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Para iniciar este análisis considero necesario tomar como punto de partida la noción de
sistema, el cual Morín (2002, p. 128) alude como” (…) una unidad global, no elemental,
puesto que está constituido por partes diversas interrelacionadas. Es la unidad original, no
originaria que dispone de cualidades propias e irreductibles, pero debe ser producido,
construido, no indivisible. Se puede descomponer en elementos por separado, pero
entonces su existencia se descompone. Es una entidad hegemónica no homogénea que
está constituida por elementos diversos, dotados de carácter propios que tienen en su
poder”. La razón se funda en que tanto para él, Johansen (1992) y Kuhn (2004) es el
concepto estelar que da explicación a toda construcción, formas y manifestaciones del
conocimiento. Es pues, la dinámica constituyente interna y externa la que puede dar motivo
a la comprensión y explicación de los comportamientos suscitados en aquél objeto de
análisis. De lo cual, intentaré dar cuenta de ello a lo largo de este constructo.
Estos dilemas, suelen dar origen a la cosmovisión particular que comparten los
cuerpos académicos o grupos de científicos, los cuales determinan los modos o modelos
de ver el mundo y practicar las ciencias, de acuerdo con alguna o algunas corrientes de
pensamiento o epistemológicas, andamios desde donde debaten a profundidad sobre
métodos, problemas y soluciones aceptables que les son comunes. En la medida de su
afianzamiento a la luz de la ciencia aceptada, es el preludio al nacimiento de una comunidad
científica y por ende de la consolidación de un paradigma. A este proceso de integración
sistémica del pensamiento colegiado, Kuhn (2004) lo identifica como el nacimiento de una
escuela.
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Cabe resaltar que para Kuhn (2004, p. 13) “(…) un paradigma está compuesto por las
realizaciones científicas universalmente reconocidas por una comunidad científica, que
durante cierto tiempo proporcionan modelos específicos de problemas y soluciones”. Un
paradigma incluye leyes, teorías y aplicaciones instrumentales que los científicos utilizan
en ese momento y, que corresponden a una matriz disciplinar desde la cual se reconocen
generalizaciones simbólicas determinadas por componentes formales y formalizables.
Además de precisar modelos que proporcionan analogías aceptadas, las cuales tienen
incidencia en la búsqueda de soluciones para los enigmas1 no resueltos; suponen también
condiciones que deben respetar las explicaciones propuestas (normas). En este sentido
específico, Kuhn (2004) plantea una Matriz disciplinar en la cual sugiere una orientación en
la búsqueda de soluciones concretas a problemas concretos, que la comunidad científica
acepta como modelos, que además incluyen valores, compromisos con creencias
compartidas, lo que fortalece su identidad como un todo.
Esta noción que para Morín (2002, 2004) es capital para comprender la integración
y funcionalidad de una organización sistémica, puede retomarse como eje transversal a su
vez para descifrar a la luz de una aproximación hologramática, los comportamientos de la
ciencia una vez que se consolida un paradigma. Dado que este bucle integrador de la
paradoja, implica reconocer como dialogan ciencia– métodos – normas y cultura durante la
creación, divulgación y publicación del conocimiento. Cualesquiera que sea su naturaleza,
en su proceso fecundo toma como punto de partida alguna fuente de conocimiento que le
detona, así mismo, en su desarrollo incorpora elementos del entorno que posteriormente
darán sentido y significado a otros mayores.
1
Entendiendo desde Kuhn (2004) que los enigmas son aquellas categorías especiales de problemas
que pueden servir para poner a prueba el ingenio o habilidad para resolverlos. Agrega que, no es un
criterio de calidad de un enigma, el que su resultado sea intrínsecamente interesante o importante;
sin embargo, si lo es la existencia asegurada de al menos una solución (o varias). Continúa
afirmando, que para que pueda categorizarse como enigma, un problema debe caracterizarse por
establecer reglas que limiten tanto la naturaleza de las soluciones aceptables como los pasos que
es preciso dar para asegurar la obtención de soluciones. Los enigmas que constituyen la ciencia
normal, existen solo debido a que ningún paradigma hasta entonces aceptado puede proporcionar
una base de investigación científica que resuelva los problemas planteados; por lo tanto, son fuente
de crisis.
