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Poesía heroica
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CANCIÓN DE ARMURIS
DIGENÍS AKRITAS
POEMA DE BELISARIO '
PO ESÍA HEROICA BIZANTINA
Director de colección
© EDITORIAL GREDOS, S. A,
2003
Sánchez Pacheco, 85 - 28002 Madrid
www.editorialgredos.com
Diseño de colección
MANUEL JANEIRO
Gráficas Cóndor, S. A
Esteban Tetradas, 12 - Polígono Industrial
Leganés (Madrid)
Encuademación Ramos
Poesía heroica bizantina
CANCIÓN DE ARMURIS
DIGENÍS AKRITAS
POEMA DE BELISARIO
IN T R O D U C C IÓ N , TR A D U C C IÓ N Y N O TAS
B IB L IO T E C A
UNIVERSAL
CREDOS
cuños
IN TRODUCCIÓN
ARGUMENTO DE ARMURIS
ARGUMENTO DE BELISARIO
LA MATERIA AKRÍTICA
1 Cf. A. Bravo García, Bizancio. Perfiles de un Imperto, Madrid, Akal, 1997, pág. 29.
2 Del griego théma (plural, thémata). Para el estudio de su evolución, cf. A. Per
tusi, «Formation des Thèmes Byzantins», Berichte zum XI. Intemationalen
Byzantinischen Kongress, Munich, 19 7 8 ,1 -4 0 .
3 Cf. A. Bravo Garcia, Bizancio. Perfiles..., pág. 28.
4 Del griego akritas o akritis (plural, akrítai~). El término aparece empleado por
vez primera en el Libro de las ceremonias (cf. 489, 12) de Constantino Porfiro-
génito (944-959).
Introducción 17
5 Cf. C. Jouanno, Digenis Akritas, le héros des frontières. Une épopée byzantine,
Bélgica, Brepols, 1998, pág. 46; A. P. Kazhdan (ed.), Oxford Dictionary of Byzan
tium, N.York-Oxford, Oxford University Press, 1991, s.v. «Akritai», pág. 47; A.
Pertusi, «Tra storia e legenda: Akritai e Gházi sulla frontiera orientale di Bisan-
zio», Actes du XlVe Congrès International des Études Byzantines, vol. I, Bucarest,
1971, 237-283; L. Politis, Historia de la literatura griega moderna, [trad. esp. a
cargo de Goyita Núñez], Madrid, Cátedra, 1994, pág. 38.
18 Poesía h eroica bizan tin a
más una versión en prosa, así como tres versiones eslavas y frag
mentos de una cuarta; diversas entre sí en cuanto a longitud y dis
tribución de los cantos del poema, pero fundamentalmente iguales
en lo tocante al contenido, aunque no todos los episodios aparez
can en todas las recensiones.
He aquí, pues, que en el siglo jai se produjo la primera reela
boración del poema en un lenguaje resueltamente popular. Tradi
cionalmente tenida como más proxima al original, recibe el nom
bre de E por haber sido hallada en un manuscrito del siglo xv
conservado en la Real Biblioteca de El Escorial17. Dicha versión no
debía de alejarse mucho del poema genuino y, además de conser
var la estructura original, no habría echado en el olvido los particu
lares (sucesos o nombres de lugar y de persona) que allí se conci
taban. No obstante, por más que sea difícil evaluar cuáles y en qué
medida, a la base original debieron de incorporarse nuevos ele
mentos. Estos elementos bien podrían responder a situaciones que
no existían en el momento de la primera redacción pero que a la
hora de la segunda eran toda una realidad; por ejemplo, la notoria
presencia de los turcos, que a esas alturas, tras la humillante derro
ta bizantina ante las tropas de la media luna en la batalla de Man-
tzikert (1071), se habían erigido como una verdadera amenaza.
Ahora bien, para calibrar en toda su extensión lo que en el
contexto cultural bizantino significaba la reelaboración de una
obra, tendríamos que acercamos a una recreación posterior del
poema. En efecto, la resonancia que para aquel entonces habían
adquirido las hazañas del héroe vendría a traducirse en el hecho de
que, no muy lejos en el tiempo, otro redactor diera en producir la
enseñoreado del genuino carácter épico del poema hasta casi so
focarlo.
A esta circunstancia no han sido ajenos ni el adaptador ni el
nuevo espacio social y cultural en el que tiene lugar la nueva reela
boración de la vieja materia épica. Paolo Odorico ha planteado la
situación con agudas razones y magistral nitidez: «Su objetivo [el
del diascevasta] es el de transformar una obra con características
demasiado particulares y demasiado ligadas a la realidad histórica
periférica en una lectura adaptada a los ambientes literarios de cor
te (...). Quiere adaptar a los ambientes educados en los que vive
una historia que posee características no bien aceptadas por la
buena sociedad de la época. Así, la lengua demasiado popular debe
ser revisada y refinada, la narración, donde se pueda, embellecida
con citas, referencias, alusiones al patrimonio literario de los bizan
tinos (...). El resultado es un texto que de épico tiene la raíz, de no
velesco la reelaboración final». O bien: «Producto inicial de una so
ciedad periférica, que probablemente en tomo al siglo xi trasmite
en forma literaria una tradición más antigua, cuyos núcleos se si
túan entre los siglos ix y x, el poema conoce una vasta fortuna. Es,
por tanto, reelaborado en una forma más docta, más acorde a gus
tos menos ‘provinciales’ y más cultivados, fundiendo sus caracteres
originales con los de una larga tradición que ahonda sus raíces en
la antigüedad: la tradición de la novela»21.
Tras estas dos, con mucho las más importantes, y con la histo
ria ya circulando en versiones eslavas, todavía tres siglos más tarde
otro redactor habría de gestar sobre la base de E y G una tercera
versión hoy perdida a la que llamamos Z. No obstante, al contar
con su «descendiente» directa, T 22, y con una transposición popu
21 Cf. P. Odorico, Digenis Akritas..., págs. XXXV y XXXVII, y pág. XXIV respec
tivamente.
22 Conservada en un manuscrito encontrado en 1868 en un monasterio cer
cano a Trebizonda y perdido posteriormente. Sin embargo, conservamos la
versión merced a la edición de Constantino Sathas y Émile Legrand; cf. C. Sa-
thas, É. Legrand, Les exploits de Digénis Akritas, París, 1875.
Introducción 25
sus huellas en The Twybom Affair (1979), del nobel de literatura Pa
trick White30.
32 El paso del Eufrates por parte del héroe constituye un episodio capital de
los poemas de frontera; cf. también DA, V I570-583.
Introducción 29
bien estaba aún por llevarse a cabo (Teófilo sólo había llegado a
sus márgenes) o bien se acaba de realizar (Miguel III lo cruzó en
el año 859). Esto es, el paso del Eufrates como preludio de la de
rrota del ejercito de Omar-al-Aqta, a la sazón dicho el Manco
(oportunamente manco, como el soldado sarraceno de esta can
ción; CA, 98); derrota que tan honda huella dejó entre los mu
sulmanes y que habría de reflejarse en el famoso «Ciclo de Ornar»
de Las mil y una noches o en la epopeya musulmana de Sayyid
Batial.
Con todo, la Canción de Armuris deja las puertas abiertas si no
a una reconciliación, sí a la posibilidad de convivencia entre grie
gos y árabes, entre cristianos y musulmanes. Al menos eso es lo
que se desprende de los últimos versos del poema: «¡Marcha, mar
cha, mi Armuris, regresa a tu patria/y cría a tu niño, que lo quiero
tomar como yerno;/no para mi sobrina, ni para la prima tampo
co,/sino sólo para mi hija, que es mi luz y mis ojos!» (CA, 194-
197). Sea como sea, éste no es el escenario en el que debemos en
marcar nuestra canción. El de la concordia y el entendimiento con
el árabe es el espacio de Digenis Akritas, la epopeya de otro héroe
formidable, aquel que en el imaginario colectivo habría recobrado
los territorios de la Romanía y habría impuesto su dominio sobre
las fronteras.
