regimental f u e i n t r o
ducida l e n t a m e n t e y las a r m a s de fuego s u p e r a r o n la nativa
™n r a í n I O S C o m u n e s a m e n t ó de tamaño, p a s a n d o de afición al arco 2 1 . N o r m a l m e n t e , los m i s m o s contingentes de la
unos 300 a 460 m i e m b r o s ; e n t r e ellos, la proporción de la no- milicia se c o m b i n a b a n con soldados mercenarios, escoceses o
bleza r u r a l creció i n i n t e r r u m p i d a m e n t e , a medida que los pues- alemanes. Ningún e j é r c i t o enviado al continente superó n u n c a
tos de los municipios eran a c a p a r a d o s p o r los propietarios ru- los 20.000 h o m b r e s , la m i t a d de la ú l t i m a expedición de Enri-
rales o p o r sus p a t r o n o s " . La dilapidación moral de la Iglesia, que y la m a y o r p a r t e f u e r o n considerablemente menores. Los
después del dominio secular y los vaivenes doctrinales de los resultados obtenidos p o r estos ejércitos en los P a í s e s B a j o s o
cincuenta anos anteriores, permitió la expansión gradual de un en N o r m a n d í a f u e r o n generalmente m u y limitados. Su costo,
p u r i t a n i s m o de oposición e n t r e los m i e m b r o s de esta clase Los desproporcionadamente alto en relación con su utilidad, des-
últimos anos del gobierno Tudor estuvieron m a r c a d o s pues alentó cualquier evolución posterior en la m i s m a dirección .
p o r u n a nueva obstinación e inquietud en el Parlamento, cuva La inferioridad militar del absolutismo inglés continuo impo-
i m p o r t u n i d a d religiosa y obstrucción fiscal obligaron a Isabel sibilitando t o d o objetivo expansionista en el continente. De
a p r o c e d e r a nuevas ventas de tierras reales con objeto de re- esta f o r m a , la política exterior isabelina se limitó a u n a s m e t a s
ducir su dependencia respecto a él. La m a q u i n a r i a coactiva y
burocrática de la m o n a r q u í a era m u y reducida en comparación » C. Ornan, A history of the art of war in the sixteenth century, Lon-
con su prestigio político y su a u t o r i d a d ejecutiva. Le faltaba ^ C 19
a c i i c S n k , EluabetKs army, Oxford, 1966, pp. 12-13, 19-20,

^ " C r u i c k s h a n k ha sugerido que la ausencia de un soberano varón adul-


" Véanse las estimaciones comparativas de Elton sobre las leves oro- to cara dirigir personalmente a los e ércitos en el campo de batalla, du-
r a n t e cerca de sesenta años después de Enrique VIII puede haber con-
tribuí do a que no surgiera un ejército regular en esta época: Army royal,
páginas M0?MM. m. EHzabethan House <* Commons, Londres. 1949, Oxford, 1969, p. 189.
128 129
Europa occidental Inglaterra
131
118 Europa occidental Inglaterra

la administración de Cromwell comenzó a i n t r o d u c i r en el Palé Elo xvi hacia el e q u i p a m i e n t o y la expansión navales. Alrededor
i n s t r u m e n t o s burocráticos de gobierno m á s regulares. Kildare de 1500 la tradicional división m e d i t e r r á n e a e n t r e la galera de
f u e d e p u e s t o en 1534, y u n a rebelión protagonizada p o r su h i j o r e m o «alargada», c o n s t r u i d a p a r a la guerra, y el b a r c o de vela
f u e aplastada. E n 1540, E n r i q u e V I I I —habiendo r e p u d i a d o y a «redondo», utilizado p a r a el comercio, empezó a ser sustituida
al papado, que f u e quien invistió originariamente a la monar- en los m a r e s del n o r t e p o r la construcción de grandes b a r c o s
quía inglesa con el señorío de I r l a n d a p o r ser f e u d o de R o m a - de guerra equipados con a r m a s de fuego 2 6 . E n el nuevo t i p o
a s u m i ó el nuevo título de rey de Irlanda. En la práctica, sin de navios de guerra, las velas sustituyeron a los r e m o s y los
embargo, la m a y o r p a r t e de la isla permaneció f u e r a del con- soldados comenzaron a d e j a r su sitio a los cañones. Gracias a
trol de los Tudor, dominada bien p o r sus jefes Oíd Irish o p o r la creación del p r i m e r dique seco inglés en P o r t s m o u t h , en el
los señores Oíd English, e m p a r e n t a d o s con los p r i m e r o s y am- año 1496, E n r i q u e VII construyó dos b a r c o s de este tipo, p e r o
bos fieles al catolicismo, m i e n t r a s Inglaterra se p a s a b a a la el v e r d a d e r o responsable de la expansión «sostenida y sin pre-
Reforma. Hasta el tiempo de Isabel sólo se f o r m a r o n dos con- cedentes» del p o d e r í o naval inglés f u e E n r i q u e V I I I 2 7 , q u e
dados f u e r a de los límites del Palé. Posteriormente estallaron d u r a n t e los p r i m e r o s cinco años de su r e i n a d o i n c o r p o r ó a la
rebeliones salvajes en 1559-66 (Ulster), en 1569-72 (Munster) y a r m a d a , p o r m e d i o de la c o m p r a o la construcción, 24 navios
en 1579-83 (Leinster y Munster), a medida que la m o n a r q u í a de guerra, con lo que cuadruplicó su- t a m a ñ o . Hacia el final
intentaba i m p o n e r su a u t o r i d a d e instalar poblaciones New del reinado, la m o n a r q u í a inglesa poseía 53 b a r c o s y tenía u n
English de colonizadores p r o t e s t a n t e s p a r a r e p o b l a r el país Consejo Naval p e r m a n e n t e , creado en 1546. Las grandes carra-
Finalmente, d u r a n t e la larga guerra e n t r e Inglaterra y E s p a ñ a
cas de esta fase, con sus pesadas t o r r e s y su artillería recién
u n a insurrección que a r r a s t r ó a toda la isla contra la opresión
instalada, e r a n todavía u n o s i n s t r u m e n t o s torpes p a r a la guerra.
de los T u d o r f u e desencadenada en 1595 p o r O'Neill, jefe de
E n realidad, las batallas navales seguían siendo e n f r e n t a m i e n t o s
clan del Ulster, que llamó en su ayuda al p a p a d o y a E s p a ñ a
c u e r p o a cuerpo, y sobre el m a r , e n t r e soldados. E n la ú l t i m a
El régimen isabelino, decidido a conseguir la solución final
guerra de E n r i q u e V I I I , las galeras f r a n c e s a s todavía mantuvie-
del p r o b l e m a irlandés, movilizó los mayores ejércitos de todo
el r e i n a d o p a r a volver a o c u p a r la isla y anglicanizar al país de ron la iniciativa con su a t a q u e al Solent. D u r a n t e el r e i n a d o
u n a vez p o r todas, Las tácticas guerrilleras a d o p t a d a s p o r los de E d u a r d o VI se construyó u n nuevo dique en Chatham, p e r o
irlandeses f u e r o n c o n t r a r r e s t a d a s p o r u n a despiadada política la fuerza m a r í t i m a de los T u d o r experimentó u n f u e r t e descenso
de exterminio 2 5 . La guerra d u r ó nueve años, antes de que toda en las décadas siguientes, c u a n d o los planes navales españoles
resistencia fuese pulverizada p o r el c o m a n d a n t e inglés M o u n t j o y y portugueses se a d e l a n t a r o n a los ingleses con la invención
Antes de la m u e r t e de Isabel, I r l a n d a había q u e d a d o militar- del galeón, m á s rápido. Sin embargo, a p a r t i r del a ñ o 1579, el
m e n t e anexionada. Consejo Naval presidido p o r Hawkins impulsó u n a r á p i d a mo-
dernización y expansión de la flota real. Los galeones de p o c o
Sin embargo, esta notable operación f u e el único t r i u n f o calado f u e r o n equipados con cañones de largo alcance, situados
en tierra de las a r m a s de los Tudor: ganada con el m a y o r de en p l a t a f o r m a s m u y m a n e j a b l e s y destinados a h u n d i r a las
los esfuerzos f r e n t e a u n enemigo prefeudal, n o era repetible embarcaciones enemigas, en u n a batalla en movimiento, desde
en ningún o t r o sitio. Para el carácter de la clase t e r r a t e n i e n t e la m a y o r distancia posible. Los comienzos de u n a guerra marí-
inglesa y de su Estado, la decisiva evolución estratégica de tima con España, p r e p a r a d a desde m u c h o antes p o r la piratería
aquel tiempo se situaba en o t r a p a r t e : en el lento giro del si- inglesa en el Main, d e m o s t r a r o n la superioridad técnica de estos
25
nuevos barcos. «En 1588, Isabel I era d u e ñ a de la flota m á s
Algunas observaciones sobre las tácticas utilizadas para subyugar
a los irlandeses pueden verse en C. Falls, Elizabeth's Irish Wars Lon-
h í ™ ' \ P P - 3 2 6 -?', 3 4 1 ' 3 4 \ 3 4 5 ' U f u r i a i n ^ s a en Irlanda fue proba- » Sobre esta evolución, véanse Cipolla, Guns and sails in the early
blemente tan mortal como la furia española en los Países Bajos De phase of European expansión, pp. 78-81; y M. Lewis, The Spanish Armada,
hecho, no hay ninguna señal de que se moderase alguna vez por consi- Londres, 1960, pp. 61-80, que reivindica una prioridad inglesa, probable-
deraciones como las que, por ejemplo, impidieron a España la destruc-
ción de los diques holandeses, medida que el gobierno de Felipe II me
consideró como un genocidio; sobre esta comparación, véase Parker The " l G . L Marcus, A naval history of England, I, The formative centuries,
army of Flanders and the Spanish road, pp 134, 135. Londres, 1961, p. 30.
132 Europa occidental Inglaterra 118 133

poderosa que E u r o p a haya visto nunca» 2 8 . La Armada Inven- p o r u n i d a d fuese mayor 3 1 , el costo total de la construcción
cible f u e atacada p o r los cañones ingleses de medio alcance y naval y de su m a n t e n i m i e n t o eran m u c h o más b a j o s que los
dispersada en medio de la t o r m e n t a y la niebla. La seguridad de u n ejército p e r m a n e n t e : en las últimas décadas del reinado
insular q u e d ó garantizada y se echaron los cimientos de u n de Isabel, la relación de costos era de 1 a 3. Sin embargo, el
f u t u r o imperial. p r o d u c t o conseguido a lo largo de los siglos siguientes h a b r í a
Las consecuencias últimas de este nuevo dominio m a r í t i m o de ser m u c h o más alto: el imperio colonial b r i t á n i c o sería la
conseguido p o r Inglaterra f u e r o n dos. La sustitución de la gue- s u m a de ese p r o d u c t o . Toda la cosecha de este navalismo
r r a t e r r e s t r e p o r la naval tendió a especializar y a l e j a r la prác- e s t a b a todavía p o r ver. Pero, en b u e n a medida a causa de ella,
tica de la violencia militar, desplazándola sin peligro a u l t r a m a r . la clase t e r r a t e n i e n t e p u d o desarrollarse, ya en el siglo xvi, no
(Los barcos que la t r a n s p o r t a b a n eran, p o r supuesto, prisiones antagónicamente, sino al unísono, con el capital mercantil en
flotantes en las que se explotaba con notoria crueldad m a n o los p u e r t o s y condados.
de o b r a reclutada p o r la fuerza.) Al m i s m o tiempo, el interés La extinción del linaje T u d o r en 1603 y la llegada de la dinas-
naval de la clase d o m i n a n t e se dirigió de f o r m a p r e e m i n e n t e tía E s t u a r d o crearon u n a situación política f u n d a m e n t a l m e n t e
hacia u n a orientación comercial. Mientras el e j é r c i t o siempre nueva p a r a la m o n a r q u í a . Con la subida al t r o n o de J a c o b o I,
f u e u n a institución con un único objetivo, la a r m a d a era p o r Escocia se unió a I n g l a t e r r a p o r vez p r i m e r a a través de u n
naturaleza u n i n s t r u m e n t o dual, utilizable no sólo p a r a la gue- vínculo personal. Dos sistemas políticos radicalmente distintos
rra, sino p a r a el comercio 2 9 . De hecho, a lo largo del siglo xvi se unían a h o r a b a j o la m i s m a casa gobernante. En los p r i m e r o s
el grueso de las flotas inglesas lo constituyeron b a r c o s mer- m o m e n t o s , el impacto escocés en el modelo de desarrollo inglés
cantes a d a p t a d o s t e m p o r a l m e n t e p a r a la batalla m e d i a n t e la f u e m u y débil, precisamente a causa de la distancia histórica
introducción de cañones y capaces de volver al comercio u n a e n t r e a m b a s formaciones sociales; p e r o a largo plazo h a b r í a
vez t e r m i n a d a la guerra. El E s t a d o promovió n a t u r a l m e n t e esta de ser decisivo p a r a el destino del absolutismo inglés. Escocia,
adaptabilidad favoreciendo los diseños m e r c a n t e s que se ajus- c o m o Irlanda, se había m a n t e n i d o como u n a fortaleza celta
t a r a n a ella. La a r m a d a se convirtió así n o sólo en el «mayor» f u e r a de las f r o n t e r a s del control r o m a n o . Tras recibir en la
i n s t r u m e n t o del a p a r a t o coercitivo del E s t a d o inglés, sino en E d a d Oscura u n a mezcla de inmigración irlandesa, germánica
u n i n s t r u m e n t o «ambidextro», con p r o f u n d a s consecuencias so- y escandinava, su a b i g a r r a d o m a p a de clanes q u e d ó s u j e t o a
b r e la naturaleza de la clase gobernante 3 0 . Pues a u n q u e el costo u n a a u t o r i d a d regia central en el siglo xi, con jurisdicción
sobre t o d o el país, excepto el noroeste. E n la B a j a E d a d Media,
a
Garrett Mattingly, The defeat of the Spanish Armada, Londres, 1959, la intromisión del feudalismo a n g l o n o r m a n d o remodeló aquí
página 175. t a m b i é n la f o r m a del sistema político y social indígena. Pero
29
En el siglo x v m , cuando el Almirantazgo era el departamento que m i e n t r a s q u e en I r l a n d a t o m ó la f o r m a de u n a precaria con-
más gastaba del gobierno, la Marina no sólo dependía de la City para
que presionara en favor de su presupuesto, sino que tenía que negociar
quista militar que q u e d ó m u y p r o n t o anegada p o r el r e f l u j o
con ella si tendrían preferencia los intereses mercantiles o los estratégicos celta, en Escocia la nativa dinastía Canmore i m p o r t ó las ins-
a la hora de determinar las rutas de sus escuadras. Véase Daniel Baugh, tituciones y los colonos ingleses, promovió los lazos matrimo-
British naval administration in the age of Walpole, Princeton, 1965, p. 19. niales con la nobleza del sur y e m u l ó las e s t r u c t u r a s del m á s
30
Hintze comenta lacónicamente, y quizá con exceso de simplicidad:
«Inglaterra, en su seguridad insular, no necesitaba un ejército perma- avanzado reino del o t r o lado de la f r o n t e r a , con sus castillos,
nente, por lo menos de la magnitud continental, sino sólo una marina sus sheriffs, chambelanes y jueces. El r e s u l t a d o f u e u n a feu-
que pudiera servir los intereses del comercio y los objetivos de la guerra; dalización m u c h o m á s p r o f u n d a y extensa de la sociedad esco-
por consiguiente, no desarrolló un absolutismo». Y en una frase carac- cesa. La a u t o i m p u e s t a «normandización» eliminó las antiguas
terística añade: «El poder terrestre produce una organización que domina
a todo el organismo del Estado y le da una forma militar; el poder divisiones étnicas del país y creó u n a nueva línea de demarca-
marítimo es únicamente un puño armado que se lanza al mundo exterior ción lingüística y social e n t r e las Lowlands, donde la lengua
y que no es susceptible de ser utilizado contra un "ejército interior"».
11
Gesammelte Abhandlungen, I, pp. 59, 72. Hintze, que fue un partidario Los costes por hombre en el siglo siguiente fueron dos veces más
decidido del imperialismo naval guillermino antes de la primera guerra altos en el mar que en tierra. Naturalmente, una marina necesitaba tam-
mundial, tenía buenas razones para prestar una atención especial a la bién una industria de suministros y mantenimiento mucho más avanzada.
historia marítima de Inglaterra. Véase Clark, The seventeenth century, p. 119.
134 Europa occidental 135
Inglaterra
inglesa llegó a prevalecer j u n t o con los señoríos y los feudos
y las Highlands, donde el gaélico p e r m a n e c i ó c o m o lenguaje de no e r a n frecuentes las guerras privadas, y h a s t a que n o a s u m i ó
u n p a s t o r a l i s m o a t r a s a d o de clanes. C o n t r a r i a m e n t e a lo q U e el p o d e r el m i s m o Jacobo VI la m o n a r q u í a escocesa n o m e j o r o
ocurrió en Irlanda, el sector p u r a m e n t e celta q u e d ó reducido seriamente su posición. Jacobo, e m p l e a n d o u n a mezcla de con-
p a r a siempre a u n a minoría, confinada en el noroeste. Durante ciliación y coacción, desarrolló u n f u e r t e Consejo Privado,
el último período medieval, la m o n a r q u í a escocesa f u e incapaz apoyó y utilizó a unos nobles contra otros, creó nuevos pares,
de consolidar la disciplina real sobre sus dominios. La conta- i n t r o d u j o g r a d u a l m e n t e obispos en la Iglesia, a u m e n t ó la repre-
minación m u t u a e n t r e los modelos políticos de las Lowlands sentación de los pequeños b a r o n e s y de los burgos en el Par-
y las Highlands c o n d u j o a u n a semiseñorialización de las jefa- l a m e n t o local, subordinó a éste p o r medio de la creación de u n
t u r a s celtas de clanes, en las m o n t a ñ a s , y a u n a infección de comité c e r r a d o de dirección (los Lords of Articles) y pacificó la
la organización feudal escocesa p o r el sistema de clanes, en los f r o n t e r a 3 3 . A comienzos del siglo XVII, Escocia parecía u n país
llanos 3 2 . Sobre todo, la constante guerra fronteriza con In- reorganizado. Con todo, su e s t r u c t u r a sociopolítica m a n t e n í a u n
glaterra sacudió r e p e t i d a m e n t e al E s t a d o monárquico. E n las contraste n o t a b l e con la de la c o n t e m p o r á n e a Inglaterra. La
condiciones anárquicas de los siglos xiv y xv, en m e d i o del población era escasa —alrededor de 750.000 habitantes—, y las
incesante desorden fronterizo, los b a r o n e s t o m a r o n el control ciudades, muy pocas y pequeñas, eran ciudades de pastores.
hereditario de las sheriffdoms y establecieron jurisdicciones Las grandes casas nobles c o m p r e n d í a n a u n tipo de p o t e n t a d o s
privadas, a la vez que los p o t e n t a d o s a r r a n c a b a n «regalías» territoriales desconocido en Inglaterra —los Hamilton, Huntly,
provinciales de la m o n a r q u í a y p r o l i f e r a b a n b a j o a m b o s las Argyll, Angus—, q u e controlaban grandes zonas del país con
redes de p a r e n t e s c o vasallático. plenos poderes reales, séquitos militares y a r r e n d a t a r i o s depen-
La sucesiva dinastía E s t u a r d o , a r r u i n a d a p o r las minorías dientes. Los señoríos e s t a b a n m u y extendidos e n t r e la p e q u e ñ a
inestables y los gobiernos de regencia, f u e incapaz de hacer nobleza; los Justices of the Peace, enviados con cautela p o r el
grandes cosas c o n t r a el desorden endémico del país d u r a n t e los rey, h a b í a n sido reducidos a la nada. La n u m e r o s a clase de
siguientes ciento cincuenta años, m i e n t r a s Escocia se ataba pequeños propietarios estaba a c o s t u m b r a d a a las escaramuzas
cada vez m á s a Francia p o r m e d i o de alianzas diplomáticas, en a r m a d a s . El c a m p e s i n a d o pobre, liberado de la servidumbre
busca de protección contra la presión inglesa. A mediados del en el siglo xiv, n u n c a había realizado u n a rebelión de impor-
siglo xvi, la abierta dominación f r a n c e s a p o r medio de la regen- tancia. La sociedad escocesa, económicamente p o b r e y cultu-
cia de u n Guisa provocó u n a xenobofia aristocrática y p o p u l a r r a l m e n t e aislada, conservaba todavía u n c a r á c t e r f u e r t e m e n t e
que proporcionó m u c h a fuerza a los partidarios locales de la medieval; el E s t a d o escocés n o era m u c h o m á s seguro que la
Reforma: las ciudades, los señores y los nobles se levantaron m o n a r q u í a inglesa después de Bosworth.
contra la administración francesa, cuyas líneas de comunicación A pesar de todo, la dinastía E s t u a r d o , t r a n s p l a n t a d a a In-
con el continente f u e r o n cortadas p o r la flota inglesa en 1560, glaterra, persiguió los ideales de la realeza absolutista, que e r a n
con lo que se aseguró el éxito del p r o t e s t a n t i s m o escocés. Pero en este m o m e n t o las n o r m a s corrientes en todas las cortes de
el cambio religioso, que en adelante separó a Escocia de Ir- E u r o p a occidental. J a c o b o I, a c o s t u m b r a d o a u n país en el q u e
landa, hizo m u y poco p a r a t r a n s f o r m a r la fisonomía política del los magnates territoriales hacían sus propias leyes y en el que
país. Las Highlands gaélicas, que f u e r o n las únicas en perma- el P a r l a m e n t o contaba poco, se e n c o n t r ó u n reino en el que el
necer fieles al catolicismo, se hicieron más salvajes y más tur- militarismo de los grandes había sido destruido, y n o f u e capaz
bulentas en el t r a n s c u r s o del siglo. Y m i e n t r a s en el s u r las
de ver que el P a r l a m e n t o r e p r e s e n t a b a el núcleo central del
mansiones r u r a l e s acristaladas eran el nuevo rasgo del p a i s a j e
p o d e r nobiliario. El carácter m u c h o m á s desarrollado de la
de los Tudor, en la zona fronteriza y en las Lowlands se seguían
sociedad inglesa le hizo creer d u r a n t e cierto tiempo, de f o r m a
construyendo castillos sólidamente fortificados. En todo el rei-
engañosa, que era m á s fácil de gobernar. El régimen jacobeo,
despectivo y f a l t o de comprensión hacia el Parlamento, n o hizo
ningún esfuerzo p a r a suavizar el creciente sentimiento de opo-
" Sobre esté proceso, véase T. C. Smout, A history of the Scottish
people, 1560-1830, Londres, 1969, pp. 44-7, que incluye un agudo análisis s<>
cial de Escocia antes de la Reforma. » G. Donaldson, Scotland; Jamís V to James VII, Edimburgo, 1971,
páginas 215-28, 284-90.
137
118 Europa occidental Inglaterra

sición de la gentry inglesa. Una corte ostentosa se combinaba agrario y mercantil había e x p e r i m e n t a d o avances m á s rápidos
con u n a política exterior inmovilista, basada en el acercamiento a u e los de cualquier otra nación, excepto los Países Bajos, y los
a España, dos cosas igualmente impopulares p a r a el grueso de sectores m á s i m p o r t a n t e s de la aristocracia inglesa {peerage
la clase terrateniente. Las doctrinas sobre el derecho divino y gentry) se habían a d a p t a d o a ellos. El r e f o r z a m i e n t o político
de la m o n a r q u í a e n c a j a b a n bien con el ritualismo religioso de del E s t a d o feudal ya n o correspondía, p o r tanto, al carácter so-
a j e r a r q u í a conservadora de la Iglesia. Las prerrogativas leea cial de la mayor p a r t e de la clase social sobre la que inevitable-
les se utilizaron c o n t r a el derecho común, y la venta de m o mente tenía que apoyarse. T a m p o c o existía ningún peligro so-
nopolios y de cargos c o n t r a la oposición p a r l a m e n t a r i a a los cial procedente de a b a j o que obligara a r e f o r z a r los lazos e n t r e
impuestos. Sin embargo, esta i n o p o r t u n a dirección del gobierno la m o n a r q u í a y la gentry. Como n o había ninguna necesidad de
real en Inglaterra n o e n c o n t r ó u n a resistencia similar en Esco- u n gran ejército p e r m a n e n t e , el nivel impositivo de Inglaterra
cia ni en Irlanda, donde las aristocracias locales f u e r o n atraídas permaneció n o t a b l e m e n t e b a j o , quizá u n tercio o u n c u a r t o del
mediante u n calculador patronazgo, p o r el rey, m i e n t r a s el Uls-
que había en Francia a principios del siglo x v n * . Sólo u n a
ter era colonizado p o r inmigraciones masivas procedentes de
pequeña p a r t e de esos impuestos recaía sobre las masas rura-
las Lowlands, p a r a garantizar el p r e d o m i n i o p r o t e s t a n t e Pero
les, m i e n t r a s que los pobres de cada p a r r o q u i a recibían u n a
hacia el final del reinado la posición política de la m o n a r q u í a
caridad prudencial procedente de los fondos públicos. El resul-
E s t u a r d o estaba peligrosamente aislada en su reino central
tado de esto f u e u n a paz social relativa en el c a m p o despues
p o r q u e la e s t r u c t u r a social subyacente en Inglaterra se le esca-
p a b a de las m a n o s al i n t e n t a r alcanzar los objetivos institucio- del m a l e s t a r agrario de mediados del siglo xvi. Por otra parte,
nales que se estaban alcanzando con éxito en casi todos los el campesinado n o sólo estaba s u j e t o a u n a carga impositiva
países del continente. m u c h o más liviana que en otros países, sino que estaba inter-
n a m e n t e más diferenciado. Con el í m p e t u comercial a c u m u l a d o
Un siglo después de la disolución de los monasterios, mien- en el campo, eSa estratificación hizo posible y rentable, a su
tras la población de Inglaterra se había duplicado, el volumen vez, el a b a n d o n o virtual del cultivo directo p o r la aristocracia
de la n o b eza y de la gentry se triplicó y a u m e n t ó su propor- y la gentry, y su sustitución p o r el arriendo de la tierra. El
ción en el r e p a r t o de la riqueza nacional, con u n salto espe- resultado fue la consolidación de un estrato de kulaks relativa-
cialmente notable a principios del siglo x v n , c u a n d o el alza m e n t e acomodados (la yeomanry) y de u n gran n ú m e r o de asa-
de las r e n t a s s u p e r ó a la de los precios, con el consiguiente lariados rurales, j u n t o a la masa campesina. La situación en
beneficio p a r a el c o n j u n t o de la clase terrateniente. E s posible las aldeas se hizo, p o r tanto, razonablemente segura p a r a la
que los ingresos netos de la gentry se cuadruplicaran en el siglo nobleza, que ya n o tenía que t e m e r ninguna otra insurrección
siguiente a 1530*. El sistema triádico c o m p u e s t o p o r el señor r u r a l y, p o r consiguiente, n o tenía ningún interés en la creación
el a r r e n d a t a r i o y el j o r n a l e r o agrícola - f u t u r o a r q u e t i p o de de u n a f u e r t e m á q u i n a coactiva centralizada a disposición del
c a m p o i n g l é s - , ya iba apareciendo en las p a r t e s más ricas de Estado. Al m i s m o tiempo, el b a j o nivel impositivo que con-
la Inglaterra rural. Al m i s m o tiempo, tuvo lugar en Londres tribuyó a esta calma agraria imposibilitó la aparición de u n a
u n a concentración sin precedentes de comercio y manufactu- e n o r m e b u r o c r a c i a erigida p a r a asegurar el f u n c i o n a m i e n t o del
r a s que llego a ser siete u ocho veces m a y o r en el reinado de sistema fiscal. Al h a b e r a s u m i d o la aristocracia las funciones
Carlos I que en el de E n r i q u e VIII, lo que hizo de ella la capital administrativas locales desde la E d a d Media, la m o n a r q u í a
m a s d o m i n a n t e de cualquier país de E u r o p a alrededor de 1630 siempre estuvo privada de u n a p a r a t o profesional regional. La
Antes de final de siglo, Inglaterra ya contaba con algo seme-
íante a u n m e r c a d o interior único 3 5 . Así pues, el capitalismo de la economía europea en el siglo x v n . en Entorno a los orígenes de
la revolución industrial, Madrid, Siglo XXI, 1978 .
» Christopher Hill, The century of revolution, Londres, 1961, p. 51 Lt.l
siglo dé la Polución, Madrid, Ayuso, 1972], En 1628, los ingresos de
1972 LnnSt£>ns' Sí® ¿T"u° f tHe
, ?nglish revolution, 1529-1642, Londres, Luis XIII procedentes de Normandía fueron iguales a los ingresos -
' , m eEjSot ra r°ebs ruam' e an d m l r a b I e P° r su sobriedad y capacidad cales de toda Inglaterra obtenidos por Carlos I; L. Stone, en «Discus-
h e de esta época sfon of Trevor-Roper's general crisis,, Past and Present, 18. noviembre
E. J. Hobsbawm, «The crisis of the seventeenth century» en Aston
comp., Crisis in Europe, 1560-1660, Londres, pp. 47-9 [«La Trisis generé de 1960, p. 32.
124 Europa occidental 139
Inglaterra
tendencia de los E s t u a r d o hacia u n a b s o l u t i s m o desarrollado tados en su mayoría, sin embargo, al a p a r a t o ideológico-clencal
tropezó, pues, desde el principio, con u n a m u l t i t u d de obs- del Estado, q u e comenzó a inculcar b a j o a m b o s soberanos el
táculos. derecho divino y el ritual hierático. P e r o el a p a r a t o económico-
b u r o c r á t i c o permaneció s u j e t o a f u e r t e s restricciones fiscales.
En 1625, Carlos I a b o r d ó —de f o r m a consciente, a u n q u e en El P a r l a m e n t o controlaba el derecho a i m p o n e r contribuciones,
general inepta— la tarea de construir u n absolutismo m á s avan- y desde los p r i m e r o s años de J a c o b o I resistió todos los esfuer-
zado con los materiales poco p r o m e t e d o r e s q u e tenía a su dis- zos que se hicieron p a r a prescindir de él. E n Escocia, la dinas-
posición. La cambiante a t m ó s f e r a de las sucesivas administra- tía podía i n c r e m e n t a r a voluntad los impuestos, especialmente
sobre las ciudades, ya q u e los Estados carecían de u n a tradi-
ciones de la corte n o ayudó a la m o n a r q u í a : la peculiar com- ción sólida de deliberación sobre las contribuciones. E n Irlanda,
binación de corrupción jacobea y p u r i t a n i s m o carolino —desde la draconiana administración de S t r a f f o r d reclamó tierras y
Buckingham hasta L a ú d - resultó especialmente enervante r e n t a s de la gentry a v e n t u r e r a que había llegado allí después
de la conquista isabelina, y p o r vez p r i m e r a hizo de la isla u n a
p a r a la m a y o r p a r t e de la gentry Los caprichos de su política saneada f u e n t e de ingresos p a r a el E s t a d o » . Pero en la p r o p i a
e x t e n o r debilitaron también a la m o n a r q u í a desde el comienzo Inglaterra, donde radicaba el p r o b l e m a central, tales remedios
del remado. El f r a c a s o de la intervención inglesa en la guerra n o e r a n posibles. Limitado p o r la a n t e r i o r prodigalidad de los
de los Treinta Anos se complicó con u n a innecesaria e inútil T u d o r con las propiedades reales, Carlos I r e c u r r i ó a todos
los posibles i n s t r u m e n t o s feudales y neofeudales en su b ú s q u e d a
guerra con Francia, inspirada c o n f u s a m e n t e p o r Buckingham de ingresos impositivos capaces de sostener, f u e r a del control
bin embargo, una vez t e r m i n a d o este episodio, la dirección ge- p a r l a m e n t a r i o , u n a extensa m a q u i n a r i a estatal: la revitalización
neral de la política dinástica f u e relativamente coherente. El de los derechos de tutela, los estipendios p o r t r a n s f e r e n c i a de
títulos caballerescos, el u s o de prerrogativas regias, la multi-
Parlamento, que había denunciado con vigor la dirección de la plicación de los monopolios y la inflación d e honores. Fue
guerra y al m i n i s t r o sobre el que recaía su responsabilidad especialmente en estos años c u a n d o la venta de cargos se con-
f u e disuelto indefinidamente. E n la década siguiente, de «go- virtió p o r vez p r i m e r a en u n a f u e n t e i m p o r t a n t e de ingresos
bierno personal», la m o n a r q u í a tendió u n a vez más a acercarse reales —del 30 al 40 p o r 100—, y, simultáneamente, la remu-
neración de los titulares de cargos en u n a p a r t e i m p o r t a n t e del
a la alta nobleza, i n f u n d i e n d o nuevo vigor a la j e r a r q u í a f o r m a l gasto estatal 3 9 . Todos estos dispositivos se m o s t r a r o n inade-
de cuna y rango d e n t r o de la aristocracia p o r medio de la cuados: su p r o f u s i ó n sólo sirvió p a r a e n e m i s t a r a la clase terra-
concesion de privilegios a los pares, una vez que había p a s a d o teniente, q u e en su m a y o r p a r t e estaba d o m i n a d a p o r u n a
aversión p u r i t a n a hacia la nueva corte y hacia la nueva Iglesia.
el peligro de u n militarismo nobiliario en Inglaterra E n las Significativamente, la ú l t i m a tentativa de Carlos I p a r a crear
ciudades se reservaron monopolios y beneficios p a r a el e s t r a t o u n a b a s e fiscal seria f u e su proyecto de extender el único
más alto de los comerciantes u r b a n o s que f o r m a b a n el patri- i m p u e s t o tradicional p a r a la defensa que existía en Inglaterra:
ciado tradicional de los municipios. El grueso de la gentry y el pago p o r los p u e r t o s de u n a contribución (o ship money)
p a r a el m a n t e n i m i e n t o de la a r m a d a . E n unos pocos años, este
de los nuevos intereses mercantiles f u e r o n excluidos del con- i n t e n t o se vio s a b o t e a d o p o r la negativa de los n o r e m u n e r a d o s
cierto real. E s t a s m i s m a s preocupaciones se hicieron evidentes Justices of the Peace locales p a r a recaudarlo.
en la reorganización episcopal de la Iglesia b a j o Carlos I, que
restableció la disciplina y la moral del clero, a costa de a m p l i a r
a distancia religiosa entre los ministros y los propietarios loca-
les. Los éxitos del absolutismo de los E s t u a r d o q u e d a r o n limi-

" Estos aspectos del gobierno de los Estuardo dan el clima, pero no
las razones, del creciente conflicto político de principios del siglo xvn
j£c°r"5°P,er.10? e v o c a c?n «ran b r í o poderoso análisis de estos
años: Histortcal essays, Londres, 1952, pp. 13045. Sin embargo, es un
error pensar que los problemas de la monarquía Estuardo podían solu-
cionarse simplemente con una mayor habilidad y competencia políticas, » El significado del régimen de Strafford en Dublín y la reacción que
como sugiere el autor. En la práctica, quizá ningún error de los Estuardo provocó en la clase terrateniente de los New Enghsh se discuten en T Ran-
fuese tan fatídico como la imprevisora venta de tierras realizada por sus ger. «Strafford in Ireland: a revaluation», en Aston, comp.. Crisis w
predecesores Tudor. Lo que impidió la consolidación del absolutismo "n
carencla de EU
personal cimientos institucionales, y no de capacidad »g: A [ ^ T h l k Z V s 'servants: the civil service of Charles I, lan-
dres, 1961, p. 248.
141
140 Europa occidental Inglaterra

La elección de este p r o g r a m a , y su fracaso, revelaron en desviación de las n o r m a s del ^ ^ ^ ^ ^ / d T d


s u E Parla-
®ó c o m o confirmación negativa de su necesidad
creux los elementos que faltaban p a r a que f u e r a posible una
versión inglesa de Versalles. El absolutismo continental se ha- S e n t ó , convocado in ^ ^ s Z c o c e s e l p Z e Z a s u p r i m i r
bía c o n s t r u i d o sobre sus ejércitos. Por u n a extraña ironía, el d e la d e r r o t a militar . ^ ^ ^ " ^ " u a r d o , p r o c l a m a n d o la
absolutismo insular sólo podía existir con sus débiles ingresos
m i e n t r a s no tuviera necesidad de crear un ejército. En efecto, s r r j m S 8 £ £ s
sólo el P a r l a m e n t o podía proveer los recursos necesarios, pero
u n a vez convocado era seguro que comenzaría muy p r o n t o a
d e s m a n t e l a r la a u t o r i d a d de los E s t u a r d o . Por idénticas razo- conseguir el control J ^ ^ r S a n T s a c o n d u j o al Par-
nes históricas, la creciente rebelión política contra la m o n a r q u í a crear p a r a s u p n m i r la i n ^ r r e c a ó n : q i n g l é s s e vio
no poseía en Inglaterra los i n s t r u m e n t o s precisos p a r a una l a m e n t o y al rey a la ^ « ^ i t a d a r i s n u , aristocrático y la
insurrección a r m a d a c o n t r a ella; incluso la oposición de la a r r a s t r a d o a la crisis poi ci •r . „ t n e s DOr fuerzas
gentry carecía de un núcleo central p a r a un asalto constitucio- desesperación de los ^ f ^ ' f p i r o f u c d í n b a d o en
nal c o n t r a el gobierno personal del rey m i e n t r a s n o h u b i e r a históricamente retrasada r e s , * ¿el.Je ^ ^
u n a convocatoria del Parlamento. El p u n t o m u e r t o e n t r e ambos su centro p o r u n a gemry fuerzas que iban p o r
antagonistas se q u e b r ó en Escocia. En 1638, el clericalismo
carolino, que ya había amenazado a la nobleza escocesa con la
m a d u r e z el ab*o"uttsmo inglés f n e d e r r i b a d o p o r u n a revolu-
recuperación de las tierras y los diezmos eclesiásticos secula-
rizados, provocó finalmente u n levantamiento religioso p o r la ción burguesa.
imposición de u n a liturgia anglicanizada. Los Estados escoceses
se unieron p a r a rechazarla, y su Alianza contra esa imposición
adquirió u n a inmediata fuerza material p o r q u e en Escocia la
aristocracia y la gentry n o estaban desmilitarizadas: la estruc-
t u r a social m á s arcaica del reino originario de los E s t u a r d o
conservaba los vínculos guerreros de u n t a r d í o sistema político
medieval. La Alianza f u e capaz de poner en pie u n e j é r c i t o for-
midable, que p u d o e n f r e n t a r s e a Carlos en el corto espacio de
unos meses. Los grandes y los propietarios reunieron a sus
agricultores a r m a d o s ; los burgos proporcionaron fondos p a r a la
causa; los mercenarios veteranos de la guerra de los Treinta
Años a p o r t a r o n oficiales profesionales. El m a n d o de u n ejército
respaldado p o r los pares f u e confiado a u n general que había
vuelto del servicio en Suecia 4 0 . La m o n a r q u í a inglesa n o podía
reunir u n a fuerza comparable. Existía, pues, u n a lógica subya-
cente en el hecho de que fuese la invasión escocesa de 1640
la que pusiera fin al gobierno personal de Carlos I. El absolu-
tismo inglés pagó el castigo p o r su falta de fuerzas armadas.

" Los coroneles del ejército eran nobles, los capitanes eran propieta-
rios y los soldados «jóvenes y fornidos labradores» que les servían como
arrendatarios: Donaldson, Scotland: James V to James VII, pp. 100-2. ™ « e u r o que Carlos I precipitara inconscien-
Alexander Leslie, comandante del ejército del Covenant, era un antiguo « Es posible, aunque no seguro q s u s n e g 0 ciaciones
gobernador de los Vasa en Stralsund y Francfort del Oder; con él y temente la rebelión de los Oíd ¿ ™ » £ « ¿ f c e n I r l a n d a en 1641: véase
sus colegas llegó a Gran Bretaña la experiencia europea de la guerra de Londres, 1966, PP- 227-9.
los Treinta Años.
6. ITALIA 143
Jtalia

derico II anunció su llegada al sur de Italia con la promulga-


ción de las leyes de Capua de 1220, que reafirmaban un for-
midable control centralizado del Regno. Alguaciles reales sus-
tituyeron a los alcaldes en las ciudades; los nobles fueron des-
poseídos de sus principales castillos; la herencia de los feudos
quedó sujeta a la supervisión monárquica; las donaciones de
tierras señoriales fueron canceladas y se restablecieron los im-
puestos feudales para el mantenimiento de una flota . Las
El Estado absolutista surgió en la era del Renacimiento. Italia leyes de Capua fueron puestas en vigor a punta de espada, y
preparo el terreno para muchas de sus técnicas administrativas completadas una década después por las Constituciones de Melfi
y diplomáticas. De ahí que sea preciso preguntar: ¿por qué (1231) que codificaron el sistema legal y administrativo del rei-
no alcanzó nunca la propia Italia un absolutismo nacional? Na no, suprimiendo los últimos vestigios de autonomía u r b a n a y
turalmente, está claro que las instituciones medievales univer- reduciendo fuertemente los señoríos clericales. Los nobles, los
salistas del papado y del imperio actuaron como un freno en prelados y las ciudades fueron sometidos a la monarquía por
el desarrollo de una monarquía territorial ortodoxa, tanto en medio de un complejo sistema burocrático que comprendía un
Italia como en Alemania. En Italia, el papado resistió contra cuerpo de jueces reales, que actuaban en las provincias a la
toda tentativa de conseguir la unificación territorial de la pe- vez como comisarios, y t r a b a j a b a n con documentos escritos.
nínsula. Sin embargo, esta resistencia por sí sola no habría Estos cargos eran rotativos para impedir que quedaran atrapa-
bastado necesariamente para bloquear tal salida, porque el pa- dos en las redes de intereses de los señores locales 2 . Los cas-
pado fue notablemente débil durante largos períodos de tiempo tillos se multiplicaron para intimidar a las ciudades o a los
Un rey francés fuerte como Felipe el Hermoso no tuvo ninguna señores rebeldes. La población musulmana de Sicilia occiden-
dificultad en ocuparse de él manu militari, utilizando medios tal que se había mantenido en las montañas hasta convertirse
simples y obvios: el secuestro en Anagni y la cautividad en e n ' u n a espina constantemente clavada en el costado del Estado
Avmon. Fue la ausencia de un poder semejante en Italia lo normando, fue conquistada y asentada en Apulia: la colonia
que permitió las maniobras políticas del papado. El determi- árabe de Lucera suministró a Federico una fuerza única de
nante fundamental del fracaso en producir un absolutismo na- tropas islámicas profesionales para sus campañas en Italia.
cional hay que buscarlo en otra parte. Radica, precisamente, Económicamente, el Regno se organizó con no menor racionali-
en el desarrollo p r e m a t u r o del capital mercantil en las ciudades dad Los peajes interiores fueron abolidos y se ínstalo un es-
del norte de Italia, que impidió la aparición de un poderoso tricto servicio de aduanas exterior. El control estatal del comer-
Estado feudal reorganizado en el plano nacional. La riqueza cio exterior de grano p r o d u j o grandes beneficios a las pro-
y la vitalidad de las comunas lombardas y toscanas derrotó el piedades reales, las mayores productoras de trigo en Sicilia.
máis s e n o esfuerzo por establecer una monarquía feudal unifi- Algunos monopolios importantes de artículos de consumo y un
cada que podría haber echado las bases de un absolutismo pos- incremento regular en los impuestos sobre la tierra produjeron
t e n o r , esto es, la tentativa de Federico II en el siglo x m p o r sustanciales ingresos fiscales; incluso llegó a acuñarse una mo-
extender, desde su base en el sur, su Estado señorial relativa- neda nominal de oro 3 . La solidez y prosperidad de esta fortaleza
mente avanzado. de los Hohenstaufen en el sur permitió a Federico II realizar
una formidable tentativa para crear un Estado imperial unitario
El emperador poseía muchas bazas para sus proyectos. Italia
del sur era la única parte de Europa occidental en la que se a lo largo de toda la península.
combinaban una jerarquía feudal en forma de pirámide im- Reclamando toda Italia como herencia suya, y reuniendo
plantada por los normandos, y un fuerte legado bizantino de para su causa a la mayor parte de los señores feudales dispersos
autocracia imperial. El reino de Sicilia se había desmoronado
en la más completa confusión durante los últimos años de go- ' G Masson, Frederick II of Hohenstaufen, Londres 1957, pp. 77-82.
2
Sobre los justicias, véase E. Kantorowicz, Frederick the Second,
bierno normando, cuando los señores locales tomaron para sí
Londres, 1931, pp. 272-9.
mismos los poderes provinciales y las propiedades reales Fe- 1
Masson, Frederick II of Hohenstaufen, pp. 165-70.
174
Europa occidental Suecia

del norte, el e m p e r a d o r tomó la Marca e invadió L o m b a r d í a llegaron a e s t a r controlados p o r él; las transacciones legales
Durante u n breve período de tiempo, sus ambiciones parecieron se concentraron en sus tribunales, y un impuesto general sobre
e s t a r a p u n t o de realizarse: en 1239-40, Federico elaboró un la r e n t a del clero se estableció con pleno éxito 6 . Al m i s m o
anteproyecto p a r a la f u t u r a administración de Italia c o m o un tiempo, sin embargo, la posición del p a p a d o como E s t a d o ita-
solo Estado real, dividido en provincias gobernadas p o r vicarios liano permaneció e x t r e m a d a m e n t e débil e ineficaz. Los papas
generales y capitanes generales, de a c u e r d o con el modelo de los sucesivos malgastaron e n o r m e s esfuerzos en el intento de con-
jueces sicilianos, n o m b r a d o s p o r el e m p e r a d o r y elegidos de solidar y extender el «Patrimonio de Pedro» en la Italia central
e n t r e su séquito de la Apulia «. La c a m b i a n t e f o r t u n a de la gue- pero el p a p a d o medieval no p u d o establecer ningún control
r r a impidió la estabilización de esta e s t r u c t u r a , pero su lógica seguro o digno de confianza ni siquiera en la pequeña región
y coherencia eran evidentes. Incluso el revés final y la m u e r t e que estaba b a j o su soberanía nominal. Las pequeñas ciudades
del e m p e r a d o r no deshicieron la causa gibelina. Su h i j o Man- de las colinas de Umbría y de la Marca resistieron vigorosa-
fredo, incluso sin nacimiento legítimo ni título imperial, fue m e n t e la intervención papal en su gobierno, m i e n t r a s a m i s m a
capaz de restablecer muy p r o n t o el dominio estratégico del po- ciudad de Roma era con frecuencia t u r b u l e n t a o desleal . No
der de los H o h e n s t a u f e n en la península, d e r r o t a n d o a los se creó ninguna burocracia viable p a r a a d m i n i s t r a r el E s t a d o
guelfos florentinos en Montaperti. Pocos años después sus ejér- papal, cuya situación interna, por consiguiente, fue confusa y
citos amenazaron con c a p t u r a r al propio S u m o Pontífice en anárquica d u r a n t e largos períodos de tiempo. Los ingresos fis-
Orvieto, en una acción que prefiguró el f u t u r o coup de main cales del Patrimonio alcanzaban tan sólo al 10 por 10U de
trances en Anagni. Con todo, los éxitos temporales de la dinas- las rentas totales del papado, pero los costos de su manteni-
tía se m o s t r a r í a n finalmente ilusorios: en las prolongadas gue- miento y protección f u e r o n p r o b a b l e m e n t e , d u r a n t e la mayor
r r a s e n t r e guelfos y gibelinos el linaje de los H o h e n s t a u f e n p a r t e del tiempo, m u c h o más altos que los ingresos que produ-
acabo d e r r o t a d o y destruido. cía. El servicio militar que debían p r e s t a r los súbditos del p a p a
El p a p a d o f u e el vencedor f o r m a l de esta contienda, orques- —ciudades y feudos del territorio pontificio— también era insu-
tando c l a m o r o s a m e n t e la lucha c o n t r a el «Anticristo» imperial ficiente p a r a c u b r i r sus necesidades defensivas 8 . Financiera y
y su progenie. Pero el papel ideológico y político de los papas militarmente, el E s t a d o papal, en cuanto principado italiano,
sucesivos —Alejandro III, Inocencio IV y U r b a n o IV— en el era una unidad deficitaria. Opuesto en solitario c o n t r a el Regno
a t a q u e c o n t r a el p o d e r de los H o h e n s t a u f e n en Italia nunca del sur, nada tenía que hacer.
correspondio a la verdadera fuerza política o militar del p a p a d o La razón básica del f r a c a s o de los H o h e n s t a u f e n en su intento
Durante largo tiempo, la Santa Sede careció incluso de los mo- p o r unificar la península radica en otra parte, esto es, en la
destos recursos administrativos de u n p r i n c i p a d o medieval
decisiva superioridad económica y social del norte de Italia,
Hasta el siglo x n , tras el conflicto de las investiduras con el
que tenía el doble de población que el sur y la inmensa mayor
imperio en Alemania, el p a p a d o no tuvo u n a corte n o r m a l
p a r t e de los centros u r b a n o s p r o d u c t o r e s de comercio y manu-
comparable a la de los Estados seculares de la época con la
facturas. El reino de Sicilia sólo tenía tres ciudades de mas de
constitución de la curia romanaMás tarde, el p o d e r papal
20 000 habitantes, m i e n t r a s que el norte tenía mas de veinte
siguió curiosamente caminos divergentes de a c u e r d o con su
doble trayectoria eclesiástica y secular. Dentro de la Iglesia Las exportaciones de cereales que p r o p o r c i o n a b a n la principal
universal, el p a p a d o construyó p a u l a t i n a m e n t e u n a a u t o r i d a d riqueza del sur eran, de hecho, un síntoma indirecto del predo-
autocratica y centralista cuyas prerrogativas s u p e r a b a n con mu- minio comercial del norte, p o r q u e las p r ó s p e r a s comunas de
cho las de cualquier m o n a r q u í a temporal de la época. La «ple- Lombardía, Liguria y Toscana i m p o r t a b a n el grano a causa de
nitud de potestad.» concedida al p a p a no estaba limitada por su avanzada división del t r a b a j o y de su concentración demo-
ninguna de las restricciones feudales normales, los Estados o
6
los Consejos. Los beneficios clericales de toda la cristiandad Barraclough, The mediaeval Papacy. pp. 120-6.
7
D Waley The Papal State in the thirteenth century, Londres 1961
páginas 6 W describe la naturaleza y el éxito de esta resistencia de las
4
Kantorowicz, Frederick the Second, pp. 487-91. ^WaTey, The Papal State in the thirteenth century, pp 273, 275, 295, 296.
G. Barraclough, The mediaeval Papacy, Londres, 1958, pp. 93-100. • G. Procacci, Storia degli italiam. I, Barí, 1969, p. 34.
146 Europa occidental Italia
147
gráfica, m i e n t r a s que los excedentes del Mezzogiorno eran por b a r d a p u d o d e f e n d e r el n o r t e victoriosamente c o n t r a las inva-
el contrario, el signo de u n c a m p o débilmente poblado.' Así siones imperiales, p e r o n o f u e capaz de c o n q u i s t a r el s u r feu-
pues, los recursos de las c o m u n a s siempre f u e r o n m u c h o mayo- dal" f u e r o n caballeros franceses quienes tuvieron que lanzar el
res q u e los que el e m p e r a d o r podía movilizar en Italia y aun- ataque contra el reino de Sicilia. Lógicamente, quienes hereda-
que f r e c u e n t e m e n t e estuvieran divididas, su m i s m a existencia ron el s u r n o f u e r o n las ciudades toscanas o l o m b a r d a s , sino
como repúblicas u r b a n a s a u t ó n o m a s se veía amenazada p o r la los nobles angevinos, i n s t r u m e n t o necesario de la victoria ur-
perspectiva de u n a m o n a r q u í a peninsular unificada. La p r i m e r a bana, que se a p r o p i a r o n de sus f r u t o s . Poco despues, la rebelión
tentativa de los H o h e n s t a u f e n p o r i m p l a n t a r la soberanía impe de las Vísperas Sicilianas contra el dominio f r a n c é s t e r m i n ó
con la integridad del p r o p i o Regno. Los territorios de b a r o n í a
' V f IT 6 1 d e S C e n S O d e F e d e r i c o 1 d e s d e Alemania a
través de los Alpes en el siglo x n - f u e rechazado de f o r m a del S u r se divieron en lucha abierta e n t r e los angevinos y los
r e s o n a n t e p o r la Liga Lombarda, con la gran victoria de sus aragoneses, que los reclamaban, en u n a c o n f u s a refriega, cuyo
milicias u r b a n a s sobre el e j é r c i t o de B a r b a r r o j a en Legnano resultado final h a b r í a de a c a b a r con cualquier perspectiva fu-
t u r a de u n dominio de Italia p o r el sur. El papado, m e r o rehén
fpn H H <ai 6 1 t r a S l a d o ° d C l E b a S e d i n á s t i c a d e l o s Hohenstau-
3 SÍCÍHa y la de Francia en este m o m e n t o , f u e d e p o r t a d o a Avmon, aban-
t / ™ P l a n t a c i ó n de la m o n a r q u í a
centralizada de Federico I I en tierras del s u r de Italia, el peli- d o n a n d o la península d u r a n t e m e d i o siglo.
™ absorcion m o n á r q u i c a y señorial a u m e n t ó p a r a las Las ciudades del n o r t e y del c e n t r o q u e d a r o n así libres p a r a
™aSHde proporcional. Una vez más, las ciudades lom- su propio y a s o m b r o s o desarrollo político y cultural El eclipse
b a r d a s , dirigidas p o r Milán, f u e r o n las que f r u s t r a r o n esencial- simultáneo del imperio y del p a p a d o convirtió a Italia en e
eslabón débil del feudalismo occidental: desde mediados del
s T í n f a V a r , d e l T P e r a d ° r h a d a e l n o r t e ' flanqueado p o r
Z . r í 1 feudales de S
. a b o y a y el Véneto. Después de su siglo xiv h a s t a la mitad del siglo xvi, las ciudades situadas e n t r e
m u e r t e , la recuperación de las posiciones gibelinas p o r Man- los Alpes y el Tíber vivieron la revolucionaria experiencia his-
fredo e n c o n t r o su mayor obstáculo en Toscana. Los b a n q u e r o s tórica que los propios afectados bautizaron c o m o «Renacimien-
guelfos de Florencia, exiliados después de Montaperti, f u e r o n to» el renacimiento de la civilización de la Antigüedad clasica
los arquitectos financieros de la r u i n a final de la causa Ho- t r a s el oscuro intervalo de la «Edad Media». La inversión radi-
cal del tiempo que implicaban estas definiciones, en contradic-
u n a f 9ní e nnn r S C U a n t i o s o s c r é d i t o s concedieron en total
e ción con toda cronología evolucionista o religiosa, h a propor-
e l X V ° U m 0 ! í - h Í d e r ° n P ° s i b l e l a conquista an-
gevina del Regno >°; m i e n t r a s en las batallas de Benevento y cionado desde entonces los f u n d a m e n t o s de las e s t r u c t u r a s cate-
Taghacozzo, f u e la caballería florentina la que dio a los ejér- goriales de la historiografía europea; la edad que la posteridad
citos franceses su margen de victoria. En la larga lucha c o n t r a h a b r í a de considerar como básica línea divisoria del pasado,
el f a n t a s m a de una m o n a r q u í a italiana unificada, el p a p a d o su- levantó p o r sí m i s m a las f r o n t e r a s que la s e p a r a b a n de sus
m i n i s t r o con regularidad los anatemas, p e r o f u e r o n las c o m u n a s predecesoras y d e m a r c ó sus orígenes r e m o t o s de sus antece-
quienes p r o p o r c i o n a r o n los fondos y - h a s t a el m i s m o f i n a l - dentes inmediatos: u n a hazaña cultural única. Ningún verda-
la m a y o r p a r t e de las tropas. Las ciudades l o m b a r d a s y tosca- dero sentido de la distancia había s e p a r a d o la E d a d Media de
nas se m o s t r a r o n suficientemente f u e r t e s como p a r a ahogar la Antigüedad; siempre había visto la era clásica como su p r o p i a
cualquier r e a g r u p a m i e n t o territorial sobre u n a base rural-feu- extensión n a t u r a l hacia el pasado, hacia u n m u n d o todavía
, r o t r a Parte, eran i n t r í n s e c a m e n t e incapaces de alcanzar irredento, precristiano. El Renacimiento se descubrió a sí m i s m o
p o r si m i s m a s la unificación peninsular: en ese tiempo, el capi- con u n a conciencia nueva e intensa de r u p t u r a y de p é r d i d a .
nL^rAant T „ t e n , í a n Í n g U n a P o s i b i ü d a d de d o m i n a r una
f o r m a c i ó n social de dimensiones nacionales. Así, la Liga Lom- » «La Edad Media había dejado sin enterrar a la Antigüedad, galva-
nizando y exorcUando alternativamente su cadíver. El Renacimiento per-
1909 n L
Z T / T ? ^ dominati n
° angévine e„ Italie, París. maneció lloroso ante su tumba e i n t e n t ó resucitar su a l m ^ Y en ^m
pp
' .5417' 5 5 6 '. ^ Iglesia tuvo que comprometer una buena Darte
de sus propiedades inmuebles en Roma como garantía para obtener de
francés!C ' U e r 0 S t O S C a n ° S y r ° m a n O S l a s s u m a s necesarias'para su i i a d o h b
r S u ^ r n g e n t r ^
77
124 Europa occidental Inglaterra
La Antigüedad quedaba en un lejano pasado, s e p a r a d a de él por de las o b r a s que habían caído en el olvido. Las iglesias de
toda la oscuridad del médium aevum situado e n t r e arabos v Alberti procedían de sus estudios de Vitrubio; Mantegna pinto
e m u l a n d o a Apelles; Piero di Cosimo p i n t a b a tablas inspiradas
sin embargo, tan avanzada respecto a la cruda b a r b a r i e que en Ovidio; las odas de Petrarca se b a s a b a n en Horacio; Guic-
ciardini a p r e n d i ó su ironía de Tácito; el esplritualismo de Fi-
había d o m i n a d o en los siglos que la siguieron. La apasionada e m o descendía de Plotino; los discursos de Maquiavelo eran u n
c o m e n t a r i o sobre Tito Livio, y sus diálogos sobre la guerra
l a m a d a de Petrarca, en el u m b r a l de la nueva era, proclamaba
la vocacion del f u t u r o : «Este sueño del olvido no d u r a r á para
siempre: después de que la oscuridad se haya disipado nues-
tros nietos p o d r á n regresar al p u r o r e s p l a n d o r del p a s a d o »
La aguda conciencia de u n a larga r u p t u r a tras la caída de Roma u n a referencia a Vegetius.
se combino con la fiera determinación de alcanzar de nuevo la La civilización renacentista que apareció en Italia f u e de
perfección de los antiguos. La recreación del m u n d o clásico u n a vitalidad tan iridiscente que aún parece u n a v e r d a d e r a repe-
s e n a la f o r m i d a b l e novedad y el ideal de lo moderno. El Rena- tición, la única, de la Antigüedad. Su c o m ú n m a r c o histórico
cimiento italiano presenció así u n a revitalización e imitación en los sistemas de ciudad-Estado proporcionó de f o r m a n a t u r a l
deliberadas de u n a civilización p o r otra, en todos los planos de la base objetiva de u n a ilusión evocadora de encarnaciones co-
la vida civil y cultural, sin e j e m p l o ni secuela en la historia rrespondientes. Los paralelismos e n t r e el florecimiento de cen-
El derecho r o m a n o y las m a g i s t r a t u r a s r o m a n a s ya habían tros u r b a n o s en la Antigüedad clásica y en la Italia renacentista
vuelto a salir a la superficie en las últimas comunas medie- son b a s t a n t e llamativos. Ambos eran originariamente p r o d u c t o
vales: la propiedad q u i n t a r í a había d e j a d o p o r todas p a r t e s de ciudades-república a u t ó n o m a s , compuestas p o r ciudadanos
su i m p r o n t a en las relaciones económicas de las ciudades ita- conscientes de los temas municipales. Ambos estaban domi-
lianas, m i e n t r a s los cónsules latinos sustituían a las a u t o r i d a d e s nados en u n principio p o r nobles, y en a m b o s la m a y o r p a r t e
episcopales en la función de gobierno. Los tribunos de la plebe de los p r i m e r o s ciudadanos poseían tierras en el e n t o r n o r u r a l
p r o p o r c i o n a r o n muy p r o n t o el modelo p a r a los capitanes del de la ciudad 1 2 . Ambos constituían, p o r supuesto, centros neu-
pueblo en las ciudades italianas. La llegada del Renacimiento rálgicos de intercambio mercantil. El m i s m o m a r p r o p o r c i o n a b a
p r o p i a m e n t e dicho, trayendo consigo las nuevas ciencias de la las principales r u t a s comerciales en cada caso 1 3 . Ambos exigían
arqueología, la epigrafía y la crítica textual p a r a iluminar el de sus ciudadanos el servicio militar en la caballería o infan-
pasado clasico, dio r e p e n t i n a m e n t e al r e c u e r d o y la emulación tería de a c u e r d o con sus títulos de propiedad. Incluso algunas
de la Antigüedad u n a escala enorme, explosiva. Arquitectura de las singularidades políticas de las poleis griegas t e m a n u n
pintura, escultura, poesía, historia, filosofía, teoría política y cercano equivalente en las c o m u n a s italianas: la alta proporcion
militar rivalizaron e n t r e sí p a r a r e c u p e r a r la libertad y la belleza de ciudadanos q u e o c u p a b a n t e m p o r a l m e n t e cargos en el Es-
u
D Waley en The Italian city-republics, Londres, 1969, p. 24 estima
italiano es curiosamente limitada y aburrida, como si la misma dimen- que en la mayoría de las ciudades de finales del siglo x m , alrededor
de los dos tercios de las familias urbanas eran propietarias de tierras
que11 se' a S nr S 0x C [man 0 r S ,, Pr r 0V0 ^ ra "" nto en los historiadores Debe observarse que este modelo es específicamente italiano: las ciudades
que se aproximan a el. La desproporción entre el objeto y su estudio
nunca es mas evidente, por supuesto, que en el legado de Marx y Engels germanas o flamencas de la misma época no tenían un numero com-
Indiferentes siempre a las artes visuales (o a la música), ninguno de parable de propietarios rurales. Del mismo modo, en Flandes o en Re-
ellos se adentro nunca con imaginación en los problemas que d Rena nania no existía un verdadero equivalente al contado controlado por las
ciudades en Lombardía y Toscana. El carácter de las ciudades del norte
E~quendeMibro0 J ' T ^ V M ^ - a t e n a ' s m o hlstórlco. de Europa siempre fue más exclusivamente urbano. Un buen análisis
t i enteque de libro de Panofsky es meramente estético, y deja al mareen
toda la historia económica, social y política del período Pero su Calidad de la incapacidad de las ciudades flamencas para anexionar su entorno
y su método establecen las premisas adecuadas para el trabajo Q ue todavía rural nuede verse en D. Nicholas, «Towns and countryside: social and
queda por realizar en este campo. Sobre todo, Panofsky ha tomado economics tensions in fourteenth-century Flanders», Comparativa Studies
mas en seno que cualquier otro investigador la relación reUospe^tiva in Society and History, x, 4, 1968, pp. 458-85.
del Renacimiento con la Antigüedad, relación a través de la cual l e U I o s costos relativos se inclinaban todavía de forma decisiva a favor
concibio el Renacimiento a sí mismo; en su libro, el mundo cláJico es del transporte marítimo. En el siglo xv, los cargamentos podían enviarse
un polo activo de comparación real, y no una me a nomenclatura vaea por barco desde Génova hasta Southampton por poco más de un quinto
mente aromatica Ante la carencia de esta dimensión, la historia poHUca de lo que costaba recorrer por tierra la corta d.s ancia entre Genova y
y economica del Renacimiento italiano todavía está por escribirse con Asti: J Bernard, Trade and finance in the middle Ages, 900-1500, Lon
la misma profundidad. « u i o i n e con
dres, 1971, p. 46.
124 Europa occidental Inglaterra
78

tado, o el uso de sorteos p a r a elegir a los magistrados I4. Todas


estas características comunes parecían constituir u n a especie d u m b r e d e n t r o de sus recintos. Toda la orientación económica
de sobreimposición parcial de u n a f o r m a histórica sobre la o t r a de las dos civilizaciones u r b a n a s se contrapone, p o r tanto, en
En realidad, la naturaleza socioeconómica de las ciudades-Es- algunos aspectos decisivos. Ambas r e p r e s e n t a r o n p u n t o s focales
tado de la Antigüedad y del Renacimiento es p r o f u n d a m e n t e avanzados de i n t e r c a m b i o de mercancías, p e r o las ciudades ita-
diferente. Como ya hemos visto, las ciudades medievales eran lianas eran f u n d a m e n t a l m e n t e centros de producción u r b a n a ,
enclaves u r b a n o s d e n t r o del m o d o de producción feudal estruc- cuya organización interna se b a s a b a en gremios de artesanos,
t u r a l m e n t e posibles p o r la f r a g m e n t a c i ó n de la soberanía' m i e n t r a s q u e las ciudades de la Antigüedad siempre f u e r o n prin-
existían en lo esencial en tensión dinámica con el campo, mien- cipalmente centros de consumo, articulados en asociaciones
tras que las ciudades antiguas eran u n a continuación emble- territoriales o de clanes 1 7 . La división del t r a b a j o y el nivel
mática de éste. Las ciudades italianas comenzaron como cen- técnico de las industrias m a n u f a c t u r e r a s —textiles o metalúr-
tros mercantiles, dominados p o r la p e q u e ñ a nobleza y poblados gicas— en las ciudades del Renacimiento estaban, p o r consi-
de semicampesmos que c o m b i n a b a n f r e c u e n t e m e n t e las ocupa- guiente, m u c h o más desarrollados q u e los de la Antigüedad,
ciones rurales y u r b a n a s , el cultivo y la artesanía. Pero asu- c o m o t a m b i é n lo estaba el t r a n s p o r t e m a r í t i m o . El capital mer-
m i e r o n r á p i d a m e n t e u n modelo p r o f u n d a m e n t e distinto del de cantil y bancario, siempre insuficiente en el m u n d o clásico
sus predecesoras clásicas. Los mercaderes, banqueros, manu- debido a la carencia de las instituciones financieras necesarias
f a c t u r e r o s o j u r i s t a s se convirtieron en élite patricia de las p a r a garantizar la seguridad de su acumulación, se expandió
ciudades-república, m i e n t r a s la m a s a de la ciudadanía la cons- ahora vigorosa y libremente con la llegada de la sociedad anó-
tituyeron m u y p r o n t o los artesanos, en contraste total con las nima, la letra de cambio y la contabilidad p o r p a r t i d a doble.
ciudades antiguas, en las que la clase d o m i n a n t e f u e siempre El i n s t r u m e n t o de la deucia pública, desconocido p a r a las ciu-
u n a aristocracia t e r r a t e n i e n t e y el grueso de la ciudadanía lo dades antiguas, a u m e n t ó los ingresos del E s t a d o y las posibi-
f o r m a b a n agricultores medios o plebeyos sin posesiones, y don- lidades inversoras de los rentistas u r b a n o s .
de los esclavos constituían la gran subclase de p r o d u c t o r e s Las bases c o m p l e t a m e n t e distintas de los m o d o s de produc-
inmediatos excluidos de toda ciudadanía 1 5 . Las ciudades me- ción esclavista y feudal son evidentes, sobre todo, en las rela-
dievales n o se limitaron, n a t u r a l m e n t e , a n o utilizar t r a b a j o ciones d i a m e t r a l m e n t e opuestas e n t r e la ciudad y el c a m p o en
de esclavos en la i n d u s t r i a doméstica o en la agricultura 14 sino cada u n o de ellos. Las ciudades del m u n d o clásico f o r m a b a n
q u e además, y de f o r m a significativa, prohibieron toda servi- u n a completa u n i d a d cívica y económica con su m e d i o rural.
Los municipia incluían indistintamente al c e n t r o u r b a n o y a su
» Waley, The Italian ctty-republics, pp. 83-6, 63-64, 107-9, que estima periferia agraria, y la ciudadanía jurídica era c o m ú n a ambos.
que quizá un tercio de los ciudadanos de una comuna italiana típica El t r a b a j o esclavo ligaba sus sistemas productivos, y n o existía
ocupaban algún cargo cada año. u n a política económica u r b a n a específicamente tal; esencial-
" Estas antítesis sociales fueron analizadas por vez primera de forma mente, la ciudad f u n c i o n a b a como u n a simple aglomeración de
sistemática por Weber: Economy and society, m, pp. 1340-3 [ ¿ L n ™
y soc,edad, n pp. 1024-28] A pesar de la fluctuare comprensión^webe consumidores del p r o d u c t o agrícola y de las r e n t a s de la tierra.
nana de la relación entre el campo y la ciudad en las repúblicas italianas Las ciudades italianas, p o r el contrario, estaban p r o f u n d a m e n t e
el conjunto del apartado titulado «Democracia antigua y moderna? es separadas de sus campos: el contado r u r a l era, significativa-
todavía hoy el mejor y más original análisis de este tema. Los avances mente, u n territorio sometido, cuyos h a b i t a n t e s no tenían dere-
posteriores en la investigación no han ido acompañados de avances com-
parables en la síntesis. chos de ciudadanía en el sistema político. Su n o m b r e h a b r í a de
" Las colonias ultramarinas de Génova y Venecia en el Mediterráneo p r o p o r c i o n a r el t é r m i n o familiar y despectivo p a r a los «cam-
oriental emplearon trabajo de esclavos en las plantaciones de azúcar de pesinos», los contadini. Las c o m u n a s combatieron habitualmen-
Creta y en las minas de aluminio de Focea. En estas ciudades los ser- te c o n t r a ciertas instituciones básicas del feudalismo agrario:
vidores domésticos eran a menudo esclavos, en su mayor parte mujeres
al contrario de lo que ocurría en la Antigüedad. En este sentido hubo el vasallaje f u e expresamente p r o h i b i d o d e n t r o de las ciudades
me uso cierto r e c r e c i m i e n t o de la esclavitud; pero en el Ínter o r d e en m u c h a s ocasiones, y la s e r v i d u m b r e f u e abolida en los cam-
Italia ésta nunca llegó a alcanzar importancia económica. Sobre la natu-
raleza y los limites de este fenómeno, véase C. Verlinden, The beginnines
of modern colonizatton, Ithaca, 1970, pp. 26-32. " Weber, Economy and society. III, pp. 1343-7 [Economía y sociedad,
II, pp. 1028-1032].
152 Europa occidental Italia 153

pos p o r ellas controlados. Al m i s m o tiempo, las ciudades italia- nante. Los escultores y pintores estaban organizados en gre-
nas explotaban sistemáticamente a su contado p a r a la produc- mios de artesanos, y gozaban inicialmente de la posición social
ción y el beneficio urbanos, t o m a n d o de él reclutas y grano, media concedida a comercios análogos; al final, h a b r í a n de
f i j a n d o los precios e imponiendo a la población agrícola sub- alcanzar u n h o n o r y u n prestigio i n c o n m e s u r a b l e m e n t e mayor
yugada meticulosas regulaciones y directrices sobre la cose- que el de sus predecesores griegos o r o m a n o s . Las nueve m u s a s
cha 18. Esta política a n t i r r u r a l era esencial p a r a las ciudades- del m u n d o clásico habían omitido significativamente al c o n j u n t o
república del Renacimiento, cuyo dirigisme económico era a j e n o de las artes visuales 2 0 . La imaginación sensual f u e el dominio
p o r completo a sus predecesores de la Antigüedad. El me- s u p r e m o del Renacimiento, p r o d u c i e n d o tal riqueza artística que
dio f u n d a m e n t a l de expansión de la ciudad clásica era la gue- superó a la misma Antigüedad, de lo que eran orgullosamente
rra. Los botines en tesoros, tierra y t r a b a j o eran los objetivos conscientes los propios contemporáneos. Por otra parte, las
económicos que se podían perseguir d e n t r o del m o d o de pro- conquistas intelectuales y teóricas de la cultura renacentista en
ducción esclavista, y la e s t r u c t u r a interna de las ciudades grie- Italia f u e r o n m u c h o más limitadas. La literatura, la filosofía y
gas y r o m a n a s se derivaba en b u e n a medida de esto: la voca- la ciencia —alineadas en orden descendente de c o n t r i b u c i ó n -
ción militar de los hoplitas o los assidui era f u n d a m e n t a l p a r a no p r o d u j e r o n un c o n j u n t o de obras comparable al de la civi-
el c o n j u n t o de su constitución municipal. La agresión a r m a d a lización antigua. La base esclavista del m u n d o clásico, al divor-
f u e constante e n t r e las comunas italianas, p e r o nunca alcanzó ciar el t r a b a j o manual del cerebral de u n a f o r m a más radical de
una primacía equivalente. El E s t a d o eludió u n a definición mi- lo que nunca lo hizo la civilización medieval, p r o d u j o u n a clase
litar comparable, ya que la competencia en el comercio y las ociosa terrateniente, muy alejada del p a t r i c i a d o affairé de las
m a n u f a c t u r a s — a c o m p a ñ a d a y reforzada p o r medios coactivos ciudades-Estado de Italia. Las p a l a b r a s y los n ú m e r o s f u e r o n ,
extraeconómicos, los «costos de protección» de la época— 1 9 en su abstracción, más propios del universo clásico; en su rena-
había llegado a ser, p o r propio derecho, el objetivo económico cimiento, las imágenes t o m a r o n el p r i m e r puesto. El «huma-
de las comunidades: los m e r c a d o s y los empréstitos eran más nismo» literario y filosófico, con sus investigaciones seculares
i m p o r t a n t e s que los prisioneros; el saqueo lo era menos que el y académicas, siempre estuvo limitado d u r a n t e el Renacimiento
crecimiento. Las ciudades del Renacimiento italiano, c o m o su italiano a u n a élite intelectual frágil y reducida 2 1 ; y sólo des-
destino final h a b r í a de m o s t r a r , eran complejos mecanismos pués realizó la ciencia su breve y aislada aparición. La vitalidad
industriales y comerciales, cuya capacidad como beligerantes estética de las ciudades tenía u n a s raíces sociales m u c h o m á s
en tierra e incluso en el m a r era relativamente limitada. p r o f u n d a s y h a b r í a de sobrevivir a a m b a s : Galileo m u r i ó en
la soledad y el silencio, m i e n t r a s Bernini engalanaba con bri-
Estos grandes contrastes socioeconómicos e n c u e n t r a n ine-
llantes colores a la ciudad y la corte que le habían expulsado.
vitablemente su r e f l e j o d e n t r o del florecimiento cultural y po-
lítico en el que parecen converger más e s t r e c h a m e n t e las ciuda- La evolución política de las ciudades del Renacimiento di-
des-Estado de la Antigüedad y del Renacimiento. La infraestruc- verge todavía m á s de la de sus antiguos p r o t o t i p o s que su con-
t u r a artesanal libre de las ciudades renacentistas, en las que
el t r a b a j o m a n u a l en los gremios nunca se m a n c h ó con la degra- " Sólo se admitió entre ellas a la música y la poesía, cuya función
dación social de la servidumbre, p r o d u j o u n a civilización en la principal, por otra parte, era la de adornar lo que hoy son «ciencias»
q u e las artes plásticas y visuales de la pintura, la escultura y o «humanidades». Véase un notable análisis del orden y la definición
cambiante de las artes en P. O. Kristeller, Renaissance thought, II, Nueva
la a r q u i t e c t u r a o c u p a b a n u n a posición a b s o l u t a m e n t e predomi- York, 1965, pp. 168-89.
21
«Los dos alemanes que llevaron la imprenta a Italia en 1465, y a
Roma dos años después, acabaron en la bancarrota en 1471, simplemente
" Waley, The Italian city-republics, pp. 93-5. porque no existía un mercado para sus ediciones de los clásicos lati-
" El concepto de «renta de protección» fue desarrollado por F C nos [...] Incluso cuando en el apogeo del Renacimiento, sus ideales sólo
Lañe, en Venice and History, Baltimore, 1966, pp. 373428, para destacar fueron inteligibles y apreciables para una minoría muy pequeña.» R. Weiss,
las consecuencias económicas de la tan característica fusión de la guerra The Renaissance discovery of Antiquity, Oxford, 1969, pp. 205-206. Gramsci,
y los negocios en las primeras aventuras comerciales y coloniales de por supuesto, se veía profundamente afectado por este defecto del pa-
las ciudades-Estado italianas, tanto los saqueos y la piratería agresivas sado cultural de su país; pero, al igual que Marx y Engels, tenía poca sen-
como la vigilancia y las patrullas defensivas que eran inseparables de sibilidad plástica y se inclinaba a ver el Renacimiento principal o sim-
la práctica comercial de la época. plemente como una ilustración espiritual enrarecida.
80
124 Europa occidental Inglaterra

figuración política. E n t r e a m b a s existieron, hasta cierto p u n t o episodio en la evolución de las ciudades-república y significaron
notables analogías formales. Tras el desplazamiento del gobier- su caída final en u n a u t o r i t a r i s m o aristocrático.
n o episcopal —una prehistoria q u e podría compararse a l a El destino final de las ciudades-Estado de la Antigüedad
caída del gobierno m o n á r q u i c o en la Antigüedad—, las ciudades y del Renacimiento revela, de hecho, y m e j o r quizá que cual-
italianas f u e r o n dominadas p o r u n a aristocracia terrateniente quier o t r o rasgo de su historia, el p r o f u n d o a b i s m o que existía
Los regímenes consulares resultantes d e j a r o n paso muy p r o n t o e n t r e ambas. Las repúblicas municipales de la época clásica
a gobiernos oligárquicos con u n sistema exterior de podestá pudieron d a r origen a imperios universales, sin ninguna rup-
asaltado i n m e d i a t a m e n t e p o r los m á s prósperos gremios ple- t u r a básica de su continuidad social, debido a que el expan-
beyos, q u e c r e a r o n sus p r o p i a s contrainstituciones cívicas. Fi- sionismo territorial era u n a prolongación n a t u r a l de su incli-
nalmente, el e s t r a t o más alto de m a e s t r o s de los gremios nación agraria y militar. El c a m p o era siempre el eje incontes-
notarios y m e r c a d e r e s dirigentes de la lucha del popolo, se fun- table de su existencia; p o r tanto, estaban p e r f e c t a m e n t e adap-
dieron, p o r encima de éste, con la nobleza urbana, para f o r m a r tadas, en principio, a anexiones de tierra cada vez mayores,
u n único bloque municipal de privilegio y poder, reprimiendo ya que su crecimiento económico descansaba en la conducción
o m a n i p u l a n d o a la m a s a de a r t e s a n o s que quedaba d e b a j o de victoriosa de la guerra, que siempre f u e u n a m e t a cívica de
ellos. La f o r m a y composición exactas de estas luchas variaban capital importancia. La conquista militar se m o s t r ó así como
de u n a ciudad a otra, y la evolución política de las diferentes u n camino relativamente recto que llevaba de la república al
ciudades podía abreviar o alargar su duración. En Venecia, el E s t a d o imperial, que a su vez podía llegar a a p a r e c e r algo así
patriciado mercantil se a p r o p i ó m u y p r o n t o de los f r u t o s de como u n final predestinado. Por el contrario, las ciudades del
u n a rebelión de los artesanos contra la vieja aristocracia, y Renacimiento siempre estuvieron f u n d a m e n t a l m e n t e en des-
bloqueó todo desarrollo político posterior p o r medio de u n acuerdo con el campo; sus leyes de movimiento se c o n c e n t r a b a n
rígido cierre de sus filas: la serrata de 1297 impidió la aparición en la propia economía u r b a n a , cuya relación con su e n t o r n o
de u n popolo. E n Florencia, p o r otra parte, los asalariados ham- rural era de antagonismo e s t r u c t u r a l . La llegada de las signorie
brientos, u n p r o l e t a r i a d o miserable situado p o r d e b a j o de la —dictaduras principescas con u n f o n d o p r o f u n d a m e n t e agra-
clase artesana, se rebeló a su vez c o n t r a u n gobierno gremial rio— n o abrió, pues, ningún o t r o ciclo de crecimiento político
neoconservador en 1378, antes de ser definitivamente aplasta- o económico, sino que, p o r el contrario, acabó con el f u t u r o
dos. Pero en la m a y o r p a r t e de las ciudades aparecieron repú- de las ciudades italianas. Las repúblicas del Renacimiento n o
blicas u r b a n a s con u n amplio s u f r a g i o formal, y gobernadas de tenían ninguna posibilidad de u n f u t u r o de unificación y con-
hecho p o r g r u p o s restringidos de b a n q u e r o s , m a n u f a c t u r e r o s , quista imperial; precisamente debido a que eran u r b a n a s en su
m e r c a d e r e s y terratenientes, cuyo d e n o m i n a d o r común ya n o quintaesencia, n u n c a podrían reunir y dirigir al c o n j u n t o de la
era el nacimiento, sino la riqueza, la posesión de un capital f o r m a c i ó n social feudal, sólidamente dominada todavía p o r el
móvil o fijo. La secuencia italiana del obispado al consulado y campo. No había p a r a ellas ninguna vía económica hacia el
de la podesteria al popolo, y los sistemas constitucionales «mix- engrandecimiento político en u n plano peninsular. Por otra
tos» que f u e r o n su resultado, r e c u e r d a de alguna manera, obvia- parte, sus fuerzas militares eran radicalmente inadecuadas p a r a
mente, la trayectoria desde la m o n a r q u í a a la aristocracia y esa tarea. La aparición de la signoria como u n a f o r m a institu-
de la oligarquía a la democracia o al tribunado, y sus com- cional f u e u n presagio de su f u t u r a parálisis.
plejos resultados, en el m u n d o clásico. Pero había u n a clara El norte y el centro de Italia f o r m a b a n u n a zona excepcional
y crítica diferencia e n t r e a m b o s órdenes de sucesión. E n la d e n t r o de la economía europea de finales de la Edad Media;
Antigüedad, e n t r e las constitucion es aristocráticas y las popu- como ya hemos visto, era la región más avanzada y p r ó s p e r a
lares habían sobrevenido las tiranías c o m o sistemas transi- de Occidente. El apogeo de las c o m u n a s en el siglo X I I I f u e
torios p a r a a m p l i a r las bases sociales del sistema político; eran u n a era de f u e r t e expansión u r b a n a y de crecimiento demográ-
el preludio de u n a s libertades m á s amplias y u n ágora m á s fico. E s t e t e m p r a n o protagonismo dio a Italia u n a posición
libre. En el Renacimiento, p o r el contrario, las tiranías cerra- peculiar en el f u t u r o desarrollo económico del continente. Como
r o n el desfile de f o r m a s cívicas: las signorie f u e r o n el ú l t i m o los d e m á s países de E u r o p a occidental, Italia quedó asolada
p o r el despoblamiento y la depresión del siglo xiv: la regresión
81
124 Europa occidental Inglaterra
comercial y las quiebras de bancos r e d u j e r o n la producción de l u j o a niveles m u y altos d u r a n t e otros cien años. A p e s a r
m a n u f a c t u r e r a y estimularon p r o b a b l e m e n t e las inversiones e n de todo, n o t a r d a r í a n en a p a r e c e r los límites de la p r o s p e r i d a d
la construcción, desviando el capital hacia gastos s u n t u a r i o s y comercial e industrial de las ciudades.
bienes raíces. La trayectoria de la economía italiana en el si- E n efecto, la organización gremial que distinguía a las ciu-
glo xv es más oscura 2 2 . La drástica caída en la producción dades renacentistas de las clásicas implicaba, a su vez, ciertos
de textiles de lana f u e c o n t r a r r e s t a d a p o r u n c a m b i o hacia l a límites internos al desarrollo de la i n d u s t r i a capitalista en Ita-
producción de sedas, a u n q u e es difícil d e t e r m i n a r la extensión lia. Las corporaciones de artesanos b l o q u e a r o n la completa se-
de sus efectos compensatorios. Un crecimiento renovado en la paración, d e n t r o de la economía u r b a n a , entre los p r o d u c t o r e s
población y en la producción puede h a b e r d e j a d o todavía los directos y los medios de producción, que es la condición previa
niveles globales de actividad económica p o r d e b a j o de su p u n t o del m o d o de producción capitalista en cuanto tal. E s t a s cor-
m á s alto en el siglo x m . De todas f o r m a s , parece p r o b a b l e que poraciones se definían p o r la persistente u n i d a d del a r t e s a n o
las ciudades-Estado capearan la crisis general del feudalismo y sus h e r r a m i e n t a s , que n o podía r o m p e r s e d e n t r o de ese mar-
e u r o p e o m e j o r q u e cualquier otra zona de Occidente. El poder co. La industria textil de la lana, en algunos centros avanzados
de recuperación del sector u r b a n o y la relativa m o d e r n i d a d del como Florencia, alcanzó h a s t a cierto p u n t o u n a organización
sector agrario, al menos en Lombardía, quizá p e r m i t i e r a n a la protofabril, b a s a d a en el t r a b a j o asalariado; p e r o en las manu-
Italia del n o r t e r e c u p e r a r el í m p e t u económico hacia 1400 me- f a c t u r a s de paños siempre se m a n t u v o la n o r m a del t r a b a j o
dio siglo antes que el resto de E u r o p a occidental. Sin e m b a r g o p o r encargo a domicilio b a j o el control del capital mercantil.
el avance demográfico m á s r á p i d o parece e s t a r localizado ahora En u n sector t r a s otro, los artesanos, sólidamente agrupados en
en el c a m p o a n t e s que en las ciudades, y las inversiones de los gremios, regularon sus m é t o d o s y r i t m o s de t r a b a j o de
capital tienden a orientarse cada vez m á s hacia la t i e r r a 2 3 La acuerdo con las c o s t u m b r e s y tradiciones corporativistas, que
calidad de las m a n u f a c t u r a s se hizo m á s sofisticada, con cierta p r e s e n t a b a n f o r m i d a b l e s obstáculos al p r o g r e s o de la técnica y
inclinación hacia los bienes p a r a la élite; en esta época, las in- la explotación. Venecia desarrolló la última y m á s competitiva
dustrias de la seda y el vidrio estuvieron e n t r e los sectores i n d u s t r i a italiana de paños de lana, en el siglo xvi, c u a n d o se
m a s dinámicos de la producción u r b a n a . Además, la revitaliza- hizo con los mercados de Florencia y Milán, lo que posiblemente
ción de la d e m a n d a europea m a n t u v o las exportaciones italianas constituyó el éxito comercial m á s notable de la época. Pues
22
bien, incluso en Venecia las corporaciones de artesanos f u e r o n ,
La opinión de los investigadores sobre el problema del balance global en ú l t i m o término, u n a b a r r e r a insuperable p a r a el progreso
económico del siglo xv en Italia está profundamente dividida. López
apoyado por Miskimin, afirma que el Renacimiento fue esencialmente técnico: t a m b i é n aquí «puede decirse que todo el c u e r p o de la
" n a J f ? c a d e depresión: entre otros datos, el capital de la banca de legislación gremial estaba destinado a i m p e d i r cualquier tipo
los Médicis en la Florencia del siglo xv era sólo la mitad del de los de innovación» 2 4 . El capital m a n u f a c t u r e r o se m a t u v o asi den-
Feruzzi cien anos antes, mientras que los derechos portuarios de Génova t r o de u n espacio reducido, con pocas probabilidades de repro-
a principios del siglo xvi estaban todavía por debajo de los percibidos
en la ultima decada del siglo x m . Cipolla ha cuestionado la validez de ducción ampliada. La competencia de las industrias e x t r a n j e r a s ,
las conclusiones de carácter general deducidas de estas pruebas, y sugiere m á s libres y situadas en el campo, con pocos costos de pro-
que la producción percapita quizá aumentara en Italia junto con la ducción, acabaría arruinándolo. El capital mercantil floreció
división internacional del trabajo. Sobre este debate, véanse: R. López d u r a n t e m á s tiempo p o r q u e n o estaba sometido a esas trabas,
«Hard times and investment in culture», reimpreso en A. Molho, comp.;
Social and economic foundations of the Renaissance, Nueva York 1969 p e r o finalmente también tuvo que pagar el castigo de u n a rela-
páginas 95-116; R. López y H. Miskimin, «The economic depression óf the
Renaissance» Economic History Review, xiv, 3, abril de 1962, pp. 408-26- » C M Cipolla, «The decline of Italy», Economic History Review, v,
C. Cipolla, «Economic depression of the Renaissance?», Economic History 2 1952 p 183 [versión revisada y ampliada: «La decadencia económica
Review, xvi, 3 abril de 1964, pp. 519-24, con las respuestas dé López y de Italia», en C. M. Cipolla, comp.. La decadencia económica de los impe-
Miskimin, pp. 525-9. Un análisis más reciente, que abarca la última parte rios, Madrid, Alianza, 1973], Los gremios de las industrias exportadoras
del siglo xv y la primera del xvi, presenta una visión generalmente opt*
mista del comercio las finanzas y las manufacturas italianas: P. Laven de paños mantuvieron altos niveles de calidad y se resistieron a las reduc-
Renaissance Italy, 1464-1534, Londres, 1966 pp 35-108 ciones de salarios: sus fábricas nunca fueron modificadas para adaptarse
a la moda cambiante. La consecuencia fue que los panos Galianos cos-
" f ' J 1 Cipolla, «The trends in Italian economic history in the later tosos y anticuados, alcanzaron finalmente precios tan elevados que no
Middle Ages», Economic History Review, n, 2, 1949, pp. 181-4. podían competir en el mercado.
174
Europa occidental Suecia

tiva inercia técnica, cuando el dominio m a r í t i m o pasó de i a , bles señoriales. E s t a s zonas habían s u m i n i s t r a d o la mayor p a r t e
flotas m e d i t e r r á n e a s a las atlánticas con la llegada de las for- del apoyo aristocrático a las c a m p a ñ a s de los H o h e n s t a u f e n
c o n t r a las ciudades güelfas, y el origen de las signorie puede
mas de t r a n s p o r t e m a r í t i m o m á s rápidas y b a r a t a s desarrolla' r e m o n t a r s e h a s t a los aliados o lugartenientes nobles de Fede-
das p o r los holandeses y los i n g l e s e s E l capital financiero rico II en las regiones menos u r b a n i z a d a s de Saluzzo o Vene-
m a n t u v o sus niveles de beneficio d u r a n t e más tiempo que nin to 2 7 E n la Romaña, la m i s m a expansión de las c o m u n a s en el
c a m p o p o r m e d i o de la creación de u n contado sometido, con-
gun otro, p o r q u e estaba más alejado de los procesos materiales d u j o a la conquista de las ciudades p o r los señores rurales
de producción. Pero su dependencia parasitaria de los ejércitos cuyos territorios se habían i n c o r p o r a d o a ellas 2 8 . La m a y o r
y las cortes internacionales le hizo especialmente vulnerable a p a r t e de los p r i m e r o s tiranos del n o r t e f u e r o n feudatarios o
condottieri, que t o m a r o n el p o d e r valiéndose de su posesion
sus vicisitudes. Las c a r r e r a s de Florencia, Venecia y Génova de la podesteria o la capitaneria de las ciudades; en m u c h o s
—victimas de los paños ingleses o franceses, de las marinas casos, gozaron de u n a m o m e n t á n e a simpatía p o p u l a r debido a
portuguesa o angloholandesa y de las b a n c a r r o t a s e s p a ñ o l a s - que s u p r i m i e r o n las odiadas oligarquías municipales, o a q u e
restablecieron el orden cívico tras los estallidos endémicos de
ilustran estas sucesivas contingencias. El p r o t a g o n i s m o econó- violencia faccional e n t r e las anteriores familias gobernantes.
mico de las ciudades del Renacimiento italiano se m o s t r ó pre- Casi siempre t r a j e r o n o crearon u n a p a r a t o militar m a s grande
cario. Al m i s m o tiempo, la estabilización política de las oligar- y m e j o r a d a p t a d o a las necesidades m o d e r n a s de la guerra.
Sus conquistas provinciales tendieron a a u m e n t a r p o r sí m i s m a s
quías republicanas que habían surgido de las luchas e n t r e los el peso del 2c9 o m p o n e n t e r u r a l de las ciudades-Estado que a h o r a
patriciados y los gremios, f u e a m e n u d o muy difícil: los resen- gobernaban .
timientos sociales de las m a s a s de artesanos y de los pobres
u r b a n o s siempre permanecieron b a j o la superficie de la vida
municipal, dispuestos a explotar en nuevas crisis cada vez que
el circulo establecido de los poderosos se dividiera en faccio-
nes 26. Finalmente, el gran crecimiento en la escala y la inten-
sidad de la guerra, con la aparición de la artillería de c a m p a ñ a El vínculo de las signorie con la tierra de la que t o m a b a n
y la infantería de pica profesional, hizo cada vez más anticuadas sus t r o p a s y sus ingresos se m a n t u v o m u y estrecho, c o m o testi-
las modestas posibilidades defensivas de las pequeñas ciudades- monia el modelo seguido en su expansión. El p o d e r principesco,
Estado. Las repúblicas italianas se hicieron m i l i t a r m e n t e más originario de las «alas» más a t r a s a d a s del n o r t e de Italia, paso
vulnerables a medida que el t a m a ñ o y la capacidad de fuego a través de los Alpes hacia el oeste y hacia el delta del Po p o r
de los ejércitos europeos se desarrollaba en la p r i m e r a época el este dirigiéndose al c e n t r o principal de la escena política
m o d e r n a . El c o n j u n t o de estas tensiones, visibles en diferente con l a ' c a p t u r a de Milán —que había sido el alma c o m u n e r a
grado según las diferentes épocas en las ciudades del norte y
de la Liga L o m b a r d a — p o r Visconti a finales del siglo X I I I .
del centro, constituyó el m a r c o p a r a el auge de las signorie.
Desde ese m o m e n t o , Milán r e p r e s e n t ó siempre el principado
El telón de f o n d o social de estos nuevos señoríos sobre las
» Jordán, Les origines de la domination angévine, I pp. 68-72 274.
ciudades radica en la permanencia de espacios feudales en el » J Lamer The lords of the Romagna, Londres, 1965, pp. 14-17, Ib.
campo. La red de comunas n u n c a había cubierto p o r completo » A este respecto, es particularmente llamativo el contraste entre las
ciudades italianas y alemanas en el siglo xv. Como veremos, las ciudades
el n o r t e y el centro de la península; e n t r e ellas habían per- de Renania y Suabia nunca poseyeron la periferia rural que caracterizó
sistido siempre grandes intersticios rurales, dominados p o r no- a sus equivalentes de Lombardía o Toscana. Por otra parte, su entorno
económico contenía un complejo minero - p l a t a , cobre, estaño zinc y
tare" de \%a' ppD¡ 466 t" 0 "*' J°Urnal of Economic History, xxiv, 4, diciem- h i e r r o - de un tipo completamente ausente de Italia y que produjo una
" La multiplicación de las rivalidades y contactos políticos interurba- industria metalúrgica mucho más dinámica que todas las existentes al
nos jugo también en esta época un importante papel en la aparición «nr de los Alpes Así, mientras en las ciudades italianas florecía la
de las signorie: «Todas las signorie del norte de Italia, sin excepción creación artística^ las ciudades alemanas de esta época eran elg teatro
nacieron con ayuda directa o indirecta de fuerzas extrañas a la ciudad' del mavor conjunto de invenciones técnicas de Europa: la imprenta el
que es el teatro del nuevo señorío». E. Sestan, «Le origini delle sisnorié refinado de menas la fundición, los cañones, la fabricación de relojes,
cittadine: un problema storico esaurito?», Bolletino delVIstituto Storico ,Vtn es nrácücamente todos los avances tecnológicos decisivos de esta
Italiano per ü Medio Evo, 73, 1961, p. 57. Sobre el ejemplo de Florencia é p ¿ a f u e r e n adSaníados o perfeccionados en el ámbito de las ciuda-
ui
vease más adelante. '
des alemanas. /
152 153
Europa occidental Italia
más estable y p o d e r o s o de las grandes ciudades italianas de- rialismo hispánico. E n los d e m á s sitios, la m a y o r p a r t e de las
bido a la específica composición interna del Estado. Milán no ciudades-república desaparecieron.
era ni un p u e r t o m a r í t i m o ni u n i m p o r t a n t e c e n t r o m a n u f a c Culturalmente, p o r supuesto, el Renacimiento alcanzó su
turero, ya que sus industrias, a u n q u e n u m e r o s a s y p r ó s p e r a s apogeo en este acto final de la civilización u r b a n a italiana, an-
eran también pequeñas y f r a g m e n t a d a s ; p o r otra parte, poseía tes de que llegara lo que p u e d e considerarse c o m o nuevas inva-
la zona agrícola m á s avanzada de Italia - c o n las vegas irriga- siones «bárbaras» desde el o t r o lado de los Alpes y del Medite-
das de la llanura l o m b a r d a - y la que h a b r í a de resistir la rráneo. El p a t r o n a z g o principesco y clerical de las nuevas y
depresión agrícola del siglo xiv p r o b a b l e m e n t e m e j o r que nin- brillantes cortes invirtió sin r e p a r o alguno en las artes y e n
guna o t r a región de E u r o p a . Milán, la de m a y o r riqueza r u r a l las letras: la a r q u i t e c t u r a , la escultura, la p i n t u r a , la filología
e n t r e las grandes ciudades italianas, f u e el trampolín n a t u r a l
y la historia f u e r o n las beneficiarías, d e n t r o del calido inver-
p a r a la p r i m e r a signaría del n o r t e con trascendencia interna-
n a d e r o de u n clima a b i e r t a m e n t e aristocrático de erudición y
cional. Hacia finales del siglo x m , la m a y o r p a r t e de la Italia
etiqueta. Económicamente, el progresivo e s t a n c a m i e n t o de la
situada m a s alia de los Apeninos había caído en m a n o s de pe-
técnica y de la e m p r e s a q u e d ó e n c u b i e r t o p o r la expansión en
queños señores o de aventureros militares. Toscana resistió
E u r o p a occidental, q u e continuó a u m e n t a n d o la d e m a n d a de
d u r a n t e otros cien años, pero en el curso del siglo xv sucumbió
también a las d o r a d a s tiranías. Florencia, el m a y o r c e n t r o manu- bienes de l u j o italianos después de que las m a n u f a c t u r a s inter-
f a c t u r e r o y financiero de la península, se deslizó finalmente n a s hubiesen d e j a d o de innovar, garantizando así la riqueza
hacia el suave p u ñ o hereditario de los Médici, a u n q u e n o sin ostentosa de las signorie. Pero políticamente el potencial de es-
reincidentes episodios republicanos: la protección diplomática tos estados subregios era m u y limitado. El mosaico de c o m u n a s
y militar de los Sforza de M i l á n * , y , m á s t a r d e , i a presión de del n o r t e y el c e n t r o había d e j a d o lugar a u n n ú m e r o m e n o r
los p a p a s Medici en Roma, f u e r o n necesarias p a r a asegurar la de tiranías u r b a n a s consolidadas, q u e se enzarzaron en intrigas
victoria final de u n régimen principesco en Florencia. En la y guerras constantes p a r a obtener el p r e d o m i n i o sobre Italia.
m i s m a Roma, el gobierno del p a p a Della Rovere, Julio II a P e r o n i n g u n o de los cinco E s t a d o s m á s i m p o r t a n t e s de la penín-
principios del siglo xvi, impulsó p o r p r i m e r a vez la e s t r u c t u r a sula —Milán, Florencia, Venecia, R o m a y Nápoles— tenia la
política y militar del E s t a d o papal hacia u n a f o r m a cercana a la f u e r z a suficiente p a r a s u p e r a r a los otros, y ni siquiera p a r a
de los poderes rivales situados m á s allá del Tíber. Como era a b s o r b e r a los n u m e r o s o s principados y ciudades menores, fci
lógico, solo las dos repúblicas m a r í t i m a s , Venecia y Génova cerco al que se vio sometido Gian Galeazzo Visconti en Lom-
resistieron a la aparición del nuevo tipo de corte y de príncipe' b a r d í a p o r la presión c o m b i n a d a de sus enemigos, a principios
salvaguardadas p o r la relativa falta de cinturones rurales en su del siglo xv, señaló el final de la m á s i m p o r t a n t e tentativa p o r
entorno. La serrata veneciana p r o d u j o , sin embargo, u n a mi- conseguir la supremacía. La incesante rivalidad política y mili-
núscula camarilla hereditaria de gobernantes, que congeló p a r a t a r e n t r e estados de m e d i a n a potencia alcanzó f i n a l m e n t e u n
siempre el desarrollo político de la ciudad y se m o s t r ó incapaz equilibrio precario con el t r a t a d o de Lodi, de 1451. P a r a esa
de i n t e g r a r en un E s t a d o m o d e r n o o u n i t a r i o las posesiones fecha las ciudades del Renacimiento ya habían desarrollado los
territoriales que la República había a d q u i r i d o « El patriciado i n s t r u m e n t o s básicos del a r t e del gobierno y de la agresión que
genoves, m e r c e n a r i o y asocial, sobrevivió en el c a r r o del impe- h a b r í a n de legar al absolutismo europeo, u n a herencia cuya
e n o r m e i m p o r t a n c i a ya hemos visto. Las imposiciones fiscales
la d e u d a consolidada, la venta de cargos, las e m b a j a d a s en el
30
La suave discreción del domir.io de Cósimo de Médicis sohre Fir>. e x t r a n j e r o surgieron p o r vez p r i m e r a en las ciudades-Estado
rencia, establecido indirectamente a través de la m L ^ u l a c ón electorLT italianas, en u n a especie de ensayo general a p e q u e ñ a escala
3 13 relati debilidad de las
rífrnT^T ™ bases soc ales £ p í d e r íe' del gran sistema internacional de estados y de sus f u t u r o s con-
renZ aC CedÍÓ al
™ntT i ° P ° d e r de forma pacífica debido única
J
flictos 32.
El régimen de las signorie n o podía cambiar, sin embargo,
los p a r á m e t r o s básicos del callejón sin salida en el que se
liani, i Í m 6 í ^ 7 P e n e t r a n t e S COmentarios de
Procacci, en Storia degli ita-
» Véase Mattingly, Renaissance diplomacy, pp. 58-60.
124 162
Europa occidental Inglaterra11884
e n c o n t r a b a el desarrollo político italiano t r a s la d e r r o t a del provinciales de Italia. Maquiavelo observó que la m o n a r q u í a
proyecto de u n a m o n a r q u í a imperial unitaria en la época de f r a n c e s a estaba rodeada p o r u n a poderosa aristocracia y apo-
yada en u n a venerada legitimidad: sus rasgos distintivos eran
los H o h e n s t a u f e n . Las c o m u n a s habían sido e s t r u c t u r a l m e n t e la preeminencia de los «nobles» a u t ó n o m o s y de las «leyes»
tradicionales. « [ . . . ] El rey de Francia está situado en medio
de u n a multitud de señores de antiguas familias, reconocidos
incapaces de conseguir la unificación de la península, a causa a su vez en el E s t a d o p o r sus súbditos y a m a d o s por ellos:
tienen sus preeminencias, y el rey no puede quitárselas sin
de la m i s m a precocidad de su desarrollo urbano-comercial. Las peligrar él m i s m o [ . . . ] El reino de Francia está regulado p o r
leyes más que ningún o t r o de los que hoy tenemos conoci-
signorie r e p r e s e n t a b a n u n a reafirmación del a m b i e n t e circun- miento» B . Pero Maquiavelo no podía c o m p r e n d e r que la f u e r z a
de las nuevas m o n a r q u í a s territoriales radicaba, precisamente,
dante, r u r a l y señorial, en el que siempre habían estado inser- en esta combinación de nobleza feudal y legalidad constitucio-
nal; creía que los parlements franceses eran u n a m e r a f a c h a d a
real p a r a la intimidación de la aristocracia y el apaciguamiento
tas. Pero en la Italia del n o r t e y del c e n t r o n u n c a f u e posible u n a de las masas 3 é . La aversión de Maquiavelo hacia la aristocracia
era tan intensa y generalizada que declaraba a la nobleza terra-
verdadera victoria social del c a m p o sobre las ciudades: la fuer- teniente incompatible con cualquier orden político estable o
viable: «Aquellos estados cuya vida política p e r m a n e c e ínco-
za de atracción de las ciudades era demasiado grande, m i e n t r a s r r o m p i d a n o p e r m i t e n que ninguno de sus ciudadanos se haga
noble o que viva según las c o s t u m b r e s de la nobleza [ . . . ] P a r a
que la clase t e r r a t e n i e n t e local n u n c a f o r m ó u n a sólida nobleza aclarar este término, diré que p o r "nobles" se entienden aque-
llos que viven ociosamente de las a b u n d a n t e s r e n t a s que pro-
feudal, con u n a tradición ancestral o u n esprit de corps. Los ducen sus propiedades, sin jugar ningún papel en la agricultura
o en cualquier o t r a t a r e a necesaria p a r a la vida. Esos h o m b r e s
señores que u s u r p a r o n el p o d e r en las repúblicas eran con fre- son perniciosos en cualquier república y en cualquier provin-
cia; p e r o son todavía más maléficos aquellos que, a d e m á s de
l a s ' r e n t a s de sus propiedades, controlan castillos y m a n d a n en
cuencia mercenarios, arribistas o aventureros, y o t r a s veces súbditos que les obedecen [•••] Los h o m b r e s de esta clase son
enemigos absolutos de toda f o r m a de gobierno cívico» 37 . Mi-
b a n q u e r o s o m e r c a d e r e s de elevada posición. Por consiguiente r a n d o con melancolía hacia las ciudades alemanas, que carecían
de u n a periferia señorial 3 8 , Maquiavelo conservaba cierto repu-
la soberanía de las signorie f u e siempre ilegítima en un sentido
p r o f u n d o 3 3 : se basaba en la fuerza reciente y en el f r a u d e per-
sonal, sin tener d e t r á s ninguna sanción social colectiva en la
j e r a r q u í a o los deberes aristocráticos. Los nuevos principados
habían extinguido la vitalidad cívica de las ciudades republica-
nas, p e r o n o podían c o n t a r con la lealtad ni la disciplina de
un c a m p o señorializado. Así pues, a p e s a r de su m o d e r n i s m o
a p a r e n t e m e n t e outré de medios y técnicas, de su f a m o s a inaugu-
ración de la p u r a «política del poder» en c u a n t o tal, las signorie
f u e r o n , de hecho, intrínsecamente incapaces de generar la for-
m a de E s t a d o característica de la p r i m e r a época m o d e r n a , el
absolutismo m o n á r q u i c o unitario.
La confusa experiencia histórica de estos señoríos p r o d u j o
la teoría política de Maquiavelo. Presentada convencionalmente
como una cima de la Realpolitik m o d e r n a , que p r e f i g u r a b a la
práctica de las m o n a r q u í a s seculares de la E u r o p a absolutista
esa teoría era de hecho el p r o g r a m a idealizado de u n a signoria
panitaliana, o quizá m e r a m e n t e centroitaliana, en vísperas de
la sustitución histórica de esta f o r m a política La inteligencia
alerta de Maquiavelo era consciente de la distancia que había » Niccoló Machiavelli, II Principe e Discorsi sopra ¡a prima decade
e n t r e los estados dinásticos de E s p a ñ a o Francia y las tiranías Tito Livio (introducción de Giuliano Procacci), Milán, 1960, pp. ¿b íbl,
es la mejor de las ediciones recientes [El Príncipe, Barcelona, Bruguera,
19?
M ¡i principe e Discorsi, pp. 77, 78 [El Príncipe, pp. 156-157], En reali-
" E l grado y el tipo de esta ilegitimidad variaban, por supuesto- en dad la comprensión de Maquiavelo de la naturaleza y función de la
la Romana, los tiranos locales habían adquirido paulatinamente cierta nobleza francesa es, en último término, insegura y confusa. En su Kt-
SÜCa
tratto di cose di Francia, describe a la aristocracia francesa como «muy
páginas 7ff "" d S Í g ' ° XV= L a r n e r ' T H e l ° r d S ° f t h e R o m a & ™ . complaciente» (ossequentissimi) con la monarquía, en completa .contra-
34
Chabod, la más lúcida autoridad, piensa que Maquiavelo consideraba dicción con sus observaciones postenores citadas antes. Véase Arte delta
únicamente esta ultima posibilidad, un principado fuerte de la Italia guerra e scritti politici minori, Milán, 1961, p. 164.
qUC Un Estad0
ío« ' Penins"lar: Scritti su Machiavelli, Turín 17
II Principe e Discorsi, P- 256.
iyoo, pp. 64-6/. ' M
Ibid., pp. 2.S5-6.
124 164
Europa occidental Inglaterra11885
blicanismo nostálgico, a l i m e n t a d o p o r el r e c u e r d o evanescente juzgamos grandes, a t r a e n m u c h o m á s a los h o m b r e s y se los
de la república de Soderini, a la que había servido, y p o r u n a
apegan m u c h o m á s q u e la propia antigüedad de la sangre [ . . . ]
vieja reverencia hacia la edad heroica de Roma, r e c o r d a d a p o r
Tito Livio. Así t e n d r á u n a doble gloria» 4 2 .
Pero el republicanismo de Maquiavelo en los Discursos es, en Este encubierto desequilibrio en el e n f o q u e es evidente a lo
el fondo, sentimental y circunstancial, p o r q u e todos los regíme- largo de todo el libro. Así, Maquiavelo a f i r m a que los dos fun-
nes políticos están dominados p o r u n p e q u e ñ o círculo de po- d a m e n t o s m á s i m p o r t a n t e s del gobierno son las «buenas leyes»
der: «En todos los estados, sea cual fuese su tipo de gobierno, y las «buenas armas»; p e r o a ñ a d e i n m e d i a t a m e n t e que, como
los verdaderos dirigentes n u n c a son m á s de c u a r e n t a o cin- la coacción crea la legalidad, y n o viceversa, considerará sólo
cuenta ciudadanos» *>. La gran m a s a de la población situada la coacción. «Los principales f u n d a m e n t o s que p u e d e n t e n e r to-
p o r d e b a j o de esa élite se p r e o c u p a sólo de su propia seguri- dos los Estados, t a n t o los nuevos c o m o los antiguos o mixtos,
dad: «la inmensa mayoría de quienes piden libertad, desean son las b u e n a s leyes y las buenas a r m a s . Y c o m o n o p u e d e
m e r a m e n t e vivir con seguridad». Un gobierno con éxito siempre h a b e r b u e n a s leyes donde no haya b u e n a s a r m a s , y d o n d e hay
p u e d e s u p r i m i r las libertades tradicionales si deja intactas la b u e n a s a r m a s conviene que haya b u e n a s leyes, d e j a r é p a r a o t r a
propiedad y la familia de sus súbditos; en t o d o caso, t e n d r á ocasión el razonar sobre las leyes y h a b l a r é de las armas» 4 3 .
q u e p r o m o v e r sus actividades económicas, ya que éstas contri- En el p a s a j e quizá m á s f a m o s o de El Príncipe, Maquiavelo
b u i r á n a sus propios recursos. El príncipe «puede m u y bien repite el m i s m o y revelador deslizamiento conceptual. La ley
conseguir ser temido y n o odiado; esto lo conseguirá siempre y la fuerza son los modos respectivos de regir a los h o m b r e s
si se abstiene de r o b a r la hacienda de sus ciudadanos y súbdi- y a los animales, y el Príncipe debe ser u n «centauro», u n a
tos, y de r o b a r sus m u j e r e s » 40. E s t a s máximas son ciertas con mezcla de ambos. Pero en la práctica la «combinación» princi-
independencia del sistema político, p r i n c i p a d o o república. Las pesca de la que se ocupa Maquiavelo n o es la del centauro,
constituciones republicanas, sin embargo, están a d a p t a d a s úni- medio h o m b r e y medio animal, sino —a causa de u n inmediato
c a m e n t e p a r a p e r d u r a r : pueden p r e s e r v a r el sistema político deslizamiento— la de dos animales, el «león» y la «zorra», la
existente, p e r o n o i n a u g u r a r u n o nuevo 4 1 . Para edificar u n Es-
f u e r z a y el f r a u d e . «[...] Hay dos m a n e r a s de c o m b a t i r : u n a
tado italiano capaz de resistir a los invasores b á r b a r o s de Fran-
con las leyes y otra con la fuerza; la p r i m e r a es propia del hom-
cia, Suiza y España, es necesaria la voluntad c o n c e n t r a d a y la
bre, la segunda lo es de los animales; p e r o c o m o m u c h a s veces
energía implacable de u n único príncipe. La v e r d a d e r a pasión
de Maquiavelo radica aquí. Sus consejos se dirigen esencial- la p r i m e r a no basta, conviene r e c u r r i r a la segunda. Por tanto,
m e n t e al f u t u r o a r q u i t e c t o de u n señorío peninsular, necesaria- a u n príncipe le es necesario saber h a c e r b u e n u s o de u n a y o t r a .
m e n t e parvenú. El Príncipe declara a su comienzo que exami- E s t o es lo que con palabras encubiertas enseñaron a los prín-
n a r á los dos tipos de principados, «hereditarios» y «nuevos», cipes los antiguos autores, los cuales escribieron q u e Aquiles
y n u n c a pierde de vista esta distinción. Pero la palpitante y m u c h o s otros príncipes de la Antigüedad f u e r o n confiados
preocupación del tratado, que domina t o d o su contenido, es en su niñez al c e n t a u r o Quirón, p a r a que los custodiara b a j o
f u n d a m e n t a l m e n t e la creación de u n nuevo principado, tarea su disciplina. Tener p o r p r e c e p t o r a u n m a e s t r o m i t a d bestia
que Maquiavelo señala como la m a y o r hazaña que puede rea- y m i t a d h o m b r e no quiere decir otra cosa sino que u n príncipe
lizar cualquier gobernante: «Las cosas mencionadas, observa- necesita saber u s a r u n a y otra naturaleza, y q u e la u n a sin la
das p r u d e n t e m e n t e , hacen parecer a u n príncipe nuevo, antiguo, o t r a n o es d u r a d e r a . Así pues, viéndose u n príncipe en la ne-
y lo aseguran y a f i r m a n más r á p i d a m e n t e en el E s t a d o que sí cesidad de saber o b r a r c o m p e t e n t e m e n t e según la naturaleza de
hubiera sido antiguo. Porque u n príncipe nuevo es m u c h o m á s
observado en sus acciones q u e o t r o hereditario; y c u a n d o las 42
II Principe e Discorsi, p. 97 [£í Príncipe, p. 176]. Compárese este
tono con el de Bodin: «Aquel que por su propia autoridad se hace a sí
mismo príncipe soberano, sin elección, derecho hereditario o sorteo, sino
59 únicamente por la guerra o por una llamada divina especial, es un tira-
Ibid., p. 176. no». Un gobernante de este tipo «conculca las leyes de la naturaleza».
" Ibid., p. 70 [El Principe, p. 149], Les six livres de la République, pp. 218, 211.
41
Ibid., p. 265. « II Principe e Discorsi, p. 53 [El Príncipe, p. 131].
124 166
Europa occidental
Inglaterra
los animales, debe e n t r e ellos i m i t a r a la zorra y al león [ ]» 44
El t e m o r de sus súbditos es preferible siempre a su afecto- do» 47 . Maquiavelo n u n c a distinguió p o r completo e n t r e el so-
b e r a n o personal, que en principio se podía situar en cualquier
p a r a controlarlos, la violencia y el engaño son superiores a lá p a r t e a voluntad (César Borgia y sus equivalentes), y la estruc-
legalidad. «Porque de los h o m b r e s en general se puede decir t u r a4 8 impersonal de u n orden político con estabilidad territo-
esto: que son ingratos, volubles, simuladores y disimulados rial . La interconexión funcional entre a m b o s en la época del
q u e huyen de los peligros y están ansiosos de ganancias [ ] absolutismo era b a s t a n t e real, p e r o Maquiavelo, al no c a p t a r el
vínculo social necesario e n t r e la m o n a r q u í a y la nobleza que
el a m o r se retiene p o r el vínculo de la gratitud, el cual, debido constituía su mediación, tendió a reducir la noción de E s t a d o
a la perversidad de los h o m b r e s , es r o t o en toda ocasión de a la de propiedad pasiva de u n príncipe individual, o r n a m e n t o
propia utilidad; p e r o el t e m o r se m a n t i e n e con un miedo al cas- accesorio de su poder. La consecuencia de este voluntarismo
tigo que no a b a n d o n a a los h o m b r e s nunca» 4 5 . es la curiosa p a r a d o j a central de la o b r a de Maquiavelo: su
constante denuncia de los mercenarios y su enérgica defensa de
Estos preceptos sumarios eran, en efecto, las recetas caseras u n a milicia u r b a n a c o m o única organización militar capaz de
e j e c u t a r los proyectos de u n príncipe fuerte, que p u d i e r a ser el
de las pequeñas tiranías italianas; estaban m u y lejos de las creador de u n a nueva Italia. Este es el t e m a de la vibrante
realidades de las e s t r u c t u r a s ideológicas y políticas m u c h o más llamada final de su o b r a más célebre, dirigida a los Médici:
complejas del p o d e r de clase de las nuevas m o n a r q u í a s de Eu- «Los mercenarios y las t r o p a s auxiliares son inútiles y peligro-
sos [ . . . ] c o n d u j e r o n a Italia a la esclavitud y al envilecimien-
ropa occidental. Maquiavelo n o entendió la inmensa fuerza to [ . . . ] Si quiere, pues, Vuestra Ilustre Casa imitar a los insig-
histórica de la legitimidad dinástica, en la que estaba a f i n c a d o nes varones que libraron sus provincias, es necesario, antes que
el nuevo absolutismo. Su m u n d o era el de los aventureros cualquier cosa, como v e r d a d e r 4o9 f u n d a m e n t o de toda empresa,
fugaces y el de los tiranos arribistas de las signorie italianas- proveerse de ejércitos propios» . Maquiavelo dedicaría después
El arte de la guerra a d e f e n d e r u n a vez m á s su r a z o n a m i e n t o
su modelo, César Borgia. El resultado del e s t u d i a d o «ilegitimis- militar a favor de la formación de u n e j é r c i t o de ciudadanos,
mo» del e n f o q u e de Maquiavelo f u e su f a m o s o «tecnicismo», la r a z o n a m i e n t o a d o b a d o con todos los ejemplos de la Antigüedad.
defensa de los medios sin sanción de carácter moral p a r a la
obtención de los fines políticos convencionales, disociados de
imperativos o límites éticos. La conducta del príncipe sólo
puede ser un catálogo de perfidia y crimen, u n a vez que se h a n
disuelto todas las bases sociales y jurídicas estables del p o d e r
que han desaparecido la solidaridad y la lealtad aristocráticas.'
Maquiavelo creía que los mercenarios eran la causa de la
Para las épocas posteriores, esta separación e n t r e la ideología
debilidad política italiana, y en su calidad de secretario de la
feudal o religiosa y el ejercicio práctico del poder, aparecía
república había intentado a r m a r a los campesinos locales p a r a
como el secreto, y la grandeza, de la m o d e r n i d a d de Maquia-
la defensa de Florencia. N a t u r a l m e n t e , los mercenarios f u e r o n
velo 46 . Pero, de hecho, su teoría política, a p a r e n t e m e n t e tan
m o d e r n a en su intención de racionalidad clínica, carecía signi-
ficativamente de un concepto seguro y objetivo del Estado. En « Pueden verse algunos ejemplos en II Principe e Discorsi. pp. 129-31,
309-11 355-7 Véanse los comentarios de Chabod en «Alcum questiom di
sus escritos hay u n a constante vacilación de vocabulario, en el terminología: Stato, nazione, patria nel linguaggio del cinquecento», L idea
que se alternan con indecisión los t é r m i n o s de cittá, governo, di nazione, Bari, 1967, pp. 145-53.
república o stato, p e r o en el que todos tienden a subordinarse " Hay unos pocos y breves pasajes en Maquiavelo que indican una
al concepto que da n o m b r e a su obra central: el «príncipe», que conciencia de los límites de su concepción dominante del Estado:
puede ser señor t a n t o de una «república» como de un «prin'cipa- «[ ] los estados que surgen de repente, como todas las demás cosas
de la naturaleza que nacen y crecen con prontitud, no pueden tener las
raíces y ramificaciones necesarias, de modo que el primer choque de la
adversidad los arruina». II Principe e Discorsi, p. 34 [El Principe, p . 1 1 0 ]
" II Principe e Discorsi, p. 72 [El Príncipe, p. 151]. Procacci, en su valiosa introducción, insiste mucho en los términos barbe
II Principe e Discorsi, pp. 69, 70 [El Príncipe, pp. 148 1491 e correspondente (raíces y ramificaciones) como prueba de Que Maquia-
Por supuesto, esto es exacto. Precisamente el hecho de oue Ma- velo tenía un concepto objetivo del Estado del príncipe («Introduzione»
quiavelo no estuviera arraigado en la principal corriente de su nrooia páginas L ss.). Pero lo que realmente llama más la atención acerca de
época histórica fue lo que produjo una obra política de importancia más estos términos relacionados es que carecen de consecuencias o de ecos
general y perenne, después de que aquella hubiera pasado en la totalidad de El Príncipe. „ „ . „ . . _ , _ . . m m 1841
« II Principe e Discorsi, pp. 53, 58, 104 [El Principe, pp. 131, 136, .84],
168 Europa occidental Italia 152 168
la condición previa de los nuevos ejércitos reales m á s allá de aparecía u n s u p e r a b s o l u t i s m o sobre u n vacío de ciudades. E n
los Alpes, mientras que sus milicias neocomunales f u e r o n derro- Italia y en la Alemania situada al oeste del Elba, la densidad
tadas p o r tropas regulares con la m a y o r facilidad 5 0 . La razón de ciudades p r o d u j o u n a especie de «microabsolutismo», u n a
de su e r r o r militar procedía, sin embargo, del núcleo de su proliferación de pequeños principados que cristalizó las divi-
p e n s a m i e n t o político. En efecto, Maquiavelo c o n f u n d í a el sis- siones del país. Estos estados en m i n i a t u r a n o e s t a b a n en con-
t e m a e u r o p e o de mercenarios con el sistema italiano de con- diciones de resistir a las vecinas m o n a r q u í a s feudales, y muy
dottieri; la diferencia consistía precisamente en q u e los con- p r o n t o la península se vio obligada p o r los conquistadores ex-
dottieri italianos poseían sus propios soldados, subastándolos o t r a n j e r o s a a d o p t a r las n o r m a s europeas. Francia y E s p a ñ a
llevándolos de un sitio a o t r o en las guerras locales, m i e n t r a s se pusieron de a c u e r d o p a r a su control, en las p r i m e r a s décadas
que los m o n a r c a s de más allá de los Alpes f o r m a b a n o contra- de su respectiva integración política, a finales del siglo xv.
t a b a n a los cuerpos mercenarios directamente b a j o su propio Italia, incapaz de p r o d u c i r u n absolutismo nacional desde den-
control, p a r a constituir la vanguardia de ejércitos p e r m a n e n t e s tro, se vio condenada a s u f r i r u n o e x t r a n j e r o desde f u e r a . E n
y profesionales. La mezcla del concepto de E s t a d o de Maquia- el medio siglo que va desde la m a r c h a de Carlos V I I I sobre
velo, como propiedad adventicia del Príncipe, con su aceptación Nápoles, en 1494, h a s t a la d e r r o t a de E n r i q u e II en San Quin-
de los aventureros como príncipes, f u e lo que le c o n d u j o al tín, en 1557, los Valois f u e r o n tenidos a raya p o r los Habsburgo,
e r r o r de pensar que los volátiles condottieri eran característi-
y el p r e m i o recayó en España. El dominio español, anclado en
cos de la guerra mercenaria en E u r o p a . Lo que Maquiavelo no
Sicilia, Nápoles y Milán, coordinó a la península y domesticó
s u p o apreciar f u e el p o d e r de la a u t o r i d a d dinástica, enraizada
al p a p a d o b a j o la b a n d e r a de la C o n t r a r r e f o r m a . Paradójica-
en u n a nobleza feudal, que convertía el u s o de t r o p a s merce-
mente, el avance económico del n o r t e de Italia la condenó
narias reales no sólo en algo más seguro, sino superior a cual-
después a u n largo ciclo de a t r a s o político. El r e s u l t a d o final,
quier o t r o sistema militar entonces posible. La incongruencia
lógica de u n a milicia ciudadana b a j o u n a tiranía u s u r p a d o r a , u n a vez consolidado el p o d e r de los Habsburgo, f u e el retroceso
c o m o f ó r m u l a p a r a la liberación de Italia, es ú n i c a m e n t e el sig- económico: la ruralización de los patriciados u r b a n o s , que en
n o desesperado de la imposibilidad histórica de u n a signoria su decadencia a b a n d o n a r o n las finanzas y las m a n u f a c t u r a s p o r
peninsular. Aparte de eso, sólo q u e d a b a n las recetas banales las inversiones en tierras. De ahí las «cien ciudades del silen-
de engaño y ferocidad a las que se ha llegado a d a r el n o m b r e cio» a las que Gramsci se refiere u n a y o t r a vez 52 . Por u n a
de maquiavelismo 5 1 . Esos consejos del secretario f l o r e n t i n o eran B
Quaderni del carcere, Turín, 1975, pp. 774, 1560, 2035-2036. La frase
tan sólo una teoría de la debilidad política: su tecnicismo e r a
está tomada del poema de D'Annunzio. Los análisis de Gramsci sobre
u n e m p i r i s m o inconsciente, incapaz de d e s c u b r i r las causas
el problema de la unidad italiana en el Renacimiento —por el que estaba
sociales más p r o f u n d a s de los hechos que n a r r a b a , y confinado
profundamente preocupado— se resienten del punto de partida implícito
a su vana, superficial, mefistofélica y utópica manipulación.
de que las nuevas monarquías europeas que estaban unificando a Fran-
Así pues, la obra de Maquiavelo refleja f u n d a m e n t a l m e n t e , cia Inglaterra y España tenían un carácter burgués (o al menos repre-
en su e s t r u c t u r a interna, el callejón sin salida de las ciudades- sentaban un equilibrio entre la burguesía y la aristocracia). Así, Gramsci
E s t a d o italianas en vísperas de su absorción. Es la m e j o r guía tiende a mezclar de forma ilegítima los dos problemas históricos dife-
rentes de la ausencia de un absolutismo unitario en el Renacimiento y
hacia su definitivo final. Como veremos, en Rusia y en Prusia
el de la posterior carencia de una revolución democrática radical en el
Risorgimento. Ambos se convierten así en la prueba del fracaso de la
" Sobre este episodio, véase Omán, A history of war in the sixteenth
century, pp. 96, 97. burguesía italiana; el primero, debido al corporativismo y la involución
51
En general, este aspecto de la obra ; e Maquiavelo, que dio origen de las comunas a finales de la época medieval y a comienzos de la mo-
a su sensacional «leyenda» durante Ir siglos posteriores, lo pasan por derna- el segundo, a causa de la confabulación de los moderados y los
alto sus comentaristas más serios de hoy, que le conceden poco interés
intelectual. De hecho, es conceptualmente inseparable de la estructura latifundistas del sur en el siglo xix. Sin embargo, como ya hemos visto
teórica de su obra, y no puede ser objeto de una cortés ignorancia- es lo cierto es precisamente lo contrario. La ausencia de una nobleza feudal
el residuo necesario y lógico de su pensamiento. Véase el mejor y más dominante fue lo que impidió la aparición de un absolutismo peninsular,
poderoso análisis del verdadero significado del «maquiavelismo» en Geor-
y de ahí la de un Estado unitario, contemporáneo de los de Francia
ges Mounin, Machiavel, París, 1966, pp 202-12.
o España! y la presencia regional de esa nobleza en el Piamonte fue lo
que permitió la creación de un Estado que proporcionaría el trampolín
para
vocación
velo como
la unificación
de prisma
Gramscicentral
tardía
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a entravés
labuena
era del
del
medida
cual
capitalismo
consideró
su d e p e industrial.
n d eel
n c . Renacimiento,
a de La
Maqu
equi-
a-
168 Europa occidental Italia 152 170
curiosa compresión de épocas históricas, sería f i n a l m e n t e la el d u q u e Manuel Filiberto. E d u c a d o en E s p a ñ a y combatiente
monarquía piamontesa la que conseguiría la unificación nacional en Flandes, este aliado de los H a b s b u r g o y vencedor en San
en la era de las revoluciones burguesas en Occidente. De hecho, Quintín r e c u p e r ó todo su p a t r i m o n i o con el t r a t a d o de Cateau-
Piamonte aportó la base lógica p a r a esta unificación p o r q u e Cambrésis. El enérgico y autoritario d u q u e —Testa di Ferro
solo allí había aparecido un a b s o l u t i s m o riguroso y autóctono, p a r a sus contemporáneos— convocó p o r última vez los Estados
directamente basado sobre u n a nobleza feudal en u n a formación en 1560, obtuvo u n amplio subsidio p a r a u n e j é r c i t o p e r m a n e n t e
social dominada p o r la servidumbre. El E s t a d o construido p o r de 24.000 h o m b r e s , e i n m e d i a t a m e n t e los disolvió p a r a siempre.
Manuel Filiberto y Carlos Manuel en Saboya era económica- A p a r t i r de entonces se conservaron y desarrollaron las inno-
mente rudimentario en comparación con Venecia o Milán, p e r o vaciones institucionales de los treinta años de dominio Valois:
precisamente p o r esta razón sería el único núcleo territorial Consejo de E s t a d o ejecutivo, p a r l a m e n t o s judiciales, lettere di
capaz de un posterior avance político. giussione reales (esto es, lits de justice), código legal único,
Su posición geográfica a caballo de los Alpes f u e decisiva m o n e d a única y reorganización de las finanzas, legislación sun-
para este destino excepcional. Esa posición significó, en efecto, tuaria. Manuel Filiberto, que quintuplicó sus ingresos, creó u n a
que Saboya p u d o m a n t e n e r su a u t o n o m í a y a m p l i a r sus fron- corte nobiliaria, nueva y leal, p o r medio de u n a hábil distribu-
teras durante tres siglos, aliándose con las dos grandes poten- ción de títulos y cargos. B a j o el gobierno de u n d u q u e que f u e
cias del continente en la lucha con las otras; p r i m e r o con u n o de los p r i m e r o s soberanos de E u r o p a en p r o c l a m a r s e libre
Francia contra España, y después con Austria contra Francia. de todas las restricciones legislativas —Noi, come principi,
En 1460, en vísperas de las invasiones e x t r a n j e r a s que c e r r a r o n siamo da ogni legge sciolti e liberi—M, Piamonte se dirigió
el Renacimiento, Piamonte era el único E s t a d o independiente r á p i d a m e n t e hacia u n a t e m p r a n a centralización principesca.
de Italia con un influyente sistema de Estados 5 3 , n a t u r a l m e n t e E n adelante, la dinastía piamontesa tendió siempre a apro-
a causa de que era quizá la formación social m á s feudal de la piarse los mecanismos y las f o r m a s políticas del absolutismo
península. Los Estados estaban organizados en u n sistema tri- francés, a u n q u e resistiendo su absorción territorial en éste. El
curial convencional, d o m i n a d o p o r la nobleza. Las rentas de los siglo x v n presenció, sin embargo, recaídas prolongadas en anár-
duques dirigentes e r a n pequeñas, y su a u t o r i d a d limitada, aun- quicas guerras civiles y luchas nobiliarias —graves y largos
que el clero —que poseía u n tercio de la tierra— era normal- ecos de la Fronda— b a j o varios gobernantes débiles. Los múl-
m e n t e su aliado. Los Estados se negaron a conceder subsidios tiples enclaves y las f r o n t e r a s inciertas del E s t a d o en u n a zona
para un ejército p e r m a n e n t e . Así, en la década de 1530 las tapón de E u r o p a impidieron u n control ducal f i r m e de las me-
tropas francesas y españolas ocuparon las zonas occidental y setas alpinas. El avance hacia u n absolutismo centralizado f u e
oriental de Piamonte, respectivamente. En la zona francesa, r e a n u d a d o decisivamente p o r Víctor Manuel II a principios del
los Estados se mantuvieron como états provinciales del reino siglo x v i n . Un hábil cambio de alianzas en la guerra de suce-
Valois, mientras que en la española f u e r o n suprimidos desde sión española, de Francia a Austria, aseguró a Piamonte el con-
1555. La administración f r a n c e s a reorganizó y modernizó el d a d o de M o n t f e r r a t y la isla de Cerdeña, y el reconocimiento
arcaico sistema político local; el beneficiario de su obra f u e europeo de su elevación de ducado a m o n a r q u í a . Víctor Ma-
nuel, sinuoso en la guerra, aprovechó la paz p a r a instalar u n a
administración rígida, según el modelo de Colbert, completada
y su creencia de que Maquiavelo representaba un «jacobinismo precoz» con un sistema de consejos y de intendants. Además, eliminó
(vease especialmente Note sul Machiavelli, pp. 6-7, 14-16). Maquiavelo
en su propia época, confundió dos tiempos históricos diferentes al ima- el carácter feudal de amplias áreas de tierra nobiliaria p o r me-
ginar que un príncipe italiano podía crear un poderoso Estado autocrá- dio de u n nuevo registro catastral —la perequazione de 1731—,
tico por medio de la resurrección de las milicias ciudadanas típicas de
las ^comunas del siglo xn, muertas desde hacía ya mucho tiempo.
54
Junto con Sicilia, que presumiblemente era la otra región con un «Nos, como príncipe, estamos exentos y libres de toda ley»: la pre-
poderoso sistema estamental, pero que ya era parte del reino de Ara- tensión ducal era, por supuesto, una traducción directa de la famosa
gón: H. G. Koenigsberger, «The parliament of Piedmont during the Re- máxima romana. Para un balance de las reformas de Manuel Filiberto en
naissance, 1640-1560» Studies presented to the International Commission el Piamonte véase Vittorio de Caprariis, «L'Italia nell'Eta della Con-
• tHe"ÁSt0ry°J Re r
P esentative and Parliamentary Institutions, ix, Lo- troriforma», en Niño Valen, comp., Storia d'Italia, II, Turín, 1965, pá-
vama, 1952, p. 70. ginas 526-30.
172 Europa occidental 7. SUECIA
a u m e n t a n d o así los ingresos fiscales, ya q u e las propiedades
alodiales e s t a b a n s u j e t a s a contribución 5 5 ; construyó u n a gran
e s t r u c t u r a militar y diplomática en la que se integró la aristo-
cracia; eliminó las i n m u n i d a d e s clericales y sometió a la Igle-
sia; en fin, llevó a cabo un enérgico mercantilismo proteccio-
nista, que incluía el desarrollo de c a r r e t e r a s y canales, la pro-
moción de m a n u f a c t u r a s p a r a la exportación y la construcción
de u n a capital m a y o r en Turín. Su sucesor, Carlos Manuel III,
se alió h á b i l m e n t e con Francia c o n t r a Austria en la guerra de El repentino ascenso de u n absolutismo sueco en los p r i m e r o s
sucesión polaca, p a r a conseguir u n a p a r t e de la llanura lom- años del siglo xvi, p a s a n d o p r á c t i c a m e n t e sin transición del
barda, y, p o s t e r i o r m e n t e , con Austria c o n t r a Francia en la p r i m e r tipo «medieval» al p r i m e r tipo «moderno» de E s t a d o
guerra de sucesión austríaca, p a r a conservarla. El absolutismo feudal, no tuvo ningún equivalente en E u r o p a occidental. La
piamontés fue, p o r tanto, u n o de los m á s coherentes y afor- aparición del nuevo E s t a d o f u e precipitada desde el exterior.
t u n a d o s de esta época. Como los o t r o s dos experimentos de u n E n 1520, el nuevo rey danés, Cristián II, m a r c h ó con un ejército
absolutismo f u e r t e y modernizado que tuvieron lugar en el sobre Suecia p a r a i m p o n e r allí su autoridad, d e r r o t a n d o y eje-
s u r —los regímenes de Tanucci en Nápoles y de Pombal en c u t a n d o a la facción oligárquica de los Stura, que habían go-
Portugal— estaba cronológicamente r e t r a s a d o : su cima creado- b e r n a d o de jacto al país como u n a regencia local d u r a n t e los
ra llegó en el siglo x v m y n o en el x v n . Pero, p o r lo d e m á s últimos años de la Unión de Kalmar. La perspectiva de u n a
su modelo f u e m u y similar a los de sus m á s i m p o r t a n t e s men- f u e r t e m o n a r q u í a e x t r a n j e r a imponiéndose sobre Suecia unió
tores. Efectivamente, en la época de su apogeo el absolutismo a la aristocracia local y a algunos sectores del campesinado
piamontés gastaba p r o p o r c i o n a l m e n t e m á s en su ejército — u n independiente t r a s u n noble u s u r p a d o r , Gustavo Vasa, que se
c u e r p o profesional bien entrenado— que cualquier o t r o E s t a d o levantó c o n t r a el dominio danés y estableció su propio gobierno
de. E u r o p a occidental 5 6 . Este a p a r a t o militar aristocrático le sobre el país tres años después, con ayuda de Lübeck, enemigo
sería de u n valor inestimable en el f u t u r o . y rival hanseático de Dinamarca. Gustavo, u n a vez instalado en
el poder, procedió rápida y enérgicamente a echar las b a s e s
de u n f i r m e E s t a d o m o n á r q u i c o en Suecia,
Su p r i m e r y decisivo movimiento f u e p o n e r en m a r c h a la
La perequazione se analiza en S. J. Woolf, Studi sulla nobiltá pie- expropiación de la Iglesia, b a j o la o p o r t u n a b a n d e r a de la Re-
móntese nell época delVassolutismo, Turín, 1963, pp. 69-75. El significado f o r m a . E s t e proceso, iniciado en 1527, f u e c o m p l e t a d o eficaz-
de este hecho para la historia general del absolutismo es claro. En un m e n t e en 1544, c u a n d o Suecia se convirtió oficialmente en un
sistema político medieval, donde no existía un sistema impositivo cen- país luterano. La R e f o r m a de Vasa fue, sin d u d a alguna, la me-
tral el interés económico de un señor consistía en multiplicar el número
de feudos - q u e le debían servicios militares y prestacions f e u d a l e s - v j o r operación económica de su clase realizada p o r ninguna
en reducir el numero de propiedades alodiales, con su titularidad incon- dinastía en E u r o p a . Porque, en contraste con los desperdicia-
dicional y, por tanto, su carencia de obligaciones hacia un superior dos resultados de la confiscación de los monasterios p o r los
feudal. Con la llegada de un sistema fiscal centralizado, la situación cam- T u d o r o de la secularización de las tierras eclesiásticas por los
bió por completo: los feudos quedaban fuera de las tasaciones de impues-
tos, porque prestaban unos servicios militares que ahora ya eran mera- príncipes germanos, p r á c t i c a m e n t e todo el aluvión de propieda-
mente simbólicos, mientras que las propiedades alodiales eran suscep- des eclesiásticas pasó en bloc a la m o n a r q u í a sueca. Gracias
tibles de tributación como lo eran las propiedades urbanas o campesinas a estas confiscaciones, Gustavo quintuplicó las tierras reales,
Prácticamente al mismo tiempo, en 1717, Federico Guillermo I introdujo a d e m á s de anexionarse dos tercios de los diezmos previamente
en Prusia una reforma similar para «conmutar» el servicio de caballería
por un impuesto, por medio de la conversión de la propiedad feudal en i m p u e s t o s p o r los obispos a la población, y de a p o d e r a r s e de
alodial, y terminando así en realidad con la inmunidad fiscal de la noble- inmensos tesoros de plata procedentes de iglesias y monaste-
za. La medida levantó entre los junkers una tormenta de indignación r i o s P o r m e d i o de la explotación de las minas de plata, del
C L f
M , , " '* °™e in
Piemonte nella prima metd del settecento,
Módena, 1957, pp. 103-6. Quazza piensa que posiblemente sólo Prusia igualó ' Michael Roberts, The early Vasas. Cambridge, 1968, pp. 178-9. El
o superó al Piamonte en gastos militares durante este siglo. lector de fengua inglesa tiene la fortuna de disponer de la amplia y dis-
175
174 Europa occidental Suecia
eas y n o d a ñ a n d o sus privilegios. E r i k X I V , que sucedió, * G t »
f o m e n t o de las exportaciones de h i e r r o y de la supervisión g J p n 1560 r e f o r m ó v amplió el e j é r c i t o , intensificando las
minuciosa de las r e n t a s e ingresos de su reino, Gustavo acu- T ü J d o i e s de servicio" militar de la nobleza. Creó también
muló antes de su m u e r t e u n inmenso excedente, sin u n incre- ° n n u e r a sistema de títulos, confiriendo a los magnates los ran-
m e n t o similar d e los impuestos. Simultáneamente, amplió el de c o n d e y barón, e invistiéndolos con los feudos heredi-
a p a r a t o a d m i n i s t r a t i v o real p a r a la dirección del país, triplican- tarios clásicos E n el exterior, su r e i n a d o inauguró el expan-
do el n ú m e r o de f u n c i o n a r i o s y poniendo a p r u e b a u n a buro- nrúsmo sueco en el n o r t e del Báltico. Con el inminente colapso
cracia central d i s e ñ a d a p a r a él p o r consejeros alemanes. Las de la S r d e n de !os Caballeros de Livonia ante el ataque ruso y
a u t o n o m í a s regionales de los t u r b u l e n t o s distritos mineros de
í ntervención de Polonia p a r a a s e g u r a r su herencia, Suecia
Dalarna f u e r o n s u p r i m i d a s , y en Estocolmo se estableció una
o c u p Í R e v a l a, o t r o lado del golfo de Finlandia. A esto siguió
guarnición p e r m a n e n t e . La nobleza, cuya rivalidad económica
una lucha c o n f u s a e intrincada e n t r e las potencias del Báltico
con el clero se h a b í a utilizado p a r a asociarla a la expropiación
ñor controlar Livonia. En 1568, Erik XIV - v í c t i m a de sospe-
de las tierras de la Iglesia, recibió cada vez menos el simple
c h L P o l e n t a s por p a r t e de los principales
f e u d o de caballero, el viejo lan pá tjanst, y se le confirió cada
vez más el nuevo fórlaning, u n a especie de beneficio semiminis- denuesto p o r desequilibrado. Su h e r m a n o J u a n I I I , que le
terial de alcance m á s limitado, que se reducía a la asignación s S S prosiguió la guerra de Livonia con mayor éxito gracias
de r e n t a s reales específicas p a r a específicos n o m b r a m i e n t o s ad- a un cambio de alianzas a favor de Polonia contra Rusia^ A
ministrativos. E s t a medida centralizadora n o enemistó a la finales ^ e la década de 1570, las f u e r z a s polacas e m p u j a r o n a
aristocracia, q u e m o s t r ó u n a solidaridad de f o n d o con el régi- os eiérritos de Iván IV hasta Pskov, m i e n t r a s las t r o p a s sue-
m e n a lo largo de todo el gobierno de Gustavo, intensificada cas c o n q u i s t a b a n Estonia: las bases de u n imperio exterior sue-
c o e s t Z n echadas. En el interior se p r o d u c í a mientras anto
con la d e r r o t a de las rebeliones campesinas en Dalarna (1527)
y Smáland (1543-44), y con la humillación militar de Lübeck. una c a r r e r a acelerada tras los beneficios forlaningar, que la
El tradicional rád de los magnates se m a n t u v o en función de m o n a r q u í a confiaba cada vez más a
consejo p a r a a s u n t o s de importancia política, pero quedó ex- H n r p < ¡ arribistas hasta el p u n t o de que en 1590 solo u n tercio
cluido de la a d m i n i s t r a c i ó n diaria. La innovación f u n d a m e n t a l de elloT e s t a b a en m a n o s e e la nobleza> Así(pues y; a pesar
de la m a q u i n a r i a política de los Vasa f u e el uso constante, en de los éxitos de los Vasa en la guerra de Livonia, las fricciones
la p r i m e r a p a r t e del reinado de Gustavo, de la Asamblea de e n t r e la m o n a r q u í a y la aristocracia crecían a ojos vistas hacia

Estados o Riksdag, q u e f u e convocada r e p e t i d a m e n t e p a r a legi- fina le s d e s i g l o La subida al trono del h i j o católico de J u a n I I I


t i m a r los actos d e la nueva dinastía, d a n d o u n sello de apro- Segismundo, en 1592, precipitó i n m e d i a t a m e n t e un p e n o d o de
bación p o p u l a r a la política de la m o n a r q u í a . A este respecto, conflictos religiosos y políticos agudos, q u e a m e n a z a r o n la este-
la hazaña más i m p o r t a n t e de Gustavo fue asegurar en 1544 la S a d del E s t a d o real. Segismundo, p a r t i d a r i o devoto dé la
aceptación p o r los E s t a d o s reunidos en Vásterás del principio C o n t r a r r e f o r m a , había sido elegido - y de Polonia cinco anos
de que la m o n a r q u í a ya n o podía ser electiva p o r más tiempo, antes, a causa, en parte, de los lazos ¿ m á s icos de los Va a
sino q u e h a b r í a de ser hereditaria en la casa de los V a s a 2 . p o r m a t r i m o n i o s con la ya extinta lmea de los Jagellón Obli
S d o por la nobleza sueca, como condición p a r a ser aceptado
Los hijos de Gustavo I, Erik XIV y Juan, heredaron, pues, a r e s p e t a r el luteranismo en Suecia y a abstenerse de toda
u n E s t a d o firme, a u n q u e algo primitivo, que había m a n t e n i d o unificación administrativa de sus dos reinos, Segismundo res d ó
relaciones cordiales con la aristocracia, imponiéndole pocas car- d u r a n t e diez años en Polonia, como m o n a r c a a u s e n t e ^ E n este
tinguida oeuvre de este historiador del primer período de la era moderna
oeríodo gobernaron Suecia su tío Carlos, d u q u e de Soder
en Suecia. m a n l a n d y el rád de los magnates. Segismundo f u e m a n t e n i d o
1
La dura personalidad de Gustavo Vasa recuerda inevitablemente la lefos de su reino del norte p o r u n a c u e r d o e n t r e el d u q u e y
sucesión de dirigentes que construyeron, inmediatamente antes que él, a n o b l e z a E poder concentrado p o r Carlos, cada vez m á s arbi-
los estados de Europa occidental: Enrique VII, Luis XI y Fernando II,
t r a r i o Te enemistó finalmente con la alta aristocracia, que se
del mismo modo que su extravagante hijo mayor Erik XIV tiene cierto
parecido con la llamativa inestabilidad de Enrique VIII y Francisco I.
Un estudio sobrio de estos grupos y cambios generacionales quizá ten- ' Roberts, The early Vasas, p. 306.
dría más interés que las biografías convencionales.
176 Europa occidental Suecia 177
unió a Segismundo c u a n d o éste volvió en 1604 p a r a r e c u p e r a r Riksdag se codificaron en 1617; u n a ordenanza dividió legal-
su p a t r i m o n i o de la usurpación de su tío. La confrontación m e n t e a la aristocracia en tres grados y le concedió u n a c á m a r a
a r m a d a resultante terminó con la victoria del duque, muy favo- especial o Riddarhus, en 1626, que en adelante pasó a ser el
recido p o r la p r o p a g a n d a antipapal contra Segismundo, a quien foco d o m i n a n t e de la asamblea de los Estados. El país se dividió
se p r e s e n t ó como una amenaza de recatolización de Suecia. en 24 unidades provinciales (llamadas f o r m a l m e n t e lan), a cuyo
La toma del poder p o r el d u q u e —convertido a h o r a en Car- f r e n t e se instaló u n landhóvding o g o b e r n a d o r escogido e n t r e
los IX— q u e d ó sellada con la m a t a n z a legal de los magnates la nobleza 5 . Se impulsó u n sistema educativo modernizado, a la
constitucionalistas del rád que se habían puesto del lado del vez que la ideología oficial exaltaba la ascendencia étnica de
contendiente vencido en el conflicto dinástico. La represión y la clase dirigente sueca, cuyos a n t e p a s a d o s «godos» habían do-
la neutralización del rád por Carlos IX f u e a c o m p a ñ a d a , signifi- m i n a d o en o t r o tiempo E u r o p a . Mientras tanto, los gastos de
cativamente, p o r frenéticas convocatorias del Riksdag, que se la flota se multiplicaron p o r seis d u r a n t e el reinado de Gus-
m o s t r ó una vez más como un i n s t r u m e n t o dócil y manipulable tavo Adolfo, y el n ú m e r o de soldados nativos se cuadruplicó 6 .
del absolutismo sueco. La nobleza f u e m a n t e n i d a a distancia E s t a p r o f u n d a racionalización y este nuevo vigor del absolutis-
de la administración central, a la vez que se a u m e n t a b a n sus m o sueco en el interior p r o p o r c i o n a r o n la p l a t a f o r m a p a r a la
obligaciones militares. Para calmar el disgusto y el desprecio expansión militar de Gustavo Adolfo en el exterior.
aristocrático p o r su usurpación, el rey distribuyó a los nobles
Librándose de la d e s a f o r t u n a d a guerra con Dinamarca, que
las tierras confiscadas a los magnates de la oposición que ha-
había h e r e d a d o de Carlos IX, p o r la f i r m a de u n a paz costosa
bían a b a n d o n a d o el país con Segismundo, y les concedió u n a
al comienzo de su reinado, el rey concentró sus objetivos ini-
más amplia participación en los forláningar4. Pero a su m u e r t e ,
ciales en el t e a t r o del Báltico norte, donde Rusia estaba aún
en 1611, el grado de tensión y de recelo e n t r e la dinastía y la
sacudida p o r el «período de trastornos», y su h e r m a n o Carlos
aristocracia, que había crecido a lo largo de los años, se reveló
Felipe casi se había instalado como zar con el apoyo de los
con toda claridad. La nobleza aprovechó i n m e d i a t a m e n t e la
boyardos y de los cosacos. P r o n t o obtuvo ganancias territoria-
o p o r t u n i d a d de una minoría real p a r a imponer en 1612 u n a
les a expensas de los rusos. Por el t r a t a d o de Stolbova, en 1617,
Carta que condenaba f o r m a l m e n t e las ilegalidades del pasado
Suecia adquirió Ingria y Karelia, lo que le daba el dominio
reino, restablecía el p o d e r del rád sobre los impuestos y los
absoluto del golfo de Finlandia. Cuatro años m á s tarde, Gustavo
a s u n t o s de Estado, garantizaba la primacía nobiliaria en los
Adolfo a r r e b a t ó Riga a Polonia. En 1625-26, los ejércitos suecos
n o m b r a m i e n t o s p a r a la burocracia y aseguraba la posesión del
arrollaron a las fuerzas polacas en Livonia, c o n q u i s t a n d o toda
cargo y de salarios fijos a los funcionarios del Estado. El
la región. La operación siguiente f u e u n a t a q u e anfibio sobre
reinado de Gustavo Adolfo comenzó, pues, con un pacto consti-
la m i s m a Polonia, de la que todavía era soberano Segismundo.
tucional, c u i d a d o s a m e n t e destinado a impedir la repetición de
Fueron t o m a d o s los enclaves estratégicos de acceso a la Prusia
la tiranía de su padre. De hecho, Gustavo Adolfo no m o s t r ó nin-
oriental, con la anexión de Memel, Pillau y Elbing, y a p a r t i r de
guna inclinación de volver a u n a cruda autocracia real. Su go-
entonces se impusieron f u e r t e s p e a j e s sobre el comercio de gra-
bierno, p o r el contrario, presenció la reconciliación e integración
n o del Báltico sur. La conclusión de la c a m p a ñ a polaca en 1629
de la m o n a r q u í a y la nobleza: el a p a r a t o de E s t a d o d e j ó de ser
f u e seguida i n m e d i a t a m e n t e por la e n t r a d a sueca en P o m e r a n i a
un r u d i m e n t a r i o p a t r i m o n i o dinástico, a medida que la aristo-
en 1630, con lo que se inauguró la trascendental intervención
cracia se alistaba colectivamente en la administración y el ejér-
de Gustavo Adolfo en la lucha p o r Alemania d u r a n t e la guerra
cito, m o d e r n o s y poderosos, construidos ahora en Suecia. El
de los Treinta Años. En ese m o m e n t o , la fuerza total del apa-
gran canciller de Gustavo Adolfo, Oxenstierna, reorganizó todo
r a t o militar sueco c o m p r e n d í a unos 72.000 h o m b r e s , de los
el sistema ejecutivo en cinco colegios centrales, dirigidos por
que algo más de la m i t a d eran soldados nativos. Los planes
b u r ó c r a t a s de la nobleza. El rád se convirtió en u n Consejo
bélicos p a r a 1630 c o n t e m p l a b a n el despliegue de 46.000 hom-
Privado de carácter regular p a r a deliberar sobre la política pú-
blica. Los procedimientos legislativos y la composición del !
Michael Roberts, Gustavus Adolphus; a history of Sweden, 1611-
1632, i, Londres, 1953, pp. 265-78, 293-7, 319-24.
4
Roberts, The early Vasas, p. 440.
6
Pierre Jeannin, L'Europe du nord-ouest et du nord aux A Vil et
XVIII' siécles, París, 1969, p. 130.
177 177
Europa occidental Suecia

b r e s p a r a la expedición a Alemania, pero nunca se alcanzó esta lidación de las reservas señoriales era muy limitada: a media-
m e t a 7 . A pesar de ello, Gustavo Adolfo c o n d u j o victoriosamente dos del siglo x v n sólo u n 8 p o r 100 de las fincas eran unidades
a sus ejércitos, en dos cortos años, d i b u j a n d o un gran arco señoriales 9 . Además, la e n o r m e extensión de la pequeña pro-
desde B r a n d e m b u r g o hasta Baviera a través de Renania, con lo ducción en las aldeas significaba que el índice de comercializa-
que hizo saltar las posiciones de los H a b s b u r g o en el imperio. ción en la agricultura era p r o b a b l e m e n t e el más b a j o de todo
A la m u e r t e del rey, en 1632, en el victorioso campo de batalla el continente. Una economía n a t u r a l prevalecía en vastas zonas
de Lutzen, Suecia era el á r b i t r o de Alemania y la potencia del país, hasta tal p u n t o q u e en fecha tan tardía como 1570
d o m i n a n t e en todo el norte de Europa. sólo el 6 p o r 100 de los ingresos reales —impuestos y rentas—
¿Qué hizo posible esta subida meteórica del absolutismo se pagaban en moneda, y la mayor p a r t e de los cargos estatales
sueco? Para e n t e n d e r su naturaleza y su dinámica es necesario se r e m u n e r a b a n igualmente en especie 10. En estas condiciones,
volver la m i r a d a hacia los rasgos distintivos de la Escandina- con la t e m p e r a t u r a del intercambio m o n e t a r i o todavía b a j o
via medieval, más a r r i b a esbozados. La particularidad funda- cero, n o había posibilidad de un florecimiento de la economía
mental de la formación social sueca en vísperas de la época u r b a n a . Las ciudades suecas eran pocas y débiles, en su mayor
Vasa era la feudalización notablemente incompleta de las rela- p a r t e f u n d a d a s y pobladas p o r alemanes; el comercio extran-
ciones de producción de su economía rural. A principios del j e r o era prácticamente un monopolio de los m e r c a d e r e s han-
siglo xvi ocupaba todavía la mitad de la tierra cultivada u n seáticos. Prima facie, esta configuración parece n o t a b l e m e n t e
campesinado de pequeños a r r e n d a t a r i o s de tipo prefeudal. Esto inapropiada p a r a la repentina y t r i u n f a n t e aparición de u n
no significa, sin embargo, que Suecia «nunca conoció el feuda- absolutismo moderno. ¿Cuál es la explicación del éxito histó-
lismo», como se a f i r m a con f r e c u e n c i a 8 , p o r q u e la otra mitad rico del E s t a d o Vasa?
de la agricultura sueca era un c o m p l e j o real-clerical-nobiliario,
La respuesta a esta p r e g u n t a nos lleva al núcleo del carácter
en el que se extraía excedente p o r medios feudales convencio-
específico del absolutismo sueco. La centralización del p o d e r
nales de u n campesinado dependiente. Aunque los a r r e n d a t a r i o s
real en los siglos xvi y x v n no f u e u n a respuesta a la crisis
de este sector nunca estuvieron sometidos jurídicamente a la
de la servidumbre ni a la desintegración del sistema señorial
servidumbre, mediante coacción extraeconómica se obtenían de
provocadas por el intercambio de mercancías y la diferenciación
ellos rentas y servicios según los m é t o d o s usuales en toda Euro-
social en las aldeas. Tampoco f u e u n reflejo indirecto del cre-
pa occidental d u r a n t e este período. El sector predominante en
cimiento de u n capital mercantil local, ni de u n a economía
la economía sueca a lo largo de esta época era, pues, la agri-
u r b a n a . Su impulso inicial le llegó desde f u e r a : la amenaza de
cultura específicamente feudal, p o r q u e si bien había u n a igual-
un riguroso dominio danés f u e lo que movilizó a la nobleza sue-
dad aproximada de tierras cultivadas e n t r e los dos sectores,
ca tras Gustavo I, y el capital de Lübeck f u e quien financió su
puede darse p o r supuesto con seguridad que la productividad
esfuerzo bélico contra Cristián II. Pero la coyuntura de la dé-
y el p r o d u c t o total eran en general mayores en las grandes
cada de 1520 no constituye la matriz f u n d a m e n t a l del absolu-
propiedades reales y nobiliarias, como ocurría en E u r o p a occi-
tismo sueco, que debe b u s c a r s e en la relación triangular de las
dental. Por otra parte, el a t r a s o extremo del c o n j u n t o de la
fuerzas de clase d e n t r o del propio país. El modelo social básico
economía era, a p r i m e r a vista, su característica más significa-
y d e t e r m i n a n t e que existe t r a s esa relación puede resumirse,
tiva en u n a perspectiva comparativa. Menos de la mitad del
para n u e s t r o propósito, en una breve f ó r m u l a : la constelación
suelo era susceptible de cultivo con arado. La cebada constituía
occidental típica en la p r i m e r a época m o d e r n a f u e un absolu-
la a b r u m a d o r a mayor p a r t e de la cosecha de grano. La conso-
tismo aristocrático, edificado sobre los f u n d a m e n t o s sociales
de u n campesinado no servil y de unas ciudades ascendentes; la
' R o b e r t s , Gustavus Adolphus: a history of Sweden, 1611-1632, n , Lon-
constelación típica en el Este f u e un absolutismo aristocrático
dres, 1958, pp. 414-5, 444. En realidad el rey comenzó sus campañas ale- erigido sobre los f u n d a m e n t o s de u n campesinado servil y de
manas con unos 26.000 soldados. unas ciudades subyugadas. El absolutismo sueco, p o r el con-
• Véase, por ejemplo, E. Hecksher, An economic historv of Sweden,
Cambridge (Massachusetts), 1954, pp. 36-8; M. Roberts, «Introduction» á
Ingvar Andersson, A history of Sweden, Londres, 1956, p. 5 (la contradic-
' R o b e r t s , Gustavus Adolphus, II, p. 152.
ción con el libro al que sirve de introducción, véanse las pp. 43-4). 10
R o b e r t s , Gustavus Adolphus, II, p. 44.
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Europa occidental Italia 152 153

trario, se c o n s t r u y ó sobre una base única p o r q u e —a causa de f u n d a m e n t a l de la aristocracia sueca de esta época f u e siempre
las razones más a r r i b a señaladas— combinó un campesinado e s t r u c t u r a l m e n t e inadecuada p a r a u n asalto f r o n t a l c o n t r a el
libre con unas ciudades insignificantes. En otras palabras, un campesinado. Al m i s m o tiempo, n o existía ninguna amenaza
c o n j u n t o de dos variables «contradictorias», que se cruzan so- burguesa c o n t r a su monopolio del p o d e r político. El o r d e n so-
b r e la principal división del continente. En las sociedades abru- cial sueco fue, pues, insólitamente estable m i e n t r a s no se ejer-
m a d o r a m e n t e r u r a l e s de la época, el p r i m e r t é r m i n o de la cieron sobre él presiones exteriores.
peculiar constelación sueca —un campesinado p e r s o n a l m e n t e Fueron p r e c i s a m e n t e estas presiones, como ya se ha dicho,
libre— era «dominante», y aseguraba la convergencia funda- las que precipitaron la llegada inicial del régimen de los Vasa.
m e n t a l de la historia sueca, desde un p u n t o de p a r t i d a muy En este m o m e n t o comenzó a ser i m p o r t a n t e u n a nueva carac-
diferente, con la de la E u r o p a occidental y n o con la de la terística de la situación sueca. D u r a n t e la E d a d Media nunca
oriental. Pero su segundo t é r m i n o —la insignificancia de las había existido u n a j e r a r q u í a feudal articulada d e n t r o de la no-
ciudades, corolario a su vez de la pervivencia de un amplio bleza, con u n a segmentación completa de la soberanía o cade-
sector campesino n u n c a explotado p o r medio de los mecanismos nas de subinfeudación. El m i s m o sistema de feudos f u e tardío
feudales ortodoxos de extracción de excedente— era suficiente e imperfecto. Nunca se desarrolló, p o r tanto, un s e p a r a t i s m o
p a r a d a r a la naciente e s t r u c t u r a estatal de la m o n a r q u í a sueca feudal o de p o t e n t a d o s territoriales del tipo occidental. Y debido
su f o r m a distintiva. En efecto, a u n q u e en cierto sentido la no- precisamente a que el sistema de vasallaje era reciente y poco
bleza fuese m u c h o menos p r e p o t e n t e en el c a m p o q u e sus p r o f u n d o , n u n c a p r o d u j o divisiones regionales f u e r t e s e n t r e la
equivalentes de los otros países de E u r o p a occidental, también escasa nobleza sueca. La p r i m e r a aparición, v e r d a d e r a de u n
estaba m u c h o m e n o s limitada o b j e t i v a m e n t e p o r la presencia p o d e r provincial fue, en realidad, u n a creación posterior de la
de u n a burguesía u r b a n a . Había pocas posibilidades de u n a propia m o n a r q u í a unitaria, y no un obstáculo anterior a ésta:
inversión radical de la posición del campesinado, p o r q u e el las heredades ducales de Finlandia, Ostergótland y Soderman-
equilibrio de fuerzas sociales en la economía r u r a l se inclinaba land d e j a d a s p o r Gustavo Vasa en su t e s t a m e n t o a sus hijos
con demasiada f u e r z a c o n t r a la posibilidad de u n a implantación pequeños, y que desaparecieron en el siglo siguiente 12. La con-
violenta de la servidumbre. Las p r o f u n d a s raíces y la amplia secuencia de todo lo anterior f u e que m i e n t r a s la necesidad
expansión de la propiedad campesina independiente la hacían interna de u n a b s o l u t i s m o centralizado no era grande —debido
imposible, especialmente p o r q u e la m i s m a extensión de este a q u e la presión sobre el c a m p e s i n a d o era imposible y el control
sector reducía s i m u l t á n e a m e n t e el n ú m e r o de nobles a u n nivel de las ciudades n o era difícil—, los obstáculos con q u e tropezó
excepcionalmente b a j o . Debe r e c o r d a r s e que la aristocracia d e n t r o de la clase d o m i n a n t e t e r r a t e n i e n t e t a m p o c o lo f u e r o n .
sueca, a lo largo de todo el p r i m e r siglo de la soberanía de los Una nobleza p e q u e ñ a y c o m p a c t a se podía a d a p t a r con rela-
Vasa, era una clase social muy pequeña en comparación con las tiva facilidad a u n a m o n a r q u í a centralizada. La b a j a presión
europeas. En 1611 contaba alrededor de u n a s 400 ó 500 familias característica de la e s t r u c t u r a de clase básica q u e subyace al
sobre u n a población de 1.300.000 habitantes, pero al menos en- absolutismo sueco y d e t e r m i n a su f o r m a y su evolución, se hizo
tre la m i t a d y los dos tercios de éstas correspondían a rústicos evidente en el singular papel del sistema de Estados. Por u n a
modestos y bucólicos, o knapar, cuyos ingresos diferían muy parte, el Riksdag era políticamente único al incluir a u n espe-
poco de los de los campesinos prósperos. Cuando Gustavo Adolfo cífico e s t a m e n t o campesino d e n t r o de su sistema de c u a t r o
estableció u n a Riddarhusordning p a r a f i j a r legalmente los lí- curias, lo q u e carecía de paralelo en cualquier o t r o país de
mites de todo el estamento, sólo 126 familias cumplieron en el
año 1626 los requisitos p a r a ser a d m i t i d a s en é l E n t r e 25 y 30
" La división de su país por Gustavo Vasa en su lecho de muerte,
de estas familias constituían el g r u p o interior de magnates del por medio de la creación de estos peligrosos infantazgos, después de
que salían tradicionalmente los consejeros del rád. La masa dedicar toda su vida a la centralización monárquica, revela un rasgo
típicamente feudal de muchos pioneros del absolutismo europeo. Puede
compararse con las instrucciones testamentarias para el desmembramiento
11 de los dominios de los Hohenzollern, más drásticas, incluso, dictadas
Roberts, Gustavus Adolphus, II, p. 57. La población total indicada por el Gran Elector, arquitecto supremo del Estado prusiano unitario.
más arriba incluye a Finlandia; Suecia tenia alrededor de 900.000 habi-
Para estos soberanos, un patrimonio dinástico siempre era potencial-
tantes en este período. mente divisible.
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E u r o p a . Por otra parte, el Riksdag y, sobre todo, los delegados agricultura y s u m i n i s t r a r o n la f o r t u n a del E s t a d o de los Vasa
campesinos, f o r m a r o n un o r g a n i s m o curiosamente pasivo a lo en su fase de expansión exterior. Este enclave lo constituían
largo de esta época, desprovisto de iniciativa legislativa, y res- la riqueza de mineral de hierro y los depósitos cupríferos de
pondiendo complacientemente a todas las peticiones reales. Así, Bergslagen. La minería ocupó siempre u n a posición especial en
los Vasa r e c u r r i e r o n con tanta frecuencia al Riksdag, que su las economías de transición en los albores de la E u r o p a mo-
gobierno se ha descrito sin p a r a d o j a como u n compendio del derna, no sólo p o r q u e representó d u r a n t e largo tiempo la mayor
«absolutismo parlamentario», p o r q u e p r á c t i c a m e n t e todos los concentración de t r a b a j a d o r e s en u n a sola f o r m a de empresa,
incrementos i m p o r t a n t e s del p o d e r real, desde la confiscación sino p o r q u e f u e siempre el p u n t o de apoyo de la economía
de las tierras de la Iglesia p o r Gustavo I en 1527 hasta la pro- monetaria p o r su producción de metales preciosos, a u n q u e no
clamación del derecho divino p o r Carlos XI en 1680, f u e r o n implicara p o r sí m i s m a necesariamente u n nivel avanzado del
legitimados solemnemente por u n a asamblea leal. La resistencia proceso m a n u f a c t u r e r o o de la d e m a n d a del mercado. Por otra
aristocrática a la m o n a r q u í a se c o n c e n t r a b a casi siempre en el parte, la tradición de los derechos regios sobre el subsuelo en
rád —descendiente directo de la curia regis medieval— y no la E u r o p a feudal significaba que, a menudo, pertenecían al prín-
en el Riksdag, donde el soberano reinante podía m a n i p u l a r cipe de u n a u otra f o r m a . El cobre y el mineral de hierro sue-
n o r m a l m e n t e a los e s t a m e n t o s no nobiliarios contra la nobleza, cos pueden compararse, p o r tanto, con la plata y el oro espa-
en el caso de que surgiese e n t r e a m b o s algún conflicto 1 3 . El ñoles p o r su impacto sobre el absolutismo local. Ambos permi-
Riksdag, que era, a p r i m e r a vista, u n a institución muy audaz tieron la combinación de u n E s t a d o poderoso y agresivo con u n a
p a r a su tiempo, resultó de hecho n o t a b l e m e n t e inocuo. En este f o r m a social carente de u n a gran riqueza agraria y de dina-
período, la m o n a r q u í a nunca tuvo ninguna dificultad p a r a uti- m i s m o mercantil. N a t u r a l m e n t e , Suecia estaba m á s desprovista
lizarlo en favor de sus propios objetivos políticos. Otro reflejo de a m b o s que España. La cima de la expansión del cobre en
c o m p l e m e n t a r i o de la misma situación social básica de docilidad Suecia estuvo directamente ligada al colapso de la m o n e d a de
de los Estados p u e d e encontrarse en el ejército, porque, preci- plata en Castilla, p o r q u e la emisión del nuevo vellón de cobre
s a m e n t e a causa de la existencia de un campesinado indepen- por Lerma, en la devaluación de 1599, f u e lo que creó u n a altí-
diente, sólo el E s t a d o sueco podía m a n t e n e r en la E u r o p a rena- sima d e m a n d a internacional de la producción de la K o p p a r b e r g
centista un ejército con servicio obligatorio. El decreto p o r el de Falún. Gustavo Adolfo impuso f u e r t e s p e a j e s sobre las mi-
que Gustavo Vasa creó el sistema utskrivning de reclutamiento nas de cobre, organizó u n a compañía real p a r a la exportación
r u r a l en 1544 nunca provocó el riesgo de una posible jacquerie, con o b j e t o de a c a p a r a r el suministro y f i j a r los niveles de pre-
p o r q u e los soldados así reclutados nunca habían sido siervos; cios, y obtuvo amplios créditos holandeses p a r a sus guerras,
su condición legal y material era compatible con la lealtad en concedidos contra sus activos mineros. Aunque el vellón f u e
el campo de batalla. suprimido en 1626, Suecia continuó poseyendo u n monopolio
Pero aún queda el p r o b l e m a de saber cómo adquirió el abso- virtual del cobre en toda E u r o p a . Mientras tanto, la industria
lutismo sueco no sólo los i n s t r u m e n t o s político-ideológicos, sino del hierro progresó rápidamente, quintuplicando su producción
también los recursos militares necesarios p a r a su proyección hacia finales del siglo XVII, en que alcanzó la mitad de todas
europea, con una población que a principios del siglo x v n no las exportaciones 14. Por otra parte, t a n t o el cobre como el hierro
pasaba de los 900.000 habitantes. En este punto, no puede elu- no eran tan sólo f u e n t e s directas de ingresos monetarios para
dirse la ley general de que un absolutismo viable p r e s u p o n e un el Estado absolutista; eran también los materiales indispensa-
nivel sustancial de monetarización, que u n a economía rural y bles p a r a su industria de a r m a s . Los cañones de b r o n c e eran
n a t u r a l parece excluir. En Suecia, sin embargo, existía un en- el a r m a de artillería decisiva en esta época, y todos los demás
clave crucial de producción mercantil, cuyos beneficios despro- tipos de a r m a m e n t o exigían u n hierro de alta calidad. Con la
porcionados c o m p e n s a r o n la deficiente comercialización de la llegada del legendario e m p r e s a r i o valón Louis de Geer en la
década de 1620, Suecia poseyó muy p r o n t o u n o de los mayores
complejos de fabricación de a r m a s de E u r o p a . Las minas sumi-
11
Toda la tradición y función del rád se examina en el ensayo de
Roberts, «On aristocratic constitucionalism in Swedish history, 1520-1720»
Essays in Swedish history, pp. 14-55. 14
Stewart Oakley, The story of Sweden, Londres, 1966, p. 125.
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n i s t r a r o n o p o r t u n a m e n t e al absolutismo sueco las infraestruc- ropa. E n lugar de u n avance a p a r t i r de graves contradicciones


t u r a s financiera y militar necesarias p a r a su irrupción en el iniciales, hasta la estabilización final y la pacífica integración
Báltico. Los p e a j e s prusianos, el botín alemán y los subsidios de la nobleza —que f u e la evolución n o r m a l en los d e m á s
franceses completaron su p r e s u p u e s t o de guerra d u r a n t e toda países, c o m o ya hemos visto—, en Suecia la m o n a r q u í a abso-
la guerra de los Treinta Años, e hicieron posible la contratación luta s u f r i r í a retrocesos r e c u r r e n t e s cada vez que se p r o d u j e r a
de u n gran n ú m e r o de mercenarios que f i n a l m e n t e llegaron a u n a minoría real, y más t a r d e volvería a ganar el t e r r e n o per-
s u p e r a r a los m i s m o s ejércitos expedicionarios suecos » dido de f o r m a no menos r e c u r r e n t e : las Cartas aristocráticas
Al c o n t r a r i o de lo q u e ocurrió con las posesiones españolas de 1611, 1632 y 1720, que limitaban el p o d e r real, f u e r o n se-
en E u r o p a , el imperio así conquistado se m o s t r ó razonablemente guidas p o r u n recrudecimiento del p o d e r absolutista en las
rentable. Las provincias bálticas, especialmente, con sus em- décadas de 1620 y 1680 y en el período 1772-89 17. Lo que llama
b a r q u e s de grano hacia Suecia, p r o d u j e r o n siempre unos nota- la atención en estas oscilaciones es la relativa facilidad con la
bles ingresos fiscales, con un gran superávit neto u n a vez que la aristocracia se a d a p t a b a a a m b a s f o r m a s de Estado, «real»
deducidos los gastos locales. La p a r t e que les correspondió en o «representativa». D u r a n t e los tres siglos de su existencia, el
el total de ingresos reales f u e superior a u n tercio en el pre- absolutismo sueco s u f r i ó f r e c u e n t e s recaídas institucionales,
supuesto de 1699 «. Además, la nobleza adquirió grandes exten- p e r o n u n c a u n v e r d a d e r o levantamiento político de la nobleza,
siones de tierras en la conquistada Livonia, donde la agricul- c o m p a r a b l e a los de España, Francia o Inglaterra. Precisamente
t u r a estaba m u c h o más cerca del modelo señorial que en la p o r q u e en el interior era, hasta cierto punto, u n E s t a d o optativo
propia Suecia. Las r a m a s exteriores de la aristocracia jugaron, p a r a la clase dominante, la aristocracia podía acercarse o ale-
a su vez, u n i m p o r t a n t e papel al o c u p a r los cargos de la cos- j a r s e de él sin excesiva emoción ni malestar. La historia de
tosa m á q u i n a militar de la expansión imperial sueca: a prin- Suecia desde la m u e r t e de Gustavo Adolfo en 1632 h a s t a el
cipios del siglo X V I I I , u n o de cada tres oficiales de Carlos X I I golpe de E s t a d o de Gustavo I I I en 1789 es, en b u e n a medida,
en sus c a m p a ñ a s polacas y r u s a s provenía de las provincias la historia de estos sucesivos r e a j u s t e s .
bálticas. El absolutismo sueco siempre funcionó con m á s sua-
N a t u r a l m e n t e , las divisiones y los conflictos d e n t r o de la
vidad d u r a n t e las fases de su agresiva expansión en el exterior:
m i s m a nobleza f u e r o n u n o de los reguladores f u n d a m e n t a l e s de
la a r m o n í a e n t r e la m o n a r q u í a y la nobleza f u e siempre mayor
esta serie de cambios. Así, la f o r m a de gobierno impuesta p o r
d u r a n t e los reinados de los generalísimos regios, Gustavo Adol-
Oxenstierna siguiendo a Lützen codificó el dominio de los mag-
f o y Carlos X, y en los p r i m e r o s años de Carlos XII. Pero el
nates en el rád (lleno ahora con sus propios parientes) d u r a n t e
éxito exterior del absolutismo sueco n u n c a liquidó p o r com-
la regencia de 1632-44. El canciller tuvo que e n f r e n t a r s e muy
pleto sus limitaciones internas: s u f r í a u n a infradeterminación
p r o n t o con u n a d e r r o t a estratégica en Alemania: a la victoria
f u n d a m e n t a l a causa de su configuración de clase comparativa-
imperial de Nordlingen en 1634 siguió la defección de la ma-
m e n t e inactiva d e n t r o de la propia Suecia. De esta f o r m a , p a r a
yoría de los príncipes p r o t e s t a n t e s en 1635, m i e n t r a s expiraban
la clase noble siempre f u e u n a f o r m a «optativa» de gobierno.
p o r t r a t a d o los lucrativos p e a j e s de Prusia, f u n d a m e n t a l e s p a r a
En condiciones sociales de apatía, el absolutismo tendía a care-
el esfuerzo bélico de Suecia. Los ingresos fiscales suecos alcan-
cer de la presión que se deriva de las necesidades vitales de
zaban sólo p a r a m a n t e n e r la flota del Báltico —triplicada p o r
u n a clase social. De ahí la curiosa trayectoria p e n d u l a r del
Gustavo Adolfo hasta llegar a los 90 barcos— y p a r a la defensa
absolutismo sueco, sin comparación con ninguna otra de Eu-
interior. Los subsidios franceses se hicieron necesarios p a r a la
prosecución de la lucha p o r Estocolmo: en 1641 llegaron a u n
11
tercio del ingreso interior del E s t a d o Las c a m p a ñ a s en Ale-
Gustavo Adolfo comenzó sus campañas en Alemania con un ejército
del que sólo una mitad se había reclutado en Suecia. En la época de
Breitenfeld, la participación sueca había descendido a un cuarto y en " Roberts señala que el constitucionalismo aristocrático nunca con-
Lutzen a menos de una décima parte (13.000 de los 140.000 hombres) siguió ninguna victoria sobre un rey en su mayoría de edad. La relativa
Roberts, Gustavus Adolphus, II, pp. 206-7. El reclutamiento interior no frecuencia de las minorías de edad fue lo que le ofreció posibilidades
fue suficiente, por tanto, para eximir al absolutismo sueco de las leyes periódicas de reafirmarse: Essays in Swedish history, p. 33.
generales del militarismo europeo de esta época. Roberts, «Sweden and the Baltic, 1611-1654», en The New Cambridge
" Jeannin, L'Europe du nord-ouest el du nord, p. 330.
Modern History, IV, p. 401.
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Suecia
m a m a d u r a n t e la segunda m i t a d de la guerra de los Treinta
v provocó vigorosas reacciones del campesinado. Pero sería la
Anos —en la que lucharon ejércitos m u c h o m á s pequeños que
las e n o r m e s huestes reunidas en Breitenfeld o Lützen— f u e r o n hostilidad de la p e q u e ñ a nobleza - q u e n o se había beneficiado
financiadas con subvenciones e x t r a n j e r a s o con empréstitos v de la prodigalidad gratuita de la r e i n a - lo que h a b r í a de ase-
extorsiones locales implacables, realizadas p o r los c o m a n d a n t e s g u r a r q u e este t r a s t o r n o en el modelo de propiedad de Suecia
en el exterior. En 1643, Oxenstierna envió contra Dinamarca a d u r a s e muy poco tiempo.
l o r s t e n s s o n - e l m e j o r general s u e c o - , en u n a c a m p a ñ a mar- Cristina abdicó en 1654 p a r a a b r a z a r el catolicismo, después
ginal. El resultado de esta acción fue satisfactorio: conquistas de disponer la sucesión de su sobrino. El nuevo soberano,
provinciales a lo largo de la f r o n t e r a noruega y establecimiento Carlos X relanzó i n m e d i a t a m e n t e el expansionismo sueco con
de bases isleñas en el Báltico que t e r m i n a r o n con el control u n feroz a t a q u e a Polonia en 1655. C o r t a n d o los avances r u s o s
danés de ambos lados del Sund. En el conflicto principal los desde el este y destrozando a los ejércitos polacos, las fuerzas
ejércitos suecos habían alcanzado Praga cuando se restableció expedicionarias suecas t o m a r o n Poznan, Varsovia y Cracovia en
la paz en 1648. El tratado de Westfalia consagró la e s t a t u r a r á p i d a sucesión: la Prusia oriental f u e declarada oficialmente
internacional de Suecia como covencedor j u n t o con Francia en f e u d o sueco, y Lituania f u e anexionada a Suecia. El acoso ho-
la larga contienda con Alemania. El E s t a d o Vasa adquirió la landés p o r m a r y la recuperación polaca debilitaron la fuerza
Pomerania occidental y B r e m e n en la propia Alemania continen- de esta espectacular ocupación, p e r o f u e u n a t a q u e directo danés
tal, y el control de las d e s e m b o c a d u r a s del Elba, el Oder y el a Suecia, en la r e t a g u a r d i a del rey, lo que deshizo la conquista
Weser, los tres grandes ríos del norte de Alemania de Polonia. Haciendo r e t r o c e d e r r á p i d a m e n t e al grueso de su
Mientras tanto, la subida de Cristina al trono en 1644 había ejército hacia Pomerania, Carlos X m a r c h ó sobre Copenhague
conducido f o r m a l m e n t e a una reafirmación política del p o d e r y p u s o a Dinamarca f u e r a de combate. La victoria en el S u n d
real, p e r o éste f u e utilizado p o r la irreflexiva reina p a r a derra- p r o d u j o la anexión de Escania. La renovación de las hostilida-
m a r títulos y tierras sobre el estrato superior de la aristocra- des p a r a a f i r m a r el control sueco de la e n t r a d a al Báltico f u e
cia y la multitud de aventureros militares-burócratas atraídos f r u s t r a d a p o r la intervención holandesa. La m u e r t e de Car-
al servicio de Suecia en la guerra de los Treinta Años. Cristina los X en 1660 t e r m i n ó t a n t o con la a v e n t u r a en Polonia como
sextuplicó el n ú m e r o de condes y b a r o n e s en el rango más alto con el conflicto en Dinamarca. H u b o después o t r a regencia
de la Riddarhus y duplicó el volumen de los dos rangos infe- de los m a g n a t e s d u r a n t e la minoría de edad, de 1660 a 1 bll,
riores. Por vez p r i m e r a , la nobleza sueca adquirió una fuerza d o m i n a d a p o r el canciller De la Gardie. Los proyectos reales
numérica apreciable, que en su mayor p a r t e procedía de f u e r a : p a r a la recuperación de las r e n t a s e n a j e n a d a s , contemplados
hacia 1700, más de la mitad de la aristocracia era de origen ex- m o m e n t á n e a m e n t e p o r Carlos X antes de sus precipitadas cam-
t r a n j e r o '». Además, impulsada p o r Oxenstierna, que defendía la pañas e x t r a n j e r a s , f u e r o n archivados: el gobierno en m a n o s
conmutación de las tradicionales rentas estatales en especie de la alta nobleza, continuó vendiendo las propiedades de la
p o r f l u j o s m o n e t a r i o s seguros, la m o n a r q u í a e n a j e n ó u n a enor- m o n a r q u í a a la vez que m a n t e n í a u n a política exterior poco
m e cantidad de tierras e impuestos reales a su élite de fun- ambiciosa. Precisamente f u e en esta época cuanlo los códigos
cionarios y seguidores: el área total de tierra de la nobleza señoriales de gárdsratt se hicieron c u m p l i r p o r vez p r i m e r a en
se duplicó en Suecia e n t r e 1611 y 1652, m i e n t r a s que los ingresos la historia sueca, d a n d o a los terratenientes jurisdicción privada
estatales cayeron en la misma proporción d u r a n t e el reinado sobre su p r o p i o campesinado 2 1 . El estallido de u n a i m p o r t a n t e
de Cristina 2 0 . Las concesiones a terratenientes privados de los guerra europea, con el a t a q u e de Luis XIV a Holanda, forzó
ingresos fiscales procedentes de los campesinos libres amenazó f i n a l m e n t e a este régimen, p o r ser cliente y aliado de Francia,
con reducir a éstos a una total dependencia respecto a aquéllos, a u n letárgico conflicto de diversión con B r a n d e m b u r g o en 1674.
El f r a c a s o militar en Alemania desacreditó a la camarilla de
j' R - M - Hatton, Charles XII of Sweden, Londres, 1968 p 38 De la Gardie y p r e p a r ó el camino p a r a u n nuevo y radical domi-
Los ingresos totales bajaron en un 40 por 100 en la década' de 1644
a 165o. Sobre todo este episodio, véase el ensayo de Roberts «Oueen
Chnstina and the general crisis of the seventeenth century», Essavs in
Swedish history, pp. 111-37. ' ' y « Fueron abolidos de nuevo en la década de 1670: Jeannin, VEurope
du nord-ouest et du nord, p. 135.
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nio de la m o n a r q u í a b a j o el nuevo soberano, que había alcan-
zado la mayoría de edad d u r a n t e las guerras. su posición p a r a r e f o r m a r el ejército p o r m e d i o del asentamien-
En 1680, Carlos XI utilizó el Riksdag p a r a abolir los privi- to de soldados-campesinos en tierras especialmente distribuidas
legios tradicionales del rád y p a r a recuperar, con el apoyo de p o r el llamado indelnigsverket o sistema de parcelación, que
la p e q u e ñ a nobleza, las tierras y rentas de la m o n a r q u í a , ena- alivió al tesoro de los pagos en dinero a las tropas del interior.
j e n a d a s en el período anterior. Las «reducciones» reales f u e r o n La m a q u i n a r i a militar p e r m a n e n t e se amplió hasta llegar en la
muy amplias: el 80 p o r 100 de todas las propiedades e n a j e n a d a s década de 1680 a una fuerza de u n o s 63.000 h o m b r e s , de los
f u e r o n r e c u p e r a d a s p o r la m o n a r q u í a sin ninguna compensa- que alrededor de u n tercio correspondían a unidades profesio-
Clon, y la proporción de tierra cultivada de propiedad nobiliaria nales estacionadas en el exterior. La flota f u e ampliada sin
se r e d u j o a la m i t a d 22. La creación de nuevas propiedades exen- interrupción, t a n t o p o r razones comerciales c o m o estratégicas.
tas de impuestos f u e prohibida, y se liquidaron los condados La burocracia —a la que ahora podía acceder la pequeña no-
y baronías territoriales. Las «reducciones» se impusieron con bleza en condiciones de igualdad— f u e adiestrada y perfeccio-
especial dureza en las posesiones u l t r a m a r i n a s . No a f e c t a r o n nada. Escania y Livonia q u e d a r o n s u j e t a s a u n a f u e r t e centra-
a la consolidación señorial d e n t r o de las propiedades de la lización y suecización 2 \ El dominio real llegó a su plenitud en
aristocracia; su objetivo final era el restablecimiento del statu la ú l t i m a década del reinado: en 1693, el Riksdag aprobó u n a
quo ante en la distribución de la propiedad agraria que había resolución excesivamente servil p o r la q u e declaraba el derecho
prevalecido al principio del siglo 23 . Los ingresos estatales, recu- divino del rey a la soberanía absoluta sobre su reino, en cuanto
p e r a d o s p o r este p r o g r a m a a costa del e s t r a t o de los magnates, delegado ungido p o r su hacedor. Carlos XI, como Federico Gui-
se a u m e n t a r o n todavía más p o r medio de mayores impuestos llermo I de Prusia, u n soberano frugal y precavido en el exte-
sobre los campesinos. El Riksdag asintió s u m i s a m e n t e al au- rior, no p e r m i t i ó ninguna oposición a su voluntad en el interior.
m e n t o sin precedentes del p o d e r personal de Carlos XI que Él m e j o r t e s t a m e n t o de su o b r a f u e el a s o m b r o s o reinado
a c o m p a ñ ó a la reduktion, y abdicó p r á c t i c a m e n t e de todos sus de su h i j o Carlos XII, que superó a su p a d r e en u n p o d e r auto-
derechos a controlar o bloquear a su gobierno. Carlos XI utilizó crático que f u e p r e g o n a d o ideológicamente desde el p r i m e r
día de su subida al t r o n o en 1697. Carlos XII, ú l t i m o de los
reyes-guerreros Vasa, p u d o p a s a r dieciocho años en el extran-
las reducciones, véase J. Rosen, «Scandinavia and the Baltic»
en The Aew Cambridge Modern History, v, p. 534. En 1655, los nobles jero, nueve de ellos en la cautividad turca, sin que la admi-
poseían dos tercios de las tierras del país. En 1700, las proporciones eran: nistración civil de su país se viera seriamente desorganizada
33 por 100 la nobleza; 36 por 100 la monarquía y 31 por 100 los cam- o detenida p o r su ausencia. Es d u d o s o que cualquier o t r o so-
pesinos que pagaban impuestos. Al final del reinado, las reducciones ha- b e r a n o de su tiempo p u d i e r a depositar t a n t a confianza en su
bían aumentado los ingresos de la monarquía en unos dos millones de
dáleros al ano; de este incremento, las dos terceras partes provenían patrimonio. En efecto, casi todo el reinado de Carlos X I I estuvo
de las posesiones recuperadas en las provincias extranjeras ocupado p o r su larga odisea en la E u r o p a del Este, d u r a n t e
La dramática peripecia de las enajenaciones y recuperaciones del la gran guerra del norte. Hacia 1700, el sistema imperial sueco
patrimonio real sueco a mediados del siglo xvn, que en un corto espacio en el Báltico se estaba acercando a su m o m e n t o decisivo. A
de tiempo transformaron por completo el sistema de propiedad del país
se interpreta generalmente como el signo de una profunda lucha social pesar de la rígida revisión administrativa que había s u f r i d o
por la tierra, en la que el campesinado sueco sólo pudo librarse de una recientemente b a j o Carlos XI, su base demográfica y económica
«servidumbre livonia» por medio de las reducciones. Por muy extendida era excesivamente pequeña p a r a sostener su extensión territo-
que este esta opinión, es difícil aceptarla, porque los orígenes de este rial c o n t r a la enemistad c o m b i n a d a de sus vecinos y rivales. La
intervalo estuvieron demasiado claramente ligados a los caprichos sub-
jetivos de Cristina. Sus imprudentes donaciones tuvieron lugar en tiempos población interior era de 1.500.000 h a b i t a n t e s a p r o x i m a d a m e n t e ,
de paz y no correspondieron a ninguna necesidad objetiva de la monar- y se duplicaba con la de sus posesiones e x t r a n j e r a s hasta llegar
quía, ni fueron el resultado de una irresistible demanda o presión colec- a unos 3.000.000; sus reservas h u m a n a s y financieras p e r m i t í a n
tiva de, la nobleza. Estas posesiones, conquistadas sin esfuerzo por la u n a movilización máxima de unos 110.000 soldados (incluyendo
alta aristocracia, fueron abandonadas sin oponer ninguna resistencia
Nunca hubo una confrontación de clase en torno al problema de la tierra los mercenarios extranjeros) d u r a n t e el reinado de Carlos XII,
de una gravedad equiparable a los riesgos que se corrieron. Debe tenerse de los que sólo e s t a b a n disponibles p a r a las i m p o r t a n t e s cam-
en cuenta que para destruir las libertades del campesinado sueco habría
hecho falta algo más que esa irreflexiva largueza real.
x Rosen, «Scandinavia and the Baltic», pp. 535-7.
Suecia 191
190 Europa occidental
r a í m e n t e a la n a d a a la m o n a r q u í a . La «era de la libertad»,
pañas exteriores menos de la mitad 2 5 . Por o t r a parte, la cen- de 1720 a 1772, estableció u n régimen de c o r r o m p i d o parlamen-
tralización de los Vasa había provocado u n a reacción particula- t a r i s m o aristocrático, dividido p o r conflictos faccionales e n t r e
rista e n t r e la nobleza semigermánica de las provincias bálticas, los p a r t i d o s de los S o m b r e r o s y de los Bonetes, manipulados
q u e habían s u f r i d o con especial intensidad los rescates de tierras a su vez p o r la burocracia nobiliaria y lastrados p o r las recom-
del reinado precedente. La experiencia de Cataluña y Escocia pensas y subvenciones de Inglaterra, Francia y Rusia. El nuevo
iba a reeditarse ahora en Livonia. En 1699, Dinamarca, Sajonia, orden no pertenecía ya a los magnates: la masa de la p e q u e ñ a
Polonia y Rusia se alinearon c o n t r a Suecia. La señal de la y m e d i a n a nobleza, que dominaba la burocracia oficial y el ejér-
guerra sonó con la rebelión secesionista de Latvia, dirigida p o r cito, había conseguido sus objetivos. La división en tres rangos
nobles locales que se m a n i f e s t a r o n a favor de la incorporación d e n t r o del e s t a m e n t o nobiliario f u e abolida. Los privilegios eco-
a Polonia. Carlos X I I se dirigió p r i m e r o c o n t r a Dinamarca, a la nómicos y sociales del c o n j u n t o de la aristocracia f u e r o n celo-
q u e d e r r o t ó r á p i d a m e n t e con la ayuda naval angloholandesa; s a m e n t e conservados, prohibiendo el acceso de los plebeyos a
después, contra Rusia, donde u n a p e q u e ñ a fuerza sueca aniquiló las tierras y a los m a t r i m o n i o s nobiliarios. El Riksdag —de
al e j é r c i t o de P e d r o I en Narva; i n m e d i a t a m e n t e c o n t r a Polonia, cuyo órgano f u n d a m e n t a l , el Comité Secreto, se excluyó a los
donde Augusto II f u e a r r o j a d o del país t r a s d u r a s batallas y r e p r e s e n t a n t e s del campesinado— se convirtió en el núcleo
se instaló en su lugar u n príncipe n o m b r a d o p o r los suecos; f o r m a l del sistema político constitucional, m i e n t r a s que su ver-
finalmente, contra Sajonia, que f u e o c u p a d a y saqueada sin d a d e r o c e n t r o radicaba en el Riddarhus27. Finalmente, la cre-
piedad. Tras este avance militar circular alrededor del Báltico, ciente agitación social contra los privilegios nobiliarios amenazó
el ejército sueco se a d e n t r ó p r o f u n d a m e n t e en Ucrania p a r a con r o m p e r el círculo e n c a n t a d o de las m a n i o b r a s d e n t r o del
unirse con los cosacos de Zaporozhe y m a r c h a r sobre Moscú 2 6 . sistema. El p r o g r a m a del p a r t i d o de los Bonetes Jóvenes, en la
En este m o m e n t o , sin embargo, el absolutismo r u s o de P e d r o I década de 1760, a u n q u e c o m b i n a d o con u n a i m p o p u l a r defla-
resultó algo m á s q u e u n juego p a r a las columnas de Car- ción de la economía, expresaba la creciente ola de descontento
(
los X I I : en Poltava y Perevolotchna el imperio sueco f u e des- plebeyo. La a l a r m a aristocrática ante la perspectiva de u n ata-
trozado el año 1709 en su p u n t o h i s t ó r i c a m e n t e más avanzado que p o r a b a j o p r o d u j o u n a b a n d o n o a b r u p t o y total del parla-
de penetración militar hacia el Este. Diez años después, la gran m e n t a r i s m o . La subida al trono de Gustavo I I I f u e la señal
guerra del N o r t e t e r m i n ó con u n a b a n c a r r o t a p a r a Suecia y con e s p e r a d a p o r la aristocracia p a r a unirse u n a vez m á s tras u n a
el a b a n d o n o de Ingria, Karelia, Livonia, P o m e r a n i a occidental f ó r m u l a absolutista: se llevó a cabo sin estridencias u n golpe
y Bremen. de E s t a d o real con la ayuda de la guardia y la connivencia de
La arrogante autocracia de Carlos X I I desapareció con él. la burocracia. El Riksdag, c o m o era de esperar, puso su f i r m a
Cuando los desastres de la gran guerra del N o r t e d e s e m b o c a r o n al pie de la nueva Constitución, c o n s a g r a n d o de nuevo la auto-
en la m u e r t e del rey, la nobleza, en m e d i o de las disputas p o r ridad de la m o n a r q u í a , a u n q u e inicialmente sin u n a vuelta total
la sucesión, construyó hábilmente u n sistema constitucional que al absolutismo de Carlos XI o Carlos X I I . Sin embargo, el
d e j a b a a los Estados la supremacía política y reducía tempo- nuevo m o n a r c a avanzó con energía hacia u n despotismo ilus-
t r a d o del tipo del siglo XVIII, renovando la administración y
" El ataque contra Rusia en 1709 fue desencadenado con unos 44.000 r e s e r v a n d o p a r a su p e r s o n a un p o d e r cada vez m á s arbitrario.
hombres: Hatton, Charles XII of Sweden, p. 233. Cuando la nobleza opuso resistencias a esta tendencia, Gusta-
u
El error garrafal que suponía esta aventura es evidente. Hay que vo I I I forzó la aprobación p o r el Riksdag en 1789 de u n a ley
recordar que el talento militar del absolutismo sueco estuvo acompañado de emergencia de Unión y Seguridad que r e s t a u r a b a un absolu-
casi siempre por la miopía política. Sus dirigentes aplicaron constante-
mente la fuerza con una habilidad consumada sobre objetivos equivoca- t i s m o total. Para conseguir sus fines, el rey tuvo que p r o m e t e r
dos. Gustavo Adolfo corrió inútilmente por toda Alemania, cuando los a los e s t a m e n t o s más b a j o s el acceso a la b u r o c r a c i a oficial y
intereses a largo plazo de Suecia señalaban la toma de Dinamarca y el
dominio del Sund. Carlos XII se lanzó tontamente sobre Ucrania, al dic-
tado de Gran Bretaña, cuando una alianza con Francia y un ataque " Véase Roberts, Essays in Swedish history, pp. 272-8; la prohibición
contra Austria habrían cambiado todo el curso de la guerra de sucesión a los plebeyos de comprar tierras de la nobleza se redujo más tarde
española y salvado a Suecia de su completo aislamiento al término de la únicamente a los campesinos, a la par que se mitigaban también las res-
guerra en el Este. La dinastía nunca superó cierto provincianismo en sus unciones matrimoniales.
perspectivas estratégicas.
192 Europa occidental SEGUNDA PARTE

a la j u d i c a t u r a , el derecho a c o m p r a r tierras nobiliarias y o t r a s EUROPA ORIENTAL


d e m a n d a s socialmente igualitarias. Las últimas horas del abso-
lutismo sueco se vivieron así en u n a extraña a t m ó s f e r a de
«posibilidades abiertas a los talentos» y de limitaciones a los
privilegios de la nobleza. La racionalidad política de la monar-
quía absoluta perdió así sus a m a r r a s básicas, señal inequívoca
de su cercano final. En u n a última y curiosa p e r m u t a de papeles,
el a u t ó c r a t a «radical» se convirtió en el más ferviente campeón
europeo de la intervención contrarrevolucionaria f r e n t e a la re-
volución francesa, m i e n t r a s que ios nobles resentidos a d o p t a b a n
los ideales republicanos de la Declaración de Derechos del
H o m b r e . En 1792, Gustavo f u e asesinado p o r u n dignatario
aristocrático disidente. La «infradeterminación» histórica del
a b s o l u t i s m o sueco n u n c a f u e más visible que en este extraño
clima. Un E s t a d o optativo acabó en u n a contingencia aparen-
t e m e n t e total.
1. EL ABSOLUTISMO E N EL E S T E

