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Una mirada etnocentrista es pensar por ejemplo, que los porteños somos superiores a las
personas provenientes del interior del país o descendientes de las culturas originarias del país.
O sea que, de acuerdo al relativismo cultural hay diferentes culturas y cada una se desarrolla de
acuerdo a sus pautas. No hay una mejor que la otra. El límite de la diversidad lo fija la
antropología en el concepto de óptimo de diversidad, según el cual todos los seres humanos
somos partícipes de algo común, el ser humano, que nos unifica. Porque el peligro de otra manera
sería por un lado que no nos consideremos entre las distintas culturas como teniendo algo en
común, ser seres humanos, y ocurrir el hecho de pensar que otra cultura no está formada por ser
humanos y decidir por ejemplo exterminarlos, como en el caso del nazismo. El óptimo de
diversidad también pone límite a lo que podría ser la convergencia absoluta de los seres humanos,
porque sería imposible si todos los seres humanos fuéramos iguales construir identidades.
El relativismo moral tiene que ver con una crítica al relativismo cultural, que es el tema de cómo
consideramos las costumbres que se dan en algunas culturas, como por ejemplo la extirpación del
clítoris o, para nombrar una costumbre menos violenta, el uso del velo por les mujeres de algunas
culturas. El tema es si lo consideramos como algo aceptable. El relativismo cultural resuelve este
problema proponiendo fórmulas como la del mínimo común moral, por el cual hay ciertas
parcelas del orden moral que nos atañe como seres humanos que no se pueden aceptar porque
sería caer en un tipo de animalidad reconocible por todos los seres humanos. Este concepto de
mínimo común moral se relaciona con la Declaración Universal de los Derechos del Hombre en el
sentido de que todos los seres humanos por el hecho de serlo tenemos los mismos derechos. En
este sentido nadie tiene derecho a extirpar clítoris ni a obligar a mujeres a taparse con velos.
En el video en un momento se dice que es violenta una idea de población que homogeniza desde
los valores de algunos. Que en realidad esos valores suelen ser los de un varón blanco adulto
educado hispanohablante heterosexual.
La escuela podríamos decir que homogeniza, por lo menos hasta el inicio de la práctica de la
Educación Sexual Integral -que comenzó hace muy poco-, desde los mismos valores de los que se
habla en el video. EN general en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, las distintas culturas
están separadas por barrios. En los barrios de zona norte de la ciudad habrá más homogenización
con respecto a que los chicos sean no procedentes de países limítrofes. En cambio en las escuelas
de zona sur de la ciudad hay muchos más chicos hijos de inmigrantes de los últimos años al país.
Por lo tanto ahí ya la diferenc iación se hizo antes ya de la escuela.
Pero sucede en colegios de la zona norte de la ciudad, en los que hay minoría de chicos que son
hijos de inmigrantes, en los que la discriminación es muy fuerte. Viene de los compañeros pero en
general los docentes como representantes de la institución escuela no suelen verlo o miran para
otro lado.
Otro de los valores que se sigue inculcando muy fuertemente es el de la heterosexualidad en las
escuelas. Sí ya está practicándose con fuerza el feminismo. Pero desde la escuela la
heterosexualidad no se deja de bajar. Como si la diversidad de género se tratara sólo de
feminismo y de los derechos de la mujer.
Hay otro tipo de discriminación que se da en la escuela considero. Es la discriminación del alumno
que no es el esperado, el alumno que no es aplicado y que de alguna manera se aburre con las
temáticas que la escuela le proporciona.
A lo que apunta el video es a ponerse en el lugar del otro para poder entender su dolor y su
frustración. Creo que la función de la escuela ya no debe ser la de homogenizar sino justamente
crear las condiciones como para que todos podamos ponernos en el lugar del otro y empecemos a
construir una cultura que podamos enriquecer entre todos. Lograr que a todos nos molesten las
injusticias, que nos enojen. Lograr que aceptemos las diferencias que podamos construir a partir
de ellas algo común.