Tras la reconquista de los territorios caídos en poder de los
árabes y bajo el nuevo mando de la esplendorosa dinastía Mace
dónica (867-1057), se inició en las fronteras orientales un perio
do de convivencia pacífica entre ambos pueblos que viene a en
cuadrarse en la época de Romano Lecapeno (920-944) y el gran
Basilio II Bulgaróctono (976-1025). Se puede decir que la atmósfe
ra de rabia contra el sarraceno que refleja la Canción de Armuris
ha trocado en otra de serena convivencia en la epopeya de Dige
nis, una concordia que desde el propio nombre del protagonista
(Digenís significa «el de Doble Estirpe», y eso es así en tanto que
hijo de un Emir de Siria y de la bella hija de un poderoso general
bizantino) se pone bien de manifiesto y que el poema no duda en
30 Poesía heroica bizan tin a
35 Cf. A. Pertusi, «La poesía épica bizantina e la sua formazione: problemi sul
fondo storico e la struttura letteraria del ‘Digenis Akritas’», en Atü del convegno
internationale sul tema: la poesía epica e la sua formatione (Roma, 28 marzo-3
apríle 1969), Roma, Accademia Nazionale dei Lincei, 1 9 7 0 ,4 8 1 -5 4 4 , pág. 499.
32 Poesía heroica bizantina
45 Se compone de ocho libros, de los cuales los dos primeros están dedicados
a los enfrentamientos entre persas y bizantinos (Guerras persas) entre los años
5 2 7 y 5 49. El III y IV están dedicados a las Guerras vándalas de África entre el
5 3 2 y el 548. El resto (Guerras góticas) versa sobre la campaña contra los os
trogodos en tierras italianas.
Introducción 39
46 Vaya por delante que las líneas que siguen en tom o a la gestación de la le
yenda de Belisario son absolutamente deudoras del magnífico estudio de Enro
ca Follieri, «11 poema bizantino di Belisario», en Atti del convegno intemazíonale
sul tema: la poesía epica e la suaformazione (Roma, 28 marzo-3 apríle 1969), Ro
ma, Accademia Nazionale dei Lincei, 1 9 7 0 ,5 8 3 -6 5 1 .
47 Cf. Procopio de Cesarea, Guerras vándalas, I I 8 ,1 -1 5 , y Guerras góticas, I I 30,
1- 2 .
48 Cf. Agatías de Mirina, Historiarum libri quinque, V 20.
40 Poesía heroica bizan tin a
rada. Para ello hay que esperar a las Chiliades 52 de Juan Tzetzes (c.
1110 -1180 ):
¡He aquí a Belisario, el gran adalid,
que, siendo general en tiempos de Justiniano,
desplegó sus victorias por las cuatro partes del mundo!
Luego, cegado por la envidia - ¡ a h inestable fortu na!-,
sosteniendo una escudilla de madera, voceaba en el Milio 53:
«¡Dad un óbolo al general Belisario,
a quien la fortuna ensalzó y la envidia ha cegado!».
52 Cf. J. Tzetzes, Historiarum variarum Chiliades, III 342-348 (historia 88, Sobre
el general Belisario').
53 Piedra miliaria situada en el corazón de la ciudad desde la que se medían
todas las distancias dentro del Imperio. No obstante, Tzetzes reconoce la exis
tencia de otras versiones según las cuales Belisario recobró toda su gloria.
54 Cf. E. Follieri, «II poema bizantino di Belisario...», pág. 600. Sobre la plasma-
ción de la leyenda en la Patria, nos advierte que puede deberse a una interpo
lación posterior, ya que los manuscritos que conservan dicha recensión son
posteriores al siglo xv.
42 Poesía heroica bizan tin a
60 Cf. E. Follieri, «11 poema bizantino di Belisario...», págs. 583-584. Por su par
te, Volaterranus es el primer traductor al latín de la Guerra persa (1 5 0 9 ), antes
que él, en 1470, Leonardo Bruni.había trasladado la Guerra gótica; cf. la intro
ducción de F. A. García Romero a su traducción de Procopio de Cesarea, Histo
ria de las guerras. Libros I-íí. Guerra persa, Madrid, Gredos, 2000, pág. 22.
61 A tal efecto me remito a J. Valero Garrido, Poema e historia de Belisario...,
págs. 107-118, y a C. García Gual, «Esplendor y ocaso de un gran estratego bi
zantino», en R. Graves, El conde Belisario, [trad. esp. a cargo de Arturo Casals],
Barcelona, Círculo de Lectores, 2000, págs. 5-16.
46 Poesía heroica bizantina
15 Y h e aq u í q u e el ch iquillo, el p e q u e ñ o A rm u ró p u lo 4,
su b ió llo ra n d o escalera s arriba, m a s rie n d o bajó;
p u e s an te s d e asirla y a se v e asid a, a n tes d e sa cu d irla se ve
y e n su b ra z o la to m a , la s a c u d e y la b lan d e. [sa cu d id a
E n to n c e s el n iñ o , h a s ta su m a d re se llega o tra vez:
20 «¿D eseas, m a d re m ía, d eseas q u e la q u ieb re a n te ti.?»
Y h e aq u í q u e la m a d re c o n v o c a a lo s n o b le s se ñ o re s:
«V enid, c o n te m p la d , n o b le s se ñ o re s; ap arejad el co rce l;
v o lv ed a en jaezar, n o b le s cau d illo s, la n e g ra m o n tu ra d e su
q u e d o c e a ñ o s lleva sin a c e rca rs e al ag u a, [p ad re,
25 q u e d o c e a ñ o s lleva sin s e r cab alg ad a,
ro y é n d o s e las h e rra d u ra s a m a rra d a a la estaca».
H a sta allí a c u d e n lo s se ñ o re s a en jaezar el co rce l,
y, a y u d á n d o se d e su s b ra z o s, h a lló se e n la g ru p a.
E n lo q u e dijo «h asta p ro n to » , se alejó trein ta m illas,
30 y e n lo q u e ellos co n te s ta ro n , re c o rrió s e se n ta y cin co .
Se p a se a arrib a y abajo, p o r la orilla d el E u frates,
re m o n tá n d o la d e u n la d o a o tro , p e ro v a d o n o e n cu e n tra .
E n fren te su y a se alza u n s a rra c e n o q u e se b u rla d e él:
«L o s s a rra c e n o s tien e n co rc e le s q u e a p re m ia n al v ien to ,
35 q u e c a p tu ra n al vu elo a la p e rd iz y a la p a lo m a
y d a n a lca n ce a la lieb re q u e su b e co rrie n d o m o n te arrib a:
las a tra p a n , ju e g a n c o n ellas y la s su eltan d e n u e v o ,
y, cu a n d o se les v u elve a an to jar, g a lo p an y les d a n caza.
Sin e m b a rg o , s o n in c a p a c e s d e a tra v e sa r el río E u frates;
40 ¿y tú, c o n e se ja m e lg o , p re n te n d e s cru zarlo ?»
C u a n d o el jo v e n lo o y ó , sintió u n a ra b ia in m e n sa
y p ic ó esp u elas a su m o n tu ra p o r g a n a r la o tra orilla.
P e ro el E u fra te s ib a c re cid o , c o rría cu b ie rto d e lo d o ,
44 fo rm a n d o p e sa d a s olas y d e s b o rd a n d o su ca u ce .
46 M as d e u n g o lp e d e esp u e la s saltó h a c ia a d e la n te
5 El motivo del paso del Éufrates es un lugar común que, sin ir más lejos, tam
bién aparece en el poema de Digenís Akritas (DA VI, 572-578). Aunque allí está
narrado de forma más sucinta, aparecen los mismos elementos, salvo el de la in
tervención del ángel, que leemos aquí; el rio desbordado, el golpe de espuelas y
el hecho de que el enemigo espera al héroe de pie y bien asentado en tierra firme.
6 El verde o, más bien, el verde azulado, era el color de la tribu de Mahoma
(Quraysh) y, por tanto, el color característico de los musulmanes.
64 Poesía heroica bizantina
11 Los manuscritos aún ofrecen unos versos más, resultado de una interpola
ción posterior: «...y enséñale a tu hijo que allí donde encuentre a un sarraceno,
se apiade de él, y si obtiene un botín, que juntos lo compartan y se quieran».
DIGENÍS AKRITAS
(VERSIÓN DE GROTTAFERRATA)
CANTO I
12 Son los tres lugares santos del Islam: La Meca, Jerusalén y Medina. Panor
mo, sobre el Mar Rojo, evocaría La Meca, toda vez que es un lugar de paso para
llegar a su mezquita, la Kaaba. Por su parte, la mención de la Roca Colgante
hace referencia al sitio desde el que Mahoma accedió al cielo, Jerusalén. Final
mente, la tumba del profeta se encuentra en Medina. Así pues, los hermanos le
desean al Emir que cumpla con bien su peregrinaje cuando haya de llevarlo a
cabo (cf. P. Odorico, Digenis Akritas. Poema anonimo bizantino, Florencia, Giun-
■ ti, 1995, cf. nota ad loe.).