Es necesario volver a h o r a a la m i t a d oriental de E u r o p a o, m á s


exactamente, a la p a r t e de E u r o p a oriental p e r d o n a d a p o r la
invasión o t o m a n a que inundó los Balcanes en oleadas sucesi-
vas, s u j e t á n d o l o s a u n a historia local diferente a la del r e s t o
del continente. La gran crisis que asoló las economías europeas
en los siglos xiv y xv p r o d u j o u n a violenta reacción feudal al
este del Elba. La represión señorial desencadenada c o n t r a los
campesinos a u m e n t ó en intensidad d u r a n t e todo el siglo xvi.
La consecuencia política, en Prusia y en Rusia, f u e u n absolu-
tismo oriental, coetáneo del occidental pero de origen básica-
m e n t e distinto. El E s t a d o absolutista del Oeste f u e el a p a r a t o
político reorganizado de u n a clase feudal que había a c e p t a d o
la conmutación de las cargas. Fue una compensación por la des-
aparición de la servidumbre, en el contexto de u n a economía
crecientemente u r b a n a , que n o controlaba p o r completo y a la
q u e se tuvo que a d a p t a r . Por el contrario, el E s t a d o absolutista
del Este f u e la m á q u i n a represiva de u n a clase feudal que aca-
b a b a de liquidar las tradicionales libertades comunales de los
pobres. Fue u n instrumento para la consolidación de la servi-
dumbre, en u n p a i s a j e limpio p o r completo de vida u r b a n a o
resistencia a u t ó n o m a s . La reacción feudal en el Este significaba
q u e era preciso i m p l a n t a r desde arriba, y p o r la fuerza, u n
m u n d o nuevo. La dosis de violencia que se i n t r o d u j o en las
relaciones sociales fue, p o r tanto, m u c h o mayor. El E s t a d o
absolutista del Este n u n c a p e r d e r í a las m a r c a s de esta expe-
riencia originaria.
Pero, al m i s m o tiempo, la lucha de clases interna d e n t r o de
las formaciones sociales del Este, y su resultado, la servidum-
b r e del campesinado, no ofrecen p o r sí m i s m a s u n a explica-
ción exhaustiva de la aparición de u n tipo diferente de absolu-
tismo en esta región. La distancia e n t r e a m b o s puede medirse
cronológicamente en Prusia, donde la reacción feudal de la
nobleza ya se había i m p u e s t o al c a m p e s i n a d o con la generali-
zación de la Gutsherrschaft en el siglo xvi, cien años antes del
establecimiento de u n E s t a d o absolutista en el siglo x v n . En
Polonia, tierra clásica de la «segunda servidumbre», n u n c a sur-
101
196 Europa oriental 218 El absolutismo en el Este

gio u n E s t a d o absolutista, a u n q u e esto constituyera u n f r a c a s o desarrollo de los atrasados. Las economías mixtas occidentales
p o r el que la nobleza tendría que pagar finalmente el precio de del período de transición —que c o m b i n a b a n u n a agricultura
su existencia nacional. Sin embargo, también aquí el siglo xvi feudal semimonetarizada y postservil 2 , con enclaves de capital
mercantil y m a n u f a c t u r e r o — carecían de tan f u e r t e e m p u j e . La
presencio un gobierno feudal descentralizado, dominado por un inversión exterior era mínima, excepto en los imperios colonia-
sistema representativo b a j o el control total de la aristocracia les y hasta cierto punto, en Escandinavia. El comercio exterior
y con una a u t o r i d a d m o n á r q u i c a m u y débil. En Hungría, el pro- representaba todavía un pequeño p o r c e n t a j e del p r o d u c t o na-
ceso de definitivo sometimiento a s e r v i d u m b r e del campesinado cional de todos los países, excepto Holanda y Venecia. Asi pues,
tuvo lugar tras la guerra austro-turca, en el paso del siglo xvi una integración completa de E u r o p a oriental en el circuito eco-
al xvii m i e n t r a s la nobleza magiar resistía con éxito la impo- nómico de E u r o p a occidental —implícita a m e n u d o en la uti-
sición del absolutismo de los H a b s b u r g o ' . En Rusia, la implan- lización por los historiadores de expresiones tales como «eco-
tación de la s e r v i d u m b r e y la construcción del absolutismo es- nomía colonial» o «empresas de plantación» p a r a referirse al
sistema de Gutsherrschaft vigente más allá del Elba— resulta
tuvieron m a s e s t r e c h a m e n t e vinculadas, p e r o incluso en este intrínsecamente inverosímil.
caso la aparición de la p r i m e r a precedió a la consolidación del
segundo, y n o siempre se desarrolló pari passu con él. Como
las relaciones serviles de producción e n t r a ñ a n u n a fusión inme- Esto no quiere decir, sin embargo, que el impacto de la
diata de la propiedad y de la soberanía, del señorío y del E u r o p a occidental en la oriental no f u e r a d e t e r m i n a n t e de las
dominio de la tierra, no había nada s o r p r e n d e n t e p o r sí m i s m o estructuras estatales que allí aparecieron. En efecto, la interac-
en unos estados nobiliarios policéntricos, tales como los que ción trasnacional d e n t r o del feudalismo se p r o d u j o siempre y
existían en Alemania al este del Elba, en Polonia o en Hungría en p r i m e r lugar en el plano político y no en el economico, pre-
tras la reacción feudal en el Este. Para explicar el posterior cisamente p o r q u e era u n m o d o de producción basado en la
ascenso del absolutismo es preciso, ante todo, r e i n s e r t a r la to- coacción extraeconómica: su f o r m a p r i m a r i a de expansión era
talidad del proceso de la segunda s e r v i d u m b r e d e n t r o del sis- la conquista y no el comercio. El desarrollo desigual del feuda-
t e m a j n t e r n a c i o n a l de estados del último período de la E u r o p a ' lismo d e n t r o de E u r o p a e n c o n t r a b a su expresión mas caracte-
rística y directa no en la balanza comercial, sino en la balanza
Ya hemos visto que la presión ejercida en esta época sobre de las a r m a s e n t r e las respectivas regiones del continente. E n
el Este p o r las economías occidentales m á s avanzadas se ha o t r a s palabras, la p r i m e r a mediación e n t r e Este y Oeste en
exagerado con frecuencia, al p r e s e n t a r l a como fuerza única o estos siglos f u e militar. Fue la presión internacional del abso-
principal responsable de la reacción señorial en esta región De lutismo occidental, a p a r a t o político de u n a aristocracia feudal
hecho, a u n q u e el comercio de cereales intensificó indudable-
2
m e n t e la explotación servil en la Alemania oriental o en Polonia El índice real de monetarización de las d i f e r e n t e s agriculturas de
n o la inauguró en ninguno de estos países, v no jugó ningún pa- Europa occidental en los siglos xvi y xvn era probablemente inucho
más baio de lo que generalmente se cree. Jean Meuvret afirma que en
pe en su paralelo desarrollo en Bohemia o en Rusia. En o t r a s la Francia del siglo Ivi «el campesinado vivía en un régimen de cuasi
palabras, si es incorrecto conceder u n a importancia central a autarquía doméstica prácticamente en todas partes», y que «la vida diana
los lazos económicos del comercio de exportación e importación de los artesanos, incluyendo a la pequeña burguesía, estaba regu ada de
entre el Este y el Oeste, la causa es que el m o d o de producción hecho por el mismo principio, a saber, vivir de los alimentos cultivados
en las tierras propias y, por lo demás, comprar y vender el mínimo
feudal como tal —que n o estaba s u p e r a d o en modo alguno en posible» porque «para satisfacer las necesidades ordinarias, no era nece-
E u r o p a occidental d u r a n t e los siglos xvi y x v n — no podía crear sario I n absoluto el uso de monedas de oro o de plata. Para el p e q u e ñ o
un sistema económico internacional unificado. Sólo el m e r c a d o número de transacciones mercantiles que resultaban indispensables era
mundial del capitalismo industrial realizaría esta tarea irra- posible prescindir frecuentemente del dinero». Jean Meuvret «C.rculation
monétaire et utilization economique de la monnaie dans la France du
diando desde los países avanzados p a r a moldear y d o m i n a r el ™ et du xvm- siécle», Eludes d'Histoire Moderne et Con tem pora,neI
1947 p 20 Porshnev caracteriza correctamente la situación general de
'Véase Zs. Pach Die ungarische Agrarentwicklung im 16-17 Jahrhun- esta época cuando la define por «la contradicción entre la formamone-
taria y la base natural de la economía feudal», y comenta que las difi-
dert, Budapest, 1964, pp. 38-41, 53-6, acerca de las etapas de este pro- cultades fiscales del absolutismo radicaban por doquier en esta contra-
c a m p e s i n á . l r n p a c t o d e l a ^ r r a de los Trece Años sobre la condición dicción: Les soulévements populaires en France, p. 558.
196
200 Europa oriental 198
El absolutismo en el Este 201
m á s poderosa, d o m i n a n t e en sociedades m á s avanzadas, lo que
obligó a la nobleza oriental a crear u n a m á q u i n a estatal igual- de E s t a d o s c o m p l e t a m e n t e formalizado en E u r o p a y la que
m e n t e centralizada p a r a sobrevivir. De otra f o r m a , la superior señaló el decisivo comienzo de la irrupción sueca en el Este.
fuerza militar de los ejércitos reorganizados y engrandecidos La espectacular m a r c h a de los ejércitos de Gustavo Adolfo
del a b s o l u t i s m o se h a b r í a h e c h o sentir en el medio n o r m a l de sobre Alemania, arrollando el p o d e r de los H a b s b u r g o p a r a
la competencia interfeudal: la guerra. La m i s m a modernización a s o m b r o de E u r o p a , f u e el p u n t o decisivo de la guerra, y los
de los ejércitos y las tácticas, r e s u l t a d o de «la revolución mi- éxitos posteriores de B a n e r y Torstensson hicieron imposible
litar» occidental t r a s 1560, hacía m á s factible que n u n c a la agre- toda recuperación a largo plazo de la causa imperial. Desde
sión a los vastos espacios del Este, e igualmente a u m e n t a b a 1641, los ejércitos suecos o c u p a r o n de f o r m a p e r m a n e n t e gran-
los peligros de invasión p a r a las aristocracias locales de estos des zonas de Moravia 3 , y cuando la guerra terminó, en 1648,
países. Así, al m i s m o t i e m p o que divergían las relaciones infra- estaban a c a m p a d o s en la orilla izquierda del Moldava, en Praga.
e s t r u c t u r a l e s de producción, tuvo lugar en a m b a s zonas u n a La intervención de Suecia había a r r u i n a d o definitivamente la
p a r a d ó j i c a convergencia de las s u p e r e s t r u c t u r a s (índice, p o r perspectiva de u n E s t a d o imperial de los H a b s b u r g o en Alema-
supuesto, de lo q u e en último t é r m i n o era un m o d o de produc- nia. De ahí que la trayectoria y el c a r á c t e r del absolutismo
ción común). La f o r m a concreta que a d o p t ó la amenaza militar austríaco h a b r í a n de e s t a r d e t e r m i n a d o s p o r esta derrota, que
del a b s o l u t i s m o occidental fue, a f o r t u n a d a m e n t e p a r a la noble- lo privo de la posibilidad de un centro territorial consolidado
za oriental, indirecta y transitoria. A pesar de todo, es sorpren- en las tierras tradicionales del Reich y desplazó, a su costa,
dente h a s t a qué p u n t o sus efectos a c t u a r o n como catalizador todo el centro de gravedad hacia el Este. Al m i s m o tiempo, el
del modelo político del Este. El f r e n t e e n t r e a m b a s zonas impacto del p o d e r sueco en la evolución de Prusia, internacio-
estaba ocupado, en el sur, p o r el largo duelo austro-turco, que n a l m e n t e menos visible, f u e en el interior m u c h o más p r o f u n d o .
d u r a n t e doscientos cincuenta años concentraría la atención de Los ejércitos suecos ocuparon B r a n d e m b u r g o desde 1631 y, a
los H a b s b u r g o sobre sus enemigos o t o m a n o s y sus vasallos hún- pesar de ser técnicamente un aliado en la causa p r o t e s t a n t e ,
garos. E n el centro, Alemania era u n l a b e r i n t o de estados le sometieron i n m e d i a t a m e n t e a requisiciones militares y exac-
p e q u e ñ o s y débiles, divididos y neutralizados p o r los conflictos ciones fiscales despiadadas, tales como n u n c a antes se habían
religiosos. Así, el a t a q u e llegó desde el norte, relativamente conocido: los privilegios tradicionales de los Estados de los
primitivo. Suecia —el m á s reciente y s o r p r e n d e n t e de todos los j u n k e r f u e r o n liquidados de u n plumazo p o r los c o m a n d a n t e s
absolutismos occidentales, país nuevo con u n a población m u y suecos 4 . Al t r a u m a de esta experiencia se añadió la adquisición
limitada y u n a economía r u d i m e n t a r i a — sería el martillo del sueca de la Pomerania occidental p o r el t r a t a d o de Westfalia
Este. Su impacto sobre Prusia, Polonia y Rusia en los noventa de 1648, que aseguró a Suecia u n a amplia y p e r m a n e n t e cabeza
años que van desde 1630 hasta 1720 puede c o m p a r a r s e con el de playa en las tierras del sur del Báltico. Las guarniciones
de E s p a ñ a sobre E u r o p a occidental en u n a época anterior, suecas controlaban ahora el Oder y a m e n a z a b a n directamente a
a u n q u e n u n c a haya recibido la m i s m a atención. A pesar de esto! la hasta entonces desmilitarizada y descentralizada clase domi-
f u e u n o de los grandes ciclos de expansión militar en la historia n a n t e de B r a n d e m b u r g o , país que p r á c t i c a m e n t e carecía de
del a b s o l u t i s m o europeo. En su p u n t o culminante, la caballería ejército. La construcción del absolutismo p r u s i a n o por el Gran
sueca se paseó victoriosa p o r las cinco capitales de Moscú, Elector, desde 1650 en adelante, f u e en b u e n a medida u n a res-
Varsovia, Berlín, Dresde y Praga, en un gran arco a través del puesta directa a la inminente amenaza sueca: el ejército perma-
t e r r i t o r i o de la E u r o p a oriental que llegó a s u p e r a r las cam- nente, que h a b r í a de ser la piedra angular de la autocracia de
p a ñ a s de los tercios españoles en la occidental. Los sistemas los Hohenzollern, y su sistema fiscal, f u e r o n aceptados p o r los
estatales de Austria, Prusia, Polonia y Rusia e x p e r i m e n t a r o n su j u n k e r s en 1653 p a r a e n f r e n t a r s e a la inminente situación de
i m p a c t o formativo.

La p r i m e r a conquista exterior de Suecia f u e la toma de Es- 5


Véase J. Polisensky, The Thirty Year's War, Londres, 1971, pági-
tonia, en las largas guerras de Livonia con Rusia d u r a n t e las nas 224-31
últimas décadas del siglo xvi. Sin embargo, f u e la guerra de los 4
Carsten, The origins of Prussia, p. 179. Pocos años antes Gustavo
Treinta Años la que p r o d u j o el p r i m e r sistema internacional Adolfo había tomado las estratégicas fortalezas de Memel y Pillau, en
la Prusia oriental, que dominaban el acceso a Koenigsberg, imponiendo
en ellas peajes suecos: op. cit., pp. 205-6.
201
El absolutismo en el Este
200 Europa oriental
t r o de u n c a m p o histórico común. El impulso en el seno de la
guerra en el t e a t r o báltico y p a r a resistir a los peligros exte- aristocracia hacia u n a m o n a r q u í a militar fue evidente en Rusia
riores. De hecho, la guerra sueco-polaca de 1655-60 se reveló mucho antes que en ningún o t r o país del Este europeo. E s t o
como el p u n t o crucial de la evolución política de Berlín, que se debió, en parte, a la prehistoria del E s t a d o de Kiev y a la
evitó lo peor de la agresión sueca p a r t i c i p a n d o al lado de Esto- tradición imperial bizantina que éste t r a n s m i t i ó a través de a
colmo como joven y temeroso aliado. El gran paso siguiente caótica Rusia de la Edad Media, utilizando la ideología de la
en la construcción del absolutismo p r u s i a n o se dio, u n a vez más, «Tercera Roma»: Iván I I I se había casado con la sobrina de
en respuesta al conflicto militar con Suecia. Durante la década último Paleólogo, e m p e r a d o r de Constantinopla, y se arrogo el
de 1670, en medio de la angustia provocada por las c a m p a ñ a s título de «zar» o e m p e r a d o r en 1480. Sin embargo, la ideología
suecas c o n t r a B r a n d e m b u r g o , que abrieron un t e a t r o nórdico de la translatio imperii era menos i m p o r t a n t e , indudablemente,
en la guerra desencadenada por Francia en el oeste, f u e cuando que la continua presión material sobre Rusia de los pueblos
el célebre Generalkriegscommissariat pasó a o c u p a r las funcio- pastores t á r t a r o s y t u r c o m a n o s del Asia Central. La soberanía
nes del anterior consejo privado y a d a r f o r m a a toda la estruc- política de la H o r d a de Oro d u r ó hasta finales del siglo xv.
t u r a del a p a r a t o estatal de los Hohenzollern. El absolutismo Sus sucesores los janatos de Kazán y Astracán lanzaron desde
p r u s i a n o y su definitiva configuración t o m a r o n f o r m a d u r a n t e el Este constantes incursiones en busca de esclavos, hasta su
la época del expansionismo sueco y b a j o su presión. d e r r o t a y aborción a mediados del siglo xvi. D u r a n t e otros cien
Mientras tanto, en estas décadas que siguieron a Westfalia, años, los t á r t a r o s de Crimea - a h o r a b a j o s e ñ o r í o o t o m a n o -
cayó sobre el Este el más d u r o de todos los golpes nórdicos. asolaron el t e r r i t o r i o ruso desde el sur; sus expediciones en
La invasión sueca de Polonia en 1655 hizo saltar r á p i d a m e n t e busca de botín y de esclavos mantuvieron a la mayor p a r t e ae
la insegura confederación aristocrática de los szlachta. Cayeron Ucrania como un p á r a m o d e s h a b i t a d o 5 . E n los albores de la
Varsovia y Cracovia, y todo el valle del Vístula quedó d e s g a r r a d o época m o d e r n a , los jinetes t á r t a r o s carecían de capacidad p a r a
p o r las m a r c h a s y c o n t r a m a r c h a s de los ejércitos de Carlos X. la conquista o la ocupación p e r m a n e n t e . Pero Rusia «centme a
La principal consecuencia estratégica de la guerra f u e privar de Europa», tuvo que s o p o r t a r lo peor de sus ataques, y la
a Polonia de toda soberanía sobre el d u c a d o de Prusia. Pero consecuencia f u e u n mayor y m á s t e m p r a n o í m p e t u hacia u n
los resultados sociales del devastador a t a q u e sueco f u e r o n mu- E s t a d o centralizado en el ducado de Moscú que en el más
cho más serios: las p a u t a s demográfica y económica de Polonia protegido electorado de B r a n d e m b u r g o o en la m a n c o m u n i d a d
q u e d a r o n tan gravemente dañadas que la invasión sueca llegó polaca. Sin embargo, a p a r t i r del siglo xvi, la amenaza militar
a ser como u n diluvio que separaría para siempre la anterior del Oeste fue siempre m u c h o mayor que la del Este, p o r q u e
p r o s p e r i d a d de la Rzeczpospolita de la crisis y la decadencia la artillería de c a m p a ñ a y la infantería m o d e r n a eran a h o r a
irrecuperables en los que se hundió después. La última y breve n e t a m e n t e superiores a los a r q u e r o s m o n t a d o s como a r m a de
recuperación de las a r m a s polacas en la década de 1680, c u a n d o batalla. Así pues, también en Rusia las fases realmente decisi-
Sobieski dirigió la liberación de Viena del cerco turco, f u e se- vas de la transición hacia el absolutismo tuvieron lugar d u r a n t e
guida muy p r o n t o p o r la segunda ofensiva sueca contra la man- las fases sucesivas de la expansión sueca. El crucial reinado
comunidad, d u r a n t e la gran guerra del n o r t e de 1701-21, en la de Iván IV a finales del siglo xvi estuvo dominado p o r las
que el principal teatro de destrucción fue, u n a vez más, Polonia. largas guerras de Livonia, de las que Suecia resultó vencedor
Cuando los últimos soldados suecos a b a n d o n a r o n Varsovia, estratégico al anexionar Estonia p o r el t r a t a d o de Yam Za-
Polonia había d e j a d o de ser una gran potencia europea. La polsky de 1582: un t r a m p o l í n para su dominio del litoral n o r t e
nobleza polaca, p o r razones de las que se h a b l a r á más adelante, del Báltico. El «período de trastornos», a principios del si-
no tuvo éxito en su intento de generar u n absolutismo m i e n t r a s glo x v n , que t e r m i n ó con la crítica subida al t r o n o de la dinastía
d u r a r o n estas tragedias. Así d e m o s t r ó en la práctica cuáles eran
las consecuencias, p a r a una clase feudal del Este, de no seguir
» En vísperas del ataque de Iván IV contra el janato
este camino; Polonia, incapaz de recuperarse de los golpes se supone que había allí unos 100.000 esclavos rusos E l n u m e r o t o t a l de
mortales infligidos p o r Suecia, dejó finalmente de existir como esclavos capturados por los tártaros en sus g r e d a s desde Cnmea en
E s t a d o independiente. la primera mitad del siglo xvn fue supenor a l o s 200.000. G VernaüSKy.
The tsardom of Moscow, 1457-1682, I, Yale, 1969, pp. 51-4, 12.
Rusia, como siempre, constituye u n caso algo diferente den-
196
196 Europa oriental 218 El absolutismo en el Este 203

Románov, presenció el despliegue del p o d e r í o sueco en las pro- a h o r a las presiones endógenas que contribuyeron a su aparición.
f u n d i d a d e s de Rusia. En m e d i o del creciente caos, u n e j é r c i t o Llama la atención u n a coincidencia inicial. La decisiva conso-
m a n d a d o p o r De la Gardie se abrió p a s o hasta Moscú p a r a lidación jurídica y económica de la s e r v i d u m b r e en Prusia,
sostener al u s u r p a d o r Shuiski. Tres años después, u n candidato Rusia y Bohemia tuvo lugar, precisamente, d u r a n t e las m i s m a s
sueco —el h e r m a n o de Gustavo Adolfo— estuvo a p u n t o de décadas en que se echaron con firmeza las bases políticas del
ser elegido p a r a la m i s m a m o n a r q u í a rusa, a u n q u e se vio blo- E s t a d o absolutista. Este doble proceso —institucionalización de
q u e a d o en el ú l t i m o m o m e n t o p o r la elección de Miguel Romá- la servidumbre e inauguración del absolutismo— estuvo, en los
nov. El nuevo régimen se vio obligado a ceder i n m e d i a t a m e n t e tres casos, estrecha y c l a r a m e n t e ligado en la historia de las
Carelia e Ingria a los suecos, quienes en el t r a n s c u r s o de o t r a respectivas formaciones sociales. En B r a n d e m b u r g o , el Gran
década t o m a r o n toda Livonia a los polacos, lo que les dio u n Elector y los Estados sellaron el f a m o s o acuerdo de 1653, con-
control p r á c t i c a m e n t e absoluto del Báltico. En los p r i m e r o s signado en u n a Carta formal, p o r el q u e la nobleza votaba los
años de la dinastía Románov, el i n f l u j o sueco se extendió tam- impuestos p a r a u n ejército p e r m a n e n t e y el príncipe promul-
bién al sistema político r u s o 6 . Finalmente, el e n o r m e edificio gaba ordenanzas p o r las que ataba irremediablemente a la
estatal de Pedro I de principios del siglo x v m se erigió du- tierra a la fuerza de t r a b a j o rural. Los impuestos h a b r í a n de
rante, y contra, la s u p r e m a ofensiva militar sueca en Rusia, cargarse sobre las ciudades y los campesinos, pero no sobre
dirigida p o r Carlos XII, que había comenzado con la destrucción los propios j u n k e r s , m i e n t r a s el ejército h a b r í a de ser el núcleo
de los ejércitos rusos en Narva y continuaría con un p r o f u n d o de todo el E s t a d o prusiano. Fue u n p a c t o que a u m e n t ó t a n t o
avance en Ucrania. El p o d e r zarista d e n t r o de Rusia se f o r j ó el p o d e r político de la dinastía sobre la nobleza como el poder
y se p u s o a p r u e b a en la lucha internacional c o n t r a el imperio de la nobleza sobre el campesinado. La s e r v i d u m b r e de Alemania
sueco p o r la supremacía en el Báltico. El E s t a d o a u s t r í a c o había oriental quedó ahora normalizada y generalizada en todas las
sido expulsado de Alemania p o r la expansión sueca; el E s t a d o tierras de los Hohenzollern situadas más allá del Elba, m i e n t r a s
polaco q u e d ó f r a g m e n t a d o . Por el contrario, los estados r u s o y que el sistema de Estados f u e s u p r i m i d o inexorablemente p o r la
p r u s i a n o hicieron f r e n t e y d e r r o t a r o n a la expansión sueca, m o n a r q u í a en una provincia tras otra. E n 1683, los Landtage de
a d q u i r i e n d o su f o r m a desarrollada en el curso de esta contienda. B r a n d e m b u r g o y de la Prusia oriental habían perdido- p a r a
El a b s o l u t i s m o oriental estuvo d e t e r m i n a d o , f u n d a m e n t a l m e n - siempre todo su poder». Al m i s m o tiempo, se había p r o d u c i d o
te, p o r tanto, p o r las condiciones i m p u e s t a s p o r el sistema en Rusia u n a coyuntura muy similar. E n 1648, el Zemski Sobor
político internacional en cuyo seno e s t a b a n integradas objetiva- —Asamblea de la Tierra— se había r e u n i d o en Moscú p a r a
m e n t e las noblezas de toda la región 7 . E s t e f u e el precio de a p r o b a r el histórico Sobornoe Ulozhenie, que, p o r vez p r i m e r a ,
su supervivencia en u n a civilización de i n i n t e r r u m p i d a guerra codificaba y universalizaba la s e r v i d u m b r e p a r a la población
territorial; el desarrollo desigual del f e u d a l i s m o les obligó a r u r a l instituía u n estricto control estatal sobre las ciudades y
igualar las e s t r u c t u r a s estatales de Occidente antes de h a b e r sus h a b i t a n t e s y, a la vez, c o n f i r m a b a y r e m a c h a b a la respon-
alcanzado u n estadio c o m p a r a b l e de transición económica ha- sabilidad f o r m a l de todas las tierras nobles respecto al servicio
cia el capitalismo. militar. El Sobornoe Ulozhenie f u e el p r i m e r código legal global
Con todo, este a b s o l u t i s m o también estuvo sobredetermina- que se p r o m u l g ó en Rusia y su llegada constituyó u n hecho
do, inevitablemente, p o r el desarrollo de la lucha de clases den- transcendental. En efecto, el código p r o p o r c i o n ó al zarismo el
t r o de las formaciones sociales del Este. Es preciso considerar m a r c o jurídico regulador p a r a su solidificación c o m o sistema
estatal. La proclamación solemne de la s e r v i d u m b r e del campe-
sinado r u s o f u e seguida aquí también p o r la rápida caída en
• J. H. Billington, The icón and the axe, Londres, 1966, p. 110; este tema desuso del sistema de Estados. En el c u r s o de u n a década, el
invita a una mayor investigación.
' Un reconocimiento de esta cuestión por un historiador ruso puede
verse en A N. Chistozvonov, «Nekotorye aspekti problemi genezisa abso- • En esa fecha los nobles reunidos en Brandemburgo dejaron cons-
hutizma», Voprosi Istorii, 5, mayo de 1968, pp. 60-1. Aunque contiene tancia de su melancólica convicción de que los antiguos P™ilegios de
algunos juicios disparatados (sobre España, por ejemplo), este ensayo los Estados estaban prácticamente «anulados y descoloridos de tal forma
comparativo es probablemente el mejor estudio soviético reciente sobre que no parecía quedar ni una umbra libertatis*. Citado por Carsten, The
los orígenes del absolutismo en Europa oriental y occidental
origins oj Prussia, p. 200.
196 204
196 Europa oriental 218 El absolutismo en el Este 105
Zemski Sobor había desaparecido realmente, m i e n t r a s que la bían sido reducidas y reprimidas d u r a n t e la última depresión
m o n a r q u í a construía un amplio ejército s e m i p e r m a n e n t e que medieval. La notable m e j o r í a económica que experimentó el
f i n a l m e n t e sustituyó a todas las viejas levas de la nobleza. El continente en el siglo xvi favoreció u n nuevo, a u n q u e desigual,
último y simbólico Zemski Sobor pasó al olvido en 1683, cuando
crecimiento u r b a n o en algunas zonas del Este. A p a r t i r de 1550,
ya n o era más que una f a n t a s m a l claque cortesana. El pacto
las ciudades de Bohemia volvieron a c o n q u i s t a r buena p a r t e de
social e n t r e la m o n a r q u í a y la aristocracia rusa fue sellado
su prosperidad, a u n q u e b a j o la égida de unos patriciados urba-
con el establecimiento del absolutismo a cambio de la aproba-
nos e s t r e c h a m e n t e unidos a la nobleza p o r la propiedad terri-
ción definitiva de la servidumbre.
torial y municipal, y sin la vitalidad p o p u l a r que las había
D u r a n t e la mayor p a r t e de este m i s m o período, la evolu- caracterizado en la época husita. En el este de Prusia, Koenigs-
ción de Bohemia tuvo un sincronismo comparable, a u n q u e en
berg era todavía u n a f i r m e avanzadilla de la a u t o n o m í a de los
el diferente contexto de la guerra de los Treinta Años. El t r a t a d o
burgos. En Rusia, Moscú había r e t o ñ a d o de nuevo t r a s la im-
de Westfalia, que finalizó en 1648 con esta larga lucha militar,
plantación f o r m a l del zarismo con Iván III, beneficiándose no-
consagró la doble victoria de la m o n a r q u í a H a b s b u r g o sobre los
tablemente del comercio de largo recorrido e n t r e E u r o p a y
Estados de Bohemia y la de los grandes terratenientes sobre
Asia, que cruzaba Rusia y en el q u e también p a r t i c i p a b a n los
el campesinado checo. El grueso de la vieja aristocracia checa
había sido eliminado después de la batalla de la Montaña Blan- viejos centros mercantiles de Novgorod y Pskov. La madura-
ca, y con ella la constitución política que encarnaba su poder ción de los estados absolutistas en el siglo x v n propinó el defi-
local. El Verneuerte Landesordnung, que ahora adquirió un nitivo golpe m o r t a l a la posibilidad de u n renacimiento de la
vigor incontestado, concentró todo el p o d e r ejecutivo en Viena. independencia u r b a n a en el Este. Las nuevas m o n a r q u í a s
Los Estados, una vez disuelto su tradicional liderazgo social, —Hohenzollern, H a b s b u r g o y Románov— aseguraron la inque-
q u e d a r o n reducidos a u n a simple función ceremonial. La auto- b r a n t a b l e supremacía política de la nobleza sobre las ciudades.
nomía de las ciudades fue aplastada. En el campo se t o m a r o n El único organismo corporativo que resistió al Gleichschaltung
implacables medidas para extender la s e r v i d u m b r e en las gran- del Gran Elector tras la Suspensión de 1653 f u e la ciudad de
des propiedades. Las grandes prescripciones y confiscaciones Koenigsberg en la Prusia oriental: f u e aplastada en 1662-63 y
s u f r i d a s p o r los anteriores propietarios y nobles checos crearon en 1674, ante la pasividad de los j u n k e r s locales 1 0 . En Rusia,
u n a aristocracia nueva y cosmopolita de aventureros militares el m i s m o Moscú carecía de u n a clase b u r g u e s a fuerte, al e s t a r
y de funcionarios de la corte que controlaban, j u n t o con la el comercio a c a p a r a d o p o r los boyardos, los funcionarios y u n
Iglesia, cerca de las tres cuartas partes de todas las tierras de p e q u e ñ o grupo de m e r c a d e r e s gosti, cuyo e s t a t u t o y privilegios
Bohemia. Las e n o r m e s pérdidas demográficas tras la guerra dependían del gobierno. Había, sin embargo, n u m e r o s o s artesa-
de los Treinta Años provocaron u n a aguda escasez de m a n o de nos, una a n á r q u i c a fuerza de t r a b a j o semirrural, y los trucu-
obra. Las prestaciones de t r a b a j o del robot llegaron muy p r o n t o lentos y c o r r o m p i d o s fusileros de la milicia de los streltsi. La
a la m i t a d de la semana laboral, m i e n t r a s que los servicios, causa inmediata de la convocatoria del decisivo Zemski Sobor
diezmos y contribuciones feudales podían alcanzar hasta dos que p r o m u l g ó el Sobornoe Ulozhenie f u e u n a explosión repentina
tercios de toda la producción c a m p e s i n a 9 . El absolutismo aus- de estos grupos heterogéneos. Las multitudes a m o t i n a d a s se
tríaco, d e r r o t a d o en Alemania, t r i u n f ó en Bohemia, y con él se enfurecieron ante la subida de precios de los artículos básicos
extinguieron las últimas libertades del campesinado checo. Así que siguió al a u m e n t o de impuestos d e c r e t a d o p o r la adminis-
pues, la consolidación del control señorial sobre el campesinado tración de Morózov, t o m a r o n Moscú y obligaron al zar a aban-
y la discriminación contra las ciudades estuvieron ligadas, en d o n a r la ciudad, m i e n t r a s el descontento se extendía p o r las
las tres regiones, a un rápido a u m e n t o de las prerrogativas de provincias rurales hasta Siberia. Una vez r e c u p e r a d o el control
la m o n a r q u í a , y f u e r o n seguidas p o r la desaparición de los sis- de la capital, se convocó al Zemski Sobor y se decretó el Uloz-
temas estamentales. henie. Novgorod y Pskov se rebelaron contra las exacciones
fiscales, p o r lo que f u e r o n definitivamente reprimidas, d e j a n d o
Como ya hemos visto, las ciudades de E u r o p a del Este ha- de tener en adeiante toda importancia económica. Los últimos
' Polisensky, The Thirty Year's war, p. 245.
" Carsten, The origins of Prussia, pp. 212-14, 220-1.
201
El absolutismo en el Este
200 Europa oriental
era de tres o c u a t r o p e r s o n a s p o r kilómetro cuadrado, m i e n t r a s
t u m u l t o s u r b a n o s de Moscú tuvieron lugar en 1683, c u a n d o los
q u e la de Francia era de 40, es decir, diez veces mayor 1 4 . E n
a r t e s a n o s rebeldes f u e r o n sometidos con facilidad, y en 1683,
las fértiles tierras del sudeste de Polonia o de Ucrania occi-
c u a n d o Pedro I liquidó p o r fin a los streltsi. A p a r t i r de en-
dental, la zona agrícola m á s rica de la Rzeczpospolita, la den-
tonces, las ciudades rusas no crearon ningún problema a la mo-
sidad demográfica no era m u c h o mayor, e n t r e tres y siete per-
n a r q u í a ni a la aristocracia. En tierras checas, la guerra de los
sonas p o r kilómetro cuadrado 1 5 . La m a y o r p a r t e de la llanura
Treinta Años acabó con el orgullo y el desarrollo de las ciudades
de Hungría central —que entonces eran las tierras fronterizas
de Bohemia y Moravia: los incesantes sitios y devastaciones que
e n t r e los imperios a u s t r í a c o y turco— estaba igualmente des-
s u f r i e r o n d u r a n t e las c a m p a ñ a s de la guerra, j u n t o con la can-
poblada. El p r i m e r objetivo de la clase t e r r a t e n i e n t e n o era
celación de las a u t o n o m í a s municipales después de ella, las
tanto, como en Occidente, f i j a r el nivel de las cargas que debía
r e d u j e r o n p a r a siempre a adornos pasivos del imperio de los
pagar el campesino, c o m o detener la movilidad del aldeano y
Habsburgo.
atarle a la tierra. Del m i s m o modo, en grandes zonas de E u r o p a
La razón interna m á s f u n d a m e n t a l del absolutismo del Este
oriental, la f o r m a m á s típica y eficaz de la lucha de clases pro-
radica, sin embargo, en el campo. Su compleja maquinaria de
tagonizada por el c a m p e s i n a d o era simplemente huir, esto es,
represión estaba dirigida primordial y esencialmente c o n t r a el
d e s e r t a r colectivamente de la tierra y dirigirse a nuevos espa-
campesinado. El siglo x v n f u e u n a época de caída de los pre-
cios deshabitados e inexplorados.
cios y disminución de la población en la m a y o r p a r t e de E u r o p a .
Ya se han descrito las medidas t o m a d a s en el ú l t i m o período
En el Este, las guerras y los desastres civiles habían creado
medieval por la nobleza prusiana, austriaca y checa p a r a impe-
crisis de m a n o de obra p a r t i c u l a r m e n t e agudas. La guerra de
dir esta movilidad tradicional; n a t u r a l m e n t e , estas medidas se
los Treinta Años infligió un golpe b r u t a l al c o n j u n t o de la eco-
intensificaron en la fase inaugural del absolutismo. Más hacia
nomía alemana al este del Elba. En muchos distritos de Bran- el este, en Rusia y en Polonia, el p r o b l e m a era todavía más
d e m b u r g o h u b o pérdidas demográficas superiores al 50 p o r serio. En las amplias tierras pónticas situadas e n t r e a m b o s paí-
100". En Bohemia, la población total b a j ó de 1.700.000 habh ses n o existían límites ni f r o n t e r a s estables de asentamiento;
tantes a menos de 1.000.000 en el m o m e n t o de la f i r m a de la la p r o f u n d a zona forestal del n o r t e de Rusia era tradicional-
Paz de Westfalia 1 2 . En las tierras rusas, las intolerables ten- m e n t e un área de c a m p e s i n a d o de «tierra negra», al margen
siones de las guerras de Livonia y de la Oprichnina c o n d u j e r o n del control señorial, m i e n t r a s que Siberia occidental y la región
a la despoblación y evacuación calamitosas de Rusia central del Volga y el Don, en el sudeste, constituían r e m o t a s e impe-
en los últimos años del siglo xvi: e n t r e el 76 y el 96 p o r 100 netrables extensiones todavía en proceso de colonización gra-
de todos los núcleos rurales de la provincia de Moscú f u e r o n dual. La emigración rural en todas esas direcciones ofrecía la
a b a n d o n a d o s 13. El «período de trastornos», con sus guerras ci- posibilidad de liberarse de la explotación señorial y establecer,
viles, invasiones e x t r a n j e r a s y rebeliones rurales, p r o d u j o en- en las d u r a s condiciones de la f r o n t e r a , colonias campesinas in-
tonces inestabilidad y escasez de la fuerza de t r a b a j o a dispo- dependientes. El interminable proceso de reducción a la servi-
sición de la clase terrateniente. El descenso demográfico de d u m b r e del c a m p e s i n a d o ruso, a lo largo del siglo x v n , debe
esta época creó así, o agravó, una constante escasez de t r a b a j o considerarse en el m a r c o del contexto n a t u r a l a p u n t a d o : exis-
r u r a l p a r a el cultivo de la tierra. Había, además, un antecedente tían zonas marginales, grandes y divisibles, alrededor de las
regional p e r m a n e n t e de este fenómeno: el problema endémico propiedades territoriales de la nobleza. Así, es u n a p a r a d o j a
p a r a el feudalismo oriental de la proporción t i e r r a / t r a b a j o , la histórica que Siberia fuese colonizada p o r pequeños propieta-
existencia de demasiado pocos campesinos, dispersos en espa- rios campesinos, procedentes de las comunidades de «tierra
cios excesivamente grandes. La siguiente comparación puede negra» del norte, que buscaban mayor libertad personal y opor-
d a r u n a idea de la diferencia de condiciones con la E u r o p a tunidades económicas, d u r a n t e el m i s m o período en que la gran
occidental: la densidad de población en la Rusia del siglo x v n
11
Stoye, Europe unfolding, 1648-1688, p. 31. 14
11
Polisensky, The Thirty Year's war, p. 245. R. Mousnier, Peasant Uprisings, pp. 157, 159.
15
" R. H. Hellie, Enserfment and miíitary change in Muscovy, Chicago, P. Skwarczynski, «Poland and Lithuania», en The New Cambridge
1971, p. 95. Modern History of Europe, 111, Cambridge, 1968, p. 377.
196
196 Europa oriental 218 El absolutismo en el Este 209

m a s a del c a m p e s i n a d o central se estaba h u n d i e n d o en u n a to: las v e r d a d e r a s p a u t a s de la m a n o de obra n o correspon-


abyecta esclavitud l é . Esta ausencia de una fijación territorial dían siempre, en m o d o alguno, a las disposiciones de los codigos
n o r m a l en Rusia es lo que explica la s o r p r e n d e n t e supervivencia legales. La misión del absolutismo fue, en todas partes, con-
de la esclavitud en u n a escala muy considerable: a finales del vertir la teoría jurídica en práctica económica. Un a p a r a t o
siglo xvi, los esclavos todavía cultivaban e n t r e el 9 y el 15 represivo inexorablemente centralizado y u n i t a r i o constituía
p o r 100 de las propiedades rusas 1 7 . En efecto, como h e m o s u n a necesidad objetiva p a r a la vigilancia y la supresión de la
dicho repetidas veces, la presencia de esclavitud r u r a l en u n a extendida movilidad r u r a l en épocas de depresión económica.
f o r m a c i ó n social feudal siempre significa que el sistema de ser- Ninguna red de jurisdicciones de señores individuales, p o r muy
v i d u m b r e n o se ha c e r r a d o aún, y que u n considerable n ú m e r o despóticos q u e f u e r a n , podía e n f r e n t a r s e con este p r o b l e m a de
de p r o d u c t o r e s directos p e r m a n e c e libre en el campo. La pose- f o r m a adecuada. Las funciones de policía interior necesarias
sión de esclavos era u n o de los grandes capitales de la clase p a r a la segunda s e r v i d u m b r e del Este f u e r o n , en este sentido,
boyarda, que daba a sus propiedades u n a v e n t a j a económica m u c h o más exigentes que las necesarias p a r a la p r i m e r a servi-
f u n d a m e n t a l sobre la más p e q u e ñ a nobleza de servicio 1 8 : d e j ó d u m b r e en el Oeste: el resultado f u e hacer posible u n E s t a d o
de ser necesaria sólo c u a n d o la red de la s e r v i d u m b r e h u b o absolutista más avanzado que las relaciones de producción so-
a t r a p a d o con fuerza a casi todo el campesinado ruso en el si- b r e las que se asentaba, y c o n t e m p o r á n e o del q u e en el Oeste
glo XVIÍI. Mientras tanto, existió u n a incesante rivalidad inter- evolucionaba m á s allá de la servidumbre.
feudal p o r el control de «almas» p a r a el cultivo de las tierras Polonia, u n a vez más, f u e la a p a r e n t e excepción en la lógica
de la nobleza y el clero: los boyardos y los monasterios con de este proceso. Pero así como en lo exterior tuvo que pagar
feudos más rentables y racionalizados a d m i t í a n siervos fugiti- el castigo del diluvio sueco p o r n o h a b e r generado u n absolu-
vos, procedentes de fincas más pequeñas, y ponían obstáculos tismo, en el interior el precio de su f r a c a s o f u e la mayor insu-
a su recuperación p o r sus antiguos señores, lo que e n f u r e c í a rrección campesina de esta época, la catástrofe de la revolución
a la clase de pequeños propietarios. Estos conflictos no termi- u c r a n i a n a de 1648, que le costó u n tercio de su t e r r i t o r i o y que
n a r o n h a s t a q u e se estableció u n a autocracia central, estable descargó sobre la moral y el valor de la szlachta u n golpe del
y poderosa, con u n a p a r a t o coercitivo de Estado, capaz de que n u n c a se h a b r í a de r e c o b r a r plenamente, pues sirvió de
i m p o n e r la adscripción a la tierra en t o d o el t e r r i t o r i o ruso. preludio i n m e d i a t o a la guerra con Suecia, a la que h a b r í a de
Así pues, la constante preocupación señorial p o r el p r o b l e m a ligarse. El carácter peculiar de la revolución u c r a n i a n a f u e con-
de la movilidad laboral en el Este es lo que explica, sin d u d a secuencia directa del p r o b l e m a básico de la movilidad y la
alguna, gran p a r t e de la m a r c h a interior hacia el absolutismo w . huida de los campesinos en el Este 2 0 . Fue u n a rebelión iniciada
Las leyes señoriales q u e ataban al c a m p e s i n a d o a la tierra ya p o r los relativamente privilegiados «cosacos» de la región del
se habían a p r o b a d o en la época precedente. Pero, como ya Dnieper, que eran en su origen campesinos fugitivos o rutenios,
hemos visto, su cumplimiento era n o r m a l m e n t e m u y imperfec- o h a b i t a n t e s de las tierras atlas circasianas, que se habían asen-
tado en las vastas tierras fronterizas e n t r e Polonia, Rusia y el
j a n a t o t á r t a r o de Crimea. En estas tierras de nadie habían lle-
" A. N. Sajarov, «O dialektike istoricheskovo razvitiya russkovo
krest'yanstva», Voprosi lstorii, 1, enero de 1970, pp. 26-7, subraya este con- gado a a d o p t a r un m o d o de vida seminómada, ecuestre, muy
traste. similar al de los t á r t a r o s contra los que n o r m a l m e n t e luchaban.
11
Mousnier, Peasant uprisings, pp. 174-5. Mucho t i e m p o después se había desarrollado u n a compleja es-
" Véase la notable ponencia de Vernadsky, «Serfdom in Russia», en t r u c t u r a social en las comunidades de cosacos. Su centro político
X Congresso Internationale di Scienze Storiche, Relazioni, III, Florencia,
1955, pp. 247-72, que señala correctamente la importancia de la esclavitud y militar era la isla fortificada o sech, situada más a b a j o de los
rural en Rusia como una característica del sistema agrario. rápidos del Dnieper, creada en 1557, y que constituía un campa-
" Una idea de la magnitud de este problema para la clase dominante m e n t o guerrero, organizado en regimientos que elegían delega-
rusa puede deducirse del hecho de que en fecha tan tardía como 1718-9,
mucho después de la consolidación legal de la servidumbre, el censo
ordenado por Pedro I descubrió no menos de 200.000 siervos fugitivos
20
—alrededor del 3 ó 4 por 100 del total de la población sierva— que fueron Una completa descripción de la estructura social de Ucrania y de
devueltos a sus antiguos amos. Véase M. Ya. Volkov, «O stanovlenii la revolución de 1648-54 puede verse en Vernadsky, The tsardom of Mos-
absoliutizma v Rossii», Istoriya SSSR, enero de 1970, p. 104. cow, i, pp. 439-81.
196 Europa oriental 218 El absolutismo en el Este 211

dos p a r a u n consejo de oficiales o starshina, q u e a su vez elegía Los campesinos ucranianos —cosacos y n o cosacos— f u e r o n las
u n c o m a n d a n t e s u p r e m o o hetmán. Fuera del sech de Zapo- víctimas de esta operación: la «pacificación» de Ucrania con la
rozhe, las b a n d a s e r r a n t e s de bandidos y m o n t a ñ e r o s se mez- integración del c u e r p o de oficiales en el E s t a d o r u s o restable-
claban con a s e n t a m i e n t o s aldeanos de agricultores, gobernados ció sus a t a d u r a s . Finalmente, t r a s u n a larga evolución, los escua-
p o r sus propios ancianos. La nobleza polaca, c u a n d o e n c o n t r ó drones cosacos llegaron a f o r m a r u n c u e r p o de élite de la auto-
estas comunidades en su expansión hacia Ucrania, pensó que cracia zarista. El t r a t a d o de Pereyaslavl simbolizó, en efecto, la
era necesario tolerar la f u e r z a a r m a d a de los cosacos zaporoz- respectiva trayectoria de los dos grandes rivales de aquella zona
hianos, englobándola en u n n ú m e r o limitado de regimientos téc- d u r a n t e el siglo XVII. El f r a g m e n t a d o E s t a d o polaco se m o s t r ó
nicamente «registrados» b a j o m a n d o polaco. Las t r o p a s cosacas incapaz de d e r r o t a r y s o m e t e r a los cosacos, y t a m p o c o p u d o
f u e r o n utilizadas como caballería auxiliar en las c a m p a ñ a s resistir a los suecos. La autocracia zarista centralizada f u e capaz
polacas de Moldavia, Livonia y Rusia, y los oficiales t r i u n f a n t e s de a m b a s cosas: repelió la amenaza sueca y n o sólo sometió,
llegaron a constituir u n a élite de propietarios, q u e d o m i n a r o n sino que al final utilizó a los cosacos c o m o dragones encargados
al pueblo cosaco y en ocasiones se convirtieron f i n a l m e n t e en de la represión de sus p r o p i a s masas.
nobles polacos. El levantamiento u c r a n i a n o f u e la guerra campesina m á s im-
E s t a convergencia social con la szlachta local, q u e había p o r t a n t e de la época en el Este, p e r o n o f u e la única. Todas las
extendido i n i n t e r r u m p i d a m e n t e sus tierras en dirección al Este, grandes noblezas de E u r o p a oriental tuvieron q u e e n f r e n t a r s e ,
n o cambió la anomalía militar de la independencia de los regi- en u n m o m e n t o u o t r o del siglo xvxi, con rebeliones de siervos.
mientos del sech, con su base en u n filibusterismo semipopular, En B r a n d e m b u r g o se p r o d u j e r o n repetidos estallidos de violen-
ni afectó a los grupos de cosacos rurales que vivían e n t r e la cia r u r a l en el distrito central de Prignitz, d u r a n t e la fase final
población sierva cultivando los latifundios de la aristocracia de la guerra de los Treinta Años y en la década siguiente: 1645,
polaca en esta región. Así, la movilidad campesina había dado 1646, 1648, 1650 y, de nuevo, en 1656 22. La concentración del po-
origen en las p r a d e r a s pónticas a u n f e n ó m e n o sociológico der nobiliario p o r el Gran Elector debe considerarse en el m a r c o
p r á c t i c a m e n t e desconocido p o r entonces en Occidente: el de del m a l e s t a r y la desesperación de las aldeas. El campesinado
u n a s m a s a s rurales capaces de p r e s e n t a r ejércitos organizados de Bohemia, s u j e t o a u n a creciente degradación de su posición
c o n t r a u n a aristocracia feudal. El r e p e n t i n o m o t í n de las com- económica y legal después del t r a t a d o de Westfalia, se levantó
pañías registradas b a j o su Hetmán Jmelnitski en 1648 f u e pro- c o n t r a sus señores a lo largo de todo el país en 1680, c u a n d o
fesionalmente capaz de hacer f r e n t e a los ejércitos polacos en- los ejércitos austríacos tuvieron que ser enviados p a r a s u p r i m i r
viados c o n t r a ellas, y su rebelión desencadenó, a su vez, u n su alzamiento. Pero, sobre todo, en la m i s m a Rusia h u b o u n
levantamiento general de los siervos de Ucrania, que lucharon n ú m e r o inigualado de insurrecciones rurales que se extendieron
codo a codo con los campesinos cosacos pobres p o r a r r o j a r a desde el «período de trastornos» a comienzos del siglo X V I I
los señores polacos. Tres años después, los campesinos polacos hasta la era de la Ilustración en el siglo x v m . E n 1606-07, los
sp rebelaron en la región de Podhale, en Cracovia, en u n movi- campesinos, plebeyos y cosacos de la región del Dnieper toma-
m i e n t o inspirado p o r el de los cosacos y los siervos ucranianos. ron el p o d e r provincial b a j o el m a n d o del ex esclavo Bolót-
Una salvaje guerra social se libró en Galitzia y en Ucrania, en nikov, y sus ejércitos estuvieron a p u n t o de instalar al Falso
la q u e los ejércitos szlachta f u e r o n d e r r o t a d o s repetidas veces
Dimitri como zar de Moscú. En 1633-34, los siervos y desertores
p o r las fuerzas zaporozhianas. E s t a guerra t e r m i n ó con la deci-
de la zona de guerra de Smolensko se rebelaron b a j o el m a n d o
siva transferencia de fidelidad de Polonia a Rusia realizada p o r
del campesino Balash. En 1670-71, p r á c t i c a m e n t e todo el sud-
Jmelnitski con el t r a t a d o de Pereyaslavl de 1654, que p u s o a
este, desde Astracán hasta Simbirsk, se sacudió el control
toda la Ucrania situada más allá del Dnieper b a j o el dominio
señorial a medida que numerosísimos ejércitos de campesinos
de los zares, garantizando los intereses del starshina cosaco 2 1 .
y cosacos subían por el valle del Volga dirigidos p o r el b a n d i d o
Razin. En 1707-08, las m a s a s rurales del B a j o Don siguieron
" Un relato sucinto de las negociaciones y disposiciones del tratado
al cosaco Bulavin en u n a violenta rebelión contra el a u m e n t o
de Pereyaslavl puede verse en C. B. O'Brien, Muscovy and the Ukraine,
Berkeley y Los Angeles, 1963, pp. 21-7. 22
Stoye, Europe unfolding, 1648-1688, p. 30.
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196 Europa oriental 218 El absolutismo en el Este 109

de contribuciones y el t r a b a j o obligatorio en los astilleros, im- del exterior y sus campesinos del interior. La organización y la
puestos p o r Pedro I. Finalmente, en 1773-74, tuvo lugar la última disciplina de los p r i m e r o s y la fluidez y contumacia de los segun-
y más formidable de todas las insurrecciones: la t r e m e n d a dos dictaron la urgencia de la unidad política. El E s t a d o abso-
rebelión de n u m e r o s a s poblaciones explotadas, desde las estri- lutista se reduplicó, pues, al o t r o lado del Elba, hasta llegar a
baciones de los Urales y los desiertos de Bashkiria hasta las ser u n f e n ó m e n o europeo de carácter general.
orillas del Caspio, al m a n d o de Pugachev, que combinó a cosa- ¿Cuáles f u e r o n los rasgos específicos de la variante oriental
cos del m o n t e y la estepa, obreros industriales forzados, cam- de esta m á q u i n a feudal fortificada? Pueden señalarse dos carac-
pesinos de las llanuras y tribus de pastores en u n a serie de terísticas básicas e interrelacionadas. En p r i m e r lugar, la in-
sublevaciones que, p a r a ser d e r r o t a d a s , necesitaron el despliegue fluencia de la guerra en su e s t r u c t u r a f u e m á s p r e p o n d e r a n t e
a gran escala de los ejércitos imperiales rusos. incluso que en el Oeste, y t o m ó f o r m a s sin precedentes. Prusia
Todas estas rebeliones populares se originaron en las inde- representa quizá el límite extremo alcanzado p o r la militariza-
t e r m i n a d a s zonas fronterizas del t e r r i t o r i o ruso: Galitzia, Bie- ción en la génesis de este Estado. El hincapié funcional en la
lorrusia, Ucrania, Astracán, Siberia, p o r q u e allí se diluía el guerra r e d u j o en este caso al naciente a p a r a t o de E s t a d o a u n
p o d e r del E s t a d o central y las escurrizidas m a s a s de bandidos, s u b p r o d u c t o de la m á q u i n a militar de la clase dominante. El
aventureros y fugitivos se mezclaban con los siervos asentados absolutismo del Gran Elector de B r a n d e m b u r g o había nacido,
y las propiedades nobiliarias. Las c u a t r o mayores rebeliones como ya hemos visto, en m e d i o de la confusión provocada p o r
f u e r o n dirigidas p o r elementos cosacos a r m a d o s , que a p o r t a b a n las expediciones suecas a través del Báltico en la década de
la experiencia militar y la organización que les hacían tan peli- 1650. Su evolución y articulación internas r e p r e s e n t a r o n u n a
grosos p a r a la clase feudal. Con el cierre final de las f r o n t e r a s expresiva realización de la f r a s e de Treitschke: «La guerra es
u c r a n i a n a y siberiana a finales del siglo x v m , después de q u e el p a d r e de la cultura y la m a d r e de la creación», p o r q u e toda
se completaran los p r o g r a m a s colonizadores de Potemkin, f u e la e s t r u c t u r a fiscal, la burocracia central y la administración
c u a n d o el c a m p e s i n a d o ruso, de f o r m a significativa, q u e d ó so- local del Gran Elector comenzaron su existencia como subde-
m e t i d o a u n a t a c i t u r n a quietud. Así pues, en toda la E u r o p a p a r t a m e n t o s técnicos del Generalkriegskommissariat. A p a r t i r
oriental, la intensidad de la lucha de clases en el campo —siem- de 1679, d u r a n t e la guerra con Suecia, esta institución única se
p r e latente en f o r m a de huidas rurales— f u e también el deto- convirtió b a j o el m a n d o de Von G r u m b k o w en el órgano su-
n a d o r de explosiones campesinas c o n t r a la servidumbre, en las p r e m o del a b s o l u t i s m o de los Hohenzollern. La burocracia pru-
q u e resultaba f r o n t a l m e n t e amenazado el p o d e r colectivo y la siana, en o t r a s palabras, nació como u n a r a m a del ejército.
propiedad de la nobleza. La geografía social plana de la m a y o r El Generalkriegskommissariat constituía u n ministerio de la
p a r t e de la región —que la distinguía del espacio m á s segmen- guerra y de hacienda omnicompetente, que no sólo m a n t e n í a
tado de la E u r o p a occidental— 2 3 podía d a r f o r m a s particular- un ejército p e r m a n e n t e , sino que r e c a u d a b a impuestos, regula-
m e n t e serias a esta amenaza. El extendido peligro procedente de b a la industria y s u m i n i s t r a b a el funcionariado provincial del
sus propios siervos actuó, p o r tanto, como u n a fuerza centrí- E s t a d o de B r a n d e m b u r g o . El gran historiador p r u s i a n o Otto
peta sobre las aristocracias del Este. La ascensión del E s t a d o Hintze describió así el desarrollo de esta e s t r u c t u r a en el siglo
absolutista en el siglo X V I I respondía, en último término, al siguiente: «Toda la organización del funcionariado estaba li-
miedo social: su a p a r a t o coactivo político-militar era la garantía gada a los objetivos militares y destinada a servirlos. Incluso los
de la estabilidad de la servidumbre. Había así u n orden i n t e r n o policías provinciales procedían de los comisariados de la gue-
del absolutismo del Este que c o m p l e m e n t a b a su determinación rra. Todo ministro de E s t a d o se titulaba s i m u l t á n e a m e n t e mi-
exterior: la función del Estado centralizado consistía en defen- nistro de la guerra; todo consejero de las c á m a r a s administra-
der la posición de clase de la nobleza feudal contra sus rivales tivas y fiscales se titulaba s i m u l t á n e a m e n t e c o n s e j e r o de la
guerra. Los antiguos oficiales se convertían en consejeros pro-
vinciales o, incluso, en presidentes y ministros; los funcionarios
25
El contraste entre la topografía llana e interminable del Este, que de la administración se reclutaban en su mayor p a r t e entre los
facilitaba las huidas, y el relieve más accidentado y limitado del Oeste, antiguos interventores y comisarios de los regimientos; las po-
que ayudaba al control de la fuerza de trabajo, es subrayado por Latti-
more, «Feudalism in history», pp. 55, 56, y Mousnier, Peasant uprisings, siciones más b a j a s se llenaban hasta ddnde era posible con
páginas 157, 159.
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196 Europa oriental
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suboficiales retirados o con inválidos de guerra. Todo el Es- ginariamente— aceptaron su control s u p r e m o sobre los asuntos
t a d o adquiría así u n corte militar, y todo el sistema social se militares» 27. El ejército profesional que apareció t r a s la guerra
ponía al servicio del militarismo. Los nobles, burgueses y cam- de los Treinta Años rubricó la victoria de la dinastía sobre los
pesinos se limitaban a estar allí, cada u n o en su esfera, p a r a
Estados bohemios; sostenido por los impuestos sobre las tierras
servir al Estado y travailler pour le roi de Prusse»24. A finales
de Bohemia y de Austria, se convirtió en el p r i m e r a p a r a t o per-
del siglo X V I I I , el p o r c e n t a j e de la población enrolada en el
m a n e n t e de gobierno en a m b o s reinos, y careció d u r a n t e m á s
ejército era quizá c u a t r o veces superior al de la Francia con-
de un siglo de u n verdadero equivalente civil. También en las
temporánea y se utilizaban implacables métodos coactivos
tierras magiares, la extensión del ejército de los H a b s b u r g o en
p a r a reaprovisionarlo con desertores y campesinos e x t r a n j e r o s .
El control del m a n d o p o r los j u n k e r s era p r á c t i c a m e n t e abso- Hungría a principios del siglo X V I I I provocó finalmente u n a
luto. Esta t r e m e n d a m á q u i n a militar absorbía n o r m a l m e n t e en- unión política más estrecha con las otras posesiones dinásticas.
t r e el 70 y el 80 p o r 100 de los ingresos fiscales del E s t a d o en El p o d e r absolutista, en este caso, residía exclusivamente en la
tiempos de Federico II 2 6 . r a m a militar del Estado: a p a r t i r de entonces, Hungría sumi-
nistró a c a n t o n a m i e n t o s y tropas a los ejércitos de los Habs-
El absolutismo austríaco, como se verá más adelante, siem- burgo, que o c u p a b a n un t e r r e n o geográfico situado, p a r a el
p r e tuvo u n a e s t r u c t u r a m u c h o más heteróclita, mezcla imper- resto de la administración imperial, más allá de sus f r o n t e r a s .
fecta de rasgos orientales y occidentales que correspondía a su Al m i s m o tiempo, los territorios recién conquistados y situados
base territorial mixta en E u r o p a central. Ninguna concentra- más hacia el Este, que se habían t o m a d o a los turcos, se pu-
ción comparable a la de Berlín prevaleció n u n c a en Viena. Con sieron b a j o control del ejército. El Consejo S u p r e m o de la
todo, hay que tener en cuenta que, desde la mitad del siglo xvi Guerra gobernaba directamente Transilvania y el Banato, orga-
hasta finales del X V I I I , la tendencia centralizadora y el í m p e t u nizando y supervisando la colonización sistemática de estas
innovador d e n t r o del ecléctico sistema administrativo del Es- tierras por inmigrantes germanos. La m a q u i n a r i a de guerra
tado de los H a b s b u r g o provinieron del complejo militar impe- f u e siempre el a c o m p a ñ a m i e n t o más constante del desarrollo
rial. D u r a n t e m u c h o tiempo, en efecto, sólo este complejo mili- del absolutismo austríaco. Pero no por eso los ejércitos austría-
t a r dio realidad práctica a la u n i d a d dinástica de las dispersas cos alcanzaron nunca la posición de sus equivalentes prusianos:
tierras gobernadas p o r los Habsburgo. Así, el Consejo S u p r e m o la militarización del E s t a d o se vio bloqueada p o r los límites
de la Guerra, o Hofkriegsrat, era el único organismo de go- impuestos a su centralización. La carencia final de u n a unidad
b i e r n o con jurisdicción en todos los territorios de los Habsbur- política rigurosa en los dominios de los H a b s b u r g o impidió un
go en el siglo xvi, y el único organismo ejecutivo que los unía auge comparable del a p a r a t o militar d e n t r o del absolutismo
b a j o la familia dominante. Aparte de sus deberes de defensa austríaco.
c o n t r a los turcos, el Hofkriegsrat era responsable de la directa Por otra parte, el papel del a p a r a t o militar en Rusia apenas
administración civil de toda la b a n d a de territorio situada a lo f u e menos i m p o r t a n t e que en Prusia. En su estudio sobre la
largo de la f r o n t e r a sudoriental de Austria y Hungría, que estaba especificidad histórica del imperio moscovita, Kliuchevsky co-
guarnecida con milicias de Grenzers s u j e t a s a su m a n d o . Su m e n t a que «la p r i m e r a de estas peculiaridades era la organiza-
posterior papel en el crecimiento gradual de la centralización ción guerrera del Estado. El imperio moscovita era la Gran
de los H a b s b u r g o y en la construcción de un absolutismo des- Rus en armas» 2 8 . Los arquitectos más célebres de este edificio,
arrollado f u e siempre determinante. «De todos los órganos cen- Iván IV y Pedro I, diseñaron su sistema administrativo básico
trales de gobierno, éste f u e p r o b a b l e m e n t e el que tuvo u n a p a r a a u m e n t a r la capacidad bélica de Rusia. Iván IV intentó
influencia mayor p a r a p r o m o v e r la unificación de los diversos r e c o n s t r u i r todo el modelo de tenencia de la tierra en Moscovia
territorios hereditarios, y todos —incluyendo Bohemia y espe- p a r a convertirlo en tenencias de servicio, implicando cada vez
cialmente Hungría, p a r a cuya protección se había planeado ori- más a la nobleza en obligaciones militares p e r m a n e n t e s p a r a
24
Hintze, Gesammelte Abhandlungen, I, p. 61. 21
" Dorn, Competition for empire, p. 94. H. F. Schwarz, The imperial Privy Council in the seventeenth cen-
" A. J. P. Taylor, The course of Germán history, Londres, 1961, p. 19. tury, Harvard, 1943, p. 26.
21
V. O. Kliuchevsky, A history of Russia, II, Londres, 1912, p. 319.
196 216
196 Europa oriental 218 El absolutismo en el Este 111

con el E s t a d o moscovita. «La tierra se convirtió en u n m e d i o final u n a demostración simétrica, a p a r t i r del e j e m p l o de su


económico p a r a asegurar al E s t a d o u n servicio militar suficien- ausencia. La reacción feudal de los nobles prusianos y rusos
te, y la propiedad de la tierra p o r la clase de los oficiales p a s ó llegó a su plenitud con u n absolutismo perfeccionado. Sus
a ser la base de u n sistema de defensa nacional» 2 9 . D u r a n t e homólogos polacos, t r a s s o m e t e r a los campesinos de u n a for-
la m a y o r p a r t e del siglo xvi h u b o u n estado de guerra perma- m a n o menos feroz, no f u e r o n capaces de generar un absolu-
nente c o n t r a suecos, polacos, lituanos, t á r t a r o s y otros antago- tismo. Al p r e s e r v a r celosamente los derechos individuales de
nistas. Finalmente, Iván IV se h u n d i ó en las largas guerras de cada propietario contra todos los demás, y los de todos contra
Livonia, que t e r m i n a r o n en la catástrofe generalizada de la dé- cualquier dinastía, la nobleza polaca cometió u n suicidio colec-
cada de 1580. El «período de trastornos» y la posterior conso- tivo. Su miedo patológico a un p o d e r estatal central institucio-
lidación de la dinastía Románov desarrollaron, sin embargo, nalizó la a n a r q u í a nobiliaria. La consecuencia era previsible:
la tendencia básica a ligar la propiedad de la tierra con la Polonia f u e b o r r a d a del m a p a por sus vecinos, que d e m o s t r a r o n
construcción del ejército. Pedro I dio entonces su f o r m a m á s en el c a m p o de batalla la más alta necesidad del E s t a d o abso-
implacable y universal a este sistema. Toda la tierra quedó su- lutista.
j e t a a obligaciones militares y todos los nobles tenían que co- Tanto en Prusia como en Rusia la militarización extrema
m e n z a r u n servicio indefinido al E s t a d o a la edad de quince del E s t a d o estaba ligada e s t r u c t u r a l m e n t e a la segunda carac-
años. Dos tercios de los m i e m b r o s de todas las familias nobles terística principal del absolutismo, que radicaba en la natu-
tenían que ingresar en el ejército, y sólo se permitía al tercer raleza de la relación funcional e n t r e los propietarios feudales
h i j o de cada familia c u m p l i r este servicio en la burocracia ci- y las m o n a r q u í a s absolutas. La diferencia f u n d a m e n t a l e n t r e
vil 30 . Los gastos militares y navales de P e d r o en 1724 — u n o las variantes oriental y occidental puede verse en los respec-
de los pocos años de paz de su reinado— ascendieron al 75 tivos modos de integración de la nobleza en la nueva b u r o c r a c i a
p o r 100 de los ingresos del Estado 3 1 . creada p o r ellas. La venta de cargos n o existió en Prusia ni en
La atención p r e f e r e n t e del E s t a d o absolutista a la guerra n o Rusia en volumen considerable. Los j u n k e r s del este del Elba
era gratuita; correspondía a movimientos de conquista y expan- se habían caracterizado p o r su rapacidad pública en el siglo xvi,
sión m u c h o mayores que los que tuvieron lugar en Occidente. en el que h u b o u n a corrupción generalizada, malversación de
La cartografía del absolutismo del E s t e corresponde estrecha- fondos estatales, a r r e n d a m i e n t o s de sinec iras y manipulaciones
m e n t e a su e s t r u c t u r a dinámica. Moscovia multiplicó unas doce del crédito real 3 2 . Esta f u e la época de dominio incontestado
veces su t a m a ñ o d u r a n t e los siglos xv y xvi, absorbiendo Nov- del Herrenstand y el Ritterschaft y de debilitamiento de toda
gorod, Kazán y Astracán. En el siglo XVII, el Estado ruso se ex- a u t o r i d a d pública central. La llegada del absolutismo de los
pandió i n i n t e r r u m p i d a m e n t e con la anexión de Ucrania occi- Hohenzollern en el siglo X V I I cambió radicalmente esta situa-
dental y una p a r t e de Bielorrusia, m i e n t r a s que en el siglo X V I I I ción. A p a r t i r de entonces, el nuevo E s t a d o prusiano impuso
ocupó las tierras del Báltico, el r e s t o de Ucrania y Crimea. una creciente probidad financiera sobre su administración. No
B r a n d e m b u r g o adquirió Pomerania en el siglo Xvn, y el Es- se permitió la compra p o r los nobles de posiciones rentables en
tado p r u s i a n o dobló después su t a m a ñ o con la conquista de la burocracia. Significativamente, sólo en los enclaves de Cle-
Silesia en el siglo X V I I I . El Estado de los Habsburgo, b a s a d o ves y Mark, en Renania, que eran socialmente m u c h o más avan-
en Austria, reconquistó Bohemia en el siglo XVII, y en el X V I I I zados y en los que había u n a floreciente burguesía u r b a n a , f u e
había sometido a Hungría y anexionado Croacia, Transilvania f o r m a l m e n t e sancionada la c o m p r a de cargos p o r Federico Gui-
y Oltenia, en los Balcanes. En fin, Rusia, Prusia y Austria se llermo I y sus sucesores 3 3 . En Prusia, el c o n j u n t o de la buro-
dividieron Polonia, que había sido el E s t a d o más grande de cracia oficial se caracterizaba p o r su concienzudo profesiona-
E u r o p a . La racionalidad y la necesidad de u n «superabsolutis- lismo. En Rusia, p o r o t r a parte, los f r a u d e s y las malversa-
mo» para la clase feudal del Este recibió en este desenlace ciones eran males endémicos en las m á q u i n a s del E s t a d o mos-

" Kliuchevsky, op. cit., p. 120. »! Hans Rosenberg, «The rise of the junkers in Brandenburg-Prussia
30
M. Beloff, «Russia», en Goodwin, comp., The European nobility in 1410-1563», American Historical Review, octubre de 1943, p. 20.
13
the 18th century, pp. 174-5. Hans Rosenberg, Bureaucracy, aristocracy and autocracy: the Prus-
31
V. O. Kliuchesvsky, A history of Russia, iv, pp. 144-5. sian experience, 1680-1815, Cambridge, 1958, p. 78.
196 Europa oriental
218 El absolutismo en el Este 219
covita y de los Románov, que p e r d í a n de esta l o r m a u n a gran
naria estatal. El m e c a n i s m o de u n a nobleza de servicio f u e en
p r o p o r c i ó n de sus ingresos. Pero este f e n ó m e n o n o era m á s que
m u c h o s aspectos el correlato oriental de la venta de cargos oc-
u n a variedad directa y p r i m a r i a del peculado y el robo, a u n q u e
cidental. La clase de los j u n k e r s prusianos f u e i n c o r p o r a d a
en u n a escala e n o r m e y caótica. La venta de cargos p r o p i a m e n t e
d i r e c t a m e n t e al Comisariado de la Guerra y a sus servicios finan-
dicha —en cuanto sistema regulado y legal de r e c l u t a m i e n t o de
ciero y fiscal p o r medio de su r e c l u t a m i e n t o p a r a el Estado.
u n a burocracia— n u n c a llegó a establecerse seriamente en Ru-
sia. T a m p o c o f u e u n a práctica significativa en el E s t a d o aus- En la burocracia civil siempre h u b o u n a i m p o r t a n t e dosis de
tríaco, relativamente m á s avanzado, y que n u n c a poseyó —al elementos n o aristocráticos que n o r m a l m e n t e eran ennoblecidos
c o n t r a r i o de algunos de los principales vecinos de la Alemania u n a vez que habían alcanzado las posiciones superiores 3 5 . En
del sur— u n a clase «funcionarial» q u e h u b i e r a c o m p r a d o sus el campo, los j u n k e r s m a n t e n í a n u n control riguroso del Guts-
posiciones en la administración. Las razones p a r a esta diferencia bezirke local y, p o r tanto, estaban investidos con u n a completa
general e n t r e el Este y el Oeste son evidentes. El completo estu- panoplia de poderes fiscales, jurídicos, de policía y de recluta-
dio de S w a r t sobre la distribución del f e n ó m e n o de la venta m i e n t o p a r a el servicio militar sobre los campesinos. Los órga-
de cargos hace hincapié c o r r e c t a m e n t e en su conexión con la nos burocráticos provinciales de la administración central del
existencia de u n a clase comercial local 3 4 . En o t r a s palabras, la siglo xviii, sugerentemente llamados Kriegs - und - Domanen -
venta de cargos en Occidente correspondió a la sobredetermi- Kammern (Cámaras de la Guerra y los Dominios), también
nación del ú l t i m o E s t a d o feudal p o r el r á p i d o crecimiento del estaban cada vez más dominados p o r ellos. En el m i s m o ejér-
capital mercantil y m a n u f a c t u r e r o . El vínculo contradictorio cito, el m a n d o de oficiales constituía la reserva profesional de
que el capital establecía e n t r e el cargo público y las personas la clase terrateniente. «Sólo los jóvenes nobles eran admitidos
privadas r e f l e j a b a las concepciones medievales de soberanía y en las compañías o escuelas de cadetes que había f u n d a d o [Fe-
contrato, en las que todavía no existía u n orden público imper- derico Guillermo I], y los nobles sin n o m b r a m i e n t o de oficial
sonal; p e r o s i m u l t á n e a m e n t e era un vínculo monetario, que eran incluidos p o r su n o m b r e en los i n f o r m e s trimestrales rea-
r e f l e j a b a la presencia y la interferencia de u n a economía mone- lizados p a r a su hijo, con lo que se indicaba que los nobles se
taria y de sus f u t u r o s dueños, la burguesía u r b a n a . Mercaderes, consideraban, eo ipso, aspirantes a oficiales. Aunque m u c h o s
abogados y b a n q u e r o s tenían acceso a la m á q u i n a del E s t a d o plebeyos ascendieron a oficiales b a j o la presión de la guerra
si podían pagar las s u m a s necesarias p a r a c o m p r a r su posición de sucesión española, f u e r o n purgados i n m e d i a t a m e n t e después
en él. La naturaleza mercantil de la transacción era también, de su final. La nobleza se convirtió de esta f o r m a en u n a no-
p o r supuesto, u n indicio de la relación interclasista establecida bleza militar, identificaba sus intereses con los del E s t a d o que
e n t r e la aristocracia d o m i n a n t e y su E s t a d o : la unificación p o r le concedía posiciones de h o n o r y de beneficio» 36.
m e d i o de la corrupción y no de la coacción p r o d u j o un absolu- En Austria n o había u n a j u s t e tan e s t r e c h o e n t r e el a p a r a t o
t i s m o más suave y m á s avanzado. del E s t a d o absolutista y la nobleza; la heterogeneidad insupe-
rable de las clases terratenientes de los reinos de los Habsbur-
En el Este, p o r el contrario, n o había ninguna burguesía
go lo imposibilitaba. Con todo, t a m b i é n aquí tuvo lugar u n
u r b a n a que p u d i e r a m o d i f i c a r el c a r á c t e r del E s t a d o absolu-
tista, el cual, p o r tanto, n o f u e a t e m p e r a d o p o r u n sector mer- movimiento p r o f u n d o a u n q u e incompleto hacia la creación de
cantil. Ya h e m o s h a b l a d o de la sofocante política a n t i u r b a n a u n a nobleza de servicio. A la reconquista de Bohemia p o r los
de las noblezas p r u s i a n a y polaca. En Rusia, los zares contro- H a b s b u r g o d u r a n t e la guerra de los Treinta Años siguió la sis-
laban el comercio — f r e c u e n t e m e n t e a través de sus propias temática destrucción de la vieja aristocracia checa y g e r m a n a
e m p r e s a s monopolistas— y a d m i n i s t r a b a n las ciudades. A me- de las tierras de Bohemia, en las que se asentó u n a nobleza
nudo, los residentes en las ciudades eran siervos, lo que cons- nueva y e x t r a n j e r a , de fe católica y orígenes cosmopolitas, que
tituía u n caso único. La consecuencia f u e que el h í b r i d o fenó- debía p o r completo sus propiedades y f o r t u n a s a la voluntad
m e n o de la venta de cargos resultó impracticable. Los principios de la dinastía que la había creado. La nueva aristocracia «bohe-
feudales p u r o s h a b r í a n de dirigir la construcción de la maqui- mia» suministró a p a r t i r de entonces el contingente d o m i n a n t e

35
14
K. W. Swart, Sale of offices in the seventeenth century, p. 96. Rosenberg, Bureaucracy, aristocracy and autocracy, pp. 139-43.
" Carsten, The origins of Prussia, p. 272.
196 220
196 Europa oriental 218 El absolutismo en el Este 113

de c u a d r o s del E s t a d o de los Habsburgo, convirtiéndose así en pesinos e s t a b a n atados a los señores p a r a proporcionarles los
la m á s i m p o r t a n t e base social del absolutismo austríaco. Pero medios con los que cumplir su servicio al Estado. Todas las
el radicalismo a b r u p t o de su construcción desde a r r i b a n o se libertades y privilegios de los que u n súbdito podía gozar le
r e p r o d u j o en las f o r m a s subsiguientes de su integración en la correspondían tan sólo en la medida en que el E s t a d o se las
m á q u i n a del E s t a d o : el complejo sistema político dinástico diri- p e r m i t í a como p r e r r e q u i s i t o de la función que cumplía a su
gido p o r los H a b s b u r g o hacía imposible u n a cooptación buro- servicio» 3 8 . Pero esto es u n a evocación retórica de las preten-
crática u n i f o r m e y «regulada» de la nobleza p a r a el servicio del siones de la autocracia zarista o samoderzhavie, y n o u n a des-
absolutismo 3 7 . Las posiciones militares p o r encima de ciertos cripción de la verdadera e s t r u c t u r a del Estado: las realidades
rangos y tras d e t e r m i n a d o s períodos de servicio conferían títu- prácticas de la formación social rusa estaban muy lejos de co-
los nobiliarios de f o r m a automática, p e r o n o surgió ningún r r e s p o n d e r al omnipotente sistema político sugerido en este
vínculo general o institucionalizado e n t r e el servicio al E s t a d o p á r r a f o . La teoría ideológica del absolutismo r u s o nunca coin-
y el o r d e n aristocrático, lo q u e significó la decadencia final de cidió con sus poderes materiales, que siempre f u e r o n m u c h o
la fuerza internacional del a b s o l u t i s m o austríaco. m á s limitados de lo que los observadores occidentales —pres-
E n el m á s primitivo m e d i o social de Rusia, los principios tos a m e n u d o a las exageraciones propias de los viajeros— ten-
de u n a nobleza de servicio h a b r í a n de llegar m u c h o m á s lejos dían a creer. Con todo, si se a d o p t a u n a perspectiva europea
incluso q u e en Prusia. Iván IV p r o m u l g ó en 1556 u n decreto comparativa, la peculiaridad del complejo servicio moscovita es
q u e hacía obligatorio p a r a todos los señores el servico militar, innegable. A finales del siglo X V I I y principios del XVIII, P e d r o I
y d e t e r m i n a b a el c u p o exacto de soldados que debía suminis- radicalizó todavía m á s sus principios normativos. Al mezclar
t r a r cada u n i d a d de tierra, con lo q u e se consolidaba la clase las tierras condicionadas y hereditarias, Pedro I asimiló las
pomeshchik de nobleza media que había comenzado a a p a r e c e r clases pomeshchik y boyar. A p a r t i r de entonces, todos los
b a j o su predecesor. A la inversa, sólo las p e r s o n a s al servicio nobles debieron convertirse en servidores p e r m a n e n t e s del zar.
del E s t a d o podían poseer legalmente la tierra en Rusia a p a r t i r La burocracia del E s t a d o se dividió en catorce rangos; los ocho
de este decreto, con excepción de las instituciones religiosas. superiores implicaban u n a condición noble hereditaria, y los
Este sistema n u n c a alcanzó en la práctica la universalidad ni la seis inferiores u n a condición aristocrática n o hereditaria. De
eficacia que se le confería en la ley, y n o acabó en absoluto esta f o r m a , los rangos feudales y la j e r a r q u í a b u r o c r á t i c a se fun-
con el p o d e r a u t ó n o m o de la a n t e r i o r clase p o t e n t a d a de los dieron orgánicamente: el m e c a n i s m o de la nobleza de servicio
boyardos, que mantuvieron sus tierras como posesión alodial. convirtió en principio al E s t a d o en un simulacro de la estruc-
Pero, a p e s a r de los m u c h o s vaivenes y retrocesos, los sucesores t u r a de la clase terrateniente, b a j o el p o d e r centralizado de su
de Iván h e r e d a r o n y desarrollaron la o b r a de éste. Blum hace delegado «absoluto».
el siguiente c o m e n t a r i o sobre el p r i m e r soberano Románov: «El
E s t a d o que Miguel f u e llamado a gobernar constituía u n tipo
único de organización política. E r a u n E s t a d o de servicios, y el
zar era su soberano absoluto. Las actividades y obligaciones de
todos los súbditos, desde el m á s grande de los señores hasta
el m á s í n f i m o de los campesinos, e s t a b a n d e t e r m i n a d a s p o r el
E s t a d o de a c u e r d o con sus propios intereses y políticas. Todos
los súbditos e s t a b a n obligados a d e t e r m i n a d a s funciones espe-
cíficas que se p r o g r a m a b a n p a r a p r e s e r v a r y engrandecer el
p o d e r y la a u t o r i d a d del Estado. Los señores e s t a b a n obligados
a p r e s t a r servicio en el e j é r c i t o y en la burocracia, y los cam-
37
Schwarz afirma, sin embargo, que la vieja y alta nobleza del Es-
tado de los Habsburgo debía fundamentalmente su poder al servicio en
el Consejo Privado imperial durante el siglo xvii: The imperial Privy
Council in the seventeenth century, p. 410. " Jerome Blum, Lord and peasant in Russia, p. 150.
Nobleza y monarquía 223
2. NOBLEZA Y MONARQUIA: LA VARIANTE ORIENTAL
g u n d a m i t a d del siglo x i n ' . E n la m a y o r p a r t e de los países
orientales, el sistema de títulos se t o m ó del u s o g e r m a n o (y
m á s adelante danés): conde, margrave, duque, f u e r o n p a l a b r a s
a d o p t a d a s sucesivamente p o r las lenguas eslavas.
Sin embargo, t a n t o d u r a n t e la era de expansión económica
de los siglos xi y x n , como en la de contracción de los dos siglos
siguientes, hay q u e observar dos rasgos f u n d a m e n t a l e s de la
clase d o m i n a n t e del Este, que son anteriores a la ausencia de
u n a síntesis feudal del tipo occidental. En p r i m e r lugar, la ins-
Es preciso d e t e r m i n a r ahora el significado histórico de la no- titución de la posesión condicional —esto es, el sistema pro-
bleza de servicio, y la m e j o r f o r m a de hacerlo es considerar la p i a m e n t e feudal— n u n c a estuvo r e a l m e n t e a r r a i g a d o más allá
evolución —esta vez en el Este— de las relaciones e n t r e la clase del E l b a 2 . Es cierto que este sistema siguió inicialmente el ca-
feudal y su Estado. Ya hemos visto que antes de la expansión m i n o de la colonización g e r m a n a y siempre tuvo más fuerza en
del feudalismo occidental hacia el Este, d u r a n t e la Edad Media, las tierras al este del Elba, ocupadas p e r m a n e n t e m e n t e p o r los
las principales formaciones sociales eslavas de E u r o p a oriental j u n k e r s germanos, que en cualquier o t r a parte. Pero las pro-
n o habían p r o d u c i d o ningún sistema político feudal, plenamente piedades g e r m a n a s que estaban obligadas a p r e s t a r servicios
articulado, del tipo q u e había surgido de la síntesis romano- de caballería en el Este eran legalmente alodiales en el si-
germánica en Occidente. Todas ellas se e n c o n t r a b a n en diferen- glo xiv, a u n q u e tuviesen obligaciones militares 3 . En el siglo xv,
tes estadios de la transición e n t r e las incipientes federaciones las ficciones jurídicas f u e r o n cada vez m á s ignoradas en Bran-
tribales de los asentamientos originarios y j e r a r q u í a s sociales demburgo, y el Rittergut tendió a convertirse en u n a propiedad
estratificadas con e s t r u c t u r a s de E s t a d o estabilizadas. Como se( patrimonial (proceso que n o era diferente, en este sentido, de
recordará, el modelo más característico c o m b i n a b a u n a aristo- lo q u e estaba o c u r r i e n d o en Alemania occidental). T a m p o c o en
cracia guerrera d o m i n a n t e con u n a población heteróclita de los o t r o s países p u d o establecerse con firmeza la posesión con-
campesinos libres, siervos p o r deudas o esclavos capturados, dicional. En Polonia, las propiedades alodiales f u e r o n más nu-
m i e n t r a s que la e s t r u c t u r a del E s t a d o estaba todavía muy cerca merosas que los feudos d u r a n t e la E d a d Media, pero, como en
del sistema de séquitos a c o m p a ñ a n t e s de los jefes militares tra- Alemania oriental, a m b o s tipos de p r o p i e d a d estaban obligadas
dicionales. Ni siquiera la Rusia de Kiev, que era el sector m á s a la prestación de servicios militares, a u n q u e esta obligación
avanzado de toda la región, había p r o d u c i d o todavía u n a mo- era más ligera p a r a las p r i m e r a s . A p a r t i r de la segunda m i t a d
n a r q u í a hereditaria y unificada. El impacto del feudalismo occi- del siglo xv, la nobleza logró convertir m u c h a s propiedades feu-
dental sobre las formaciones sociales del Este ya se h a dis- dales en alodiales, c o n t r a los esfuerzos de la m o n a r q u í a p o r
cutido en lo que se refiere a sus efectos sobre el m o d o de invertir este proceso. Desde 1561 hasta 1588, la Sejm a p r o b ó
producción d o m i n a n t e en las tierras y las aldeas, así como sobre u n a serie de decretos que c o n m u t a b a n en todas p a r t e s las pro-
la organización de las ciudades. Sin embargo, se ha estudiado
menos su influencia sobre la propia nobleza, a pesar de que, 1
F. Dvornik, The slavs: their early history and civilization, Boston,
como ya hemos visto, d e n t r o de la clase dominante se p r o d u j o 1956, p. 324; The Slavs in European history and civilization, New Bruns-
u n a evidente y creciente adaptación a las n o r m a s j e r á r q u i c a s wick, 1962, pp. 121-8.
2
Bloch se percató de esto, aunque ofreciera una explicación engaño-
occidentales. En Bohemia y Polonia, p o r ejemplo, la alta aristo- samente culturalista, al afirmar que «los eslavos nunca conocieron» la
cracia se f u e p e r f i l a n d o precisamente desde mediados del si- diferencia entre concesiones por servicios y donaciones incondicionales.
glo XII hasta principios del xiv, esto es, en el período culmi- Véase su nota «Feodalité et noblesse polonaises», Annales, enero de 1939,
pp. 53-4. En realidad, la concesión de tierra a cambio de servicios fue
n a n t e de la expansión germana; también fue entonces c u a n d o conocida en Rusia desde el siglo xiv al xvi y apareció más tarde en el
aparecieron los rytiri y vladky o caballeros checos, j u n t o con sistema de pomestie.
los grandes barones, m i e n t r a s que en ambos países se a d o p t a b a ' Hermann Aubin, «The lands east of the Elbe and Germán coloniza-
tion eastwards», en The agrarian life of the Middle Ages, p. 476.
el u s o de blasones y títulos procedentes de Alemania en la se-
224 Europa oriental Nobleza y monarquía 225

piedades feudales p o r alodiales 4 . En Rusia, como h e m o s visto, creó estas nuevas condiciones n o r e p r o d u j o s i m u l t á n e a m e n t e el
la propiedad característica de los boyardos siempre f u e la vot- específico sistema feudal q u e las había acompañado. Una con-
china alodial; la imposición desde a r r i b a del sistema condicional secuencia de este hecho f u e la concentración del p o d e r señorial
de pomestie f u e o b r a posterior de la autocracia zarista. E n sobre el campesinado hasta u n p u n t o desconocido en Occidente,
todas estas tierras había pocos o ningún señorío i n t e r m e d i o donde la soberanía f r a g m e n t a d a y la p r o p i e d a d escalonada crea-
e n t r e los caballeros y los monarcas, del tipo del tenente in capite r o n jurisdicciones plurales sobre los villanos, con confusiones
q u e tan i m p o r t a n t e papel jugó en las compactas j e r a r q u í a s feu- y solapamientos que favorecían o b j e t i v a m e n t e la resistencia
dales de Occidente. Las cadenas complejas de subvasallaje o campesina. En E u r o p a oriental, p o r el contrario, el señorío te-
subinfeudación eran p r á c t i c a m e n t e desconocidas. Por otra par- rritorial, personal y económico se f u n d í a generalmente en u n a
te, la a u t o r i d a d pública t a m p o c o estuvo n u n c a tan limitada o sola a u t o r i d a d señorial, que ejercía derechos a c u m u l a d o s sobre
dividida j u r í d i c a m e n t e como en el Occidente medieval. Los sus súbditos siervos 5 . Esta concentración de poderes llegaba
cargos administrativos locales de todas estas tierras se recibían tan lejos que en Rusia y en Prusia los siervos podían venderse,
p o r n o m b r a m i e n t o m á s que p o r herencia, y los soberanos con- p o r s e p a r a d o de las tierras en las que t r a b a j a b a n , a o t r o s pro-
servaban el derecho f o r m a l de i m p o n e r contribuciones a toda pietarios, lo que constituía u n a situación de dependencia per-
la población campesina, que n o q u e d a b a sustraída del dominio sonal cercana a la esclavitud. El sistema señorial n o afectó,
público p o r medio de jurisdicciones e inmunidades privadas, pues, inicialmente, al tipo p r e d o m i n a n t e de posesión aristocráti-
a u n q u e en la práctica los poderes fiscales y legales de los prín- ca de la tierra, a u n q u e lo amplió e n o r m e m e n t e a costa de las
cipes o los d u q u e s f u e r a n a m e n u d o m u y limitados. El resultado tierras comunes de las aldeas y de las p e q u e ñ a s propiedades
f u e la presencia de u n a red de relaciones intrafeudales m u c h o campesinas. Si algo hizo este sistema f u e a u m e n t a r el p o d e r des-
menos t r a b a d a que en Occidente. pótico local d e n t r o de la clase señorial.
No hay d u d a de que este modelo estaba ligado a la implan- La doble presión que creó f i n a l m e n t e u n E s t a d o absolutista
tación espacial del feudalismo del Este. Así como las vastas y > en el Este se h a esbozado más arriba. Es preciso insistir a h o r a
escasamente pobladas extensiones de tierra crearon a la nobleza en que la transición hacia el a b s o l u t i s m o n o podía seguir el
del Este p r o b l e m a s específicos de explotación del t r a b a j o , a m i s m o r u m b o que en Occidente, a causa no sólo del aplasta-
causa de la posibilidad de huidas, t a m b i é n crearon p r o b l e m a s miento de las ciudades o de la s e r v i d u m b r e del campesinado,
especiales p a r a la integración j e r á r q u i c a de la nobleza p o r los sino t a m b i é n del c a r á c t e r específico de la nobleza que la llevó
príncipes y señores. El carácter f r o n t e r i z o de las formaciones a cabo. E s t a nobleza no había e x p e r i m e n t a d o ningún proceso de
sociales del Este hacía e x t r e m a d a m e n t e difícil p a r a los sobera- adaptación secular a u n a j e r a r q u í a feudal relativamente disci-
nos dinásticos i m p o n e r la obediencia ligia a los colonizadores plinada que la p r e p a r a s e p a r a su integración en u n absolutismo
y terratenientes militares, en u n medio sin límites en el que aristocrático. A p e s a r de esto, al e n f r e n t a r s e con los peligros
los aventureros a r m a d o s y las veleidades anárquicas eran muy históricos de la conquista e x t r a n j e r a o de las deserciones cam-
a b u n d a n t e s . Como consecuencia de esto, la solidaridad feudal pesinas, la nobleza necesitó u n i n s t r u m e n t o capaz de dotarla
vertical era m u c h o m á s débil que en Occidente. Había pocos ex novo de una unidad de hierro. El tipo de integración política
lazos orgánicos que atasen i n t e r n a m e n t e e n t r e sí a las distintas realizado p o r el absolutismo en Rusia y en Prusia siempre
aristocracias. Esta situación no se vio t r a n s f o r m a d a sustancial- llevó la m a r c a de esta originaria situación de clase. H e m o s
m e n t e p o r la introducción del sistema señorial d u r a n t e la gran s u b r a y a d o en qué medida la h o r a del absolutismo se adelantó
crisis del feudalismo europeo. La agricultura de reservas seño- en la E u r o p a oriental; en qué medida era u n a e s t r u c t u r a de Es-
riales y el t r a b a j o servil alinearon a h o r a m á s e s t r e c h a m e n t e la tado situada p o r delante de las formaciones sociales q u e le ser-
agricultura del Este con las n o r m a s de producción del p r i m e r vían de base, para nivelar a los estados occidentales que esta-
período medieval de Occidente. Pero la reacción señorial que b a n f r e n t e a ellas. Ahora es preciso s u b r a y a r el reverso de esta

4 5
P. Skwarzynski, «The problem of feudalism in Poland up to the Skazkin trata correctamente este punto: «Osnovnye problemy tak
beginning of the 16th century», Slavonic and East European Review, 34, nazyvaemovo "vtorovo izdaniya krepostnichestva" v srednei i vostochnoi
1955-6, pp. 296-9. Evrope», pp. 99-100.
227 225
Europa oriental Nobleza y monarquía

m i s m a relación dialéctica. La construcción del «moderno» edi- sin embargo, el r e s u r g i m i e n t o de la relación de servicio en Eu-
ficio absolutista necesitaba precisamente la creación de la rela- ropa i n t r o d u j o , de hecho, u n a drástica modificación en ella,
ción de servicios «arcaica» que había sido característica del sis- p o r q u e el servicio militar exigido n o se p r e s t a b a simplemente
t e m a feudal de Occidente. Antes, esta relación nunca había a u n señor principal en la cadena mediatizada de dependencia
arraigado p r o f u n d a m e n t e en el Este, y precisamente c u a n d o es- personal que era la j e r a r q u í a feudal de la época medieval, sino
taba desapareciendo en Occidente, p o r la llegada del absolutis- a u n supercentralizado E s t a d o absolutista.
mo, comenzó a a p a r e c e r en el Este por exigencias del absolu- Este desplazamiento de la relación p r o d u j o dos consecuen-
tismo. El caso más claro fue, n a t u r a l m e n t e , Rusia. Los siglos cias inevitables. En p r i m e r lugar, el servicio exigido ya no era
medievales, t r a s la caída del E s t a d o de Kiev, habían conocido una ocasional y a u t ó n o m a acción de a r m a s p o r u n caballero
u n a a u t o r i d a d política mediatizada y u n a relación m u t u a de a la llamada de su superior feudal, como por e j e m p l o la con-
soberanía y vasallaje entre príncipes y señores, pero a m b a s esta- vencional cabalgada de c u a r e n t a días estipulada en el sistema
b a n disociadas del señorío territorial y de la posesión de la feudal n o r m a n d o , sino que era la e n t r a d a en u n a p a r a t o buro-
tierra, que seguían b a j o el dominio de la votchina alodial de crático y su carácter tendía a convertirse en algo vocacional y
la clase b o y a r d a 6 . Sin embargo, a p a r t i r de los comienzos de la p e r m a n e n t e . En este sentido, el e x t r e m o se alcanzó con los decre-
época m o d e r n a , todos los avances del zarismo se construyeron tos de Pedro I, que hacían a la dvoriantsvo rusa legalmente
sobre la conversión de las posesiones alodiales en condicionales, responsable de p r e s t a r servicio al E s t a d o d u r a n t e toda su vida.
con la implantación del sistema de pomestie en el siglo Xvi, su Una vez más, la m i s m a ferocidad e irrealismo de este sistema
p r e d o m i n i o sobre la votchina en el x v n y la mezcla final de r e f l e j a b a la e n o r m e dificultad de integrar a la nobleza rusa en
ambos en el XVIII. Por vez p r i m e r a , la tierra se poseía a h o r a a el a p a r a t o zarista m á s que u n v e r d a d e r o éxito de esta empresa.
cambio de servicios caballerescos al gran señor feudal, el zar, En Prusia no h u b o ninguna necesidad de estas medidas extre-
en lo que era u n a réplica del feudo del Occidente medieval. mas, p o r q u e la clase de los j u n k e r s f u e desde el principio m á s
E n Prusia no h u b o u n a t r a n s f o r m a c i ó n jurídica tan radical de. reducida y m á s dócil. En a m b o s casos, sin embargo, es evidente
la posesión de la tierra, a p a r t e de la recuperación en gran escala que el servicio p r o p i a m e n t e b u r o c r á t i c o —fuese militar o civil—
de las tierras reales t r a s las enajenaciones del siglo xvi, debido contradice u n o de los principios f u n d a m e n t a l e s del c o n t r a t o
a q u e todavía sobrevivían las huellas del sistema feudal. P e r o feudal de la época medieval en Occidente, a saber, su naturaleza
t a m b i é n aquí la dispersión horizontal de los j u n k e r s f u e rota recíproca. El sistema de feudos siempre tuvo u n c o m p o n e n t e
p o r una rigurosa integración vertical en el E s t a d o absolutista explícito de reciprocidad: el vasallo n o sólo tenía obligaciones
hacia su señor, sino también derechos que el señor estaba obli-
b a j o el imperativo ideológico de la obligación universal de la
gado a respetar. El derecho medieval incluía expresamente la
clase nobiliaria de servir a su soberano feudal. De hecho, el
noción de felonía señorial, esto es, la r u p t u r a ilegal de la rela-
ethos del servicio militar al E s t a d o h a b r í a de ser m u c h o más
ción p o r el superior feudal y n o p o r el inferior. Ahora bien,
p r o f u n d o en Prusia que en Rusia, y al final habría de p r o d u c i r
es evidente que esta reciprocidad personal, con sus garantías
la aristocracia europea p r o b a b l e m e n t e más fiel y disciplinada.
legales relativamente estrictas, era incompatible con un abso-
Así pues, en Prusia f u e m u c h o menos necesaria la r e f o r m a le- lutismo pleno, que p r e s u p o n í a un p o d e r nuevo y unilateral del
gal y la coacción material que el zarismo tuvo que aplicar de a p a r a t o central del Estado. Por eso, el segundo rasgo distintivo
f o r m a tan implacable en su esfuerzo p a r a forzar a la clase terra- de la relación de servicio en el Este fue, de hecho y necesaria-
teniente rusa al servicio militar al E s t a d o 7 . En a m b o s casos, mente, su heteronomía. El pomeshchik no era u n vasallo que
6
Hay una excelente delimitación y discusión del modelo histórico pudiera exigir sus propios derechos c o n t r a el zar; era u n ser-
aplicable a las tierras rusas en el texto, extremadamente lúcido, de Ver- vidor, que recibía tierras de la autocracia y q u e d a b a obligado
nadsky, «Feudalism in Russia», Specitltitn, vol. 14, 1939, pp. 300-23. A la
luz del posterior sistema de pomestie, es importante subrayar que las
relaciones vasalláticas del período medieval fueron auténticamente con- deñó la coacción cuando la juzgó necesaria. El Rey Sargento prohibió
tractuales y recíprocas, como puede verse por los homenajes de la época. a los junkers ¡os viajes al extranjero, salvo con su expreso permiso, para
Una descripción y ejemplos de esto pueden verse en Alexandre Eck, obligarles a cumplir sus deberes de oficiales en el ejército. A. Goodwin,
Le Moyen Age russe, pp. 195-212. «Prussia», en Goodwin, comp., The European nobility in the 18th century,
7
Debe observarse, sin embargo, que el absolutismo prusiano no des- página 88.
224 228
117 Europa oriental Nobleza y monarquía 225

a u n a obediencia incondicional. Su sumisión era legalmente concordia. Pero esta p a u t a política se distinguió de la Occidental
directa e inequívoca y n o estaba mediatizada p o r las instancias en cierto n ú m e r o de i m p o r t a n t e s aspectos. Para empezar, el
intermedias de u n a j e r a r q u í a feudal. E s t a extrema concepción proceso de construcción del E s t a d o absolutista comenzó en el
zarista n u n c a f u e asimilada p o r Prusia, p e r o también aquí se Este m u c h o m á s tarde. En la E u r o p a oriental del m i s m o siglo
dio u n a llamativa carencia del f u n d a m e n t a l elemento de reci- n o h u b o ningún equivalente a las m o n a r q u í a s renacentistas de
procidad en los vínculos entre el j u n k e r y el E s t a d o de los E u r o p a occidental. B r a n d e m b u r g o era todavía u n r e m a n s o pro-
Hohenzollern. El ideal del Rey Sargento se expresa c l a r a m e n t e vincial sin ningún poder principesco notable; Austria e s t a b a
en esta petición: «Tenéis que servirme con la vida y la m u e r t e , paralizada en el sistema medieval imperial del Reich; Hungría
con la casa y la riqueza, con el honor y la conciencia; debéis había p e r d i d o su dinastía tradicional y había sido a m p l i a m e n t e
entregarlo todo, excepto la salvación eterna, que pertenece a d o m i n a d a p o r los turcos; Polonia se m a n t e n í a c o m o u n a man-
Dios. Pero todo lo d e m á s es mío» 8 . E n ninguna otra p a r t e llegó c o m u n i d a d aristocrática; Rusia e x p e r i m e n t a b a u n a autocracia
a p e n e t r a r t a n t o en la clase t e r r a t e n i e n t e el culto a la obediencia p r e m a t u r a y forzada que m u y p r o n t o sucumbió. El único país
militar mecánica (la Kadavergehorsamkeit de la b u r o c r a c i a y que p r o d u j o u n a genuina cultura renacentista f u e Polonia, cuyo
el e j é r c i t o prusianos). Así pues, en el Este n u n c a se p r o d u j o sistema estatal era p r á c t i c a m e n t e u n a república nobiliaria. El
u n a réplica p e r f e c t a de la síntesis feudal occidental, ni antes único país que tuvo u n a poderosa m o n a r q u í a protoabsolutista
ni después de la última crisis medieval. Antes bien, los elemen- f u e Rusia, cuya c u l t u r a p e r m a n e c i ó en u n a situación m u c h o m á s
tos componentes de este feudalismo f u e r o n reconstruidos en primitiva q u e la de cualquier o t r o E s t a d o de la zona. Al estar
u n a serie de combinaciones asincrónicas, sin que ninguna de desunidos, a m b o s fenómenos tuvieron c o r t a duración. Los es-
ellas llegara a poseer nunca la plenitud ni la u n i d a d de la sín- tados absolutistas d u r a d e r o s sólo pudieron erigirse en el Este
tesis originaria. Así, el sistema señorial funcionó t a n t o b a j o la d u r a n t e el siglo siguiente, después de la plena integración mili-
a n a r q u í a nobiliaria como b a j o el absolutismo centralizado; t a r y diplomática del continente en u n solo sistema internacional,
existió soberanía f r a g m e n t a d a , p e r o en épocas de posesión in- y de la consiguiente presión occidental q u e le acompañó.
condicional; las posesiones condicionadas aparecieron, pero con El destino de las asambleas de E s t a d o s en esta zona f u e el
obligaciones de servicio n o recíprocas, y la j e r a r q u í a feudal índice más claro de los avances del absolutismo. Los tres sis-
f u e codificada en el m a r c o de la b u r o c r a c i a estatal. El absolu- t e m a s de E s t a d o s m á s f u e r t e s del E s t e eran los de Polonia,
t i s m o representó la m á s p a r a d ó j i c a reconjugación de todos estos Hungría y Bohemia, que reivindicaban p a r a sí el derecho cons-
elementos; en t é r m i n o s occidentales, u n a extraña mezcla de es- titucional de elegir a sus respectivos monarcas. La Sejm polaca,
t r u c t u r a s m o d e r n a s y medievales, consecuencia de la específica asamblea bicameral en la que sólo estaban r e p r e s e n t a d o s los
t e m p o r a l i d a d «condensada» del Este. nobles, n o sólo f r u s t r ó la ascensión de u n a a u t o r i d a d monár-
La adaptación de los terratenientes de E u r o p a oriental a la quica central en la m a n c o m u n i d a d después de sus trascenden-
implantación del absolutismo no f u e un proceso lineal, sin vici- tales victorias del siglo xvi, sino que i n c r e m e n t ó las prerroga-
situdes, como t a m p o c o lo había sido en Occidente. De hecho, tivas anárquicas de la nobleza con la introducción en el si-
la szlachta polaca —caso único en E u r o p a — d e s b a r a t ó todos glo X V I I del liberum veto, p o r el q u e cualquier m i e m b r o de la
los esfuerzos p o r crear u n f u e r t e E s t a d o dinástico, p o r razones Sejm podía disolverla con u n simple voto negativo. El caso
polaco f u e el único en E u r o p a : la posición de la aristocracia
de las que se h a b l a r á más adelante. En general, sin embargo,
era tan i n q u e b r a n t a b l e q u e ni siquiera h u b o en esta época u n
la relación e n t r e la m o n a r q u í a y la nobleza siguió en el Este
conflicto serio e n t r e la m o n a r q u í a y la nobleza, p o r q u e ningún
u n a trayectoria similar a la del Oeste, a u n q u e con algunas ca-
rey electivo a c u m u l ó n u n c a el p o d e r suficiente p a r a e n f r e n t a r s e
racterísticas propias, regionalmente significativas. Así, d u r a n t e
a la szlachta. E n Hungría, p o r otra parte, los tradicionales Es-
el siglo xvi prevaleció u n a relativa despreocupación aristocrá-
tados chocaron f r o n t a l m e n t e con la dinastía H a b s b u r g o c u a n d o
tica, seguida en el X V I I p o r conflictos y t u m u l t o s de gran am- ésta procedió a la centralización administrativa desde finales
plitud, q u e d e j a r o n paso en el X V I I I a u n a nueva y confiada del siglo xvi. La nobleza magiar, alentada p o r u n p a r t i c u l a r i s m o
nacionalista y protegida p o r el p o d e r í o turco, resistió al abso-
• R. A. Dorwart, The administrative reforms of Frederick William I of l u t i s m o con todas sus fuerzas. Ninguna o t r a nobleza europea
Prussia, Cambridge (Massachusetts), 1953, p. 226.
230 Europa oriental
Nobleza y monarquía 231
h a b r í a de sostener luchas t a n feroces y persistentes c o n t r a la
principios del xviii, las relaciones e n t r e la dinastía y la nobleza
u s u r p a c i ó n de la m o n a r q u í a . No menos de c u a t r o veces en el p r u s i a n a n o estuvieron en m o d o alguno libres de tensiones y
espacio de cien años —en 1604-8, 1620-1, 1678-82 y 1701-11, b a j o suspicacias: ni el Gran Elector ni el Rey S a r g e n t o f u e r o n diri-
Bocskay, Bethlen, Tókólli y Rákóczi—, los sectores más impor- gentes populares e n t r e su propia clase, que a m e n u d o f u e tra-
tantes de la clase t e r r a t e n i e n t e h ú n g a r a se levantaron en rebe- tada d u r a m e n t e p o r ambos. Pero d u r a n t e esta época n u n c a se
desarrolló en Prusia ninguna división seria e n t r e la m o n a r q u í a
lión a r m a d a c o n t r a la Hofburg. Al final de esta prolongada y y la nobleza, ni siquiera de carácter transitorio. En Rusia, la
virulenta contienda, el s e p a r a t i s m o magiar q u e d ó destrozado, y Asamblea de los Estados —el Zemski1 0 Sobor— era u n a institu-
Hungría o c u p a d a p o r los ejércitos absolutistas unificados, ción p a r t i c u l a r m e n t e débil y artificial , creada originariamente
m i e n t r a s que los siervos locales eran sometidos a u n a contribu- en el siglo xvi p o r Iván IV p o r razones tácticas. Su composición
y convocatoria eran fácilmente manipuladas p o r las camarillas
ción central. Pero en casi todos los otros aspectos se mantuvie- cortesanas de la capital; el principio de los estados medieva-
r o n los privilegios de los Estados, y la soberanía de los Habs- les n u n c a adquirió vida independiente en Moscovia y se debilitó
b u r g o en Hungría sólo f u e u n a débil s o m b r a de su equivalente todavía m á s a causa de las divisiones sociales en el seno de la
en Austria. En Bohemia, por el contrario, la rebelión de los clase terrateniente, e n t r e el estrato de los grandes boyardos
y la p e q u e ñ a nobleza pomeshchik, cuyo ascenso había sido pro-
Snem, que precipitó la guerra de los Treinta Años, f u e aplastada movido p o r los zares del siglo xvi.
en la batalla de la Montaña Blanca en 1620. La victoria del abso-
lutismo austríaco f u e completa y definitiva, liquidando entera-
m e n t e a la vieja nobleza bohemia. Los sistemas de E s t a d o s
sobrevivieron f o r m a l m e n t e en Austria y en Bohemia, pero a
p a r t i r de entonces f u e r o n obedientes c a j a s de resonancia de la Así pues, a u n q u e se desencadenaron gigantescas luchas so-
dinastía. ciales en el curso de la transición hacia el absolutismo, en una
escala m u c h o m a y o r que la conocida en E u r o p a occidental, sus
En las dos zonas que dieron origen a los estados absolu- protagonistas f u e r o n las clases explotadas r u r a l e s y u r b a n a s ,
tistas m á s desarrollados y dominantes de E u r o p a oriental, la' y n o los privilegiados ni los propietarios, que en c o n j u n t o reve-
p a u t a histórica f u e diferente. En Prusia y en Rusia no h u b o laron u n a p r u d e n c i a considerable en sus relaciones con el za-
grandes rebeliones aristocráticas contra la llegada de u n E s t a d o rismo. «A lo largo de n u e s t r a historia», escribía el conde Stroga-
centralizado. Por el contrario, es digno de mención que, en la nov a Alejandro I en u n m e m o r á n d u m confidencial, «la f u e n t e
difícil fase de transición hacia el absolutismo, la nobleza de de todos los disturbios ha sido siempre el campesinado, mien-
estos países jugó u n papel menos p r o m i n e n t e en las rebeliones tras que la nobleza n u n c a se ha agitado; si el gobierno tiene que
políticas de la época que sus h o m ó n i m o s de Occidente. Los t e m e r a alguna fuerza o vigilar a algún grupo, es a los siervos
estados de los Hohenzollern o los Románov nunca se enfren- y n o a ninguna otra clase» Los grandes acontecimientos que
t a r o n con ningún v e r d a d e r o equivalente de las guerras de reli- m a r c a r o n la desaparición del Zemski Sobor y de la Duma boyar-
gión, la Fronda, la rebelión catalana y ni siquiera el Peregrinaje da n o f u e r o n rebeliones separatistas nobiliarias, sino las guerras
de Gracia. En a m b o s países, el sistema medieval de E s t a d o s campesinas de Bolótnikov y Razin, los disturbios u r b a n o s de
desapareció hacia finales del siglo x v n sin clamores ni lamentos. los artesanos de Moscú, el a u m e n t o de los t u m u l t o s cosacos a
El Landtag de B r a n d e m b u r g o asintió pasivamente al creciente lo largo del Dnieper y el Don. Estos conflictos p r o p o r c i o n a r o n
absolutismo del Gran Elector tras la suspensión de 1653. La el contexto histórico en cuyo interior se iban a resolver las
única resistencia seria provino de los burgos de Koenigsberg; contradicciones intrafeudales e n t r e los boyardos y los pomesh-
los terratenientes de Prusia oriental, p o r el contrario, aceptaron chiki, contradicciones q u e desde luego f u e r o n m u c h o m á s agu-
con pocos reparos la supresión sumaria de los antiguos derechos
del Ducado. La constante política a n t i u r b a n a seguida p o r las
noblezas orientales tuvo su efecto ahora, c u a n d o estaba en ca- la década de 1680. En el siglo XVII se limitaba a reunirse para rendir
mino el proceso de absolutización 9 . A finales del siglo xvii y homenaje a los nuevos monarcas a su accesión al trono.
10
Véase el agudo análisis de su actividad en J. L. H. Keep, «The decline
of the Zemsky Sobor», The Slavonic and East European Review, 36, 1957-8,
' El Landtag prusiano existió formalmente hasta lena, pero en la prác- páginas 100-22.
11
tica estaba privado de todas sus funciones, excepto las decorativas, desde Véase H. Seton-Watson, The Russian empire, 1801-1917, Oxford, 1967,
página 77.
224 232
119 Europa oriental Nobleza y monarquía 225

das q u e en Prusia. D u r a n t e la m a y o r p a r t e del siglo x v n , los llerosa e n t r e ambos, n o significaba que los nobles del Este que-
grupos boyardos controlaron la m a q u i n a r i a central del Estado, dasen p o r ello entregados a la tiranía a r b i t r a r i a o implacable
en ausencia de zares fuertes, m i e n t r a s la pequeña y media no- de sus m o n a r c a s . La aristocracia como clase f u e ratificada en
bleza perdía espacio político; pero los intereses esenciales de su p o d e r social p o r la naturaleza objetiva del E s t a d o que se
a m b a s estaban protegidos p o r las nuevas e s t r u c t u r a s del abso- había levantado p o r «encima» de ella. El servicio de la nobleza
lutismo ruso, a medida que éste se iba consolidando. La repre- en la m a q u i n a r i a del absolutismo aseguraba que el E s t a d o abso-
sión autocrática c o n t r a algunos aristócratas f u e m u c h o más lutista sirviera a los intereses políticos de la nobleza. El vínculo
feroz en Rusia q u e en Occidente, debido a la falta de algún e n t r e a m b o s e n t r a ñ a b a m á s coacción que en Occidente, p e r o
equivalente a las tradiciones legales del medievo occidental. Lo también m á s intimidad. Por tanto, y a pesar de las apariencias
s o r p r e n d e n t e , sin embargo, es la estabilidad que p u d o alcanzar ideológicas, las n o r m a s generales del a b s o l u t i s m o europeo nun-
la m o n a r q u í a rusa en m e d i o de las luchas febriles empren- ca se infringieron seriamente en los países del Este. La propie-
didas p o r controlarla p o r los pequeños grupos cortesanos y dad privada y la seguridad de la clase t e r r a t e n i e n t e f u e r o n
militares de la nobleza. La fuerza de la función del absolutismo siempre el talismán doméstico de los regímenes reales, sin q u e
s u p e r ó t a n t o a la de sus regios ocupantes nominales que, des- influyera en esto p a r a n a d a el carácter autocrático de sus pre-
pués de Pedro I, la vida política p u d o convertirse d u r a n t e tensiones 13. La composición de la nobleza podía ser transfor-
cierto tiempo en u n a serie frenética de intrigas y golpes pala- m a d a y r e c o n s t r u i d a a la fuerza en las situaciones de crisis agu-
ciegos sin que p o r ello se modificara el p o d e r del zarismo como das, como lo había~sido en el Occidente medieval, p e r o siempre
tal, o se pusiera en peligro la estabilidad del c o n j u n t o del país. se m a n t u v o su posición e s t r u c t u r a l d e n t r o de la f o r m a c i ó n
El siglo X V I I I presenció, de hecho, el cénit de la a r m o n í a social. El absolutismo oriental, n o menos que el occidental, se
e n t r e la aristocracia y la m o n a r q u í a en Prusia y en Rusia, como detenía en las p u e r t a s de las propiedades señoriales, y, a la
había o c u r r i d o en E u r o p a occidental. En esta época f u e c u a n d p inversa, la nobleza obtenía su riqueza y su p o d e r f u n d a m e n t a l
la nobleza de a m b o s países a d o p t ó el f r a n c é s como lengua culta de la posesión estable de la tierra, y n o de su presencia tem-
d e la clase dominante, idioma en el q u e Catalina II h a b r í a poral en el Estado. En toda E u r o p a , la gran m a s a de la pro-
de declarar con f r a n q u e z a : Je suis une aristocrate, c'est mon piedad agraria siguió siendo j u r í d i c a m e n t e hereditaria e indi-
metier (lo q u e vale como r e s u m e n de toda la época) 1 2 . La con- vidual d e n t r o de la clase noble. Los grados de la nobleza podían
sonancia e n t r e la clase t e r r a t e n i e n t e y el E s t a d o absolutista era e s t a r coordinados con los rangos en el e j é r c i t o o en la admi-
m u c h o mayor en las dos grandes m o n a r q u í a s del Este q u e en nistración, p e r o n u n c a se r e d u j e r o n a éstos: los títulos siempre
el Oeste. La debilidad histórica de los elementos contractuales subsistieron al margen del servicio al Estado, indicando el ho-
y de reciprocidad del vasallaje feudal en E u r o p a oriental d u r a n t e n o r antes que el cargo.
la época anterior ya se h a n señalado antes. La j e r a r q u í a de
servicios del absolutismo p r u s i a n o y ruso n u n c a r e p r o d u j o las Por tanto, n o es s o r p r e n d e n t e que a pesar de las grandes
obligaciones recíprocas del h o m e n a j e feudal, p o r q u e u n a pirá- diferencias en el c o n j u n t o de la f o r m a c i ó n histórica de las dos
mide b u r o c r á t i c a excluye necesariamente los votos interperso- mitades de E u r o p a , la trayectoria de la relación e n t r e monar-
nales de u n a j e r a r q u í a señorial, y sustituye las fidelidades p o r
m a n d a t o s . Pero la supresión de las garantías individuales e n t r e 15
La demostración más llamativa de los estrictos limites objetivos del
señor y vasallo, que aseguraban en principio u n a relación caba- poder absolutista es la prolongada y triunfante resistencia de la nobleza
rusa a los planes zaristas de emancipación de los siervos durante el si-
12 glo xix. Por entonces, tanto Alejandro I como Nicolás I —dos de los
La propagación del francés entre las clases dirigentes de Prusia,
Austria y Rusia en el siglo X V I I I es. ^ -uralmente, una prueba de la monarcas más poderosos que Rusia ha conocido— consideraban perso-
ausencia en los estados de Europa ruéntal de la aureola «protonacio- nalmente que la servidumbre era, en principio, un estorbo social, aunque
nalista» adquirida en una época anterior por el absolutismo de Europa en la práctica acabaran por transferir más campesinos a la esclavitud
occidental, y a su vez estuvo determinada por la falta de una burguesía privada. Incluso cuando Alejandro II decretó por fin la emancipación,
ascendente en la Europa oriental de este tiempo. La monarquía prusiana en la segunda mitad del siglo xix, la forma de su realización vino deter-
mantuvo su reconocida hostilidad hacia los ideales nacionales hasta la minada en buena medida por los combativos contraataques de la aristo-
víspera de la unificación alemana, y la austríaca hasta el fin de su cracia. Sobre estos episodios véase Seton-Watson, The Russian empire,
existencia. páginas 77-8, 227-9, 393-7.
Nobleza y monarquía 235
230 Europa oriental
histórico: la capacidad y la energía dinámica parecían h a b e r
quía y aristocracia en el Este fuese tan similar a la del Oeste. p a s a d o a Berlín, Viena y San Petersburgo. Este período f u e
La imperiosa llegada del absolutismo tropezó con la incompren- el p u n t o culminante del desarrollo del ejército, la burocracia, la
sión y el rechazo iniciales, p e r o t r a s un período de confusión y diplomacia y la política económica mercantilista del absolutismo
resistencia f u e aceptado y abrazado finalmente p o r la clase terra- en el Este. La partición de Polonia, e j e c u t a d a tranquila y co-
teniente. El siglo X V I I I f u e en toda E u r o p a u n a época de recon- lectivamente en desafío a las impotentes potencias occidentales,
ciliación e n t r e m o n a r q u í a y nobleza. E n Prusia, Federico II en vísperas de la revolución francesa, parecía simbolizar su
siguió u n a política claramente aristocrática de r e c l u t a m i e n t o y ascenso internacional.
p r o m o c i ó n en el a p a r a t o del E s t a d o absolutista, excluyendo a Ansiosos de brillar en el e s p e j o de la civilización occidental,
los e x t r a n j e r o s y a los roturiers de las posiciones que antes los soberanos absolutos de Prusia y Rusia e m u l a r o n con asi-
habían tenido en el ejército y en la b u r o c r a c i a central. También duidad las hazañas de sus iguales de Francia o E s p a ñ a y adu-
en Rusia los oficiales profesionales expatriados, que habían sido laron a los escritores occidentales que llegaban p a r a levantar
u n o de los pilares de los regimientos zaristas r e f o r m a d o s del acta de su esplendor 1 5 . En algunos aspectos limitados, los abso-
siglo XVII, perdieron sus puestos m i e n t r a s la dvorianstvo entra- lutismos orientales de este siglo f u e r o n c u r i o s a m e n t e m á s avan-
b a de nuevo en las fuerzas a r m a d a s imperiales y sus privilegios zados que sus p r o t o t i p o s occidentales del siglo anterior, debido
administrativos provinciales eran generosamente ampliados y a la evolución general de los tiempos. Mientras Felipe I I I y
c o n f i r m a d o s por la carta de la nobleza p r o m u l g a d a p o r Cata- Luis XIV habían expulsado sin contemplaciones a los moriscos
lina II. En el imperio austríaco, María Teresa consiguió un y hugonotes, Federico II n o sólo dio la bienvenida a los refu-
éxito sin precedentes al disipar la hostilidad de la nobleza hún- giados p o r motivos religiosos, sino q u e estableció oficinas de
gara hacia la dinastía Habsburgo, vinculando a los grandes inmigración en el e x t r a n j e r o p a r a p r o m o v e r el crecimiento de-
magiares con la vida de la corte en Viena y c r e a n d o en la mográfico de su reino: u n nuevo rasgo de mercantilismo. Tam-
m i s m a capital u n a guardia h ú n g a r a especial p a r a su persona. bién se promovieron políticas poblacionistas en Austria y en
A mediados de siglo, el p o d e r central de las m o n a r q u í a s era Rusia, que lanzaron ambiciosos p r o g r a m a s de colonización en
m u c h o mayor que antes, y sin e m b a r g o la relación e n t r e los el B a n a t o y en Ucrania. La tolerancia oficial y el anticlericalis-
respectivos soberanos y los terratenientes del Este era más m o se potenciaron en Austria y en Prusia, al c o n t r a r i o de lo
estrecha y r e l a j a d a que en cualquier o t r o tiempo pasado. Ade- que ocurría en E s p a ñ a o Francia I6. Se inició o se extendió la
más, y c o n t r a r i a m e n t e al del Oeste, el absolutismo t a r d í o del educación pública, alcanzándose notables progresos en las dos
E s t e se e n c o n t r a b a ahora en su apogeo político. El «despo-
t i s m o ilustrado» del siglo X V I I I f u e esencialmente u n f e n ó m e n o
de la E u r o p a central y oriental 1 4 , simbolizado p o r los tres mo- " Los comentarios de Bluche sobre la incansable y crédula admiración
n a r c a s que se r e p a r t i e r o n Polonia: Federico II, Catalina II y de los philosophes hacia los monarcas del Este son particularmente sar-
cásticos y enérgicos: Le despotisme eclairé, pp. 317-40. Voltaire fue el
José II. El coro de alabanzas a su obra, procedentes de los coryphée del absolutismo prusiano en la persona de Federico II, Diderot
philosophes burgueses de la Ilustración occidental, a p e s a r de lo fue del absolutismo ruso en la de Catalina II; mientras que Rousseau
sus frecuentes e irónicos errores, no f u e u n m e r o accidente reservó sus recomendaciones, de forma significativa, para la aristocracia
rural de Polonia, a la que advirtió que no se lanzara intempestivamente
a la abolición de la servidumbre. Los fisiócratas Mercier de la Riviére
y De Quesnay ensalzaron, por lo general, los méritos del «despotismo
14
Esto se deduce con toda claridad del estudio más reciente sobre el patrimonial y legal».
16
tema: Fran?ois Bluche, Le despotisme eclairé, París, 1968. El libro de José II podía declarar, con los acentos de su época: «La tolerancia
Bluche ofrece un agudo estudio comparativo de los despotismos ilus- es una consecuencia del beneficioso aumento del conocimiento que ahora
trados del siglo XVIII. Sin embargo, su marco explicativo es defectuoso, ilustra a Europa y que se debe a la filosofía y a los esfuerzos de los
porque se basa fundamentalmente en una teoría de ejemplos genealógicos, grandes hombres; es una prueba convincente del perfeccionamiento de la
por la que se dice que Luis XIV proporcionó un modelo original de go- mente humana, que ha vuelto a abrir con audacia por entre los dominios
bierno que inspiró a Federico II, quien a su vez inspiró a los demás de la superstición un camino recorrido ya hace varios siglos por Zoroas-
soberanos de su época (pp. 344-5). Sin negar la importancia del fenó- tro y Confucio y que, afortunadamente para la humanidad, se ha conver-
tido ahora en la gran ruta de los monarcas». S. K. Padover, The revolu-
meno relativamente nuevo, de una consciente imitación internacional en-
tre los estados durante el siglo x v m , los límites de este tipo de genealo- tionary Emperor; Joseph II, 1741-1790, Londres, 1934, p. 206.
gías son bastante obvios.
224
121 Europa oriental Nobleza y monarquía 225 236

m o n a r q u í a s germánicas, especialmente en los reinos de los significaron en ningún caso el fin del absolutismo en Europa
H a b s b u r g o . La llamada a filas se implantó p o r doquier, con oriental. La duración de la vida de a m b o s , c o n t r a r i a m e n t e a
notable éxito en Rusia. Económicamente, se llevaron a la prác- cualquier expectativa lineal, pero en c o n f o r m i d a d con la mar-
tica con vigor el proteccionismo y el m e r c a n t i l i s m o absolutistas. cha oblicua de la historia, no coincidió: el E s t a d o absolutista
Catalina presidió la gran expansión de la industria metalúrgica del Este, como veremos m á s adelante, h a b r í a de sobrevivir a
en los Urales y llevó a cabo u n a i m p o r t a n t e r e f o r m a de la mo- la servidumbre.
n e d a rusa. Federico II y José II duplicaron los establecimientos
industriales de sus dominios. En Austria, el m e r c a n t i l i s m o
tradicional llegó a mezclarse con las influencias m á s m o d e r n a s
de la fisiocracia, con su mayor énfasis en la producción agraria
y en las virtudes del laissez-faire interno.
Con todo, ninguno de estos a p a r e n t e s avances t r a n s f o r m ó
r e a l m e n t e el carácter y la posición relativa de los e j e m p l o s
orientales del absolutismo europeo en la época de la Ilustra-
ción. Las e s t r u c t u r a s subyacentes de estas m o n a r q u í a s conti-
n u a r o n siendo arcaicas y r e t r ó g r a d a s incluso en el m o m e n t o de
su m a y o r prestigio. Austria, sacudida p o r la d e r r o t a en la guerra
con Prusia, f u e escenario de u n intento m o n á r q u i c o de restable-
cer la fuerza del E s t a d o p o r m e d i o de la emancipación del cam-
p e s i n a d o 17. Sin embargo, las r e f o r m a s agrarias de José II aca-
b a r o n en el fracaso, inevitable u n a vez q u e la m c n a r q u í a se
había aislado de su nobleza circundante. El absolutismo aus-
tríaco f u e ya p a r a siempre débil e inferior. El f u t u r o e s t a b a
con los absolutismos p r u s i a n o y ruso. Federico II m a n t u v o la
servidumbre, y Catalina II la extendió: los f u n d a m e n t o s seño-
riales del a b s o l u t i s m o oriental p e r m a n e c i e r o n intactos en las
potencias d o m i n a n t e s de la región h a s t a el siglo siguiente. Pero
entonces, u n a vez más, el i m p a c t o del a t a q u e militar p r o c e d e n t e
de Occidente, q u e había contribuido en el p a s a d o a t r a e r a la
existencia al absolutismo oriental, p u s o fin a la s e r v i d u m b r e
sobre la que éste se asentaba. Ahora el asalto provenía de los
estados capitalistas y era imposible resistirlo d u r a n t e m u c h o
tiempo. La victoria de Napoleón en Jena c o n d u j o d i r e c t a m e n t e
a la emancipación legal del c a m p e s i n a d o p r u s i a n o en 1811. La
d e r r o t a de Alejandro II en Crimea precipitó la emancipación
f o r m a l de los siervos rusos en 1861. Pero estas r e f o r m a s no

" El primer programa oficial para la abolición de las prestaciones de


trabajo de los robot y la distribución de la tierra a los campesinos fue
esbozado en 1764 por el Hofkriegsrat, con el propósito de aumentar el
reclutamiento para el ejército: W. E. Wright, Serf, seigrteur and sover-
eing: agrarian reform in eighteenth century Bohemia, Minneapolis, 1966,
página 56. Todo el programa josefino debe considerarse siempre teniendo
en cuenta las humillaciones militares de los Habsburgo en la guerra de
sucesión austríaca y en la guerra de los Siete Años.
3. PRUSIA Prusia 239

Al m i s m o tiempo, es evidente que las c o m p l e j a s causas del as-


censo de B r a n d e m b u r g o contienen también la respuesta al pro-
blema central de la historia m o d e r n a de Alemania: p o r q u é
la unificación de Alemania en la época de la revolución indus-
trial se alcanzó en último t é r m i n o b a j o la dirección política de
los j u n k e r s agrarios de Prusia. Dicho de o t r a f o r m a , el ascenso
del E s t a d o de los Hohenzollern concentra de f o r m a particular-
m e n t e clara algunos de los p r o b l e m a s claves de la naturaleza
Una vez estudiados sus d e t e r m i n a n t e s comunes, es preciso con- y función del absolutismo en el desarrollo político de E u r o p a .
siderar a h o r a la evolución divergente de las específicas forma- Sus comienzos no f u e r o n especialmente p r o m e t e d o r e s . En
ciones sociales del Este. Prusia p r e s e n t a el caso típico en su origen, la casa Hohenzollern f u e t r a n s p l a n t a d a p o r el em-
E u r o p a de u n desarrollo desigual y combinado que p r o d u j o fi- p e r a d o r Segismundo, d u r a n t e su lucha c o n t r a la revolución
n a l m e n t e el m a y o r E s t a d o capitalista industrializado del conti- husita en Bohemia, desde el sur de Alemania —donde había
nente a p a r t i r de u n o de los más pequeños y m á s atrasados sido tradicionalmente u n linaje aristocrático en disputa con la
territorios feudales del Báltico. Los p r o b l e m a s teóricos plantea- ciudad mercantil de N u r e m b e r g — a B r a n d e m b u r g o , a principios
dos p o r esta trayectoria f u e r o n a b o r d a d o s específicamente p o r del siglo xv. Federico, p r i m e r margrave Hohenzollern de Bran-
Engels en su f a m o s a carta a Bloch de 1890, en la que t r a t a de la demburgo, f u e n o m b r a d o elector del imperio en 1415 por sus
i m p o r t a n c i a irreductible de los sistemas político, legal y cul- servicios a S e g i s m u n d o 2 . El siguiente m a r g r a v e s u p r i m i ó la
t u r a l en la e s t r u c t u r a de toda determinación histórica: «Según a u t o n o m í a municipal de Berlín, y sus sucesores, a su vez, toma-
la concepción materialista de la historia, el f a c t o r que en última ron a la Liga Hanseática las o t r a s ciudades de la Marca y las
instancia d e t e r m i n a la historia es la producción y la reproduc- sometieron. Como ya hemos señalado, a principios del siglo xvi
ción de la vida real. Ni Marx ni yo h e m o s a f i r m a d o n u n c a m á s B r a n d e m b u r g o era u n región desprovista de ciudades libres.
q u e esto [...] También el E s t a d o p r u s i a n o ha nacido y se ha Pero en esta r e m o t a zona fronteriza, la d e r r o t a de las ciudades
desarrollado p o r causas históricas que son, en última instan- aseguró la supremacía de la nobleza m á s q u e la de la dinastía.
cia, causas económicas. Pero apenas p o d r á a f i r m a r s e , sin incu- La aristocracia local amplió c o n s t a n t e m e n t e sus dominios, cer-
r r i r en pedantería, que de los m u c h o s pequeños estados del c a n d o las propiedades comunes de las aldeas, y privó a los
n o r t e de Alemania fuese p r e c i s a m e n t e B r a n d e m b u r g o , p o r im- pequeños campesinos de sus tierras a medida que los cultivos
p e r i o de la necesidad económica, y no t a m b i é n p o r intervención de exportación se hacían m á s lucrativos. Al m i s m o tiempo, la
de otros factores (y principalmente su complicación, m e d i a n t e clase t e r r a t e n i e n t e t o m ó el control de la alta justicia, c o m p r ó
la posesión de Prusia, en los a s u n t o s de Polonia, y a través de
auge de Prusia es mucho más llamativo cuando se compara con los co-
esto, en las relaciones políticas internacionales, que f u e r o n mentarios de Marx sobre el mismo tema. Porque Marx redujo precisa-
t a m b i é n decisivas en la f o r m a c i ó n de la potencia dinástica aus- mente la aparición del Estado Hohenzollern en Brandemburgo a la cari-
tríaca), el destinado a convertirse en la gran potencia en que catura de una necesidad meramente económica. En su artículo de 1856,
«Das góttliche Recht der Hohenzollern» (Werke, vol. 12, pp. 95-101), Marx
t o m a r o n cuerpo las diferencias económicas, lingüísticas, y des- atribuyó el auge de la dinastía simplemente a una miserable serie de
de la R e f o r m a t a m b i é n las religiosas, e n t r e el Norte y el Sur» sobornos: «Los Hohenzollern adquirieron Brandemburgo, Prusia y el tí-
tulo real únicamente gracias al soborno». En la misma fecha, su corres-
1 pondencia privada con Engels utiliza idéntica fraseología: «Pequeños ro-
K. Marx y F. Engels, Selected correspondence, p. 417 [Obras Escogi- bos, sobornos, compras directas, tratos bajo cuerda con los herede-
das, II, pp. 520-1; Correspondencia, Buenos Aires, Cartago, 1973, pp. 379, ros, etc.; la historia de Prusia se reduce toda a este ruin negocio» (Selected
380]. Althusser ha seleccionado este pasaje como un documento decisivo correspondence, p. 96 [Correspondencia, p. 86]). Este materialismo verda-
en su famoso ensayo «Contradiction and overdetermination», For Marx, deramente vulgar es una advertencia sobre los peligros de dar por su-
Londres, 1969, pp. 111, 112 [«Contradicción y sobredeterminación (notas puesta cualquier superioridad de Marx sobre Engels en el campo histó-
para una investigación)», La revolución teórica de Marx, México, Siglo XXI, rico propiamente dicho; hasta es posible que la balanza se incline nor-
1967, p. 92], pero se limita a demostrar la importancia teórica general de malmente del lado contrario en lo que respecta a la unión de ambos.
las formulaciones de Engels, sin proponer ninguna solución a los ver- 2
Sobre el contexto de esta acción, véase Barraclough, The origins ot
daderos problemas históricos que plantean. El hincapié expresamente
Germany, p. 358.
hecho por Engels sobre el carácter complejo y sobredeterminado del
240 Europa oriental Prusia 241
las tierras del elector y monopolizó los cargos administrativos, deres judiciales y el derecho p e r m a n e n t e a r e c u r r i r a la mo-
m i e n t r a s que u n a serie de soberanos ineficaces se deslizaba n a r q u í a polaca c o n t r a los duques *. El significado internacional
hacia un e n d e u d a m i e n t o y u n a impotencia crecientes. Un f i r m e de la Prusia oriental era en este m o m e n t o m e n o r incluso que
sistema de Estados, dominado p o r la nobleza, o p u s o su veto al el de B r a n d e m b u r g o .
desarrollo de u n ejército p e r m a n e n t e y de toda política exte- E n 1618, los dos principados —hasta entonces políticamente
rior, convirtiendo al electorado en u n o de los e j e m p l o s más independientes— se unieron al acceder a la sucesión de Prusia
claros de Alemania de un Standestaat descentralizado en la épo- oriental el elector de B r a n d e m b u r g o , p o r medio de u n matrimo-
ca de la R e f o r m a . Así, t r a s la crisis económica del ú l t i m o pe- nio interfamiliar, a u n q u e el d u c a d o continuó siendo u n f e u d o
ríodo de la E d a d Media, d u r a n t e la época de la revolución de polaco. Cuatro años antes había t e n i d o lugar o t r o avance terri-
los precios en Occidente, B r a n d e m b u r g o se c o n f o r m ó con u n a torial en la B a j a Renania, c u a n d o los dos pequeños territorios
m o d e s t a p r o s p e r i d a d señorial y con u n p o d e r principesco muy de Cleves y Mark —enclaves d e n s a m e n t e poblados y altamen-
débil. Aprovechando los beneficios del comercio de grano, p e r o te urbanizados del oeste— q u e d a r o n unidos p o r herencia al pa-
m o s t r a n d o u n a línea política poco agresiva, la sociedad de los t r i m o n i o de los Hohenzollern. Sin embargo, las nuevas adqui-
j u n k e r s f u e d u r a n t e todo el siglo xvi u n r e m a n s o d o r m i d o y siciones de principios del siglo X V I I carecían de u n c o r r e d o r
provinciano 3 . Mientras tanto, la Prusia oriental se había con- de tierra que las u n i e r a a B r a n d e m b u r g o ; las tres posesiones
vertido en f e u d o hereditario de o t r a r a m a de la familia Hohen- del elector estaban dispersas y eran estratégicamente vulnera-
zollern, c u a n d o Alberto Hohenzollern, como último gran maes- bles. El p r o p i o electorado, según las medidas p a n g e r m a n a s ,
tre, liquidó o p o r t u n a m e n t e la Orden Teutónica, al declararse a era todavía u n E s t a d o aislado e indigente, llamado despectiva-
favor de la R e f o r m a en 1525 y a d q u i r i r el título secular de du- m e n t e p o r sus c o n t e m p o r á n e o s «la salvadera del Sacro Impe-
que, concedido p o r su señor polaco. La disolución de la o r d e n rio R o m a n o Germánico». «Nada indicaba que B r a n d e m b u r g o
militar-clerical dominante, cuya prolongada decadencia databa o Prusia h u b i e r a n de j u g a r alguna vez u n papel f u n d a m e n t a l
de la d e r r o t a y sometimiento p o r Polonia en el siglo xv, condu- en los asuntos germanos o europeos» 5 . Las t e m p e s t a d e s de la
jo a la fusión de sus caballeros con los t e r r a t e n i e n t e s seculares, guerra de los Treinta Años y de la expansión sueca sacudieron
y de ahí a la creación p o r vez p r i m e r a de u n a clase señorial de su inercia al E s t a d o de los Hohenzollern. B r a n d e m b u r g o
unificada en la Prusia oriental. Una rebelión campesina c o n t r a se situó p o r vez p r i m e r a en el m a p a de la política internacional
el nuevo régimen f u e r á p i d a m e n t e aplastada, a la p a r q u e se c u a n d o los ejércitos imperiales de Wallenstein recorrieron vic-
consolidaba u n a sociedad m u y similar a la de B r a n d e m b u r g o . t o r i o s a m e n t e Alemania en dirección al Báltico. El elector Jorge
El desahucio y la s e r v i d u m b r e se i m p l a n t a r o n en el campo, Guillermo, u n luterano hostil a la idea de u n s o b e r a n o calvi-
d o n d e los a r r e n d a t a r i o s libres f u e r o n degradados m u y p r o n t o al nista en Praga, se había unido políticamente al e m p e r a d o r Fer-
r a n g o de villanos; sólo sobrevivió u n p e q u e ñ o e s t r a t o de Col- n a n d o II de H a b s b u r g o d u r a n t e el conflicto originario de Bohe-
mer, q u e habían sido pequeños servidores de los Caballeros mia. Pero cualquier papel militar estaba f u e r a de sus posi-
Teutónicos. De todas f o r m a s , Polonia ya se había anexionado bilidades, ya que carecía de u n ejército. Su indefenso t e r r i t o r i o
en el siglo a n t e r i o r p r á c t i c a m e n t e todas las ciudades de alguna f u e o c u p a d o y saqueado, sin embargo, p o r los ejércitos austría-
importancia, con la excepción de Koenigsberg, la única ciudad cos en 1627, m i e n t r a s Wallenstein se instalaba en Mecklembur-
relativamente g r a n d e de la región que seguía incólume. Cons- go. Mientras tanto, en la Prusia oriental, Gustavo Adolfo había
titucionalmente, el p o d e r del príncipe en el nuevo d u c a d o era t o m a d o Memel y Pillau —los dos f u e r t e s q u e d o m i n a b a n Koe-
m u y frágil y limitado, a u n q u e las tierras ducales fuesen ex- nigsberg— en la prosecución de su guerra con Polonia, impo-
tensas. Los Estados prusianos conservaron quizá privilegios m á s niendo a p a r t i r de entonces p e a j e s sobre t o d o el tráfico marí-
amplios que cualquier otra institución de su tipo en Alemania, t i m o del ducado. E n 1631, el e j é r c i t o expedicionario sueco se
incluyendo el de h a c e r n o m b r a m i e n t o s administrativos, los po- instaló en Pomerania e invadió B r a n d e m b u r g o . Jorge Guiller-
mo, q u e había h u i d o d e s a m p a r a d o a la Prusia oriental, f u e

' Hans Rosenberg, «The rise of the junkers in Brandeburg-Prussia,


1410-1653», American Historical Review, octubre de 1943, pp. 1-22, y enero 4
Carsten, The origins of Prussia, pp. 168, 169.
de 1944, pp. 22842. 5
Ibid., p. 174.
240 Europa oriental Prusia 241
obligado p o r Gustavo Adolfo a c a m b i a r de b a n d o y declararse consagraba los comienzos de u n p a c t o social e n t r e el elector y
c o n t r a la causa imperial. C u a t r o años después, desertó p a r a fir- la aristocracia p o r el que se echaban los f u n d a m e n t o s durade-
m a r u n a paz s e p a r a d a con el e m p e r a d o r . Pero d u r a n t e t o d o el ros del absolutismo prusiano. Los Estados se negaron a con-
resto de la guerra de los Treinta Años, los ejércitos suecos per- ceder u n i m p u e s t o general sobre el comercio interior, p e r o vo-
manecieron siempre acantonados en el electorado, que estuvo t a r o n u n subsidio de medio millón de tálezos d u r a n t e seis años
así a merced de sus exacciones financieras. N a t u r a l m e n t e , los p a r a el establecimiento de u n e j é r c i t o que h a b r í a de convertirse
E s t a d o s locales f u e r o n quitados de en m e d i o p o r la potencia en el núcleo del f u t u r o E s t a d o burocrático. A cambio, el elector
ocupante. B r a n d e m b u r g o t e r m i n ó el largo conflicto tan pasiva- decretó que en adelante se daría p o r s u p u e s t o que todos los
m e n t e como lo había comenzado, pero, p a r a d ó j i c a m e n t e , ob- campesinos de B r a n d e m b u r g o eran siervos Leibeigene, a no ser
tuvo algunas ganancias con el t r a t a d o de Westfalia. En efecto, que se p r o b a r a lo contrario; se c o n f i r m a r o n las jurisdicciones
d u r a n t e el t r a n s c u r s o de la guerra, Pomerania había vuelto le- señoriales; se impidió a los plebeyos la c o m p r a de propiedades
galmente a la familia Hohenzollern a raíz de la m u e r t e de su nobiliarias y se m a n t u v o la i n m u n i d a d fiscal de la aristocracia 6 .
último duque. La conquista sueca de Pomerania —la principal A los dos años de haberse alcanzado este acuerdo, la guerra
base del Báltico p a r a las operaciones nórdicas en la B a j a Sa- estalló de nuevo en el Báltico con el r e p e n t i n o a t a q u e de Sue-
jorna— había impedido que esta herencia surtiera efecto duran- cia c o n t r a Polonia en 1655. Federico Guillermo optó p o r el ban-
te la guerra, pero, ante la insistencia de Francia, la m i t a d orien- do sueco en este conflicto, y en 1656 su inexperto e j é r c i t o e n t r ó
tal m á s p o b r e de la provincia f u e concedida de m a l a gana a en Varsovia al lado de las t r o p a s de Carlos X. La recuperación
B r a n d e m b u r g o , q u e también f u e c o m p e n s a d o con o t r a s ganan- militar polaca, apoyada p o r la intervención de Rusia y Austria,
cias m e n o r e s al s u r y al oeste del electorado. El E s t a d o Hohen- debilitó m u y p r o n t o la posición sueca, que f u e atacada también
zollern emergió de la guerra de los Treinta Años con poco cré- en su retaguardia p o r Dinamarca. A la vista de esto, Brandem-
dito político o militar en el exterior, a u n q u e ampliado territo- b u r g o se pasó h á b i l m e n t e de bando, a cambio de u n a f o r m a l
rialmente p o r la paz. En el interior, sus instituciones tradicio- renuncia polaca a su señorío sobre la Prusia oriental. El tra-
nales habían s u f r i d o f u e r t e s sacudidas, p e r o a ú n n o habían tado de Labiau de 1657 estableció p o r vez p r i m e r a la soberanía
aparecido otras que p u d i e r a n sustituirlas. incondicional de los Hohenzollern sobre el ducado. El elector
El nuevo y joven elector, Federico Guillermo I, que se había ocupó entonces r á p i d a m e n t e Pomerania occidental con u n a
e d u c a d o en Holanda, recibió su p a t r i m o n i o b a j o condiciones fuerza mixta polaca, austríaca y b r a n d e m b u r g u e s a . Sin embargo,
normales, p o r vez p r i m e r a , tras la f i r m a de la paz. La expe- el t r a t a d o de Oliva de 1660, ante la insistencia francesa, de-
riencia de las décadas de ocupación e x t r a n j e r a había enseñado volvió esta provincia a Suecia con el restablecimiento de la paz.
dos lecciones indelebles: la necesidad urgente de c o n s t r u i r un La guerra del Báltico de 1656-60 había t r a n s f o r m a d o drástica
e j é r c i t o capaz de o p o n e r resistencia a la expansión imperial y a b r u p t a m e n t e , m i e n t r a s tanto, el equilibrio interior de fuer-
sueca en el Báltico y —complementariamente— el e j e m p l o ad- zas d e n t r o de las posesiones de los Hohenzollern. En Brandem-
ministrativo de la recaudación coactiva de impuestos p o r Suecia burgo, Prusia oriental y Cleves-Mark, el elector había anulado
en B r a n d e m b u r g o y en Prusia oriental sin tener en cuenta las todas las n o r m a s constitucionales en n o m b r e de la emergencia
p r o t e s t a s de los E s t a d o s locales. La preocupación inmediata del militar, r e c a u d a n d o i m p u e s t o s sin el consentimiento de las
elector consistió, p o r tanto, en asegurar u n a base financiera asambleas locales y construyendo u n a fuerza de unos 22.000
estable con la q u e c r e a r u n a p a r a t o militar p e r m a n e n t e p a r a la soldados, que f u e reducida a la mitad, pero n o licenciada, con
defensa e integración de sus reinos. De hecho, las fuerzas de los el cese de las hostilidades. Ahora ya era posible arreglar cuen-
Vasa n o evacuaron Pomerania oriental hasta 1654. De ahí que tas con el p a r t i c u l a r i s m o de los E s t a d o s de f o r m a más drástica.
e n 1652 el elector convocase u n Landtag general en Brandem- Prusia oriental, cuya nobleza estaba a c o s t u m b r a d a a apoyarse
burgo, al que llamó a toda la nobleza y a todas las ciudades en la soberanía polaca p a r a resistir las presiones de los Ho-
de la Marca, con el p r o p ó s i t o de establecer u n nuevo sistema henzollern, y cuyas ciudades habían m o s t r a d o a b i e r t a m e n t e su
financiero que permitiese m a n t e n e r u n ejército real. A esto descontento d u r a n t e la guerra, f u e el p r i m e r t e r r i t o r i o que
siguió u n largo p e r í o d o de disputas con los Estados, q u e ter-
minó al a ñ o siguiente con la f a m o s a suspensión de 1653, que
* Carsten, The origins of Prussia, pp. 185-9.
240
240 Europa oriental Prusia 241
experimentó el nuevo p o d e r del electorado. E n 1661-63 f u e con- de p o d e r en m a n o s del elector. E n 1680, las ciudades de Bran-
vocado u n largo Landstag. La negativa de los burgueses de
Koenigsberg a a c e p t a r la plena soberanía de la dinastía sobre d e m b u r g o f u e r o n obligadas a pagar u n i m p u e s t o u r b a n o que,
el d u c a d o f u e rota con la detención s u m a r i a del cabecilla de
la resistencia u r b a n a , y se a r r a n c ó la aprobación de u n im- deliberadamente, n o se extendió al c a m p o con o b j e t o de en-
p u e s t o sobre el comercio interior p a r a m a n t e n e r al ejército.
El elector tuvo q u e p r o m e t e r la celebración de sesiones trianua- f r e n t a r a la nobleza con las ciudades. Un a ñ o después se intro-
les de los Estados y n o r e c a u d a r nuevos impuestos sin su
previo consentimiento: p e r o estas concesiones h a b r í a n de mos- d u j o en Prusia oriental el m i s m o s e p a r a t i s m o fiscal, que hacia
trarse m e r a m e n t e formales. Mientras tanto, los E s t a d o s de
Cleves-Mark habían sido obligados a a c e p t a r el derecho del el fin del reinado del elector se había extendido a Pomerania,
s o b e r a n o de i n t r o d u c i r t r o p a s y n o m b r a r funcionarios a su
voluntad. Magdeburgo y Minden. Las cargas rurales recaían exclusiva-
E n 1672, la guerra franco-holandesa c o n d u j o al E s t a d o de
los Hohenzollern —aliado diplomático y cliente financiero de m e n t e sobre el campesinado en B r a n d e m b u r g o y Cleves-Mark;
las Provincias Unidas— a u n nuevo conflicto militar, esta vez
a escala europea. En 1674, el elector era c o m a n d a n t e t i t u l a r en Prusia oriental, la nobleza a p o r t a b a u n a ligera contribución,
del c o m b i n a d o de fuerzas g e r m a n a s que o p e r a b a c o n t r a Fran-
cia en el Palatinado y en Alsacia. Al año siguiente, en ausencia p e r o el g r u e s o de la carga recaía sobre sus a r r e n d a t a r i o s . La
de Federico Guillermo, Suecia invadió B r a n d e m b u r g o c o m o
aliado de Francia. En su r á p i d o regreso, Federico Guillermo
división administrativa e n t r e la ciudad y el c a m p o creada p o r
devolvió el golpe en la batalla de Fehrbellin, en la que p o r vez
p r i m e r a los ejércitos de B r a n d e m b u r g o vencieron a los vete-
ranos escandinavos en las tierras p a n t a n o s a s al noroeste de este dualismo dividió i r r e m e d i a b l e m e n t e la posible oposición
Berlín. En 1678, toda la Pomerania sueca había sido invadida
p o r el elector. Pero u n a vez más la intervención f r a n c e s a le social c o n t r a el naciente absolutismo. Los impuestos q u e d a r o n
privó de sus conquistas: los ejércitos borbónicos m a r c h a r o n
hacia Cleves-Marck y a m e n a z a r o n Minden, avanzadilla de los Ho- realmente limitados a las ciudades y los campesinos en u n a pro-
henzollern en el oeste, lo que permitió a Francia exigir la devo-
lución de Pomerania occidental a Suecia en 1679. Sin ningún porción de 3/2. La nueva carga fiscal f u e especialmente per-
f r u t o geográfico, la guerra f u e sin e m b a r g o institucionalmente
rentable p a r a la construcción de u n absolutismo monárquico. judicial p a r a las ciudades, p o r q u e la libertad de i m p u e s t o s de
Prusia oriental f u e sometida a la fuerza a u n a recaudación de
impuestos sobre la tierra y el comercio sin ningún consenti- la q u e gozaban las fábricas de cerveza y otras e m p r e s a s si-
miento representativo, entre m u r m u l l o s de disidencia nobilia-
ria y amenazas m á s f u e r t e s de rebelión burguesa. Koenigsberg t u a d a s en sus propiedades p e r m i t i ó a los t e r r a t e n i e n t e s com-
f u e el centro de la resistencia: en 1674, u n súbito golpe militar
t o m ó la ciudad y aplastó p a r a siempre su a u t o n o m í a municipal.
p e t i r i m p u n e m e n t e con las m a n u f a c t u r a s u r b a n a s . La fuerza
A p a r t i r de entonces, los Estados prusianos votaron dócilmente
las grandes contribuciones que se les pidieron m i e n t r a s d u r ó
la g u e r r a 7 . económica de las ciudades de B r a n d e m b u r g o y de Prusia orien-

La f i r m a de la paz no i n t e r r u m p i ó la creciente concentración tal, ya seriamente d a ñ a d a p o r la depresión general del si-