2
De esta manera, las comunidades científicas toman decisiones sobre las normas,
criterios y valores que les permitirán resolver los conflictos de conocimiento. A partir de lo
anterior, Khun (2004) refiere en su texto “Las revoluciones científicas”, la distinción de la
ciencia desde dos enfoques: el que modela la ciencia normal desde una práctica centrada
en la tradición positivista, acumulativa, cuyas investigaciones se basan en el marco
referencial y metodológico de otros estudios previos, aceptados y validados por una
comunidad científica durante cierto periodo de tiempo y que a su vez, se recuperan como
fundamento de la teoría y práctica posterior. Como también el paradigma de las ciencias
emergentes, también llamadas extraordinarias, en tanto organización sistémica abierta,
inician con la transición de la crisis; entendida ésta como el momento para rediseñar nuevas
alternativas de conocimiento, como parte de los ajustes o advertencia de la necesidad de
cambio. En todo caso, estas emergencias, según Morín (2001) derivan de las propiedades
o cualidades que integran el conocimiento, que al entrar en interacción armónica e incluso
en estado de conflicto o anarquía2, logran transformar y transformarse por sí y en sí mismos,
tal es el caso de la neguentropía, que de acuerdo con Johansen (1992) son fuerzas internas
que se enriquecen de la heterogeneidad, a partir de la cual se crea una nueva dimensión
complementaria (diversa) del sistema de conocimientos que constituyen una nueva
identidad compleja de organización sistémica, donde dialogan antagonismos y anarquías
como una nueva fortaleza.3
Sin embargo, cuando estas crisis epistémicas no logran superarse, puede aparecer
anomalías o situaciones para los cuales el investigador no está aún preparado, y ante la
respuesta instatisfactoria, resulta un estado de resistencia al cambio. Estas anomalías, de
acuerdo con Kuhn (2004) suelen estár impregnadas de inconmesurabilidad, ante la
dificultad o imposibilidad de comprender las propiedades y cualidades del nuevo sistema
de pensamiento o paradigma.
Generalmente esta actitud antagónica de los integrantes de una comunidad científica
alimentan el sentido entrópico del sistema cerrado al que pertenecen (Johansen, 1992)
disminuyendo su capacidad para generar cambios particularmente en la forma de
organización jerárquica del modelo dominante, caracterizado por interacciones restrictivas
2
La anarquía según Morín (2004) son propiedades de un sistema que le permiten resistirse a las fuerzas que
inhiben sus cualidades internas y que de forma natural cuestionan las formas de interacción mayormente
jerárquicas de la que son parte. Esta actitud antagónica generalmente surgen de condiciones desiguales como
resguardo a su capacidad de auto-organizarse y autoproducirse. Construyendo un área de oportunidad.
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Durante este proceso, confluyen dos de los principios creadores del pensamiento complejo (según Morín,
2001), la recursividad como parte de la ambivalencia complementaria que transforma, y la retroacción que
permite la reflexión comprensiva de todo lo que acontece en torno al epifenómeno que entran en interacción,
así mismo lo remite en conexión integral de sus causas y efectos.
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o de sojuzgamiento que tienden a extinguir las propiedades heurísticas de sus
componentes hasta su aislamiento o extinción (Morin, 2001)
Sin embargo, advierte (Johansen, 1992) que en los sistemas abiertos, la presencia
de la entropía, pese a la complejidad que implica la presencia de la desorganización y el
caos, pueden ser rasgos que manifiesten algún tipo de constreñimiento, anaquía,
antagonismo entre los componentes de un sistema, que a su vez generan áreas de
oportunidad y crecimiento para replantear su organización. En tanto, dan pauta a nuevos
enigmas que abren paso a la creación de nuevos paradigmas emergentes, siempre y
cuando se acepten como parte del desafío que implica para la comunidad científica poner
a prueba el propio conocimiento, habilidades, aptitudes y valores disciplinares y éticos.
A manera de cierre, habría que poner en cuestión varios aspectos: la naturaleza del
conocimiento que el profesional posee para reconocer el valor de los enfoques
preparadigmáticos que subyacen en la toma de decisiones en la práctica, así como los
alcances y dimensiones del o los paradigmas instalados en la cosmovisión de sí mismo, el
quehacer profesional en la vida cotidiana, personal y profesional desde donde se está
conociendo e interpretando los mundos del que se forma parte, así como la capacidad de
distinguir las propias anomalías, advertir la construcción de nuevos enigmas y de ser
necesario asumir una actitud emergente para enfrentar el cambio en sí mismo y con los
pares profesionales con quienes converge.
Bibliografía:
Morín, E. (2001). El método. La naturaleza de la naturaleza. Madrid: Cátedra.
Morín, E. (2002). La téte bien faite. Repensar la reforme. Reformer la pensée. Cuarta
Edición. Barcelona: Seix Barral.
Morín, E. (2004). El método. La vida de la vida. Sexta Edición. Madrid: Cátedra.
Johansen, O. (1992). Introducción a la teoría general de sistemas. México: Limusa.
Kuhn. T. S. (2004). La estructura de las revoluciones científicas. México: FCE. (1962).