13 Esto es, la lengua griega, no el latín.
Digenís A k ritas
' 16 El color verde azulado es el color de los musulmanes; cf. CA, 63 y nota aá
loe.
Digenís A kritas 79
la sa n g re c o m a e m p a p a n d o to d a aquella tierra,
lo s cab allos se en cab ritab a n y el e sp an to h acía p re sa en to d o s.
Se h allab an p lag ad o s d e h e rid a s, p e ro n in g u n o se alzab a c o n la
P e ro cu a n d o lo s sa rra ce n o s v ie ro n lo in e sp e ra d o , [victoria,
s e a d m ira ro n d el arro jo d el jo v e n , 185
d e su em p u je in finito y su n o b le coraje,
y, to d o s a u n tiem p o , le g rita ro n a su E m ir:
« C o n cie rta u n a tregu a, ce d e e n la liza,
el ro m a n o es p o d e ro s o , p ro c u ra q u e n o te inflija q u e b ra n to » .
E n ese in sta n te , el E m ir se b atió en re tira d a ; 190
él, q u e ta n to se h ab ía ja c ta d o , caía se v e ra m e n te v e n cid o ,
p u e s e n n a d a a p ro v e ch a n in g u n a clase d e v an agloria.
E n to n c e s , a rro jó a lo lejos su e sp ad a, alzó al cielo su s m a n o s ,
cru z ó lo s d e d o s, seg ú n en ellos es c o s tu m b r e 17,
y al m u c h a c h o le dirigió las sigu ien tes p alab ras: 195
«¡T en te, b u e n jo v e n , q u e tu ya es la v icto ria.
L lé v ate a tu h e rm a n a y al re s to de lo s cau tivos!»
D isolvien d o el co rro , se re tira ro n a la tienda.
¡E ra d ign a d e v e r la alegría q u e e m b arg ab a a lo s h e rm a n o s!
A lzan d o su s m a n o s al cielo glorificab an al S eñ or, 200
d icien d o a c o ro : «¡A Ti, D ios ú n ico , c o rre s p o n d e la gloria,
p u e s q u ien e n T i cifra su e sp e ra n z a n o se v e rá d efrau d ad o !»
Y a su h e rm a n o ab razab an c o n g ra n d e co n te n to ;
u n o s le b e sa b a n las m a n o s, o tro s la cab eza.
L u e g o , to d o s al E m ir le e x te n d ie ro n ca lu ro sa m e n te este ru e g o : 205
«D evu élven os, E m ir, a n u e s tra h e rm a n a , tal y c o m o n o s
[p ro m etiste,
y co n su e la n u e s tro co ra z ó n , q u e ab ru m a d o está p o r la p en a».
A lo q u e el E m ir re sp o n d ió m en d a z m e n te :
17 En este mismo punto, la versión de El Escorial (E 53) nos dice que el Emir le
muestra un dedo doblado, gesto que indica que el combatiente se da por ven
cido (cf. Miguel Castillo Didier, Poesía heroica griega: Epopeya de Diyenís Akri
tas. Cantares de Armuris y de Andrónico, Santiago de CMe, Centro de Estudios
Bizantinos y Neohelénicos «Fotios Malleros», 1994, pág. 177, nota ad loe.').
80 Poesía heroica bizantina
25 Frente a la lectura que ofrece G, dÿnamis ton Rhômaiân («la fuerza de los
romanos»), tenemos aquella de la que queremos dejar constancia y que reza
así: dÿnamin ton erótdn («la fuerza de las pasiones»). Es la que presentan TI 26
y A 564 o en última instancia la versión Z527, según el texto establecido por E.
Trapp sobre la base de A y T (cf. E. Trapp, Digenes Akrites, synoptische Ausgabe
der dltesten Versionen, Viena, Bóhlaus, 1971).
CANTO II
O DEL NACIMIENTO DEL AKRITA
y u n h a lc ó n a la caza, sa ñ u d o , d e u n a p a lo m a , [C avada,
d e su e rte q u e cu a n d o , e n su p o s, estab a a p u n to d e ca p tu ra rla ,
las d o s aves e n tra ro n en lo s a p o se n to s
e n los q u e n u e stro cu ñ a d o con vive c o n n u e stra h e rm a n a .
Al in sta n te salté d e m i lech o y co rrí a atrap arla; 145
m i alm a se h allab a agitad a y e n ese m o m e n to m e d esp erté».
E n to n c e s , el h e rm a n ó m a y o r in te rp re tó la visión:
«L as aves d e p re sa , seg ú n se dice, so n saltead o res,
y el h a lc ó n q u e viste, m u c h o m e tem o q u e se a n u e s tro cu ñ a d o ,
q u e a la p a lo m a , n u e stra h e rm a n a , v a y a a h a c e r algú n daño. 150
A cu d am o s, n o o b stan te, al lu g ar q ue co n tem p laste en tu s su eñ o s,
allí d o n d e v iste q u e v o la b a n las aves ra p a ce s» .
Al p u n to to m a ro n las rie n d a s y p a rtie ro n h a cia la R o ca.
Allí e n c o n tra ro n al g ru p o d e árab es c o n su s m o n tu ra s;
9 La causa de la perdición de Sansón fue, como se sabe, las confidencias que le hizo
a Dalila (Jueces 16,15-21). No obstante, Sansón ya había estado casado con una ex
tranjera que declararía a los suyos la solución de un enigma que éste les había plan
teado (Jueces 14,12-20). No es la última vez en la que van a aparecer este u otros
episodios de la Biblia (cf. IV 24-5 y V II63-70); no en vano, el imaginario bizantino
se nutría de estas escenas tanto o más que de las de la mitología griega.
94 Poesía heroica bizantina
10 Nueva inconsecuencia narrativa: unos versos más arriba los dos habían
acordado marchar juntos a Siria.
96 Poesía heroica bizantina
2 Cf. Salmos 54, 7: «¡Quién me diera plumaje de paloma/ para poder volar y
hallar reposo!». Se trata de un lugar común en la epistolografia tardoantigua
(cf. E. Jeffreys, Digenis Akritis..., pág. 47, nota ad loe).
3 En Capadocia, cerca de Nacianzo.
100 Poesía heroica bizantina
M u tu a m e n te se u rg ían a av a n z a r co n d en u ed o
y n ad ie flaqueaba en su em p resa, n in gu n o al su eñ o cedía,
p u e s e n tre ello s rein ab a el d e se o d e so b re p u ja rse u n o s a o tro s. 110
Y c u a n d o estu v ie ro n c e rc a d el alcázar de R ahab,
el E m ir o rd e n ó q u e fijaran fu era los p ab ello n es
y q u e d o s d e su s h o m b re s salieran h acia el castillo,
p a ra c o m u n ic a r a su m a d re la n o ticia de su llegada.
Al p o c o d e h a b e r p artid o , y a lo h ab ían h e ch o . 115
Su m a d re , e n cu a n to oyó tales n uevas,
a p u n to estu v o d e e ch a rse a b ailar p resa d e la alegría,
al igu al q u e su s fam iliares cu a n d o tu vieron co n o cim ien to de ello,
y to d o s ju n to s saliero n a su e n cu e n tro .
C u an d o se e n co n tra b a n y a c e rc a d e d o n d e estab an las tien d as, 120
se ad elan tó el E m ir a pie, ca lz a n d o m agn íficas b o tas,
y e n cu a n to lo re c o n o c ie ro n , d e sca b a lg a ro n d e su s m o n tu ra s,
y, h e n ch id o s d e co n te n to , al b o rd e d el llanto
—p u e s el g o zo su scita las lá g rim as cu a n d o n o s llega d e g o lp e —,
lo c o lm a ro n d e ab ra z o s co m p a rtie n d o su cariñ o . 125
D e u n lad o su s d eu d o s, d e o tro su m ad re,
y ta m b ién su s m u jeres ju n to a su s hijos,
le d a b a n s in ce ro s ab razo s y lo b e sa b a n d e fo rm a in saciab le;
p o r n a d a d el m u n d o q u ería n a p a rta rse d e él.