7
Carsten, The origins of Prussia, pp. 219-21. glo XVII, se r e d u j o todavía más p o r la política del Estado, y

8
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240 Europa oriental Prusia 241

cales, convirtiéndose en un organismo provinciano y sin impor- riores que se encargaban de la recaudación de los i m p u e s t o s
tancia, cuya actividad se paralizó p o r completo d u r a n t e la gue- urbanos.
r r a de los Treinta Años. Federico Guillermo lo reavivó después La principal función de todo el a p a r a t o tentacular del comi-
de Westfalia, y comenzó a a s u m i r de f o r m a i n t e r m i t e n t e la sariado consistía, n a t u r a l m e n t e , en asegurar el m a n t e n i m i e n t o
dirección central del c o n j u n t o de los dominios de los Hohen- y la expansión de las fuerzas a r m a d a s del E s t a d o de los Hohen-
zollern, a u n q u e su perspectiva de f o n d o siguió siendo localista, zollern. Para alcanzar este fin, los ingresos totales se triplicaron
y su función administrativa m u y primitiva. Sin embargo, du- e n t r e 1640 y 1688, lo que suponía u n a carga fiscal percápita
r a n t e la guerra de 1665-70 se creó u n d e p a r t a m e n t o especiali- casi dos veces s u p e r i o r a la de la Francia de Luis XIV, que
zado p a r a la dirección de los a s u n t o s militares en todas las era u n país m u c h í s i m o m á s rico. A la llegada de Federico Gui-
tierras dinásticas, el Generalkriegskommissariat. Con la vuelta llermo, B r a n d e m b u r g o sólo tenía 4.000 soldados; al final del
de la paz se r e d u j e r o n la función y el personal de este Comi- reinado de este soberano, al que sus c o n t e m p o r á n e o s llamaban
sariado que, sin embargo, no f u e abolido, sino que se m a n t u v o a h o r a «gran elector», existía un ejército p e r m a n e n t e de 30.000
b a j o la supervisión f o r m a l del Consejo Privado. H a s t a aquí, la soldados bien entrenados, dirigido p o r u n c u e r p o de oficiales
evolución del a b s o l u t i s m o b r a n d e m b u r g u é s siguió una senda reclutado de e n t r e la clase de los j u n k e r s e i m b u i d o de lealtad
administrativa muy parecida a la de las anteriores m o n a r q u í a s marcial hacia la dinastía 10. La m u e r t e del gran elector m o s t r ó
occidentales. Pero el comienzo de la guerra de 1672-78 s u p u s o lo bien articulada q u e estaba su obra. Su inconsecuente e inútil
u n c a m b i o de r u m b o a b r u p t o y decisivo. El Generalkriegskom- sucesor, Federico, c o m p r o m e t i ó desde 1688 a la casa Hohenzo-
missariat comenzó a dirigir p r á c t i c a m e n t e toda la m a q u i n a r i a llern en la coalición europea contra Francia. Los contingentes
del Estado. En 1674 se f o r m ó u n a Generalkriegskasse, que en el de B r a n d e m b u r g o se p o r t a r o n de f o r m a competente en las gue-
plazo de u n a década se había convertido en tesorería central r r a s de la Liga de Augsburgo y de la sucesión española, mien-
de los Hohenzollern, a medida que se iba confiando a los fun- tras el príncipe reinante consumía los subsidios e x t r a n j e r o s
cionarios del Comisariado la recaudación de impuestos. En 1679, en sus despilfarras en el interior, y no era capaz de asegurar
el Generalkriegskommissariat p u s o a su f r e n t e a u n soldado ningún avance territorial en su política internacional. La única
profesional, el aristócrata de P o m e r a n i a Von G r u m b k o w ; sus fi- realización p r o m i n e n t e del reinado f u e la adquisición p o r la
las se ampliaron; en su interior se creó u n a j e r a r q u í a buro- dinastía del título de rey de Prusia, concedido diplomáticamente
crática estable y se diversificaron sus responsabilidades exte- en 1701 p o r el e m p e r a d o r Carlos VI a c a m b i o de u n a alianza
riores. D u r a n t e la década siguiente, el comisariado organizó el f o r m a l Habsburgo-Hohenzollern, y legalmente cubierto p o r el
a s e n t a m i e n t o de los refugiados hugonotes y dirigió la política hecho de que Prusia oriental q u e d a b a f u e r a de los límites del
inmigratoria, controló el sistema de gremios en las ciudades, Reich, en el que n o se p e r m i t í a ningún título real a p a r t e de
supervisó el comercio y las m a n u f a c t u r a s e impulsó las empre- la dignidad imperial. Sin embargo, la m o n a r q u í a p r u s i a n a era
sas navales y coloniales del Estado. En la práctica, el General- todavía un E s t a d o p e q u e ñ o y atrasado, clavado en los b o r d e s
kriegskommisar era s i m u l t á n e a m e n t e jefe de E s t a d o Mayor, de la Alemania nororiental. La población total de las tierras
m i n i s t r o de la G u e r r a y m i n i s t r o de Hacienda. El Consejo Pri- de los Hohenzollern n o era superior al millón de h a b i t a n t e s
vado quedó e m p e q u e ñ e c i d o ante este gran crecimiento. La buro- en los últimos años del gran elector: u n o s 270.000 en Brandem-
cracia del comisariado se reclutaba sobre u n a base unitaria e burgo, 400.000 en Prusia oriental, 150.000 en Cleves-Mark y quizá
interprovincial, y era utilizada p o r la dinastía como su m e j o r otros 180.000 en los dominios más pequeños. A la m u e r t e de
a r m a c o n t r a el p a r t i c u l a r i s m o local y la resistencia de las Federico I, en 1713, el reino de Prusia n o contenía aún más de
a s a m b l e a s 9 . Sin embargo, el Generalkriegskommissariat n o era 1.600.000 habitantes.
en m o d o alguno u n a r m a c o n t r a la propia nobleza. Por el con-
trario, sus escalones más altos estaban ocupados p o r nobles, Este legado m o d e s t o h a b r í a de ser n o t a b l e m e n t e ampliado
t a n t o en los niveles centrales c o m o provinciales; los plebeyos p o r el nuevo monarca, Federico Guillermo I. El «Rey Sargento»
estaban concentrados en los d e p a r t a m e n t o s relativamente infe- consagró su c a r r e r a a fortalecer el ejército prusiano, que dobló
su tamaño, p a s a n d o de 40.000 a 80.000 h o m b r e s b a j o u n sobe-

10
' Carsten, The origins of Prussia, pp. 259-65. Carsten, The origins of Prussia, pp. 266-71.
284 Europa oriental Polonia 249

r a n o que, simbólicamente, f u e el p r i m e r príncipe europeo que en menos de tres décadas <2. En 1740, Prusia había a c u m u l a d o
vistió siempre de u n i f o r m e . La instrucción y el e n t r e n a m i e n t o con calma las condiciones sociales y materiales previas que ha-
militar f u e r o n las obsesiones del m o n a r c a ; los p e r t r e c h o s de b r í a n de convertirla en gran potencia europea b a j o el m a n d a t o
guerra y las fábricas de paños p a r a a t e n d e r las necesidades de Federico II, y que, en último término, aseguraban su papel
militares se promovieron incansablemente; se implantó la lla- dirigente en la unificación alemana.
m a d a obligatoria a filas; se f u n d ó u n colegio de cadetes p a r a Ahora p u e d e plantearse ya la pregunta siguiente: ¿cuál f u e
los jóvenes nobles y se prohibió r i g u r o s a m e n t e el servicio de la configuración política global de Alemania que hizo posible
los oficiales en los ejércitos e x t r a n j e r o s ; el comisariado de y lógico el dominio de Prusia d e n t r o de ella? Y a la inversa:
guerra f u e reorganizado b a j o la dirección del h i j o de Von ¿qué rasgos específicos distinguieron al absolutismo de los
G r u m b k o w . La utilización de las nuevas t r o p a s f u e muy pru- Hohenzollern de los estados territoriales rivales d e n t r o del Sa-
cro I m p e r i o R o m a n o Germánico que podían a s p i r a r a un do-
dente: en 1719 se le a r r e b a t ó Pomerania occidental a Suecia,
minio igual de Alemania a principios de la época m o d e r n a ?
c u a n d o Prusia se alió con Rusia y Dinamarca contra Carlos X I I
De entrada, puede trazarse u n a línea básica de división a lo
en las últimas fases de la gran guerra del norte. Pero, por lo
largo del Reich que separa sus regiones occidentales de las
demás, el ejército f u e utilizado con prudencia en apoyo de
orientales. Alemania occidental estaba d e n s a m e n t e s e m b r a d a
u n a diplomacia pacífica. Mientras tanto, la burocracia f u e per-
de ciudades. Desde la B a j a E d a d Media, Renania era u n a de
feccionada y racionalizada. H a s t a entonces, el a p a r a t o de Es- las zonas comerciales más florecientes de E u r o p a , p o r e s t a r
tado se había dividido en dos columnas, la de los «dominios» y situada a lo largo de las r u t a s comerciales que unían a las dos
la del «comisariado», es decir, los organismos financieros pri- civilizaciones u r b a n a s de Italia y Flandes, y p o r beneficiarse
vados y públicos de la m o n a r q u í a , encargados respectivamente de la vía fluvial n a t u r a l m á s larga de las utilizadas en el con-
de la administración de las propiedades reales y de la recauda- tinente. En el centro y en el norte, la Liga Hanseática d o m i n a b a
ción de los i m p u e s t o s públicos. Estas dos columnas se fun- las economías del m a r del N o r t e y del Báltico, extendiéndose
dieron a h o r a en u n pilar central, m e m o r a b l e m e n t e llamado desde Westfalia hasta los puestos avanzados de Riga y Reval,
General-Ober-Finanz-Kriegs-und-Domanen-Direktorium, responsa- en Livonia, y hasta Estocolmo y Bergen en Escandinavia, a la
ble de todas las actividades administrativas excepto de los asun- vez que gozaba de posiciones privilegiadas en B r u j a s y Londres.
tos e x t r a n j e r o s , de justicia y eclesiásticos. Se creó u n c u e r p o E n el sudoeste, las ciudades suabas se beneficiaban del t r á f i c o
de policía secreta o «fiscales» especiales p a r a vigilar a la buro- t r a n s a l p i n o y de los excepcionales recursos m i n e r o s de su terri-
cracia c e n t r a l C o n no menos cuidado se atendió a los a s u n t o s torio. El peso específico de estas n u m e r o s a s ciudades n u n c a
económicos. Se financiaron proyectos de diques, d r e n a j e s y co- había sido tan grande como p a r a crear ciudades-Estado del tipo
lonización del campo, utilizando conocimientos y técnicos ho- italiano, con extensos territorios agrarios sometidos a ellas.
landeses. Se reclutaron inmigrantes franceses y alemanes p a r a Las que llegaron a poseer u n a m o d e s t a circunferencia rural,
las m a n u f a c t u r a s locales establecidas b a j o control del Estado. como N u r e m b e r g , f u e r o n la excepción más que la regla. Por
El mercantilismo real promovió la industria textil y o t r o s pro- t é r m i n o medio, su t a m a ñ o era considerablemente más reducido
ductos de exportación. Al m i s m o tiempo, los gastos de la corte que el de las ciudades italianas. Hacia 1500, solamente 15 de
se r e d u j e r o n a u n m í n i m o frugal. El resultado f u e que el Rey las 3.000 ciudades g e r m a n a s tenían poblaciones superiores a los
Sargento disponía al final de su reinado de unos ingresos anua- 10.000 habitantes, y sólo dos s u p e r a b a n los 30.000 13. Augsburgo,
les de siete millones de táleros, d e j a n d o a su sucesor u n que era la mayor, tenía alrededor de 50.000 c u a n d o ya Venecia
superávit de ocho millones en el tesoro. P e r o quizá más im- y Milán habían pasado de los 100.000. Por o t r a parte, su fuerza
p o r t a n t e era que la población de su reino había crecido h a s t a y su vitalidad les habían asegurado en la E d a d Media la posi-
llegar a los 2.250.000 habitantes, esto es, cerca del 40 p o r ciento ción de ciudades imperiales libres, s u j e t a s ú n i c a m e n t e a la
11
Una descripción de la estructura y el funcionamiento del General- u
H. Holborn, A history of modern Germany, 1648-1840, Londres, 1965,
oberdirektorium puede verse en R. A. Dorwart, The administrative reforms Páginas 192-202.
of Frederick 1 of Prussia, pp. 170-9. Dentro de la administración, los 11
H. Holborn, A history of modern Germany: the Reformation, Lon-
«fiscales» no eran asalariados, sino que recibían comisiones sobre las dres, 1965, p. 38.
multas que resultasen de los juicios iniciados tras sus investigaciones.
284 284 Europa oriental 250
Polonia 249

soberanía nominal del e m p e r a d o r (había 85 en estas condicio- e s t a d o unidos de f o r m a adecuada en u n sistema a r t i c u l a d o M .


nes) y habían d a d o m u e s t r a s de u n a capacidad política p a r a La Liga Hanseática y las ciudades de Renania y Suabia siempre
fa a c i ó n colectiva de á m b i t o regional que a l a r m o a los princi- constituyeron sectores mercantiles separados, con territorios y
pes territoriales del imperio. En 1254, las c m d a d e s r e n a n a m e r c a d o s diferentes. El comercio m a r í t i m o —que era el rey de
h a b í a n f o r m a d o u n a liga militar defensiva; en 1358, l a s c i u d a todo el comercio medieval— estaba limitado a la Hansa, que en
des de la Hansa culminaron su federación economica, en 1376 épocas anteriores había d o m i n a d o los m a r e s desde Inglaterra
las ciudades suabas crearon u n a asociación a r m a d a c o n t r a el hasta Rusia. Pero a p a r t i r de mediados del siglo xv, la m a r i n a
conde de W ü r t t e m b e r g . La Bula de Oro de mediados del si- competidora de Holanda y Zelanda — m e j o r planeada y equi-
glo XIV prohibió oficialmente las l i g a s u r b a n a s , p e r o esto n o pada— había r o t o el dominio monopolista de los p u e r t o s han-
impidió a las ciudades r e n a n a s y suabas f i r m a r en 1381 u n seáticos en las aguas del norte. Las flotas a r e n q u e r a s holan-
pacto unido del s u r de Alemania, que f u e aplastado p o r u n desas se a d u e ñ a r o n de las pesquerías, que habían emigrado
e j é r c i t o de príncipes siete años después, d u r a n t e lo m a s h o n d o desde el Báltico a las costas noruegas, m i e n t r a s los cargueros
de Ta última depresión feudal y de la concomitante a n a r q u í a holandeses p e n e t r a b a n en el comercio de grano de Danzig. Ha-
del Reth. El crecimiento económico de las ciudades teutónicas cia 1500, las naves holandesas que cruzaban el S u n d s u p e r a b a n
volvió a subir r á p i d a m e n t e u n a vez más en la segunda mUad a las g e r m a n a s en una proporción de 5/4. La riqueza hanseática
del siglo xv, y alcanzó su apogeo en el periodo de 1480 a 1530, había p a s a d o ya su m o m e n t o de esplendor d u r a n t e el p e r í o d o
c u a n d o Alemania se convirtió en algo así como el centro diver- de máxima expansión comercial germana. La Liga era todavía
sificado de t o d o el sistema comercial europeo. La Liga Han rica y poderosa: en la década de 1520, Lübeck contribuyó a la
seática era, esencialmente, u n a asociación mercantil sin gran- entronización de Gustavo Vasa en Suecia y a la caída de Cris-
des e m p r e s a s m a n u f a c t u r e r a s en las propias c.udades^ sus be- tián II en Dinamarca. El gran a u m e n t o del t r á f i c o báltico, en
n e f i c i o s P provenían de la distribución comercialdecerealesy términos absolutos, d u r a n t e el siglo xvi, c o m p e n s ó en cierta
del control de las factorías pesqueras, a d e m a s de las t r a n s a c medida el precipitado descenso de su participación relativa en
d o n e s financieras internacionales. Renania, con las ciudades él. Pero la Liga perdió sus posiciones estratégicas en Flandes,
m á s a n t i g u a s de Alemania, tenía industrias tradicionales de lino se vio privada de sus privilegios en Inglaterra (1556), y hacia
lana y^ nfetal, a p a r t e de su control sobre las r u t a s comerciales finales de siglo quedó reducida a sólo una c u a r t a p a r t e del
nue iban de Flandes a Lombardía. La p r o s p e r i d a d de las ciu- volumen del tráfico m a r í t i m o holandés a través del Sund 1 5 .
dades de Suabia era la más reciente y la m á s f l o r e c i e n t e d e Cada vez m á s dividida entre sus alas de Westfalia y de las
todas: los textiles, la minería y la m e t a urgía les d a b a n u n a ciudades vendas, era ya u n a fuerza agotada. Mientras tanto, las
base productiva avanzada, a la que se anadieron las f o r t u n a s ciudades renanas f u e r o n víctimas también, a u n q u e de f o r m a
b a ñ a r í a s de los Fugger y los Welser en la época de Carios £ diferente, del d i n a m i s m o holandés. La rebelión de los Países
A comienzos del siglo xvi, las ciudades del s u r de Alemama B a j o s había conducido al cierre del Escalda en 1585 (después
s u p e r a b a n a sus equivalentes italianas en descubrimientos tec de la conquista española de Amberes, p u n t o de llegada tradicio-
S o s y progreso industrial. Ellas f u e r o n las que impulsaron nal p a r a el tráfico río abajo) y a un estrecho control de las
el Drimer v p o p u l a r avance de la R e f o r m a . . , Provincias Unidas sobre los estuarios del Rin. La gran expan-
E c r e c L i e m o de la economía u r b a n a en A e m a n i a d e s a p a - sión del p o d e r naval y m a n u f a c t u r e r o de los Países B a j o s a
reció s ú b i t a m e n t e a mediados del siglo. La adversidad t o m ó finales del siglo xvi y principios del x v n c o m p r i m i ó o p e r t u r b ó
varias f o r m a s interrelacionadas. En p r i m e r lugar, se p r o d u j o progresivamente la economía renana río arriba, ya que el capital
u n a lenta inversión de la relación e n t r e los P ^ o s agrarios e holandés controlaba sus salidas al m a r . Las ciudades más anti-
industriales, a medida que la d e m a n d a de p r o d u c t o s al men- guas de Renania tendieron a reducirse, consiguientemente, a u n
ticios superó a la oferta y los precios de los c e r e a l e s a u m e n t a
14
ron r á p i d a m e n t e . La falta de u n a integración estructural se hizo Los marxistas han llamado frecuentemente la atención sobre este
cada vez más evidente en la m i s m a red c o m e r c i a l _ g e r " « ^ U » punto: véase, ínter alia, el representativo ensayo de Lukacs, «Uber einige
Eigentümlichkeiten der geschichtlichen Entwicklung Deutschlands», Die
extremos norte v sur del gran abanico de ciudades que se ex Zerstdrung der Vernunft, Neuwied y Berlín, 1962, p. 38.
ü e n d e desde los" Alpes h a l t a el m a r del Norte n u n c a habían " Holborn, A history of modern germany: the Reformation, pp. 81-2.
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c o n s e r v a d u r i s m o rutinario, al impedir su arcaico sistema de tado rural del tipo italiano en el período medieval, y a prin-
gremios toda adaptación a las nuevas circunstancias. Colonia, cipios de la edad m o d e r n a se m o s t r a r o n incapaces de evolucio-
la más ilustre de todas, fue una de las pocas grandes ciudades n a r hacia u n tipo de ciudad-Estado comparable a los señoríos
germanas que se m a n t u v o como bastión del catolicismo tradi- de Milán y Florencia o a las oligarquías de Venecia y Génova 16
cional a lo largo de todo el siglo. Las nuevas industrias de la Por consiguiente, la relación política de la clase señorial con
región tendieron a establecerse en localidades más pequeñas y las ciudades f u e consiguientemente muy distinta en Alemania
rurales, libres de las restricciones corporativas. occidental. En lugar de una simplificación del m a p a en unos
Las ciudades del sudoeste tenían u n a base m a n u f a c t u r e r a pocos estados u r b a n o s de t a m a ñ o medio, dirigidos p o r aventu-
m á s sólida, y su bienestar sobrevivió d u r a n t e más tiempo. Pero reros o patricios neoaristocráticos, lo que existía era u n a mul-
con la e n o r m e expansión del comercio u l t r a m a r i n o internacional tiplicidad de pequeñas ciudades libres en medio de u n labe-
a p a r t i r de la época de los descubrimientos, su posición interior rinto de principados diminutos.
se convirtió en u n a grave desventaja económica, m i e n t r a s que, Los pequeños estados territoriales de Alemania occidental se
p o r otra parte, la posible compensación a lo largo del Danubio distinguían, en particular, por un i m p o r t a n t e contingente de
estaba bloqueada p o r los turcos. Las espectaculares operaciones principados eclesiásticos. De los cuatro electores occidentales
de las bancas de Augsburgo en el sistema imperial de los del imperio, tres eran arzobispados: Colonia, Maguncia y Tré-
Habsburgo, financiando las sucesivas aventuras militares de veris. Estos curiosos fósiles constitucionales d a t a b a n de la pri-
Carlos V y Felipe II, tuvieron su j u s t o castigo. Al final, los m e r a época feudal, cuando los e m p e r a d o r e s sajones y suabos
Fugger y los Welser q u e d a r o n a r r u i n a d o s p o r sus p r é s t a m o s a habían utilizado el a p a r a t o de la Iglesia en Alemania como u n o
la dinastía. Paradójicamente, las ciudades italianas —cuya rela- de sus i n s t r u m e n t o s más i m p o r t a n t e s p a r a el gobierno regio-
tiva decadencia había comenzado antes— acabaron el siglo xvi nal. Mientras en Italia el gobierno episcopal fue d e r r i b a d o muy
en situación más p r ó s p e r a que las germanas, cuyo f u t u r o había p r o n t o en las ciudades del norte, donde el peligro principal p a r a
parecido más seguro en el tiempo del Saco de Roma p o r u n las c o m u n a s provenía de los planes políticos de los sucesivos
ejército de Landsknechten. La economía m e d i t e r r á n e a había e m p e r a d o r e s , y su principal aliado contra ellos era el papado,
resistido los efectos del alza del tráfico atlántico d u r a n t e m á s en Alemania, p o r el contrario, los e m p e r a d o r e s habían fomen-
tiempo que la economía continental de Suabia. N a t u r a l m e n t e , tado la a u t o n o m í a municipal t a n t o como la a u t o r i d a d episco-
la contracción de los centros u r b a n o s alemanes d u r a n t e esta pal, contra las pretensiones de los barones y príncipes seculares
época n o f u e u n i f o r m e . Algunas ciudades aisladas —especial- en colusión con las intrigas papales. La consecuencia f u e que
m e n t e H a m b u r g o , F r a n c f o r t y en m e n o r medida Leipzig— reali- t a n t o los pequeños estados eclesiásticos como las ciudades li-
zaron rápidos progresos y alcanzaron una gran importancia bres sobrevivieron hasta los comienzos de la época m o d e r n a .
económica en el período de 1500 a 1600. De acuerdo con las En el campo, la propiedad agraria tomó casi en todas partes
n o r m a s de la época, Alemania occidental era todavía u n a zona la f o r m a del Grundherrschaft, en el que los campesinos, como
generalmente rica y urbanizada a principios del siglo XVII, aun- a r r e n d a t a r i o s libres, pagaban cargas en especie o en m o n e d a
que hubiera d e j a d o de registrar un crecimiento sustancial. La p o r sus tierras a los señores feudales, que eran con frecuencia
relativa densidad de las ciudades evidenciaba, pues, una com- propietarios absentistas. En la Alemania sudoccidental, un
plicada p a u t a política, s e m e j a n t e a la del norte de Italia, por- gran n ú m e r o de pequeños nobles habían resistido con éxito la
que aquí t a m p o c o había ningún espacio p a r a la expansión del
absolutismo aristocrático, a causa, precisamente, del poder y la " Los comentarios de Brecht sobre la mentalidad cívica de las ciuda-
pluralidad de las ciudades mercantiles. El medio social de toda des libres de Alemania en general, y de su nativa Augsburgo en particu-
la zona era r e f r a c t a r i o a los grandes estados principescos, y de lar, tal como los ha reproducido Benjamín, son muy mordaces: Walter
él n u n c a surgió u n a m o n a r q u í a territorial de cierta importan- Benjamín, Understanding Brecht, Londres, 1973, p. 119 [Tentativas sobre
Brecht, Madrid, Taurus, 1975, p. 150]. Esos comentarios son un curioso
cia. Faltaba el p r e d o m i n i o de la nobleza necesario p a r a ello, contrapunto'de las desencantadas reflexiones de Gramsci sobre las ciu-
aunque, al m i s m o tiempo, las ciudades de Renania y de Suabia, dades italianas de la misma época, porque Brecht admiraba las ciudades
a pesar de su n ú m e r o , eran m á s débiles que las de Toscana o renacentistas de Italia, mientras Gramsci alababa la Reforma urbana en
Alemania: cada uno buscaba la virtud histórica en el vicio nacional del
Lombardía. Por regla general, nunca habían poseído u n con- otro.
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absorción en los principados territoriales, a d q u i r i e n d o la con- El t e r r e n o histórico o f r e c i d o p o r el c o n j u n t o de Alemania


dición de «caballeros imperiales», que debían u n a lealtad inme- occidental era incompatible, p o r tanto, con la aparición de u n
diata al propio e m p e r a d o r en vez de r e n d i r h o m e n a j e a u n gran absolutismo. La m i s m a necesidad sociológica que determi-
señor local superior. En el siglo xvi había alrededor de 2.500 nó su ausencia en el oeste garantizó que todas las experiencias
de estos Reichsritter, cuyas posesiones territoriales totales n o i m p o r t a n t e s de construcción de un E s t a d o absolutista, y que
ascendían a más de 650 kilómetros cuadrados. Muchos de ellos m o s t r a r o n u n a posibilidad real de establecer la hegemonía fi-
se convirtieron, n a t u r a l m e n t e , en mercenarios a m a r g a d o s y pe- nal d e n t r o del imperio, procedieron del este. Si se excluyen p o r
ligrosos, p e r o o t r a s m u c h a s familias p e n e t r a r o n en los pecu- el m o m e n t o las tierras de los H a b s b u r g o en Austria y Bohemia,
liares complejos político-eclesiásticos d e s p a r r a m a d o s por toda a las que volveremos más adelante, las posibilidades f u t u r a s
Alemania occidental, o c u p a n d o en ellos oficios y p r e b e n d a s 17 de u n i d a d germana residían b á s i c a m e n t e en los tres estados
(dos f o r m a s sociales anacrónicas que se p e r p e t u a b a n mutua- orientales que se escalonan desde el Tirol hasta el Báltico: Ba-
mente). En este desordenado paisaje, no había ningún espacio viera, S a j o n i a y B r a n d e m b u r g o . A p a r t i r del siglo xvi, estos
tres estados eran los únicos verdaderos contendientes p a r a el
p a r a el crecimiento de un E s t a d o absolutista i m p o r t a n t e o con-
liderazgo de u n a Alemania nacionalmente unificada y s e p a r a d a
vencional, ni siquiera en u n a escala regional. Los dos princi-
de la casa de Austria, p o r q u e u n a f u e r t e m a q u i n a r i a absolutista
pados seculares más significativos de Occidente eran el Palati-
—liberada de la proliferación u r b a n a y apoyada en u n a pode-
n a d o r e n a n o y el d u c a d o de W ü r t t e m b e r g . Ambos contenían mu-
rosa nobleza— sólo era posible en el este, región m á s a t r a s a d a
chos caballeros imperiales y pequeñas ciudades, y ninguno tenía
y recientemente colonizada, donde había m e n o s y más débiles
u n a sólida nobleza territorial. W ü r t t e m b e r g , que tenía e n t r e ciudades. Para c o m p r e n d e r p o r qué f u e el m á s nórdico de estos
400 y 500 mil habitantes, n u n c a jugó un papel i m p o r t a n t e en el estados el que consiguió el dominio final de Alemania, es nece-
c o n j u n t o de la política germana, ni parecía que p u d i e r a jugarlo. sario considerar la e s t r u c t u r a interna de cada u n o de ellos. Ba-
El Palatinado, que facilitaba el c u a r t o elector occidental del viera, el más antiguo, había sido u n a i m p o r t a n t e u n i d a d del
imperio y controlaba los p e a j e s del Rin medio, era un E s t a d o imperio carolingio y u n o de los grandes troncos ducales del
m á s rico y m á s considerable, cuyos dirigentes consiguieron en siglo x. A finales del siglo XII, los Wittelsbach se convirtieron
el siglo xvi u n a a u t o r i d a d absolutista relativamente t e m p r a n a 18. en señores de Baviera. A p a r t i r de entonces n o f u e r o n suplan-
Pero su única tentativa i m p o r t a n t e de expansión —la f u n e s t a tados p o r ninguna otra familia: la dinastía Wittelsbach consi-
pretensión de Federico V de controlar Bohemia a principios del guió el período más largo e i n i n t e r r u m p i d o de gobierno sobre
siglo X V I I , q u e precipitó la guerra de los Treinta Años— le su región hereditaria de e n t r e todas las familias reinantes eu-
a c a r r e ó u n desastre p e r m a n e n t e : pocas zonas de Alemania fue- ropeas (1180-1918). Durante la E d a d Media sus posesiones se
r o n castigadas con tanta dureza p o r los ejércitos rivales en el subdividieron en varias ocasiones, p e r o en 1505 Alberto IV las
conflicto militar europeo. Los últimos años del siglo X V I I y los reunificó u n a vez más en u n único y poderoso ducado, tres ve-
p r i m e r o s del X V I I I t r a j e r o n pocas posibilidades de recuperación. ces mayor q u e la Marca de B r a n d e m b u r g o . D u r a n t e los levan-
El Palatinado y W ü r t t e m b e r g estuvieron en p r i m e r a línea de t a m i e n t o s religiosos del siglo xvi, los duques b á v a r o s o p t a r o n
las guerras de Luis XIV desde 1672 hasta 1714, y f u e r o n salva- sin vacilación p o r la causa católica, y convirtieron a su reino
j e m e n t e devastados p o r los ejércitos franceses e imperiales. La en el más sólido bastión de la C o n t r a r r e f o r m a en Alemania. Su
vulnerabilidad estratégica de estos dos principados occidenta- enérgica supresión del luteranismo f u e a c o m p a ñ a d a p o r el fir-
les se añadía a sus limitaciones territoriales. A mediados del me sometimiento de los Estados locales, principales focos de
siglo X V I I I , a m b o s e r a n ú n i c a m e n t e moneda fraccionaria de la la resistencia p r o t e s t a n t e en el ducado. El control dinástico se
diplomacia internacional, sin ningún peso político d e n t r o de la extendió al arzobispado de Colonia, que después de 1583 se man-
propia Alemania. tuvo d u r a n t e dos siglos c o m o u n a i m p o r t a n t e conexión familiar
con Renania. Los Wittelsbach, q u e f u e r o n los responsables de
este p r o g r a m a político y religioso, i n t r o d u j e r o n también en Ba-
" Holborn, A history of modern Germany: the Reformation, pp. 31, 38. viera los p r i m e r o s órganos del absolutismo: en la década de
" Sobre la situación social de Württemberg y el Palatinado, véase
F. L. Carsten, Princes and Parliaments in Germany, Oxford, 1959, pp. 24, 1580 ya se habían establecido u n a Cámara Financiera, u n Con-
341-7.
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sejo Privado y un Consejo de la Guerra, construidos según el elásticas. De hecho, la e s t r u c t u r a social del ducado no permitió
m o d e l o austríaco. ninguna nueva expansión, lo que r e d u j o las posibilidades del
Las influencias administrativas de Austria no significaban, Estado de los Wittelsbach de jugar un papel d o m i n a n t e en el
sin embargo, que Baviera fuese en esta época un satélite de c o n j u n t o de Alemania. La formación social bávara, a diferencia
los Habsburgo. De hecho, la C o n t r a r r e f o r m a bávara iba muy de las de W ü r t t e m b e r g o el Palatinado, tenía pocas ciudades
p o r delante de la austríaca, y suministró ejemplos y personal libres y pocos caballeros imperiales. Mucho menos u r b a n i z a d a
p a r a la recatolización de las tierras de los Habsburgo: el m i s m o que los otros principados occidentales, casi todas sus ciudades
F e r n a n d o II, f u t u r o e m p e r a d o r , f u e u n p r o d u c t o de la educa- eran de dimensiones diminutas: Munich, la capital, tenía sólo
ción de los jesuítas en Ingolstadt, c u a n d o el p r o t e s t a n t i s m o 12.000 h a b i t a n t e s en 1500, y menos de 14.000 en 1700. La aris-
era todavía la fe d o m i n a n t e en las clases terratenientes de Bo- tocracia local eátaba f o r m a d a p o r terratenientes tradicionales,
hemia y Austria. En 1597, Maximiliano tomó posesión del título que debían una fidelidad directa a la a u t o r i d a d ducal. Natural-
ducal y p r o n t o se m o s t r ó como el dirigente más decidido y mente, esta configuración social f u e lo que hizo posible la rápida
capaz de Alemania. Convocó al sumiso Landtag sólo en dos oca- aparición de u n E s t a d o absolutista en Baviera y su posterior
siones antes de la guerra de los Treinta Años, y concentró en estabilidad y longevidad. Pero, p o r otra parte, la naturaleza
su persona todos los poderes jurídicos, financieros, políticos y de la sociedad r u r a l bávara no era propicia a u n a ampliación
diplomáticos, duplicando los impuestos y a c u m u l a n d o u n a re- dinámica del reino. Porque, si bien la nobleza era n u m e r o s a ,
serva de dos millones de florines p a r a la eventualidad de u n a sus propiedades eran pequeñas y estaban dispersas. Por deba-
guerra. Así, c u a n d o estalló la guerra de los Treinta Años, Ba- jo de ella, el campesinado estaba f o r m a d o p o r a r r e n d a t a r i o s
viera f u e el líder n a t u r a l de los estados católicos de Alemania libres, que debían a sus señores unas cargas relativamente li-
contra la amenaza del dominio calvinista en Bohemia. Maxi- vianas: las prestaciones de t r a b a j o n u n c a adquirieron verda-
miliano I reclutó y equipó a u n ejército de 24.000 h o m b r e s dera importancia, llegando en el siglo xvi a n o más de c u a t r o
p a r a la Liga Católica, que jugó u n papel decisivo en la vic- o seis días p o r año. T a m p o c o gozaba la nobleza de alta juris-
toria de la Montaña Blanca de 1620 y que, al año siguiente, dicción sobre su m a n o de obra. Las tierras aristocráticas esta-
atacó y conquistó el Palatinado. D u r a n t e las largas vicisitudes b a n poco consolidadas, debido en p a r t e a la falta de salidas
de la subsiguiente lucha militar, el d u q u e gravó a su reino p a r a la exportación de cereales que se derivaba de la posición
con feroces impuestos, sin tener en cuenta para n a d a las pro- geográfica de Baviera, en las p r o f u n d i d a d e s de E u r o p a central,
testas de las comisiones de los Estados contra el precio de su sin r u t a s fluviales hacia el m a r . La característica m á s notable
esfuerzo de guerra. En 1648, Baviera había pagado n o menos de la agricultura del Grundherrschaft era la p r e p o n d e r a n c i a
del 70 p o r 100 de los costes totales ocasionados p o r los ejér- económica de la Iglesia, que a mediados del siglo X V I I I poseía
citos de la Liga Católica d u r a n t e la guerra de los Treinta Años, no menos del 56 p o r 100 de todas las fincas, c o n t r a u n m e r o
que, m i e n t r a s tanto, había devastado la economía local y diez- 24 p o r 100 controlado p o r la aristocracia y o t r o 13 p o r 100
m a d o a su población, produciendo una aguda depresión en el p o r la dinastía 2 0 . La debilidad relativa de la clase nobiliaria,
d u c a d o 19. A pesar de todo, Maximiliano salió de Westfalia con- revelada p o r este sistema de propiedad, se r e f l e j ó en su posi-
vertido en el autócrata más poderoso de Alemania, p r a c t i c a n d o ción jurídica. No consiguió la plena i n m u n i d a d fiscal, a u n q u e
u n absolutismo más libre e inflexible que el posterior de Fede- sus impuestos eran, n a t u r a l m e n t e , m u c h o m e n o r e s que los de
rico Guillermo en B r a n d e m b u r g o . Baviera había a m p l i a d o sus cualquier o t r o estamento; y sus esfuerzos p o r impedir la adqui-
territorios con la anexión del Alto Palatinado, y había conse- sición de sus tierras p o r quienes no fuesen nobles —encarna-
guido la dignidad imperial. Etnicamente, parecía el E s t a d o ger- dos f o r m a l m e n t e en u n a ley del último Landtag del siglo x v n
m a n o más poderoso del imperio. que prohibía esas compras— f u e r o n saboteados en la práctica
por las operaciones clericales encubiertas en el m e r c a d o de la
El f u t u r o h a b r í a de contradecir, sin embargo, esta impre- tierra. Además, la aguda escasez de m a n o de o b r a causada p o r
sión. El absolutismo bávaro alcanzó muy p r o n t o su plenitud, la despoblación de la guerra de los Treinta Años r e d u n d ó en
p e r o siempre descansó sobre unas bases muy limitadas e in-

20
" Carsten, Princes and Parliaments in Germany, pp. 392406. Carsten, Princes and Parliaments in Germany, pp. 350-2.
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p e r j u i c i o de la aristocracia bávara, dada su previa carencia de gica. La tentativa de utilizar el p o d e r í o f r a n c é s p a r a establecer


jurisdicción legal sobre las aldeas. En la práctica, esto sig- el dominio de los Wittelsbach en Alemania había f r a c a s a d o
nificó q u e el campesinado f u e capaz de negociar con éxito la lamentablemente. En la paz de Utrecht, el d u q u e tenía tan poca
mitigación de sus cargas y la m e j o r a de sus rentas, m i e n t r a s confianza en las perspectivas de su p a t r i m o n i o bávaro, que
m u c h a s propiedades nobles tenían que ser hipotecadas. Este p r o p u s o a Austria su i n t e r c a m b i o p o r los Países B a j o s del sur,
f o n d o social i m p u s o límites políticos m u y estrechos, que muy plan vetado p o r Francia e Inglaterra y que h a b r í a de reaparecer
p r o n t o se hicieron evidentes, al potencial del absolutismo bá- n u e v a m e n t e en u n a fecha posterior. La dinastía volvió a u n a
varo. El m i s m o m o d e l o —«pequeñas propiedades nobiliarias, tierra debilitada p o r u n a década de pillaje y destrucción. La
pequeñas ciudades, pequeños campesinos» 2 1 — que ofreció muy Baviera de la posguerra se h u n d i ó p a u l a t i n a m e n t e en u n a si-
poca resistencia a la aparición de u n absolutismo ducal, le infun- tuación semicomatosa de introversión y corrupción. El despil-
dió así m i s m o m u y poco ímpetu. f a r r o de la corte de Munich absorbió u n a proporción del pre-
El d u c a d o t e r m i n ó la guerra de los Treinta Años con u n a s u p u e s t o más alta quizá que la de cualquier o t r o E s t a d o ale-
población equivalente a la controlada p o r el elector Hohenzo- m á n de la época. Las deudas del E s t a d o crecían constante-
llern en el norte, alrededor de 1.000.000 de súbditos. El sucesor m e n t e a m e d i d a que los r e c a u d a d o r e s de i m p u e s t o s d e r r o c h a b a n
de Maximiliano I, F e r n a n d o María, reforzó el a p a r a t o civil de las r e n t a s públicas; el populacho r u r a l seguía p r e s o de la
dominación de los Wittelsbach, estableciendo la supremacía del superstición religiosa; y los nobles se inclinaban m á s a las pre-
Consejo Privado y utilizando al universal Rentmeister c o m o fun- bendas eclesiásticas que a los deberes militares 2 2 . Las dimen-
cionario clave plíra la intendencia administrativa local; el últi- siones del ducado y el m a n t e n i m i e n t o de u n p e q u e ñ o e j é r c i t o
m o Landtag f u e disuelto en 1669, a u n q u e u n a «comisión per- aseguraban la i m p o r t a n c i a diplomática de Baviera d e n t r o del
manente» le sobrevivió de f o r m a u n t a n t o ineficaz hasta el siglo Imperio, p e r o hacia 1740 ya n o era u n c a n d i d a t o convincente
siguiente. Pero m i e n t r a s el gran elector construía sin descanso a la dirección política de Alemania.
u n ejército p e r m a n e n t e en B r a n d e m b u r g o , las t r o p a s b á v a r a s Sajonia, el siguiente d u c a d o hacia el norte, r e p r e s e n t ó u n a
f u e r o n licenciadas después de Westfalia. La reconstrucción de versión algo diferente del desarrollo absolutista en la zona
la fuerza militar de los Wittelsbach no tuvo lugar h a s t a 1679, oriental de los estados germanos. La casa local dominante, la
con la llegada del nuevo d u q u e Maximiliano Manuel. P e r o in- dinastía de los Wettin, había a d q u i r i d o el d u c a d o y electorado
cluso entonces n o f u e capaz de a t r a e r a su servicio al c o n j u n t o de S a j o n i a en 1425, pocos años después de q u e la familia
de la nobleza: los aristócratas locales eran u n a pequeña minoría Hohenzollern h u b i e r a o b t e n i d o la Marca de B r a n d e m b u r g o , y
del c u e r p o de oficiales en lo que, de todos modos, seguía siendo de la m i s m a m a n e r a , esto es, c o m o regalo del e m p e r a d o r Se-
u n ejército m u y m o d e s t o (alrededor de 14.000 h o m b r e s a me- g i s m u n d o p o r los servicios militares p r e s t a d o s en las guerras
diados del siglo X V I I I ) . Maximiliano Manuel, u n general ambi- c o n t r a los husitas, en las que Federico de Meissen, el p r i m e r
cioso y d e s p r e o c u p a d o que se había distinguido c o n t r a los tur- elector de los Wettin, había sido u n o de sus principales lugar-
cos en la liberación de Viena, se convirtió p o r m e d i o de su tenientes. Repartidas en 1485 e n t r e las r a m a s albertina y ernes-
m a t r i m o n i o de 1672 en regente de los Países B a j o s españoles, tina de la familia, con sus respectivas capitales en W i t t e m b e r g
y en c a n d i d a t o a la herencia hispánica a principios del si- y Dresde-Leipzig, las tierras s a j o n a s c o n t i n u a r o n siendo, a pe-
glo X V I I I . Jugándose el t o d o p o r el todo, unió su suerte a la sar de todo, la región m á s rica y avanzada de Alemania oriental.
de Luis XIV en 1702, al comienzo de la guerra de sucesión Debían su preeminencia a las ricas minas de plata y e s t a ñ o de
española. La alianza franco-bávara dominó en poco t i e m p o toda .sus m o n t a ñ a s y a las industrias textiles de sus ciudades. La
la Alemania del sur, llegando a a m e n a z a r a la m i s m a Viena, e n c r u c i j a d a comercial de Leipzig, como ya h e m o s visto, f u e u n a
p e r o Blenheim destrozó sus posibilidades de victoria en la Eu- de las pocas ciudades g e r m a n a s que creció i n i n t e r r u m p i d a m e n -
r o p a central. Baviera f u e o c u p a d a p o r los ejércitos austríacos te d u r a n t e t o d o el siglo xvi. El grado relativamente alto de ur-
d u r a n t e el r e s t o del conflicto, m i e n t r a s Maximiliano Manuel banización de Sajonia —a diferencia del de Baviera y Brandem-
— d e s p o j a d o de su rango y p r o s c r i t o del imperio— huía a Bél- burgo— y las regalías de los príncipes locales sobre la industria

» Ibid., p. 352. 22
Holborn, A history of modern Germany, 1648-1840, pp. 292-3.
284 Europa oriental Polonia 249
minera, p r o d u j e r o n u n modelo social y político diferente al de y al m i s m o e m p e r a d o r en la b ú s q u e d a de v e n t a j a s dinásticas y
sus vecinos del n o r t e y del sur. A finales de la época medieval engrandecimiento territorial. Uniéndose con Carlos V en el
o a principios de la m o d e r n a n o h u b o ninguna reacción seño- a t a q u e imperial c o n t r a la Liga de Esmalcalda, participó en la
rial comparable a la de Prusia: el p o d e r de la nobleza s a j o n a aniquilación de los ejércitos p r o t e s t a n t e s en Mühlberg y adqui-
n o era b a s t a n t e grande p a r a reducir al c a m p e s i n a d o a la servi- rió así el grueso de las tierras ernestinas y el título de elector.
d u m b r e , debido al peso de las ciudades en la formación social. Cinco años después, o r q u e s t a n d o el a t a q u e franco-luterano con-
Las propiedades señoriales eran mayores que en Baviera, en t r a Carlos V, destrozó las posibilidades de los H a b s b u r g o de
p a r t e p o r q u e las tierras clericales eran m u c h o menos importan- reconvertir Alemania, y r e m a c h ó la unificación de Sajonia b a j o
tes. Pero la tendencia básica del c a m p o se dirigía hacia el cul- su soberanía. A su muerte, el nuevo E s t a d o s a j ó n era el prin-
tivo p o r a r r e n d a t a r i o s libres, con la conmutación de los servi- cipado más poderoso y más p r ó s p e r o de Alemania. Después
cios en t r a b a j o p o r rentas en dinero o, en otras palabras, hacia vinieron cincuenta años de desarrollo pacífico en el electorado,
el régimen más flexible de la Grundhersschaft. La aristocracia d u r a n t e los cuales se convocaron con regularidad los Estados
n o consiguió u n a completa i n m u n i d a d fiscal (sus posesiones y se a u m e n t a r o n progresivamente los impuestos.
alodiales e s t a b a n s u j e t a s a impuestos) y fue incapaz de ase- El comienzo de la guerra de los Treinta Años, sin embargo,
g u r a r la prohibición legal de la venta de tierras nobiliarias a sorprendió a Sajonia a principios del siglo x v n sin preparación
los plebeyos. Sin embargo, estaba bien r e p r e s e n t a d a en el sis- militar y diplomática. Mientras Baviera jugó en este conflicto
t e m a de Estados, que se hizo cada vez m á s estable e influyente un brillante papel e n t r e los estados germanos, Sajonia q u e d ó
en el curso del siglo xvi. Las ciudades, p o r otra parte, t a m b i é n reducida a u n a debilidad vacilante, muy similar a la de Bran-
estaban vigorosamente presentes en el Landtag, a u n q u e tenían demburgo. Los electores Wettin y Hohenzollern, a pesar de ser
q u e s o p o r t a r el peso del i m p u e s t o sobre el alcohol, que pro- protestantes, se unieron al campo imperial en las p r i m e r a s fa-
porcionaba u n o de los principales ingresos del ducado, p a r a ses de la guerra; a m b o s f u e r o n ocupados y devastados poste-
beneficio de la nobleza. Además, los r e p r e s e n t a n t e s u r b a n o s r i o r m e n t e p o r Suecia y obligados a p a s a r al bloque c o n t r a r i o
e s t a b a n excluidos del Oberteuercollegium, que a p a r t i r de 1570 a los Habsburgo; a m b o s d e s e r t a r o n entonces p a r a b u s c a r u n a
a d m i n i s t r ó la recaudación de impuestos en el electorado paz s e p a r a d a con el e m p e r a d o r . Por el t r a t a d o de Westfalia,
La dinastía Wettin p u d o acumular, en este contexto socioeco- Sajonia adquirió Lusacia, y sus príncipes establecieron un im-
nómico, riqueza y fuerza sin ningún a t a q u e directo c o n t r a los p u e s t o regular de guerra que f u e utilizado p a r a crear un mo-
Estados ni un desarrollo considerable del gobierno burocrático. desto ejército p e r m a n e n t e . La riqueza del país p e r m i t i ó que se
Nunca a b a n d o n ó las más altas prerrogativas judiciales y siem- recuperase con relativa rapidez de los efectos de la guerra de
p r e controló u n a gran cantidad de ingresos independientes, a los Treinta Años. E n t r e 1660 y 1690 los impuestos directos se
p a r t i r de sus derechos sobre las minas, que p r o p o r c i o n a r o n a u m e n t a r o n e n t r e cinco y seis veces. El a p a r a t o militar del
a l r e d e d o r de dos tercios de los ingresos de la c á m a r a albertina E s t a d o de los Wettin había a u m e n t a d o su volumen hasta llegar
en la década de 1530, m i e n t r a s que la p r o s p e r i d a d de la región a los 20.000 h o m b r e s a finales de siglo, c u a n d o actuó eficaz-
p e r m i t i ó unos rentables y tolerables impuestos sobre el consu- mente, j u n t o con parecidos contingentes bávaros, contra los
m o desde u n a fecha t e m p r a n a Por tanto, no es s o r p r e n d e n t e turcos en el sitio de Viena. En 1700, Sajonia todavía a v e n t a j a b a
que Sajonia se convirtiera en el p r i m e r E s t a d o que dominó la a B r a n d e m b u r g o c o m o potencia de la Alemania oriental. Su
arena política alemana d u r a n t e la época de la Reforma. A par- ejército era algo más p e q u e ñ o y su sistema de E s t a d o s n o
tir de 1517, el electorado ernestino f u e la p l a t a f o r m a religiosa había sido anulado. Pero tenía p r o b a b l e m e n t e el doble de po-
del luteranismo; pero el ducado albertino, que no pasó al campo blación, i n d u s t r i a l m e n t e estaba m u c h o m á s avanzada y poseía
p r o t e s t a n t e hasta 1539, fue el que dominó el centro de la escena u n a tesorería p r o p o r c i o n a l m e n t e mayor. De hecho, los prime-
política en el complejo d r a m a que siguió al estallido de la ros años del siglo X V I I I presenciaron u n a seria tentativa s a j o n a
R e f o r m a en Alemania. Mauricio de Sajonia, que accedió al du- por alcanzar la primacía política d e n t r o del c o n j u n t o de los
cado en 1541, superó r á p i d a m e n t e a todos los príncipes rivales estados alemanes. En 1697, el elector Federico Augusto a d o p t ó
el catolicismo con o b j e t o de conseguir el apoyo austríaco p a r a
23
su c a n d i d a t u r a a la m o n a r q u í a polaca. Este movimiento tuvo
Carsten, Princes and Parliaments in Germany, pp. 191-6, 2014.
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éxito, y el elector se convirtió en el p r i m e r dirigente alemán en saba el siglo, iba p e r d i e n d o t e r r e n o en el interior ante los
alcanzar u n título real, como Augusto II, o b t e n i e n d o un derecho burgueses en el m e r c a d o de la tierra. Debido en p a r t e a las
de retención política sobre la cercana Polonia, separada de Sa- preocupaciones polacas de la dinastía, los E s t a d o s sobrevivían
jonia p o r el reducido espacio de Silesia. Al m i s m o tiempo, se aún, p e r o con u n a creciente importancia de las ciudades d e n t r o
estableció en Sajonia u n i m p u e s t o general sobre las ventas, con- de ellos. La m a q u i n a r i a b u r o c r á t i c a del E s t a d o siempre f u e
t r a la resistencia de los Estados. Significativamente, en Sajo- insignificante, y se desarrolló menos que la de Baviera. Por
nia —a diferencia de B r a n d e m b u r g o — el i m p u e s t o sobre el co- la falta de disciplina en la revisión de cuentas, las finanzas del
mercio se extendió de las ciudades a los campos, en p e r j u i c i o principado q u e d a r o n anegadas en deudas. La consecuencia de
de la nobleza 2 4 . El ejército se amplió hasta 30.000 h o m b r e s , todo esto f u e que el absolutismo sajón, a p e s a r de sus comien-
con lo que se situó muy cerca de su equivalente de Brandem- zos p r o m e t e d o r e s y de las inclinaciones autocráticas de los suce-
burgo. sivos dirigentes de la casa Wettin, nunca alcanzó u n a verda-
La unión de Sajonia y Polonia n o había c u l m i n a d o aún cuan- dera firmeza o consistencia: el carácter de la formación social
d o la hizo saltar la última gran invasión del imperalismo sueco. era d e m a s i a d o mixto y fluido.
Carlos X I I m a r c h ó sobre Polonia, expulsó del país a Augus- Ahora es posible c o m p r e n d e r p o r qué B r a n d e m b u r g o estaba
to II e invadió la m i s m a Sajonia en 1706, aplastando al ejér- destinado de f o r m a tan singular al dominio de Alemania. Las
cito de los Wettin e imponiendo u n a ocupación despiadada del diversas alternativas se eliminaron progresivamente. En todos
ducado. La victoria rusa sobre Suecia en Ucrania r e p a r ó final- los países de E u r o p a , el E s t a d o absolutista f u e f u n d a m e n t a l -
m e n t e la posición internacional de Sajonia, al t é r m i n o de la m e n t e u n a p a r a t o político del dominio aristocrático: el p o d e r
gran guerra del norte. Augusto II r e c u p e r ó la dignidad polaca; social de la nobleza era la causa central de su existencia. En
el e j é r c i t o f u e r e c o n s t r u i d o en la década de 1730; los Estados el á m b i t o f r a g m e n t a d o del Reich posmedieval, sólo aquellas re-
f u e r o n progresivamente marginados. Pero el brillo exterior del giones que poseyeran u n a clase t e r r a t e n i e n t e económicamente
E s t a d o de los Wettin, desplegado en la elegancia b a r r o c a de su f u e r t e y estable estarían en condiciones de conseguir la direc-
capital de Dresde, no correspondía ya a su fuerza interior. ción diplomática o militar de Alemania, p o r q u e sólo ellas po-
La unión con Polonia era u n señuelo decorativo, que a c a r r e a r í a drían generar u n absolutismo capaz de igualarse al de las
m á s gastos que beneficios, a causa del carácter ficticio de la grandes m o n a r q u í a s europeas. Por tanto, Alemania occidental
m o n a r q u í a szlachta: la investidura s a j o n a había sido a c e p t a d a q u e d a b a excluida de a n t e m a n o , debido a la densidad de su ci-
precisamente p o r q u e Rusia y Austria calcularon que la casa vilización u r b a n a . Baviera no poseía ciudades de excesiva im-
Wettin era demasiado débil p a r a convertirse en u n peligroso portancia, y desarrolló u n absolutismo t e m p r a n o b a j o el signo
rival. La guerra ocasionada p o r esa investidura había provo- de la C o n t r a r r e f o r m a ; pero su nobleza era demasiado débil,
cado grandes daños a la economía del ducado. Por o t r a parte, su clero demasiado rico, su c a m p e s i n a d o d e m a s i a d o libre p a r a
y a diferencia del Rey S a r g e n t o en Berlín, Augusto II era fa- establecer u n principado dinámico. S a j o n i a tenía u n a aristo-
m o s o p o r el d e s p i l f a r r o de su corte, a d e m á s de p o r sus ambi- cracia m á s amplia, p e r o sus ciudades eran t a m b i é n muy fuer-
ciones militares. Este c o n j u n t o de cargas debilitó decisivamente tes y su campesinado n o era más servil. Hacia 1740, a m b o s
a Sajonia d u r a n t e los años en que Prusia a c u m u l a b a recursos estados habían p a s a d o ya su apogeo. En Prusia, por el con-
p a r a la contienda que se a p r o x i m a b a en Alemania. La población trario, la clase j u n k e r m a n t u v o u n a s e r v i d u m b r e de hierro en
de Sajonia, que era de 2.000.000 en 1700, había b a j a d o en la sus propiedades y u n a tutela vigilante sobre las ciudades; el
década de 1720 a 1.700.000, m i e n t r a s que la de Prusia había p o d e r señorial alcanzó su m á s p u r a expresión en las tierras de
a u m e n t a d o de 1.000.000 en 1688 hasta 2.250.000 en 1740: la im- los Hohenzollern, que eran las m á s r e m o t a s avanzadillas de
portancia demográfica relativa de cada u n a de ellas se había los asentamientos g e r m a n o s en el Este. Por tanto, no f u e la
invertido 2 5 . La nobleza s a j o n a había m o s t r a d o poco e n t u s i a s m o fachada exterior de Prusia sobre Polonia la que d e t e r m i n ó su
hacia las a v e n t u r a s exteriores del elector, y, a medida que pa- dominio d e n t r o de Alemania, como pensó Engels 2 6 . De hecho,

26
" Carsten, Princes and Parliaments in Germany, pp. 245-6. Véase p. 238. Weber parece haber compartido una creencia similar.
* Carsten, Princes and Parliaments in Germany, pp. 250-1. Véase su comentario de que los «ataques enemigos contra las marcas»
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como hemos visto, la complicación en los asuntos de Polonia dentales de la dinastía; la densidad relativa de habitantes era
(por utilizar la expresión de Engels) f u e realmente u n o de los p r o b a b l e m e n t e menos de la m i t a d de la de Sajonia. Una de las
motivos de la decadencia de Sajonia; el papel posterior de constantes preocupaciones de la política estatal desde la época
Prusia en las particiones de Polonia f u e simplemente el epílogo
de las decisivas victorias militares que ya había conseguido del gran elector f u e la b ú s q u e d a de inmigrantes p a r a coloni-
d e n t r o de la propia Alemania, e hizo poco p a r a reforzarla inter- zar esta región infrapoblada. A este respecto, el carácter pro-
nacionalmente. La naturaleza interna de la formación social testante de Prusia sería de una importancia crucial. Los refu-
p r u s i a n a es lo que explica el súbito eclipse de los d e m á s estados
g e r m a n o s en la época de la Ilustración y la definitiva hegemo- giados procedentes de Alemania del sur después de la guerra
nía p r u s i a n a en la unificación alemana. Este ascenso de Prusia de los Treinta Años, y los hugonotes después de la revolución
estaba s o b r e d e t e r m i n a d o p o r la totalidad histórica compleja del Edicto de Nantes, f u e r o n asentados a toda prisa d u r a n t e
del c o n j u n t o del Reich, que impidió la aparición de un absolu- los p r i m e r o s años: holandeses, alemanes y más franceses en
t i s m o de tipo occidental en Renania, f r a g m e n t ó el territorio
del imperio en u n a s 2.000 unidades políticas y e m p u j ó a la casa tiempos de Federico II. Pero siempre hay que r e c o r d a r que,
de Austria hacia sus f r o n t e r a s no germanas. La fuerza exterior hasta la conquista de Silesia, Prusia continuó siendo u n país
decisiva que afectó a los respectivos destinos de Prusia y Aus- e x t r e m a d a m e n t e m o d e s t o en comparación con la m a r c h a gene-
tria d e n t r o de Alemania n o f u e Polonia, sino Suecia. El p o d e r í o
sueco destruyó la posibilidad de u n a unificación del imperio ral de las m o n a r q u í a s europeas de la época. Esta escala pro-
b a j o los H a b s b u r g o en la guerra de los Treinta Años, y la vinciana reforzó algunas características notables de los jun-
proximidad sueca f u e la principal amenaza exterior que actuó kers. La aristocracia p r u s i a n a se distinguía de las grandes no-
como u n a presión centrípeta p a r a la construcción del E s t a d o blezas europeas, sobre todo, en que d e n t r o de ella no existía
de los Hohenzollern, compulsión que n u n c a e x p e r i m e n t a r o n en
la m i s m a medida Baviera y Sajonia, los otros principados de u n amplio abanico de riquezas; como veremos, la szlachta po-
Alemania oriental, a u n q u e Sajonia no se libró de convertirse en laca, s e m e j a n t e a ella en m u c h a s o t r a s cosas, estaba a este res-
la víctima final del militarismo nórdico. La capacidad de Prusia pecto en u n a situación d i a m e t r a l m e n t e opuesta. El Rittergüter
p a r a resistir la expansión sueca y p o n e r f u e r a de c o m b a t e a
todos sus rivales d e n t r o de Alemania, debe relacionarse a su —la finca comercial feudal de la nobleza prusiana— era p o r lo
vez con el c a r á c t e r específico de la propia clase de los j u n k e r s general de u n t a m a ñ o medio. No existía u n e s t r a t o de grandes
y la consolidación sobre u n a base t r a n s p a r e n t e m e n t e clasista magnates que poseyeran latifundios m u c h o mayores que las pro-
de u n absolutismo dinástico p o r el gran elector y el Rey Sar- piedades de la pequeña nobleza, tal como se podía e n c o n t r a r
gento.
en la m a y o r p a r t e de los d e m á s países europeos 2 7 . A mediados
del siglo xvi, el antiguo Herrenstand de la alta nobleza había
p e r d i d o su predominio sobre la masa de Ritterschaft28. El único
propietario de tierras v e r d a d e r a m e n t e grande era la propia mo-
narquía: en el siglo xviii las propiedades reales suponían u n
tercio de toda la tierra cultivable 2 9 . Dos i m p o r t a n t e s consecuen-
cias se derivaron del carácter de la clase j u n k e r . Por u n a
Para empezar, las propias dimensiones del país a finales del parte, estaba menos dividida que otras m u c h a s aristocracias
siglo x v n y principios del x v m d e j a r o n su i m p r o n t a sobre la
aristocracia prusiana. El c o n j u n t o de las tierras de los Hohen- " El valor promedio de una muestra de 100 fincas en la región más
rica de Brandemburgo no superaba los 60.000 táleros —quizás unas 15.000
zollern en el Este — B r a n d e m b u r g o , Prusia oriental y m á s tar- libras— en el siglo XVIII: Walter Dora, «The Prussian bureaucracy in the
de Pomerania occidental— eran todavía muy p e q u e ñ a s y -de eighteenth century», Political Science Quarterly, vol. 47, 1932, 2, p. 263.
población poco densa. En 1740 su población total era inferior A causa en parte de la falta de una tradición de primogenitura, incluso
a los 2.000.000 de h a b i t a n t e s si se excluyen los enclaves occi- muchas de las posesiones más grandes estaban cargadas de deudas.
u
Pero en esta época todavía dominaban los comités del Landtag,
de los que estaban excluidos los nobles más pequeños y más pobres.
de la Alemania medieval fueron los responsables del hecho de que «sus Sin embargo, la tensión entre el conjunto de la aristocracia y las ciu-
gobernadores gocen siempre en todas partes de una gran autoridad». dades era. económica y políticamente, mucho más profunda que cualquier
Weber concluía: «De ahí que en Alemania la evolución más poderosa ha- desavenencia dentro de la propia clase terrateniente: Otto Hintze, Die
cia un Estado territorial unificado tuviera lugar en Brandemburgo y Hohenzollern und ihr Werk, Berlín, 1915, pp. 146-7.
2
Austria.» Economy and society, III, p. 1051 [Economía y sociedad, II, pá- ' Goodwin, «Prussia», en Goodwin, comp., The European nobility in
gina 794]. the eighteenth century, p. 86.
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europeas; en su c o n j u n t o , f o r m a b a u n b l o q u e coherente de sia. La Leibeigenschaft era el s o m e t i m i e n t o personal hereditario


terratenientes medios con u n a mentalidad s e m e j a n t e y sin ex- de los campesinos, que n o tenían ningún derecho civil ni de
cesivas divergencias regionales. Por otra parte, el j u n k e r medio propiedad, y a quienes podía venderse p o r s e p a r a d o de la tierra.
tendía a e j e r c e r u n a función directa en la organización de la La Erbuntertanigkeit era la condición de dependencia territo-
producción c u a n d o n o estaba c o m p r o m e t i d o con los deberes rial hereditaria, con unos mínimos derechos legales, p e r o con
del servicio. E n otras palabras, era m u y a m e n u d o el admi- adscripción a la tierra y con servicios obligatorios al señor,
n i s t r a d o r real, y n o sólo nominal, de sus propiedades. (La t a n t o en la casa c o m o en las tierras. En la práctica, había poca
p a u t a residencial de la nobleza p r u s i a n a estimulaba natural- diferencia e n t r e a m b a s f o r m a s . Así, el E s t a d o n o ejercía nin-
m e n t e esta tendencia, ya que las ciudades eran pocas y estaban guna jurisdicción directa sobre la masa de la población rural,
m u y lejos u n a s de otras.) El f e n ó m e n o de grandes terratenien- que era gobernada p o r los j u n k e r s en sus Gutsbezirke, b a j o la
tes absentistas, q u e d e j a r o n las funciones administrativas de supervisión del Landrat, y cuyos impuestos —dos quintos de
sus propiedades en m a n o s de encargados, n o era corriente. Si los ingresos del campesinado 3 0 — eran r e c a u d a d o s d i r e c t a m e n t e
la igualdad relativa de riqueza distinguía a los j u n k e r s de sus p o r sus señores. Por o t r a parte, las ciudades y las propiedades
s e m e j a n t e s polacos, su dedicación cuidadosa a sus propiedades de la m o n a r q u í a estaban dirigidas p o r u n a burocracia profe-
los alejaba de la nobleza rusa. La disciplina del m e r c a d o de sional, q u e era el a r m a directa del absolutismo. Un rígido sis-
exportación contribuyó i n d u d a b l e m e n t e a la gestión racional tema de control de p e a j e s y tráfico regulaba los movimientos
del Gutsherrschaft. Los j u n k e r s p r u s i a n o s de finales del siglo de personas y bienes de u n sector a o t r o de esta administra-
x v n y principios del X V I I T f o r m a r o n de esta m a n e r a u n a clase ción dual.
social compacta, en u n país pequeño, con u n a áspera tradición En su inmensa mayoría, la casta militar e r a cooptada de en-
r u r a l de negocios. Así, c u a n d o el gran elector y Federico Gui-
t r e la nobleza: en 1739 e r a n aristócratas los 34 generales, 56 de
llermo I construyeran su nuevo E s t a d o absolutista, las anterio-
los 57 coroneles, 44 de los 46 tenientes coroneles y 106 de los
res p a u t a s distintivas de la nobleza producirían u n a e s t r u c t u r a
108 comandantes 3 1 . La alta burocracia civil se reclutaba también,
administrativa sui generis.
de f o r m a cada vez más extensa y creciente, de la clase j u n k e r .
E n efecto, a diferencia de casi todos los otros absolutismos, El Rey Sargento tuvo cuidado de que h u b i e r a u n equilibrio
el modelo p r u s i a n o f u e capaz de utilizar p r o d u c t i v a m e n t e las e n t r e nobles y burgueses en las c á m a r a s provinciales, p e r o su
tradicionales instituciones representativas de la aristocracia, h i j o promovió deliberadamente a los aristócratas a costa de
c u a n d o ya se había disuelto su núcleo central. Los E s t a d o s pro- los funcionarios de clase media. Unos principios r i g u r o s a m e n t e
vinciales o Landtage desaparecieron progresivamente a p a r t i r colegiales gobernaban la organización de esta burocracia civil,
de 1650; la última sesión v e r d a d e r a del Landtag de Brandem- cuya célula básica era el «consejo» de funcionarios conjunta-
b u r g o en 1683 estuvo dedicada casi p o r completo a l a m e n t a r la m e n t e responsables, y no el funcionario individual, sistema q u e
omnipotencia del Generalkriegskommissariat. Pero los Estados estaba destinado a inculcar en u n a nobleza l u t e r a n a el sentido
locales de los «condados», o Kreistage, se convirtieron en la del deber y la p r o b i d a d colectiva impersonal 3 2 . La notable
u n i d a d b u r o c r á t i c a básica del campo. A p a r t i r de 1702, estos con-
sejos de los j u n k e r s elegían a los candidatos de la nobleza
M
local p a r a el p u e s t o de Landrat, y entonces u n o de ellos era Holborn, A history of modern Germany, 1648-1840, p. 1%.
* Alfred Vagts, A history of militarism, Londres, 1959, p. 64. Hasta 1794
n o m b r a d o f o r m a l m e n t e p o r la m o n a r q u í a p a r a el cargo. La ins- el ejército prusiano había sido mandado por 895 generales, procedentes
titución del Landrat, que estaba investida con poderes admi- de 18 familias nobles. En el cuerpo de oficiales, los extranjeros fueron
nistrativos, fiscales y militares en los distritos rurales, r e c u e r d a siempre más que los burgueses.
de algún m o d o al Justice of the Peace de Inglaterra en su com- " Dorn, «The Prussian bureaucracy in the eighteenth century», Political
p r o m i s o equilibrado e n t r e la autoadministración a u t ó n o m a de Science Quarterly, vol. 46, 1931, 3, p. 406, que analiza el funcionamiento
de la Kriegs-und-Dcmdnem-Kammern. La organización colegial no había
la gentry y la a u t o r i d a d unitaria del E s t a d o central. Sin em- conducido en modo alguno a la eficacia o a la agilidad administrativas
bargo, el parecido es engañoso, p o r q u e el r e p a r t o de esferas en España; indudablemente, esta diferencia debe explicarse en parte por
en Prusia se b a s a b a en el sólido f u n d a m e n t o del t r a b a j o servil. la distinta actitud ética del protestantismo prusiano, una variable a la
Técnicamente, la servidumbre podía t o m a r dos f o r m a s en Pru- que Engels, entre otros, concedió mucha importancia para explicar el
auge de esa organización.
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disciplina y eficacia de estas instituciones era u n r e f l e j o de la nio de Francia en el imperio. Federico II, que había d e r r o t a d o
u n i d a d de la clase q u e las alimentaba. No había rivalidades a Austria en el c a m p o de batalla, f i r m ó sin e m b a r g o en 1742
e n t r e los grandes a causa de las clientelas d e n t r o del a p a r a t o u n a paz s e p a r a d a con Viena, que d e j a b a a Prusia en posesión
de Estado; la venalidad de los cargos era m í n i m a a causa de la de Silesia. La recuperación militar de los H a b s b u r g o en la lucha
debilidad de las ciudades; ni siquiera existió el a r r e n d a m i e n t o contra Francia, y la alianza de Sajonia con Austria, precipitaron
de impuestos h a s t a Federico I I (que i m p o r t ó u n a Régie de Fran- la vuelta de Federico a la guerra dos años después, p a r a pro-
cia), debido a q u e los m i s m o s propietarios se encargaban de teger sus conquistas. S a j o n i a f u e d e r r o t a d a y saqueada m i e n t r a s
r e c a u d a r las exacciones fiscales de sus campesinos, y a q u e el los ejércitos austríacos eran rechazados t r i u n f a l m e n t e tras du-
i m p u e s t o sobre el comercio u r b a n o estaba c o n t r o l a d o p o r ras batallas. En 1745 se finalizó el conflicto militar con la res-
Steurrate profesionales, m i e n t r a s q u e las propiedades reales su- titución del título imperial y del reino de Bohemia a la h e r e d e r a
m i n i s t r a b a n p o r sí m i s m a s grandes ingresos. Los j u n k e r s pru- de los Habsburgo, María Teresa, y la confirmación de la con-
sianos d o m i n a b a n con t a n t a firmeza al E s t a d o y a la sociedad quista de Silesia p o r los Hohenzollern. Las victorias de Federi-
en el siglo X V I I I q u e n o tuvieron ninguna necesidad de esta- co II en la guerra de sucesión austríaca, p r e p a r a d a s desde hacía
blecer el vinculismo de sus equivalentes europeos. Federico II tiempo p o r la o b r a de sus predecesores, f u e r o n la e n c r u c i j a d a
i n t e n t ó p r o m o v e r el maiorat del primogénito p a r a consolidar estratégica de la c a r r e r a europea del a b s o l u t i s m o prusiano, con-
las propiedades aristocráticas, p e r o este celo ideológico encon- virtiéndolo p o r vez p r i m e r a en u n a potencia t r i u n f a n t e d e n t r o
t r ó poco eco en los terratenientes, que incluso m a n t e n í a n las de Alemania. De hecho, Berlín se había a p u n t a d o tantos simul-
antiguas n o r m a s feudales de consentimiento agnado colectivo t á n e a m e n t e contra Munich, Dresde y Viena. La última posibili-
p a r a los p r é s t a m o s familiares 3 3 . N o e s t a b a n amenazados p o r dad bávara de expansión política q u e d ó f r u s t r a d a ; los ejércitos
ninguna burguesía ascendente que f o r z a r a g r a d u a l m e n t e el sajones f u e r o n derrotados, y el imperio a u s t r í a c o se vio pri-
m e r c a d o de la tierra, y p o r eso sentían poca necesidad de pro- vado de su provincia m á s industrializada en E u r o p a central,
teger su posición social d e s h e r e d a n d o a sus hijos menores; que contenía a d e m á s el centro comercial de Breslau. A la in-
n o r m a l m e n t e , las tierras de los j u n k e r s se dividían a la m u e r t e versa, la adquisición de Silesia a u m e n t ó de golpe la población
de sus propietarios (lo q u e a su vez ayudaba a m a n t e n e r su de Prusia en u n 50 p o r 100, elevándola hasta c u a t r o millones
dimensión en u n nivel b a j o ) . Libres de tensiones, intranobilia- de h a b i t a n t e s y dotándola p o r vez p r i m e r a de u n a región de
rias, con u n a supremacía total sobre las ciudades, señores de economía relativamente avanzada en el Este, con u n a larga
sus campesinos, la clase t e r r a t e n i e n t e p r u s i a n a e s t a b a m á s rígi- tradición de m a n u f a c t u r a s u r b a n a s (textiles). Sin embargo,
d a m e n t e identificada con su E s t a d o que ninguna o t r a de Euro- esta extensión n o modificó seriamente el c o n j u n t o del o r d e n
pa. La u n i d a d b u r o c r á t i c a y la a u t o n o m í a r u r a l se reconci- feudal de Prusia, p o r q u e la m a s a de la población r u r a l de Sile-
liaban de f o r m a insólita. El absolutismo de los j u n k e r s , edifi- sia, n o menos q u e la de B r a n d e m b u r g o , eran Erbuntertanigen.
cado sobre estas bases, contenía u n f o r m i d a b l e potencial de Simplemente, la nobleza local era propietaria de fincas más
expansión. grandes. La anexión de Silesia f u e posiblemente, y en t é r m i n o s
E n 1740 m u r i e r o n Federico Guillermo I y el e m p e r a d o r Car- relativos, la ampliación m á s i m p o r t a n t e y lucrativa de u n Es-
los VI. El h e r e d e r o prusiano, Federico II, cayó i n m e d i a t a m e n t e tado europeo continental en esta época 3 4 .
sobre Silesia. E s t a rica provincia de los H a b s b u r g o f u e ocu- La m a g n i t u d del éxito p r u s i a n o en 1740-45, el rápido y deci-
p a d a r á p i d a m e n t e p o r el e j é r c i t o de los Hohenzollern. Francia sivo c a m b i o en el equilibrio de p o d e r que presagiaba, es lo
aprovechó la o p o r t u n i d a d p a r a asegurarse el apoyo p r u s i a n o en que explica el e x t r a o r d i n a r i o volumen de la coalición tejida en
la elección de u n c a n d i d a t o b á v a r o p a r a la dignidad imperial. las décadas siguientes c o n t r a Prusia p o r el canciller a u s t r í a c o
E n 1741, el d u q u e Carlos Alberto de Wittelsbach f u e elegido Kaunitz. La venganza había de ser a la medida de la e n o r m i d a d
e m p e r a d o r , y las t r o p a s franco-bávaras m a r c h a r o n sobre Bohe- del t r a n s t o r n o producido: en 1757, la «revolución diplomática»
mia. Los objetivos de guerra p r u s i a n o s n o incluían la resurrec- de Kaunitz había unido c o n t r a Prusia a Austria, Rusia, Francia,
ción de la primacía bávara en el s u r de Alemania, ni el domi- Suecia, Sajonia y Dinamarca. La población c o m b i n a d a de estas

35 " Véase el juicio de Dorn: Competition for empire, pp. 174-5.


Goodwin, «Prussia», pp. 95-7.
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potencias era p o r lo menos veinte veces m a y o r que la de la nada casi p o r completo del sistema jurídico 3 5 . Se f o m e n t ó la
p r e s u n t a víctima de su alianza; el objetivo de la coalición era economía p o r medio de p r o g r a m a s oficiales que a b a r c a b a n
n a d a menos que b o r r a r al Estado p r u s i a n o del m a p a de E u r o p a . la agricultura y la industria. Se organizaron el d r e n a j e rural, la
Rodeado p o r todas partes, en situación desesperada, Federico II colonización de tierras y la m e j o r a de los t r a n s p o r t e s . Se fun-
dio el p r i m e r golpe, i n a u g u r a n d o f o r m a l m e n t e la guerra de los daron m a n u f a c t u r a s estatales, se promovió la m a r i n a y la mi-
Siete Años con la invasión de Sajonia. La a m a r g a lucha que nería y se desarrollaron las industrias textiles. Se llevó a la
siguió f u e la p r i m e r a guerra v e r d a d e r a m e n t e paneuropea, en la práctica la p r i m e r a política sistemáticamente «poblacionista»
que participaron s i m u l t á n e a m e n t e todas las grandes potencias, de E u r o p a , con el establecimiento en el e x t r a n j e r o de centros
desde Rusia a Inglaterra y desde E s p a ñ a a Suecia, p o r q u e el para el reclutamiento de inmigrantes 3 Ó . Federico II f u e también
conflicto continental se entrelazó con el conflicto m a r í t i m o y responsable de u n a innovación audaz del absolutismo prusiano,
colonial e n t r e Gran Bretaña y Francia. El a p a r a t o militar pru- llamada a tener e n o r m e s consecuencias en el siglo siguiente,
siano, dirigido p o r Federico II y que ahora c o m p r e n d í a un a u n q u e fuese papel m o j a d o c u a n d o se decretó p o r p r i m e r a vez:
ejército de unos 150.000 h o m b r e s , sobrevivió a los demoledores el establecimiento de la educación p r i m a r i a obligatoria p a r a
retrocesos y d e r r o t a s p a r a t e r m i n a r con un débil margen final toda la población masculina con el Generallandschulreglement
de victorias contra todos sus enemigos. Las c a m p a ñ a s de di- de 1763. Por o t r a parte, las iniciativas p a r a proteger al cam-
versión financiadas p o r Inglaterra en Westfalia, que mantuvie- pesinado de la opresión y el deshaucio de los señores estuvieron
ron alejadas a las fuerzas francesas, y la defección final de motivadas casi siempre p o r el t e m o r de agotar la m a n o de obra
Rusia de la coalición, f u e r o n los factores cruciales del «milagro» r o b u s t a necesaria p a r a el ejército, y f u e r o n u n i f o r m e m e n t e
de la casa de B r a n d e m b u r g o . Pero el v e r d a d e r o secreto de la ineficaces. Los bancos hipotecarios p a r a la ayuda a los terrate-
resistencia p r u s i a n a f u e la brillante eficacia de su absolutismo: nientes en apuros, a u n q u e recibidos al principio con suspicacia
la e s t r u c t u r a del E s t a d o que había sido destinado a u n a com- p o r los j u n k e r s , estaban destinados a tener una gran impor-
pleta y rápida destrucción p o r Kaunitz se m o s t r ó m u c h o más tancia. Las finanzas públicas, controladas con escrupulosidad
capaz de resistir las enormes tensiones económicas y logísticas y purgadas de casi todos los gastos de la corte, a u m e n t a r o n
de la guerra que los confusos imperios alineados c o n t r a él en n o t a b l e m e n t e a pesar de las guerras del reinado. Los ingresos
el Este. E n la paz de 1763 ningún t e r r i t o r i o cambió de manos. anuales de la m o n a r q u í a se triplicaron, p a s a n d o de 7 a 23 mi-
Silesia permaneció como u n a provincia de los Hohenzollern, y llones de táleros e n t r e 1740 y 1786, m i e n t r a s que las reservas
Viena t e r m i n ó la guerra en u n a situación financiera más las- se quintuplicaron, p a s a n d o de 10 a 54 millones 3 7 . La inmensa
timosa que Berlín. El rechazo del gran ataque a u s t r i a c o h a b r í a mayor p a r t e del gasto estatal se destinaba, p o r supuesto, al
de convertirse en la d e r r o t a definitiva de los ejércitos de los ejército, q u e a u m e n t ó de 80.000 a 200.000 soldados b a j o Federi-
H a b s b u r g o en Alemania, como m o s t r a r í a n los sucesos posterio- co II (la relación soldado/población más alta de cualquier país
res; sus consecuencias más p r o f u n d a s sólo se h a r í a n evidentes de E u r o p a ) . La proporción de regimientos e x t r a n j e r o s —con-
más adelante. Sajonia, saqueada repetida e implacablemente t r a t a d o s o reclutados a la fuerza en el exterior— se a u m e n t ó
p o r Federico II, tuvo que s o p o r t a r la mitad del coste total de la deliberadamente con o b j e t o de conservar la limitada población
guerra prusiana, y se h u n d i ó en u n a irrevocable insignificancia productiva del interior. El r e p a r t o de Polonia en 1772, reali-
política p e r d i e n d o su cinturón polaco pocos meses después de zado de a c u e r d o con Rusia y Austria, añadió Prusia occidental
la paz. Prusia, a u n q u e no consiguió ninguna ganancia geográ- y la E r m l a n d a los dominios de los Hohenzollern en el Este,
fica y n o venció en ninguna c a m p a ñ a decisiva, era estratégica- consolidándolos en u n solo bloque territorial y a u m e n t a n d o el
m e n t e más f u e r t e d e n t r o del equilibrio alemán después de la potencial demográfico del Estado. Hacia el final del reinado,
guerra de los Siete Años que antes de ella. la población total de Prusia se había doblado, de 2,5 a 5,4 mi-

Mientras tanto, los objetivos de la política exterior de Fede-


rico II se c o m p l e t a r o n con la o b r a de su gobierno interior. Los " Sobre el papel de Von Cocceji véase Rosenberg, Bureaucracy, aris-
tocracy and autocracy, pp. 122-34.
rangos más altos de la burocracia y el ejército f u e r o n concien- 36
Bluche ofrece una viva descripción en Le despotisme eclairé, pági-
z u d a m e n t e aristocratizados p o r la m o n a r q u í a . El sistema judi- nas 83-85.
37
cial f u e r e f o r m a d o p o r Yon Cocceji y la venalidad q u e d ó elimi- Holborn, A history of modern Germany, 1648-1840, p. 268.
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Ilones de habitantes 3 8 . Internacionalmente, la reputación militar existencia y renovar sus e s t r u c t u r a s . Muchos de estos inteli-
del absolutismo p r u s i a n o después de la guerra de los Siete gentes r e f o r m a d o r e s provenían r e a l m e n t e de la Alemania occi-
Años era tan f o r m i d a b l e que Federico II p u d o dictar la salida dental y central, regiones socialmente m u c h o m á s avanzadas
de las dos crisis m á s i m p o r t a n t e s de Alemania en las décadas q u e la m i s m a Prusia. Stein, dirigente político de la reacción
siguientes, sin necesidad de r e c u r r i r al a r g u m e n t o de las a r m a s . contra Napoleón, era u n caballero imperial p r o c e d e n t e de Re-
E n 1778-9 y en 1784-5, Austria intentó r e c u p e r a r su posición den- nania. Gneisenau y S c h a r n h o r s t , los arquitectos del nuevo ejér-
t r o de Alemania p o r medio de u n i n t e r c a m b i o de los Países cito, procedían respectivamente de H a n n ó v e r y Sajonia. Fichte,
B a j o s del sur p o r Baviera, alcanzando en dos ocasiones u n enten- el ideólogo filosófico de la «guerra de liberación» c o n t r a los fran-
dimiento con el elector Wittelsbach p a r a este fin. La fusión de ceses, residía en H a m b u r g o . H a r d e n b e r g , el noble responsable
Baviera con Austria podría h a b e r t r a n s f o r m a d o la historia de de la configuración definitiva de las r e f o r m a s , era de Hannó-
Alemania, al d a r a la dinastía H a b s b u r g o u n a fuerza inatacable ver 3 9 . La procedencia mixta de los r e f o r m a d o r e s era premoni-
en el s u r y al redirigir toda la orientación política de Viena hacia tora. El a b s o l u t i s m o p r u s i a n o h a b r í a de r e c o b r a r su vigor y
el Reich. Pero en a m b a s ocasiones la prohibición p r u s i a n a b a s t ó e x p e r i m e n t a r p r o f u n d o s cambios en su carácter, gracias preci-
p a r a decapitar el proyecto. En el p r i m e r caso, f u e r o n suficientes samente al hecho básico de su contigüidad cultural y territorial
u n a s c u a n t a s escaramuzas simbólicas. E n el segundo, el a c u e r d o con el resto de Alemania. Desde la aparición de Napoleón a
diplomático realizado p o r Berlín p a r a f o r m a r u n bloque c o m ú n las p u e r t a s de Berlín ya n o había ninguna posibilidad de u n
con Hannóver, Sajonia, Mainz y otros principados c o n t r a Aus- E s t a d o Hohenzollern desarrollándose en vase cióse. De momen-
tria, constituyó Un veto adecuado: la «Asociación de Príncipes», to, sin embargo, el impulso r e f o r m a d o r n o llegó m u y lejos.
r e u n i d a p o r Federico II en 1785, u n a ñ o antes de su m u e r t e , Stein, u n emigrado f r a n c ó f o b o influenciado p o r Montesquieu y
anunció y selló la p r e p o n d e r a n c i a de los Hohenzollern en la Ale- Burke, i n t r o d u j o p r o g r a m a s de igualdad civil, r e f o r m a agraria,
m a n i a del norte. autogobierno local y movilización nacionalista c o n t r a Napoleón.
En el a ñ o que estuvo a su cargo (1807-08) suprimió el ya ineficaz
Cuatro años después estalló la revolución francesa, q u e p u s o Generaldirektorium y estableció u n sistema ministerial conven-
en cuestión la viabilidad de todos los anciens régimes de Euro- cional con d e p a r t a m e n t o s funcionales según el modelo de la
pa, p o r m u y nuevos que fuesen políticamente hablando, al cru- m o n a r q u í a francesa, enviando desde la capital a funcionarios es-
zarse los diferentes tiempos históricos en el c a m p o de batalla peciales p a r a la supervisión de los a s u n t o s de las provincias.
de la guerra revolucionaria. Prusia, que actuó con mediocridad El r e s u l t a d o práctico f u e u n a m a y o r centralización del c o n j u n t o
en la p r i m e r a coalición contrarrevolucionaria dirigida c o n t r a del a p a r a t o de Estado, c o n t r a r r e s t a d o sólo n o m i n a l m e n t e p o r
Francia en el Oeste, aprovechó la o p o r t u n i d a d p a r a dividirse el la concesión a las ciudades de u n a a u t o n o m í a limitada. E n el
resto de Polonia con Rusia y Austria en el Este, p a r a r e t i r a r s e campo, la servidumbre f u e f o r m a l m e n t e abolida y se abrogó
i n m e d i a t a m e n t e de la lucha contra la República en 1795. La el sistema j u r í d i c o de los tres estamentos. Esta política tropezó
neutralidad de los Hohenzollern se limitó a posponer, d u r a n t e con la oposición vehemente de los j u n k e r s p o r su «radicalismo»,
la siguiente década de guerra europea, la h o r a de la verdad. y c u a n d o Stein comenzó a moverse c o n t r a las jurisdicciones
E n 1806, el a t a q u e de Napoleón colocó al E s t a d o absolutista patrimoniales y la i n m u n i d a d fiscal de la nobleza, y a planificar
p r u s i a n o ante su p r u e b a decisiva. Sus ejércitos f u e r o n aplasta- u n a levée general a r m a d a c o n t r a Francia, f u e i n m e d i a t a m e n t e
dos en Jena y t u v o que f i r m a r u n t r a t a d o de paz en Tilsit que despedido.
lo reducía a la condición de satélite. Todos sus territorios al
oeste del Elba f u e r o n confiscados, los franceses p l a n t a r o n sus Hardenberg, su sucesor, u n político de la corte, aplicó enton-
cuarteles d e n t r o de las fortalezas p r u s i a n a s e impusieron f u e r t e s ces u n a hábil dosis de legislación exactamente medida, p a r a
indemnizaciones. E s t a f u e la crisis que p r o d u j o la « E r a de las modernizar al absolutismo p r u s i a n o y a la clase que éste repre-
Reformas». En ella, y en su m o m e n t o de m a y o r peligro y debi- sentaba sólo h a s t a el p u n t o necesario p a r a i n f u n d i r l e nuevo
lidad, el E s t a d o p r u s i a n o f u e capaz de utilizar u n a notable
J
reserva de talento político, militar y cultural p a r a salvar su ® Prácticamente, la única figura política importante implicada en las
reformas y natural de Prusia era el educador Von Humboldt, aunque
Clausewitz —la mayor eminencia intelectual de su generación— también
» Ibid., p. 262. era brandemburgués de nacimiento.
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vigor sin a f e c t a r p o r ello a la naturaleza esencial del E s t a d o orden social. Las regulaciones de c a m p a ñ a y el e n t r e n a m i e n t o
feudal. La «reforma» agraria se llevó a cabo e n t r e 1810 y 1816, táctico f u e r o n modernizados. Las funciones de m a n d o se abrie-
de tal f o r m a que intensificó todavía más la miseria rural. A ron f o r m a l m e n t e a los burgueses, p e r o los oficiales podían ve-
cambio de la emancipación legal, los campesinos s u f r i e r o n una tar las nuevas admisiones a sus regimientos, con lo que se
expoliación de a l r e d e d o r de u n millón de hectáreas y unos garantizaba que el control de los j u n k e r s n o r e s u l t a r a dañado 4 1 .
260 millones de m a r c o s p a r a «compensar» a sus antiguos se- El efecto n e t o de la E r a de la R e f o r m a f u e reforzar, m á s que
ñores p o r su nueva libertad La llamada Bauernlegen f u e u n moderar, el E s t a d o m o n á r q u i c o en Prusia. Significativamente,
i n s t r u m e n t o planeado p a r a la expropiación del campesinado. sin embargo, f u e en esta época c u a n d o la clase j u n k e r —la
Las tierras comunales y el sistema de rotación trianual f u e r o n nobleza m á s leal de E u r o p a d u r a n t e el difícil desarrollo del
abolidos. La consecuencia f u e la ampliación de las propiedades absolutismo en los siglos x v n y X V I I I , la única clase nobiliaria
señoriales y la creación de u n a masa creciente de t r a b a j a d o r e s que n u n c a recurrió a la lucha civil c o n t r a la m o n a r q u í a — co-
agrícolas sin tierras a los que estrictas ordenanzas legales man- menzó a agitarse p o r vez p r i m e r a . La amenaza de los reforma-
tenían a disposición de los j u n k e r s . Simultáneamente, Harden- dores a sus privilegios, incluso a u n q u e fuese i n m e d i a t a m e n t e
b e r g amplió el acceso a la propiedad de la tierra p o r p a r t e de frenada, f o m e n t ó u n a oposición ideológica de u n c a r á c t e r cons-
la burguesía (que así ya podía c o m p r a r fincas) y la posibilidad cientemente neofeudal. Von Marwitz, dirigente de la disidencia
de ejercicio de las profesiones p a r a la nobleza (que así ya n o b r a n d e m b u r g u e s a c o n t r a Hardenberg, atacaría, de f o r m a revela-
p e r d í a su rango p o r dedicarse al derecho o a los negocios). dora, t a n t o al absolutismo c o m o al p a r l a m e n t a r i s m o , en n o m b r e
Con esto se a u m é n t ó la vitalidad y la versatilidad de los j u n k e r s de la largo tiempo olvidada constitución de los Estados ante-
sin ninguna p é r d i d a seria de privilegios. Una tentativa p a r a rior a la llegada del gran elector. A p a r t i r de ese m o m e n t o ,
acabar con la función del Landrat f u e r á p i d a m e n t e dinamitada siempre existió en Prusia u n colérico c o n s e r v a d u r i s m o de los
p o r la aristocracia, y las tradicionales asambleas de c o n d a d o junkers, u n estado de á n i m o c u r i o s a m e n t e desplazado desde el
se q u e d a r o n sin r e f o r m a . De hecho, el contrCl nobiliario sobre siglo xvii al xix, y que h a b r í a de e n f r e n t a r s e a m e n u d o con la
el c a m p o se a u m e n t ó con la extensión de la a u t o r i d a d del Lan- monarquía.
drat a las ciudades rurales. Las cargas señoriales persistieron
m u c h o t i e m p o después de la abolición de la servidumbre. La Este c o n j u n t o de r e f o r m a s p e r m i t i ó a Prusia p a r t i c i p a r de
exención del Rittergut del pago de impuestos sobre la tierra m o d o adecuado en la coalición final que d e r r o t ó a la Francia
p e r d u r ó h a s t a 1861; la jurisdicción de policía señorial, hasta napoleónica. Con todo, la Prusia que participó en el Congreso
1871; el monopolio de los j u n k e r s sobre la administración de de Viena, con sus vecinas Rusia y Austria, era esencialmente
los condados, h a s t a 1891. En las ciudades, H a r d e n b e r g abolió u n ancien régime tradicional. Aunque Metternich tuviese anti-
los monopolios gremiales, p e r o f u e incapaz de acabar con el patía a los r e f o r m a d o r e s prusianos, a quienes consideraba casi
dualismo fiscal. H u m b o l d t extendió y modernizó d r á s t i c a m e n t e «jacobinos», lo cierto es que el E s t a d o de los Hohenzollern
el sistema de educación pública, desde la Volksschule elemental estaba menos avanzado socialmente en algunos aspectos que el
hasta la fundación de la nueva Universidad de Berlín. Scharn- imperio de los H a b s b u r g o tras las r e f o r m a s josefinas de fina-
h o r t s y Gneisenau organizaron u n sistema de reserva, p a r a eva- les del siglo X V I I I . El v e r d a d e r o p u n t o crucial de la historia del
dir las disposiciones a c o r d a d a s después de Tilsit que limitaban absolutismo p r u s i a n o no hay que situarlo en la obra de los
el t a m a ñ o del ejército prusiano, «popularizando» el reclutamien- r e f o r m a d o r e s , sino en las ganancias que consiguió con el trata-
to y a u m e n t a n d o así la militarización institucional de todo el do de paz. Para impedir que obtuviera S a j o n i a y p a r a com-
pensarla p o r la absorción rusa de la mayor p a r t e de Polonia,
los aliados concedieron a Prusia la región de Renania-Westfalia,
40 al o t r o extremo de Alemania, c o n t r a la propia voluntad de la
W. M. Simón, The failure of the Prussian reform movement, 1807-
1819, Nueva York, 1971, pp. 88-104. Los campesinos tenían que pagar una corte de Berlín. Con esta acción, los aliados cambiaron el eje
compensación en tierra y en dinero por la conmutación de las presta- histórico del E s t a d o prusiano. Destinadas p o r Austria y Gran
ciones de trabajo a sus antiguos dueños. Los campesinos todavía estaban
redimiendo esas prestaciones en 1865. La estimación de los pagos de
redención dada más arriba está tomada de Theodore Hamerow. The social 41
Sobre las reformas militares véase Gordon Craig, The politics of the
foundations of Germán unification, Princeton, 1969, p. 37. Prussian army, 1640-1945, Nueva York, 1964, pp. 38-53, 69-70.
284 Europa oriental Polonia 249

B r e t a ñ a a detener su consolidación territorial en la Alemania la r e f o r m a expulsó progresivamente del c a m p o a los j u n k e r s


centro-oriental, las provincias r e n a n a s estaban separadas de incapaces o endeudados, a la vez que a u m e n t ó lógicamente el
B r a n d e m b u r g o p o r Hannóver y Hesse, d e j a n d o así a los domi- n ú m e r o de burgueses inversores en tierras; apareció u n e s t r a t o
nios de los Hohenzollern estratégicamente desperdigados p o r de agricultores p r ó s p e r o s o Grossbauern y se p r o d u j o u n a no-
toda la Alemania del norte, lo que exigía arriesgadas obligacio- table racionalización de la gestión agraria. En 1855, el 45 p o r
nes defensivas c o n t r a Francia en la zona occidental. Las conse- ciento de los Rittergüter de las seis provincias orientales tenían
cuencias efectivas del a c u e r d o no f u e r o n previstas p o r ninguna propietarios n o aristocráticos 4 3 . Al m i s m o tiempo, los j u n k e r s
de las p a r t e s que intervinieron en él. Las nuevas posesiones de que q u e d a r o n en el c a m p o eran a h o r a propietarios de fincas
los Hohenzollern tenían u n a población superior a la de t o d a s las más grandes y productivas, que se habían a m p l i a d o t a n t o p o r
antiguas provincias j u n t a s : 5.500.000 h a b i t a n t e s en el Oeste y la c o m p r a a o t r o s nobles c o m o p o r la expulsión de los campe-
5.000.000 en el Este. De u n solo golpe, el peso demográfico de sinos de las t i e r r a s comunes y de las pequeñas propiedades.
Prusia se duplicó hasta s u p e r a r los diez millones de habitantes. En la década de 1880, el 70 p o r 100 de las propiedades agrarias
Baviera, el siguiente E s t a d o germano, sólo tenía 3.700.00042. Por más extensas (de m á s de 1.000 hectáreas) e r a n propiedad de la
o t r a parte, Renania-Westfalia era u n a de las regiones m á s avan- nobleza 4 4 . El c o n j u n t o del sector agrario e n t r ó en u n a fase de
zadas de Alemania occidental. Los campesinos pagaban todavía expansión y p r o s p e r i d a d . Las cosechas de g r a n o y la superficie
cargas consuetudinarias, y los terratenientes gozaban, e n t r e cultivada a u m e n t a r o n a la p a r ; de hecho, a m b a s se duplicaron
otros, de derechos especiales de caza; p e r o la agricultura de en la Prusia oriental e n t r e 1815 y 18644S. Los nuevos latifun-
pequeños a r r e n d a t a r i o s estaba p r o f u n d a m e n t e arraigada, y la dios e s t a b a n cultivados p o r t r a b a j a d o r e s asalariados, y se con-
clase nobiliaria e s t a b a f o r m a d a generalmente p o r señores ab- virtieron cada vez m á s en e m p r e s a s capitalistas ortodoxas. Sin
sentistas, que n o a d m i n i s t r a b a n sus propiedades, como lo hacían embargo, este t r a b a j o asalariado estaba regulado p o r u n a Ge-
los nobles en Prusia. A diferencia de las Kreistage de los jun- sindeordnung feudal que p e r d u r a r í a h a s t a el siglo xx, y q u e
kers, las asambleas rurales o Amt incluían u n a representación imponía u n a rígida disciplina señorial sobre los t r a b a j a d o r e s
de los campesinos. El modelo de las relaciones sociales en el agrícolas y los servidores domésticos, con penas de prisión p a r a
c a m p o era, p o r consiguiente, m u c h o m á s suave. Las nuevas pro- las huelgas y límites estrictos a la movilidad. La Bauernlegen
vincias tenían a d e m á s un gran n ú m e r o de ciudades florecientes, no p r o d u j o u n éxodo masivo del campo, sino u n amplio prole-
con viejas tradiciones de a u t o n o m í a municipal, intercambio co- tariado rural, cuyo n ú m e r o a u m e n t ó a medida q u e subía la pro-
mercial y actividades m a n u f a c t u r e r a s . Mucho más i m p o r t a n t e ducción, lo que ayudó a m a n t e n e r b a j o s los salarios. La aristo-
q u e todo esto, p o r supuesto, era el hecho de que debido a sus cracia j u n k e r consiguió así u n a reconversión p r o f u n d a hacia la
recursos minerales, todavía n o explotados, esta región estaba agricultura capitalista a la vez que seguía explotando todos los
destinada a convertirse en la zona industrial m á s colosal de Eu- privilegios patrimoniales que había p o d i d o conservar. «Los no-
ropa. Las adquisiciones militares del E s t a d o feudal p r u s i a n o bles realizaron fácilmente la transición de la agricultura señorial
incluyeron, pues, al núcleo n a t u r a l del capitalismo alemán. a la capitalista, m i e n t r a s que se p e r m i t í a a u n gran n ú m e r o de
El desarrollo de este nuevo E s t a d o hacia u n a Alemania uni- campesinos h u n d i r s e en las limpias aguas de la libertad eco-
ficada d u r a n t e t o d o el siglo xix f o r m a parte, en esencia, del nómica» 46.
ciclo de las revoluciones burguesas, del que se t r a t a r á en o t r o Mientras tanto, la b u r o c r a c i a p r u s i a n a estaba llevando a cabo
lugar. Aquí basta con llamar la atención sobre t r e s aspectos un servicio f u n d a m e n t a l al t e n d e r u n p u e n t e e n t r e la economía
cruciales de la evolución socioeconómica de Prusia que hicieron
posibles los éxitos posteriores del p r o g r a m a bismarckiano. En " John Gillis, «Aristocracy and bureaucracy in nineteenth-century Prus-
sia», Past and Present, 41, diciembre de 1968, p. 113.
p r i m e r lugar, y sin salir del Este, la r e f o r m a agraria de Har- " Hamerow, The social foundations of german unification, p. 59.
denberg de 1816 c o n d u j o a un r á p i d o e imponente avance de " David Landes, «Japan and Europe: contrasts in industrialization»,
toda la economía cerealista. Al liberar el m e r c a d o de la tierra, en W. Lockwood, comp., The State and economic enterprise in Japan,
Princeton, 1965, p. 162. El ensayo de Landes es, esencialmente, una amplia
comparación entre el desarrollo prusiano y el japonés, y contiene muchas
42
J. Droz, La formation de l'unité allemande, 1789-1817, París, 1970, pá- reflexiones e ideas sobre la historia de Alemania en el siglo xix.
44
gina 126. Simón, The failure of the Prussian reform movement, p. 104.
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Polonia 249

agraria del Este y la revolución industrial que tenía lugar simul- otros— f u e r o n quienes organizaron y dirigieron el liberalismo
t á n e a m e n t e en las provincias occidentales. A principios del si- alemán y quienes lucharon p o r la aprobación de u n a constitu-
glo xix, la b u r o c r a c i a estatal —que siempre había proporcio- ción b u r g u e s a con u n a a s a m b l e a representativa en Prusia. Su
n a d o u n refugio ocupacional a la clase media subdesarrollada p r o g r a m a significaba, de hecho, el fin del absolutismo de los
de los dominios tradicionales de los Hohenzollern, a u n q u e ésta Hohenzollern, y, n a t u r a l m e n t e , levantó la obstinada hostilidad
n u n c a hubiese d o m i n a d o sus puestos m á s elevados— f u e la ar- de la clase d o m i n a n t e de los j u n k e r s en el Este. Los levantamien-
tífice del establecimiento gradual de la Zollverein que u n i ó a la tos populares de 1848, cuyo material de combustión f u e apor-
mayor p a r t e de Alemania con Prusia en u n a sola zona comer- tado p o r los artesanos y los campesinos, p r o p o r c i o n a r o n a esta
cial. Von Motz y Maassen, del Ministerio de Hacienda, f u e r o n burguesía d u r a n t e breve tiempo puestos ministeriales en Ber-
los dos arquitectos de este sistema, construido e n t r e 1818 y lín y u n a p l a t a f o r m a ideológica en F r a n c f o r t , antes de q u e el
1836, q u e excluyó a Austria del desarrollo económico alemán y ejército real a p l a s t a r a la revolución pocos meses después. La
ligó comercialmente a los pequeños estados con Prusia 4 7 . El Constitución prusiana, q u e f u e el p r o d u c t o a b o r t a d o de la cri-
auge en la construcción de ferrocarriles a p a r t i r de la década sis de 1848, estableció p o r vez p r i m e r a u n Landtag nacional,
de 1830 estimuló a su vez el rápido crecimiento económico den- con u n a c á m a r a b a s a d a en u n sistema electoral de tres clases
t r o de la Unión Aduanera. Las iniciativas b u r o c r á t i c a s tuvieron que garantizaba a b i e r t a m e n t e el dominio de la gran propiedad,
t a m b i é n cierta i m p o r t a n c i a al s u m i n i s t r a r ayuda tecnológica y y o t r a c á m a r a que se reclutaba en su inmensa mayoría e n t r e
financiera a la naciente i n d u s t r i a p r u s i a n a (Beuth, Rother). En la nobleza hereditaria. P e r o ninguna de estas c á m a r a s tenía
la década de 1850, la Zollverein se extendió a la m a y o r p a r t e ningún p o d e r sobre el ejecutivo; era u n a asamblea tan desvaída
de los restantes principados del norte; la intrusión de Austria que sólo un 30 p o r 100 de los votantes participó p o r t é r m i n o
sería bloqueada m á s t a r d e con habilidad p o r Delbrück, desde medio en las elecciones 4 '. La clase capitalista r e n a n a se man-
el Ministerio de Comercio. La política de b a j o s aranceles pro- tuvo, pues, en la oposición incluso cuando ganó la mayoría de
seguida c o n s t a n t e m e n t e p o r la burocracia estatal prusiana, y esta simbólica institución. Los j u n k e r s del este del Elba man-
q u e culminó en el t r a t a d o de París con Francia en 1864, f u e u n tenían u n o j o vigilante sobre la m o n a r q u í a p a r a detectar cual-
a r m a decisiva en la competencia diplomática y política e n t r e quier signo de debilidad, y lograron que sus poderes de policía
Berlín y Viena d e n t r o de Alemania. Austria no p u d o s o p o r t a r la señorial —abolidos en u n m o m e n t o de pánico p o r Federico
liberalización económica que c o n d u j o a los estados del sur de Guillermo IV en 1848— f u e s e n restablecidos en 1856. El «con-
Alemania, dependientes del comercio internacional, al lado de flicto constitucional» de la década de 1860 e n t r e los liberales
Prusia 4 S . y el E s t a d o aparece, pues, c o m o u n a lucha f r o n t a l p o r el p o d e r
Al m i s m o tiempo, sin embargo, el curso f u n d a m e n t a l de la político e n t r e el viejo y el nuevo orden.
unificación alemana venía m a r c a d o p o r el t e m p e s t u o s o creci- Sin embargo, la r á p i d a capitalización de la agricultura del
m i e n t o industrial del Ruhr, en los límites de las m i s m a s pro- Este d u r a n t e el auge de los cereales, y el crecimiento vertical
vincias occidentales de Prusia. La burguesía renana, cuyas for- de la i m p o r t a n c i a de la i n d u s t r i a pesada d e n t r o del c o n j u n t o
t u n a s se c i m e n t a b a n en la nueva economía m a n u f a c t u r e r a y de la formación social prusiana, e s t a b a n e c h a n d o las bases
m i n e r a del Oeste, f o r m a b a u n grupo políticamente m u c h o más económicas p a r a u n acercamiento e n t r e a m b a s clases. En 1865,
ambicioso y abierto que los obedientes ciudadanos del este del a Prusia correspondían las nueve décimas p a r t e s de la produc-
Elba. Sus portavoces —Mevissen, Camphausen, H a n s e m a n n y ción de carbón y de hierro, dos tercios de las m á q u i n a s de
vapor, la m i t a d de la producción textil y dos terceras p a r t e s de
47
Véase Pierre Benaerts, Les origines de la grande industrie allemanae,
la fuerza de t r a b a j o industrial de Alemania 5 0 . La mecanización
París, 1934, pp. 31-52; Droz hace algunos penetrantes comentarios de ca- de la industria alemana ya había s u p e r a d o a la de Francia. Bis-
rácter general sobre el papel de la burocracia en La formation de l'unité m a r c k , que había sido u n reaccionario e x t r e m o y el t r u c u l e n t o
allemande, p. 113. campeón del ultralegitimismo, f u e el p r i m e r r e p r e s e n t a n t e po-
44
La importancia del tratado comercial con Francia es subrayada espe-
cialmente por Helmut Boehme, Deutschlands Weg zur Grossrnacht, Co-
lonia y Berlín, 1966, pp. 100-20, 165-6; se trata de una obra pionera, aun- " Hamerow, The social foundations of Germán unification, pp. 301-2.
que excesivamente econcmicista. 30
Pierre Aygoberry, L'unité allemande (1800-1871), París, 1968, p. 90.
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284 Europa oriental Polonia 249

lítico de la nobleza en c o m p r e n d e r q u e esta fuerza p u j a n t e canciller imperial no era responsable ante el Reichstag, y podía
podía e n c o n t r a r su sitio en la e s t r u c t u r a del Estado, y q u e contar con ingresos p e r m a n e n t e s procedentes de a d u a n a s e im-
b a j o la égida de las dos clases poseedoras del reino de los Ho- puestos n o sometidos a control parlamentario, a u n q u e los pre-
henzollern —los j u n k e r s p r u s i a n o s y los capitalistas renanos— supuestos y las leyes tenían que ser a p r o b a d o s p o r el Reichstag.
era posible la unificación de Alemania. El t r i u n f o del e j é r c i t o Algunos derechos fiscales y administrativos de poca importan-
p r u s i a n o sobre Austria en 1866 calmó s ú b i t a m e n t e la discordia cia se d e j a b a n al control de las diversas unidades federales del
q u e existía e n t r e a m b a s clases. El a c u e r d o de B i s m a r c k con imperio, con lo q u e se limitaba f o r m a l m e n t e el c a r á c t e r u n i t a r i o
los Liberales Nacionales, q u e p r o d u j o la Constitución del n o r t e de la Constitución.
de Alemania de 1867, selló u n p a c t o social de e n o r m e transcen- Estas anomalías i m p r i m i e r o n al E s t a d o alemán de finales del
dencia, p r á c t i c a m e n t e c o n t r a la voluntad política de las dos siglo xix u n a f o r m a desconcertante. La m i s m a caracterización
p a r t e s que p a r t i c i p a r o n en él. Tres años después, la g u e r r a fran- del E s t a d o b i s m a r c k i a n o realizada p o r Marx revela u n a mezcla
co-prusiana culminó b r i l l a n t e m e n t e la o b r a de la u n i d a d nacional. de vejación y desconcierto. En u n a f r a s e airada y célebre, q u e
El reino de Prusia se f u n d i ó en u n imperio alemán. La estruc- Luxemburgo gustaba citar, lo describió como nichts anderes ais
t u r a f u n d a m e n t a l del nuevo E s t a d o e r a inequívocamente capi- ein mit parliamentarischen Formen verbramter, mit feudalem
talista. La Constitución de la Alemania imperial de la década Beisatz vermischter, schon von der Bourgeoisie beeinflusster,
de 1870 incluía u n a asamblea representativa elegida p o r sufra- bürokratisch gezimmerter, polizeilich gehüteter Militardespotis-
gio universal masculino; voto secreto; igualdad civil; u n código mus, «no es m á s que un despotismo militar de a r m a z ó n buro-
legal u n i f o r m e ; u n sistema m o n e t a r i o único; educación secular crático y b l i n d a j e policiaco, guarnecido de f o r m a s parlamenta-
y u n comercio interior c o m p l e t a m e n t e libre. El E s t a d o alemán rias, revuelto con ingredientes feudales e influenciado ya p o r
así creado n o e r a en m o d o alguno u n e j e m p l o «puro» de su la burguesía» 5 3 . La acumulación de epítetos indica su p r o b l e m a
tipo (en aquella época n o había n i n g u n o en el m u n d o ) 5 1 . E s t a b a conceptual, p e r o n o a p o r t a ninguna solución al p r o b l e m a . En-
f u e r t e m e n t e m a r c a d o p o r la naturaleza feudal del E s t a d o pru- gels vio con m u c h a m á s claridad que Marx que el E s t a d o ale-
siano q u e le había precedido. En u n sentido visible y literal, mán, a p e s a r de sus características peculiares, ya había e n t r a d o
el desarrollo combinado que definía la coyuntura quedó plas- en las filas de sus rivales inglés y francés. Engels escribió
m a d o en la a r q u i t e c t u r a del nuevo Estado. P o r q u e la Constitu- acerca, de la guerra austro-prusiana y de su a u t o r lo siguiente:
ción p r u s i a n a n o f u e abrogada: sobrevivió d e n t r o de la Cons- «Bismarck c o m p r e n d i ó que la guerra civil alemana de 1866 era
titución imperial (porque Prusia era u n a de las u n i d a d e s fede- lo que r e a l m e n t e fue, a saber, u n a revolución [...] y e s t a b a
rales del imperio), con su sistema electoral de «tres clases» de p r e p a r a d o p a r a llevarla a c a b o p o r medios revolucionarios» 5 4 .
votantes. El c u e r p o de oficiales de su ejército, que n a t u r a l m e n t e El resultado histórico del conflicto con Austria f u e que «las
constituía el núcleo f u n d a m e n t a l del a p a r a t o militar del impe- mismas victorias del ejército p r u s i a n o modificaron p o r com-
rio, n o era responsable ante el canciller, sino q u e j u r a b a lealtad pleto la base de la e s t r u c t u r a del e j é r c i t o prusiano», de tal
d i r e c t a m e n t e al e m p e r a d o r , que lo controlaba p e r s o n a l m e n t e a f o r m a que «los f u n d a m e n t o s sociales del viejo E s t a d o s u f r i e r o n
través de su casa militar 5 2 . Los rangos superiores de su buro- una completa transformación» 5 5 . C o m p a r a n d o al b i s m a r c k i s m o
cracia, p u r g a d a y reorganizada p o r Von P u t t k a m e r , se convir- con el b o n a p a r t i s m o , Engels a f i r m ó taxativamente que la Cons-
tieron en las décadas posteriores a 1870 en u n s a n t u a r i o aris- titución elaborada p o r el canciller p r u s i a n o era «una f o r m a
tocrático como n u n c a antes lo habían sido. Por o t r a parte, el m o d e r n a de E s t a d o q u e p r e s u p o n e la abolición del feudalis-
mo» 56 . En o t r a s palabras, el E s t a d o alemán era ya u n a p a r a t o
51 capitalista, s o b r e d e t e r m i n a d o p o r su ascendencia feudal, pero
Taylor señala que la Constitución Confederal de Alemania del norte,
de la que se derivó la Constitución imperial, contenía el sufragio más
amplio de todos los grandes países europeos, y el único con un voto
verdaderamente secreto, adelantándose así a la Second Reform Act de " Esta fórmula pertenece a la Crítica del programa de Gotha: K. Marx
Inglaterra y a la llegada de la III República francesa: A. J. P. Taylor, y F. Engels, Werke, vol. 19, p. 29 [Obras Escogidas, II, p. 26],
54
Bismarck, Londres, 1955, p. 98. F. Engels, The role of forcé in History, Londres, 1969, pp. 64-5.
52 " K. Marx y F. Engels, Selected Works, pp. 246, 247 [Obras Escogidas,
Una buena descripción de la Constitución imperial alemana puede
verse en K. Pinson, Modern Germany: its history and civilization, Nueva P. 681],
York, 1966, pp. 156-63. * Ibid., p. 247 [p. 682],
282 Europa oriental
4. POLONIA
f u n d a m e n t a l m e n t e homólogo con u n a f o r m a c i ó n social q u e a
principios del siglo xx estaba p r o f u n d a m e n t e dominada p o r el
m o d o de producción capitalista; la Alemania imperial f u e muy
p r o n t o la m a y o r potencia industrial de E u r o p a . Así pues, el
a b s o l u t i s m o prusiano, tras m u c h a s vicisitudes, se había trans-
m u t a d o en otro tipo de Estado. Geográfica y socialmente, social-
m e n t e en c u a n t o que geográficamente, había sido a r r a s t r a d o
poco a poco desde el Este hacia el Oeste. Quedan p o r establecer
las condiciones teóricas de posibilidad de esta «transmutación»,
p e r o de esto nos o c u p a r e m o s en o t r o lugar.
El ascenso de Prusia a p a r t i r de la m i t a d del siglo x v n tuvo
en el Este el c o n t r a p u n t o de la decadencia de Polonia. El único
gran país de esta región que f u e incapaz de producir u n Es-
tado absolutista acabó desapareciendo en u n a gráfica demos-
tración a contrario de la racionalidad histórica del absolutismo
p a r a la nobleza. Todavía n o h a n sido estudiadas de f o r m a ade-
cuada las razones p o r las que la szlachta polaca n u n c a f u e
capaz de generar un E s t a d o feudal centralizado; el hundimien-
to de esta clase plantea u n p r o b l e m a que aún n o ha sido re-
suelto a u t é n t i c a m e n t e p o r la m o d e r n a historiografía '. E n t r e los
materiales disponibles aparecen, todo lo más, algunos elemen-
tos críticos que sugieren respuestas parciales o probables.
Polonia s u f r i ó la última crisis feudal en m e n o r medida que
cualquier o t r o país de la E u r o p a oriental; la peste negra (aun-
que n o sus plagas auxiliares) pasó de largo p o r ella m i e n t r a s
sus vecinas e r a n asoladas. La m o n a r q u í a Piast, reconstituida
en el siglo xiv, llegó a su apogeo político y cultural con Casi-
m i r o III, a p a r t i r de 1933. Con la m u e r t e de este soberano en
1370, la dinastía se extinguió, y el título real pasó a Luis de
Anjou, rey de Hungría. Luis, m o n a r c a absentista, se vio obli-
gado a conceder a la nobleza polaca el «Privilegio de Kosice»
en 1374, a c a m b i o de la confirmación del derecho de su h i j a
Eduvigis a sucederle en el t r o n o de Polonia. En u n a Carta ins-
p i r a d a en anteriores modelos h ú n g a r o s se garantizaba a la aris-
tocracia la i n m u n i d a d económica f r e n t e a los nuevos i m p u e s t o s
y la a u t o n o m í a administrativa en sus localidades 2 . Doce años
después, Eduvigis casó con Jagellón, gran d u q u e de Lituania,
que se convirtió en rey de Polonia, f u n d a n d o u n a unión perso-

1
Esto se deduce sin ningún equívoco de un reciente análisis de las
causas de los repartos alegados por los historiadores polacos, muchos de
los cuales hacen poco más que volver a plantear el problema: Boguslaw
Lesnodarski, «Les partages de la Pologne. Analyse des causes et essai
d'une théorie», Acta Poloniae Histórica, VII, 1963, pp. 7-30.
2
Sobre este episodio, véase O. Halecki, «FrOm the unión with Hungary
to the unión with Lithuania», en W. F. Reddaway y otros, comps., The
Cambridge History of Poland, i, Cambridge, 1950, pp. 19-193.
284 Europa oriental Polonia 249

nal e n t r e los dos reinos. Esta conjunción h a b r í a de tener efec- y Polonia consiguió u n a salida territorial al Báltico. Danzig, el
tos p r o f u n d o s y p e r m a n e n t e s en todo el desarrollo posterior mayor p u e r t o de toda la región, pasó a ser u n a ciudad autó-
de la historia polaca. El d u c a d o de Lituania era u n a de las es- noma con derechos municipales especiales b a j o la soberanía de
t r u c t u r a s m á s recientes y notables de la época. La que f u e r a la m o n a r q u í a polaca. Casimiro IV, el vencedor de la guerra,
sociedad tribal báltica, tan alejada e n t r e sus p a n t a n o s y bos- gobernaba el reino m á s extenso del continente.
ques que todavía era pagana a finales del siglo xiv, había le- Mientras tanto, y en el interior de la m i s m a Polonia, las úl-
v a n t a d o a toda prisa u n E s t a d o c o n q u i s t a d o r que se convirtió timas décadas del siglo xv presenciaron u n r á p i d o auge de la
en u n o de los imperios territoriales m á s grandes de E u r o p a . posición política y social de la nobleza a costa de la m o n a r q u í a
La presión occidental procedente de las órdenes militares ger- y el campesinado. Para asegurar la sucesión de su hijo, Jage-
m a n a s de Prusia y Livonia había p u e s t o en m a r c h a la apresu- llón garantizó a la nobleza en 1425 el principio de neminem
r a d a formación de u n principado centralizado e n t r e las con- captivabimus — i n m u n i d a d legal c o n t r a el encarcelamiento ar-
federaciones tribales de Lituania. El vacío oriental creado p o r bitrario— en el «Privilegio de Brzesc». Casimiro IV se vio obli-
la dominación mongola de la Rusia poskievana p e r m i t i ó su rá- gado, a su vez, a hacer mayores concesiones a la clase terrate-
pida expansión hacia el exterior en dirección a Ucrania. B a j o niente. La larga lucha de la guerra de los Trece Años requirió
sus sucesivos soberanos Gedymin, Olgerd, Jagellón y Witold, el la contratación de fuerzas mercenarias procedentes de todos
poderío lituano alcanzó h a s t a el Oka y el m a r Negro La po- los rincones de Europa. Con o b j e t o de o b t e n e r los f o n d o s ne-
blación de estas vastas regiones era en su mayoría eslava y cesarios p a r a pagarlas, el rey concedió a la nobleza en 1454 el
cristiana, bielorrusa o r u t e n a . El dominio lituano se ejerció en «Privilegio de Nieszawa», que disponía la celebración de con-
f o r m a de señorío militar que r e d u j o a los señores locales a la ventiones particulares p o r la nobleza en sus p r o p i a s localida-
condición de vasallos. Este Estado, poderoso pero primitivo, se des y se prohibía el r e c l u t a m i e n t o de t r o p a s y la recaudación
unía a h o r a al reino de Polonia, m á s pequeño, p e r o m u c h o m á s de impuestos sin su c o n s e n t i m i e n t o 3 . D u r a n t e el reinado de su
antiguo y avanzado. Jagellón aceptó el cristianismo y se dirigió h i j o J u a n Alberto, comenzó a f u n c i o n a r en 1492 u n a asamblea
a Polonia p a r a garantizar la unión de 1386, m i e n t r a s su sobrino nacional unida o Sejm, integrada p o r las asambleas provincia-
Witold permanecía en el este p a r a gobernar Lituania. Con la les y locales (sejmiki) de la clase terrateniente. La Sejm era
subida al t r o n o de u n príncipe e x t r a n j e r o , la szlachta polaca una asamblea bicameral, c o m p u e s t a p o r u n a C á m a r a de Dipu-
consiguió establecer el principio de la m o n a r q u í a electiva, aun- tados y u n Senado; la p r i m e r a estaba c o m p u e s t a a su vez p o r
que en la práctica, y de f o r m a continuada, h a b r í a n de investir representantes elegidos p o r los sejmiki, y el segundo, p o r los
a la dinastía de los Jagellón d u r a n t e los siguientes doscientos altos dignatarios clérigos y laicos del Estado. Las ciudades es-
años. taban excluidas de ambos: el sistema de E s t a d o s polaco que
ahora surgía era exclusivamente a r i s t o c r á t i c o 4 . En 1505, la
Muy p r o n t o q u e d ó d e m o s t r a d a la acrecida fuerza y el dina- Constitución de R a d o m ratificó solemnemente los poderes de
m i s m o de la nueva unión polacolituana. En 1410, Jagellón in- la Sejm: la ley del nihil novum privó a la m o n a r q u í a del de-
fligió a los Caballeros Teutónicos la histórica d e r r o t a de Grü- recho a legislar sin el consentimiento de los Estados, m i e n t r a s
newald, que constituyó el m o m e n t o decisivo p a r a el destino la a u t o r i d a d de los funcionarios reales se restringía cuidadosa-
posterior de la Orden en Prusia. Hacia mediados de siglo se m e n t e 5. Sin embargo, la convocatoria de la Sejm era todavía
r e a n u d ó el ataque polaco sobre Prusia, c u a n d o los E s t a d o s lo- a discreción de la m o n a r q u í a .
cales germanos se rebelaron contra el dominio de la Orden.
La guerra de los Trece Años acabó en 1466 con u n a victoria En este período se decretó t a m b i é n la servidumbre legal
decisiva de los Jagellón. Por la segunda paz de Thorn, Polonia del campesinado polaco. Los E s t a t u t o s de Piotrkow de 1496
anexionó la Prusia occidental y E r m l a n d ; Prusia oriental se
3
convirtió en f e u d o polaco, a cuyo f r e n t e y como vasallo se man- Véase A. Gieysztor, en S. Kieniewicz, comp., History of Poland, Var-
tuvo al Gran Maestre de la Orden Teutónica, que a p a r t i r de sovia, 1968, pp. 145-6.
4
Los burgueses de Cracovia y, posteriormente, los de Vilna, fueron
entonces debía h o m e n a j e y servicio en la guerra a ia monar- admitidos a las discusiones de la Sejm, pero no tenían voto.
quía polaca. El p o d e r de la Orden f u e q u e b r a d o p a r a siempre, s
J. Tazbir, en Kieniewicz, comp., History of Poland, p. 176.
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Europa oriental
efecto objetivo f u e debilitar y a r r u i n a r a los comerciantes lo-
prohibieron t o d o movimiento de los t r a b a j a d o r e s de sus aldeas,
cales 8. La p r o s p e r i d a d comercial de la época iba a c o m p a ñ a d a
con la excepción de un solo campesino al a ñ o p o r cada co-
p o r el desarrollo u r b a n o , y algunos señores ricos f u n d a r o n ciu-
m u n i d a d . A ellos siguieron o t r a s medidas de adscripción en
dades privadas, sometidas a ellos, m i e n t r a s o t r o s nobles con-
1501, 1503, 1510 y 1511: señal de q u e resultaba difícil hacerlas
vertían las fábricas de h i e r r o en molinos de h a r i n a en el cam-
cumplir. Finalmente, en 1520, se a p r o b ó u n a ordenanza que
po. Pero la a u t o n o m í a municipal de los patriciados u r b a n o s se
regulaba las cargas feudales, en la que se imponía al wloka o
s u p r i m i ó p r á c t i c a m e n t e en todas partes, y con ella las posibi-
villano polaco u n a prestación de t r a b a j o de hasta seis días a la
lidades de u n a i n d u s t r i a floreciente. Sólo el p u e r t o alemán de
s e m a n a 6 . La s e r v i d u m b r e del campesinado, cada vez más rígida
Danzig se libró de la eliminación de los privilegios u r b a n o s
a medida que t r a n s c u r r í a el siglo xvi, cimentó la nueva pros-
medievales realizada p o r la szlachta: el control monopolista
peridad de la szlachta. La nobleza polaca se benefició m á s que
de la exportación del que d i s f r u t ó , ahogó todavía más a las
cualquier o t r o g r u p o social de la región del alza cerealística
ciudades del interior. De esta f o r m a se implantó cada vez m á s
del Báltico que tuvo lugar en esta época. Las parcelas de los
un sistema de monocultivo agrario, que i m p o r t a b a de Occiden-
campesinos f u e r o n reducidas sin interrupción m i e n t r a s se ex-
te sus bienes m a n u f a c t u r a d o s , en lo que era u n a prefiguración
tendían las grandes haciendas con o b j e t o de a t e n d e r las deman-
aristocrática de las economías u l t r a m a r i n a s del siglo xix.
das del m e r c a d o de exportación. En la segunda m i t a d del siglo
se duplicó el volumen de cereales exportados p o r vía m a r í t i m a . La nobleza q u e se elevó sobre estas bases económicas n o
D u r a n t e el apogeo del comercio de grano, e n t r e 1550 y 1620, la tuvo u n paralelo exacto en ninguna o t r a p a r t e de E u r o p a . El
inflación occidental aseguró a la clase t e r r a t e n i e n t e e n o r m e s e grado de presión que ejerció sobre el c a m p e s i n a d o —con pres-
inesperados beneficios derivados de los t é r m i n o s de intercam- taciones de t r a b a j o legalmente p e r m i t i d a s de h a s t a seis días
bio. Para u n p e r í o d o m á s amplio, se h a calculado que e n t r e p o r semana— f u e extremo: en 1574 adquirió u n f o r m a l jus vitae
1600 y 1750 el valor de la producción comercializada p o r los et nocis sobre sus siervos, que teóricamente le p e r m i t í a eje-
m a g n a t e s se triplicó y la de los medianos propietarios se dobló, cutarlos a v o l u n t a d 9 . La composición de la aristocracia que
m i e n t r a s que la del campesinado descendió 7 . Sin embargo, es- controlaba estos p o d e r e s era n o t a b l e m e n t e distinta de la de
tas ganancias n o se reinvirtieron de f o r m a productiva. Polonia sus vecinos. E n efecto, las redes de p a r e n t e s c o de clan —señal
se convirtió en g r a n e r o de E u r o p a , p e r o las técnicas de cultivo inequívoca de u n a e s t r u c t u r a social prefeudal— habían sobre-
continuaron siendo primitivas, con u n b a j o índice de produc- vivido en la relativamente a t r a s a d a y a m o r f a sociedad polaca
ción. El a u m e n t o del p r o d u c t o agrario se consiguió p o r medio de principios de la E d a d Media m u c h o m á s t i e m p o q u e en
de u n a expansión extensiva, sobre t o d o en las tierras fronteri- ninguna otra, h a s t a a f e c t a r a la totalidad de los contornos de la
zas del sudeste, y n o mediante m e j o r a s intensivas en el cultivo. nobleza feudal, c u a n d o ésta apareció f i n a l m e n t e en u n p e r í o d o en
Por otra parte, la aristocracia polaca utilizó su p o d e r económi- q u e n o había ninguna j e r a r q u í a vasallática articulada 1 0 . Cuan-
co p a r a h a c e r u n a política m á s sistemáticamente a n t i u r b a n a
q u e la de cualquier o t r a clase d o m i n a n t e de E u r o p a . A princi-
' Tazbir minimiza las consecuencias prácticas inmediatas de esta me-
pios del siglo xvi se impusieron r e g l a m e n t a r i a m e n t e precios dida, pero su intención es suficientemente clara: Tazbir, History of Poland,
máximos p a r a las m a n u f a c t u r a s de las ciudades polacas, cuyas página 178.
comunidades mercantiles se componían en su m a y o r p a r t e de ' Leslie, The Polish questions, pp. 4-5.
10
alemanes, judíos o armenios. En 1565 se concedieron exorbi- Estos clanes no eran los descendientes directos de las unidades de
tantes privilegios a los m e r c a d e r e s e x t r a n j e r o s , cuyo inevitable organización tribal, sino unas formaciones más recientes basadas en ellas.
Sobre todo el problema de la heráldica de los clanes en Polonia véase
K. Gorski, «Les structures sociales de la noblesse polonaise au Moyen
' R. F. Leslie, The Polish quistion, Londres, 1964, p. 4. Age», Le Moyen Age, 1967, pp. 73-85. Etimológicamente, la palabra szlachta
7
Witold Kula, «Un'economia agraria senza accumulazione: La Polonia proviene quizás del antiguo alto alemán slahta (en alemán moderno,
dei seicoli XVI-XVIII», Studi Storici, 34, 1968, pp. 615-6. Las variaciones Geschlecht), que significa familia o raza, aunque su origen no es com-
de los ingresos fueron, naturalmente, mucho menores debido al carácter
de subsistencia de la mayor parte de la producción campesina (estimada pletamente seguro. Hay que tener en cuenta que la nobleza húngara no
por Kula en un 90 por 100). era diferente de la polaca en su volumen y carácter, a causa una vez más
de la presencia de principios ciánicos prefeudales en su formación inicial.
Pero ambos casos no deben confundirse, porque los magiares fueron un
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d o en la E d a d Media se i m p o r t a r o n de Occidente los e m b l e m a s resultado constitucional de esta convergencia f u e la unión de
heráldicos, n o f u e r o n a d o p t a d o s p o r familias individuales, sino Lublin de 1569, q u e f u n d i ó a los dos reinos en u n solo sistema
político, la Rzeczpospolita Polska, con u n a m o n e d a y u n parla-
p o r clanes enteros, cuyas redes de p a r e n t e s c o y patronazgo to- m e n t o comunes. Sin embargo, e n t r e las m a s a s de población de
davía subsistían en el campo. La consecuencia de esto f u e la las provincias orientales n o tuvo lugar u n a fusión s e m e j a n t e ,
creación de u n a clase noble relativamente n u m e r o s a q u e com- ya que la mayor p a r t e de ellas m a n t u v i e r o n la religión ortodo-
p r e n d í a quizá a u n a s 700.000 personas, e s t o es, el 7 u 8 p o r 100 xa y la lengua bielorrusa o rutena. Por consiguiente, menos de
la m i t a d de la nueva m a n c o m u n i d a d polaca era étnica y lin-
de la población total en el siglo xvi. D e n t r o de esta clase no güísticamente polaca. El c a r á c t e r «colonial» de la clase terra-
existían títulos de rango que diferenciaran a u n grado de seño- teniente del este y del sudeste se r e f l e j a b a en la m a g n i t u d de
río de o t r o " . Pero esta igualdad legal en el seno de la nobleza sus dominios. A finales del siglo xvi, el canciller J u a n Zamoyski
era d u e ñ o de u n a s 800.000 hectáreas, la m a y o r p a r t e situadaá
—que n o tenía equivalente en ninguna o t r a p a r t e de la tempra- en la Pequeña Polonia, y ejercía jurisdicción sobre 80 ciudades
n a E u r o p a m o d e r n a — iba a c o m p a ñ a d a p o r u n a desigualdad y 800 aldeas 14. A principios del siglo x v n , el imperio de los
económica q u e t a m p o c o tenía paralelo en los otros países de Wisnowiecki en Ucrania oriental se15 extendía sobre u n a s tierras
aquella época. Una gran masa de la szlachta —quizá m á s de la en las que vivían 230.000 súbditos . En el siglo X V I I I , la fami-
lia Potocki, de Ucrania, poseía a l r e d e d o r de 1.200.000 hectáreas;
m i t a d — poseía pequeñas propiedades de c u a t r o a o c h o hectá- la casa Radziwill de Lituania tenía propiedades q u e se estima-
reas, q u e n o eran mayores q u e las del campesino medio. Este ban en unos 4.000.000 de hectáreas 16. S i e m p r e hubo, p o r tanto,
e s t r a t o se c o n c e n t r a b a en las antiguas provincias de Polonia u n a extrema tensión e n t r e la ideología de la igualdad legal y
la t r e m e n d a disparidad económica en el seno de la aristocracia
occidental y central; en Mazovia, p o r ejemplo, quizá llegaba a polaca.
u n q u i n t o de la población total 1 2 . Otro amplio sector de la no-
bleza estaba f o r m a d o p o r propietarios con pequeñas fincas,
que poseían n o m á s de u n a o dos aldeas. Pero j u n t o a ellos,
y n o m i n a l m e n t e d e n t r o de la m i s m a nobleza, existían algunos
de los m a g n a t e s con las propiedades territoriales mayores de
E u r o p a , con latifundios colosales, situados principalmente en A p e s a r de todo, d u r a n t e el siglo xvi el c o n j u n t o de la
Lituania o Ucrania, al este del país. En estas nuevas tierras, szlachta se benefició de la revolución de los precios en u n a
legado de la expansión de Lituania en el siglo xiv, n o había medida p r o b a b l e m e n t e m a y o r q u e la de cualquier o t r o grupo
tenido lugar u n a difusión heráldica comparable, y la alta aristo- de E u r o p a oriental. Fue ésta la época de la somnolencia de
cracia siempre conservó el c a r á c t e r de u n a p e q u e ñ a casta de B r a n d e m b u r g o y de la decadencia de Prusia oriental; Rusia se
p o t e n t a d o s situada p o r encima de u n c a m p e s i n a d o étnicamen- estaba extendiendo, p e r o e n t r e terribles convulsiones y regre-
te e x t r a n j e r o . E n el curso del siglo xvi, la nobleza lituana se siones. Polonia era, p o r el contrario, la m a y o r y más rica po-
integró cada vez m á s en la c u l t u r a y las instituciones de su tencia del este. E n la época más p r ó s p e r a del comercio cerea-
equivalente polaca, a medida que la nobleza local conquistaba lista, la m a y o r participación en la p r o s p e r i d a d del Báltico recayó
p a u l a t i n a m e n t e derechos similares a los de la szlachta13. El sobre ella. La brillantez cultural del Renacimiento polaco, en
el q u e se e n m a r c a la figura de Copérnico, f u e u n o de sus
pueblo nómada hasta finales del siglo x, y de ahí que tuvieran una his-
toria anterior y una estructura social muy diferentes a las de los eslavos el Estado lituano. Sobre los antecedentes y las disposiciones de la Unión
occidentales. de Lublin, determinada en parte por la presión militar moscovita sobre
11
Puede verse un bosquejo sociológico en Andrzej Zajaczkowski, «Ca- Lituania, véanse pp. 241-8.
14
dres structurels de la noblesse», Armales ESC, enero-febrero de 1968. pá- Tazbir, History of Poland, p. 196: además de sus propios dominios,
ginas 88-102. Los magnates lituanos que pretendían descender de Gedymin Zamoyski controlaba amplias zonas de las tierras reales. Las tierras per-
o Rurik usaban el título honorífico de «príncipes», pero esta pretensión tenecientes a la monarquía eran frecuentemente enajenadas en Polonia
carecía de fuerza legal. como garantía a los magnates acreedores contra sus préstamos.
12 15
P. Skwarczynski, «Poland and Lithuania», The New Cambridge Mo- A. Maczak, «The social distribution of landed property iri Poland
dern History of Europe, III, p. 400. from the 16th to the 18th century», Third International Conference of
° Sobre este proceso véase Vernadsky, Russia at the dawn of the Economic History, p. 461.
Modern Age, pp. 196-200. El libro de Vernadsky incluye, bajo el epígrafe 16
B. Boswell, «Poland», en A. Goodwin, comp., The European nobility
de «Rusia occidental», uno de los más completos análisis disponibles sobre in the 18th century, pp. 167-8.
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resultados. Políticamente, sin embargo, es difícil d e j a r de sos- el precedente sobre los contratos personales, con obligaciones
p e c h a r q u e la t e m p r a n a y a b u n d a n t e f o r t u n a de la szlachta pa- específicas y vinculantes, que debían f i r m a r los reyes polacos
ralizara en cierto m o d o su capacidad p a r a la centralización en el m o m e n t o de su subida al trono. Los articuli Henriciani
constructiva en u n a época posterior. Polonia, infernus rustico- volvían a c o n f i r m a r expresamente el carácter n o h e r e d i t a r i o de
rum p a r a el campesinado, ofrecía u n a aurea libertas a la no- la m o n a r q u í a . El propio m o n a r c a q u e d a b a p r i v a d o de t o d o po-
bleza: en este p a r a í s o de los propietarios, nadie sentía la der sustancial en el gobierno del reino. No podía despedir a los
necesidad imperiosa de u n E s t a d o f u e r t e . El paso de Polonia funcionarios civiles o militares de su administración, ni am-
relativamente indemne p o r la gran crisis económica y demográ- pliar el minúsculo ejército —3.000 h o m b r e s — que tenía a su
fica del feudalismo europeo en el ocaso de la Edad Media —de disposición. El consentimiento de la Sejm, que a p a r t i r de
la que salió menos d a ñ a d a q u e los o t r o s países de la región—, ahora tenía que reunirse cada dos años, era necesario p a r a toda
seguido del m a n á comercial de los albores de la época moder- decisión política o fiscal de importancia. El incumplimiento
na, p r e p a r ó quizá la f u t u r a desintegración política. Además, y de estas limitaciones legalizaba la rebelión c o n t r a el monar-
desde el p u n t o de vista estratégico, la m a n c o m u n i d a d polaca ca 17. En o t r a s palabras, excepto en el n o m b r e , Polonia se con-
del siglo xvi n o se e n f r e n t ó a ninguna amenaza militar impor- virtió en u n a república nobiliaria, con u n rey p u r a m e n t e deco-
tante. Alemania estaba a t r a p a d a en la lucha i n t e r n a de la Re- rativo. Ninguna dinastía polaca h a b r í a de presidir el reino
f o r m a . Suecia era todavía u n a potencia menor. Rusia se exten- n u n c a más: la clase t e r r a t e n i e n t e p r e f i r i ó de f o r m a deliberada
día m á s hacia el Volga y el Neva que hacia el Dnieper; el soberanos franceses, húngaros, suecos y sajones, p a r a garanti-
desarrollo del E s t a d o moscovita, a u n q u e ya empezaba a apa- zar la debilidad del E s t a d o central. La dinastía de los Jagellón
recer formidable, todavía era tosco y de precaria estabilidad. había gozado de grandes propiedades h e r e d i t a r i a s en sus tie-
E n el sur, el p e s o de la presión t u r c a se dirigía c o n t r a las r r a s de Lituania, p e r o los reyes e x t r a n j e r o s que se sucedieron
f r o n t e r a s de los H a b s b u r g o en Hungría y Austria, m i e n t r a s que en Polonia n o tenían d e n t r o del país esa base económica en la
Moldavia —un débil E s t a d o vasallo del sistema o t o m a n o — que sostenerse. A p a r t i r de entonces, los ingresos y t r o p a s a
servía como a m o r t i g u a d o r de Polonia. Las irregulares corre- disposición de los grandes m a g n a t e s serían a m e n u d o tan am-
rías t á r t a r a s procedentes de Crimea, a u n q u e destructivas, e r a n plios como los del propio monarca. Y a u n q u e en ocasiones fue-
u n p r o b l e m a localizado en el sudeste. No existía, pues, nece- sen elegidos victoriosos príncipes-soldados —Báthory, Sobies-
sidad u r g e n t e de u n E s t a d o m o n á r q u i c o centralizado que cons- ki—, la m o n a r q u í a n o r e c u p e r a r í a n u n c a más u n p o d e r perma-
t r u y e r a u n a gran m á q u i n a militar c o n t r a los enemigos exte- nente o sustancial. Por d e b a j o de las vicisitudes dinásticas y
riores. Las grandes dimensiones de Polonia y el valor tradicio- de la heterogeneidad étnica de la unión polacolituana, quizá
nal de la szlachta como caballería pesada feudal parecían haya t a m b i é n u n a tradición política m á s antigua que explique
garantizar la seguridad geográfica de la clase poseedora. este anómalo resultado. Polonia n o había p a r t i c i p a d o ni en la
Así pues, y precisamente en la época en que el absolutismo herencia imperial del reino de Bizancio ni en la del carolingio;
avanzaba en toda E u r o p a , los poderes de la m o n a r q u í a polaca su nobleza no había e x p e r i m e n t a d o u n a integración originaria
f u e r o n drástica y definitivamente reducidos p o r la aristocracia. en u n sistema político m o n á r q u i c o c o m p a r a b l e al de la Rusia
En 1572 se extingue la dinastía de los Jagellón con la m u e r t e de Kiev o al de la Alemania medieval. La genealogía de clanes de
de Segismundo Augusto, que deja el t r o n o vacante. A continua- la szlachta era un símbolo de la distancia que la s e p a r a b a
ción, la dignidad real salió a s u b a s t a internacional. En 1573 se de a m b a s . El Renacimiento polaco n o presenció, p o r tanto, el
reunieron en las llanuras de Varsovia 40.000 nobles en u n a
asamblea viritim, y eligieron p a r a el trono a E n r i q u e de Anjou.
El príncipe francés, que e r a u n e x t r a n j e r o sin ningún vínculo
" Sobre los Articuli Henriciani y los Pacta Conventa, véase F. Nowak,
con el país, se vio obligado a f i r m a r los f a m o s o s articuli Hen- «The interregna and Stephen Batory», The Cambridge History of Poland,
riciani, que a p a r t i r de entonces f u e r o n la carta constitucional i, pp. 372-o. El mejor estudio general del sistema constitucional polaco
de la m a n c o m u n i d a d polaca. Además, u n dispositivo específico, tal como surge en esta época puede encontrarse en Skwarczynski, «The
o Pacta Conventa e n t r e la m o n a r q u í a y la nobleza, establecía Constitution of Poland before the partitions», The Cambridge History of
Poland, II, pp. 49-67.
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culto autocrático de u n a m o n a r q u í a Tudor, Valois o Habsbur- laca. Por u n a parte, Polonia n o había podido a c a b a r con la
go, sino el florecimiento de u n a m a n c o m u n i d a d aristocrática. soberanía g e r m a n a en la Prusia oriental. Las victorias de los
La fase final del siglo xvi no dejó traslucir las crisis q u e se Jagellón sobre la Orden Teutónica en el siglo xv habían redu-
aproximaban. A los Pacta Conventa de 1573 les sucedió tres cido a los caballeros alemanes a la condición de vasallos de la
años después — t r a s la salida de E n r i q u e p a r a Francia— la elec- m o n a r q u í a polaca. A principios del siglo xvi, la secularización
ción del príncipe transilvano E s t e b a n Báthory como rey de de la Orden por su Gran Maestre f u e a c e p t a d a a cambio del
Polonia. Báthory, general magiar capaz y experimentado, con- m a n t e n i m i e n t o del señorío polaco sobre lo que a h o r a era Pru-
t r o l a b a u n tesoro y u n e j é r c i t o personal procedentes de su sia ducal. En 1563, Segismundo Augusto —último soberano Ja-
cercano principado, cuya economía relativamente p r ó s p e r a y gellón— aceptó la coinfeudación del d u c a d o p o r el m a r g r a v a d o
u r b a n a le p r o p o r c i o n a b a t r o p a s profesionales y recursos inde- de B r a n d e m b u r g o a cambio de algunas v e n t a j a s diplomáticas
pendientes. Su a u t o r i d a d política en Polonia estaba, pues, po- transitorias. Quince años después, Báthory vendió el protecto-
d e r o s a m e n t e fortalecida p o r su base territorial al o t r o lado rado sobre el ducado de Prusia oriental al elector de Brandem-
del Tatra. Como soberano católico promovió la C o n t r a r r e f o r m a burgo a cambio de dinero p a r a costear la guerra con Rusia.
en Polonia con discreción, evitando las provocaciones religio- Finalmente, en 1618, la m o n a r q u í a polaca p e r m i t i ó la unifica-
sas a aquellos sectores de la nobleza que se habían p a s a d o al ción dinástica de la Prusia oriental con B r a n d e m b u r g o b a j o la
p r o t e s t a n t i s m o . Su r e i n a d o estuvo ejemplificado, sobre todo, soberanía común de los Hohenzollern. Así, p o r u n a serie de
p o r la victoria militar contra Rusia en las guerras del Báltico. concesiones legales q u e h a b r í a n de c u l m i n a r con la renuncia
T o m a n d o las a r m a s contra Iván IV en 1578 con u n e j é r c i t o completa a la soberanía polaca, el ducado f u e e n t r e g a d o a los
combinado de caballería polaca, i n f a n t e r í a transilvana y cosa- Hohenzollern. El disparate estratégico de este proceso se h a r í a
cos ucranianos, Báthory conquistó Livonia y a r r o j ó a las fuer- evidente enseguida. Al no ser capaz de asegurarse e integrar a
zas r u s a s m á s allá de Polotsk. A su m u e r t e , en 1586, la prima- la Prusia oriental, Polonia p e r d i ó la posibilidad de controlar
cía de Polonia en E u r o p a oriental n u n c a había p a r e c i d o mayor. el litoral báltico y n u n c a p u d o convertirse en u n a potencia
La szlachta eligió después p a r a el t r o n o a u n sueco, Segismun- marítima. La carencia de u n a flota iba así a hacer a Polonia
do Vasa, en cuyo reinado el expansionismo polaco pareció al- fácilmente vulnerable a las invasiones anfibias procedentes del
canzar su apogeo. Explotando los t u m u l t o s sociales y políticos norte. Las razones de esta inercia deben buscarse, sin d u d a
de Rusia d u r a n t e el período de t r a s t o r n o s , Polonia p a t r o c i n ó alguna, en el carácter de su nobleza. El dominio de las costas
en 1605-6 el breve r e i n a d o del Falso Demetrio, u n u s u r p a d o r y la construcción de u n a a r m a d a exigían u n a poderosa máqui-
que se m a n t u v o en su capital gracias a los soldados polacos. na estatal, capaz de expulsar a los j u n k e r s de la Prusia oriental
Después, en 1610, las fuerzas polacas al m a n d o del hetmán Zol- y de movilizar las inversiones públicas necesarias p a r a fortifi-
kiewski t o m a r o n de nuevo Moscú e instalaron como zar a Vla- caciones, astilleros y establecimientos p o r t u a r i o s . El E s t a d o
dislao, h i j o de Segismundo. La reacción p o p u l a r r u s a y las ruso de Pedro p u d o h a c e r e s t o tan p r o n t o como alcanzó el
c o n t r a m a n i o b r a s suecas obligaron a la guarnición polaca a aban- Báltico. La szlachta polaca n o estaba interesada en ello. Se
d o n a r Moscú en 1612, y el título de zar pasó al a ñ o siguiente a daba p o r satisfecha con la solución tradicional de t r a n s p o r t e
la dinastía Románov. A p e s a r de todo, la intervención polaca del grano a través de Danzig en barcos holandeses o germanos.
d u r a n t e el p e r í o d o de t r a s t o r n o s se saldó con i m p o r t a n t e s ga- El control real sobre la política comercial de Danzig se aban-
nancias territoriales en la Tregua de Deulino en 1618, p o r la donó en la década de 1570; los escasos p u e r t o s construidos p a r a
q u e Polonia se anexionó u n amplio c i n t u r ó n de la Rusia Blan- u n a p e q u e ñ a m a r i n a f u e r o n olvidados en la de 1640 18. La no-
ca. La Rzeczpospolita alcanzó en estos años sus mayores fron- bleza era indiferente al destino del Báltico. Su expansión iba
teras. a a d o p t a r u n a f o r m a d i a m e t r a l m e n t e distinta, en dirección
sudeste, hacia las regiones fronterizas de Ucrania. Aquí era po-
Sin embargo, este E s t a d o polaco adolecía de dos fatales de-
bilidades geopolíticas, pese a que el valor de la nobleza húsarja
no tenía parangón en la guerra de caballería. Ambas e r a n sín- " H. Jablonowski, «Poland-Lithuania, 1609-1648», The New Cambridge
t o m a s del individualismo m o n á d i c o de la clase d o m i n a n t e po- Modern History of Europe, iv, Cambridge, 1970, pp. 600-1.
294 Europa oriental
Polonia 295
sible y rentable la penetración y la colonización privadas; no
hizo m á s difícil todavía conseguir u n sistema fiscal eficaz.
había ningún sistema estatal q u e p u d i e r a i m p e d i r su avance,
En la década de 1640, los sejmiki obtuvieron u n a m a y o r auto-
y n o se necesitaban innovaciones económicas p a r a crear nuevos
nomía financiera y militar en sus propias localidades. Mien-
latifundios con las tierras excepcionalmente fértiles situadas a
tras tanto, la revolución c o n t e m p o r á n e a de las técnicas mili-
a m b o s lados del Dnieper. Así pues, a principios del siglo X V I I
tares tenía lugar al margen de la szlachta: su habilidad como
los terratenientes polacos se extendieron en p r o f u n d i d a d , m á s
clase caballeresca se volvía cada vez m á s anacrónica en u n a s
allá de Volinia y Podolia h a s t a Ucrania oriental. El someti-
batallas decididas a h o r a p o r u n a infantería e n t r e n a d a y p o r
m i e n t o a s e r v i d u m b r e del c a m p e s i n a d o local ruteno, exacerba-
una artillería móvil. El e j é r c i t o central de la m a n c o m u n i d a d
d o p o r los conflictos religiosos e n t r e las Iglesias católica y or-
solamente tenía u n o s 4.000 h o m b r e s a mediados de siglo, y es-
todoxa y complicado p o r la t u r b u l e n t a pi-esencia de los núcleos
taba f u e r a del control real p o r el m a n d o independiente q u e
cosacos, convirtió a esta zona salvaje en u n constante proble-
sobre él ejercían los hetmans vitalicios, m i e n t r a s que los mag-
m a de seguridad. Aunque e c o n ó m i c a m e n t e era la proyección
nates fronterizos m a n t e n í a n ejércitos privados de dimensiones
m á s rentable de la m a n c o m u n i d a d , social y políticamente ésta
semejantes 2 0 . En la década de 1620, la rápida conquista sueca
era la región m á s explosiva del E s t a d o nobiliario. La nueva
de Livonia, su dominio del litoral de Prusia oriental y la ex-
orientación de la szlachta, alejándose del Báltico p a r a dirigir-
torsión de f u e r t e s p e a j e s en el Báltico habían revelado ya la
se hacia el m a r Negro, h a b r í a de ser doblemente desastrosa
vulnerabilidad de las defensas polacas en el norte, m i e n t r a s en
p a r a Polonia. Sus consecuencias ú l t i m a s serían la revolución
el sur las repetidas rebeliones cosacas de la década de 1630
u c r a n i a n a y el diluvio sueco.
fueron pacificadas con dificultad. La escena estaba ya prepara-
En los p r i m e r o s años del siglo X V I I ya eran visibles d e n t r o da p a r a la espectacular descomposición del país d u r a n t e el rei-
de Polonia algunos signos inquietantes de la incipiente crisis. n a d o del último rey Vasa, J u a n Casimiro.
Al doblar el siglo comenzaron a sentirse los límites de la eco- En 1648, los cosacos ucranianos se rebelaron b a j o la direc-
nomía agraria tradicional de la zona central, q u e h a b í a n pro- ción de Jmelnitski, y a su paso se extendió u n a jacquerie cam-
porcionado la base productiva del p o d e r í o polaco en el exterior. pesina c o n t r a la clase t e r r a t e n i e n t e polaca. En 1654, los diri-
El desarrollo de los señoríos n o venía a c o m p a ñ a d o p o r ningu- gentes cosacos, p o r el t r a t a d o de Pereyaslavl, se p a s a r o n al
n a m e j o r a real de la productividad: la extensión cultivable ha- Estado ruso enemigo, llevando consigo grandes zonas del sud-
bía a u m e n t a d o m i e n t r a s las técnicas p e r m a n e c í a n estacionarias. este. Los ejércitos rusos se dirigieron hacia el oeste, c a p t u r a n d o
Además, a h o r a se hicieron evidentes los costos de la desorde- Minsk y Vilna. En 1655, Suecia lanzó u n asolador a t a q u e en
n a d a extensión del cultivo señorial a expensas de las propieda- f o r m a de tenaza a través de Pomerania y Curlandia; Brandem-
des campesinas. Los síntomas de a g o t a m i e n t o r u r a l se hicieron b u r g o se alió con ella p a r a realizar u n a invasión c o n j u n t a . Var-
presentes antes incluso de que comenzara a b a j a r el precio del sovia y Cracovia cayeron r á p i d a m e n t e ante los ejércitos sueco
grano con la depresión europea que se extendió l e n t a m e n t e a y prusiano, m i e n t r a s los magnates lituanos se a p r e s u r a b a n a
p a r t i r de la década de 1620. La producción comenzó a caer y, desertar p a r a unirse a Carlos X y J u a n Casimiro huía a buscar
lo que era m á s grave, las cosechas a declinar 1 9 . Al m i s m o tiem- refugio en Austria. La ocupación sueca de Polonia levantó u n a
po, la cohesión política del E s t a d o q u e d ó gravemente debilita- feroz resistencia local de la szlachta. A continuación se p r o d u j o
da p o r las nuevas derogaciones a p r o b a d a s p o r la a u t o r i d a d cen- la intervención internacional p a r a b l o q u e a r el engrandecimien-
tral, débilmente m a n t e n i d a p o r la m o n a r q u í a . En 1607-8, u n to del imperio sueco: las flotas holandesas cubrieron Danzig,
serio levantamiento de la nobleza —la rebelión de Zebrzydow- la diplomacia austríaca ayudó al rey fugitivo, los ejércitos ru-
ski— obligó al rey a a b a n d o n a r sus planes de r e f o r m a del po- sos asaltaron Livonia e Ingria y, finalmente, D i n a m a r c a atacó
d e r m o n á r q u i c o . A p a r t i r de 1613, la Sejm nacional devolvió la r e t a g u a r d i a sueca. El resultado f u e limpiar a Polonia de
las tasaciones de impuestos a los sejmiki locales, con lo que ejércitos suecos en 1660, después de u n a i n m e n s a destrucción.

