Encuentro 24

Año 2015 dedicado a la Vida Consagrada

El sacramento del Orden Sagrado
Jesús llamó a algunos hombres y ellos le respondieron dejando todo lo que estaban
haciendo y siguiéndolo. Jesús los eligió para que fueran sus “apóstoles” (que quiere
decir testigos o enviados).

El día de Pentecostés, recibieron al Espíritu Santo para entender todo lo que Jesús les
había enseñado y pudieran transmitirlo a los demás. Continuando la obra de Jesús,
dirigieron a la Iglesia y administraron los sacramentos.

Escuchemos con atención lo que nos dice Pablo.

Nos iluminamos con la Palabra de Dios

Ç 1Tim. 4, 12-16

* ¿Cómo dice Pablo que debe ser su actitud?

El poder del Espíritu Santo era transmitido por

medio de la imposición de las manos, que los
hacía capaces de:

1. Enseñar a los demás la palabra de Dios

2. Conducir a la Iglesia
3. Celebrar los sacramentos.

El poder se les transmitía en primer lugar a los que

quedaban al frente de las comunidades cristianas
cuando los apóstoles se iban. A ellos los llamaron
Obispos.

A los que colaboraban con el obispo, se los llamaron

sacerdotes o presbíteros
Ayudaban a los obispos celebrando misa y los
demás sacramentos, dirigiendo comunidades más
pequeñas y enseñando a todos la palabra de Dios.

Además elegían a otros para que los ayudaran a atender a los pobres y necesitados.
También ellos podían casar, bautizar e impartir algunas bendiciones. Pero no podían
celebrar la misa ni confesar. A ellos los llamaron diáconos, que quiere decir servidores.
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 Por el sacramento del orden sagrado los obispos, los sacerdotes
y los diáconos reciben el don del Espíritu Santo. Por eso,
pueden enseñar a todos la palabra de Dios, celebrar los
sacramentos y conducir a la Iglesia.

* ¡Demos gracias a Dios por nuestros sacerdotes, y pidamos más vocaciones

sacerdotales y religiosas! En este año 2015, el Papa Francisco dedica las
oraciones especialmente a la vida consagrada.Escribimos una oración.

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Ahora cantemos con alegría!!

PESCADOR DE HOMBRES

Tú has venido a la orilla,

no has buscado ni a sabios ni a ricos,
tan sólo quieres que yo te siga.

Señor, me has mirado a los ojos,

sonriendo has dicho mi nombre,
en la arena he dejado mi barca,
junto a Ti buscaré otro mar.

Tú sabes bien lo que tengo,

en mi barca no hay oro ni espadas,
tan solo redes y mi trabajo.

Tú necesitas mis manos,

mi trabajo que a otros descanse,
amor que quiere seguir amando.

Tú pescador de otros mares,

ansia eterna de hombres que esperan,
amigo bueno que así me llamas.

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