M as lleg ad o s a la tiend a, al p u n to to m a ro n asien to, 130
y c o n estas p alab ras co m e n z ó a h ab lar la m a d re del E m ir:
«M i d u lcísim o h ijo, lu z de m is ojos,
co n su e lo d el alm a m ía, y a e n la vejez,
m i d u lce c o n te n to y la alegría d e m i c o ra z ó n ,
d im e, hijo, ¿ p o r q u é te d e m o ra ste tan to en la R o m an ia? 135
Q u e al n o p o d e r v erte, yo n o q u ería c o n te m p la r la luz,
n i v e r el brillo d el sol, n i seg u ir c o n vid a e n el m u n d o .
¿A caso su c e d e n e n la R o m an ia m ilag ro s ta n a s o m b ro so s
c o m o lo s q u e a co n te ce n , hijo m ío , an te la tu m b a d el P rofeta,
h a sta la q u e tú m e a c o m p a ñ a s te p a ra q ue elevara m is re z o s? 140
¿H as visto alg ú n p ro d ig io in au d ito tal q ue, h e c h a la n o ch e ,
102 Poesía heroica bizan tin a
10 En cuanto a estos dos últimos versos, cf. Mateo 13, 50. Por otra parte,
Gehenna («valle de Hinnom», en Jerusalén) es el lugar donde se le rendía culto
al terrible dios fenicio Molok, al que se sacrificaban niños arrojándolos al fue-
' go. De ahí que con el término «gehenna» se pasara a designar el lugar de re
probación donde los pecadores sufren el fuego eterno, el infierno.
Digenís A k ritas 105
2 Por segunda vez se vuelve a comparar al Emir con Sansón (cf. II 200); ahora
para recordar que el héroe bíblico despedazó un cachorro de león que le asaltó
en los viñedos de Timná, y del que, días después, recogió la miel que se había
formado en su cadáver (cf.Jueces 14, 5-11).
3 Homero seguía ejerciendo su influencia, no sólo como cantera de personajes
heroicos (pero mirados bajo otros prismas o reducidos a arquetipos), sino
también en lo que se refiere a la imitación de su estilo, sus figuras y su vocabu
lario. No obstante, no faltaron voces que se alzaran contra su poesía. Como es
sabido, Aquiles es el más grande de los guerreros que asediaron Troya, y el que
dio muerte al principal baluarte de la ciudad, Héctor.
4 La enorme figura de Alejandro de Macedonia estaba muy presente en el ima
ginario bizantino, no sólo a través de la popular Vida de Alejandro, sino tam
bién por medio de las noticas veterotestamentarias (cf. IMacabeos 1 ,1-9; 6-2) y
de las crónicas sobre su persona. Por otra parte, hay muchas circunstancias
que conectan a nuestro héroe con Alejandro, a saber: su vinculación a dos
mundos ya desde sus nacimientos, sus hazañas de juventud, su enfrentamien
to con una amazona y su temprana muerte después de tomar un baño.
5 Cf. Introducción, pág. 35.
122 Poesía heroica bizantina
6 Hay quienes identifican a este Basilio con Basilio I, que fue emperador entre los
años 867 y 886 (cf. H. Grégoire, «Le tombeau et la date de Digénis Akritas»,
Byzanüon 6 (1 931), 4 8 8 4 8 9 , recogido en Autour de...). J. Mavrogordato, en cam-
- bio, piensa que se trata de Basilio II Bulgaróctono (cf. Digenes Akrítes..., pág.
LXXX1I).
Digenis A kritas 113
7 Estas grámmata no Man más allá del aprendizaje, en primer lugar, del nom
bre y de la forma de las letras, así como ae la escritura y memorización de má
ximas edificantes. En una segunda etapa se adquirirían nociones básicas de
gramática y se abordaría la lectura, con su correspondiente memorización y
comentario, de breves fragmentos poéticos, normalmente de Homero. A los ca
torce años recibirían lecciones de retórica (cf. R. Browning, «El profesor», en G.
Cavallo (ed.), El hombre bizantino..., págs. 125-152).
114 Poesía heroica bizantina
mado episodio del cortejo. Estemos o no ante una laguna, entre ambas escenas
se ha venido introduciendo el pasaje correspondiente de la versión Z (w .
1539-1629; 1637-1645; según el texto establecido por Trapp). Aunque en un
encuentro posterior ni el Akrita ni los apelátai parecen guardar memoria de lo
aquí acontecido, hemos querido reflejar el episodio.
9 Hemos adoptado la traducción de «bandolero» para apelate.
120 Poesía heroica bizantina
y, con tal de estirarme, cogería una perdiz que volara a ras del
[suelo»10.
Entonces Filopappo ordenó a sus bandoleros
que acercaran un taburete de plata para que se sentara el Akrita.
Ante él dispusieron una espléndida mesa Z1600
y todos comieron y bebieron plácidamente.
Acto seguido, cada uno de ellos comenzó a contar
que era capaz de enfrentarse a un gran número de valientes.
Filopappo, después de escucharlos, le preguntó al Akrita:
«¿Y tú, buen joven, a cuántos eres capaz de tumbar?» Z1605
A lo que Basilio, al punto, le respondió de esta forma:
«Venid, muchachos, cojamos las clavas
y marchemos todos a la explanada,
para que cada cual enfrente su maza a las del resto,
de suerte que el que venza obtenga en galardón la maza del Z1610
[otro».
Entonces aquéllos cogieron sus clavas;
el formidable Cinnamo junto a Ioannakis,
y, con éstos, Digenís, en compañía de muchos otros.
Todos bajaron a la explanada
y cada cual chocó su maza con otro. Z1615
En ese momento, nuestro formidable Basilio Digenís
echó mano a su maza y se situó en el medio;
a unos golpeaba con la clava, pero a otros con los puños
hasta que empezaron a flojear los brazos de todos aquellos
[valientes.
Y cuando Digenís recogió las mazas, Z1620
se fue hacia el anciano para decirle estas cosas:
«Toma las mazas de todos tus bandoleros, Filopappo;
y si no te basta con esto, te haré a ti lo mismo».
Tras ejecutar esta hazaña, el formidable Akrita
regresó al sendero donde se hallaba su gente Z1625
p u e s en su m e n te d ab a v u eltas a la m u ch a ch a , re c re a n d o su
U n a s v e ce s , en su d esaso sie g o , n o la d eseab a, [belleza,
o tra s, se im ag in ab a q u e su s e sp e ra n z a s e ra n fu n dad as,
y a to d o s les d ab a la im p re sió n d e e star su m id o en u n su e ñ o . 385
T a m b ié n su m a d re lo co n te m p la b a ex tra ñ a d a:
« ¿Q u é te su ce d e , hijo m ío , p a ra e n triste ce r d e e ste m o d o m i
[alm a?
¿A caso h a s ten id o u n e n cu e n tro c o n u n a fiera y el m ie d o te h a
[tu rb a d o ?
¿A caso te h a h e ch iz a d o u n d e m o n io al co m p ro b a r tu b rav u ra ?
C u é n ta m e lo sin tard an za; n o aflijas m á s m i esp íritu , 390
p u e s q u ien e s c o n d e su en ferm ed ad , a ca b a co n su m id o p o r ella».
«N i c o n u n a fiera m e h e tro p ezad o —resp o n d ió el jo v en —
n i z o z o b ra alg u n a tu rb a m i alm a,
y , si es q u e alg u ien m e h a h e ch iz a d o , m a ld íce m e a m í, n o a ella,
p u e s n o h a o b ra d o m a l algu n o y a q u e m e e n cu e n tro 395
[p erfectam en te».
A cto seg u id o , se lev an tó y se fu e d ire cta m e n te a su s a p o se n to s,
y , d e sp o já n d o se d e su s b o ta s, co g ió su cítara
y al p rin cip io se p u so a ta ñ e r su s c u e rd a s c o n las m a n o s
[d e sn u d a s
—n o e n v a n o h a b ía sid o b ie n in stru id o e n lo to c a n te a la
y, tras h a b e rla afinad o, la to c ó s u s u rra n d o 16: [m ú sica —, 400
«Q u ien tiene c e rc a a su am o r, n o se ve privado del su eñ o ,
m a s q u ien a m a en la d istan cia, n o m a lg asta las n o ch e s.
Y o , q u e am o a lo lejos, c o n p re m u ra m e h e d e p artir,
p a ra n o afligir m á s m i alm a, q u e p o r m í p e rm a n e c e en vela».