20
" Jerzy Topolski, «La régression economique en Pologne du x v r au Tazbir, History of Poland, p. 224. Naturalmente, se suponía que una
leva general de la nobleza proporcionaría, en teoría, la fuerza principal
xvm* siécle», Acta Poloniae Histórica, vil, 1962, pp. 28-49.
Para las guerras exteriores.
284 Europa oriental Polonia 249

La guerra con Rusia se prolongó d u r a n t e otros siete años. Cuan- y del diluvio sueco hizo saltar la frágil u n i d a d de la mancomu-
d o la paz volvió de nuevo a la m a n c o m u n i d a d polaca en 1667, nidad polaca. La gran línea divisoria en la historia y la pros-
t r a s casi veinte años de luchas, se habían p e r d i d o Ucrania orien- peridad de la clase noble n o la unió p a r a la tarea de la creación
tal con Kiev, la extensa zona fronteriza c e n t r a d a en t o r n o a de u n E s t a d o central q u e p u d i e r a resistir nuevos a t a q u e s exte-
S m o l e n s k o y todas las pretensiones residuales sobre Prusia riores, sino que, p o r el contrario, la h u n d i ó en u n a suicida fuite
oriental; en la década siguiente, T u r q u í a t o m ó Podolia. Las en avant. A p a r t i r de la m i t a d del siglo x v n la lógica a n á r q u i c a
p é r d i d a s geográficas ascendieron a u n q u i n t o del t e r r i t o r i o po- del sistema político polaco alcanzó u n a especie de paroxismo
laco. Pero los efectos económicos, sociales y políticos de estos institucional con la n o r m a de la u n a n i m i d a d p a r l a m e n t a r i a , el
años desastrosos f u e r o n m u c h o m á s graves. Los ejércitos sue- famoso liberum veto21. Desde ese m o m e n t o , u n simple voto
cos q u e habían b a r r i d o el país lo d e j a r o n desolado y despobla- negativo podía disolver la Sejm y paralizar al Estado. El libe-
do de u n o a o t r o confín: el rico valle del Vístula s u f r i ó los rum veto se ejerció p o r vez p r i m e r a p o r u n d i p u t a d o a la Sejm
peores daños. E n t r e 1650 y 1675, Polonia perdió u n tercio de en 1652; a p a r t i r de entonces, su u s o a u m e n t ó r á p i d a m e n t e y
su población, y e n t r e 1618 y 1691 la exportación de cereales se extendió al nivel m á s b a j o de los sejmiki provinciales, de
p o r Danzig b a j ó en m á s de u n 80 p o r 100 21 . La producción ce- los que a h o r a existían m á s de setenta. La clase terrateniente,
realista se h u n d i ó en m u c h a s regiones a causa de la devasta- que desde hacía t i e m p o había h e c h o p r á c t i c a m e n t e i m p o t e n t e
ción y de la decadencia demográfica; las cosechas n u n c a se re- al ejecutivo, p a s a b a a h o r a a neutralizar t a m b i é n al legislativo.
c o b r a r o n . Se p r o d u j o u n a contracción del área cultivada y bue- El eclipse de la a u t o r i d a d m o n á r q u i c a se complementó con la
n a p a r t e de la szlachta se arruinó. La crisis económica que desintegración del gobierno representativo. En la práctica, el
siguió a la guerra aceleró la concentración de la tierra, en u n a caos sólo p u d o evitarse p o r el auge, d e n t r o de la m i s m a nobleza,
situación en la que sólo los grandes m a g n a t e s disponían de los re- del dominio de los grandes m a g n a t e s del este, cuyo vastos lati-
cursos necesarios p a r a reorganizar la p r o d u c c i ó n y m u c h a s pro- fundios, cultivados p o r siervos r u t e n o s y de la Rusia Blanca, les
piedades pequeñas tuvieron q u e ser p u e s t a s en venta. Las exac- daban el p r e d o m i n i o sobre los m á s pequeños propietarios de la
ciones serviles se intensificaron en m e d i o de u n nuevo estanca- Polonia central y occidental. Un sistema de patronazgo p r o d u j o
m i e n t o económico; la depreciación de la m o n e d a y la depresión así u n m a r c o organizado p a r a la clase szlachta, a u n q u e las riva-
de los salarios m a r c h i t a r o n la vida de las ciudades. lidades e n t r e las grandes familias —los Czartoryski, Sapieha, Po-
Culturalmente, la szlachta se vengó de u n a historia q u e tan- tocki, Radziwill y otros— d e s g a r r a b a n c o n s t a n t e m e n t e la uni-
t o la había d e f r a u d a d o a d o p t a n d o u n a m i t o m a n í a m ó r b i d a : dad de la nobleza, p o r q u e al m i s m o t i e m p o eran ellos quienes
u n s o r p r e n d e n t e culto a los imaginarios antepasados «sárma- u s a b a n con más frecuencia el liberum veto23. El reverso cons-
tas» de la era p r e f e u d a l se combinó con u n a fanática Con- titucional del «veto» era la «confederación», u n dispositivo le-
t r a r r e f o r m a provinciana en u n país en el que la civilización gal q u e p e r m i t í a a las facciones de la aristocracia p r o c l a m a r s e
u r b a n a había desaparecido casi p o r completo. La ideología seu- en e s t a d o de insurrección a r m a d a c o n t r a el gobierno 2 4 . Iróni-
doatávica del s a r m a t i s m o n o era u n a simple aberración: re- camente, el voto m a y o r i t a r i o y la disciplina militar e s t a b a n le-
f l e j a b a el estado de toda la clase, que e n c o n t r a b a su expresión
más intensa en el específico t e r r e n o constitucional. P o r q u e po- 22
El estudio clásico de esta singular institución es L. Konopczynski,
líticamente, el i m p a c t o c o m b i n a d o de la revolución u c r a n i a n a Le liberum veto, París, 1930. Konopczynski sólo pudo encontrar una ins-
titución paralela: el derecho formal de disentimiento en Aragón. Pero,
en la práctica, el veto aragonés era relativamente inocuo.
21
Henry Willetts, «Poland and the evolution of Russia», en Trevor- * El diputado Sicinski, que inauguró el uso del veto en 1652, era un
Roper, comp., The age of expansión, p. "55. Una descripción detallada instrumento de Boguslaw Radziwill. Un análisis estadístico del ejercicio
de los estragos causados por el «diluv' j sueco» en una región, Mazovia, del liberum veto durante los cien años siguientes, que demuestra su pro-
puede verse en I. Gieysztorowa «Cuerre et régression en Mazovie aux nunciado carácter regional (el 80 por 100 de los diputados que lo ejer-
xvi 1 et XVII* siécles», Annales ESC, octubre-noviembre de 1958, pp. 651-68, cieron eran originarios de Lituania o de la Pequeña Polonia), véase Ko-
que muestra también la decadencia económica que había comenzado an- nopczynski, Le liberum veto, pp. 217-8. Entre los magnates, la familia
tes de la guerra, a partir de principios del siglo xvn. Entre 1578 y 1661 Potocki fue la que más utilizó el veto.
24
la población de Mazovia descendió de 638.000 a 305.000 habitantes, esto Sobre el mecanismo de la «confederación» véase Skwarczynski, «The
es, en un 52 por 100. Constitution of Poland before the partitions», p. 60.
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galmente prescritos p a r a las confederaciones rebeldes, mientras sueca. E s t a acción precipitó la gran guerra del n o r t e en 1700.
que la Sejm unitaria estaba inmovilizada c o n s t a n t e m e n t e por La Sejm desaprobó enérgicamente los planes privados del rey,
la intriga política y el voto u n á n i m e . La t r i u n f a n t e rebelión pero el c o n t r a a t a q u e sueco c o n t r a las fuerzas sajonas, en 1701-2,
nobiliaria dirigida p o r el gran mariscal Lubomirski, q u e im- sumergió al país en el vórtice de la guerra. Después de luchas
pidió la elección vívente rege de u n sucesor p a r a J u a n Casimiro muy destructivas, Carlos X I I venció a Polonia, depuso a
en 1665-6 y precipitó la abdicación del rey, presagiaba la pauta Augusto II e instaló a u n p r e t e n d i e n t e nativo, Estanislao Lesz-
f u t u r a de la actuación política de los magnates. En la e r a de czynski. C o n f r o n t a d a con la ocupación, la nobleza se dividió
Luis XIV y de P e d r o I nacía a orillas del Vístula la negación una vez más: los grandes magnates del este o p t a r o n p o r Sue-
radical y total del absolutismo. cia (como en 1655), m i e n t r a s q u e la m a s a de propietarios m á s
Polonia era todavía el segundo país m á s grande de Europa. pequeños del oeste se unió con reticencias a la alianza ruso-
En las últimas décadas del siglo X V I I , el rey soldado J u a n So- sajona. La d e r r o t a de Carlos X I I en Poltava restableció a Au-
bieski restableció en p a r t e su posición exterior Llevado al po- gusto II en Polonia. Pero c u a n d o en 1713-14 el rey s a j ó n intentó
d e r p o r el peligro de nuevos a t a q u e s turcos a Podolia, Sobieski reintroducir su e j é r c i t o y a u m e n t a r el p o d e r real, se f o r m ó
se las arregló p a r a a u m e n t a r el e j é r c i t o central h a s t a 12.000 i n m e d i a t a m e n t e u n a confederación rebelde y la intervención
h o m b r e s y p a r a modernizarlo p o r m e d i o de la introducción de militar r u s a i m p u s o a Augusto II el t r a t a d o de Varsovia en
u n i d a d e s de dragones de infantería. Las fuerzas polacas jugaron 1717. Al dictado de u n enviado ruso, el e j é r c i t o polaco q u e d ó
el papel principal en la liberación de Viena en 1683, y los avances f i j a d o en 24.000 h o m b r e s , las t r o p a s s a j o n a s se limitaron a 1.200
o t o m a n o s en la región del Dniester f u e r o n detenidos. Pero los be- guardias personales del rey y los funcionarios germanos de la
neficios principales de esta última movilización t r i u n f a n t e de la administración f u e r o n r e p a t r i a d o s 26.
szlachta f u e r o n recogidos p o r el e m p e r a d o r Habsburgo; la ayuda La gran guerra del n o r t e f u e u n segundo diluvio. La dureza
polaca c o n t r a T u r q u í a p e r m i t i ó la expansión rápida del absolu- de la ocupación sueca y la desolación provocada p o r las suce-
tismo a u s t r í a c o hacia los Balcanes. En el interior, la reputación sivas c a m p a ñ a s de los ejércitos escandinavos, g e r m a n o s y ru-
internacional de Sobieski le sirvió de poco. Todos sus proyectos sos sobre el suelo polaco c a u s a r o n pérdidas enormes. La po-
p a r a i n s t a u r a r u n a m o n a r q u í a hereditaria f u e r o n bloqueados; blación de Polonia, d a ñ a d a p o r la g u e r r a y las e n f e r m e d a d e s ,
el liberum veto se hizo cada vez más f r e c u e n t e en la Sejm. En descendió h a s t a seis millones de habitantes. Las exacciones
Lituania, donde el clan Sapieha ejercía vastos poderes, la au- económicas de las tres potencias que se d i s p u t a r o n el control
t o r i d a d real dejó p r á c t i c a m e n t e de existir. En 1696, la nobleza del país —unos 60 millones de táleros en total— supusieron
rechazó a su h i j o como sucesor. Una elección d i s p u t a d a termi- hasta tres veces los ingresos públicos totales de Polonia duran-
n ó con la instalación de o t r o príncipe expatriado, Augusto II te el conflicto 2 7 . Y más grave todavía, Polonia f u e p o r vez pri-
de Sajonia, apoyado p o r Rusia. El nuevo s o b e r a n o Wettin in- m e r a o b j e t o pasivo de u n a lucha internacional que se libraba
tentó utilizar los recursos industriales y militares de Sajonia en su territorio. La pasividad política de la szlachta en la con-
p a r a establecer u n E s t a d o m o n á r q u i c o m á s convencional, con tienda triangular e n t r e Carlos XII, P e d r o I y Augusto II sólo
u n p r o g r a m a económico m á s sólido. Se p r o g r a m ó u n a compa- se r o m p i ó con su hosca resistencia a cualquier m o v i m i e n t o q u e
ñía comercial polacosajona p a r a el Báltico y se renovaron las pudiera r e f o r z a r el p o d e r real en Polonia y, con él, la capacidad
construcciones portuarias, m i e n t r a s las t r o p a s de los Wettin defensiva polaca. Augusto II, cuya base en S a j o n i a era m á s
desplazaban a las de Lituania 2 5 . La szlachta reaccionó inmedia- rica y más avanzada de lo que había sido Transilvania, f u e in-
t a m e n t e : en 1699 se impusieron a Augusto II unos pacta con- capaz de repetir, u n siglo después, la experiencia de Báthory.
venta que estipulaban la expulsión de su e j é r c i t o g e r m a n o del
país. Augusto, de acuerdo con Pedro I, se movió entonces ha- * En realidad, aunque el tratado de Varsovia permitía 24.000 soldados,
sólo llegaron a reunirse unos 12.000; como el volumen del ejército central
cia el norte, a lo largo de la f r o n t e r a , p a r a a t a c a r a la Livonia antes de la guerra había sido de 18.000, el resultado fue una nueva reduc-
ción de la potencia militar polaca; E. Rostworowski, History of Poland,
23
Una nueva evaluación de los primeros planes sajones en Polonia Páginas 281-2, 289.
puede verse en J. Gierowski y A. Kaminski, «The eclipse of Poland», The ° Gierowski y Kaminski, «The eclipse of Poland», pp. 704-5. En 1650,
New Cambridge Modern History of Europe, vi, pp. 687-8. la población de Polonia era de unos 10 millones de habitantes.
300 284 Europa oriental 249
Polonia
Con tal de f r u s t r a r la realización efectiva de la unión polaco- En 1764, Poniatowski — a m a n t e polaco de Catalina II y li-
sajona, la nobleza estuvo dispuesta a aceptar el p r o t e c t o r a d o
gado a la camarilla de los Czartoryski— se convirtió en el nue-
ruso. La invitación a San P e t e r s b u r g o p a r a que invadiera el
vo monarca, n o m b r a d o p o r los rusos. El p e r m i s o inicial de San
país en 1717 inauguró u n a época de creciente sumisión a las
Petersburgo p a r a q u e procediera a algunas r e f o r m a s centralis-
m a n i o b r a s zaristas en la E u r o p a oriental.
tas f u e revocado en seguida b a j o el p r e t e x t o de la supresión
En 1733 se disputó u n a vez m á s la elección p a r a el trono. (defendida p o r los Czartoryski) de los derechos de los súbditos
Francia intentó asegurar la c a n d i d a t u r a de Leszczynski, p o r ser
protestantes y ortodoxos en Polonia. Las t r o p a s rusas inter-
nativo de Polonia y aliado de París. Rusia, apoyada p o r Prusia
vinieron en 1767, provocando al fin u n a reacción de la nobleza
y Austria, optó p o r u n a sucesión sajona, p o r ser la alternativa
contra el dominio e x t r a n j e r o , p e r o n o b a j o la b a n d e r a de la
m á s débil. A p e s a r de la elección legítima de Leszczynski, las
r e f o r m a política, sino de la intolerancia religiosa. La Confede-
bayonetas e x t r a n j e r a s impusieron a su debido t i e m p o a Augus-
ración de B a r se rebeló en 1768 c o n t r a Poniatowski y c o n t r a
t o I I I . El nuevo soberano, q u e a diferencia de su p a d r e f u e un
Rusia en n o m b r e del exclusivismo católico. Los campesinos
m o n a r c a absentista q u e residió en Dresde, n o hizo ninguna ten-
tativa de r e f o r m a r el sistema político de Polonia. Varsovia dejó ucranianos aprovecharon la o p o r t u n i d a d p a r a rebelarse c o n t r a
de ser u n a capital a medida que el país se convertía en un sus señores polacos, m i e n t r a s Francia y T u r q u í a enviaban ayu-
i n m e n s o r e m a n s o provinciano, atrevesado de vez en c u a n d o p o r da a los soldados de la Confederación. Después de c u a t r o años
los ejércitos vecinos. Los ministros s a j o n e s distribuían sinecu- de guerra, la Confederación f u e aplastada p o r los ejércitos
ras en el E s t a d o y la Iglesia, m i e n t r a s las facciones de los zaristas. El embrollo diplomático de Rusia con Prusia y Aus-
magnates p r o d i g a b a n el veto en la Sejm según la voluntad o tria en t o r n o a este a s u n t o dio c o m o resultado el p r i m e r re-
los sobornos de las potencias e x t r a n j e r a s rivales: Rusia, Aus- p a r t o de Polonia en 1772, u n plan que sirvió p a r a reconciliar
tria, Prusia, Francia 2 8 . La szlachta, que d u r a n t e el apogeo de a las tres cortes. La m o n a r q u í a H a b s b u r g o t o m ó Galitzia; la
la R e f o r m a y la C o n t r a r r e f o r m a había m a n t e n i d o u n o s niveles m o n a r q u í a Románov se a d u e ñ ó de la m a y o r p a r t e de la Rusia
de tolerancia insólitos en E u r o p a , cayó ahora, en la época de la Blanca; la m o n a r q u í a Hohenzollern adquirió Prusia occidental
Ilustración, en u n olvidado f a n a t i s m o católico: la fiebre perse- y, con ella, el regalo del control total del litoral sur del Báltico.
cutoria de la nobleza se convirtió en el m í s e r o s í n t o m a de su Polonia p e r d i ó el 30 p o r 100 de su t e r r i t o r i o y el 35 p o r 100 de
«patriotismo». Económicamente, h u b o u n a recuperación gradual su población. Físicamente, todavía era m á s grande que E s p a ñ a ,
a finales del siglo X V I I I . La población subió de nuevo a los pero los signos de su impotencia eran ya inconfundibles.
niveles anteriores al diluvio bélico y las exportaciones de ce- La impresión producida p o r el p r i m e r r e p a r t o creó d e n t r o
reales p o r Danzig se duplicaron en los c u a r e n t a años que si- de la nobleza u n a tardía mayoría p a r a revisar la e s t r u c t u r a del
guieron a la gran guerra del norte, a u n q u e todavía q u e d a r a n Estado. El crecimiento de u n a burguesía u r b a n a en Varsovia,
muy lejos de los niveles m á s altos del siglo anterior. La con- que cuadruplicó su t a m a ñ o d u r a n t e el r e i n a d o de Poniatowski,
centración de tierras y de siervos continuó p a r a beneficio de los contribuyó a secularizar la ideología de la clase terrateniente.
magnates En 1788-91 se consiguió el poco fidedigno consentimiento de
Prusia p a r a u n nuevo a c u e r d o constitucional: la Sejm votó en
" Tras la imposición inicial de Augusto III, todas las sesiones de la
sus últimas h o r a s la abolición del liberum veto y la supresión
Sejm, trece durante el reinado, fueron disueltas por el uso del libe- del derecho a f o r m a r confederaciones, el establecimiento de
rum veto. una m o n a r q u í a hereditaria, la creación de u n ejército de 100.000
' Los comentarios de Montesquieu sobre el país son bastante carac- h o m b r e s y la introducción de u n i m p u e s t o sobre la tierra y de
terísticos de la opinión ilustrada de la época: «Polonia [...] no tiene
prácticamente ninguna de esas cosas que nosotros llamamos bienes mue- un derecho al voto algo m á s amplio 3 0 . La respuesta de Rusia
bles del universo, excepto el trigo de sus campos. Unos pocos señores fue rápida y apropiada. En 1792, los soldados de Catalina II
poseen provincias enteras; estos señores exprimen a los campesinos para invadieron Polonia, t r a s u n a f a c h a d a de magnates lituanos, y
obtener una mayor cantidad de trigo que enviar al extranjero, con la
que se procuran los objetos de su lujo. Si Polonia no comerciara con
ninguna otra nación, su pueblo sería más feliz». De l'esprit des lois, M
Sobre la Constitución de 1791 véase R. F. Leslie, Polish politics and
París, 1961, II, p. 23 [El espíritu de las leyes, Madrid, Tecnos, 1972], 1
he revolution of november 1830, Londres, 1956, pp. 27-8.
249
284 Europa oriental Polonia

se llevó a cabo el segundo r e p a r t o . Polonia perdió en 1793 tres suministra u n a clarificación singular de p o r qué el absolutis-
quintas p a r t e s del t e r r i t o r i o que le q u e d a b a y q u e d ó reducida mo f u e la f o r m a n o r m a l y n a t u r a l del p o d e r de la clase noble
a u n a población de c u a t r o millones de habitantes. E s t a vez Ru- después del ú l t i m o período de la E d a d Media. Porque, en efec-
sia se llevó la p a r t e del león, anexionando todo el resto de to, u n a vez disuelta la cadena de soberanías mediatizadas q u e
Ucrania, m i e n t r a s Prusia absorbía Poznania. El final de la constituía el sistema político medieval, la nobleza n o tenía u n a
Rzeczpospolita llegó dos años después, en medio de u n a confu- fuente n a t u r a l de unificación. La aristocracia estaba dividida
sión y explosión apocalípticas de épocas y clases. En 1794 es- tradicionalmente en u n a j e r a r q u í a vertical de rangos que en-
talló u n a revolución nacional y liberal b a j o el m a n d o de Kos- traba en contradicción e s t r u c t u r a l con toda distribución hori-
ciuszko, veterano de la revolución a m e r i c a n a y c i u d a d a n o de zontal de la representatividad, que sería lo que caracterizara
la república francesa. El grueso de la nobleza se alistó en una más t a r d e a los sistemas políticos burgueses. Un principio ex-
causa que reivindicaba la emancipación de los siervos y convo- terno de unidad era, p o r tanto, necesario p a r a soldar a los di-
caba a las m a s a s plebeyas de la capital, mezclando corrientes ferentes sectores de la nobleza: la función del absolutismo
cruzadas de s a r m a t i s m o y jacobinismo en un d e s p e r t a r desespe- consistió, precisamente, en imponerle u n o r d e n f o r m a l rígido
r a d o y falso de la nobleza b a j o el impacto c o n j u n t o del absolutis- desde f u e r a . De ahí la posibilidad de los constantes conflictos
m o e x t r a n j e r o del este y la revolución burguesa del oeste. El radi- entre los soberanos absolutos y sus aristocracias, que, c o m o ya
calismo de la insurrección polaca de 1794 pronunció la sentencia hemos vi? f o, tuvieron lugar en toda E u r o p a . Esas tensiones se
de m u e r t e c o n t r a el E s t a d o de la szlachta. Las cortes legitimis- inscribían en la m i s m a naturaleza de la relación solidaria e n t r e
tas que la r o d e a b a n podían ver r e f l e j a d o a lo largo del Vístula ambas, ya que d e n t r o de la clase noble n o era posible u n a
el r e m o t o r e s p l a n d o r de los fuegos del Sena. Las ambiciones te- mediación i n m a n e n t e de intereses. El a b s o l u t i s m o sólo podía
rritoriales de los tres imperios vecinos adquirieron ahora la gobernar «para» la nobleza si se m a n t e n í a p o r «encima» de ella.
urgencia ideológica de u n a misión contrarrevolucionaria. Tras Sólo en Polonia !a s o r p r e n d e n t e m a g n i t u d de la szlachta y la
la d e r r o t a infligida p o r Kosciuszko a u n ataque p r u s i a n o sobre ausencia f o r m a l de títulos d e n t r o de ella p r o d u j e r o n d e n t r o
Varsovia, Suvorov f u e enviado con u n ejército r u s o p a r a liqui- de la nobleza la caricatura autodestructiva de u n sistema re-
d a r la rebelión. La d e r r o t a de ésta significó el fin de la inde- presentativo. La incompatibilidad de a m b o s quedó demostra-
pendencia polaca. En 1795, el país desapareció p o r completo a da de f o r m a curiosa p o r el liberum veto. Con u n sistema c o m o
consecuencia del t e r c e r r e p a r t o . ése n o había ninguna razón p a r a que ningún noble renunciara
a su soberanía: los sejmiki provinciales podían ser disueltos
Las razones internas que expliquen p o r qué u n a nobleza re- p o r un solo propietario, y la Sejm, p o r el delegado de u n solo
belde y levantisca como la que d o m i n ó Polonia f u e incapaz de sejmik. El clientelismo i n f o r m a l no podía s u m i n i s t r a r u n ade-
alcanzar u n absolutismo nacional q u e d a n todavía p o r diluci- cuado principio de unidad alternativo. La anarquía, la impo-
dar 3 1 . Aquí sólo se han p r o p u e s t o algunos elementos de expli- tencia y la anexión f u e r o n las consecuencias inevitables. Al fi-
cación. Pero el E s t a d o feudal que esa nobleza p r o d u j o nos nal, la república nobiliaria f u e a r r a s a d a p o r los absolutismos
vecinos. Pocos años antes de su fin, Montesquieu escribió el
31
Ciertamente, la tutela política extranjera fue aceptada con más pron- epitafio de esta experiencia: «Sin m o n a r q u í a , n o hay nobleza;
titud por la szlachta a causa de su relativa falta de integración en los sin nobleza, no hay monarquía.»
intereses económicos del conjunto de la nobleza. Por otra parte, también
está claro que la nobleza toleró la progresiva erosión de la independencia
nacional durante tanto tiempo en parte a causa de que previamente había
sido incapaz de crear su propio Estado centralizado. Si hubiera existido
algún tipo de absolutismo polaco, el reparto habría privado a un sector
fundamental de la nobleza de sus posiciones en la maquinaria de Estado
(tan importantes y tan rentables para el resto de las aristocracias eu-
ropeas) y se habría producido una reacción más temprana y más violenta
ante la perspectiva de la anexión. El cambio final de ánimo y objetivos
que subyace en la tardía tentativa de crear una monarquía reformada
en el siglo x v m necesita también una mejor comprensión para explicar
satisfactoriamente el historial de la szlachta.
5. AUSTRIA Austria 305

glo x v n mostró, a p e s a r de las apariencias, n o ser fácilmente


divisible, p o r q u e contenía u n a u n i f o r m i d a d social básica q u e
hacía compatibles e n t r e sí a sus distintas partes. En el conjun-
to de las tierras de los H a b s b u r g o p r e d o m i n a b a la agricultura
servil con diferentes f o r m a s y modelos. La gran mayoría de las
poblaciones campesinas d o m i n a d a s p o r la dinastía —checos,
eslovacos, húngaros, alemanes o austríacos— e s t a b a n a t a d o s a
la tierra, obligados a realizar prestaciones de t r a b a j o p a r a sus
El E s t a d o austríaco representa el reverso constitucional de la señores, y sometidos a la jurisdicción señorial. Los diversos
m a n c o m u n i d a d polaca, en el sentido de que se basa, de f o r m a campesinados de estas tierras n o constituían u n a masa r u r a l
más exclusiva y completa que cualquier o t r o E s t a d o europeo indiferenciada; las diferencias en su condición tenían u n a im-
en el principio dinástico como principio organizador. En lo que portancia considerable. Pero n o puede h a b e r d u d a sobre el
se refiere a la duración de su dominio, el linaje de los Habsbur- predominio de la sevidumbre en la totalidad del imperio aus-
go h a b r í a de t e n e r pocos iguales: Austria estuvo b a j o su man- tríaco c u a n d o éste t o m ó su p r i m e r a f o r m a d u r a d e r a en la
d a t o desde finales del siglo x i n h a s t a principios del xx, sin in- época de la C o n t r a r r e f o r m a . Taxonómicamente, p o r tanto, el
terrupción. Y, lo que es m á s significativo, la única unidad E s t a d o de los H a b s b u r g o debe clasificarse, en su configuración
política de las diversas tierras que e n t r a r í a n a f o r m a r p a r t e global, c o m o u n a b s o l u t i s m o del este. En la práctica, c o m o ve-
del imperio austríaco procedía de la identidad de la dinastía remos, sus insólitos rasgos administrativos n o lograron ocultar
reinante, situada p o r encima de ellas. El E s t a d o de los Habs- sus verdaderos orígenes.
b u r g o se m a n t u v o siempre, hasta u n grado insólito, c o m o u n a La familia H a b s b u r g o era originaria de la Alta Renania y
Hausmacht familiar, un c o n j u n t o v a r i a d o de herencias dinás- alcanzó su p r i m e r a notoriedad en 1273, c u a n d o el conde Rodol-
ticas sin u n d e n o m i n a d o r étnico o territorial común. La mo- fo de H a b s b u r g o f u e elegido e m p e r a d o r p o r los príncipes ger-
n a r q u í a alcanzó en este caso su dominio menos adulterado. Con manos, ansiosos de c e r r a r el paso al rey Premíslida de Bohemia,
todo, y p o r esta m i s m a razón, el absolutismo austríaco nunca Ottokar II, que se había anexionado lá m a y o r p a r t e de las
consiguió crear u n a e s t r u c t u r a estatal coherente y articulada, tierras austríacas del Este y era el principal aspirante a la dig-
comparable a las de sus rivales p r u s i a n o y ruso. E n cierta nidad imperial. Los dominios de los H a b s b u r g o estaban situa-
medida siempre representó u n a mezcla híbrida de f o r m a s «oc- dos en t o r n o al Rin, en tres áreas separadas: en Sundgau, al
cidentales» y «orientales» a causa de las divisiones políticas y oeste del río; en Breisgau, al este, y en Aargau, al sur, p a s a d a
territoriales de las tierras que lo constituían, situadas en la Basilea. Rodolfo I movilizó con éxito u n a coalición imperial
línea del Báltico al Adriático, en el c e n t r o geométrico de Euro- para a t a c a r a O t t o k a r II, que f u e d e r r o t a d o en Marchfeld cinco
pa. El caso a u s t r í a c o representa así, en algunos aspectos im- años después. De este modo, la familia H a b s b u r g o a d q u i r i ó el
p o r t a n t e s , la e n c r u c i j a d a de la tipología regional del absolutis- control de los ducados austríacos — m u c h o m á s extensos q u e
m o europeo. Su específica posición geográfica e histórica da sus territorios renanos—, a los q u e a p a r t i r de ese m o m e n t o
u n interés especial a la evolución del E s t a d o de los Habsburgo: transfirió su sede principal. Los objetivos estratégicos de la
«Europa central» p r o d u j o , como era lógico, u n absolutismo de dinastía eran dobles: conservar en sus m a n o s la sucesión im-
carácter f o r m a l m e n t e intermedio, cuya divergencia respecto a perial —con su nebuloso pero considerable p e s o político e ideo-
las n o r m a s estrictas del oeste y del este confirma y matiza su lógico d e n t r o de Alemania— y consolidar y a m p l i a r la base te-
polaridad. Las e s t r u c t u r a s heteróclitas del absolutismo austría- rritorial de su poder. Los ducados austríacos recién conquista-
co r e f l e j a n la naturaleza compleja de los territorios que domi- dos f o r m a b a n u n bloque sustancial de Erblande hereditaria y
n a b a y que n u n c a f u e capaz de integrar de f o r m a d u r a d e r a en convertían p o r vez p r i m e r a a los H a b s b u r g o en u n a fuerza im-
u n solo m a r c o político. Pero, al m i s m o tiempo, esta mezcla de p o r t a n t e d e n t r o del sistema político alemán. Pero estas tierras
rasgos n o impidió la existencia de u n aspecto f u n d a m e n t a l do- q u e d a b a n algo alejadas del centro del Reich; el camino n a t u r a l
minante. El imperio a u s t r í a c o que apareció a lo largo del si- p a r a el engrandecimiento consistía en ligar los nuevos bastió-
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nes austríacos con las viejas tierras r e n a n a s de la dinastía combinación victoriosa, a los m o n t a ñ e r o s r u r a l e s y a los bur-
hasta f o r m a r u n solo bloque geográfico que se extendiera p o r gueses u r b a n o s . La dirección política f u e a s u m i d a p o r los t r e s
t o d o el sur de Alemania y tuviera acceso i n m e d i a t o a los cen- «cantones forestales», cuya infantería campesina d e r r o t ó en
tros de riqueza y p o d e r del imperio. Para a s e g u r a r su elección, Morgarten a la caballería señorial austríaca, entorpecida en sus
Rodolfo I había o f r e c i d o garantías de n o agresión en Renania movimientos p o r la a n g o s t u r a de los valles. Diez años después,
p e r o todos los p r i m e r o s H a b s b u r g o presionaron con fuerza en la s e r v i d u m b r e había sido abolida en Uri, Schwyz y Unterwal-
busca de la expansión y unificación de sus dominios. Sin den 2 . En 1330 h u b o u n a revolución municipal en Lucerna, y en
embargo, este p r i m e r e histórico e m p u j e p o r c o n s t r u i r u n Es- 1336, en Zurich, a m b a s c o n t r a los patriciados prohabsburgue-
t a d o germánico engrandecido tropezó en su camino con u n obs- ses. En 1351 existía u n a alianza formal e n t r e esas dos ciudades
táculo fatal. E n t r e las tierras r e n a n a s y austríacas e s t a b a n los y los tres cantones forestales. Por último, sus tropas unidas
cantones suizos. Las invasiones de los H a b s b u r g o en esta zona rechazaron y d e r r o t a r o n a los ejércitos de los H a b s b u r g o en
f u n d a m e n t a l provocaron u n a resistencia p o p u l a r que d e r r o t ó Sempach y Náfels en 1386 y 1388. En 1393 había nacido la con-
u n a y o t r a vez a los ejércitos austríacos y condujo, finalmente, federación suiza, única república independiente en E u r o p a 3 . Los
a la creación de Suiza c o m o u n a confederación a u t ó n o m a al piqueros campesinos dQ Suiza h a b r í a n de convertirse en la
m a r g e n del imperio. fuerza militar de choque de las últimas guerras medievales y
La peculiaridad y el interés de la rebelión suiza residen en las p r i m e r a s guerras m o d e r n a s , poniendo p u n t o final al antiguo
el h e c h o de que f u n d i ó dos elementos sociales que, d e n t r o del dominio de la caballería, con sus victorias sobre los caballeros
c o m p l e j o inventario del f e u d a l i s m o europeo, n o e n c o n t r a r o n en borgoñones convocados d u r a n t e el siglo siguiente en ayuda de
ninguna otra p a r t e u n a unión similar: las m o n t a ñ a s y las ciu- Austria, e i n a u g u r a n d o la nueva fuerza de la infantería mer-
dades. Aquí radica también el secreto de su éxito singular en cenaria. A principios del siglo xv, la dinastía H a b s b u r g o había
u n siglo en el que todas las d e m á s insurrecciones campesinas p e r d i d o sus tierras situadas p o r d e b a j o del recodo que f o r m a
f u e r o n derrotadas. Como ya h e m o s visto, desde los orígenes de el Rin en su m a r c h a hacia Suiza y había f r a c a s a d o en su tenta-
la E d a d Media el m o d o de producción feudal tuvo u n a expan- tiva de u n i r sus posesiones en Sundgau y Breisgau 4 . Sus pro-
sión topográfica m u y desigual: nunca p e n e t r ó en las tierras al- vincias r e n a n a s n o eran m á s que enclaves dispersos, llamados
tas en la m i s m a medida en que conquistaba las llanuras y las simbólicamente Vorderosterreich y a d m i n i s t r a d o s desde Inns-
m a r i s m a s . Las regiones m o n t a ñ o s a s de toda E u r o p a occidental bruck. A p a r t i r de entonces, toda la orientación de la dinastía
r e p r e s e n t a b a n zonas r e m o t a s e intrincadas de pequeña propie- giró hacia el Este.
dad campesina, alodial o comunal, cuyas tierras, exiguas y ro- En Austria, m i e n t r a s tanto, el p o d e r de los H a b s b u r g o n o
cosas, ofrecían u n atractivo relativamente escaso p a r a el feuda-
lismo. Los Alpes suizos, la cordillera m á s alta del continente 1
W. Martin, A history of Switzerland, Londres, 1931, p. 44.
f u e r o n n a t u r a l m e n t e el principal e j e m p l o de esta constante. 5
La singular aparición de una confederación suiza plebeya dentro de
Por otra parte, t a m b i é n estaban situados a lo largo de u n a de una Europa aristocrática y monárquica subraya una característica im-
las principales r u t a s comerciales t e r r e s t r e s de la E u r o p a me- portante y general del sistema político feudal de la Baja Edad Media: la
misma fragmentación de la soberanía que existía en el plano «nacional»
dieval, e n t r e las dos zonas d e n s a m e n t e u r b a n i z a d a s de Alema- podía operar también, por decirlo así, en el plano «internacional», lo
nia del s u r e Italia del norte. Sus valles estaban, pues, poblados que permitía la existencia de lagunas e intersticios anómalos en el con-
de ciudades dedicadas al comercio local, que aprovechaban su junto del sistema de soberanía feudal. Las comunas italianas ya lo ha-
bían demostrado en el plano municipal al sacudirse la autoridad impe-
situación estratégica e n t r e los p u e r t o s de m o n t a ñ a . El can- rial. Los cantones suizos consiguieron, por medio de su confederación,
tonalismo suizo del siglo xiv f u e el resultado de la con- la autocefalia de toda una región, anomalía imposible en cualquier
fluencia de estas fuerzas. Inicialmente influidos p o r el e j e m p l o sistema político que no fuera el feudalismo europeo. La dinastía de los
de las cercanas c o m u n a s l o m b a r d a s en su lucha c o n t r a el Habsburgo no se lo perdonó: cuatrocientos años después, Suiza todavía
era, para María Teresa, «un refugio de disolutos y delincuentes».
Imperio, la rebelión suiza c o n t r a los H a b s b u r g o unió, en u n a ' H.-F. Feine, «Die Territorialbildung der Habsburger im deutschen
Südwesten», Zeitschrift der Savigny-Stiftung fiir Rechtsgeschichte (Germ.
Abt.), LXVII, 1950, pp. 272, 277, 306; es el tratamiento reciente más deta-
1
A. Wandruszka, The House of Habsburg, Londres, 1964, pp. 40-1. llado sobre este tema.
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había t r o p e z a d o con las m i s m a s desventuras. Los H a b s b u r g o p a r t i r de entonces sería un E s t a d o vasallo de los otomanos. La
adquirieron el Tirol en 1363; a p r o x i m a d a m e n t e en la m i s m a guerra se prolongó c o n t r a los turcos en las llanuras danu-
época asumieron el título archiducal, y los Estados que surgie- bianas, d u r a n t e o t r a década, desde 1551 a 1562. A lo largo del
ron después de 1400 f u e r o n m a n t e n i d o s a raya, t r a s duros en- siglo xvi H u n g r í a costó a la dinastía H a b s b u r g o en gastos de
f r e n t a m i e n t o s . En 1440, el cetro imperial — p e r d i d o a princi- defensa m á s de lo que le p r o d u j e r o n sus r e n t a s 5 .
pios del siglo xiv, después de las p r i m e r a s d e r r o t a s en Suiza— Sin embargo, y a p e s a r de todas las limitaciones internas y
había sido r e c u p e r a d o p o r la dinastía gracias al colapso del externas, los nuevos dominios r e p r e s e n t a b a n u n vasto a u m e n t o
p o d e r í o de Luxemburgo en Bohemia, y a p a r t i r de entonces potencial en el p o d e r í o internacional de los Habsburgo. Fer-
n u n c a m á s escaparía a su control. En 1477, u n a alianza matri- nando se consagró de f o r m a persistente a consolidar la autori-
monial con la Casa de Borgoña —aliada de Austria en la lucha dad real en sus tierras, c r e a n d o nuevas instituciones dinásti-
c o n t r a Suiza— aseguró a los H a b s b u r g o el regalo t e m p o r a l del cas y centralizando las antiguas. Los diversos Landtage aus-
Franco-Condado y de los Países Bajos. Antes de p a s a r a la tríacos f u e r o n , en esta época, relativamente complacientes y
ó r b i t a española en la época de Carlos V, los dominios borgo- aseguraron al p o d e r de los H a b s b u r g o u n a base política razo-
ñones a p o r t a r o n p r o b a b l e m e n t e a la Casa de Austria la inspi- nablemente sólida en el propio archiducado. Sin embargo, los
ración necesaria p a r a la modernización administrativa. Maxi- Estados de Bohemia y de Hungría n o f u e r o n en a b s o l u t o tan
miliano I, rodeado p o r u n séquito de nobles de Borgoña y los dóciles y f r u s t r a r o n los planes de F e r n a n d o de crear u n a asam-
Países Bajos, creó u n a tesorería central en I n n s b r u c k y esta- blea s u p r e m a que a b a r c a r a todos sus dominios y f u e r a capaz
bleció los p r i m e r o s organismos conciliares de gobierno en Aus- de i m p o n e r u n a sola m o n e d a y r e c a u d a r impuestos u n i f o r m e s .
tria. Un a t a q u e final contra Suiza t e r m i n ó en u n fracaso, p e r o Pero u n c o n j u n t o de nuevos organismos g u b e r n a m e n t a l e s esta-
en las m a r i s m a s del s u r Gorizia f u e absorbida, m i e n t r a s Ma- blecidos en Viena —entre ellos la Hofkanzlei (Cancillería de la
ximiliano proseguía u n a política e x t r a n j e r a imperial y de pe- Corte) y la Hofkammer (Tesorería de la Corte)— a u m e n t a r o n
netración en Italia. Sin embargo, el r e i n a d o de su sucesor, Fer- e n o r m e m e n t e el alcance de la dinastía. La m á s i m p o r t a n t e de
n a n d o I, f u e el que trazó el a m p l i o espacio del f u t u r o poderío estas instituciones f u e el Consejo Privado Imperial, establecido
de los H a b s b u r g o en E u r o p a central y echó los cimientos de en 1527, que se convertiría m u y p r o n t o en la c u m b r e f o r m a l
la extraña e s t r u c t u r a de E s t a d o que h a b r í a de edificarse en él. de todo el sistema administrativo de los H a b s b u r g o en E u r o p a
E n 1526, el rey de Bohemia y Hungría, Luis II Jagellón, f u e c e n t r a l 6 . Los orígenes y la orientación «imperial» de este con-
d e r r o t a d o y m u e r t o en Mohács p o r los ejércitos o t o m a n o s in- sejo e r a n u n índice de la i m p o r t a n c i a p e r m a n e n t e que tenían
vasores; los soldados turcos ocuparon la m a y o r p a r t e de Hun- para la Casa de Austria sus ambiciones alemanas en el Reich.
gría, p l a n t a n d o el p o d e r del sultanato en el corazón de E u r o p a F e r n a n d o intentó ampliarlas r e s u c i t a n d o el Consejo Aulico Im-
central. Por sus vínculos matrimoniales con la familia Jagellón, perial como s u p r e m o tribunal de justicia del imperio b a j o el
y r e s p a l d a d o p o r la amenaza turca, al menos en lo r e f e r e n t e control directo del e m p e r a d o r . Pero como la Constitución im-
a las noblezas checa y magiar, F e m a n d o p u d o r e c l a m a r con perial había sido reducida p o r los príncipes alemanes a u n a
éxito las coronas vacantes. En Moravia y Silesia, las dos pro- cáscara legislativa y judicial vacía de contenido y carente de
vincias más aisladas del reino de Bohemia, F e r n a n d o f u e acep- toda a u t o r i d a d ejecutiva y coactiva, los avances políticos fue-
tado como s o b e r a n o hereditario. Pero t a n t o los Estados de ron muy limitados 7. A largo plazo f u e m u c h o m á s significati-
Bohemia como los de Hungría le negaron categóricamente ese va la implantación de u n Consejo de la Guerra, el Hofkriegsrat,
título y exigieron del a r c h i d u q u e el reconocimiento expreso de creado en 1556 y enfocado f i r m e m e n t e desde el principio hacia
que en sus tierras era solamente u n príncipe electivo. Por o t r a
parte, F e r n a n d o tuvo que librar u n a larga lucha triangular con- 5
V. S. Mamatey, Rise of the Habsburg empire, 1526-1815, Nueva York,
t r a el p r e t e n d i e n t e transilvano Zalpoyai y los turcos, que ter- 1971, p. 38.
minó en 1547 con el r e p a r t o de H u n g r í a en tres zonas: la occi- ' H. F. Schwarz, The imperial Privy Council in the seventeenth century,
páginas 57-60.
dental, dominada p o r los Habsburgo; la central, ocupada p o r ' Véase la discusión de este punto en G. D. Ramsay, «The Austran
los turcos, y en el este, u n p r i n c i p a d o de Transilvania que a Habsburgs and the empire», The New Cambridge Modern History, III,
páginas 329-330.
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el f r e n t e «oriental» de las operaciones de los H a b s b u r g o antes
los Dietrichstein, S t a r h e m b e r g , Khevenhüller, Z i n z e n d o r f E s t a
que hacia el «occidental». El Hojkriegsrat, destinado a organi-
a m e n a z a d o r a evolución era u n signo seguro de que habían de lle-
zar la resistencia militar c o n t r a los turcos, era sustituido en
gar conflictos más p r o f u n d o s . La inminente subida al p o d e r de
Graz p o r u n Consejo de la G u e r r a local, que coordinaba las
F e r n a n d o II en Viena, en el a ñ o 1617, desencadenó, pues, algo
«Fronteras Militares» especiales creadas a lo largo de las fron-
más que u n a explosión local: E u r o p a q u e d ó muy p r o n t o su-
teras sudorientales, en las q u e se establecieron colonias mili-
mergida en la guerra de los Treinta Años. Fernando, e d u c a d o
tares de filibusteros Grenzers de Servia y Bosnia 8 . El poderío
p o r los jesuítas bávaros, había sido u n campeón inflexible y
o t o m a n o n o se había debilitado en absoluto. A p a r t i r de 1593,
eficaz de la C o n t r a r r e f o r m a como d u q u e de Estiria a p a r t i r
la guerra de los Treinta Años asoló Hungría, y al final, t r a s las
de 1595. La incesante centralización administrativa y la repre-
sucesivas devastaciones del país, que d e j a r o n a la agricultura
sión religiosa f u e r o n el sello de su régimen en la provincia de
magiar en la ruina y a su c a m p e s i n a d o en la servidumbre, los
Graz. El absolutismo español era el p a t r o c i n a d o r internacional
ejércitos de los H a b s b u r g o habían sido contenidos p o r los
de su candidatura, en el seno de la familia Habsburgo, p a r a la
turcos.
sucesión dinástica al I m p e r i o y a Bohemia. Desde el principio,
Al comenzar el siglo X V I I , la Casa de Austria había registra- su corte estuvo dirigida p o r truculentos generales y diplomáti-
do algunos avances m o d e r a d o s en la construcción del Estado, cos españoles. Los Estados de Bohemia, nerviosos y erráticos,
pero la u n i d a d política de sus posesiones era todavía m u y te- aceptaron a F e r n a n d o c o m o m o n a r c a y después, ante la prime-
nue. En cada u n a de ellas, el dominio dinástico se a s e n t a b a en ra desviación de la tolerancia religiosa en las tierras checas,
u n a base legal diferente y no había instituciones comunes apar- levantaron la b a n d e r a de la rebelión.
te del Consejo de la Guerra que ligaran unas a otras. Las mis-
mas tierras de Austria f u e r o n declaradas indivisibles p o r vez La Defenestración de Praga abrió la m a y o r crisis del sistema
p r i m e r a tan sólo en 1602. Las aspiraciones imperiales de los estatal de los H a b s b u r g o en E u r o p a central. La a u t o r i d a d di-
H a b s b u r g o no podían suplir la integración práctica de los te- nástica se hundió en Bohemia y, lo que era m á s peligroso, los
rritorios que les debían lealtad. Hungría, en todo caso, q u e d a b a Estados de Austria y de Hungría comenzaron a considerar la
f u e r a del Reich, de tal f o r m a que ni siquiera había u n a rela- realización de pactos de solidaridad con los Estados bohemios,
ción inclusiva e n t r e el á m b i t o del imperio y las tierras del em- c o n j u r a n d o así el espectro de u n a rebelión generalizada de la
p e r a d o r . Por o t r a parte, en la segunda mitad del siglo xvi la nobleza, encendida en el fuego latente del p a r t i c u l a r i s m o y el
oposición latente de varios Estados aristocráticos de los domi- p r o t e s t a n t i s m o . Ante esta emergencia, la causa de los Habsbur-
nios h a b s b u r g u e s e s había a d q u i r i d o u n tono más d u r o con la go e n c o n t r ó su salvación en la actuación de dos factores deci-
llegada de la R e f o r m a . Mientras la dinastía p e r m a n e c í a como sivos. La aristocracia checa, después de la histórica supresión
pilar de la Iglesia r o m a n a y de la ortodoxia tridentina, la ma- de los movimientos populares husitas en Bohemia, f u e incapaz
yor p a r t e de la nobleza de sus tierras se pasó al protestantis- de d e s p e r t a r u n e n t u s i a s m o social p r o f u n d o hacia su rebelión
mo. En p r i m e r lugar, el grueso de la clase t e r r a t e n i e n t e checá, en las m a s a s u r b a n a s y campesinas. Alrededor de dos tercios
a c o s t u m b r a d a desde antiguo a la h e r e j í a local, se hizo luterana; de la población eran protestantes, p e r o el celo religioso no
después, la nobleza magiar adoptó el calvinismo, y p o r último, sirvió en ningún m o m e n t o p a r a cimentar, f r e n t e al contraata-
la m i s m a aristocracia austríaca, en el corazón del poderío de que austríaco, u n bloque interclasista del tipo que había carac-
los Habsburgo, f u e ganada p a r a la religión r e f o r m a d a . En 1570, terizado a la lucha holandesa c o n t r a España. Los Estados de
las grandes familias nobles de la Erblande eran p r o t e s t a n t e s : Bohemia e s t a b a n social y políticamente aislados; la Casa de
Austria, no. La solidaridad militante de Madrid con Viena dio
la vuelta a la situación a medida que las a r m a s , los aliados
' Puede verse un estudio de los orígenes de los Grenzers en Gunther
Rothenburg, The Austrian military border in Croatia, 1522-1747, Urbana, y el d i n e r o español se movilizaron p a r a a p l a s t a r el secesionis-
1960, pp. 29-65. Los Grenzers, además de su función defensiva contra los mo checo, organizando con eficacia todo el esfuerzo de guerra
turcos, fueron utilizados como un arma dinástica contra la nobleza local
croata, que siempre fue extremadamente hostil a su presencia en las zo-
nas fronterizas.
' Mamatey, Rise of the Habsburg empire, p. 40.
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de F e r n a n d o II 1 0 . El resultado f u e la batalla de la Montaña conquista militar de Bohemia había ido a c o m p a ñ a d a p o r la pros-


Blanca, que destrozó a la vieja nobleza bohemia. En la década cripción política del grueso de la vieja clase señorial y p o r la
siguiente, los ejércitos imperiales, dirigidos p o r Wallenstein, se expropiación económica de sus propiedades. Después de 1620
e n c a m i n a r o n victoriosamente hacia el Báltico, extendiendo p o r fueron confiscados más de la mitad de los señoríos de Bohe-
vez p r i m e r a el poderío de los H a b s b u r g o en Alemania del nor- mia I2. Este e n o r m e botín agrario se distribuyó e n t r e u n a nueva
te y a b r i e n d o la posibilidad de u n nuevo imperio germano, cen- y abigarrada aristocracia de f o r t u n a , capitanes expatriados y
tralizado y dominado p o r la Casa de Austria. La intervención campeones emigrantes de la C o n t r a r r e f o r m a . N o m á s de un
sueca en la década de 1630 aniquiló esta ambición; el ímpetu quinto o un octavo de la nobleza de finales del siglo x v n poseía
agresivo de la política imperial de los H a b s b u r g o se perdió un viejo origen g e r m a n o o checo; tan sólo ocho o nueve grandes
p a r a siempre. La paz de Westfalia, que terminó con la guerra linajes checos, que se habían m a n t e n i d o leales a la dinastía p o r
de los Treinta Años, consagró el veredicto de la lucha militar. razones religiosas, sobrevivieron en el nuevo orden 1 3 . La in-
La Casa de Austria no habría de d o m i n a r el imperio, pero con- mensa m a y o r p a r t e de la aristocracia bohemia era ahora de ori-
siguió el dominio de Bohemia, causa original del conflicto. Las gen e x t r a n j e r o , u n a mezcla de italianos (Piccolomini), alemanes
consecuencias de este acuerdo f i j a r o n el modelo interno del (Schwarzenberg), austriacos ( T r a u t m a s d o r f f ) , eslovenos (Auer-
poderío de los H a b s b u r g o d e n t r o de las tierras dinásticas de sperg), valones (Bucquoy), loreneses (Desfours) e irlandeses
la E u r o p a danubiana. (Taaffe). Por el m i s m o motivo, la p r o p i e d a d de la tierra había
s u f r i d o u n a notable concentración: los señores y el clero contro-
Con su victoria en Bohemia, la Hofburg realizó u n e n o r m e
laban cerca de las tres c u a r t a s p a r t e s de toda la tierra, m i e n t r a s
avance interior hacia el absolutismo. E n 1627, F e r n a n d o II pro-
que la participación de la antigua p e q u e ñ a nobleza había des-
mulgó u n a nueva Constitución p a r a las tierras bohemias con-
cendido desde u n tercio a u n a décima p a r t e . La suerte del cam-
quistadas. La Verneuerte Landesordnung t r a n s f o r m ó al régimen
pesinado e m p e o r ó en la m i s m a medida. Atados a la tierra y
H a b s b u r g o en u n a m o n a r q u í a hereditaria, no s u j e t a en ade-
diezmados p o r la guerra, cayó a h o r a sobre ellos la carga de
lante a elección; convirtió a todos los funcionarios locales en
nuevas prestaciones de t r a b a j o . Las obligaciones de u n robot
agentes reales; hizo del catolicismo la única religión y resta-
medio subieron a tres días p o r semana, m i e n t r a s q u e m á s de
bleció la presencia del clero en los Estados; invistió a la dinas-
u n a c u a r t a p a r t e de los siervos t r a b a j a b a n p a r a sus señores to-
tía con los s u p r e m o s derechos judiciales y elevó al idioma ale-
dos los días, excepto los domingos y fiestas 14. Por o t r a parte,
m á n al rango de lengua oficial, en situación de igualdad con el
a u n q u e antes de la guerra de los Treinta Años los t e r r a t e n i e n t e s
c h e c o L a Snem n o f u e abolida, y se r e a f i r m ó la necesidad
bohemios —a diferencia de los polacos o húngaros— habían pa-
de su consentimiento p a r a la recaudación de impuestos, pero
gado impuestos al igual que sus villanos, a p a r t i r de 1648 la nue-
en la práctica su supervivencia no supuso ningún obstáculo
va nobleza cosmopolita consiguió en la práctica la i n m u n i d a d
p a r a la implantación del absolutismo en Bohemia. Las asam-
fiscal, desplazando toda la carga impositiva hacia sus siervos.
bleas locales, que antes habían sido el nervio de la política
N a t u r a l m e n t e , esta t r a n s f e r e n c i a facilitó el curso de las delibe-
de los terratenientes, desaparecieron en la década de 1620, mien-
raciones e n t r e la m o n a r q u í a y la nobleza en los Estados: la di-
t r a s descendía b r u s c a m e n t e la participación en los E s t a d o s a
medida que la Snem perdía i m p o r t a n c i a política. Este proceso
f u e facilitado p o r la d r a m á t i c a t r a n s f o r m a c i ó n de la composi- 11
J. Polisensky, The Thirty Years' war, Londres, 1971, pp. 1434: las
ción y la función social de la nobleza d u r a n t e la guerra. La re- propiedades confiscadas fueron, por término medio, mucho más extensas
que las que se libraron de la expropiación, de tal manera que la propor-
ción real de tierra que cambió de manos fue considerablemente superior
10
El propio Fernando II declaró que el enviado español Oñate era al número de feudos.
«el hombre con cuya amistosa y abierta ayuda se estaban dirigiendo todos " H. G. Schenk, «Austria», en Goodwin, comp., The European nobility
los asuntos de la familia Habsburgo». Para un estudio del decisivo papel in the 18th century, p. 106; Kerner, Bohemia in the eighteenth century,
político de Oñate en la crisis, véase Bohdan Chudoba, Spain and the páginas 67-71.
14
empire, 1529-1643, Chicago, 1952, pp. 220-8. Polisensky, The Thirty year's war, pp. 142, 246; Betts, «The Habsburg
" Sobre el Verneuerte Landesordnung véase R. Kerner, Bohemia in the lands», The New Cambridge Modern History, v, Cambridge, 1969, pági-
eighteenth century, Nueva York, 1932, pp. 17-22. nas 480-1.
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nastía se limitó desde entonces a pedir a los E s t a d o s las s u m a s en 1683 y las posteriores victorias q u e expulsaron al p o d e r oto-
globales, d e j a n d o en sus m a n o s la determinación y recaudación mano de Hungría y de Transilvania, r e c u p e r a n d o así p a r a la
de los i m p u e s t o s necesarios p a r a satisfacer sus d e m a n d a s . La cristiandad territorios perdidos desde hacía m u c h o tiempo y
presión fiscal podía a u m e n t a r s e fácilmente por este sistema, en extendiendo hacia el este, de f o r m a impresionante, el dominio
el que la ampliación del p r e s u p u e s t o significaba n o r m a l m e n t e de los H a b s b u r g o . El a p a r a t o militar q u e consiguió estas victo-
q u e los E s t a d o s «se limitaban a a c e p t a r u n a u m e n t o en las car- rias, ampliado a h o r a considerablemente, se m o s t r ó igualmente
gas q u e ellos m i s m o s a r r o j a b a n sobre sus a r r e n d a t a r i o s y súb- capaz de j u g a r u n papel i m p o r t a n t e en la alianza q u e detuvo
ditos» 15. Bohemia s i e m p r e había sido el dominio m á s lucrativo los progresos borbónicos en el Rin. La guerra de sucesión espa-
de las tierras de los Habsburgo, y el nuevo control financiero al ñola d e m o s t r ó el nuevo peso internacional de la Casa de Austria.
que la sometió la m o n a r q u í a reforzó sensiblemente el absolu- La paz de Utrecht le concedió Bélgica y Lombardía.
tismo vienés. Con todo, la cima del poder austríaco, alcanzada tan súbita-
Mientras tanto, la administración centralizada y autocrática mente, pasó con la m i s m a rapidez. Ningún o t r o absolutismo
experimentó considerables progresos en la m i s m a Erblande. europeo tuvo u n a fase tan breve de confianza e iniciativa mili-
F e r n a n d o II creó en Austria la Cancillería de la Corte —una tar: comenzada en 1683, había t e r m i n a d o en 1718, con la breve
versión ampliada de su i n s t r u m e n t o preferido de p o d e r en captura de Belgrado y la paz de Passarowitz. Puede decirse sin
Estiria— p a r a r e m a t a r la m a q u i n a r i a de gobierno en el ar- temor que, a p a r t i r de entonces, Austria n o ganó ninguna o t r a
chiducado. Este organismo alcanzó p a u l a t i n a m e n t e la primacía guerra f r e n t e a u n E s t a d o rival 1 6 . Una serie interminable de
d e n t r o de los consejos de Estado, en d e t r i m e n t o del Consejo derrotas se extendió t r i s t e m e n t e d u r a n t e los dos siglos siguien-
Privado Imperial, cuya importancia disminuyó inevitablemente tes, aliviada tan sólo p o r la poco gloriosa participación en las
t r a s el reciente a b a n d o n o de Alemania p o r los Habsburgo. Más victorias de otros. Esta atonía exterior era u n indicio del estan-
i m p o r t a n t e a ú n f u e la creación en 1650, i n m e d i a t a m e n t e después camiento y la insuficiencia interiores del a b s o l u t i s m o austríaco,
de Westfalia, de u n ejército p e r m a n e n t e de unos 50.000 h o m b r e s incluso en la cima de su poder. Los logros m á s impresionantes y
—diez regimientos de infantería y nueve de caballería—. A par- característicos del dominio h a b s b u r g u é s en E u r o p a central fue-
tir de entonces, la presencia de este a r m a m o d e r ó inevitable- ron la reunión de tierras dispares b a j o u n m i s m o techo dinásti-
m e n t e el c o m p o r t a m i e n t o de los Estados de Austria y de Bohe- co y la reconversión de todas ellas al catolicismo. Pero los triun-
mia. Al m i s m o tiempo, el a b s o l u t i s m o h a b s b u r g u é s realizó u n a fos ideológicos y diplomáticos de la Casa de Austria —su olfato
hazaña cultural e ideológica sin precedentes: Bohemia, Austria felino p a r a los a s u n t o s religiosos y matrimoniales— eran suce-
y Hungría —las tres zonas consecuttivas de su dominio— retor- dáneos de avances militares y b u r o c r á t i c o s m á s sustanciales. La
n a r o n progresivamente a la Iglesia de Roma. El p r o t e s t a n t i s m o influencia de los jesuítas en la c o r t e de Viena d u r a n t e la época
ya había sido r e p r i m i d o en Estiria en la década de 1590; las de la C o n t r a r r e f o r m a f u e siempre m u c h o m a y o r que en la corte
religiones r e f o r m a d a s f u e r o n proscritas de la B a j a Austria en h e r m a n a de Madrid, d o n d e el f e r v o r católico se c o m b i n a b a de
1625, de Bohemia en 1627 y de la Alta Austria en 1628. E n Hun- f o r m a característica con la vigilancia antipapista. Los consejeros
gría f u e imposible una solución autoritaria, p e r o los p r i m a d o s y agentes clericales se infiltraron en todo el sistema administra-
magiares Pazmany y Lippay consiguieron reconvertir a la mayor tivo de los H a b s b u r g o en E u r o p a central d u r a n t e el siglo X V I I ,
p a r t e de la clase d o m i n a n t e húngara. Los señores y los campesi- realizando m u c h a s de las tareas políticas m á s i m p o r t a n t e s del
nos austríacos, las ciudades bohemias, los terratenientes húnga- m o m e n t o : la construcción del bastión t r i d e n t i n o en Estiria b a j o
ros, volvieron al catolicismo gracias a la habilidad y la energía F e r n a n d o II, q u e en muchos sentidos f u e la experiencia piloto
de la C o n t r a r r e f o r m a y b a j o los auspicios de la dinastía Habs- del absolutismo austríaco, f u e en buena medida o b r a de ellos.
burgo: u n a hazaña sin igual en ninguna otra p a r t e del continen- Asimismo, la recuperación p a r a la fe católica de los grandes
te. El vigor de cruzada del catolicismo d a n u b i a n o alcanzó su magnates húngaros —sin cuyo concurso p r o b a b l e m e n t e h a b r í a
apoteosis con la t r i u n f a n t e liberación de Viena del cerco t u r c o
" Sus campañas contra Piamonte en 1848 habrían de ser la única ex-
" J. Stoye, The siege of Vienna. Londres, 1964, p. 92. cepción.
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sido imposible el m a n t e n i m i e n t o definitivo de la soberanía de burgo r e p r e s e n t a r o n sólo u n sexto de la fuerza que dio f a m a
18
los H a b s b u r g o sobre Hungría— se llevó a cabo gracias a las a Sobieski en 1683 .

pacientes y hábiles misiones ideológicas de los sacerdotes. Pero Este continuo recurso a los ejércitos aliados tuvo su curioso
estos éxitos tenían también sus límites. Las universidades y es- complemento en el propio generalato austríaco. La mayoría de
cuelas católicas rescataron a la nobleza h ú n g a r a del protestan- los principales c o m a n d a n t e s militares que sirvieron a la Casa
tismo, pero r e s p e t a n d o y p r o m o v i e n d o cuidadosamente los tra- de Austria hasta el siglo xix f u e r o n e m p r e s a r i o s independien-
dicionales privilegios corporativos de la «nación» magiar, con lo tes o soldados de f o r t u n a e x t r a n j e r o s : Wallenstein, Piccolomini,
que aseguraban el control espiritual de la Iglesia, p e r o d e j a b a n Montecuccoli, Eugene, Laudun, Dorn. En t é r m i n o s comparati-
al E s t a d o lleno de difíciles cargas. La confianza de los H a b s b u r g o vos, las huestes de Wallenstein f u e r o n quizá las m á s impresio-
en el clero p a r a los asuntos políticos internos tuvo, pues, su nantes de las que ondearon los colores austríacos, pero, en rea-
precio; p o r muy astutos que f u e r a n , los sacerdotes n u n c a podían lidad, eran una máquina militar privada, creada p o r su general
checo, que la dinastía había c o n t r a t a d o pero no controlaba; de
ser los equivalentes funcionales de los officiers o los pomeshchi-
ahí el asesinato de Wallenstein. Eugene, p o r el contrario, era
ki como materiales p a r a la construcción del absolutismo. Viena
completamente leal a Viena, pero procedía de Saboya y carecía
no h a b r í a de convertirse en un centro m e t r o p o l i t a n o de venta
de raíces en las tierras de los Habsburgo; el italiano Monte-
de cargos o de u n a nobleza de servicio; su sello distintivo sería
cuccoli y el renano Dorn eran versiones m e n o r e s del m i s m o
u n clericalismo maleable y u n a administración confusa.
modelo. El uso constante de mercenarios e x t r a n j e r o s fue, p o r
Del mismo modo, la extraordinaria f o r t u n a de la política ma- supuesto, un rasgo normal y universal del absolutismo, p e r o se
trimonial dinástica de la familia H a b s b u r g o siempre tendió a trataba de soldados rasos y no de oficiales con m a n d o sobre
exceder su capacidad marcial, a u n q u e en último t é r m i n o nunca todas las f u e r z a s a r m a d a s del Estado. Estos últimos procedían
p u d o sustituirla. La facilidad nupcial con que se adquirieron n o r m a l m e n t e de la clase d o m i n a n t e en las tierras respectivas,
Hungría y Bohemia c o n d u j o a la dificultad de i m p l a n t a r coacti- esto es, de la nobleza local. En los dominios de los Habsburgo,
v a m e n t e el centralismo austríaco en la p r i m e r a y a la imposibi- sin embargo, n o existía u n a sola clase señorial, sino varios
lidad final de imponerlo en la segunda. En ú l t i m o término, la grupos de propietarios t e r r i t o r i a l m e n t e diferenciados. Esta ca-
diplomacia no podía reemplazar a las a r m a s . Las hazañas mili- rencia de u n a aristocracia unificada afectó a la capacidad glo-
tares del absolutismo austríaco siempre f u e r o n algo deficientes bal de lucha del E s t a d o h a b s b u r g u é s . El c a r á c t e r de las noble-
y anómalas. Los tres éxitos más i m p o r t a n t e s de la dinastía fue- zas feudales, como ya h e m o s visto, n u n c a f u e p r i m o r d i a l m e n t e
ron la adquisición inicial de Bohemia y Hungría en 1526, el so- «nacional», podían t r a n s p l a n t a r s e de u n país a o t r o y cumplir
metimiento de Bohemia en 1620 y la d e r r o t a de los turcos en su función de clase poseedora, sin necesidad de t e n e r ningún
1683, que c o n d u j o a la reconquista de Hungría y Transilvania. vínculo común, étnico o lingüístico con la población sometida
La p r i m e r a f u e el f r u t o negativo de la d e r r o t a de los Jagellón a ellos. La separación cultural de u n a b a r r e r a lingüística podía
en Mohács, y no el p r o d u c t o de ninguna victoria de los Habs- incluso preservarse p a r a a u m e n t a r la distancia n a t u r a l e n t r e
burgo: los turcos ganaron p a r a ellos la p r i m e r a y más impor- d o m i n a n t e s y dominados. Pero, p o r o t r a parte, la heterogenei-
tante victoria del absolutismo austríaco. La batalla de la Mon- dad étnica o lingüística dentro de la aristocracia t e r r a t e n i e n t e
t a ñ a Blanca, p o r su parte, f u e también en b u e n a medida u n a de u n m i s m o sistema político feudal era n o r m a l m e n t e u n a
victoria bávara de la Liga Católica, m i e n t r a s que las tropas fuente de desintegración y debilidad potencial, p o r q u e tendía a
reunidas b a j o el m a n d o imperial incluían contingentes italia- socavar la solidaridad política de la propia clase dominante.
nos, valones, flamencos y españoles 17. Incluso el levantamiento I n d u d a b l e m e n t e , los aspectos desordenados y confusos del Es-
del cerco de Viena fue o b r a esencialmente de los ejércitos po- tado h a b s b u r g u é s procedían en b u e n a medida del c a r á c t e r com-
laco y alemán, después de que el e m p e r a d o r Leopoldo I h u b i e r a plejo e irreconciliable de las noblezas q u e lo constituían. Como
a b a n d o n a d o a toda prisa su capital: los soldados de los Habs- era presumible, los inconvenientes de la diversidad aristocrá-

" Chudoba, Spain and the empire, pp. 247-8. " Stoye, The siege of Vienna, pp. 245, 257.
284 Europa oriental Polonia 249

tica se hicieron evidentes en el sector más sensible de la má- explotación orientales— en las llanuras 2 0 . Las jurisdicciones
quina del Estado, el ejército. Por la ausencia de u n a nobleza patrimoniales y las cargas feudales eran generales; en m u c h a s
socialmente unitaria, los ejércitos habsburgueses r a r a vez alcan- partes, las prestaciones de t r a b a j o e r a n duras, pero las opor-
zaron los mismos resultados que los de los Hohenzollern o los tunidades para la consolidación de señoríos y grandes latifun-
Románov. dios eran relativamente limitadas. La acción disolvente del ca-
Así pues, el absolutismo austríaco, incluso en el m o m e n t o pital u r b a n o sobre la fuerza de t r a b a j o del e n t o r n o r u r a l h a b r í a
de su apogeo, careció de solidez y congruencia e s t r u c t u r a l e s a de convertirse más adelante en u n nuevo f r e n o p a r a la apari-
causa del c a r á c t e r heterogéneo de las formaciones sociales so- ción de una economía Gutsherrschaft21. La «masa crítica» de
b r e las que se ejercía su dominio. Las tierras germánicas de la aristocracia austríaca era, por tanto, demasiado débil p a r a
Austria r e p r e s e n t a r o n siempre el núcleo m á s seguro del impe- p r o d u c i r u n centro magnético capaz de aglutinar al c o n j u n t o
rio habsburgués, las posesiones más antiguas y más leales de de la clase t e r r a t e n i e n t e del imperio.
la dinastía en la E u r o p a central. Los nobles y las ciudades con- La aniquilación de los Estados de Bohemia d u r a n t e la gue-
servaban m u c h o s privilegios tradicionales en los Landtage de rra de los Treinta Años proporcionó al a b s o l u t i s m o habsbur-
la B a j a y Alta Austria, de Estiria y Carintia; en el Tirol y en gués su éxito político más i m p o r t a n t e : las vastas y fértiles tie-
Vorarlberg, el propio campesinado estaba r e p r e s e n t a d o en los r r a s checas q u e d a b a n ahora, sin d u d a alguna, b a j o su control.
Estados, signo excepcional del carácter alpino de estas provin- Ninguna nobleza rebelde de E u r o p a e n c o n t r ó u n destino tan
cias. Las instituciones «intermedias» h e r e d a d a s de la época sumario como la aristocracia checa: después de su caída, u n a
medieval n u n c a f u e r o n suprimidas, como en Prusia, pero a nueva clase terrateniente, que le debía todo a la dinastía, se
principios del siglo X V I I se habían convertido en obedientes estableció en sus tierras. La historia del absolutismo europeo
i n s t r u m e n t o s del p o d e r de los H a b s b u r g o , y su supervivencia no m u e s t r a ningún episodio semejante. Se t r a t a de u n a peculia-
n u n c a e n t r a ñ ó un serio obstáculo a la voluntad de la dinastía. ridad reveladora de la colonización de Bohemia p o r los Habs-
Las tierras archiducales f o r m a b a n , pues, la base central y se- burgo. La nueva nobleza allí creada n o e s t a b a c o m p u e s t a prin-
gura de la casa dominante. D e s a f o r t u n a d a m e n t e , eran demasia- cipalmente por casas procedentes del bastión a u s t r í a c o de la
do m o d e s t a s y limitadas p a r a i m p r i m i r u n a dinámica monár- dinastía; a p a r t e de u n a s pocas familias checas católicas, f u e
quica unitaria al c o n j u n t o del E s t a d o de los Habsburgo. Eco- i m p o r t a d a del exterior. El origen e x t r a n j e r o de este e s t r a t o
nómica y demográficamente, las tierras más ricas de Bohemia indicaba la falta de u n a aristocracia a u t ó c t o n a susceptible de
ya las habían s u p e r a d o a mediados del siglo xvi: en 1541, las t r a n s p l a n t a r s e a Bohemia, lo que a corto plazo a u m e n t a b a el
contribuciones fiscales de Austria a la tesorería imperial eran p o d e r de los H a b s b u r g o en la zona checa, pero a largo plazo
sólo la mitad de las de Bohemia, y esta m i s m a proporción de era u n síntoma de debilidad. Las tierras de Bohemia eran las
1 /2 se m a n t e n d r í a vigente hasta el final del siglo X V I I I w . La más ricas y las más d e n s a m e n t e p o b l a d a s de E u r o p a central.
victoria sueca sobre los ejércitos de Wallenstein d u r a n t e la gue- D u r a n t e los siguientes cien años, los grandes m a g n a t e s del im-
r r a de los Treinta Años bloqueó la expansión germánica de la perio de los H a b s b u r g o casi siempre poseyeron vastas propie-
dinastía y d e j ó aislado al archiducado respecto al Reich tradi- dades cultivadas por siervos en Bohemia o en Moravia y, natu-
cional. Por otra parte, la sociedad r u r a l de Austria era la me- ralmente, el centro de gravedad económico de la clase gober-
nos representativa del modelo agrario d o m i n a n t e en las tierras n a n t e se desplazó hacia el norte. Pero la nueva aristocracia
de los H a b s b u r g o . El carácter s e m i m o n t a ñ o s o de la mayor par- bohemia m o s t r ó poco esprit de corps y ni siquiera u n a notable
te de la región lo hacía poco propicio a las grandes propiedades fidelidad a la dinastía: su inmensa mayoría se pasó de golpe
feudales. El resultado f u e la persistencia de la p e q u e ñ a pro- al ocupante bávaro d u r a n t e la guerra de sucesión austríaca en
piedad campesina en las zonas altas y el predominio de u n tipo la década de 1740. Esta nobleza era el equivalente m á s próximo
occidental de Grundherrschaft —endurecido con n o r m a s de
" V.-L. Tapié, Monarchie et peuples du Danube, París, 1969, p. 144.
J1
Sobre la situación de la Baja Austria, véase Jerome Blum, Noble
" Kerner, Bohemia in the eighteenth century, pp. 25-26. El reino de landowners and agriculture in Austria, 1815-1848, Baltimore, 1947, pági-
Bohemia comprendía a Bohemia propiamente dicha, Moravia y Silesia. nas 176-80.
284 Europa oriental Polonia 249

a u n a nobleza de servicio en el sistema estatal del absolutismo «nación» magiar. Desde finales de la E d a d Media, la nobleza había
austríaco; p e r o era el p r o d u c t o a r b i t r a r i o de servicios pasados controlado s i e m p r e su propia u n i d a d de administración local,
en vez de ser poseedora de funciones públicas orgánicas y per- el comitatus, o asamblea cuyos comités p e r m a n e n t e s , investidos
manentes, y, a u n q u e de ella procedían muchos c u a d r o s admi- con funciones judiciales, financieras y burocráticas, eran todo-
nistrativos de la m o n a r q u í a h a b s b u r g u e s a , f u e incapaz de con- poderosos en el c a m p o y aseguraban u n alto nivel de cohesión
vertirse en su fuerza d o m i n a n t e u organizadora. política en el seno de la clase terrateniente. Los H a b s b u r g o
Sin embargo, y cualesquiera que fuesen las limitaciones de i n t e n t a r o n dividir a la aristocracia h ú n g a r a s e p a r a n d o con ho-
las clases t e r r a t e n i e n t e s en cada sector, a mediados del si- nores y privilegios a su sector más rico. Así, en el siglo xvi in-
glo X V I I parecía que la consolidación del p o d e r imperial en las t r o d u j e r o n los títulos, desconocidos h a s t a entonces t a n t o en
unidades austríaca y bohemia de los dominios h a b s b u r g u e s e s Hungría como en Polonia, y a principios del siglo X V I I instau-
creaba las bases p a r a u n a b s o l u t i s m o m á s homogéneo y cen- raron la separación jurídica e n t r e los m a g n a t e s y la nobleza
tralizado. Pero Hungría h a b r í a de revelarse como el obstáculo media 2 3 . E s t a s tácticas n o p r o d u j e r o n resultados apreciables
insuperable p a r a la creación de u n E s t a d o m o n á r q u i c o unita- f r e n t e al p a r t i c u l a r i s m o húngaro, fortalecido ahora todavía m á s
rio. Si p u d i e r a trazarse u n a analogía e n t r e los dos imperios de p o r la expansión del p r o t e s t a n t i s m o . Pero, sobre todo, la pro-
los Habsburgo, c e n t r a d o s en Madrid y Viena, en la que Austria ximidad del p o d e r militar t u r c o —que después de Mohács e r a
fuese el equivalente de Castilla y Bohemia el de Andalucía, la fuerza o c u p a n t e y soberana en dos tercios de las tierras
Hungría sería u n a especie de Aragón oriental. La comparación magiares— f u e u n obstáculo decisivo p a r a la extensión en Hun-
es muy i m p e r f e c t a , sin embargo, p o r q u e Austria n u n c a poseyó gría de u n absolutismo a u s t r í a c o centralizado. E n efecto, du-
el p r e d o m i n i o económico y demográfico de Castilla como cen- r a n t e los siglos xvi y x v n siempre h u b o nobles magiares vi-
t r o del sistema imperial, m i e n t r a s que el p o d e r y los privilegios viendo d i r e c t a m e n t e b a j o el dominio t u r c o en Hungría central,
de la aristocracia h ú n g a r a eran superiores a los de la nobleza y más al este, d e n t r o del imperio otomano, Transilvania cons-
aragonesa; a d e m á s , siempre faltó el rasgo u n i f i c a d o r funda- tituía u n E s t a d o a u t ó n o m o dirigido p o r señores húngaros, mu-
m e n t a l de u n a lengua común. La clase t e r r a t e n i e n t e magiar e r a chos de los cuales eran calvinistas. Todo intento de Viena de
e x t r e m a d a m e n t e n u m e r o s a , alrededor del 5-7 p o r 100 de la po- a t a c a r las venerables prerrogativas de la aristocracia h ú n g a r a
blación total de Hungría. Muchos de ellos eran diminutos pro- siempre podía ser f r e n a d o r e c u r r i e n d o a u n a alianza con los
pietarios con minúsculos lotes de tierras, p e r o el sector fun- turcos, m i e n t r a s que los ambiciosos gobernantes de Transilva-
d a m e n t a l de la nobleza h ú n g a r a era el e s t r a t o de los llamados nia i n t e n t a r o n repetidamente, en su propio interés, instigar
bene possessionati, que poseían propiedades de t a m a ñ o medio c o n t r a la Hofburg a sus c o m p a t r i o t a s de las tierras habsbur-
y d o m i n a b a n la vida política de las provincias 2 2 . Ellos f u e r o n guesas, poniendo f r e c u e n t e m e n t e a su disposición u n e j é r c i t o
quienes dieron al c o n j u n t o de la nobleza magiar la u n i d a d y bien e n t r e n a d o y con el objetivo de c r e a r u n a Transilvania m á s
la dirección de la sociedad. El sistema h ú n g a r o de Estados grande. Así pues, la tenacidad del p a r t i c u l a r i s m o magiar f u e
o p e r a b a a la perfección y n u n c a concedió i m p o r t a n t e s derechos consecuencia también de su poderosa r e t a g u a r d i a a lo largo de
reales a la dinastía Habsburgo, q u e reinaba en Hungría en vir- la f r o n t e r a o t o m a n a , que permitió u n a y otra vez a la nobleza
t u d de u n a m e r a «unión personal» y cuya a u t o r i d a d era allí de la «cristiana» Hungría llamar en su ayuda a fuerzas milita-
electiva y revocable. La Constitución feudal reconocía expresa- res superiores a su p r o p i o p o d e r í o local.
m e n t e u n jus resistendi que legitimaba la rebelión nobiliaria fren- El siglo x v n —la gran época de m a l e s t a r y tensión nobilia-
te a cualquier a t e n t a d o real c o n t r a las sagradas libertades de la rias en el Oeste, con su c o r t e j o de conspiraciones y rebeliones
aristocráticas— presenció también el único caso de u n a per-
22
Bela Király, Hungary in the late eighteenth century, Nueva York, sistente y t r i u n f a n t e resistencia señorial en el Este f r e n t e al
1969, pp. 33, 108. Parece que el papel de los bene possessionati dentro de
la clase terrateniente húngara era uno de los factores más importantes
a u m e n t o del p o d e r real en el m a r c o de u n a a b s o l u t i s m o cre-
que la distinguía de la nobleza polaca, cuyo número era similar y a la ciente. El p r i m e r asalto i m p o r t a n t e de este c o m b a t e tuvo lugar
que se asemejaba en otros muchos aspectos, aunque esta última estaba
mucho más polarizada entre los magnates y los pequeños propietarios y 23
carecía, por consiguiente, de la cohesión de sus equivalentes magiares. Mamatey, Rise of the Habsburg empire, p. 37.
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d u r a n t e la guerra austro-otomana de los Trece Años. Los avan- proporcionó u n conflicto internacional. En 1703, los impuestos
ces militares de los H a b s b u r g o contra los turcos f u e r o n acom- de guerra y la persecución religiosa impulsaron al c a m p e s i n a d o
p a ñ a d o s de la persecución religiosa y la centralización adminis- noroccidental a la rebelión. El m a g n a t e Ferenc Rakóczi, capi-
trativa en las zonas conquistadas. E n 1604, el m a g n a t e calvi- talizando este m a l e s t a r p o p u l a r y en alianza militar con Fran-
nista Bocskay se rebeló, en alianza con los turcos, u n i e n d o tras cia y Baviera, dirigió u n a última y t r e m e n d a rebelión cuyo
sí a la nobleza m a g i a r y a los filibusteros haiduk de las tierras a t a q u e en tenaza sobre Viena sólo p u d o ser detenido p o r la
fronterizas c o n t r a las fuerzas imperiales de ocupación. En 1606, batalla de Blenheim. Los ejércitos de los H a b s b u r g o consiguie-
la Puerta se aseguraba u n a paza ventajosa; la aristocracia hún- ron a c a b a r con la insurrección en 1711, y, c u a t r o años después,
gara conseguía la tolerancia religiosa de Viena, y Bocskay, el la clase t e r r a t e n i e n t e magiar tuvo que a c e p t a r p o r vez p r i m e r a
principado de Transilvania. E n 1619-20, el nuevo príncipe de los impuestos imperiales sobre sus siervos y los acantonamien-
Transilvania Gábor Bethlen, al que se unieron terratenientes tos militares en sus condados, m i e n t r a s sus f r o n t e r a s militares
p r o t e s t a n t e s locales, aprovechó la rebelión de Bohemia p a r a p a s a b a n a ser dirigidas p o r el Hofkriegsrat y se establecía en
invadir y t o m a r grandes zonas de la Hungría h a b s b u r g u e s a . En Viena u n a Cancillería húngara. Pero, p o r los demás, la paz de
1670, Leopoldo I liquidó u n a conspiración de magnates y diri- S z a t m á r c o n f i r m ó los tradicionales privilegios sociales y políti-
gió sus t r o p a s hacia Hungría: la antigua Constitución f u e su- cos de los terratenientes h ú n g a r o s : la administración del país
p r i m i d a y se i m p u s o u n a nueva administración centralista b a j o permaneció sustancialmente b a j o su control 2 4 . Tras este acuer-
u n g o b e r n a d o r general germano, a c o m p a ñ a d o p o r tribunales do, ya no h u b o m á s rebeliones d u r a n t e otros ciento cincuenta
extraordinarios p a r a la represión. La lucha estalló muy p r o n t o , años, p e r o los vínculos e n t r e la nobleza m a g i a r y la dinastía
a p a r t i r de 1678, dirigida p o r el conde I m r e Tókolli. E n 1681, H a b s b u r g o c o n t i n u a r o n siendo distintos de los existentes e n t r e
Leopoldo I tuvo que dar m a r c h a a t r á s de su golpe constitu- las aristocracias y las m o n a r q u í a s del este en la era del absolu-
cional y r e a f i r m a r los tradicionales privilegios magiares al pe- tismo. La extrema descentralización aristocrática, arraigada en
dir Tókolli asistencia turca. Los ejércitos o t o m a n o s llegaron instituciones y derechos medievales, se m o s t r ó irreductible en
en su m o m e n t o y se p r o d u j o el f a m o s o sitio de Viena de 1683. la puszta. La base austríaca del sistema imperial era demasia-
Finalmente, las fuerzas turcas f u e r o n a r r o j a d a s de H u n g r í a en d o pequeña, la extensión de Bohemia d e m a s i a d o frágil y la
1687, y Tókolli tuvo que h u i r al exilio. Leopoldo n o tuvo sufi- resistencia del sistema h ú n g a r o d e m a s i a d o f u e r t e p a r a que pu-
ciente fuerza p a r a restablecer el a n t e r i o r régimen centralista diera a p a r e c e r u n absolutismo típicamente oriental a lo largo
del Gubernium, pero f u e capaz de asegurar la aceptación p o r del Danubio. El r e s u l t a d o final f u e b l o q u e a r el rigor y la uni-
los Estados magiares, reunidos en Bratislava, de la dinastía f o m i d a d de las heterogéneas e s t r u c t u r a s estatales dirigidas p o r
H a b s b u r g o como m o n a r q u í a hereditaria, y n o electiva, y la la Hofburg.
abrogación del jus resistendi. Además, la conquista austríaca
A los veinte años de la paz de Passarowitz, p u n t o culminan-
de Transilvania, en 1690-91, rodeó desde entonces a la nobleza
te de su expansión balcánica y de su prestigio europeo, el ab-
magiar con un bloque territorial estratégico a su retaguardia
solutismo de los H a b s b u r g o s u f r i ó u n a d e r r o t a humillante a
sometido d i r e c t a m e n t e a Viena. Las zonas fronterizas militares
m a n o s de su m u c h o m e n o r rival Hohenzollern. La conquista
especiales, que e s t a b a n s u j e t a s a la a u t o r i d a d del Hofkriegsrat,
p r u s i a n a de Silesia en la guerra d e sucesión austríaca le privó
se extendían a h o r a desde el Adriático h a s t a los Cárpatos, mien-
de la provincia m á s p r ó s p e r a e industrializada de su imperio
t r a s q u e el p o d e r t u r c o en la cuenca danubiana e s t a b a prácti-
de E u r o p a central: Breslau se había convertido, efectivamente,
camente agotado a principios del siglo X V I I I . Las tierras recién
en el p r i m e r centro comercial de las tierras dinásticas tradicio-
adquiridas se distribuyeron e n t r e los aventureros militares ex-
nales. El control del c e t r o imperial pasó t e m p o r a l m e n t e a Ba-
t r a n j e r o s y un círculo selecto de señores húngaros cuya leal-
viera, y el grueso de la aristocracia b o h e m i a se pasó al b a n d o
tad política se cimentaba a h o r a en sus e n o r m e s posesiones
del nuevo e m p e r a d o r bávaro. Finalmente, Bohemia f u e recupe-
del Este.
24
Por muchos conceptos, los mejores comentarios sinópticos sobre las
Sin embargo, la nobleza h ú n g a r a se lanzó de nuevo con avi- sucesivas rebeliones húngaras de esta época se encuentran en McNeill,
dez sobre la p r i m e r a o p o r t u n i d a d de sedición a r m a d a q u e le Europe's steppe frontier, Chicago, 1964, pp. 94-7, 147-8, 164-7.
284 Europa oriental Polonia 249
rada, p e r o en la década siguiente el a b s o l u t i s m o a u s t r í a c o se promovida p o r el Estado, h a s t a tal p u n t o que a n n a i e s del rei-
vio sacudido p r o f u n d a m e n t e u n a vez m á s p o r la guerra de los nado u n o de cada tres niños e s t a b a en u n a escuela elemental.
Siete Años, en la q u e no p u d o r e c o n q u i s t a r Silesia a p e s a r de Los estudios superiores se m o d e r n i z a r o n con o b j e t o de produ-
su alianza con Rusia y Francia, de su e n o r m e superioridad cir ingenieros y funcionarios más capacitados. La b u r o c r a c i a
n u m é r i c a y de sus inmensas pérdidas. Prusia, con u n tercio central f u e profesionalizada y sus rangos se organizaron sobre
del t e s o r o y u n sexto de la población de Austria, había triunfa- la base de los méritos, a la vez que se la sometía a u n a vigi-
d o p o r segunda vez. Esta doble sacudida precipitó dos inten- lancia secreta p o r m e d i o de u n a red de agentes de policía, se-
tos de r e f o r m a del E s t a d o de los H a b s b u r g o en tiempos de Ma- gún el m o d e l o del sistema prusiano. Los Estados d e j a r o n de
ría Teresa, dirigidos p o r los cancilleres Haugwitz y Kaunitz, a d m i n i s t r a r los impuestos que, a p a r t i r de este m o m e n t o , fue-
con el o b j e t o de m o d e r n i z a r y renovar todo el a p a r a t o del go- ron r e c a u d a d o s d i r e c t a m e n t e p o r la m o n a r q u í a . Las cargas
bierno 2 5 . Las Cancillerías de Bohemia y de Austria f u e r o n re- fiscales se a u m e n t a r o n c o n s t a n t e m e n t e . Las sesiones anuales
f u n d i d a s en u n solo órgano, a la vez q u e se f u s i o n a b a n los de los E s t a d o s f u e r o n suprimidas: a p a r t i r de ahora, los Land-
correspondientes tribunales de apelación y se abolían los dife- tage sólo se r e u n í a n c u a n d o eran convocados p o r la dinastía.
rentes órdenes legales de la nobleza bohemia. Por p r i m e r a vez Se estableció la llamada a filas y el e j é r c i t o se amplió h a s t a
se impusieron contribuciones a la nobleza y al clero en estos alcanzar 300.000 s o l d a d o s L o s aranceles f u e r o n incrementa-
dos países ( a u n q u e n o en Hungría) y sus Estados f u e r o n obli- dos sin contemplaciones p a r a asegurar la dirección del mer-
gados a d e s t i n a r la décima p a r t e de sus ingresos al manteni- cado interior, a la p a r q u e se s u p r i m í a n los gremios y corpo-
m i e n t o de u n e j é r c i t o p e r m a n e n t e de 100.000 h o m b r e s . El Hof- raciones u r b a n o s p a r a f o m e n t a r la libre competencia d e n t r o
kriegsrat f u e reorganizado y se le concedieron plenos poderes del imperio. También se m e j o r ó el sistema de t r a n s p o r t e s . To-
en t o d o el imperio. Se creó u n s u p r e m o Consejo de E s t a d o das estas medidas e r a n radicales, p e r o n o q u e d a b a n f u e r a del
p a r a integrar y dirigir toda la m a q u i n a r i a del absolutismo; se espectro de iniciativas convencionales de los estados absolu-
enviaron funcionarios reales p e r m a n e n t e s —los Kreishauptma- tistas en la era de la Ilustración. El p r o g r a m a de José II, sin
ner— a todos los «círculos» de Bohemia y Austria p a r a refor- embargo, n o se detuvo aquí. E n u n a serie de decretos sin pre-
zar la administración y la justicia centralizadas. Las b a r r e r a s cedentes en la historia de las m o n a r q u í a s absolutas, la servi-
a d u a n e r a s e n t r e Bohemia y Austria f u e r o n abolidas y se esta- d u m b r e f u e f o r m a l m e n t e abolida en 1781 — t r a s i m p o r t a n t e s in-
blecieron aranceles proteccionistas c o n t r a las importaciones ex- surrecciones campesinas e n Bohemia d u r a n t e la década ante-
t r a n j e r a s . Las prestaciones de t r a b a j o del c a m p e s i n a d o fueron rior— y se garantizó a todos los súbditos el derecho a la libre
reducidas legalmente, a la vez q u e se explotaban implacable- elección en el m a t r i m o n i o , a la emigración, el t r a b a j o , la ocu-
m e n t e los derechos fiscales de la m o n a r q u í a p a r a a u m e n t a r las pación y la propiedad. A los campesinos se les dio la seguridad
r e n t a s imperiales. En fin, se f o m e n t ó la emigración organizada de la posesión de sus tierras donde n o la tenían, y a los nobles
p a r a la colonización de Transilvania y el Banato. E s t a s medi- se les p r o h i b i ó a d q u i r i r las parcelas de los campesinos. Por
das de María Teresa f u e r o n s u p e r a d a s m u y p r o n t o , sin embar- último, se abolieron todas las prestaciones de t r a b a j o de los
go, p o r el p r o f u n d o p r o g r a m a de r e f o r m a s i m p u e s t o p o r campesinos en las tierras «rústicas» (es decir, parcelas campe-
José II. sinas) que pagaran dos florines o m á s al a ñ o en impuestos; se
igualaron las t a r i f a s fiscales y se d e c r e t a r o n n o r m a s oficiales
El nuevo e m p e r a d o r r o m p i ó e s p e c t a c u l a r m e n t e con la tra- p a r a la distribución del p r o d u c t o agrícola de los a r r e n d a t a r i o s :
dición austríaca de d i f u s o clericalismo oficial. Se p r o c l a m ó la el 12,2 p o r 100 p a r a i m p u e s t o s estatales, el 17,8 p o r 100 p a r a
tolerancia religiosa; las tierras de la Iglesia f u e r o n confiscadas; los señores y el clero en concepto de r e n t a s y diezmos y el 70
los monasterios, disueltos; los servicios eclesiásticos, regulados, p o r 100 p a r a el p r o p i o campesino. Aunque esta medida era m u y
y las universidades p a s a r o n a m a n o s del Estado. Se estableció
u n código penal avanzado, los tribunales f u e r o n r e f o r m a d o s y
la censura abolida. La educación secular f u e vigorosamente * La recluta obligatoria se implantó en 1771. En 1788, José II movilizó
245.000 soldados de infantería, 37.000 de caballería y 900 cañones para su
guerra contra Turquía: H. L. Mikoletzky, Osterreich. Das grosse 18. Jahr-
" Bluche, Le despotisme eclairé, pp. 106-10, ofrece un sucinto análisis. hundert, Viena, 1967, pp. 227, 366.
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Europa oriental Polonia

parcial en su extensión —sólo a f e c t a b a a p o c o m á s de u n quin- del gran esfuerzo militar realizado b a j o José II. Como conse-
to del campesinado bohemio 2 7 — constituía u n a amenaza de cuencia de ello, el expansionismo a u s t r í a c o se dirigió o t r a vez
cambios drásticos en las relaciones sociales en el c a m p o y ata- hacia los Balcanes, donde los ejércitos o t o m a n o s infligieron
caba d i r e c t a m e n t e a los intereses económicos vitales de la no- una serie de reveses al e m p e r a d o r . El objetivo ú l t i m o de toda
bleza t e r r a t e n i e n t e del imperio. En esta época, la proporción la vigorosa renovación del absolutismo austríaco —la recupe-
del p r o d u c t o agrario que q u e d a b a a disposición del p r o d u c t o r ración de su rango militar internacional— es escapaba así de
directo era, p o r lo general, del 30 p o r 100 La nueva ley ele- sus manos. El reinado de José t e r m i n ó en la desilusión y el
vaba al doble esta proporción, reduciendo al m i s m o t i e m p o casi fracaso. Los impuestos de guerra y la llamada a filas resulta-
a la m i t a d el excedente extraído p o r la clase feudal. La pro- ron impopulares e n t r e el campesinado, la inflación creó gran-
testa aristocrática f u e ruidosa y universal y vino a c o m p a ñ a d a des a p u r o s en las ciudades y la censura f u e impuesta de nue-
de obstrucción y evasión generalizadas. vo 29 . Por otra parte, lo q u e era más decisivo, las relaciones
Mientras tanto, el centralismo de José II e s t a b a provocando entre la m o n a r q u í a y la aristocracia habían llegado a u n a situa-
t u m u l t o s políticos en los dos extremos del imperio. Las corpo- ción intolerable. Para evitar la rebelión en Hungría h u b o q u e
raciones u r b a n a s y los f u e r o s medievales de las distantes pro- a b a n d o n a r la centralización en aquel país. La m u e r t e de José II
vincias belgas habían sido anulados p o r Viena. El i n j u r i a d o f u e la señal p a r a u n a rápida y generalizada reacción señorial.
sentimiento clerical, la hostilidad de los patricios y el patrio- Su sucesor, Leopoldo II, f u e obligado i n m e d i a t a m e n t e a rescin-
tismo p o p u l a r se combinaron p a r a p r o d u c i r u n a rebelión arma- dir las leyes sobre la tierra de 1789 y a restablecer los p o d e r e s
da simultánea a la revolución francesa. Pero más amenazadores políticos de la nobleza magiar. Los Estados húngaros a n u l a r o n
todavía e r a n los movimientos que se p r o d u c í a n en Hungría. legalmente las r e f o r m a s de José II y a c a b a r o n con los impues-
José II había sido el p r i m e r soberano H a b s b u r g o en integrar tos sobre las tierras de la nobleza. El comienzo de la revolu-
p o r la fuerza a Hungría en u n m a r c o imperial unitario. Euge- ción f r a n c e s a y las guerras napoleónicas unieron a la dinastía
nio de Savoya había presionado a la dinastía p a r a que hiciera y a la aristocracia en t o d o el imperio, e m p u j á n d o l a s a u n co-
de sus tierras dispersas u n t o d o organizado, ein Totum, y p o r m ú n conservadurismo. El singular episodio de u n despotismo
fin este ideal se estaba llevando a cabo a h o r a de f o r m a me- demasiado «ilustrado» había terminado.
tódica. Todas las principales r e f o r m a s josefinas —eclesiásticas, P a r a d ó j i c a m e n t e , lo q u e hizo posible este episodio f u e la
sociales, económicas y militares— f u e r o n i m p u e s t a s en Hungría m i s m a aporía del a b s o l u t i s m o austríaco. La gran debilidad y
p o r encima de las p r o t e s t a s de la nobleza magiar. La burocra- limitación del imperio de los H a b s b u r g o residía en su falta de
cia de los Kreis se extendió a Hungría, y a ella q u e d ó sometido u n a aristocracia u n i t a r i a que p u d i e r a f o r m a r u n a nobleza de
el antiguo sistema de los condados. La i n m u n i d a d fiscal de la servicio del tipo de la E u r o p a oriental. Pero f u e p r e c i s a m e n t e
clase t e r r a t e n i e n t e f u e abolida a la p a r que se imponía la jus- esta carencia social lo que p e r m i t i ó la libertad «irresponsable»
ticia real. E n 1789, los Estados h ú n g a r o s e s t a b a n p r e p a r a n d o de la autocracia josefina. Debido a que la clase t e r r a t e n i e n t e
c l a r a m e n t e u n a insurrección, al m i s m o tiempo que se iba a n o había crecido d e n t r o del a p a r a t o del E s t a d o a u s t r í a c o c o m o
pique la política exterior de la m o n a r q u í a . José II había inten- lo había h e c h o en Prusia y en Rusia, la m o n a r q u í a absoluta
t a d o a d q u i r i r Baviera en dos ocasiones, p r o p o n i e n d o en la se- p u d o p a t r o c i n a r u n p r o g r a m a que r e a l m e n t e era perjudicial
gunda de ellas su i n t e r c a m b i o p o r Bélgica. Este objetivo lógico p a r a ella. No e s t a n d o enraizada en u n a nobleza territorial úni-
y racional, cuyo logro h a b r í a t r a n s f o r m a d o la posición estra- ca, con f i r m e cohesión de clase, la m o n a r q u í a p u d o conseguir
tégica y la e s t r u c t u r a interna del imperio austríaco, inclinán- u n grado de a u t o n o m í a desconocido p a r a sus vecinos. E s t o ex-
dolo decisivamente en dirección occidental hacia Alemania, f u e plica el carácter insólitamente «antifeudal» de los decretos jo-
b l o q u e a d o p o r Prusia. Significativamente, Austria n o p u d o sefinos si se c o m p a r a n con las posteriores r e f o r m a s de los
arriesgarse a u n a guerra con Prusia p o r esta causa, a pesar
® El aislamiento del régimen en sus últimos años está bien narrado
por Ernst Wangermann, From Joseph II to the Jacobin triáis, Oxford,
" Wright, Serf, seigneur and sovereign, p. 147. 1959, pp. 28-9. El campesinado estaba defraudado por los límites de su
a
Kerner, Bohemia in the eighteenth century, pp. 44-5. reforma agraria y escandalizado por su anticlericalismo.
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otros absolutismos del Este 3 0 . Asimismo, el i n s t r u m e n t o de la ¿o e r a m u c h o m a y o r q u e la del t r a b a j o robot y e s t a b a n buscan-


renovación m o n á r q u i c a del i m p e r i o de los H a b s b u r g o f u e u n a do la f o r m a de implantarlo: cambio de actitud estadísticamente
burocracia cuya distancia respecto a la aristocracia e r a mayor ilustrado p o r su b u e n a disposición en aceptar la conmutación
q u e en ninguna otra zona, ya q u e procedía principalmente de monetaria del robot a precios m u c h o m á s b a j o s que los salarios
los altos estratos de la clase m e d i a alemana de las ciudades, mínimos que se pagaban p o r u n t r a b a j o c o n t r a t a d o equivalente 3 3 .
que se diferenciaba social y c u l t u r a l m e n t e de la clase terrate- Un n ú m e r o cada vez m a y o r de campesinos sin tierras emigra-
niente. Pero la separación relativa de la m o n a r q u í a respecto a ban s i m u l t á n e a m e n t e a las ciudades, donde m u c h o s de ellos se
los heterogéneos terratenientes de su reino f u e también, p o r convertían en p a r a d o s u r b a n o s . Una conciencia nacional sur-
supuesto, la causa de su debilidad interna. Internacionalmente, gió a h o r a inevitablemente, en la era posnapoleónica, p r i m e r o
el p r o g r a m a j o s e f i n o acabó en u n desastre. I n t e r n a m e n t e , las en las ciudades y m á s t a r d e a r r a s t r a n d o a t o d o el campo. Las
leyes sociales derivadas de la naturaleza del E s t a d o absolutis- d e m a n d a s políticas b u r g u e s a s f u e r o n m u y p r o n t o m á s nacio-
ta se r e a f i r m a r o n con vigor, en u n a elocuente demostración nales que liberales: el i m p e r i o a u s t r í a c o se convirtió en «la
de la impotencia de la voluntad personal del soberano, en la prisión de los pueblos».
medida en que t r a n s g r e d i e r a los intereses colectivos de la clase E s t a s contradicciones a c u m u l a d a s se f u n d i e r o n y explota-
cuya defensa e r a la razón histórica del absolutismo. ron en las revoluciones de 1848. La dinastía p u d o d o m i n a r las
El imperio austríaco surgió de la era napoleónica, pues, revueltas u r b a n a s y s u p r i m i ó las rebeliones nacionales en to-
c o m o el pilar central de la reacción europea, con Metternich das sus tierras. Pero las insurrecciones campesinas, que h a b í a n
en el papel de decano de la contrarrevolución m o n á r q u i c a y a p o r t a d o a la revolución su fuerza de masas, sólo p u d i e r o n
clerical en todo el continente. El a b s o l u t i s m o de los Habsbur- ser pacificadas p o r la concesión de las d e m a n d a s básicas de
go cayó en u n a perezosa inactividad d u r a n t e toda la p r i m e r a las aldeas. La Asamblea de 1848 p r e s t ó ese servicio a la monar-
m i t a d del siglo xix. Mientras tanto, u n a incipiente industriali- quía antes de ser disuelta p o r la victoria de la contrarrevolu-
zación iba c r e a n d o u n a nueva población u r b a n a , t a n t o de obre- ción. Las jurisdicciones señoriales f u e r o n suprimidas, la divi-
ros como de clase media, y la agricultura comercial se extendía sión e n t r e tierras rústicas y señoriales f u e eliminada, a todos
desde Occidente con la llegada de nuevos cultivos —remolacha los a r r e n d a t a r i o s se les dio u n a seguridad igual de sus títulos,
azucarera, patatas, ajo— y el auge de la producción de lana. El y las cargas feudales en t r a b a j o , especie o dinero q u e d a r o n
c a m p e s i n a d o había sido liberado de la servidumbre, p e r o toda- f o r m a l m e n t e abolidas, con u n a indemnización p a r a los señores,
vía estaba sometido a la jurisdicción p a t r i m o n i a l de sus seño- que h a b r í a n de p a g a r a p a r t e s iguales el a r r e n d a t a r i o y el Es-
res en t o d o el imperio y en casi todas p a r t e s e s t a b a obligado tado. La clase t e r r a t e n i e n t e austríaca y bohemia, i n s t r u i d a ya
a p r e s t a r servicios de t r a b a j o a la nobleza. E n estos aspectos, en las v e n t a j a s del t r a b a j o libre, n o se o p u s o a estos acuerdos:
todavía prevalecía la Erbuntertanigkeit tradicional sobre el 80 sus intereses q u e d a b a n generosamente garantizados p o r las
p o r 100 del territorio, incluyendo todas las principales regiones cláusulas compensatorias q u e se a p r o b a r o n c o n t r a la resisten-
de E u r o p a central —Alta Austria, B a j a Austria, Estiria, Carin- cia de los r e p r e s e n t a n t e s campesinos 3 4 . Los Estados magiares,
tia, Bohemia, Moravia, Galitzia, Hungría y Transilvania—, y el dirigidos p o r Kossuth, t e r m i n a r o n con el robot de u n a f o r m a
robot c o n t i n u a b a siendo la principal f u e n t e de t r a b a j o e n la todavía m á s v e n t a j o s a p a r a la nobleza. E n Hungría, la compen-
economía agraria 3 1 . E n la década de 1840, el c a m p e s i n o me- sación tenía q u e ser pagada í n t e g r a m e n t e p o r el campesinado.
dio g e r m a n o o eslavo g u a r d a b a p a r a sí ú n i c a m e n t e el 30 p o r La ley agraria de s e p t i e m b r e de 1848 aseguró el p r e d o m i n i o de
100 de su p r o d u c t o después de p a g a r impuestos y cargas 3 J . Al las relaciones capitalistas en el campo. La propiedad de la tie-
m i s m o tiempo, u n n ú m e r o creciente de terratenientes se iba r r a se c o n c e n t r ó todavía m á s a medida que la p e q u e ñ a nobleza
p e r c a t a n d o de que la productividad media del t r a b a j o asalaria- vendía sus tierras y los campesinos pobres huían a la ciudades,
m i e n t r a s q u e los grandes m a g n a t e s de la nobleza a u m e n t a b a n
" Los tres programas de reforma —el austríaco, el prusiano y el r u s o -
estuvieron motivados, naturalmente, por las derrotas militares.
" Blum, Noble landowners and agriculture in Austria, pp. 45, 202. » Ibid., p. 192-202.
54
» Ibid., p. 71. Blum ofrece un análisis definitivo del acuerdo, pp. 235-8.
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sus latifundios y racionalizaban su dirección y producción con de tal f o r m a que asegurase la superioridad alemana. El Reichs-
los fondos compensatorios. Por d e b a j o de ellos se consolidó rat no tenía control sobre los ministros ni sobre la imposición
u n e s t r a t o de p r ó s p e r o s Grossbauem, especialmente en las tie- o recaudación de las contribuciones ya existentes; era u n a en-
r r a s austríacas, p e r o la distribución f u n d a m e n t a l del suelo per- tidad simbólica, carente de p o d e r y que n o vino a c o m p a ñ a d a
maneció m á s polarizada que antes de la llegada de la agricul- por la libertad de p r e n s a ni la i n m u n i d a d de los diputados 3 6 .
t u r a capitalista. E n la década 1860, el 0,16 p o r 100 de las pro- La nobleza magiar se negó a aceptarla y, en consecuencia, se
piedades de Bohemia —las grandes fincas de los magnates— r e i n s t a u r ó en Hungría u n régimen c o m p l e t a m e n t e militar. La
c u b r í a n el 34 p o r 100 de la tierra 3 5 . derrota ante Prusia en Sadowa, que p e r j u d i c ó y debilitó a la
Una agricultura crecientemente capitalista servía a h o r a de m o n a r q u í a u n a vez más, a r r u i n ó a este régimen provisional
base al sistema político de los H a b s b u r g o . El E s t a d o absolu- cuando sólo habían p a s a d o seis años.
tista, sin embargo, surgió de la t e m p e s t a d de 1848 sin h a b e r Toda la e s t r u c t u r a tradicional del E s t a d o absolutista s u f r i ó
sido reconstruido. Las peticiones liberales de libertades cívicas ahora u n vuelco súbito y radical. D u r a n t e tres siglos, el enemi-
y sufragio f u e r o n silenciadas y las aspiraciones nacionales su- go más temible del centralismo de los H a b s b u r g o había sido
primidas. El o r d e n dinástico feudal sobrevivió a la «primavera» siempre la nobleza húngara, la clase t e r r a t e n i e n t e m á s obstina-
p o p u l a r de E u r o p a , p e r o su capacidad p a r a u n a adaptación o d a m e n t e particularista, c u l t u r a l m e n t e u n i d a y socialmente re-
evolución activa se había acabado. Las r e f o r m a s agrarias de presiva del imperio. La definitiva expulsión de los turcos de
Austria habían sido o b r a de la e f í m e r a Asamblea de la revolu- Hungría y Transilvania en el siglo x v n había p u e s t o fin du-
ción y n o u n a iniciativa del gobierno real, a diferencia de las r a n t e cierto t i e m p o a la turbulencia magiar. Pero los cien años
r e f o r m a s p r u s i a n a s de 1808-11. La Hofburg se limitó a aceptar- siguientes, a u n q u e consagraron a p a r e n t e m e n t e la integración
las u n a vez a p r o b a d a s . Asimismo, la d e r r o t a militar de la in- política h ú n g a r a en el i m p e r i o austríaco, e s t a b a n p r e p a r a n d o
surrección nacional m á s peligrosa de E u r o p a central —la cons- en realidad u n cambio espectacular y definitivo de papeles den-
titución de u n E s t a d o s e p a r a d o p o r la nobleza húngara, con tro de él. La reconquista de la Hungría y Transilvania otoma-
gobierno, presupuesto, e j é r c i t o y política exterior propios y nas y el cultivo y la colonización agraria de los grandes espa-
n u e v a m e n t e u n i d o a Austria p o r u n a m e r a «unión personal»— cios del Este a u m e n t a r o n de f o r m a decisiva el peso económico
f u e realizada n o p o r los ejércitos austríacos, sino p o r los rusos: de la nobleza h ú n g a r a d e n t r o del c o n j u n t o del imperio. En los
a m e n a z a d o r a repetición de las tradiciones de la dinastía. A par- p r i m e r o s m o m e n t o s se provocó la emigración campesina hacia
tir de entonces, la m o n a r q u í a de los H a b s b u r g o f u e cada vez la llanura central húngara, o f r e c i e n d o a r r e n d a m i e n t o s venta-
m á s el s u j e t o pasivo de sucesos y conflictos exteriores. La frá- josos; p e r o u n a vez repoblada se endurecieron i n m e d i a t a m e n t e
gil restauración de 1849 le concedió u n a breve década p a r a al- las presiones de los señores, se a u m e n t a r o n las grandes pro-
canzar el objetivo, t a n t o t i e m p o perseguido, de u n a completa piedades y se expropiaron las parcelas de los campesinos 3 7 . El
centralización administrativa. El sistema de Bach i m p u s o u n a alza agrícola de la época de la Ilustración, a p e s a r de la polí-
burocracia, u n derecho, u n o s impuestos y u n a zona a d u a n e r a tica de aranceles discriminatorios realizada p o r Viena 3 8 , pro-
u n i f o r m e s en t o d o el imperio. H u n g r í a f u e o c u p a d a p o r húsa- d u j o grandes beneficios a la mayoría de la nobleza y echó los
res p a r a i m p o n e r su sometimiento. P e r o la estabilización de cimientos de las f o r t u n a s de los magnates, que h a b r í a n de al-
esta autocracia centralista n o era posible, p o r q u e internacio- canzar u n a s dimensiones sin igual. Históricamente, la nobleza
n a l m e n t e era d e m a s i a d o débil. La d e r r o t a ante Francia en Sol- de Bohemia había sido con m u c h o la m á s rica de los dominios
ferino y la p é r d i d a de L o m b a r d í a en 1859 la sacudieron tan de los Habsburgo, p e r o en el siglo xix ya n o e r a así. Aunque
d u r a m e n t e que se hizo necesaria u n a r e t i r a d a política en el la familia Schwarzenberg tuviera 195.000 hectáreas en Bohemia,
interior. La Patente de 1861 concedió u n P a r l a m e n t o imperial
o Reichsrat, elegido indirectamente a p a r t i r de los Landtage
35
provinciales, con c u a t r o curias, sufragio restringido y dispuesto A. J. P. Taylor, The Habsburg monarchy, Londres, 1952, pp. 104-27.
37
Király, Hungary in the late eighteenth century, pp. 129-35.
31
En la que hacen hincapié historiadores húngaros tradicionales; véase,
por ejemplo. H. Marczaii, Hungary in the eighteenth centurv, Cambridge,
33 Tapié, Monarchie et peuples du Danube, p. 325. 1910, pp. 39.' 99.
284
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la familia Esterhazy era dueña de a p r o x i m a d a m e n t e 2.800.000 En Austria, sin embargo, los partidos políticos, la agitación
en Hungría 3 9 . La seguridad y la agresividad del c o n j u n t o de la social y los conflictos nacionales f u e r o n debilitando paulatina-
nobleza magiar — t a n t o de los propietarios medios como de los m e n t e la viabilidad del régimen autocrático. Pasadas c u a t r o
magnates— se intensificaron g r a d u a l m e n t e con la nueva ex- décadas, en 1907, la dinastía se vio obligada a conceder el su-
tensión de sus posesiones y el auge de su importancia d e n t r o fragio universal en Austria, e n t r e las huelgas u r b a n a s y los ecos
de la economía de E u r o p a central. populares de la revolución rusa de 1905. En Hungría, los te-
A pesar de todo, d u r a n t e el siglo X V I I I y en la p r i m e r a par- rratenientes m a n t u v i e r o n con firmeza el monopolio clasista del
te del xix la aristocracia h ú n g a r a n u n c a f u e admitida en los voto restringido. De esta f o r m a , el imperio a u s t r í a c o n u n c a
consejos internos del E s t a d o habsburgués; siempre f u e man- pudo realizar la t r a n s m u t a c i ó n que había h e c h o del imperio
tenida a cierta distancia del a p a r a t o político imperial. Su alemán u n E s t a d o capitalista. Cuando estalló la p r i m e r a gue-
oposición a Viena continuó siendo el mayor peligro i n t e r n o r r a mundial todavía n o existía un control p a r l a m e n t a r i o del
p a r a la dinastía: la revolución de 1848 m o s t r ó su temple cuan- gobierno imperial, ni u n p r i m e r ministro, ni u n sistema elec-
do i m p u s o a su c a m p e s i n a d o u n a s condiciones agrícolas mu- toral u n i f o r m e . El Reischrat n o tenía «ninguna influencia en
cho m á s d u r a s que las que habían sido capaces de i m p o n e r las la política y sus m i e m b r o s n o tenían ninguna esperanza de
aristocracias h ú n g a r a y bohemia y cuando resistió a los ejérci- realizar u n a c a r r e r a política» 4 1 . Más del 40 p o r 100 de la po-
tos reales encargados de su represión h a s t a ser aplastada p o r blación —los h a b i t a n t e s de Hungría, Croacia y Transilvania—
la expedición enviada contra ella p o r el zar. Así pues, a medi- estaban excluidos del voto secreto o del s u f r a g i o universal
da que el absolutismo austríaco se debilitaba ininterrumpida- masculino. El 60 p o r 100 q u e lo poseía en las tierras de Aus-
m e n t e t r a s los sucesivos desastres en el e x t r a n j e r o y a medida tria gozaba tan sólo de un derecho nominal, p o r q u e sus votos
que el malestar p o p u l a r en el I m p e r i o se hacía cada vez más no influían p a r a n a d a en los a s u n t o s del Estado. Irónicamen-
f u e r t e , la dinastía tuvo que volverse, lógica y necesariamente, te, y a pesar de las apariencias d e s c a r a d a m e n t e falsas, en Hun-
hacia su enemigo tradicional, la nobleza feudal m á s combativa gría era donde existía lo m á s cercano a u n v e r d a d e r o electo-
de E u r o p a central y la única clase terrateniente todavía capaz r a d o y a u n gobierno responsable, p r e c i s a m e n t e p o r q u e a m b o s
de consolidar su poder. La victoria de Prusia sobre Austria en se limitaban a la clase terrateniente. Pero, sobre todo, el impe-
1867 garantizó la elevación de Hungría a u n a posición domi- rio a u s t r í a c o era la negación p a l m a r i a del E s t a d o nacional bur-
n a n t e d e n t r o del imperio. Para salvarse de su p r o p i a desinte- gués: r e p r e s e n t a b a la antítesis de u n o de los rasgos esenciales
gración, la m o n a r q u í a aceptó u n a igualdad formal. El dualismo del o r d e n político capitalista de E u r o p a . Su adversario, el im-
que creó «Austria-Hungría» en 1867 dio a la clase terratenien- perio alemán, había realizado su t r a n s f o r m a c i ó n e s t r u c t u r a l
te m a g i a r u n p o d e r i n t e r n o completo en Hungría, con gobier- precisamente p o r q u e se p u s o a la cabeza de la construcción
no, presupuesto, asamblea y b u r o c r a c i a propios, m a n t e n i e n d o nacional q u e el imperio austríaco-rechazó. La evolución social
ú n i c a m e n t e u n e j é r c i t o y u n a política exterior comunes y u n a contraria de cada absolutismo tuvo así su c o r r e l a t o geopolíti-
unión a d u a n e r a renovable. Mientras que en Austria la monar- co. A medida que pasaba el siglo xix, el E s t a d o p r u s i a n o f u e
quía tuvo que conceder la igualdad civil, la libertad de expre- a r r a s t r a d o , reluctante p e r o inexorablemente, hacia el Oeste, con
sión y la educación secular, en Hungría la nobleza n o hizo tales la industralización del R u h r y el desarrollo capitalista de Re-
concesiones. A p a r t i r de entonces, la nobleza h ú n g a r a repre- nania. E n la m i s m a época, el E s t a d o a u s t r í a c o se inclinó en la
sentó el ala militante y dirigente de la reacción aristocrática
en el imperio y llegó a d o m i n a r el personal y la política del
guerra mundial. Pero la importancia institucional del aparato militar en
a p a r a t o absolutista en la propia Viena 4 0 . el Estado austríaco siempre estuvo por debajo de la que tuvo por tér-
mino medio para el absolutismo. El Estado Mayor jugó un papel catas-
trófico en la crisis de agosto de 1914, pero una vez comenzada la lucha
3
' Mamatey, Rise of the Habsburg empire, p. 64; C. A. Macartney, sus fallos le relegaron muy pronto a un papel relativamente secundario
«Hungary», en Goodwin, comp., The European nobility in the 18th century, (en oposición diametral al auge de sus equivalentes alemanes en Berlín),
página 129. mientras que la influencia política magiar en Viena aumentó considera-
40
La principal excepción fue el ejército, cuyo mando supremo siguió blemente a medida que continuaba la guerra.
41
siendo un reducto austríaco durante todo el período final hasta la primera Taylor, The Habsburg monarchy, p. 199.
334 Europa oriental 6. RUSIA

direción opuesta, hacia el Este, p o r la hegemonía creciente de


Hungría y su e m p e c i n a d o aristocratismo. Como era lógico, la
última adquisición de la dinastía f u e el territorio m á s a t r a s a d o
de t o d o el imperio, las provincias de Bosnia y Herzegovina,
anexionadas en 1909, donde la servidumbre tradicional de los
campesinos kmet locales n u n c a f u e seriamente modificada 4 2 .
El comienzo de la p r i m e r a g u e r r a mundial llevó a su conclu-
sión lógica al absolutismo austríaco: los ejércitos alemanes
libraron sus batallas y los políticos h ú n g a r o s d e t e r m i n a r o n su Llegamos así al último y m á s d u r a d e r o a b s o l u t i s m o de E u r o p a .
diplomacia. Mientras el general p r u s i a n o Mackensen dirigía la El zarismo sobrevivió en Rusia a todos sus p r e c u r s o r e s y con-
guerra, el dirigente magiar Tisza se convirtió en verdadero temporáneos, h a s t a convertirse en el único E s t a d o absolutista
canciller del imperio. La d e r r o t a a r r a s ó a la prisión de las na- que llegó intacto al siglo xx. Las fases y las pausas en la géne-
cionalidades. sis de este E s t a d o hicieron de él u n caso a p a r t e muy tempra-
namente. La depresión económica que caracterizó al comienzo
de la última crisis feudal tuvo lugar, c o m o ya hemos visto,
b a j o la s o m b r a de los t á r t a r o s . Las guerras, los conflictos ci-
viles, las plagas, la despoblación y el a b a n d o n o de los cultivos
caracterizaron al siglo xiv y a la p r i m e r a m i t a d del xv. A par-
tir de 1450 comenzó u n a nueva era de recuperación y expansión
económica. En el t r a n s c u r s o de los cien años siguientes, la
población se multiplicó, la agricultura p r o s p e r ó y el comercio
interior y el uso de la m o n e d a crecieron r á p i d a m e n t e , a la vez
que se a u m e n t a b a en m á s de seis veces la extensión del E s t a d o
moscovita. El sistema de rotación trienal —hasta entonces
p r á c t i c a m e n t e desconocido en Rusia— empezó a sustituir al
tradicional y antieconómico sistema campesino de cultivo has-
ta el a g o t a m i e n t o del suelo, coincidiendo con el p r e d o m i n i o
del a r a d o de m a d e r a ; u n poco m á s tarde, los molinos se hicie-
ron de u s o general en las a l d e a s N o existía agricultura de
exportación y las fincas todavía eran a u t á r q u i c a s en b u e n a me-
dida, p e r o la presencia de ciudades de dimensiones aceptables,
controladas p o r el gran ducado, ofrecía algunas salidas p a r a la
producción señorial; a la cabeza de esta tendencia se situaban
las tierras monásticas. Las m a n u f a c t u r a s y el comercio u r b a n o
se vieron favorecidos p o r la unificación territorial de Mosco-
via y la normalización de la moneda. El t r a b a j o asalariado au-
m e n t ó n o t a b l e m e n t e en la ciudad y en el campo, a la vez que
florecía el comercio internacional a través de R u s i a 2 . Fue en

1
A. N. Sajarov, «O dialektike istorischeskovo razvitiya russkovo
krest'yantsva», Voprosi Istorii, 1970, 1, pp. 21-2.
2
Se ha afirmado que las dimensiones del mercado interior eran más
" O. Jászi, The dissolution of the Habsburg monarchy, Chicago, 1929, amplias en la década de 1560 que a mediados del siglo xvn, y que la
páginas 225-6. proporción de mano de obra libre en la fuerza de trabajo era mayor en
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284 Europa oriental Polonia

esta fase ascendente c u a n d o Iván I I I echó los p r i m e r o s cimien- p o r tanto, muy f u e r t e y al principio d e j a b a poco margen p a r a
tos del a b s o l u t i s m o r u s o con su inauguración del sistema de la iniciativa política o económica. Pero ya en 1497 s e g u r a m e n t e
pomestie.
se debió en p a r t e a su presión el sudebnik decretado p o r
H a s t a entonces, la clase t e r r a t e n i e n t e rusa había estado Iván III, que limitaba la movilidad de los campesinos p o r Mos-
c o m p u e s t a esencialmente p o r príncipes y nobles boyardos au- covia a sólo dos semanas al año, antes y después de la fiesta
t ó n o m o s y separatistas, m u c h o s de ellos de origen t á r t a r o u de San Jorge, en noviembre. Este f u e el p r i m e r p a s o funda-
oriental, que poseían grandes extensiones alodiales y u n con- mental hacia la s e r v i d u m b r e legal del c a m p e s i n a d o ruso, aun-
siderable n ú m e r o de esclavos. Estos m a g n a t e s se habían orien- que el proceso completo todavía tendría que r e c o r r e r u n largo
tado g r a d u a l m e n t e hacia la nueva corte moscovita, donde cons- camino. Basilio I I I , que le sucedió en 1505, siguió la m i s m a
tituyeron el séquito del monarca, a la vez que conservaban sus política que su predecesor; Pskov f u e anexionado y el sistema
propios séquitos y sus levas militares. La conquista de Nov- de pomestie extendido, con v e n t a j a s políticas y militares p a r a
gorod p o r Iván I I I , en 1478, p e r m i t i ó al n a t i e n t e E s t a d o ducal la dinastía. En algunos casos, las tierras alodiales recibidas en
la expropiación de grandes extensiones de tierra y el asenta- herencia p o r príncipes o boyardos f u e r o n puestas b a j o control
miento en ellas de u n a nueva nobleza que a p a r t i r de entonces dinástico y sus propietarios asentados en otra parte, con pose-
constituiría la nueva clase de servicio militar de Moscovia. La siones condicionales y con la obligación de p r e s t a r servicios
concesión de pomestie e s t a b a condicionada a la participación militares al Estado. Iván IV, al p r o c l a m a r s e zar, extendió y ra-
en las c a m p a ñ a s estacionales de los ejércitos del soberano, dicalizó este proceso p o r medio de la expropiación p u r a y sim-
convirtiéndose e! t i t u l a r en su servidor legal, s u j e t o a u n esta- ple de los terratenientes hostiles y de la creación de u n a guar-
t u t o e s t r i c t a m e n t e definido. Los pomeshchiki eran jinetes equi- dia personal b a s a d a en el t e r r o r (los oprichniki), que en pago
pados p a r a el u s o del a r c o y la espada en u n a f o r m a desorde- de sus servicios recibía tierras confiscadas.
n a d a de batalla. Como los jinetes t á r t a r o s , con quienes e s t a b a n La o b r a de Iván IV, a u n q u e supuso u n paso decisivo hacia
destinados f u n d a m e n t a l m e n t e a e n f r e n t a r s e , n o u s a b a n tampo- la construcción de u n a autocracia zarista, h a sido a d o r n a d a
co a r m a s de fuego. La m a y o r p a r t e de las tierras q u e se distri- retrospectivamente de u n a coherencia excesiva. En realidad, su
buyeron e n t r e ellos estaban en el c e n t r o y en el s u r del país, m a n d a t o llevó a cabo tres realizaciones f u n d a m e n t a l e s p a r a el
cerca del f r e n t e de guerra p e r m a n e n t e con los t á r t a r o s . Si la f u t u r o del absolutismo ruso. El p o d e r t á r t a r o en el este f u e
típica votchina b o y a r d a era u n a gran propiedad con u n a abun- q u e b r a d o con la liberación de Kazán en 1556 y la anexión del
dante provisión de campesinos dependientes y de t r a b a j o es- j a n a t o de Astracán, que s u p r i m i e r o n u n i m p e d i m e n t o secular
clavo (a principios del siglo x v n el t é r m i n o m e d i o era de 520 p a r a el crecimiento del E s t a d o y la sociedad moscovitas. Esta
familias en la región de Moscú), la nobleza pomestie poseía i m p o r t a n t e victoria había sido precedida p o r el desarrollo de
generalmente u n a p e q u e ñ a propiedad con u n a media de cinco dos innovaciones cruciales en el sistema militar uso: el empleo
o seis familias campesinas t r a b a j a n d o en ella 3 . La extensión masivo de artillería pesada y de m i n a s c o n t r a las fortificacio-
limitada de las posesiones de los pomeshchiki y el rigor inicial nes (decisivas en la t o m a de Kazán) y la formación de la pri-
del control gubernativo sobre su explotación significaban, pro- m e r a infantería p e r m a n e n t e de fusileros streltsi, a m b a s de la
bablemente, que su productividad era m u c h o m e n o r q u e la de m a y o r importancia p a r a los proyectos de expansión exterior.
las tierras alodiales boyardas y monásticas. La dependencia Mientras tanto, el sistema de pomestie f u e generalizado en
económica respecto al gran d u q u e d o n a n t e de las tierras era, u n a nueva escala, c a m b i a n d o de f o r m a p e r m a n e n t e el equili-
b r i o de p o d e r e n t r e los boyardos y el zar. Las confiscaciones
realizadas p o r la oprichnina convirtieron p o r vez p r i m e r a a la
el siglo xvi que en el xviii: D. I. Makovski, Razvitie tovarno-denezhnyj posesión condicional en f o r m a d o m i n a n t e de la tenencia de tie-
otnoshenii v sel'skom Jozyaistve russkovo gosudarstva v XVI veke, Smo-
lensko, 1960, pp. 203, 206.
r r a en Rusia; simultáneamente, las propiedades votchina que-
!
R. Heltie, Enserfment and military change in Muscovy, Chicago, 1971, d a r o n s u j e t a s a la prestación de servicios y se detuvo el creci-
página 24. Esta importante obra es la principal síntesis reciente sobre el m i e n t o de las posesiones monásticas. Este c a m b i o quedó refle-
problema de la formación de la servidumbre rusa y la función de la j a d o en la p é r d i d a de i m p o r t a n c i a de la D u m a b o y a r d a d u r a n t e
nobleza de servicio en el primer Estado zarista.
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el r e i n a d o de Iván IV y en la convocatoria del p r i m e r Zemski covita en los últimos años del reinado de I v á n 7 . Porque, al mis-
Sobor o Asamblea de la Tierra, en la que estaba r e p r e s e n t a d a mo tiempo, Iván había cometido u n e r r o r f u n d a m e n t a l t r a s sus
de f o r m a p r e e m i n e n t e la pequeña nobleza 4 . Pero lo más impor- victorias en el este, c o n t i n u a n d o u n a política de expansión oc-
t a n t e de t o d o f u e que Iván IV concedió a la clase pomeshchiki cidental hacia el Báltico en lugar de volverse hacia el s u r p a r a
el derecho de d e t e r m i n a r el nivel de r e n t a s que podían extraer- e n f r e n t a r s e con la amenaza t á r t a r a en Crimea, q u e constituía
se del campesinado en sus tierras y el de recaudarlas p o r sí un p r o b l e m a p e r m a n e n t e p a r a la seguridad y la estabilidad de
mismos, con lo q u e les convirtió p o r vez p r i m e r a en dueños Rusia. Las nuevas fuerzas militares rusas, capaces de d e r r o t a r
de la fuerza de t r a b a j o de sus p r o p i e d a d e s 5 . Al m i s m o tiempo a los relativamente primitivos, a u n q u e feroces n ó m a d a s orien-
se modernizó el sistema impositivo y a d m i n i s t r a t i v o p o r me- tales, no podían igualar a los ejércitos sueco y polaco, m á s
dio de la abolición del sistema kormlenie de aprovisionamiento avanzados y equipados con a r m a s y tácticas occidentales. Los
(de hecho, salarios en especie) de los funcionarios provinciales veinticinco años de la guerra de Livonia a c a b a r o n en u n a de-
y la creación de u n a tesorería central p a r a los ingresos fiscales. r r o t a aplastante, después de a r r u i n a r a la sociedad moscovita
Una red local de autoadministración guba, dirigida esencial- con su e n o r m e costo y la dislocación de la economía rural. Las
m e n t e p o r la nobleza de servicio, integró todavía m á s a esta derrotas en el f r e n t e de Livonia se c o m b i n a r o n con la desmo-
clase en el creciente a p a r a t o g u b e r n a m e n t a l de la m o n a r q u í a ralización interior provocada p o r el azote oprichnik y precipi-
rusa. Todas estas medidas militares, económicas y administra- taron u n éxodo desastroso del c a m p e s i n a d o de la Rusia cen-
tivas estaban dirigidas a r e f o r z a r de f o r m a m u y considerable tral y noroccidental hacia la recién conquistada periferia del
el p o d e r político del E s t a d o central zarista. país, d e j a n d o t r a s de sí regiones enteras en la más completa
Pero, p o r o t r a parte, tantos los avances en el exterior como desolación. Las calamidades se sucedieron en u n ciclo familiar
en el interior se vieron socavados p o s t e r i o r m e n t e p o r la desas- de extorsiones fiscales, malas cosechas, plagas epidémicas, pi-
t r o s a dirección de la interminable guerra de Livonia, que a r r u i n ó llaje interior e invasiones e x t r a n j e r a s . Los t á r t a r o s s a q u e a r o n
al E s t a d o y a la economía, y p o r las exacciones t e r r o r i s t a s de Moscú en 1571, y los oprichniki, Novgorod. En u n intento des-
la oprichnina en el p r o p i o país. A este « E s t a d o p o r encima del esperado de f r e n a r este caos social, Iván IV prohibió todos los
E s t a d o » 6 , c o m p u e s t o p o r unos 6.000 policías militares, le f u e movimientos campesinos en 1581, c e r r a n d o p o r vez p r i m e r a el
confiada la administración de la Rusia central. Su represión período de San Jorge. El decreto f u e expresamente excepcio-
carecía de u n o b j e t i v o racional: respondía simplemente a la nal, para un solo año, pero en la m i s m a década se repitió m á s
semidemencia de los odios personales de Iván IV. La repre- t a r d e de f o r m a irregular. E s t a s prohibiciones no b a s t a r o n p a r a
sión n o amenazó a la clase b o y a r d a en c u a n t o tal, sino q u e se contener el p r o b l e m a inmediato de las h u i d a s en masa, ya q u e
c e n t r ó en unos cuantos individuos d e n t r o de ella; pero su des- grandes extensiones de las tierras moscovitas tradicionales que-
e n f r e n o en las ciudades, la dislocación del sistema de propie- daron c o m p l e t a m e n t e desiertas. En las zonas m á s castigadas,
dad de la tierra y la superexplotación del campesinado f u e r o n la tierra cultivada p o r familia campesina descendió a u n tercio
causas directas del total colapso c e n t r í f u g o de la sociedad mos- o un quinto de su nivel anterior; h u b o u n a regresión agraria
generalizada hacia los b a r b e c h o s extensivos; en la m i s m a pro-
vincia de Moscú se ha estimado que del 76 al 96 por 100 de todos
' Quizá pueda detectarse el ejemplo de la Sejm polaca en la convoca-
toria de esta institución, que Iván IV destinaba posiblemente a atraer a los cultivos f u e r o n a b a n d o n a d o s 8 . En medio de este derrum-
la órbita moscovita a los nobles ruso-occidentales de Lituania. b a m i e n t o de todo el orden rural construido laboriosamente
5
Hellie, Enserjment and military change in Muscovy, pp. 37, 45, 115. d u r a n t e el siglo anterior, se p r o d u j o u n f u e r t e r e c r u d e c i m i e n t o
' Frase acuñada por R. G. Skrynnikov, y citada por A. L. Shapiro, de la esclavitud, ya que muchos campesinos se vendieron como
«On absoliutizme v Rossii», Istoriya SSSR, mayo de 1968, p. 73. El artículo
de Shapiro es una réplica al ensayo de Avrej, aludido anteriormente (véa- bienes muebles p a r a librarse del h a m b r e . La catástrofe final
se p. 13), y que inició un debate homérico entre los historiadores sovié- del reinado de Iván IV h a b r í a de p e r j u d i c a r d u r a n t e varias
ticos sobre la naturaleza y trayectoria del absolutismo ruso, debate que
reveló un abanico extraordinariamente amplio de posiciones con una do-
7
cena de contribuciones a Istoriya SSSR y Voprosi Istorii en el momento Véanse las opiniones concordantes de Vernadsky, The tsardom of
de escribir estas páginas. En esta discusión hay muchas cosas interesantes Moscow, i, pp. 137-9, y Shapiro, «Ob absoliutizme v Rossii», pp. 73-4.
a las que tendremos ocasión de referirnos. ' Hellie, Enserjment and military change, pp. 95-7.
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décadas los progresos políticos y económicos de la sociedad a la clase pomeshchik de grupos sociales m á s b a j o s . Sin em-
feudal rusa, llegando incluso a erosionar sus éxitos iniciales bargo, la eliminación del último h e r e d e r o de la dinastía Rurik
La ferocidad del gobierno de Iván f u e u n síntoma del carácter p o r Godunov precipitó su caída. El E s t a d o r u s o se desintegró
histérico y artificial de b u e n a p a r t e de su m a r c h a hacia el ab- en el caos del llamado «período de trastornos» (1605-13), se-
solutismo, en u n a s condiciones en las que todavía e r a prema- cuela política tardía del colapso económico de la década de
t u r a u n a autocracia sistemática. 1580. Las intrigas sucesorias y las u s u r p a c i o n e s rivales, los con-
La década siguiente presenció ciertas m e j o r a s en la profun- flictos e n t r e los m a g n a t e s de la clase boyarda y las invasiones
da depresión económica en que se había h u n d i d o Rusia, pero e x t r a n j e r a s procedentes de Polonia y Suecia se e n t r e c r u z a r o n
la nobleza pomershchik s u f r í a aún u n a grave escasez de m a n o de en el país. Las múltiples fisuras del orden d o m i n a n t e permi-
o b r a campesina p a r a cultivar sus tierras y padecía también u n a tieron en los años 1606-7 la insurrección de Bolótnikov, u n a
aguda inflación de precios. Boris Godunov, el m a g n a t e que rebelión campesina, dirigida p o r cosacos, de u n tipo que h a b r í a
había t o m a d o el p o d e r t r a s la m u e r t e de Iván IV, reorientó la de repetirse d u r a n t e los dos próximos siglos. Al m a n d o de u n
política exterior r u s a hacia la paz con Polonia en el oeste, el esclavo fugitivo convertido en filibustero, u n a a b i g a r r a d a fuer-
a t a q u e c o n t r a los t á r t a r o s de Crimea en el s u r y, sobre todo, za p o p u l a r procedente de las ciudades y del c a m p o del sudoes-
la anexión de Siberia en el este, p a r a todo lo cual necesitaba te m a r c h ó sobre Moscú, i n t e n t a n d o levantar a las m a s a s pobres
la lealtad de la clase de servicio militar. En el m a r c o de esta u r b a n a s de la capital c o n t r a el u s u r p a d o r régimen b o y a r d o en
política y con o b j e t o de conseguir el apoyo de la nobleza, Go- el poder. Esta amenaza unió r á p i d a m e n t e a los ejércitos, mu-
dunov publicó u n decreto en 1592 ó 1593 p o r el que se prohi- t u a m e n t e hostiles, de la nobleza media y los magnates contra
bían todos los movimientos campesinos hasta nueva orden, con los insurgentes, que f u e r o n d e r r o t a d o s f i n a l m e n t e en Tula
lo que se anulaban todas las restricciones de c a r á c t e r temporal Pero la p r i m e r a rebelión social c o n t r a el a u m e n t o de la repre-
a la adscripción del campesino a la tierra. «Este decreto f u e el sión señorial y la s e r v i d u m b r e era u n a advertencia al c o n j u n t o
p u n t o c u l m i n a n t e de la política de implantación de la servi- de la clase t e r r a t e n i e n t e sobre las posibles t o r m e n t a s q u e se
d u m b r e de finales del siglo xvi y principios del x v n » 10. Fue avecinaban.
seguido m u y p r o n t o p o r u n a u m e n t o general de las prestacio- En 1613, la aristocracia había c e r r a d o filas en medida sufi-
nes de t r a b a j o y p o r medidas legales que impedían el acceso ciente p a r a elegir como e m p e r a d o r al joven b o y a r d o Miguel
Románov. La llegada de la dinastía Románov iba a afincar en
9
Sin embargo, es un error exagerar la importancia del retroceso de la Rusia u n nuevo absolutismo, cuyas raíces n o serían a r r a n c a d a s
economía rusa que tuvo lugar en esos años. Makovski lo presenta como en trescientos años. La camarilla central de boyardos y de
si hubiera cercenado al naciente capitalismo ruso en el preciso momento
en que iba a llegar a su madurez, causando una regresión de más de funcionarios diak que habían asegurado la elevación al trono
dos siglos, con la consolidación de la clase pomeshchik y de la servidum- de Miguel I conservó d u r a n t e u n p e r í o d o de transición al
bre. «En los años sesenta y setenta del siglo xvi ya estaban preparadas Zemski Sobor, que lo había votado f o r m a l m e n t e . El gobierno
en el Estado ruso las condiciones económicas necesarias para una pro-
ducción en gran escala, pero la intervención activa de la superestructura
llevó a cabo u n a enérgica recuperación de los campesinos fu-
(con los poderosos instrumentos de un fuerte Estado feudal) dentro de gitivos, incluyendo a aquellos que se habían e n r o l a d o en los
las relaciones económicas en interés de los nobles, no sólo obstaculizó ejércitos a n t i e x t r a n j e r o s en el p e r í o d o de t r a s t o r n o s , respon-
el desarrollo de nuevas relaciones, sino que arruinó toda la economía diendo así a las d e m a n d a s f o r m u l a d a s p o r la nobleza a medida
del país»: Razvitie tovarno-denezhnyj otnoshenii, pp. 200-1. La oprichni-
na, que se había presentado antes como un saludable episodio antifeudal, que se reavivaba la producción económica. El p a t r i a r c a Fila-
se convierte en esta versión en un instrumento maléfico de la reacción rete, p a d r e de Miguel y v e r d a d e r o dirigente del país desde
feudal, capaz de desviar todo el curso de la historia rusa de su anterior 1619, proporcionó nuevos beneficios a la clase pomeshchik
dirección progresiva. Tal opinión es manifiestamente ahistórica.
10
V. I. Koretski, Zakreposhchenie krest'yan i klassovaya borba v Rossii
transfiriéndole las tierras negras de los ¿campesinos del norte.
vo vtoroi Polovnie XVI v, Moscú, 1970, p. 302. La investigación de Ko- Pero la orientación y el c a r á c t e r básicos del nuevo régimen Ro-
retski ha concretado con mayor precisión que ningún trabajo anterior
las etapas y circunstancias exactas de la adscripción legal de finales del 11
siglo xvi; para el presunto decreto de Godunov, cuyo texto no ha sido Sobre la rebelión de Bolótnikov véase Paúl Avrich, Russian rebels,
recuperado, véanse pp. 123-5, 127-34. Londres, 1973, pp. 20-32.
284 342
Europa oriental Polonia

mánov f u e r o n los que le dieron los magnates, y estuvieron de- de tipo occidental, que f u e r o n utilizados sin éxito p o r vez pri-
t e r m i n a d o s p o r los intereses de los boyardos m e t r o p o l i t a n o s y m e r a en la guerra de S m o l e n s k o c o n t r a Polonia (1632-34)13. Des-
de los b u r ó c r a t a s venales de la capital más que p o r la nobleza de este m o m e n t o se p r o d u j o u n a divergencia cada vez m á s
provinciana 1 2 . A p a r t i r de entonces se p r o d u j e r o n en el si- abierta e n t r e la función nominal de servicio de la clase pomesh-
glo x v n u n divorcio y u n coflicto crecientes e n t r e la clase chik y la e s t r u c t u r a y composición efectivas de las fuerzas ar-
pomeshchik de servicio — n u m é r i c a m e n t e el g r u p o m a y o r de m a d a s de Rusia, c o m p u e s t a s de f o r m a creciente p o r regimien-
los t e r r a t e n i e n t e s rusos, alrededor de 25.000— y el E s t a d o ab- tos profesionales de i n f a n t e r í a y caballería de nuevo estilo
solutista, de u n tipo c o m ú n a la mayoría de los países europeos más que p o r las levas ocasionales de la nobleza m o n t a d a . A par-
de la época, p e r o que asumía algunos caracteres particulares tir de la década de 1630, toda la justificación militar de ésta
en el e n t o r n o más a t r a s a d o del este. La pequeña élite boyarda se vio cada vez m á s amenazada al hacerse obsoleta y superflua
de la aristocracia rusa —entre 40 y 60 familias— era muchísi- su actuación tradicional. Al m i s m o t i e m p o existía u n a constan-
m o m á s rica que la nobleza corriente y tenía, también, u n ca- te fricción e n t r e los boyardos y la nobleza media, d e n t r o de la
r á c t e r m u c h o m á s heterogéneo, p o r q u e su original dosis tár- clase terrateniente, sobre la situación de la fuerza de t r a b a j o
t a r a recibió ingredientes polacos, lituanos, germanos y suecos rural. Aunque el campesino ruso ya estaba legalmente a t a d o a
a lo largo del siglo X V I I . Este grupo estaba e s t r e c h a m e n t e liga- la tierra, las huidas eran todavía muy usuales, favorecidas ade-
do con los altos niveles de la b u r o c r a c i a central, que jurídica- más por la inmensa y primitiva extensión del país, con su falta
m e n t e f o r m a b a n el rango contiguo en la compleja estratifica- de f r o n t e r a s c l a r a m e n t e delimitadas al norte, al este y al sur.
ción de la j e r a r q u í a moscovita de servicio, d e t e n t a n d o a m b o s En la práctica, los grandes magnates podían a t r a e r a los sier-
g r u p o s posiciones m u y superiores a la de la nobleza media. vos de propiedades m e n o r e s hacia sus propios latifundios, don-
Este complejo de m a g n a t e s y funcionarios, dividido constante- de las condiciones agrarias eran n o r m a l m e n t e más seguras y
m e n t e en luchas personales o faccionales, f u e el que dirigió prósperas y las exacciones fiscales menos onerosas. La nobleza
c o n f u s a m e n t e la política g u b e r n a m e n t a l de Moscú en la pri- media clamaba con voracidad p o r la abrogación de todas las
m e r a época de los Románov. limitaciones impuestas a la recuperación de los campesinos fu-
Dos i m p o r t a n t e s contradicciones s e p a r a b a n a estos grupos gitivos, m i e n t r a s los m a g n a t e s m a n i o b r a b a n con éxito p a r a
de la nobleza de servicio. E n p r i m e r lugar, la superioridad mili- m a n t e n e r los límites legales de tiempo, pasados los cuales ya
t a r de Suecia y Polonia — p r o b a d a en las guerras de Livonia y n o era posible la recuperación forzosa (diez años a p a r t i r de
c o n f i r m a d a de nuevo d u r a n t e el p e r í o d o de t r a s t o r n o s — exigía 1615 y, debido a la presión creciente de los pomeshchiki, cin-
la renovación y modernización del e j é r c i t o ruso. La azarosa co años a p a r t i r de 1642). La tensión e n t r e los boyardos y los
caballería pomeshchik, que ignoraba la acción disciplinada y propietarios medios sobre las leyes c o n t r a los fugitivos f u e
las a r m a s regulares de fuego, era un anacronismo en la época u n o de los t e m a s centrales de la época, y la turbulencia de la
de la guerra de los Treinta Años en E u r o p a , como lo eran nobleza media en la capital f u e utilizada r e p e t i d a m e n t e p a r a
también los c o r r o m p i d o s streltsi u r b a n o s . El f u t u r o estaba a extraer concesiones del zar y la alta nobleza 14. Por o t r a parte,
favor de los regimientos de infantería, bien e n t r e n a d o s y uti- los conflictos militares o económicos de intereses, p o r muy
lizados en formaciones de línea, equipados con mosquetes li- agudos que f u e r a n t e m p o r a l m e n t e , n o podían a n u l a r la funda-
geros y c o m b i n a d o s con cuerpos selectos de dragones. El ré-
gimen de Filarete comenzó a c o n s t r u i r ejércitos p e r m a n e n t e s 11
de este tipo, utilizando a mercenarios y oficiales e x t r a n j e r o s . Hellie, Enserfment and military change, pp. 164-74.
14
N. I. Pavlenko, «K voprosu o genezisa absoliutizma v Rossii», Is-
La nobleza de servicio, sin embargo, se negó a a d a p t a r s e a las toriya SSSR, abril de 1970, pp. 78-9. Pavlenko tiene razón al rechazar
f o r m a s m o d e r n a s de guerra y a integrarse en estos regimientos la idea (avanzada por otros participantes en la discusión historiográfica
soviética, bajo el influjo de la famosa fórmula de Engels) de que la bur-
1!
guesía urbana jugó un papel decisivo o independiente en la llegada del
J. L. H. Keep, «The decline of the Zemsky Sobor», Slavonic and East absolutismo ruso, insistiendo, por el contrario, en la importancia de las
European Review, 36, 1957-8, pp. 105-7; y «The regime of Filaret, 1619- fricciones interfeudales entre los grandes y los pequeños propietarios
1633», Slavonic and East European Review, 38, 1960, pp. 334-60, que ofrece agrícolas. Hellie investiga extensamente esas fricciones en Enserfment
una equilibrada visión de la política general del patriarcado. and military change, pp. 102-6, 114, 128-38.
284
Europa oriental Polonia 249

m e n t a l u n i d a d social del c o n j u n t o de la clase t e r r a t e n i e n t e m i l i t a r l ó . Las ciudades f u e r o n sometidas p o r el zar a controles


c o n t r a las explotadas m a s a s r u r a l e s y u r b a n a s . Las grandes más f u e r t e s que n u n c a y q u e d a r o n meticulosamente separadas
insurrecciones populares de los siglos X V I I y X V I I I a c t u a r o n del r e s t o del país: sus pobres posadskie f u e r o n asimilados a
invariablemente p a r a cimentar, p o r encima de ellas, la solida- siervos del Estado; sólo podían residir en ellas quienes pagasen
ridad de la aristocracia feudal 1 S . impuestos, y ningún h a b i t a n t e podía a b a n d o n a r l a s sin p e r m i s o
Una coyuntura de este tipo f u e la que c o n d u j o , precisamen- real. El e s t r a t o comercial más alto de los gosti recibió privile-
te, a la codificación final de la s e r v i d u m b r e rusa. E n 1648, los gios monopolistas en el comercio y la m a n u f a c t u r a , p e r o en
a u m e n t o s de precios e impuestos provocaron violentas rebe- realidad el f u t u r o crecimiento de las ciudades q u e d ó bloquea-
liones de artesanos en Moscú, que se c o m b i n a r o n con u n esta- do p o r el cese de la emigración rural, provocado p o r la gene-
llido de revueltas campesinas en las provincias y u n motín de ralización de la adscripción a la tierra, que creó inevitablemen-
los streltsi. Alarmado p o r estos nuevos peligros, el gobierno bo- te escasez de m a n o de o b r a en el p e q u e ñ o sector u r b a n o de
y a r d o aceptó u n a rápida convocatoria del decisivo Zemski So- la economía. No es preciso insistir en la similitud e n t r e el Ulo-
bor, que f i n a l m e n t e anuló todos los límites a la recuperación zhenie ruso y la Suspensión prusiana, acaecida c u a t r o años des-
forzosa de los campesinos fugitivos, concediendo así el progra- pués. Ambos echaron los f u n d a m e n t o s del a b s o l u t i s m o p o r me-
m a f u n d a m e n t a l de la nobleza de provincias e integrándola en dio de u n p a c t o e n t r e la m o n a r q u í a y la nobleza, en el que se
el E s t a d o central. El Zemski Sobor r e d a c t ó después el detalla- intercambió la lealtad política b u s c a d a p o r la p r i m e r a con la
do código legal q u e h a b r í a de constituir la carta social del ab- s e r v i d u m b r e patrimonial exigida p o r la segunda.
solutismo ruso. El Sobornoe Ulozhenie de 1649 codificó y pro- La segunda m i t a d del siglo reveló la solidez de esta unión
mulgó definitivamente la s e r v i d u m b r e del campesinado, que a por la m i s m a intensidad de las p r u e b a s políticas a que se vio
p a r t i r de este m o m e n t o quedó irreversiblemente a t a d o a la tie- sometida. El Zemski Sobor, que m u y p r o n t o se hizo superfluo,
rra. T a n t o las tierras votchina como las pomestie f u e r o n decla- desapareció después de 1653. Al a ñ o siguiente, los cosacos ucra-
r a d a s hereditarias y se prohibió la venta o la c o m p r a de las nianos t r a n s f i r i e r o n f o r m a l m e n t e su lealtad a Rusia con el tra-
últimas. Todas las propiedades q u e d a b a n obligadas al servicio tado de Pereyaslavl, cuya consecuencia f u e la guerra de los
Trece Años con Polonia. Las t r o p a s zaristas, gracias a sus éxi-
15
Hellie reconoce esto, aunque nunca lo ha integrado adecuadamente
tos iniciales, avanzaron h a s t a t o m a r S m o l e n s k o y se adentra-
en su análisis global. La mayor debilidad de su libro es su concepto de ron en Lituania, d o n d e t o m a r o n Vilna. Sin embargo, el a t a q u e
Estado, excesivamente limitado: el «gobierno» ruso queda reducido fre- de Suecia contra Polonia en 1655 complicó la situación estra-
cuentemente al puñado dominante de magnates y consejeros residentes tégica. La recuperación polaca p r o d u j o u n a década de costosas
en Moscú, y sus «objetivos» a sus arribistas apetitos privados, que les
impiden preocuparse por la adscripción del campesinado ( E n s e r f m e n t and luchas y, al final, las conquistas territoriales de Rusia, a u n q u e
müitary change, p. 146). En consecuencia, el proceso social de la servi- importantes, f u e r o n limitadas. Por el t r a t a d o de Andrussovo de
dumbre se divorcia de la estructura política del Estado, al olvidar la 1667, el E s t a d o zarista obtuvo la p a r t e oriental de Ucrania, al
unidad básica de la clase terrateniente que determinaba la vinculación
entre ambos. La servidumbre se convierte en un producto fortuito e iló- otro lado del Dnieper, incluyendo Kiev, y r e c u p e r ó la región de
gico de la crisis de 1648, una imprevista concesión a la nobleza en el Smolensko hacia el norte. E n la década siguiente, los ataques
mismo momento en que había perdido su utilidad militar para el Estado masivos de los turcos en el sur, procedentes del m a r Negro,
y que podría no haber ocurrido nunca (p. 134). En realidad, es obvio
que dos siglos de servidumbre rusa no dependieron de los sucesos «casua- f u e r o n p e n o s a m e n t e detenidos, a costa de convertir en u n de-
les» de un solo año. El propio estudio de Hellie demuestra más ade- sierto la m a y o r p a r t e de las zonas cultivadas de Ucrania. Mien-
lante que la relación fundamental entre los boyardos y la nobleza media tras tanto, estos m o d e r a d o s éxitos en el exterior f u e r o n acom-
dentro de la clase terrateniente no dependía de sus respectivas fun-
ciones administrativas o de sus medios de trabajo, sino de su control p a ñ a d o s p o r radicales cambios internos en la naturaleza del
común de los grandes medios de producción y de su interés conjunto en
la explotación y la represión del campesinado. Las numerosas y serias 16
Las principales disposiciones del Ulozhenie pueden encontrarse en
disputas entre ellos siempre se mantuvieron dentro de este marco estruc- Vernadsky, The tsardom of Moscow, i, pp. 399-411. El nuevo código tam-
tural; de ahí su solidaridad instintiva en las crisis sociales, cuando el bién terminó con los restos de la autonomía municipal de Novgorod y
poder del Estado y la propiedad agraria eran amenazados simultánea- Pskov: L. A. Fedosov, «Sotsialnaya sushchnost'i evoliutsiya rossiiskovo
mente por las insurrecciones campesinas. absoliutizma», Voprosi Istorii, julio de 1971, pp. 52-3.
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a p a r a t o militar del naciente a b s o l u t i s m o ruso. P o r q u e en este mientras q u e los impuestos se triplicaron d u r a n t e el siglo X V I I ,
período, a medida que se diluía el sistema de Estados, el ejér- la parcela media del c a m p e s i n a d o p e r d i ó m á s de la m i t a d de
cito creció i n i n t e r r u m p i d a m e n t e , llegando a contar en el año s u extensión e n t r e 1550 y 1660, hasta t e n e r solamente de 1,5
1681 con 200.000 h o m b r e s (más del doble de los que contaba a 2 hectáreas Este continuo e m p e o r a m i e n t o de la condición
en 1630), y colocándose así en el m i s m o nivel que los más campesina provocó en 1670 la gran insurrección r u r a l de cosa-
grandes a p a r a t o s militares occidentales de la época 17. El papel cos, siervos, p o b r e s s u b u r b a n o s y esclavos del sudeste, dirigida
de las levas de los pomeshchiki descendió en la m i s m a medida por Razin, que unió t r a s de sí a las desposeídas tribus de Chu-
no sólo p o r q u e la nueva línea fortificada de Belgorod inmunizó vash, Mari y Mordva y q u e hizo estallar rebeliones populares
cada vez más la f r o n t e r a del sur c o n t r a las correrías de los en las ciudades situadas a lo largo del valle del Volga. El grave
t á r t a r o s de Crimea (contra quienes se habían e n f r e n t a d o en un peligro social que p a r a toda la clase d o m i n a n t e suponía la pro-
principio los pomeshchiki), sino, sobre todo, p o r q u e los regi- liferación de esta jacquerie f u n d i ó de nuevo la unidad de los
mientos s e m i p e r m a n e n t e s de «nueva formación» se convirtie- boyardos y la nobleza: las agudas tensiones que habían existido
ron en el c o m p o n e n t e d o m i n a n t e de los ejércitos rusos d u r a n t e entre los terratenientes en las pasadas décadas f u e r o n olvida-
la guerra de los Trece Años con Polonia. En 1674, la nobleza das en la c o m ú n e implacable represión de los pobres. La vic-
suministró ú n i c a m e n t e dos quintas p a r t e s de la caballería, que toria militar del E s t a d o zarista sobre la rebelión de Razin, en
la que d e s e m p e ñ a r o n u n papel f u n d a m e n t a l los nuevos regi-
a su vez había q u e d a d o s u p e r a d a estratégicamente p o r la in-
mientos p e r m a n e n t e s , unió de nuevo a la m o n a r q u í a y a la
fantería, dotada con a r m a s ligeras. Mientras tanto, los pomesh-
nobleza. En las últimas dos décadas del siglo sonó p a r a los
chiki eran alejados también p a u l a t i n a m e n t e de la administra-
magnates boyardos —hasta entonces la v e r d a d e r a fuerza t r a s
ción civil. Aunque habían sido el g r u p o p r e d o m i n a n t e en las
los sucesivos zares fainéants— la h o r a de ser d o m e ñ a d o s y re-
cancillerías centrales d u r a n t e el siglo xvi, f u e r o n excluidos cada
modelados p o r las exigencias de u n absolutismo ascendente. Los
vez más de la burocracia en el X V I I , hasta el p u n t o de que el
grandes p o t e n t a d o s que habían surgido del p e r í o d o de trastor-
a p a r a t o b u i o c r á t i c o llegó a ser coto vedado de u n a casta semi- nos tenían u n a ascendencia mixta y u n origen reciente: care-
hereditaria de oficinistas en sus niveles más b a j o s y de altos cían de verdaderas razones p a r a m a n t e n e r s e fieles a la anti-
funcionarios, c o r r o m p i d o s y vinculados a los magnates, en sus cuada y f r a g m e n t a d a j e r a r q u í a del mestnichestvo —laberíntico
puestos más elevados 1 8 . Por otra parte, la dinastía Románov sistema de rangos d e n t r o de las familias boyardas—, que data-
abolió en 1679 la autoadministración local guba, dominada pre- ba del siglo xiv y era perjudicial p a r a el sistema de m a n d o
viamente p o r los propietarios de provincias, integrándola en del nuevo a p a r a t o militar del Estado. En 1682, el zar Teodoro
la m a q u i n a r i a central de los gobernadores voivoda, n o m b r a d o s q u e m ó ceremoniosamente los libros venerables de origen an-
desde Moscú. cestral en los que estaba registrada esta j e r a r q u í a , que, a par-
La situación laboral en las propiedades de los pomeshchiki tir de ese m o m e n t o , fue abolida como necesaria condición pre-
t a m p o c o era muy halagüeña. En 1658 se a p r o b a r o n nuevas le- via p a r a una mayor unidad aristocrática 2 0 . La escena q u e d a b a
yes que definían las huidas de los campesinos como delito cri- así p r e p a r a d a p a r a u n a reconstrucción radical de t o d o el o r d e n
minal, p e r o la existencia de la f r o n t e r a del s u r y de los desier- político del absolutismo ruso.
tos siberianos d e j a b a i m p o r t a n t e s huecos en la consolidación le-
gal de la servidumbre, a u n q u e en las regiones centrales del La m á q u i n a estatal erigida sobre estos nuevos f u n d a m e n t o s
país se hizo m á s evidente la degradación del campesinado: sociales fue, sobre todo, la o b r a m o n u m e n t a l de P e d r o I. Al
subir al poder, su p r i m e r movimiento f u e la disolución de la
" Véase un cómputo del volumen las fuerzas armadas durante el antigua y poco fiable milicia de los streltsi de Moscú, cuya tur-
siglo xvii en Hellie, Enserfmer.i ana military change, pp. 267-9, que se bulencia había sido f u e n t e habitual de intranquilidad p a r a sus
equivoca al afirmar que a finales de la década de 1670 el ejército ruso
era «el más grande de Europa» (p. 226). En realidad, el aparato militar predecesores, y la creación de los selectos regimientos de guar-
francés era por lo menos igual, aunque posiblemente fuese mayor. Pero
el tamaño relativo —aunque todavía no la preparación— de las fuerzas " Ibid., pp. 229, 372.
!0
armadas moscovitas era, de todos modos, formidable. J. L. H. Keep, «The Muscovite elite and the approach to pluralism»,
" Hellie, Enserfment and military change, pp. 70-2. Slavonic and East European Review, XLVIII, 1970, pp. 217-8.
284
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dia Preobrazhenski y Semenovski, que a p a r t i r de entonces fue- taló u n a m o d e r n a industria de hierro, que h a b r í a de convertir
ron los cuerpos de élite del a p a r a t o represivo zarista 2 1 . La tra- a Rusia en u n o de los mayores p r o d u c t o r e s de metal de la épo-
dicional dualidad e n t r e los boyardos y la nobleza media dentro ca. El p r e s u p u e s t o se cuadruplicó, en b u e n a medida gracias a
de la clase t e r r a t e n i e n t e f u e remodelada p o r medio de la crea- los recursos procedentes de un nuevo i m p u e s t o sobre los sier-
ción de un nuevo y omnicomprensivo sistema de rangos y por vos. Los impuestos del campesino medio se quintuplicaron cu-
la universalización del principio de servicio, que integró a no- tre 1700 y 1707-8.
bles y propietarios en u n m i s m o m a r c o político. Se i m p o r t a r o n Este e n o r m e a u m e n t o en los ingresos del E s t a d o se destinó
de Dinamarca y Prusia nuevos títulos nobiliarios (conde, barón) en su mayor p a r t e —entre dos tercios y c u a t r o quintos— a la
p a r a i m p l a n t a r u n a escala m á s m o d e r n a y compleja d e n t r o de construcción de un ejército profesional y de u n a a r m a d a mo-
la aristocracia, que a p a r t i r de entonces fue, social y etimoló- derna 24: los dos objetivos s u p r e m o s de todo el p r o g r a m a de
gicamente, un derivado de la corte (dvoriantsvo). El poder in- Pedro, a los que se s u b o r d i n a b a n las restantes medidas. En la
dependiente de los magnates f u e s u p r i m i d o sin contemplacio- gran guerra del norte de 1700 a 1721, el a t a q u e sueco c o n t r a
nes; la Duma b o y a r d a f u e eliminada, y en su lugar se estableció Rusia se vio a c o m p a ñ a d o inicialmente p o r el éxito: Carlos X I I
u n Senado n o m b r a d o p o r el zar. La nobleza media f u e reincor- d e r r o t ó a las fuerzas zaristas en Narva, invadió Polonia y le-
p o r a d a a u n ejército y u n a administración modernizados, en vantó al hetmán cosaco Mazeppa c o n t r a P e d r o I en Ucrania.
los que ocuparon de nuevo los puestos centrales 2 2 . Las propie- Pero la victoria rusa de Poltava en 1709, c o m p l e t a d a con el
dades votchina y pomestie q u e d a r o n unificadas en u n solo mo- t r i u n f o naval en el golfo de Finlandia y la invasión de Suecia,
delo de propiedad hereditaria, y la nobleza quedó f u n d i d a al invirtió todo el equilibrio de fuerzas en E u r o p a oriental. Al
E s t a d o p o r obligaciones universales de servicio en el ejército final, el p o d e r sueco f u e rechazado y derrotado, y con su caída
y en la burocracia a p a r t i r de los catorce años de edad. Para el imperio zarista obtuvo dos ganancias geopolíticas decisivas.
financiar estas instituciones se realizó u n nuevo censo en el Por el t r a t a d o de Nystadt de 1721, las f r o n t e r a s rusas llegaron
q u e los antiguos esclavos se fusionaron con los siervos, y los
p o r fin al Báltico: Livonia, Estonia, Ingria y Carelia f u e r o n
siervos q u e d a r o n atados a la p e r s o n a de su señor m á s q u e a
anexionadas y el acceso m a r í t i m o directo a Occidente quedó
la tierra que cultivaban, de f o r m a que podían ser vendidos por
garantizado. En el sur, y en u n conflicto diferente, los ejércitos
sus dueños como los Leibeigene prusianos. Las antiguas comu-
turcos habían infligido u n a d e r r o t a casi catastrófica a u n a s
nidades libres de las tierras negras del n o r t e y los colonos de
t r o p a s r u s a s d e m a s i a d o dispersas, y el zar p u d o darse p o r sa-
Siberia se convirtieron de golpe en «siervos del Estado», en
tisfecho con librarse de esta guerra sin serias pérdidas. En el
condiciones algo superiores a las de los siervos privados, pero
cada vez m á s cerca de éstos. El p a t r i a r c a d o f u e abolido y la m a r Negro no se obtuvo ningún avance significativo, pero, con
Iglesia sometida f i r m e m e n t e al E s t a d o a través del nuevo orga- la supresión de la rebelión de Mazeppa, se p u s o fin a la ame-
n i s m o del Santo Sínodo, cuyo p u e s t o más alto estaba ocupado naza del b a n d o l e r i s m o del sech cosaco de Zaporozhe, que siem-
p o r u n funcionario secular. E n San P e t e r s b u r g o se constru- p r e había constituido u n obstáculo p a r a la colonización per-
yó u n a capital nueva y occidentalizada. El sistema administra- m a n e n t e de las tierras de Ucrania. El absolutismo r u s o salió
tivo se reorganizó en gobiernos, provincias y distritos a la vez de los veinte años de lucha de la gran guerra del n o r t e c o m o
que se doblaba el t a m a ñ o de la burocracia 2 3 . Los departamen- u n a fuerza amenazadora en E u r o p a oriental. La rebelión de
tos g u b e r n a m e n t a l e s se c o n c e n t r a r o n en nueve «colegios» cen- Bulavin c o n t r a la recuperación legal de los siervos y la recluta
trales, dirigidos p o r consejos colectivos. En los Urales se ins- de m a n o de o b r a en la región del b a j o Don f u e s u p r i m i d a con
éxito, a la vez que se aislaba y d e r r o t a b a a la prolongada re-
belión b a s h k i r c o n t r a la colonización r u s a de la región situada
21
M. Ya. Volkov, «O stanovlenii absoliutizma v Rossii», Istoriya SSSR, e n t r e el Ural y el Volga. A p e s a r de todo, el perfil del E s t a d o
enero de 1970, p. 104. También se formó un tercer regimiento de guardia de Pedro, con su incesante coacción y sus avances territoriales.
personal o caballería doméstica.
22
Hellie, Enserfment and military change, p. 260.
23 24
I. A. Fedosov, «Sotsialnaya sushchnost'i evoliutsiya rossiiskovo ab- Hellie, Enserfment and military change, p. 256. Sobre los aumentos
soliutizma», pp. 57-60. de los impuestos véase Avrich, Russian rebels, p. 139.
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debe c o n t r a p o n e r s e al a t r a s o s o m b r í o de su m e d i o ambiente, no en la costa n o r t e del m a r Negro. El j a n a t o de Crimea, E s t a d o


que afectó p r o f u n d a m e n t e su v e r d a d e r o carácter. Todas las re- vasallo de los turcos, n o sólo m a n t e n í a a Rusia f u e r a del Eu-
organizaciones y represiones llevadas a cabo p o r P e d r o I n o xino, sino que sus p e r p e t u a s correrías agitaban y devastaban
impidieron que la corrupción y el soborno fuesen endémicos: las llanuras interiores del Póntico, haciendo de la m a y o r p a r t e
p r o b a b l e m e n t e , sólo u n tercio de los ingresos fiscales llegaba de Ucrania u n a insegura y despoblada tierra de nadie m u c h o
r e a l m e n t e al Estado 2 5 . La enérgica tentativa p a r a integrar de después de su incorporación f o r m a l al reino de los Románov.
p o r vida a toda la nobleza en el servicio al zarismo se m o s t r ó La nueva emperatriz dirigió toda la fuerza de los ejércitos ru-
s u p e r f l u a i n m e d i a t a m e n t e después de la m u e r t e de Pedro. En sos c o n t r a el control islámico del m a r Negro. En 1774, el j a n a t o
efecto, los sucesores de Pedro, c u a n d o ya estuvo sólidamente ya había sido desligado de la P u e r t a y la f r o n t e r a o t o m a n a re-
f o r m a d a y estabilizada u n a aristocracia a c o s t u m b r a d a al abso- trocedió hasta el Bug. En 1783, Crimea f u e anexionada defini-
lutismo, pudieron a f l o j a r y, después, eliminar el c a r á c t e r coac- tivamente. Una década más tarde, la f r o n t e r a rusa había alcan-
tivo de sus obligaciones, que f u e anulado en 1762 p o r su nieto zado el Dniester. En el nuevo litoral zarista se f u n d a r o n las
P e d r o III. Para entonces, la nobleza estaba ya f i r m e y espon- ciudades de Sebastopol y Odesa; la e n t r a d a naval en el Medite-
t á n e a m e n t e integrada en el a p a r a t o del Estado. r r á n e o a través de los estrechos parecía al alcance de la mano.
B a j o u n a serie de soberanos débiles —Catalina I, P e d r o II, A corto plazo, sin embargo, las consecuencias de este avan-
Ana e Isabel—, los regimientos de la guardia que había creado ce en el s u r f u e r o n m u c h o m á s i m p o r t a n t e s p a r a la agricultura
P e d r o I se convirtieron después de su m u e r t e en el reñidero rusa. La eliminación definitiva del j a n a t o t á r t a r o p e r m i t i ó el
donde se libraban las luchas p o r el p o d e r e n t r e los magnates rescate y la colonizacion organizada de las vastas estepas ucra-
de San Petersburgo, cuyos golpes de E s t a d o eran u n t r i b u t o nianas, grandes zonas de las cuales f u e r o n convertidas ahora
a la consolidación del c o m p l e j o institucional zarista: los nobles p o r vez p r i m e r a en tierras cultivables y colonizadas en grandes
intrigaban a h o r a en el seno de la autocracia y no c o n t r a ella 2 6 . propiedades p o r u n a población campesina estable y sedentaria.
La llegada de o t r o s o b e r a n o decidido, en 1762, n o fue, p o r tan- La colonización agrícola de Ucrania, dirigida p o r Potemkin, re-
to, la señal p a r a u n estallido de la tensión e n t r e la m o n a r q u í a p r e s e n t ó p r o b a b l e m e n t e la m a y o r roturación geográfica en la
y la nobleza, sino p a r a su m á s armoniosa reconciliación. Cata- historia de la agricultura feudal europea. Sin embargo, j u n t o
lina II se m o s t r ó como la soberana ideológicamente m á s cons- a este avance territorial n o se registró ningún p r o g r e s o técnico
ciente de Rusia y la m á s generosa p a r a su clase. Movida p o r en la economía rural: f u e simplemente u n avance extensivo.
sus aspiraciones a u n a f a m a de Ilustración política en E u r o p a , Socialmente, r e d u j o a los h a b i t a n t e s libres o semilibres de las
Catalina p r o m u l g ó u n nuevo sistema educativo, secularizó las regiones fronterizas a las condiciones de vida del c a m p e s i n a d o
tierras de la Iglesia y promovió u n desarrollo mercantilista de central, a u m e n t a n d o d r á s t i c a m e n t e la población sierva de Ru-
la economía rusa. La m o n e d a f u e estabilizada, se expandió la sia. D u r a n t e el reinado de Catalina II, el volumen de las ren-
industria del h i e r r o y se a u m e n t ó el comercio exterior. Sin em- tas en dinero de los siervos se multiplicó en algunos casos p o r
bargo, los dos grandes hitos del reinado de Catalina II f u e r o n cinco. El gobierno dio de lado cualquier límite en la extracción
la extensión de la organización servil de la agricultura a toda de prestaciones de t r a b a j o y u n n ú m e r o i m p o r t a n t e de cam-
Ucrania y la promulgación de la Carta de la Nobleza. Las con- pesinos del E s t a d o f u e r o n t r a n s f e r i d o s a los principales nobles
diciones necesarias p a r a la p r i m e r a eran la destrucción del ja- p a r a ser sometidos a u n a explotación privada m á s intensa. Este
nato t á r t a r o de Crimea y la descomposición del poderío otoma- episodio d r a m á t i c o y final en el proceso de s e r v i d u m b r e de
las m a s a s rurales provocó la última y la más grande de las
rebeliones inspiradas por los cosacos, dirigida en este caso p o r
25
Dorn, Competition for empire, p. 70. Con una población tres veces Pugachev: u n a rebelión sísmica que hizo t e m b l a r a todas las
menor, los ingresos fiscales de Prusia eran en la década de 1760 mayores
que los de Rusia.
regiones del Volga y el Ural, movilizando a e n o r m e s y c o n f u s a s
" El único intento de imponer limitaciones constitucionales a la mo- m a s a s de campesinos, o b r e r o s metalúrgicos, n ó m a d a s , monta-
narquía fue el programa de Golitsyn en 1730 para que gobernase un Con- ñeses, h e r e j e s y g r a n j e r o s , en un asalto final y desesperado
sejo Privado oligárquico, vagamente inspirado en el ejemplo sueco. El
plan fue rápidamente frustrado por una rebelión de la guardia.
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c o n t r a el o r d e n dominante 2 7 . Las ciudades y las guarniciones el a b s o l u t i s m o social y económicamente m á s a t r a s a d o de la


zaristas se m a n t u v i e r o n firmes, sin embargo, m i e n t r a s el ejér- E u r o p a del este, f u e el único ancien régime, de u n confín a
cito imperial se desplegaba p a r a a p l a s t a r la rebelión. Su de- o t r o del continente, política y m i l i t a r m e n t e capaz de resistir
r r o t a m a r c ó el cierre de la f r o n t e r a oriental. A p a r t i r de en- el a t a q u e francés. Ya en la última década del siglo X V I I I , los
tonces, las aldeas rusas se h u n d i e r o n en el silencio. Con la Carta ejércitos rusos h a b í a n sido enviados p o r vez p r i m e r a en la his-
de la Nobleza concedida p o r la emperatriz en 1785 culminaba toria a Occidente —Italia, Suiza y Holanda— p a r a apagar las
el largo viaje del c a m p e s i n a d o hacia la servidumbre. Catalina II llamas de la revolución burguesa, atizadas todavía p o r el Con-
garantizaba a la aristocracia todos sus privilegios, la liberaba sulado. El nuevo zar, Alejandro I, participó en las desafortuna-
de sus obligaciones y- le aseguraba el control jurisdiccional sin das tercera y c u a r t a coaliciones c o n t r a Napoleón. Pero m i e n t r a s
reservas de su fuerza de t r a b a j o rural; además, la delegación los absolutismos a u s t r í a c o y p r u s i a n o f u e r o n derrotados en
de p a r t e de la administración provincial transfirió paulatina- Ulm y W a g r a m , J e n a y Auerstadt, el a b s o l u t i s m o r u s o p u d o
m e n t e a la nobleza las funciones locales 2 S . La característica pa- darse u n respiro en Tilsit. La división de esferas a c o r d a d a en-
rábola del absolutismo ascendente ya e s t a b a cerrada. La mo- tre los dos e m p e r a d o r e s en 1807 p e r m i t i ó a Rusia p r o c e d e r a la
n a r q u í a se había elevado en a r m o n í a con la nobleza en el si- conquista de Finlandia (1809) y de Besarabia (1812) a costa de
glo xvi (Iván IV); en ocasiones, habían chocado violentamente Suecia y de Turquía. Finalmente, c u a n d o Napoleón desencade-
d u r a n t e el siglo xvii, en el m a r c o del p r e d o m i n i o de los mag- nó la gran invasión de Rusia, la Grande Armée se m o s t r ó in-
nates, de complejos cambios y dislocaciones d e n t r o del E s t a d o capaz de a p l a s t a r la e s t r u c t u r a del E s t a d o zarista. El a t a q u e
y de turbulencia- social f u e r a de él (Miguel I); a principios del francés, inicialmente victorioso sobre el c a m p o de batalla, f u e
siglo X V I I I la m o n a r q u í a i m p u s o u n a autocracia implacable (Pe- arruinado, a p a r e n t e m e n t e , p o r el clima y la logística; pero, en
d r o I); a p a r t i r de entonces, nobleza y m o n a r q u í a conquistaron realidad, lo f u e p o r la i m p e n e t r a b l e resistencia de u n medio
de nuevo la serenidad y la a r m o n í a recíprocas (Catalina II), feudal, excesivamente primitivo p a r a ser vulnerable p o r la es-
La fuerza del a b s o l u t i s m o r u s o se reveló m u y p r o n t o en sus p a d a de la emancipación y la expansión b u r g u e s a occidental,
éxitos internacionales. Catalina II, p r o m o t o r a principal de los e m b o t a d a además, desde hacía tiempo, p o r el b o n a p a r t i s m o
r e p a r t o s de Polonia, f u e t a m b i é n su m a y o r beneficiaría c u a n d o La r e t i r a d a de Moscú señaló el fin del dominio f r a n c é s e n el
la operación se dio p o r t e r m i n a d a en 1795. El imperio zarista continente: a los dos años, las t r o p a s r u s a s e r a n vitoreadas en
a u m e n t ó unos 520.000 km. c u a d r a d o s y se extendió h a s t a cerca París. El zarismo p a s ó al siglo xix c o m o g e n d a r m e victorioso
del Vístula. En la década siguiente f u e anexionada Georgia en de la contrarrevolución europea. El Congreso de Viena selló su
la zona del Cáucaso. Sin embargo, lo que d e m o s t r ó la nueva t r i u n f o : o t r a gran cuña de Polonia f u e anexionada y Varsovia
preeminencia europea del E s t a d o zarista f u e la grandiosa prue- se convirtió en u n a ciudad rusa. Tres meses después, y a causa
b a de fuerza constituida p o r las g u e r r a s napoleónicas. Rusia, de la insistencia personal de Alejandro I, f u e solemnemente
establecida la S a n t a Alianza, como garantía de la restauración
27
Avrich opina que la rebelión de Pugachev fue el levantamiento popu- m o n á r q u i c a y clerical desde el G u a d a r r a m a a los Urales.
lar más formidable acaecido en Europa entre las revoluciones inglesa y
francesa; su análisis de su variada composición social puede verse en Las e s t r u c t u r a s del E s t a d o zarista q u e surgieron del acuer-
Russian rebels, pp. 196-225. El progresivo desplazamiento geográfico de
las rebeliones campesinas rusas, desde Bolótnikov a Pugachev, es evi-
dente. Estas rebeliones se mueven por una amplia zona que va desde el 29
La ausencia de una clase media radical en Rusia privó a la invasión
sur hacia el este, a lo largo de los sectores fronterizos menos adminis- francesa de toda resonancia política local. Durante su avance por Rusia,
trados y controlados. Nunca tuvo lugar ninguna insurrección importante Napoleón se negó a conceder la emancipación de los siervos, aunque en
en las provincias centrales de la Moscovia tradicional, con sus núcleos un primer momento las delegaciones de campesinos le dieron la bienve-
de población más antiguos, su homogeneidad étnica y su proximidad a nida, y el gobernador general de Moscú temió que se produjeran rebe-
la capital. liones urbanas y rurales contra el gobierno zarista. Napoleón, sin em-
21
Dukes, en un volumen muy documentado, afirma que se ha exage- bargo, planeaba llegar a un acuerdo con Alejandro I después de derro-
rado mucho el «servilismo» de la nobleza rusa ante la autocracia zarista; tarlo, del mismo modo en que lo había hecho con Francisco II, y no
lo que existió fue, más bien, una cómoda unidad social entre ambas. quiso comprometer estos planes con medidas sociales irreparables en
Paul Dukes, C'atherine the Great and the Russian nobility, Cambridge, Rusia. Véanse los penetrantes comentarios de Seton-Watson, The Russian
1967, pp. 248-50. empire, pp. 129-30, 133.
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do de Viena, y a las que n o afectó ninguna t r a n s f o r m a c i ó n com- las inspecciones generales del e j é r c i t o y el Consejo de la Gue-
parable a las r e f o r m a s p r u s i a n a o austríaca, n o tuvieron equi- rra; hasta la p r i m e r a guerra mundial inclusive los comandan-
valente en ninguna p a r t e de E u r o p a . Se p r o c l a m ó oficialmente tes en jefe eran sobrinos o tíos del zar. La Iglesia era u n a
al E s t a d o como u n a autocracia: el zar gobernaba, en su propio subdivisión del Estado, sometida a u n d e p a r t a m e n t o burocrá-
n o m b r e , p a r a el c o n j u n t o de la nobleza 3 0 . B a j o el zar se ci- tico (el S a n t o Sínodo) cuya cabeza —el p r o c u r a d o r mayor—
m e n t ó u n a j e r a r q u í a feudal desde la m i s m a base del sistema era un funcionario civil designado p o r el zar. El Sínodo tenía
estatal. En 1831, un decreto de Nicolás I creó u n a j e r a r q u í a la categoría de u n ministerio, con u n a administración económi-
modernizada de rangos d e n t r o de la nobleza que correspondía ca a cargo de las propiedades de la Iglesia, y su personal se
a los diferentes niveles escalonados de la burocracia del Esta- componía principalmente de funcionarios laicos. Los sacerdotes
do, y viceversa, a todos los que o c u p a b a n d e t e r m i n a d a s posi- eran t r a t a d o s como funcionarios, que debían p r e s t a r servicios
ciones en el servicio del E s t a d o se les concedía el correspon- al E s t a d o (tenían que revelar las confesiones que m o s t r a s e n
diente r a n g o nobiliario que, p o r encima de ciertos niveles, era «intenciones malvadas» hacia el Estado). El sistema educativo
hereditario. Así pues, los títulos y privilegios aristocráticos si- estaba c o n t r o l a d o p o r el Estado, y, a mediados de siglo, los
guieron relacionados con las diversas funciones administrati- rectores y p r o f e s o r e s de las universidades eran n o m b r a d o s di-
vas, a través del sistema político, h a s t a el año 1917. De esta r e c t a m e n t e por el zar o sus ministros. La e n o r m e y creciente
f o r m a , lá clase t e r r a t e n i e n t e f u n d i d a con el E s t a d o controlaba b u r o c r a c i a estaba integrada en su m á s alto nivel ú n i c a m e n t e
alrededor de 21 millones de siervos, a u n q u e en su seno había p o r la persona del a u t ó c r a t a y p o r las camarillas de su canci-
u n a p r o f u n d a estratificación: c u a t r o quintas p a r t e s de esos llería privada 3 2 : había ministros, pero n o gabinete; tres en-
siervos pertenecían a las tierras de u n a quinta p a r t e de los j a m b r e s rivales de policía y u n a práctica generalizada de so-
propietarios, m i e n t r a s que los grandes nobles —sólo el 1 p o r borno. La ideología de la reacción clerical y chovinista que pre-
100 de toda la dvoriantsvo— poseían tierras con cerca de una sidía este sistema estaba p r o c l a m a d a en la trinidad oficial: auto-
tercera p a r t e de la población total de siervos privados. A par- cracia, ortodoxia y nacionalismo. El p o d e r político y militar del
tir de 1831-2, los pequeños propietarios con fincas de menos de E s t a d o zarista de la p r i m e r a m i t a d del siglo xix encontró u n a
21 almas f u e r o n excluidos de las asambleas de la nobleza. La demostración continua en el intervencionismo y la expansión
aristocracia rusa conservó su orientación de servicio y su aver- exteriores. Azerbaiján y Armenia f u e r o n ocupados y se dominó
sión a la gestión agrícola directa hasta el siglo xix. Pocas fa- g r a d u a l m e n t e la resistencia de los m o n t a ñ e s e s de Circasia y
milias nobles tenían raíces locales que alcanzaran más de dos Daghestan; ni Persia ni T u r q u í a tenían posibilidad de resistir
o tres generaciones y estaba m u y extendido el a b s e n t i s m o de las anexiones r u s a s en el Cáucaso. En E u r o p a , los ejércitos ru-
los propietarios; la residencia u r b a n a —provincial o metropo- sos a p l a s t a r o n la rebelión nacional de Polonia en 1830 y liqui-
litana— era el ideal corriente de las aristocracias media y alta 3 I . daron la revolución h ú n g a r a de 1849. Nicolás I, verdugo supre-
Las posiciones en el a p a r a t o de E s t a d o eran ya el medio tradi- m o de la reacción m o n á r q u i c a en el exterior, gobernó en el
cional de conseguir ese ideal. interior sobre el único gran país del continente que n o se vio
afectado p o r las insurrecciones populares de 1848. La fuerza
El m i s m o E s t a d o poseía tierras con 20 millones de siervos,
internacional del zarismo n u n c a había aparecido mayor.
dos quintas p a r t e s de la población campesina de Rusia. Era,
pues, el p r o p i e t a r i o feudal más imponente del país. El ejército En realidad, la industrialización de E u r o p a occidental con-
estaba f o r m a d o sobre la base de reclutas aleatorias de siervos, vertía a esta confianza en u n anacronismo. La p r i m e r a sacudi-
con la nobleza hereditaria d o m i n a n d o las e s t r u c t u r a s de man-
do de acuerdo con sus rangos. Los grandes duques o c u p a b a n " Los historiadores soviéticos tienden a interpretar la cancillería per-
sonal, que descendía del Preobrazhensky Prikaz de Pedro I, como una
30
descomposición «dualista» de la centralización absolutista y un síntoma
H. Seton-Watson, The decline of imperial Russia, Londres, 1964, pá- de la decadencia administrativa del zarismo en el siglo xix. Véase, por
ginas 5-27, ofrece un claro estudio de carácter general sobre la sociedad ejemplo, A. Avrej, «Russkii absoliutzim i evo rol'v utverzhdenii kapita-
rusa bajo Nicolás I. lizma v Rossii», Istoriya SSSR, febrero de 1968, p. 100; I. A. Fedosov,
31
T. Emmons, The russian landed gentry and the peasant emancipation «Sotsialnaya sushchnost' evoliutsiya rossiiskovo absoliutizma», Voprosi
of 1861, Cambridge, 1968, pp. 3-11. Istorii, julio de 1971, p. 63.
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da seria del absolutismo r u s o llegó con la h u m i l l a n t e d e r r o t a excedente, e n c a r n a d a s en los derechos y deberes consuetudi-
infligida p o r los estados capitalistas de I n g l a t e r r a y Francia narios.
en la guerra de Crimea de 1854-56. La caída de Sebastopol p u e d e En su estudio pionero sobre El desarrollo del capitalismo
c o m p a r a r s e en sus consecuencias internas con la d e r r o t a de en Rusia, Lenin escribió q u e t r a s la abolición de la servidum-
Jena. La d e r r o t a militar ante Occidente c o n d u j o a la abolición bre «no p u d o surgir de golpe la economía capitalista; la b a s a d a
de la s e r v i d u m b r e p o r Alejandro II, la modernización social en la prestación personal no p u d o d e s a p a r e c e r de u n m o d o sú-
m á s elemental de las bases del ancien régime. Pero el paralelo bito. El único sistema de economía posible era, p o r lo tanto,
n o debe exagerarse, p o r q u e el alcance del golpe recibido p o r el u n o de transición, que reuniese rasgos del sistema de presta-
zarismo f u e m u c h o m á s suave y más limitado: la paz de París ción personal y del capitalista. Y así fue: el régimen de la ha-
n o f u e en m o d o alguno el t r a t a d o de Tilsit. La «era de la re- cienda de los t e r r a t e n i e n t e s posterior a la r e f o r m a se distingue
forma» rusa de la década de 1860 fue, p o r tanto, u n débil eco p r e c i s a m e n t e p o r esos rasgos. Con la infinita diversidad de
de su predecesora prusiana. Los procedimientos judiciales fue- f o r m a s propias de una época de transición, la organización eco-
ron liberalizados en cierta medida; se concedieron órganos de nómica de la hacienda t e r r a t e n i e n t e de n u e s t r o s días se reduce
autoadministración (zemstva) a la nobleza rural; se o t o r g a r o n a los dos sistemas f u n d a m e n t a l e s en las combinaciones más di-
consejos municipales a las ciudades y se i n t r o d u j o la llamada versas posibles: al sistema del pago en trabajo y al capitalista [...]
a filas general. La emancipación del campesinado, decretada Los dos sistemas e n u m e r a d o s se entrelazan en la realidad de
p o r Alejandro en 1861, se llevó a c a b o de f o r m a n o menos la m a n e r a m á s diversa y caprichosa: en n u m e r o s a s haciendas
lucrativa p a r a la dvoriantsvo de lo q u e había sido p a r a los de terratenientes se unen ambos, empleándose en distintas fae-
j u n k e r s la de Hardenberg. A los siervos se les concedió la nas agrícolas» 3 4 . Midiendo la incidencia relativa de las dos eco-
tierra de las propiedades nobiliarias que habían cultivado pre- nomías, Lenin calculaba que en 1899, «si bien en las provincias
viamente a cambio del pago de compensaciones en d i n e r o a sus p u r a m e n t e r u s a s p r e d o m i n a el pago en t r a b a j o , en c u a n t o a
señores. El E s t a d o adelantó esta compensación a la aristocra- Rusia europea en general, el sistema capitalista de la hacienda
cia, exigiéndosela al campesinado en u n período de varios años t e r r a t e n i e n t e debe ser considerado p r e p o n d e r a n t e en la actuali-
en f o r m a de «pagos de redención». E n el n o r t e de Rusia, don- dad» 3 5 . Una década más tarde, sin embargo, las t r e m e n d a s in-
de el valor de la tierra era b a j o y las cargas serviles se paga- surrecciones campesinas c o n t r a las exacciones y opresiones
b a n en especie (obrok), los t e r r a t e n i e n t e s obtuvieron en com- feudales del c a m p o ruso, d u r a n t e la revolución de 1905, condu-
pensaciones m o n e t a r i a s casi el doble del precio de m e r c a d o de j e r o n a Lenin a m o d i f i c a r de f o r m a significativa el equilibrio de
la tierra. En el s u r de Rusia, donde las cargas serviles tenían su opinión anterior. En su texto básico de 1907, El programa
principalmente la f o r m a de prestaciones de t r a b a j o (barshchi- agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa,
na) y las ricas y negras tierras p e r m i t í a n u n a rentable exporta- Lenin a f i r m a b a que, «en las provincias p u r a m e n t e rusas, la
ción cerealista, la nobleza e s t a f ó a sus campesinos h a s t a el agricultura capitalista en gran escala figura de m o d o incues-
25 p o r 100 de la m e j o r tierra que les correspondía (la llamada tionable en segundo plaño. P r e d o m i n a el p e q u e ñ o cultivo en
otrezki)33. Los campesinos, b a j o el peso de la deudas de reden- grandes latifundios, como son las distintas f o r m a s de arrenda-
ción, sufrieron, p o r tanto, u n a reducción neta del total de tie- m i e n t o feudal en condiciones leoninas» 3 6 . Tras u n cuidadoso
r r a s que habían cultivado a n t e r i o r m e n t e p a r a sus familias. Por estudio estadístico del c o n j u n t o de la situación agraria q u e
otra parte, la abolición de la s e r v i d u m b r e n o significó el fin de las abarca la distribución de las tierras d u r a n t e el p r i m e r año de
relaciones feudales en el campo, del m i s m o m o d o que t a m p o c o la reacción de Stolypin, Lenin r e s u m e su t r a b a j o con la siguien-
lo había significado antes en E u r o p a occidental. En la práctica, te conclusión de c a r á c t e r general: «Diez millones y medio de
lo que continuó prevaleciendo en las tierras rusas f u e u n labe- familias campesinas de la Rusia europea poseen 75 millones
r i n t o de f o r m a s tradicionales de extracción extraeconómica de
34
V. I. Lenin. Collected Works, vol. 3, Moscú, 1964, pp. 194-5 [Obras
Completas, vol. 3, Madrid, Akal, 1975, pp. 201-2].
33 35
Geroid T. Robinson, Rural Russia under the Oíd Regime, Nueva Ibid., p . 1 9 7 [ p p . 2 0 5 - 6 ] ,
34
York, 1932, pp. 87-8. Ibid., vol. 13, p. 225 [vol. 13, p. 227],
284 358
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de desiatinas de tierra. Treinta mil señores de la tierra, prin- ]a contrarrevolución de 1907, era la «vía prusiana» de propie-
cipalmente nobles y en p a r t e también advenedizos, poseen más
dades racionalizadas de tipo j u n k e r , con utilización de t r a b a j o
de 500 desiatinas cada uno; en total, 70 millones de desiatinas.
asalariado e integración en el m e r c a d o mundial, a c o m p a ñ a d a s
Tal es el f o n d o básico del cuadro; tales son las condiciones
por la aparición de u n e s t r a t o auxiliar de Grossbauern en el
f u n d a m e n t a l e s del predominio de los t e r r a t e n i e n t e s feudales en
el régimen agrario de Rusia y, p o r consiguiente, en el Estado campo. Los escritos de Lenin del período 1906-14 advirtieron
r u s o en general y en toda la vida rusa. Son feudales los dueños repetidamente de que esta evolución era posible en la Rusia
de los latifundios, en el sentido económico de esta p a l a b r a : la zarista y de que constituía u n grave peligro p a r a el movimiento
base de su propiedad agraria ha sido creada p o r la historia del revolucionario. Las r e f o r m a s de Stolypin estaban destinadas a
régimen de servidumbre, p o r la historia de la rapiña secular acelerar u n a evolución de este tipo con su «apuesta al m á s
de tierras llevada a efecto p o r la nobleza. La base de su eco- fuerte»: la conversión en hereditarias de las tierras campesi-
nomía actual es el sistema de pago en t r a b a j o , es decir, una nas que podían repartirse, con o b j e t o de p r o m o v e r el auge de
supervivencia directa de la prestación personal, la explotación una clase kulak. En realidad, el p r o g r a m a de Stolypin quedó
de las tierras con los aperos y el ganado de los campesinos muy lejos de su objetivo en lo r e f e r e n t e al propio campesina-
m e d i a n t e las f o r m a s i n f i n i t a m e n t e variadas de avasallamiento do, p o r q u e si bien la mitad de todas las familias campesinas
de los pequeños agricultores: los contratos de invierno, el tenían en 1915 parcelas j u r í d i c a m e n t e hereditarias, sólo u n a
a r r e n d a m i e n t o anual, la aparcería, la r e n t a en t r a b a j o , el some- décima p a r t e de ellas tenían sus t e r r e n o s consolidados física-
t i m i e n t o económico p o r deudas, la sujeción que s u f r e n los m e n t e en unidades singulares. La supervivencia del sistema de
campesinos p o r la utilización de los «recortes», de los bosques, parcelas separadas y de campos abiertos garantizaba la perma-
de los prados, de los abrevaderos, y así hasta lo infinito» 3 7 . nencia de las obligaciones comunales del mir aldeano 3 9 . Mien-
Cinco años después, en vísperas de la p r i m e r a guerra mundial, tras tanto, la carga de los impuestos y de los atrasos en los
Lenin r e a f i r m ó este juicio de u n a f o r m a todavía m á s categóri- pagos de redención a u m e n t a b a de año en año. La solidaridad
ca: «La diferencia e n t r e " E u r o p a " y Rusia se debe al extraor- instintiva del campesinado ruso c o n t r a la clase t e r r a t e n i e n t e
dinario a t r a s o de ésta. En Occidente, el sistema agrario bur- no se vio seriamente afectada por las r e f o r m a s . Como Trotski
gués se e n c u e n t r a p l e n a m e n t e e s t r u c t u r a d o , el feudalismo fue
h a b r í a de testimoniar más tarde 4 0 , los bolcheviques q u e d a r o n
eliminado hace ya m u c h o y sus supervivencias son m u y redu-
s o r p r e n d i d o s p o r la apasionada unidad del sentimiento p o p u l a r
cidas y el papel que desempeñan es pequeño. El tipo predomi-
antifeudal en el c a m p o en 1917. El exceso de población en el
n a n t e de relación social en la agricultura de Occidente es la
del obrero asalariado y el patrono, el farmer o propietario de campo se convirtió en un p r o b l e m a endémico en el ú l t i m o pe-
la tierra [ . . . ] En Rusia es indudable que ya se h a consolidado, ríodo de la Rusia zarista. El p o r c e n t a j e de tierras del campe-
y se desarrolla regularmente, u n a organización de la agricultura sinado en la propiedad total de la tierra a u m e n t ó en u n 50
igualmente capitalista. La agricultura t e r r a t e n i e n t e y la campesi- p o r 100 —la m a y o r p a r t e por c o m p r a s de los kulaks— en las
na evolucionan en esa dirección. Pero las relaciones p u r a m e n t e cuatro décadas anteriores a 1917, m i e n t r a s que las propiedades
capitalistas en n u e s t r o país se hallan aún, en enormes propor- percápita del c a m p e s i n a d o descendieron en un tercio 4 1 . Las
ciones, d o m i n a d a s p o r las relaciones feudales»M.
El desarrollo capitalista de la agricultura rusa, que Lenin y " Robinson, Rural Russia under the Oíd Re gime, pp. 213-18.
otros socialistas p r e d i j e r o n que podría o c u r r i r si el zarismo * History of the Russian revolution, Londres, 1965, I, pp. 377-9 [Historia
de la revolución rusa, París, Ruedo Ibérico, 1972], Habría que añadir que
conseguía restablecer su p o d e r de f o r m a d u r a d e r a después de en 1917 se produjeron amplios ataques de los aldeanos contra los cam-
pesinos «secesionistas» que habían aprovechado las reformas de Stolypin,
para abandonar sus comunas, y las tierras fueron reapropiadas colecti-
" Lenin, Collected Works, vol. 13, p. 421 [p. 427], vamente; tal era la fuerza de los sentimientos de solidaridad entre las
* Lenin, Collected Works, vol. 18, p. 74 [pp. 120-1], Los estudios de masas campesinas. Véase Launcelot Owen, The Russian peasant movement,
los escritos de Lenin sobre este tema pasan por alto normalmente este 1906-1917, Nueva York, 1963, pp. 153-4, 165-72, 182-3, 200-2, 209-11, 234-5.
importante artículo, «La esencia del "problema agrario en Rusia"», es- 41
Owen, The Russian peasant movement, p. 6. La población aumentó
crito en mayo de 1912. de unos 74 millones en 1860 a 170 millones en 1916.
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m a s a s r u r a l e s p e r m a n e c í a n h u n d i d a s en el fango secular de la fueron i n s t r u m e n t o s a l t a m e n t e beneficiosos p a r a los j u n k e r s ,


miseria y el atraso. proporcionándoles el capital necesario p a r a las hipotecas y las
Por o t r a parte, en las últimas décadas del z a r i s m o tampoco inversiones, los bancos agrícolas creados en 1885 p o r el E s t a d o
se p r o d u j o u n a conversión dinámica de la nobleza terratenien- p a r a la nobleza constituyeron u n triste fracaso: p o r lo general,
te hacia la agricultura capitalista. En realidad, los temores pro- sus créditos se malgastaron m i e n t r a s sus destinatarios se hun-
vocados p o r la «vía prusiana» n o se materializaron. La dvo- dían en las deudas 4 3 . Por tanto, a u n q u e no haya ninguna d u d a
riantsvo se m o s t r ó orgánicamente incapaz de seguir el camino de que las relaciones capitalistas de producción se extendían
de los j u n k e r s . En u n p r i m e r m o m e n t o , la sacudida experi- i n i n t e r r u m p i d a m e n t e en el c a m p o antes de la p r i m e r a guerra
m e n t a d a p o r la propiedad territorial nobiliaria pareció ir a mundial, también es cierto que n u n c a adquirieron el í m p e t u de
r e p e t i r la experiencia prusiana, con u n a nueva selección y ra- u n éxito económico acumulativo y siempre se m a n t u v i e r o n en
cionalización de la clase terrateniente. En las tres décadas an- los límites del subdesarrollo precapitalista. Por consiguiente, el
teriores a 1905, la tierra propiedad de la nobleza descendió pro- sector p r e d o m i n a n t e en la agricultura r u s a de 1917 se carac-
b a b l e m e n t e en u n tercio y sus principales c o m p r a d o r e s f u e r o n terizaba p o r las relaciones feudales de producción.
—como en Prusia— burgueses y comerciantes ricos. Sin em- Mientras tanto, la industrialización se extendía r á p i d a m e n t e
bargo, después de la década de 1880 las adquisiciones de los en las ciudades. A principios del siglo xx, Rusia tenía grandes
campesinos ricos s u p e r a r o n a la de los inversores u r b a n o s . Para industrias de carbón, hierro, aceite y textiles y u n a extensa red
1905, la finca del comerciante medio era m a y o r que la del de ferrocarriles. Muchos de sus complejos metalúrgicos se con-
noble medio, p e r o la ganancia en tierras de los kulaks era su- taban e n t r e los de tecnología m á s avanzada del m u n d o . No es
perior en u n a m i t a d a la de los h a b i t a n t e s de las ciudades 4 2 . necesario insistir aquí en las notorias contradicciones internas
Así pues, antes de la p r i m e r a guerra m u n d i a l e s t a b a aparecien- de la industrialización zarista: la inversión de capital e s t a b a
d o c l a r a m e n t e en Rusia u n e s t r a t o de Grossbauern. Pero lo que financiada esencialmente p o r el Estado, que a su vez dependía
n o aparecía p o r ninguna p a r t e era u n avance capitalista de tipo de créditos e x t r a n j e r o s . P a r a conseguir estos créditos era ne-
p r u s i a n o en la productividad. Las exportaciones de cereales a cesario u n p r e s u p u e s t o solvente, y de ahí q u e f u e r a precisó
E u r o p a a u m e n t a r o n d u r a n t e todo el siglo, t a n t o antes como m a n t e n e r sobre el c a m p e s i n a d o u n a carga fiscal m u y f u e r t e ,
después de la r e f o r m a de 1861: Rusia alcanzó en el siglo xix que p o r su p a r t e bloqueaba la expansión del m e r c a d o interior,
la m i s m a posición en el m e r c a d o internacional que Polonia o imprescindible p a r a sostener u n a inversión creciente 4 4 . P a r a
Alerijania oriental habían alcanzado e n t r e los siglos xvi y xviii, n u e s t r o s propósitos, el h e c h o i m p o r t a n t e es, m á s bien, que, a
a u n q u e el precio internacional del grano descendió a p a r t i r de p e s a r de todos estos obstáculos, el sector industrial r u s o —ba-
1870. Sin embargo, en la agricultura rusa, que técnicamente sado total y c o m p l e t a m e n t e en las relaciones capitalistas de
estaba e n o r m e m e n t e atrasada, la producción y las cosechas producción— triplicó su volumen en las dos décadas anteriores
m a n t u v i e r o n niveles muy b a j o s . El sistema de rotación trienal a 1914, consiguiendo así u n o de los r i t m o s de crecimiento m á s
prevalecía todavía e n grandes extensiones de tierra; práctica- r á p i d o de Europa 4 S . E n vísperas de la p r i m e r a guerra mundial,
m e n t e n o se p r o d u c í a f o r r a j e , y la m i t a d del c a m p e s i n a d o uti- Rusia era el c u a r t o p r o d u c t o r de acero del m u n d o (por encima
lizaba a r a d o s de m a d e r a . Por otra parte, como ya h e m o s visto, de Francia). El volumen absoluto del sector industrial era el
la era c r e p u s c u l a r q u e siguió a la r e f o r m a se caracterizó p o r q u i n t o del m u n d o . La agricultura r e p r e s e n t a b a aproximada-
la p e r m a n e n c i a de innumerables relaciones económicas feuda-
43
les q u e obstaculizaron el avance económico de las grandes pro- M. P. Pavlova-Sil'vanskaya, «K voprosu osobennostyaj absoliutizma
piedades de Rusia central. La nobleza n o llevó a cabo la tran- v Rossii», Istoriya SSSR, abril de 1968, p. 85. El propio Lenin era plena-
mente consciente de la diferencia entre los junkers y los dvoriane, a los
sición a u n a agricultura capitalista m o d e r n a o racional. Fue que caracterizó como clases terratenientes capitalista y feudal, respecti-
m u y sintomático q u e m i e n t r a s que los bancos agrícolas, espe- vamente: Collected Works, vol. 17, p. 390.
44
cialmente creados en Prusia después de la era de la r e f o r m a , Hay un fino análisis de este círculo vicioso en T. Kemp, Industria-
lization in nineteenth century Russia, Londres, 1969, p. 152.
45
42
T. H. Von Laue, Sergei Witte and the industrialization of Russia,
Robinson, Rural Russia under the Oíd Regime, pp. 131-5. Nueva York, 1963, p. 269.
249
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m e n t e el 50 p o r 100 de la r e n t a nacional, m i e n t r a s q u e la in- legislativa p r e s e n t a d a p o r esta asamblea domesticada, y los mi-


d u s t r i a —excluyendo el amplio sistema ferroviario— suponía nistros — a g r u p a d o s a h o r a en u n gabinente convencional— n o
quizá el 20 p o r 1004Ó. Así pues, calculando conjuntamente el eran responsables ante ella. La autocracia podía d e c r e t a r leyes
peso de las economías r u r a l y u r b a n a , n o p u e d e h a b e r d u d a a su voluntad p o r la m e r a p r ó r r o g a de esta f a c h a d a represen-
de que en 1914 la formación social r u s a era u n a e s t r u c t u r a tativa. No hay, pues, c o m p a r a c i ó n posible con la situación de
mixta, con u n sector agrario p r e d o m i n a n t e m e n t e feudal, pero la Alemania imperial, donde existían s u f r a g i o universal mascu-
con u n sector combinado agroindustrial capitalista que, en con- lino, elecciones regulares, control p a r l a m e n t a r i o del presupues-
junto, era p r e p o n d e r a n t e . Lenin expresó esto m i s m o en f o r m a to y u n a ilimitada actividad política. La t r a n s m u t a c i ó n política
lacónica en vísperas de su m a r c h a de Suiza, c u a n d o d i j o que, cualitativa del E s t a d o feudal p r u s i a n o q u e p r o d u j o el E s t a d o
p a r a 1917, la burguesía ya había dirigido e c o n ó m i c a m e n t e al capitalista alemán n u n c a tuvo lugar en Rusia. T a n t o los prin-
país d u r a n t e largo tiempo 4 7 . cipios organizativos c o m o el personal del z a r i s m o permanecie-
Sin embargo, m i e n t r a s la formación social r u s a e s t a b a do- r o n sin cambios h a s t a el fin.
m i n a d a p o r el m o d o de producción capitalista, el Estado ruso En sus polémicas de 1911 con los mencheviques, Lenin in-
era todavía u n absolutismo feudal. En la época de Nicolás II sistió directa y r e p e t i d a m e n t e en esa diferencia: «¡Sostener q u e
no había tenido lugar ningún c a m b i o básico en su carácter en Rusia el sistema de gobierno ya es burgués (como lo a f i r m a
de clase ni en su e s t r u c t u r a política. La nobleza feudal seguía Larin) y que en n u e s t r o país el p o d e r ya n o es de naturaleza
siendo, c o m o antes, la clase d o m i n a n t e de la Rusia imperial: feudal (véase lo q u e dice el p r o p i o Larin), y al m i s m o t i e m p o
el zarismo era el a p a r a t o político de su dominación, del que referirse a Austria y Prusia como ejemplos significa r e f u t a r s e a sí
n u n c a se separó. La burguesía era demasiado débil p a r a plan- mismo! [ . . . ] No se p u e d e trasladar a Rusia la consumación alema-
tear u n serio p r o b l e m a de a u t o n o m í a y n u n c a consiguió o c u p a r n a de la revolución burguesa, la historia alemana de la democra-
posiciones de m a n d o en la administración del país. La autocra- cia, que h a d a d o todo lo q u e podía dar, la "revolución desde arri-
cia era u n absolutismo feudal que había sobrevivido hasta el b a " llevaba a cabo en Alemania en la década del 60 y la legalidad
siglo xx. La d e r r o t a militar ante J a p ó n y la consiguiente masi- actualmente existente en Alemania» 4 8 . Lenin n o olvidó, p o r su-
va explosión p o p u l a r c o n t r a el régimen, en 1905, obligaron a puesto, la necesaria autonomía del a p a r a t o estatal zarista res-
u n a serie de modificaciones del zarismo, cuya dirección hizo pecto a la clase t e r r a t e n i e n t e feudal, u n a a u t o n o m í a que se
p e n s a r a los liberales rusos que p e r m i t i r í a la evolución hacia inscribe en las m i s m a s e s t r u c t u r a s del absolutismo. « [ . . . ] El
u n a m o n a r q u í a burguesa. Como ya h e m o s visto en el caso de c a r á c t e r de clase de la m o n a r q u í a zarista n o se o p o n e en m o d o
Prusia, existía la posibilidad f o r m a l de u n c a m b i o acumulativo alguno a la e n o r m e a u t o n o m í a e independencia de las autori-
de este carácter. Históricamente, sin embargo, los dubitativos dades zaristas y de la «burocracia» desde Nicolás II h a s t a el
pasos del zarismo n u n c a se acercaron seriamente a este obje- último gendarme» 4 9 . Lenin hizo hincapié en el creciente im-
tivo. Los resultados de la revolución de 1905 c o n d u j e r o n a la p a c t o del capitalismo agrario y comercial sobre la política del
creación p o r el régimen de u n a Duma i m p o t e n t e y de u n a Cons- zarismo y en la interposición objetiva de la burguesía en sus
mecanismos. Pero siempre f u e categórico en su caracterización
titución de papel que, en el plazo de u n año, f u e a n u l a d a por
la disolución de la Duma y p o r u n a revisión del derecho elec- 41
toral que daba a cada t e r r a t e n i e n t e u n sufragio equivalente al Collected Works, vol. 17, pp. 235, 187 [pp. 242, 178], Este tema vuelve
una y otra vez a los escritos de Lenin de este período; véanse vol. 17,
de 500 t r a b a j a d o r e s . El zar podía vetar cualquier p r o p u e s t a páginas 114-5, 146, 153, 233-41; vol,. 18, pp. 70-7. En un estudio posterior
tendremos que volver sobre los textos cruciales de estos años para un
44
Raymond Goldsmith, «The economic growth of tsarits Russia, 1860- objetivo diferente.
49
1913», Economic Development and Cultural Change, ix, 3, abril de 1961, Collected Works, vol. 17, p. 363 [p. 371], Lenin insistía en que la
páginas 442, 444, 470-1: es uno de los análisis más detallados de la autonomía de la burocracia zarista no se debía en modo alguno al in-
economía de este período. La participación de la agricultura en la renta flujo de los funcionarios burgueses en ella; sus órganos de mando esta-
nacional de 1913 fue probablemente de un 44 por 100 en la Rusia ban dirigidos por la nobleza terrateniente (p. 390). De hecho, parece pro-
europea y de un 52 por 100 en el conjunto del imperio zarista. Los bable que tras la emancipación de los siervos ia nobleza confiara más
cómputos exactos son muy difíciles, debido a las deficiencias estadísticas. que nunca en los empleos en el aparato de Estado: véase Seton-Watson,
41
Collected Works, vol. 23, p. 303 [Obras Completas, vol. 24, p. 342], The Russian empire, p. 405.
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de la naturaleza social básica del absolutismo r u s o de su tiem- m i n a b a n en la industria rusa: dos terceras p a r t e s de las o b r a s
po. E n abril de 1917, Lenin a f i r m a b a inequívocamente: «Antes de ingeniería eran a s u m i d a s p o r el Estado. Los aranceles eran
de la revolución de febrero-marzo de 1917, el p o d e r en Rusia e x t r e m a d a m e n t e altos (cuatro veces los de Alemania o Francia
estaba en m a n o s de u n a antigua clase, o sea, de la nobleza y dos veces los de Estados Unidos), de tal f o r m a que el capital
feudal terrateniente, encabezada p o r Nicolás Románov» 5 0 . La local dependía básicamente de la supervisión y protección esta-
p r i m e r a f r a s e de Las tareas del proletariado en nuestra revo- tal. El Ministerio de Hacienda m a n i p u l a b a la política de prés-
lución, escrita i n m e d i a t a m e n t e después de su llegada a Petro- t a m o s de la banca estatal a los empresarios privados y mante-
grado, dice: «El antiguo p o d e r zarista [ . . . ] sólo r e p r e s e n t a b a nía sobre ellos u n dominio de carácter general debido a sus
a u n p u ñ a d o de terratenientes feudales que dirigían toda la i m p o r t a n t e s reservas de oro. El E s t a d o absolutista en Rusia
m a q u i n a r i a del E s t a d o (el ejército, la policía y la burocracia)» 5 1 . era, pues, el dispositivo m á s i m p o r t a n t e p a r a u n a rápida in-
Esta límpida formulación era la p u r a verdad. Sus consecuencias, dustrialización desde arriba. En la época del capitalismo de
sin embargo, todavía no se h a n explorado. Porque, p a r a recapitu- laissez-faire de 1900, su impresionante papel económico n o te-
lar el análisis desarrollado más arriba, existía u n a dislocación nía comparación en el Occidente desarrollado. Un desarrollo
e n t r e la f o r m a c i ó n social y el E s t a d o en los últimos años del za- c o m b i n a d o y desigual p r o d u j o así en Rusia u n colosal a p a r a t o
rismo. La formación social rusa era u n c o n j u n t o complejo domi- de E s t a d o que cubría y ahogaba a toda la sociedad situada p o r
n a d o p o r el m o d o de producción capitalista, pero el Estado ruso d e b a j o del nivel de la clase dominante. Se t r a t a b a de u n Esta-
seguía siendo u n absolutismo feudal. La articulación d i s j u n t a en- do q u e había integrado al c o n j u n t o de la j e r a r q u í a feudal en la
t r e a m b o s todavía n o se h a explicado ni f u n d a m e n t a d o teórica- burocracia, que incorporaba a la Iglesia y a la educación y
mente. supervisaba la industria m i e n t r a s e n g e n d r a b a u n e j é r c i t o y u n
De m o m e n t o , debemos considerar las consecuencias empíri- sistema policiaco gigantescos.
cas de esta desconexión p a r a las e s t r u c t u r a s del E s t a d o ruso. Este a p a r a t o feudal t a r d í o estaba inevitablemente sobrede-
H a s t a su ú l t i m a hora, el zarismo f u e u n absolutismo feudal. t e r m i n a d o p o r el auge del capitalismo industrial a finales del
Incluso en su fase final continuó la expansión territorial en el siglo xix, del m i s m o m o d o en que las m o n a r q u í a s absolutas
exterior. Siberia se extendió m á s allá del Amur, y Vladivostok de Occidente habían e s t a d o s o b r e d e t e r m i n a d a s en su propia
se f u n d ó en 1861. Después de dos décadas de lucha, Asia cen- época p o r el auge del capitalismo mercantil. P a r a d ó j i c a m e n t e ,
tral f u e a b s o r b i d a en 1884. La rusificación administrativa y sin embargo, la burguesía rusa era m u c h o más débil política-
cultural se intensificó en Polonia y Finlandia. Por o t r a parte, m e n t e que sus predecesoras occidentales, a u n q u e la economía
desde el p u n t o de vista institucional, el E s t a d o era en algunos que r e p r e s e n t a b a era m u c h o más f u e r t e de lo que había sido
aspectos decisivos m u c h o m á s p o d e r o s o de lo que había sido la de aquéllas d u r a n t e la época de transición en Occidente. Las
cualquier absolutismo europeo, debido a su supervivencia has- razones históricas de esta debilidad son m u y conocidas y se
ta la época de industrialización europea y, p o r consiguiente, a repiten con insistencia en las obras de Trotski y Lenin: ausen-
su capacidad p a r a i m p o r t a r y apropiarse la tecnología más cia de u n a r t e s a n a d o pequeño-burgués, reducido n ú m e r o de bur-
avanzada del m u n d o . P o r q u e el E s t a d o había a f l o j a d o su con- gueses debido a las grandes empresas, m i e d o a u n a t u m u l t u o s a
trol sobre la agricultura, p o r m e d i o de la venta de sus tierras, clase obrera, dependencia de los aranceles, créditos y contratos
con el solo o b j e t o de r e f o r z a r su posición en la industria. El del Estado. «Mientras m á s se va hacia el este, m á s cobarde y
E s t a d o había sido el p r o p i e t a r i o tradicional de las factorías débil es la burguesía», p r o c l a m a b a el p r i m e r manifiesto del
m i n e r a s y metalúrgicas de los Urales y ahora financiaba y cons- POSDR (Partido O b r e r o Social D e m ó c r a t a Ruso). Sin embargo,

t r u í a la m a y o r p a r t e del nuevo sistema ferroviario, que repre- el E s t a d o absolutista r u s o n o d e j ó de revelar la huella de la


sentaba la segunda p a r t i d a m á s i m p o r t a n t e del presupuesto, clase que se convirtió en su t a c i t u r n o y t i m o r a t o auxiliar m á s
después de las fuerzas a r m a d a s . Los contratos públicos predo- que en su antagonista. Del m i s m o m o d o en que la venta de
c a i g a s en u n a época a n t e r i o r ofreció u n registro sensible de la
50
presencia s u b o r d i n a d a de la clase mercantil en las formaciones
Collected Works, vol. 24, p. 44 [p. 459]. sociales de Occidente, así también la evidente contradicción
51
Ibid., p. 57 [p. 475],
284 249
284 Europa oriental Polonia

b u r o c r á t i c a e n t r e los dos pilares básicos del E s t a d o ruso, el absolutista, que t r a s h a b e r i n c o r p o r a d o en u n m o m e n t o u o t r o