Y e n c u a n to el so l se p u so y ap areció la lu n a, 405
p a rtió solitario a cab allo, llev an d o su cítara.
B rio so era el n e g ro co rce l, la lu n a d ab a la lu z d el día.
16 Toma la cítara y la templa con las manos desnudas, psilats chersí, esto es, sin
púa o plectro (cf. Aquiles Tacio, Leurípa y Clitofonte, I 5, 4 ), o bien, sin acom
pañamiento de voz (cf. el psiloís lógois de Platón, Banquete, 215c).
128 Poesía heroica bizan tin a
17 En las canciones ákrítícas en las que Digenís rapta a una doncella, siempre
■ lleva consigo un laúd mágico como elemento fundamental para llevar a cabo la
empresa.
Digenís A britas 129
N in g u n o ja m á s h a e scu ch a d o m i vo z, n i aten d id o a m i
[co n v e rsa ció n ,
n i al r o m p e r d e m i risa, n i al so n id o d e m is p aso s.
Ja m á s h e a s o m a d o m i ca b e z a p o r el v an o d e la v e n ta n a , 495
m e h e m a n te n id o al ab rigo d e las m ira d a s ajenas.
Y salvo m is fam iliares y m is allegados,
n u n c a n a d ie h a co n te m p la d o las faccio n es d e m i ro s tro ,
p o r g u a rd a r c o n e sm e ro el re c a to q ue c u a d ra a u n a d o n cella.
M as a h o ra h e re b a sa d o lo s lím ites y m e h allo fu era d e ellos; 500
m e h e co n v e rtid o e n u n a d e sv e rg o n z a d a p o r ca u sa d e tu am o r.
Y o , q u e ja m á s h e sid o co n te m p la d a p o r u n e x tra ñ o ,
co n v e rso a h o ra co n tig o sin n in g ú n tipo d e p u d o r,
y la libre c o n cie n cia d e m i d o n cellez
la v eo esclav izad a y to m a d a en im p u d icia. 505
D e sd e el in sta n te en q u e c o n te m p lé tu ro s tro , jo v en ,
u n a su e rte d e fu ego ab rasó m i alrna seren a,
y m u d ó a u n tiem p o m i r a z ó n y m i tem p le,
a d e m á s d e esclav izar m i v o lu n ta d y c o n v e rtirm e e n u n a
[d esv erg o n zad a,
só lo p o r ti, a m a d o m ío, p o r ti y p o r tu am o r. 510
Y o y a h e su cu m b id o y m i d e se o es p a rtirm e co n tig o .
P o r ti re n u n c io a m is p arie n te s y m e veo p riv ad a d e m is p a d re s,
a p a rta d a d e m is h e rm a n o s y d e riq u ezas sin cu e n to ,
p o r m a rc h a rm e co n tig o a d o n d e tú m e o rd en e s;
m a s n o sin to m a r a D ios p o r testigo, A q u el q u e a to d o s au xilia, 515
v in d ica d o r su p re m o , d e q u e n o m e to rce rá s d el re c to ca m in o .
T a m b ién a ti te in flam a el a m o r, el a m o r te esp o lea
y la ra z ó n te p e rsu a d e a q ue m u e ra s p o r m í,
lo cu a l su p lico n o llegar a v e r n i a e s c u c h a r c o n m is oídos».
Y cu a n d o la h e rm o s a m u c h a c h a a ca b ó d e d ecir e stas co sa s, 520
se le cu b rie ro n lo s ojos d e lág rim as y lan zó h o n d o s su sp iro s;
se re p ro c h a b a a sí m ism a su g ra n d esv erg ü en za,
y au n q u e in te n ta b a c o n to d a s su s fu erzas m u d a r su p ro p ó sito ,
el d eseo in finito d e su s e n tra ñ a s se lo im p ed ía.
132 Poesía heroica bizantina
19 No aspira a una gloria mundana que le venga por cuenta de su posición so
cial, pero, como todo héroe, sí que persigue el reconocimiento de su excelencia
en el campo de batalla.
Digenís A kritas 133
n i te re p ro c h a rá n h a b e r ra p ta d o a u n a m u ch a c h a m e n g u a d a de
[bienes,
lo q u e co n stitu y e u n o p ro b io p a ra la g e n te d e bien.
¿C ó m o v as a p o d e r evitar c o n facilidad e sto ú ltim o,
si a h o ra n o n o s a c o m p a ñ a s d e v u elta a p alacio
p a ra q u e m i e sp o sa e n cu e n tre co n su e lo 730
—p u e s p o r c o m p le to ig n o ra q u ién eres re a lm e n te —,
y e n su aleg ría e n sa lce a q u ien tan to b ien le p ro p icia?
O b e d é ce m e , p u e s, m i b u e n y e rn o , y v e n te co n m ig o ».
E s ta s e ra n las c o sa s q u e el g e n e ra l d ecía p a ra h a la g a r al
c o n lo q u e, al p u n to , le re p u so el jo v e n : [m u c h a c h o , 735
«Sin d u d a, a te n d e r tu e x c e le n te co n sejo ,
m i su eg ro y se ñ o r, m e p a re c e lo m á s ju sto ;
m a s tem o q u e d e esto m e v ay a a d erivar alg ú n peligro
y h ay a d e p a g a r v e rg o n z o sa m e n te c o n u n a m u e rte p e n o sa
el h a b e rm e en fren tad o a ti y h a b e r sido tu p érfido en em ig o . 740
M i d iscern im ien to m e a co n se ja a ctu a r d el m o d o co n tra rio ,
y m e so n ro ja ría al m ira r a la ca ra a tu esp o sa,
p u e s yo , m i su e g ro y señ o r, alb ergab a el d e se o
d e d e sp o sa r a tu h ija p o r m o r d e su belleza,
n o a ca u sa d e su riq u eza n i d e su s p o se sio n e s. 745
T o d o eso se lo reg alo a lo s h e rm a n o s d e m i m u jer,
y a q u e a n te p o n g o su h e rm o s u ra a su cu a n tio sa d ote.
D ios es q u ien o to rg a p a re ja m e n te riq u e z a y p o b reza,
q u ien h u m illa y en salza, q u ien d errib a y levanta.
P e ro en c u a n to al h e ch o d e re g re sa r n o te d e so b e d e ce ré , 750
p e rm íte m e ta n só lo q u e p rim e ro a cu d a al la d o de m i m a d re
p a ra q u e m i p a d re v e a a q u ien h a b rá d e ser su n u e ra
y así p u e d a ala b a r a D ios; q u e y o e staré d e v u elta en seg u id a.
M as n o te aflijas p o r esto , a n te s ru e g a p o r n o so tro s ,
p u e s h ijos tu y o s so m o s y e scla v o s d e tu alm a». 755
E l g en e ral, a d m irad o d el e n ten d im ien to d el jo v en ,
le dijo a su v ez: «¡D ios te b en d ig a, hijo m ío ,
y q u e te c o n ce d a la d ich a p a ra to d o s los añ o s d e tu vida!»
140 Poesía heroica bizantina
22 Del Emir.
Digenís A britas 141
23 La niña preferiría haber sido presentada como esposa legítima antes que en
calidad de raptada.
142 Poesía heroica bizantina
d e m a n e ra q u e p u e d a s e sc u c h a r co n to d o d etalle m i d e sv e n tu ra 50
y p u e d a e n c o n tra r algú n co n su e lo a m is p e n a s,
pues con palabras es como se destierra la tristeza del alma’.
Cuando acabé de escucharla, me llené de contento
y comprendí que aquella aparición era real.
Así, en medio de una inmensa alegría, descabalgué sin demora, 55
pues su inefable belleza me había tocado el alma;
tanto era así que la creí una réplica de mi amada.
Amarré mi corcel a una rama del árbol,
clavé mi lanza entre medias de sus raíces 2
y, después de tomar un poco de agua, le hablé de este modo: 60
‘Antes que nada, muchacha, dime cómo es que te encuentras aquí
y cuál es el motivo por el que habitas en este páramo,
que, después, tú también sabrás quién soy yo’.
Entonces los dos tomamos asiento en un discreto escabel
y comenzó a relatarme estas cosas,’,tras lanzar un hondo 65
[su sp iro:
‘Resulta,-mi joven amigo, que mi patria es Meferqué,
y sin duda has oído hablar de Haplorrabdés, el Emir de todos:
él es mi padre, y mi madre es Melantia3.
Mas para desgracia mía, me enamoré de un romano
al q u e m i p a d re h ab ía ten id o d u ra n te tres a ñ o s cau tiv o 70
y decía ser hijo de un glorioso general.
Pues bien, yo le libré de sus cadenas y le saqué de su celda,
le regalé los mejores caballos de mi padre
e hice de él un más que notable caudillo de Siria.
y h a ré q u e te to m e p o r esp o sa,
to d a v ez q u e ren ieg u es d e la fe d e los v e rg o n z a n te s e tío p e s!’
Y ella, al escuchar estas cosas, transportada de gozo,
repuso: ‘Mi señor, mi más grande campeón, 225
yo ya he participado del santo bautismo
a instancias suyas, antes de tener tratos con aquel varón,
ya que en nada me era posible, rendida como estaba al deseo,
no llevar a cabo lo que él me decía.
É l, p o r cu y a cu lp a n o to m é e n cu e n ta n i a m is p a d re s n i a m is 230
[allegados’.
Conforme oía estas cosas de labios de la muchacha, mi buen
fue penetrando en mi corazón una suerte de llama [amigo,
que me incitaba al amor y a una unión ilícita.
Al principio traté de apartar esta irreprimible intención,
y deseaba en lo posible escapar al pecado, 235
pero resulta del todo imposible que el fuego se contenga ante el
Así pues, aupándola a la grupa de mi caballo, [pasto,
emprendimos la ruta en dirección a Calcurgía
—lugar éste emplazado cerca de Siria—,
No sabía qué me ocurría, pues todo yo era fuego, 240
y en mi interior la pasión aumentaba hasta el extremo.
Entonces, echando pie a tierra para satisfacer nuestras
[necesidades
—en su hermosura mis ojos, en su contacto mis manos,
mi boca para sus besos y para sus palabras mi o íd o -
c o m e n c é a efectu ar to d a su e rte d e a cto s ilícitos, 245
y sucedió todo lo que yo deseaba,
y el viaje quedó mancillado por aquella acción inmoral,
merced a la intervención de Satanás y a la negligencia de mi
[espíritu,
por más que la muchacha se resistiera a mi acometida,
rogando por Dios y por el alma de sus padres. 250
Sin embargo, el Adversario, el Príncipe de las Tinieblas,
el enemigo y rival de nuestra estirpe mortal,
162 P o esía h e r o i c a b i z a n t i n a
1 Para el encomio del mes de mayo, cf. Aquiles Tacio, Leutipa y Clitofonte, II 1,
2. El motivo, que ha alcanzado gran fortuna en todo el medioevo europeo, se
refleja también en nuestro Romance del prisionero.
Digenís A kritas 165
2 La palabra aquí empleada, ptéryx, puede designar tanto las alas, las plumas o
los penachos de los animales como las hojas y los pétalos de las flores, por lo
que en griego tenemos un juego de palabras que sólo muy forzadamente po
dríamos haber recreado en la traducción. El verso también se podría interpre
tar en el sentido que entiende, por ejemplo, Valero Garrido, a saber: «reflejaban
el color de las flores en sus alas».
166 Poesía heroica bizan tin a
[amenazas:
‘¡Deja a la muchacha —dijeron—y procura salvarte tú;
•en caso contrario, obtendrás la muerte por tu desobediencia!’
¡A fe que aún no sabían quién era yo!
De repente, la hija del sol, al verlos a todos
ta n b ien p e rtre c h a d o s y a lo m o s d e su s cab allo s, 135
se crey ó su s p alab ras y cayó p re sa de u n in m e n so p a v o r.
Se cubrió el rostro con su velo
y se marchó corriendo a la tienda completamente aterrorizada.
Yo le pregunté: ‘¿Por qué no hablas, amada mía?’
‘Porque se me ha muerto la voz antes que el alma —me contestó—; 140
mira que si nos separan, no podré soportar la vida’.
‘Deja de pensar tales cosas, alma mía —repuse—;
que a quienes Dios ha unido no los habrá de separar el
[hombre’5.
Al punto empuñé mi maza, embracé mi broquel,
y caí sobre ellos como el águila cae sobre las perdices desde lo 145
y a cuantos mi maza alcanzó a golpear, [alto,
no quedó en ellos el menor rastro de vida.
Asimismo, capturé a todos aquellos que hacían por escapar,
pues jamás me venció un caballo en la carrera
(y no cuento esto en tono de vanagloria, 150
sino para que cobréis cumplido conocimiento de los dones del
[Creador).
Hubo, no obstante, quienes lograron esquivarme celándose en
[el m arjal;
pero, poco antes de entregarlos a todos a la muerte,
capturé vivo a uno solo para saber de su boca
q u ién es e ra n aq u ello s lo c o s , aquella g e n te sin seso . 155
7 Son las mismas palabras con las que Cariclea da ánimos a Teógenes en He
liodoro, Etiópicas, V 32, 5-6.
8 Se trata del Akrita, pero, para entender toda la dimensión de la frase, tenga
mos en cuenta que en E 1 3 6 2 ,1379 y 1417, Cinnamo también es llamado León.
Parece, pues, que se quiere dejar claro quién es el verdadero león.
174 Poesía heroica bizan tin a
10 Esto es, de la India. Los brahmanes son los «hombres desnudos acostum
brados a filosofar» con los que Alejandro se entrevistó según avanzaba en sus
conquistas (cf. Vida de Alejandro, III 5-6). Por otra parte, las amazonas son un
pueblo de guerreras que según una etimología popular (a-mazos, «sin pecho»)
se quemaban o cortaban un seno para manejar con eficacia el arco. Las noticias
del encuentro de Alejandro con la reina de ellas, Talestris, llegan hasta nuestro
Libro de Alexandre (w . 1886-1892).
11 En cuanto a la doble naturaleza del apelate, bandolero, por un lado, y sol
dado irregular al servicio del Imperio, por otro, cf. Introducción, págs. 34-35.
12 Ese «buen don que no tiene precio» es la salud del alma. El pasaje, pues, ha
de entenderse dentro de las coordenadas religiosas de los bizantinos en las
que la idea del aislamiento monacal es una constante; cf. P. Odorico, Digenis
■Akritas..., pág. 166-167, nota ad loe.
13 A saber, el río Éufrates.
Di g e n i s A k r i t a s 179
16 Melimitzes debe de ser de origen árabe (su nombre podría ser hipocorístico
del nombre árabe Melem), o, en todo caso, turco. Para su persona se ha postu
lado la figura de un príncipe armenio llamado Melias/Mehl.
Digenís A kritas 183
M as h e ah í q u e im p rim ió to d av ía m á s b río a su h u id a
y atrav esó el río e n co m p a ñ ía de C in n am o .
Y o les p e rse g u í h a s ta la orilla,
p e r o c o m o v ie r a al o tr o la d o u n e jé rc ito , to d o s b ie n p e r tr e c h a d o s , 520
n o j u z g u é o p o r t u n o m a r c h a r c o n t r a e llo s d e s p r o v is to d e a r m a s ,
p r in c ip a lm e n te p o r q u e m i c a b a llo flo jeab a p o r m o r d e s u h e rid a .
D e m o d o q u e, al p u n to , m e v o lv í c o n p re m u ra ju n to a m i jo v e n
[esp o sa,
y tras d e c o g e r las a rm a s y ca m b ia r a d em ás d e m o n tu ra ,
le dije a m i e n c a n ta d o ra m u jer: ‘V en ap risa, lu z m ía, 525
v e n q u e te c o n d u z c a a la g ru ta q u e h a y e n el ce rro .
D e sd e a h í v e rá s p e re c e r a n u e s tro s en em ig o s;
así sab rás q u é su e rte d e v e n g a d o r h a p u e sto D io s a tu serv icio
y p o d r á s g lo rificar u n a v e z m á s Su san tísim o p o d e r’.
E lla, sin m á s tard ar, m o n tó a lo m o s d e su p ro p io cab allo , 530
p u e s y o y a ten ía p re p a ra d a s las p ro v isio n es.
Así, u n a v e z q u e a lca n z a m o s el lu g a r referid o ,
la d ejé e n u n m ira d e ro d el m o n te
d o n d e h a b ía u n ab rigo n a tu ra l q u e h a cía la s v e ce s d e cob ijo,
cu b ie rto d e árb o le s y m u y difícil d e h allar. 535
D e sd e él se p o d ía c o n te m p la r lo q ue p a sa b a a lo lejos
sin q u e p u d ie ra s e r v isto p o r n a d ie q uien allí s e celara.