Ministerio del I n t e r i o r y el Ministerio de Hacienda, f u e u n a la nobleza, la burguesía, el campesinado, la educación, el
signo de los «efectos» del capital industrial en Rusia. E n la e j é r c i t o y la industria, quiso p r o d u c i r incluso sus propios sin-
década de 1890 existió u n conflicto constante e n t r e estas insti- dicatos b a j o la égida de la autocracia. La lapidaria f r a s e de
tuciones centrales 5 2 . El Ministerio de Hacienda seguía u n a polí- Gramsci de que «en Oriente [ R u s i a ] el E s t a d o lo era todo, la
tica q u e concordaba con los objetivos ortodoxos de la burgue- sociedad civil era p r i m o r d i a l y gelatinosa» 5 3 , encierra, pues,
sía. Sus inspectores de fábrica apoyaban a los p a t r o n o s en su u n a v e r d a d histórica.
negativa a h a c e r concesiones salariales a los obreros; el Minis- Gramsci, sin embargo, n o cayó en la cuenta de por qué esto
terio era hostil a las c o m u n a s de aldea, que r e p r e s e n t a b a n un era así: n o podía d a r u n a definición científica del carácter his-
obstáculo p a r a el m e r c a d o libre de la tierra. El Ministerio del tórico del E s t a d o absolutista en Rusia. Nosotros tenemos ya la
Interior, t r a b a d o en su lucha con el de Hacienda, estaba ob- posibilidad de r e m e d i a r esta laguna de su texto. Cuando se
sesionado p o r el m a n t e n i m i e n t o de la seguridad política del sitúa al absolutismo r u s o en u n a perspectiva histórica europea,
E s t a d o feudal. Su principal preocupación era la de prevenir todo vuelve a su v e r d a d e r o lugar. Su situación se hace inme-
los desórdenes públicos y las luchas sociales. Para conseguir d i a t a m e n t e evidente. La autocracia era u n E s t a d o feudal, aun-
estos objetivos, su red represiva de espías y provocadores po- q u e Rusia en el siglo xx era u n a f o r m a c i ó n social mixta,
liciacos era inmensa. Al m i s m o tiempo, sin embargo, sentía poca dominada r*or el m o d o de producción capitalista: u n dominio
simpatía p o r los intereses corporativos del capital industrial. cuyos efectos r e m o t o s podían leerse en las e s t r u c t u r a s del za-
Así, presionaba a los p a t r o n o s p a r a q u e hicieran concesiones rismo. Su t i e m p o n o era el del imperio guillermino o el de la
económicas a los o b r e r o s de f o r m a que p u d i e r a evitarse el I I I República, que eran sus rivales o aliados: sus verdaderos
peligro de sus peticiones políticas. El Ministerio del Interior c o n t e m p o r á n e o s eran las m o n a r q u í a s absolutas de la transición
suprimía todas las huelgas, que de todas f o r m a s e r a n ilegales, del f e u d a l i s m o al capitalismo en Occidente. La crisis del feuda-
p e r o p r e t e n d í a m a n t e n e r u n c u e r p o p e r m a n e n t e de policías lismo en el oeste p r o d u j o u n absolutismo que sucedió a la ser-
d e n t r o de las fábricas p a r a que estudiasen las condiciones de v i d u m b r e ; la crisis del feudalismo en el este p r o d u j o u n abso-
t r a b a j o y garantizasen así que n o surgirían explosiones de des- l u t i s m o que institucionalizó la servidumbre. A p e s a r de su co-
contento. N a t u r a l m e n t e , los p a t r o n o s y el Ministerio de Ha- m ú n naturaleza y funciones de clase, el ancien régime r u s o
cienda se resistían a esa pretensión, de lo que se siguió una sobrevivió a sus equivalentes occidentales t a n t o tiempo debido
lucha p a r a el control de la inspección de fábricas que el Mi- a q u e nació de u n a diferente matriz. Al final, el absolutismo
nisterio de Hacienda sólo p u d o conservar t r a s u n c o m p r o m i s o ruso sacó su gran fuerza del m i s m o advenimiento del capita-
de colaboración con la policía. En el campo, el Ministerio del lismo industrial, i m p l a n t á n d o l o b u r o c r á t i c a m e n t e desde arriba,
I n t e r i o r m i r a b a con p a t e r n a l i s m o b u r o c r á t i c o a las comunas del m i s m o m o d o que sus predecesores occidentales habían
aldeanas (de las q u e él —y n o el Ministerio de Hacienda— re- p r o m o v i d o antes el capitalismo mercantil. Los a n t e p a s a d o s de
c a u d a b a impuestos) p o r q u e las consideraba c o m o los bastio- Witte f u e r o n Colbert u Olivares. El desarrollo internacional del
nes de u n a tradición sumisa y c o m o b a r r e r a s c o n t r a la agita- imperialismo capitalista, q u e irradió al imperio r u s o desde Oc-
ción revolucionaria. E s t a comedia de contrastes reaccionarios cidente, f u e lo que hizo posible esta combinación de la tecno-
culminó con la invención de sindicatos controlados p o r la p o logía m á s avanzada del m u n d o industrial con la m o n a r q u í a
licía, p o r el Ministerio del I n t e r i o r y la institución de leyes la- m á s arcaica de E u r o p a . Finalmente, p o r supuesto, el imperia-
borales p o r el verdugo Plehve. Los resultados de boomerang
de este e x p e r i m e n t o —la Zubatovshchina—, que finalmente 53
El objetivo de Gramsci era comparar Rusia con Europa occidental:
c o n d u j e r o n a Gapón, son bien conocidos. Lo que aquí tiene «en Occidente existía una relación directa entre el Estado y la sociedad
m á s i m p o r t a n c i a es esta tentativa final y delirante del E s t a d o civil, y cuando el Estado temblaba, inmediatamente se revelaba la firme
estructura de la sociedad civil». Quaderni del carcere, p. 866. En otro
estudio volveremos detenidamente sobre las implicaciones de este pasaje
crucial, en el que Gramsci intentaba analizar los diferentes problemas
H
Hay un instructivo análisis de sus contradicciones en Seton-Watson, estratégicos a los que se enfrentaba el movimiento obrero en Europa
The decline of imperial Russia, pp. 114, 126-9, 137-8, 143. oriental y occidental durante el siglo xx.
284 368
Europa oriental Polonia

lismo, que había a r m a d o al a b s o l u t i s m o r u s o en u n p r i m e r la E n t e n t e . El f r a c a s o de la revolución de Noviembre en Ale-


m o m e n t o , lo acabó ahogando y destruyendo: la p r u e b a de la mania, t a n t r a s c e n d e n t a l p a r a la historia de E u r o p a como el
p r i m e r a guerra mundial fue d e m a s i a d o p a r a él S4 . Puede decirse éxito de la revolución de Octubre en Rusia, se enraiza en la
con toda razón que estaba literalmente «fuera de su elemento» distinta naturaleza de la m á q u i n a estatal con la que cada u n a
en u n a confrontación directa e n t r e los estados industriales im- de ellas se e n f r e n t ó . Los m e c a n i s m o s de la d e r r o t a y la victo-
perialistas. En f e b r e r o de 1917, las m a s a s t a r d a r o n u n a semana toria socialista de estos años están í n t i m a m e n t e relacionados
en d e r r u m b a r l o . con los p r o b l e m a s más p r o f u n d o s de la democracia b u r g u e s a
Si todo es así, hay que tener el c o r a j e de sacar las conse- y proletaria que, teórica y prácticamente, todavía están p o r
cuencias. La revolución rusa no se hizo en modo alguno contra resolver en la segunda m i t a d del siglo xx. H a s t a el momen-
un Estado capitalista. El zarismo que cayó en 1917 era u n apa- to presente, todavía n o se h a n explorado en p r o f u n d i d a d las
r a t o feudal: el Gobierno Provisional n u n c a tuvo t i e m p o de lecciones y las consecuencias políticas que encierra la caída
sustituirlo con u n a p a r a t o b u r g u é s nuevo y estable. Los bol- del zarismo p a r a el estudio c o m p a r a d o de las formaciones so-
cheviques hicieron u n a revolución socialista, p e r o desde el prin- ciales contemporáneas. E n este sentido, todavía está p o r rea-
cipio hasta el fin n u n c a se e n f r e n t a r o n contra el enemigo cen- lizar el o b i t u a r i o histórico del zarismo q u e expiró en 1917.
tral del movimiento o b r e r o de Occidente. En este sentido, la
intuición m á s p r o f u n d a de Gramsci era correcta: después de la
revolución de Octubre, el m o d e r n o E s t a d o capitalista de Euro-
pa occidental era todavía u n o b j e t o político nuevo p a r a la teo-
ría m a r x i s t a y p a r a la práctica revolucionaria. La p r o f u n d a cri-
sis que sacudió en los años 1917-20 a t o d o el continente, asolado
p o r la guerra, dejó su específica y significativa herencia. La
p r i m e r a guerra mundial acabó con la vieja historia del absolu-
tismo europeo. El E s t a d o imperial r u s o f u e d e r r o c a d o p o r u n a
revolución proletaria. El E s t a d o imperial austríaco f u e b a r r i d o
del m a p a p o r u n a revolución nacional burguesa. La destrucción
y desaparición de a m b o s f u e p e r m a n e n t e . La causa del socia-
lismo t r i u n f ó en Rusia en 1917 y palpitó b r e v e m e n t e en Hun-
gría en 1919. Sin embargo, en Alemania, clave estratégica de
Europa, la t r a n s m u t a c i ó n capitalista de la m o n a r q u í a p r u s i a n a
garantizó la supervivencia íntegra del viejo a p a r a t o de E s t a d o
hasta la época de Versalles. Los dos grandes y últimos estados
feudales de E u r o p a oriental cayeron f r e n t e a revoluciones po-
pulares de c a r á c t e r contradictorio. El E s t a d o capitalista, que
había sido d u r a n t e cierto t i e m p o su consorte legitimista, re-
sistió a todas las insurrecciones revolucionarias en medio de la
desesperación y la r u i n a provocadas p o r su propia d e r r o t a a n t e

54
El imperialismo zarista era, naturalmente, una mezcla de expansión
feudal y capitalista, con una preponderancia inevitable y fundamental del
componente feudal. Lenin tuvo cuidado de hacer en 1915 esta necesaria
distinción: «En Rusia, el imperialismo capitalista de tipo moderno se ha
puesto plenamente de manifiesto en la política del zarismo con respecto
a Persia, Manchuria y Mongolia; pero lo que en general predomina en
Rusia es el imperialismo militar y feudal.» Collected Works, vol. 21, p. 306
[Obras Completas, vol. 22, p. 411],
7. LA CASA DEL ISLAM La Casa del Islam 371

te c o m o primitivos h a b i t a n t e s de las estepas. A p a r t i r del si-


glo ix, m u c h o s esclavos turcos, procedentes del Asia central,
habían servido en el Oriente Medio a las dinastías abásida y
fatimita c o m o simples soldados y c o m o oficiales, o c u p a n d o a
m e n u d o los puestos m á s altos. Su analogía con el papel de las
tribus g e r m a n a s fronterizas en el imperio r o m a n o t a r d í o se ha
destacado con frecuencia. Cincuenta años a n t e s de la batalla
La p r i m e r a guerra mundial, que e n f r e n t ó a los grandes esta- de Manzikert, los selyúcidas habían b a j a d o de sus oasis de
dos capitalistas del oeste y destrozó a los últimos estados feu- T u r k e s t á n hasta Persia y Mesopotamia, d e r r o c a n d o al languide-
dales del Este, tuvo su origen en un rincón de E u r o p a en el ciente E s t a d o de los búyidas y c r e a n d o el gran imperio selyú-
que el absolutismo nunca echó raíces. Los Balcanes constituían cida con capital en Bagdad. La m a y o r p a r t e de estos conquis-
u n a subregión geopolítica diferente, cuya evolución anterior la tadores turcos se hicieron sedentarios al t r a n s f o r m a r s e en ad-
alejaba del r e s t o del continente. Esta ausencia de u n a integra- ministración y ejército profesionales del nuevo sultanato, que,
ción tradicional y estable en el sistema internacional de esta- p o r su parte, heredó y asimiló las antiguas y afincadas tradi-
dos de finales del siglo xix y principios del xx fue, precisamen- ciones u r b a n a s del «Viejo Islam», con sus p r o f u n d a s influen-
te, lo q u e convirtió a los Balcanes en el «polvorín» de E u r o p a cias persas, p a s a d a s p o r el tamiz del legado del califato abá-
que, al final, hizo estallar la conflgración de 1914. El modelo sida. Al m i s m o tiempo, sin embargo, u n a p e r m a n e n t e zona
de desarrollo de este sector del continente proporciona así un fronteriza de n ó m a d a s t u r c o m a n o s n o pacificados presionaba
control y u n epílogo aduecados al e s t u d i o del absolutismo. Du- de f o r m a desordenada sobre los límites del nuevo imperio. Con
r a n t e toda su existencia en el continente europeo, el imperio o b j e t o de acorralar y disciplinar a esos grupos, Alp Arslan se
o t o m a n o se m a n t u v o c o m o u n a f o r m a c i ó n social aparte. Los dirigió al Cáucaso y, en su camino, se e n c o n t r ó casualmente
Balcanes situados b a j o el dominio de la P u e r t a aparecen sepa- con la decisiva destrucción del e j é r c i t o bizantino en Manzi-
rados del p a n o r a m a general de E u r o p a a causa del sometimien- k e r t 2 . Como h e m o s visto antes, a esta victoria n o siguió nin-
to islámico. Sin embargo, la dinámica y las e s t r u c t u r a s regula- guna invasión organizada de Anatolia p o r el sultanato selyú-
doras del E s t a d o t u r c o tienen u n alto significado c o m p a r a t i v o cida: sus preocupaciones militares se dirigían hacia el Nilo,
p o r el contraste q u e p r e s e n t a n respecto a todas las variantes p e r o no hacia el Bosforo. Quienes h e r e d a r o n los f r u t o s de
del absolutismo europeo. Por o t r a parte, el c a r á c t e r del sistema Manzikert f u e r o n los pastores t u r c o m a n o s , que a p a r t i r de en-
o t o m a n o p r o p o r c i o n a la explicación básica de p o r qué la penín- tonces pudieron a d e n t r a r s e sin ningún obstáculo en el interior
sula balcánica continuó evolucionando, t r a s la ú l t i m a crisis de Anatolia. Estos guerreros y aventureros fronterizos n o sólo
medieval, de a c u e r d o con u n a s p a u t a s c o m p l e t a m e n t e distintas b u s c a b a n tierras p a r a sus rebaños, sino que, p o r u n proceso
a las del r e s t o de E u r o p a y cuyos resultados p e r d u r a r o n hasta de autoselección, e s t a b a n m a r c a d o s p o r el sello gazi, u n a fe
bien e n t r a d o el siglo xx. m u s u l m a n a militante, de cruzada, q u e rechazaba cualquier
Los guerreros turcos que invadieron Anatolia oriental en el a c u e r d o con los infieles, como los que rechazaban a los esta-
siglo xi eran todavía unos n ó m a d a s del desierto. Sus éxitos en dos establecidos del Viejo I s l a m 3 . Sin embargo, u n a vez que
Asia Menor, donde los á r a b e s habían fracasado, se debían en Anatolia quedó efectivamente o c u p a d a p o r las sucesivas olea-
p a r t e a la similitud del m e d i o climático y geográfico con el das de emigración llegadas e n t r e los siglos xi y x m , el m i s m o
de las planicies f r í a s y secas del Asia central, de las que pro- conflicto se r e p r o d u j o en Asia Menor. El n u e v o s u l t a n a t o sel-
cedían: el camello de Bactria, su m e d i o esencial de t r a n s p o r t e , yúcida de Rum, c e n t r a d o en Konya, reconstruyó m u y p r o n t o
se a d a p t a b a p e r f e c t a m e n t e a las altiplanicies de Anatolia que,
p o r el contrario, e r a n impracticables p a r a el d r o m e d a r i o tro- 2
pical á r a b e A p e s a r de todo, los turcos n o llegaban únicamen- C. Cahen, «La campagne de Manzikert d'aprés les sources musul-
manes», Byzantion, ix, 1934, pp. 621-42.
5
1 Paul Wittek, The rise of the Ottoman empire, Londres, 1963, pp. 17-20.
Xavier de Planhol, Les fondements géographiques de l'histoire de Esta breve y brillante monografía es la obra básica sobre la naturaleza
l'Islam, París, 1968, pp. 39-44, 208-9. de la primera expansión otomana.
372 Europa oriental La Casa del Islam 373

u n p r ó s p e r o E s t a d o de inspiración persa que tuvo constantes básicos procedían aún de la b ú s q u e d a n ó m a d a de tierra, que
p r o b l e m a s con los emiratos gazis, m u c h o m á s anárquicos, q u e había sido la fuerza impulsora de la p r i m e r a ocupación t u r c a
le rodeaban, especialmente el de Danishmend, al que finalmen- de Anatolia 5 . La expansión territorial f u e t a m b i é n u n proceso
te llegaron a dominar. Sin embargo, todos los estados turcos de colonización económica y demográfica.
rivales de Anatolia, de cualquier tipo que fuesen, se rindieron La E u r o p a cristiana sintió m u y p r o n t o el potencial explo-
m u y p r o n t o a n t e las invasiones mogolas del siglo X V I I . La sivo de esta f ó r m u l a política. Conocemos bien el avance triun-
región volvió a ser u n mosaico de pequeños e m i r a t o s y de pas- fal de los ejércitos turcos en los Balcanes, alcanzando el inte-
tores errantes. En m e d i o de esta confusión surgió, a p a r t i r de rior de la península y r o d e a n d o a la cercada capital bizantina.
1302, el sultanato osmanli p a r a convertirse en el p o d e r domi- En 1354, los turcos se habían establecido en Gallípolis; en 1361
n a n t e no sólo en Turquía, sino en todo el m u n d o islámico. t o m a r o n Adrianópolis; en 1389, las fuerzas servias, bosnias y
La dinámica peculiar del E s t a d o otomano, que lo situó m u y búlgaras f u e r o n aniquiladas en Kosovo, con lo q u e q u e d ó des-
p o r delante de sus rivales de Anatolia, radica en su original trozada la resistencia eslava organizada en la m a y o r p a r t e de la
combinación de principios gazis y del Viejo I s l a m 4 . Fortuita- zona. Tesalia, Morea y D o b r u d j a f u e r o n t o m a d a s poco después.
m e n t e situado inicialmente en las planicies niceas, contiguas a E n 1396, la cruzada que se envió p a r a detener su avance f u e
los restos del imperio bizantino, su cercanía fronteriza con el d e r r o t a d a en Nicópolis. A e s t o siguió u n a breve p a u s a c u a n d o
m u n d o cristiano m a n t u v o en toda su plenitud el fervor militar el e j é r c i t o de Bayaceto, que estaba ocupado en anexionar p o r
y religioso, m i e n t r a s que los otros e m i r a t o s del interior caían la fuerza los e m i r a t o s m u s u l m a n e s de Anatolia, se e n c o n t r ó con
en u n a relativa laxitud. Los dirigentes osmanlis se concibieron las huestes de Tamerlán, q u e recorrían la zona, y f u e liquidado
desde el principio como misioneros gazi en guerra santa con- en Ankara, en b u e n a medida p o r q u e sus contingentes gazi de-
t r a los infieles. Al m i s m o tiempo, su t e r r i t o r i o se extendía a lo sertaron ante lo que creían u n a causa p r o f a n a y fratricida. Lla-
largo de la principal r u t a comercial del Asia Menor, y de ahí m a d o de nuevo a su vocación religiosa, el E s t a d o osmanli se
q u e a t r a j e r a t a n t o a m e r c a d e r e s y a r t e s a n o s como a los ule- reconstruyó l e n t a m e n t e en los cincuenta años siguientes al o t r o
m a s religiosos, que e r a n los elementos sociales indispensables lado del Bosforo y t r a n s f i r i e n d o su capital a Adrianópolis, en
p a r a el viejo E s t a d o islámico, con u n a solidez institucional in- p r i m e r a línea de la guerra con la c r i s t i a n d a d 6 . En 1453, Meh-
compatible con el n o m a d i s m o y la idea de cruzada. De este met II t o m ó Constantinopla. En la década de 1460 f u e r o n
modo, el sultanato osmanli, que desde 1300 a 1350 se había t o m a d a s Bosnia, en el n o r t e y el e m i r a t o k a r a m á n i d a en Cili-
fortalecido en la práctica continua de la guerra, llegó a u n i r la cia. En la década de 1470, el j a n a t o t á r t a r o de Crimea f u e re-
complejidad legal y administrativa de las viejas ciudades islá- ducido a la condición de vasallo y u n a guarnición t u r c a se es-
micas con el f u r i o s o celo militar y proselitista de los gazi fron- tableció en Caffa. En los p r i m e r o s veinte años del siglo xvi,
terizos. Al m i s m o tiempo, algunos de sus impulsos sociales Selim I conquistó Siria, Egipto y el Hejaz. En la década si-
guiente, los o t o m a n o s t o m a r o n Belgrado, sometieron la m a y o r
4
Wittek, The rise of the Ottoman empire, pp. 3746. El análisis del p a r t e de Hungría y sitiaron a la m i s m a Viena. En esos mo-
doble principio del Estado otomano realizado por Wittek es, en realidad, m e n t o s ya había sido invadida la m a y o r p a r t e de la península
un eco indirecto de la célebre división de la historia islámica, hecha balcánica. Grecia, Servia, Bulgaria, Bosnia y Hungría oriental
por Ibn Jaldun, en fases alternas de asabiyya nómada (caracterizada
por el fervor religioso, la solidaridad social y el valor militar) y de eran provincias o t o m a n a s . Moldavia, Valaquia y Transilvania
farágh o dia urbana (caracterizada por la prosperidad económica, la
complejidad administrativa y el ocio cultural), a las que consideraba mu-
5
tuamente incompatibles, porque la civilización urbana era incapaz de Ernst Werner, Die Geburt einer Grossmacht: die Osmanen, pp. 19, 95.
resistir la conquista nómada, y la fraternidad nómada era incapaz de La obra de Werner es el principal estudio marxista sobre la expansión
sobrevivir dentro de la corrupción urbana, lo que provocaba una historia del poderío otomano: su crítica del olvido por Wittek del hambre tribal
cíclica de formación y desintegración del Estado. El estudio de Wittek de tierra que mueve el primer expansionismo osmanli está basado, sin
sobre el imperio otomano puede leerse como una inversión sutil de esa embargo, en las investigaciones del historiador turco Omer Barkan.
6
hipótesis: en el Estado turco se realiza por vez primera la armonía P. Wittek, «De la défaite d'Ankara á la prise de Constantinople (un
estructural de los dos principios contradictorios del desarrollo político demi-siécle d'histoire ottomane)», Revue des Etudes Islamiques, I, 1948,
islámico. páginas 1-34.
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372 Europa oriental La Casa del Islam 190

e r a n principados tributarios, b a j o s o b e r a n o s cristianos satéli- el imperio, p o r q u e n o había ninguna propiedad segura q u e pu-
tes, rodeados p o r territorios del Danubio y el Dniester, domi- diera f u n d a m e n t a r l a . La riqueza y el h o n o r e r a n t é r m i n o s equi-
nados d i r e c t a m e n t e p o r los turcos. El m a r Negro era u n lago parables al Estado, y el rango era u n a simple función de la
otomano. En Oriente Medio, m i e n t r a s tanto, f u e anexionado posición que se tuviera en él. El E s t a d o se dividía de f o r m a
I r a k y el Cáucaso f u e a b s o r b i d o i n m e d i a t a m e n t e después. En c o n f u s a en dos columnas paralelas, q u e los historiadores eu-
el Magreb, Argel, Trípoli y Túnez f u e r o n sometidas sucesiva- ropeos (pero no los propios pensadores otomanos, lo que es
m e n t e a la soberanía turca. A p a r t i r de entonces, el sultán f u e significativo) llamaron p o s t e r i o r m e n t e la «institución de gobier-
califa de todas las tierras sunnitas del Islam. E n el m o m e n t o no» y la «institución m u s u l m a n a (o religiosa)», a u n q u e n u n c a
de su apogeo b a j o Solimán I, a mediados del siglo xvi, el reino existió u n a separación absoluta e n t r e a m b a s 10. La institución
osmanli era el imperio m á s poderoso del m u n d o . Eclipsando a de gobierno c o m p r e n d í a todo el a p a r a t o militar y b u r o c r á t i c o
su m á s cercano rival europeo, Solimán I gozaba de u n o s in- del imperio. La inmensa m a y o r p a r t e de su e s t r a t o superior
gresos que doblaban los de Carlos V. estaba f o r m a d a p o r esclavos ex cristianos, cuyo núcleo había
¿Cuál era la naturaleza de este coloso asiático? Sus contor- sido reclutado gracias a la invención de la devshirme. E s t a ins-
nos o f r e c e n u n e x t r a ñ o contraste con los del c o n t e m p o r á n e o titución, p r o b a b l e m e n t e creada en la década de 1380, f u e la
a b s o l u t i s m o europeo. El f u n d a m e n t o económico del despotis- expresión más notable de la interpenetración de los principios
m o osmanli era la ausencia p r á c t i c a m e n t e total de propiedad gazi y de los principios del Viejo Islam que definió al c o n j u n t o
privada de la t i e r r a 7 . Toda la tierra cultivable o pastoril del del sistema o t o m a n o ascendente Todos los años se recluta-
imperio se consideraba p a t r i m o n i o personal del sultán, con ex- b a n niños varones de las familias cristianas de las poblaciones
cepción d e los lotes religiosos o waqfi. Según la teoría política sometidas de los Balcanes. Una vez a r r e b a t a d o s a sus padres,
otomana, el a t r i b u t o f u n d a m e n t a l de la soberanía e r a el dere- se enviaban a Constantinopla o Anatolia, p a r a ser educados en
cho ilimitado del sultán a explotar t o d a s las f u e n t e s de ri- la fe m u s u l m a n a y p r e p a r a d o s p a r a los puestos de m a n d o en
queza de su reino como sus posesiones i m p e r i a l e s E n conse- el ejército o la administración c o m o servidores inmediatos del
cuencia, n o podía existir u n a nobleza estable y hereditaria en sultán. De esta f o r m a se conciliaban la tradición gazi, de con-
versión religiosa y expansión militar, y la tradición del Viejo
Islam, de tolerancia y recaudación de t r i b u t o s de los n o cre-
' Para Marx, ésta era la característica fundamental de todas las for- yentes.
mas de lo que, siguiendo una antigua tradición, llamó «despotismo asiáti-
co». Al comentar la célebre descripción de la India de los mogoles, hecha
por Bernier Marx escribió a Engels: «Bernier piensa con razón que la La devshirme p r o p o r c i o n a b a e n t r e 1.000 y 3.000 reclutas
base de todos los fenómenos del Este —se refiere a Turquía, Persia e esclavos p a r a la institución de gobierno todos los años. A este
Indostán— es la ausencia de propiedad privada de la tierra. Esta es la n ú m e r o se añadían otros 4.000 ó 5.000 prisioneros de guerra o
verdadera clave, incluso del cielo oriental» (Selected correspondence, pá-
gina 81 [Correspondencia, p. 62]). Los comentarios de Marx sobre el
c o m p r a d o s en el e x t r a n j e r o , que p a s a b a n p o r el m i s m o proce-
«modo de producción asiático» plantean muchos problemas, que analiza- so de a d i e s t r a m i e n t o p a r a su elevación a la prepotencia y la
remos más adelante. Si conservamos, por el momento, el uso del término s e r v i d u m b r e 12. Constituido de esta f o r m a , el c u e r p o de escla-
«despotismo» para el Estado otomano, debe entenderse en un sentido
estrictamente provisional y meramente descriptivo. En esta época todavía
faltaban los conceptos científicos para el análisis de los estados orientales. 111
Las expresiones «Ruling Institution» (institución de gobierno) y «Mus-
• H. A. R. Gibb y H. Bowen, Islamic society and the West, vol. I, par- lim Institution» (institución musulmana) fueron acuñadas por vez pri-
te i, Londres, 1950, pp. 236-7. Las casas, las viñas y los huertos situados mera por A. H. Lybyer, The government of the Ottoman empire in the
dentro del recinto de la aldea eran propiedad privada (mulk), como lo time of Suleiman the Magnificent, Cambridge (Massachusetts), 1913, pá-
era también la mayor parte de la tierra urbana (el significado de estas ginas 36-8. N. Itzkowits ha criticado su general aceptación por los inves-
excepciones —horticultura y ciudades— se estudiará en su contexto is- tigadores posteriores en «Eighteenth century Ottoman realities», Studia
lámico general). En 1528, alrededor del 87 por 100 de la tierra otomana Islamica, xvi, 1962, pp. 81-2, pero sin aportar ninguna prueba decisiva
era rniri o propiedad del Estado: Halil Inalcik, The Ottoman empire, contra su uso para el siglo xvi.
Londres, 1973, p. 110. 11
S. Vryonis, «Isidore Glabas and the Turkish devshirme», Speculum,
' Stanford Shaw expresa gráficamente esta concepción en «The Otto- xxxi, julio de 1956, 3, pp. 433-43, ha establecido la cronología moderna
man view of the Balkans», en C. y B. Jelavich, comps., The Balkans in de la institución.
transition, Berkeley y Los Angeles, 1963, pp. 59-60. Inalcik, The Ottoman empire, p. 78; L. S. Stavrianos, The Balkans
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vos del sultán s u m i n i s t r a b a los rangos más altos de la buro- que la propiedad de la tierra era prerrogativa de la Puerta, ya
cracia imperial, desde el s u p r e m o cargo de gran visir h a s t a los n o era d e g r a d a n t e ser propiedad h u m a n a del sultán: la «escla-
puestos provinciales de beylerbeys y sanjakbeys, y proporcio- vitud» ya n o se definía p o r oposición a la «libertad», sino p o r
n a b a a d e m á s la totalidad del e j é r c i t o p e r m a n e n t e de la Puerta, la cercanía al acceso a la dirección del imperio, u n a cercanía
c o m p u e s t o p o r la caballería especial de la capital y los famosos necesariamente ambigua que implicaba la h e t e r o n o m í a m á s
regimientos jenízaros, que constituían los ejércitos selectos de completa, el privilegio sin límites y el poder. La p a r a d o j a de
infantería y artillería del p o d e r í o otomano. (Una de las princi- la devshirme era, pues, p e r f e c t a m e n t e lógica y funcional en su
pales funciones de la devshirme consistía, precisamente, en m á s alto g r a d o d e n t r o de la sociedad o t o m a n a .
p r o p o r c i o n a r u n o s soldados de a pie disciplinados y dignos de Por otra parte, el c u e r p o de esclavos del sultán n o agotaba
confianza en u n a época en la que el p r e d o m i n i o internacional toda la institución de gobierno, sino que coexistía con el nativo
de la caballería estaba llegando a su fin y los jinetes turcoma- e s t r a t o militar islámico de guerreros sipahis, que o c u p a b a n
nos se e s t a b a n m o s t r a n d o c o m o material poco propicio p a r a d e n t r o del sistema u n a posición muy diferente p e r o complemen-
su conversión en u n a infantería profesional.) La s o r p r e n d e n t e taria. Estos soldados m u s u l m a n e s de a caballo constituían u n a
p a r a d o j a de u n a sinarquía de esclavos —inconcebible en el feu- caballería «territorial» en las provincias y se a l o j a b a n en las
dalismo europeo— tiene su explicación inteligible en el m a r c o propiedades territoriales del sultanato, o timars (que en algu-
del c o n j u n t o del sistema social del despotismo osmanli 1 3 , por- nos casos podían f o r m a r u n i d a d e s más grandes, o ziamets), de
que había u n vínculo e s t r u c t u r a l e n t r e la ausencia de propie- las que podían recibir u n o s ingresos c u i d a d o s a m e n t e estable-
dad privada de la tierra y la i m p o r t a n c i a de la propiedad cidos a c a m b i o del servicio militar q u e p r e s t a b a n . La r e n t a
estatal de los h o m b r e s . En efecto, c u a n d o el estricto con- p r o c e d e n t e del timar d e t e r m i n a b a la a m p l i t u d de las obligacio-
cepto j u r í d i c o de propiedad f u e s u p r i m i d o en el t e r r e n o fun- nes de su titular: p o r cada 3.000 aspers, los timariot tenían q u e
d a m e n t a l de la riqueza básica de la sociedad, se disolvieron y p r o p o r c i o n a r u n jinete adicional. Los sipahis f u e r o n estableci-
t r a n s f o r m a r o n p o r el m i s m o hecho las connotaciones conven- dos p o r M u r a d I en la década de 1360, y se h a e s t i m a d o q u e
cionales de posesión en el á m b i t o de la m a n o de obra. Una vez en 1475 había unos 22.000 en Rumelia y 17.000 en Anatolia, don-
de los timars eran n o r m a l m e n t e más pequeños 1 4 . La reserva
total de caballería que podía movilizarse gracias a este siste-
since 1453, Nueva York, 1958, p. 84. De forma excepcional, la devshirme m a era, p o r supuesto, m u c h o mayor. Había u n a competencia
se extendió en Bosnia a las familias musulmanas locales.
" Naturalmente, el sistema otomano tenía profundas raíces en las
continua p o r los timars en las f r o n t e r a s europeas del imperio;
anteriores tradiciones musulmanas. Como veremos, las élites de guardias e n t r e otros, los jenízaros victoriosos las recibían como p r e m i o
y jefes esclavos tenían precedentes significativos en la historia islámica. a sus servicios. La P u e r t a n u n c a extendió p l e n a m e n t e este sis-
La condición histórica del dominio político de estas tropas palatinas era t e m a hasta las m á s r e m o t a s tierras árabes, conquistadas en su
la ausencia de utilización económica del trabajo esclavo en la rama de
producción dominante, la agricultura. El mundo musulmán importaba r e t a g u a r d i a a principios del siglo xvi, donde podía prescindir
tradicionalmente esclavos para su uso doméstico y suntuario, que siempre de los servicios de caballería que necesitaba en sus f r o n t e r a s
se distinguieron radicalmente de los privilegiados esclavos «militares». La cristianas y en las zonas t u r c a s situadas i n m e d i a t a m e n t e de-
esclavitud sólo fue predominante en la economía agraria en el caso ex-
cepcional del sur de Irak durante la época de los abasidas, episodio rela-
trás. Así, las provincias de Egipto, Bagdad, Basora y el golfo
tivamente breve que provocó las insurrecciones Zany a finales del si- Pérsico n o tenían tierras timar, p e r o e s t a b a n guarnecidas p o r
glo ix. Parece que en el imperio turco algunas tierras situadas fuera t r o p a s jenízaras y pagaban u n a suma anual f i j a al tesoro cen-
del sistema agrario normal fueron cultivadas por aparceros esclavos, ad- tral en concepto de impuestos. E s t a s regiones tenían en el im-
quiridos en el extranjero mediante la guerra o la compra. Pero esta
fuerza de trabajo marginal llegó a asimilarse durante el siglo xvi, por perio u n a función económica m u c h o m á s i m p o r t a n t e que la
lo general, a la condición del campesino ordinario. Al mismo tiempo, el
monopolio legal de la tierra del que disfrutaban los sultanes otomanos
también se basaba en anteriores tradiciones islámicas, que databan de 14
Inalcik, The Ottoman empire, pp. 108, 113. La historia otomana
las primeras conquistas árabes en el Oriente Próximo. Estos dos carac- ha sido todavía poco investigada: las estimaciones estadísticas discrepan
teres del sistema turdo no eran, pues, fenómenos arbitrarios ni aislados, normalmente según las diferentes autoridades. El mismo estudio de
sino la culminación de un largo y coherente desarrollo histórico, d#i que Inalcik contiene dos datos aparentemente contradictorios sobre el núme-
nos ocuparemos más adelante. ro de sipahis en el reinado de Solimán I: pp. 48 y 108.
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militar. El e j e original del o r d e n o t o m a n o p a s a b a a través de ca había a d m i t i d o u n a separación o distinción e n t r e la Iglesia


los Estrechos, y las instituciones que prevalecían en las «ma- y el Estado; esta idea apenas tenía algún sentido p a r a ella. El
dres patrias» de Rumelia y Anatolia —sobre t o d o Rumelia— imperio osmanli f u e el p r i m e r sistema político m u s u l m á n q u e
f u e r o n las q u e definieron su f o r m a básica. creó u n a j e r a r q u í a religiosa especialmente organizada, con un
En el imperio otomano, los timariots y los zaims represen- clero c o m p a r a b l e al de u n a v e r d a d e r a Iglesia. Además, esta
t a b a n la analogía m á s cercana a u n a clase de caballeros. Pero j e r a r q u í a era la que p r o p o r c i o n a b a el personal judicial y civil
las propiedades timar n o eran, en m o d o alguno, verdaderos feu- más i m p o r t a n t e del a p a r a t o del Estado, p o r q u e los kadis q u e
dos. Aunque los sipahis realizasen en sus localidades algunas se reclutaban de e n t r e los ulemas eran los pilares de la admi-
funciones administrativas y de policía p a r a el sultanato, no nistración provincial o t o m a n a . Así pues, t a m b i é n en este caso
ejercían u n dominio feudal o u n a jurisdicción señorial sobre a c t u a b a u n nuevo complejo de presiones gazis y del Viejo Is-
los campesinos q u e t r a b a j a b a n en sus timars. Los timariots no lam. El celo religioso de las p r i m e r a s e n c o n t r ó u n a salida en
d e s e m p e ñ a b a n p r á c t i c a m e n t e ningún papel en la producción el o s c u r a n t i s m o fanático de los ulemas turcos, m i e n t r a s que el
rural, sino que eran elementos exteriores a la economía agra- peso social de las segundas q u e d a b a a salvo p o r medio de su
ria. Los campesinos tenían u n a seguridad hereditaria sobre las f i r m e integración en la m a q u i n a r i a del sultanato. Una conse-
parcelas que cultivaban, m i e n t r a s que los timariots carecían cuencia de t o d o esto f u e que, en algunas ocasiones, el Sheikh
de ella: los timars n o se podían h e r e d a r , y a la llegada de cada ul-Islam p u d o b l o q u e a r algunas iniciativas de la Puerta invo-
nuevo sultán e r a n cambiados sistemáticamente p a r a impedir cando principios de la Saria, de los que él era el guardián ofi-
que los timariots se hicieran f u e r t e s en ellos. Los timars, más cial 11. En cierto sentido, esta limitación f o r m a l de la a u t o r i d a d
cercanos jurídica y etimológicamente al sistema pronoia que del sultán era la c o n t r a p a r t i d a del nuevo p o d e r a s u m i d o p o r
les precedió, tenían u n alcance m u c h o m á s limitado y estaban el E s t a d o o t o m a n o desde la creación de u n a p a r a t o eclesiás-
controlados desde el c e n t r o con m á s firmeza de lo que había tico profesional. Esta práctica n o cancelaba en m o d o alguno el
e s t a d o el sistema griego 1 5 . E n el i m p e r i o o t o m a n o c o m p r e n d í a n despotismo político e j e r c i d o p o r el sultán sobre sus posesio-
menos de la m i t a d de las tierras cultivadas de Rumelia y Ana- nes imperiales, que correspondía p l e n a m e n t e a la definición we-
tolia, el r e s t o de las cuales (excepto los waqfs) estaba reserva- beriana de la burocracia patrimonial, en la que los p r o b l e m a s
d o p a r a el uso directo del sultán, de la familia imperial o de del derecho siempre tienden a convertirse en simples cuestio-
los altos funcionarios de palacio El e s t r a t o timariot era, pues, nes de administración, ligadas a la tradición consuetudinaria
en esta época, u n c o m p o n e n t e económica y políticamente subor-
dinado, a u n q u e poderoso, del o r d e n dominante. Dado que el c o n j u n t o del t e r r i t o r i o cultivable del imperio se
consideraba p r o p i e d a d del sultanato, el objetivo i n t e r n o funda-
Relativamente s e p a r a d a del c o m p l e j o burocrático-militar de mental del E s t a d o o t o m a n o , que d e t e r m i n a b a su organización
la «institución de gobierno» e s t a b a la «institución musulmana», y división administrativa, era lógicamente la explotación fiscal
que c o m p r e n d í a el a p a r a t o religioso, legal y educativo del Es-
t a d o y estaba dirigida, con pocas excepciones, p o r nativos is- " Gibb y Bowen, Islamic society and the West, i, 1, pp. 85-6.
lámicos ortodoxos. Los jueces (kadis), los teólogos (ulemas), " Véanse las observaciones de Weber, Economy and society, II, pp. 844-
845. De hecho, Weber consideraba al Oriente Próximo como el «lugar clá-
los m a e s t r o s (medresas) y u n a masa de otros clérigos estipen- sico» de lo que precisamente llamó «sultanismo»: Economy and society,
diarios llevaban a cabo las tareas ideológicas y jurídicas esen- n i , p. 1020. Al mismo tiempo, tuvo cuidado en subrayar que incluso
ciales del sistema o t o m a n o de dominación. La cima de la «ins- el despotismo personal más arbitrario actuaba siempre dentro de un
titución m u s u l m a n a » era el m u f t i de E s t a m b u l , o Sheikh ul-Is- marco ideológico ligado a la tradición: «Llámase dominación patrimonial
a toda dominación primariamente orientada por la tradición, pero ejer-
lam, s u p r e m o dignatario religioso que i n t e r p r e t a b a p a r a los cida en virtud de un derecho propio; y es sultanista la dominación patri-
creyentes la ley sagrada de la Saria. La doctrina islámica nun- monial que se mueve, en la forma de su administración, dentro de la
esfera del arbitrio libre, desvinculado de la tradición [...] La forma
sultanista del patrimonialismo es a veces en su apariencia externa —en
" S. Vryonis, «The Byzantine legacy and Ottoman forms», Dumbarton realidad nunca— plenamente tradicionalista. Sin embargo, no está racio-
Oaks Papers, 1969-70, pp. 273-5. nalizada, sino desarrollada en ella en extremo la esfera del arbitrio libre
16
Gibb y Bowen, Jslamic society and the West, I, 1, pp. 45-56; L. Sta- y de la gracia. Por esto se distingue de toda forma de dominación racio-
vrianos, The Balkans since 1453, pp. 86-7, 99-100. nal». Economy and society, i, p. 232 [Economía y sociedad, i, p. 185].
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de las posesiones imperiales. Para este propósito, se dividió a servil y de la explotación señorial de los señores cristianos y
la población en u n a clase d o m i n a n t e osmanlilar, que integraba t r a n s p o r t a d o a u n a condición social que, p a r a d ó j i c a m e n t e , era
en m u c h o s aspectos m á s llevadera y m á s libre que en cualquier
las instituciones de gobierno y religiosa, y u n a clase súbdita o t r o país de la E u r o p a oriental en la m i s m a época.
rayah, c o m p u e s t a p o r m u s u l m a n e s o infieles. La gran mayor
p a r t e de esta última, p o r supuesto, e r a n campesinos, que en los El destino de los campesinos de los Balcanes contrasta con
Balcanes eran cristianos. B a j o el dominio o t o m a n o n u n c a se llevó el de sus señores tradicionales. En l i s p r i m e r a s fases de la
a cabo ningún intento de i m p o n e r la conversión en m a s a de conquista turca, algunos sectores de las aristocracias cristia-
las poblaciones cristianas de los Balcanes. Si se h u b i e r a hecho nas locales de los Balcanes se pasaron al c a m p o de los otoma-
esto, se h a b r í a prescindido de las v e n t a j a s económicas ofreci- nos, luchando con ellos en el c a m p o de batalla en calidad de
das p o r u n a clase infiel rayah, que p o r las antiguas tradiciones auxiliares y aliados tributarios. E s t e tipo de colaboración tuvo
del Viejo Islam y de la Saria podía ser sometida a impuestos lugar en Servia, Bulgaria, Valaquia y en otros lugares. Pero con
especiales no extensibles a los súbditos m u s u l m a n e s , lo que la consolidación del poderío imperial o t o m a n o en Rumelia, la
creaba u n conflicto directo e n t r e la tolerancia motivada p o r los a u t o n o m í a residual de estos señores llegó a su fin. Unos pocos
impuestos y la conversión motivada p o r el celo misionero. Como —en su m a y o r parte, de Bosnia— se convirtieron al Islam y
ya hemos visto, el devshirme resolvía este p r o b l e m a p a r a los q u e d a r o n asimilados a la clase d o m i n a n t e o t o m a n a . A otros,
osmanlis extrayendo grupos de niños islamizados, m i e n t r a s de- sin necesidad de conversión, se les concedieron timars en el
j a b a el resto de la población en su fe tradicional y pagando nuevo sistema agrícola. Pero los timariots cristianos n o fue-
p o r ello el precio tradicional. Todos los rayahs cristianos te- ron numerosos, y sus propiedades e r a n n o r m a l m e n t e modestas,
nían que pagar u n i m p u e s t o especial de capitación al sultán y con pequeños ingresos. Al cabo de pocas generaciones habían
diezmos p a r a el m a n t e n i m i e n t o de los ulemas. Además de esto, desaparecido p o r completo 2 0 . Así pues, en la m a y o r p a r t e de
los campesinos que cultivasen tierras de timars o ziamets te- los Balcanes quedó eliminada muy p r o n t o la nobleza étnica lo-
níán que p a g a r rentas en dinero a los titulares de esos bene- cal, u n hecho de gran i m p o r t a n c i a p a r a el f u t u r o desarrollo so-
ficios. La Puerta f i j a b a con t o d o detalle el i m p o r t e de estas cial de esta zona. Más allá del Danubio, en Valaquia, Moldavia
rentas, que n o podían s e r a r b i t r a r i a m e n t e cambiadas p o r el y Transilvania, el sultanato n u n c a procedió a u n a ocupación y
timariot o el zaim. A los a r r e n d a t a r i o s se les garantizaba la administración directas. E n Valaquia y Moldavia se permitió a
seguridad de su posición, p a r a asegurar así la estabilidad de la clase boyarda r u m a n a —recientemente f o r m a d a y que aca-
las r e n t a s fiscales, y se les protegía contra las exacciones seño- baba de a p a r e c e r en la etapa de unificación política y de some-
riales, p a r a impedir cualquier apropiación local del excedente timiento económico del c a m p e s i n a d o indígena— la conserva-
destinado al c e n t r o imperial. Las prestaciones de t r a b a j o que ción de sus tierras y del p o d e r provincial, con la única obliga-
habían existido b a j o los príncipes cristianos f u e r o n reducidas ción de pagar a E s t a m b u l u n f u e r t e t r i b u t o anual en especie.
o abolidas El derecho de los campesinos a c a m b i a r de resi- En Transilvania se dejó a los terratenientes magiares el domi-
dencia quedó b a j o control, a u n q u e no f u e eliminado completa- nio de u n a población que en su mayor p a r t e les era é t n i c a m e n t e
mente; en la práctica, la competencia e n t r e los timariots por a j e n a : r u m a n o s , s a j o n e s o szekels. Por lo demás, el dominio
la m a n o de o b r a favorecía la movilidad i n f o r m a l en el campo. o t o m a n o sobre el sudeste de E u r o p a limpió a los Balcanes de
Así, d u r a n t e los siglos xv y xvi, el c a m p e s i n a d o de los Balca- toda nobleza local. Las últimas consecuencias de estos p r o f u n -
nes se e n c o n t r ó de p r o n t o liberado de la creciente degradación dos cambios en los sistemas sociales indígenas f u e r o n comple-
jas y contradictorias.
" El código de Dushan obligaba a los campesinos servios a trabajar Por u n a parte, y después de la consolidación de la conquista
las tierras de su señor dos días a la semana. De acuerdo con Inalcik, turca, esos cambios c o n d u j e r o n a u n a m e j o r a definitiva en las
bajo el dominio otomano el rayah debía prestar al sipahi únicamente
tres días de trabajo al año: The Ottoman empire, p. 13. Pero el relato condiciones materiales del campesinado. Y n o sólo p o r q u e se
posterior de los servicios que debían a los propietarios de timars no
concuerda con esa pretensión tan baja (pp. 111-2). No hay ninguna 20
razón, sin embargo, para dudar de la relativa mejora en la posición del H. Inalcik, «Ottoman methods of conquest», Studia Islamica, II,
campesinado de los Balcanes- 1954, pp. 104-16.
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r e b a j a r a n los impuestos y cargas rurales, sino p o r q u e la dura- triarcal f u e a c o m p a ñ a d a p o r u n a notable decadencia hacia el
dera paz o t o m a n a en la sometida zona sudoriental, que queda- analfabetismo. La articulación cultural de la vida de las pobla-
b a tras el f r e n t e de E u r o p a central, alejó del c a m p o la r u i n a ciones sometidas se convirtió en monopolio del clero ortodoxo,
de las constantes guerras nobiliarias. Por otra parte, sin em- cuyo servilismo hacia los señores turcos sólo podía c o m p a r a r s e
bargo, las consecuencia sociales y culturales de la completa con s u ignorancia y superstición. Las ciudades p e r d i e r o n su im-
destrucción de las clases dominantes autóctonas f u e r o n sin p o r t a n c i a comercial e intelectual, convirtiéndose en centros mi-
d u d a alguna regresivas. Las aristocracias de los Balcanes ha- litares y administratvos del dominio otomano, que estableció en
bían explotado al campesinado de f o r m a m u c h o más opresiva ellas a tenderos y a r t e s a n o s turcos 2 2 . De esta f o r m a , a u n q u e la
que la administración o t o m a n a en su m o m e n t o de apogeo. Pero gran m a s a de la población r u r a l se benefició m a t e r i a l m e n t e del
la m i s m a constitución de u n a nobleza territorial r e p r e s e n t a b a , i m p a c t o inicial de la conquista turca, debido a que p r o d u j o
en la época medieval tardía y en la p r i m e r a época m o d e r n a , u n a disminución en el volumen de excedente extraído de los
un indudable avance histórico en estas formaciones sociales p r o d u c t o r e s inmediatos del campo, la o t r a cara del m i s m o pro-
a t r a s a d a s , p o r q u e significaba u n a r u p t u r a con los principios ceso histórico f u e la i n t e r r u p c i ó n de u n desarrollo social indí-
de organización p o r clanes, con la f r a g m e n t a c i ó n tribal y con gena hacia u n o r d e n social m á s avanzado, u n a regresión hacia
las r u d i m e n t a r i a s f o r m a s culturales y políticas derivadas de f o r m a s patriarcales prefeudales y u n largo e s t a n c a m i e n t o de
ellas. El precio q u e se pagaba p o r este avance era, precisa- toda evolución histórica en la península de los Balcanes.
mente, la estratificación en clases y u n a m a y o r explotación Las provincias asiáticas del i m p e r i o t u r c o experimentaron,
económica. Como ya hemos visto, los estados medievales tar- m i e n t r a s tanto, u n a recuperación y u n avance considerables
díos de los Balcanes f u e r o n n o t a b l e m e n t e débiles y vulnera- d u r a n t e el apogeo del p o d e r í o o t o m a n o en el siglo xvi. Si Ru-
bles. Pero el colapso s u f r i d o antes de las invasiones t u r c a s n o melia se m a n t u v o c o m o principal t e a t r o bélico p a r a los ejérci-
significaba que careciesen de nuevo potencial p a r a su desarro- tos del sultán, Anatolia, Siria y Egipto gozaron de los beneficios
lló. E n realidad, la p r i m e r a época de la E u r o p a feudal, tanto de la paz y la u n i d a d q u e llevó al Oriente Medio la conquista
en Occidente c o m o en Oriente, se caracterizó p o r un modelo osmanli. La inseguridad creada en el Levante m e d i t e r r á n e o p o r
de a p a r e n t e s «falsos comienzos» y subsiguientes recuperacio- la decadencia de los estados m a m e l u c o s dio p a s o a u n a admi-
nes, que p o r regla general t o m ó la f o r m a inicial de u n a s estruc- nistración f i r m e y centralizada, que s u p r i m i ó el b a n d i d a j e y
t u r a s administrativas « p r e m a t u r a m e n t e » centralizadas, tales estimuló el comercio interregional. La ú l t i m a depresión medie-
como las que se h u n d i e r o n en los Balcanes a finales de la E d a d val de las economías siria y egipcia, d u r a m e n t e a f e c t a d a s p o r
Media. La eliminación de la clase t e r r a t e n i e n t e local p o r los tur-
cos impidió, a p a r t i r de entonces, u n a dinámica endógena de
bre de 1955, pp. 287-305. La insistencia de Djurdjev en el carácter contra-
ese tipo. Por el contrario, su principal consecuencia cultural y dictorio del primer impacto otomano en la sociedad balcánica contrasta
política f u e u n a v e r d a d e r a regresión a las instituciones ciáni- con las opiniones predominantes entre los rusos y los turcos, que tienden
cas y a las tradiciones particularistas de la población r u r a l de a subrayar unilateralmente la destrucción y la represión, o bien la paci-
ficación y la prosperidad como resultados de la conquista otomana. Puede
los Balcanes. Así, en las tierras de Servia —donde se h a estu- verse un ejemplo de las interpretaciones soviéticas en Z. V. Udal'tsova,
diado este f e n ó m e n o con especial atención— los plemena tri- «O vnutrennyj princhinaj padeniya Vizantii v xv veke», Voprosi Istorii,
bales, la j e f a t u r a knez y las redes de p a r e n t e s c o zadruga, que julio de 1953, 7, p. 120, artículo que conmemora, o deplora, el 500 ani-
estaban desapareciendo r á p i d a m e n t e antes de la conquista oto- versario de la caída de Constantinopla, afirmando que el dominio turco
condujo directamente a una explotación intensificada de las masas rura-
mana, revivieron a h o r a en el c a m p o c o m o poderosas unidades les. Una posición turca puede verse en H. Inalcik, «L'Empire ottomane»,
de organización social 2 1 . La recaída general en el localismo pa- Actes du Premier Congrés International des Etudes Balkaniques et Sud-
Est Européennes, Sofía, 1969, pp. 81-5. La tensión entre ambas posiciones
es evidente en las contribuciones a este congreso, que también contienen
11 un duro artículo de Djurdjev en el que recapitula sus opiniones: B. Djurd-
El historiador bosnio Branislav Djurdjev es quien ha sacado a la jev, «Les changements historiques et ethniques chez les peuples slaves
luz este proceso de regresión social; un estudio de su obra y de la discu- du sud aprés la conquéte turque», pp. 575-8.
sión que suscitó puede verse en W. S. Vucinich, «The Yugoslav lands in 22
W. S. Vucinich, «The nature of Balkan society under Ottoman rule»,
the Ottoman period: post-war marxist interpretations of indigenous and Slavic Review, diciembre de 1962, pp. 603, 604-5, 614.
Ottoman institutions», The Journal of Modern History, xxvn, 3, septiem-
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la Invasión y las plagas, se s u p e r ó gracias a la recuperación de m u y definidos. La recuperación agrícola de las provincias asiá-
la agricultura y al a u m e n t o de la población. E s t a s dos provin- ticas d u r a n t e el siglo xvi n o parece h a b e r provocado ninguna
cias llegaron a s u m i n i s t r a r u n tercio de los ingresos totales del m e j o r a i m p o r t a n t e en la tecnología rural. La innovación m á s
tesoro imperial 2 3 . El crecimiento demográfico —clara señal de significativa en la agricultura del Oriente Medio a principios
expansión agrícola— f u e especialmente notable en Anatolia: en de la época m o d e r n a —la introducción del maíz americano—
el t r a n s c u r s o del siglo, la población r u r a l llegó a a u m e n t a r qui- tuvo lugar en u n a etapa posterior, c u a n d o ya había comenzado
zá en u n 20 p o r 100. El comercio floreció t a n t o en estas pro- la decadencia imperial. La expansión demográfica de Anatolia
vincias orientales como, de f o r m a m á s especial, a lo largo de p u e d e atribuirse, en b u e n a medida, al restablecimiento de la
las r u t a s comerciales internacionales que unían a E u r o p a oc- paz y a la sedentarización de las t r i b u s n ó m a d a s , c u a n d o la
cidental con Asia occidental a través del M e d i t e r r á n e o o a tra- estabilización del dominio o t o m a n o p e r m i t i ó u n a nueva expan-
vés del m a r Negro. Se p r e s t ó u n a cuidadosa atención a las ca- sión de la colonización agrícola t r a s la ú l t i m a despoblación de
r r e t e r a s y se construyeron en ellas puestos oficiales de correo; Bizancio. Pero este crecimiento h a b r í a de alcanzar muy pron-
los m a r e s eran patrullados p o r flotas o t o m a n a s c o n t r a la pi- to sus límites negativos, a medida que la disponibilidad de tie-
ratería. Grandes cantidades de especias, sedas, algodón, escla- r r a se agotaba p a r a los niveles técnicos existentes. Al m i s m o
vos, terciopelos, a l u m b r e y otros artículos se e m b a r c a b a n o se tiempo, el renacimiento comercial del imperio n o se r e f l e j ó
t r a n s p o r t a b a n en caravanas a lo largo del imperio. El comercio necesaria-nente en la actividad de las m a n u f a c t u r a s interiores
de t r á n s i t o p o r el Oriente Medio floreció b a j o la protección y ni siquiera en la i m p o r t a n c i a de los mecaderes locales, por-
de la Puerta p a í a beneficio del E s t a d o otomano. q u e el c a r á c t e r p a r t i c u l a r de la economía u r b a n a y del gobierno
Esta p r o s p e r i d a d comercial provocó, a su vez, u n alza no- de las tierras o t o m a n a s siempre estuvo presidido p o r las obli-
table del crecimiento u r b a n o . Es posible que la población de gaciones i m p u e s t a s p o r el sultanato. Ni la artesanía provincial,
las ciudades se haya duplicado d u r a n t e el siglo xvi 2 4 . En sus ni u n a gran capital, ni la preocupación esporádica de algunos
p r i m e r o s m o m e n t o s , la sociedad osmanli poseía u n limitado soberanos individuales podían t r a n s f o r m a r la relación básica-
p e r o floreciente n ú m e r o de centros m a n u f a c t u r e r o s en Brusa, m e n t e perjudicial del E s t a d o o t o m a n o con las ciudades o las
Edirne y otras ciudades, que p r o d u c í a n o procesaban las sedas, industrias. Las tradiciones políticas islámicas no poseían nin-
los terciopelos y o t r o s p r o d u c t o s de exportación 2 5 . Mehmet II, gún concepto de las libertades u r b a n a s . Las ciudades carecían
cuando conquistó Bizancio, siguió u n a política económica m á s de a u t o n o m í a municipal o corporativa; en realidad carecían
ilustrada que la de los e m p e r a d o r e s Comnenos o Paleólogos, incluso de existencia legal. «Del m i s m o m o d o en que n o había
aboliendo los privilegios comerciales de Venecia y Génova y u n Estado, sino t a n sólo u n soberano y sus agentes, y así como
estableciendo u n o s aranceles proteccionistas m u y suaves p a r a n o había tribunales, sino ú n i c a m e n t e u n juez y sus ayudantes,
p r o m o v e r el comercio local. Al cabo de u n siglo de dominio t a m p o c o h a b í a ciudades, sino u n conglomerado de familias,
turco, la población de E s t a m b u l había p a s a d o de 40.000 a 400.000 b a r r i o s y gremios, cada u n o de ellos con sus jefes o dirigen-
habitantes. En el siglo xvi era, sin comparación, la m a y o r ciu- tes 2 6 . Dicho de o t r a f o r m a , las ciudades n o tenían ninguna de-
dad de E u r o p a .
fensa c o n t r a la voluntad del Señor de los Creyentes y de sus
Sin embargo, el crecimiento económico del imperio en sus servidores. Los m e r c a d o s u r b a n o s estaban controlados p o r la
m o m e n t o s culminantes tuvo, desde el principio, unos límites regulación oficial de los precios de los p r o d u c t o s y p o r la com-
p r a obligatoria de m a t e r i a s p r i m a s . El E s t a d o supervisaba de
23
24
Inalcik, The Ottoman empire, p. 128. cerca los gremios de a r t e s a n o s y r e f o r z a b a su característico
Omer Lutfi Barkan, «Essai sur les données statistiques des registres c o n s e r v a d u r i s m o técnico. Además, el s u l t a n a t o intervenía casi
de recensement dans l'empire ottomane aux xve et xvi« siécles», Journal
of the Economic and Social History of the Orient, i, 1, agosto de 1957, siempre c o n t r a los intereses de las c o m u n i d a d e s autóctonas de
páginas 27-8: aparte de la macrocefalia de Estambul (acompañada por mercaderes, a quienes los ulemas m i r a b a n con continuo recelo
la decadencia de Alepo y Damasco), la población de doce ciudades pro-

vinciales representativas creció alrededor del 90 por 100 en el siglo xvi. Bernard Lewis, The emergence of modern Turkey, Londres, 1969,
25
Halil Inalcik, «Capital formation in the Ottoman empire», The Journal página 393. Naturalmente, Lewis exagera sin duda al pretender que no
of Economic History, xxix, 1, marzo de 1969, pp. 108-19. había Estado.
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y que eran d e t e s t a d a s p o r el populacho de artesanos. La polí- m o r t í f e r a s de la expansión o t o m a n a en el sudeste de E u r o p a .


tica económica del E s t a d o tendía a ser discriminatoria contra Los sultanes n o d u d a b a n , además, en utilizar la m a n o de o b r a
el capital comercial a gran escala y a p a t r o c i n a r la p e q u e ñ a y los conocimientos de los cristianos en f o r m a s diferentes a
producción con su a r c a í s m o gremial y su f a n a t i s m o religioso 2 7 . las de la devshirme q u e les p r o p o r c i o n a b a sus regimientos de
La característica ciudad t u r c a llegó a e s t a r d o m i n a d a finalmen- a pie. Algunas veces, la artillería turca, que se contaba e n t r e
te p o r u n menú peuple, a t r a s a d o y estancado, que impedía cual- las m á s avanzadas de E u r o p a , f u e f u n d i d a especialmente p a r a
quier innovación o acumulación empresarial. Dada la natura- la P u e r t a p o r ingenieros occidentales renegados. La a r m a d a
leza del E s t a d o otomano, n o q u e d a b a ningún espacio libre en t u r c a rivalizó m u y p r o n t o con la de Venecia, gracias a la ex-
el que p u d i e r a desarrollarse u n a burguesía mercantil t u r c a y, a periencia de sus capitanes y sus tripulaciones g r i e g a s A p r o -
p a r t i r del siglo xvii, las funciones comerciales correspondieron piándose con voracidad los técnicos y a r t e s a n o s militares pro-
cada vez m á s a las comunidades minoritarias de infieles —grie- cedentes de E u r o p a , la m á q u i n a de guerra de los o t o m a n o s
gos, judíos o armenios—, q u e en cualquier caso siempre ha- combinó en su apogeo la m o d e r n i d a d cualitativa de los mejo-
bían d o m i n a d o el comercio de exportación con Occidente. Los res ejércitos cristianos con u n a movilización cuantitativa m u y
comerciantes y p r o d u c t o r e s m u s u l m a n e s se limitaban p o r lo s u p e r i o r a la q u e podía oponerle cualquier E s t a d o cristiano.
general a las ocupaciones de pequeños tenderos y artesanos. Unicamente las coaliciones podían hacerles f r e n t e a lo largo
Así pues, el nivel de la economía o t o m a n a n o alcanzó, ni de las f r o n t e r a s danubianas. H a s t a el sitio de Viena de 1529,
siquiera en el m o m e n t o de su apogeo, u n g r a d o de avance com- las picas españolas y austríacas n o f u e r o n capaces de r e d u c i r
parable al del sistema político otomano. La fuerza motriz bási- a los sables de los jenízaros.
ca de la expansión imperial siguió siendo siempre de carácter Sin embargo, la decadencia del despotismo t u r c o comenzó
militar. Ideológicamente, la e s t r u c t u r a de la dominación turca g r a d u a l m e n t e desde el m i s m o m o m e n t o en q u e f u e detenida
n o reconocía ninguna f r o n t e r a geográfica n a t u r a l . La cosmogo- su expansión. El cierre de la f r o n t e r a osmanli en Rumelia pro-
nía osmanli dividía al planeta en dos grandes zonas: la Casa d u j o u n a serie de efectos en cadena sobre el m i s m o imperio.
del Islam y la Casa de la Guerra. La Casa del Islam compren- C o m p a r a d o con los estados absolutistas europeos de finales del
día las tierras h a b i t a d a s p o r los v e r d a d e r o s creyentes, q u e ha- siglo xvi y principios del x v n , el imperio t u r c o era comercial,
b r í a n de reunirse progresivamente b a j o las b a n d e r a s del sul- cultural y tecnológicamente m á s atrasado. Se h a b í a a b i e r t o p a s o
tán. La Casa de la Guerra cubría al resto del m u n d o , h a b i t a d o en E u r o p a a través del ángulo m á s débil de defensa del con-
p o r los n o creyentes y cuyo destino consistía en ser conquista- tinente, es decir, de la ruinosa fachada social de los Balcanes
d o p o r los soldados del Profeta 2 8 . Para propósitos prácticos, en su ú l t i m o p e r í o d o medieval. Pero e n f r e n t a d o a las monar-
esto quería decir la E u r o p a cristiana, a cuyas p u e r t a s habían quías de los Habsburgo, m u c h o m á s r o b u s t a s y representativas,
establecido los t u r c o s su capital. De hecho, d u r a n t e toda la his- f u e incapaz de i m p o n e r s e p o r tierra (Viena) o p o r m a r (Lepan-
toria del imperio, el v e r d a d e r o c e n t r o de gravedad de la clase to). A p a r t i r del Renacimiento, el f e u d a l i s m o e u r o p e o había
d o m i n a n t e osmanlilar f u e Rumelia —la p r o p i a península bal- d a d o origen a u n capitalismo mercantil que n o p u d o reprodu-
cánica— y n o Anatolia, la p a t r i a turca. De allí p a r t i e r o n u n cir ningún d e s p o t i s m o asiático, y menos q u e n i n g u n o el de la
e j é r c i t o t r a s otro, m a r c h a n d o siempre en dirección n o r t e hacia Puerta, con su completa ignorancia de los nuevos descubri-
la Casa de la Guerra, p a r a a m p l i a r la m o r a d a del Islam. El mientos y su desprecio hacia las m a n u f a c t u r a s . El fin de la
fervor, el n ú m e r o y la habilidad de las t r o p a s del sultán las expansión t u r c a estuvo d e t e r m i n a d o p o r la creciente superio-
hicieron invencibles en E u r o p a h a s t a doscientos años después ridad económica, social y política de la Casa de la Guerra. Los
de que p a s a r a n p o r p r i m e r a vez a través de Gallípolis. La ca- efectos de esta inversión de fuerzas p a r a la Casa del Islam
ballería sipahi, q u e salía p a r a c a m p a ñ a s estacionales y saqueos f u e r o n múltiples. La e s t r u c t u r a de la clase d o m i n a n t e osman-
p o r sorpresa, y la selecta i n f a n t e r í a de jenízaros f u e r o n a r m a s lilar se había b a s a d o en la conquista militar p e r p e t u a . E s o e r a

M
R. Mousnier hace especial hincapié en el empleo de técnicos y arte-
" Inalcik, «Capital formation in the Ottoman empire», pp. 103-6. sanos europeos por la Puerta: Les XVI' et XVII' siécles, París, 1954, pá-
" Gibb y Bowen, Islamic society and the West, i, 1, pp. 20-1. ginas 4634, 474.
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lo que le había p e r m i t i d o el a n ó m a l o dominio del a p a r a t o es- la revolución industrial del xix, la sociedad balcánica recibió
tatal p o r u n a élite de esclavos de origen n o m u s u l m á n . Mientras u n i n f l u j o creciente del desarrollo capitalista de Occidente.
las f r o n t e r a s n o se cerrasen ante el avance de los ejércitos La decadencia a largo plazo del imperio o t o m a n o estuvo
otomanos, la necesidad y racionalidad de los cuerpos de jení- d e t e r m i n a d a p o r la superioridad económica y militar de la
zaros y de la devshirme estaban justificadas en la práctica p a r a E u r o p a absolutista. A c o r t o plazo, sus mayores reveses los su-
el c o n j u n t o de la clase dominante: las victorias de Varna, Ro- f r i ó en Asia. La guerra de los Trece Años c o n t r a Austria, des-
das, Belgrado y Mohács se consiguieron gracias a ellos. La con- de 1593 a 1606, f u e u n e m p a t e costoso. Pero las guerras c o n t r a
quista militar f u e t a m b i é n lo que hizo posible el m o d e r a d o Persia, m u c h o más largas y destructivas, q u e d u r a r o n , con bre-
nivel inicial de la explotación r u r a l en los Balcanes y la f i r m e ves intervalos, desde 1578 hasta 1639, acabaron en la f r u s t r a -
supervisión central que se ejercía sobre ella, p o r q u e el conjun- ción y la derrota. La victoriosa consolidación del E s t a d o safá-
t o de la clase osmanlilar podía confiar en la obtención de su vida en Persia representó el cambio decisivo en la f o r t u n a del
f o r t u n a p o r m e d i o de la conquista extensiva e i n i n t e r r u m p i d a E s t a d o osmanli. Las guerras persas, que a c a b a r o n en la pér-
de tierras procedentes de la Casa de la Guerra, al multiplicarse dida final del Cáucaso, infligieron destrozos inmensos en el
los timars y los ziamets con el avance hacia el norte. Por tanto, ejército y la burocracia de la Puerta. Anatolia, la patria de la
los mecanismos sociales del pillaje eran f u n d a m e n t a l e s p a r a la
población é t n i c a m e n t e t u r c a del imperio, n u n c a había sido su
u n i d a d y la disciplina rígidas del E s t a d o t u r c o en su m o m e n t o
centro político. En los siglos xiv y xv, el nuevo sistema social
de apogeo.
o t o m a n o se había i m p l a n t a d o s i s t e m á t i c a m e n t e en Rumelia,
Pero, u n a vez finalizada la expansión territorial, se hizo in- donde la propiedad de la tierra y la administración militar se
evitable u n a lenta involución de toda esta e n o r m e e s t r u c t u r a . m o d e l a r o n de a c u e r d o con las necesidades internacionales del
Los privilegios de u n c u e r p o extraño de esclavos, p r i v a d o de E s t a d o imperial. La e s t r u c t u r a social y religiosa de Anatolia,
sus funciones militares, se hicieron cada vez m á s intolerables p o r el contrario, se m a n t u v o m u c h o m á s tradicional, con fuer-
p a r a el grueso de la clase d o m i n a n t e del imperio, q u e final- tes residuos de la vieja organización n ó m a d a y tribal en los
m e n t e empleó toda su fuerza p a r a normalizar y r e c u p e r a r el beyliks del interior y u n a latente hostilidad hacia la laxitud
m a n d o del a p a r a t o político de la institución de gobierno. Los cosmopolita de E s t a m b u l . Los timars de Anatolia eran m á s
excedentes de la población rural, que se habían alistado c o m o pequeños y pobres que los de Rumelia. La clase sipahi local,
auxiliares o c o m o filibusteros en los ejércitos de la Puerta, se que padecía los costos crecientes de la participación en las cam-
dedicaron a la rebelión social o al b a n d i d a j e c u a n d o la máqui- p a ñ a s bélicas estacionales a causa de la exorbitante inflación
na militar ya n o los p u d o a b s o r b e r . Por otra parte, el fin de la de finales del siglo xvi, m o s t r a b a cada vez m e n o s e n t u s i a s m o
adquisición extensiva de tierras y tesoros c o n d u j o inevitable- hacia la lucha i n t e r m u s u l m a n a con Persia. Al m i s m o tiempo,
m e n t e a u n a s f o r m a s de explotación m u c h o m á s intensivas den-
la expansión agraria de la Anatolia r u r a l ya había llegado a su
t r o de las f r o n t e r a s del poderío t u r c o a costa de la clase rayah.
fin; el i m p o r t a n t e a u m e n t o de población había a c a b a d o p o r
La historia del imperio o t o m a n o desde finales del siglo xvi has-
crear en las altiplanicies u n a n u m e r o s a clase de campesinos
ta principios del xix es, p o r tanto, la historia de la desintegra-
sin tierras o levandat. Los levandat, reclutados sin o r d e n ni
ción del E s t a d o imperial central, la consolidación de u n a clase
concierto en las levas impuestas p o r los gobernadores provin-
t e r r a t e n i e n t e provincial y la degradación del campesinado. Este
ciales, tenían e n t r e n a m i e n t o militar p e r o carecían de discipli-
largo proceso de decadencia, que n o careció de fugaces recu-
peraciones políticas y económicas, no tuvo lugar en u n o s Bal- na. Las tensiones de las guerras y las victorias del enemigo en
canes aislados del r e s t o del continente europeo. Por el contra- la f r o n t e r a oriental precipitaron, pues, gradualmente, el colap-
rio, la decadencia se agravó y p r o f u n d i z ó a causa del i m p a c t o so del orden público en Anatolia. El d e s c o n t e n t o de los tima-
internacional de la supremacía económica de E u r o p a occiden- riot se f u n d i ó con la miseria de los campesinos en u n a serie
tal, b a j o cuya influencia cayó cada vez más el imperio otomano, de insurrecciones tumultuosas, las llamadas rebeliones jelali,
paralizado p o r el p a r a s i t i s m o tecnológico y el o s c u r a n t i s m o que estallaron e n t r e 1594 y 1610 y se repitieron en 1622-38,
teológico. Desde la revolución de los precios del siglo xvi hasta mezclando los motines provinciales, el b a n d i d a j e social y el re-
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surgir religioso 3 0 . También f u e en estos años c u a n d o las co-
r r e r í a s de los cosacos p o r el m a r Negro alcanzaron con humi- r e i n a d o de Solimán I, los jenízaros conquistaron el derecho de
llante éxito a Varna, Sinop y Trebisonda, llegando incluso a casarse y tener hijos, a t a d u r a s que hasta entonces les habían
s a q u e a r los suburbios del m i s m o E s t a m b u l . Finalmente, los estado prohibidas. E s t e hecho a u m e n t ó n a t u r a l m e n t e el costo
dirigentes sipahi de las rebeliones jelali de Anatolia f u e r o n so- de su m a n t e n i m i e n t o , que, de todas f o r m a s , ya había aumenta-
bornados, m i e n t r a s sus seguidores levandat eran reprimidos. do e n o r m e m e n t e a causa de la inflación t r a n s m i t i d a p o r el in-
Pero el d a ñ o causado a la reputación internacional del sistema f l u j o de la plata procedente de E u r o p a occidental a través del
o t o m a n o p o r la extensión del b a n d o l e r i s m o y la a n a r q u í a f u e comercio m e d i t e r r á n e o del imperio, en el que p r á c t i c a m e n t e
m u y grande. En las p o s t r i m e r í a s del siglo x v n estallaron nue- n o se p r o d u c í a ninguna m a n u f a c t u r a . Así pues, los jenízaros
vas rebeliones jelali en zonas rurales en las que la pacificación multiplicaron p o r c u a t r o su paga e n t r e 1350 y 1600, m i e n t r a s
n u n c a había sido completa. el a s p r o t u r c o de plata era r e p e t i d a m e n t e devaluado y el índice
E n la m i s m a Puerta, m i e n t r a s tanto, los costos de la larga general de precios se multiplicaba p o r diez 33 . Para a t e n d e r a
contienda con Persia se agravaron a causa de la creciente in- su sustento, los jenízaros f u e r o n autorizados a c o m p l e m e n t a r
flación q u e provenía de Occidente. El i n f l u j o de los metales sus ingresos dedicándose a la artesanía y al comercio, c u a n d o
preciosos americanos en la E u r o p a renacentista se había abier- n o a la guerra de a pie. En 1574, con la subida al t r o n o de
t o p a s o h a s t a el imperio t u r c o en las últimas décadas del si- Selim II, obtuvieron p o r la fuerza el derecho de e n r o l a r a sus
glo. La relación e n t r e el o r o y la plata d e n t r o de los dominios hijos en los regimientos de jenízaros. De esta f o r m a , u n a élite
o t o m a n o s era m á s b a j a que en Occidente y, p o r tanto, la ex- militar, profesional y selecta se convirtió progresivamente en
portación de m o n e d a de plata hacia el imperio e r a m u y renta- u n a milicia hereditaria y semiartesanal. Su disciplina se des-
ble p a r a los m e r c a d e r e s europeos, que la r e c o b r a b a n en oro. integró en la m i s m a medida. En 1589, el p r i m e r motín victo-
La consecuencia de esta inyección masiva de plata fue, natu- rioso de los jenízaros p a r a o b t e n e r u n a u m e n t o de sueldo de-
ralmente, u n a r á p i d a subida de los precios, que el sultanato r r o c ó al gran visir y estableció u n a p a u t a que h a b r í a de hacer-
i n t e n t ó en vano detener p o r m e d i o de la depreciación del as- se endémica en la vida política de E s t a m b u l ; en 1622 f u e
pro. E n t r e 1534 y 1591, el valor de los ingresos del Tesoro des- d e p u e s t o el p r i m e r sultán a causa de u n a insurrección de los
cendió a la mitad 3 1 . A p a r t i r de entonces, los p r e s u p u e s t o s jenízaros. Mientras tanto, la desaparición del h e r m é t i c o aisla-
anuales tuvieron siempre u n p r o f u n d o déficit debido a las in- m i e n t o q u e había s e p a r a d o al e s t r a t o devshirme del r e s t o de
terminables guerras c o n t r a Austria y Persia. La consecuencia la clase d o m i n a n t e osmanlilar c o n d u j o , como era lógico, a la
inevitable f u e u n g r a n a u m e n t o e n la presión fiscal sobre toda disolución de su identidad c o m o tal devshirme. A finales del
la población s o m e t i d a del imperio. La capitación rayah que pa- siglo xvi, d u r a n t e el r e i n a d o de M u r a d I I I , los m u s u l m a n e s
gaban los campesinos cristianos se multiplicó p o r seis e n t r e nativos adquirieron el derecho de e n t r a r en las filas de los
los años 1574 y 1630 32 . E s t a s medidas, sin embargo, sólo po- jenízaros. Finalmente, en tiempos de M u r a d IV, en la década
dían paliar u n a situación en la que el m i s m o a p a r a t o del Es- de 1630, las levas devshirme h a b í a n desaparecido p o r comple-
t a d o ya d a b a m u e s t r a s de m a l e s t a r y de crisis p r o f u n d a . to. Los regimientos de jenízaros conservaban todavía, sin em-
El c u e r p o de jenízaros y el e s t r a t o devshirme que habían bargo, la exención de i m p u e s t o s y o t r o s privilegios tradiciona-
f o r m a d o la cima del a p a r a t o imperial o t o m a n o en la época de les. Había, pues, u n a d e m a n d a p e r m a n e n t e de la población
Mehmet II f u e r o n los p r i m e r o s en revelar los síntomas gene- m u s u l m a n a p o r alistarse en ellos. Mientras tanto, el m a l e s t a r
rales de descomposición. A principios del siglo xvi, d u r a n t e el social del período jelali c o n d u j o a la extensión de guarniciones
de jenízaros p o r todas las ciudades provinciales del imperio
30
p a r a que se encargaran de la seguridad interior. De esta for-
Sobre el fenómeno de los levandat de Anatolia y de las revueltas ma, a p a r t i r de mediados del siglo xvii, los jenízaros se con-
jelali, véase V. J. Parry, «The Ottoman empire, 1566-1617», The New Cam-
bridge Modern History, III, pp. 372-4, y «The Ottoman empire, 1617-1648», virtieron en grandes organismos mal e n t r e n a d o s de milicia ur-
The New Cambridge Modern History, iv, pp. 627-30.
31
Inalcik, The Ottoman empire, p. 49. 33
32 Stavrianos, The Balkans since 1453, p. 121; Lewis, The emergence of
Inalcik, «L'empire ottomane», pp. 96-7.
modern Turkey, pp. 28-9.
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baña, m u c h o s de los cuales ya n o residían en los cuarteles, entonces con considerable capacidad— se h u n d i ó a causa de
sino en sus tiendas o en sus talleres, c o m o pequeños comer- un nuevo sistema sucesorio. A p a r t i r de 1617, el s u l t a n a t o pasó
ciantes y artesanos (por m á s que su presencia en los gremios al varón m a y o r sobreviviente de la línea osmanli, n o r m a l m e n t e
hiciera descender con frecuencia los niveles del oficio), mien- secuestrado desde su n a c i m i e n t o d e n t r o de la «Jaula de los
tras q u e los m á s p r ó s p e r o s adquirían derechos sobre las tie- Príncipes», m a z m o r r a s d a m a s q u i n a d a s , v i r t u a l m e n t e destina-
r r a s de la localidad. El valor militar de los jenízaros se volvió das a p r o d u c i r desequilibrio patológico o imbecilidad. Esos
insignificante; su principal función política consistía en for- sultanes n o estaban en condiciones de controlar o detener el
m a r u n a masse de manoeuvre fanatizada al servicio de la in- incesante d e t e r i o r o del sistema estatal q u e tenían detrás. Fue
tolerancia de los ulemas y de las intrigas palaciegas. en esta época c u a n d o las m a n i o b r a s clericales del Sheikh ul-Islam
Mientras tanto, el sistema timar había experimentado u n a comenzaron a a d u e ñ a r s e del sistema de decisión política 3 6 , cada
degeneración similar. La caballería ligera, p r o p o r c i o n a d a p o r vez más venal e inestable.
los sipahis, cayó en la obsolescencia militar a n t e las m e j o r a s A p e s a r de todo, el imperio o t o m a n o se m o s t r ó capaz de u n úl-
introducidas en las a r m a s europeas y la consolidación de los timo y f o r m i d a b l e e s f u e r z o militar en E u r o p a en la segunda m i t a d
ejércitos p e r m a n e n t e s en las potencias cristianas. Las reluctan- del siglo x v n . Los reveses de la guerras de Persia, los desórdenes
tes salidas estivales de los jinetes timariot (con su fortaleza del b a n d i d a j e de Anatolia, las humillaciones de las correrías cosa-
en el c a m p o de batalla debilitada p o r la depreciación de sus cas y la desmoralización de los cuerpos de jenízaros, f u e r o n suce-
ingresos) e r a n p e r f e c t a m e n t e inadecuadas c o n t r a el fuego pe- didos p o r u n a reacción eficaz, a u n q u e temporal, de la Puerta. De
sado de los fusiles alemanes. Así, en medio de u n a creciente 1656 a 1676, los visiratos K ó p r ü l ü restablecieron u n a vez más la
corrupción en E s t a m b u l , el E s t a d o tendió a asignar cada vez administración marcial y vigorosa en E s t a m b u l . La hacienda oto-
más timars a los altos funcionarios p a r a objetivos n o militares, m a n a se r e c u p e r ó p o r m e d i o de p r é s t a m o s obligatorios y de
o a reabsorberlos p a r a la Tesorería. El r e s u l t a d o f u e u n r á p i d o extorsiones fiscales; los gastos se c o r t a r o n gracias a la p o d a
descenso de los efectivos sipahi a principios del siglo X V I I . de sinecuras; los regimientos p e r m a n e n t e s m e j o r a r o n su entre-
A p a r t i r de entonces, los ejércitos o t o m a n o s se b a s a r o n fun- n a m i e n t o y su e q u i p a m i e n t o de infantería, y, en fin, se hizo
d a m e n t a l m e n t e en las compañías de fusileros pagados o en las buen u s o de la todavía p o d e r o s a caballería t á r t a r a en el t e a t r o
unidades de sekban (originalmente, auxiliares irregulares de póntico. La decadencia del régimen safávida en Persia alivió
las provincias), que ahora p a s a r o n a ser las formaciones mili- s i m u l t á n e a m e n t e la presión sobre el Este y p e r m i t i ó el ú l t i m o
tares centrales del i m p e r i o M . El m a n t e n i m i e n t o de las t r o p a s avance t u r c o en el Oeste. Los principados del Danubio, cuyos
sekban c o m o f u e r z a p e r m a n e n t e intensificó y monetarizó la señores se h a b í a n vuelto cada vez m á s t u r b u l e n t o s , f u e r o n so-
carga fiscal de las tierras o t o m a n a s en u n a coyuntura de pro- metidos. Con la c a p t u r a de Creta en 1669 t e r m i n ó con éxito
bable recesión económica en la m a y o r p a r t e del Mediterráneo u n a guerra de veinte años c o n t r a Venecia. E n 1672, movilizan-
oriental. E n Anatolia se habían agotado las nuevas tierras cul- d o los contingentes de caballería del j a n a t o de Crimea, las
tivables. Los comercios de especias y sedas f u e r o n c a p t u r a d o s fuerzas o t o m a n a s conquistaron Podolia en la guerra c o n t r a Po-
y desviados p o r los b a r c o s ingleses y holandeses, cuyas opera- lonia. En la década siguiente, los o t o m a n o s libraron u n a larga
ciones en el océano Indico r o d e a b a n a h o r a p o r su retaguardia y salvaje lucha c o n t r a Rusia p o r el dominio de Ucrania. Blo-
al i m p e r i o otomano. Por o t r a parte, Egipto, donde se había queada f i n a l m e n t e en este conflicto, que t e r m i n ó en 1682 con
m a n t e n i d o bien la agricultura tradicional 3 S , volvía cada vez u n a tregua que c o n f i r m a b a el status quo ante, después de u n a
m á s al control local de los mamelucos. Las dificultades políti- terrible devastación de Ucrania, el p o d e r í o t u r c o se volvió con-
cas y financieras del E s t a d o se complicaron con la degeneración t r a Austria en 1683. El n u e v o visir K a r a Mustafá, m á s agresivo
de la dinastía. E n el siglo xvii, el calibre de los soberanos a ú n que Mehmet Kóprülü, a quien h a b í a sucedido, reunió a
imperiales —cuya despótica a u t o r i d a d se había ejercido hasta u n gran ejército p a r a realizar u n a t a q u e f r o n t a l sobre Viena.
Ciento cincuenta años después del sitio de la capital de los
" Inalcik, The Ottoman empire, p. 48.
" Véase Stanford Shaw, The financial and administrative organization
and development of Ottoman Egypt, 1517-1798, Princeton, 1962, p. 21. * Inalcik, «L'empire ottomane», p. 95.
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H a b s b u r g o p o r Solimán II, los osmanlis lanzaron u n segundo p e r o c o m o n o existía la seguridad de la posesión después de la
asalto. El f r a c a s o del p r i m e r o se había limitado a estabilizar c o m p r a —al c o n t r a r i o de lo que o c u r r í a en los sistemas eu-
el f r e n t e del avance t u r c o sobre la cristiandad. La d e r r o t a del ropeos— los titulares de los cargos t e m a n que exprimir las ga-
segundo, con la victoriosa liberación de Viena p o r u n a f u e r z a nancias de su inversión a la máxima velocidad, antes de q u e
mixta de soldados polacos, imperiales, sajones y bávaros en les llegara su t u r n o de despido. De esta f o r m a a u m e n t ó enor-
1683, c o n d u j o al colapso de toda la posición o t o m a n a en la m e m e n t e la presión de las extorsiones sobre las masas, q u e
E u r o p a central. La recuperación de los K ó p r ü l ü fue, p o r tanto, tenían que s o p o r t a r la carga de s e m e j a n t e administración. Al
artificial y de c o r t a duración: sus éxitos iniciales llevaron a la m i s m o t i e m p o se desarrolló u n negocio ilegal con las pagas de
Puerta a s o b r e e s t i m a r su fuerza, lo que p r o d u j o u n o s resulta- los jenízaros que, en m e d i o de la corrupción administrativa
dos desastrosos e irreversibles. El fiasco de Viena f u e seguido universal, llegaron a ser c o m p r a d a s y vendidas a m i e m b r o s fic-
p o r u n a lenta retirada, q u e t e r m i n ó en 1699 con la p é r d i d a ticios de ese cuerpo. A finales de siglo había a l r e d e d o r de
completa de Hungría y Transilvania a n t e los Habsburgo, mien- 100.000 jenízaros registrados, de los que sólo u n a fracción po-
t r a s Polonia reconquistaba Podolia y Venecia o c u p a b a Morea. seía u n v e r d a d e r o e n t r e n a m i e n t o militar, p e r o la gran mayoría
A p a r t i r de entonces, la Casa del Islam iba a e s t a r perpetua- tenía acceso a las a r m a s y podía utilizarlas p a r a la intimida-
m e n t e a la defensiva en los Balcanes, en el m e j o r de los casos ción y la extorsión local 3 8 . Los jenízaros e s t a b a n ahora en to-
deteniendo t e m p o r a l m e n t e los avances de los infieles y, en el das p a r t e s como u n a m a s a gangrenosa q u e se extendía p o r las
peor, retrocediendo repetida y definitivamente a n t e ellos. ciudades del imperio. Sus m i e m b r o s m á s poderosos suminis-
t r a b a n m u c h o s de los notables locales ayan, que, a p a r t i r de
La p a r t e esencial en el repliegue del imperio t u r c o d u r a n t e entonces, se convirtieron en u n rasgo p r o m i n e n t e de la socie-
los cien años siguientes correspondió al a b s o l u t i s m o r u s o m á s dad provincial o t o m a n a .
que al austríaco. El í m p e t u militar de los H a b s b u r g o se agotó
relativamente p r o n t o , después de la conquista del B a n a t o en Mientras tanto, el sistema agrícola estaba e x p e r i m e n t a n d o
1716-18. Las fuerzas o t o m a n a s detuvieron a los ejércitos austría- u n a p r o f u n d a t r a n s f o r m a c i ó n . Ya hacía t i e m p o q u e la institu-
cos en 1736-39 y r e c o n q u i s t a r o n Belgrado. Pero en el N o r t e no ción del timar estaba en decadencia, j u n t o con la caballería
p u d i e r o n detener la expansión de los Románov en la zona del sipahi, que se había apoyado en ella. La P u e r t a siguió u n a po-
Euxino. La d e r r o t a a n t e Rusia en 1768-74 a c a r r e ó la p é r d i d a de lítica deliberada de recuperación de las tierras de los antiguos
las tierras situadas e n t r e el Bug y el Dniester y el estableci- timariots, bien anexionándolas a los dominios de la casa im-
m i e n t o de derechos de intervención zarista en Moldavia y Va- perial y volviéndolas a a r r e n d a r a especuladores p a r a o b t e n e r
laquia. E n 1783, Crimea f u e absorbida p o r Rusia, y en 1791 f u e mayores ingresos m o n e t a r i o s o bien concediéndolas a falsos ti-
anexionada Yedisan. Mientras tanto, t o d o el t e j i d o administra- tulares, m a n i p u l a d o s p o r los funcionarios de palacio. E n la
tivo del E s t a d o o t o m a n o se d e t e r i o r a b a i n i n t e r r u m p i d a m e n t e . f o r m a de explotación o t o m a n a se p r o d u j o , pues, u n c a m b i o del
El Diván se convirtió en u n i n s t r u m e n t o de las camarillas rapaces timar p o r el iltizam: los beneficios militares se convirtieron en
de la capital, resueltas a maximizar los beneficios de la vena- a r r e n d a m i e n t o s de impuestos, que p r o d u c í a n mayores f l u j o s mo-
lidad y la malversación. Los b u r ó c r a t a s turcos y los mercade- netarios p a r a el Tesoro. La P u e r t a ya había desarrollado el sistema
res f a n a r i o t a s griegos de E s t a m b u l adquirieron u n creciente iltizam en las lejanas provincias asiáticas, tales c o m o Egipto,
p o d e r e influencia en la P u e r t a a p a r t i r de 1700 a medida q u e en las que n o había necesidad de guerreros a caballo, c o m o los
se debilitaba la capacidad militar del E s t a d o otomano, los pri- concentrados en Rumelia 3 9 . La generalización de este sistema
m e r o s elevándose sin cesar h a s t a llegar a pachás y gobernado- impositivo p o r t o d o el imperio correspondía, sin embargo, n o
res provinciales 3 7 , y los segundos c o n t r o l a n d o las posiciones
lucrativas del Tesoro y los h o s p o d a r a t o s r u m a n o s . Los cargos
" Pueden verse algunos estudios de la decadencia del sistema de jení-
q u e e s t a b a n reservados antes al devshirme, con u n a p r o m o c i ó n zaros en Gibb y Bowen, Islamic society and the West, I, 1, pp. 180-4;
de a c u e r d o con los méritos, se vendían a h o r a al m e j o r postor; Stavrianos, The Balkans since 1453, pp. 120-2, 219-20.
" Sobre la aparición y el carácter del sistema de iltizam en Egipto,
véase Shaw, The financial and administrative organization and develop-
" N. Itzkowitz, «Eighteenth century ottoman realities», pp. 86-7. ment of Ottoman Egypt, pp. 29-39.
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sólo a las necesidades financieras del E s t a d o osmanli, sino tales restricciones: la m i s m a brevedad de sus p r i m e r a s pose-
también a la homogeneización m u s u l m a n a del c o n j u n t o de la siones les incitaba a la superexplotación de los campesinos que
clase d o m i n a n t e con la decadencia y la desaparición del devshir- cultivaban sus tierras. A lo largo del siglo X V I I I , la Puerta con-
me. Una de las principales razones e s t r u c t u r a l e s p a r a e s t e úl- cedió u n n ú m e r o creciente de propiedades vitalicias o malika-
t i m o proceso fue, precisamente, el c a m b i o en la composición ne, que m o d e r a r o n las exigencias inmediatas de estos notables
total del imperio con la conquista de las provincias árabes. La rurales, pero estabilizaron su p o d e r sobre las aldeas 4 1 . Así pues,
expansión desde los centros islámicos de la u n i d a d fiscal ilti- el timar dio finalmente paso en los Balcanes a lo que llegó a
zam a costa del timar disolvió p o r completo u n a institución conocerse c o m o sistema de chifliks. El titular de u n chiflik
que había sido el c o m p l e m e n t o funcional del dvshirme en el tenía u n control p r á c t i c a m e n t e ilimitado sobre la fuerza de
p r i m e r sistema del expansionismo otomano. Un f e n ó m e n o con- t r a b a j o que estaba a su disposición: podía expulsar a sus cam-
comitante f u e el a u m e n t o de las tierras waqf (nominalmente pesinos de la tierra o impedirles que se f u e r a n , enredándolos
propiedades corporativas religiosas, f u n d a d a s p o r los devotos), mediante obligaciones p o r deudas. Podía a m p l i a r su propia re-
que eran la única f o r m a i m p o r t a n t e de posesión agraria cuya serva señorial o hassachiflik a costa de las parcelas de sus
propiedad última n o recaía en el sultanato 4 0 . Este sistema era a r r e n d a t a r i o s ; y ésa fue, en efecto, la p a u t a general. Lo n o r m a l
tradicionalmente m u y utilizado c o m o i n s t r u m e n t o de encubri- era q u e exigiera la m i t a d de la cosecha de los p r o d u c t o r e s di-
m i e n t o p a r a h a c e r que u n a sola familia, investida con la «ad- rectos, que se q u e d a b a n sólo con u n tercio de su p r o d u c t o des-
ministración» del waqf, fuese h e r e d e r a de la tierra. Los pri- pués de p a g a r los impuestos sobre la tierra y los gastos de la
m e r o s soberanos osmanlis habían m a n t e n i d o u n cuidadoso cosecha 4 2 . En o t r a s palabras, la condición del c a m p e s i n a d o de
control de esta institución piadosa. Mehmet II había realizado los Balcanes se hundió, j u n t o a la del resto de E u r o p a orien-
u n a recuperación general de tierras waqf p a r a el Estado. Sin tal, en u n a miseria común. Los aldeanos, en la práctica, esta-
embargo, en la época de la decadencia o t o m a n a estas propie- ban atados a la tierra y podían ser r e c u p e r a d o s legalmente p o r
dades se multiplicaron de nuevo, sobre t o d o en Anatolia y en los terratenientes si a b a n d o n a b a n sus tierras. Y así como el
las provincias árabes. tráfico de cereales con E u r o p a occidental había provocado u n a
La llegada y el i n f l u j o del sistema iltizam t r a n s f o r m a r o n la intensificación del índice de explotación servil — a u n q u e n o fue-
situación del campesinado. El timariot n o podía desahuciar ni ra su causa— en Polonia o en Alemania oriental, así también la
exigir cargas p o r encima de los límites legales prescritos p o r producción comercial de algodón y de maíz p a r a la exportación
el sultán. Los terratenientes de la nueva época n o s o p o r t a b a n a lo largo de las costas y los valles de Grecia, Bulgaria y Servia
a u m e n t ó las presiones señoriales en los chifliks y contribuyó
40
Los historiadores búlgaros han insistido demasiado en la importancia a su expansión. La característica más significativa de las rela-
de las tierras waqf en la formación social otomana, al desarrollar su ciones rurales en el sudeste e u r o p e o f u e el d e r r u m b a m i e n t o de
afirmación de que ésta tenía un carácter esencialmente feudal (clasifi- u n orden público f i r m e e i m p u e s t o desde a r r i b a : el b a n d i d a j e
cación que rechaza, correctamente en mi opinión, la mayor parte de los
historiadores turcos). Las tierras waqf fueron la categoría jurídica más se extendió de f o r m a incontenible, favorecido p o r el relieve
próxima a la propiedad privada agrícola y, por tanto, su extensión puede m o n t a ñ o s o de la zona, que la convertía p a r a el c a m p e s i n a d o
utilizarse para argumentar que tras las ficciones legales del control im- en el equivalente m e d i t e r r á n e o de las h u i d a s en las llanuras
perial-religioso se ocultaba un contenido feudal. En realidad, no hay
ninguna razón para creer que las tierras waqf predominasen alguna vez
bálticas. Los señores, p o r su parte, m a n t e n í a n b a n d a s de asesi-
en el campo de los Balcanes y de Anatolia, o que determinasen las nos a r m a d o s o de guerrilleros kirlaji en sus propiedades con
relaciones básicas de producción en la formación social otomana. Pero o b j e t o de protegerse de las rebeliones y de r e p r i m i r a sus
su aumento en la época de la decadencia otomana está bien documentado. a r r e n d a t a r i o s 4 3 . E n efecto, la ú l t i m a etapa de la larga involu-
Un buen estudio del fenómeno de las waqf puede verse en V. Mutafcieva
y S. Dimitrov, «Die Agrarverháltnisse im osmanischen Reiches im xv-
41
xvi Jh.», Actes du Premier Congrés des Etudes Balkaniques, pp. 689-702, Gibb y Bowen, Islamic society and the West, I, 1, pp. 255-6. Los
cuyo cálculo es que se extendían por un tercio del área total de la propietarios más opresores eran siempre los arrendatarios de impuestos,
patria otomana, concentradas dentro de los Balcanes principalmente en seguidos de cerca por las autoridades religiosas: op. cit., p. 247.
42
Tracia, el Egeo y Macedonia, y que eran virtual o completamente desco- Stavrianos, The Balkans since 1453, pp. 138-42.
41
nocidas en Servia o Morea. T. Stoianovich, «Land tenure and related sectors of the Balkan
372 Europa oriental La Casa del Islam 399

ción del E s t a d o o t o m a n o f u e u n a parálisis p r á c t i c a m e n t e total de E u r o p a . La rebelión servia ya había estallado en 1804, y a


de la P u e r t a y la u s u r p a c i ó n del p o d e r provincial, en p r i m e r ella siguió, en 1821, la insurrección griega. La invasión zarista
lugar p o r los pashas militares de Siria o Egipto, después p o r
los derebeys o señores de los valles en Anatolia y f i n a l m e n t e de 1828-29 d e r r o t ó a los ejércitos turcos e i m p u s o a la P u e r t a
p o r los ayans o dinastías de notables locales en Rumelia. A fi- la a u t o n o m í a f o r m a l de Servia, Moldavia y Valaquia. Mientras,
nales del siglo X V I I I , el s u l t a n a t o controlaba tan sólo u n a frac- la intervención anglofrancesa y rusa aseguró y limitó la inde-
ción de los 26 eyalets en los que e s t a b a f o r m a l m e n t e dividida pendencia griega en 1830. E s t a s pérdidas, derivadas de unos
la administración imperial.
movimientos locales que Londres o Viena n o podían controlar,
d e j a r o n todavía a T u r q u í a con u n imperio balcánico q u e se
La prolongada descomposición del d e s p o t i s m o osmanli n o extendía desde Bosnia a Tesalia y desde Albania a Bulgaria.
generó, sin embargo, u n feudalismo final. Los derechos impe- La protección internacional d e m o r ó la caída final del impe-
riales sobre todas las tierras del i m p e r i o n u n c a f u e r o n abando- rio o t o m a n o d u r a n t e cerca de u n siglo, i n s p i r a n d o en este tiem-
nados, a p e s a r de las múltiples concesiones malikane q u e se p o u n a serie de tentativas de renovación «liberal» que lo adap-
hicieron p a r a su u s u f r u c t o . El sistema de chifliks n u n c a reci- tasen a las n o r m a s capitalistas de Occidente. E s t a s tentativas
bió u n a sanción legal o formal, ni los campesinos q u e d a r o n f u e r o n i n a u g u r a d a s p o r M a h m u d II en la década de 1820, con el
j u r í d i c a m e n t e a t a d o s a la tierra. H a s t a el a ñ o 1826, las fortu- intento de m o d e r n i z a r el a p a r a t o económico y administrativo
nas de los b u r ó c r a t a s y de los r e c a u d a d o r e s de impuestos que del sultanato. Los jenízaros f u e r o n disueltos y los timars li-
vivían a costa de la población sometida podían ser confiscadas quidados; las tierras waqf volvieron n o m i n a l m e n t e al tesoro
p o r el sultán, a su m u e r t e , de f o r m a arbitraria 4 4 . No había nin- imperial y se llamó a oficiales e x t r a n j e r o s p a r a que e n t r e n a s e n
guna seguridad positiva sobre la propiedad, y todavía m e n o s al nuevo ejército. Se r e a f i r m ó el control central sobre las pro-
u n a nobleza titular. La licuefacción del viejo o r d e n político y vincias y se p u s o fin al r e i n a d o de los derebeys. E s t a s medidas
social n o c o n d u j o a la aparición de o t r o orden nuevo y sólido. se m o s t r a r o n r á p i d a m e n t e ineficaces p a r a r e s t a ñ a r la decaden-
El" E s t a d o osmanli del siglo xix e r a tan sólo u n cenagal empan- cia del sistema imperial. Los ejércitos de M a h m u d f u e r o n de-
tanado, sostenido artificialmente gracias a la rivalidad de las r r o t a d o s p o r las t r o p a s egipcias de Mehmet Alí, m i e n t r a s q u e
potencias europeas que a s p i r a b a n a su dominio. Polonia p u d o sus gobernadores y funcionarios se m o s t r a r o n a m e n u d o mu-
ser dividida e n t r e Austria, Prusia y Rusia debido a que las tres cho m á s c o r r u p t o s y opresores q u e los notables locales q u e
eran potencias t e r r e s t r e s con accesos e intereses coherentes en les precedieron. A este f r a c a s o siguió u n a renovada presión an-
la zona. Pero los Balcanes n o podían dividirse p o r q u e n o había glofrancesa p a r a liberalizar y reorganizar el sistema otomano,
compatibilidad e n t r e los tres principales contendientes p o r el cuyo r e s u l t a d o serían, a mediados de siglo, las r e f o r m a s Tanzi-
dominio de la zona: Gran Bretaña, Austria y Rusia. Gran Bre- mat, m á s e s t r e c h a m e n t e insertas en las preocupaciones legales
t a ñ a poseía la supremacía m a r í t i m a en el M e d i t e r r á n e o y la y comerciales de Occidente. En 1839, el Decreto de la C á m a r a
primacía comercial en Turquía; e n 1850, el m e r c a d o o t o m a n o Rosada garantizó, p o r fin, la seguridad jurídica de la propiedad
i m p o r t a b a m á s bienes ingleses que Francia, Italia, Austria o privada d e n t r o del imperio y la igualdad religiosa ante la ley 4 5 .
Rusia, lo que hacía de él u n a zona vital p a r a el imperialismo Ambas medidas habían sido reclamadas con insistencia p o r el
económico Victoriano. El p o d e r í o naval e industrial británico c u e r p o diplomático acreditado en E s t a m b u l . De todas f o r m a s ,
imposibilitaba t o d o a c u e r d o a r m o n i o s o p a r a disponer del im- la propiedad estatal de la tierra seguía p r e d o m i n a n d o en los
perio otomano, r e c h a z a n d o todos los esfuerzos rusos p a r a re- países originarios del imperio. H a s t a 1858 n o se a p r o b ó u n a
partirlo. Al m i s m o tiempo, el progresivo d e s p e r t a r nacionalista ley agraria que concedía derechos limitados de herencia a quie-
de los pueblos balcánicos, después de la época napoleónica, nes tuvieran su control o u s u f r u c t o . Las potencias occidentales,
impedía la estabilización de la situación política en el sudeste insatisfechas con estas medidas, p r e s i o n a r o n p a r a que esos de-
rechos se ampliasen, lo que se concedió en 1867, c u a n d o los
terratenientes locales a d q u i r i e r o n f i n a l m e n t e la propiedad ju-
economy, 1600-1800», The Journal of Economic History, x n , 3, verano de
1953, pp. 401, 409-11.
44
Serif Mardin, «Power, civil society and culture in the Ottoman em-
pire», Comparative Studies in Society and History, vol. 11, 1969, p. 277. 45
Lewis, The emergence of modern Turkey, pp. 106-8.
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rídica de sus tierras 4 6 . Pero el c a r á c t e r artificial de la nueva existencia, p e r o n u n c a adquirió u n nuevo resurgir social. Sim-
línea política se hizo muy p r o n t o evidente. Cuando los nacio- plemente, el viejo E s t a d o se hizo cada vez m á s violento y res-
nalistas t u r c o s i n t e n t a r o n i m p o n e r u n a constitución represen- q u e b r a j a d o . La r e f o r m a negativa de los «abusos» era intrín-
tativa, el sultán Abdul H a m i d II tuvo pocas dificultades p a r a secamente incapaz de desembocar en u n a reconstrucción
volver a implantar, en 1878, u n despotismo personal, b r u t a l positiva del imperio, f u e s e en la f o r m a de u n nuevo sistema
a u n q u e inseguro. A finales de siglo se había conseguido la es- político o de la restauración del viejo. El f e u d a l i s m o n o había
tabilización en la titularidad de los cargos y en la clase terra- presidido la f o r m a c i ó n del imperio o t o m a n o y el absolutismo
teniente, con las garantías de seguridad de la propiedad con- q u e d a b a ya m u y lejos de su decadencia. Las tentativas realiza-
cedidas p o r las m e d i d a s Tanzimat. Pero, p o r o t r a parte, n o das p o r las potencias e u r o p e a s p a r a «alinear» a la Puerta con
surgía ningún nuevo orden social y político d e n t r o del imperio las diversas n o r m a s institucionales de Viena, San Petersburgo
o t o m a n o a medida que se iba r e d u c i e n d o g r a d u a l m e n t e a causa o Londres f u e r o n c o m p l e t a m e n t e inútiles: la P u e r t a pertenecía
de las sucesivas guerras de liberación, libradas p o r los pueblos a o t r o universo. Las r e f o r m a s a b o r t a d a s de M a h m u d II y de
sometidos de los Balcanes, y de las m a n i o b r a s de las grandes la época Tanzimat, seguidas p o r la reacción de H a m i d y p o r el
potencias europeas p a r a f r u s t r a r l a s o utilizarlas. En 1875 f u e fiasco de los Jóvenes Turcos, n o p r o d u j e r o n ni u n neodespo-
liquidada u n a rebelión p o p u l a r en Bulgaria. La intervención de t i s m o turco, ni u n a b s o l u t i s m o oriental, ni n a t u r a l m e n t e u n
Rusia d e r r o t ó u n a vez más a T u r q u í a en el c a m p o de batalla, p a r l a m e n t a r i s m o occidental. El n a c i m i e n t o de u n a nueva for-
m i e n t r a s Inglaterra se movilizaba de nuevo p a r a salvarla de m a de E s t a d o tuvo que e s p e r a r h a s t a q u e la conservación di-
las consecuencias de la catástrofe. El r e s u l t a d o f u e u n a c u e r d o plomática de las reliquias del antiguo t e r m i n a s e con el conflic-
e n t r e las potencias europeas que garantizó la plena indepen- to internacional de la p r i m e r a guerra mundial, q u e f i n a l m e n t e
dencia de Servia, R u m a n i a y Montenegro, creó u n a Bulgaria liberó al reino osmanli de su miseria.
a u t ó n o m a b a j o soberanía residual o t o m a n a y concedió a Aus- Los Balcanes, sin embargo, f u e r o n liberados del dominio
tria el control de Bosnia. E n la década siguiente, Grecia com- o t o m a n o antes del dénouement en la propia Turquía. La ex-
p r ó Tesalia, y Bulgaria conquistó su independencia. pulsión de t o d o el sistema de ocupación o t o m a n o de u n país
El c o n j u n t o de f r u s t r a c i o n e s de esta decadencia imperial t r a s otro, a p a r t i r de comienzos del siglo xix, c o n d u j o a la
acelerada y la insólita rigidez b u r o c r á t i c a del r e i n a d o de Ab- implantación de u n i n e s p e r a d o m o d e l o agrícola, distinto a los
dul Hamil movieron a los oficiales del ejército —los llamados del r e s t o de E u r o p a oriental y occidental. R u m a n i a , que histó-
después Jóvenes Turcos— a t o m a r el p o d e r p o r m e d i o de u n ricamente era u n a ú l t i m a tierra de nadie s i t u a d a e n t r e los ti-
golpe de E s t a d o en 1908. P e r o u n a vez satisfechas las ambi- pos de desarrollo regional de los Balcanes y de m á s allá del
ciones personales y olvidadas las consignas comteanas, el pro- Elba, e x p e r i m e n t ó el giro m á s e x t r a ñ o de todos los nuevos
g r a m a político de los Jóvenes Turcos se r e d u j o a a u m e n t a r el países que aparecieron después de 1815. R u m a n i a fue, en efec-
centralismo dictatorial y la represión de las nacionalidades so- to, el ú n i c o país de E u r o p a en el que, después de que u n a
m e t i d a s del imperio 4 7 . La d e r r o t a en la p r i m e r a guerra de los «primera» s e r v i d u m b r e hubiese llegado a su fin, tuvo lugar u n a
Balcanes y la desintegración en la p r i m e r a guerra m u n d i a l f u e v e r d a d e r a «segunda servidumbre», d e t e r m i n a d a sin lugar a d u d a
su ignominioso final. El E s t a d o o t o m a n o experimentó, pues, p o r el comercio de cereales. Las tierras r u m a n a s h a b í a n sido
nuevas limitaciones y modificaciones en el ú l t i m o siglo de su las únicas que el E s t a d o o t o m a n o d e j ó b a j o el dominio de su
propia clase b o y a r d a c u a n d o las invadió en el siglo xvi. La for-
mación de u n a sociedad r u r a l estratificada, con propietarios
* H. Inalcik, «Land problems in Turkish history», The Moslem World, señoriales y u n c a m p e s i n a d o sometido, había sido m u y recien-
XLV, 1955, pp. 226-7. Inalcik comenta que los conceptos legales de Occi-
dente se aplicaron por primera vez a la propiedad de la tierra, sin condi- te, debido al largo a t r a s o i m p u e s t o sobre esta zona p o r u n
ciones o estipulaciones, en 1926. dominio n ó m a d a d e p r e d a d o r , q u e sólo llegó a su fin con la
47
Incluso el más benévolo de los estudios recientes sobre el régimen paulatina expulsión de c u m a n o s y t á r t a r o s en el siglo xviii 4 4 .
de los Jóvenes Turcos concluye que fue incapaz de crear ninguna ins-
titución nueva y que se limitó a explotar para sus propios intereses los 41
mecanismos tradicionales de poder: Feroz Ahmed, The Young Turks, Los orígenes históricos de la formación social rumana en la época
Oxford, 1969, pp. 164-5. medieval tardía están trazados en H. H. Stahl, Les anciennes commu-
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372 Europa oriental La Casa del Islam 204

La propiedad comunal de las aldeas se extendió h a s t a el si- tación, debido a que la P u e r t a controlaba u n monopolio comer-
glo xiv, y sólo con la aparición de los principados de Moldavia cial estatal y se limitaba a enviar t r i b u t o s en especie a Estam-
y Valaquia en el siglo xv t o m ó f o r m a u n a aristocracia territo- bul. Sin embargo, el t r a t a d o de Adrianópolis de 1829, q u e dio
rial que en u n p r i m e r m o m e n t o explotó a los p r o d u c t o r e s ru- a Rusia soberanía c o m p a r t i d a con Turquía sobre las t i e r r a s
rales p o r medios m á s fiscales q u e feudales, de a c u e r d o con el r u m a n a s , abrogó los controles o t o m a n o s sobre la exportación.
m o d e l o de los n ó m a d a s turcos que h a b í a n sido sus m a e s t r o s 4 9 . La consecuencia f u e u n repentino y espectacular auge de los
La breve unificación de a m b o s estados p o r Miguel I a finales cereales en el Danubio. A mediados del siglo xix, la llegada de
del siglo xvi inició la adscripción generalizada del campesina- la revolución industrial a E u r o p a occidental creó u n m e r c a d o
d o r u m a n o . La s e r v i d u m b r e se consolidó m á s t a r d e b a j o el mundial capitalista de u n tipo que n u n c a había existido en los
señorío otomano. En el siglo xviii, la Puerta confió la adminis- siglos xvi y x v n , con u n a f u e r z a de e m p u j e capaz de transfor-
tración de estas provincias a las familias griegas fanariotas, de m a r en u n a s pocas décadas a las regiones m á s atrasadas. La
E s t a m b u l , que llegaron a f o r m a r en los principados u n a s di- producción de grano en los principados r u m a n o s se dobló en-
nastías dominantes intermedias, los llamados hospodares, en t r e 1829 y 1832, y lo m i s m o o c u r r i ó con el valor de las expor-
las que la recaudación de impuestos y el comercio ya e s t a b a n taciones e n t r e 1831 y 1833. E n u n a sola década, de 1830 a 1840,
controlados p o r griegos expatriados. el área de cultivo cerealístico se multiplicó p o r diez 52 . El tra-
El señorío b o y a r d o se vio progresivamente a m e n a z a d o p o r b a j o r u r a l p a r a este impresionante crecimiento se o b t u v o p o r
la resistencia campesina, que a d o p t ó la característica f o r m a m e d i o de la reimposición de obligaciones serviles al campesi-
oriental de las h u i d a s en m a s a p a r a librarse de cargas e im- n a d o r u m a n o y del a u m e n t o de las prestaciones de t r a b a j o a
puestos. Los funcionarios austríacos, que ansiaban colonizar niveles superiores a los q u e existían antes de los decretos de
las zonas fronterizas recién conquistadas p a r a los H a b s b u r g o Mavrokordatos en el siglo anterior. El único caso auténtico de
e n E u r o p a sudoriental, ofrecían i n t e r e s a d a m e n t e a los fugiti- u n a segunda s e r v i d u m b r e en E u r o p a f u e obra, p o r tanto, del
vos r u m a n o s u n r e f u g i o al o t r o lado de la f r o n t e r a 5°. Seria- capitalismo industrial y n o del mercantil, y n o podía ser de
m e n t e p r e o c u p a d o p o r el e m p e o r a m i e n t o de la situación de la otra m a n e r a . En este m o m e n t o ya era posible la presencia de
fuerza de t r a b a j o en los principados, el sultán o r d e n ó en 1744 u n a causalidad intereconómica directa y masiva, a c t u a n d o a lo
a u n o de los hospodares, Constantino Mavrokordatos, que a n c h o de todo el continente, donde n u n c a había existido dos
pacificara y r e p o b l a r a los principados. Mavrokordatos, influen- o tres siglos antes. El c a m p e s i n a d o r u m a n o se q u e d ó h u n d i d o
ciado p o r la Ilustración europea, decretó la abolición gradual y h a m b r i e n t o de tierra, e n u n a s condiciones m u y s e m e j a n t e s
de los vínculos serviles t a n t o en Valaquia (1746) como en Mol- a las del c a m p e s i n a d o ruso. Las restricciones serviles f u e r o n
davia (1749), concediendo a todos los campesinos el derecho a abolidas de nuevo p o r la r e f o r m a de 1864, d i r e c t a m e n t e copia-
c o m p r a r su emancipación 5 1 . E s t a m e d i d a f u e facilitada p o r la da de la proclamación zarista de 1861. Y c o m o en Rusia, el
ausencia de u n a categoría jurídica equivalente a la servidum- c a m p o r u m a n o p e r m a n e c i ó d o m i n a d o p o r señores feudales has-
b r e d e n t r o de las provincias del imperio a d m i n i s t r a d a s p o r los ta la p r i m e r a g u e r r a mundial.
turcos. E n este siglo n o había comercio cerealístico de expor- R u m a n i a fue, sin embargo, la excepción en los Balcanes. E n
todos los d e m á s países tuvo lugar el proceso contrario. E n
Croacia, Servia, Bulgaria y Grecia, las aristocracias locales ha-
nautés villageoises roumaines: asservissement et pénétration capitaliste,
Bucarest, 1969, pp. 25-45, una obra muy importante que arroja luz sobre bían sido aniquiladas p o r la conquista o t o m a n a , sus tierras
muchos aspectos del desarrollo social de Europa oriental. q u e d a r o n d i r e c t a m e n t e anexionadas al s u l t a n a t o y los invaso-
49
Hay una meticulosa periodización de todo este proceso en Stahl, res t u r c o s asentados en ellas constituían, en el siglo xix, la ma-
Les anciennes communautés villageoises, pp. 163-89. yor p a r t e de la poderosa y parasitaria clase de notables locales
50
W. H. MacNeill, Europe's steppe frontier, 1500-1800, Chicago, 1964,
página 204. ayans. Las sucesivas rebeliones y guerras nacionales de libera-
" Un análisis de los decretos de emancipación y de la reacción de los
boyardos puede verse en A. Otetea, «Le second asservissement des paysans
52
roumains (1746-1821)», Nouvelles Etud.es d'Histoire, i, Bucarest, 1955, pá- A. Otetea, «Le second servage dans les principautés danubiennes»,
ginas 299-312. Nouvelles Etudes d'Histoire, ix, Bucarest, 1960, p. 333.
404 Europa oriental CONCLUSIONES

ción expulsaron a los ejércitos turcos de Servia (1804-1913), de


Grecia (1821-1913) y de Bulgaria (1875-1913). En estos países,
la conquista de la independencia política vino a c o m p a ñ a d a au-
t o m á t i c a m e n t e p o r u n a sacudida económica en el campo. Los
señores t u r c o s se m a r c h a r o n con las t r o p a s que los h a b í a n
protegido, lo que era n o r m a l y comprensible, y d e j a r o n sus
propiedades a los campesinos que las h a b í a n cultivado. Este
modelo varió considerablemente de a c u e r d o con la duración
de la lucha de independencia. Cuando ésta f u e lenta y pro-
longada, c o m o en Servia y Grecia, h u b o m u c h o m á s t i e m p o
p a r a que d u r a n t e ella se f o r m a s e y expandiese u n e s t r a t o na-
tivo de t e r r a t e n i e n t e s q u e se apropió d i r e c t a m e n t e los chifliks
en sus ú l t i m a s etapas: las ricas familias griegas, p o r ejemplo,
c o m p r a r o n m u c h a s propiedades t u r c a s intactas en Tesalia cuan-
do ésta f u e a d q u i r i d a a la P u e r t a en 1881S3. En Bulgaria, p o r el
contrario, el r i t m o m á s breve y m á s violento de la lucha de in-
dependencia ofreció m u c h a s menos o p o r t u n i d a d e s p a r a q u e tu-
viesen lugar esas transferencias. Pero en los tres países apareció,
en ú l t i m o término, u n a economía r u r a l m u y s e m e j a n t e 5 4 . Una
vez lograda su independencia, Bulgaria, Grecia y Servia se con-
virtieron en países de pequeños propietarios agrícolas, e n la
m i s m a época en que Prusia, Polonia, Hungría y Rusia e r a n to-
davía tierras de latifundios nobiliarios. N a t u r a l m e n t e , la explo-
tación r u r a l no llegó a su fin: los u s u r e r o s , m e r c a d e r e s y fun-
cionarios la r e p r o d u j e r o n con nuevas f o r m a s en los estados
independientes. Pero el m o d e l o agrario f u n d a m e n t a l de los paí-
ses balcánicos se b a s a b a en la p e q u e ñ a producción, en medio
de superpoblación creciente, división de las propiedades y deu-
das de los campesinos. La r e t i r a d a del dominio t u r c o significó
el fin de la p r o p i e d a d tradicional. E u r o p a central s u f r i ó u n co-
m ú n a t r a s o social y económico a principios del siglo xx, que la
separó de E u r o p a occidental. Pero, d e n t r o de ella, el sudeste
se m a n t u v o como u n a península a p a r t e .

" Stavrianos, The Balkans since 1453, pp. 478-9.


54
Albania era un caso diferente por la islamización de la mayoría de
la población bajo el dominio otomano y por la conservación de los mode-
los sociales tribales en las montañas. El reclutamiento turco de albaneses
para el aparato de Estado osmanli era algo tradicional; la reacción de
Hamid se había basado especialmente en su lealtad. Así, los notables
musulmanes locales sólo optaron por la independencia en el último mo-
mento, en 1912, cuando ya era obvio que el poderío turco en los Bal-
canes había acabado. Por consiguiente, la propiedad señorial de la tierra
no se vio afectada por el fin del dominio otomano. Por otra parte, el tri-
balismo montañés de la mayor parte del país limitó inevitablemente la
agricultura de grandes propiedades.
El E s t a d o otomano, que o c u p ó el sudeste de E u r o p a d u r a n t e
quinientos años, p e r m a n e c i ó en el continente sin llegar n u n c a
a identificarse con su sistema social y político. S i e m p r e se man-
tuvo como u n e x t r a ñ o ante la cultura europea, como u n a intru-
sión islámica en el seno de la cristiandad y, h a s t a n u e s t r o s
días, h a p l a n t e a d o a las historias u n i t a r i a s del continente pro-
blemas irresolubles de presentación. En realidad, la larga y
p r o f u n d a presencia en suelo europeo de u n a formación social
y u n a e s t r u c t u r a estatal tan distinta del m o d e l o d o m i n a n t e en
el continente ofrece u n a m e d i d a m u y a p r o p i a d a p a r a valorar
la especificidad histórica de la sociedad europea antes de la
llegada del capitalismo industrial. En efecto, a p a r t i r del Re-
nacimiento los p e n s a d o r e s políticos europeos de la era del
a b s o l u t i s m o i n t e n t a r o n repetidas veces definir el c a r á c t e r de
su propio m u n d o p o r oposición con el o r d e n turco, tan cercano
y, sin embargo, tan r e m o t o ; ninguno de ellos se limitó a redu-
cir esas distancias a la existente e n t r e a m b a s religiones.
Maquiavelo, en la Italia de principios del siglo xvi, f u e el
p r i m e r teórico que utilizó al E s t a d o o t o m a n o como antítesis
de u n a m o n a r q u í a europea. E n dos páginas centrales de El
Príncipe definió a la b u r o c r a c i a autocrática de la Puerta como
u n o r d e n institucional que la separaba de todos los estados
de E u r o p a : «Toda la m o n a r q u í a del T u r c o está gobernada p o r
u n solo señor: los demás son sus servidores, y, dividiendo en
provincias su reino, m a n d a a ellas diversos a d m i n i s t r a d o r e s , y
los cambia y varía como le parece [ . . . ] siendo todos esclavos
suyos y estándole o b l i g a d o s » M a q u i a v e l o a ñ a d e que el tipo
de e j é r c i t o p e r m a n e n t e que los soberanos osmanlis tenían a su
disposición era algo desconocido p a r a todos los países del con-
tinente en esa época: « [ . . . ] Ninguno de estos príncipes tiene
ejércitos que se hayan a m a l g a m a d o al m i s m o t i e m p o con las
a u t o r i d a d e s y las administraciones de las provincias [...] En-
t r e ellos exceptúo al Turco, p o r q u e siempre tiene alrededor
de sí doce mil infantes y quince mil caballos, de los q u e de-
1
II Principe e Discorsi, pp. 26-7 [El Príncipe, p. 102].
408 Conclusiones Conclusiones 409

p e n d e la seguridad y la fortaleza de su reino; y es necesario y el t u r c o : el monopolio j u r í d i c o del sultán sobre la p r o p i e d a d


que, p o r encima de cualquier o t r a consideración, el soberano de la tierra era la v e r d a d e r a n o t a distintiva de la P u e r t a : «Si
los m a n t e n g a n c o m o amigos» 2 . Como h a señalado correctamen- u n h o m b r e es el ú n i c o d u e ñ o de u n territorio, o sus posesiones
te Chabod, estas reflexiones constituyen la p r i m e r a aproxima- s u p e r a n a las del pueblo, p o r ejemplo, en tres p a r t e s de cada
ción implícita a u n a autodefinición de «Europa» 3 . Sesenta años cuatro, ese h o m b r e es el Gran Señor: así llaman al T u r c o p o r
después, e n t r e los s u f r i m i e n t o s de las guerras de religión en sus propiedades; y su imperio es u n a m o n a r q u í a absoluta [ . . . ]
Francia, Bodin desarrolló u n a comparación política e n t r e las p o r q u e en T u r q u í a es ilegal que nadie posea tierra, excepto el
m o n a r q u í a s limitadas p o r el r e s p e t o hacia las p e r s o n a s y los Gran Señor» 6 .
bienes de sus súbditos y los imperios que tenían u n dominio A finales del siglo xvii, el p o d e r í o del E s t a d o o t o m a n o h a
ilimitado sobre ellos: los p r i m e r o s r e p r e s e n t a b a n la soberanía p a s a d o ya su m o m e n t o de esplendor, y el t o n o de los comenta-
«real» de los estados europeos; los segundos, el p o d e r «seño- rios cambia de f o r m a perceptible. Por vez p r i m e r a , el t e m a de
rial» de despotismos tales como el E s t a d o otomano, que eran la superioridad histórica de E u r o p a comienza a h a c e r s e cen-
esencialmente extraños a E u r o p a . «Al rey de los turcos se le tral en la discusión sobre el sistema turco, m i e n t r a s q u e los
llama Gran Señor, n o p o r las dimensiones de su reino, ya que defectos de éste se generalizan a todos los g r a n d e s imperios
el del rey de E s p a ñ a es diez veces mayor, sino p o r q u e es dueño de Asia. E s t e p a s o se dio, d e m o d o decisivo, en los escritos del
completo de sus personas y propiedades. Sólo se llama escla- médico f r a n c é s Berier, q u e viajó p o r los reinos turco, p e r s a y
vos a los sirvientes educados y p r e p a r a d o s en su casa, p e r o los mogol y llegó a ser m é d i c o personal del e m p e r a d o r Aurangzeb
timariots —de quienes son a r r e n d a t a r i o s sus súbditos— están de India. A su vuelta a Francia, destacó a la India de los mo-
investidos de sus timars sólo p o r su tolerancia; sus concesio- goles como la versión m á s e x t r e m a de la T u r q u í a o t o m a n a : las
nes deben renovarse cada diez años, y, c u a n d o m u e r e n , sus he- bases de la r u i n o s a tiranía de a m b a s residían en la ausencia de
rederos sólo p u e d e n h e r e d a r los bienes muebles. En ningún o t r o propiedad privada de la tierra, cuyos efectos c o m p a r ó a los del
país de E u r o p a existen m o n a r q u í a s señoriales de ese t i p o [ . . . ] fértil c a m p o gobernado p o r Luis XIV. «¡Cuán insignificante es
Los pueblos de E u r o p a , más orgullosos y a m a n t e s de la guerra la riqueza y el p o d e r de T u r q u í a en c o m p a r a c i ó n con sus ven-
q u e los de Asia o Africa, n u n c a h a n conocido o tolerado u n a t a j a s naturales! I m a g i n e m o s p o r u n m o m e n t o en qué país tan
m o n a r q u í a señorial desde los tiempos de las invasiones húnga- p o b l a d o y cultivado se convertiría si fuese reconocido el dere-
ras» 4. E n la I n g l a t e r r a de principios del siglo x v n , Bacon sub- cho de propiedad, y no p o d e m o s d u d a r de q u e sería capaz de
rayaba que la distinción f u n d a m e n t a l e n t r e los sistemas europeo m a n t e n e r ejércitos tan prodigiosos c o m o a n t e s [ . . . ] He v i a j a d o
y t u r c o era la ausencia de u n a aristocracia hereditaria en el rei- p o r casi todos los lugares del I m p e r i o y soy testigo de cuán
n o otomano. «Una m o n a r q u í a en la que n o existe ninguna no- lamentable es su r u i n a y su despoblación [ . . . ] S u p r i m i d el de-
bleza es siempre u n a tiranía p u r a y absoluta, c o m o la de los recho de p r o p i e d a d de la tierra e introduciréis, c o m o conse-
turcos, p o r q u e la nobleza m o d e r a la soberanía y a p a r t a los cuencia infalible, la tiranía, la esclavitud, la injusticia, la mi-
ojos del pueblo de la casa real» 5 . Dos décadas más tarde, tras seria y la b a r b a r i e ; la t i e r r a d e j a r á de cultivarse y se convertirá
el d e r r o c a m i e n t o de la m o n a r q u í a E s t u a r d o , el republicano Ha- en u n desierto; se a b r i r á la vía p a r a la destrucción de las na-
rrington acentuó los f u n d a m e n t o s económicos del imperio oto- ciones y la r u i n a de los reyes y de los estados. La esperanza
m a n o como línea divisoria básica e n t r e los estados europeos que a n i m a al h o m b r e de q u e p o d r á r e t e n e r los f r u t o s de su
t r a b a j o y transmitirlos a sus descendientes es lo q u e constitu-
1
ye el f u n d a m e n t o principal de todas las cosas excelsas y bené-
II Principe e Discorsi, pp. 83-4 [El Príncipe, pp. 162-3], ficas de este m u n d o ; y si p a s a m o s revista a los diferentes rei-
5
F. Chabod, Storia dell'idea d'Europa, Bari, 1964, pp. 48-52.
4
Les six livres de la République, pp. 20-2. Los pensadores europeos nos del globo, c o m p r o b a r e m o s q u e p r o s p e r a n o decaen según
tenían evidentes dificultades para encontrar una terminología que les la reconozcan o la condenen; en u n a palabra, la presencia o el
permitiera discutir las características del Estado otomano en esta época. olvido de este principio es lo que c a m b i a y diversifica la faz
De ahí el título curiosamente inapropiado de «Gran Señor» atribuido al
sultán. La noción de «despotismo», aplicada después normalmente a Tur-
quía, fue un neologismo del siglo x v m .
5 ' The Commonwealth of Oceana, Londres, 1658, pp. 4, 5.
The essays or counsels civil and mora!, Londres, 1632, p. 72.
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de la tierra» 7 . Los acres relatos sobre el Oriente hechos p o r de la sociedad asiática, cuya función intelectual consistió siem-
Bernier e j e r c i e r o n u n a p r o f u n d a influencia e n las siguientes p r e en trazar u n contraste radical e n t r e la historia de E u r o p a
generaciones de p e n s a d o r e s de la era de la Ilustración. A prin- —cuya original especificidad había situado Montesquieu en el
cipios del siglo X V I I I , Montesquieu repetía con fidelidad su f e u d a l i s m o y cuya descendencia m o d e r n a había visto en el
descripción del E s t a d o turco: «El Gran Señor concede la ma- absolutismo— y el destino de los o t r o s continentes.
yor p a r t e de la tierra a sus soldados y dispone de ella a su vo- E n n u e s t r o siglo, los pensadores marxistas, p e r s u a d i d o s de
luntad; p u e d e t o m a r toda la herencia de los funcionarios de su la universalidad de las sucesivas e t a p a s de desarrollo socio-
imperio. Cuando u n s ú b d i t o m u e r e sin descendencia masculina, económico acaecidas en E u r o p a , h a n insistido, p o r el contrario,
sus h i j a s se q u e d a n con el m e r o u s u f r u c t o de sus bienes, por- en que el feudalismo f u e u n f e n ó m e n o de alcance universal
q u e el señor t u r c o a d q u i e r e la p r o p i e d a d de ellos; en conse- q u e a b a r c ó a los estados asiáticos y a f r i c a n o s t a n t o como a
cuencia, la posesión de la m a y o r p a r t e de los bienes de la so- los europeos. Se h a n descubierto y estudiado los feudalismos
ciedad es p r e c a r i a [...] N o hay ningún despotismo tan perjudi- otomano, egipcio, m a r r o q u í , persa, indio, mogol N o chino. La
cial c o m o aquel cuyo príncipe se declara p r o p i e t a r i o de todas reacción política contra las ideologías imperialistas de la supe-
las posesiones territoriales y h e r e d e r o de todos sus súbditos: rioridad europea ha conducido a la extensión intelectual de
la consecuencia inevitable es el a b a n d o n o del cultivo y, si el conceptos historiográficos derivados del p a s a d o de u n solo con-
s o b e r a n o se inmiscuye en el comercio, la r u i n a de toda la in- tinente p a r a explicar la evolución de algunos o t r o s o de todos
dustria» s . ellos. Ningún t é r m i n o h a e x p e r i m e n t a d o u n a difusión tan in-
Por esta época, la expansión colonial europea ya había ex- discriminada y p e n e t r a n t e c o m o el de feudalismo, que, en la
p l o r a d o y a t r a v e s a d o p r á c t i c a m e n t e t o d o el globo, y el alcance práctica, se ha aplicado f r e c u e n t e m e n t e a cualquier f o r m a c i ó n
de los conceptos políticos inicialmente derivados de la especí- social situada e n t r e los polos de identidad tribal y capitalista,
fica c o n f r o n t a c i ó n con el E s t a d o o t o m a n o en los Balcanes se siempre que no estuviera caracterizada p o r la esclavitud. El
había extendido en u n a m e d i d a similar h a s t a los confines de m o d o de producción feudal se define así, simplemente, c o m o
China e incluso m á s allá. La o b r a de Montesquieu incluía así, u n a combinación de grandes propiedades de tierra con peque-
p o r vez p r i m e r a , u n a teoría global comparativa de lo que, en ñ a producción campesina, en la que la clase explotadora extrae
De Vesprit des lois, denominó categóricamente «despotismo», el excedente del p r o d u c t o r i n m e d i a t o p o r medio de f o r m a s con-
como u n a f o r m a de gobierno extraeuropea, cuya e s t r u c t u r a se suetudinarias de coerción extraeconómica —prestaciones de
oponía p o r c o m p l e t o a los principios derivados del «feudalis- t r a b a j o , entregas en especie, r e n t a s en dinero— y donde el
mo» europeo. La generalidad del concepto mantenía, sin em- i n t e r c a m b i o de mercancías y la movilidad de la fuerza de tra-
bargo, u n a denotación geográfica tradicional, que se explicaba b a j o e s t á n igualmente limitados u . Este c o n j u n t o se p r e s e n t a
p o r el i n f l u j o del clima y del suelo: «Asia es aquella región como núcleo económico del feudalismo, q u e p u e d e subsistir
del m u n d o e n la q u e el despotismo reside, p o r así decir, de d e n t r o de u n amplio n ú m e r o de diferentes armazones políticos.
f o r m a n a t u r a l » 9 . Legada p o r la Ilustración, la f o r t u n a del con- E n o t r a s palabras, los sistemas jurídicos y constitucionales se
cepto de d e s p o t i s m o oriental en el siglo xix es m u y conocida
y n o exige que nos detengamos en ella 10: b a s t a r á decir que des- 11
Un solo ejemplo, que define la formación social otomana de la que
de Hegel en adelante se m a n t u v o la m i s m a concepción básica aquí nos hemos ocupado específicamente, bastará: «Bajo los otomanos
se desarrollaron unas relaciones de producción de tipo puramente feudal.
7 La preponderancia de una economía de pequeños campesinos, el dominio
Travels in the mogul empire (traducción de Archibald Constable), de la agricultura sobre la artesanía y del campo sobre la ciudad, el mo-
reeditado en Oxford, 1934, pp. 234, 238. l e exuberancia victoriana de la nopolio de la propiedad de la tierra por una minoría, la apropiación
traducción de Constable ha sido ligeramente recortada para acercarla al del excedente del campesinado por una clase dominante: todas estas
texto original de Bernier. Sobre éite véase Frangois Bernier, Voy ages, x, características del modo de producción feudal se encuentran en la so-
Amsterdam, 1710, pp. 313, 319-20. ciedad otomana». Ernst Werner, Die Geburt einer Grossmacht, die Osma-
1
De Vesprit des lois, I, pp. 66-7. nen, p. 305. Ernest Mandel cita este párrafo para criticarlo con toda
' Ibid., p. 68. razón, The formation of the economic thought of Karl Marx, Londres,
10
De esto se tratará más adelante en la nota sobre el «modo de pro- 1971, p. 127 [La formación del pensamiento económico de Marx, Madrid,
ducción asiático», pp. 476-511. Siglo XXI, 1974].
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convierten en elaboraciones optativas y externas a un centro rídicas y políticas que le acompañan, de tal modo que su
productivo invariante. Las superestructuras política y legal se presencia puede registrarse en todo el globo, siempre que se
hayan superado las formaciones sociales primitivas o tribales,
divorcian de la infraestructura económica, que constituye por entonces se plantea el siguiente problema: ¿cómo puede expli-
sí sola el auténtico modo de producción feudal como tal. Según carse el singular dinamismo de la escena europea del feuda-
esta opinión, muy extendida ahora entre los autores marxistas lismo internacional? Ningún historiador ha pretendido todavía
contemporáneos, el tipo de propiedad agraria, la naturaleza de que el capitalismo industrial se haya desarrollado espontánea-
la clase poseedora y la matriz del Estado pueden variar enor- mente en ningún sitio, excepto en Europa y en su extensión
americana, que conquistaron después el resto del mundo gra-
memente por encima de un orden rural común situado en la cias precisamente a su primacía económica, paralizando o im-
base de toda la formación social. En especial, la soberanía frag- plantando el modo de producción capitalista en el exterior de
mentada, la jerarquía vasallática y el sistema de feudos de acuerdo con las necesidades y los impulsos de su propio sis-
Europa medieval dejan por completo de ser unas característi- tema imperial. Si el feudalismo tuvo una base económica co-
cas originarias o esenciales del feudalismo. Su ausencia total mún a toda la masa de tierra que va del Atlántico al Pacífico,
dividida únicamente por formas jurídicas y constitucionales y,
es compatible con la presencia de una formación social feudal, sin embargo, sólo una de esas zonas produjo la revolución in-
siempre que exista una combinación de explotación agraria a dustrial que conduciría en último término a la transformación
gran escala y de producción campesina, basada en relaciones de todas las sociedades, entonces el determinante de este éxito
extraeconómicas de coacción y dependencia. Así, la China de trascendental debe buscarse en las superestructuras políticas y
legales, por las que únicamente se distinguían. Las leyes y los
los Ming, la Turquía selyúcida, la Mogolia de Genghis, la Per- estados, que se habían descartado por su papel secundario e
sia safávida, la India mogol, el Egipto tulúnida, la Siria oineya, insustancial, resurgen en toda su plenitud como autores apa-
el Marruecos almorávide y la Arabia wahabí pasan a ser igual- rentes de la ruptura más trascendental de la historia moder-
mente susceptibles de ser clasificados como feudales, del mis- na. En otras palabras, una vez que la estructura de la sobera-
mo modo que la Francia capeta, la Inglaterra normanda o la nía y la legalidad se ha disociado de la economía de un feuda-
lismo universal, su sombra gobierna paradójicamente al mundo,
Alemania de los Hohenstaufen. A lo largo de esta investiga- porque se transforma en el único principio capaz de explicar
ción, hemos encontrado tres ejemplos representativos de esta el desarrollo diferencial de todo el modo de producción. En
categorización: las confederaciones nómadas de los tártaros, esta concepción, la misma omnipresencia del feudalismo redu-
el imperio bizantino y el sultanato otomano han sido designa- ce el destino de los continentes al juego superficial de las me-
ras costumbres locales. Un materialismo ciego para el color,
dos como estados feudales por autores serios especialistas en incapaz de apreciar el verdadero y rico espectro de las diver-
sus respectivas historias u , que han argumentado que sus cla- sas totalidades sociales dentro del mismo arco temporal de la
ras divergencias superestructurales respecto a las normas de historia, termina así inevitablemente en un perverso idealismo.
Occidente ocultan una convergencia básica de sus relaciones
infraestructurales de producción. Todo privilegio atribuido al
desarrollo occidental está así destinado a desaparecer en el
proceso multiforme de una historia mundial secretamente úni-
ca desde su comienzo. En esta variación de la historiografía
materialista, el feudalismo se convierte en un océano redentor
en el que prácticamente todas las sociedades pueden recibir su
bautismo. La solución de esta paradoja radica, obviamente, aunque
nadie lo señale, en la misma definición de las formaciones so-
La invalidez científica de este ecumenismo teórico puede ciales precapitalistas dada por Marx. Todos los modos de pro-
demostrarse a partir de la paradoja lógica a la que conduce. ducción de las sociedades clasistas anteriores al capitalismo
Porque si, en efecto, el modo de producción feudal puede defi- extraen plustrabajo de los productores inmediatos por medio
nirse independientemente de las variables superestructuras ju- de la coerción extraeconómica. El capitalismo es el primer
modo de producción de la historia en el que los medios por
1!
Véanse pp. 396-7; Passages from Antiquity to faudalism, pp. 219-22, los que se extrae el excedente del productor directo son «pura-
282-3 [Transiciones de la Antigüedad al feudalismo, Madrid, Siglo XXI,
1979, pp, 223-7, 289-90],
mente» económicos en su forma: el contrato de trabajo, el in-
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Así pues, hay que resistir cualquier tentación a priori de


t e r c a m b i o igual e n t r e agentes libres que reproduce, cada h o r a y
prealinear a aquéllos con la u n i f o r m i d a d de este último. La
cada día, la desigualdad y la opresión. Todos los medios de
producción anteriores operan a través de sanciones extraeco- posibilidad de u n a pluralidad de m o d o s de producción preca-
nómicas: de parentesco, consuetudinarias, religiosas, legales o pitalistas, postribales y n o esclavistas, es inherente a sus me-
políticas. En principio, p o r tanto, siempre es imposible inter- canismos de extracción de excedente. Los p r o d u c t o r e s inmedia-
p r e t a r estas sanciones como algo s e p a r a d o de las relaciones tos y los medios de producción — e n t e n d i e n d o p o r tales los
económicas. Las «superestructuras» del parentesco, la religión, i n s t r u m e n t o s de t r a b a j o y los o b j e t o s del t r a b a j o , p o r ejemplo,
el derecho o el E s t a d o e n t r a n necesariamente en la e s t r u c t u r a la tierra— siempre están dominados p o r la clase explotadora
constitutiva del m o d o de producción de las formaciones socia- a través del sistema de propiedad prevaleciente, que constituye
les precapitalistas. Todas ellas intervienen directamente en el la intersección nodal e n t r e el derecho y la economía; p e r o como,
nexo «interno» de extracción de excedente, m i e n t r a s q u e en además, las relaciones de propiedad están d i r e c t a m e n t e articu-
las formaciones sociales capitalistas —las p r i m e r a s de la histo- ladas sobre el orden político e ideológico, que a m e n u d o dirige
ria que separan la economía como un o r d e n f o r m a l m e n t e auto- e x p r e s a m e n t e su distribución (limitando la propiedad de la
suficiente— proporcionan, p o r el contrario, sus precondiciones tierra a los aristócratas, p o r ejemplo, o excluyendo a los nobles
«externas». E n consecuencia, los modos de producción precapi- del comercio), el a p a r a t o total de explotación siempre se ex-
talistas no p u e d e n definirse excepto p o r sus s u p e r e s t r u c t u r a s tiende hacia arriba, hasta llegar a la esfera de las superestruc-
políticas, legales e ideológicas, ya que son ellas las que deter- turas. «[Las] relaciones sociales [ . . . ] constituyen en su con-
minan el tipo de coerción extraeconómica que los especifica. j u n t o lo que a c t u a l m e n t e se conoce c o m o propiedad», escribió
Las f o r m a s exactas de dependencia jurídica, de propiedad y de Marx a Annenkov 1 4 . E s t o n o significa que la p r o p i e d a d jurí-
soberanía que caracterizan a las formaciones sociales preca- dica sea u n a m e r a ficción o u n a ilusión que p u e d a ser obviada
pitalistas, lejos de ser m e r o s epifenómenos accesorios y con- o descartada p o r u n análisis directo de la i n f r a e s t r u c t u r a sub-
tingentes, componen, p o r el contrario, los rasgos f u n d a m e n t a l e s yacente, procedimiento que lleva d i r e c t a m e n t e al colapso lógico
del m o d o de producción d o m i n a n t e d e n t r o de ellas. Una taxo- que ya h e m o s indicado. Significa, p o r el contrario, que p a r a
nomía escrupulosa y exacta de estas configuraciones legales y el m a t e r i a l i s m o histórico la propiedad jurídica n u n c a p u e d e
políticas constituye, p o r tanto, u n a condición previa p a r a el separarse ni de la producción económica ni del p o d e r político-
establecimiento de u n a tipología comprehensiva de los m o d o s ideológico; su posición a b s o l u t a m e n t e central d e n t r o de cual-
de producción precapitalistas 1 3 . En realidad, es evidente q u e quier m o d o de producción se deriva de sus vínculos con am-
la compleja imbricación de la explotación económica con las bos, que en las formaciones sociales precapitalistas se convier-
instituciones e ideologías extraeconómicas crea u n a gama de te en u n a fusión directa y oficial. No es, p o r tanto, u n p u r o
posibles m o d o s de producción anteriores al capitalismo m u c h o accidente el que Marx dedicara p r á c t i c a m e n t e t o d o su manus-
m á s amplia de lo que podría deducirse de la generalidad rela- crito básico sobre las sociedades precapitalistas en los Grund-
tivamente simple y sólida del propio m o d o de producción ca- risse —la única o b r a en la que c o m p a r a teórica y sistemáti-
pitalista, que llegó a ser su c o m ú n e involuntario terminus ad c a m e n t e los diferentes modos de producción— a u n p r o f u n d o
quem en la época del imperialismo industrial. análisis de las formas de propiedad agraria en los sucesivos o
c o n t e m p o r á n e o s modos de producción de E u r o p a , Asia y Amé-
rica: el hilo c o n d u c t o r de todo el texto es el c a r á c t e r y la po-
" Esta necesidad fundamental ha sido claramente percibida por el his-
toriador soviético Zel'in en su notable ensayo, «Printsipi morfologicheskoi sición c a m b i a n t e s de la propiedad de la tierra y su interrela-
klassifikatsii form zavisimosti», en K. K. Zel'in y M. V. Trofimova, Formi ción con los sistemas políticos, desde el tribalismo primitivo
zavisimosti v vostochnom sredize.nnomor'e ellenisticheskovo perioda, Mos- h a s t a las vísperas del capitalismo.
cú, 1969, pp. 11-51, especialmente 29-33. El texto de Zel'in contiene una
crítica de las antinomias de los análisis convencionales del feudalismo Ya hemos visto que Marx distinguía específicamente el pas-
realizados por los marxistas. Sus preocupaciones específicas se refieren
esencialmente a una definición más rigurosa de las formas de dependen- 14
cia —cuyo carácter no es ni feudal ni esclavista— características del mun- K. Marx y F. Engels, Selected correspondence, p. 38 [Corresponden-
do helenístico. cia, p. 19].
408 Conclusiones Conclusiones 417
toralismo n ó m a d a de todas las f o r m a s de agricultura sedenta- e j e r c e n la función de condes) como protectores n o sólo de los
ria c o m o u n m o d o de producción diferente, b a s a d o en la pro- campesinos privados de libertad, sino t a m b i é n de los libres
piedad colectiva de la riqueza inmueble (la tierra) y en la pro- (cf. Palgrave), en la India d e s e m p e ñ a n u n papel insignificante,
piedad individual de la riqueza m u e b l e (los rebaños), al con- excepto en los waqfs. Tampoco e n c o n t r a m o s en la India esa poe-
t r a r i o de lo que sostienen posteriores a u t o r e s marxistas No sía de la tierra (Bodenpoesie), tan característica del feudalismo
es s o r p r e n d e n t e , p o r tanto, que Marx insistiera en que u n o de romano-germánico (cf. Maurer), como t a m p o c o se e n c u e n t r a
los rasgos f u n d a m e n t a l e s q u e definen el feudalismo es la pro- en Roma. ¡En la India, la tierra no es en ninguna p a r t e noble,
piedad privada y nobiliaria de la tierra. A este respecto, sus en el sentido de ser, p o r ejemplo, inalienable a los del común!
c o m e n t a r i o s sobre el estudio de Kovalevski acerca de la diso- Por o t r a parte, el p r o p i o Kovalevski observa u n a diferencia
lución de la propiedad de la aldea comunal son especialmente f u n d a m e n t a l : la ausencia de u n a justicia patrimonial en el cam-
reveladores. Kovalevski, joven h i s t o r i a d o r r u s o q u e a d m i r a b a po del derecho civil en el imperio del Gran Mogol»17. En o t r o
a Marx y m a n t e n í a correspondencia con él, dedicó u n a p a r t e lugar, Marx contradice de nuevo expresamente la a f i r m a c i ó n de
sustancial de su t r a b a j o a lo que calificaba como lenta apari- Kovalevski de que la conquista m u s u l m a n a de la India, al im-
ción del feudalismo en la India después de las conquistas mu- p o n e r sobre el c a m p e s i n a d o la contribución islámica sobre la
sulmanas. Kovalevski n o negaba la importancia de las diferen- tierra o kharaj, convirtió p o r este hecho en feudales las pro-
cias políticas y legales entre los sistemas agrícolas mogol y piedades que h a s t a entonces h a b í a n sido alodiales: «El pago
europeo y admitía que la persistencia jurídica de la exclusiva del kharaj n o t r a n s f o r m ó sus tierras en p r o p i e d a d feudal, como
propiedad imperial de la tierra había conducido a u n a «menor t a m p o c o el impót foncier convirtió en feudal la p r o p i e d a d ru-
intensidad» de la feudalización en la India q u e en E u r o p a . P e r o ral francesa. Todas estas descripciones de Kovalevski son in-
a f i r m a b a , a p e s a r de todo, que en la India se había desarrolla- útiles en grado superlativo» 18. Por lo demás, la naturaleza del
d o u n amplio sistema de feudos, con u n a j e r a r q u í a completa E s t a d o t a m p o c o era s e m e j a n t e a la de los principados feudales
de subinfeudación, antes de que la conquista británica impidiese de E u r o p a : «Según el derecho indio, el p o d e r político n o era
su consolidación 1 6 . Aunque el estudio de Kovalevski estuviera susceptible de división e n t r e los hijos; de ahí que u n a de las
influenciado en b u e n a medida p o r la o b r a de Marx y a u n q u e f u e n t e s i m p o r t a n t e s del feudalismo europeo estuviera blo-
el t o n o de las n o t a s n o publicadas sobre el e j e m p l a r q u e le queada» 15.
envió el a u t o r r u s o f u e r a p o r lo general benévolo, es significa- E s t a s afirmaciones f u n d a m e n t a l e s m u e s t r a n con toda clari-
tivo que Marx criticara r e p e t i d a m e n t e aquellos p a s a j e s en los dad q u e Marx era consciente de los peligros de u n a amplia-
q u e Kovalevski asimilaba las instituciones socioeconómicas in- ción indiscriminada del t é r m i n o f e u d a l i s m o m á s allá de Euro-
dias o islámicas al feudalismo europeo. De estas intervenciones p a y se negaba a a c e p t a r como formaciones sociales feudales
en las q u e rechabaza la atribución a la India de los mogoles de u n a la India del sultanato de Delhi o del imperio mogol. Sus ob-
m o d o de produción feudal, la m á s incisiva y reveladora, dice lo si-
guiente: «Basándose en que el "sistema de beneficios", "la venta
de cargos" (esta última, sin embargo, n o es en m o d o alguno pura- " «Materiali Instituía Marksizma-Leninizma pri Tsk KPSS. Iz Neopu-
blikovannyj Rukopisei Karla Marksa», Sovetskoe Vostokovedenie, 1968,
m e n t e feudal), como d e m u e s t r a Roma) y la commendatio p u e d e n 5, p. 12. Las notas de Marx sobre Kovalevski sólo se han publicado en
e n c o n t r a r s e en la India, Kovalevski piensa que se t r a t a de u n feu- ruso, en Sovetskoe Vostokovedenie, 1958, 3, pp. 4-13, 4, pp. 3-22, 5, pp. 3-28;
dalismo en el sentido europeo occidental. Kovalevski olvida, e n t r e Problemi Vostokovedenie, 1959, 1, pp. 3-17. Hay una introducción de L. S.
o t r a s cosas, q u e la servidumbre —que r e p r e s e n t a u n i m p o r t a n t e Gamayunov a los manuscritos, en Sovetskoe Vostokovedenie, 1958, 2, pá-
ginas 35-45.
elemento del feudalismo— n o existe en la India. Por o t r a parte, " Sovetskoe Vostokovedenie, 1958, 4, p. 18.
en lo q u e se refiere al papel individual de los señores feudales (que " Sovetskoe Vostokovedenie, 1958, 5, p. 6. Obsérvese la crítica de
Kovalevski que hace Marx en otro lugar por haber descrito como feu-
dales las colonias militares turcas en Argelia, basándose en la analogía
u
V é a s e Passages from the Antiquity to feudalism, p. 220 [Transiciones de los ejemplos de la India: «Kovalevski las bautiza como "feudales"
de la Antigüedad al feudalismo, p. 224], basándose en el débil argumento de que, bajo ciertas condiciones, podría
" M. K o v a l e v s k i , Obshchinnoe zemlevladenie, prichini, jod i pos- desarrollarse a partir de ellas algo semejante al jagir de la India». Pro-
ledstviya evo razlozJieniya, Moscú, 1879, pp. 130-55. blemi Vostokovedenie, 1959, 1, p. 7.
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servaciones marginales revelan, además, u n a penetración y sen- tuvieron, en este sentido, algunas f o r m a s de propiedad seño-
sibilidad extremas hacia aquellas f o r m a s «superestructurales» rial. La singularidad del feudalismo nunca se agotó en la m e r a
cuya importancia irreductible p a r a la clasificación de modos de existencia de las clases señorial y servil como tales 2 0 . Lo que
producción precapitalista a c a b a m o s de subrayar. Así, sus obje- distingue al m o d o europeo de producción feudal es su específi-
ciones a la designación p o r Kovalevski de la sociedad agraria ca organización en u n sistema verticalmente articulado de so-
india como feudal tras las conquistas islámicas abarcan prác- beranías f r a g m e n t a d a s y de propiedad escalonada. Este víncu-
ticamente al c o n j u n t o de los campos legal, político, social, mi- lo concreto es lo que explica realmente el tipo exacto de coer-
litar, judicial, fiscal e ideológico. Observaciones que quizá pue- ción extraeconómica que se ejercía sobre el p r o d u c t o r directo.
d a n resumirse, sin violentarlas excesivamente, de esta f o r m a : La fusión de vasallaje, beneficio e i n m u n i d a d p a r a p r o d u c i r el
el feudalismo c o m p o r t a siempre la s e r v i d u m b r e jurídica y la sistema de feudos p r o p i a m e n t e dicho creó u n m o d e l o entera-
protección militar del c a m p e s i n a d o p o r u n a clase social de no- m e n t e sui generis de «soberanía y dependencia», p o r utilizar
bles que goza de a u t o r i d a d y propiedad individual y ejerce u n las p a l a b r a s de Marx. La peculiaridad de este sistema radicaba
monopolio exclusivo de la ley y de los derechos privados de en el doble carácter de la relación que establecía, p o r u n a par-
justicia, d e n t r o de u n m a r c o político de soberanía f r a g m e n t a d a te, e n t r e los p r o d u c t o r e s inmediatos y el e s t r a t o de no produc-
y fiscalidad subordinada, y u n a ideología aristocrática q u e exal- tores que se a p r o p i a b a su p l u s t r a b a j o y, por otra, d e n t r o de
ta la vida rural. Es evidente lo lejos que ese comprehensivo la propia ciase de no productores, p o r q u e el feudo, era, esen-
catálogo heurístico está de las simples y pocas etiquetas utili- cialmente, u n a concesión económica de tierra, condicionada a la
zadas desde entonces p a r a clasificar a u n a f o r m a c i ó n social prestación de u n servicio militar e investida con derechos ju-
como feudal. Para volver a n u e s t r o p u n t o de p a r t i d a inicial, diciales sobre el campesinado que la cultivaba. Por consiguien-
n o puede h a b e r ninguna d u d a de que la visión del feudalismo te, siempre f u e u n a a m a l g a m a de propiedad y soberanía, en la
que tenía Marx — r e s u m i d a en esta definición— excluía de su que la naturaleza parcial de la p r i m e r a se completaba con el
á m b i t o al sultanato turco, u n E s t a d o que de h e c h o había ser- c a r á c t e r privado de la segunda: la titularidad condicional es-
vido c o m o inspirador y modelo de la India mogol. taba ligada e s t r u c t u r a l m e n t e a la jurisdicción individual. La
original dilución de la propiedad absoluta de la tierra se com-
El c o n t r a s t e e n t r e las f o r m a s históricas europea y o t o m a n a , p l e m e n t a b a así con la f r a g m e n t a c i ó n de la a u t o r i d a d pública
sentido con t a n t a intensidad p o r sus contemporáneos, e s t a b a en u n a j e r a r q u í a regulada. En el plano de la aldea, la conse-
p o r t a n t o bien f u n d a m e n t a d o . El o r d e n sociopolítico t u r c o e r a cuencia de esto era la aparición de u n a clase de nobles q u e
radicalmente distinto del que caracterizaba al c o n j u n t o de Eu- gozaban de derechos personales de explotación y jurisdicción,
ropa, ya fuese en las regiones occidentales u orientales del consagrados p o r la ley, sobre u n campesinado dependiente.
continente. En realidad, el feudalismo europeo n o tenía ningún
s e m e j a n t e en las zonas geográficas colindantes; e s t a b a solo en I n h e r e n t e a esta configuración era la residencia r u r a l de la
el e x t r e m o occidental del continente euroasiático. El p r i m e r clase poseedora, al c o n t r a r i o de la localización u r b a n a de las
m o d o de producción feudal que t r i u n f ó d u r a n t e la Alta E d a d aristocracias de la Antigüedad clásica. El ejercicio de la pro-
Media n u n c a estuvo c o m p u e s t o p o r un c o n j u n t o elemental de tección y la justicia señoriales p r e s u p o n í a la presencia directa
caracteres económicos. La servidumbre proporcionaba, p o r su- de la nobleza feudal en el campo, simbolizada p o r los castillos
puesto, la base principal del sistema total de extracción de ex- del período medieval e idealizada después en la «poesía de la
cedente. Pero la combinación de u n a propiedad agraria en g r a n tierra» de la época posterior. La propiedad y el p o d e r indivi-
escala, controlada p o r u n a clase explotadora, con u n a produc- dual que distinguía a la clase feudal en el p a i s a j e agrario podía
ción en p e q u e ñ a escala, realizada p o r u n c a m p e s i n a d o atado e s t a r a c o m p a ñ a d a , en consecuencia, p o r u n a función organiza-
a la tierra, en la que el p l u s t r a b a j o se extraía por medio de dora de la propia producción, cuya f o r m a típica en E u r o p a
prestaciones de t r a b a j o o de entregas en especie, constituía en
20
su generalidad u n modelo muy extendido en el m u n d o prein- Puede verse una crítica especialmente clara y decisiva sobre el uso
dustrial. Prácticamente, todas las formaciones sociales postri- indiscriminado del término «feudalismo», en ésta y otras ocasiones, en
Claude Cahen, «Réflexions sur l'usage du mot ' féodalité"», The Journal
bales que n o se b a s a r o n en la esclavitud o en el n o m a d i s m o of the Economic and Social History of the Orient, III, 1, 1960, pp. 7-20.
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f u e el señorío. La distinción d e n t r o del señorío e n t r e la reserva m o moral d e este código feudal tenía sus raíces en la fusión y
señorial y las parcelas de los a r r e n d a t a r i o s reproducía hacia la difusión de los p o d e r e s económicos y políticos d e n t r o del
a b a j o , como ya h e m o s visto, la articulación económica escalo- c o n j u n t o del m o d o de producción. La propiedad condicional
nada, característica del c o n j u n t o del sistema feudal. Por arriba, instituía la subordinación del vasallo d e n t r o de u n a j e r a r q u í a
el p r e d o m i n i o del f e u d o establecía vínculos internos de tipo úni- social de señorío; p o r o t r a parte, la soberanía f r a g m e n t a d a in-
co en el seno de la nobleza. La combinación de vasallaje, benefi- vestía al e n f e u d a d o con jurisdicción a u t ó n o m a sobre quienes
cio e i n m u n i d a d en u n c o n j u n t o singular creaba la mezcla ambi- e s t a b a n situados p o r d e b a j o de él. Ambas q u e d a b a n consagra-
valente de «reciprocidad» contractual y de «subordinación» de- das en las transacciones q u e se celebraban e n t r e individuos par-
pendiente que distingue a u n a v e r d a d e r a aristocracia feudal de ticulares pertenecientes al e s t a m e n t o nobiliario. En su quinta-
cualquier f o r m a de clase g u e r r e r a explotadora p r o p i a de o t r o s esencia, el p o d e r y la propiedad aristocrática eran personales
diversos m o d o s de producción. El e n f e u d a m i e n t o e r a u n con- en todos los eslabones de la cadena de protección y depen-
t r a t o sinalagmático 2 1 : el j u r a m e n t o de h o m e n a j e y el a c t o de dencia.
investidura ligaban a a m b a s p a r t e s al r e s p e t o de obligaciones
E s t a e s t r u c t u r a político-legal tenía, a su vez, o t r a s conse-
específicas y a la realización de deberes específicos. La ruptu-
cuencias cruciales. La f r a g m e n t a c i ó n global de la soberanía
ra de este c o n t r a t o era u n a felonía que podía ser cometida
p e r m i t í a el desarrollo de ciudades a u t ó n o m a s en los espacios in-
p o r el vasallo o p o r el señor y d e j a b a en libertad a cualquiera
tersticiales situados e n t r e señoríos dispares. Una Iglesia separa-
de las p a r t e s q u e r e s u l t a r a d a ñ a d a por la infracción. Al m i s m o
tiempo, este p a c t o sinalagmático c o m p o r t a b a también el domi- da y universal podía e s t a r p r e s e n t e en todos los principados
nio j e r á r q u i c o de u n superior sobre su inferior. El vasallo era seculares, c o n c e n t r a n d o las actividades culturales y las sancio-
el h o m b r e a t a d o a su señor, y debía a éste u n a lealtad personal, nes religiosas en su p r o p i a organización clerical independiente.
corporal. El complejo ethos de la nobleza feudal m a n t e n í a así Por o t r a parte, d e n t r o de cada r e i n o p a r t i c u l a r de la E u r o p a
j u n t o s el «honor» y la «lealtad» en u n a tensión dinámica, extra- medieval se p u d o desarrollar u n sistema de e s t a m e n t o s que,
ñ a p o r completo t a n t o a la ciudadanía libre de la Antigüedad de f o r m a significativa, r e p r e s e n t a b a en u n a asamblea t r i p a r t i t a
clásica —que en Grecia y R o m a sólo h a b í a conocido el h o n o r — a la nobleza, el clero y los burgueses c o m o ó r d e n e s distintos
c o m o a los servidores de u n a a u t o r i d a d despótica — c o m o el del sistema político feudal. La condición básica previa de estos
s u l t a n a t o de Turquía—, que sólo conocían la lealtad. La reci- sistemas estamentales era, u n a vez más, la destotalización de
procidad del c o n t r a t o y la desigualdad de la posición se mez- la soberanía, que confería a la clase aristocrática dirigente de
claban en la institución del feudo. A consecuencia de ello se la sociedad prerrogativas privadas de justicia y administración,
generó u n a ideología aristocrática que hacía compatible el or- de tal f o r m a q u e su consentimiento colectivo e r a necesario
gullo del r a n g o con la h u m i l d a d del h o m e n a j e , la fijación legal p a r a cualquier acción q u e excediera, m á s allá de la cadena me-
de las obligaciones y el deber personal de lealtad 2 2 . El dualis- diatizada de obligaciones y derechos personales, la soberanía
de la m o n a r q u í a , situada en lo m á s alto de la j e r a r q u í a feudal.
Los p a r l a m e n t o s medievales eran, p o r tanto, u n a extensión ló-
21
Este es el apropiado término de Boutruche: Seigneurie et féodalité, gica y necesaria de la presentación tradicional del auxilium et
II, pp. 204-7. consilium del vasallo a su señor. La a m b i g ü e d a d de su f u n c i ó n
22
Weber fue el primero que subrayó la originalidad de esta combina-
ción: véase su excelente análisis, Economy and society, in, pp. 1075-8 — i n s t r u m e n t o s de la voluntad real o instituciones de la resis-
[Economía y sociedad, ll, 813-5]. En general, los contrastes analíticos de tencia señorial— era inherente a la u n i d a d contradictoria del
Weber entre «feudalismo» y «patrimonialismo» poseen una gran fuerza propio sistema feudal q u e era, a la vez, recíproco y desigual.
y penetración. Sin embargo, su uso global está viciado por la evidente
debilidad de la noción de «tipo ideal», característica de su última obra.
En la práctica, el feudalismo y el patrimonialismo se tratan como «ras-
gos» separados y aislados más que como estructuras unificadas. Por trimonialismo» es «dominante en la Europa continental hasta la revolu-
consiguiente, Weber, que tras sus primer estudio pionero sobre la An- ción francesa», pero otras veces se considera que las monarquías abso-
tigüedad careció de una teoría histórica, podía distribuirlos y mezclarlos lutas son «ya burocrático-racionales». Estas confusiones eran inherentes
a voluntad. Como resultado de ello, Weber fue incapaz de ofrecer una al creciente formalismo de su última obra. En este sentido, Hintze, que
definición firme y exacta del absolutismo europeo: unas veces, el «pa- aprendió mucho de Weber, fue siempre superior a él.
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Geográficamente, como ya h e m o s visto, el c o m p l e j o feudal estados que, p o r lo demás, estaban cultural y constitucional-
«pleno» había nacido en el c e n t r o de la E u r o p a occidental, en m e n t e separados unos de otros. La dispersión de la soberanía
las antiguas tierras carolingias. De allí se expandió de f o r m a en el feudalismo europeo p e r m i t i ó que, tras las migraciones
lenta y desigual, p r i m e r o hacia Inglaterra, E s p a ñ a y Escanai- g e r m a n a s y eslavas, subsistiera u n a gran diversidad de pobla-
navia; después, y de m o d o menos perfecto, hacia E u r o p a orien- ciones y de lenguas d e n t r o del continente. Ningún E s t a d o me-
tal, donde sus elementos y etapas constituyentes s u f r i e r o n nu- dieval estaba b a s a d o en la nacionalidad, y las aristocracias
merosas dislocaciones y torsiones locales, sin que esta región tenían f r e c u e n t e m e n t e u n a trayectoria móvil que la transplan-
llegara a p e r d e r u n a inconfundible afinidad general con Euro- t a b a de u n t e r r i t o r i o a otro. Pero las mismas divisiones del
p a occidental, constituyendo su periferia relativamente subdes- m a p a dinástico de E u r o p a p e r m i t i e r o n que en él se consolidara
arrollada. Las f r o n t e r a s del feudalismo europeo, así f o r m a d a s , la pluralidad étnica y lingüística. El m o d o de producción feu-
n o f u e r o n establecidas f u n d a m e n t a l m e n t e ni p o r la religión ni dal, cuyo c a r á c t e r e r a p l e n a m e n t e «prenacional», p r e p a r ó ob-
p o r la topografía, a u n q u e a m b a s las s o b r e d e t e r m i n a r a n de jetivamente la posibilidad de u n sistema estatal multinacional
m o d o manifiesto. La cristiandad n u n c a f u e coextensiva con en la época de su posterior transición hacia el capitalismo. Un
este m o d o de producción: en la Etiopía o el Líbano medie- ú l t i m o rasgo del feudalismo europeo, nacido del conflicto y la
vales no h u b o feudalismo. El p a s t o r a l i s m o n ó m a d a , a d a p t a d o síntesis de dos m o d o s de producción anteriores, fue, p o r tan-
a las tierras áridas de la mayor p a r t e de Asia central, el to, la extrema diferenciación y la ramificación i n t e r n a de su
Oriente Medio y Africa del norte, rodeó a E u r o p a d u r a n t e lar- universo cultural político. En u n a perspectiva comparativa, ésta
gos períodos de t i e m p o p o r todos sus límites, excepto p o r el n o f u e la característica peculiar m e n o s i m p o r t a n t e del conti-
Atlántico, p o r donde finalmente esta última h a b r í a de escapar nente.
p a r a d o m i n a r al i n u n d e . Pero las f r o n t e r a s e n t r e el n o m a d i s m o
El feudalismo en c u a n t o categoría histórica f u e u n t é r m i n o
y el feudalismo n o f u e r o n levantadas m e r a m e n t e p o r la topogra-
a c u ñ a d o p o r la Ilustración. Desde el m i s m o m o m e n t o en q u e
fía de u n a f o r m a lineal: la llanura de Panonia y la estepa ucra-
niana, h á b i t a t s clásicos del p a s t o r a l i s m o d e p r e d a d o r , q u e d a r o n e n t r ó en circulación, se debatió el p r o b l e m a de si el f e n ó m e n o
integradas f i n a l m e n t e en la agricultura sedentaria de E u r o p a . El había existido f u e r a de E u r o p a , que f u e quien le dio el n o m b r e .
feudalismo, nacido en el sector occidental de E u r o p a , se pro- Montesquieu, c o m o se sabe, declaró que era t o t a l m e n t e singu-
pagó al sector oriental p o r la fuerza de la colonización y el lar: el feudalismo f u e «un hecho que acaeció u n a sola vez en
ejemplo. La conquista desempeñó u n papel adicional, p e r o el m u n d o y que p r o b a b l e m e n t e n u n c a se volverá a repetir» 2 4 .
s u b o r d i n a d o : su hazaña más espectacular —en el Levante me- El d e s a c u e r d o de Voltaire es igualmente conocido: «El feuda-
diterráneo— f u e t a m b i é n la m á s efímera. A diferencia del m o d o lismo n o es u n acontecimiento, sino u n a f o r m a m u y antigua
de p r o d u c c i ó n esclavista que le precedió y del m o d o de pro- que, con diferentes administraciones, subsiste en tres cuartas
ducción capitalista que le siguió, el m o d o de producción feudal p a r t e s de n u e s t r o hemisferio» 2 5 . Y, en realidad, el feudalismo
como tal n o se p r e s t a b a a u n expansionismo imperialista en fue, desde luego, u n a «forma» institucional antes que u n «acon-
gran escala 2 3 . Aunque cada u n a de las clases señoriales luchara tecimiento» instantáneo; p e r o la a m p l i t u d de las «diferencias
incesantemente p a r a a m p l i a r el área de su p o d e r p o r m e d i o de administración» que se le a t r i b u í a n tendieron a vaciarlo de
de la agresión militar, la construcción de grandes imperios te- u n a identidad d e t e r m i n a d a 2 6 . En r e s u m i d a s cuentas, hoy n o
rritoriales era imposible debido al sistemático h e n d i m i e n t o de existe ninguna d u d a de que Montesquieu, con u n sentido his-
la a u t o r i d a d que definía al feudalismo de la E u r o p a medieval. tórico m u c h o m á s p r o f u n d o , estaba m á s cerca de la verdad. La
Por consiguiente, n o existía u n a u n i d a d política superior de investigación m o d e r n a sólo h a descubierto una región impor-
las diversas comunidades étnicas del continente. Una religión
c o m ú n y u n lenguaje a p r e n d i d o vinculaban e n t r e sí a unos
24
De l'esprit des lois, II, p. 296.
23
Oeuvres Completes, París, 1878, xxix, p. 91.
24
Es preciso subrayar que la inflación genérica del término «feuda-
lismo» no se limita a los marxistas. Esta misma tendencia es evidente
23 en una colección de muy diferente ideología, R. Coulborn, comp., Feu-
Porshnev desarrolla con acierto este tema, Feodalizm i narodnye
dalism in history, la mayor parte de cuyos ensayos descubren el feuda-
massi, pp. 517-8.
lismo en todas partes donde lo buscan.
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tante del m u n d o en la q u e p r e d o m i n ó de f o r m a indiscutible u n balleros m o n t a d o s f o r m a b a u n a clase dirigente hereditaria: el