C o m o ib a d icien d o , cu a n d o h u b e e sco n d id o a la n iñ a e n ese
[lu g a r,
le p ed í q u e n o se atem o rizara an te los su ce so s q u e se avecin ab an,
y q u e, so b re to d o , n o g ritara e n el cu rso d e la refriega: 540
‘P a ra q u e tu v o z n o les sirva d e guía
y su b an a p o r ti m ien tras m e e n cu e n tro afan ad o en la liza
y d e ello m e so b re v e n g a u n p elig ro ev id en te’.
M e a p re su ré h a cia el río e n la d ire cció n q u e h ab ía v isto a la
[tropa
y fui re m o n ta n d o su s m á rg e n e s p a ra e n c o n tra r u n v a d o . 545
F u e e n to n ce s cu a n d o re p a ré en q u e M a x im o esta b a se p a ra d a
[d el re sto ,
284 Poesía heroica bizantina
17 El motivo del paso del Eufrates también aparece en la Canción deArmuris; cf.
CA, 31-53.
Digenís Ahritas 185
19 Cf I 21 y nota a d loe.
190 Poesía heroica bizantina
y d e s p u é s d e tu m b a r m e s o b r e la e n c a n t a d o r a p r a d e r a ,
c o n c e d í d e s c a n s o a l c a b a llo y p a s é allí l a n o c h e .
730 M e lev an té c o n el alba y m o n té a lo m o s d e m i co rce l,
p u s e ru m b o a la llan u ra y m e q u e d é allí e sp e ra n d o .
Y cu a n d o a p e n a s c o m e n z a b a a d e s p u n ta r c o n su lu z la m a ñ a n a ,
y el so l b rillab a so b re la cim a d e las m o n ta ñ a s ,
M axim o ap a re ció so la s o b re el c a m p o d e b atalla.
735 Ib a m o n ta d a s o b re u n n e g ro c o rc e l d e p u ra ra z a
y llevab a u n p u rp ú re o ta b a rd o d e p iel d e ca s to r,
así c o m o u n tu rb an te v e rd e re c a m a d o e n o ro .
E m b ra z a b a u n e scu d o so b re e l q u e se d ib u jab an las alas d e u n
so ste n ía u n a lan za ára b e y llevaba la e sp a d a al cin to . [águila,
740 M e dirigí a su e n cu e n tro al in sta n te ,
y cu a n d o e stu v im o s el u n o al la d o d el o tro n o s sa lu d a m o s.
T ras d a m o s , c o m o co rre sp o n d ía , m u y g en tilm en te la bien venida,
d im o s co m ie n z o a la liza agu ijan d o n u e stro s cab allo s.
D esp u és d e e sta r tro ta n d o a d e la n te y a trá s d u ra n te u n b rev e
[m o m e n to ,
745 c h o c a m o s la s l a n z a s s in q u e n in g u n o r e s u lta r a d e s a r z o n a d o .
Así p u es, n o s sep aram o s y d e sn u d a m o s n u e stra s esp ad as
p a ra , al in stan te, p a sa r a a ta c a m o s e n c o n a d a m e n te c o n m u tu a s
[a co m e tid a s.
M as y o , am ig o m ío , b ien m e cu id a b a d e ca u sa rle d a ñ o a lg u n o ,
p u e s e n lo s h o m b re s e s c e n su ra b le n o y a m a ta r,
750 s in o e l m e r o h e c h o d e tr a b a r c o m b a te c o n la s m u je re s .
Sin em b arg o ella g ozab a de u n g ra n re n o m b re e n tre lo s valientes
[d e e n to n ce s ,
p o r lo c u a l n o m e su p u so n in g ú n b a ld ó n e n fre n ta rm e a ella.
Y h e ah í q u e al g o lp ea rle la m a n o p o r e n cim a d e lo s d e d o s,
la e sp a d a q u e em p u ñ a b a ca y ó al su elo
755 y e l p á n ic o y u n g r a n p a v o r s e a p o d e r a r o n d e ella.
‘¡N o ten g as m ied o , M a x im o —le g r i t é - ,
qu e, p o r se r m u jer y p o se e r ta n ta h e rm o su ra , te n d ré p ied ad d e ti.
Y p a r a q u e , p o r m is h e c h o s , s e p a s b ie n q u ié n s o y y o ,
D igenís A kritas 191
20 A partir de este punto, la versión G ofrece una laguna (aquí no hay dudas)
que se viene paliando con la introducción del pasaje correspondiente de
192 Poesía heroica bizantina
1 Esto es, el Paraíso terrenal. De acuerdo con el Antiguo Testamento (cf. Génesis
10-14), el río que regaba el Edén se escindía en cuatro brazos: Pisón, Guijón,
Tigris y, en cuarto lugar, Eufrates.
196 Poesía heroica bizantina
3 Cf. Jueces 16. E s a es la tercera vez que se menciona a Sansón (cf. II 2 0 0 y IV 24-
5). Aparte del episodio, ya comentado, del león, se nos habla del de las puertas
de Gaza: en esta ocasión, Sansón, tras unirse a una prostituta, se ve encerrado en
la dudad, hasta que a medianoche decide escapar arrancando de cuajo las puer
tas, con sus jambas y sus cerrojos, y se las sube a la cuna de una colina. A conti
nuación se rememoran las burlas de las que fue objeto Sansón cuando perdió su
198 Poesía heroica bizantina
fuerza, así como el momento en el que, con la ayuda de Dios, hizo que se des
plomara el palacio donde se encontraban los principes filisteos y él mismo.
4 Cf. lSamuel 17, 4-7, para la descripción de Goliat (fidelísimamente reprodu
cida en nuestro texto), y ISam 17, 38-54, para los detalles del enfrentamiento.
En cuanto a la envidia (phthónon) de Saúl y la huida de David («el humildísi
mo») ante las múltiples insidias de su rey, cf. ISam 18-19. En efecto: de regreso
de la guerra, Saúl, celoso por el recibimiento que dispensan a David intenta
matarlo en varias ocasiones; así las cosas, David decide poner tierra de por
medio. Con el tiempo, Saúl habría de caer en manos de David, pero éste le res
petaría la vida (cf. ISam 24).
5 Agamenón, cuyo agravio a Aquiles suscita la cólera que constituye el eje de la
lliada de Homero, era el jefe de la expedición griega contra Troya. Fue asesinado
por su esposa Clitemnestra y por el amante de ésta, Egisto, a su regreso a Mice-
nas tras la guerra (cf. Homero, Odisea, III235 o, sobre todo, Esquilo, Agamenón).
6 Ulises, otro de los grandes caudillos griegos que acudieron a Troya, vivió
muchas arriesgadas aventuras entre las que destaca, aparte de la de las sirenas
(aludida aquí en IV 261), su encuentro con Polifemo, el cíclope por antonoma-
Digenís A kritas 199
sia, una suerte de ogro caníbal con un solo ojo que hubiera devorado a Ulises y
a sus hombres de no haberlo emborrachado para cegarle (cf. Homero, Odisea,
IX). A su regreso a ítaca, Ulises aún habría de enfrentarse a los jóvenes y ocio
sos nobles que, en su ausencia, dilapidaban su hacienda y además pretendían a
su virtuosa esposa Penélope: Ulises da cuenta de ellos en el canto que recibe el
nombre de mnëstêrophonia o «matanza de los pretendientes» (cf. Homero, Odi
sea, XXII).
7 Belerofontes es el héroe corintio que abatió a la Quimera, un monstruo con
testa de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente, que exhalaba fuego. La re
presentación le debía de mostrar a lomos de Pegaso, el célebre caballo alado.
8 No podía faltar la referencia a Alejandro ni la mención, entre sus hitos más sig
nificativos, de su encuentro con la madura y seductora Candace, reina de Etiopía.
Según la Vida de Alejandro (II I18-23), después de vencer a Daño y sus persas, a
Poro y sus indios, a los medas y a los partos, Alejandro se vio en poder de la reina
cuando, visitándola de incógnito en territorio enemigo, fue reconocido por ella
gracias al retrato que en una ocasión había mandado pintar. Candace no le dela
tó, por lo que Alejandro pudo regresar con los suyos sano y salvo.