m o d o de producción feudal c o m p a r a b l e al de E u r o p a . En el c a m p e s i n a d o e s t a b a j u r í d i c a m e n t e adscrito a la tierra en lo
o t r o e x t r e m o del continente euroasiático, m á s allá de los im- que era u n a réplica cercana de la s e r v i d u m b r e de la gleba.
perios orientales conocidos p o r la Ilustración, las islas de Ja- N a t u r a l m e n t e , el feudalismo j a p o n é s t a m b i é n poseía sus pro-
pón h a b r í a n de revelar u n p a n o r a m a social que r e c o r d a b a con pios rasgos locales, que c o n t r a s t a b a n con el feudalismo eu-
fuerza el p a s a d o medieval a los viajeros y observadores eu- ropeo. Las condiciones técnicas del cultivo del arroz i m p o n í a n
ropeos llegados a finales del siglo xix, después de que en 1853 diferentes e s t r u c t u r a s en las aldeas, que carecían de u n siste-
el d e s e m b a r c o del c o m o d o r o Perry en la b a h í a de Y o k o h a m a m a de rotación trienal. Por o t r a p a r t e , el señorío j a p o n é s r a r a
pusiera fin a su largo aislamiento del m u n d o exterior. Poco vez contenía u n a reserva señorial. Además, en el m a r c o de la
menos de u n a década después, el propio Marx c o m e n t a b a en relación i n t r a f e u d a l e n t r e el señor y su superior, p o r encima
El capital, publicado el a ñ o a n t e r i o r a la restauración Meiji: del p l a n o de la aldea, el vasallaje tendía a p r e d o m i n a r sobre
«Japón, con su organización p u r a m e n t e feudal de la p r o p i e d a d el beneficio: el vínculo «personal» del h o m e n a j e era tradicio-
de la tierra y su economía desarrollada de agricultura en pe- n a l m e n t e m á s f u e r t e q u e el vínculo «material» de la investi-
q u e ñ a escala, nos p r o p o r c i o n a u n a imagen m u c h o m á s fiel de dura. El sistema feudal era m e n o s contractual y específico que
la E d a d Media europea que todos n u e s t r o s libros de historia» 2 7 . en E u r o p a : las obligaciones de u n vasallo eran m á s amplias y
En el siglo xx, la opinión académica está de acuerdo, en su los derechos de su señor m á s imperativos. Dentro del equilibrio
inmensa mayoría, en considerar que J a p ó n f u e escenario his- peculiar de h o n o r y subordinación, reciprocidad y desigualdad
tórico de u n auténtico feudalismo 2 8 . P a r a lo q u e aquí nos in- que caracteriza al vínculo feudal, la variante j a p o n e s a se in-
teresa, la i m p o r t a n c i a f u n d a m e n t a l de este f e u d a l i s m o del clinaba decididamente hacia el segundo término. Aunque la
Oriente L e j a n o radica en su peculiar combinación de seme- organización de clanes ya estaba s u p e r a d a —como en toda for-
janzas e s t r u c t u r a l e s y divergencias dinámicas r e s p e c t o a la mación social v e r d a d e r a m e n t e feudal—, el «código» simbólico
evolución europea. de la relación señor-vasallo se expresaba en el lenguaje del
p a r e n t e s c o antes q u e e n los elementos del derecho: la autori-
El feudalismo japonés, q u e apareció c o m o u n m o d o de pro- dad del señor sobre u n m i e m b r o de su séquito era m á s pa-
ducción desarrollado a p a r t i r de los siglos xiv y xv, t r a s u n triarcal e incuestionable que en E u r o p a . La felonía señorial
largo proceso de incubación previa, se caracterizaba f u n d a m e n - era u n concepto extraño, los tribunales vasalláticos n o existían;
t a l m e n t e p o r el m i s m o nexo esencial que el f e u d a l i s m o eu- el legalismo estaba p o r lo general m u y limitado. La consecuen-
ropeo: la fusión del vasallaje, beneficio e i n m u n i d a d e n u n cia general m á s i m p o r t a n t e de esta f o r m a m á s a u t o r i t a r i a y
sistema de feudos q u e constituía el m a r c o político-legal básico asimétrica de j e r a r q u í a intraseñorial f u e la ausencia de u n
de extracción del p l u s t r a b a j o al p r o d u c t o r directo. E n J a p ó n sistema de Estados, t a n t o e n el p l a n o regional c o m o e n el
se r e p r o d u c e n con t o d a fidelidad los vínculos existentes e n t r e nacional. E s t a es, sin duda, la línea divisoria política m á s im-
el servicio militar, la p r o p i e d a d condicional de la tierra y la p o r t a n t e e n t r e el feudalismo j a p o n é s y europeo, considerados
jurisdicción señorial. La j e r a r q u í a de grados e n t r e el señor, el c o m o e s t r u c t u r a s cerradas.
vasallo y el subvasallo, hasta f o r m a r u n a cadena de soberanía
y dependencia, t a m b i é n está presente. Una aristocracia de ca- P e r o u n a vez registradas estas significativas diferencias de
segundo orden, el parecido f u n d a m e n t a l e n t r e a m b a s configu-
" Capital, Moscú, 1961, I, p. 718 [El capital, Madrid, Siglo XXI, 1975-
raciones históricas, consideradas en su c o n j u n t o , es inconfun-
1979, i, p. 897], dible. Sobre todo, el feudalismo j a p o n é s t a m b i é n se definía p o r
" Véanse los célebres párrafos de Eioch, Feudal society, pp. 446-7 u n a rígida f r a g m e n t a c i ó n de la soberanía y u n a propiedad pri-
[La sociedad feudal, México, UTEHA, 19JÉ]; Boutruche, Seigneurie et féoda- vada y escalonada de la tierra. La f r a g m e n t a c i ó n de la sobera-
lité, I, pp. 281-91 [Señorío y feudalismo, Buenos Aires, Siglo XXI, 1973].
El principal estudio comparativo de los feudalismos europeo y japonés nía alcanzó u n a f o r m a m á s organizada, sistemática y estable
es F. Joüon des Longrais, L'est et l'ouest, París, 1958, passim. La docu- en el J a p ó n de los Tokugawa que en ningún país europeo. Por
mentación de los comentarios sobre el desarrollo del Japón que se hacen otra parte, la propiedad p r i v a d a y escalonada de la tierra f u e
más adelante podrá encontrarse en las referencias de la nota sobre el
feudalismo japonés, pp. 447-75.
más universal en el J a p ó n feudal que e n la E u r o p a medieval.
Conclusiones 426
408
Conclusiones
Pero, al m i s m o tiempo, h u b o u n a decisiva divergencia e n t r e
p o r q u e allí n o existían posesiones alodiales en el campo. El la evolución europea y la japonesa. E n efecto, a u n q u e J a p ó n
paralelismo básico de las dos grandes experiencias de feuda- h a b r í a de alcanzar en ú l t i m o t é r m i n o u n r i t m o de industriali-
lismo, en los extremos opuestos de Eurasia, h a b r í a de recibir zación m á s rápido que el de cualquier país capitalista de E u r o p a
su m á s s o r p r e n d e n t e confirmación final en el destino posterior o Norteamérica, el impulso f u n d a m e n t a l p a r a su t e m p e s t u o s a
de cada zoiia F" feudalismo europeo f u e la p u e r t a del capi- transición hacia el m o d o de p r o d u c c i ó n capitalista, a finales
talismo. La dinámica económica del m o d o de producción feu-
del siglo xix y en la p r i m e r a p a r t e del xx, f u e exógeno. El im-
dal e u r o p e o f u e lo que liberó los elementos necesarios p a r a la
p a c t o del imperialismo occidental sobre el f e u d a l i s m o j a p o n é s
acumulación originaria de capital a escala continental, y el or-
f u e lo que galvanizó r e p e n t i n a m e n t e las f u e r z a s internas, diri-
den social de la E d a d Media precedió y p r e p a r ó el auge de la
giéndolas hacia la t r a n s f o r m a c i ó n total del o r d e n tradicional.
clase burguesa que la llevaría a cabo. La plenitud del m o d o de
La p r o f u n d i d a d de estos cambios n o estaba, en m o d o alguno,
producción capitalista, desencadenado p o r la revolución indus-
al alcance del reino d e los Tokugawa. C u a n d o la e s c u a d r a de
trial, f u e el regalo y la maldición q u e E u r o p a hizo al m u n d o .
Hoy, en la segunda m i t a d del siglo xx, sólo u n a región impor- Perry ancló en Y o k o h a m a en 1853, la distancia histórica e n t r e
tante, f u e r a de E u r o p a o de sus colonias u l t r a m a r i n a s , ha al- J a p ó n y las a m e n a z a n t e s potencias e u r o a m e r i c a n a s era, a pe-
canzado u n capitalismo industrial avanzado: J a p ó n . Como ha sar de todo, e n o r m e . La agricultura j a p o n e s a e s t a b a notable-
d e m o s t r a d o la investigación histórica m o d e r n a , las precondi- m e n t e comercializada en el p l a n o de la distribución, p e r o lo
ciones económicas del capitalismo j a p o n é s e s t a b a n p r o f u n d a - e s t a b a m u c h o menos en el de la producción. Las r e n t a s feuda-
m e n t e enraizadas en el feudalismo nipón, que t a n t o llamó la les, r e c a u d a d a s p r e d o m i n a n t e m e n t e en especie, r e p r e s e n t a b a n
atención de Marx y de los europeos a finales del siglo xix. Nin- todavía la m a y o r p a r t e del plusproducto, a u n q u e al final del
guna o t r a zona del m u n d o contenía a ú n tantos elementos in- proceso se convirtieran en dinero; el cultivo directo p a r a el
ternos favorables p a r a u n a r á p i d a industrialización. La agri- m e r c a d o conservaba u n papel subsidiario d e n t r o del c o n j u n t o
c u l t u r a feudal, exactamente igual que en E u r o p a occidental, de la economía rural. Las ciudades j a p o n e s a s e r a n g r a n d e s
había generado unos niveles notables de productividad, proba- aglomeraciones u r b a n a s , con instituciones financieras y mer-
b l e m e n t e superiores a los de la m a y o r p a r t e del Asia monzó- cantiles m u y complejas, p e r o las m a n u f a c t u r a s tenían todavía
nica en la actualidad. También había aparecido u n a propiedad u n c a r á c t e r m u y r u d i m e n t a r i o y e s t a b a n d o m i n a d a s p o r los
r u r a l orientada al m e r c a d o en u n c a m p o cuyo índice global oficios artesanos, organizados en gremios tradicionales; las fá-
de comercialización e r a s o r p r e n d e n t e m e n t e alto, quizá m á s de bricas eran p r á c t i c a m e n t e desconocidas; el t r a b a j o asalariado
la m i t a d del p r o d u c t o total. Más significativo a ú n era q u e el n o e s t a b a organizado a g r a n escala; la tecnología era simple
tardío feudalismo j a p o n é s había e x p e r i m e n t a d o u n tipo de ur- y arcaica. La educación j a p o n e s a era u n f e n ó m e n o de masas,
banización p r o b a b l e m e n t e sin igual en ninguna o t r a p a r t e , si q u e quizá había alfabetizado a u n o de cada dos h o m b r e s . Pero,
se exceptúa la E u r o p a c o n t e m p o r á n e a : a principios del si- cultura] mente, el país e s t a b a a ú n e n o r m e m e n t e a t r a s a d o en
glo X V I I I , su capital, Edo, era m á s extensa que Londres o París, comparación con sus antagonistas occidentales; n o se había
y posiblemente u n o de cada diez h a b i t a n t e s vivía en ciudades p r o d u c i d o ningún desarrollo científico, y el derecho estaba poco
q u e s u p e r a b a n los 10.000 habitantes. En fin, el capital educa- evolucionado; apenas existía la filosofía, m e n o s a ú n la teoría
tivo del país resiste cualquier comparación con el de las na- política o económica; p r á c t i c a m e n t e había u n a ausencia total
ciones más desarrolladas de E u r o p a occidental: en vísperas de de historia crítica. En o t r a s palabras, sus costas n o habían sido
la «apertura» de J a p ó n a Occidente, alrededor del 40 ó 50 por rozadas p o r n a d a q u e p u d i e r a c o m p a r a r s e r e m o t a m e n t e al Re-
ciento de la población a d u l t a masculina sabía leer y escribir. nacimiento. Lógicamente, la e s t r u c t u r a del E s t a d o p e r m a n e c í a
La rapidez y el éxito extraordinarios con los que la restaura- f r a g m e n t a d a y congelada. J a p ó n conoció u n a larga y rica expe-
ción Meiji i m p l a n t ó en J a p ó n el capitalismo industrial tenían riencia de feudalismo, p e r o n u n c a p r o d u j o u n absolutismo. El
sus p r e s u p u e s t o s históricos d e t e r m i n a n t e s en el c a r á c t e r espe- s h o g u n a t o Tokugawa, q u e g o b e r n ó sobre las islas d u r a n t e los
cialmente avanzado de la sociedad que le había legado el feu- doscientos cincuenta años anteriores a la i n t r u s i ó n del Occi-
dalismo de los Tokugawa. d e n t e industrializado, aseguró u n a larga paz y m a n t u v o u n or-
408 Conclusiones Conclusiones 429
den riguroso; p e r o su régimen era la negación de u n Estado m i s m a e s t r u c t u r a articulada p u e d e llegar a la existencia p o r
absolutista. El shogunato no tenía el monopolio de la fuerza muy diferenes «caminos». Sus elementos constitutivos p u e d e n
en Japón; los señores regionales conservaban sus propios ejér- q u e d a r liberados de los anteriores modos de p r o d u c c i ó n se-
citos, cuyo volumen total era s u p e r i o r al de la propia casa To- gún f o r m a s y procesos m u y variados antes de que se entre-
kugawa. El shogunato no implantó u n derecho u n i f o r m e : la crucen p a r a f o r m a r u n sistema coherente y a u t o r r e p r o d u c t i v o .
a u t o r i d a d de sus propias regulaciones a f e c t a b a b á s i c a m e n t e a El feudalismo j a p o n é s n o tuvo t r a s de sí u n p a s a d o «esclavis-
u n a q u i n t a o c u a r t a p a r t e del país. No poseía u n a burocracia ta» ni «tribal», sino que f u e el p r o d u c t o de la lenta desintegra-
con competencia en toda el área de su soberanía: todos los ción de u n sistema imperial de tradición china, b a s a d o e n el
grandes feudos tenían su propia administración, s e p a r a d a y monopolio estatal de la tierra. El E s t a d o Taiho, creado en los
a u t ó n o m a . No r e c a u d a b a ningún i m p u e s t o nacional: las t r e s siglos v n y v i n de n u e s t r a era b a j o la influencia china, e r a
c u a r t a s p a r t e s de la tierra q u e d a b a n f u e r a de su á m b i t o fiscal. u n tipo de imperio a b s o l u t a m e n t e distinto del de Roma. La es-
No dirigía ninguna diplomacia: el aislamiento oficial prohibía clavitud era mínima, n o existía la libertad municipal y e s t a b a
que se m a n t u v i e r a n relaciones de carácter regular con el mun- abolida la propiedad privada de la tierra. La gradual disloca-
do exterior. Ejército, fiscalidad, burocracia, legalidad y diplo- ción del sistema político, b u r o c r á t i c o y centralizado, constitui-
macia, todos los complejos institucionales básicos del absolu- do según los Códigos Taiho, f u e un proceso espontáneo y en-
tismo europeo, eran deficientes o f a l t a b a n p o r completo. E n dógeno que se extendió desde el siglo ix h a s t a el xvi. N o h u b o
este sentido, la distancia política e n t r e J a p ó n y E u r o p a , las ninguna invasión e x t r a n j e r a c o m p a r a b l e a las migraciones bár-
dos p a t r i a s del feudalismo, m a n i f i e s t a y simboliza la p r o f u n d a b a r a s en E u r o p a . La única amenaza exterior seria, el a t a q u e
divergencia de su desarrollo histórico. E n este p u n t o es nece- m a r í t i m o realizado p o r los mogoles en el siglo x i n , f u e re-
saria e instructiva u n a comparación no sobre la «naturaleza», chazada con decisión. Así pues, los mecanismos de la transición
sino sobre la «posición» del feudalismo en la trayectoria de al f e u d a l i s m o en J a p ó n f u e r o n t o t a l m e n t e diferentes a los de
E u r o p a . N o se p r o d u j o el cataclismo del colapso y la disolu-
cada u n a de ellas.
ción de dos m o d o s conflictivos de producción, a c o m p a ñ a d o
Como ya hemos visto, el m o d o de producción feudal fue, en
p o r u n a p r o f u n d a regresión económica, política y cultural que,
E u r o p a , el resultado de u n a fusión de elementos liberados p o r
a pesar de todo, d e s p e j ó el c a m i n o p a r a el posterior avance
el choque y la disolución de dos modos antagónicos de pro-
del nuevo m o d o de producción nacido de la disolución d e am-
ducción anteriores a él: el m o d o de producción esclavista de
bos. Lo que se p r o d u j o , m á s bien, f u e u n a decadencia larguí-
la Antigüedad clásica y los modos de producción primitivo-
sima e interminable de u n E s t a d o imperial central, en cuyo
comunales de las poblaciones tribales de su periferia. La lenta
m a r c o los nobles guerreros locales u s u r p a r o n imperceptible-
síntesis romano-germánica en la E d a d Oscura p r o d u j o final-
m e n t e las tierras provinciales y privatizaron el p o d e r militar
m e n t e la nueva civilización del f e u d a l i s m o europeo. La historia
h a s t a que — t r a s u n a continua evolución de siete siglos— tuvo
específica de todas las formaciones sociales que existieron en
lugar u n a f r a g m e n t a c i ó n feudal p r á c t i c a m e n t e completa del
la E u r o p a medieval y m o d e r n a estuvo m a r c a d a p o r la inciden-
país. Este proceso regresivo de feudalización «desde dentro»
cia diferencial de esta síntesis p r i m a r i a que dio origen al feu-
se completó f i n a l m e n t e con la recomposición de los señoríos
dalismo. Un examen de la experiencia c o m p l e t a m e n t e diferen-
territoriales independientes en u n a p i r á m i d e organizada de so-
te del feudalismo j a p o n é s c o n f i r m a u n a i m p o r t a n t e verdad de
b e r a n í a feudal. El shogunato Tokugawa r e p r e s e n t ó el inmóvil
c a r á c t e r general, que debemos a Marx: la génesis de u n m o d o
p r o d u c t o final de esta historia secular.
de producción siempre debe distinguirse de su estructura 29. La
29 Toda la genealogía del feudalismo j a p o n é s presenta, en otra»
Los análisis de Marx sobre la acumulación originaria (Capital, I,
páginas 713-74 [El capital, I, pp. 891-954] ofrecen, naturalmente, el ejemplo palabras, un c o n t r a s t e inequívoco con los antecedentes del feu-
clásico de esta distinción. Pueden verse también muchas afirmaciones dalismo europeo. Hintze, cuya o b r a contiene análisis q u e toda-
de los Grundrisse, por ejemplo: «si bien, pues, los supuestos del devenir
del dinero en capital aparecen como ciertos supuestos exteriores a la ducción». Grundrisse, Londres, 1973, p. 364 [Elementos fundamentales
génesis del capital, éste, no bien ha llegado a ser capital en cuanto tal, pro- para la crítica de la economía política, Madrid, Siglo XXI, 1972-1976, vol. 1,
duce sus propios supuestos [...] a través de su propio proceso de pro- página 421].
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vía se c u e n t a n e n t r e las m á s p r o f u n d a s reflexiones sobre la f e u d a l i s m o que se desarrollaron p r i m e r o en E u r o p a se repro-


naturaleza y la incidencia del feudalismo, estaba equivocado al d u j e r a n después en Japón; quizá sea a ú n más significativo q u e
p e n s a r que, a este respecto, existía u n a estrecha analogía e n t r e esas e s t r u c t u r a s tuvieran efectos históricos m u y similares. El
las experiencias j a p o n e s a y europea. Para Hintze, el feudalismo desarrollo del señorío, el crecimiento del capital mercantil, la
e r a siempre el r e s u l t a d o de lo q u e llamaba la «desviación» extensión del alfabetismo, f u e r o n tales en J a p ó n q u e ésta f u e
(Ablenkung) de u n a sociedad tribal q u e p r o g r e s a a través del la única región i m p o r t a n t e del m u n d o , de origen n o europeo,
a r m a z ó n de u n i m p e r i o anterior, el cual desvía su c a m i n o hacia capaz de unirse a E u r o p a , N o r t e a m é r i c a y Australasia en la
la f o r m a c i ó n del E s t a d o según u n a configuración única. Recha- m a r c h a hacia el capitalismo industrial.
zando t o d o evolucionismo lineal, Hintze insistía en la necesidad Con todo, u n a vez s u b r a y a d o el p a r a l e l i s m o f u n d a m e n t a l
de u n «entrelazamiento» (Verflechtung) coyuntural de los efec- e n t r e los feudalismos j a p o n é s y europeo, c o m o modos de pro-
tos imperiales y tribales p a r a liberar u n v e r d a d e r o feudalismo. ducción i n t e r n a m e n t e articulados, q u e d a todavía el h e c h o sim-
La aparición del f e u d a l i s m o en E u r o p a occidental después del ple y e n o r m e de su divergente r e s u l t a d o final. A p a r t i r del
i m p e r i o r o m a n o podía c o m p a r a r s e así con la aparición del feu- Renacimiento, E u r o p a llevó a cabo la transición hacia el capi-
dalismo j a p o n é s después del imperio Taiho: en a m b o s casos talismo b a j o su p r o p i o impulso en u n proceso de incesante ex-
f u e u n a combinación «externa» (Alemania/Roma y Japón/Chi- pansión global. La revolución industrial, que, gracias a la acu-
na) de elementos lo que d e t e r m i n ó la f o r m a c i ó n del nuevo or- mulación originaria de capital, se pone en m a r c h a en escala
den. «El feudalismo n o es la creación de u n a evolución nacional internacional a comienzos de la época m o d e r n a , f u e u n a com-
i n m a n e n t e , sino u n a constelación histórico-mundial» 3 0 . El de- bustión e s p o n t á n e a y gigantesca de las fuerzas de producción,
fecto de esta comparación es que da p o r supuesta la existencia sin igual en su p o d e r y universal en su alcance. N a d a compa-
d e alguna similitud e n t r e los estados imperiales chino y roma- rable ocurrió en J a p ó n y, a p e s a r de los avances de la época
no, m á s allá de su a b s t r a c t a n o m e n c l a t u r a de imperios. La Tokugawa, n o había ninguna señal de que algo s e m e j a n t e f u e r a
R o m a a n t o n i n a y la China T'ang, o su equivalente el J a p ó n inminente. El impacto del imperialismo e u r o a m e r i c a n o f u e lo
Tahio, e r a n en realidad civilizaciones c o m p l e t a m e n t e diferentes, que destrozó el viejo o r d e n político japonés, y la importación
b a s a d a s en distintos m o d o s de producción. Una de las lecciones de la tecnología occidental f u e lo que hizo posible u n a indus-
básicas de la aparición independiente de la m i s m a f o r m a his- trialización a u t ó c t o n a a p a r t i r de los materiales de su herencia
tórica en los dos extremos de E u r a s i a es la diversidad de las socioeconómica. El f e u d a l i s m o p e r m i t i ó que sólo Japón, e n t r e
vías hacia el f e u d a l i s m o y n o su identidad. F r e n t e al h e c h o de las sociedades asiáticas, a f r i c a n a s o amerindias, se alistara en
esta radical diversidad en los orígenes, la semejanza estructural las filas del capitalismo avanzado, c u a n d o ya el imperialismo
del feudalismo e u r o p e o y j a p o n é s es todavía m á s sorprenden- se había convertido en u n sistema de conquista universal; pero
te; es la m á s elocuente d e m o s t r a c i ó n de que u n m o d o de pro- Japón, en su aislamiento en medio del Pacífico, n o generó u n
ducción, u n a vez f o r m a d o , r e p r o d u c e su propia u n i d a d rigurosa capitalismo nativo p o r su p r o p i o impulso. Por tanto, d e n t r o
en c u a n t o sistema integrado, «limpio» de los diversos presu- del m o d o de producción feudal n o existía ninguna fuerza inhe-
puestos q u e inicialmente le dieron el ser. El m o d o de produc- r e n t e que lo e m p u j a r a a t r a n s f o r m a r s e inevitablemente en el
ción feudal tiene su p r o p i o o r d e n y su propia necesidad, q u e se m o d o de producción capitalista. El análisis concreto de historia
i m p o n e n con idéntica lógica en dos medios e x t r e m a d a m e n t e di- c o m p a r a d a n o sugiere ningún fácil evolucionismo.
ferentes c u a n d o el proceso de transición h a llegado a su fin.
No se t r a t a sólo de q u e las principales e s t r u c t u r a s r e c t o r a s del ¿Qué es, p o r tanto, lo específico de la historia europea, que
la separó tan p r o f u n d a m e n t e de la historia japonesa, a p e s a r
K
Hintze, «Wesen und Verbreitung des Feudalismus», Gesammelte Ab- del ciclo c o m ú n del feudalismo que, p o r lo demás, unió t a n
handlungen, i, p. 90. Hintze creía que después del imperio bizantino hubo e s t r e c h a m e n t e a a m b a s ? La respuesta reside con toda seguri-
un feudalismo ruso, y después del imperio sasánida un feudalismo islá- dad en el legado p e r d u r a b l e de la Antigüedad clásica. El impe-
mico, que presentaban otros dos casos del mismo proceso. En realidad,
el desarrollo ruso formó parte del conjunto del feudalismo europeo y rio r o m a n o , en su f o r m a histórica final, era p o r su p r o p i a na-
nunca existió ningún verdadero feudalismo islámico. Pero toda la expo- turaleza incapaz de u n a transición hacia el capitalismo. El
sición de Hintze, pp. 89-109, tiene un enorme interés. m i s m o avance del universo clásico lo c o n d e n a b a a u n a regre-
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sión catastrófica, de u n tipo p a r a el que v e r d a d e r a m e n t e n o do toda noción p u r a m e n t e lineal del tiempo histórico como u n
hay ningún o t r o e j e m p l o en los anales de la civilización. El todo. En vez de p r e s e n t a r la f o r m a de u n a cronología acumula-
m u n d o social m u c h o más primitivo del p r i m e r feudalismo f u e tiva, en la que u n a etapa sucede y suplanta a la anterior, p a r a
el resultado de su colapso, p r e p a r a d o desde el interior y com- p r o d u c i r la siguiente que a su vez la s u p e r a r á , la m a r c h a hacia
p l e t a d o desde el exterior. La E u r o p a medieval, t r a s u n a larga el capitalismo revela u n a supervivencia del legado de u n m o d o
gestación, liberó a principios de la época m o d e r n a los elemen- de producción d e n t r o de u n a época dominada p o r otro, y u n a
tos de u n a lenta transición ulterior hacia el m o d o de produc- reactivación de su fuerza en el paso hacia u n tercero. La «ven-
ción capitalista. Pero lo que hizo posible en E u r o p a el paso taja» de E u r o p a sobre J a p ó n radica en su ascendencia clásica,
singular hacia el capitalismo f u e la concatenación de la Anti- que incluso después de la Edad Media no desapareció «detrás»
güedad y el feudalismo. En o t r a s palabras, p a r a c a p t a r el se- de ella, sino que, en ciertos aspectos básicos, sobrevivió «fren-
creto de la aparición del m o d o de producción capitalista en te» a ella. En este sentido, la génesis histórica concreta del
E u r o p a es necesario d e s c a r t a r de la f o r m a m á s radical posible feudalismo europeo, lejos de desvanecerse c o m o el fuego y el
toda concepción que reduzca el proceso a u n a simple subsun- vapor en la solidez t e r r e s t r e de su e s t r u c t u r a ya realizada, tuvo
ción evolucionista de u n m o d o de producción inferior p o r u n efectos tangibles sobre su disolución final. La v e r d a d e r a tem-
m o d o de producción más elevado, de tal m a n e r a que el u n o se poralidad histórica r e c t o r a de los tres grandes m o d o s de pro-
genera a u t o m á t i c a y e n t e r a m e n t e a p a r t i r del o t r o p o r u n a su- ducción históricos que h a n d o m i n a d o a E u r o p a h a s t a n u e s t r o
cesión orgánica, disolviéndolo en consecuencia. Marx insistió siglo es, p o r tanto, radicalmente distinta del continuum de u n a
con toda razón en la diferencia e n t r e la génesis y la e s t r u c t u r a cronología evolucionista. C o n t r a r i a m e n t e a todos los presupues-
de los modos de producción, p e r o se dejó llevar p o r la equivo- tos historicistas, en ciertos niveles el t i e m p o p a r e c e invertirse
cada tentación de a ñ a d i r que el nuevo modo, u n a vez asegurada entre los dos p r i m e r o s m o d o s de producción p a r a liberar así
su reproducción, absorbía o abolía p o r completo las huellas del la crítica transición hacia el tercero. C o n t r a r i a m e n t e a todos
primero. Así, Marx escribió q u e los «supuestos» previos de u n los presupuestos estructuralistas, n o existe ningún m e c a n i s m o
m o d o de producción, «precisamente en cuanto tales supuestos a u t o m o t o r de desplazamiento desde el m o d o de producción feu-
históricos pertenecen al p a s a d o y, p o r tanto, a la historia de dal al m o d o de producción capitalista, c o m o si f u e r a n sistemas
su formación, p e r o de ningún m o d o a su historia contemporá- contiguos y cerrados. La concatenación de los modos de pro-
nea, es decir, n o pertenecen al sistema real del m o d o de pro- ducción antiguo y feudal f u e necesaria p a r a p r o d u c i r el m o d o
ducción [ . . . ] h a n q u e d a d o a su zaga, como p r ó d r o m o s históri- de producción capitalista en E u r o p a en u n a relación que n o es
cos de su devenir, al igual q u e los procesos a través de los de m e r a secuencia diacrónica, sino también, en un estadio de-
cuales la Tierra pasó de m a r fluente de fuego y vapores a su terminado, de articulación sincrónica 3 2 . El p a s a d o clásico volvió
f o r m a actual, se sitúan allende su existencia como Tierra 3 1 . a d e s p e r t a r en el seno del p r e s e n t e feudal p a r a asistir a la
llegada del f u t u r o capitalista, a la vez inimaginablemente dis-
En realidad, ni siquiera el capitalismo t r i u n f a n t e —el pri-
tante y e x t r a ñ a m e n t e vecino a él. P o r q u e el n a c i m i e n t o del
m e r m o d o de producción cuyo alcance h a llegado a ser verda-
capital presenció también, c o m o sabemos, el renacer de la An-
d e r a m e n t e universal— r e s u m e o internaliza simplemente todos
tigüedad. El Renacimiento es —a p e s a r de todas las críticas
los modos de producción anteriores q u e e n c o n t r ó y dominó en
y las revisiones— la e n c r u c i j a d a de toda la historia de E u r o p a :
su camino. Y m u c h o menos p u d o h a c e r e s t o el f e u d a l i s m o en
el doble m o m e n t o de u n a expansión sin igual del espacio y, si-
E u r o p a . Ninguna teleología unitaria de este tipo dirige las tor-
m u l t á n e a m e n t e , de u n a recuperación del tiempo. En este mo-
tuosas y dispersas huellas de la historia de esa m a n e r a . Las
formaciones sociales concretas e n c a r n a n siempre cierto núme-
r o de m o d o s de producción coexistentes y conflictivos, de di- !!
La reaparición de la esclavitud a gran escala en el Nuevo Mundo
versa antigüedad. En efecto, el advenimiento del m o d o de pro- habría de ser una de las características más significativas de la primera
ducción capitalista en E u r o p a sólo puede entenderse desechan- época moderna y sería una condición indispensable de la acumulación
originaria, necesaria para la victoria del capitalismo industrial en Europa.
J1
Su función, que se sitúa fuera del alcance de este trabajo, se analizará
Grundrisse, pp. 363-4 [Elementos, vol. 1, pp. 420-1], en un estudio posterior.
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mentó, con el r e d e s c u b r i m i e n t o del M u n d o Antiguo y el des- de producción feudal, p u e d a n sobrevivir dentro de las forma-
c u b r i m i e n t o del Nuevo, el sistema estatal e u r o p e o a d q u i r i ó su ciones sociales e u r o p e a s m u c h o después de la desaparición de
plena singularidad. Un p o d e r universal o m n i p r e s e n t e h a b r í a los m u n d o s r o m a n o y germánico. Así, el feudalismo e u r o p e o
de ser el resultado y el fin de esta singularidad. d i s f r u t ó desde el principio de u n legado municipal que «llenó»
La concatenación de los m o d o s de p r o d u c c i ó n antiguo y el espacio d e j a d o p o r el nuevo m o d o de producción p a r a el
feudal que distingue el desarrollo e u r o p e o p u e d e observarse desarrollo u r b a n o de m a n e r a m u c h o m á s positiva y dinámica
en varios rasgos originales de las épocas medieval y m o d e r n a que en ninguna o t r a p a r t e . Ya h e m o s h a b l a d o del testimonio
que lo distancian de la experiencia j a p o n e s a (por n o h a b l a r ya más elocuente q u e existe sobre la i m p o r t a n c i a directa de la
de la islámica o la china). P a r a empezar, la posición y la evo- Antigüedad en la aparición de las f o r m a s u r b a n a s característi-
lución de las ciudades f u e c o m p l e t a m e n t e distinta. El feudalis- cas de la E d a d Media europea: la primacía de Italia en este
mo, c o m o m o d o de producción, f u e el p r i m e r o en la historia proceso y la adopción de los símbolos r o m a n o s p o r sus pri-
que hizo posible u n a oposición dinámica e n t r e la ciudad y el m e r o s regímenes municipales, desde los «consulados» del si-
campo; la parcelación de la soberanía i n h e r e n t e a su estruc- glo x i en adelante. Toda la concepción social y jurídica de u n a
t u r a p e r m i t í a el crecimiento de enclaves u r b a n o s a u t ó n o m o s ciudadanía u r b a n a c o m o tal poseía u n r e c u e r d o y u n a s derivacio-
como centros de producción d e n t r o de u n a economía predomi- nes clásicas y n o tuvo ningún paralelo f u e r a de E u r o p a . Natural-
n a n t e m e n t e r u r a l y n o como centros privilegiados o parasita- mente, d e n t r o del m o d o de producción feudal, u n a vez consti-
rios de c o n s u m o o administración (modelo típicamente asiático, tuido, la base socioeconómica de las ciudades-repúblicas q u e
según creía Marx). El o r d e n feudal f o m e n t ó así u n t i p o d e vi- se desarrollaron g r a d u a l m e n t e en Italia y en el n o r t e f u e radi-
talidad u r b a n a distinta a la de cualquier o t r a civilización, cuyos calmente distinta de la del m o d o de p r o d u c c i ó n esclavista, del
p r o d u c t o s comunes p u e d e n verse en J a p ó n y en E u r o p a . Al q u e h e r e d a b a n t a n t a s tradiciones s u p e r e s t r u c t u r a l e s : el t r a b a j o
m i s m o tiempo, sin embargo, existía u n a diferencia f u n d a m e n - artesanal liberado las hizo p a r a siempre distintas de sus pre-
tal e n t r e las ciudades de la E u r o p a medieval y las de J a p ó n . decesoras, a la vez m á s toscas y capaces de m a y o r creatividad.
Las p r i m e r a s poseían u n grado de densidad y a u t o n o m í a des- Como Anteo, en la c o m p a r a c i ó n de Weber, la cultura u r b a n a
conocidos p a r a las segundas; su p e s o específico d e n t r o del con- del m u n d o clásico, q u e en la E d a d Media se había h u n d i d o
j u n t o del o r d e n feudal era m u c h o mayor. E n Japón, la princi- h a s t a las cavernosas p r o f u n d i d a d e s del m u n d o rural, resurgió
pal oleada de urbanización f u e relativamente tardía —se des- de nuevo, m á s f u e r t e y m á s libre, en las comunidades u r b a n a s
arrolló a p a r t i r del siglo Xvi— y estuvo d o m i n a d a p o r u n a s de la p r i m e r a época m o d e r n a 3 3 . N a d a s e m e j a n t e a este proceso
pocas y grandes concentraciones. Además, las ciudades japone- histórico tuvo lugar en J a p ó n ni a fortiori en los grandes impe-
sas consiguieron u n autogobierno municipal p e r m a n e n t e ; su rios asiáticos —árabe, turco, indio o chino— que n u n c a cono-
apogeo coincidió con el m á x i m o control ejercido sobre ellas cieron el feudalismo. Las ciudades de E u r o p a —comunas, re-
p o r los señores y los shogun. En E u r o p a , p o r o t r a p a r t e , la es- públicas, tiranías— f u e r o n el p r o d u c t o único del desarrollo
t r u c t u r a general del feudalismo p e r m i t i ó el desarrollo de ciu- c o m b i n a d o q u e caracterizó al continente.
dades p r o d u c t o r a s , b a s a d a s t a m b i é n en las m a n u f a c t u r a s arte-
sanales, p e r o las formaciones sociales específicas que surgieron Al m i s m o tiempo, la agricultura del f e u d a l i s m o europeo
de la peculiar f o r m a local de transición hacia el feudalismo e x p e r i m e n t ó también u n a evolución q u e n o tuvo paralelo en
permitieron, desde el principio, u n «input» u r b a n o y municipal ninguna o t r a p a r t e . Ya se h a s u b r a y a d o la extrema rareza del
m u c h o mayor. Como h e m o s visto, el v e r d a d e r o movimiento de sistema de feudos c o m o tipo de propiedad r u r a l : n u n c a f u e
la historia n u n c a es el simple p a s o de u n m o d o de producción conocido en los grandes estados islámicos ni b a j o las sucesivas
p u r o a otro; siempre está c o m p u e s t o p o r u n a serie c o m p l e j a dinastías chinas, q u e tuvieron sus propias f o r m a s característi-
de formaciones sociales en las que se entremezclan varios mo- cas de posesión agraria. El f e u d a l i s m o japonés, sin embargo,
dos de producción b a j o el dominio de u n o de ellos. A e s t o se m o s t r ó el m i s m o nexo de vasallaje, beneficio e i n m u n i d a d q u e
debe, p o r supuesto, q u e d e t e r m i n a d o s «efectos» de los m o d o s de
" Véanse los párrafos finales de Weber, en todo su esplendor, en «Die
producción antiguo y primitivo-comunal, anteriores al m o d o Sozialen Gründe des Untergangs der antiken Kultur», Gesammelte Auf-
satze zur Soziat- und Wirtschaftsgeschichte, pp. 310-1.
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definió al orden medieval en E u r o p a . Pero n u n c a e x p e r i m e n t ó dad privada —absoluta— d e n t r o de la nobleza terrateniente f u e


la transformación crucial de la propiedad r u r a l que distinguió la preparación indispensable de la llegada del capitalismo y m a r c ó
al p r i m e r período de la E u r o p a m o d e r n a . El m o d o de produc- el m o m e n t o en que E u r o p a dejó a t r á s a todos los demás siste-
ción feudal p u r o se caracterizaba p o r la propiedad privada con- mas agrarios. En la larga época de transición en la que la tie-
dicional de la tierra, de la que estaba investida u n a clase he- rra se m a n t u v o como la f u e n t e cuantitativamente p r e d o m i n a n t e
reditaria de nobles. La naturaleza privada o individual de esta de riqueza en todo el continente, la consolidación de u n a pro-
propiedad r u r a l lo distinguía, c o m o vio Marx, de toda u n a piedad privada ilimitada y hereditaria constituyó un paso fun-
amplia gama de sistemas agrarios alternativos, situados f u e r a d a m e n t a l hacia la liberación de los factores de producción ne-
de E u r o p a y de Japón, en los que el monopolio f o r m a l del cesarios p a r a la acumulación de u n v e r d a d e r o capital. El m i s m o
E s t a d o sobre la tierra, fuese inicial o p e r m a n e n t e , correspondía «vinculismo» que i m p u s o la aristocracia europea a principios
a unas clases de poseedores m u c h o m e n o s «aristocráticas», en de la Edad Moderna f u e ya u n a p r u e b a palmaria de las pre-
sentido estricto, que los caballeros o los samurais. Pero, u n a siones objetivas hacia u n m e r c a d o libre de la tierra que habría
vez más, el desarrollo europeo f u e m u c h o m á s allá del japonés de generar, en último término, u n a agricultura capitalista. El
con la transición, en la época del Renacimiento, de la propie- orden legal surgido del renacimiento del derecho r o m a n o creó
dad privada condicional de la tierra a la absoluta. También en las condiciones jurídicas generales para u n a transición eficaz
este caso f u e el legado clásico del derecho r o m a n o lo que fa- hacia el m o d o de producción capitalista, tanto en la ciudad
cilitó y codificó este avance decisivo. La p r o p i e d a d quiritaria, como en el campo. La seguridad de la propiedad y el carácter
la m á s alta expresión legal de la economía mercantil de la An- f i j o de los contratos, la protección y la predictibilidad de las
tigüedad, p e r m a n e c i ó a la espera de ser redescubierta y puesta transacciones económicas e n t r e las p a r t e s individuales, garan-
en f u n c i o n a m i e n t o u n a vez que la expansión de las relaciones tizadas p o r un derecho civil escrito, n u n c a se repitieron en
mercantiles d e n t r o de la E u r o p a feudal h u b i e r a alcanzado unos ninguna o t r a parte. El derecho islámico fue, como mucho, vago
niveles en los que su precisión y claridad fuesen necesarias de e inseguro en los p r o b l e m a s de la propiedad inmobiliaria; su
nuevo 3 4 . I n t e n t a n d o definir la especificidad de la vía europea interpretación era inextricablemente religiosa y, p o r tanto, con-
al capitalismo f r e n t e a la evolución del r e s t o del mundo, Marx fusa y contenciosa. El derecho chino era rígidamente punitivo
escribió a Zasúlich que, «en este movimiento occidental, el y represivo; apenas se ocupaba de las relaciones civiles, y no
p r o b l e m a es la transformación de una forma de propiedad pri- ofrecía un a r m a z ó n estable para la actividad económica. El
vada en otra forma de propiedad privada»35. Marx estaba indi- derecho j a p o n é s era f r a g m e n t a r i o y r u d i m e n t a r i o , con sólo unos
cando con esto la expropiación de las pequeñas propiedades tímidos comienzos de derecho comercial jurídico, surgidos en
campesinas p o r la agricultura capitalista, que creyó (equivocada- el e n t r e c r u z a m i e n t o de las diversas disposiciones señoriales 3 6 .
mente) que podría evitarse en Rusia p o r la transición directa de Al c o n t r a r i o de todos ellos, el derecho r o m a n o ofrecía un mar-
la propiedad campesina comunal al socialismo. La f r a s e de co coherente y sistemático p a r a la c o m p r a , venta, arriendo, al-
Marx contiene, sin embargo, u n a p r o f u n d a d verdad si se aplica quiler, p r é s t a m o y testaduría de bienes; remodelado en las nue-
en u n sentido algo diferente: la t r a n s f o r m a c i ó n de u n a f o r m a vas condiciones de E u r o p a y generalizado p o r u n c u e r p o de
de propiedad privada —condicional— en o t r a f o r m a de propie- j u r i s t a s profesionales desconocidos en la Antigüedad, su influen-
cia f u e u n a de las precondiciones institucionales f u n d a m e n t a l e s
para la rápida expansión de las relaciones de producción capi-
34
Engels pudo escribir: «El derecho romano es en tal medida la ex- talistas a escala continental.
presión clásica de las condiciones de vida y de las tensiones de una
sociedad dominada por la pura propiedad privada, que toda la legis- Además, al renacimiento del derecho r o m a n o a c o m p a ñ ó o
lación posterior fue incapaz de mejorarlo de forma sustancial. Por el siguió la reapropiación de casi toda la herencia cultural del
contrario, la propiedad burguesa de la Edad Media estaba mucho más
atada por las limitaciones feudales y en gran medida consistía en privi-
m u n d o clásico. El p e n s a m i e n t o filosófico, histórico, político y
legios. En este sentido, por tanto, el derecho romano estaba mucho más científico de la Antigüedad —por no hablar de su literatura o
adelantado (weit voraus) que las relaciones burguesas de la época».
Werke, vol. 21, p. 397. 36
35
K. Marx y F. Engels, Selected correspondence, p. 340. Estas diferencias se analizan más adelante, pp. 466, 513-5, 562.
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a r q u i t e c t u r a — adquirió r e p e n t i n a m e n t e u n a nueva potencia e europeo t o m ó la delantera a su equivalente j a p o n é s desde el


inmediatez en la p r i m e r a época m o d e r n a . Los componentes crí- m i s m o comienzo de sus respectivos orígenes.
ticos y racionales de la cultura clásica —en comparación con E n Japón, el m o d o de producción feudal f u e el resultado
de la lenta involución de u n orden imperial cuyas e s t r u c t u r a s
los de cualquier o t r a civilización antigua— dieron a su r e t o r n o
procedían del exterior y que, en último término, se estabilizó
u n a fuerza mayor y m á s penetrante. No sólo e r a n intrínseca-
en u n a s condiciones de aislamiento completo del m u n d o exte-
m e n t e m á s avanzados q u e los que p u d i e r a n h a b e r existido en
rior. En E u r o p a , p o r el contrario, el m o d o de producción feu-
el p a s a d o de otros continentes, sino que e s t a b a n separados del
dal surgió del choque f r o n t a l e n t r e dos ó r d e n e s anteriores, en
p r e s e n t e p o r el gran abismo de la divisoria religiosa situada
lucha sobre u n a gran área geográfica, y cuyos efectos poste-
e n t r e las dos épocas. El p e n s a m i e n t o clásico n u n c a p u d o ser
riores se extendieron a u n a s zonas todavía m á s amplias. El
e m b a l s a m a d o como u n a venerable e inocua tradición, ni siquie- feudalismo insular de J a p ó n se movió hacia dentro, alejándose
r a en su asimilación selectiva d u r a n t e la E d a d Media; al ser u n de la matriz oriental del inicial E s t a d o Taiho. El feudalismo
universo n o cristiano, siempre m a n t u v o u n contenido antagóni- continental de E u r o p a se movió hacia f u e r a a m e d i d a que la
co y corrosivo. El potencial radical de sus m á s g r a n d e s o b r a s diversidad étnica, inherente a la síntesis originaria q u e le ha-
p u d o verse en su plenitud u n a vez que las nuevas condiciones bía dado nacimiento, a u m e n t a b a con la expansión del m o d o de
sociales p e r m i t i e r o n a las m e n t e s europeas m i r a r hacia atrás, producción m á s allá de su p a t r i a carolingia, y p r o d u j o final-
sin vértigo, de u n lado a o t r o del a b i s m o que las s e p a r a b a de m e n t e u n mosaico dinástico y protonacional de gran comple-
la Antigüedad. El resultado fue, como ya h e m o s visto, u n a re- jidad. En la E d a d Media, esta gran diversidad aseguró la auto-
volución intelectual y artística de tal índole q u e sólo p u d o ocu- nomía de la Iglesia, que n u n c a estuvo sometida a u n a sola
r r i r a causa de la específica precedencia histórica del m u n d o soberanía imperial como la que había conocido la Antigüedad,
clásico respecto al medieval. La a s t r o n o m í a de Copérnico, la y favoreció la aparición de las asambleas de Estados, convoca-
filosofía de Montaigne, la política de Maquiavelo, la historio- das p r e c i s a m e n t e p a r a r e u n i r a ia nobleza local en t o r n o a u n a
grafía de Clarendon, la j u r i s p r u d e n c i a de Grocio: de diferentes m o n a r q u í a o a u n principado c o n t r a los a t a q u e s de otros, en
f o r m a s , todas eran deudoras de los m e n s a j e s en la Antigüedad. los conflictos militares de la época 3 8 . Tanto la independencia
El m i s m o nacimiento de la física m o d e r n a tomó en p a r t e la eclesiástica como la representación e s t a m e n t a l f u e r o n , a su vez,
f o r m a del rechazo de u n legado clásico —el aristotelismo— b a j o rasgos de la sociedad medieval e u r o p e a q u e n u n c a se reprodu-
el signo de o t r o —el neoplatonismo— que inspiró su concep- j e r o n en la variante j a p o n e s a del feudalismo. E n este sentido,
ción «dinámica» de la n a t u r a l e z a " . La cultura analítica y secu- estuvieron en función del c a r á c t e r internacional del f e u d a l i s m o
lar, q u e se extendió paulatinamente, todavía con m u c h a s regre- europeo, q u e n o f u e en m o d o alguno la razón m e n o s p r o f u n d a
siones y bloqueos teológicos, f u e quizá el fenómeno histórico de que su destino f u e r a t a n diferente del japonés. La azarosa
que separó de f o r m a más inequívoca a E u r o p a de las o t r a s multiplicidad de unidades políticas en la E u r o p a medieval tar-
grandes zonas de civilización en la época preindustrial. El pe- día se convirtió a comienzos de la época m o d e r n a en u n siste-
rezoso tradicionalismo de la sociedad feudal japonesa, prácti- m a organizado e interrelacionado de estados: el nacimiento
c a m e n t e libre de corrientes ideológicas contrarias d u r a n t e la de la diplomacia formalizó la novedad de u n conjunto plural
era Tokugawa, o f r e c e u n contraste especialmente llamativo. El de m i e m b r o s asociados — p a r a la guerra, la alianza, el comer-
e s t a n c a m i e n t o intelectual de Japón, en medio de su efervescen- cio, el m a t r i m o n i o o la p r o p a g a n d a — d e n t r o de u n a sola a r e n a
cia económica, se debió en u n a medida considerable al delibe- política, cuyos límites y reglas se hicieron m á s claros y más de-
r a d o aislamiento del país. También en este caso, el feudalismo finidos. La f e c u n d i d a d cultural r e s u l t a n t e de la formación de
este sistema a l t a m e n t e integrado, a u n q u e e x t r e m a d a m e n t e di-
versificado, f u e u n o de los rasgos peculiares de la E u r o p a pre-
37
Sobre el papel del neoplatonismo en el desarrollo de la ciencia mo-
derna, véase Francés Yates, Giordano Bruno and the hermetic tradition, 33
Londres, 1964, pp. 447-55. Más directamente, la herencia de la geometría Los determinantes interestatales de la representación estamental
euclidiana y de la astronomía tolemaica fue una condición previa indis- fueron subrayados por Hintze: «Weltgeschichtliche Bedingungen der Re-
pensable para la aparición de la física galileana. prásentatiwerfassung», Gesammelte Abhandlungen, i, pp. 168-70.
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industrial; probablemente, los logros intelectuales de la prime- dían a disolver en el c a m p o las relaciones feudales primarias.
ra época m o d e r n a son inseparables de él. En ningún o t r o lugar Pero, al m i s m o tiempo, la desaparición de la servidumbre no
del m u n d o existió un c o n j u n t o político que se le pudiera com- significó la abolición de la coerción extraeconómica privada
p a r a r : la institucionalización del intercambio diplomático f u e p a r a la extracción de p l u s t r a b a j o del p r o d u c t o r inmediato. La
una invención del Renacimiento, y m u c h o tiempo después era nobleza t e r r a t e n i e n t e siguió poseyendo el grueso de los medios
todavía una particularidad europea. f u n d a m e n t a l e s de producción en la economía y o c u p a n d o la
Así pues, el Renacimiento f u e s i m u l t á n e a m e n t e el momen- gran mayoría de las posiciones d e n t r o del c o n j u n t o del apara-
to en que el e n c u e n t r o de la Antigüedad y el feudalismo pro- to de p o d e r político. La coerción feudal se desplazó hacia arri-
d u j o de repente sus f r u t o s más originales y sorprendentes, y el ba, hacia u n a m o n a r q u í a centralizada, y la aristocracia tuvo
m o m e n t o histórico decisivo en que E u r o p a dejó a t r á s en dina- que c a m b i a r su representación estamental por los cargos burocrá-
m i s m o y expansión a todos los d e m á s continentes. El tipo nue- ticos d e n t r o del renovado a p a r a t o de Estado. Las agudas ten-
vo y singular de Estado que surgió en esta época f u e el abso- siones de estos procesos p r o d u j e r o n m u c h a s revueltas señoria-
lutismo. Las m o n a r q u í a s absolutas del p r i m e r período moder- les, y la a u t o r i d a d real se ejerció a m e n u d o de f o r m a impla-
no f u e r o n un f e n ó m e n o e s t r i c t a m e n t e europeo. Representan cable contra los m i e m b r o s de la clase nobiliaria. El m i s m o
exactamente la f o r m a política del progreso de toda la zona, término de «absolutismo» —que siempre ha sido un n o m b r e
porque, como ya hemos visto, fue precisamente en este p u n t o técnicamente incorrecto— es u n a p r u e b a del peso del nuevo sis-
en el que se detuvo la evolución de Japón: el feudalismo del t e m a m o n á r q u i c o sobre el propio o r d e n aristocrático.
Oriente Lejano nunca desembocó en el absolutismo. La apari- Pero hay, sin embargo, u n a característica básica que distin-
ción del absolutismo a partir del feudalismo europeo fue, di- gue a las m o n a r q u í a s absolutas de E u r o p a de las miríadas de
cho de otra forma, la suma total de su preeminencia política. tipos de gobiernos despóticos, a r b i t r a r i o s o tiránicos, encarna-
El absolutismo, creación del Renacimiento, p u d o desarrollarse dos o controlados p o r u n soberano personal, que han prevale-
gracias a la larga historia anterior que se. extiende más allá del cido en todo el m u n d o . El aumento del poder político del Es-
feudalismo y que f u e invocada de nuevo en los albores de la tado monárquico no vino acompañado por una disminución de
era moderna. Como e s t r u c t u r a estatal d o m i n a n t e en E u r o p a la seguridad económica de la propiedad nobiliaria de la tierra,
hasta el fin de la Ilustración, su hegemonía coincidió con la sino por un aumento paralelo de los derechos generales de la
exploración del globo por las potencias europeas y con los co- propiedad privada. La era en que se i m p u s o la a u t o r i d a d públi-
mienzos de su supremacía sobre el universo. Por su naturaleza ca «absolutista» f u e t a m b i é n la era en la que se consolidó pro-
y e s t r u c t u r a , las m o n a r q u í a s absolutas de E u r o p a eran todavía gresivamente la propiedad privada «absoluta». Esta trascenden-
estados feudales, las m a q u i n a r i a s de gobierno de la m i s m a cla- tal diferencia social separa a las m o n a r q u í a s Borbón, Habsbur-
se aristocrática que había d o m i n a d o la Edad Media. Pero en go, Tudor o Vasa de todos los sultanatos, imperios o shogunatos
E u r o p a occidental, donde habían nacido, las formaciones socia- situados f u e r a de E u r o p a . Los contemporáneos que se enfren-
les que gobernaban eran una combinación compleja de los t a r o n al E s t a d o o t o m a n o en tierras europeas siempre f u e r o n
modos de producción feudal y capitalista, con un auge gradual p l e n a m e n t e conscientes de este gran abismo. El absolutismo
de la burguesía u r b a n a y un crecimiento de la acumulación n o significó el fin del dominio aristocrático, sino que, p o r el
originaria de capital en una escala internacional. El entrelaza- contrario, protegió y estabilizó el dominio de la nobleza here-
miento de estos dos modos de producción antagónicos d e n t r o ditaria en Europa. Los reyes que gobernaban las nuevas mo-
de las mismas sociedades fue lo que dio origen a las f o r m a s n a r q u í a s n u n c a pudieron t r a n s g r e d i r los invisibles límites del
transicionales del absolutismo. Los estados monárquicos de la p o d e r aristocrático, esto es, los límites de las condiciones ma-
nueva época pusieron fin a la parcelación de la soberanía, que teriales de reproducción de la clase a la que ellos mismos per-
estaba inserta en el modo de producción feudal puro, a u n q u e tenecían. N o r m a l m e n t e , estos soberanos eran conscientes de
nunca alcanzaron un sistema político p l e n a m e n t e unitario. Este su pertenencia a la aristocracia que les rodeaba; el orgullo in-
cambio estaba determinado, en última instancia, p o r el incre- dividual de su rango se f u n d a b a en una solidaridad colectiva
m e n t o de la producción y el intercambio mercantiles, que ten- de sentimientos. Y así, m i e n t r a s el capital se a c u m u l a b a len-
442 Conclusiones
Conclusiones
443
t a m e n t e b a j o las brillantes s u p e r e s t r u c t u r a s del absolutismo,
e j e r c i e n d o sobre ellas u n e m p u j e gravitacional cada vez mayor, generalización del absolutismo en E u r o p a . La construcción de
la nobleza t e r r a t e n i e n t e de la E u r o p a m o d e r n a conservó su este sistema internacional, a p a r t i r de Westfalia, n o hizo ho-
p r e d o m i n i o histórico en y gracias a las m o n a r q u í a s que ahora mogéneas a las dos mitades del continente. Por el c o n t r a r i o
les dirigían. E c o n ó m i c a m e n t e a salvo, socialmente privilegiada al r e p r e s e n t a r desde su comienzo a distintos linajes históricos'
y c u l t u r a l m e n t e m a d u r a , la aristocracia seguía dominando; el los estados absolutistas de E u r o p a occidental y oriental si'
Estado absolutista hizo compatible su supremacía con el creci- guieron trayectorias divergentes h a s t a sus respectivos finales
miento i n i n t e r r u m p i d o del capital d e n t r o de las formaciones La gama de sus diferentes destinos es bien conocida. En Occi-
sociales mixtas de la E u r o p a occidental. dente, las m o n a r q u í a s española, inglesa y f r a n c e s a f u e r o n derro-
Posteriormente, como h e m o s visto, el a b s o l u t i s m o apareció tadas o derrocadas p o r revoluciones burguesas iniciadas desde
también en la E u r o p a oriental —la m i t a d m á s a t r a s a d a del abajo, m i e n t r a s que los principados italianos y alemanes fue-
continente— que n u n c a había e x p e r i m e n t a d o la original sín- ron eliminados p o r revoluciones b u r g u e s a s iniciadas tardía-
tesis romano-germánica que dio el ser al f e u d a l i s m o medieval. mente, desde arriba. En el Este, p o r otra parte, el imperio ruso
Los caracteres y la t e m p o r a l i d a d diferentes de las dos varian- f u e destruido finalmente p o r u n a revolución proletaria Las
tes del absolutismo europeo —occidental y oriental—, q u e h a n consecuencias de la división del continente, simbolizadas en es-
constituido u n t e m a central de este estudio, sirven p a r a sub- tas sucesivas y opuestas insurrecciones, están todavía con nos-
rayar el contexto y carácter final comunes de ambas. En Eu- otros.
ropa oriental, el p o d e r social de la nobleza no estuvo condi-
cionado p o r ninguna burguesía u r b a n a ascendente c o m o la que
caracterizó a E u r o p a occidental: el dominio señorial n o tuvo
límites. El absolutismo del Este desplegó, pues, su composición
y función de clase de f o r m a m á s p a t e n t e e inequívoca que el-
occidental. Construida sobre la servidumbre, la f o r m a feudal
de su e s t r u c t u r a de E s t a d o era clara y manifiesta; el campe-
sinado sometido a servidumbre constituía u n r e c u e r d o perma-
nente de las f o r m a s de opresión y explotación que p e r p e t u a b a
su a p a r a t o coactivo. Pero, al m i s m o tiempo, la génesis del ab-
solutismo en E u r o p a oriental f u e f u n d a m e n t a l m e n t e distinta de
la del de E u r o p a occidental, p r e c i s a m e n t e p o r q u e n o f u e el
crecimiento de la producción y el i n t e r c a m b i o mercantiles lo
q u e le dio el ser; más allá del Elba, el capitalismo e s t a b a to-
davía m u y lejos. Lo que c o n d u j o a la p a r a d ó j i c a p r e f o r m a c i ó n
del absolutismo en el Este f u e la intersección de dos fuerzas:
la de u n proceso inacabado de feudalización —que había co-
menzado cronológicamente después, sin la v e n t a j a del legado
de la Antigüedad y en condiciones topográficas y demográficas
m á s difíciles— y la de una creciente presión militar que venía
del Oeste, m á s avanzado. Con el establecimiento de los regí-
m e n t e s absolutistas en E u r o p a oriental q u e d ó completo, a su
vez, el sistema internacional de estados que definió y circuns-
cribió a la totalidad del continente. El nacimiento de u n orden
político multilateral, como único c a m p o de disputa y conflicto
e n t r e los estados rivales, fue, p o r tanto, causa y efecto de la
DOS NOTAS
A. EL FEUDALISMO JAPONES

En el siglo v n d. C., b a j o una fuerte influencia china, se for-


mó en Japón un sistema político imperial centralizado: la re-
f o r m a Taika del año 646 disolvió las anteriores e imprecisas
comunidades de grupos de linaje nobiliarios y de cultivadores
independientes e instaló por vez primera un sistema estatal
unitario. El nuevo Estado japonés, calcado administrativamen-
te del imperio T'ang de la China de la época y que habría de
regularse por los códigos Taiho de principios del siglo V I I I (702),
> se basaba en un monopolio imperial de la propiedad de la tie-
rra. El suelo se concedía en pequeños lotes, periódicamente
redistribuidos, a cultivadores arrendatarios que pagaban im-
puestos en especie o prestaciones personales al Estado. El sis-
tema de asignación de parcelas, aplicado en un primer mo-
mento a las tierras familiares de la casa imperial, se extendió
gradualmente durante el siglo siguiente a todo el país. El con-
trol político unificado del país se mantenía por medio de una
amplia burocracia central, compuesta por una clase aristocrá-
tica civil que se reclutaba para los cargos por herencia más
que p o r exámenes. El reino fue sistemáticamente dividido en
distritos de la capital, provincias, distritos rurales y aldeas
b a j o una rígida supervisión gubernamental. También se creó,
aunque de forma algo vacilante, un ejército permanente obli-
gatorio. Se contruyeron ciudades imperiales, planeadas simé-
tricamente según las normas chinas. El budismo, sincrética-
mente mezclado con los cultos indígenas del Shinto, se convirtió
en religión oficial, formalmente integrada en el mismo aparato
de E s t a d o S i n embargo, a p a r t i r del año 800, aproximada-
mente, este imperio de influencia china comenzó a disolverse
b a j o diversas fuerzas centrífugas.
La falta de algo similar al mandarinato dentro de la buro-
cracia favoreció desde el principio su privatización por la no-
bleza. Las órdenes religiosas budistas consiguieron privilegios

1
Puede verse un lúcido análisis del Estado Taiho en J. W. Hall, Japan
from prehistory to modern times, Londres, 1970, pp. 43-60.

i
448 Dos notas El feudalismo japonés 449

especiales sobre las tierras que les habían sido donadas. La personales de estos guerreros, con finalidades de defensa y de
recluta militar obligatoria se a b a n d o n ó en el a ñ o 792, y la re- ataque. Con la privatización del p o d e r coactivo se intensifica-
distribución de las parcelas, alrededor del 844. Los t e r r e n o s ron las luchas serviles a medida que las t r o p a s provinciales de
semiprivados o shoen, propiedad de los nobles o los monaste- bushi intervenían en las luchas de las camarillas cortesanas p o r
rios, se extendieron r á p i d a m e n t e p o r las provincias. Sustraídos el control de la capital imperial y de su m a r c o administrativo.
desde el principio a la propiedad estatal de la tierra, los shoen El d e r r u m b a m i e n t o del viejo sistema Taiho culminó, a fi-
consiguieron f i n a l m e n t e la i n m u n i d a d fiscal y la exención de nales del siglo xil, con la fundación victoriosa del shogunato
la inspección c a t a s t r a l realizada p o r el gobierno central. Las de K a m a k u r a p o r Minamoto-no-Yoritomo. El nuevo soberano,
mayores de estas propiedades —que f r e c u e n t e m e n t e procedían que se había educado en Kyoto y tenía u n gran respeto hacia
de tierras hechas a p t a s p a r a la labranza en fecha reciente— su legado, conservó en la m i s m a Kyoto la dinastía y la corte
a b a r c a b a n varios cientos de hectáreas. Los campesinos que cul- imperiales y la administración civil tradicional 4 . Pero, j u n t o
tivaban los shoen debían cargas d i r e c t a m e n t e a sus señores, a a ellas, se creó u n nuevo a p a r a t o militar de gobierno b a j o el
la vez que nuevos e s t r a t o s intermedios de capataces o alguaci- m a n d o del shogun o «generalísimo», dirigido p o r la clase de
les iban adquiriendo, d e n t r o de este sistema señorial en forma-
los bushi y c e n t r a d o en u n a capital diferente, K a m a k u r a . A par-
ción, ciertos derechos sobre el p r o d u c t o (principalmente arroz).
tir de entonces, esta nueva a u t o r i d a d p á r a i m p e r i a l f u e la q u e
La organización interna de los señoríos japoneses estuvo m u y
ejerció el v e r d a d e r o p o d e r en Japón. El shogunato, que se co-
influida p o r la naturaleza del cultivo del arroz, r a m a básica
nocía con el n o m b r e de Bakufu («tienda» o cuartel general mi-
de la agricultura. No había ningún sistema de rotación trienal,
litar), controlaba al principio la lealtad de unos 2.000 «hombres
al estilo europeo, y las tierras del c o m ú n carecían de impor-
de la casa» (gokenin), o vasallos personales de Yoritomo, y se
tancia, dada la falta de ganado. Las parcelas de los campesinos
eran m u c h o más pequeñas que en E u r o p a y había menos comu- apropió o confiscó p a r a su uso m u c h o s shoen. En las provin-
nidades aldeanas, m i e n t r a s q u e las densidad de la población cias, el shogunato n o m b r ó gobernadores militares o shugo, e in-
r u r a l y la escasez de tierra e r a n considerables. Pero, sobre todo, tendentes de la tierra o jito, elegidos e n t r e sus seguidores. Los
n o existía u n a v e r d a d e r a reserva señorial d e n t r o de la finca: p r i m e r o s p a s a r o n a ser en la práctica el p o d e r local d o m i n a n t e
los shiki, o derechos divisibles de apropiación del p r o d u c t o , se en sus regiones, m i e n t r a s que los segundos, en u n plano infe-
recaudaban u n i f o r m e m e n t e sobre la producción total del rior, se encargaban de la recaudación de impuestos de las
shoen1. Por o t r a parte, d e n t r o del sistema político, la aristo- propiedades shoen, sobre las que llegaron a a d q u i r i r paulatina-
cracia de la corte, o kuge, desarrolló u n a r e f i n a d a c u l t u r a civil m e n t e derechos shiki, a costa de sus anteriores propietarios 5.
en la capital, donde la casa F u j i w a r a consiguió u n a prolongada La nueva red de shugo y jito, creada p o r el shogunato y res-
influencia sobre la propia dinastía imperial. Pero f u e r a de ponsable sólo ante él, r e p r e s e n t ó u n a f o r m a p r e l i m i n a r del sis-
Kyoto, la administración imperial se a b a n d o n ó hasta su des- t e m a de beneficios: las funciones represivas y fiscales f u e r o n
aparición. Al m i s m o tiempo, y u n a vez q u e el r e c l u t a m i e n t o delegadas p o r los bushi en sus séquitos a c a m b i o de la conce-
obligatorio h u b o desaparecido, las fuerzas a r m a d a s de las pro- sión de títulos sobre las r e n t a s de la tierra. Por medio de u n a s
vincias se convirtieron g r a d u a l m e n t e en propiedad de la nueva «cartas de confirmación» formales se concedían derechos a los
nobleza militar de guerreros s a m u r a i s o bushi, q u e alcanzaron vasallos locales sobre las rentas de la tierra y los h o m b r e s de
p o r p r i m e r a vez u n a posición p r e e m i n e n t e en el siglo x i 3 . Tan- a r m a s 6 . Todavía subsistían, sin embargo, la legalidad y la bu-
t o los funcionarios públicos del gobierno central c o m o los pro- rocracia imperial: el shogun era n o m b r a d o legalmente p o r el
pietarios locales de los shoen reunieron en t o r n o a sí b a n d a s e m p e r a d o r , los shoen continuaron sometidos al derecho públi-

2 4
Puede verse un análisis comparado del shoen en Joüon des Longrais, M. Shinod.i, The founding of the Kamakura Shogunate, 1180-1185,
L'Est et l'Ouest, institutions du Japón et de l'Occident comparées, Pa- Nueva York, 1960, pp. 112-3, 141-4.
rís, 1958, pp. 92-103. 5
Véase un amplio estudio de los jito en Hall, Government and local
' Los orígenes de los bushi están esbozados en J. W. Hall, Government power in Japan, pp. 157-8, 182-90.
and local power in Japan, 500-1700, Princeton, 1966, pp. 131 3. 6
Shinoda, The founding of the Kamakura Shogunate, p. 140.
448 Dos notas El feudalismo japonés 451
co y la m a y o r p a r t e de la tierra y de la población se mantu- se desarrollaban en las ciudades gremios de artesanos y co-
vieron b a j o la antigua administración civil. merciantes de u n tipo similar a los de la E u r o p a medieval.
El régimen K a m a k u r a , debilitado financiera y militarmen- Pero todavía persistía el arcaico m a r c o imperial, a u n q u e pe-
te p o r los ataques mogoles a finales del siglo x m , se h u n d i ó n e t r a d o p o r todas p a r t e s p o r las nuevas j e r a r q u í a s feudales,
finalmente en las luchas civiles. A lo largo de siglo Xiv, duran- situadas b a j o un shogunato central relativamente débil. Las
te el shogunato de Ashikaga que sucedió al de K a m a k u r a , se jurisdicciones gubernativas de los shugo c o n t i n u a b a n siendo
dio el paso decisivo hacia la plena feudalización de la sociedad m u c h o más amplias que sus tierras enfeudadas, y los bushi
y el sistema político japonés. El propio shogunato se trasladó que vivían en ellas n o eran todos en absoluto sus vasallos per-
a Kyoto y se abolió la prolongada a u t o n o m í a de la corte impe- sonales.
rial: la sagrada dinastía y la aristocracia kuge f u e r o n privadas El h u n d i m i e n t o final del shogunato de Ashikaga t r a s el co-
de la m a y o r p a r t e de sus tierras y riquezas y relegadas a fun- mienzo de las guerras Onin (1467-77) completó la disolución de
ciones p u r a m e n t e ceremoniales. La administración civil de las los ú l t i m o s vestigios del legado administrativo Taiho y el pro-
provincias quedó c o m p l e t a m e n t e eclipsada p o r los gobiernos ceso de feudalización de todo el país. En m e d i o de u n a oleada
militares shugo. Al m i s m o tiempo, sin embargo, el shogunato de a n a r q u í a en la q u e «los de a b a j o m a n d a b a n sobre los de
de Ashikaga f u e m u c h o m á s débil que su predecesor de Ka- arriba», los shugo regionales f u e r o n d e r r o c a d o s p o r vasallos
m a k u r a ; consiguientemente, los shugo se convirtieron cada vez u s u r p a d o r e s —a m e n u d o sus antiguos lugartenientes— y con
m á s en señores locales omnipotentes, absorbiendo a los jito, ellos desaparecieron los grupos de shoen y las jurisdicciones
exigiendo prestaciones de t r a b a j o y reteniendo la mitad de los provinciales q u e habían presidido. Los a v e n t u r e r o s de la nue-
ingresos de los shoen locales a escala provincial; a veces inclu- va época Sengoku, surgidos de la guerra, se r e p a r t i e r o n sus
so «recibiendo» el shoen directamente de sus propietarios ab- propios principados que, a p a r t i r de entonces, organizaron y
sentistas 7. En este m o m e n t o ya se había desarrollado u n ver- dirigieron c o m o territorios p u r a m e n t e feudales, a la p a r q u e
dadero sistema de feudos o chigyo, que p o r vez p r i m e r a repre- se desintegraba en todo el país cualquier tipo de p o d e r cen-
sentaba u n a fusión directa de vasallaje y beneficio, de servicio tral. Los daimyo o magnates de finales del siglo xv y principios
militar y posesión condicional de la tierra; los shugo poseían del xvi controlaban dominios sólidos, en los q u e todos los gue-
esos feudos y los distribuían a d e m á s e n t r e sus séquitos. La r r e r o s eran vasallos o subvasallos suyos y toda la tierra perte-
adopción de la p r i m o g e n i t u r a d e n t r o de la clase aristocrática necía a su p r o p i e d a d soberana. Los derechos divisibles o shiki
consolidó la nueva j e r a r q u í a social en el c a m p o 8 . En el nivel se c o n c e n t r a r o n en u n i d a d e s de chigyo. Territorialmente, la feu-
inferior, el campesinado s u f r i ó la correspondiente degradación dalización era más completa que en la E u r o p a medieval, p o r q u e
a medida que su movilidad se restringía y sus prestaciones au- se desconocían las parcelas alodiales en el campo. Los samu-
m e n t a b a n : los pequeños guerreros locales del estrato bushi esta- rais j u r a b a n lealtad militar a sus señores y recibían de éstos
b a n en m e j o r e s condiciones que los nobles kuge absentistas v e r d a d e r o s feudos, e s t o es, concesiones de tierra j u n t o con de-
p a r a extraer el excedente de los p r o d u c t o r e s directos. H u b o en rechos jurisdiccionales !0. El e n f e u d a m i e n t o se calculaba en tér-
el c a m p o a d e m á s u n a expansión de la producción mercantil, minos de «aldeas» (mura: unidades administrativas m á s que
especialmente en las regiones centrales situadas a l r e d e d o r de aldeas verdaderas), y los h a b i t a n t e s del f e u d o e s t a b a n someti-
Kyoto, donde se concentraba la elaboración del sake, y aumen- dos a supervisión directa de los bushi. Las ciudades-castillo
tó el volumen de la circulación m o n e t a r i a . También aumen- y la subinfeudación se desarrollaron en los dominios daimyo,
tó la productividad r u r a l con la introducción de m e j o r e s ins- regulados p o r nuevas «leyes domésticas» feudales en las que se
t r u m e n t o s de cultivo y el mayor uso de la tracción animal, de codificaban las prerrogativas del señor y la j e r a r q u í a de dependen-
tal f o r m a que el p r o d u c t o agrícola creció c o n s t a n t e m e n t e en cias personales. El vínculo e n t r e el señor y el vasallo se caracte-
m u c h a s zonas 9 . El comercio exterior se expandió, a la vez q u e
10
El texto literal del juramento de vasallaje y de la concesión de la
' H. P. Warley, The Onin war, Nueva York, 1967, pp. 38-43. tierra en esta época puede verse en Hall, Government and local power in
' Ibid., pp. 76-7. Japan, pp. 2534; en las pp. 245-56 se trazan las líneas generales de la
9
Hall, Japan from prehistory to modern times, p. 121. organización feudal en la época Sengoku.
448 452
448 Dos notas El feudalismo japonés 229

rizó en el feudalismo japonés p o r dos notas específicas: el lazo Yamashiro, donde la comercialización había ocasionado u n gra-
personal e n t r e el señor y su servidor era más f u e r t e que el ve e n d e u d a m i e n t o e n t r e la población rural 1 4 . Los desórdenes
lazo económico e n t r e éste y la tierra, es decir, d e n t r o del nexo de la época se i n c r e m e n t a r o n todavía m á s p o r el impacto de
feudal el vasallaje tendía a p r e d o m i n a r sobre el beneficio Al las a r m a s de fuego, las técnicas y las ideas e u r o p e a s t r a s la
m i s m o tiempo, la relación entre el señor y el vasallo era m á s llegada de los portugueses a Japón en el a ñ o 1543.
asimétrica que en E u r o p a . El c o m p o n e n t e contractual del ho- En la segunda m i t a d del siglo xvi, u n a serie de impresio-
m e n a j e era m u c h o m á s débil; el vasallaje tenía u n carácter n a n t e s guerras civiles e n t r e los grandes p o t e n t a d o s daimyo con-
semifamiliar y sagrado, m á s que legal. El concepto de «felonía» d u j o a la victoriosa reunificación del país b a j o sucesivos co-
señorial o r u p t u r a del vínculo p o r el señor era desconocido. m a n d a n t e s militares: Nobunaga, Hideyoshi e Ieyasu. Odo No-
T a m p o c o existía el señorío múltiple. Así, la específica relación b u n a g a f o r j ó la p r i m e r a coalición regional p a r a establecer u n
i n t r a f e u d a l era m á s u n i l a t e r a l m e n t e j e r á r q u i c a ; su terminolo- control sobre el J a p ó n central; liquidó el militarismo budista,
gía f u e t o m a d a de la a u t o r i d a d p a t e r n a y del sistema de paren- q u e b r ó la independencia de las ciudades mercantiles y llegó a
tesco. El feudalismo europeo siempre a b u n d ó en luchas inter- d o m i n a r sobre u n tercio del país. Esta formidable obra de con-
familiares y se caracterizó p o r u n a e x t r e m a a b u n d a n c i a de liti- quista f u e completada p o r Toyotomi Hideyoshi al m a n d o de
gios. El feudalismo japonés, sin e m b a r g o , n o sólo careció de grandes ejércitos, equipados con m o s q u e t e s y cañones y com-
toda inclinación legalista, sino que su f o r m a cuasipatriarcal se puestos p o r u n bloque de fuerzas de daimyo aliados, a g r u p a d a s
hizo a ú n m á s autoritaria con la extensión de los derechos pa- en torno a él 1 ! . El s o m e t i m i e n t o de todos los magnates a la
ternos a la adopción y a d e s h e r e d a r a los hijos, que impidieron a u t o r i d a d de Hideyoshi no condujo, sin embargo, a la restau-
con eficacia las insubordinaciones filiales, tan comunes en Eu- ración del desaparecido E s t a d o centralizado de la tradición
r o p a 1J. Por otra p a r t e , el n ú m e r o de guerras feudales, estímu- Taiho, sino a la reintegración, p o r vez p r i m e r a , del mosaico de
los del valor y la destreza de los caballeros a r m a d o s fue, du- señoríos regionales en u n sistema feudal unitario. Los daimyo
r a n t e esta época, t a n alto como en la E u r o p a medieval tardía. no f u e r o n desposeídos de sus dominios, p e r o se convirtieron en
E n t r e los principados daimyo rivales f u e r o n constantes las lu- vasallos del nuevo soberano, del que a p a r t i r de entonces re-
chas violentas. Además, en los vacíos que d e j ó la fragmenta- cibieron sus territorios en calidad de feudos y a quien enviaban
ción política de J a p ó n pudieron florecer algunas ciudades algunos parientes como rehenes en garantía de su lealtad. La
mercantiles a u t ó n o m a s análogas a las de la E u r o p a medieval: dinastía imperial f u e m a n t e n i d a c o m o símbolo religioso de le-
Sakai, Hakata, Otsu, Ujiyamada y otras. Los viajeros jesuítas ca- gitimidad, p o r encima y s e p a r a d a del sistema operativo de la
lificaron al p u e r t o de Sakai de «Venecia» oriental 1 3 . Las sectas soberanía feudal. Un nuevo registro catastral estabilizó el sis-
religiosas crearon sus propios enclaves a r m a d o s en Kaga y t e m a de p r o p i e d a d de la tierra, consolidando sobre su b a s e la
Noto, en el m a r del Japón. Incluso hicieron también u n a breve reorganizada p i r á m i d e de señoríos. La población se dividió en
aparición las c o m u n a s rurales insurrectas, dirigidas p o r la pe- c u a t r o órdenes cerrados: nobles, campesinos, artesanos y co-
queña nobleza descontenta y b a s a d a s en el c a m p e s i n a d o rebel- merciantes. Los bushi f u e r o n alejados de las aldeas y congrega-
de. La m á s notable se estableció en la m i s m a región central de dos en las ciudades-castillo de sus daimyo en calidad de hom-
b r e s de a r m a s , disciplinados y dispuestos a u n a inmediata in-
11
Joüon subraya con fuerza esa característica: L'Est et VOuest, pági- tervención militar. Su n ú m e r o q u e d ó oficialmente registrado,
nas 119-20, 164. y la extensión de la clase s a m u r a i se fijó, a p a r t i r de entonces,
u
Véanse los agudos comentarios de Joüon, L'Est et VOuest, pp. 145-7, e n t r e u n 5 y u n 7 p o r 100 de toda la población, lo q u e daba
395-6. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que a pesar de la
inclinación terminológica del feudalismo japonés hacia las relaciones de
u n e s t r a t o relativamente amplio de h o m b r e s de espada. Simul-
pseudoparentesco, en la práctica los señores de esta época consideraban
al vasallaje como un vínculo de lealtad más seguro que la consanguinidad;
14
de forma significativa, las ramas familiares de un linaje de magnates se Las circunstancias que produjeron la comuna de Yamashiro están
asimilaban normalmente a la condición de vasallos. Véase Hall, Government bosquejadas en Varley, The Onin war, pp. 192-204.
15
and local power in Japan, p. 251. «La victoria de Hideyoshi no representó la verdadera unificación de
13
Un estudio sobre Sakai puede verse en G. Sansom, A history of Japón, sino la conquista de todo el país por una sola liga de daimyo»:
Japan, 1334-1615, Londres, 1961, pp. 189, 272-3, 304-5. Hall, Government and local power in Japan, p. 284.
448 Dos notas El feudalismo japonés 455
t á n e a m e n t e , los campesinos f u e r o n privados de a r m a s , vincu- p o r 100 de todo el país —un bloque m u c h o m a y o r que el po-
lados a la tierra y legalmente obligados a e n t r e g a r los dos ter- seído p o r cualquier o t r o linaje feudal— y d o m i n a b a n estra-
cios de su producción a sus señores 16. Las ciudades a u t ó n o m a s tégicamente las llanuras centrales y las costas del J a p ó n orien-
de las épocas Ashikaga y Sengoku f u e r o n s u p r i m i d a s y se tal. Poco m á s de la m i t a d de esas tierras e s t a b a n administra-
prohibió a la clase mercantil la c o m p r a de tierra (del m i s m o das directamente p o r el propio a p a r a t o del Bakufu, y el resto
m o d o q u e los s a m u r a i s q u e d a r o n excluidos del comercio). Por se concedían como feudos m e n o r e s a los hatamoto, u «hom-
otra parte, las ciudades-castillo de los m a g n a t e s feudales crecie- b r e s de la b a n d e r a » de la casa Tokugawa, de los que en total
ron prodigiosamente en este período. El comercio se desarro- había unos 5.000 17. Además, el shogunato podía c o n t a r e n pri-
lló con rapidez b a j o la protección de los daimyo, cuyos cuarte- m e r término con las a p r o x i m a d a m e n t e 20 grandes líneas cola-
les generales, instalados en los castillos, constituyeron los terales de los Tokugawa, o señores shimpan, que tenían dere-
núcleos centrales de u n a red e n o r m e m e n t e ampliada de ciuda- cho a d a r sucesores al shogunato, y, en segundo lugar, con los
des. A la m u e r t e de Hideyoshi, el p o d e r s u p r e m o f u e conquis- n u m e r o s o s señores de m e n o r i m p o r t a n c i a que habían sido va-
tado p o r Tokugawa Iesayu, u n daimyo p r o c e d e n t e del primitivo sallos regionales leales a Ieyasu antes de su ascenso al p o d e r
bloque de Toyotomi, que movilizó a u n a nueva coalición de se- s u p r e m o . Estos ú l t i m o s f o r m a b a n los llamados fudai o daimyo
ñores para d e r r o t a r a sus rivales en la batalla de Sekigahara, «de la casa»; en el siglo X V I I I había a p r o x i m a d a m e n t e unos 145,
en el año 1600, y se convirtió en shogun en 1603. Ieyasu f u n d ó y sus tierras a b a r c a b a n o t r o 25 p o r 100 de la superficie de Ja-
el E s t a d o Tokugawa, que h a b r í a de d u r a r doscientos cincuenta pón. De los fudai procedía el grueso de los altos funcionarios
años, hasta la época de la revolución industrial en E u r o p a . La de la administración del Bakufu, cuyos puestos m á s b a j o s se
estabilidad y longevidad del nuevo régimen q u e d a r o n enorme- reclutaban e n t r e los hatamoto. Las g r a n d e s casas colaterales
m e n t e reforzadas p o r el cierre f o r m a l de J a p ó n a t o d o con- q u e d a b a n excluidas del gobierno shogunal, ya que p o r sí mis-
tacto con el m u n d o exterior, medida inicialmente inspirada p o r m a s tenían u n e n o r m e p o d e r potencial, a u n q u e podían interve-
el bien f u n d a d o t e m o r de Ieyasu de que las misiones católicas n i r en calidad de consejeros. El propio shogunato s u f r i ó gra-
establecidas en J a p ó n f u e r a n u n a p u n t a de lanza ideológica d u a l m e n t e u n proceso de «simbolización» c o m p a r a b l e al de la
p a r a la infiltración política y militar europea. El efecto del ri- m i s m a casa imperial. Tokugawa Ieyasu no desplazó a la dinas-
guroso cierre del país fue, n a t u r a l m e n t e , aislarlo d u r a n t e dos tía imperial m á s de lo que ya habían h e c h o sus predecesores
siglos de todo choque o t r a s t o r n o p r o c e d e n t e del exterior y pe- Nobunaga y Hideyoshi; en realidad, Ieyasu se p r e o c u p ó p o r
trificar las e s t r u c t u r a s establecidas p o r Ieyasu t r a s su victoria r e s t a u r a r el a u r a religiosa que la rodeaba, a la vez que apar-
en Sekigahara. taba al e m p e r a d o r y a la nobleza cortesana kuge más radical-
El shogunato Tokugawa i m p u s o en J a p ó n la u n i d a d sin cen- m e n t e que n u n c a de todo p o d e r secular. El m o n a r c a era u n a
tralismo. En realidad, lo que hizo f u e estabilizar u n a especie a u t o r i d a d divina, relegado en Kyoto a funciones espirituales
de condominio e n t r e el régimen shogunal soberano, b a s a d o en que estaban c o m p l e t a m e n t e separadas de la dirección de los
la capital Tokugawa de Edo y los gobiernos a u t ó n o m o s de los a s u n t o s políticos. En cierto sentido, la dualidad residual de
daimyo en sus feudos provinciales. Los historiadores japoneses los sistemas imperial y shogunal ofrecía u n especie de corre-
h a n designado p o s t e r i o r m e n t e la época de su dominación como lato a t e n u a d o de la separación de la Iglesia y el E s t a d o en el
p e r i o d o Baku-han, o combinación del dominio e j e r c i d o p o r el f e u d a l i s m o europeo a causa del a u r a religiosa del primero. En
Bakufu —el sistema Tokugawa de gobierno—, y los han, o el Japón de la época Tokugawa siempre h u b o dos f u e n t e s po-
casas señoriales en sus propios terrenos. Este sistema híbrido tenciales de legitimidad. Sin embargo, como el e m p e r a d o r era
se b a s a b a en el doble f u n d a m e n t o del p o d e r shogunal. Por u n a t a m b i é n u n símbolo político, esta dualidad reproducía la so-
parte, el shogunato poseía sus propios dominios Tokugawa, las beranía f r a g m e n t a d a característica de todo feudalismo secular.
tierras llamadas tenryo, que alcanzaban e n t r e el 20 y el 25 El shogun gobernaba en n o m b r e del e m p e r a d o r , como delega-

" Sansom comenta que la verdadera proporción recaudada se acercaba 17


A. Craig, Choshu in the Meiji Restoration, Cambridge ( M a s s a c h u s e t t s ) ,
a los dos quintos, debido a la práctica común de la evasión: A history 1961, p. 15. A partir de Hideyoshi la tierra se valoraba oficialmente en
of Japan, 1334-1615, p. 319. Japón por su producción de arroz en koku (alrededor de 180 litros).
448 Dos notas El feudalismo japonés 457

do suyo, gracias a u n a ficción oficial que institucionalizaba el capite y recibían del shogun, en calidad de vasallos suyos, la
«gobierno en la sombra». Sin embargo, la dinastía Tokugawa, investidura de sus feudos. En principio, sus territorios podían
de la que salían los sucesivos shogun que controlaban formal- ser confiscados o transferidos, a u n q u e esta práctica desapare-
m e n t e el a p a r a t o estatal del Bakufu, también dejó de e j e r c e r ció en las últimas fases de la época Tokugawa, cuando los do-
p o r sí m i s m a u n a a u t o r i d a d personal. Después de varias gene- minios han se hicieron v e r d a d e r a m e n t e hereditarios 2 1 . La po-
raciones, el v e r d a d e r o p o d e r político recayó sobre el consejo lítica m a t r i m o n i a l del shogunato intentó, al m i s m o tiempo,
shogunal de los roju, c o m p u e s t o p o r nobles que procedían de ligar a las grandes casas señoriales con la dinastía Tokugawa.
los linajes medios fudai, en lo que era u n segundo g r a d o de Los daimyo estaban obligados, además, a m a n t e n e r u n a segun-
«gobierno en la s o m b r a » 1S. La burocracia shogunal era extensa da residencia en la capital del Bakufu en Edo, donde tenían
y a m o r f a , con u n a e n o r m e confusión de funciones y pluralidad que desplazarse cada año o cada seis meses y d e j a r rehenes
de cargos en su interior. Algunas tenebrosas camarillas verti- de su familia c u a n d o volvían a sus feudos. Este sistema, lla-
cales m a n i o b r a b a n en b u s c a de cargos y de patronazgo en el m a d o sankin-kotai, e s t a b a destinado a asegurar u n a vigilancia
interior de su misteriosa m a q u i n a r i a . Aproximadamente, la mi- p e r m a n e n t e sobre la actividad de los magnates regionales y a
tad de la b u r o c r a c i a tenía obligaciones civiles y la o t r a m i t a d evitar cualquier acción independiente q u e p u d i e r a n llevar a
militares. cabo en sus baluartes. Se apoyaba este sistema en u n a amplia
Teóricamente, el gobierno del Bakufu podía convocar en r e d de i n f o r m a d o r e s e inspectores, que o f r e c í a n al shogunato
leva feudal a 80.000 guerreros de a caballo, f o r m a d o s p o r u n o s u n servicio de espionaje. Los movimientos p o r las r u t a s prin-
20.000 h o m b r e s de la b a n d e r a y h o m b r e s de la casa, a d e m á s de cipales e s t a b a n sometidos a estrecha vigilancia m e d i a n t e pasa-
sus subvasallos. En la práctica, su v e r d a d e r o potencial a r m a d o p o r t e s interiores y controles de carreteras. El t r a n s p o r t e marí-
era m u c h o m e n o r , y se b a s a b a en la fuerza de los leales con- t i m o quedó s u j e t o a regulaciones gubernativas que p r o h i b í a n
tingentes fudai y shimpan. En tiempos de paz, la fuerza de la construcción de b a r c o s p o r encima de d e t e r m i n a d o s volú-
estas unidades p e r m a n e n t e s de guardia era de u n o s 12.200 hom- menes. Los daimyo e s t a b a n autorizados a m a n t e n e r u n a sola
b r e s 19. Los ingresos del shogunato procedían básicamente de ciudad-castillo, y en las listas oficiales del shogunato se f i j a b a
las cosechas de arroz de sus propias tierras (que inicialmente u n techo a sus séquitos a r m a d o s . No existían impuestos eco-
r e p r e s e n t a b a n u n a s dos terceras p a r t e s de sus rentas totales) 2 0 , nómicos sobre los dominios han, p e r o el Bakufu podía exigir
c o m p l e m e n t a d o s con su monopolio de las m i n a s de oro y plata, contribuciones irregulares p a r a los gastos extraordinarios.
con los que se a c u ñ a b a m o n e d a (partida en c o n t i n u o descenso E s t e i m p o n e n t e e inquisitorial sistema de controles parecía
desde el siglo xviii). Más adelante, c u a n d o el shogunato e n t r ó d a r al shogunato Tokugawa u n p o d e r político completo; de
en crecientes dificultades financieras, r e c u r r i ó a f r e c u e n t e s de- hecho, su v e r d a d e r o p o d e r siempre f u e m e n o r que su soberanía
preciaciones de la m o n e d a y a e m p r é s t i t o s obligatorios o con- nominal, y con el t i e m p o la distancia e n t r e a m b o s a u m e n t ó
fiscaciones de la riqueza mercantil. Por tanto, la i m p o r t a n c i a cada vez más. El f u n d a d o r de la dinastía, Ieyasu, había derro-
de su ejército y de su tesoro e s t a b a n d e t e r m i n a d a s p o r los t a d o en Sekigahara a los señores rivales del sudoeste, p e r o n o
límites de los dominios territoriales de la propia casa Toku- los había destruido. B a j o el shogunato Tokugawa había e n t r e
gáwa. Al m i s m o tiempo, sin embargo, el shogunato ejercía for- 250 y 300 daimyo. Alrededor del 90 p o r 100 de ellos representa-
m a l m e n t e u n o s f u e r t e s controles externos sobre los daimyo b a n casas tozama, o «foráneas», que n u n c a habían sido vasallos
situados f u e r a de los límites de su jurisdicción directa. Todos de los Tokugawa e incluso muchos de ellos h a b í a n luchado
los señores de los dominios han eran de hecho sus tenentes in c o n t r a Ieyasu. Las casas tozama eran m i r a d a s como potencial
o tradicionalmente hostiles al shogunato y r i g u r o s a m e n t e ex-
" Las sucesivas etapas de este proceso dentro del shogunato están cluidas de la participación en la m a q u i n a r i a del Bakufu. Estas
cuidadosamente trazadas en C. Totman, Politics in the Tokugawa Bakufu,
1600-1843, Cambridge (Massachusetts), 1967, pp. 204-33.
casas incluían a la m a y o r p a r t e de los dominios m á s extensos
" Totman, Politics in the Tokugawa Sakufu, pp. 45, 50. y m á s ricos: de los 16 grandes han, n o menos de 11 e r a n toza-
20
P. Akamatsu, Meiji, 1868: révolution et contre-révolution au Japón,
París, 1968, p. 30 [Meiji, 1868: revolución y contrarrevolución en Japón,
21
Madrid, Siglo XXI, 1977]. Hall, Japan from prehistory to modern times, p. 169.
448 El feudalismo japonés 459
Dos notas
m a E s t a b a n localizados en las zonas periféricas del país, en m i e n t r a s descendían las r e n t a s del Bakufu procedentes de la
el sudoeste y el n o r d e s t e y todos j u n t o s s u m a b a n alrededor minería. La fuerza económica y la f u e r z a militar de los daimyo
del 40 p o r 100 de la tierra de Japón. En la práctica, sin em- e s t a b a n í n t i m a m e n t e ligadas, ya q u e los guerreros s a m u r a i s te-
bargo, su riqueza y su p o d e r eran m á s f o r m i d a b l e s de lo q u e nían que m a n t e n e r s e con los ingresos procedentes del arroz.
revelaban las listas oficiales de los registros del Bakufu. Hacia La posición material de las grandes casas tozama era, pues,
el final de la época Tokugawa, el han S a t s u m a controlaba a m u c h o más poderosa de lo que parecía a p r i m e r a vista, y su
28.000 s a m u r a i s a r m a d o s , esto es, el doble de lo que le permi- p o d e r a u m e n t ó todavía m á s con el p a s o del tiempo.
tían las disposiciones oficiales; el han Choshu reunía a 11.000, D e n t r o de sus dominios, todos los daimyo — f u e s e n tozama,
que también eran m á s de lo que se suponía que debía tener.' shimpan o fudai— disponían de u n a a u t o r i d a d sin límites: el
A la vez, las leales casas fudai se situaban, generalmente, p o r control directo del shogunato se detenía en las f r o n t e r a s de
d e b a j o de su fuerza nominal, y a principios del siglo X V I I I el sus feudos. Los daimyo p r o m u l g a b a n leyes, a d m i n i s t r a b a n jus-
m i s m o shogunato sólo podía m a n t e n e r , en la práctica, a unos ticia, recaudaban impuestos y m a n t e n í a n tropas. El centralis-
30.000 guerreros, m e n o s de la m i t a d de sus levas teóricas 2 3 . m o político de los daimyo d e n t r o de sus han era m a y o r q u e
Por otra parte, las nuevas tierras de los lejanos dominios toza- el del shogunato en sus tierras tenryo, p o r q u e n o e s t a b a me-
ma contenían m á s superficie potencial p a r a su conversión al diatizado p o r la subinfeudación. Inicialmente, los territorios han
cultivo del arroz de la que tenían las viejas tierras tenryo del se dividían en tierras de la casa del daimyo y feudos vasalláti-
shogunato en el centro del país. La rica llanura de Kanto, la cos concedidos a los m i e m b r o s a r m a d o s de su séquito. Sin
zona m á s desarrollada del Japón, e s t a b a controlada p o r el Ba- embargo, en el t r a n s c u r s o de la época Tokugawa se p r o d u j o
kufu, pero los nuevos cultivos comerciales que la caracterizaban en todos los han u n a u m e n t o constante del n ú m e r o de samu-
tendían p r e c i s a m e n t e a eludir las tradicionales recaudaciones
rais pagados con simples estipendios en arroz, sin ser enfeu-
fiscales de los Tokugawa, b a s a d a s en unidades de arroz. Así,
dados con tierras. A finales del siglo Xvm, p r á c t i c a m e n t e todos
los ingresos de algunos tozama llegaron a ser más altos q u e
los bushi que no pertenecían a los territorios shogunales reci-
los de los dominios shogunales 2 \ Aunque el shogunato f u e r a
bían salarios en arroz p r o c e d e n t e de los g r a n e r o s señoriales, y
consciente de la discrepancia e n t r e el p r o d u c t o real de los
la m a y o r p a r t e de ellos residían en las ciudades-castillo de sus
feudos tozama y su valoración nominal en arroz —discrepancia
señores. Este c a m b i o se vio facilitado p o r la tradicional pre-
que en algunos casos se r e m o n t a b a al comienzo del período
Baku-han—, la suspensión de su a u t o r i d a d en las f r o n t e r a s de ponderancia, d e n t r o de la relación intrafeudal, del vasallaje
los han impedía a Edo d a r la vuelta a la situación. Por o t r a sobre el beneficio. La separación de la clase s a m u r a i de la pro-
parte, c u a n d o la agricultura comercializada alcanzó a las regio- ducción agrícola f u e a c o m p a ñ a d a p o r su e n t r a d a en la admi-
nes lejanas de Japón, los gobiernos han, m á s sólidos y vigoro- nistración burocrática, t a n t o en el Bakufu como en los han.
sos, pudieron establecer monopolios locales m u y lucrativos so- E n efecto, el a p a r a t o de E s t a d o shogunal, con su proliferación
b r e p r o d u c t o s agrícolas de venta inmediata (tales c o m o el azú- de cargos y sus d e p a r t a m e n t o s confusos, se r e p r o d u j o en las
c a r o el papel), a u m e n t a n d o así los ingresos de los tozama tierras de los señores provinciales. Todas las casas daimyo lle-
garon a tener su p r o p i a burocracia, f o r m a d a p o r los vasallos
s a m u r a i s y dirigida p o r u n consejo de los principales miem-
" Craig, Choshu in the Meiji Restoration, p. 11. b r o s del séquito, o kashindan, que, como el c o n s e j o de los
C ig
• " r Choshu 'he Meiji Restoration, pp. 15-16; Totman, Politics
in the Tokugawa Bakufu, pp. 49-50. El origen del número excepcionalmente roju en el shogunato, ejercía con frecuencia el verdadero po-
alto de samurais en los feudos tozama del sudoeste reside en los ajustes d e r en n o m b r e del señor han, que p o r su p a r t e se convirtió a
efectuados después de Sekigahara, cuando Ieyasu redujo drásticamente m e n u d o en u n a figura decorativa 2 5 . La m i s m a clase de los
los dominios de sus enemigos. El resultado fue la concentración de sus
adeptos en areas mucho más pequeñas. Los señores tozama ocultaban bushi se había estratificado e n u n c o m p l e j o sistema de rangos
por su parte, la verdadera producción de sus tierras, con objeto de mini-
mizar la escala de reducciones ordenada por el Bakufu. " Sin embargo, el papel de los daimyo varió enormemente; en el pe-
" Véanse los cálculos provisionales de W. G. Beasley, «Feudal revenues ríodo Bakumatsu, por ejemplo, mientras el señor de Choshu era un cero
in Japan at the time of the Meiji Restoration», Journal of Asian Studies a la izquierda, los señores de Satsuma o Tosa intervenían a c t i v a m e n t e
xix, 3, mayo de 1960, pp. 255-72. en la política.
448 460
448 Dos notas El feudalismo japonés 233
hereditarios, de cuyos niveles más elevados procedían los fun- cosechas y las h a m b r e s se cebaron en la m a n o de o b r a ex-
cionarios superiores de los gobiernos de los han. Otro resultado cedente, y las aldeas comenzaron a p r a c t i c a r controles maltu-
de la burocratización de los s a m u r a i s f u e su conversión en sianos p a r a a l e j a r aquellos peligros. Así, en el siglo X V I I I , el
u n a clase culta, con u n a lealtad crecientemente impersonal ha- incremento demográfico f u e mínimo. Es posible también que,
cia la totalidad del han más que hacia la p e r s o n a del daimyo, al m i s m o tiempo, el crecimiento del p r o d u c t o b r u t o se haya
a u n q u e las rebeliones c o n t r a este ú l t i m o fuesen p r á c t i c a m e n t e reducido considerablemente porque, de a c u e r d o con los cálcu-
desconocidas. los oficiales, las tierras cultivadas a u m e n t a r o n en m e n o s de u n
En la base de todo el sistema feudal, el c a m p e s i n a d o esta- 30 p o r 10028. Por otra parte, el último p e r í o d o Tokugawa se
ba atado j u r í d i c a m e n t e al suelo y n o podía e m i g r a r ni inter- caracterizó p o r u n a comercialización m u c h o más intensa. El
c a m b i a r sus tierras. Estadísticamente, la parcela media del cultivo del arroz siguió r e p r e s e n t a n d o h a s t a el final del sho-
campesino era e x t r e m a d a m e n t e pequeña —alrededor de una gunato las dos terceras p a r t e s de la producción agrícola y se
hectárea— y las cargas que debía pagar a su señor ascendían, benefició con la introducción de trilladoras perfeccionadas La
d u r a n t e la p r i m e r a época Tokugawa, al 40-60 p o r 100 del pro- clase feudal monetarizaba en las ciudades el excedente de arroz
d u c t o total. Esta proporción descendió al 30-40 p o r 100 a fina- extraído p o r medio de las cargas señoriales. Al m i s m o tiempo,
les del shogunato 2 6 . Las aldeas eran colectivamente responsa- d u r a n t e todo el siglo xviii se desarrolló con m u c h a rapidez la
bles de las cargas, que generalmente se pagaban en especie especialización regional: los cultivos de venta inmediata, tales
(aunque en el f u t u r o a u m e n t a r í a n las conversiones en dinero) como el azúcar, el algodón, el té, el añil y el tabaco, se pro-
y eran r e c a u d a d a s p o r los funcionarios fiscales del daimyo. ducían d i r e c t a m e n t e p a r a el mercado, y con frecuencia algunos
Como los s a m u r a i s ya n o realizaban ninguna función señorial, monopolios mercantiles de los han f o m e n t a b a n su cultivo. Es
se eliminó toda relación directa en la tierra e n t r e los caballeros evidente que, al final del shogunato, u n a proporción b a s t a n t e
y los campesinos, a p a r t e de la administración rural a cargo de alta del p r o d u c t o total agrario se comercializaba 3 0 , bien direc-
los magistrados del han. La larga paz habida en la época Toku- t a m e n t e p o r medio de la producción campesina p a r a el merca-
gawa y los métodos impositivos fijos de extracción de exce-
dente que con ella se establecieron p e r m i t i e r o n u n impresio- 21
Hall, Japan from prehistory to modern times, pp. 201-2. En algu-
n a n t e avance del p r o d u c t o y de la productividad agrícola en nos casos, las habilitaciones de tierras condujeron, como en la Europa
el p r i m e r siglo que siguió a la implantación del shogunato. Se feudal o en la China medieval, al deterioro de las tierras más viejas,
hicieron a p t a s p a r a el cultivo i m p o r t a n t e s extensiones de nue- y el exceso de obras de regadío produjo inundaciones desastrosas. Ver
J. W. Hall, Tanuma Okitsugu, 1719-1788, Cambridge (Massachusetts), 1955,
va tierra, con aprobación oficial del Bakufu, y se p r o d u j o una páginas 63-5.
creciente difusión de los aperos de hierro. Se intensificó el 29
Las nuevas trilladoras del siglo x v m fueron quizá la única innova-
regadío y se extendió el área de los campos de arroz, los fer- ción técnica importante en la agricultura japonesa durante este período:
tilizantes se e m p l e a r o n con m a y o r asiduidad y se multiplicaron T. C. Smith, The agrarian origins of modern Japan, Stanford, 1959, pá-
gina 102.
las variantes de cultivos. Según las estimaciones oficiales, la 30
La extensión exacta de esta comercialización es objeto de una con-
superficie destinada al arroz a u m e n t ó en u n 40 p o r 100 d u r a n t e siderable disputa. Crawcour afirma que «se puede decir» que a mediados
el siglo xvii, pero de hecho estas valoraciones siempre subes- del siglo xix más de la mitad y, posiblemente, cerca de las tres cuartas
t i m a b a n la situación real a causa de los ocultamientos, y pro- partes de la producción bruta llegaban de una forma u otra al mer-
cado: E. S. Crawcour, «The Tokugawa heritage», en W. Lockwood, comp.,
b a b l e m e n t e la producción total de cereales llegó a ser el doble The State and economic enterprise in Japan, Princeton, 1965, pp. 39-41.
d u r a n t e este período 2 7 . La población a u m e n t ó en u n 50 p o r 100, Ohkawa y Rozovsky desechan, por su parte, una estimación tan alta, y
hasta llegar a unos 30 millones en el a ñ o 1721. A p a r t i r de en- subrayan que incluso a principios de la década de 1960 sólo el 60 por 100
de la producción agraria japonesa llegaba al mercado. Estos autores
tonces, sin embargo, la población descendió p o r q u e las malas consideran que, si se excluyen los impuestos en arroz, el índice de la
verdadera comercialización (campesina) probablemente no superaba el
26
20 por 100 en la década de 1860: «A century of Japanese economic growth»,
Kohachiro Takahashi, «La place de la révolution de Meiji dans en Lockwood, comp., The State and economic enterprise in Japan, p. 57.
l'histoire agraire du Japón», Revue Historique, octubre-diciembre de 1953, Hay que insistir en que la distinción estructural entre las formas nobi-
páginas 235-6. liaria y campesina de comercialización es fundamental para la compren-
27
Hall, Japan from prehistory to modern times, p. 201. són de la dinámica y los límites de la agricultura Tokugawa.
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do, bien indirectamente p o r medio de la venta de los ingresos peró, este m i s m o proceso provocó la r u i n a del ya misera-
feudales en arroz procedentes del sistema fiscal. ble s u s t e n t o de los campesinos más pobres. Los siglos X V I I I
La invasión de las aldeas p o r u n a economía m o n e t a r i a y y xix, p u n t u a d o s con ruinosas situaciones de escasez, con-
las b r u s c a s fluctuaciones coyunturales en los precios del arroz t e m p l a r o n u n n ú m e r o creciente de rebeliones populares en
aceleraron inevitablemente la diferenciación social e n t r e el el campo. E s t a s rebeliones, que en un p r i m e r m o m e n t o tu-
campesinado. Desde el m i s m o comienzo de la época Tokugawa, vieron u n c a r á c t e r local, tendieron, a medida que p a s a b a el
la tenencia de tierra en las aldeas japonesas siempre había tiempo, a a d q u i r i r u n a incidencia regional, y después casi
sido m u y desigual. Las familias campesinas ricas poseían tie- nacional, p a r a a l a r m a de las a u t o r i d a d e s han y Bakufu33.
r r a s más amplias de lo n o r m a l y las cultivaban con la ayuda Las revueltas campesinas de la época Tokugawa e r a n todavía
de m a n o de o b r a dependiente e n m a s c a r a d a b a j o varias f o r m a s demasiado f o r t u i t a s y desorganizadas c o m o p a r a convertirse en
de relaciones de seudoparentesco o consuetudinarias con cam- u n a seria amenaza política c o n t r a el sistema Baku-han; cons-
pesinos m á s pobres, a la vez q u e d o m i n a b a n los consejos de tituían, sin embargo, los síntomas de u n a creciente crisis eco-
aldea p o r cuanto f o r m a b a n la élite plebeya tradicional 3 1 . La nómica en el seno del viejo o r d e n feudal.
expansión de la agricultura comercial a u m e n t ó e n o r m e m e n t e el Mientras tanto, d e n t r o de esta economía agraria se h a b í a n
p o d e r y la riqueza de este g r u p o social. Aunque técnicamente desarrollado, como e n la E u r o p a feudal, i m p o r t a n t e s centros
era ilegal que c o m p r a r a n o vendieran tierras, en la práctica la u r b a n o s , dedicados a las operaciones mercantiles y a las manu-
desesperación a r r a s t r ó a m u c h o s campesinos p o b r e s a hipote- f a c t u r a s . La a u t o n o m í a municipal de las épocas Ashikaga y
car sus lotes a los u s u r e r o s de las aldeas cuando, en el si- Sengoku se había s u p r i m i d o p a r a s i e m p r e a finales del si-
glo XVIII, las cosechas f u e r o n escasas y los precios altos. De glo xvi. El s h o g u n a t o Tokugawa n o p e r m i t i ó el autogobierno
esta f o r m a apareció en el seno de la economía r u r a l u n se- u r b a n o ; todo lo más, se autorizaron u n o s honoríficos consejos
gundo e s t r a t o explotador, en u n a situación i n t e r m e d i a e n t r e de comerciantes en Osaka y Edo, b a j o el f i r m e control de los
el f u n c i o n a r i a d o señorial y los p r o d u c t o r e s inmediatos: los magistrados del Bakufu, encargados de la administración de
jinushi, o propietarios-usureros, que n o r m a l m e n t e eran, p o r las c i u d a d e s M . N a t u r a l m e n t e , los castillos-ciudades de los han
su origen, los campesinos m á s ricos o los caciques (shoya) de t a m p o c o d e j a r o n ningún espacio p a r a las instituciones munici-
las aldeas, y que f r e c u e n t e m e n t e a u m e n t a b a n su riqueza p o r pales. Por o t r a parte, la pacificación del país y el estableci-
medio de la financiación de nuevos cultivos, e m p r e n d i d o s p o r m i e n t o del sistema sankin-kotai dio u n i m p u l s o comercial sin
s u b a r r e n d a t a r i o s dependientes o p o r t r a b a j a d o r e s asalariados. precedentes al sector u r b a n o de la economía japonesa. La alta
El modelo de tenencia de tierra d e n t r o del mura se c o n c e n t r ó
cada vez más, y las ficciones de p a r e n t e s c o e n t r e los h a b i t a n t e s Asia monzónica en el siglo xx: H. Rozovsky, «Rumbles in the rice-fields:
de la aldea d e j a r o n p a s o a las relaciones monetarias. Y así, Professor Nakamura versus the ofñcial statistics», Journal of Asian Stu-
m i e n t r a s la r e n t a percápita a u m e n t ó p r o b a b l e m e n t e d u r a n t e dies, xxvil, 2, febrero de 1968, p. 355. Dos artículos recientes ofrecen unos
el ú l t i m o período Tokugawa al detenerse el crecimiento de- relatos eufóricos pero impresionistas de la agricultura Baku-han, sin nin-
gún intento de c.uantificación: S. B. Hanley y K. Yamamura, «A quiet
mográfico 3 2 , y m i e n t r a s el e s t r a t o jinushi se expandió y pros- transformation in Tokugawa economic history», Journal of Asian Studies,
xxx, 2, febrero de 1971, pp. 373-84, y Kee II Choi, «Technological diffusion
31
in agriculture under the Baku-han system», Journal of Asian Studies, xxx,
Smith, The agrarian origins of modern Japan, pp. 5-64, presenta un 4, agosto de 1971, pp. 749-59.
amplio estudio de este modelo tradicional. 33
La investigación moderna ha identificado hasta ahora alrededor de
32
El resultado global de la economía agraria del último período To- 2.800 revueltas campesinas entre 1590 y 1867; otros 1.000 estallidos popu-
kugawa es todavía objeto de controversias. Nakamura, en su importante lares tuvieron lugar en las ciudades: Kohachiro Takahashi, «La Restaura-
estudio, al revisar las estimaciones oficiales del arroz a partir del co- tion de Meiji au Japón et la Révolution Frangaise», Recherches Interna-
mienzo de la época Meiji, desarrolla un conjunto de hipótesis que indican tionales, 62, 1970, p. 78. En el siglo xix aumentó el número de revueltas
un aumento de un 23 por 100 sobre el período de 1680 a 1870: véase intercampesinas (por oposición a las antiseñoriales): Akamatsu, Mein,
J. Nakamura, Agricultural production and the economic development of 1868, pp. 44-5.
Japan, 1873-1922, Princeton, 1966, pp. 75-8, 90, 137. Rozovsky, sin embargo, 34
C. D. Sheldon, The rise of the merchant class in Tokugawa Japan,
plantea serias objeciones a estos cálculos, arguyendo que el rendimiento 1600-1868, Locust Valley, 1958, pp. 33-6, comenta que los cabecillas cam-
atribuido por Nakamura al cultivo de arroz de la época Tokugawa tiene pesinos ejercían un mayor poder efectivo en las aldeas que los comer-
que ser demasiado alto porque supera al de todos los demás países del ciantes en las ciudades.
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aristocracia i n c r e m e n t ó r á p i d a m e n t e el c o n s u m o de bienes de han eran a d m i n i s t r a d o s p o r comerciantes especializados que


lujo, a la vez que la conversión de la clase de caballeros en a d e l a n t a b a n créditos a los señores o a sus vasallos c o n t r a los
funcionarios asalariados a u m e n t a b a también la d e m a n d a de impuestos y estipendios y especulaban con mercancías f u t u r a s .
comodidades (tanto la b u r o c r a c i a shogunal como la de los han La monetarización obligada de las r e n t a s feudales creó así las
e s t a b a n siempre sobrecargadas a causa de la a m p l i t u d de la condiciones p a r a u n a rápida expansión del capital mercantil
clase samurai). Había t a m b i é n u n f u e r t e d r e n a j e de la riqueza en las ciudades. Al m i s m o tiempo, se prohibió legalmente que
de los daimyo hacia las ciudades de E d o y Osaka, provocado la clase chonin, c o m p u e s t a p o r los h a b i t a n t e s de las ciudades,
p o r la costosa construcción y los itinerarios ostentosos q u e p u d i e r a a d q u i r i r tierras agrícolas. De esta f o r m a se impidió
suponían las estancias periódicas de los grandes señores feu- que los comerciantes japoneses de la época Tokugawa desvia-
dales en la capital de los Tokugawa. Se ha e s t i m a d o q u e e n t r e ran su capital hacia la propiedad rural, según el modelo de sus
el 60 y el 80 p o r 100 de los desembolsos monetarios de los han homólogos chinos 3 7 . La m i s m a rigidez del sistema de clases
se destinaban a los gastos del sankin-kotai35. En E d o había m á s creado p o r Hideyoshi favoreció así, p a r a d ó j i c a m e n t e , el inin-
de 600 residencias oficiales, o yashiki, m a n t e n i d a s p o r los t e r r u m p i d o crecimiento de f o r t u n a s p u r a m e n t e u r b a n a s .
daimyo (la m a y o r p a r t e de los grandes señores tenían m á s de De esta f o r m a se desarrolló en las grandes ciudades, duran-
tres). E s t a s residencias eran, en realidad, extensas y comple- te los siglos X V N y X V I I I , u n e s t r a t o muy p r ó s p e r o de merca-
j a s propiedades —las mayores podían tener h a s t a 160 hectá- deres dedicados a u n a amplia gama de actividades comerciales.
reas— que incluían mansiones, oficinas, cuarteles, escuelas, es- Las compañías u r b a n a s de los chonin a c u m u l a b a n capital p o r
tablos, gimnasio», jardines e incluso prisiones. Posiblemente u n medio de la comercialización del excedente agrícola (comer-
sexto de los séquitos de los han e s t a b a n p e r m a n e n t e m e n t e es- ciando t a n t o en arroz c o m o en los nuevos cultivos del algodón,
tacionados en ellas. La gran aglomeración u r b a n a de E d o esta- la seda y el añil); los servicios de t r a n s p o r t e (el t r a n s p o r t e
b a dominada p o r u n sistema concéntrico de estas residencias costero se desarrolló intensamente); las transacciones moneta-
daimyo, c u i d a d o s a m e n t e distribuidas en t o r n o al vasto palacio- rias (en este período había más de t r e i n t a m o n e d a s importan-
fortaleza Chiyoda que el p r o p i o shogunato tenía en el c e n t r o de tes en circulación, ya que los han emitían papel a p a r t e de las
la ciudad. E n total, la m i t a d de la población de E d o vivía en monedas acuñadas en metal p o r el Bakufu); las m a n u f a c t u r a s
las casas de los samurais, y n o menos de dos tercios de toda el de textiles, porcelanas y o t r o s artículos (concentradas en talle-
área de la ciudad e r a n p r o p i e d a d de la clase militar 3 6 . Para res u r b a n o s o dispersas en las aldeas p o r medio de u n sistema
sostener el e n o r m e costo de este sistema de c o n s u m o feudal de t r a b a j o a domicilio); las e m p r e s a s m a d e r e r a s y de la cons-
forzoso, los gobiernos de los han e s t a b a n obligados a convertir trucción (los f r e c u e n t e s incendios exigían u n a continua recons-
sus ingresos fiscales, que en su m a y o r p a r t e se extraían en es- trucción en las ciudades), y los p r é s t a m o s a los daimyo y al
pecie del campesinado, en r e n t a s en dinero. El excedente de shogunato. Las grandes casas mercantiles llegaron a c o n t r o l a r
arroz se llevaba, pues, al m e r c a d o de Osaka, que llegó a ser ingresos equivalentes a los de los señores territoriales m á s
u n i m p o r t a n t e c e n t r o de distribución, equivalente comercial al p r o m i n e n t e s , p a r a quienes a c t u a b a n como agentes financieros
centro de c o n s u m o de Edo. En Osaka, los almacenes de los y f u e n t e s de crédito. La creciente comercialización de la agri-
cultura, a c o m p a ñ a d a de u n a masiva emigración ilegal hacia
35
T. G. Tsukahira, Feudal control in Tokugawa Japan: the sankin-kotai las ciudades, p e r m i t i ó u n a enorme expansión del m e r c a d o ur-
system, Cambridge (Massachusetts), 1966, pp. 96-102. Una descripción grá- bano. En el siglo X V I I I , E d o podía t e n e r u n a población de
fica de los nuevos estilos de vida urbana adoptados por los nobles y
los comerciantes en Edo puede verse en Hall, Tanuma Okitsugu, pp. 107-17. u n millón de h a b i t a n t e s —más que L o n d r e s y París en la mis-
34
Después de la restauración, el gobierno Meiji publicó los siguientes m a época—; Osaka y Kyoto quizá tuvieran 400.000 h a b i t a n t e s
datos relativos a la propiedad urbana en Edo: el 68,6 por 100 era «tierra cada una, y posiblemente u n a décima p a r t e de la población
militar»; el 15,6 por 100 pertenecia a «templos y santuarios», y sólo el
15,8 por 100 era propiedad de los habitantes de las ciudades o chonin:
Tsukahira, Feudal control in Tokugawa Japan, pp. 91, 196; Totman calcula
37
que el tamaño de todo el castillo Chiyoda era de una milla cuadrada, y La clase chonin incluía, legalmente, a los comerciantes (shonin) y
que sólo el recinto principal ocupaba casi cuatro hectáreas: Politics in a los artesanos (konin). La exposición que sigue se refiere fundamental-
the Tokugawa Bakufu, pp. 92, 95. mente a los comerciantes.
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total de J a p ó n vivía en ciudades de m á s de 10.000 h a b i t a n t e s M . y salvo el enclave chino-holandés de Nagasaki, J a p ó n q u e d ó


E s t a r á p i d a oleada de urbanización c o n d u j o a u n efecto de c e r r a d o p a r a los e x t r a n j e r o s y n o se p e r m i t i ó q u e ningún ja-
t i j e r a en los precios de los bienes m a n u f a c t u r a d o s y agrícolas, ponés a b a n d o n a s e el país. E s t a s f r o n t e r a s selladas f u e r o n c o m o
d a d a la relativa rigidez de la o f e r t a en el sector rural, del q u e u n p e r m a n e n t e dogal que impidió el desarrollo del capital mer-
procedían los ingresos de la nobleza. Como consecuencia se cantil en Japón. Una de las precondiciones f u n d a m e n t a l e s de la
p r o d u j e r o n dificultades p r e s u p u e s t a r i a s crónicas, t a n t o p a r a acumulación originaria e n la E u r o p a m o d e r n a f u e la drástica
el gobierno Bakufu c o m o p a r a los han, q u e se convirtieron en internacionalización del comercio y la explotación mercanti-
deudores p e r m a n e n t e s de los m e r c a d e r e s que les a d e l a n t a b a n les a p a r t i r de la época de los descubrimientos. Lenin subrayó
p r é s t a m o s c o n t r a sus ingresos fiscales. repetida y c o r r e c t a m e n t e q u e «no es posible imaginarse u n a
Los crecientes déficits aristocráticos de la última época nación capitalista sin comercio exterior, a p a r t e de q u e n o exis-
Tokugawa n o se r e f l e j a r o n , sin embargo, en u n correlativo te» 40. La política shogunal de reclusión b o r r ó t o d a posibilidad
ascenso de la c o m u n i d a d chonin d e n t r o del o r d e n social. El sho- de u n a transición hacia el m o d o de p r o d u c c i ó n capitalista den-
gunato y los daimyo reaccionaron f r e n t e a la crisis de sus in- t r o del m a r c o Tokugawa. Privado del comercio exterior, el ca-
gresos a n u l a n d o sus deudas, extrayendo coercitivamente gran- pital comercial de J a p ó n se vio c o n s t a n t e m e n t e f r e n a d o y
des «regalos» de la clase de los m e r c a d e r e s y reduciendo los r e c o n d u c i d o hacia u n a dependencia p a r a s i t a r i a de la nobleza
estipendios en arroz de sus samurais. Los chonin e s t a b a n jurí- feudal y de sus sistemas políticos. Su notable crecimiento, a
dicamente a merced de la nobleza a la q u e s u m i n i s t r a b a n cré- p e s a r de los límites insuperables puestos a su expansión, f u e
dito, y sus ganancias podían ser a r b i t r a r i a m e n t e liquidadas p o r posible ú n i c a m e n t e p o r la densidad y el volumen de los mer-
m e d i o de donaciones obligatorias o de impuestos especiales. cados interiores, a p e s a r de su división; con sus t r e i n t a millo-
El derecho Tokugawa e r a «socialmente superficial y territorial- nes de habitantes, el J a p ó n de m e d i a d o s del siglo x v m e r a
m e n t e limitado»: c u b r í a ú n i c a m e n t e a los dominios tenryo, m á s populoso que Francia. Pero n o p u e d e existir u n «capitalis-
carecía de u n v e r d a d e r o sistema judicial y estaba principalmen- m o en u n solo país». El aislacionismo Tokugawa condenó a los
te c e n t r a d o en la represión del crimen. El derecho civil resul- chonin a u n a existencia f u n d a m e n t a l m e n t e s u b a l t e r n a .
taba r u d i m e n t a r i o y era a d m i n i s t r a d o de mala gana p o r las
a u t o r i d a d e s del Bakufu como u n a simple gracia en los litigios La gran explosión u r b a n a provocada p o r el sistema sankin-
e n t r e p a r t e s privadas 3 9 . Así pues, la seguridad legal p a r a las kotai llegó a su finai a principios del siglo x v m , coincidiendo
transaciones de capital siempre f u e precaria, a u n q u e las g r a n d e s con la disminución del crecimiento demográfico. E n 1721, el
ciudades shogunales o f r e c í a n protección a los comerciantes shogunato autorizó u n o s restrictivos monopolios oficiales.
c o n t r a las presiones de los daimyo, si bien n o c o n t r a las del A p a r t i r de 1735, a p r o x i m a d a m e n t e , se paralizó la construcción
Bakufu. Por o t r a parte, el m a n t e n i m i e n t o del sistema Baku-han y la expansión en las g r a n d e s ciudades del Bakufu41. E n rea-
bloqueó la aparición de u n m e r c a d o interior unificado y obs- lidad, la vitalidad comercial ya había p a s a d o p a r a entonces de
taculizó el crecimiento del capital mercantil en el p l a n o na- los b a n q u e r o s y comerciantes de Osaka a los m á s m o d e s t o s
cional, c u a n d o ya se habían alcanzado los límites de los gastos mayoristas interregionales. Estos, a su vez, consiguieron privi-
del sankin-kotai. Los puestos de control y los guardias fronte- legios monopolistas a finales del siglo x v m , y la iniciativa em-
rizos de los han impedían el libre p a s o de bienes y personas, presarial se trasladó todavía m á s en dirección a las provincias.
a la vez q u e la mayoría de las g r a n d e s casas daimyo seguían A principios del siglo Xix, el e s t r a t o de los propietarios-comer-
u n a política proteccionista de restricciones a la importación. ciantes rurales jinushi f u e el que m o s t r ó m á s d i n a m i s m o p a r a
Sin embargo, lo m á s decisivo p a r a el f u t u r o de la clase chonin los negocios y se aprovechó de la f a l t a de restricciones gremia-
f u e el aislacionismo Tokugawa. A p a r t i r de la década d e 1630, les en el c a m p o p a r a i m p l a n t a r en las aldeas industrias tales
como la elaboración de sake o las m a n u f a c t u r a s de seda (que
" Hall, Japan from prehistory to modern times, p. 210.
" D. F. Henderson, «The evolution of Tokugawa law», en J. Hall y 40
Lenin, Collected Works, vol. 3, p. 65 [Obras Completas, vol. 3, pá-
M. Jansen, comps., Studies in the institutional history of early modern ginas 56-60]; véanse también vol. 1, pp. 102, 103; vol. 2, pp. 164-5.
Japan, Princeton, 1968, pp. 207, 214, 225-8. 41
Sheldon, The rise of the merchant class in Tokugawa Japan, p. 100.
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42
en esta época e m i g r a r o n de las ciudades) . Se p r o d u j o , pues, p o r 100 de la. población adulta y el 40-50 p o r 100 de los hom-
u n a progresiva difusión del comercio hacia el exterior de las bres 4 4 . Excepto E u r o p a y Norteamérica, ninguna otra área del
ciudades, que, a finales de la época Tokugawa, e s t a b a provocan- m u n d o tenía unos mecanismos financieros tan articulados, un
do u n a t r a n s f o r m a c i ó n del campo antes que u n a revolución comercio t a n avanzado y u n nivel de alfabetización tan alto.
en las ciudades. La actividad m a n u f a c t u r e r a permanecía en u n La compatibilidad última entre la economía y el sistema polí-
estado muy primitivo: había poca división de t r a b a j o tanto en tico japoneses en la época Tokugawa se basó f u n d a m e n t a l m e n -
las e m p r e s a s u r b a n a s como en las rurales; n o se habían pro- te en la desproporción e n t r e el intercambio y la producción
ducido innovaciones técnicas importantes, y las concentracio- mercantil d e n t r o del país. En efecto, como ya hemos visto, la
nes de t r a b a j a d o r e s asalariados eran relativamente pocas. En monetarización del excedente señorial, que era el m o t o r bási-
realidad, la i n d u s t r i a j a p o n e s a tenía u n carácter a b r u m a d o r a - co del crecimiento u r b a n o , n o correspondía al volumen real
m e n t e artesanal y su e q u i p a m i e n t o era exiguo. El desarrollo de la agricultura comercial del campesinado; siempre f u e u n a
extensivo del comercio organizado n u n c a se vio igualado p o r t r a n s f o r m a c i ó n «artificial» de las cargas feudales en especie,
u n avance intensivo en los m é t o d o s de producción. La tecnolo- s o b r e i m p u e s t a a u n a producción p r i m a r i a que, a p e s a r de su
gía industrial era arcaica y su perfeccionamiento resultaba ex- creciente orientación hacia el m e r c a d o en las ú l t i m a s fases del
t r a ñ o a las tradiciones de los chonin. La p r o s p e r i d a d y la vita- shogunato, era todavía p r e d o m i n a n t e m e n t e de subsistencia.
lidad de la clase mercantil j a p o n e s a había p r o d u c i d o u n a cul- E s t a disyunción objetiva, que afectaba a la base del sistema
t u r a u r b a n a diferenciada, de gran sofisticación artística, espe- económico, f u e lo que p e r m i t i ó internamente la conservación
cialmente en la p i n t u r a y la literatura. Pero no había generado de la primitiva f r a g m e n t a c i ó n jurídica y territorial del Japón,
ningún avance en el conocimiento científico ni innovación al- q u e d a t a b a del r e a j u s t e al que se llegó después de Sekigahara. La
guna en el pensamiento político. Dentro del o r d e n Baku-han, precondición externa de la estabilidad Tokugawa —igualmente
la creatividad chonin e s t a b a confinada a los ámbitos de la ima- vital— f u e el cuidadoso aislamiento del J a p ó n respecto al mun-
ginación y la diversión; nunca se extendió a la investigación ni do exterior, que le a p a r t ó de los contagios ideológicos, los pro-
a la crítica. La c o m u n i d a d mercantil carecía, como tal clase, de blemas económicos, las disputas diplomáticas y las contiendas
a u t o n o m í a intelectual y de dignidad corporativa: h a s t a el final militares de todo tipo. A p e s a r de todo, incluso d e n t r o del en-
se vio limitada p o r las condiciones históricas de existencia que rarecido m u n d o del t o r r e ó n de Chiyoda, las tensiones provo-
le i m p u s o la a u t a r q u í a feudal del shogunato. cadas p o r el m a n t e n i m i e n t o de u n a a n t i c u a d a m a q u i n a r i a «me-
La inmovilidad del Bakufu perpetuó, a su vez, la p a r a d o j a dieval» de gobierno en u n a dinámica economía «moderna» se
e s t r u c t u r a l del E s t a d o y la sociedad a la que el shogunato hacían cada vez m á s evidentes a principios del siglo xix.
había d a d o origen. Porque, al contrario de todas las variantes Y es que el Bakufu, como la m a y o r p a r t e de los daimyo
del feudalismo europeo, el J a p ó n Tokugawa combinó u n a frag- provinciales, se estaba h u n d i e n d o g r a d u a l m e n t e en u n a progre-
mentación de la soberanía n o t a b l e m e n t e rígida y estática con siva crisis de ingresos. Lógicamente, e n la intersección material
u n a velocidad y u n volumen de circulación mercantil extrema- de soberanía y productividad, el eslabón más vulnerable del
d a m e n t e alto. A juicio de u n o de sus principales historiadores shogunato era su sistema fiscal. El gobierno Tokugawa n o te-
modernos 4 3 , el m a r c o social y político del país era s e m e j a n t e nía que s o p o r t a r p o r sí mismo, desde luego, los gastos del sis-
al de la Francia del siglo xiv, a u n q u e la m a g n i t u d económica t e m a sankin-kotai, que había i m p u e s t o a los han. Pero como
de Edo era superior a la del Londres del siglo X V I I I . Cultural- toda la justificación social del c o n s u m o ostentoso implícito en
mente, el nivel educativo global de J a p ó n era extraordinario: este sistema era la de m o s t r a r los grados de j e r a r q u í a y pres-
a mediados del siglo xix quizá supieran leer y escribir el 30 tigio d e n t r o de la clase aristocrática, los gastos voluntarios de
ostentación del p r o p i o shogunato tenían que ser necesariamen-
42
Sobre estos sucesivos cambios del centro de gravedad comercial bajo te superiores a los de los daimyo: sólo la casa palatina, com-
el shogunato, véase E. S. Crawcour, «Changes in Japanese commerce in puesta p o r las m u j e r e s de la corte, absorbía e n el siglo X V I I I
the Tokugawa period», en Hall y Jansen, comps., Studies in the institut-
ional history of early modern Japan, pp. 193-201.
43
Ciaig, Choshu in the Meiji Restoration, p. 33. 44
R. P. Dore, Education in Tokugawa Japan, Berkeley, 1965, pp. 254, 321.
448 Dos notas El feudalismo japonés 471
u n a p a r t e del p r e s u p u e s t o superior al c o n j u n t o del a p a r a t o de- e n t r e u n c u a r t o y la m i t a d de sus ingresos anuales: c o m o en el
fensivo de Osaka y Kyoto 4 5 . Por o t r a p a r t e , el Bakufu tenía país n o e n t r a b a ninguna m o n e d a competitiva y c o m o en el
q u e realizar ciertas funciones de c a r á c t e r casi nacional, en c o n j u n t o de la economía se p r o d u j o u n a expansión de la de-
cuanto cima u n i t a r i a de la p i r á m i d e de soberanías feudales, m a n d a , la inflación de precios a largo plazo f u e relativamente
m i e n t r a s q u e disponía t a n sólo de u n q u i n t o de los r e c u r s o s b a j a . No existía ningún i m p u e s t o regular sobre el comercio,
agrícolas del país: siempre existía u n desequilibrio potencial pero a p a r t i r de principios del siglo X V I I I la clase m e r c a n t i l
e n t r e sus responsabilidades y su capacidad fiscal. Su extensa s u f r i ó periódicas e i m p o r t a n t e s confiscaciones c u a n d o el shogu-
b u r o c r a c i a de bushi era, n a t u r a l m e n t e , m u c h o m á s amplia q u e nato así lo decidió. A p e s a r de todo, los repetidos déficits pre-
la de cualquier han, y su m a n t e n i m i e n t o r e s u l t a b a extremada- supuestarios y las graves situaciones financieras c o n t i n u a r o n
m e n t e costoso. El costo total de los estipendios de r a n g o y acosando al Bakufu, cuyos déficits anuales f u e r o n m u y superio-
cargo de sus vasallos ligios a b a r c a b a cerca d e la m i t a d de su res a m e d i o millón de ryo oro e n t r e 1837 y 1841 50. Por o t r a
p r e s u p u e s t o anual, m i e n t r a s d e n t r o del Bakufu se extendía p o r parte, las oscilaciones a corto plazo de los precios, provocadas
doquier la c o r r u p c i ó n oficial 4 6 . Al m i s m o tiempo, el p r o d u c t o p o r las malas cosechas, podían p r e c i p i t a r situaciones de crisis
fiscal de sus tierras familiares tendía a descender en t é r m i n o s en el c a m p o y en la capital. Después de casi u n a década de ma-
reales, p o r q u e n o podía i m p e d i r la creciente c o n m u t a c i ó n en las cosechas, el f a n t a s m a del h a m b r e cayó sobre la m a y o r par-
dinero de los i m p u e s t o s en arroz, lo q u e reducía su tesorería, te de J a p ó n en la década d e 1830, m i e n t r a s la camarilla de los
p o r q u e el tipo de conversión e s t a b a n o r m a l m e n t e p o r d e b a j o roju en el p o d e r luchaba en vano p o r m a n t e n e r los precios y
de los precios de m e r c a d o y el valor de la m o n e d a se deprecia- consolidar los ingresos de la casa. E n 1837, Osaka f u e escenario
b a c o n s t a n t e m e n t e 4 7 . E n la p r i m e r a fase de la época Tokugawa, de u n a desesperada tentativa de insurrección plebeya, q u e re-
el monopolio de los metales preciosos p o r el shogunato había veló h a s t a qué p u n t o e s t a b a cargado el clima político del país.
constituido u n a p a r t i d a a l t a m e n t e rentable. A principios del Al m i s m o tiempo —y después de dos siglos de paz interior—,
siglo X V I I , la producción j a p o n e s a de plata era aproximadamen- el a p a r a t o militar del shogunato e s t a b a p r o f u n d a m e n t e corroí-
te la mitad de todos los envíos americanos a E u r o p a e n el mo- do: las arcaicas e incompetentes u n i d a d e s de guardia de los
m e n t o c u l m i n a n t e de las expediciones españolas 48. Pero e n el tenryo r e s u l t a r o n incapaces de garantizar la seguridad en la
siglo X V I I I las minas s u f r i e r o n inundaciones y la producción propia E d o d u r a n t e u n a crisis civil 51 ; el Bakufu, además, n o
descendió considerablemente. El Bakufu respondió a este des- tenía ya ninguna superioridad operativa sobre las fuerzas que
censo r e c u r r i e n d o a depreciaciones sistemáticas de la m o n e d a podían r e u n i r los han tozama del sudoeste. La evolución mili-
existente: e n t r e el a ñ o 1700 y 1854, el volumen nominal de la t a r del feudalismo Tokugawa f u e la antítesis de la del absolu-
m o n e d a puesta en circulación p o r el s h o g u n a t o a u m e n t ó e n u n tismo europeo: su poderío militar s u f r i ó u n a progresiva dis-
400 p o r 100 49 . E s t a s devaluaciones llegaron a p r o p o r c i o n a r l e minución y dilapidación.
A principios del siglo xix, el orden feudal j a p o n é s estaba
45
Totman, Politics in the Tokugawa Bakufu, p. 287. s u f r i e n d o u n a lenta crisis interna, p e r o si bien la economía mer-
46
Sobre los costes salariales véase Totman, Politics in the Tokugawa cantil ya había erosionado la estabilidad de la vieja e s t r u c t u r a
Bakufu, p. 82. Sobre la corrupción y la compra de cargos, véase la encan- social e institucional, todavía n o había generado los elementos
tadora franqueza de Tanuma Okitsugu, gran chambelán del Bakufu a fi-
nales del siglo x v m : «El oro y la plata son tesoros más preciosos que p a r a u n a solución política que o c u p a r a su lugar. A mediados
la misma vida. Si una persona trae ese tesoro junto con la expresión de de siglo, la paz Tokugawa e s t a b a todavía intacta. El impacto
su deseo de servir en algún puesto público, puedo estar seguro de la exógeno del imperialismo occidental, con la llegada de la escua-
seriedad de su deseo. La fuerza del deseo de un hombre aparecerá en la
magnitud de su donación». Hall, Tanuma Okitsugu, p. 55.
50
" Totman, Politics in the Tokugawa Bakufu, pp. 78-80. El límite legal W. G. Beasley, The Meiji Restoration, Londres, 1973, p. 51.
51
para la conversión en dinero era de un tercio del impuesto, pero la Un signo llamativo del arcaísmo militar del shogunato fue el man-
media real llegaba a superar los dos quintos. tenimiento de la primacía oficial de la espada sobre el mosquetón, a
4
' Vilar, Oro y moneda en la historia, p. 103. pesar de todas las experiencias sobre la superioridad de las armas de
49
P. Frost, The Bakumatsu currency crisis, Cambridge (Massachusetts), fuego durante la época Senkogu. Totman, Politics in the Tokuwava Ba-
1970, p. 9. kufu, pp. 47-8.
448 Dos notas El feudalismo japonés 473

dra del comodo Perry en 1853, f u e lo q u e condensó las múlti- t r a s t r o c ó toda la viabilidad del sistema m o n e t a r i o shogunal,
ples contradicciones latentes del E s t a d o shogunal y provocó p o r q u e como las acuñaciones Tokugawa e r a n esencialmente
u n a explosión revolucionaria c o n t r a él. La agresiva intrusión emisiones arbitrarias, con un contenido en metales preciosos
de los b a r c o s de guerra norteamericanos, rusos, británicos, fran- muy inferior al de su valor nominal, los comerciantes extranje-
ceses y otros en las aguas japonesas, exigiendo a p u n t a de ca- ros se negaron a aceptarlas en p a r i d a d con las monedas occi-
ñón el establecimiento de relaciones diplomáticas y comercia- dentales, b a s a d a s en su v e r d a d e r o peso de plata. La llegada del
les, p l a n t e ó al Bakufu u n ominoso dilema. Durante dos siglos, comercio exterior en gran escala obligó al Bakufu a devaluar
el Bakufu había inculcado sistemáticamente la xenofobia en i n i n t e r r u m p i d a m e n t e el contenido de plata de sus monedas y a
todas las clases sociales de J a p ó n como u n o de los elementos emitir papel m o n e d a m i e n t r a s subía la d e m a n d a exterior de
más sagrados de la ideología oficial: la exclusión absoluta de los p r o d u c t o s locales m á s i m p o r t a n t e s : la seda, el té y el al-
los e x t r a n j e r o s había sido, indudablemente, u n o de los e j e s godón. El r e s u l t a d o f u e u n a catastrófica inflación interna: el
sociológicos de su dominio. Pero a h o r a se e n f r e n t a b a a u n a precio del arroz se quintuplicó e n t r e 1853 y 1869 52, causando
amenaza militar cuyo p o d e r tecnológico —encarnado en las na- u n p r o f u n d o malestar p o p u l a r en el campo y en las ciudades.
ves acorazadas que h a b í a n anclado en la bahía de Yokohama— La burocracia shogunal, intrincada y dividida, f u e incapaz de
podía a p l a s t a r con toda facilidad, como se hizo inmediatamen- reaccionar con u n a política clara y decidida f r e n t e a los pe-
te evidente, a sus propios ejércitos. El Bakufu, p o r tanto, tuvo ligros que se cernían sobre ella. El lamentable estado de su
que contemporizar y conceder la exigencia occidental de una a p a r a t o de seguridad se p u s o de m a n i f i e s t o cuando en 1860 el
«apertura» de J a p ó n p a r a conservar su propia supervivencia. único dirigente decidido que p r o d u j o el Bakufu en su última
Pero, al hacer esto, se volvió i n m e d i a t a m e n t e vulnerable a los fase, Ii Naosuke, f u e asesinado en Edo p o r s a m u r a i s xenófo-
a t a q u e s xenófobos procedentes del interior. Algunos importan- bos 53. Dos años después, u n nuevo attentat obligó a su sucesor
tes linajes colaterales de la m i s m a casa Tokugawa eran rabio- a dimitir. Los feudos tozama del sudoeste —Satsuma, Choshu,
s a m e n t e hostiles a la presencia de misiones e x t r a n j e r a s en Tosa y Saga—, siempre e n f r e n t a d o s al Bakufu p o r su posición
Japón: los p r i m e r o s asesinatos de occidentales en su enclave e s t r u c t u r a l , se envalentonaron ahora, p a s a n d o a la ofensiva y
de Yokohama f u e r o n a m e n u d o o b r a de los s a m u r a i s proceden- conspirando p a r a su derrocamiento. Todos sus recursos mili-
tes del f e u d o de Mito, u n a de las tres m á s i m p o r t a n t e s r a m a s tares y económicos, a d m i n i s t r a d o s p o r regímenes m á s sólidos
jóvenes de la dinastía Tokugawa. En Kyoto, el e m p e r a d o r y eficaces que el gobierno de Edo, se pusieron en pie de guerra.
—guardián y símbolo de los valores culturales tradicionales— Los ejércitos han f u e r o n modernizados, ampliados y reequipa-
se oponía también ferozmente a los tratos con los intrusos. Con dos con a r m a m e n t o s occidentales, y m i e n t r a s S a t s u m a ya po-
el comienzo de lo que todos los sectores de la clase feudal ja- seía el m a y o r contingente s a m u r a i de Japón, los jefes Choshu
ponesa sentían c o m o u n peligro nacional, la corte imperial se reclutaron y e q u i p a r o n a campesinos ricos p a r a crear u n a fuer-
reactivó r e p e n t i n a m e n t e como u n v e r d a d e r o polo secundario za plebeya que p u d i e r a utilizarse c o n t r a el shogunato. Las ex-
de poder, y la aristocracia kuge de Kyoto se convirtió m u y pectativas populares de grandes cambios se extendían de f o r m a
p r o n t o en u n constante foco de intriga c o n t r a la burocracia supersticiosa e n t r e las multitudes de Nagoya, Osaka y Edo,
shogunal de Edo. El régimen Tokugawa estaba ya, realmente, m i e n t r a s que se conseguía el apoyo tácito de algunos b a n q u e r o s
en una situación imposible. Políticamente, sólo podía j u s t i f i c a r chonin p a r a s u m i n i s t r a r las reservas financieras necesarias p a r a
sus progresivas r e t i r a d a s y concesiones ante las exigencias oc- u n a guerra civil. Una constante vinculación con los kuge, des-
cidentales, explicando a los daimyo la inferioridad militar que contentos de Kyoto, aseguró a los dirigente tozama la cobertu-
las hacía necesarias. Pero hacer esto equivalía a a d m i t i r su pro- r a ideológica esencial p a r a la proyectada operación: se t r a t a b a
pia debilidad y, en consecuencia, a invitar a la subversión y la n a d a menos que de u n a revolución cuyo objetivo formal con-
rebelión a r m a d a c o n t r a el propio régimen. Acorralado p o r el sistía en el restablecimiento de la a u t o r i d a d imperial, que ha-
peligro exterior, se volvió cada vez más incapaz de e n f r e n t a r s e
al malestar interior provocado p o r sus tácticas dilatorias. 52
Frost, The Bakumatsu currency crisis, p. 41.
" Sobre este episodio fundamental véase Akamatsu, Meiji 1868, pa-
Económicamente, este a b r u p o final de la reclusión j a p c n e s a ginas 165-7.
448 474
448 Dos notas
El feudalismo japonés 240
bía sido u s u r p a d a p o r el shogunato. El e m p e r a d o r proporcio- E s t a d o Meiji n o f u e en sentido categórico u n absolutismo. Al
naba, pues, u n símbolo trascendental al q u e en teoría podían orincipio f u e u n a d i c t a d u r a de emergencia del n u e v o bloque
unirse todas las clases sociales. Un golpe súbito entregó Kyoto dominante, y muy p r o n t o se reveló como u n E s t a d o capitalista
a las t r o p a s de S a t s u m a en 1867. El e m p e r a d o r Meiji, con la autoritario cuyo temple f u e puesto a p r u e b a , en pocas decadas
ciudad b a j o el control militar, leyó u n a proclama r e d a c t a d a p o r v con todo éxito, c o n t r a u n v e r d a d e r o absolutismo. E n 1905, los
su corte p o r la que se ponía fin al shogunato. El Bakufu, sub- descalabros rusos en T s u s h i m a y Mukden revelaron al m u n d o
vertido y desmoralizado, se m o s t r ó incapaz de u n a resistencia la diferencia que existía e n t r e ambos. El paso del feudalismo
firme. En pocas semanas, todo J a p ó n había sido t o m a d o pol- al capitalismo se efectuó en Japón, en u n a medida insólita, sin
los insurgentes ejércitos tozama y se había f u n d a d o el E s t a d o ningún interludio político.
Meiji unitario. La caída del shogunato significó el fin del feu-
dalismo japonés.
Económica y diplomáticamente socavado desde el exterior
— u n a vez q u e h u b o desaparecido la seguridad de su aislamien-
to— el E s t a d o Tokugawa se h u n d i ó política y m i l i t a r m e n t e des-
de el interior a causa de la m i s m a parcelación de la soberanía
q u e siempre había p r o c u r a d o m a n t e n e r . La falta de u n mono-
polio de la fuerza a r m a d a y su incapacidad p a r a s u p r i m i r la
legitimidad imperial le hicieron i m p o t e n t e en ú l t i m o t é r m i n o
ante u n a insurrección bien organizada en el n o m b r e del empe-
r a d o r . El E s t a d o Meiji q u e le sucedió procedió r á p i d a m e n t e a
u n a serie de p r o f u n d a s medidas p a r a abolir el f e u d a l i s m o des-
de arriba, m e d i d a s que constituían el p r o g r a m a m á s radical
nunca decretado. El sistema de f e u d o s f u e liquidado, y el o r d e n
de c u a t r o estamentos, destruido; se promulgó la igualdad de
todos los ciudadanos ante la ley; se r e f o r m ó el calendario y el
vestido; se creó u n m e r c a d o u n i f i c a d o y u n a sola moneda, y
se promovió sistemáticamente la industrialización y la expan-
sión militar. Una economía y u n sistema político capitalistas
surgieron d i r e c t a m e n t e de la eliminación del shogunato. Los
complejos mecanismos históricos de la t r a n s f o r m a c i ó n revolu-
cionaria llevada a cabo p o r la restauración Meiji se e x a m i n a r á n
en o t r o lugar. Aquí sólo es necesario s u b r a y a r que, contraria-
m e n t e a la hipótesis de algunos historiadores j a p o n e s e s e l
54
Ver, por ejemplo, el estudio marxista clásico de la Restauración,
que fuera de Japón sólo es asequible en ruso: Shigeki Toyama, Meidzi
isin, krushenie feodalizma v Yaponii, Moscú, 1959, pp. 183, 217-8, 241,
295. Aquí sólo tenemos espacio para repetir la escueta afirmación hecha
antes: es preciso reservar para un osti"i'j posterior la discusión com-
pleta del carácter histórico de la restauración Meiji. Sin embargo, es
posible apuntar la opinión de Lenin sobre la naturaleza del vencedor en
la guerra ruso-japonesa. Lenin creía que la «burguesía japonesa» había
infligido «una bochornosa derrota» a la «autocracia feudal» del zarismo:
«la Rusia absolutista ha sido ya vencida por el Japón constitucional».
Lenin, Collected Works, vol. 8, pp. 52, 53, 28 [Obras Completas, vol. 8,
páginas 43, 44, 19].
B. EL «MODO DE PRODUCCION ASIATICO» El «modo de producción asiático» 477

Puerta. Así nació el concepto de «despotismo» político, u n tér-


mino que hasta entonces faltaba del vocabulario de los comen-
tarios europeos sobre Turquía, a u n q u e su sustancia ya estaba
presente desde hacía m u c h o tiempo. En Maquiavelo, Bodin o
Harrington, la designación tradicional del sultán osmanli era
la de «Gran Señor», proyección anacrónica de la terminología
del feudalismo europeo sobre el E s t a d o turco, cuya diferencia
respecto a cualquier sistema político europeo se declaraba ex-
I plícitamente. Hobbes f u e el p r i m e r escritor i m p o r t a n t e del si-
glo X V I I que habló del p o d e r despótico (recomendándolo, para-
Como ya h e m o s visto, Marx rechazó expresamente la definición dójicamente, como la f o r m a n o r m a l y adecuada de soberanía).
como formaciones sociales feudales de la India de los mogoles N a t u r a l m e n t e , esta connotación no volvería a repetirse. Por el
y, p o r u n a inferencia necesaria, de la Turquía o t o m a n a . Esta contrario, a medida que el siglo avanzaba, el p o d e r despótico
delimitación negativa, que reserva el concepto de feudalismo a f u e e q u i p a r a d o p o r doquier con la tiranía, y en Francia, la «ti-
E u r o p a y Japón, plantea, sin embargo, el p r o b l e m a de la cla- ranía turca» se atribuyó f r e c u e n t e m e n t e , desde la Fronda, a la
sificación positiva que Marx .asignaba a los sistemas socioeco- dinastía borbónica, en la literatura polémica de sus oponen-
nómicos de los que India y T u r q u í a ofrecen ejemplos pro- tes. Bayle fue, quizá, el p r i m e r filósofo que empleó el concepto
minentes. Existe u n a c u e r d o creciente a p a r t i r de los años se- genérico de despotismo en el año 1704 2 ; al plantearse su vali-
senta en que la respuesta es que Marx creía que r e p r e s e n t a b a n dez, reconocía implícitamente que se t r a t a b a de u n a idea co-
un modelo específico, al que llamó «modo de producción asiá- rriente.
tico». Este concepto se convirtió hace unos años en foco de u n a La aparición definitiva del concepto de «despotismo» coin-
discusión internacional e n t r e los marxistas, y, a la luz de las
cidió, además, desde el principio, con su proyección sobre el
conclusiones de este estudio, quizá podría ser útil r e c o r d a r los
«Oriente». En efecto, el p a s a j e canónico central en el que po-
antecedentes y el m a r c o intelectual en el que Marx escribía.
día e n c o n t r a r s e la p a l a b r a original griega (un t é r m i n o poco
La yuxtaposición y el contraste teórico entre las e s t r u c t u r a s
usual) era u n a célebre afirmación de Aristóteles: «Hay pueblos
estatales de E u r o p a y Asia constituía u n a vieja tradición desde
que, a r r a s t r a d o s p o r u n a tendencia n a t u r a l a la servidumbre,
Maquiavelo y Bodin. Inspirada en la proximidad del poderío
inclinación m u c h o m á s pronunciada e n t r e los b á r b a r o s que en-
turco, esa tradición surgió con el nuevo renacer de la teoría
política en la e r a del Renacimiento, y a p a r t i r de entonces tre los griegos, más e n t r e los asiáticos que e n t r e los europeos,
a c o m p a ñ ó paso a paso su desarrollo hasta la era de la Ilus- soportan el yugo del despotismo sin pena y sin m u r m u r a c i ó n ,
tración. y he aquí p o r qué los reinados que pesan sobre estos pueblos
son tiránicos, si bien descansan, p o r o t r a parte, sobre las ba-
H e m o s hablado más a r r i b a de las sucesivas y significativas ses sólidas de la ley y la sucesión hereditaria» 3.
reflexiones de Maquiavelo, Bodin, Bacon, Harrington, Bernier El despotismo, pues, se atribuía expresamente a Asia en la
y Montesquieu sobre el imperio otomano, íntimo y enemigo de fons et origo de toda la filosofía política europea. La Ilustra-
E u r o p a a p a r t i r del siglo x v S i n embargo, en el siglo XVIII, en ción, que podía a b a r c a r m e n t a l m e n t e a todo el globo tras los
la oleada de la exploración y expansión coloniales, la aplicación grandes viajes de los descubrimientos y conquistas coloniales,
geográfica de las ideas concebidas inicialmente al contacto con tenía p o r vez p r i m e r a la posibilidad de o f r e c e r una formula-
Turquía se extendió sin cesar hacia el Este: p r i m e r o hasta Per-
sia, después a la India y finalmente a China. Con esta exten- 2
sión geográfica vino también u n a generalización conceptual del R. Koebner, «Despot and despotism: vicissitudes of a political term»,
The Journal of the Warburg and Courtauld Institute, xiv, 1951, P- 300
c o n j u n t o de rasgos inicialmente atribuidos o limitados a la Este ensayo rastrea también la prehistoria de la palabra en la Edad Me-
dia, antes de que fuera proscrita durante el Renacimiento a causa de su
1 impura genealogía filológica.
Véanse pp. 407-11. 3
Aristóteles, Política, III, ix, 3 [Madrid, Espasa Calpe, 1978, p.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 479
ción general y sistemática de esa conexión. Montesquieu f u e m e j a n t e s a las leyes de los h o m b r e s , t a m b i é n serían nulas; p e r o
quien e m p r e n d i ó esta tarea con su m a d u r a categorización teó- c o m o toda sociedad debe tener u n principio de firmeza, es la
rica del «despotismo oriental». P r o f u n d a m e n t e influenciado religión quien lo p r o p o r c i o n a » 6 . Al m i s m o tiempo, Montesquieu
p o r Bodin y a s i d u o lector de Bernier, Montesquieu h e r e d ó de creía que estas sociedades eran esencialmente inmóviles: «Las
sus predecesores los axiomas básicos de que los estados asiá- leyes, las c o s t u m b r e s y los hábitos del Oriente —incluso los
ticos carecían de propiedad privada estable y de nobleza here- m á s triviales, c o m o la m o d a del vestir— son hoy idénticos a
ditaria y eran, p o r tanto, a r b i t r a r i o s y tiránicos, opiniones que como e r a n hace mil años» 7 .
repitió con la fuerza lapidaria q u e le caracterizaba. Además, el El principio m a n i f i e s t o de Montesquieu p a r a explicar el di-
despotismo oriental no se b a s a b a ú n i c a m e n t e en el miedo ab- f e r e n t e carácter de los estados de E u r o p a y Asia era, natural-
yecto, sino también en u n a c o n f u s a igualdad e n t r e sus súbdi- mente, geográfico: el clima y la topografía h a b í a n d e t e r m i n a d o
tos, ya que todos eran iguales en su común s o m e t i m i e n t o a los sus divergentes destinos. Montesquieu sintentizó sus opiniones
letales caprichos del déspota: «El principio del gobierno des- sobre la naturaleza de a m b o s en u n a comparación artística-
pótico es el t e m o r [ . . . ] el t e m o r es u n i f o r m e en todas p a r t e s » 4 . m e n t e d r a m á t i c a : «Asia siempre h a sido la p a t r i a de grandes
Esta u n i f o r m i d a d era la antítesis siniestra de la unidad muni- imperios que en E u r o p a n u n c a h a n podido subsistir. E s t o es
cipal de la Antigüedad clásica: «Todos los h o m b r e s son iguales así p o r q u e el Asia q u e conocemos tiene llanuras m á s vastas
en u n E s t a d o republicano; también son iguales en u n E s t a d o que E u r o p a ; los m a r e s circundantes la h a n f r a g m e n t a d o en
despótico. En el primero, p o r q u e lo son todo; en el segundo, m a s a s m u c h o m á s grandes, y, al e s t a r situada más al sur, sus
p o r q u e no son n a d a » 5 . La falta de u n a nobleza hereditaria, ob- f u e n t e s se secan con m á s facilidad, sus m o n t a ñ a s n o e s t á n cu-
servada desde hacía m u c h o tiempo en Turquía, se convirtió b i e r t a s con t a n t a nieve, sus ríos son menos caudalosos y for-
aquí en algo m u c h o más fuerte, en u n a condición de la servi- m a n b a r r e r a s menos i n f r a n q u e a b l e s . Por tanto, el p o d e r en
d u m b r e d e s n u d a e igualitaria de toda Asia. Montesquieu añadió Asia debe ser siempre despótico, pues si la s e r v i d u m b r e n o
también dos nuevas nociones a la tradición que había h e r e d a d o fuese extremada, se produciría u n a división en el continente
y que reflejaban específicamente la doctrina de la Ilustración q u e la naturaleza del país n o podría soportar. E n E u r o p a , las
sobre el secularismo y el progreso. Así, Montesquieu argumen- dimensiones n a t u r a l e s de la geografía f o r m a n diversos estados
tó que las sociedades asiáticas carecían de códigos legales por- de u n a extensión modesta, en los que el gobierno de las leyes
que la religión actuaba en ellas c o m o un sustituto funcional n o es incompatible con la supervivencia del Estado, sino que,
del derecho: «Hay estados en los que las leyes no son nada, p o r el contrario, es tan favorable que sin ellas cualquier E s t a d o
o no son más que la voluntad caprichosa y a r b i t r a r i a del so- caería en decadencia y q u e d a r í a en inferioridad respecto a to-
berano. Si en estos estados las leyes de la religión f u e r a n se- dos los demás. Eso es lo que h a creado aquel espíritu de li-
b e r t a d q u e hace a cada p a r t e del continente tan resistente a la
4
De Vesprit des lois, i, pp. 64, 69. El discurso de Montesquieu sobre subyugación o la sumisión ante u n p o d e r e x t r a n j e r o , salvo p o r
el despotismo no era sólo, naturalmente, una simple teorización sobre la ley o p o r la utilidad de su comercio. En Asia reina, p o r el
Asia. Contenía también una implícita llamada de atención sobre los peli- contrario, u n espíritu de s e r v i d u m b r e que n u n c a la ha abando-
gros del absolutismo en Francia que si no era detenido por los «poderes
intermedios» de la nobleza y el clero, podía aproximarse en último tér-
nado, y es imposible e n c o n t r a r en toda la historia del conti-
mino —esto era lo que Montesquieu temía— a las normas orientales. n e n t e u n solo rasgo que sea indicio de u n alma libre: sólo po-
Sobre este significado implícito del Esprit des lois véase el análisis por d r e m o s ver el h e r o í s m o de la esclavitud» 8 .
lo general excelente, de L. Althusser, Montesquieu, la politique et Vhistoire,
páginas 92-7. Althusser, sin embargo, sobreestima la dimensión propagan- Este c u a d r o de Montesquieu — a u n q u e impugnado p o r unos
dística de la teoría de Montesquieu sobre el despotismo al minimizar pocos críticos de su t i e m p o ' — f u e generalmente aceptado y se
su demarcación geográfica. Sobrepolitizar el significado del Esprit des
lois es reducirlo a una dimensión de campanario. En realidad, está com-
pletamente claro que Montesquieu tomó muy en serio sus análisis del • De Vesprit des lois, II, p. 168.
Oriente, que no eran ni única ni primariamente meros instrumentos ale- 7
De Vesprit des lois, I, p. 244.
góricos, sino un componente integral de su intento de construir una • De Vesprit des lois, I, pp. 291-2. ,
ciencia global de los sistemas políticos en ambos sentidos ' El más notable de ellos fue Voltaire, que, más preocupado por ios
' De Vesprit des lois, i, p. 81. problemas culturales que por los políticos, discutió con vigor el anansis
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convirtió en u n legado f u n d a m e n t a l p a r a toda la filosofía y la u n c o n t r a s t e e n t r e dos tipos de economías, d o m i n a d a s respec-


economía política. Adam S m i t h f u e quien dio, p r o b a b l e m e n t e , tivamente p o r diversas r a m a s de producción: «De la m i s m a
el siguiente paso i m p o r t a n t e en el desarrollo de esta oposición m a n e r a en q u e la economía política de las naciones de la Euro-
e n t r e Asia y E u r o p a , c u a n d o la redefinió p o r vez p r i m e r a como p a m o d e r n a ha sido más favorable a las m a n u f a c t u r a s y al co-
mercio exterior, es decir, a la actividad industrial de las ciu-
dades, que a la agricultura, que es la actividad industrial del
campo, t a m b i é n h a h a b i d o naciones que h a n seguido u n dife-
de Montesquieu del imperio chino, objeto de la admiración de Voltaire r e n t e plan y se h a n m o s t r a d o más favorables a la agricultura
por lo que creía benevolencia racional de su gobierno y sus costumbres. que a las m a n u f a c t u r a s y al comercio exterior. La política de
Como ya hemos visto, el «despotismo ilustrado» era un ideal positivo China favorece la agricultura m á s que el resto de las activida-
para muchos philosophes burgueses, para quienes representaba la supre- des. Se dice q u e en China la categoría del campesino es m u y
sión del particularismo feudal, precisamente la razón por la que Montes- superior a la del artesano, al c o n t r a r i o de lo que o c u r r e en la
quieu, un aristócrata nostálgico, lo temía y lo denunciaba. Otro crítico m a y o r p a r t e10 de E u r o p a , d o n d e el a r t e s a n o es muy superior al
muy diferente de De l'esprit des lois, que ha ganado el favor de escritores campesino» . S m i t h postula después u n a nueva correlación en-
recientes, fue Anquetil-Duperron, un estudioso de los textos sagrados de t r e el c a r á c t e r agrario de las sociedades de Asia y Africa y la
Zoroastro y Veda que pasó algunos años en la India y escribió un volumen función que en ellas tenían las obras hidráulicas de regadío y
titulado Législation orientale (1178), consagrado por completo a negar la t r a n s p o r t e , p o r q u e en esos países el E s t a d o era p r o p i e t a r i o de
existencia del despotismo en Turquía, Persia y la India, y en el que t o d a la tierra y e s t a b a d i r e c t a m e n t e interesado en la m e j o r a
se afirma la presencia en esos países de sistemas legales racionales y pública de la agricultura. «Fueron célebres en la Antigüedad
propiedad privada. En el libro se ataca específicamente a Montesquieu las construcciones llevadas a cabo p o r los antiguos soberanos
y Bernier. (pp. 2-9, 12-13, 140-2), por haber mantenido lo contrario. de Egipto p a r a la conveniente distribución de las aguas del
Anquetil-Duperron dedicó su libro a los «desgraciados pueblos de la In- Nilo, y los restos ruinosos de algunas de esas o b r a s despiertan
dia», lamentando sus «derechos heridos» y acusando a las teorías europeas todavía la a d m i r a c i ó n de los viajeros. Las construcciones de la
del despotismo oriehtal de ser meras coberturas ideológicas para la agre- m i s m a clase realizadas p o r los antiguos soberanos del I n d o s t á n ,
sión y la rapiña colonial en el Oriente: «El despotismo es el gobierno con o b j e t o de distribuir a d e c u a d a m e n t e las aguas del Ganges
de aquellos países en los que el soberano se declara propietario de todos y de o t r o s m u c h o s ríos, parece que f u e r o n igualmente grandio-
los bienes de sus súbditos; convirtámonos en ese soberano y seremos sas, a u n q u e hayan sido m u c h o menos celebradas [ . . . ] En China
los dueños de todas las tierras del Indostán. Tal es el razonamiento del y en otros varios gobiernos de Asia, el p o d e r ejecutivo t o m a
avaro codicioso, oculto tras una fachada de pretextos que es preciso de- a su cargo t a n t o la reparación de las grandes r u t a s como la
moler» (p. 178). Por la fuerza de estos sentimientos, Anquetil-Duperron conservación de los canales navegables [ . . . ] Se asegura, pues,
ha sido posteriormente saludado como primer y noble campeón del anti- q u e esta r a m a de la administración pública se e n c u e n t r a muy
colonialismo. Althusser ha afirmado, con cierta ingenuidad, que su Légis- bien a t e n d i d a en todos estos países, p e r o especialmente en Chi-
lation orientale ofrece un «admirable» panorama del «verdadero Oriente» na, d o n d e las grandes r u t a s y m u c h o m á s aún los canales na-
al contrario de la imagen que tenía Montesquieu. Dos artículos recientes vegables son muy superiores, según estos informes, a todo lo
han repetido su alabanza: F. Venturi, «Despotismo orientale», Rivista de su clase conocido en Europa» ".
Storica Italiana, LXXII, 1. 1960, pp. 117-26, y S. Stelling-Michaud «Le mythe
, df.P°t,S*e °™nta1*' Schweizer Beitrage tur Allgemeinen Geschichte,
yol 18-19 1960-1961, pp. 344-5 (que en general sigue muy de cerca á
Althusser). En realidad, Anquetil-Duperron fue una figura mucho más
equívoca y trivial de lo que sugieren esos elogios, como se lo habría
revelado a sus autores una investigación un poco más profunda. Más que
un auténtico enemigo del colonialismo como tal, Anquetil-Duperron era
un desencantado pátriota francés a quien mortificaban los éxitos del
colonialismo británico al arrojar a su rival galo del Carnático y de todo
el subcontmente. En 1872 escribió otro volumen, Linde en rapport avec
l Europe, dedicado esta vez a los «espíritus de Dupleix y Labourdon-
nais» y que era una violenta requisitoria contra «la audaz Albión que
ha usurpado el tridente de los mares y el cetro de la India», y pedía que 10
An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations,
«la bandera francesa flotase de nuevo con majestad por los mares y las
Londres, 1778, II, p. 281 [La riqueza de las naciones, Madrid, Aguilar, 1961],
tierras de la India». Publicado en 1789, durante el Directorio, en este libro 11
Anquetil-Duperron afirmaba que «el tigre debía ser atacado en su gua- An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations, II,
rida» y proponía una expedición naval francesa para «tomar Bombay» páginas 283, 340. Smith añade de forma significativa: «Sin embargo, no
y arrojar así «al poderío inglés hasta más allá del cabo de Buena Espe- hay que olvidar que los relatos transmitidos a Europa acerca de tales
ranza» (pp. i-ii, xxv-xxvi). Nada de esto podría adivinarse si sólo se tiene obras son, por lo general, descripciones hechas por viajeros poco inteli-
en cuenta la inmaculada piedad del artículo del Dictionnaire historique gentes y demasiado admirativos, y con frecuencia por misioneros estúpidos
del que parece haberse derivado buena parte de su posterior reputación y mendaces. Quizá no se nos presentarían como tan maravillosas si hu-
biesen sido examinadas por unos ojos más inteligentes y si los relatos
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E n el siglo xix, los sucesores de Montesquieu y S m i t h pro- civilización china. Su análisis de la civilización india, a u n q u e
longaron la m i s m a línea de pensamiento. Dentro de la filosofía t a m b i é n era matizado, tenía u n color m u c h o m á s sombrío. He-
clásica alemana, Hegel estudió p r o f u n d a m e n t e a a m b o s auto- gel creía que el sistema indio de castas era c o m p l e t a m e n t e dis-
res y, en La filosofía de la historia, r e a f i r m ó la m a y o r p a r t e t i n t o de lo que p a s a b a en China y q u e significaba u n avance
de las nociones de Montesquieu sobre el despotismo asiático, de la j e r a r q u í a sobre la igualdad, p e r o de tal tipo q u e inmo-
sin rangos o poderes intermedios, en su característica termino- vilizaba y degradaba a toda la e s t r u c t u r a social. «En China rei-
logía. «El despotismo, desarrollado en proporciones asombro- n a b a la igualdad e n t r e todos los individuos que c o m p o n e n el
sas», f u e en el Oriente «la f o r m a de gobierno e s t r i c t a m e n t e i m p e r i o y, p o r consiguiente, todo el gobierno está a b s o r b i d o e n
a p r o p i a d a al a m a n e c e r de la Historia» 1 2 . Hegel e n u m e r ó los su centro, el e m p e r a d o r , de tai f o r m a que los m i e m b r o s indi-
principales países del continente a los que se aplicaba esta viduales n o pueden alcanzar la independencia y la libertad sub-
n o r m a : «En la India, p o r tanto, i m p e r a p l e n a m e n t e el despo- jetivas [ . . . ] En este sentido, en la India ha tenido lugar u n
tismo m á s arbitrario, perverso y degradante. China, Persia y avance esencial, a saber, u n a ramificación en m i e m b r o s inde-
Turquía —en realidad, toda Asia— son los escenarios del des- pendientes a p a r t i r de la u n i d a d del p o d e r despótico. Con todo,
p o t i s m o y, en el p e o r sentido, de la tiranía» » El Reino Celeste, las diferencias q u e implican esas ramificaciones se refieren a
que había d e s p e r t a d o sentimientos t a n contradictorios e n t r e la Naturaleza. E n lugar de e s t i m u l a r la actividad de u n a l m a
los p e n s a d o r e s de la Ilustración, f u e o b j e t o especial del interés c o m o su c e n t r o de unión y de realizar e s p o n t á n e a m e n t e esa
de Hegel, c o m o m o d e l o de lo que consideraba u n a autocracia alma — c o m o ocurre con la vida orgánica—, se petrifican y se
igualitaria. «China es el i m p e r i o de la absoluta igualdad, y to- vuelven rígidas, y p o r su carácter estereotipado condenan al
das las diferencias que allí existen son posibles ú n i c a m e n t e en p u e b l o indio a la m á s d e g r a d a n t e s e r v i d u m b r e espiritual. Las
relación con la administración pública, y están en función de diferencias a las que nos e s t a m o s r e f i r i e n d o son las castas»15.
los m é r i t o s q u e u n a persona puede a d q u i r i r y que le p e r m i t e n El r e s u l t a d o es q u e «mientras en China e n c o n t r a m o s u n des-
alcanzar los altos puestos en el gobierno. Como en China p o t i s m o moral, en la India lo q u e p u e d e llamarse reliquia de
reina la igualdad, p e r o sin ninguna libertad, el d e s p o t i s m o es la vida política es u n despotismo sin ningún principio y sin
n e c e s a r i a m e n t e la f o r m a de gobierno. E n t r e nosotros, los ninguna n o r m a de m o r a l i d a d o de religión» 1 6 . Hegel caracte-
h o m b r e s son iguales ú n i c a m e n t e a n t e la ley y en el r e s p e t o rizaba la base central del despotismo indio como u n sistema
debido a la p r o p i e d a d de cada uno; p e r o si q u e r e m o s tener lo de c o m u n i d a d e s aldeanas inertes, regidas p o r c o s t u m b r e s he-
q u e llamamos libertad, es preciso garantizar los m u c h o s inte- reditarias y p o r la distribución de las cosechas m e d i a n t e im-
reses y los privilegios particulares q u e t a m b i é n tienen. E n el puestos, y q u e n o se veían a f e c t a d a s p o r los cambios políticos
imperio chino, sin embargo, estos intereses especiales n o go- que tenían lugar en el Estado, situado p o r encima de ellas. «El
zan p o r sí m i s m o s de ninguna consideración, y el gobierno c o n j u n t o de ingresos q u e c o r r e s p o n d e a cada aldea se divide,
procede sólo del e m p e r a d o r , que lo hace a c t u a r c o m o u n a je- como ya se h a dicho, en dos partes, de las que u n a pertenece
r a r q u í a de funcionarios o mandarines» 14. Hegel, como m u c h o s al r a j á y la o t r a a los cultivadores; p e r o hay q u e e n t r e g a r tam-
de sus predecesores, m o s t r ó u n a m o d e r a d a admiración hacia la bién p a r t e s proporcionales al jefe del lugar, al juez, al inspec-
t o r de aguas, al b r a h m á n encargado del cultivo divino, al astró-
logo (que es t a m b i é n u n b r a h m á n y señala los días fastos y
procediesen de testigos de mayor fidelidad. La descripción que Bernier nefastos), al herrero, al carpintero, al alfarero, al lavandera, al
nos ofrece de las obras de esa clase en Indostán dista mucho de las que médico, a las bailarinas, al músico, al poeta. E s t a s c o s t u m b r e s
nos han hecho otros viajeros más propensos que él a lo maravilloso »
The philosophy of history, Londres, 1878, p. 270. [No existe corres- son f i j a s e i n m u t a b l e s y n o e s t á n s u j e t a s a la voluntad de nadie.
pondencia entre esta edición inglesa y la traducción castellana de José Todas las revoluciones políticas pasan, pues, p o r encima de la
Gaos (Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid Revista indiferencia del indio del común, cuya suerte n o cambia nun-
de Occidente, 4.* ed„ 1974), por haberse realizado a partir de la 3.' y 4*
ediciones alemanas, respectivamente, entre las que existen diferencias
sustanciales.]
u
Ibid., p. 168.
" Ibid., pp. 130-1. » Ibid., pp. 150-1.
" Ibid., p. 168.
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ca» n . E s t a s afirmaciones, c o m o veremos, h a b r í a n de tener lar- la India, Persia, T u r q u í a y China. La naturaleza u n i f o r m e del
ga vida. Hegel t e r m i n a b a repitiendo el ya tradicional t e m a del sistema económico y del gobierno político de estas diferentes
anquilosamiento histórico, que atribuía a a m b o s países: «Chi-
tierras podía rastrearse, según creía Jones, h a s t a su conquista
n a e India p e r m a n e c e n estacionarias y p e r p e t ú a n , incluso hasta
común p o r las t r i b u s t á r t a r a s de Asia central. «China, la India,
el t i e m p o presente, u n a existencia vegetativa natural» 18.
Persia y la T u r q u í a asiática, situadas todas ellas en los extre-
Mientras que en la filosofía clásica alemana Hegel seguía mos exteriores de la gran llanura de Asia central, h a n sido so-
m u y de cerca a Montesquieu, en la economía política inglesa
metidas en su m o m e n t o —y algunas en m á s de u n a ocasión—
los temas de S m i t h f u e r o n a d o p t a d o s i n m e d i a t a m e n t e p o r sus
a las invasiones de sus tribus. Incluso en este m o m e n t o parece
seguidores. E n su estudio sobre la India británica, el viejo Mili
difícil que China p u e d a librarse del peligro de o t r a subyuga-
añadió poco a los conceptos tradicionales del d e s p o t i s m o asiá-
ción. En todas p a r t e s donde se h a n a s e n t a d o estos invasores
tico 19. El siguiente economista inglés q u e desarrolló u n análi-
escitas h a n establecido u n a f o r m a despótica de gobierno, a la
sis m á s original de la situación en Oriente f u e Richard Jones,
q u e ellos mismos se h a n sometido con p r o n t i t u d m i e n t r a s obli-
sucesor de Malthus en el East India College, cuyo Essay on
the distribution of wealth and the sources of taxation se publi- gaban a los h a b i t a n t e s de los países conquistados a someterse
có en Londres en 1831, el m i s m o a ñ o en q u e Hegel dictaba en a ella [ . . . ] Los t á r t a r o s h a n establecido o a d o p t a d o e n todas
Berlín sus cursos sobre China y la India. El libro de Jones, p a r t e s un sistema político que se adecúa p e r f e c t a m e n t e a sus
cuyo o b j e t o era realizar u n a crítica de Ricardo, incluía el in- hábitos nacionales de sumisión p o p u l a r y de p o d e r absoluto
t e n t o p r o b a b l e m e n t e m á s e l a b o r a d o de los realizados h a s t a en- de los jefes, y sus conquistas h a n introducido o restablecido
tonces de analizar c o n c r e t a m e n t e la tenencia de la tierra en este p o d e r desde el m a r Negro al Pacífico y desde Pekín h a s t a
Asia. Jones a f i r m a b a desde el comienzo que, «en toda Asia, los el N e r b u d d a . En toda el Asia agrícola (con la excepción de Ru-
soberanos siempre h a n e s t a d o en posesión de u n título exclu- sia) reina el m i s m o sistema» 2 1 .
sivo sobre la tierra de sus dominios y h a n conservado ese de- La hipótesis general de Jones sobre la conquista n ó m a d a
recho en u n e s t a d o de singular e inconveniente integridad, sin como origen de la p r o p i e d a d estatal de la tierra se c o m b i n a b a
ninguna división ni menoscabo. Los individuos siempre son con u n n u e v o c o n j u n t o de distinciones en su valoración del
a r r e n d a t a r i o s del soberano, que es el ú n i c o propietario; única- g r a d o y los efectos de esa propiedad en los diferentes países
m e n t e las usurpaciones de sus funcionarios p u e d e n r o m p e r du- q u e f u e r o n o b j e t o de su estudio. Así, Jones escribió q u e el úl-
r a n t e algún tiempo los eslabones de esta cadena de dependen- t i m o período mogol de la India presenció «el fin de todo sis-
cia. E s t a universal dependencia del t r o n o p a r a conseguir los tema, de t o d a m o d e r a c i ó n o protección; se r e c a u d a r o n , a p u n t a
medios de vida es el v e r d a d e r o f u n d a m e n t o del i n q u e b r a n t a b l e de lanza, r e n t a s ruinosas, i m p u e s t a s a r b i t r a r i a m e n t e en las fre-
despotismo del m u n d o oriental, así como de los ingresos del so- cuentes correrías militares, y los n u m e r o s o s intentos de resis-
b e r a n o y de la f o r m a que a d o p t a la sociedad situada b a j o sus tencia desesperada f u e r o n castigados sin piedad p o r el fuego
pies» 2 0 . Sin embargo, Jones n o se dio p o r satisfecho con las y la matanza» 2 2 . El E s t a d o turco, p o r su parte, m a n t u v o for-
afirmaciones genéricas de sus predecesores e intentó delimitar m a l m e n t e niveles m á s m o d e r a d o s de explotación, pero la co-
con alguna precisión las c u a t r o grandes zonas en las que do- r r u p c i ó n de sus agentes hacía ineficaces en la práctica todas
m i n a b a lo que él llamó rentas de los' ryots —es decir, los im- las limitaciones. «Comparado con los sistemas de la India o
puestos pagados d i r e c t a m e n t e p o r los campesinos al E s t a d o en Persia, el de T u r q u í a tiene evidentemente algunas v e n t a j a s . La
c u a n t o p r o p i e t a r i o de la tierra que cultivaban—, y que e r a n p e r m a n e n c i a y moderación del miri, o r e n t a de la tierra, es
u n a de ellas [ . . . ] Pero su relativa fuerza y moderación se h a n

" Ibid., p. 161. " An essay on the distribution of wealth, pp. 110, 112. La alusión de
" Ibid., p. 180.
Jones a los peligros tártaros que amenazan a China es, probablemente,
" James Mili, The history of British India, Londres, 1858 (reedición), una referencia a las rebeliones de los Khoja en Kashgar el año 1830. Ob-
i, pp. 141, 211.
20 sérvese su explícita exclusión de Rusia del sistema asiático que se estaba
Richard Jones, An essay on the distribution of wealth and the sour-
ces of taxation, Londres, 1831, pp. 7-8. discutiendo.
22
An essay on the distribution of wealth, p. 117.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 487
vuelto inútiles p a r a sus desgraciados súbditos, debido t a n t o a te a la f o r m a c i ó n de la o b r a de Marx y Engels contenían u n a
la indolencia e indiferencia como a la malversación de sus orevia concepción c o m ú n de los sistemas políticos y sociales
lejanos funcionarios» 2 3 . En Persia, la rapacidad de la monar- de Asia, u n c o n j u n t o de ideas que todos c o m p a r t í a n y que, en
quía no tenía límites, pero el sistema local de regadío m o d e r a b a último término, se r e m o n t a b a n a la Ilustración. Este c o n j u n t o
su alcance —al c o n t r a r i o de la función que le asignaba Smith— podría r e s u m i r s e de la siguiente f o r m a 2 8 :
p o r q u e introducía algunas f o r m a s de propiedad privada: «De
todos los gobiernos despóticos de Oriente, el de Persia es quizá Propiedad estatal de la t i e r r a H, B 3 M2 J
el m á s codicioso y el más d e s e n f r e n a d a m e n t e cínico; sin em- Inexistencia de b a r r e r a s jurídicas B, B 3 M2
bargo, el peculiar suelo de este país h a i n t r o d u c i d o algunas Sustitución del derecho p o r la religión M2
valiosas modificaciones en el sistema general asiático de r e n t a s Ausencia de nobleza h e r e d i t a r i a MÍ B 2 M2
de los riots [ . . . ] [ p o r q u e ] a todo aquel q u e saque agua a la Igualdad social servil M2 H 2
superficie, donde n u n c a antes la hubo, le garantizan los sobe- Comunidades aldeanas aisladas H2
ranos la posesión hereditaria de la tierra que h a fertilizado» 2 4 . Predominio agrario sobre la i n d u s t r i a S BJ
Por último, Jones vio con t o d a claridad q u e la agricultura chi- Obras públicas hidráulicas S M3
n a constituía u n caso especial que n o podía asimilarse simple- Medio climático t ó r r i d o M2 M3
m e n t e a la de los otros países q u e h a b í a descrito; su inmensa I n m u t a b i l i d a d histórica M2 H2 J M3
productividad la colocaba a p a r t e . «Toda la dirección del impe-
rio p r e s e n t a en v e r d a d u n llamativo c o n t r a s t e con las de las Despotismo oriental
vecinas m o n a r q u í a s asiáticas [ . . . ] Mientras q u e aún n o se ha
hecho a p t a p a r a el cultivo ni la m i t a d de la India y todavía Como p u e d e verse, ningún a u t o r combinó t o d a s estas no-
m e n o s superficie de Persia, China está tan p l e n a m e n t e cultiva- ciones en u n a sola concepción. Sólo Bernier había estudiado
d a c o m o la mayoría d e las m o n a r q u í a s e u r o p e a s y m á s plena- directamente los países asiáticos, y sólo Montesquieu había for-
m e n t e poblada q u e ellas» 2 5 . La o b r a de Jones representó, pues, m u l a d o u n a teoría general coherente del despotismo oriental.
sin d u d a alguna, el p u n t o m á s avanzado que alcanzó la econo- Los referentes geográficos de los sucesivos escritores se am-
mía política en su discusión sobre Asia d u r a n t e la p r i m e r a mi- pliaron desde T u r q u í a h a s t a la India y, finalmente, China, p e r o
tad del siglo xix. El joven Mili, q u e escribió cerca de dos déca- sólo Hegel y Jones i n t e n t a r o n distinguir las v a n a n t e s regiona-
das después, resucitó la c o n j e t u r a de S m i t h de que los estados
les del modelo asiático común.
orientales p a t r o c i n a r o n siempre las o b r a s públicas hidráulicas
—«los aljibes, pozos y canales p a r a el riego, sin los q u e difí-
cilmente p o d r í a n desarrollarse los cultivos en los climas m á s
tropicales» 2 6 —, pero, p o r lo demás, se limitó a r e p e t i r la ca- II
racterización genérica de «las extensas m o n a r q u í a s q u e h a n Podemos volver ahora a los célebres p á r r a f o s de la correspon-
o c u p a d o las llanuras de Asia desde tiempos inmemoriales» 2 7 , dencia de Marx con Engels, en la que a m b o s discutieron p o r
q u e se había convertido ya desde m u c h o antes en f ó r m u l a es- vez p r i m e r a los p r o b l e m a s de Oriente. El 2 de j u m o de 1853,
tablecida en E u r o p a occidental. Marx escribió a Engels - q u e había e s t a d o estudiando la his-
Es f u n d a m e n t a l c o m p r e n d e r , p o r tanto, que las dos princi- toria de Asia y a p r e n d i e n d o algo de p e r s a - p a r a r e c o m e n d a r e
pales tradiciones intelectuales q u e contribuyeron decisivamen- el relato de Bernier sobre las ciudades orientales, calificándolo
de «brillante, gráfico y sorprendente». A continuación Marx
aceptaba la tesis principal del libro de Bernier en u n a f a m o s a
a Ibid., pp. 129-30. e inequívoca afirmación: «Bernier piensa, c o n r a z ó n que m
" Ibid., pp. 119, 122-3.
a Ibid., p. 133.
base de todos los fenómenos orientales - s e refiere a Turquía,
" John Stuart Mili, Principies of political economy, Londres, 1848, I,
página 15 [Principios de economía política, México, FCE, 1951]. » H, Harrington; H2, Hegel; B„ Bodin; B„ Bacon; B„ Bernier; M„
" Principies of political economy, p. 14. Maquiavelo; M2, Montesquieu; M„ Mili; S, Smith; J, Jones.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 489

Persia e Indostán— reside en la ausencia de propiedad privada más elevada meseta asiática. El riego artificial es aquí la con-
de la tierra. Esta es la v e r d a d e r a clave, incluso del cielo orien- dición p r i m e r a de la agricultura, y esto es cosa de las comu-
tal» ». E n su respuesta, unos días después, Engels c o n j e t u r a b a nas, de las provincias o del gobierno central. Y u n gobierno
que la explicación histórica básica de esta inexistencia de pro- oriental n u n c a tuvo m á s de t r e s d e p a r t a m e n t o s : finanzas (pi-
piedad privada de la tierra debía r a d i c a r en la aridez del suelo llaje interno), guerra (pillaje i n t e r n o y en el exterior) y o b r a s
n o r t e a f r i c a n o y asiático, que exigía riesgos intensivos y, por públicas (cuidado de la reproducción) [ . . . ] E s t a fertilización
tanto, obras hidráulicas acometidas p o r el E s t a d o central y artificial de la tierra, que cesó i n m e d i a t a m e n t e c u a n d o cayó en
o t r a s a u t o r i d a d e s públicas. «La ausencia de propiedad de la decadencia el sistema de riego, explica el hecho, p o r o t r a p a r t e
tierra es ciertamente la clave p a r a la comprensión de todo el r-riese, de oue brandes extensiones, otrorr. b r i l l a n t e m ' n ' r 1
Oriente. Ahí reside su historia política y religiosa. ¿Pero por tivadas, sean a h o r a desoladas y desnudas (Palmira, Petra, las
q u é los orientales n o llegan a la p r o p i e d a d territorial, ni si- ruinas del Yemen, distritos de Egipto, Persia e Indostán); ex-
quiera en su f o r m a feudal? Creo que se debe p r i n c i p a l m e n t e al plica el h e c h o de que u n a sola guerra devastadora p u d i e r a
clima, j u n t o con la naturaleza del suelo, especialmente en las despoblar d u r a n t e siglos a u n país, despojándolo de toda su
grandes extensiones del desierto que se extiende desde el Saha- civilización» 30.
ra y cruza Arabia, Persia, India y Tartaria, llegando h a s t a la
Una s e m a n a después, Marx contestó m o s t r a n d o su acuerdo
con la i m p o r t a n c i a de las obras públicas p a r a la sociedad asiá-
" K. Marx y F. Engels, Selected correspondence, pp. 80-1 [Correspon- tica y s u b r a y a n d o la coexistencia con ellas de aldeas autosufi-
dencia,, p 62], Por su contenido y su tono, merece la pena reproducir
aquí el párrafo central de Bernier al que se refería Marx: «Estos tres cientes: «El carácter estacionario de esta p a r t e de Asia —a
países, Turquía, Persia e Indostán, no tienen idea de los principios del pesar de t o d o el m o v i m i e n t o sin sentido en la superficie polí-
meum y el tuum, relativos a la tierra o a otras posesiones reales- y tica— se explica p l e n a m e n t e p o r dos circunstancias interde-
habiendo perdido aquel respeto hacia el derecho de propiedad, q u e ' e s
la base de todo lo bueno y útil que hay en este mundo, necesariamente pendientes: 1) las obras públicas eran cosa del gobierno central;
se asemejan unos a otros en los puntos esenciales; todos ellos caen en 2) además, t o d o el imperio, sin c o n t a r las pocas y grandes ciu-
los mismos errores perniciosos y, antes o después, tienen que experi- dades, se dividía en aldeas, cada u n a de las cuales poseía u n a
mentar sus consecuencias naturales: la tiranía, la ruina y la desolación
¡Cuán felices y agradecidos debíamos sentirnos de que los monarcas de
organización c o m p l e t a m e n t e separada y f o r m a b a u n p e q u e ñ o
Europa no sean los únicos propietarios de la tierra! Si lo fueran busca- m u n d o c e r r a d o [ . . . ] E n algunas de estas comunidades, las tie-
ríamos en vano campos bien cultivados y poblados, ciudades bien cons- r r a s de la aldea se cultivan en común, y en la mayoría de los
truidas y prosperas y un pueblo educado y floreciente. Si este principio casos cada o c u p a n t e cultiva su p r o p i o predio. En su sociedad
prevaleciese, muy diferentes serían la verdadera riqueza y el poder de
los soberanos de Europa, y la lealtad y libertad con las que son servidos- existe la esclavitud y el sistema de castas. Las tierras baldías
remarían, por el contrario, sobre soledades y desiertos, sobre mendigos están destinadas al p a s t o r e o común. Las esposas e h i j a s son
y bárbaros. Los reyes de Asia, movidos por una ciega pasión y por la las encargadas del t e j i d o e hilado domésticos. E s t a s repúblicas
ambición de ser más absolutos de lo que está permitido por las leyes
de Dios y de la naturaleza, acaparan todo hasta que al final todo lo idílicas, que sólo g u a r d a b a n celosamente los límites de su aldea
pierden; al desear excesivas riquezas, se encuentran sin ninguna o con en c o n t r a de la aldea vecina, a ú n existen en f o r m a b a s t a n t e per-
muchas menos de las ambicionadas por su codicia. Si entre nosotros fecta en las p a r t e s noroccidentales de la India, que sólo en
existiera el mismo gobierno, ¿dónde encontraríamos príncipes prelados o
nobles burgueses opulentos y mercaderes prósperos, o ingeniosos artesa- fecha reciente cayeron en m a n o s inglesas. No creo que p u d i e r a
nos? ¿Donde buscaríamos ciudades como París, Lyon, Toulouse Ruán o imaginarse cimiento m á s sólido p a r a el e s t a n c a m i e n t o del des-
si lo preferís, Londres y tantas otras? ¿Dónde podríamos encontrar ese p o t i s m o asiático.» Y Marx añadía, de m o d o significativo: «En
numero infinito de pequeñas ciudades y aldeas, todas esas hermosas casas
de campo, esos campos y colinas primorosos, cultivados con tanto ca- todo caso, parecen h a b e r sido los m a h o m e t a n o s los p r i m e r o s
rino, arte y trabajo? ¿Qué sería de ¡os grandes ingresos que producen en establecer el principio de la "no p r o p i e d a d de la tierra a
tanto a los súbditos como al soberano? A causa de su aire nocivo nues- través de t o d a Asia» 31 .
tras grandes ciudades se harían inhabitables, y caerían en la ruina sin
despertar en nadie el deseo de detener su decadencia; nuestras colinas » K. Marx y F. Engels, Selected correspondence, p 82 Corresponden-
quedarían abandonadas y nuestras llanuras serían invadidas por espinos cia, p. 62], Obsérvese que Engels habla aquí específicamente de «civin
y malas hierbas o cubiertas por pestilentes cenagales» (Travels in the
Moghul empire, pp. 232-3). ZaC
>f"selected correspondence, pp. 85-6 [Correspondencia, pp. 64-5].
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478 Dos notas El «modo de producción asiático» 248

En las m i s m a s fechas, Marx p r e s e n t ó al público sus comu- verlas sumidas en u n m a r de dolor, c o n t e m p l a r c ó m o cada
nes reflexiones en u n a serie de artículos escritos p a r a el New u n o de sus m i e m b r o s va p e r d i e n d o a la vez sus viejas f o r m a s
York Daily Tribune: «El clima y las condiciones del suelo, par- de civilización y sus medios tradicionales de subsistencia, no
ticularmente en los vastos espacios desérticos que se extienden debemos olvidar al m i s m o tiempo que esas idílicas c o m u n i d a d e s
desde el S a h a r a a través de Arabia, Persia, la India y Tartaria rurales, p o r inofensivas que pareciesen, constituyeron siempre
hasta las regiones m á s elevadas de la meseta asiática, convir- una sólida base p a r a el despotismo oriental; que restringie-
tieron el sistema de irrigación artificial p o r m e d i o de canales ron el intelecto h u m a n o a los límites m á s estrechos, convir-
y otras obras de riego en la base de la agricultura oriental. Al tiéndolo en u n i n s t r u m e n t o sumiso de la superstición, some-
igual que en Egipto y en la India, las inundaciones son utiliza- tiéndolo a la esclavitud de reglas tradicionales y privándolo de
das p a r a fertilizar el suelo en Mesopotamia, Persia y o t r o s lu- toda grandeza y de toda iniciativa histórica. No debemos olvi-
gares; el alto nivel de las aguas sirve p a r a llenar los canales de d a r el b á r b a r o egoísmo que, concentrado en u n mísero pedazo
riego. Esta necesidad elemental de u n uso económico y común de tierra, contemplaba t r a n q u i l a m e n t e la r u i n a de imperios
del agua hizo que en Occidente los e m p r e s a r i o s privados se enteros, la p e r p e t r a c i ó n de crueldades indecibles, el aniquila-
agrupasen en asociaciones voluntarias, como o c u r r i ó en Flan- m i e n t o de la población de grandes ciudades, sin p r e s t a r a t o d o
des e Italia; en Oriente, el b a j o nivel de civilización y lo ex- esto m á s atención q u e a los fenómenos de la naturaleza, y
tenso de los territorios impidieron que surgiesen asociaciones convirtiéndose a su vez en presa fácil p a r a cualquier agresor
voluntarias e impusieron la intervención del p o d e r centraliza- que se dignase f i j a r en él su atención» 3 5 . Marx añadía: «No de-
d o r del gobierno. De aquí que todos los gobiernos asiáticos b e m o s olvidar que esas p e q u e ñ a s c o m u n i d a d e s e s t a b a n conta-
tuviesen que d e s e m p e ñ a r esa función económica: la organiza- m i n a d a s p o r las diferencias de casta y p o r la esclavitud, q u e
ción de las obras públicas» 3 2 . Marx s u b r a y a b a a continuación sometían al h o m b r e a las circunstancias exteriores en lugar de
que la base social de este gobierno era en la India «la unión hacerlo soberano de dichas circunstancias; q u e convirtieron su
patriarcal e n t r e la agricultura y la artesanía» en el «llamado e s t a d o social, que se desarrollaba p o r sí solo, en u n destino
vtllage system [ . . . ] que daba a cada u n a de esas pequeñas n a t u r a l e inmutable» 3 6 .
agrupaciones su organización a u t ó n o m a y su vida peculiar» 3 3 . La correspondencia privada de Marx y sus artículos perio-
El dominio británico había aplastado la s u p e r e s t r u c t u r a políti- dísticos de 1853 estaban, p o r tanto, m u y cerca de los principa-
ca del E s t a d o imperial mogol y ya estaba a t a c a n d o a la infra- les t e m a s del tradicional c o m e n t a r i o e u r o p e o sobre la historia
e s t r u c t u r a socioeconómica en la q u e aquél descansaba p o r me- y la sociedad asiática, t a n t o p o r su t o n o como p o r su enfoque.
dio de la introducción forzosa de la p r o p i e d a d p r i v a d a de la Esta continuidad, reconocida desde el principio p o r la invoca-
tierra: «Los propios zamindari y ryotwari, p o r execrables que ción a Bernier, resulta especialmente llamativa en la repetida
sean, r e p r e s e n t a n dos f o r m a s distintas de propiedad privada afirmación de Marx relativa al a n q u i l o s a m i e n t o y a la inmuta-
de la tierra, tan ansiada p o r la sociedad asiática» 34. En u n pá- bilidad d e l m u n d o oriental. «La sociedad h i n d ú carece p o r
r r a f o dramático, lleno de pasión y elocuencia, Marx analizó las completo de historia, o p o r lo menos de h i s t o r i a conocida» 37,
consecuencias históricas de la conquista del suelo asiático p o r escribió Marx, y pocos años después se refirió a China diciendo
Europa, que ya se hacían presentes: « [ . . . ] p o r muy lamentable q u e vegetaba «a despecho de la época» 3 8 . Sin embargo, de t o d a
que sea desde un p u n t o de vista h u m a n o ver c ó m o se desorga- su correspondencia con Engels p u e d e n deducirse dos p u n t o s
nizan y disuelven esas decenas de miles de organizaciones so- principales, que t a m b i é n h a b í a n sido presagiados p a r c i a l m e n t e
ciales laboriosas, patriarcales e inofensivas; p o r triste que sea p o r la tradición anterior. El p r i m e r o era la noción de que las
obras públicas de regadío, exigidas p o r la aridez del clima, ha-
" K- Mane y F. Engels, On colonialism, Moscú, 1960, p. 33: «The British
rule in India», artículo del 10 de junio de 1853 [Sobre el colonialismo,
México, Pasado y Presente, 1979, p. 38], * On colonialism, p. 36 [Sobre el colonialismo, p. 41].
3)
On colonialism, p. 35 [ S o b r e el colonialismo, p 40] » Ibid., p. 37 [p. 41].
17
On colonialism, p. 77: «The future results of British rule in India» Ibid., p. 76 [p. 78].
artículo del 22 de julio de 1853 [ S o b r e el colonialismo p 79] » Ibid., p. 198 [p. 182].
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bían sido un d e t e r m i n a n t e básico de los estados despóticos
plusproducción» 3 9 . Esta innovación temática venía acompaña-
centralizados de Asia, poseedores del monopolio de la tierra.
da de u n a extensión considerable del c a m p o de aplicación de
Esta idea era, en efecto, la fusión de tres t e m a s q u e hasta
la concepción de Marx de este m o d o de producción, que ya n o
entonces habían estado relativamente separados: la agricultura
se ligaba tan d i r e c t a m e n t e a Asia. Así, Marx escribe a continua-
hidráulica (Smith), el destino geográfico (Montesquieu) y la
ción: «Este tipo de propiedad comunitaria, en t a n t o se realiza
propiedad estatal de la tierra (Bernier). A e s t o se añadía un
realmente en el t r a b a j o , p u e d e a su vez a p a r e c e r de dos mane-
segundo elemento temático con la a f i r m a c i ó n de que las cé-
ras: p o r u n lado, las p e q u e ñ a s c o m u n i d a d e s p u e d e n vegetar
lulas sociales básicas sobre las que se i m p l a n t a b a el despotis-
independientemente u n a al lado de la otra, y en ellas el indi-
m o oriental eran las c o m u n i d a d e s aldeanas autosuficientes que
viduo t r a b a j a independientemente, con su familia, en el lote
incorporaban la unión de la artesanía y el cultivo domésticos.
que le h a sido asignado; o, p o r el o t r o lado, la u n i d a d p u e d e
E s t a concepción t a m b i é n había sido avanzada p o r la tradi-
extenderse hasta incluir t a m b i é n el c a r á c t e r colectivo del tra-
ción a n t e r i o r (Hegel). Marx, cuya información procedía de los
b a j o mismo, lo cual puede constituir un sistema formalizado,
i n f o r m e s de la administración colonial británica en la India,
como en México, en especial en Perú, e n t r e los antiguos celtas,
le dio una nueva y más p r o m i n e n t e posición d e n t r o del es-
y algunas tribus de la India. Además, el carácter colectivo puede
q u e m a general que había heredado. El E s t a d o hidráulico «por
e s t a r p r e s e n t e en la t r i b u de m o d o que la u n i d a d esté repre-
arriba» y la aldea a u t á r q u i c a «por abajo» se unían a h o r a en
s e n t a d a p o r u n jefe de la familia tribal o como la relación re-
u n a sola f ó r m u l a , en la que existía u n equilibrio conceptual
cíproca e n t r e los p a d r e s de familia. Según esto, la entidad co-
e n t r e ambos.
m u n i t a r i a t e n d r á u n a f o r m a m á s despótica o m á s democrática.
Sin embargo, c u a t r o o cinco años después, c u a n d o Marx E n consecuencia, las condiciones colectivas de la apropiación
redactó los Grundrisse, esta última noción de «comunidad al- real a través del t r a b a j o , p o r ejemplo, los sistemas de regadío
deana autosuficiente» f u e la que a d q u i r i ó u n a inconfundible (muy i m p o r t a n t e s e n t r e los pueblos asiáticos), los sistemas de
función predominante en su análisis de lo que h a b r í a de llamar comunicación, etc., aparecen como o b r a de la u n i d a d superior,
«modo de producción asiático». Pues Marx había llegado a pen- del gobierno despótico q u e flota p o r e n c i m a de las p e q u e ñ a s
sar que la propiedad estatal del suelo en Oriente ocultaba la comunidades» 4 0 . Posiblemente, Marx creía que estos gobiernos
propiedad tribal comunal de aquél p o r las aldeas autosuficien- despóticos reclutaban d e s t a c a m e n t o s de t r a b a j a d o r e s n o cuali-
tes, que eran la realidad socioeconómica oculta tras la «unidad ficados procedentes de sus poblaciones, a lo que llamaba «la
imaginaria» de los derechos del soberano déspota sobre la tie- «esclavitud general del Oriente» 4 1 (que n o hay q u e c o n f u n d i r ,
r r a . «La unidad omnicomprensiva que está p o r encima de to- subrayaba Marx, con la esclavitud p r o p i a m e n t e dicha de la An-
das estas p e q u e ñ a s entidades c o m u n i t a r i a s puede a p a r e c e r tigüedad clásica en el Mediterráneo). En estas condiciones, en
como el propietario superior o c o m o el único propietario, de Asia las ciudades eran p o r lo general contingentes y superes-
tal m o d o que las comunidades efectivas sólo aparecen como tructurales: «En estos casos, las ciudades p r o p i a m e n t e dichas
poseedores hereditarios [...] El déspota aparece aquí c o m o pa- surgen j u n t o a estas aldeas sólo en aquel p u n t o que es particu-
dre de las m u c h a s entidades comunitarias y realiza de esta l a r m e n t e favorable p a r a el comercio con el exterior o allí don-
f o r m a la c o m ú n u n i d a d de todas ellas. El p l u s p r o d u c t o perte- de el g o b e r n a n t e y sus s á t r a p a s i n t e r c a m b i a n sus ingresos (plus-
nece entonces de p o r sí a esta u n i d a d s u p r e m a . Por lo tanto, producto) p o r t r a b a j o , gastan esos ingresos como f o n d o s de
en medio del d e s p o t i s m o oriental y de la carencia de propie- t r a b a j o [ . . . ] La historia asiática es u n a especie de u n i d a d in-
dad a la que j u r í d i c a m e n t e parece conducir, existe de hecho, diferenciada de ciudad y c a m p o (en este caso las ciudades ver-
como f u n d a m e n t o , esta p r o p i e d a d c o m u n i t a r i a o tribal, pro- d a d e r a m e n t e g r a n d e s deben ser consideradas m e r a m e n t e como
d u c t o sobre todo de u n a combinación de m a n u f a c t u r a y agri-
cultura d e n t r o de la pequeña comunidad, q u e de ese m o d o se 39
Pre-capitalist economic jormations, pp. 69-70 (Grundrisse, pp. 472-
vuelve e n t e r a m e n t e self-sustaining (autosuficiente) y contiene 473 [Elementos, vol. 1, p. 435]).
40
Precapitalist economic jormations, pp. 70-1 (Grundrisse, pp. 473-
en sí m i s m a todas las condiciones de la producción y de la 474 [Elementos, vol. 1, p. 435]).
41
Ibid., p. 95 (Grundrisse [Elementos, vol. 1, p. 457]).
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 495
c a m p a m e n t o señorial, c o m o u n a superfetación sobre la estruc- religioso; el maestro, q u e enseña a los niños de la c o m u n i d a d
t u r a p r o p i a m e n t e económica)» 4 2 . En este p u n t o vuelve a ser a escribir y leer en la arena; el b r a h m á n del calendario, q u e e n
p e r f e c t a m e n t e audible el eco de Bernier, q u e inspiró las pri- su condición de astrólogo indica los m o m e n t o s propicios p a r a
m e r a s reflexiones de Marx sobre el Oriente en 1853. la siembra y la cosecha, así como las h o r a s favorables o desfa-
El elemento nuevo y decisivo en los escritos de Marx de vorables p a r a todos los d e m á s t r a b a j o s agrícolas; u n h e r r e r o
1857-8 sobre lo q u e u n a ñ o después h a b r í a de designar for- y u n carpintero, que construyen y r e p a r a n i n s t r u m e n t o s de la-
m a l m e n t e , p o r p r i m e r a y única vez, c o m o «modo de producción branza; el alfarero, q u e p r o d u c e t o d a s las vasijas de la aldea;
asiático» 4 3 era la idea de q u e en Asia y en o t r a s p a r t e s existió el b a r b e r o ; el lavandero, ocupado en la limpieza de las ropas;
u n a p r o p i e d a d tribal o comunal del suelo p o r aldeas autosufi- el platero, y aquí y allá el poeta, que en algunas c o m u n i d a d e s
cientes, oculta p o r el velo oficial de la p r o p i e d a d estatal de la tie- reemplaza al platero, en o t r a s al m a e s t r o . E s t a docena de per-
r r a . Sin embargo, en sus escritos t e r m i n a d o s y publicados Marx sonas se m a n t i e n e a expensas de toda la c o m u n i d a d . Si la po-
n u n c a c o n f i r m ó explícitamente esta nueva concepción. Al con- blación a u m e n t a , se asienta en tierras baldías u n a nueva comu-
trario, en El capital volvió sustancialmente a las anteriores po- nidad organizada c o n f o r m e al p r o t o t i p o de la antigua» 4 4 . Hay
siciones de su correspondencia con Engels, ya que, p o r u n a que observar q u e este relato es casi p a l a b r a p o r p a l a b r a (in-
parte, subrayó u n a vez más, y con m á s fuerza q u e antes, la cluso en el m i s m o orden de la lista de ocupaciones rústicas en
i m p o r t a n c i a de la peculiar e s t r u c t u r a de las c o m u n i d a d e s al- la aldea, juez, inspector de aguas, b r a h m á n , astrólogo, herre-
deanas de la India, que, según a f i r m a b a , e r a n el p r o t o t i p o de ro, carpintero, alfarero, b a r b e r o , lavandero, poeta) idéntico al
toda el Asia. Marx las describió de la siguiente f o r m a : «Esas de Hegel en La filosofía de la historia, antes citado. Los únicos
antiquísimas y pequeñas entidades comunitarias indias, que en cambios en las dramatis personae son u n a m a y o r extensión d e
p a r t e todavía p e r d u r a n , se f u n d a n en la posesión comunal del la lista y la sustitución del «médico, las bailarinas y el músico»
suelo, en la asociación directa e n t r e la agricultura y el arte- de Hegel p o r los m á s prosaicos « g u a r d a f r o n t e r a s , p l a t e r o y
s a n a d o y en u n a división f i j a del t r a b a j o [ . . . ] En distintas re- maestro» de Marx 4 5 .
giones de la India existen f o r m a s distintas de la entidad comu-
nitaria. En la f o r m a más simple, la comunidad cultiva la tierra Las conclusiones políticas q u e Marx d e d u j o de su miniatu-
colectivamente y distribuye los p r o d u c t o s del suelo e n t r e sus rizado d i o r a m a social r e c o r d a b a n con idéntica exactitud las
m i e m b r o s , m i e n t r a s que cada familia practica el hilado, el te- q u e Hegel h a b í a p r o p u e s t o t r e i n t a y cinco años antes: la plé-
jido, etc., c o m o industria doméstica subsidiaria. Al lado de esta tora sin f o r m a de aldeas autosuficientes, con su unión de ar-
masa ocupada de m a n e r a s e m e j a n t e , e n c o n t r a m o s al "vecino tesanía y agricultura, y el cultivo colectivo e r a la base social
principal", juez, policía y r e c a u d a d o r de impuestos, t o d o a la de la i n m u t a b i l i d a d asiática, p o r q u e las inalterables comunida-
vez; el tenedor de libros, que lleva las cuentas acerca de los des aldeanas q u e d a b a n aisladas de los destinos del E s t a d o si-
cultivos y registra y asienta en el c a t a s t r o todo lo relativo a t u a d o p o r encima de ellas. «El sencillo o r g a n i s m o productivo
los mismos; u n tercer funcionario, q u e persigue a los delin- de estas entidades comunitarias autosuficientes, q u e se repro-
cuentes y protege a los forasteros, a c o m p a ñ á n d o l o s de u n a al- ducen s i e m p r e en la m i s m a f o r m a y que c u a n d o son ocasional-
dea a la otra; el g u a r d a f r o n t e r a s , que vigila los límites e n t r e m e n t e d e s t r u i d a s se reconstruyen en el m i s m o lugar, con el
la c o m u n i d a d y las comunidades vecinas; el i n s p e c t o r de aguas, m i s m o n o m b r e , p r o p o r c i o n a la clave que explica el misterio de
que distribuye, p a r a su u s o agrícola, el agua de los depósitos la inmutabilidad de las sociedades asiáticas, t a n sorprendente-
comunales; el b r a h m á n , q u e desempeña las funciones del culto m e n t e c o n t r a s t a d a p o r la constante disolución y f o r m a c i ó n de
Estados asiáticos y el c a m b i o incesante de dinastías. Las tem-
42
Ibid., pp. 71, 77-8 (Grundrisse, pp. 495, 474, 479 [ E l e m e n t o s , vol. 1 44
páginas 456, 436, 442]). Capital, i, pp. 357-8 [El capital, I, pp. 434-36].
45
43 Como es obvio, Hegel y Marx utilizaban alguna fuente común. Louis
«A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de
Dumont ha señalado que el paradigma original de estas descripciones
progreso, en la formación económica de la sociedad, el modo de produc-
ción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués». «Preface» a estereotipadas era un informe de Munro del año 1806: véase «The "village
Contribution to the critique of political economy, Londres, 1971 p 21 community" from Munro to Maine», Contributions to Indian Sociology,
[Obras Escogidas, I, p. 374]. ix, diciembre de 1966, pp. 70-3. El relato de Munro fue constantemente
reiterado y ampliado durante las décadas siguientes.
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pestades en la región política de las nubes d e j a n indemne la localmente, no es en todas p a r t e s una característica intrínseca
e s t r u c t u r a de los elementos f u n d a m e n t a l e s económicos de la del ú l t i m o de los tipos primitivos. Sin embargo, c u a n d o se da
sociedad» 4 6 . Por o t r a parte, m i e n t r a s Marx sostenía que estas p e r m i t e la aparición de u n d e s p o t i s m o central situado p o r en-
aldeas se caracterizaban p o r la posesión común de la tierra y, cima de las comunidades» 4 8 . Engels, p o r su parte, r e p r o d u j o
a m e n u d o , p o r su cultivo colectivo, ya n o a f i r m a b a que en ellas en dos ocasiones el m i s m o tema. En 1875, m u c h o antes de la
se e n c a r n a b a la propiedad comunal o tribal del suelo. Por el correspondencia de Marx con Zasúlich, Engels había escrito en
contrario, ahora volvía a la r e a f i r m a c i ó n abierta e inequívoca un artículo sobre Rusia: «El completo aislamiento de estas
de su p r i m e r a posición, según la cual las sociedades asiáticas comunidades, que crea en el c a m p o intereses idénticos, p e r o
se definían esencialmente p o r la propiedad estatal de la tierra. en m o d o alguno comunes, es la base n a t u r a l del despotismo
«Si n o es el t e r r a t e n i e n t e privado sino, como sucede en Asia, oriental: desde la India h a s t a Rusia, dondequiera que h a pre-
el E s t a d o quien los e n f r e n t a d i r e c t a m e n t e como t e r r a t e n i e n t e d o m i n a d o esta f o r m a social, ha e n g e n d r a d o a ese E s t a d o como
y a la vez c o m o soberano, entonces coinciden la r e n t a y el im- su complemento» 4 9 . En 1882, en u n m a n u s c r i t o n o publicado
puesto o, m e j o r dicho, n o existe entonces ningún i m p u e s t o que sobre la época f r a n c a en la historia de E u r o p a occidental, En-
difiera de esta f o r m a de la r e n t a de la tierra. En estas circuns- gels señaló de nuevo: «Allí donde el E s t a d o aparece en u n a
tancias, la relación de dependencia, t a n t o en lo político c o m o época en que la c o m u n i d a d aldeana cultiva su tierra en común
en lo económico, n o necesita poseer ninguna f o r m a m á s d u r a o, p o r lo menos, la r e p a r t e t e m p o r a l m e n t e e n t r e las diferentes
que la que le es c o m ú n a cualquier condición de súbditos con familias y, p o r consiguiente, donde todavía n o ha aparecido la
respecto a ese Estado. El Estado, en este caso, es el s u p r e m o propiedad privada del suelo —como ocurrió con los pueblos
terrateniente. La soberanía es aquí la propiedad del suelo con- arios de Asia y con los rusos—, el p o d e r estatal a d o p t a la for-
c e n t r a d a en escala nacional. Pero, en cambio, no existe la pro- m a de u n despotismo» 5 0 . Finalmente, en la principal de sus
piedad privada de la tierra, a u n q u e sí la posesión y u s u f r u c t o , obras publicadas de esta época Engels r e a f i r m ó las dos ideas
t a n t o privados como comunitarios, del suelo» 4 7 . Así pues, el que desde el principio h a b í a n distinguido con m á s fuerza sus
Marx m a d u r o de El capital permanecía sustancialmente fiel a comunes reflexiones con Marx. Por u n a p a r t e , Engels r e i t e r a
la clásica imagen europea de Asia, que había h e r e d a d o de u n a —después de un lapso de dos décadas— la i m p o r t a n c i a de las
larga serie de predecesores. o b r a s hidráulicas p a r a la f o r m a c i ó n de los estados despóticos
Quedan todavía p o r considerar las ú l t i m a s e informales in- de Asia. «Los m u c h o s despotismos que h a n aparecido y des-
tervenciones de Marx y Engels relacionadas con el t e m a del aparecido en Persia y la India sabían siempre muy bien q u e
«despotismo oriental». Puede a f i r m a r s e desde el principio q u e e r a n a n t e todo los e m p r e s a r i o s colectivos de la irrigación de
p r á c t i c a m e n t e todas estas f r a s e s posteriores a El capital —la los valles fluviales, sin la cual no es posible la agricultura en
mayor p a r t e de ellas se e n c u e n t r a n en su correspondencia— esas regiones» 5*. Al m i s m o tiempo, Engels insiste u n a vez más
vuelven de nuevo al t e m a característico de los Grundrisse: en la típica subsistencia, p o r d e b a j o de los despotismos asiáti-
vinculan u n a y o t r a vez la propiedad comunal de la tierra p o r cos, de las c o m u n i d a d e s de aldea con propiedad colectiva de
las aldeas autosuficientes con el despotismo asiático centrali- la tierra. Al c o m e n t a r que «en t o d o el Oriente [ . . . ] la comuni-
zado y a f i r m a n q u e aquélla es la base socioeconómica de éste. dad [ a l d e a n a ] o el E s t a d o son propietarios del suelo» 5 2 , Engels
Así Marx, en los b o r r a d o r e s de sus cartas a Zasúlich de 1881, a ñ a d e que la f o r m a m á s antigua de estas c o m u n i d a d e s —preci-
al definir a la c o m u n i d a d del mir r u s o b a j o el z a r i s m o como s a m e n t e aquellas a las que atribuye la propiedad comunal de
de u n tipo en el que «la propiedad de la tierra es comunal,
p e r o cada campesino cultiva p o r cuenta propia su propia par- " Estas observaciones están tomadas del segundo borrador de la carta
cela» a f i r m a : «El aislamiento de las comunidades aldeanas, a Zasúlich; se reproducen en los textos complementarios de Pre-capitalist
la falta de vínculos e n t r e ellas, e n t r e esos microcosmos ligados economic formations, p. 143.
" Marx-Engels, Werke, vol. 18, p. 563.
» Werke, vol. 19, p. 475.
51
Anti-Dühring, Moscú, 1947, p. 215 [Anti-Dühring, Barcelona, Critica,
" Capital, I, p. 358 [El capital, I, p. 436],
" Capital, III, pp. 771-2 [ £ / capital, III, p. 1006], 1977, p. 185].
» Ibid., p. 211 [p. 182].
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la tierra— constituye el f u n d a m e n t o del despotismo: «Las vie- damentales: la ausencia de propiedad privada de la tierra, la
j a s comunidades primitivas, d o n d e subsistieron a p e s a r de todo, presencia de grandes sistemas de regadío en la agricultura, la
constituyen precisamente desde hace milenios el f u n d a m e n t o existencia de c o m u n i d a d e s de aldea a u t á r q u i c a s q u e c o m b i n a n
de la m á s grosera f o r m a de Estado, el despotismo oriental, la artesanía con el cultivo y la propiedad comunal del suelo,
desde la India h a s t a Rusia» 5 3 . el e s t a n c a m i e n t o de u n a s ciudades pasivamente rentistas o bu-
E s t a a f i r m a c i ó n categórica p u e d e c e r r a r n u e s t r o examen de rocráticas y la dominación de u n a despótica m á q u i n a de Es-
las opiniones q u e sobre la historia y la sociedad asiática te- tado que a c a p a r a el grueso del excedente y f u n c i o n a n o sólo
nían los f u n d a d o r e s del m a t e r i a l i s m o histórico. Para resumir- como a p a r a t o central de represión de la clase dominante, sino
las, es evidente que la negativa de Marx a generalizar, m á s allá como su principal i n s t r u m e n t o de explotación económica. En-
de E u r o p a , el m o d o de producción feudal tenía su c o r r e l a t o en tre las aldeas que se r e p r o d u c e n a sí m i s m a s «por abajo» y el
la convicción positiva, c o m p a r t i d a p o r Engels, de q u e existía E s t a d o h i p e r t r o f i a d o «por arriba» n o existe ninguna fuerza in-
u n específico «modo de producción asiático», característico del termedia. El i m p a c t o del E s t a d o sobre el mosaico de aldeas
Oriente, q u e le s e p a r a b a histórica y sociológicamente de Occi- situadas b a j o él es p u r a m e n t e externo y t r i b u t a r i o ; t a n t o su
dente. La nota central de este m o d o de producción, que le dis- consolidación como su destrucción n o afectan p a r a n a d a a la
tinguía i n m e d i a t a m e n t e del feudalismo, era la ausencia de pro-
sociedad rural. La historia política de Oriente es, p o r tanto,
piedad privada de la tierra. Para Marx, ésta era la p r i m e r a
esencialmente cíclica: n o contiene ningún desarrollo dinámico
«clave» de toda la e s t r u c t u r a del m o d o de producción asiático.
o acumulativo. El r e s u l t a d o es la inercia e inmutabilidad secu-
Engels atribuía esta falta de p r o p i e d a d agraria individual a la
lar de Asia u n a vez que h a alcanzado su específico nivel de ci-
aridez del clima, q u e exigía grandes o b r a s de regadío y, p o r
vilización.
tanto, la supervisión p o r el E s t a d o de las fuerzas de produc-
ción. Marx acarició d u r a n t e u n t i e m p o la hipótesis de q u e
había sido i n t r o d u c i d a en Oriente p o r la conquista islámica,
p e r o después a d o p t ó t a m b i é n la tesis de Engels de q u e la agri- III
c u l t u r a hidráulica era p r o b a b l e m e n t e la base geográfica de la au-
sencia de propiedad privada de la tierra que distinguía al m o d o de El concepto de «modo de producción asiático» de Marx h a co-
producción asiático. Más tarde, sin embargo, llegó a creer en b r a d o recientemente u n a fuerza notable: m u c h o s escritores,
los Grundrisse q u e la propiedad estatal del suelo ocultaba en conscientes del callejón sin salida al que conduce u n feudalis-
el Oriente u n a propiedad tribal-comunal de aquél p o r aldeas m o casi universal, lo h a n recibido como la emancipación teó-
autosuficientes. E n El capital, Marx a b a n d o n ó esta idea, re- rica de u n e s q u e m a excesivamente rígido y lineal del desarro-
a f i r m a n d o el tradicional axioma e u r o p e o del monopolio estatal llo histórico. Tras h a b e r caído en el olvido d u r a n t e u n largo
de la tierra en Asia, a la p a r q u e m a n t e n í a su convicción sobre período, el «modo de producción asiático» h a alcanzado en la
la i m p o r t a n c i a de las comunidades r u r a l e s cerradas como base actualidad nueva f o r t u n a 5 4 . P a r a lo que nos p r o p o n e m o s en
de la sociedad oriental. Sin embargo, en las dos décadas q u e esta nota, es evidente que la ocupación o t o m a n a de los Balca-
siguen a la publicación de El capital, Marx y Engels volvieron nes plantea a todo estudio m a r x i s t a de historia incluso pura-
a la idea de que la base social del despotismo oriental era la m e n t e europea el p r o b l e m a de saber si ese concepto es u n a
comunidad aldeana autosuficiente con propiedad agraria co- guía válida p a r a el E s t a d o t u r c o que existió en el m i s m o con-
munal. Debido a todas estas oscilaciones, n o es posible deducir tinente a la espalda del feudalismo. La función original del
de sus escritos ningún análisis coherente o sistemático del concepto de Marx está b a s t a n t e clara: esencialmente está des-
«modo de producción asiático». Pero, teniendo e s t o en cuenta, tinado a explicar la incapacidad de las grandes civilizaciones
el b o s q u e j o de lo que Marx creía que era el a r q u e t i p o de la
f o r m a c i ó n social asiática incluye los siguientes elementos fun- S4
Dos volúmenes ofrecen buena muestra de ello: el amplio simposio
de ensayos Sur le «mode de production asiatique», París, 1969, que con-
tiene una bibliografía de otras muchas contribuciones a este tema; y la
visión general de G Sofri, II modo de produzione asiatico, Turín, 1969
" Ibid., p. 217 [p. 187], [El modo de producción asiático, Barcelona, Península, 1971].
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no europeas de su propio tiempo —a p e s a r de su altísimo nivel mente, el concepto se h a extendido en dos direcciones diferen-
de realizaciones culturales— p a r a evolucionar hacia el capita- tes. Por u n a parte, se h a proyectado hacia atrás, h a s t a incluir
lismo, como había hecho E u r o p a . Los despotismos orientales a las sociedades antiguas de Oriente Medio y del Mediterráneo,
en los que Marx inicialmente p e n s a b a e r a n los imperios asiá- anteriores a la época clásica: la Mesopotamia sumeria, el Egip-
ticos recientes o c o n t e m p o r á n e o s de Turquía, Persia, India y to faraónico, la Anatolia hitita, la Grecia micénica o la Italia
China, es decir, aquellos que ya habían sido el núcleo del estu- etrusca. Este uso del concepto conserva su hincapié original en
dio de Jones. En realidad, la m a y o r p a r t e de sus datos están u n poderoso E s t a d o centralizado y, a m e n u d o , en la agricultu-
t o m a d o s del único caso de la India mogol, destruida cien años ra hidráulica, y se c e n t r a en la «esclavitud generalizada» p o r
antes p o r los británicos. Sin embargo, en los p á r r a f o s algo pos- la presencia de d e s t a c a m e n t o s de t r a b a j a d o r e s forzados y no
teriores de los Grundrisse, Marx procedió a extender su apli- cualificados, reclutados de e n t r e las primitivas poblaciones ru-
cación del «asiatismo» a u n a gama m u y diferente de socieda- rales p o r u n p o d e r b u r o c r á t i c o superior situado p o r encima de
des, todas ellas situadas f u e r a de Asia, especialmente a las for- ellas 5 5 . Al m i s m o tiempo, h a tenido lugar u n a segunda amplia-
maciones sociales a m e r i c a n a s de México y Perú antes de la ción del concepto en u n a dirección diferente. El «modo de pro-
conquista española e incluso a los celtas y a o t r a s sociedades ducción asiático» t a m b i é n se h a a m p l i a d o p a r a a b a r c a r a las
tribales. La razón de este deslizamiento conceptual es evidente p r i m e r a s organizaciones estatales de formaciones sociales tri-
a p a r t i r de los m i s m o s b o r r a d o r e s de los Grundrisse. Marx ha- bales o semitribales, con u n nivel de civilización m u c h o m á s
bía llegado a creer que la realidad f u n d a m e n t a l del m o d o de b a j o del que tenía la Antigüedad preclásica: las islas de Poli-
producción «asiático» no era la p r o p i e d a d estatal de la tierra, nesia, los cacicazgos africanos, los asentamientos amerindios.
ni las obras hidráulicas centralizadas o el despotismo político, E s t a utilización s u p r i m e n o r m a l m e n t e todo hincapié en las
sino la «propiedad tribal o comunal» de la tierra en aldeas grandes o b r a s de regadío o en u n E s t a d o p a r t i c u l a r m e n t e des-
autosuficientes q u e c o m b i n a b a n la artesanía y la agricultura. E n pótico y se c e n t r a esencialmente en la supervivencia de las
el m a r c o de este e s q u e m a original, todo el hincapié de su inte- relaciones de parentesco, de la propiedad r u r a l comunal y de
rés había p a s a d o del E s t a d o b u r o c r á t i c o a las aldeas autárqui- aldeas u n i d a s y autosuficientes. Todo este m o d o de p r o d u c c i ó n
cas. Una vez que estas últimas h a b í a n sido definidas como se considera como de «transición» e n t r e u n a sociedad sin cla-
«tribales» y adscritas a u n sistema comunal, m á s o m e n o s igua- ses y o t r a clasista pero q u e conserva m u c h o s rasgos de la an-
litario, de producción y propiedad, se abrió la vía p a r a u n a ex- terior 5 6 . El r e s u l t a d o de estas dos tendencias h a sido u n a enor-
tensión indefinida del concepto de m o d o de producción asiá-
tico a sociedades de u n tipo t o t a l m e n t e distinto al de aquellas 55
El mejor ejemplo de esta tendencia es el estudio de Charles Parain,
p a r a las que inicialmente parecía destinado p o r Marx y Engels «Proto-histoire mediterranéenne et mode de production asiatique», en
en su correspondencia, es decir, a sociedades que n o e r a n ni Sur le «mode de production asiatique», pp. 169-94, que examina las for-
«orientales» en su ubicación ni relativamente «civilizadas» en maciones sociales megalítica, creto-micénica y etrusca; ensayo lleno de
su desarrollo. E n El capital, Marx d u d ó acerca de la lógica de interés, incluso cuando es imposible estar de acuerdo con sus clasifica-
ciones básicas. . .
esta evolución y, en parte, volvió de nuevo a sus concepciones 56
Dentro de esta corriente, la aportación mas importante la consti-
originales. A p a r t i r de entonces, sin embargo, t a n t o Engels tuyen los dos estudios de Maurice Godelier, «La notion de "mode de
c o m o Marx desarrollaron los temas de la propiedad comunal o production asiatique" et les schémas marxistes d'evolution des societes»,
tribal de las aldeas autosuficientes c o m o f u n d a m e n t o de los en Sur le «mode de production asiatique», pp. 47-100, y el largo «Preface»
a Sur les sociétés pré-capitalistes: textes choisis de Marx, Engels, Lenine,
Estados despóticos, sin m á s matizaciones. París 1970 especialmente pp. 105-42 [Sobre el modo de producción asiá-
tico Barcelona, Martínez Roca, 1977, y Teoría marxista de las sociedades
En la actualidad, es evidente q u e la discusión y utilización precapitalistas, Barcelona, Laia 1977], Este último texto contiene también
c o n t e m p o r á n e a s del concepto de m o d o de producción asiático el análisis más escrupuloso y penetrante de la evolución del pensamiento
de Marx y Engels sobre el problema de las sociedades «orientales» (pa-
se h a n c e n t r a d o a m p l i a m e n t e en los b o r r a d o r e s de 1857-58 y ginas 13-104). Las conclusiones taxonómicas de las obras de Godelier son,
en sus dispersas secuelas de 1875-82, y al hacerlo así se ha sin embargo, insostenibles. Al situar el «modo de producción asiatico»
tendido a radicalizar las tendencias c e n t r í f u g a s del concepto como eje de las sociedades tribales en su paso de formas acétalas de
organización a formas estatales y, por tanto, al llevar a esta nocion enor-
que aparecieron p o r vez p r i m e r a en los Grundrisse. Efectiva- memente hacia atrás en el «tiempo», Godelier se ve obligado, paradoji-
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478 Dos notas El «modo de producción asiático» 254

m e inflación del alcance del m o d o de producción asiático; cro- que n o t e n d r á n a d a q u e ver con la concepción m a r x i s t a de los
nológicamente hacia atrás, h a s t a los p r i m e r o s albores de la
h u m a n i d a d , y geográficamente hacia el exterior, h a s t a el extre- modos de producción. La inflación de las ideas, como la d e las
m o m á s lejano de la organización tribal. La consiguiente mez- monedas, conduce ú n i c a m e n t e a su devaluación.
colanza suprahistórica desafía todos los principios científicos La licencia p a r a la p o s t e r i o r acuñación de asiatismos hay
de clasificación. Un «asiatismo» u b i c u o n o r e p r e s e n t a ningún que buscarla, sin embargo, en el propio Marx. Su cambio gra-
avance sobre u n «feudalismo» universal: en realidad es incluso
u n t é r m i n o menos riguroso. ¿Qué u n i d a d histórica seria existe dual de acento del E s t a d o oriental despótico a la c o m u n i d a d
e n t r e la China Ming y la I r l a n d a megalítica, e n t r e el Egipto aldeana autosuficiente f u e lo que hizo posible el descubrimien-
faraónico y Hawaii? Es p e r f e c t a m e n t e claro que estas forma- to del m i s m o m o d o de p r o d u c c i ó n en sociedades no asiáticas,
ciones sociales están increíblemente lejos las u n a s de las otras.
Las sociedades tribales de Melanesia y Africa, con sus técnicas a las que inicialmente Marx n o se había referido. Cuando el
r u d i m e n t a r i a s de producción, su p r o d u c c i ó n y su excedente mí- peso de su análisis se t r a n s f i r i ó desde la u n i d a d «ideal» del
nimos, su ausencia de cultura escrita, son los polos opuestos E s t a d o a los f u n d a m e n t o s «reales» de la p r o p i e d a d comunal-
de las grandes y sofisticadas (Hochkulturen) del Oriente Me- tribal en las aldeas igualitarias, i m p e r c e p t i b l e m e n t e se hizo na-
dio de la Antigüedad. E s t a s r e p r e s e n t a n , a su vez, u n nivel
m a n i f i e s t a m e n t e distinto de desarrollo histórico del alcanzado t u r a l la clasificación de las formaciones sociales tribales o de
p o r las civilizaciones de Oriente en la p r i m e r a época m o d e r n a , los Estados antiguos, de economía r u r a l relativamente primiti-
s e p a r a d a s de ellas, en los milenios intermedios, p o r grandes re- va, en la m i s m a categoría q u e las civilizaciones m o d e r n a s p o r
voluciones en la tecnología, la demografía, la guerra, la religión
y la cultura. Mezclar f o r m a s y épocas históricas tan inconmen- las que Marx y Engels h a b í a n comenzado: el p r o p i o Marx,
s u r a b l e m e n t e distintas b a j o u n a sola r ú b r i c a 5 7 es a c a b a r en la como ya hemos visto, f u e el p r i m e r o en h a c e r esto. Las poste-
m i s m a reductio ad absurdum a la que conducía la extensión riores confusiones teóricas e historiográficas a p u n t a n indiscu-
indefinida del feudalismo: si t a n t a s y tan diferentes formacio- tiblemente a toda la noción de «aldea autosuficiente», con su
nes sociales, de niveles de civilización tan opuestos, se concen-
t r a n en u n solo m o d o de producción, las divisiones y cambios «propiedad comunal», como principal defecto empírico de la
f u n d a m e n t a l e s de la historia d e b e r á n deducirse de o t r a f u e n t e , construcción de Marx. E n esta concepción, los elementos fun-
damentales de la «aldea autosuficiente» eran: unión de artesa-
nía doméstica y agricultura; ausencia de i n t e r c a m b i o de mer-
cancías con el m u n d o exterior y, de ahí, aislamiento y distan-
cia respecto a los a s u n t o s de Estado; p r o p i e d a d c o m ú n de la
tierra y en algunos casos cultivo c o m ú n del suelo. La creencia
de Marx en la palingénesis de estas c o m u n i d a d e s rurales y en
sus igualitarios sistemas de p r o p i e d a d se b a s a b a casi entera-
m e n t e en su e s t u d i o de la India, desde d o n d e los administra-
camente, a acabar definiendo una vez más las civilizaciones de China y
!? , I n d l a e n l a é P ° c a moderna como «feudales», aunque con algunas
dores ingleses h a b í a n i n f o r m a d o de su existencia t r a s la con-
dudas, para poder distinguirlas de las anteriores. La lógica de su proce- q u i s t a del subcontinente p o r G r a n Bretaña. E n realidad, sin
dimiento impone esta solución, cuya aporía ya se ha señalado antes a embargo, n o hay ninguna p r u e b a histórica de q u e la p r o p i e d a d
pesar de su evidente desconfianza en ella: véase Sur le «mode de pro- comunal haya existido alguna vez en la India, en el p e r í o d o
duction asiatique», pp. 90-1; Sur les sociétés pré-capitalistes, pp. 136-
137. Por lo demás, y una vez desembarazado de todo el inadecuado marco mogol o después 5 8 . Los relatos ingleses en los q u e Marx se
del «asiatismo», el estudio antropológico de Godelier sobre las diferentes b a s a b a eran p r o d u c t o de e r r o r e s y confusiones coloniales. Ade-
fases y formas de transición de las formaciones sociales tribales hacia más, el cultivo en c o m ú n p o r los h a b i t a n t e s de las aldeas e r a
las estructuras estatales centralizadas es muy revelador.
57 u n a leyenda; en la p r i m e r a época m o d e r n a , el cultivo siempre
La forma más extrema de este confusionismo no es, por supuesto
obra de ningún marxista, sino de un superviviente más o menos spence- f u e individual 5 9 . Por o t r a parte, lejos de ser igualitarias, las
nano: K. Wittfogel, Oriental despotism, New Haven 1957 [Despotismo aldeas indias siempre estuvieron p r o f u n d a m e n t e divididas en
oriental, Madrid. Guadarrama, 1966], En este parloteo vulgar, desprovisto
de todo sentido histórico, se mezclan sin orden ni concierto la Roma
imperial, la Rusia zarista, la Arizona hopi, la China Sung el Africa » Véase Daniel Thorne, «Marx on India and the asiatic mode of
onental chaggan, el Egipto mameluco el Perú inca, la Turquía otomana production», Contributions to lndian Sociology, ix, diciembre de lvoo,
y la Mesopotamia sumeria, por no hablar ya de Bizancio y Babilonia o de página 57; un artículo serio y saludable.
Persia y Hawaii. 59
Thorner, op. cit., p. 57.
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478 Dos notas El «modo de producción asiático» 255

castas, y la posible coposesión de la tierra se limitaba a las dad «inofensiva» y bucólica y de la igualdad social que p o d r í a n
castas superiores, q u e explotaban a las inferiores como labra- e n c o n t r a r s e en t o d o el m u n d o . Por o t r a parte, las aldeas rura-
dores a r r e n d a t a r i o s 6 0 . En 1853, a raíz de sus p r i m e r o s comen- les de la India n u n c a estuvieron r e a l m e n t e «separadas» del
tarios sobre el sistema indio de aldeas, Marx había m e n c i o n a d o Estado ni «aisladas» de su control. El monopolio imperial de
de p a s a d a que «en ellas existían la esclavitud y el sistema de la tierra en la India del p e r í o d o mogol se llevaba a la práctica
castas» y que «estaban c o n t a m i n a d a s p o r las diferencias de p o r medio de u n sistema fiscal que extraía de los campesinos
casta y p o r la esclavitud», p e r o n o parece que concediera nun- f u e r t e s i m p u e s t o s p a r a el Estado, la m a y o r p a r t e de ellos pa-
ca demasiada i m p o r t a n c i a a estas «contaminaciones» de lo que gaderos en d i n e r o o en cultivos comerciales que se revendían
en los m i s m o s p á r r a f o s describía como «inofensivos organis- p o s t e r i o r m e n t e p o r el Estado, con lo que se limitaba la autar-
mos sociales» 6 1 . Después de eso, Marx ignoró casi p o r completo quía «económica» de las m á s humildes c o m u n i d a d e s rurales.
la e s t r u c t u r a del sistema h i n d ú de castas, que era p r e c i s a m e n t e Además las aldeas indias s i e m p r e estuvieron administrativa-
el m e c a n i s m o social básico de la estratificación de clase en la m e n t e s u b o r d i n a d a s al E s t a d o central a través del nombra-
India tradicional. Sus posteriores análisis de estas «comunida- miento de sus cabecillas « Así pues, lejos de ser «indiferentes»
des aldeanas autosuficientes» carecen efectivamente de toda al dominio mogol situado p o r encima de él, el c a m p e s i n a d o in-
referencia a ella. dio acabó levantándose en grandes jacqueries c o n t r a su opre-
Aunque Marx creía que en estas aldeas de la India o de sión y acelerando d i r e c t a m e n t e su caída.
Rusia existía u n a dirección política hereditaria de tipo «pa- La autosuficiencia, la igualdad y el aislamiento de las co-
triarcal», todo en el sentido de su análisis — m a n i f e s t a d o expre- m u n i d a d e s aldeanas de la India siempre f u e r o n u n mito; el
s a m e n t e en su correspondencia con Zasúlich en la década de sistema de castas en su interior, y el E s t a d o p o r encima de
1880, en la que a p r o b ó la idea de u n a transición directa de la ellas, los hacían imposibles 6 4 . La falsedad empírica de la ima-
c o m u n a aldeana r u s a al socialismo— era que el c a r á c t e r f u n d a - gen que Marx tenía de las comunidades aldeanas de la India
m e n t a l de las comunidades rurales autosuficientes e r a u n pri- podría h a b e r s e adivinado, n a t u r a l m e n t e , a p a r t i r de la contra-
mitivo igualitarismo económico. E s t a ilusión era, p o r lo me- dicción teórica que introducía en la noción de m o d o de pro-
nos, extraña, ya que Hegel —a quien Marx seguía tan de cerca ducción asiático. E n efecto, d e a c u e r d o con los principios m a s
en sus análisis de la India— f u e m u c h o m á s consciente que el elementales del m a t e r i a l i s m o histórico, la presencia de u n Es-
propio Marx de la b r u t a l omnipresencia de las desigualdades t a d o p o d e r o s o y centralizado p r e s u p o n e u n a estratificación de
y de la explotación de las castas. La filosofía de la historia clase m u y desarrollada, m i e n t r a s que el p r e d o m i n i o de la pro-
consagra u n a vivida sección a un t e m a sobre el que los Grund- piedad aldeana comunal implica u n a e s t r u c t u r a social practi-
risse y El capital g u a r d a n silencio 6 2 . En realidad, el sistema
de castas hacía de las aldeas indias —antes y d u r a n t e la vida " «En todo el país, los componentes del grupo superior de las aldeas
de Marx— u n a de las más radicales negaciones de la comuni- eran aliados del Estado y cobeneficiarios del sistema de idos
todas las aldeas, el estrato inferior se componía de i n t o c a b l e s , exprimidos
duramente hasta el mismo punto de subsistencia. La e x p l o t a c i o n extenor
60
Louis Dumont, «The "village community" from Munro to Maine» a la aldea estaba sancionada por la fuerza militar, y la explotación dentro
? * ' ? 76 : 8 °; irfan Habib, The agrarian system of Mughal India (1556-
g na de la aldea lo estaba por el sistema de castas y por sus sanciones reli-
1707), Londres, 1963, pp. 119-24. gfosas» Angus Maddison, Economic growth and class structure: India
Véanse pp. 489, 491. Ind Pakistan since the Moghuls, Londres 1971 p. 27. Véanse los estudios
«The philosophy of history, pp. 160-61. Hegel afirmaba con toda tran- de Dumont, «The "village community" from Munro to Mame», pp. 74-S,
quilidad que «en la vida civil la igualdad es algo absolutamente impo- 88 y Habib, The agrarian system of mughal India pp. 328-J».
sible» y que «este principio nos lleva a resignarnos con la variedad de « E n realidad, podría decirse que el único elemento e x a c t o de la
ocupaciones y con las diferencias entre las clases a ias que aquellas se imagen que Marx tenía de las aldeas indias era su combinación ^ a r t e -
confian», pero, a pesar de esto, no podía contener su repulsa contra el sanía v cultivo, pero este rasgo es común a la p r a c t i c a totalidad de las
sistema indio de castas en el que «el individuo pertenece a una clase comunidades rurales preindustriales del mundo cualquiera »
por nacimiento y está atado a ella de por vida. Toda la concreta vita- modo de producción, y no revela nada especifico sobre la agncultura
lidad que produce su aparición se hunde de nuevo en la muerte Una a s i á t i c a Además en la India esta combinación no excluía un c o n s i d e r a b l e
cadena aprisiona la vida que precisamente estaba a punto de romper» f n í e r c a m W o mercantU fuera de las aldeas, además del modelo domestico
de trabajo.
506 Dos notas
El «modo de producción asiático» 507
c a m e n t e preclasista o sin clases. ¿Cómo podrían combinarse
a m b o s en la práctica? Además, la p r i m e r a insistencia de Marx d a m e n t o del c a r á c t e r relativamente estacionario de la historia
y Engels en la i m p o r t a n c i a de las obras públicas de regadío a asiática, al ser el f o n d o c o m ú n de todos los imperios orientales
cargo del E s t a d o despótico e r a t o t a l m e n t e incompatible con su q u e en ella d o m i n a r o n . Pero hay que p r e g u n t a r s e a h o r a si las
p o s t e r i o r hincapié en la a u t o n o m í a y la autosuficiencia de las p r u e b a s históricas hoy disponibles c o n f i r m a n esta hipótesis. La
c o m u n i d a d e s de aldea, ya q u e la p r i m e r a implicaba precisa- respuesta es no. Al contrario, es preciso decir que los dos fe-
m e n t e la intervención directa del E s t a d o central en el ciclo nómenos señalados p o r Marx y Engels c o m o claves de la his-
productivo de las aldeas, es decir, la antítesis m á s radical de toria de Asia n o r e p r e s e n t a n , p a r a d ó j i c a m e n t e , principios con-
su aislamiento e independencia económicos 6 5 . Así pues, la com- juntos sino alternativos de desarrollo. Dicho c r u d a m e n t e : la
binación de u n E s t a d o f u e r t e y despótico con u n a s c o m u n a s evidencia histórica m u e s t r a q u e de los grandes imperios orien-
aldeanas igualitarias es i n t r í n s e c a m e n t e improbable; política, tales de comienzos de la época m o d e r n a —los p r i m e r o s p o r los
social y e c o n ó m i c a m e n t e se excluyen el u n o al otro. Siempre que se interesaron Marx y Engels—, aquellos que se caracteri-
que surge u n poderoso E s t a d o central, existe u n a diferencia- zaban p o r la ausencia de propiedad privada de la tierra —Tur-
ción social avanzada y u n a c o m p l e j a m a r a ñ a de explotación y quía, Persia y la India—, n u n c a poseyeron i m p o r t a n t e s o b r a s
desigualdad que alcanza a las m á s b a j a s unidades de produc- públicas de regadío, m i e n t r a s que aquellos q u e poseían grandes
ción. Los dogmas de la «propiedad tribal» o «comunal» y de sistemas de regadío —China— se caracterizaban p o r la propie-
las «aldeas autosuficientes», que p r e p a r a r o n el camino a la pos- dad privada de la tierra 6 6 . Más que coincidir, los dos términos
terior inflación del m o d o de producción asiático, no p u e d e n planteados en la combinación de Marx y Engels se oponen. Ru-
sobrevivir a u n examen crítico. Su eliminación libera al exa- sia, a la que asimilaron r e p e t i d a m e n t e al c o n j u n t o del Oriente
m e n de este t e m a de la falsa p r o b l e m á t i c a de las formaciones como e j e m p l o de «despotismo asiático», n u n c a conoció ni los
sociales tribales o antiguas. Volvemos así al núcleo original de grandes sistemas de regadío ni la ausencia de propiedad pri-
los estudios de Marx: los grandes imperios de Asia en la pri- vada de la tierra 6 7 . La s e m e j a n z a que Marx y Engels percibieron
m e r a época m o d e r n a . Estos f u e r o n los despotismos orientales
—caracterizados p o r la ausencia de propiedad privada de la " Las pruebas se examinarán algo más adelante.
tierra— que constituyeron el p u n t o de p a r t i d a de la correspon- " La historia de las sucesivas «localizaciones» de Rusia en el pensa-
dencia e n t r e Marx y Engels sobre los p r o b l e m a s de la historia miento político occidental a partir del Renacimiento es un tema por sí
de Asia. Si las «comunidades de aldea» desaparecen b a j o la crí- mismo significativo y revelador, al que aquí sólo podemos aludir por
razones de espacio. Maquiavelo todavía consideraba a Rusia como la
tica de la m o d e r n a historiografía, ¿cuál es el veredicto de ésta «Escitia» clásica de la Antigüedad, «un país frío y pobre, donde hay
sobre el « E s t a d o hidráulico»? demasiados hombres para que la tierra pueda alimentarlos, por lo que
se ven obligados a emigrar, ya que muchas fuerzas les empujan a salir
Pues es preciso r e c o r d a r aquí que las dos n o t a s f u n d a m e n - y ninguna a permanecer». Rusia estaba, pues, fuera de los límites de
tales del E s t a d o oriental señaladas p o r Engels y Marx eran la Europa, que para él se detenían en Alemania, Hungría y Polonia, baluartes
contra nuevas invasiones bárbaras del continente: II Principe e Discorsi,
ausencia de p r o p i e d a d privada de la tierra y la presencia de página 300. Bodin, por su parte, no incluía a «Moscovia» en Europa,
o b r a s públicas hidráulicas en gran escala. La u n a p r e s u p o n í a sino que la aislaba como único ejemplo de una «monarquía despótica»
a la o t r a p o r q u e la construcción estatal de grandes sistemas en el continente, a diferencia del modelo constitucional del resto de Eu-
ropa, que, por lo demás, contrastaba con el de Asia y Africa: «Incluso
de regadío era lo que hacía posible el monopolio de la tierra en Europa los príncipes de Tartaria y Moscovia gobiernan sobre súbditos
p o r el soberano. La interconexión de a m b o s constituía el fun- llamados jolopi, es decir, esclavos»; Les six livres de la République, p. 201.
Montesquieu, por el contrario, elogiaba dos siglos después al gobierno
ruso por haber roto con los hábitos del despotismo: «Mirad con cuanta
65
Thomer señala una nueva contradicción: Marx creía que la propie- dedicación el gobierno de Moscovia intenta dejar tras de sí un despotismo
dad comunal india era la forma de propiedad rural más antigua del que es para él una carga mucho más pesada que para sus propios pue-
mundo, y la que ofrecía el punto de partida y la clave de todos les blos». Montesquieu no ponía en duda que Rusia formaba parte del con-
tipos posteriores de desarrollo de las aldeas; y, sin embargo, sostenía que junto de Europa: «Pedro I dio las costumbres y modos de ser de Europa
las aldeas de la India eran esencialmente inmóviles y carentes de evo- a una nación de Europa y, al hacerlo, encontró unos beneficios que él
lución, con lo que cerraba así su propio círculo: «Marx on India and mismo no esperaba». De l'esprit des lois, I, pp. 66, 325-6. Naturalmente,
the Asiatic mode of production», p. 66. estos debates tuvieron repercusión en la propia Rusia. En 1767, Catali-
na II declaró oficialmente en su famoso Nakaz: «Rusia es una potencia
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 509
e n t r e todos los estados considerados p o r ellos como asiáticos era r e p e t i d a m e n t e en t é r m i n o s indistinguibles de los empleados
engañosa, y en buena medida se debía a su propia e inevitable p a r a la caracterización general del Oriente. En realidad, si algo
falta de información, en u n a época en la que p r e c i s a m e n t e es-
taba comenzando en E u r o p a el estudio del Oriente. En efecto, resalta en sus alusiones es su específica incompetencia. El «im-
es muy s o r p r e n d e n t e hasta qué p u n t o a m b o s h e r e d a r o n prácti- p e r t u r b a b l e Celeste Imperio» era u n b a l u a r t e de la «archirreac-
c a m e n t e en bloc la totalidad del discurso europeo sobre Asia ción y el archiconservadurismo», la «antítesis de Europa», ce-
y lo r e p r o d u j e r o n con muy pocas variaciones. Sus dos princi-
pales innovaciones —ya anticipadas in nuce p o r o t r o s auto- r r a d o en «un aislamiento b á r b a r o y hermético del m u n d o
res— f u e r o n la comunidad aldeana autosuficiente y el E s t a t u t o civilizado». La «semicivilización podrida» del «imperio m á s an-
hidráulico, y, de diferentes f o r m a s , a m b a s se h a n revelado tiguo del m u n d o » inculcaba a sus poblaciones la «estupidez he-
científicamente erróneas. En cierto sentido, puede decirse in-
cluso que, en la tradición de las reflexiones europeas sobre reditaria»; «vegetando c o n t r a la m a r c h a del tiempo», China era
Asia, Marx y Engels se q u e d a r o n a t r á s del p u n t o alcanzado p o r un «representante del m u n d o anticuado» que se las ingeniaba
sus predecesores. Jones f u e más consciente de las variantes «para engañarse a sí m i s m a con ilusiones de perfección celes-
políticas de los estados de Oriente; Hegel percibió con más
claridad la función de las castas de la India; Montesquieu dio tial» 6 9 . En un artículo muy significativo de 1862, Marx aplicó
p r u e b a s de un interés más p e n e t r a n t e p o r los sistemas reli- una vez más al imperio chino su formulación típica del despo-
giosos y legales de Asia. Ninguno de estos a u t o r e s identificó a tismo oriental y del m o d o de producción asiático. Al c o m e n t a r
Rusia con el Oriente con t a n t a despreocupación como Marx,
y todos ellos m o s t r a r o n u n conocimiento más serio de China. la rebelión de los Taiping, señalaba que China, «ese fósil vi-
viente», s u f r í a las sacudidas de u n a revolución, y añadía: «No
hay n a d a extraordinario en este fenómeno, ya que los imperios
orientales m a n i f i e s t a n u n a p e r m a n e n t e inmovilidad en sus fun-
d a m e n t o s sociales y u n cambio incesante en las personas y las
tribus que se a p o d e r a n del control de su s u p e r e s t r u c t u r a polí-
Los comentarios de Marx sobre China ofrecen, p o r cierto, tica» 7 0 . Las consecuencias intelectuales de esta concepción son
u n a ilustración final de los límites de su comprensión de la evidentes en los juicios de Marx sobre la m i s m a rebelión de
historia asiática. Las principales discusiones e n t r e Marx y En- los Taiping, que f u e la m a y o r insurrección de las m a s a s ex-
gels sobre el m o d o de producción asiático, que se centraron, plotadas y oprimidas de todo el m u n d o d u r a n t e el siglo xix.
sobre todo, en la India y el m u n d o islámico, omitieron a China, Pero Marx, p a r a d ó j i c a m e n t e , m a n i f e s t ó la m a y o r hostilidad y
que, sin embargo, n o quedó p o r ello eximida de las nociones acrimonia hacia los rebeldes Taiping, a los q u e describió de
p r o d u c i d a s p o r a m b o s 6 8 . Marx y Engels se refirieron a China esta f o r m a : «Para las m a s a s populares son u n a abominación
todavía mayor que los antiguos señores. Su destino no parece
europea». A partir de entonces, pocos pensadores serios cuestionaron ser o t r o que el de oponerse al e s t a n c a m i e n t o conservador con
esta pretensión. Marx y Engels, sin embargo, profundamente afectados u n reino de destrucción grotesca y r e p u g n a n t e en su f o r m a ,
por la contrarrevolucionaria intervención zarista de 1848, se refirieron re-
petida y anacrónicamente al zarismo llamándolo «despotismo asiático», y u n a destrucción en la q u e n o aparece p o r ninguna p a r t e u n
amalgamaron a la India con Rusia en la injuria común. El tenor general núcleo constructivo» 7 1 . Reclutados de e n t r e los «elementos lum-
de las opiniones de Marx sobre la historia y la sociedad rusas carece a pen, los vagabundos y gentes de mala vida», a quienes se d a b a
menudo de equilibrio y de control.
6! «carta blanca p a r a c o m e t e r todas las violencias concebibles so-
Algunas veces se ha sugerido que el hecho de que Marx omitiera
a China de las primeras discusiones de 1853 sobre el despotismo asiático b r e las m u j e r e s y las jóvenes», los Taiping, después de diez
se podría deber a su conocimiento de que en el imperio chino del si- años de r u i d o s a seudoactividad, lo h a n d e s t r u i d o t o d o y n o
glo xix existía propiedad privada de la tierra. En un artículo de 1859,
Marx cita un relato inglés que, entre otras cosas, menciona la existencia
de la propiedad campesina en China: «Trade with China», Marx on China, " K. Marx y F. Engels, On colonialism, pp. 13-16, 111, 188 [ S o b r e el
Londres, 1968, p. 91; hay también un párrafo en El capital que implica colonialismo, pp. 18-21, 111, 182],
que el sistema de propiedad de las aldeas chinas estaba más avanzado 70
«Chinesisches», Werke, vol. 15, p. 514. Este artículo no está incluido
—es decir, era menos comunal— que el de las aldeas indias: Capital, III, en la compilación inglesa Marx on China, y es posterior a los artículos
página 328 ÍEI capital, III, pp. 426-7], En realidad, sin embargo, como en ella incluidos. .
muestran los párrafos antes discutidos, es evidente que Marx no hizo 71
Werke, vol. 15, p. 514. En realidad, el «Reino Celestial» de los lai-
ninguna distinción genérica entre China y el Oriente. ping contenía un programa utópico de un carácter igualitario.
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El «modo de producción asiático» 511
h a n p r o d u c i d o nada» n . Este vocabulario, a d o p t a d o sin ninguna q u e resultaría de este p r o c e d i m i e n t o sería la persistente atri-
crítica de los i n f o r m e s consulares británicos, m u e s t r a con toda bución de u n c a r á c t e r «estacionario» a las sociedades de Asia.
claridad el abismo de incomprensión que s e p a r a b a a Marx de En realidad, la ausencia de u n a dinámica feudal del tipo occi-
las realidades de la sociedad china. En realidad, n o parece q u e dental en los grandes imperios orientales no significó q u e su
ni Marx ni Engels hayan p o d i d o consagrar a la historia china desarrollo fuese inmóvil o cíclico. La historia de Asia se carac-
m u c h o estudio o reflexión: sus preocupaciones f u n d a m e n t a l e s teriza en la p r i m e r a época m o d e r n a p o r la presencia de gran-
estaban en o t r a p a r t e . des cambios y avances, incluso a u n q u e éstos n o d e s e m b o c a r a n
Los intentos m o d e r n o s de c o n s t r u i r u n a teoría completa del en el capitalismo. E s t a relativa ignorancia p r o d u j o la ilusión
«modo de producción asiático» a p a r t i r del legado disperso de- sobre el c a r á c t e r «estacionario» e «idéntico» de los imperios
j a d o p o r Marx y Engels —bien sea en la dirección «tribal-co- orientales, c u a n d o en realidad lo que hoy llama la atención de
munal» o en la «despótico-hidráulica»— están, pues, radical- los historiadores es su diversidad y su desarrollo. Sin i n t e n t a r
m e n t e equivocados. Tales intentos i n f r a v a l o r a n el p e s o de la otra cosa que u n a sencilla sugerencia, b a s t a r á decir que el con-
problemática a n t e r i o r q u e Marx y Engels a c e p t a r o n y la vul- t r a s t e e n t r e los sistemas sociopolíticos del Islam y China, en
nerabilidad de las limitadas modificaciones que ellos aporta- el Asia p o r la que se i n t e r e s a r o n inicialmente Marx y Engels,
ron. Incluso desprovisto de los mitos de sus aldeas, el «modo es b a s t a n t e elocuente. La expansión t e m p o r a l de a m b o s había
de producción asiático» todavía s u f r i r í a la intrínseca debilidad sido e n o r m e y se i n t e r r u m p i ó en u n a fecha relativamente re-
de f u n c i o n a r esencialmente como una categoría residual y gené- ciente. La civilización islámica alcanzó geográficamente su má-
rica p a r a el desarrollo no europeo 7 3 , y, p o r tanto, descubre mez- xima extensión a comienzos del siglo x v n ; había alcanzado el
clas características de diferentes formaciones sociales en u n úni- sudeste de Asia, había convertido a la m a y o r p a r t e d e Indone-
co y b o r r o s o arquetipo. La distorsión m á s obvia y p r o n u n c i a d a sia y Malaya y, sobre todo, los tres poderosos imperios islámi-
cos de la T u r q u í a o t o m a n a , la Persia safávida y la India de
los mogoles coexistían en la m i s m a época, cada u n o de ellos
71
Werke, vol. 15, p. 515. Naturalmente, la disciplina y la abstinencia con su gran riqueza económica y su p o d e r í o militar. La civili-
puritana estaban formalmente impuestas a los militantes Taiping.
73
Ernest Mandel subraya con razón que, para Marx y Engels, su ver- zación china alcanzó su m a y o r expansión y p r o s p e r i d a d duran-
dadera y original función era la de intentar una explicación del «desarrollo te el siglo x v m , cuando los vastos espacios interiores de Mo-
especial del Este en comparación con la Europa occidental y mediterrá- golia, Siankiang y el Tibet f u e r o n conquistados p o r la dinastía
nea»: The formation of the economic thought of Karl Marx, Londres, Ch'ing y la población se duplicó en u n solo siglo, llegando a
1971, p. 128 [La formación del pensamiento económico de Marx, Madrid^
Siglo XXI, 1974], Este libro contiene la crítica marxista más penetrante niveles cinco veces superiores a los de trescientos años antes.
de las versiones «tribales-comunales» del modo de producción asiático, Con todo, las características e s t r u c t u r a s socioeconómicas y sis-
páginas 124-32. Sufre, sin embargo, de una confianza indebida en las t e m a s de E s t a d o eran n o t a b l e m e n t e distintos en sus m u y dife-
versiones «hidráulicas». Mandel reprocha con razón a Godelier y a otros
el «reducir gradualmente las características del modo de producción asiá- rentes contextos geográficos. En las observaciones q u e siguen
tico a aquellas que marcan todas las primeras manifestaciones del Estado no se h a r á ningún intento de p l a n t e a r el p r o b l e m a crucial de
y de la clase dominante en una sociedad basada aún esencialmente en la definir los modos de producción f u n d a m e n t a l e s , y las comple-
comunidad aldeana», e insiste correctamente en que «en los escritos de j a s combinaciones de éstos, que constituyeron las sucesivas
Marx y Engels, la idea de un modo de producción asiático no se rela-
ciona precisamente con una sociedad india o china "primitiva", perdida formaciones sociales de la historia islámica o china: el t é r m i n o
en las brumas del pasado, sino con la sociedad india y china tales como genérico de «civilización» p u e d e utilizarse aquí s i m p l e m e n t e
eran cuando el capital industrial europeo las encontró en el siglo x v m como u n a n d a m i a j e verbal convencional que oculta estos pro-
en vísperas de la conquista (India) o de la penetración masiva (China)
de estos países por ese capital»; una sociedad que «no era en modo blemas concretos e irresueltos. Pero incluso a u n q u e n o los
alguno "primitiva" en el sentido de que no hubiera clases sociales cla- a b o r d e m o s directamente, sí p o d r á n hacerse aquí algunos con-
ramente definidas o constituidas»: pp. 125, 127, 129. Pero Mandel olvida trastes preliminares, s u j e t o s a u n a necesaria e inevitable co-
hasta qué punto fue el propio Marx la fuente de esta confusión. Por otra rrección posterior.
parte, al reafirmar la importancia crucial para el modo de producción
asiático del tema de las funciones hidráulicas ejercidas por un Estado
altamente desarrollado —y por tanto hipertrofiado—, Mandel no es ple-
namente consciente de su objetiva fragilidad.
478
El «modo de producción asiático» 513
Dos notas
el califa, que había sucedido a la a u t o r i d a d del Profeta. Las
IV tierras pertenecientes a infieles que habían a c e p t a d o u n a ren-
dición negociada q u e d a r o n en posesión de éstos, a u n q u e suje-
Los imperios m u s u l m a n e s de comienzos de la época m o d e r n a tas al pago de tributos. A los soldados á r a b e s se les concedie-
—de los que el imperio o t o m a n o era el m á s visible p a r a Euro- r o n a r r e n d a m i e n t o s o qatia sobre las tierras confiscadas, o la
pa— tenían tras de sí unos largos antecedentes políticos e ins- posibilidad de c o m p r a r su propia tierra f u e r a de Arabia, s u j e t a
titucionales. El p r i m e r modelo á r a b e de conquista y conversión al pago de diezmos religiosos 7 7 .
había encauzado el c u r s o de la historia islámica d e n t r o de cier- Sin embargo, a mediados del siglo v m había aparecido ya
tas líneas a las que siempre p e r m a n e c i ó relativamente fiel. Los u n i m p u e s t o sobre la tierra, o jaray, m á s o menos u n i f o r m e ,
n ó m a d a s del desierto y los m e r c a d e r e s u r b a n o s f u e r o n los dos que todos los agricultores tenían que p a g a r al califa cualquiera
grupos sociales que, si bien rechazaron inicialmente a M a h o m a que fuese su fe, a u n q u e los no creyentes tenían que pagar ade-
a s e g u r a r o n su éxito en el Hejaz: su enseñanza ofrecía precisa- más u n a capitación discriminatoria o jizya. Al m i s m o tiempo,
m e n t e u n a unificación ideológica y psíquica a u n a sociedad la categoría de tierra «sometida» experimentó u n a notable ex-
cuya cohesión de clanes y p a r e n t e s c o se estaba rasgando p o r tensión a costa de la tierra «negociada» 7 8 . Estos cambios se
las divisiones de clases en las calles, y las luchas tribales en afianzaron en tiempos de Ornar II (717-20) p o r medio del esta-
las arenas, a medida que el intercambio mercantil disolvía las blecimiento f o r m a l de la doctrina según la cual toda la tierra
c o s t u m b r e s y los vínculos tradicionales a lo largo de las r u t a s era p o r derecho de conquista propiedad del soberano, p o r la
comerciales del n o r t e de la península 7 4 . Las tribus b e d u i n a s que todos los súbditos debían pagar r e n t a s al califa. «Esta con-
de Arabia, c o m o la casi totalidad de los pastores n ó m a d a s , com- cepción del fay (botín), en su f o r m a p l e n a m e n t e desarrollada,
binaban la propiedad individual de los r e b a ñ o s con el u s o co- significa que el E s t a d o se reserva p a r a sí en todos los países
lectivo de la tierra 7 5 : la propiedad privada agrícola era tan sometidos el derecho absoluto sobre toda la tierra» 7 9 . Los vas-
a j e n a a los desiertos del n o r t e de Arabia como al Asia central. tos territorios del m u n d o m u s u l m á n , recientemente conquista-
Por otra parte, los ricos m e r c a d e r e s y b a n q u e r o s de La Meca
dos p a s a b a n a ser así p r o p i e d a d del califato y a p e s a r de las
y Medina poseían tierras en los recintos u r b a n o s y en sus in-
diversas interpretaciones y de las derogaciones locales, el mo-
mediatos entornos rurales 7 6 . Cuando tuvieron lugar las prime-
nopolio estatal de la tierra se convirtió a p a r t i r de entonces en
ras victorias islámicas, en las que p a r t i c i p a r o n a m b o s grupos,
u n canon legal y tradicional de los sistemas políticos islámicos,
el destino del suelo conquistado reflejó en su totalidad las con-
desde los estados omeya y abásida hasta la T u r q u í a o t o m a n a
cepciones de los h a b i t a n t e s de las ciudades: M a h o m a sancionó
y la Persia safávida 8 0 . La inicial sospecha de Marx de que la
la división del botín —incluyendo la tierra— e n t r e los creyen-
tes. Pero cuando, t r a s la m u e r t e de Mahoma, los ejércitos ára- difusión de este principio p o r toda Asia se debía en b u e n a
bes se expandieron p o r todo el Oriente Medio en los g r a n d e s medida a la conquista islámica n o estaba, p o r tanto, despro-
Jihads islámicos del siglo vil, las tradiciones beduinas volvie- vista de todo f u n d a m e n t o . N a t u r a l m e n t e , su operatividad prac-
ron a i m p l a n t a r s e b a j o nuevas f o r m a s . Para empezar, las tie- tica f u e casi siempre débil y deficiente, sobre todo en las pri-
r r a s de la m o n a r q u í a —o simplemente enemigas— situadas en m e r a s épocas de la historia islámica, es decir, en los siglos
los imperios bizantino y persa, cuyos propietarios habían sido específicamente á r a b e s que siguen a la Hégira, p o r q u e en este
sometidos p o r la fuerza de las a r m a s , f u e r o n confiscadas y tiempo ninguna m a q u i n a r i a política era capaz de i m p l a n t a r u n
apropiadas p o r la comunidad islámica o Umma, dirigida p o r control estatal pleno y eficaz sobre toda la propiedad agraria.
Además, la m i s m a existencia jurídica de ese monopolio blo-

!<
Sobre los antecedentes sociales de la aparición del Islam véacp " R Mantran, Uexpansion musulmane (VII'-VIII« siécles), París, 1969,
Montgomery Watt, Muhammad at Meca, Oxford, 1953, pp. 16-20, 72-9, 1414, páginas 105-6, 108-10; Lewis, The Arabs in history, p. 57.
" Lokkegaard, Islamic taxation in the classical period, p. 7/.
w c ' ,Lewis' The Arabs in
history, Londres, 1950, p 29
ard » R.1 Levy, fhe social structure of Islam, p. 401; X. de Planhol, Les
1950, pp 20 3 2 ' 'SlamÍC taXaÜOn inthe c l
^ a l period, Copenhague,
fondements géographiques de Vhistoire de l'Islam, p. 54.
514
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 260
queaba inevitablemente la aparición de categorías precisas y soberano de la totalidad del suelo, siempre prevaleciera u n a
unívocas de propiedad de la tierra, ya que la noción de «pro- e x t r e m a indeterminación jurídica sobre la tierra. Después de
piedad» siempre implica la pluralidad y la negatividad: la ple- las p r i m e r a s conquistas á r a b e s en Oriente Medio, el campesi-
n a d o local de las tierras sometidas quedó en posesión de las
nitud de u n solo poseedor excluye las necesarias divisiones que parcelas q u e ya tenía. Por ser jaray, estas tierras se considera-
dan a la propiedad sus límites y contornos. b a n c o m o p a r t e del fay colectivo de los conquistadores y, p o r
tanto, eran propiedad f o r m a l del Estado. En la práctica, n o
La posición característica del derecho islámico ante la pro- h u b o en la m a y o r p a r t e de las regiones grandes limitaciones
piedad territorial era, p o r tanto, de «vacilación» y «caos» en- —ni t a m p o c o garantías— p a r a q u e los campesinos q u e las cul-
démicos, c o m o a m e n u d o se h a señalado 8 1 . Esta confusión se tivaban dispusieran de ellas; p e r o en o t r a s zonas, c o m o Egipto,
los 85 derechos de propiedad del E s t a d o se impusieron con todo
complica todavía m á s p o r el c a r á c t e r religioso de la jurispru- rigor . Asimismo, las tierras qatia distribuidas a los soldados
dencia m u s u l m a n a . La ley sagrada o sharia, que se desarrolló del I s l a m en la época de los omeyas e r a n en teoría arrenda-
mientos enfitéuticos de dominios públicos, p e r o en la práctica
d u r a n t e el siglo segundo después de la Hégira y alcanzó su podían t r a n s f o r m a r s e en lazos personales de cuasipropiedad.
aceptación f o r m a l d u r a n t e el califato abásida, c o m p r e n d í a «un Por o t r a p a r t e , estos qatia y o t r a s f o r m a s de posesión indivi-
dual e s t a b a n regidos p o r el principio de herencia divisible, q u e
c u e r p o universal de deberes religiosos, la totalidad de los man- tradicionalmente hacía imposible la consolidación de g r a n d e s
damientos de Alá, que regulaban la vida de los m u s u l m a n e s propiedades h e r e d i t a r i a s d e n t r o del m a r c o de la ley sagrada.
en todos sus aspectos» 8 2 . Precisamente p o r esta razón, su in- La más a b s o l u t a a m b i g ü e d a d e improvisación perseguía siem-
p r e a la p r o p i e d a d d e n t r o del m u n d o m u s u l m á n .
terpretación estaba dividida p o r disputas teológicas e n t r e es-
cuelas rivales. Por otra parte, y a u n q u e sus pretensiones fue-
sen en principio universales, en la práctica el gobierno secular
existía c o m o u n á m b i t o s e p a r a d o y a p a r t e : el soberano gozaba
de u n p o d e r discrecional p r á c t i c a m e n t e ilimitado p a r a "«com-
pletar» la ley sagrada en p r o b l e m a s q u e afectasen d i r e c t a m e n t e
al E s t a d o y, sobre todo, a la guerra, la política, los i m p u e s t o s
El corolario de la ausencia legal de u n a p r o p i e d a d p r i v a d a
y el crimen En el Islam clásico existía, pues, u n a b i s m o per-
estable de la t i e r r a f u e la expoliación económica de la agricul-
m a n e n t e e n t r e la teoría jurídica y la práctica legal, q u e e r a la
t u r a en los grandes imperios islámicos. E n su versión m á s ex-
expresión inevitable de la contradicción existente e n t r e u n sis-
t r e m a , este f e n ó m e n o tan característico t o m ó la f o r m a de «be-
t e m a político secular y u n a c o m u n i d a d religiosa en u n a civili-
duinización» de grandes á r e a s de a s e n t a m i e n t o s campesinos
zación que carecía de toda distinción e n t r e la Iglesia y el Es-
q u e volvieron a ser tierras áridas o baldías b a j o el i m p a c t o
tado. Así, en la Umma siempre f u n c i o n a r o n «dos justicias».
de las invasiones de p a s t o r e s o del pillaje militar. Las p r i m e r a s
Además, la diversidad de escuelas religiosas de j u r i s p r u d e n c i a
conquistas árabes en el Oriente Medio y el n o r t e de Africa pa-
hacía imposible t o d a codificación sistemática de la ley sagrada,
recen h a b e r conservado o r e p a r a d o los modelos agrícolas pre-
y en consecuencia se impidió la aparición de u n o r d e n legal
existentes, a u n q u e sin a ñ a d i r n a d a nuevo. Pero las posteriores
preciso y lúcido. Por lo q u e respecta al á m b i t o agrario, la
oleadas de invasiones n ó m a d a s que caracterizaron el desarro-
sharia n o desarrollaba p r á c t i c a m e n t e ningún concepto claro y
llo del Islam p r o d u j e r o n efectos d e s t r u c t o r e s e n su i m p a c t o
específico de propiedad, m i e n t r a s que la práctica administra-
sobre los a s e n t a m i e n t o s agrícolas. Los dos casos m á s e x t r e m o s
tiva dictaba f r e c u e n t e m e n t e n o r m a s que no tenían ninguna rela-
f u e r o n la devastación de Túnez p o r los hilalíes y la beduini-
ción con ella 8 4 . De ahí que, m á s allá de la atribución final al
zación de Anatolia p o r los t u r c o m a n o s 8 6 . En este sentido, la cur-
" Véanse las características digresiones de Lokkegaard, Islamic taxa- ciones de posesión de la tierra eran muy diferentes a la teoría y variaban
tion in the classical period, pp. 44, 50.
^ J . Schacht, An introduction to Islamic law, Oxford, 1964, pp. 1-2, con el tiempo y el lugar» (p. 142).
» Claude Cahen, Vlslam des origins au début de Vempire ottoman,
u
Ibid., pp. 54-5, 84-5. París 1970 p 109: sobre las condiciones generales de la agricultura en
este período; véanse pp. 107-13. El libro de Cahen es la síntesis reciente
in T duction
'° ^lamic law: «La teoría del derecho más sólida sobre la época árabe del Islam .m(,ras
islámico ha desarrol ado, pues, tan sólo unos pocos rudimentos de un » Cahen, L'Islam, p. 103, insiste en la diferencia entre las primeras
derecho especial de la propiedad inmobiliaria; en la práctica, las condi- conquistas del siglo v n y las posteriores devastaciones nómadas, y tienae
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va histórica a largo plazo a p u n t ó i n i n t e r r u m p i d a m e n t e hacia del nivel del suelo y al a b a n d o n o de las vías de agua 8 9 . Nunca
abajo. Pero desde el principio se estableció casi en todas p a r t e s se construyó ningún nuevo sistema de regadío que p u d i e r a com-
u n a división p e r m a n e n t e e n t r e la producción agrícola y la
apropiación del excedente u r b a n o , m e d i a d a p o r la e s t r u c t u r a p a r a r s e al de los p a n t a n o s yemenitas de la Antigüedad, cuya
t r i b u t a r i a del Estado. En el c a m p o n o surgió ninguna relación ruina f u e el digno prólogo del nacimiento del Islam en Arabia 9 0 .
directa e n t r e señor y campesino, sino q u e el E s t a d o concedía La única innovación r u r a l i m p o r t a n t e después de la conquista
a los funcionarios militares o civiles, residentes en las ciudades, á r a b e del Oriente Medio —la llegada del molino de v i e n t o -
d e t e r m i n a d o s derechos de explotación rural, e n t r e ellos princi-
p a l m e n t e la recaudación del jaray o i m p u e s t o sobre la tierra. f u e u n invento persa, nacido en la región de Sistan y que en
A consecuencia de ello surgió la iqta árabe, p r e c u r s o r a directa último t é r m i n o parece h a b e r beneficiado m á s a la agricultura
del m á s tardío timar o t o m a n o o del jagir mogol. Las iqtas aba- europea que a la islámica. La indiferencia y el desdén hacia la
sidas eran en realidad concesiones de tierra a los guerreros, agricultura imposibilitaba incluso la estabilización de la servi-
que t o m a b a n la f o r m a de concesiones de i m p u e s t o s distribui- d u m b r e : la clase explotadora n u n c a consideró tan preciosa la
das a rentistas u r b a n o s absentistas p a r a exprimir a los peque-
ños cultivadores campesinos 8 7 . Los estados buida y selyúcida m a n o de o b r a como p a r a que la adscripción del campesinado
y el p r i m e r E s t a d o osmanli exigieron servicios militares de los p a s a r a a ser u n o de sus principales objetivos. E n estas condi-
titulares de estas rentas o de sus sucesivas versiones, p e r o la ciones, la productividad agraria de los países islámicos se es-
tendencia n a t u r a l del sistema f u e la de degenerar en u n arren- tancó u n a y otra vez o incluso retrocedió, d e j a n d o u n pano-
d a m i e n t o de i m p u e s t o s parasitario, como el iltizam de la últi-
m a época o t o m a n a . Incluso b a j o u n rígido control central, el r a m a r u r a l de u n a «desoladora mediocridad» 91.
monopolio estatal de la tierra, f i l t r a d o a través de u n o s dere Dos excepciones notables c o n f i r m a n a su m o d o esta n o r m a
chos comercializados de explotación absentista, r e p r o d u c í a general de la agricultura. Por u n a parte, el b a j o I r a k d u r a n t e
c o n s t a n t e m e n t e u n clima general de indeterminación legal e el dominio abasida del siglo V I I I f u e escenario de grandes plan-
impedía la aparición de u n vínculo positivo e n t r e el beneficia-
rio y el cultivador directo del suelo 8 8 . Por consiguiente, las taciones de azúcar, algodón y añil, organizadas como e m p r e s a s
grandes obras hidráulicas de los regímenes anteriores f u e r o n , comerciales avanzadas en las tierras p a n t a n o s a s desecadas p o r
en el m e j o r de los casos, conservadas o r e p a r a d a s y, en el peor, los comerciantes de Basora. La explotación racionalizada de
d a ñ a d a s o a b a n d o n a d a s . Los p r i m e r o s siglos de dominio ome-
ya y abasida presenciaron u n a m e j o r í a general de los canales
h e r e d a d o s en Siria y Egipto y cierta extensión del sistema sub- " D. y J. Sourdel, La civilisation de Vlslam classique, París, 1968, pá-
ginas 272-87, estudia el papel y el destino de las obras hidráulicas en las
t e r r á n e o qanat en Persia. Pero ya en el siglo x la red de canales épocas omeya y abasida; véanse especialmente las pp. 279, 289. Los auto-
de Mesopotamia estaba en decadencia a causa de la elevación res insisten en que el sistema iraquí de regadíos estaba en completa
decadencia mucho antes de las invasiones de los mogoles, a las que
posteriormente se atribuyó con frecuencia su colapso. Los qanats subte-
rráneos de Persia eran anteriores a la conquista islámica en más de un
milenio ya que habían sido una de las principales características del
Estado aqueménida: véase H. Goblot, «Dans l'ancien Irán, les techmques
de l'eau et la grande histoire», Annales ESC, mayo-junio de 1963, pagi-
nas 510-1. . . . . . . i v
50
La misteriosa caída de los grandes diques de Manb en el Yemen
coincidió con el desplazamiento de la vitalidad económica y social del
a atribuir lo peor de estas últimas a las invasiones de los mogoles, no
sur al norte de Arabia en el siglo vi d. C. Engels era consciente de la
islámicas, en el siglo XIII (p. 247). Planhol es mucho más radical; véase
su vivo relato del proceso general de beduinización de la agricultura islá- importancia histórica que la regresión del Yemen había tenido para el
mica en Les fondements géographiques de l'histoire de l'lslam, pp. 35-7. ascenso del Islam en el Hejaz, aunque la adelantaba indebidamente y la
atribuía demasiado exclusivamente a la invasión etíope; K. Marx y F.
" Sobre la cambiante forma y función de la iqta, véase C. Cahen Engels, Selected Correspondence, pp. 82-3.
«L'evolution de l'iqta du x r au x i r siécle», Armales ESC, enero-marzo
de 1953, 1, pp. 25-52. " La frase es de Planhol: Les fondements géographiques, p. 57. Un
balance más optimista puede encontrarse en C. Cahen, « E c o n o m y , society,
" Véanse las memorables páginas de Planhol, Les fondements géogra-
phiques, pp. 54-7. Con su característico desdén, Ibn Jaldun asimilaba institutions», The Cambridge History of Islam, II, Cambridge, 1970, pagi-
a los campesinos con los pastores en el oprobio común de ser habitantes nas 511-2 ss. Planhol asimila de forma acrítica los modelos agrícolas
primitivos del atrasado mundo rural; como señala Goitein, para él «los islámicos a los de la Antigüedad clásica, y generaliza indebidamente,
fellah y los beduinos estaban más allá de los límites de la civilización». pero sus análisis geográficos concretos de las consecuencias ultimas del
A Mediterranean society, I, p. 75. desdén musulmán hacia la agricultura poseen con frecuencia una tuer-
za enorme.
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El «modo de producción asiático» 262
esta economía de plantación —prefiguración de los posteriores
tabilización del dominio islámico desde el Atlántico h a s t a el
complejos azucareros del colonialismo europeo en el Nuevo
golfo Pérsico, tuvo lugar en las regiones m á s privilegiadas del
Mundo— e s t a b a m u y alejada del m o d e l o habitual de fiscalis-
califato u n a expansión u r b a n a de u n a rapidez y u n volumen
m o indolente, p e r o se b a s a b a p r e c i s a m e n t e en la masiva utili-
quizá inigualados. De a c u e r d o con u n cálculo reciente (e indu-
zación de esclavos africanos i m p o r t a d o s de Zanzíbar. La escla-
vitud r u r a l siempre f u e extraña, sin embargo, al c o n j u n t o de dablemente exagerado) la ciudad de Bagdad llegó a tener u n a
la agricultura islámica. Las plantaciones iraquíes constituye- población de dos millones en menos de medio siglo, desde el
r o n u n episodio aislado que pone de m a n i f i e s t o la ausencia en año 762 al 800 94. Esta urbanización, c o n c e n t r a d a en lugares se-
los d e m á s países de u n a capitalización c o m p a r a b l e de la pro- leccionados, r e f l e j a en p a r t e el «auge del oro» de las épocas
ducción 9 2 . Es sabido, p o r o t r a parte, q u e la h o r t i c u l t u r a siem- omeya y abasida, c u a n d o se pusieron en circulación los tesoros
p r e ocupó u n a posición especial en los sistemas agrarios del egipcio y persa, se canalizó la producción sudanesa hacia el
Islam y q u e desde Andalucía h a s t a Persia alcanzó altos nive- m u n d o m u s u l m á n y se m e j o r a r o n n o t a b l e m e n t e las técnicas
les técnicos e inspiró t r a t a d o s especializados sobre plantas y m i n e r a s con el uso de la amalgama de mercurio; en p a r t e f u e
a r b u s t o s 9 3 . La razón es m u y reveladora: los j a r d i n e s y h u e r t o s t a m b i é n el resultado de la creación de u n a zona comercial de
e s t a b a n n o r m a l m e n t e concentrados en las ciudades o en los dimensiones intercontinentales. La clase mercantil á r a b e q u e
s u b u r b i o s y, p o r tanto, e s t a b a n específicamente exentos de la subió a la cresta de esta ola de p r o s p e r i d a d comercial era res-
propiedad estatal del suelo p r e s c r i t a p o r la tradición, que siem- petada y h o n r a d a p o r la ley religiosa y la opinión social; la
p r e había p e r m i t i d o la propiedad privada de la tierra u r b a n a . vocación del m e r c a d e r y del m a n u f a c t u r e r o e s t a b a sancionada
La h o r t i c u l t u r a constituía, pues, el equivalente a u n sector «de p o r el Corán, que n u n c a disoció la ganancia de la piedad 95.
lujo» en la industria, p a t r o c i n a d o p o r los ricos y poderosos y Los i n s t r u m e n t o s financieros y empresariales del comercio is-
q u e p a r t i c i p a b a del prestigio de las p r o p i a s ciudades, a la som- lámico se hicieron enseguida m u y avanzados. En el Oriente Me-
b r a de cuyos m i n a r e t e s y palacios crecían sus cuidados jar- dio f u e donde se i n t r o d u j o p o r vez p r i m e r a , p r o b a b l e m e n t e , la
dines. institución de la commenda, que h a b r í a de j u g a r u n papel
tan i m p o r t a n t e en la E u r o p a medieval 9 6 . Además, las f o r t u n a s
En efecto, a p a r t i r de las p r i m e r a s conquistas árabes, el
hechas p o r los m e r c a d e r e s á r a b e s ya n o p r o c e d í a n tan sólo de
m u n d o islámico f u e siempre un vasto y e n c a d e n a d o sistema de
las r u t a s t e r r e s t r e s de caravanas. H u b o pocos aspectos m á s
ciudades separadas p o r u n c a m p o olvidado o desdeñado. La
s o r p r e n d e n t e s de la p r i m e r a expansión islámica q u e la rapi-
civilización m u s u l m a n a , nacida en La Meca —ciudad de trán-
dez y la facilidad con q u e los á r a b e s del desierto d o m i n a r o n
sito— y h e r e d e r a del legado m e t r o p o l i t a n o de la t a r d í a Anti-
el m a r . El m a r M e d i t e r r á n e o y el océano Indico q u e d a r o n uni-
güedad m e d i t e r r á n e a y mesopotámica, siempre f u e indefecti-
dos en u n m i s m o sistema m a r í t i m o p o r vez p r i m e r a desde la
b l e m e n t e u r b a n a y promovió desde el p r i m e r m o m e n t o la
época helenística, y los b a r c o s m u s u l m a n e s se a v e n t u r a r o n du-
producción mercantil, la e m p r e s a comercial y la circulación mo-
netaria en u n a s ciudades a las q u e unió en u n a m i s m a t r a m a .
94
Inicialmente, los n ó m a d a s á r a b e s que c o n q u i s t a r o n el Oriente M. Lombard, L'Islam dans sa premiére grandeur (VII'-XI' siécles),
Medio f o r m a r o n sus propios c a m p a m e n t o s militares en el de- París, 1972, p. 121. G. von Grunebaum, Classical Islam, Londres, 1970, pá-
gina 100, estima, por el contrario, la población de Bagdad en unos
sierto, en las a f u e r a s de las capitales preexistentes, c a m p a m e n - 300.000 habitantes. Cahen considera que es imposible hacer un cálculo
tos que m á s adelante se convertirían p o r sí m i s m o s en g r a n d e s riguroso del tamaño de ciudades tales como Bagdad en esta época:
ciudades: K u f a , Basora, Fostat, Kairuán. Después, con la es- «Economy, society, institutions», p. 521. Mantran advierte, en L'expansion
musulmane, pp. 270-1, contra los cálculos de Lombard sobre la magnitud
de la temprana urbanización islámica.
" Sobre las plantaciones Zany véase Lewis, The Arabs in history, " El mejor análisis de este problema es el de Máxime Rodinson, Islam
páginas 1034. and capitalism, Londres, 1974, pp. 28-55. Rodinson critica también con
" Planhol, Les fondements géographiques, p. 57; André Miquel, L'Islam acierto la pretensión weberiana de que la ideología islámica era enemiga
et sa civilisation, VII'-XX' siécles, París, 1968, pp. 130, 203; Irían Habib, por lo general de la actividad comercial racionalizada (pp. 103-17).
54
«Potentialities of capitalist development in the economy of Mughal India», Véase el estudio de A. L. Udovitch, «Commercial techniques in early
The Journal of Economic History, xxix, marzo de 1969, pp. 46-7, 49. mediaeval Islamic trade», en D. S. Richards, comp., Islam and the trade
of Asia, Oxford, 1970, pp. 37-62.
478
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 521

r a n t e el califato abasida p o r todas las r u t a s que van desde el propietarios, t a m p o c o había en las grandes ciudades árabes gre-
Atlántico h a s t a el m a r de la China. El m u n d o islámico, situado mios artesanos que protegieran o regularan la actividad de los
e n t r e E u r o p a y China, e r a dueño del comercio este-oeste. La pequeños artífices 10°. En el m e j o r de los casos, algunos grupos
riqueza provocada p o r la actividad comercial estimuló en la vecinales o f r a t e r n i d a d e s religiosas p o r p o r c i o n a b a n u n humilde
m i s m a medida las m a n u f a c t u r a s , sobre todo las de textiles, corazón colectivo a la vida p o p u l a r de aquel m e d i o u r b a n o que
papel y porcelana. Mientras los precios a u m e n t a b a n sin cesar se extendía sin ningún orden hasta los s u b u r b i o s o las aldeas
y el c a m p o sufría u n a depresión, la artesanía u r b a n a y el con- rurales. Por d e b a j o de este h o n e s t o a r t e s a n a d o flotaba siempre
s u m o ostentoso florecían en las ciudades. Esta configuración u n s u b m u n d o de pandillas criminales y m e n d i c a n t e s que pro-
n o f u e específica del califato abasida. Los posteriores imperios cedían de los p a r a d o s y el l u m p e n p r o l e t a r i a d o 101. El único gru-
islámicos siempre se caracterizaron p o r el impresionante creci- po institucional que confería cierto conato de u n i d a d a las ciu-
miento de sus grandes ciudades: Constantinopla, I s f a h a n y dades eran los ulemas, cuya a j u s t a d a combinación de funciones
Delhi son los e j e m p l o s m á s famosos. clericales y seculares y de voluble celo religioso servía hasta
P e r o la m a g n i t u d o la opulencia económica de estas ciuda- cierto p u n t o como mediación y vínculo e n t r e la población si-
des islámicas n o se vio a c o m p a ñ a d a p o r ninguna a u t o n o m í a t u a d a p o r d e b a j o del príncipe y los guardias de éste 102. Con
municipal u orden cívico. Las ciudades carecían de identidad todo, e r a n estos últimos quienes d o m i n a b a n en definitiva el
política corporativa y sus comerciantes tenían poco p o d e r so- destino de las ciudades. Crecidas en el m a y o r desorden, sin
cial colectivo. Las cartas o f u e r o s u r b a n o s eran desconocidos, ningún plan ni carta municipal, el f u t u r o de las ciudades islá-
y la vida de la ciudad siempre e s t a b a s u j e t a a la voluntad m á s micas estaba d e t e r m i n a d o n o r m a l m e n t e p o r el del E s t a d o cuya
f o r t u n a había provocado su prosperidad.
o menos a r b i t r a r i a de los príncipes o los emires. Los mercade-
res podían elevarse individualmente a las m á s altas posiciones Los estados islámicos, p o r su parte, tenían n o r m a l m e n t e u n a
políticas en los consejos de las dinastías 97, pero su éxito perso- ascendencia n ó m a d a : los sistemas políticos de los omeyas,
nal estaba expuesto invariablemente a la intriga y al azar, y los hamdaníes, selyúcidas, almorávides, almohades, osmanlíes, sa-
jefes militares s i e m p r e podían confiscar la riqueza de sus ca- fávidas y mogoles procedían todos ellos de confederaciones nó-
sas. La simetría y el o r d e n municipal de las ciudades clásicas m a d a s del desierto. Incluso el califato abasida, cuyos antece-
del ú l t i m o período q u e habían caído a n t e los ejércitos á r a b e s dentes e r a n quizá los m á s u r b a n o s , recibió la mayor p a r t e de
ejercieron cierta influencia inicial en las ciudades del nuevo su f u e r z a a r m a d a inicial de los recientes a s e n t a m i e n t o s tribales
sistema imperial que les sucedieron, p e r o ese i n f l u j o se des- del J o r a s á n . Todos estos estados islámicos, como el propio
vaneció m u y p r o n t o y permaneció tan sólo b a j o la f o r m a de imperio o t o m a n o , e r a n esencialmente guerreros y saqueadores,
algunos pocos c o n j u n t o s privados o palatinos construidos p a r a y t o d a su razón de ser y su e s t r u c t u r a e r a n militares. La ad-
soberanos posteriores 9 8 . Las ciudades islámicas carecían, pues, ministración civil p r o p i a m e n t e dicha, e n c u a n t o esfera funcio-
de toda e s t r u c t u r a i n t e r n a coherente, ya fuese administrativa nal a u t ó n o m a , n u n c a llegó a ser d o m i n a n t e d e n t r o de la clase
o arquitectónica. E r a n laberintos confusos y a m o r f o s de calles
100
y edificios, sin centros ni espacios públicos, c e n t r a d a s única- Véase la más reciente reafirmación de la completa ausencia de gre-
m e n t e en las mezquitas y en los bazares, con los comerciantes mios islámicos antes de finales del siglo xv en G. Baer, «Guilds in Middle
Eastern history», en M. A. Cook, comp., Studies in the economic history
locales a m o n t o n a d o s a su alrededor 9 9 . Y así como ninguna aso- of the Middle East, Londres, 1970, pp. 11-17.
ciación profesional o mercantil organizaba al c o n j u n t o de los 101
I. M. Lapidus describe estas características en Muslim cities in the
later Middle Ages, Cambridge (Massachusetts), 1967, pp. 170-83 (sobre las
bandas de criminales y mendigos) y «Muslim cities and Islamic societies»,
" Véanse algunos ejemplos en S. D. Goitein, Studies in Islamic history en Lapidus, comp., Middle Eastern cities, Berkeley y Los Angeles, 1969,
and institutions, Leiden, 1966, pp. 236-9. páginas 60-74 (sobre la ausencia de comunidades urbanas delimitadas o de
" D. y J. Sourdel, La civilisation de l'Islam classique, pp. 424-7. ciudades independientes). Lapidus protesta contra los contrastes tradicio-
" Planhol, Les fondaments géographiques, pp. 48-52, ofrece un vivo nales entre las ciudades del Islam y de Europa occidental durante la
aguafuerte de estas ciudades, aunque quizá adelanta un poco su caracte- Edad Media, pero sus propios estudios refuerzan gráficamente esas dife-
rístico desorden; compárese con Sourdel, La civilisation de l'Islam clas- rencias, aunque las redefinan.
sique, pp. 397-9, 430-1. m
Lapidus, Muslim cities in the later Middle Ages, pp. 107-13.
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478 Dos notas El «modo de producción asiático» 264

dirigente; la burocracia de escribas no se desarrolló m u c h o cuerpos palatinos correspondía a la extraña lógica e s t r u c t u r a l


m á s allá de las exigencias de la recaudación de impuestos. La de los sucesivos sistemas políticos islámicos, p o r q u e sus fun-
m a q u i n a r i a de E s t a d o era u n consorcio de soldados profesio- dadores habituales, los guerreros de la t r i b u s n ó m a d a s , n o po-
nales, que e s t a b a n organizados en cuerpos f u e r t e m e n t e centra- dían m a n t e n e r su b e d u i n i s m o m u c h o tiempo después de la
lizados o bien de f o r m a m á s difusa, pero en a m b o s casos se conquista: los clanes y la t r a s h u m a n c i a desaparecían con la
b a s a b a n tradicionalmente en las asignaciones de ingresos pro- sedentarización. Por o t r a parte, estos guerreros no podían con-
cedentes de las tierras públicas. La sabiduría política del ca- vertirse fácilmente en u n a nobleza rural, viviendo en tierras
racterístico E s t a d o islámico se condensaba en el expresivo apo- hereditarias o en u n a burocracia de escribas, organizada c o m o
tegma de sus manuales de gobierno: «El m u n d o es a n t e todo administración civil. El tradicional desprecio hacia la agricul-
u n j a r d í n de v e r d o r cuyo cerco es el Estado; el E s t a d o es u n t u r a y las letras impedía a m b a s posibilidades, a la vez que su
gobierno cuya cabeza es el príncipe; el príncipe es u n p a s t o r t u r b u l e n t a independencia les hacía reacios a u n a rígida jerar-
q u e está asistido p o r el ejército; el ejército es u n c u e r p o de quía militar. Así pues, las dinastías victoriosas, u n a vez esta-
guardias que está m a n t e n i d o p o r el dinero, y el dinero es el blecidas en el poder, se veían obligadas a crear u n i d a d e s espe-
recurso indispensable que p r o p o r c i o n a n los súbditos» , 0 3 . La ciales de guardias esclavos como núcleo central de sus ejérci-
lógica lineal de estos silogismos tuvo curiosas consecuencias tos regulares. Y como la esclavitud agrícola apenas existía, la
estructurales, p o r q u e la combinación de depredación militar y esclavitud p r e t o r i a n a podía convertirse en u n h o n o r . Los di-
desdén p o r la producción agraria es lo que parece h a b e r d a d o versos cuerpos de guardia islámicos r e p r e s e n t a b a n , en efecto,
origen al característico f e n ó m e n o de u n a élite de guardias es- la organización m á s cercana a u n a élite p u r a m e n t e militar con-
clavos q u e alcanza r e p e t i d a m e n t e la c u m b r e del propio a p a r a t o cebible en aquel tiempo, s e p a r a d a de toda función agraria o
de Estado. El devshirme o t o m a n o f u e ú n i c a m e n t e el e j e m p l o pastoril y alejada de cualquier organización de clan y, p o r tan-
m á s desarrollado y sofisticado de este sistema específicamente to, teóricamente capaz de u n a lealtad incondicional al sobera-
islámico de r e c l u t a m i e n t o militar, que t a m b i é n p u e d e encon- no, siendo su esclavitud u n a garantía de obediencia militar,
t r a r s e en el r e s t o del m u n d o m u s u l m á n Oficiales esclavos a u n q u e en la práctica, n a t u r a l m e n t e , f u e r a n capaces p o r la
turcos procedentes del Asia central f u n d a r o n el E s t a d o gaznauí m i s m a razón de t o m a r p a r a sí m i s m o s el p o d e r s u p r e m o . Su
en J o r a s á n y d o m i n a r o n el califato abasida d u r a n t e su deca- preeminencia f u e u n a señal de la constante ausencia de u n a
dencia en el I r a k ; regimientos de esclavos nubios r o d e a r o n al nobleza territorial en el m u n d o islámico.
califato fatimita, y esclavos circasianos y turcos procedentes del
m a r Negro dirigieron el E s t a d o m a m e l u c o en Egipto; los últi- Las características sociales esbozadas m á s a r r i b a siempre
mos ejércitos del califato omeya en E s p a ñ a f u e r o n dirigidos p o r se distribuyeron de f o r m a desigual e n t r e las diversas épocas
esclavos eslavos e italianos, q u e crearon sus propios reinos de tai- y regiones de la historia m u s u l m a n a , p e r o en la m a y o r p a r t e de
fas en Andalucía c u a n d o cayeron los omeyas; esclavos georgia- los estados islámicos parece posible discernir prima facie
nos y a r m e n i o s p r o p o r c i o n a r o n los regimientos ghulam de cierto parecido familiar, al menos si se les c o m p a r a con las
choque del E s t a d o safávida de Persia en tiempos de S h a h Ab- o t r a s grandes civilizaciones imperiales del Oriente. E s t o n o
b a s 105. El c a r á c t e r servil y la procedencia e x t r a n j e r a de estos quiere decir, sin embargo, q u e la historia islámica fuese u n a
m e r a repetición cíclica, antes al contrario, parece evidente q u e
en ella se da u n desarrollo c l a r a m e n t e periodizable. El E s t a d o
103
Sourdel, La civilisation de Vlslam classique, p. 327. omeya, que se establece en el siglo vil en los territorios some-
104
Véanse algunas observaciones incompletas en Levy, The social struc- tidos del Oriente Medio, r e p r e s e n t a b a a las confederaciones de
ture of Islam, pp. 74-5, 417, 445-50. No hay ningún análisis sistemático tribus árabes que habían realizado las conquistas iniciales y en
de este fenómeno. Cahen observa que los guardas-esclavos eran menos las q u e había a d q u i r i d o u n a posición v e n t a j o s a la oligarquía
prominentes en el Occidente islámico (España y el norte de Africa), que
era una zona políticamente menos desarrollada. L'Islam, p. 149.
105
El último caso citado ofrece un ejemplo particularmente claro y cíficamente por la dinastía para librarse de la turbulencia de las tribus
documentado —quizá por ser también el último cronológicamente— de los turcomanas quizilbash, que habían llevado a la casa safávida al poder.
objetivos políticos a los que generalmente servían estos cuerpos de guar- Véase R. M. Savory, «Safavid Persia», The Cambridge History of Islam,
dia. Las unidades de caballería ghulam de Georgia fueron creadas espe- l, Cambridge, 1970, pp. 407, 419-30.
478 524
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 265

mercantil de La Meca. El califato de Damasco coordinaba a los El califato abasida señaló el fin de la aristocracia tribal ára-
jeques beduinos m á s o menos a u t ó n o m o s y poseedores de tro- be: el nuevo a p a r a t o de E s t a d o creado en Bagdad estaba soste-
pas propias de las ciudades-campamento situadas f u e r a de las nido p o r a d m i n i s t r a d o r e s p e r s a s y protegido p o r g u a r d a s
grandes capitales de Siria, Egipto y el I r a k . Las t r o p a s á r a b e s jorasaníes. La f o r m a c i ó n de u n a b u r o c r a c i a y u n ejército per-
del desierto monopolizaron las pensiones del tesoro central, las manentes, con u n a disciplina cosmopolita, convirtió al nuevo
exenciones fiscales y los privilegios militares. La burocracia ci- califato en u n a autocracia política con u n p o d e r m u c h o m á s
vil se dejó d u r a n t e largo t i e m p o en m a n o s de los antiguos fun- centralizado que el de su predecesor 1 1 0 . Despojándose de sus
cionarios bizantinos o persas, que dirigían p a r a sus nuevos antecedentes heréticos, el califato predicó la ortodoxia religiosa
señores la administración técnica 106. Los no árabes convertidos y p r o c l a m ó la a u t o r i d a d divina. El E s t a d o abasida presidió el
al Islam (y los á r a b e s m á s pobres y marginales) e s t a b a n con- florecimiento máximo del comercio, la i n d u s t r i a y la ciencia
finados al estatus inferior de mawalis, pagaban f u e r t e s impues- islámica, y en el m o m e n t o de su apogeo, a principios del si-
tos y servían en los c a m p a m e n t o s tribales como pequeños ar- glo ix, era la civilización m á s rica y más avanzada del m u n d o m .
tesanos, criados y soldados de a pie. El califato omeya esta- Mercaderes, b a n q u e r o s , m a n u f a c t u r e r o s , especuladores y recau-
bleció, pues, u n a «soberanía política árabe» 107 sobre el Oriente d a d o r e s de impuestos a c u m u l a r o n e n o r m e s s u m a s en las gran-
Medio antes que u n a ecumene religiosa islámica. Sin embargo, des ciudades; las artesanías u r b a n a s se diversificaron y multi-
con la estabilización de las conquistas, la clase dirigente de plicaron; en la agricultura apareció u n sector comercial; los
guerreros árabes se hizo cada vez m á s anacrónica. Su exclusi- navios de largo recorrido c i r c u n d a b a n los océanos; la astrono-
vidad étnica y la explotación económica de la m a s a de mu- mía, la física y las m a t e m á t i c a s se t r a s p l a n t a r o n de la cultura
sulmanes existentes entre la antigua población sometida del griega a la árabe. Con todo, los límites del desarrollo abasida
imperio provocaron el creciente descontento de sus correligiona- se alcanzaron relativamente pronto. A p e s a r de la vertiginosa
rios mawalis, que muy p r o n t o llegaron a superarlos e n núme- p r o s p e r i d a d comercial de los siglos v m y ix, se registraron
ro 108. Las fricciones tribales e n t r e los grupos del n o r t e y del pocas innovaciones productivas en las m a n u f a c t u r a s , y la in-
sur' debilitaron s i m u l t á n e a m e n t e su unidad. Mientras tanto, los troducción de los estudios científicos n o provocó grandes pro-
colonos fronterizos del extremo m á s lejano de Persia se sen- gresos tecnológicos. La invención a u t ó c t o n a m á s i m p o r t a n t e f u e
tían ofendidos p o r los tradicionales métodos administrativos a la vela latina, u n a m e j o r a en el t r a n s p o r t e que simplemente
los que se veían sometidos. Parece que f u e esta c o m u n i d a d de facilitó el comercio;' p e r o el algodón, el nuevo cultivo comer-
colonos la que hizo estallar la rebelión final c o n t r a el E s t a d o cial m á s significativo de la época, procedía del T u r q u e s t á n
sirio c e n t r a d o en Damasco, rebelión cuyo éxito p o p u l a r estaba
a s e g u r a d o p o r el extendido descontento de los mawalis de
presencia, en medio de ellas, de facciones tribales árabes (de filiación
Persia y el I r a k . La agitación organizada y secreta contra el yemení). La importancia que se ha concedido a la heterodoxia religiosa
dominio de los omeyas, utilizando el fervor religioso heterodo- en el movimiento ha sido puesta en duda por Cahen, «Points de vue
xo de los chiitas y, sobre todo, movilizando la hostilidad de los sur la révolution abbaside», Revue Historique, ccxxx, 1963, pp. 336-7.
El estudio más reciente y completo de los orígenes de la rebelión es
mawalis c o n t r a el estrecho a r a b i s m o de la dinastía de Damas- M. A. Shaban, The Abbasid révolution, Cambridge, 1970, que da una
co, desencadenó la revolución política que llevó al p o d e r a la importancia fundamental a los agravios sufridos por los colonos árabes
casa de los abasidas y que, desde su base de Jorasán, se ex- de Jorasán —sometidos al dominio tradicional de los diqhan persas—
por la conservadora política administrativa del Estado omeya: pp. 158-60.
tendió hacia el oeste p o r Persia y el I r a k 109. Está claro, en todo caso, que el ejército insurgente que provocó la caída
108
del califato de Damasco con la toma de Merv se componía en realidad
Lewis, The arabs in History, pp. 65-6. de elementos árabes e iraníes.
"" La frase es de F. Gabrielli, Muhammed and the conquests of Islam, 110
Lewis, The Arabs in history, pp. 83-5.
Londres, 1968, p. 111. 111
Goitein ha denominado al período que comienza con la consolida-
"" Lewis, The arabs in History, pp. 70-1. ción del poderío abasida como civilización «intermedia» del Islam tjn
105
El significado y la composición social exacta de la insurrección mundo situado temporalmente entre las épocas helénica y renacentista,
abasida han sido objeto de grandes debates. Los estudios tradicionales espacialmente entre Europa/Africa y la India/China, y cuyo carácter se
la han interpretado como una rebelión esencialmente popular y étnica situaba entre la cultura religiosa y la secular: Studies in Islamic history
de poblaciones mawali no árabes, aunque siempre se ha admitido la and institutions, p. 46 ss.
El *modo de producción asiático» 527
526 Dos notas
A diferencia de su predecesor, el califato f a t i m i t a no renun-
p r e m u s u l m á n , y la f ó r m u l a p a r a la fabricación del papel, la
ció a su heterodoxia tras la conquista del poder, sino que la
nueva industria m á s i m p o r t a n t e de la época, se consiguió a tra-
p r o p a g ó de f o r m a agresiva. En el Egipto f a t i m i t a nunca volvie-
vés de los prisioneros chinos de guerra m . El m i s m o volumen
r o n a crearse plantaciones de esclavos y, p o r otra parte, se
y el a r d o r de la actividad mercantil, al a l e j a r todo el í m p e t u
controló m á s e s t r e c h a m e n t e la movilidad del campesinado. Se
de la actividad productiva, parecen h a b e r provocado u n a serie
revitalizó el comercio internacional en gran escala, t a n t o con
de explosivas tensiones sociales y políticas en el califato. La
la India como con Europa. La p r o s p e r i d a d comercial egipcia
corrupción y la t r a n s f o r m a c i ó n m e r c e n a r i a de la administra-
de los siglos xi y x n d e m o s t r ó u n a vez más el e m p u j e inter-
ción t r a j e r o n de la m a n o u n i n c r e m e n t o de la explotación fis-
nacional de la clase mercantil árabe y la tradicional pericia de
cal del campesinado; la inflación generalizada afectó duramen-
sus artesanos. Pero el cambio de primacía económica y política
te a los pequeños artesanos y tenderos; las plantaciones agrí-
en el m u n d o islámico desde el Tigris al Nilo significaba tam-
colas c o n c e n t r a r o n a los t r a b a j a d o r e s esclavos en b a n d a s masivas
bién el e m p u j e de u n a nueva fuerza que h a b r í a de a f e c t a r de-
y desesperadas. A medida que se d e t e r i o r a b a la seguridad in-
cisivamente el curso f u t u r o del desarrollo islámico. La preemi-
t e r n a del régimen, la guardia profesional t u r c a u s u r p a b a u n
nencia del Egipto fatimita era consecuencia geográfica de su
creciente p o d e r en el a p a r a t o central, en su carácter de baluar-
relativa cercanía al Mediterráneo central y a la E u r o p a medie-
te militar c o n t r a la oleada creciente de rebeliones sociales po-
val. «El i m p a c t o del comercio europeo en el m e r c a d o local fue
pulares. A finales del siglo ix y d u r a n t e todo el siglo x, u n a
enorme» 114. La dinastía ya había establecido estrechos contac-
serie de insurrecciones y conspiraciones sacudió toda la estruc-
tos con los comerciantes italianos desde el principio de su as-
t u r a del imperio. Los esclavos zany se rebelaron en el b a j o
censo en el Túnez del siglo x, cuya p r o s p e r i d a d comercial había
I r a k y, antes de ser suprimidos, lucharon con éxito d u r a n t e
p r o p o r c i o n a d o la base p a r a la posterior conquista de Egipto.
quince años c o n t r a los ejércitos regulares; el movimiento qár-
La influencia del feudalismo occidental f u e desde ese momen-
m a t a (una secta chiita separatista) creó en Bahrein u n a repú-
to u n a constante presencia histórica en el flanco del m u n d o
blica esclavista igualitaria; al m i s m o tiempo, los ismailitas,
islámico. En u n p r i m e r m o m e n t o , el tráfico m a r í t i m o con las
o t r o movimiento chiita, conspiraban y organizaban en todo el
ciudades italianas aceleró el crecimiento económico de El Cai-
Oriente Medio la caída del o r d e n establecido, hasta que final-
ro, p e r o en ú l t i m o t é r m i n o la intrusión de los caballeros fran-
m e n t e t o m a r o n el p o d e r en Túnez y establecieron en Egipto
cos en el Levante m e d i t e r r á n e o h a b r í a de invertir todo el equi-
u n imperio rival, el califato f a t i m i t a 1 U . Por entonces, el I r a k
librio estratégico de la civilización á r a b e en el Oriente Medio.
abasida había caído ya en u n a irremediable decadencia econó-
A los beneficios del comercio siguieron m u y p r o n t o los golpes
mica y política y el c e n t r o de gravedad del m u n d o islámico
de las cruzadas. E r a inminente u n a gran r u p t u r a en la historia
p a s ó al nuevo E s t a d o fatimita de Egipto, vencedor de las rebe-
islámica.
liones sociales de la época y f u n d a d o r de la ciudad de El Cairo.
Ya a mediados del siglo xi los n ó m a d a s t u r c o m a n o s habían
112
Tras la batalla de Talas en Asia central, en la que los ejércitos árabes invadido Persia e I r a k y t o m a d o Bagdad, m i e n t r a s los beduinos
derrotaron en el año 751 a una fuerza de contingentes oigures y chinos. á r a b e s procedentes del Hejaz devastaban el norte de Africa y
Como estudios de carácter general sobre la actividad comercial y manu- saqueaban Kairuán. Estas invasiones selyúcidas e hilalíes reve-
facturera del Islam en la época abasida véanse: P. K. Hitti, History of laron la debilidad y vulnerabilidad de grandes regiones del
the Arabs, Londres, 1956, pp. 345-9; Sourdel, La civilisation de l'Islam
classique, pp. 289-311, 317-24; Lombard, L'Islam dans sa premiére gran- m u n d o m u s u l m á n . Ninguna de ellas creó un orden nuevo y es-
deur, pp. 161-203 (especialmente informativo sobre el comercio de escla- table ni en el Magreb ni en Oriente Medio. Los ejércitos selyú-
vos, que eran uno de los grandes componentes del comercio abasida, cidas t o m a r o n Jerusalén y Damasco, p e r o f u e r o n incapaces de
traídos de tierras eslavas, turcas y africanas). Sobre la expansión del
algodón véase Miquel, L'Islam et sa civilisation, p. 130. consolidar su dominio en Siria o en Palestina. La repentina
113
Sobre estas rebeliones, véase el agudo análisis de Lewis, The Arabs ofensiva cristiana d u r a n t e el siglo x n en el Levante precipitó
in history, pp. 103-12. De su relato se deduce que el régimen qármata del
Golfo fue el equivalente islámico más próximo que nunca hubo a la ciu-
dad-Estado de la Antigüedad clásica: una comunidad espartana de ciu- 1,4
Goitein, A Mediterranean society, vol. I, Economic foundations, Ber-
dadanía igualitaria basada en la esclavitud rural. Este régimen fue liqui- keley y Los Angeles, 1967, pp. 44-5.
dado finalmente en Bahrein a finales del siglo XI.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 529

así u n a crisis estratégica general en Oriente Medio. Las fronte- c u a t r o siglos. Su manifestación más espectacular fue, desde lue-
r a s del Islam retrocedieron p o r vez p r i m e r a a medida que los go, la conquista de Constantinopla y el avance o t o m a n o en
f r a g m e n t a d o s principados de las zonas costeras siriopalestinas Europa. Pero m á s i m p o r t a n t e s p a r a el desarrollo del c o n j u n t o
s u f r í a n d u r a s derrotas. El m i s m o Egipto, núcleo de la riqueza de las formaciones sociales islámicas f u e r o n las características
y el poderío á r a b e s en toda la zona, estaba expuesto a un ata- estructurales genéricas de los nuevos estados turcos de la pri-
que directo. La dinastía fatimita había alcanzado en esta época m e r a época m o d e r n a . El gran sultanato selyúcida del Irak y,
los últimos niveles de corrupción y decadencia. En el a ñ o 1153, sobre todo, el sultanato m a m e l u c o de Egipto f u e r o n los pro-
los ejércitos cruzados estaban a las p u e r t a s del Sinaí. Pero en- totipos medievales de estos regímenes; los tres grandes impe-
t r e el torbellino y la desorientación de aquella época comenzó rios de la Turquía o t o m a n a , la Persia safávida y la India de
a surgir u n nuevo tipo de orden político m u s u l m á n y, con él, los mogoles e j e m p l i f i c a r o n su f o r m a c o n s u m a d a .
u n a nueva fase en el desarrollo de la sociedad islámica. La E n cada u n o de estos casos, la turquización del o r d e n polí-
reacción islámica, e n f r e n t a d a al expansionismo de Occidente, tico islámico pareció a c e n t u a r decisivamente el molde militar
t o m ó desde ese m o m e n t o la f o r m a de u n a militarización extre- de los primitivos sistemas á r a b e s a costa de su c o m p o n e n t e
m a de las e s t r u c t u r a s de E s t a d o dominantes en el Oriente Me- mercantil. Los n ó m a d a s t u r c o m a n o s del Asia central que inva-
dio y de u n a correlativa descomercialización de la economía dieron en sucesivas oleadas el m u n d o m u s u l m á n a p a r t i r del
de la región b a j o la égida de nuevos dirigentes de diferente siglo xi tenían u n o s antecedentes sociales y económicos apa-
etnia. E n 1154, N u r al-Din Zangi, nieto de u n soldado y esclavo r e n t e m e n t e m u y similares a los de los b e d u i n o s á r a b e s proce-
t u r c o y señor de Alepo y Mosul, t o m ó Damasco. A p a r t i r de en- dentes del Asia sudoccidental que f u e r o n los p r i m e r o s invaso-
tonces, la pugna cristiano-musulmana p o r el control de El Cai- res del Oriente Medio. La congruencia histórica de las dos
r o sería decisiva p a r a el destino de todo el Levante. La c a r r e r a grandes zonas de pastoreo situadas p o r encima y p o r d e b a j o
p o r el delta del Nilo f u e ganada p o r Saladino, u n oficial k u r d o del Creciente Fértil f u e p r e c i s a m e n t e lo q u e aseguró la conti-
enviado al s u r p o r N u r al-Din, que conquistó Egipto, destrozó n u i d a d f u n d a m e n t a l de la civilización islámica t r a s las conquis-
el Califato fatimita y f u n d ó en su lugar el régimen ayubí se- tas turcas: p o r su p r o p i o pasado, los recién llegados se encon-
gún el modelo turco. Saladino, que t a m b i é n controló rápida- t r a b a n en a r m o n í a con la m a y o r p a r t e de su clima cultural.
m e n t e Siria y Mesopotamia, d e r r o t ó a los cruzados y recon- E n t r e el n o m a d i s m o pastoril de Asia central y Arabia existían,
quistó Jerusalén y la m a y o r p a r t e de la costa palestina. Los sin embargo, d e t e r m i n a d a s diferencias cruciales que h a b r í a n
c o n t r a a t a q u e s m a r í t i m o s europeos restablecieron los enclaves de i m p r i m i r su sello en el modelo p o s t e r i o r de la sociedad
de los cruzados y a principios del siglo x m estas expediciones m u s u l m a n a . Mientras la p a t r i a islámica de Arabia había combi-
m a r í t i m a s invadieron p o r dos veces el p r o p i o Egipto y toma- n a d o desierto y ciudad, m e r c a d e r e s y n ó m a d a s y e r a u n o de
ron Damietta en los años 1219 y 1249. P e r o estos golpes n o sir- los principales h e r e d e r o s residuales de las instituciones urba-
vieron p a r a nada. La presencia cristiana en tierras de Levante nas de la Antigüedad, las estepas de Asia central, de las que
f u e liquidada p o r Baybars, u n c o m a n d a n t e que creó el sulta- procedían los pastores q u e conquistaron Turquía, Persia y la
n a t o mameluco, ya plenamente turco 1 1 S , y cuyo p o d e r se exten- India, habían tenido en comparación pocas ciudades y escaso
día desde Egipto h a s t a Siria. Hacia el norte, los selyúcidas comercio. La fértil región de Transoxiana, e n t r e el Caspio y el
habían c o n q u i s t a d o m i e n t r a s t a n t o la m a y o r p a r t e de Anato- Pamir, siempre había e s t a d o d e n s a m e n t e poblada y relativa-
lia y la aparición de los o t o m a n o s h a b r í a de completar su o b r a m e n t e u r b a n i z a d a : B u j a r a y S a m a r c a n d a , situadas en las gran-
en Asia Menor. En el I r a k y en Persia, las invasiones de mo- des r u t a s comerciales con China, e r a n algo m á s que simples
goles y timúridas instalaron estados tártaros, y t u r c o m a n o s . equivalentes de La Meca o Medina. Pero este rico cinturón te-
Ayudada p o r la crisis general del feudalismo europeo en la rritorial, que los árabes llamarían M a w a r a n n a h r , tenía u n ca-
última E d a d Media, u n a nueva oleada de expansión islámica r á c t e r h i s t ó r i c a m e n t e iraní. Más allá sólo q u e d a b a el inmenso
se p u s o en movimiento y no h a b r í a de detenerse d u r a n t e o t r o s y vacío vórtice de estepas, desiertos, m o n t a ñ a s y bosques que
se extendía hasta Mogolia y Siberia, en el que prácticamente
115 n o existía ningún a s e n t a m i e n t o u r b a n o y del que salieron las
Goitein, A Mediterranean society, i, pp. 35-8.
478
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 530

sucesivas t r i b u s de n ó m a d a s altaicos —selyúcidas, danisman- p r i m e r a época m o d e r n a se b a s a b a en los ejércitos regulares,


dfes, ghuzzi, mogoles, oirates, uzbekos, kazakos y k i r g u i s e s - equipados con a r m a s de fuego y apoyados p o r artillería; la pól-
cuyas continuas erupciones imposibilitaron toda sedentariza- vora era esencial p a r a su poderío. A finales del siglo xiv, el
ción d u r a d e r a del m u n d o t u r c o en Asia central. La península Estado m a m e l u c o de Egipto a d o p t ó p o r vez p r i m e r a los caño-
arábiga era relativamente pequeña, estaba cercada p o r el m a r nes pesados p a r a sitiar las ciudades. P e r o las conservadoras
y, rodeada desde el principio p o r el comercio m a r í t i m o , tenía tradiciones de caballería del e j é r c i t o m a m e l u c o b l o q u e a r o n el
también u n potencial demográfico e s t r i c t a m e n t e limitado. En uso de la artillería de c a m p a ñ a o de los mosquetes. La con-
realidad, después de las p r i m e r a s conquistas de los siglos vil quista o t o m a n a de Egipto se debió p r e c i s a m e n t e a la superio-
y V I I I , Arabia p r o p i a m e n t e dicha se h u n d i ó en la m á s completa ridad de los arcabuceros turcos sobre la caballería mameluca.
insignificancia política p a r a t o d o el resto de la historia islámi- A mediados del siglo xvi, la utilización de m o s q u e t e s y caño-
ca hasta el siglo actual. Asia central r e p r e s e n t a b a , p o r el con- nes p o r los o t o m a n o s se había perfeccionado gracias al e j e m p l o
trario, u n a e n o r m e m a s a de tierra, aislada del m a r y con u n a europeo. Los ejércitos safávidas a p r e n d i e r o n muy p r o n t o la
reserva c o n s t a n t e m e n t e renovada de pueblos emigrantes y gue- i m p o r t a n c i a de las a r m a s de fuego, después de su inicial de-
r r e r o s »«. Desde finales de la E d a d Media, las condiciones del r r o t a en Caldiran a n t e los cañones otomanos, y se aprovisiona-
equilibrio e n t r e las tradiciones n ó m a d a y u r b a n a de la civiliza- ron con artillería m o d e r n a . Las t r o p a s de los mogoles en la
ción clásica del Islam se t r a n s f o r m a r o n inevitablemente con India estuvieron a r m a d a s desde el comienzo de la conquista
el nuevo p r e d o m i n i o t u r c o d e n t r o de ella. La organización mi- de B a b u r con artillería y con mosquetes 1 1 7 . La generalización
litar se consolidó a medida q u e retrocedía el e m p u j e comer- de la pólvora en Oriente Medio f u e c i e r t a m e n t e u n a de las
cial. Este c a m b i o n u n c a f u e absoluto ni u n i f o r m e , p e r o su di- razones m á s visibles de la estabilidad y la resistencia notable-
rección general es inconfundible. Por o t r a parte, la lenta alte- m e n t e superiores de los nuevos estados turcos sobre los re-
ración en el m e t a b o l i s m o del m u n d o islámico tras las cruzadas gímenes árabes de la p r i m e r a época islámica. El a p a r a t o mi-
n o se debió tan sólo a las f u e r z a s internas; su m a r c o exterior litar o t o m a n o podía m a n t e n e r a raya los a t a q u e s europeos
no f u e menos d e t e r m i n a n t e ni p a r a la guerra ni p a r a el co- incluso m u c h o tiempo después de h a b e r p e r d i d o la iniciativa
mercio. estratégica en las regiones de los Balcanes y del Ponto. Los
Los n ó m a d a s t u r c o m a n o s de Asia central habían i m p u e s t o ejércitos safávidas y mogoles detuvieron f i n a l m e n t e las nuevas
inicialmente su supremacía en Oriente Medio gracias al domi- invasiones t u r c o m a n a s de Persia y la India con la d e r r o t a de
nio que sus jinetes tenían del tiro con arco, u n a r t e e x t r a ñ o los n ó m a d a s uzbekos, q u e o c u p a r o n el M a w a r a n n a h r e n el si-
p a r a los beduinos árabes, expertos en el m a n e j o de la lanza. glo xvi. A p a r t i r de entonces, u n dique estratégico protegió a
Pero la fuerza militar de los nuevos estados imperiales de la los tres grandes estados imperiales del Islam f r e n t e a la tur-
bulencia tribal de Asia central 1 1 8 . La superioridad de estos pri-
w - L V é a n S e d 0 S c o m P a r a c i ° n e s antropológicas en R. Patai, «Nomadism: m e r o s imperios m o d e r n o s n o residía ú n i c a m e n t e en la tecnolo-
Middle Eastern and Central Asian», Southwestern Journal of Anthropolo- gía militar, sino que era t a m b i é n administrativa y política. El
gy, vol. 7, 4, 1951, pp. 401-14; y E. Bacon, «Types of pastoral nomadism in E s t a d o mogol de la época de Gengis Kan y de sus sucesores
Central and South-West Asia», Southwestern Journal of Anthropology,
vol. 10, 1, 1954, pp. 44-65. Patai propone una serie organizada de con-
trastes entre el nomadismo turco y el árabe (caballo/camello, cabaña/tien- 117
Véase un análisis del papel de los mosquetes y los cañones en los
da, arco/espada, exogamia/endogamia, etc.). Bacon lo crítica con razón ejércitos otomanos, safávidas y mogoles en el artículo «Barud» (polvora),
por falta de una adecuada perspectiva histórica, y señala que Patai ha
en la Encyclopaedia of Islam (nueva edición), Leiden, 1967, vol. i, pa-
proyectado injustificadamente hacia atrás el cultivo agrario que practica-
ban los kazakos en los siglos XVIII y xix, y da por supuesta erróneamente ginas 1061-9. La incapacidad de los mamelucos para dominar la artillería
una mayor estratificación de clases sociales en el pastoralismo del Asia de campaña y las pistolas es analizada por D. Ayalon, Gunpowder and
central que en el del sudoeste. Pero ambos artículos confirman a su fire-arms in the Mamluk kingdom, Londres, 1965, pp. 46-7, 61-83.
modo las divergencias fundamentales subrayadas más arriba: el noma- La conquista de Transoxiana por los uzbekos la hizo étnicamente
dismo turco carecía de una simbiosis estable con la agricultura seden- turca por vez primera, y precipitó además su estancamiento y decadencia
taria (Bacon, pp. 46, 52), y era además la «cultura» predominante en económica. Las campañas de los mogoles en el siglo xvii para reconquistar
Asia central, mientras que el nomadismo árabe era una «cultura» más el Mawarannahr no tuvieron éxito. La enorme extensión de sus lineas
subordinada en Asia sudoccidental (Patai, pp. 413-4). de comunicación condujo casi al desastre a Aurangzeb en los anos
47, desastre que sólo pudo evitar por su superior potencia de tuego.
478 532
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 269

ya había sido organizativamente s u p e r i o r a los del m u n d o ára- u n a renuncia deliberada al poderío naval: p a r a b l o q u e a r los
be, y sus conquistas de la m a y o r p a r t e de Oriente Medio quizá nuevos desembarcos europeos, los soberanos ayubíes y mame-
d e j a r a n tras de sí algunas d u r a d e r a s lecciones de gobierno. En lucos se vieron obligados a d e s m a n t e l a r los p u e r t o s y a devas-
t o d o caso, los ejércitos otomano, safávida y mogol personifica- t a r el litoral de Palestina 1 2 1 . El E s t a d o otomano, p o r el con-
ron en su m o m e n t o de auge u n a disciplina y u n a p r e p a r a c i ó n trario, construyó en el siglo xvi u n a f o r m i d a b l e fuerza naval
desconocidas p o r sus predecesores. Su i n f r a e s t r u c t u r a adminis- —con u n a utilización liberal de m a r i n o s griegos— que recon-
trativa era también más sólida y estable. La tradicional iqta quistó el control del Mediterráneo oriental y que m e r o d e a b a
á r a b e había sido u n i n s t r u m e n t o fiscal parasitario que, en lu- por el occidental desde las guaridas de los corsarios en Africa
gar de reforzarla, disolvía la vocación marcial del beneficiario del Norte. Pero el p o d e r í o m a r í t i m o osmanli f u e artificial y
u r b a n o que gozaba de sus ingresos. La nueva concesión del d u r ó relativamente poco; su función siempre estuvo limitada
timar o t o m a n o o del jagir mogol e s t a b a ligada, p o r su parte, a la guerra y a la piratería, n u n c a desarrolló u n a v e r d a d e r a
a obligaciones m u c h o m á s estrictas de servicio militar, y con- m a r i n a mercantil y se b a s ó demasiado exclusivamente en los
solidaba la pirámide del m a n d o militar, que ahora estaba or- conocimientos y el t r a b a j o de grupos sometidos p a r a p o d e r
ganizado en u n a j e r a r q u í a m u c h o m á s formal. Además, en es- ser d u r a d e r o . Además, p r e c i s a m e n t e en el m o m e n t o en que el
tos sistemas políticos turcos el monopolio estatal de la tierra Egipto m a m e l u c o q u e d ó a b s o r b i d o p o r el imperio o t o m a n o ,
se llevó a la práctica con u n renovado entusiasmo, p o r q u e en d a n d o a éste p o r vez p r i m e r a u n a salida directa al m a r Rojo,
la regulación y en la disposición de la propiedad agraria pre- los viajes portugueses de la época de los descubrimientos cer-
d o m i n a b a n ahora u n a s tradiciones n ó m a d a s m u c h o m á s p u r a s caron a todo el m u n d o islámico al establecer, a principios del
q u e antes. Nizam ul-Mulk, el f a m o s o gran visir del p r i m e r so- siglo xvi, u n a hegemonía estratégica en todo el c o n t o r n o del
b e r a n o selyúcida de Bagdad, declaró al sultán único d u e ñ o de océano Indico, con bases en Africa oriental, el golfo Pérsico,
toda la tierra. La extensión y el rigor de los derechos otoma- el subcontinente indio y las islas de Malaya e Indonesia. A par-
nos sobre el suelo f u e r o n evidentes; los shahs safávidas dieron t i r de entonces, las r u t a s de navegación internacionales estu-
nueva fuerza a sus pretensiones jurídicas sobre el monopolio vieron d o m i n a d a s de f o r m a p e r m a n e n t e p o r las potencias oc-
de la p r o p i e d a d territorial; los e m p e r a d o r e s mogoles impusie- cidentales, p r i v a n d o así a los imperios islámicos del comercio
r o n u n sistema fiscal implacablemente explotador, b a s a d o en m a r í t i m o q u e había p r o p o r c i o n a d o la m a y o r p a r t e de las for-
las pretensiones regias sobre todos los cultivos r u r a l e s S o l i - t u n a s de sus antepasados. E s t a evolución e r a todavía m á s gra-
mán, Abbas o Akbar poseían en sus reinos u n p o d e r imperial ve p o r q u e las economías á r a b e s de la E d a d Media siempre ha-
m u y superior al de cualquier califa. bían p r o s p e r a d o m á s en la esfera del intercambio que en la
de la producción, en el comercio m á s que en las m a n u f a c t u r a s ;
Por o t r a parte, la vitalidad comercial de la época á r a b e ,
la divergencia que existía e n t r e a m b o s f u e u n a de las razones
q u e había continuado d u r a n t e toda la civilización «intermedia»
básicas de su crisis a finales de la E d a d Media y del éxito,
del Islam clásico, se apagó progresivamente. Este c a m b i o esta-
a costa suya, del avance económico europeo 122. Al m i s m o tiem-
b a relacionado, evidentemente, con el auge del comercio eu-
po, la tradicional estima á r a b e hacia el m e r c a d e r ya n o e r a
ropeo. La expulsión militar de los cruzados n o vino a c o m p a ñ a d a
p o r la recuperación del dominio comercial del Mediterráneo
121
oriental. Antes al contrario, ya desde el siglo x n los navios Véase «Bahriyya», Encyclopaedia of Islam (nueva edición), vol. i,
cristianos habían conquistado u n a posición d o m i n a n t e en las páginas 945-7.
122
Claude Cahen ha sugerido en una importante nota que el superávit
aguas egipcias 12°. La contraofensiva t e r r e s t r e kurdo-turca, sim- en la balanza de pagos alcanzado por el Islam medieval en sus cuentas
bolizada p o r Saladino y Baybars, se p u d o realizar a costa de con el exterior, debido en parte a sus mayores existencias de metales
preciosos, era por sí mismo un contraincentivo para el aumento de la
producción de manufacturas, ya que rara vez se produjo un déficit co-
Véase A. Lambton, Landlord and tenant in Persia, Oxford, 1953, mercial semejante a los que estimularon a las economías de Europa
páginas 61, 66, 105-6 (selyúcidas y safávidas); Gibb y Bowen, Islamic society occidental en el mismo período a producir más bienes de exportación:
and the West, i, 1, pp. 236-7 (otomanos); W. H. Moreland, India and «Quelques mots sur le déclin commercial du monde musulmán á la fin
the death of Akbar, Londres, 1920, p. 256 (mogoles). du Moyen Age», en Cook, comp., Studies in the economic history of the
110
Goitein, A Mediterranean society, i, p. 149. Middle East, pp. 31-6.
478
478 Dos notas
El «modo de producción asiático» 534
compartida por sus sucesores turcos: el desprecio p o r el co-
m e r c i o era una característica general de la clase d o m i n a n t e y del S a h a r a al T u r k e s t á n , descenso que p e r d u r ó d u r a n t e o t r o s
del nuevo Estado, cuya política comercial e r a en el m e j o r de dos siglos 126. El proselitismo en la India o Indonesia, que su-
los casos de simple tolerancia y, en el peor, de discriminación ponía u n a extensión del m u n d o m u s u l m á n , n o podía compen-
c o n t r a las clases mercantiles de las ciudades 1 2 3 . El a m b i e n t e sar esta ausencia de vitalidad demográfica. Las diferencias con
de los negocios en Constantinopla, I s f a h a n y Delhi a comien- la E u r o p a o la China de la época son innegables. Los imperios
zos de la época m o d e r n a n u n c a p u d o r e c o r d a r al de las ciu- islámicos del siglo x v n estuvieron, incluso en sus m o m e n t o s
dades medievales de Bagdad o El Cairo. Las minorías extran- de fervor o éxito militar, en oculta d e s v e n t a j a respecto a las
j e r a s —griegos, judíos, armenios o hindúes— a c a p a r a b a n p a u t a s de población del Viejo M u n d o en su c o n j u n t o .
significativamente las funciones comerciales y financieras. Por El imperio mogol —del que Marx se ocupó específicamen-
el contrario, los gremios artesanos hicieron a h o r a p o r vez pri- te— p r e s e n t a la m a y o r p a r t e de las características del E s t a d o
m e r a su aparición en el reino o t o m a n o como i n s t r u m e n t o s de- m u s u l m á n tardío, a u n q u e al e s t a r más a l e j a d o de E u r o p a y
liberados de control g u b e r n a m e n t a l sobre la población urba- g o b e r n a r a u n a población menos islamizada o f r e c e también,
n a 124, y n o r m a l m e n t e se hicieron depositarios del o s c u r a n t i s m o en cierto sentido, u n p a n o r a m a m á s variado y vital que el de
teológico y técnico. Los sistemas jurídicos de los últimos im- sus homólogos t u r c o o persa. Su similitud a d m i n i s t r a t i v a con
perios también se volvieron a clericalizar, y las doctrinas re- el imperio o t o m a n o ya había s o r p r e n d i d o a Bernier en el si-
ligiosas conquistaron con el p a s o del tiempo una renovada glo x v n . La tierra destinada a la agricultura e s t a b a sometida
fuerza administrativa sobre c o s t u m b r e s que, p o r azar, habían al exclusivo p o d e r económico y político del e m p e r a d o r . El cam-
sido previamente seculares 1 2 5 . P a r t i c u l a r m e n t e intensa f u e la pesinado indígena tenía garantizada la ocupación p e r m a n e n t e
intolerancia oficial safávida. y hereditaria de sus parcelas (como en el sistema turco), p e r o
La rigidez militar, el f a n a t i s m o ideológico y el letargo co- carecía del derecho a disponer de ellas o venderlas. Los labra-
mercial pasaron a ser, p o r tanto, las n o r m a s habituales de go- dores que no cultivaban sus tierras podían ser expulsados p o r
b i e r n o en Turquía, Persia y la India. La ú l t i m a generación de el Estado 1 2 7 . N o había tierras comunales en las aldeas, q u e
grandes estados islámicos, antes de que la expansión colonial a d e m á s e s t a b a n divididas en castas sociales y p o r u n a gran
europea dominara al m u n d o m u s u l m á n , e x p e r i m e n t a r o n ya la desigualdad económica 1 2 8 . El E s t a d o se a p r o p i a b a siempre de
doble presión de Occidente. S u p e r a d o s económicamente a par- la m i t a d de la producción total del campesinado en concepto
tir de los descubrimientos, todavía brillaron d u r a n t e o t r o siglo de «rentas de la tierra» 129. Estas r e n t a s se p a g a b a n a m e n u d o
en la guerra y la conversión religiosa desde los Balcanes a como impuestos en dinero o m e d i a n t e entregas en especie q u e
Bengala. Territorialmente, las f r o n t e r a s del Islam c o n t i n u a r o n p o s t e r i o r m e n t e eran vendidas p o r el Estado, lo que c o n d u j o a
ampliándose hacia el Oriente. Pero las nuevas conversiones en la extensión de los cultivos comerciales (trigo, algodón, azúcar,
el sur y el este de Asia ocultaban u n e s t a n c a m i e n t o o u n a añil o tabaco). La tierra era relativamente a b u n d a n t e y la
recesión demográfica en el c o n j u n t o de las tierras de la civili- 124
Miquel, L'Islam et sa civilisation, pp. 280-3, cree que alrededor
zación m u s u l m a n a clásica. Los cálculos más optimistas indican de 1800 pudo haber un descenso hasta llegar a unos 43 millones. Estos
q u e después de 1600 se p r o d u j o u n descenso lento p e r o real números están sujetos a fuertes reservas, como advierte Miquel, por falta
en u n a población total de u n o s 46 millones de h a b i t a n t e s en de pruebas fidedignas. Pero el balance general no es probable que esté
la gran zona que se extiende desde Marruecos hasta Afganistán muy equivocado.
Habib The agrarian system of Mughal India, pp. 113-18. La ausencia
m de una verdadera concepción de la propiedad de la tierra fue subrayada
Por ejemplo, los emires mamelucos de Siria se desprendían inten- por W. Moreland, The agrarian system of Moslem India, Cambridge, 1929,
cionadamente de sus excedentes de grano en las ciudades a costa de los páginas 34, 63, que creía que databa de la anterior época hindú de la
comerciantes urbanos, u obligaban a éstos a comprar sus existencias a
precios más altos, y frecuentemente confiscaban su capital: Lapidus, historia india.
ia
Muslim cities in the later Middle Ages, pp. 51-7. Habib, The agrarian system of Mughal India, pp. 119-24.
1M
114 Habib, The agrarian system of Mughal India, pp. 195-6, piensa
Baer, «Guilds in Middle eastern history», pp. 27-9.
que el nivel de extracción de excedente por el Estado central era relati-
Schacht, An introduction to Islamic law, pp. 4, 89-90, 94- «Law
and justice», The Cambridge History of Islam, II, p. 567. vamente estable, al contrario de Moreland, que estima que la norma
fluctuaba entre un tercio y dos tercios según fuese la política de los
respectivos soberanos.
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productividad agraria n o era inferior a la de la India del si- q u e les m a n t e n í a unidos. Los mansabdars residían en las ciu-
glo xx; el regadío p o r m e d i o de canales era insignificante, y el dades y e s t a b a n obligados a m a n t e n e r u n e j é r c i t o del E s t a d o
agua de lluvia y los pozos o estanques locales p r o p o r c i o n a b a n mogol. El costo del m a n t e n i m i e n t o de estas t r o p a s absorbía,
toda h u m e d a d del suelo 13°. La e n o r m e presión fiscal del E s t a d o a p r o x i m a d a m e n t e , dos tercios de sus ingresos procedentes de
mogol sobre la población r u r a l p r o d u j o , sin embargo, u n a es- las asignaciones de jagirs o de los asalariados del tesoro cen-
piral de u s u r a y e n d e u d a m i e n t o en las aldeas, provocando la tral. El t é r m i n o medio de la tenencia de u n jagir e r a i n f e r i o r
creciente huida de los campesinos. a tres años, y todos eran recuperables p o r el e m p e r a d o r , q u e
En la cima del a p a r a t o de E s t a d o se situaba el e s t r a t o eli- c a m b i a b a c o n s t a n t e m e n t e a sus titulares con o b j e t o de impe-
tista de los mansabdars, c o m p u e s t o p o r u n o s 8.000 oficiales mi- dir que echaran raíces en las regiones. Entrelazados p o r todo
litares, escalonados en u n c o m p l e j o sistema de grados y a quie- el país con este sistema e s t a b a n los zamindars autóctonos o
nes el e m p e r a d o r concedía el grueso de las rentas de la tierra p o t e n t a d o s r u r a l e s que disponían de séquitos de infantería
en f o r m a de jagirs o asignaciones temporales. En el a ñ o 1647, y de castillos y a quienes se les p e r m i t í a r e c a u d a r u n t a j a d a
445 de estos oficiales recibían m á s del 60 p o r 100 de los ingre- m u c h o m á s p e q u e ñ a del excedente p r o d u c i d o p o r los campe-
sos totales del Estado; el 37,6 p o r 100 se r e p a r t í a e n t r e sólo 73 sinos, a p r o x i m a d a m e n t e u n 10 p o r 100 de las r e n t a s de la tierra
oficiales 1 3 1 . Como era de esperar, el c u e r p o de mansabdars te- que correspondían al E s t a d o en la India del N o r t e 133.
nía u n origen étnico p r e d o m i n a n t e m e n t e e x t r a n j e r o : la m a y o r Las r e n t a s agrarias se consumían principalísimamente en
p a r t e eran persas, turaníes o afganos. Alrededor del 70 p o r 100 las ciudades, donde eran suntuosos los gastos del rey y de los
de los mansabdars de Akbar eran e x t r a n j e r o s o hijos de ex- mansabdars en palacios, jardines, huertos, criados y o t r o s lu-
t r a n j e r o s ; el resto e r a n «indios» m u s u l m a n e s locales o r a j p u t s jos. E n consecuencia, la urbanización era relativamente alta,
hindúes. En 1700, la proporción de los m u s u l m a n e s nacidos en alcanzando quizá a u n a décima p a r t e de la población. En di-
la India se había elevado posiblemente h a s t a el 30 p o r 100 del versas ocasiones, los viajeros e s t i m a r o n que las ciudades indias
total 1 3 2 . El grado de continuidad hereditaria era m u y limitado, de principios del siglo x v n eran m á s grandes q u e las de Euro-
ya que los n o m b r a m i e n t o s p a r a el rango de mansabdar queda- pa. La m a y o r p a r t e de la fuerza de t r a b a j o u r b a n a era musul-
b a n a la personal discreción del e m p e r a d o r . Este c u e r p o n o m a n a y el t r a b a j o artesanal era n u m e r o s o y cualificado. Esas
poseía la unidad social horizontal que caracteriza al orden artesanías dieron lugar en algunas zonas a la implantación de
aristocrático — a u n q u e a sus m i e m b r o s m á s altos se les conce- u n sistema de t r a b a j o a domicilio b a j o el control del capital
día el título de «nobles»—, ya que sus dispares c o m p o n e n t e s mercantil. Pero las únicas grandes m a n u f a c t u r a s que emplea-
conservaban siempre la conciencia de sus diversos orígenes b a n t r a b a j o asalariado eran de los karjana reales o de los «no-
étnicos, que lógicamente daban lugar a la f o r m a c i ó n de fac- bles», q u e p r o d u c í a n exclusivamente p a r a el c o n s u m o domés-
ciones. La obediencia vertical al m a n d o imperial era lo único tico 134 . Las f o r t u n a s mercantiles siempre estuvieron s u j e t a s a
la a r b i t r a r i a confiscación del soberano y n u n c a se desarrolló
Bajo el dominio mogol quizá se regase el 5 por 100 de la tierra cul-
tivada: Maddison, Class structure and economic growth: India and Pa-
1)5
kistán since the Moghuls, Londres, 1971, pp. 23-4. Marx creía que la Habib, The agrarian system of Mughal India, pp. 160-7 ss.; «Poten-
agricultura india se caracterizaba por el riego intensivo, y que el colo- tialities of capitalistic development», p. 38. Si se prescinde de sus dife-
nialismo británico había destrozado la sociedad india tradicional al indus- rentes orígenes, existe cierta similitud entre las respectivas posiciones
trializarla. Irónicamente, y después del efímero auge provocado por los estructurales de las clases mansabdar y zamindar dentro del sistema mo-
ferrocarriles a mediados del siglo xix, los efectos del dominio británico gol y los sectores devshirme y timariot del aparato otomano de Estado:
fueron diametralmente opuestos. Los británicos implantaron en la India en ambos casos, una élite militar central se situaba por encima de un
una industria insignificante, y por el contrario buena parte de la agri- estrato local de guerreros. Por lo demás, su composición era diferente:
cultura se convirtió por vez primera al regadío. A finales del Raj, la el devshirme turco constituía un cuerpo de esclavos ex cristianos y los
tierra irrigada se había multiplicado por ocho y abarcaba una cuarta timariots eran jinetes musulmanes, mientras que los mansabdars mogo-
parte de la extensión total, incluyendo algunas espectaculares canaliza- les formaban, por el contrario, una «aristocracia» musulmana, y los za-
ciones en el Punjab y el Sind. Véase Madison, p. 50. mindars eran explotadores regionales hindúes. Las respectivas funciones
Habib, «Potentialities of capitalistic development» pp. 54-5. honoríficas de cada uno de ellos en el conjunto del sistema político eran,
112 por tanto, muy diferentes.
P. Spear, «The Mughal "mansabdari" system», en E. Leach y S. N.
Mukherjee, comps., Elites in South Asia, Cambridge, 1970, pp. 8-11. i» Habib, «Potentialities of capitalistic development», pp. 61-//.
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un capital protoindustrial. El E s t a d o mogol, principal instru- diseñaron b o m b a s de cadenas de cangilones c u a d r a d o s I37, y po-
m e n t o de explotación económica de la clase dominante, d u r ó siblemente en el siglo i a. C. aparecieron p o r vez p r i m e r a , m á s
ciento cincuenta años, hasta que s u c u m b i ó f r e n t e a las rebe- al sur, las terrazas p a r a el cultivo del arroz 1J8. E n esta época,
liones campesinas, el s e p a r a t i s m o h i n d ú y la invasión bri- sin embargo, los cultivos de secano de m i j o y trigo todavía
tánica. eran e n o r m e m e n t e p r e d o m i n a n t e s en la economía rural. Los
Estados Ch'in y Han construyeron t a m b i é n i m p o n e n t e s cana-
les de t r a n s p o r t e p a r a e m b a r c a r hasta sus tesorerías los im-
V puestos en grano, canales q u e f u e r o n p r o b a b l e m e n t e los pri-
m e r o s del m u n d o . E n realidad, a lo largo de toda la historia
Aunque m u y resumidos, ésos parecen ser algunos de los ele-
de China, el E s t a d o s i e m p r e h a b r í a de d a r p r i o r i d a d a las vías
m e n t o s f u n d a m e n t a l e s de la historia social islámica. El carác-
ter y el r u m b o de la civilización china presentan, p o r su parte, fluviales de t r a n s p o r t e , con sus funciones fiscales y militares
u n a serie de rasgos en c o n t r a p u n t o con la evolución islámica. (logísticas), sobre los específicos sistemas de regadío con ob-
Aquí n o disponemos de espacio p a r a analizar la larga y com- jetivos agrícolas 139. Con completa independencia de estas o b r a s
pleja evolución de la China antigua, desde la época Shang, en hidráulicas, t a m b i é n se r e g i s t r a r o n en la agricultura algunos
la E d a d de Bronce, a p a r t i r del año 1400 a. C., h a s t a el final avances técnicos f u n d a m e n t a l e s en u n a época t e m p r a n a , gene-
de la era Chou, en el siglo v a. C., y la f o r m a c i ó n del E s t a d o r a l m e n t e m u c h o antes de su aparición en E u r o p a . El molino
u n i t a r i o Ch'in, en el siglo n i a. C. B a s t a r á con r e s u m i r breve- de rotación se inventó a p r o x i m a d a m e n t e al m i s m o t i e m p o que
m e n t e los legados materiales de la presencia continua de u n a en el Occidente r o m a n o , en el siglo II a. C.; la carretilla se
civilización con u n a c u l t u r a escrita q u e se r e m o n t a a unos dos descubrió mil años antes que en E u r o p a , en el siglo III d. C.;
mil años antes de la aparición definitiva del sistema estatal el estribo se utilizaba n o r m a l m e n t e e n la m i s m a época; la trac-
imperial que h a b r í a de convertirse en la m a r c a distintiva de ción equina experimentó u n a decisiva m e j o r a con la aparición
toda la historia política china. del a r n é s m o d e r n o , en el siglo v d. C.; en el siglo vil d. C. se
El núcleo de la civilización china radicaba en la zona nor- construyeron p u e n t e s con arco segmentado 1 4 0 . Pero todavía es
occidental del país, cuya economía se b a s a b a en u n a agricul- m á s s o r p r e n d e n t e que las técnicas de fundición del h i e r r o se im-
t u r a de cereales de secano. Los cultivos dominantes de la Chi- p l a n t a r a n en época tan t e m p r a n a como los siglos vi y v a. C.,
n a antigua siempre f u e r o n el mijo, el trigo y la cebada. Pero c u a n d o en E u r o p a se utilizaron ú n i c a m e n t e a finales de la E d a d
en el m a r c o de esta agricultura intensiva y asentada, la civili- Media. Se p r o d u c í a n piezas de acero ya a p a r t i r del siglo II
zación china desarrolló muy p r o n t o i m p o r t a n t e s sistemas hi- antes de Cristo 1 4 1 . Así pues, la metalurgia china estaba p o r de-
dráulicos p a r a el cultivo del g r a n o en las altiplanicies y los lante de cualquier otra del m u n d o desde u n a fecha extremada-
valles de loes del noroeste. Los p r i m e r o s grandes canales p a r a m e n t e t e m p r a n a . S i m u l t á n e a m e n t e , la China antigua t a m b i é n
desviar el agua de los ríos y regar los campos f u e r o n construi- se adelantó en tres i m p o r t a n t e s m a n u f a c t u r a s : la seda se pro-
dos p o r el E s t a d o Ch'in en el siglo III a. C. 135 . En la cuenca ducía desde los m á s r e m o t o s orígenes de su historia; el papel
b a j a del río Amarillo, algo m á s hacia el nordeste, el E s t a d o se inventó en los siglos i y n d. C., y la porcelana se perfeccionó en
H a n erigió p o s t e r i o r m e n t e u n a i m p o r t a n t e serie de diques, pre-
sas y embalses con el o b j e t i v o c o m p l e m e n t a r i o de c o n t r o l a r
el f l u j o y regular las entregas de agua p a r a la agricultura 136; se Needham, Science and civilization in China, iv, 2, Mechanical Engi-
neering, Cambridge, 1965, pp. 344, 362.
1JS Yi-Fu Tuan, China, Londres, 1970, p. 83.
Sobre los tres tipos principales ue sistemas hidráulicos en China, 139
Needham, Science and civilization in .China, iv, 3, p. 225.
y su localización regional, véase el análisis original de Chi Ch'ao Ting, Needham, Science and civilization in China, iv, 2, pp. 190, 258-65 ss.,
Key economic areas in Chínese history, Nueva York, 1963 (reedición), pá- 312-27; iv, 3, p. 184.
ginas 12-21; y el magistral estudio de J. Needham, Science and civilization 1,1
J. Needham, The development of iron and steel technology in China,
in China, vol. iv, 3, Ct'vi/ engineering and nautics, Cambridge, 1971, pági- Londres, 1958, p. 9; el acero se fabricaba por medio de una mezcla de
nas 217-27, 373-5. hierro forjado y hierro fundido, desde una época tan temprana como el
134
Chi Ch'ao Ting, Key economic areas in Chínese history, pp. 89-92. siglo vi d. C. (pp. 26, 47).
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el siglo v d. C. 14í . E s t a s o r p r e n d e n t e base de logros tecnológi- q u e p r o b a b l e m e n t e tenía m á s de u n millón de habitantes. Las


cos p r o p o r c i o n ó los f u n d a m e n t o s materiales p a r a que el pri- ciudades chinas del p r i m e r período T'ang estaban rigurosamen-
m e r gran imperio dinástico reunificase de f o r m a p e r m a n e n t e te planificadas y vigiladas p o r el E s t a d o imperial. Normalmen-
a China t r a s las luchas y divisiones regionales de los años 300- te, e r a n creaciones geométricas, rodeadas de fosos y murallas
600 d. C. Esta t a r e a correspondió al E s t a d o T'ang, que general- y divididas en distritos rectangulares que e s t a b a n separados
m e n t e se t o m a c o m o principio coherente y decisivo de la civi- e n t r e sí p o r unos m u r o s con p u e r t a s vigiladas p a r a el tráfico
lización imperial china. diurno y cerradas con toque de queda d u r a n t e la noche. Los
El sistema de propiedad de la tierra del imperio T'ang esta- f u n c i o n a r i o s residían en u n recinto especial, aislado del resto
b a en m u c h o s aspectos c u r i o s a m e n t e cerca del a r q u e t i p o asiá- de la ciudad p o r u n doble muro 1 4 5 . La transgresión de estos
tico imaginado p o r los posteriores p e n s a d o r e s europeos, inclui- c o m p a r t i m e n t o s fortificados p o r p a r t e de los h a b i t a n t e s de la
do Marx. Jurídicamente, el Estado era el único p r o p i e t a r i o del ciudad, sin c o n t a r con permiso, era a d e c u a d a m e n t e castigada.
suelo, de a c u e r d o con la regla: «Todo lugar que existe b a j o La m á q u i n a estatal que ejercía esta vigilancia sobre la ciu-
el cielo es tierra del e m p e r a d o r » 143. El cultivo agrícola se ba- dad y el c a m p o estaba controlada en u n p r i m e r m o m e n t o p o r
b a s a b a en el sistema llamado chün-t'ien o de «distribución en u n a aristocracia militar, que había alcanzado su posición gra-
parcelas iguales», que procedía del N o r t e del Wei y q u e f u e cias a las continuas guerras internas de la época precedente y
llevado a la práctica a d m i n i s t r a t i v a m e n t e hasta u n p u n t o que que todavía era, p o r su tradición y sus actitudes, u n a nobleza
ha s o r p r e n d i d o a los historiadores posteriores. El E s t a d o con- hereditaria y caballeresca. De hecho, el p r i m e r siglo de la épo-
cedía lotes fijos de tierra, que en principio tenían u n a exten- ca T'ang presenció u n a espectacular oleada de conquistas mi-
sión de 5,3 hectáreas, a los m a t r i m o n i o s campesinos d u r a n t e litares chinas en el n o r t e y el oeste. Manchuria y Corea f u e r o n
todo el t i e m p o de su vida laboral y con la obligación de p a g a r sometidas y Mogolia f u e pacificada m i e n t r a s el poderío chino
impuestos en especie —principalmente grano y telas— y de se extendía p r o f u n d a m e n t e en Asia central h a s t a alcanzar la
realizar algunas prestaciones de t r a b a j o . Una q u i n t a p a r t e de región de Transoxiana y del Pamir. E s t a gran expansión fue,
estas parcelas, reservada p a r a la producción de seda o cáña- en su mayor parte, o b r a de la caballería T'ang, creada gracias
mo, podía heredarse, y el resto p a s a b a de nuevo al E s t a d o a u n cuidadoso p r o g r a m a de cría de caballos selectos y dirigida
c u a n d o llegaba el m o m e n t o del retiro 1 4 4 . Los objetivos funda- p o r u n a aristocracia belicosa 146. Una vez implantado, el sistema
mentales de este sistema eran extender el cultivo agrícola e de seguridad del nuevo imperio se confió a colonias de infan-
i m p e d i r la f o r m a c i ó n de grandes propiedades privadas en ma- tería de u n a milicia divisional, a la q u e se concedían tierras
nos de u n a aristocracia terrateniente. A los funcionarios del p a r a el cultivo y se le exigían deberes de defensa. Pero a par-
E s t a d o se les concedían i m p o r t a n t e s dominios públicos p a r a tir de finales del siglo vil se hizo necesaria la creación de
su p r o p i o mantenimiento. El registro cuidadoso de todas las grandes u n i d a d e s p e r m a n e n t e s p a r a la vigilancia de las fron-
parcelas y los t r a b a j a d o r e s era p a r t e esencial del sistema. Este teras del imperio. El expansionismo estratégico vino acompa-
meticuloso control administrativo i m p l a n t a d o en el c a m p o se ñ a d o p o r u n cosmopolitismo cultural. Por vez p r i m e r a en la
duplicaba o, m e j o r , se intensificaba en el interior de las ciu- historia china, las influencias e x t r a n j e r a s m o d e l a r o n la ideolo-
dades, e m p e z a n d o p o r la m i s m a capital imperial de Chang'an, gía oficial con la conversión del b u d i s m o en religión de Estado.
Al m i s m o tiempo, sin embargo, u n cambio m u c h o m á s pro-
f u n d o y d u r a d e r o comenzaba a t r a n s f o r m a r toda la e s t r u c t u r a
Needham, Science and civilization in China, I, Introductory orienta- del a p a r a t o de Estado. D u r a n t e la época T'ang nació, efectiva-
tions, Cambridge, 1954, pp. 111, 129. mente, la característica burocracia civil de la China imperial.
143
D. Twitchett, Financial administration under the T'ang dinasty, Cam-
bridge, 1963, pp. 1, 194.
144
Twitchett, Financial administration under the T'ang dinasty, pp. 1-6. 14i
En las regiones densamente pobladas, la extensión de las parcelas podía E. Balazs, Chínese civilization and bureaucracy, New Haven, 1967,
descender hasta más o menos 1 ha: pp. 4, 201. Este sistema nunca es- páginas 68-70.
144
tuvo sólidamente implantado en los distritos arroceros del sur, donde J. Gernet, Le monde chinois, París, 1972, pp. 217-19; este volumen
era técnicamente inadecuado por la mayor demanda de trabajo del cul- es quizá la mejor síntesis reciente de la historia china escrita en cualquier
tivo arrocero de regadío. idioma europeo.
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478 Dos notas El «modo de producción asiático» 274

Desde mediados del siglo v n comenzó a reclutarse p o r vez pri- privadas o chang-yuan, cuyos propietarios eran terratenientes,
m e r a a través de u n sistema de exámenes públicos a la élite b u r ó c r a t a s u oficiales del ejército. E s t a s fincas n o eran lati-
del m á s alto personal del a p a r a t o g u b e r n a m e n t a l , a u n q u e la f u n d i o s consolidados, sino grupos de parcelas cultivadas p o r
gran mayoría de los puestos todavía se o c u p a b a n p o r privilegio a r r e n d a t a r i o s campesinos, p o r t r a b a j a d o r e s asalariados o en
hereditario o p o r recomendaciones de las tradicionales fami- ocasiones p o r esclavos, b a j o el control de a d m i n i s t r a d o r e s agrí-
lias nobles. La «censoría» c o m p r e n d í a u n a columna s e p a r a d a colas. P a r a los a r r e n d a t a r i o s de estas fincas, las r e n t a s ascen-
de funcionarios civiles cuya tarea consistía en criticar y con- dían n o r m a l m e n t e a la m i t a d de su producción, lo q u e suponía
t r o l a r el t r a b a j o del principal cuerpo de la burocracia imperial, u n índice de explotación m u c h o más alto que el extraído p o r
con o b j e t o de garantizar u n nivel correcto de actividad y con- el E s t a d o a las parcelas chün-t'ien 149. S i m u l t á n e a m e n t e , el sis-
ducta 147. A mediados del período T'ang ya e r a innegable el auge t e m a fiscal cambió las capitaciones f i j a s en especie y las cor-
político del f u n c i o n a r i a d o civil gracias al sistema de exámenes, véis p o r u n sistema g r a d u a d o de impuestos sobre la propiedad
cuyo prestigio había comenzado a a t r a e r incluso a candidatos y la extensión de la tierra, pagaderos en metálico y en grano.
poderosos. La r a m a militar del a p a r a t o de Estado, que m á s Los i m p u e s t o s indirectos sobre las mercancías se hicieron cada
t a r d e h a b r í a de p r o d u c i r u n a larga cadena de generales usur- vez m á s rentables a m e d i d a que se extendían las transacciones
padores, ya n o sería n u n c a f u n c i o n a l m e n t e p r e d o m i n a n t e en el comerciales y la economía monetarizada 1 5 0 . La China a n t e r i o r
imperio chino. En épocas posteriores, los conquistadores nó- a la época T'ang había tenido u n a economía p r e d o m i n a n t e m e n -
m a d a s —turcos, mogoles o manchúes— invadirían China y ba- te de trueque, y la m i s m a economía T'ang, que padeció u n a
sarían su p o d e r político en sus propias guarniciones militares. escasez crónica de cobre p a r a la acuñación de moneda, se ba-
Pero estos ejércitos intrusos p e r m a n e c i e r o n f u e r a del n o r m a l saba p a r c i a l m e n t e en la seda c o m o m e d i o de cambio. Sin
gobierno administrativo del país, que siempre les sobrevivió. embargo, la supresión de los m o n a s t e r i o s budistas, a mediados
Una b u r o c r a c i a culta h a b r í a de ser, p o r el contrario, el sello del siglo ix, destesaurizó grandes cantidades de cobre e hizo
p e r m a n e n t e del E s t a d o imperial chino. m á s fluida la circulación monetaria. A su vez, este movimiento
El sistema agrario de los T'ang se desintegró m u y p r o n t o : estuvo p a r c i a l m e n t e inspirado p o r la reacción xenófoba q u e
el vagabundeo campesino hacia tierras desocupadas y n o regis- caracterizó al último período del dominio T'ang. La recupera-
tradas, j u n t o con los planes de los ricos p a r a habilitar tierras ción dinástica t r a s la crisis de mediados del siglo v m vino
p a r a el cultivo y con el s a b o t a j e de los funcionarios, inclina- a c o m p a ñ a d a p o r u n a renovada hostilidad c o n t r a las institucio-
dos a a c u m u l a r tierras p a r a ellos mismos, provocó el f r a c a s o nes religiosas e x t r a n j e r a s , que acabó con el dominio del budis-
de las regulaciones chün-t'ien. Además, en el a ñ o 756 tuvo lu- m o d e n t r o del sistema ideológico del E s t a d o chino. El conser-
gar la decisiva rebelión del general b á r b a r o An Lu-Shan, pre- v a d u r i s m o secular del p e n s a m i e n t o confuciano, moralista y
cisamente en el m o m e n t o en que el poderío exterior de China antimístico, lo sustituyó como p r i m e r a doctrina oficial del or-
ya había sido debilitado p o r las victorias de los árabes y los den imperial. A p a r t i r de entonces, el imperio chino se carac-
uiguros en T u r q u e s t á n . La estabilidad dinástica se d e r r u m b ó terizó siempre p o r el carácter básicamente laico de su sistema
t e m p o r a l m e n t e ; las f r o n t e r a s retrocedieron a causa de las re- de legitimación. El e m p u j e oculto tras este cambio cultural pro-
beliones de los pueblos sometidos, y se p r o d u j o u n colapso ge- venía, a su ve- de los propietarios rurales del sur, que aporta-
neral del orden interior. La p r o f u n d a crisis de mediados del b a n los contingentes m á s n u m e r o s o s de la burocracia civil. La
siglo V I I I desorganizó p o r completo los registros del sistema r e t i r a d a imperial de Asia central y de Manchuria y Corea con-
de distribución de parcelas, y en la práctica acabó realmente d u j o a u n debilitamiento general de la vieja aristocracia mili-
con el o r d e n chün-t'ien. A los cinco años de la rebelión de An t a r del noroeste, más receptiva al i n f l u j o e x t r a n j e r o , y a u n
Lu-Shan, el n ú m e r o de familias registradas había descendido r e f o r z a m i e n t o de la posición de los funcionarios cultos d e n t r o
en u n 80 p o r 100 148, y comenzaron a a p a r e c e r grandes fincas del Estado 1 5 1 . Al m i s m o tiempo, la población y la riqueza se

147 145
R. Dawson, Imperial China, Londres, 1972, pp. 56-8. Ibid., pp. 18-20.
141 150
Twitchett, Financial administration under the T'ang dinasty, pági- Ibid., pp. 24-65.
nas 12-17. 151
Gernet, Le monde chinois, pp. 255-7.
478 544
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 275

desplazan incesantemente hacia el sur, en dirección a los valles los altos funcionarios del Estado 1 5 3 . Los campesinos que culti-
del b a j o Yangtsé. El cultivo intensivo del arroz comenzó a vaban las tierras de estos señores e s t a b a n obligados a presta-
a d q u i r i r p o r vez p r i m e r a u n a i m p o r t a n c i a f u n d a m e n t a l con el ciones en t r a b a j o y en especie y su movilidad e s t a b a limitada
desarrollo de los lechos de transplante, que eliminaban la ne- p o r sus contratos de a r r e n d a m i e n t o . No existe ninguna duda acer-
cesidad de b a r b e c h o s y, p o r tanto, a u m e n t a b a n e n o r m e m e n t e ca de la i m p o r t a n c i a f u n d a m e n t a l de este sistema de propiedad,
la producción. con su fuerza de t r a b a j o vinculada a la tierra, en la agricultura
En la siguiente época Sung, desde el siglo x al x m , t o d o el Sung. E s posible, p o r o t r a parte, que h a s t a el 60 p o r 100 o m á s
o r d e n r u r a l adoptó, pues, u n a nueva configuración. La fase fi- de la población r u r a l fuesen pequeños propietarios situados
nal del dominio de los T'ang, caracterizada p o r la desintegra- f u e r a del p e r í m e t r o de estas grandes fincas 154. Estos e r a n quie-
ción del p o d e r dinástico central, p o r la proliferación de las re- nes pagaban el grueso de los impuestos rurales. La teoría legal
beliones regionales y p o r las r e c u r r e n t e s invasiones b á r b a r a s de los Sung m a n t e n í a n o m i n a l m e n t e la p r o p i e d a d estatal de
toda la tierra, p e r o en la práctica esa teoría siempre f u e letra
del norte, presenció también la desaparición de la tradicional
muerta 1 5 5 . A p a r t i r de entonces, la p r o p i e d a d privada de la
aristocracia militar del noroeste. La clase dirigente china del
tierra — a u n q u e s u j e t a a ciertos límites i m p o r t a n t e s — h a b r í a
E s t a d o Sung, cuya composición social era nueva en su m a y o r
de caracterizar a la sociedad imperial china h a s t a su fin.
parte, descendía del f u n c i o n a r i a d o civil de la a n t e r i o r dinastía
y se convirtió en u n a clase ampliada y estabilizada de terrate- Su p r e p o n d e r a n c i a social coincidió con grandes avances en
nientes letrados. El a p a r a t o de E s t a d o se dividió en tres sec- la agricultura china. El desplazamiento de la población y los
tores funcionales— civil, financiero y militar— con c a r r e r a s es- cultivos hacia el área p r o d u c t o r a de arroz de valle del b a j o
pecializadas en cada u n o de ellos. Asimismo se reorganizó y Yangtsé vino a c o m p a ñ a d o p o r el r á p i d o desarrollo de u n tercer
r e f o r z ó la administración provincial. La burocracia imperial tipo de sistema hidráulico: el d r e n a j e de las tierras p a n t a n o s a s
q u e resultó de estos cambios era m u c h o m á s amplia q u e la de aluviales y la recuperación del f o n d o de los lagos. H u b o u n auge
la época T'ang, llegando a doblar su volumen d u r a n t e el p r i m e r espectacular en el volumen total de proyectos de regadío, cuya
incidencia media anual d u r a n t e la época Sung f u e m á s de tres
siglo del dominio Sung. En el siglo x se estableció u n a c a r r e r a
veces superior a la de cualquier o t r a dinastía anterior 1 S Ó . Los
b u r o c r á t i c a fija, con u n ingreso controlado p o r m e d i o de exá-
m e n e s y u n a p r o m o c i ó n d e t e r m i n a d a p o r la acumulación de
151
méritos y las recomendaciones de los notables. La p r e p a r a c i ó n Twitchett, Land tenure and the social order in T'ang and Sung
p a r a el sistema de grados se hizo m u c h o m á s exigente y la e d a d China, Londres, 1962, pp. 26-7.
154
Twitchett, Land tenure and the social order, pp. 28-30. El problema
media de los g r a d u a d o s se elevó de los veinticinco a los treinta de la balanza real dentro de la economía Sung, entre el sector de grandes
y cinco años. Los candidatos examinados llegaban a d o m i n a r fincas chang-yuan y la agricultura de pequeñas propiedades, es uno de
muy p r o n t o todos los sectores del Estado, excepto el ejército. los más controvertidos en la actual historiografía sobre la época. Elvin,
en su importante y reciente obra, afirma que el «señorío» chino, basado
Las c a r r e r a s militares poseían f o r m a l m e n t e el m i s m o rango en trabajo «servil», dominaba en la mayor parte del campo, aunque
que las civiles, p e r o en la práctica eran m u c h o menos respeta- concede que el número de campesinos que había fuera de esas propieda-
das 152. En el siglo xi, la mayoría de los funcionarios con pues- des no era pequeño: The pattern of the Chinese past, Londres, 1973, pá-
tos de responsabilidad eran g r a d u a d o s que residían n o r m a l m e n - ginas 78-83. Sin embargo, Elvin rechaza las estimaciones cuantitativas
basadas en los registros de población de la época sin ofrecer ningún
te en las ciudades y controlaban propiedades rurales dirigidas cálculo alternativo, y basa excesivamente su interpretación en dos inves-
p o r a d m i n i s t r a d o r e s y cultivadas p o r a r r e n d a t a r i o s dependien- tigadores japoneses, Kusano y Sudo, cuyas opiniones no parecen gozar de
tes. Las más grandes de estas propiedades se c o n c e n t r a b a n en plena aceptación en su propio país. Twitchett, por el contrario, critica el
empleo de términos tales como el de «señorío» para designar al chang-
las nuevas regiones de Kiangsu, Anhwei y Chekiang, lugares de yuan e insiste mucho más en la importancia relativa de los pequeños pro-
origen de la m a y o r p a r t e de los candidatos al doctorado y de pietarios en la época Sung. Los datos actuales no parecen permitir una
conclusión firme.
155
Twitchett, Land tenure and the social order, p. 25.
154
Véanse los cómputos en Needham, Science and civilization in China,
Twitchett, «Chinese politics and society from the Bronze Age to the iv, 3, pp. 282-4, depurados sobre la base de cálculos realizados inicial-
Manchus», en A. Toynbee, comp., Half the world, Londres, 1973, p. 69. mente por Chi Ch'ao Ting, Key economic areas in Chinese history, p. 36.
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478 Dos notas El «modo de producción asiático» 276

señores de la época Sung invirtieron en las grandes operacio- china de h i e r r o en el siglo xi fuese a p r o x i m a d a m e n t e igual a
nes de habilitación de tierras m u c h o m á s de lo q u e se invirtió la producción total de E u r o p a a comienzos del siglo X V I I I . 160

en proyectos públicos. E n efecto, la implantación de la propie- Este r á p i d o crecimiento de la i n d u s t r i a del h i e r r o hizo posible
dad privada de la tierra coincidió con el p r e d o m i n i o del cultivo la multiplicación de las h e r r a m i e n t a s agrícolas, q u e se exten-
de riego del arroz d e n t r o del c o n j u n t o de la economía agraria dieron p o r el campo, así como la ampliación de las manufac-
china; a m b o s f u e r o n fenómenos nuevos de la época Sung. t u r a s d e a r m a s . E n el m i s m o período se p r o d u j o t a m b i é n u n
A p a r t i r de aquí, la gran m a y o r p a r t e de las obras de regadío s o r p r e n d e n t e c o n j u n t o de nuevos inventos: se i n t r o d u j e r o n ar-
tuvieron siempre u n c a r á c t e r local y exigieron poca —o nin- m a s de f u e g o p a r a la guerra; se idearon los tipos móviles p a r a
guna— intervención central del Estado 1 5 7 : las iniciativas de la i m p r e n t a ; la b r ú j u l a magnética se utilizó c o m o i n s t r u m e n t o
terratenientes y campesinos i m p u l s a r o n la m a y o r p a r t e de ellas
de navegación, y se f a b r i c a r o n relojes mecánicos , 6 1 . Las tres
una vez q u e se h u b o i m p l a n t a d o en la región del Yangtsé el
o c u a t r o innovaciones técnicas m á s f a m o s a s de la E u r o p a re-
ciclo m u c h o m á s productivo de la agricultura de regadío. E n
nacentista habían sido anticipadas desde m u c h o a n t e s p o r Chi-
esta época se generalizó el uso de u n a m a q u i n a r i a m á s com-
na. Las esclusas p a r a la canalización y el timón de p o p a y las
pleja p a r a la conducción de agua, el bombeo, la molienda y la
r u e d a s de paletas en las embarcaciones m e j o r a r o n todavía m á s
trilla. Se m e j o r a r o n y d i f u n d i e r o n las h e r r a m i e n t a s de cultivo:
los t r a n s p o r t e s 162. La i n d u s t r i a cerámica se desarrolló con mu-
el arado, la azada, la hoz y la pala; de Vietnam se i m p o r t ó el
arroz de Champa, de m a d u r a c i ó n t e m p r a n a ; se multiplicó la cha rapidez, y posiblemente los o b j e t o s de porcelana supera-
producción del trigo 1 5 8 y se i m p l a n t a r o n cultivos comerciales ron p o r vez p r i m e r a a la seda c o m o principal artículo de ex-
como el cáñamo, el té y el azúcar. En c o n j u n t o , la productividad portación del imperio. La circulación de m o n e d a s de cobre
agraria y la densidad demográfica a u m e n t a r o n muy r á p i d a m e n t e . a u m e n t ó e n o r m e m e n t e , y t a n t o los b a n q u e r o s privados c o m o
La población de China, que desde el siglo n a. C. se había esta- el E s t a d o comenzaron a emitir billetes de papel. E s t a combi-
cionado p r á c t i c a m e n t e en t o r n o a los 50 millones de habitan- nación de p r o g r e s o r u r a l e industrial desencadenó u n a ola tre-
tes, se duplicó quizá e n t r e mediados del siglo V I I I y los siglos X m e n d a de urbanización. Hacia el a ñ o 1100, China tenía quizá
al X I I I , h a s t a alcanzar los 100 millones 159. h a s t a cinco ciudades con u n a población de m á s de u n millón
de habitantes 1 6 3 . Estas grandes aglomeraciones e r a n p r o d u c t o
Mientras tanto, en la minería y la metalurgia se h a b í a ex- de u n crecimiento económico e s p o n t á n e o antes q u e de u n pro-
p e r i m e n t a d o u n e n o r m e p r o g r e s o industrial. El siglo xi pre- g r a m a b u r o c r á t i c o deliberado, y se caracterizaban p o r u n tra-
senció u n continuo a u m e n t o en la producción de carbón, q u e zado u r b a n o m u c h o m á s libre 164. El t o q u e de q u e d a f u e abolido
a t r a j o inversiones en capital y t r a b a j o m u y superiores a las en el siglo xi en la capital Sung de Kaifeng, y los viejos distri-
de los combustibles tradicionales y que alcanzó u n impresio- tos vigilados de las ciudades imperiales dieron paso a u n sis-
n a n t e nivel de producción. La d e m a n d a se vio favorecida p o r t e m a m á s fluido de calles. Las nuevas c o m u n i d a d e s mercanti-
los decisivos avances en la industria del hierro, cuya tecnolo- les de las ciudades se beneficiaron de la llegada de la agricul-
gía era ya e x t r e m a d a m e n t e c o m p l e j a (los fuelles de pistón cons- t u r a comercial, del auge de la minería, del i n c r e m e n t o de las
tituían u n equipo normal) y cuyas fundiciones f u e r o n quizá las
mayores del m u n d o hasta el siglo xix. Se h a calculado q u e en 1,0
R. Hartwell, «A revolution in the chinese iron and coal industries
el año 1078 la producción de h i e r r o f u e en el norte de los domi- during the Northern Sung, 920-1126 A. D.», The Journal of Asian Studies,
nios Sung e n t r e 75.000 y 150.000 toneladas, es decir, 12 veces xxi, 2, febrero de 1962, pp. 155, 160.
Needham, Science and civilization in China, I, pp. 134, 231; iv, 2,
superior a la de dos siglos antes. Es posible que la producción páginas 446-65; iv, 3, p. 562. En la práctica, los tipos fijos siempre predo-
minaron en la China imperial, porque la escritura ideográfica reducía
157 las ventajas de los tipos móviles para ella: Gernet, Le monde chinois,
Dwigth Perkins, Agricultural deveíopment in China, 1368-1968, Edim- páginas 292-6.
burgo, 1969, pp. 171-2. El estudio de Perkins se refiere a la China pos- >" Needham, Science and civilization in China, iv, 2, pp. 417-27; iv, 3,
terior al período Yuan, pero hay muchas razones para creer que sus páginas 350, 357-60, 641-2.
opiniones son válidas para la época posterior al período T'ang. E. Kracke, «Sung society: change within tradition», The Far Eastern
Twitchett, Land tenure and the social order, pp. 30-1. Quarterly, xiv, agosto de 1955 , 4, pp. 481-2.
m
Gernet, Le monde chinois, p. 281. 144
Véase Tuan, China, pp. 132-5.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 549

industrias metalúrgicas y del descubrimiento de nuevos instru- q u e ahora gobernaban en China se caracterizaban p o r el des-
m e n t o s financieros y crediticios. El volumen de la m o n e d a de dén de los m a n d a r i n e s hacia los deportes físicos y los ejerci-
cobre a u m e n t ó hasta 20 veces p o r encima de los niveles alcan- cios militares y p o r u n culto deliberado hacia los pasatiempos
zados en la época T'ang. Se p r o d u j o t a m b i é n un creciente do- estéticos e intelectuales. E n la cultura de la época Sung se
minio del comercio m a r í t i m o de larga distancia, gracias a los c o m b i n a b a n las especulaciones cósmicas con u n neoconfucio-
n u m e r o s o s avances de la ingeniería naval y a la creación p o r nismo sistematizado.
vez p r i m e r a de u n a a r m a d a imperial. La conquista de China p o r los mogoles en el siglo X I I I p u s o
Este p r o f u n d o c a m b i o en la configuración global de la eco- a p r u e b a la resistencia del sistema socioeconómico que había
nomía china en la época Sung se acentuó con la conquista del m a d u r a d o en esta era feliz. Una zona considerable de la China
n o r t e de China p o r los n ó m a d a s churches (Ju-chen) a mediados del Norte q u e d ó inicialmente «pastoralizada» p o r los nuevos
del siglo XII. El imperio Sung del s u r de China, aislado de las dirigentes n ó m a d a s , b a j o cuyo dominio se p r o d u j o u n a deca-
tradicionales zonas interiores de civilización china de Asia cen- dencia general de la agricultura. Los posteriores esfuerzos de
tral y Mogolia, desplazó hacia el m a r su antigua orientación los e m p e r a d o r e s Yuan p o r r e m e d i a r la situación agraria tuvie-
hacia el interior, lo que era a b s o l u t a m e n t e nuevo en la expe- ron poco éxito i 6 7 . Las innovaciones industriales se paralizaron
riencia china. Simultáneamente, el peso específico del comercio casi p o r completo, y el avance técnico más n o t a b l e de la época
u r b a n o creció en la m i s m a medida. El r e s u l t a d o de todo ello mogol parece h a b e r sido, quizá de f o r m a significativa, la fun-
f u e que, p o r vez p r i m e r a en su historia, la agricultura dejó de dición de cañones de hierro 1 6 S . La carga t r i b u t a r i a de las ma-
p r o p o r c i o n a r el grueso de las r e n t a s estatales. Los ingresos sas rurales y u r b a n a s a u m e n t ó a la p a r q u e se introducía el
imperiales procedentes de los impuestos y los monopolios co- registro hereditario de sus ocupaciones, con o b j e t o de inmovi-
merciales ya eran en el siglo xi de u n volumen igual al proce- lizar la e s t r u c t u r a de clase del país. Las rentas y las tasas de
dente de los impuestos sobre la tierra, p e r o en el E s t a d o Sung interés se m a n t u v i e r o n altos y el e n d e u d a m i e n t o campesino
del s u r de finales del siglo x n y del x m las r e n t a s comerciales a u m e n t ó incesantemente. La dinastía Yuan m o s t r ó poca con-
excedían con holgura a las agrícolas 1 6 5 . Esta nueva balanza fianza en los m a n d a r i n e s chinos, pese a q u e los terratenientes
fiscal r e f l e j a b a no sólo el crecimiento del comercio interior y del s u r se habían p a s a d o al ejército invasor. El sistema de
exterior, sino t a m b i é n la ampliación de la base m a n u f a c t u r e r a exámenes f u e abolido a la vez q u e se r e f o r z a b a la a u t o r i d a d
de la economía, la expansión de la minería y la difusión de los imperial central; se reorganizó la administración provincial y
cultivos comerciales en la agricultura. El imperio islámico del la recaudación fiscal se a r r e n d ó a los gremios e x t r a n j e r o s de
califato abasida h a b í a sido d u r a n t e cierto t i e m p o —en los si- uiguros, de quienes dependían en b u e n a m e d i d a los dirigentes
glos V I I I y ix— la civilización más rica y poderosa del m u n d o ; mogoles p o r su pericia p a r a la administración y los negocios 169.
el imperio chino de la época Sung f u e sin d u d a alguna la eco- Por o t r a parte, la política de los Yuan favoreció a la e m p r e s a
nomía más rica y avanzada del globo en los siglos xi y x n , y mercantil y estimuló el comercio. La integración de China en
su florecimiento tuvo u n a m a y o r solidez al e s t a r b a s a d o en la el extenso sistema imperial mogol provocó la e n t r a d a de los mer-
producción diversificada de su agricultura y su industria m á s caderes á r a b e s de Asia central y la expansión del comercio maríti-
que en las transacciones del comercio internacional. El dina-
m i s m o económico del E s t a d o Sung estaba a c o m p a ñ a d o p o r u n
pados con el pasado antiguo, y no hubo un claro proceso de ruptura
f e r m e n t o intelectual, que c o m b i n a b a la veneración hacia el pa- cultural tal como el que caracterizó al redescubrimiento renacentista de
sado de la China antigua con nuevas exploraciones en el c a m p o la Antigüedad clásica en Europa. El propio Gernet advierte con elocuencia
de las m a t e m á t i c a s , la astronomía, la medicina, la cartografía, en otros lugares de su obra contra la abusiva importación de períodos
la arqueología y o t r a s disciplinas 166. Los terratenientes letrados y conceptos propios de Europa a la historia china, e insiste en la nece-
sidad de forjar nuevos conceptos específicos y adecuados a la experiencia
de aquel país: Le monde chinois, pp. 571-2.
165 H. F. Schurmann, Economic structure of the Yuan dynasty, Cam-
Gernet, Le monde chinois, p. 285. bridge (Massacnusetts), 1956, pp. 8-9, ¿9-30, 43-8.
166
Gernet, entre otros, habla de un «Renacimiento» Sung comparable Needham, Science and civilization in China, I, p. 142.
al de Europa: Le monde chinois, pp. 290-1, 292-302. Pero la analogía Schurmann, Economic structure of the Yuan dynasty, pp. 8, 27-8;
es insostenible, porque los eruditos chinos nunca dejaron de estar preocu-
Dawson, Imperial China, pp. 186, 197.
478 550
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 278
m o internacional. Se i n t r o d u j o u n a m o n e d a nacional de papel y se baña, q u e f u e organizada p a r a ejecutarlos en u n i d a d e s «comu-
estableció u n t r a n s p o r t e de c a b o t a j e a gran escala p a r a el apro-
nitarias» c u i d a d o s a m e n t e vigiladas.
visionamiento de g r a n o del norte, donde se había f u n d a d o u n a
En el c a m p o tendieron a desaparecer los restrictivos contra-
nueva capital en Pekín. S i m u l t á n e a m e n t e , se completó el im-
tos de a r r e n d a m i e n t o de la época Sung 1 7 1 , m i e n t r a s se mante-
presionante Gran Canal, que unía los centros económicos y po-
nían, a u n q u e de f o r m a flexible, los registros de ocupaciones he-
líticos del país en u n a continua vía fluvial. Pero la discrimina-
reditarias del régimen Yuan. Con el restablecimiento de la paz
ción étnica de la dinastía provocó la e n e m i s t a d de la m a y o r
civil y la mitigación de los a r r e n d a m i e n t o s , las fuerzas de pro-
p a r t e de los terratenientes, y la intensidad de sus exacciones
financieras, la depreciación de sus emisiones fiduciarias y la ducción rurales volvieron a conseguir u n a vez m á s prodigiosos
difusión de u n sistema señorial opresivo e m p u j a r o n al campe- avances. El f u n d a d o r de la dinastía Ming, el e m p e r a d o r Hung-
sinado a la rebelión a r m a d a . El resultado f u e la insurrección wu, impulsó oficialmente u n vasto p r o g r a m a de recuperación
social y nacional que acabó con el dominio mogol en el siglo xiv, agraria con o b j e t o de r e m e d i a r las devastaciones del gobierno
instalando a la dinastía Ming. mogol y las destrucciones causadas p o r los levantamientos que
a c a b a r o n con él. Se organizó la habilitación de t i e r r a s p a r a el
El nuevo E s t a d o representaba, con algunas modificaciones cultivo, se r e s t a u r a r o n y a m p l i a r o n las obras hidráulicas y, b a j o
significativas, u n a reafirmación de la e s t r u c t u r a política tradi- las instrucciones del E s t a d o imperial, se llevó a cabo u n a re-
cional del dominio de los terratenientes letrados. El sistema forestación sin precedentes en el país 172. Los resultados f u e r o n
de exámenes se r e s t a u r ó inmediatamente, p e r o p a r a evitar el rápidos y espectaculares. A los seis años de la caída de los
monopolio de cargos p o r el s u r se estableció u n sistema re- Yuan, el volumen de los impuestos en grano recibidos p o r la
gional de cuotas que reservaba el 40 p o r 100 de los doctorados tesorería central casi se había triplicado. El í m p e t u inicial q u e
a los candidatos del norte. Los grandes propietarios del Yangtsé esta reconstrucción desde a r r i b a imprimió a la economía ru-
f u e r o n trasladados a la nueva capital Ming de Nanking, d o n d e ral, puso en m a r c h a p o r a b a j o u n crecimiento agrícola extre-
su residencia forzosa facilitaba el control g u b e r n a m e n t a l . Al m a d a m e n t e rápido. En los valles y llanuras se expandió y me-
m i s m o t i e m p o se abolió el secretariado imperial, que tradicio- j o r ó sin cesar el cultivo de arroz p o r medio de regadíos, gra-
n a l m e n t e constituía u n i m p e d i m e n t o p a r a la voluntad arbitra- cias a la difusión, desde el b a j o Yangtsé h a s t a Hopei, H u n a n
ria del e m p e r a d o r . B a j o el gobierno de los Ming se i n c r e m e n t ó y Fukien, de las variedades de m a d u r a c i ó n r á p i d a y de la doble
el c a r á c t e r a u t o r i t a r i o del Estado, cuyos sistemas de policía y cosecha. E n el sudoeste se colonizó Yunan. Las tierras margi-
de vigilancia secreta se hicieron m u c h o m á s amplios e impla- nales del sur se s e m b r a r o n de trigo, cebada y mijo, a d o p t a d o s
cables que los de la dinastía Sung 1 7 0 . La política de la corte del norte. Los cultivos comerciales de añil, azúcar y t a b a c o
se vio d o m i n a d a cada vez más p o r u n n u m e r o s o c u e r p o de eu- t o m a r o n u n volumen m u c h o mayor. La población de China,
nucos (situados p o r definición al m a r g e n de las n o r m a s confu- que p r o b a b l e m e n t e había descendido b a j o el dominio de los
cianas de a u t o r i d a d y responsabilidad paternas) y p o r violentas Ming hasta unos 65-80 millones de habitantes, volvió a crecer
luchas faccionales. La solidaridad de la burocracia letrada se r á p i d a m e n t e a consecuencia de este p r o g r e s o hasta alcanzar
debilitó con la inseguridad de la posesión del cargo y la divi- e n t r e 120 y 200 millones p o r el año 1600 173. En las ciudades
sión de las obligaciones, m i e n t r a s que en el sistema de grados e x p e r i m e n t a r o n u n notable desarrollo las telas de seda, las ce-
se' r e t r a s a b a c o n t i n u a m e n t e la edad de la graduación final. En r á m i c a s y el refinado del azúcar, m i e n t r a s que los textiles de
un p r i m e r m o m e n t o se creó u n gran ejército de más de tres
millones de h o m b r e s , que en su m a y o r p a r t e f u e posteriormen- 171
Esta es, al menos, la opinión más corriente. Elvin sitúa el final del
te diluido en una red de colonos militares. La principal innova- sistema de arrendamiento «servil» mucho después, a principios de la
ción fiscal del E s t a d o Ming fue la imposición sistemática de época Ch'ing, a la que considera como el primer período en el que se
prestaciones de t r a b a j o público sobre la población r u r a l y ur- generalizó la pequeña propiedad privada en el campo: The pattern of the
Chinese past, pp. 247-50.
171
Gernet, Le monde chinois, pp. 341-2.
173
170
Dawson, Imperial China, pp. 214-15; 218-19; Twitchett, «Chinese Ping-Ti Ho, Studies on the population of China, 1368-1953, Cambrid-
politics and society», pp. 72-3. ge (Massachusetts), 1969, pp. 101, 277; Perkins, Agricultural development
•n China, pp. 16, 194-201, 208-9.
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algodón llegaban p o r vez p r i m e r a al u s o popular, sustituyendo superior a los navios europeos de la época, atravesaban los
a las tradicionales p r e n d a s de cáñamo. La adopción de los nue- océanos en dirección a Arabia y Africa. Pero estas expediciones
vos paños p o r el c a m p e s i n a d o hizo posible la creación de im- marítimas se a b a n d o n a r o n a mediados del m i s m o siglo, y la
p o r t a n t e s centros m a n u f a c t u r e r o s p a r a la producción de tela. a r m a d a imperial f u e c o m p l e t a m e n t e desmantelada en u n con-
A finales de la era Ming, la región de Singkiang a g r u p a b a quizá tragolpe de los terratenientes y b u r ó c r a t a s que presagiaba u n
a unos 200.000 artesanos de la industrial textil. El comercio mayor o s c u r a n t i s m o e involución oficiales 177. El clima indige-
interregional unificó progresivamente al país, a la p a r que se nista y restauracionista de la c u l t u r a Ming, que procedía de la
p r o d u c í a u n avance notable hacia la implantación de u n nuevo reacción xenófoba contra el dominio mogol, parece h a b e r con-
sistema monetario. El papel m o n e d a f u e a b a n d o n a d o poco des- ducido a u n «desplazamiento» al campo filológico y literario
pués de mediados del siglo xv a causa de las sucesivas deva- de la actividad intelectual, a c o m p a ñ a d o de u n interés decre-
luaciones; finalmente, se i m p o r t ó de América (vía Filipinas) y ciente p o r la ciencia y la técnica. Políticamente, el E s t a d o im-
de J a p ó n u n creciente volumen de plata, que llegó a constituir perial Ming r e p r o d u j o enseguida u n a trayectoria más o menos
el medio de intercambio d o m i n a n t e d e n t r o de China hasta que conocida: la ostentación palaciega, la corrupción administrati-
f i n a l m e n t e f u e a d o p t a d o en b u e n a medida p o r el sistema fiscal. va y la evasión de i m p u e s t o s p o r los terratenientes agotaron
El gran auge inicial de la economía Ming n o se mantuvo, su tesorería y provocaron u n a creciente presión sobre el
sin embargo, en el segundo siglo de dominio de la dinastía. Los campesinado, cuyas prestaciones de t r a b a j o f u e r o n c o n m u t a d a s
p r i m e r o s f r e n o s a su crecimiento se hicieron evidentes en la p o r impuestos en dinero, q u e subían sin p a r a r a medida que
agricultura: desde el a ñ o 1520 comenzaron a caer los precios el régimen era o b j e t o de a t a q u e s desde el exterior. La piratería
de la tierra al descender la rentabilidad de las inversiones ru- j a p o n e s a infestaba los mares, c e r r a n d o definitivamente el in-
rales p a r a la clase terrateniente 1 7 4 . Es posible que descendiera tervalo de poderío m a r í t i m o de China; las correrías de los mo-
t a m b i é n el crecimiento de la población. Las ciudades, p o r o t r a goles se renovaron en todo el norte, provocando u n a gran des-
parte, m o s t r a b a n todavía e x t e r i o r m e n t e u n a gran p r o s p e r i d a d trucción, y, en fin, los a t a q u e s expedicionarios de J a p ó n contra
comercial, con m e j o r a s en los m é t o d o s de producción de algu- Corea sólo p u d i e r o n ser resistidos gracias a e n o r m e s inversio-
nas de las viejas m a n u f a c t u r a s y con u n a u m e n t o en el sumi- nes en los ejércitos imperiales 178. Así, el crecimiento económico
n i s t r o de metales preciosos. Pero al m i s m o tiempo, y en u n pla- y demográfico del país se detuvo g r a d u a l m e n t e d u r a n t e el si-
n o m á s f u n d a m e n t a l , la tecnología industrial dejó de m o s t r a r glo xvi, coincidiendo con la decadencia política del gobierno
ningún nuevo dinamismo. B a j o el dominio de los Ming no pa- y el precio militar de su incompetencia. A principios del si-
rece que se p r o d u j e r a ningún invento u r b a n o de importancia, glo x v n , c u a n d o las p r i m e r a s incursiones m a n c h ú e s alcanza-
m i e n t r a s que se a b a n d o n a b a n u olvidaban algunos avances an- ron el n o r d e s t e de China, la seguridad interior del reino Ming
teriores (los relojes y las esclusas) 1 7 5 . El empleo de m a t e r i a s ya se estaba d e s m o r o n a n d o a medida que las h a m b r e s asolaban
p r i m a s p o r la i n d u s t r i a textil progresó del cáñamo al algodón, el c a m p o y las deserciones socavaban el ejército. Las revueltas
p e r o con ello se a b a n d o n a r o n las r u e d a s p a r a el hilado mecá- de los u s u r p a d o r e s y las insurrecciones de los campesinos inun-
nico q u e se utilizaban en la confección de los paños de c á ñ a m o darían muy p r o n t o a todo el país, desde Shensi y Szechuan
en el siglo xiv, lo que supuso u n a grave regresión técnica. Tam- h a s t a Kiangsu.
bién desde el p u n t o de vista organizativo, las m a n u f a c t u r a s ru-
rales del algodón retrocedieron a la i n d u s t r i a de casa de labor, Así pues, la conquista m a n c h ú ya estaba p r e p a r a d a p o r las
m i e n t r a s q u e la producción de telas de c á ñ a m o había desarro- condiciones internas de China b a j o los últimos e m p e r a d o r e s
llado u n sistema de t r a b a j o a don-; a l i o b a j o el control de los Ming: los interminables ataques, que se extendieron d u r a n t e
mercaderes 1 7 6 . La expansión naval alcanzó su apogeo a prin- dos generaciones, llevaron las b a n d e r a s tunguses desde Muk-
cipios del siglo xv, cuando los juncos chinos, de tonelaje m u y
177
174 Needham, Science and civilization in China, iv, 3, pp. 524-7, resume
Gernet, Le monde chinois, pp. 370-1. las hipótesis actuales sobre las razones de este cambio repentino.
,7i
Needham, Science and civilization in China, iv, 2, p. 508; iv, 3, p. 360. Sobre las vicisitudes de la última época del régimen Ming, véase
174
Elvin, The pattern of the Chínese past, pp. 195-9, 162, 274-6.
Dawson, Imperial China, pp. 247-9, 256-7.
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den h a s t a Cantón. E n 1681 ya estaba ocupada toda la China ralelo en el m u n d o occidental , M . Al m i s m o tiempo, las conquis-
continental. La nueva dinastía Ch'ing, u n a vez en el poder, ha- tas militares m a c h ú e s —que pusieron p o r vez p r i m e r a en la
bría de r e p e t i r en u n a escala ampliada el m i s m o ciclo económi- historia a Mogolia, Sinkiang y el Tíbet b a j o control de China—
co que su predecesora. Políticamente, su gobierno f u e u n a mez- a u m e n t a r o n significativamente el t e r r i t o r i o potencial suscepti-
cla de tradiciones Yuan y Ming. La clase dirigente m a n c h ú ble d e colonización y cultivo. Los soldados y funcionarios de
conservó el s e p a r a t i s m o étnico, a c a n t o n ó en el país sus propios los Ch'ing extendieron hasta las p r o f u n d i d a d e s de Asia central
regimientos o b a n d e r a s y monopolizó los altos m a n d o s milita- las f r o n t e r a s continentales chinas.
res del Estado 1 7 9 . Los generales-gobernadores m a n c h ú e s , q u e En el siglo xix, sin embargo, se p r o d u j o de nuevo u n rela-
dirigían dos provincias simultáneamente, e s t a b a n p o r encima tivo e s t a n c a m i e n t o económico en la agricultura. La erosión del
de los gobernadores chinos, a cargo de la administración de suelo a r r a s ó la m a y o r p a r t e de los cultivos de las colinas y pro-
u n a sola provincia. La clase t e r r a t e n i e n t e china quedó, sin em- vocó inundaciones en los sistemas de regadío; la u s u r a y el
bargo, en posesión de la burocracia civil, y el sistema de exá- sistema señorial superexplotador c a m p a b a n p o r sus respetos
m e n e s se purificó con o b j e t o de e q u i l i b r a r la representación en las regiones m á s fértiles, y la superpoblación campesina co-
provincial. La tradicional c e n s u r a que ejercía el E s t a d o impe- m e n z a b a a hacerse evidente en las aldeas 1W. E n la segunda mi-
rial sobre la c u l t u r a f u e reforzada. D u r a n t e cerca de u n siglo, tad del siglo X V I I I , d u r a n t e el reinado del e m p e r a d o r Ch'ien
desde 1683 a 1753, el gobierno m a n c h ú r e d u j o los impuestos, Lung, la expansión militar m a n c h ú y el dispendio de la corte
detuvo la corrupción, conservó la paz interior y f o m e n t ó la co- ya h a b í a n s i t u a d o de nuevo la presión fiscal a u n o s niveles
lonización interior. La expansión de los cultivos p r o c e d e n t e s intolerables. E n el a ñ o 1795 estalló en el noroeste la p r i m e r a
de América a través de las Filipinas —maíz, patatas, cacahue- gran insurrección campesina, q u e f u e liquidada con dificultad
tes, boniatos— p e r m i t i ó p o r vez p r i m e r a la conquista agrícola t r a s ocho años de lucha. I n m e d i a t a m e n t e después, las manufac-
de las colinas de suelo poco p r o f u n d o . La emigración campe- t u r a s u r b a n a s e n t r a r o n t a m b i é n en u n p e r í o d o de crisis galo-
sina hacia las tierras altas forestales, h a b i t a d a s h a s t a entonces pante. D u r a n t e el siglo x v m se había p r o d u c i d o u n renacimien-
p o r pueblos tribales, se propagó con rapidez y p r o d u j o el res- t o de la p r o s p e r i d a d comercial en las ciudades. Los textiles, la
cate de grandes zonas de tierra p a r a el cultivo. Las semillas de porcelana, la seda, el papel, el té y el azúcar h a b í a n experimen-
arroz se m e j o r a r o n todavía m á s h a s t a conseguir cosechas en t a d o u n a f u e r t e alza d u r a n t e la paz Ch'ing. El comercio exterior
menos de la m i t a d del t i e m p o r e q u e r i d o p o r las p r i m e r a s va- a u m e n t ó considerablemente, i m p u l s a d o p o r la nueva d e m a n d a
riedades de m a d u r a c i ó n rápida de la época Sung. La extensión e u r o p e a de p r o d u c t o s chinos, a u n q u e a finales de siglo produ-
y la productividad agrícolas volvieron a crecer sin interrup- cía t a n sólo alrededor de u n a sexta p a r t e de los ingresos fisca-
ción, p e r m i t i e n d o u n explosivo a u m e n t o demográfico, q u e esta les procedentes del comercio interior. P e r o en el m o d e l o d e la
vez superó todas las m a r c a s anteriores. La población de China i n d u s t r i a china n o se p r o d u j o ningún c a m b i o cualitativo. Los
se duplicó o triplicó e n t r e 1700 y 1850, a ñ o en que alcanzó los grandes avances en la siderurgia de la época Sung n o f u e r o n
430 millones de h a b i t a n t e s 18°. Mientras que la población total seguidos p o r ningún proceso similar en la China m o d e r n a ; n o
de E u r o p a a u m e n t a b a de 144 a 193 millones de h a b i t a n t e s en- se p r o d u j o ningún desarrollo de la i n d u s t r i a de bienes de pro-
t r e 1750 y 1800, se h a calculado que la población de China su- ducción. Las industrias de artículos de consumo, que desde la
bió de 143 a 360 millones e n t r e 1741 y 1812. La p r o d u c c i ó n m á s época Ming siempre h a b í a n sido las m á s boyantes, t a m p o c o
intensiva de arroz, que siempre f u e s u p e r i o r al cultivo de cerea- p r o d u j e r o n ningún avance tecnológico decisivo en la época
les de secano, hizo posible u n a densidad demográfica sin pa- Ch'ing y ni siquiera se había extendido en ellas de f o r m a sig-

1,1
Los soldados chinos de la «bandera verde» formaban un ejército Gernet, Le monde chinois, p. 424. Todavía hoy la productividad in-
subordinado del Estado Ch'ing. El dualismo que existía entre los regi- ternacional media del arroz es superior en un 75 por 100 por ha a la
mientos manchúes y chinos se mantuvo hasta los últimos años de la del trigo. Es el siglo xviii, la ventaja del arroz chino sobre el trigo eu-
dinastía, a comienzos del siglo xx: V. Purcell, The Boxer uprising, Cam- ropeo era mucho mayor.
1U
bridge, 1963, pp. 20-4. Dawson, Imperial China, pp. 301-2; Ho, Studies on the population
Ping-Ti Ho, Studies on the population of China, pp. 208-15. of China, pp. 217-21.
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nificativa la utilización de t r a b a j o asalariado a principios del con el r e s t o de las insurrecciones, selló la irreversible decaden-
siglo xix. La balanza global e n t r e los sectores u r b a n o y r u r a l cia del sistema político m a n c h ú . El E s t a d o imperial intentó
de la economía b a j o el dominio m a n c h ú se revela en el e n o r m e levantar sus finanzas p o r m e d i o de nuevos i m p u e s t o s comer-
p r e d o m i n i o en el sistema fiscal de las capitaciones y los im- ciales, cuyo valor global se multiplicó p o r siete e n t r e 1850 y
puestos sobre la tierra que, h a s t a finales del siglo X V I I I , as- 1910, lo q u e s u p u s o u n a carga q u e debilitó todavía m á s a las
cendieron al 70 y 80 p o r 100 de los ingresos totales del E s t a d o industrias interiores, p r e c i s a m e n t e en el m o m e n t o en q u e esta-
Ch'ing 183 . Por o t r a parte, y desde mediados del siglo xix, la b a n siendo d a ñ a d a s p o r u n a i m p r e s i o n a n t e competencia extran-
expansión imperialista europea comenzó a a t a c a r p o r vez pri- j e r a 1M. Los textiles de algodón de I n g l a t e r r a y Norteamérica
m e r a al comercio y las m a n u f a c t u r a s tradicionales de China y h u n d i e r o n la producción autóctona; el té de la India y de Cei-
a dislocar todo el a p a r a t o defensivo del E s t a d o Ch'ing. La pri- lán a r r u i n ó las plantaciones locales; las sedas japonesas e ita-
m e r a f o r m a de presión occidental f u e esencialmente comercial: lianas se a d u e ñ a r o n de los tradicionales m e r c a d o s de exporta-
el ilícito t r á f i c o de opio realizado p o r las compañías inglesas ción. La presión militar imperialista se hizo c a d a vez m á s d u r a
en la China del S u r desde la segunda década del siglo xix oca- h a s t a c u l m i n a r en la g u e r r a chino-japonesa de 1894-5. Las hu-
sionó al gobierno m a n c h ú u n déficit en el comercio exterior al millaciones a n t e el e x t r a n j e r o provocaron u n a turbulencia in-
a u m e n t a r las importaciones de narcóticos. La creciente crisis terior (rebelión de los bóxer) que c o n d u j o a nuevas interven-
de la balanza de pagos se agravó con la caída de la p l a t a en ciones e x t r a n j e r a s . El E s t a d o Ch'ing, t a m b a l e á n d o s e b a j o estos
el m e r c a d o mundial, que c o n d u j o a u n a depreciación de la mo- múltiples golpes, f u e demolido f i n a l m e n t e p o r la revolución
neda china y a u n a galopante inflación interior. El intento de republicana de 1911, en la que u n a vez m á s se mezclaron diver-
los Ch'ing de detener el comercio del opio f u e liquidado p o r sos elementos sociales y nacionales.
la fuerza de las a r m a s en la g u e r r a anglo-china de 1841-2. La agonía final y la m u e r t e del gobierno imperial en
Estos reveses económicos y militares, a c o m p a ñ a d o s p o r u n a China i m p r i m i e r o n en los observadores europeos del siglo xix
inquietante penetración ideológica del exterior, f u e r o n segui- la idea de q u e se t r a t a b a de u n a sociedad esencialmente estan-
do? p o r el gran t e r r e m o t o social de la rebelión de los Taiping. cada, q u e se d e s m o r o n a b a a n t e la irrupción del Occidente di-
D u r a n t e quince años, de 1850 hasta 1864, esta e n o r m e insurrec- námico. Pero en u n a perspectiva m á s amplia, el espectáculo
ción campesina y plebeya —sin d u d a alguna la m a y o r rebelión del d e r r u m b a m i e n t o del E s t a d o Ch'ing era engañoso. E n efec-
p o p u l a r que se p r o d u j o en todo el m u n d o d u r a n t e el siglo xix— to, t o d o el curso de la historia imperial china, desde la época
sacudió los cimientos del imperio. Los soldados del «Reino Ce- Tang h a s t a la Ch'ing, revela en d e t e r m i n a d o s aspectos básicos
leste», inspirados p o r los ideales igualitarios y p u r i t a n o s de la u n desarrollo p r o f u n d a m e n t e acumulativo. El e n o r m e a u m e n t o
doctrina Taiping, conquistaron la m a y o r p a r t e de la China cen- de la población del país, q u e pasó de u n o s 65 millones en 1400
tral. Mientras tanto, la China del N o r t e era sacudida p o r o t r o s a 430 en 1850 — u n avance demográfico que dejó m u y a t r á s al
levantamientos r u r a l e s de los rebeldes Nien, y las minorías ét- de E u r o p a en el m i s m o período—, testifica p o r sí solo el vo-
nicas y religiosas o p r i m i d a s —sobre t o d o las c o m u n i d a d e s mu- l u m e n de la expansión de las fuerzas de producción en China
sulmanas— explotaban en diferentes revueltas en Kweichow, t r a s la época Yuhan. Si se consideran en u n a perspectiva secular,
Yunan, Shensi, Kansu y Sinkiang. Las feroces guerras de re- los avances agrícolas experimentados a comienzos de la China
presión desencadenadas p o r el E s t a d o Ch'ing c o n t r a estos su- m o d e r n a f u e r o n notables. El e n o r m e crecimiento demográfico,
cesivos levantamientos de los p o b r e s se prolongaron d u r a n t e q u e multiplicó p o r seis el n ú m e r o de h a b i t a n t e s en el trans-
cerca de tres décadas. H a s t a 1878 n o a c a b a r o n las operaciones curso de cinco siglos, p a r e c e h a b e r sido c o n s t a n t e m e n t e igua-
de los m a n c h ú e s , con la «pacificación» definitiva de Asia cen- lado p o r el a u m e n t o en la producción de cereales h a s t a el mis-
tral. Las pérdidas totales de estas luchas gigantescas ascendie- m o fin del p r o p i o orden imperial; de hecho, la r e n t a percápita
ron quizá a 20 ó 30 millones de personas, y la destrucción f u e relativamente estable desde 1400 h a s t a 1900 185. El gran au-
agraria f u e del m i s m o orden. La rebelión de los Taiping, j u n t o
1M
Gernet, Le monde chinois, pp. 485-6.
IB
Gernet, Le monde chinois, p. 424. Perkins, Agricultural development in China, pp. 14-15, 32.
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m e n t ó e x p e r i m e n t a d o p o r la producción total de g r a n o d u r a n t e u s u r a e s t a b a tan extendida q u e u n propietario nominal era


este medio milenio se h a a t r i b u i d o en p a r t e s a p r o x i m a d a m e n t e « f r e c u e n t e m e n t e poco m á s que el a r r e n d a t a r i o de u n présta-
iguales a la expansión cuantitativa de la tierra cultivada y a mista» 1 9 1 . Las tres c u a r t a s p a r t e s de la tierra cultivada p o r
la m e j o r a cualitativa de las cosechas, cada u n a de las cuales a r r e n d a t a r i o s estaban a r r e n d a d a s , d u r a n t e la época Ch'ing, p o r
parece h a b e r contribuido a la m i t a d a p r o x i m a d a del crecimien- r e n t a s fijas en especie o dinero, lo que p e r m i t í a f o r m a l m e n t e
t o total de la producción 1 8 é . D e n t r o de la p a r t e q u e en este las m e j o r a s en la productividad p a r a beneficio del p r o d u c t o r
p r o g r e s o c o r r e s p o n d e a las cosechas, la m i t a d de las m e j o r a s directo. Una c u a r t a p a r t e de la tierra, situada en su mayoría
registradas se debe p r o b a b l e m e n t e al u s o de m e j o r e s semillas en las regiones más p o b r e s del norte, d o n d e el a r r e n d a m i e n t o
y a la introducción de nuevas p l a n t a s y de la doble cosecha, era menos i m p o r t a n t e , se regía p o r acuerdos de aparcería m .
m i e n t r a s q u e la otra m i t a d se podría d e b e r a la m a y o r utiliza- A finales de la época Ch'ing se comercializaba, a lo sumo, u n
ción del control del agua y de los fertilizantes 187. Al final de 30 ó 40 p o r 100 del p r o d u c t o agrícola 1 9 3 . Las fincas de los te-
esta larga evolución, y a p e s a r de los últimos y desastrosos años rratenientes, c o n c e n t r a d a s en la región del Yangtsé, el s u r y
del gobierno Ch'ing, los niveles de productividad en el cultivo Manchuria, cubrían la m a y o r p a r t e de la tierra m á s productiva.
a r r o c e r o de China se situaban muy p o r encima de los d e o t r o s El 10 p o r 100 de la población r u r a l poseía el 53 p o r 100 de la
países asiáticos, tales c o m o la India o Tailandia. Con todo, tierra cultivada, y la extensión de la p r o p i e d a d media de los
este modelo de desarrollo agrario estuvo desprovisto casi p o r terratenit-ites era 128 veces m a y o r q u e la de la parcela media
completo de m e j o r a s tecnológicas i m p o r t a n t e s después de la del campesino 194. Las tres cuartas p a r t e s de los terratenientes
época Sung 18S. El a u m e n t o en la producción de g r a n o se debió eran propietarios absentistas. Las ciudades f o r m a b a n los nú-
invariablemente a u n cultivo más extensivo de la tierra, a u n a cleos de los distintos círculos concéntricos de la p r o p i e d a d y
aplicación m á s intensiva del t r a b a j o , a la plantación de semi-
la producción agraria: la tierra s u b u r b a n a e s t a b a monopoliza-
llas m á s variadas y al uso m á s extendido del riego y los ferti-
da p o r los comerciantes, los funcionarios y los terratenientes
lizantes. Por lo demás, la tecnología r u r a l p e r m a n e c i ó estacio-
y se destinaba a los cultivos industriales y a la h o r t i c u l t u r a ;
naria.
más allá se situaban los campos de arroz y trigo, destinados
También es posible que las relaciones de propiedad hayan al comercio y dominados p o r los terratenientes; p o r último, e n
c a m b i a d o relativamente poco tras la época Sung, a u n q u e en las regiones m á s altas o m á s inaccesibles e s t a b a n las m í s e r a s
este c a m p o la investigación todavía es f r a g m e n t a r i a e insegura. parcelas de los campesinos. Las ciudades provinciales se ha-
Se ha calculado recientemente que, desde el siglo xx al xix, el bían multiplicado d u r a n t e la época Ch'ing, pero la sociedad
índice global de tenencia en a r r e n d a m i e n t o s p o r los campesi- china e s t a b a p r o p o r c i o n a l m e n t e m á s u r b a n i z a d a en la época
nos sin tierra p u e d e situarse, de f o r m a p r á c t i c a m e n t e constan- Sung, m á s de quinientos años antes 195.
te, en t o r n o al 30 p o r 100 189. El E s t a d o Ch'ing d e j ó t r a s d e sí Porque, en efecto, las fuerzas de p r o d u c c i ó n parecen h a b e r
u n a configuración r u r a l que era, en realidad, u n expresivo re- t o m a d o en la China imperial u n a curiosa f o r m a espiral t r a s
s u m e n de las tendencias seculares de la historia agrícola de las grandes revoluciones socioeconómicas de la era Sung en
China. En las décadas de 1920 y 1930, p r o b a b l e m e n t e el 50 p o r los siglos x-xin. Sus movimientos se repitieron en planos cada
100 de los campesinos chinos eran propietarios de las tierras vez m á s altos, sin desviarse n u n c a de la línea central, h a s t a
q u e ocupaban, el 30 p o r 100 e r a n a r r e n d a t a r i o s y o t r o 20 por que finalmente esta recurrencia dinámica se vio q u e b r a d a y
100 e r a n s i m u l t á n e a m e n t e propietarios y arrendatarios 1 9 0 . La aplastada p o r fuerzas exteriores a su f o r m a c i ó n social y tradi-

Ibid., p. 36.
m 192
Ibid., pp. 33, 37. Perkins, Agricultural development in China, pp. 104-6.
ln 193
Ibid., pp. 38-51, 60-73. Ibid., pp. 114-5 136.
,M 194
Ibid., pp. 56-8, 77. Una excepción insólita parece haber sido la intro- Ho, Studies on the population of China, p. 222.
195
ducción del molino de viento, cuyos primeros testimonios datan de prin- Elvin, The pattern of the Chinese past, pp. 176-8: el porcentaje de
cipios del siglo xvii. población que vivía durante el siglo x n en ciudades de más de 100.000
Perkins, Agricultural development in China, pp. 98-102. habitantes se situaba quizá entre el 6 y el 7,5 por 100, mientras que en
R. H. Tawney, Land and labour in China, Londres, 1937, p. 34. el año 1900 era sólo del 4 por 100.
478 El «modo de producción asiático» 561
478 Dos notas

cional. La p a r a d o j a de este movimiento peculiar de la historia do el Renacimiento de las ciudades italianas se extiende h a s t a
china de la época m o d e r n a es que la mayoría de las condicio- a b a r c a r a toda la E u r o p a occidental, las ciudades chinas deja-
nes previas p u r a m e n t e técnicas p a r a la industrialización capi- ron de s u m i n i s t r a r al imperio impulsos o innovaciones funda-
talista se habían alcanzado m u c h o antes en China que e n Euro- mentales. De f o r m a significativa quizá, la ú l t i m a gran creación
pa. A finales de la E d a d Media, China llevaba u n a amplia y u r b a n a f u e la construcción de la nueva capital de Pekín p o r
decisiva v e n t a j a tecnológica sobre Occidente, y se había an- los Yuan. La dinastía Ming t r a t ó inútilmente de restablecer el
ticipado en varios siglos a p r á c t i c a m e n t e todos los inventos centro político del país en la vieja ciudad de Nanking, pero n o
clave de la producción material cuya combinación h a b r í a de añadió ninguna nueva creación propia. Económicamente, ade-
liberar el d i n a m i s m o económico de la E u r o p a renacentista. más, las sucesivas etapas de la f o r m i d a b l e expansión agraria
Todo el desarrollo de la civilización imperial china p u e d e con- tuvieron lugar sin ningún equivalente industrial c o m p a r a b l e y
siderarse en cierto sentido, efectivamente, c o m o la m á s gran- sin recibir ningún impulso tecnológico de la economía u r b a n a ,
diosa demostración y la m á s p r o f u n d a experiencia del p o d e r h a s t a que f i n a l m e n t e el propio crecimiento u r b a n o tropezó con
y de la impotencia de la técnica en la historia 1%. Los avances los límites insuperables de la superpoblación y de la escasez
e n o r m e s y sin precedentes de la economía Sung —especialmen- de tierra. Parece claro, pues, q u e d e n t r o de sus propios límites,
te en la metalurgia— se m a l o g r a r o n en las épocas posteriores: la agricultura china tradicional alcanzó su p u n t o c u l m i n a n t e
la t r a n s f o r m a c i ó n radical de la industria y de la sociedad que de posibilidades en la p r i m e r a época Ch'ing, c u a n d o sus nive-
p r o m e t í a n n u n c a tuvo lugar. En este sentido, todo parece indi- les de productividad eran muy superiores a los de la agricul-
car que la época Ming es la clave del enigma chino, que f u t u r o s t u r a e u r o p e a contemporánea, y que a p a r t i r de entonces sólo
historiadores h a b r á n de resolver, p o r q u e f u e en este m o m e n t o h a b r í a podido m e j o r a r con la introducción de p r o d u c t o s es-
cuando, a p e s a r de los impresionantes avances iniciales p o r pecíficamente industriales, c o m o los fertilizantes químicos o
m a r y tierra, los mecanismos del crecimiento científico y tec- la tracción mecánica 198. La incapacidad del sector u r b a n o p a r a
nológico de las ciudades parecen detenerse o d a r m a r c h a generar estos p r o d u c t o s f u e decisiva p a r a el bloqueo de toda
a t r á s 197. A p a r t i r de comienzos del siglo xvi, p r e c i s a m e n t e cuan- la economía china. La presencia de u n vasto m e r c a d o interior,

Esta es, en efecto, la inolvidable lección del magistral y apasio- Elvin ha analizado con la mayor amplitud este callejón sin salida:
nante libro de Needham, cuyo alcance no tiene precedentes en la histo- The pattern of the Chínese past, pp. 306-9 ss. El gran mérito del libro
riografía moderna. Es preciso decir, sin embargo, que la apresurada de Elvin es el de haber planteado con más claridad que cualquier otro
clasificación de Needham de la sociedad imperial china como «burocra- estudio las paradojas centrales de la economía china a principios de la
tismo feudal» queda claramente por debajo del nivel científico que tiene era moderna, tras el florecimiento de la época Sung. Pero su solución
el conjunto de su obra. La unión de ambos no hace al término «feuda- al problema del estancamiento imperial es demasiado estrecha y super-
lismo» más aplicable ni al término «burocracia» menos perogrullesco ficial para ser convincente. La expresión «trampa de alto equilibrio» que
para definir a la formación social china a partir del año 200 a. C. Needham utiliza para describir el bloqueo de la economía tras el período Sung
es en realidad demasiado lúcido como para no darse cuenta de esto, y no lo explica en realidad, y se limita a replantear el problema con un
nunca lo utiliza de forma categórica. Véase, por ejemplo, esta reveladora aire engañosamente técnico. El alto equilibrio sólo se alcanzó en la agri-
afirmación: «La sociedad china era un burocratismo (o quizá un feuda- cultura, que, a pesar de las apariencias, es todo lo que estudia realmente
lismo burocrático), es decir, un tipo de sociedad desconocido en Europa». el análisis final de Elvin. El «equilibrio» en la industria fue, por el
Science an civilization in China, II, p. 377. La última frase es la verda- contrario, más bien bajo. En otras palabras, el estudio de Elvin elude
deramente operativa: el «es decir» reduce implícitamente los predicados el problema de por qué no se produjo una revolución industrial en las
antecedentes a su verdadero papel. Needham advierte expresamente en ciudades que proporcionase inversiones «científicas» en la agricultura.
otro lugar contra la identificación del «feudalismo» o el «burocratismo Las observaciones con las que rechaza las explicaciones sociológicas de las
feudal» de China con cualquier otra cosa designada con estas mismas limitaciones de la industria china (pp. 286-96) son demasiado tajantes para
palabras en la experiencia europea (iv, 3, p. 263), con lo que pone radi- ser convincentes, y además están en claro desacuerdo con su propio
calmente en cuestión (¿de forma involuntaria?) la utilidad de un concepto estudio sobre las condiciones de la industria textil (pp. 279-82). En gene-
común para referirse a ambos. ral, The pattern of the Chínese past sufre de una falta de verdadera
197 integración o articulación de sus análisis económicos y sociales, que se
Los avances en campos tales como la medicina y la botánica parecen desarrollan en niveles separados. La tentativa final de una explicación
haber sido una excepción. Véase Needham, Science and civilization in «puramente» económica del estancamiento chino es claramente inade-
China, III, Mathematics and the Sciences of the heavens and the earth, cuada.
Cambridge, 1959, pp. 437, 442, 457; iv, 2, p. 508; iv, 3, p. 526.
478
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 563
q u e p e n e t r a b a p r o f u n d a m e n t e en el campo, y de i m p o r t a n t e s n o f u e capaz de d e s a r r o l l a r el concepto teórico de leyes de la
acumulaciones de capital mercantil parecían c r e a r las condi- naturaleza m á s allá del ingenio p r á c t i c o de sus invenciones
ciones propicias p a r a la aparición de u n v e r d a d e r o sistema fa- técnicas o de los r e f i n a m i e n t o s de su a s t r o n o m í a oficialmente
patrocinada. Sus ciencias tendían a ser clasificatorias antes
bril que combinase el equipo mecanizado con el t r a b a j o asala- que causales y a c e p t a b a n las irregularidades —que a m e n u d o
riado. Pero en realidad n u n c a se dio el salto a u n a producción detectaban de f o r m a m á s p e n e t r a n t e q u e las c o n t e m p o r á n e a s
en m a s a de bienes de c o n s u m o p o r m e d i o de m á q u i n a s ni a la ciencias de Occidente— d e n t r o de una cosmología elástica, sin
t r a n s f o r m a c i ó n de los artesanos u r b a n o s en u n p r o l e t a r i a d o i n t e n t a r e n f r e n t a r s e a ellas y explicarlas. De ahí su peculiar
carencia de p a r a d i g m a s determinados, cuya falsación pudiera
industrial. El crecimiento agrícola alcanzó su plenitud mien- conducir a revoluciones teóricas d e n t r o de ellas 202. Por o t r a
t r a s se descuidaba el potencial industrial. parte, la rígida división social e n t r e letrados y a r t e s a n o s im-
E s t a p r o f u n d a desproporción puede obedecer, sin duda, a pidió el decisivo e n c u e n t r o e n t r e la teoría m a t e m á t i c a y la ex-
perimentación que p r o d u j o en E u r o p a el n a c i m i e n t o de la fí-
la e s t r u c t u r a de la sociedad y el E s t a d o chinos, porque, como sica m o d e r n a . Por consiguiente, la ciencia china siempre tuvo
ya h e m o s visto, los m o d o s de producción de toda f o r m a c i ó n u n carácter vinciano m á s que galileano, en f r a s e de N e e d h a m 203,
social precapitalista son especificados siempre p o r el a p a r a t o n u n c a cruzó la línea divisoria que lleva al «universo de la pre-
cisión».
político-jurídico de dominación de clase que impone su pecu-
liar coerción extraeconómica. La propiedad privada de la tierra
—medio básico de producción— se desarrolló m u c h o m á s en
la civilización china que en la islámica, y sus distintas trayec-
torias se vieron ciertamente m a r c a d a s p o r esa diferencia fun- A largo plazo, la ausencia de leyes jurídicas y n a t u r a l e s e n
damental. A p e s a r de ello, los conceptos chinos de propiedad el c o n j u n t o de tradiciones s u p e r e s t r u c t u r a l e s del sistema im-
se q u e d a r o n todavía m u y p o r d e t r á s de los europeos. La pro- perial no podía d e j a r de inhibir sutilmente a las m a n u f a c t u r a s
piedad c o n j u n t a de la familia estaba m u y extendida e n t r e los
u r b a n a s , situadas en u n a s ciudades q u e n u n c a consiguieron la
t e r r a t e n i e n t e s y, además, los derechos de p r i o r i d a d y de re-
autonomía cívica. Los m e r c a d e r e s del Yangtsé a c u m u l a r o n con
venta limitaban las ventas de tierra 1 9 9 . El capital u r b a n o mer-
frecuencia grandes f o r t u n a s comerciales, y los b a n q u e r o s de
cantil se vio a f e c t a d o p o r la falta de toda clase de n o r m a s de
Shensi extendieron sus r a m a s p o r t o d o el país en la época
p r i m o g e n i t u r a y p o r la monopolización estatal de algunos sec-
Ch'ing. Pero el capital mercantil o financiero de China n o afec-
tores clave de la producción interior y de las exportaciones al
tó p a r a n a d a al específico proceso de producción. Con pocas
e x t r a n j e r o 200. El arcaísmo de los vínculos de clan —de los que
carecían los grandes estados islámicos— reflejaba la falta de excepciones, el estadio i n t e r m e d i o de u n sistema de t r a b a j o a
u n v e r d a d e r o sistema de derecho civil. La c o s t u m b r e o el pa- domicilio no se desarrolló en la economía de las ciudades. Los
rentesco sobrevivieron como p o d e r o s o s conservadores de la comerciantes mayoristas t r a t a b a n con contratistas, los cuales
tradición ante la falta de u n derecho codificado. Las prescrip- c o m p r a b a n d i r e c t a m e n t e a los p r o d u c t o r e s a r t e s a n o s y vendían
ciones legales del E s t a d o tenían u n c a r á c t e r esencialmente pu-
nitivo, se referían ú n i c a m e n t e a la supresión del delito y n o en un sentido vertical, del Estado a los individuos, antes que en un
p r o p o r c i o n a b a n ningún m a r c o j u r í d i c o positivo p a r a la direc- plano horizontal, entre dos individuos.» Bodde afirma que la cultura china
no mantuvo en ninguna época la idea de que el derecho escrito pudiera
ción de la vida económica 2 0 1 . De m o d o similar, la c u l t u r a china ser de origen divino, en contraposición con la jurisprudencia islámica,
por ejemplo (p. 10).
202
Véase el excelente estudio de S. Nakayama, «Science ana technology
H. F. Schurmann, «Traditional property concepts in China», The Far in China», Half the world, pp. 1434; las irregularidades astronómicas
Eastern Quarterly, xv, 4, agosto de 1956, pp. 507-16, insiste con fuerza en que trastornaban los cálculos tradicionales eran aceptadas con amable
estos límites de los conceptos chinos de propiedad privada agrícola. calma, con el dicho que «incluso los cielos se extravían en ocasiones».
200
Balazs, Chinese civilization and bureaucracy, subraya especialmente 201
Needham ha ofrecido algunos análisis elocuentes: Science and civi-
la función inhibidora de los monopolios estatales y de la propiedad im- lization in China, II, History of scientific thought, Cambridge, 1956, pá-
perial de la mayor parte del suelo urbano (pp. 44-51). ginas 542-3, 582-3; u, pp. 150-68; The grand titration, Londres, 1969, pági-
201
En este punto han insistido la mayor parte de los investigadores. nas 36-7, 39-40, 184-6, 299-330. Needham opina que existía una estrecha
Véase, por ejemplo, D. Bodde y C. Morris, Law in imperial China, Cam- conexión entre el atraso sectorial de la física y la heteronomía social de
bridge (Massachusetts), 1967, pp. 4-6. «El derecho oficial siempre actuaba la clase mercantil en la China imperial.
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 565
los p r o d u c t o s sin n i n g u n a intervención directiva en el proceso
cían e n t r e los funcionarios enviados a las provincias y los
de su m a n u f a c t u r a . La b a r r e r a e n t r e producción y distribución
t e r r a t e n i e n t e s locales que colaboraban con ellos en la realiza-
se institucionalizaba a m e n u d o p o r la concesión oficial de mo-
ción de las funciones públicas (transporte, regadío, educación,
nopolios funcionales 204. Así pues, la inversión de capital comercial
religión, etc.) y el m a n t e n i m i e n t o del o r d e n público (unidades
en la m e j o r a de la tecnología m a n u f a c t u r e r a era m í n i m a : a m b o s
de defensa, etc.), p o r lo q u e recibían lucrativos ingresos en
estaban f u n c i o n a l m e n t e separados. Los m e r c a d e r e s y b a n q u e r o s ,
concepto de «servicios» 209. Las extensas familias de los terrate-
que n u n c a gozaron de la estima que los comerciantes tenían en el
nientes incluían tradicionalmente a algunos m i e m b r o s que ha-
m u n d o árabe, i n t e n t a b a n p o r lo general realizar sus f o r t u n a s p o r
bían a p r o b a d o los exámenes p a r a o b t e n e r el r a n g o chin-shih
m e d i o de la c o m p r a de tierra y, p o s t e r i o r m e n t e , de grados en el
y el acceso f o r m a l al a p a r a t o b u r o c r á t i c o del Estado, y otros
sistema de exámenes. Carecían de identidad política corpora-
m i e m b r o s en las ciudades provinciales o en los distritos rurales
tiva, p e r o n o de movilidad social personal 205. A la inversa, los
q u e carecían de esos títulos. Los poseedores de grados ocupa-
terratenientes iban a d e s c u b r i r m á s t a r d e las o p o r t u n i d a d e s
b a n p o r lo general las posiciones administrativas locales o cen-
lucrativas ofrecidas p o r la actividad mercantil. El resultado de
trales, m i e n t r a s que sus parientes se encargaban de las tierras.
todo esto f u e la imposibilidad de u n a cristalización, organización
Pero el e s t r a t o más rico y poderoso de la clase terrateniente
o solidaridad colectiva de la clase comercial u r b a n a , incluso cuan-
siempre estuvo c o m p u e s t o p o r aquellos q u e tenían cargos o
do el sector privado de la economía a u m e n t ó cuantitativamente
vínculos con el Estado, cuyos e m o l u m e n t o s públicos (proceden-
en los m o m e n t o s finales de la época Ch'ing. Las asociaciones mer-
tes de los salarios, la corrupción y los servicios) s u p e r a b a n
cantiles e r a n p o r lo general del tipo regionalista de las Land-
n o r m a l m e n t e en la época Ch'ing sus ingresos privados agríco-
smannschaft 206, cuya función política era m á s de división que
las quizá h a s t a en u n 50 p o r 100 21°. Así, m i e n t r a s que el con-
de unificación. Como e r a presumible, el papel de la clase mer-
j u n t o de la clase t e r r a t e n i e n t e china debía su p o d e r social y
cantil china en la revolución republicana que f i n a m e n t e derro-
político a su control sobre los medios básicos de producción,
có al i m p e r i o a principios del siglo xx f u e p r u d e n t e y am-
llevado a cabo p o r su cualificada p r o p i e d a d privada de la tie-
bigua 207.
rra, su c a m b i a n t e élite —quizá poco menos del 1 p o r 100 de la
La m a q u i n a r i a del E s t a d o imperial, q u e limitaba de esa población en el siglo xix— e s t a b a d e t e r m i n a d a p o r el sistema
f o r m a a las ciudades, d e j ó t a m b i é n su i m p r o n t a en los terra- de grados q u e le d a b a acceso oficial a la m a y o r riqueza y a la
tenientes. La clase poseedora de China siempre c o n t ó con u n a m á s alta a u t o r i d a d del sistema administrativo 2 1 1 . La inversión
doble b a s e económica: sus fincas y sus cargos. El volumen to- a g r a r i a era desviada, pues, p o r el a b s o r b e n t e papel del Esta-
tal de la b u r o c r a c i a imperial siempre f u e m u y p e q u e ñ o en com- do imperial en el seno de la clase dominante. Los repentinos
paración con la población del país: e n t r e 10.000 y 15.000 fun- y grandes avances en la productividad de la agricultura china
cionarios en la e r a Ming y menos de 25.000 en la época Ch'ing 208. procedieron n o r m a l m e n t e de a b a j o , en las fases de m e n o r pre-
Su eficacia dependía de los vínculos informales que se estable- sión fiscal y política del E s t a d o sobre el c a m p e s i n a d o que se
p r o d u c í a n al comienzo de u n ciclo dinástico. Los consiguientes
204
Elvin, The pattern of the Chínese past, pp. 278-84. a u m e n t o s demográficos p r o v o c a b a n entonces n o r m a l m e n t e u n
205
Ping-Ti Ho, The ladder of success in imperial China: aspects of so-
cial mobility, 1368-1911, Nueva York, 1962, pp. 46-52; sobre los aspectos
generales de la movilidad social en la China de las épocas Ming-Ch'ing, 209
véanse las pp. 54-72. Véase también Balazs, Chínese civilization and bu- Chang, The income of the Chínese gentry, pp. 43-7 ss.
210
reaucracy, pp. 51-2. Chang, The income of the Chínese gentry, p. 197: los poseedores
206
Ping-Ti Ho, «Salient aspects of China's heritage», en Ping-Ti Ho y de grados académicos gozaban también por lo general de amplios ingresos
Tang Tsou, comps., China in crisis, 1, Chicago, 1968, pp. 34-5. procedentes de actividades mercantiles, que en conjunto, según los cálcu-
207
Véase el amplio y revelador ensayo de M.-C. Bergéres, «The role los de Chang, debían suponer alrededor de la mitad de los producidos
of the bourgeoisie», en M. Wright, comp.. China in revolution: The first por sus propiedades territoriales.
211
phase, 1900-1913, New Haven, 1968, pp. 229-95. Chang, The Chínese gentry, p. 139, calcula que los titulares de gra-
m
Gernet, Le monde chinois, pp. 343-4; Chang-Li Chang, The income dos y sus familias representaban, antes de la rebelión Taiping, el 1,3
of the Chínese gentry, Seattle, 1962, pp. 38, 42. La burocracia Ch'ing contaba por 100 de la población. Los estudios de Chang limitan arbitrariamente
con un grupo adicional de unos 4.000 funcionarios manchúes. la definición de gentry a este único estrato, pero sus hallazgos no im-
plican la aceptación de este límite.
478 566
478 Dos notas El «modo de producción asiático» 286

nuevo m a l e s t a r social en el campo, q u e se hacía progresiva- segmentadas, m i e n t r a s q u e las ciudades islámicas e r a n labe-
m e n t e m á s peligroso p a r a los t e r r a t e n i e n t e s a m e d i d a que la rintos confusos y aleatorios. El apogeo de la agricultura inten-
población crecía, h a s t a llegar al episodio final del «Reino Ce- siva, con la utilización de las obras hidráulicas m á s desarro-
leste» de los Taiping. Al m i s m o tiempo, el a u t o r i t a r i s m o polí- lladas del m u n d o , se c o m b i n a b a en China con la p r o p i e d a d
tico del E s t a d o imperial tendió a intensificarse después de la privada de la tierra, m i e n t r a s que el m u n d o islámico m o s t r a b a
época Sung 2 1 2 . El c o n f u c i a n i s m o se f u e haciendo cada vez más p o r lo general u n monopolio j u r í d i c o de la tierra p o r p a r t e del
represivo y el p o d e r del e m p e r a d o r m á s amplio h a s t a la m i s m a soberano y u n cultivo irregular o extensivo, sin la introducción
víspera de la caída de la dinastía Ch'ing. de sistemas de regadío de alguna importancia. Ninguna de es-
Las civilizaciones china e islámica —que en sus diferentes tas grandes zonas tuvo c o m u n i d a d e s igualitarias de aldea; p e r o
m a r c o s naturales 2 1 3 se extendían a principios de la época mo- en todo caso la productividad r u r a l generalmente e s t a n c a d a del
d e r n a p o r la m a y o r p a r t e del continente asiático— compren- Oriente Medio y del n o r t e de Africa contrasta c l a r a m e n t e con
den, pues, dos morfologías c l a r a m e n t e divergentes de E s t a d o los e n o r m e s progresos agrícolas registrados e n China. Natural-
y sociedad. Las diferencias e n t r e a m b a s p o d r í a n r e f e r i r s e prác- mente, las diferencias de clima y de suelo n o f u e r o n a j e n a s a
ticamente a todos sus elementos. Las guardias militares de es- estos diferentes rendimientos. La población de a m b a s regiones
clavos q u e constituyeron con t a n t a frecuencia la cima de los c o r r e s p o n d e n a t u r a l m e n t e a la dinámica de las f u e r z a s de pro-
sistemas políticos islámicos son la antítesis de los terratenien- ducción en la r a m a principal de toda economía precapitalista:
tes letrados de c a r á c t e r civil q u e d o m i n a r o n el E s t a d o imperial estabilidad en el Islam, multiplicación en China. La tecnología
chino; el p o d e r adopta, respectivamente, u n a f o r m a p r e t o r i a n a y la ciencia siguieron también direcciones opuestas: la civiliza-
o la de u n m a n d a r i n a t o . La religión s a t u r a b a t o d o el universo ción imperial china generó m u c h a s m á s innovaciones técnicas
ideológico de los sistemas sociales m u s u l m a n e s , m i e n t r a s el que la E u r o p a medieval, m i e n t r a s que, inversamente, la histo-
p a r e n t e s c o se relegaba o eclipsaba; en China, la m o r a l i d a d y ria islámica f u e a p a r e n t e m e n t e infértil en comparación con
la filosofía secular regían la c u l t u r a oficial, a la vez que per- ella 214 . Por último, a u n q u e n o sea lo menos i m p o r t a n t e , el mun-
manecía i n c r u s t a d a en la vida civil la organización de clanes. do islámico era contiguo a Occidente y estuvo sometido desde
El prestigio social de los m e r c a d e r e s en los imperios á r a b e s m u y p r o n t o a su expansión y, finalmente, a su cerco; m i e n t r a s
n u n c a f u e igualado p o r los h o n o r e s concedidos a los comer- q u e el reino chino p e r m a n e c i ó aislado, f u e r a del alcance de
ciantes en el Reino Celestial, y la a m p l i t u d de su comercio E u r o p a y quizá t r a n s m i t i e n d o d u r a n t e m u c h o t i e m p o a Occi-
m a r í t i m o superó con m u c h o en el m o m e n t o de su esplendor dente m á s de lo q u e recibía de él, m i e n t r a s q u e la civilización
a lo conseguido p o r sus homólogos chinos. Las ciudades desde
las que o p e r a b a n los m e r c a d e r e s e r a n igualmente diferentes.
Las ciudades clásicas de China f o r m a b a n redes b u r o c r á t i c a s y La respectiva habilidad técnica de las civilizaciones china, islámica
y europea quedó reflejada en el adagio tradicional que procedente de
Samarkanda contaba el embajador castellano ante Timur en el siglo xiv:
!1!
«los artesanos de Catay son considerados muchísimo más habilidosos que
Ho, «Salient aspects of China's heritage», pp. 22-4. los de cualquier otra nación, y se dice que sólo ellos tienen dos ojos,
211
Los determinantes estrictamente geográficos de la estructura social mientras que los francos sólo tienen uno y los musulmanes son un pueblo
fueron exagerados por Montesquieu y su época, en sus intentos de com- ciego». Needham, Science and civilization in China, iv, 2, p. 602. El propio
prender el mundo no europeo. En el siglo xx, los marxistas han com- Needham supone que existía un grado de transmisión directa de los
pensado exageradamente este legado de la Ilustración, ignorando el sig- inventos chinos a Europa más alto de lo que en general puede demos-
nificado relativo del medio natural en el conjunto de la historia. A los trarse con testimonios históricos. La mutua ignorancia social prácticamen-
historiadores modernos como Braudel ha correspondido devolverle un te completa en 1a que permanecieron ambas civilizaciones durante la
peso más justo. En realidad, ninguna historia verdaderamente materia- Antigüedad y la Edad Media —la falta por ambas partes de una infor-
lista puede silenciar las condiciones geográficas, como si se tratara de algo mación exacta en los documentos escritos, hasta unas fechas muy recien-
meramente externo a los modos de producción. El mismo Marx insistió tes— es difícil de reconciliar con la presunción de una frecuente interco-
en el medio natural como un factor primario e irreductible de toda municación técnica entre ambas, por muy informal que fuese y aunque
economía: i-Las condiciones originarias de la producción [...] originaria- sea imposible de encontrar en los documentos. La instrucción tecnológica
mente no pueden ser ellas mismas producidas, no pueden ser resultado de Europa por China no es un corolario necesario de la superioridad
de la producción». Pre-capitalist formations, p. 86 (Grundrisse, p. 389 china sobre Europa; esto último es lo verdaderamente crucial e incues-
[Elementos, p. 449]). tionable.
568 Dos notas INDICE DE NOMBRES

«intermedia» del Islam se e n f r e n t a b a , en el o t r o e x t r e m o de


Eurasia, al ascenso del feudalismo occidental y de su invenci-
ble heredero.
E s t a s diferencias elementales n o constituyen, p o r supuesto,
ni siquiera los comienzos de u n a comparación de los verdade-
ros modos de producción, cuya c o m p l e j a combinación y suce-
sión define a las v e r d a d e r a s formaciones sociales de estas
grandes regiones situadas f u e r a de E u r o p a . Esas diferencias son
el m e r o r e s u m e n de algunos de los m a y o r e s índices de diver-
gencia e n t r e las civilizaciones china e islámica (objetos termi- Aargau, 305 279 y n. 49, 280 y notas 51 y 52,
Abásida, dinastía, 371, 376, n. 13, 281, 282, 290, 291, 305, 306, 314, 333,
nológicos provisionales necesitados de diferenciación y retra- 360, 363, 365, 368, 369, 397, 412, 430,
513, 514, 516, 517, 519 y n. 89, 520-
ducción p a r a cualquier análisis científico) que imposibilitan 522, 524 y n. 109, 525, 548 507, n. 67.
t o d o i n t e n t o de asimilarlas a simples ejemplos de u n c o m ú n Abbas, Shah, 522, 532 Alejandro I, 231, 233, n. 13, 353 y
Adolfo, Carlos Felipe, 177, 202 n. 29
m o d o de producción «asiático». Demos a este ú l t i m o concepto
Adolfo, Gustavo (véase Gustavo II) Alejandro II, 233, n. 13, 236, 356
el h o n r o s o e n t i e r r o q u e merece. E s t á p e r f e c t a m e n t e clara la Abdul Hamid II, 400 Alejandro III, 144
necesidad de u n a investigación histórica m u c h o m á s amplia y Adrianápolis, 373, 403 Alepo, 384, n. 24, 528
p r o f u n d a a n t e s de q u e p u e d a n deducirse v e r d a d e r a s conclu- Adriático, 304, 322 Alianza (Escocia), 140
Afghanistán, 534 Almohades, dinastía, 521
siones científicas de las diversas vías de desarrollo n o europeas «Allemaynes», 127
Afghanos, 536
en los siglos correspondientes a la época medieval y a los co- Africa, 70, 108, 408, 422, 481, 502, Almirantazgo, 23, n. 20, 132, n. 29
mienzos de la m o d e r n a en Occidente. E n c o m p a r a c i ó n con la n. 57, 515, 527, 533, 553, 567 Almorávides, dinastía, 412, 521
p r o f u n d i d a d e intensidad del e s t u d i o académico al que se h a Africano, 411, 431, 488 Alpes, 146, 147, 159 y n. 29, 161, 168,
visto sometida la historia de E u r o p a , en la mayoría de los ca- Agincourt, batalla de, 122 170, 171, 250
Ahmed, Feroz, 400, n. 47 Alsacia, 95, 244
sos sólo se ha a r a ñ a d o h a s t a a h o r a la superficie de vastas zo- Aix, 85, 95 Althusser, 13 y n. 9, 238, n. 1, 478,
n a s y períodos 2 1 S . Pero u n a lección de procedimiento está ab- Akamatsu, P., 463, n. 33, 473, n. 53 n. 4, 480, n. 9
s o l u t a m e n t e clara: la evolución de Asia n o p u e d e reducirse en Akbar, Shah, 532, 536 Amarillo, río, 538
Alá 514 Amberes, 56, 67, 251
m o d o alguno a u n a categoría residual u n i f o r m e , construida con América, 102, 415, 431, 552, 554, 557
Alba, duque de, 44, 47, 70 y n. 21,
los s o b r a n t e s del establecimiento de los cánones de la evolu- 127 Americanos, 44, 67, 73, 79, 102, 302,
ción europea. Toda exploración teórica seria del c a m p o histó- Albania, 399, 404, n. 54 383, 413, 470, 472
rico situado f u e r a de la E u r o p a feudal debe t e r m i n a r con las Albaneses, 25 Américas, las, 56, 57, 63, 64, 66, 68-
Alberto IV de Bavaria, 255 70, 72, 73
comparaciones tradicionales y genéricas y p r o c e d e r a la cons- Amerindias, sociedades, 431
Alberti, León Bautista, 149
trucción de u n a tipología concreta y exacta de las formaciones Albertina, dinastía, 259, 260 Amsterdam, 100
sociales y los sistemas estatales, r e s p e t a n d o sus e n o r m e s dife- Alcántara, orden de, 58 Amur, 364
rencias de e s t r u c t u r a y desarrollo. Unicamente en la noche de Alemanes, 78, 94, 125, 127, 133, 149, An, Lu-Shan, 542
n. 12, 153, n. 21, 159, n. 29, 163, Ana de Austria, 49, n. 13
n u e s t r a ignorancia a d q u i e r e n el m i s m o color todas las f o r m a s 174, 215, 219, 244, 248, 265, 286, 293, Ana de Rusia, 350
extrañas. 298, 305, 312, 316, 328, 333, n. 40, Anagni, 142, 144
334, 342, 392, 443 Anatolia, 370-373, 375, 377, 378, 384-
Alemania, 5, 21 y n. 18, 23, 25, 40, 41, 386, 389, 390 y n. 30, 392, 393, 396
44, 52, 56, 63, 65, 73, 74, 94, 101, y n. 40, 398, 501, 515, 528
102, 111, 121, 146, 169, 177, 178, 184 Andalucía, 26, 63, 68, 320, 518, 522
y n. 15, 185-187, 190, n. 26, 196, 198, Andersson, Ingvar, 178, n. 8
199, 202-204, 222, 223, 238-241, 247- Angevinos, 26, 27, 110, 111, 129, 146
253 y notas 17 y 18, 255, 256, n. 19, y n. 10, 147
215 257 y n. 20, 258, 259 y n. 22, 260 Anglo-normandos, 23, 129, 133
Twitchett compara el actual estado de la investigación sobre la
China Tang y Sung con el estadio alcanzado por la historiografía medieval y n. 23, 261, 262 y notas 24 y 25, Anglo-sajones, 32, 110
inglesa en tiempos de Seebohm y del primer Vinogradoff: Land tenure 263-265, 267, n. 30, 268-271, n. 37, Angoumois, 95
and the social order, p. 32. 272, 273, 275-277 y n. 45, 278 y n. 48, Angus, casa de, 135

Í S . F . D . 1 / T Mfl««M>
570 Indice de nombres Indice de nombres 571

Anhwei, 544 Asociación de Príncipes, 272 Balcanes, 195, 216, 298, 370, 373, 375, 478 y n. 28, 488, n. 29, 491, 492, 494,
Anjou, 84 Asti, 149, n. 13 380-383, 387, 388, 394, 3%, n. 40, 535
Anjou, Enrique de, 290 Aston, T„ 25, 136, n. 25, 139, n. 38 397, 398, 400, 401, 403, 404 y n. 54, Bernini, Gianlorenzo, 153
Ankara, '373 Astracán, 201, 211, 212, 216, 337 410, 499, 531, 534 Besaravia, 353
Annekov, 415 Atlántico, 56, 64, 114, 413, 422, 519, Báltico, 175, 177, 184-187, 189, 190, Bethlen, Gabor, 230, 322
Anquetil-Duperron, Abrahan Hya- 520 199, 201, 202, 213, 216, 238, 241, 242, Betts, R. R., 313, n. 14
cinthe, 480, n. 9 Aubin, Hermann, 223 n. 3 249, 251, 255, 284-286, 289, 292-295, Beuth, 278
Anteo, 435 Auersperg, familia, 313 304, 339, 349 Bielorrusia, 212, 216
«Anticristo», 144 Auerstadt, 353 Báltico, guerra del 177, 243, 312 Bielorrusos, 284, 289
Antillas, las, 35, 107, 108 Augsburgo, 16, 35, 249, 252, 253, n. 16 Banato, 215, 235, 324, 394 Billington, J. H„ 202, n. 6
Antigüedad, 19 y n. 14, 20, 21, n. 17, Augsburgo, Liga de, 247 Baner, 199 Bindoff, S. T., 116, n. 6
147 y n. 11, 148 y n. 11, 149-155, Augusto II de Polonia, 190, 262 , 298, Barbaro, Ermolao, 33, n. 39 Bismarck, 276, 279-281
165, 412, n. 12, 419, 420, 428, 431, 299 Barbarroja, 146 Bizancio, bizantino, 27, 142, 201, 291,
433, 435, 437442, 478 , 481, 493, 501, Augusto III de Polonia, 300 y n. 28 Barcelona, 50, 59, 65, 77 371, 372, 384, 412, 430, n. 30, 502,
502, 507, n. 67, 517, n. 91, 518, 526, Aumale, duque de, 89 Bardi, 16 n. 57, 512, 524
n. 113, 529, 549, 567, n. 214. Aurangzeberg, emperador, 409, 531, Barkan, Omer Lufti, 373, n. 5 , 384,
Antioquía, 27 Blanco, mar, 35
n. 118 n. 24 Blenheim, batalla de, 102, 258, 323
Antonina, dinastía, 430 Australasia, 431 Barraclough, G., 144, n. 5, 145, n. 6, Bloch, Marc, 52, n. 17, 223, n. 2,
Apelles, 149 Australia, 57 239, n. 2 238, 424, n. 28
Apeninos, 160 Austria, 17, 27, 50, 52, 74, 100-102, Bashkir, rebelión, 349 Bluche, Francois, 234, n. 14, 235,
Apulia, 143, 144 170-172, 198, 214-216, 219, 229, 230, Bashkiria, 212 n. 15, 271, n. 36, 234, n. 25
Aqueménida, dinastía, 517, n. 89 235, 236, 243, 255, 256, 259, 262, 264 Basilea, 305 Blum, Jerome, 220, 221, n. 38, 319,
Aquiles, 165 y n. 26, 269, 271, 272, 275, 278, 280, Basilio III de Rusia, 337
281, 290, 295, 300, 301, 304-334, 363, n. 21, 328, n. 31, 329, n. 34
Arabia, 412, 488, 490, 512, 513, 517 y Basora, 377, 517, 518 Boeskay, 230, 322
n. 90, 529, 530, 553 389, 390, 393, 398, 400 Báthory, Esteban, 291, 292
Austríacos, 25, 73, 199, 202, 207, 214, Bodde. D„ 562, n. 201, 563, n. 201
Arabes, 143, 370, 376, n. 13, 377, 396, Baugh, Daniel, 132, n. 29 Bodin, Jean, 25 y n. 24, 31, 44, 45
435, 512-518, 524 y notas 106 y 108, 220, 270, 295, 304-334, 353, 354, 368, Baviera, 34, 48, 178, 255-258, 260, 261,
387 y n. 10, 46, 112, n. 3, 165, n. 42,
525 y notas 109 y 110, 526, notas 263, 264, 272, 276, 323, 326 408, 476, 478, 487, n. 28, 507, n. 67
112 y 113, 527, 529, 530 y n. 116, Austroprusiana, guerra, 281 Bávaro, 268, 316 Boehme, Helmut, 278, n. 48
531-533, 542, 566 Austro-turca, guerra, 196, 198 Bayaceto, 373
Aragón, 45, 57, 59 y n. 3, 60 y n. 5, Avignon, 142, 147 Bohemia, 27, 49, 53, n. 17, 74, 196,
Baybars, 528, 532 212, 214-216, 219, 222, 229, 230, 236,
61, 62 y n. 7, 64, 66, 71, 72 y n. 23, Avrej, A. Ya., 13, n. 9, 338, n. 6, 355, Bayle, 477
75, 78, 79, 170, n. 53, 297, n. 22, 320 n. 32 n. 17, 239, 241, 254-256 , 268 , 269,
Béarn, 88 311-313 y n. 13, 314, 316, 318-320,
Aranda, 51, 80 Avrich, Paul, 341, n. 11, 349, n. 24, Beasley, W. G„ 471, n. 50
Argel, 374 322-326 y n. 28, 328-331
352, n. 27 Bedmar, 73
Argelia, 417, n. 19 Bolcheviques, 359, 368
Ayalon, D„ 531, n. 117 Beduinos, 512, 515, 516, n. 88, 527,
Argyl, casa de, 135 Aygoberry, Pierre, 279, n. 50 Bolivia, 69
529, 530 Bolonia, 18, 86
Aristóteles, 477 y n. 3 Ayliner, G., 139, n. 39 Bélgica, 53, 258, 259, 315, 326
Aristotelismo, 483 Ayubí, dinastía, 528, 533 Boloñeses, 25
Belgorod, línea, 346
Arizona (hopi), 502, n. 57 Azerbaiján, 355 Belgrado, 315, 373, 388, 394 Bolotnikov, 211, 231, 341 y n. 11, 352,
Armada Invencible, 71, 74, 128, 132 Beloff, M., 216, n. 30 n. 27
y n. 28 Benaerts, Pierre, 278, n. 47 Bombay, 480, n. 9
Armenia, 355 Babilonia, 502, n. 57 Benevento, batalla de, 146 Bonete Jóvenes, partido de los, 191
Armenios, 286, 386, 522, 534 Babur, 531 Bengala, 534 Borbones, dinastía, 34, 35, 44, 65,
Arslan, Alp, 371 Bacon, E., 530, n. 116 Benjamín, Walter, 253, n. 16 n. 11, 74, 78-80, 87, 90, 95, 102, 103,
Artois 27, 97, 100 Bacon, Francis, 31 y n. 34, 128, 408, Bergen, 249 105, 108, 441, 477
Asamblea de Estados (Suecia), 174, 476, 487, n. 28 Bergéres, M. G., 564, n. 207 Borgia, César, 166, 167
177 Bactria, 370 Bergeyck, 79, n. 34 Borgoña, 33, n. 38, 87, 89, 115
Asamblea de 1848 (Austria), 329 Bach, 330 Bergslagen, 183 Borgoña, casa de, 81, 308
Asamblea de la tierra (véase Zems- Baer, G., 521, n. 100, 534, n. 124 Bérier, 409 Borgoñés, 27, 62, 82, 84, 115, 127,
ky Sobor) Bagdad, 371, 377, 519 y n. 94, 525, Berlín, 198, 200, 214, 235, 239, 262, 269, 307, 308
Ashikaga, dinastía, 450, 451, 454, 463 527, 532, 534 272-275, 278, 279, 333, n. 40, 484 Bósforo, 371, 373
Asia, 70, 201, 205, 364, 370-372, 384, Bahrein, 526 y n. 113. Bernard, J., 149, n. 13 Bosnia, 310, 334, 373, 376, n. 12, 381,
389, 408410, 415, 426, 476-568 Balash, Iván, 211 Bernier, Fran?ois, 374, n. 7, 410 y 399, 400
Asiáticos, 411, 435, 476-568 Balazs, E., 541, n. 145, 562, n. 200 n. 7, 476, 478, 480, n. 9, 482, n. 11, Boswell, B., 289, n. 16
570 Indice de nombres Indice de nombres 573

Boswoeth, campos de, 115, 135 Calais, 125 Carsten, F. L„ 199, n. 4, 203, n. 8, Comisariado de Guerra (Prusia), 219
Bourges, 89 Calatrava, orden de, 58 205, n. 10, 219, n. 36, 241, n. 4, 243, Comuna de Pisa, 40
Boutruche, Robert, 420, n. 21, 424, Caldirán, batalla de, 531 n. 6, 244, n. 7, 245, n. 8, 246, n. 9, College of Heralds, 124
n. 28 Calonne, 109 247, n. 10, 254, n. 18, 256, n. 19, Comnenos, 384
Bowen, H„ 374, n. 8, 378, n. 16, 379, Calvinismo, 88, 241, 256, 310, 321, 322 257, n. 20, 260, n. 23, 262, notas 24 Comuneros, 34, n. 40, 62, 63
n. 17, 386, n. 28, 395, n. 38, 397, Cámara de los Comunes, 112, 124, y 25, 272, n. 38 Concordato de Bolonia, 86
n. 41, 532, n. 119 126 Carr, Raymond, 80, n. 37 Condé, 44, 89
Boxer, rebelión, 557 Cámara de la Guerra y los Domi- Casa de la Guerra, 386-388 Confederación de Bar, 301
Brandemburgo, 178, 187, 199, 200-203 nios, 219 Casimiro III de Polonia, 283 Confucianismo, 543, 566
y n. 8, 211, 213, 216, 229, 230, 238- Cámara estrellada, 23, n. 20 Casimiro IV de Polonia, 285 Confucio, 235, n. 16
245, 247, 255, 256, 258, 259. 261-264, Camisards, 25, 99 Caspio, 212, 529 Congreso de Viena, 353
n. 26, 265, n. 27, 266, 269, 270, Camphausen, 278 Castilla, 17, 26, 41, 43, 48, 57-61 y Consejo de los Dieciséis, 89, n. 10
273, n. 39, 276, 289, 293, 295 Canadá, 108 n. 6, 62 y n. 7, 63 y notas 8 y 9, Constable, Archibald, 410
Brasil, 77 Canal de la Mancha, 67, 114 64, 66-73, 75, 76 y n. 30, 77, 79 y Constantinopla, 201, 373 y n. 6, 375,
Bratislava, 322 Cancillería, 23, n. 20 n. 35, 113, 114, 183, 320 383, n. 21, 520, 529, 534
Braudel, 566, n. 213 Canmore, dinastía, 133 Castilla-León, 58 Constitución de Alemania del Nor-
Brecht Bertolt, 253, n. 16 Cantabria, 58 Castilla, segunda guerra civil de, te (1867), 280 y n. 51
Breda, batalla de, 74 Cantor, N., 23, n. 20 17 Constitución de Radom, 285
Breisach, 74 Capeto, dinastía, 81-83, 442 Catalana, rebelión, 76, notas 29 y 30, Constitución de Melfi, 143
Breitenfeld, batalla de, 184, n. 15, Caprariis, Vittorio de, 171, n. 54 77, 230 Constitución Imperial alemana, 280
186 Capua, leyes de, 143 Catalina I Je Rusia, 350 y n. 52
Breisgau, 305, 307 Cardenal Infante, 74 Catalina II de Rusia, 232, 234, 235, Constitución prusiana, 279
Bremen, 186, 190 Caribe, 108 n. 15, 236, 301, 350-352, 507, n. 67 Consulado, 353
Breslau, 269, 323 Carintia, 318, 328 Catalina de Médicis, 87 Contrarreforma, 53, 169, 175, 255,
Bretaña, 75, 84, 89, 98, 99, n. 25, 100, Carlos V (I de España), 27, 29, 51, Cataluña, 49, 59, n. 30, 60, 62, n. 7, 256, 263, 292, 296, 300, 305, 311, 313-
115, 121 62-66, 69, 70, 74, 117, 121, 252, 261, 64, 75-79, 89, 95, 190 315
Brienne, Loménie de, 109 374 Católica, Liga, 256, 316 Conversano, 49, n. 14
Bromley, J. J., 112, n. 3 Carlos II de España, El Hechizado, Catón, 554 Cook, M. A., 521, n. 100, 533, n. 122
Brujas, 249 78, 102 Cáucaso, 352, 355, 371, 374, 389 Cooper, J. P., 112, n. 3
Bruselas, 79, n. 34 Carlos VII de Francia, 82, 83, 85, Cecil, familia, 44 Copenhague, 187
Buckinham, duque de, 138, 139 115 Ceilán, 557 Copérnico, 289, 438
Bucquoy, familia, 313 Carlos VIII de Francia, 84, 87, 169 Celeste Imperio, 509 Corán, 519
Budismo, 447, 453, 541, 543 Carlos I de Inglaterra, 136, 138-140, Celtas, 493 , 500 Corea, 541, 543, 555
Buena Esperanza, cabo de, 480, n. 9 14| ( n . 41 Cerdeña, 53, 57, 171 Cortes castellanas, 48, 58, 60, 61, 63
Bug, río, 351, 394 Carlos II de Inglaterra, 103, n. 30 Ceresole, batalla de, 29 Cosacos, 177, 209-212, 231, 292, 294,
Buida, 516 Carlos VI de Prusia, 247, 268 Cevennes, 102 295, 341, 345, 349, 490, 393
Bujara, 529 Carlos IX de Suecia, 175-177 Cilicia, 373 Cósimo, Piero di, 149
Bula de Oro, 250 Carlos X de Suecia, 184, 187, 200, Cipolla, Cario, 16, n. 11, 67, n. 14, Coulborn, R., 423, n. 26
Bulavin, 211, 349 243, 295 131, n. 26, 156, notas 22 y 23, 157, Cracovia, 187, 200, 210, 285, n. 4, 295
Bulgaria, 373, 381, 397, 399, 400, 403, Carlos XI de Suecia, 182, 188, 189, n. 24 Craig, G., 275, n. 41, 455, n. 17, 458,
404 191 Circasia, 355 notas 22 y 23, 468, n. 43
Burdeos, 55, 85, 88, 96, 99, 105 Carlos XII de Suecia, 184, 186, n. 19, Circasianos, 209, 522 Crawcour, E. S., 461, n. 30, 468, n. 42
Burghley, 126 189, 190 y n. 25, 191, 202, 248, 262, Ciudad-Estado, 149, 150, 152 y n. 19, Creciente fértil, 529
Burke, 273 299, 349 153, 155, 156, 161, 249 Crécy, batalla de, 122
Bursa, 384 Carlos Alberto, duque, 268 Clarendon, 438 Creta, 150, n. 16, 393, 501, n. 55
Búyidas (o buidas), dinastía, 371, Carlos Felipe (hermano de Gusta- Clark, G N„ 28, n. 29, 133, n. 31 Crimea, 201 y n. 5, 209, 216, 236, 290,
Si 6 vo II), 177, 202 Clarke, A., 141, n. 41 339, 340, 346, 350, 351, 373, 393, 394
Carlos Manuel III, 170, 172 Clausewitz, 273, n. 39 Crimea, guerra de, 356
Carnático, 480, n. 9 Clemente VII, 117 Cristián II de Dinamarca, 173, 179,
Caffa, 373 Carolina, carolino, 79, 80, 138, 140 Cleves, 217, 241, 243-245, 247 251
Cahen, Claude, 371, n. 2, 419, n. 20, Carolingio/a, 58, n. 17, 255, 291, 422, Cockayne, proyecto de, 37 Cristiandad latina, 33
515, notas 85 y 86, 516, n. 87, 517, 439 Colbert, 32, 48, 54, 94, 98-100, 171, 367 Cristianismo, 284
n. 91, 519, n. 94, 522, n. 104, 525, Cárpatos, 322 Coleman, D. C„ 31, n. 34 Cristina de Suecia, 186 y n. 20, 187,
n. 109, 533, n. 122 Cartas aristocráticas, 185 Colonia, 101, 252, 253, 255 188, n. 23
Cairo, El, 526-528, 534 Cartas de Nobleza, 176, 234, 350-352 Colonial, imperio, 197 Croacia, 216, 310, n. 8, 333, 403
576 Indice de nombres
Indice de nombres 577
Estambul, 381, 384 y n. 24, 389-394, Feine, H. F„ 307, n. 4
399, 402, 403 Felipe II de España, 24, 45, 65-67, 69- Fronda, 49, 77, 78, 82, 95-97, 171, 230, Godihno, Victorino Magalhaes, 68,
Estatuto Hidráulico, 508 72, n. 23, 74 477 n. 19
Estatuto de Piotrkow, 285 Felipe III de España, 72 «Fronteras militares», 310 Godoy, 48, 80
Esterhazy, familia, 332 Felipe IV dt Fspaña, 73, 74, 76, 79 Frost, P„ 470, n. 49, 473, n. 52 Godunov, Boris, 340 y n. 10, 341
Estiria, 311, 314, 315, 318, 328 Fuentes, 73 Goitein, S. D., 516, n. 88, 520, n. 97,
Felipe el Hermoso, 142
Estocolmo, 174, 185, 200, 249 Fuggers, 37, 250, 252 525, n. 111, 527, n. 114, 528, n. 115,
Fernando I de Austria, 258, 308, 3f¡5
Estonia, 175, 198, 201, 349 Fujiwara, dinastía, 448 532, n. 120
Fernando II de Austria, 125, 241, Fukien, 551
Estrasburgo, 101 Goldsmith, Raymond, 362, n. 46
256, 311-312 y n. 10, 314-315 Golitsyn, 350, n. 26
Estuardo, 23, n. 20, 102, 133-135, 408 Fernando I de España, 17, 59-61 y
Etiopía, 422, 517, n. 90 Gondomar, 73
n. 6, 62
Etruscos, 501 y n. 55 Gabrieli, F., 524, n. 107 Goodwin, Albert, 51, n. 15, 80, n. 37,
Ficino, Marsilio, 149 104, notas 31 y 32, 227, n. 7, 265,
Eugene, 317 Fichte, 273 Gales, 25, 118
Eugenio de Saboya, 317, 326 Galeses, 25 n. 29, 268, n. 33, 289, n. 16, 313,
Filarete, 341, 342 n. 13
Eurasia, 424, 430, 568 Galicia, 63
Filiberto Manuel, duque, 170, 171 y Goritzia, 308
Europa, 1-3, 5, 10, 11, 15, n. 10, 16- Galitzia, 210, 212, 301, 328
24, 25 y n. 23, 27-33, n. 39, 34, 39 n. 54 Gorski, K„ 287, n. 10
Galileo, 153, 438, n. 37, 563
y n. 2, 40, 41 y n. 5, 43, n. 6, 50, Filipinas, 70, 552, 554 Gallípolis, 373 Goubert, Pierre, 32, n. 36, 97, n. 21,
53-60, 62-70, 74, 78, 87, 91, 103, 104, Finlandia, 180, n. 14, 181, 353, 364 Gamayunov, L. S., 417, n. 17 98, notas 22, 23 y 24, 100, n. 26,
110-113, 119, 121, 128, 129, 136, 142, Finlandia, golfo de, 175, 177, 349 Ganges, 481 102, n. 29
155, 156, 166, 168, 171-173, 174, n. 2, Flandes, flamencos, 27, 57, 58, 62, Gaos, José, 482, n. 12 Graham, Gerald, 36, n. 41, 153, n. 21
177-184, 189, 195, 199, 204, 206, 212, 64, 70 y notas 21 y 22, 71, 73-75, 78, Gapón, 366 Gramsci, Antonio, 153, n. 21, 169 y
214, 222-231, 233-238, 249, 257, 263, 89, 100, 102, 113, 127, 149, n. 12, Garrett Mattingly, 33, n. 39, 132, n. 52, 367, n. 53, 368
268-272, 275, 282-290, 292, 298, 300, 249-251, 490 Granada, 57, 61
n. 28
303-309, 311, 315, 328, 330-335, 342, Fleury, 51, 104, 108 Gran Bretaña, 29, 190, n. 26, 270, 275,
Florencia, 16, 144, 146, 154, 156, n. 22, Gascuña, 88
349-355, 358, 360, 361, 370, 381-391, 276, 398, 503
393, 395, 397-402 y n. 48, 403419, 157, 158 y n. 26, 160 y n. 30, 161, Gattinara, Mercurino, 64
Gran Canal (China), 550
421, n. 22, 423443, 448, 451, 452, 167, 253 Gaznauí, dinastía, 522
Gran Elector de Brandemburgo,
467470, 476481, 488, 497, 498, 500, Gedymin, de Lituania, 284, 288, n. 11
Focea, 150, n. 16 213, 230
507, n. 67, 510, n. 73, 512, 519-521, Geer, Louis de, 183
Forez, condado de, 52, n. 17 Gran Mogol, 417
n. 101, 525, n. 111, 527, 529, 533, Genghis, dinastía, 412
Forth, 113 Grande Armée, 353
n. 122, 547, 557, 560-563, 567, 568 Gengis Kan, 531 Gravensend, 115
Fostat, 518 Génova, 16, 149, n. 13, 150, n. 16, 156,
Extremadura, 63, 78 Fowler, K„ 115, n. 5 Graz, 310, 311
158, 160, 253, 384
Francés, 4, 25, 28, 40, 47, 78, 144-146, Grecia, 373, 397, 400, 404, 420, 501
Genoveses, 35, 59, 87
158, 184, 235, 243, 248, 254, 265, 272, Grenoble, 85
Georgia, 352, 522 y n. 105
Falls, C., 130, n. 25 280, 346, n. 17, 353, 399, 443, 472, Grenzers, 310 y n. 8
Georgianos, 522 Griegos, 152, 477, 433, 534
Falún (Kopparberg), 183 480, n. 9 Gernet, J„ 541, n. 146, 543, n. 151,
Farnesio, 127 Francia, 9, 17, 23, 27, 29, 30 y n. 33, Grocio, Hugo, 438
547, n. 161, 548, notas 165 y 166, Grünewald, batalla de, 284
Fatimita, dinastía, 371, 522, 526-528 31-33, n. 38, 34 y n. 40, 35, 39, n. 2, 549, n. 166, 551, n. 172, 552, n. 174,
Federico I, 146, 247, 266 41-44, 49 y n. 14, 50-52, n. 17, 53, 54, Guadalajara, 73
555, n. 181, 556, n. 183, 557, n. 184, Guadarrama, 353
Federico II, 48, 142, 143, 146, 159, 56, 65, 71, 74-79, 81-111, 113-115, 117, 564, n. 208
214, 234 y n. 14, 235 y n. 15, 236, 119-122, 124, n. 17, 128, 129, 134, 137, Güelfos, 144, 146, 159
Ghuzzi, 530 Guerra austro-prusiana, 281
249, 265, 268-272 138, 162, 163 y n. 36, 164, 169 y
Federico V, 254 n. 52, 170-172, 185, 187, 190, n. 26, Gibb, H. A. R., 374, n. 8, 378, n. 16, Guerra austro-turca, 196, 198
Federico de Meissen, 259 191, 197, n. 2, 200, 207, 214, 242, 379, n. 17, 386, n. 28, 395, n. 38, Guerra civil (Inglaterra), 48, 123, 141
Federico Guillermo I (El Gran 244, 247, 259, 268-270, 273, 276, 278 397, n. 41, 532, n. 119 Guerras civiles (Francia), 87
Elector), 181, 199, 203, 217, 219, y n. 48, 279, 300, 323, 330, 356, 361, Gibelinos, 144-146 Guerras comerciales anglo-holande-
231, 242-249, 264-268 398, 408, 409, 412, 455, 468, 477, 478, Gierowski, J., 298, n. 25, 299, n. 27 sas, 54
Federico Guillermo I (El Rey Sar- n. 4 Gieysztor, A., 285, n. 3 Guerra chino-japonesa, 557
gento), 172, n. 55, 226, 227 y n. 7, Gieysztorova, I., 296, n. 21 Guerra de la independencia ameri-
Francisco I, 25, 86, 119, 125, 174, n. 2
231, 247, 248, 262, 264, 266-268 Francisco II, 353, n. 29 Gillis, John, 277, n. 43 cana, 108
Federico Guillermo IV, 279 Francfort, 252, 279 Glosadores, escuela, 18 Guerra de los Cien Años, 17, 82, 84,
Fedosov, L. A., 345, n. 16, 348, n. 23, Franco-Condado, 57, 63, 78, 100, 308 Gneisenau, 273, 274 85, 110, 113, 115 y n. 5
355, n. 32 Francos, caballeros, 527 Goblot, H., 517, n. 89 Guerra del Norte, gran, 189, 190,
Fehrbellin, batalla de, 244 Franco-holandesa, guerra, 244 Godelier, Maurice, 501, n. 56, 502, 200, 248, 262, 299, 349
n. 56, 510, n. 73 Guerra de los Ochenta Años, 70
570 Indice de nombres Indice de nombres 579
Guerra de los Siete Años, 54 y n. 19, Han, dinastía, 538, 539 Holanda, 20, 29, 32, 43, 51, 53, 54, n. 27, 390, notas 31 y 32, 392, n. 34,
108, 236, n. 17, 270, 272, 324 Hanley, S. B„ 463, n. 32 56, 70, 72, 73, 100-103, 187, 197, 242, 393, n. 36, 400, n. 46
Guerra de los Trece Años (austro- Hannóver, 272, 273, 276 251, 353 Incas, 502, n. 57
turca), 196, n. 1, 322, 389 Hanseática, Liga, 179, 239, 249-251 India, 108, 374, n. 7, 409, 411, 416,
Guerra de los Trece Años (pruso- Hansemann, 278 Holandés, 25, 32, 69, 73, 74, 77, 78,
101, 158, 248, 251, 265, 293, 295, 392 417 y n. 19, 418, 435, 476, 480, n. 9,
polaca), 284, 285 Hardenberg, 273-276, 356 482-490, n. 32, 491-495, n. 45, 497,
Guerra de los Trece Años (ruso- Harrington, 408, 476, 477, 487, n. 28 Holandesa, revolución, 103
Holborn, H„ 249, notas 12 y 13, 251, 498, 500, 502 y n. 56, 503 y n. 58,
polaca), 345, 346 Harris, G. L., 118, n. 10 504, 505 y notas 63 y 64, 506, n. 65,
Guerra de los Treinta Años, 53 y Hartung, Fritz, 45, n. 9 n. 15, 254, n. 17, 259, n. 22, 267,
n. 30, 271, n. 37 507, 508, 510, n. 37, 511, 525, n. 111,
n. 17, 74, 75, 77, 137, n. 36, 140 y Hartwell, R„ 547, n. 160 527, 529, 531, 532, n. 119, 533-535,
n. 40, 177, 184, 186, 198, 204, 206, Harwich, 115 Holdsworth, W., 24, n. 10, 119, n. 11
Holmes, G. A., 111, n. 2 notas 127-129, 536 y n. 130, 537 y
211, 215, 219, 230, 241, 242, 246, 254, Hastings, 115 n. 133, 557, 558
256-258, 261, 264, 265, 310-313, 318, Hatton, R. M., 186, n. 20 Hopei, 551
Indias, las, 64, 66, 70
319, 342 Haugwitz, canciller, 324 Hopi, dinastía, 502, n. 57
Indias occidentales, 100, 108
Guerra franco-prusiana, 280 Hawai, 502 y n. 57 Ho, Ping-Ti, 551, n. 171, 554, n. 180,
Indico, océano, 108, 392, 519, 533
Guerra ruso-japonesa, 474, n. 56 Hawkins, 131 559, n. 194, 564, notas 205 y 206, Indios, 73
Guicciardini, Francesco, 149 Hazeltine, H. D., 19, n. 13 566, n. 212
Guillermina, dinastía, 132, n. 30, 367 Horacio, 149 Indonesia, 511, 533, 535
Hecksher, E„ 31 y n. 34, 178, n. 8 Indostán, 374, n. 7, 480, n. 9, 482,
Guillermo III de Inglaterra, 101 Hegel, G. W. F„ 410, 482-484, 487 y Horda de Oro, 201
Guisa, casa de, 44, 47, 87, 89, 134 Hospodares, 402 n. 11, 488 y n. 29, 489
n. 28, 492, 495 y n. 45, 504 y n. 62, Inglaterra, 4, 9, 12, 17, 23 y n. 20,
Gustavo I (Vasa), 173, 174 y n. 2, 508 Hudson, bahía de, 35
Hugonotes, 35, 87, 88, 90, 99, 102, 25-27, 31, 32, 34, 35, 41, 42, 43 y n. 8,
179, 181 y n. 12, 182, 251 Hégira, la, 513, 514 44, 48-52, n. 17, 53, 54, 56, 68, 71,
Gustavo II (Adolfo), 24 y n. 22, 176, Hejaz, 373, 512, 517, n. 90, 527 235, 246, 265
Humboldt, 274 72, 79, 102, 103 y n. 30, 108 y n. 36,
177 y n. 5, 178 y n. 7, 179 y notas Hellie, R. H„ 206, n. 13, 336, n. 3,
Hunan, 551 110-141, 169, n. 52, 191, 251, 259, 270,
9 y 10, 180 y n. 11, 183, 184 y n. 15, 338, n. 5, 339, n. 8, 343, notas 13 y
Hung-wu, 551 281, 356, 398, 399, 408, 412, 416, 422,
190, n. 26, 199 y n. 4, 241, 242 14, 344, n. 15, 346, notas 17 y 18, 443, 472, 480, n. 9, 489, 490, 492,
Gustavo III, 185, 191 348, n. 22, 349, n. 24 Húngaros, 25, 198, 234, 287, n. 10,
500, 503, 536, n. 130, 538, 556, 557
Guyena, 88, 95, 100, 115 Henderson, D. F., 466, n. 39 305, 313, 315, 320, y n. 22, 323, 355,
Henriciani Articuli, 290, 291 y n. 17 408 Inglés, ingleses, 25, 37, 52, n. 16, 69,
Herzegovina, 334 73, 78, 82-84, 101, 158, 392
Hungría, 27, 196, 207, 214-216, 229,
Hesse, 276 Ingolstadt, 256
Habib, Irfan, 505, n. 63, 518, n. 93, 230, 290, 308-311, 315, 316, 320 y
n. 22, 321, 322, 324, 326-331, notas Ingria, 177, 190, 202, 295, 349
535, notas 127, 128 y 129, 536, Hexter, J. H„ 44, n. 8
37 y 38, 332-334, 368, 373, 394, 404, Inocencio IV, papa, 144
n. 131, 537, notas 133 y 134 Hideyoshi, Toyotomi, 453 y n. 15,
Innsbruck, 307, 308
Habsburgo, dinastía, 27, 34, 37, 53, 454, 455 y n. 17, 465 507, n. 67
Inquisición, 62
55-57, 63-65, n. 11, 66, n. 13, 67 y Highlands, 134 Huntley, casa de, 135
Hilalíes, dinastía, 515, 527 Hurstfield, Joel, 119, n. 12 Investiduras, conflicto de las, 144
n. 15, 70, 71, 73 y n. 25, 74, 75, Irak, 374, 376, n. 13, 517 y n. 89, 518,
77, 78, n. 33, 79, 87, 121, 169, 178, Hill, Christopher, 12, 13, n. 8, 15, Husita, 205, 239, 259, 311
522, 524, 526-529
196, 198, 199, 204-206, 214, 215, 220 n. 10, 17, 137, n. 36
Irán, 517, n. 89, 525, n. 109, 529
y n. 37, 229, 234, 336, n. 17, 247, 256, Hilton, Rodney, 15, n. 10
Irlanda, 128 y n. 23, 129, 130 y n. 25,
261, 268-270, 275, 290, 292, 301, 304- Hindúes, 534, 536, 537, n. 133, 538 Ibérico/a, 57, 59, 64, 71, 74 133, 134, 136, 139 y n. 38, 141 y
311, 312, 314-331, n. 36, 332 y n. 39, Hintze, Otto, 41, n. 5, 132, n. 30, 213, Ieyasu, Tokugawa, 453-455, n. 18, n. 41, 502
333, n. 41, 387, 394, 402, 441 214 n. 24, 265, n. 28, 421, n. 22, 457, 458 y n. 23 Irlandés, 25, 78, 129, 133, 141 y n. 41,
Hakata, 452 429, 430 y n. 30, 439, n. 39 Iglesia anglicana, 126, 140
Halecki, O., 283, n. 2 Hititas, 501 313
Iglesia católica (romana), 23, 39, 40, Irnevio, 18
Hall, J. W„ 448, n. 3, 449, n. 5, 450, Hitti, P. K., 526, n. 112 42, 60, 89, 104, 117, 118 y n. 11, 122 Isabel I de España, 17, 34, 57, 59-61,
n. 9, 451, n. 10, 452, n. 12, 453, Hobbes, 477
n. 15, 457, n. 21, 460, n. 27, 461, y n. 13, 126, 135, 136, 138, 139, 182, n. 6
Hobsbawn, E. J„ 136, n. 35 187, 204, 252, 255-257, 261, 294, 300, Isabel I de Inglaterra, 34, 123, 125,
n. 28, 464, n. 35, 466, n. 38, 468,
Hohenstaufen, dinastía, 143-146, 159, 310, 312, 315, 316, 516 127
n. 42, 470, n. 46
162, 412 Iglesia ortodoxa, 294, 301
Hamburgo, 252, 273 Isabel de Rusia, 350
Hamdaníes, dinastía, 521 Hohenzollern, dinastía, 181, n. 12, Ilustración, 35, 51, 53, 105, 108, 211, Isfahan, 520, 534
Hamerow, Theodore, 274, n. 40, 277, 199-200, 203, 205, 213, 217, 228, 230, 234, 300, 325, 331, 350, 402, 410, 423, Isla de Francia, 75, 81, 88
239 y n. 1, 240-247, 249. 258, 259, 424, 440, 476-478, 482, 487 Islam, Casa del, islámico, 351, 370-
n. 44, 279, n. 49 261, 263-265, n. 28, 268-273, 276, 278- Inalcik, Halil, 374, n. 8, 375, n. 12, 404, 407, 417, 418, 430 y n. 30, 434,
Hamid, 401, 404, n. 54 280, 293, 301, 318, 323 377, n. 14, 380, n. 19, 381, n. 20, 435, 437, 498, 499-517, n. 91, 518-538,
Hamilton, casa de, 135 Hohenzollern, duque Alberto de, 240 383, n. 21, 384, notas 23 y 25, 386, 548, 562, 566, 567 y n. 214, 568
Indice de nombres 577
580 Indice de nombres
Kosciuzsko, 302 Leszcynski, Estanislao, 299, 300
Ismailita, 526 Joüon des Longrais, 424, n. 28, 448, Kosovo, 373 Le Tellier, 98
Italia, 18, 19, 29, 32, 39 n. 2, 40, 41, 452, notas 11 y 12 Kossman, Ernest, 13 y n. 15, 96, Leuthen, batalla de, 54
49, 50, 52, 53, 56, 59, 61, 64, 65, 71, Jóvenes turcos, 400 y n. 47. 401 n. 20, 112, n. 13 Levante, el, 38, 383, 422, 527, 528
75, 77, 78, 87, 88, 102 111, 120, 121, Juan III de Suecia, 174, 175 Kossutth, 329 Levy, J. P., 20, notas 15 y 16
142-172, 249, 252, 253 y n. 16, 353, Juan Alberto de Polonia, 285 Kovalevsky, M., 416 y n. 16, 417 y Levy, R., 513, n. 80, 522, n. 104
398, 435, 490, 501 Juan Casimiro de Polonia, 295, 298 notas 17 y 19, 418 Lewes, 115
Italianos, 21, notas 17 y 18, 25, 28, Juan José de Austria, 78 Kracke, E„ 547, n. 163 Lewis, Bernard, 385, n. 26, 399, 512,
70, 75, n. 28, 78, 125, 127, 142, 172, Ju-Chen, nómadas churches: 548 Kristeller, P. O., 153, n. 20 n. 75, 513, n. 77, 518, n. 92, 524, no-
252, 253, 313, 316, 443, 522, 527, 557, Judíos, 61, 286, 386, 534 Kufa, 518 tas 106 y 108, 525, n. 110, 526, n. 113
561 Julio II, Papa, 160 Kula, Witold, 286, n. 7 Lewis, M., 131, n. 26
Itzkowitz, N., 375, n. 10, 394 Justiniano, 18 Kunesdorf, batalla de, 54 Lewis, P. S., 83, n. 1, 86
Iván III de Rusia, 201, 205, 336, 337 Justices of the Peace: 135, 139, 266 Kunkell, Wolfgang, 21, n. 18 Ley Agraria de Septiembre de 1848
Iván IV de Rusia, 175, 201 y n. 5, Kurdos, 532 (Austria), 329
215, 216, 230, 231, 292, 338 y n. 4, Kusano, 545, n. 154 Líbano, 422
339, 340, 352 Kaga, 452 Kweichow, 556 Liberales Nacionales, 280
Kaifeng, 547 Kyoto, 448450, 455, 465, 470, 472474 Liga de Augsburgo, guerra de la,
Kairuán, 518, 527 54, 74, 101
Kamakura, Shogunato de, 449, 450 Liguria, 145
Jablonowski, H., 293, n. 18 Kamen, Henry, 79, n. 34 Labourdounais, 480, n. 9 Lionne, 98
Jacobeo, 135, 138 Kaminski, Al, 298, n. 25, 299, n. 27 Lambton, A., 532, n. 119 Lippay, 314
Jacobinismo, 170, n. 52, 302 Kansu, 556 La Meca, 512, 518, 524, 529 Lituania, 187, 283, 284, 288 y n. 12,
Jacobo I de Inglaterra, 133, 135, 139 Kanto, llanura de, 458 Lancasteriano, 115, 119, 121 289 y n. 13, 291, 293, n. 18, 297,
Jacobo II, 103, n. 30 Kantorowicz, E., 143, n. 2, 144, n. 4 Landes, David, 277, n. 45 n. 23, 298, 338, n. 4, 345
Jacobo VI, 135 Karelia, 177, 190, 202, 349 Landsknechten, 25 Lituanos, 216, 284, 289, n. 13, 295,
Jagellón, 175, 283, 284, 290, 291, 293, Kashgar, 485, n. 21 Lañe, F. C., 152, n. 19, 158, n. 25 342
308, 316 Kaunitz, canciller, 269, 270, 324 Languedoc, 75, 88 Liublinskaya, A. D., 91, n. 14
Jaldun, Ibn, 372, n. 4, 516, n. 88 Kazakos, 530 y n. 116 Larin, 363 Livet, G., 88, notas 7 y 8
Jansen, M., 466, n. 39, 468, n. 42 Kazán, 201 y n. 5, 216, 337 Lapidus, I. M., 521, notas 101 y 102, Livonia, 175, 177, 184, 188, n. 23, 189,
Jansenismo, 106 Kee, II Choi, 463, n. 32 534, n. 123 190, 202, 210, 216, 249, 284, 292, 295,
Japón, 277, n. 45, 362, 424 y n. 28, Keep, J. L. H., 231, n. 10, 342, n. 12, Lamer, J., 159, n. 28, 162, n. 33 298, 339, 349
425431, 433436, 438-440, 447476, 552, 347, n. 20 La Rochelle, 92, 114 Livonia, guerras de, 175, 177, 198,
553, 557 Kemp, T., 361, n. 44 Lattimore, Owen, 212, n. 23 201, 206, 216, 338, 339, 342
Japón, mar del, 452 Kerner, R., 312, n. 11, 313, n. 13, 318, Latvia, 190 Livonia, caballeros de (orden), 175
Japonés, 277, 438 n. 19 Laven, P., 156, n. 22 Lockwood, W. W., 276, n. 45, 461,
Jászi, O., 334, n. 42 Khevenhüller, familia, 311 Laúd, 48, 138 n. 30
«Jaula de los Principes», 393 Khoja, rebeliones de los, 485, n. 21 Laudun, 317 Loira, 88
Jeannin, Pierre, 177, n. 6, 184, n. 16, Kiangsú, 544, 553 Law, 37, 106 Lokkegaard, F., 512, n. 76, 513, n. 78,
187, n. 21 Kieniewicz, S., 285, notas 3 y 5 Leach, E., 536, n. 132 514, n. 81
Jelavich, C. y B„ 374, n. 9 Kiernan, Víctor, 25 Legnano, batalla de, 146 Lombard, M„ 519, n. 94
Jena, batalla de, 230, n. 9, 236, 272, Kiev, 201, 222, 226, 284, 291, 296, 345 Leicester, familia, Lombarda, Liga, 146, 147, 159
353, 356 Kildare, dinastía, 129, 130 Leinster, 130 Lombardía, 53, 142, 144, 145, 147, 149,
Jerusalén, 527, 528 Király, Bela, 320, n. 22, 331, n. 37 Leipzig, 252, 259 n. 12, 156, 159 y n. 29, 172, 250, 306,
Jesuítas, 106, 315, 452 Kinsale, 56 Lemosin, 89 315, 330
Jmelnitski, 210, 295 Kirguises, 530 Lenin, V. I., 357 y n. 34, 358 y notas Londres, 103, 108, 111, n. 1, 112, 116,
Jones, Richard, 484 y n. 20, 485 y Kliuchevsky, V. O., 215, 216, notas 37 y 38, 359, 362, 363, n. 49, 364, 121, 122, 136, 249, 399, 401, 426, 468,
n. 21, 486, 487 y n. 28, 500, 508 29 y 31 365, 368, n. 54, 467, n. 40, 474, n. 54 484, 488, n. 29
Jorasán, 521, 522, 524, 525, n. 109 Koebnen, R., 477, n. 2 Leopoldo I de Austria, 316, 322 López, R., 156, n. 22
Jordán, E„ 146, n. 10, 159, n. 27 Koenigsberg, 199, n. 4, 205, 230, 240, Leopoldo II de Austria, 327 «Lords of Articles», 135
Jordán, W. K., 125, n. 17 241, 244 Lepanto, batalla de, 70, 387 Lorena, 87, 89, 108, 313
Jorge Guillermo, Elector de Bran- Koenigsberger, H. G., 54, n. 18, 89, Lerma, 48, 72, 73, 183 Lough, J„ 107, n. 35
denburgo, 241 n. 10, 170, n. 53 Leslie, Alexandre, 140, n. 40 Louvois, 98
José II, 234, 235, n. 16, 236, 324-327 Konopczynski, L., 297, n. 22 Leslie, R. F., 286, n. 6, 287, n. 9, 301, Lowlands, 133, 134, 136
y n. 29 Konya, 371 n. 30 Lübeck, 173, 174, 179, 251
Josefina, dinastía, 235, n. 17, 275, Kóprülü, Mehmet, 393, 394 Lesnodarski, Boguslaw, 283, n. 14 Lublin, 289 y n. 13
326, 327 Koretsky, V. I., 340, n. 10
570 Indice de nombres Indice de nombres 583

Lubomirski, gran mariscal, 298 Mainz, 272 Maurer, 417 Mito. 472
Lucera, 143 Major, J. Russell, 83, n. 2, 84, n. 3, Mauricio de Sajonia, 108, 260 Mogol, dinastía, 372, 409, 511, 553
Lucerna, 307 85, n. 4, 86, notas 5 y 6 Mavrokordatos, Constantino, 402 Mogoles, 284, 411, 412, 490, 490, 500,
Luis I de Hungría, 283 Makovsky, D. I., 336, n. 2, 340, n. 9 Mawarannahr, 529, 531 y n. 118 517, n. 89, 521, 528-531 y n. 117, 532,
Luis II de Hungría, 308 Malaya, 511, 533 Maximiliano I de Austria, 17, 125, 537, 538
Luis XI de Francia, 17, 84, 86, 124, Malplaquet, 102 256, 258, 308 Mogolia, 368, n. 54, 412, 511, 529, 541,
174, n. 2 Malthus, 484 Maximiliano Manuel, duque, 256, 258 548, 555
Luis XII de Francia, 84, 85 Mamatey, V. S., 309, n. 5, 311, n. 9, Mayenne, duque de, 89 Mohac, batalla de, 308, 316, 321, 388
Luis XIII de Francia, 91, 137, n. 36 321, n. 23, 332, n. 39 Mazarino, 48, 77, 95-98, 101, 103 Moldava, 199
Luis XIV de Francia, 24, 32, 34, 37, Mameluca, dinastía, 502, n. 57, 522, Mazarinadas, 29 Moldavia, 210, 290, 373, 381, 394, 399,
48, 49, n. 13, 82, 97, 98 y notas 22- Mazepa, 349 402
528, 529, 531, 533
24, 99, 100, n. 27, 101 y n. 28, 102 y Mazovia, 288, 296, n. 21 Molho, A., 156, n. 22
Manchúes, 554
n. 29, 103 y n. 30, 104-106, 109, 187, Mecklenburgo, 241 Montaigne, 438
Manchuria, 368, n. 54, 541, 543, 559 Médicis, Cósimo, 160, n. 30
234, n. 14, 235, 254, 258, 298, 409 Mandel, Ernest, 411, n. 7, 510, n. 73 Montaña Blanca, batalla de, 74, 204,
Luis XVI de Francia, 109 Médicis, familia, 156, n. 22, 160, 167 230, 256, 312, 316
Manfredo de Italia, 144, 146 Medina, 512, 529
Luisiana, 35 Manifiesto Comunista: 10 Montaperti, batalla de, 144, 146
Lúkacs, Georg, 251, n. 14 Manila, batalla de, 54 Mediterráneo, 21, n. 17, 27, 56, 57, Montchrétien, 31
Lusacia, 261 Mantegna, Andrea, 149 59, 64, 69, 81, 97, 114, 150, n. 16, Monteccucoli, 317
Lusitana, 70 Mantran, R., 513, n. 77, 519, n. 94 161, 351, 384, 392, 493, 501, 518, 519, Montenegro, 400
Luteranismo, 173, 175, 241, 260, 261, Manzikert, batalla de, 371 527, 532, 533 Montesquieu, 13, n. 9, 48, 105, 273,
267, 310 Maquiavelo, 27 y n. 26, 149, 162, Mehmet II, 373, 384, 390, 396 300, n. 29, 303, 410, 411, 423, 478 y
Lützen, batalla de, 178, 184, n. 15. n. 34, 163, notas 35 y 36, 164-166, Mehmet, Alí, 399 n. 4, 479, 480, n. 9, 482, 484, 487
185, 186 n. 46, 167, n. 48, 168, n. 51, 407, Meiji, dinastía, 424, 426, 462, n. 32, y n. 28, 492, 507, n. 67, 508, 566,
Luxemburgo, 281, 308 438, 476, 477, 487, n. 28, 507, n. 67 464, n. 36, 474 y n. 54, 475 n. 213
Luxemburgueses, 27 Maravall, J. A., 63, notas 8 y 9 Melanesia, 502 Montferrat, 171
Luynes, duque de, 91 Marca, 144. 145, 239, 242, 245, 255, Memel, 177, 199, n. 4, 241 Montmorency, casa de, 44, 87
Lybyer, A. H., 375, n. 10 259 Mencheviques, 363 Montreal, batalla de, 54
Lynch, J., 64, n. 10, 66, n. 13, 67, Mercoeur, duque de, 89 Moravia, 199, 206, 308, 318, n. 19,
Marcus, G. J., 131, n. 27
n, 15, 72, n. 24, 73, n. 25, 78, n. 33 Marchfeld, batalla de, 305 Merrington, John, 15, n. 10 319, 328
Lyon, 89, 488, n. 29 Mardin, Serif, 398, n. 44 Merv, 525, n. 109 Morva, 347
Mari, 347 Mesopotamia, 371, 490, 501, 502, n. 57, Morea, 373, 394
Marib, 517, n. 90 516, 518, 528 Morelandt, W. H., 535, n. 129
María, reina de Inglaterra, 125 Mesta, 61 Morgarten, batalla de, 307
Maasen, 278 Moriscos, 32, 57, 59, 72, 235
Macartney, 332, n. 39 María Teresa de Austria, 234, 269, Methuen, sistema de, 37
Metternich, 275, 328 Morozov, 205
Mac Curtain, M., 129 307, n. 3, 324
Meuvret, Jean, 197, n. 2 Morris, C., 562, n. 201
Macedonia, 396, n. 40 Mark, 217, 241, 243, 244, 245, 247
Mevissen, 278 Mosa, 94
Mac Farlane, 124, n. 15 Morongio, Antonio, 39, n. 2
Mackensen, 334 Marruecos, 412, 534 México, 63, 79, 493, 500 Moscovia, 215, 216, 231, 235-237, 507,
Mac Manners, J., 104, n. 32 Marsella, 88, n. 7 Mezzogiorno. 146 n. 67
Mac Neill, W. H„ 323, n. 24, 402, Martin, W., 307, n. 2 Micénicos, 501 y n. 55 Moscovita, 216-218, 221, 290, 335-339
n. 50 Marx, Karl, 5, 10, 11, 17, 18, 26, 45, Midi, 81 Moscú, 190, 198, 201, 202, 205, 206,
Magzak, A., 289, n. 15 n. 9, 65, n. 11, 148, n. 11, 153, n. 21, Miguel I de Rusia, 341, 352, 402 211, 231, 292, 336, 339, 341, 342, 344,
Maddison, Angus, 505, n. 63, 536, 238 y n. 1, 281 y notas 53 y 55, Mikoletzky, H. L., 325, n. 26 346, 347
n. 130 374, n. 1, 413, 415 y n. 14, 416-439, Milán, 28, 57, 63, 65, 146, 157, 159, Mosul, 528
Madrid, 65, 71, 73-76, 78, 80, 311, 315, 424, 426, 428 y n. 29, 432, 434, 436 160 y n. 30, 161, 169, 170, 249, 253 Mounin, Georges, 168, n. 51
320 y n. 35, 476, 487, 488, n. 29, 489 y Mili, James, 484 y n. 19 Mountjoy, 130
Magdeburgo, 245 n. 30, 490 y n. 32, 491495, n. 45, Mili, John Stuart, 486 y a. 26, 487, Mousnier, Roland, 28, n. 30, 45, n. 9,
Magreb, el, 374, 527 496, 497 y n. 49, 498-501, n. 56, SOS- n. 28 99, n. 25, 119, n. 12, 207, n. 14, 208,
Magiares, 196, 215, 229, 230, 234, 287, SOS, n. 63, 506 y n. 65, 507, 508 y Minden, 244 n. 17, 212, n. 23, 387, n. 29
n. 10, 292, 308, 310, 314, 320-323, notas 67 y 68, 509, n. 69, 510 y Ming, dinastía, 412, 502, 550-553, Mühlberg, batalla de, 261
326, 327, 329, 331-334, 381 n. 73, 511, 517, n. 90, 535, 540, 566, n. 178, 554, 555, 560, 564 Mukden, 475, 553, 554
Maguncia, 253 n. 203 Mukherjee, S. N„ 536, n. 132
Minsk, 295
Mahmud II, 399, 401 Masaniello, 49, n. 14 Mundo Antiguo, 434
Masson, G., 143, notas 1 y 3 Miquel, André, 518 n. 93, 526, n. 112,
Mahoma, 512 535, n. 126 Munich, 257 , 259, 269
Main, 131 Mattingly, Garrett, 161, n. 32 Munster, 130
Miskimin, H., 156, n. 22
570 584
570 Indice de nombres Indice de nombres 295

Murad I, 377 Norteamérica, 108, 427, 431, 469, 557 Orvieto, 144 Parraín, Charles, 501, n. 55
Murad III, 391 Norteamericanos, 472 Osaka, 463465, 467, 470, 471, 473 Parry, V. J., 390, n. 30
Murad IV, 391 Norte, mar del, 249 Ostergótland, 181 Patai, R., 530, n. 116
Musulmán, 143, 375, 389, 396, 404, Northumberland, duque de, 125 Osuna, 73 «Patente 1861» (Austria), 330
n. 54, 513, 517, n. 91, 518, 519, 522, Noto, 452 Otetea, A., 402, n. 51, 403, n. 52 «Patrimonio de Pedro», 145
523, 527, 528 Noruega, noruego, 186, 251 Otomana, dinastía, osmanlíes, 195, Paulette, 91
Mustafá, Kara, 393 Novgorod, 205, 216, 339 198, 290, 309, 321, 350, 351, 372 y Pavlenko, N. I., 343, n. 14
Mutafcieva, V., 396, n. 40 Noviembre, revolución de (Alema- n. 4, 373 y n. 5, 374-376 y n. 13, Pavlova-Sil' Vanskaya, M. P„ 361,
nia), 369 377 y n. 14, 378-380 y n. 19, 382, n. 43
Nowak, F„ 291, n. 17 383 y n. 21, 384-388, 392, 396, 401, Paz de Lodi, 32
Nubia, nubios, 522 404, n. 54, 407, 408 y n. 40, 409411 Paz de París, 108
Nafels, batalla de, 307 y n. 11, 412, 418, 476, 477, 502, n. 57,
Nuevo Mundo, 55, 66, 69, 433, 434, Paz de Passarowitz, 323
Nagasaki, 467 511, 513, 516, 521, 522, 528, 529, 531
518 Paz de Szatmar, 323
Nagoya, 473 y n. 117, 532-534
Nuremberg, 239, 249 Paz de Thorn, 284
Nakamura, J., 462, n. 32 Otsu, 452 Paz de Utrech, 259, 315
Nakayama, S., 563, n. 202 Paz de Westfalia, 48, 95, 108, 200,
Nancy, 84 Ottokar II de Bohemia, 305
Oudenarde, batalla de, 102 206, 246, 258, 261, 270, 275, 276, 312,
Nanking, 550, 561 O'Brien, 210, n. 21 314, 443
Nantes, 88, n. 7 O'Neill, 130 Ovidio, 149
Owen, Launcelot, 359, notas 40 y 41 Pázmány, 314
Naosuke Ii, 473 Oakley, Stewart, 183, n. 14 Pearce, Brian, 88, n. 7
Napoleón, 236, 272. 273, 353 y n. 29 Occidente, 3, 9, 37, 38, 46, 49-53, 55, Oxenstierns canciller, 48, 176, 185,
186 Pedro I de Rusia, 190, 202, 206, 208,
Napoleónicas, guerras, 327 78, 110, 128, 155, 156, 170, 202, 207, n. 19, 212, 215, 216, 221, 227, 232,
Nápoles, 26, 27, 49, n. 14, 50, 53, 57, 216, 222, 224-230, 232, 233, 236, 328, 293, 298, 299, 347, 349, 350, 355,
65, 75, 77, 95, 161, 169, 172 349, 353, 356, 358, 365, 367, 368, 382, n. 32, 507, n. 67
Napolitano, 49 y n. 14, 64, 67 386, 389, 390, 399, 412, 426, 427, 443, Pacífico, 70, 413, 431, 485 Pedro II de Rusia, 350
Narva, 190, 202, 349 490, 498, 522, n. 104, 528, 534, 539, Pacta conventa, 290, 291, n. 17, 292, Pedro III de Rusia, 350
Nassau, 44 557, 560, 563, 567, 568 298 Pekín, 485, 550, 561
Navarra, 57, 75, 81, 113 Octubre, revolución de (Rusia), 369 Pach, Zes, 196, n. 1 Peregrinaje de Gracia, 118 y n. 9,
Neale, J. E., 126, n. 19 Odesa, 351 Padover, S. K„ 235, n. 16 230
Necker, 28 Ohkawa, K., 461, n. 30 Países Bajos, 4, 5, 27, 56, 57, 63-65,
Needham, J., 538, n. 135, 539, notas Oigures o (uigures), 526, n. 112, 452, 70 71, 78, 102, 108, 127, 128, 130, Perevolotchna, 190
137, 139-141, 540, n. 142, 545, n. 156, 549 n. 25, 137, 251, 258, 259, 272, 308 Pérez, Antonio, 71
547, notas 161 y 162, 549, n. 168, Países Bajos, rebelión, 251 Perigord, 89, 95
Oirates, 530
552, n. 175, 553, n. 177, 560, notas Palatinado, 254, 256, 257 «Períodos de trastornos», 176, 201,
Oka, 284
196 y 197, 563, n. 203, 567, n. 214 Palé, 129, 130 206
Okitsugo, Tanuma, 470, n. 46
Negro, mar, 284, 294, 345, 349, 351, Paleólogos, dinastía, 201, 384 Periwig de Holanda, 51
Olgerd de Lituania, 284
374, 384, 390, 485, 522 Palermo, 50, 56 Perkins, Dwight, 546, n. 157, 551,
Olivares, conde-duque de, 48, 73, 75,
Neoplatonismo, 435, n. 37 Palestina, 527, 528, 533 n. 173, 557, n. 185, 558, n. 189, 559,
76 y notas 29 y 30, 77, 367 n. 192
Nerbudda, 485 Oltenia, 216 Palgrave, 417
Neva, 290 Omán, C., 127, n. 20, 168, n. 50 Palmer, J. J., 114, n. 4 Perroy, Edouard, 52, n. 17
Newcastle, 51 Ornar II, 513 Palmira, 489 Perry, Comodoro, 424, 427, 472
New York Daily Tribune, 490 Omeya, dinastía, 412, 513, 517, n. 89, Pamir, 529, 541 Persia, 355, 368, n. 54, 371, 374, 389,
Nicea, planicies, 372 519, 521, 522, 524 Panofky, E., 147, n. 11 390, 393, 409, 411, 412, 476, 480, n. 9,
Nicolás I de Rusia, 233, n. 13, 354 Oñate, 312, n. 10 Panonia, 422 482, 485 , 486, 488490, 497, 500, 502,
y n. 30, 355 Onin, guerras, 451 Papado, 65, 121, 129, 130, 142, 144-146 n. 57, 507, 511, 513, 516-519, 522,
Nicolás II de Rusia, 362-364 Oprichnina, 206, 337-340, n. 9 París, 35, 47, 74, 81, 89 y n. 10, 90, 524, 527-529, 531, 534, 536
Nicópolis, 373 Orange, dinastía, 100 95 96, 98, 104, 106, 108, 278, 300, Pérsico, golfo, 377, 519, 533
Nicholas, D., 149, n. 13 Orange, Mauricio de: 24 353, 356, 426, 488 Perú, 63 , 66, 493, 500, 502, n. 57
Nien, rebeldes, 556 Oriente, 3, 100, 382, 410, 424, 440, 477, Parker, G„ 65, n. 12, 70, notas 21 y Peruzzi, 16, 156, n. 22
Nilo, 481, 527, 528 479, 480, n. 9, 482, 484, 486-488, 490, 22, 74, n. 26, 130, n. 25 Peste negra, 59
Nizam-Ul-Mulk, 532 492-494, 497499, 502, 507, 508 y n. 68, Parlamento, 41, 48 , 86, 91, 95-97, 104- Petra, 489
Nobunaga, Odo, 453 509, 523, 534 106, 109, 111, 112, 115-117 y n. 8, Petrarca, 148, 149
Nórdicos, enclaves, 129 Oriente Medio, 371, 374, 376, n. 13, 118 y n. 11, 119, 126, 135, 138-141, Petrogrado, 364
Nordlingen, 74, 85, 185 383-385, 422, 501, 502, 512, 515, 518, 330 Piamonte, 28, 99, 169, n. 52, 170, 171
Normandía, 89, 92, 127, 137, n. 36 519, 523, 524, 526-532, 567 Partido Obrero Social Demócrata y n. 54, 172, n. 56, 315, n. 16
Normandos, 26, 27, 110, 143 Orleans, 89 R u s o (POSDR), 365 Piast, monarquía, 283
570 586
570 Indice de nombres Indice de nombres 296

Piccolomini, familia, 313, 317 Prignitz, 211 Rebelión, gran (Inglaterra), 49 Romano, imperio, 40, 371, 430, 431,
Pillau, 177, 199, n. 4, 241 Primera guerra mundial, 333, 334, Reconquista hispánica, 57 435
Pinzón, K., 280, n. 52 358, 360, 361, 368, 400, 401 Reddaway, N. F., 283, n. 2 Románov, dinastía, 201, 202, 205,
Pirineos, 81, 97, 103 «Privilegio de Brzéc», 285 Reforma, 53, 65, 73, 87, 117, 121, 130, 216, 218, 220, 230, 292, 301, 318, 341,
.i'isa, 40 «Privilegio de Kósice», 283 134 y n. 32, 240, 250, 260, 290, 300 342, 346, 351, 394
Pitt, William, 108 «Privilegio de Nieszawa», 285 Reforma de Vasa, 173 Románov, Miguel, 202, 220, 341
Planhol, Xavier de, 370, n. 1, 513, Probrazhensky, regimiento, 348 Regencia francesa, 51, 104, 106, 107 Romana, 159, 162, n. 33
n. 80, 516, notas 86 y 88, 517, n. 91, Procacci, Giuliano, 145, n. 9, 160, Reino Celeste, 482, 556, 566 Rosas, guerra de las, 17, 115
518, n. 93, 520, n. 99 n. 30, 163 Religión, guerras de (Francia), 82, Rosellón, 97
Plehve, 366 Profeta, el, 386, 513 87, 96 Rosen, J„ 188, n. 22, 189, n. 24
Plotino, 149 Protestantismo, 57, 73, 88-90, 96, 101, Renacimiento, 10, 15, 16, n. 10, 17, Rosenberg, Hans, 217, notas 32 y
Plymouth, 114 126, 130, 134, 136, 185, 199, 256, 260, 19, 21, n. 17, 22, 23, 28, 43, 46, 52, 33, 219, n. 35, 240, n. 3, 271, n. 35
Po, 159 265, 267, n. 32, 292, 301, 310, 311, n. 17, 56, 85, 87, 110, 122, 124, n. 16, Rostworowski, E., 299, n. 26
Podhale, 210 314, 316, 321 127, 142, 147-156, 158, 161, 169, n. 52, Rothenburg, Gunther, 318, n. 8
Podolia, 294, 296, 393, 394 Provenza, 74 170, 289, 291, 387, 427, 431, 433, 436, Rother, 278
Poitiers, 95 Provincias Unidas, 32, 71, 100, 128, 440, 476, 477, n. 2, 507, n. 67, 561 Rouen, 488, n. 29
Poitou, 88, 89, 95 251 Renania, 73, 113, 149, n. 12, 159, Rousseau, 235, n. 15
Polacos, 177, 184, 187, 202, 210, 216- Prusia, 99, 108, 168, 172, notas 55 y n. 29, 178, 217, 241, 249, 251, 252, Rozovsky, H., 461, n. 30, 462, n. 32,
218, 228, 229, 243, 266, 284-303, 316, 56, 177, 185, 187, 189, 195, 198, 203, 255, 264, 273, 275, 276, 305, 306, 333 463, n. 32
320, n. 22, 339, 342, 394 205 , 213, 216, 217, 220, 225-228, 230, Repartos de Polonia, 301, 302, 352 Rubinstein, N., 160, n. 30
Polinesia, 501 232, 234, 235, 238-284, 289, 293, 295, Reval, 175, 249 Ruhr, 278, 333
Polisensky, J. V., 199, n. 3, 204, n. 9, 296, 300, 302, 326, 327, 331, 332, 348, Revolución francesa, 48, 91, 235, 272, Rum, 371
206, n. 12, 312, notas 12 y 14 360, 362, 363, 398, 404 Rumania, rumano, 381, 394, 400, 401
Prusianos, 4, 27, 184, 199, 215, 217- 326, 327
Polonia, 25, 53, 175, 177, 187, 190, Revolución industrial, 239, 389, 431 y n. 48, 402, 403
195, 196, 198, 200, 207, 209, 210, 216, 219, 226, n. 7, 228, 236, 238, 268- Rumelia, 377, 378, 381, 383, 386, 387,
272, 274, 275, 277, 278, 280-282, 333, Rin, 27, 88, 94, 100, 251, 253, 307,
217, 222, 223, 229, 234, 235, 238, 240, 315 390 y n. 30, 392, 393, 396 y n. 40,
241, 243, 262, 264, 271, 272, 275, 283- 334, 353, 354, 356, 359, 360 398
303, 321, 341-343, 345, 353, 355, 360, Pskov, 175, 205, 337, 345, n. 16 Rin, tierras del, 305
Ricardo, 484 Rurik, dinastía, 288, n. 11, 341
364, 394, 396, 398, 404, 507, n. 67 Puerta, la, 322, 351, 370, 376, 377, 379, Rusa, revolución, 369
Polotsk, 292 380, 384, 387 y n. 29, 388-390, 393- Ricardo II de Inglaterra, 113
Richards, D. S., 519, n. 96 Rusia, 168, 175, 177, 190, 191, 195,
Poltava, batalla de, 190, 299, 349 395, 397, 401404, 407 , 409, 477 1%, 198, 200-208 y n. 18, 209-211,
Pugachev, 212, 351, 352, n. 27 Richelieu, cardenal, 35, 37, 47, 74,
Pombal, marqués de, 35, 37, 172 90, 92, 95, 103 215-218, 220, 222, 223, n. 2, 224-226,
Pomerania, 177, 186, 187, 190, 199, Punjab, 536, n. 130 229-231, 232 y n. 12, 233, n. 13, 234-
Purcell, V., 554, n. 179 Richmond, C. F., 115, n. 5
216, 241-243, 246, 248, 264, 295 Riga, 175, 249 236, 243, 248, 251, 262, 269-272, 275,
Paniatowski, Estanislao, 301 Puritanismo, 126, 139 284, 289, 290, 292, 293, 296-298, 300-
Risorgimento, 169, n. 52
Póntico, 207, 210, 351, 394, 531 Riviere, Mercier de la, 235, n. 15 302, 327, 335-369, 393, 394, 398, 400,
Porshnev, B. F„ 30 y n. 33, 32, 403, 404, 436, 485, 497, 498, 502,
n. 37, 94, n. 16, 95, n. 18, 197, n. 2, Roberts, Michael, 24, n. 22, 100, n. 57, 504, 507 y n. 67, 508 y n. 67
Qármata, 526 y n. 113 n. 27, 173, n. 1, 175. n. 3, 176, n. 4,
422, n. 23 Quazza, 172, n. 56 Rusos, 177, 184, 206-208, 211, 212, 217,
Portsmouth, 114, 115, 131 177, n. 5, 178, notas 7 y 8, 179, no- 221, 227, 236, 262, 266, 292, 295, 299,
Quercy, 89 tas 9 y 10, 180, n. 11, 182, n. 13,
Portugal, 27, 35, 37, 41, 52, 56, 64, Quiritaria, propiedad, 19, 148, 436 324, 335-369, 383, n. 21, 416, 472, 497
185, notas 17 y 18, 186, n. 20, 191, Rutenios, 209, 284, 289
68, n. 19, 70, 75, 77-99, 113, 172 Quirón, 165 n. 27
Portugués, 78, 131 Quizilbash, 523, n. 105 Rye, 115
Potemkin, 212, 351 Robinson, Geroid T., 356, n. 33, 359,
Potocki, familia, 297 y n. 23 n. 39, 360, n. 42
Potosí, minas de, 66 Rocroi, batalla de, 74, 94
Radziwill, familia, 289, 297 y n. 23 Ródano, 88 Saboya, 101, 146, 170, 317, 326
Poulantzas, Nikos, 33 y n. 9 Rai, 536, n. 130
Poynings, 129 Rodas, 388 Saco de Roma, 252
Rakóczi, Ferenc, 230, 323 Rodinson, Macime, 519, n. 95 Sacro Imperio Romano Germánico,
Poznan, 187 Ramillies, batalla de, 102
Poznania, 302 Rodolfo I, 305 241, 249
Ramsay, G. B., 309, n. 7 Rodolfo de Habsburgo, 305 Sadowa, batalla de, 331
Praga, 50, 186, 198, 199, 311 Ranger, T., 139, n. 38 Rodney, Aitton, 12, n. 7 Safávida, dinastía, 389, 393, 412, 511,
Premíslida, dinastía, 305 Ratisbona, 56 Rojo, mar, 533 513, 521-523, n. 105, 529, 531 y
Prestwich, Menna, 91, notas 12 y 13, Razin, Stenka, 211, 231, 347 n. 117, 532
Roma, 130, 145, 146, n. 10, 148, 153,
94, n. 17 Rebelión de los Estados (Bohemia), Saga, 473
Precios, revolución de los, 388 n. 21, 160, 161, 164, 416, 417, 420,
49 429, 430, 502, n. 57 Sahara, 488, 490, 535
570 Indice de nombres Indice de nombres 589
La naturaleza política del absolutismo ha sido frecuente tema de
controversia dentro del materialismo histórico. Prosiguiendo el
análisis iniciado en Transiciones de la Antigüedad al feudalismo,
Anderson sitúa a los estados absolutistas de los comienzos de la
Edad Moderna sobre el telón de fondo del anterior feudalismo
europeo. En la primera parte de la obra se analizan las estructu-
ras generales del absolutismo como sistema de estados, en Euro-
pa occidental, a partir del Renacimiento; y se discute la difícil
cuestión de las relaciones entre monarquía y nobleza que se insti-
tucionalizan a través del Estado absolutista, para cuya transfor-
mación en el tiempo el autor propone un esquema general de pe-
riodización. Se estudian después las trayectorias de los estados
absolutistas de España, Francia, Inglaterra y Suecia, comparándo-
los con el caso italiano, en el que no llegó a formarse un verdade-
ro absolutismo.
La segunda parte esboza una perspectiva comparativa del absolu-
tismo en Europa oriental, para tratar de comprender las razones
por las que las distintas condiciones sociales de la mitad más atra-
sada del continente desembocan, no obstante, en formas políticas
aparentemente similares a las occidentales. Se estudian las mo-
narquías absolutistas de Prusia, Austria y Rusia; el contraejemplo
polaco muestra cuál es el precio histórico de la incapacidad de la
nobleza y la monarquía polacas para crear un Estado absolutista;
el imperio otomano de los Balcanes se utiliza como contraste para
subrayar la singularidad del absolutismo como fenómeno euro-
peo.
La obra se cierra con una discusión de la posición especial que
ocupa el desarrollo europeo en la historia universal, haciendo hin-
capié en el significado de la herencia de la Antigüedad clásica.
Dos extensos apéndices estudian, por último, la noción de «modo
de producción asiático» y la trayectoria histórica del feudalismo
japonés, el único feudalismo surgido fuera de Europa.

Perry Anderson es bien conocido por su labor como editor y autor


en N e w Left Review. Siglo X X I ha publicado también su obra Con-
sideraciones sobre el marxismo occidental.

ISBN 968-23-0946-8

siglo
veintiuno
editores

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