9 EÎ éxodo o salida de los israelitas de Egipto es el acontecimiento fundamen
tal del Antiguo Testamento. Moisés es, después de Dios, el gran protagonista de
este conocido episodio (cf. Éxodo). Enumeremos, no obstante, lo que se podía
ver en el techo del palacio: las diez plagas (el agua convertida en sangre, las ra
nas, los mosquitos y tábanos, la muerte de los animales, las úlceras, el granizo,
la langosta, las tinieblas y la muerte de los primogénitos), las murmuraciones y
quejas de los israelitas a Moisés al llegar ante el Mar Rojo, etc. Por su parte, Jo
sué es el sucesor y continuador de la obra de Moisés. No llegó a completar la
conquista de la tierra prometida, pero sí realizó un buen número de hechos de
armas, cuales el paso del Jordán, la toma de Jericó y de Ay, las victorias sobre
los cinco reyes amorreos o la conquista del norte de Canaán (cf. Josué 1-12).
200 Poesía heroica bizantina
165 la e n c a n t a d o r a m u c h a c h a se le v a n ta b a d e s u a s ie n to
y , d e s p le g a n d o s o b r e el s u e lo u n p a ñ o d e s e d a , s e p o n ía a b a ila r
[so b re él.
N o e n cu e n tro p alab ra s p a ra d e scrib iro s lo s m o v im ie n to s d e la
lo s g e s to s d e su s b ra z o s y los g iro s d e su s p ies, [joven:
la agilid ad c o n la q u e lo s a ltern ab a al c o m p á s d e la m ú sica ,
170 y la f o r m a e n q u e a c o m o d a b a s u s p o s e s al ta ñ e r d e la c íta ra .
Y así c o m o el d u lz o r d e la m iel es in co n ce b ib le p a ra q u ien es
n o la h a n p ro b ad o , ta m p o co es p osib le e x p re sa r el go zo
y el su b lim e d eleite d e su s a d em an es.
A co n tin u a ció n , lev an tá n d o se co n v e n ie n te m e n te d e la m e sa ,
175 s e s a c ia b a n d e p la c e r e s y , m á s ta rd e , a c u d ía n a l p r a d o ,
a l e n c a n t a d o r p a r a ís o q u e a n te r io r m e n t e e v o c á b a m o s .
Allí, lo s d o s jó v e n e s, en v e rd a d ad m irab les y n o b le s,
se re c re a b a n c o n g ra n d e deleite y d a b a n g racias a D ios.
S ólo u n a co s a ap en ab a su s a lm as d ía tras día,
180 e s a lla m a d e v a s ta d o r a e in e x tin g u ib le q u e e s la a u s e n c ia d e
[h ijo s,
d e la q u e só lo h a n ten id o e x p e rie n cia q u ien es c a re c e n d e ellos
y q u e les p ro cu ra , m ie n tra s viven, la m a y o r d e las d esg racias.
P o r este m o tiv o ro g a b a n a D ios ca d a día
y o b serv ab an férream e n te la p rim e ra d e las v irtu d es:
185 m e re fie ro a o b r a r b u e n a s a c c i o n e s y a la c a rid a d .
Sin em b arg o , q u iso D ios q u e e rra ra n en su e sp eran za,
y aú n así, e n su m od estia, sigu ieron b en d icien d o al Señor,
a trib u y en d o la cu lp a a su s p ro p io s p e c a d o s .
P e ro h e aq u í q u e a la m a d re d el A krita le so b rev in o u n a
190 y al cu a rto d ía rin d ió su a lm a 10. [en ferm ed ad ,
M u ch o fue lo q u e la llo ró y g ra n d e fue su d u elo ,
y D igenís le dio sep u ltu ra en u n a tu m b a ju n to a su p adre.
H ab ía sob reviv id o a su esp o so cin co añ o s,
11 Se refiere en concreto a los árabes que rondaban las fronteras, que, como
supuestos descendientes de Agar (cf. I 28 y nota ad loe), procederían de una
estirpe de esclavos. En cuanto al apelativo de «etíopes», ya hemos tenido oca
sión de comprobar que se trata de un término despectivo para referirse a ellos
(cf. 1 32; IV 970; V 223).
2 04 Poesía heroica bizantina
5 Siguiendo a Trapp y Jeffreys escogemos áneu gár hóplou («sin armas»), pero
también existe la lectura áneu gàr hÿpnou («falto de sueño») de Mavrogordato.
Recordemos que todas estas peripecias iban precedidas por los intentos del
Akrita por conciliar el sueño (cf. V I42, 83-84).
2 10 Poesía heroica bizantina
6 Castillo Didier (cf. Poesía heroica griega..., págs. 151-152) nos ofrece dos can
tos akríticos que narran la muerte de Digenis a manos de Caronte. Asi suenan
algunos de esos versos en traducción suya: «(...) Ahora vi un hombre descalzo,
— de brillantes vestiduras;/ tiene el aspecto del lince, — la mirada del relámpa
go;/ me desafia a luchar, — en. la marmórea era:/ y el que de los dos venciera, —
tomará el alma del otro./ Y fueron y combatieron — en la marmórea era;/
cuando Diyenís golpea, — la sangre forma un arroyo;/ cuando Caronte golpea,
— la sangre forma un torrente».
7 La mujer, una vez abandonado su núcleo originario, se adentra en un destino
de aislamiento social y personal y pierde todo vínculo con la familia y el mun
do anterior al matrimonio; de ahí que la llame «extraña» (o, más literalmente,
«extranjera»; cf. además VIII 1 7 1 ,1 9 4 ) y que diga que carece de padres y her
manos; cf. P. Odorico, Digenis Akritas..., págs. 210-211.
Digenis A britas 211
y vio q u e su e sp o sa h ab ía m u e rto in e sp e ra d a m e n te ,
d e claró : «¡G loria a Ti, o h D ios q ue to d o d isp o n es,
p o r n o h a b e r a rro jad o en m i alm a la ca rg a insufrible
d e s a b e r a m i a m a d a so la y e x tra ñ a en el m u n d o !»
Y, el h é ro e , co m p o n ie n d o su s m a n o s en fo rm a d e cru z, 195
a ca b ó rin d ie n d o su alm a a lo s án geles d el Señor.
D e este m o d o , lo s d o s fa m o so s m u c h a c h o s e n c o n tra ro n el ñ n
d e su s vid as, c o m o si lo h u b ie ra n p actad o , en u n m ism o in stan te.
C u a n d o el jo v e n c o p e ro ad virtió q u e h a b ía n m u e rto ,
e n tre p la ñ id o s y llan to s, se lo an u n ció al m a e stre sa la 200
y e n seg u id a fu e ro n lo s d o s a co m u n icá rse lo a lo s d e fuera.
U n a v e z q u e la n u e v a se h u b o e x te n d id o p o r lejanas re g io n e s,
se p re se n tó allí u n a g ran m u ltitu d de caudillos d e O riente:
c a rsia n o s, c a p a d o cio s, cu cu litario tas,
p ro b a d o s p o d a n d ita s , tarsitas y m a u ro n ita s, 205
lo s e x c e ls o s se ñ o re s d e B ag d ad e n c o m p a ñ ía d e los
[batirriaquitas,
la n o b le z a d e B ab ilon ia y u n a m u c h e d u m b re p ro c e d e n te d e
[Amida
se a p re su ra b a n p a ra asistir a lo s fu n erales d el A k rita 10.
Y tan sin igu al e ra el gen tío q u e allí se co n g re g a b a ,
q u e lo s a led añ o s d el p alacio se e n c o n tra b a n a b a rro ta d o s d e 210
[gente.
M as ¿q u ién vald ría a c o n ta r lo s la m e n to s q u e se su ce d ie ro n
[e n to n ce s,
las lág rim as y lo s g em id o s y la s m a n ifestacio n es d e su frim ien to ?
Y to d o s, d e se n ca ja d o s c o m o esta b a n p o r la tristeza,
se a rra n ca b a n lo s cab ello s y se m e s a b a n las b arb as,
215 al tiem p o q u e gritab an : « ¡E stre m é ce te , T ierra! ¡G im e, U n iv e rso !
¡Y tú, Sol, sú m e te e n las tinieblas y o cu lta tu s ra y o s!
¡Y tú, L u n a, v u élvete n e g ra y deja d e e n a rb o la r tu a n to rch a !
¡Y v o so tra s, lu m in arias to d a s d e las estrellas, e x tin g u io s;
p o rq u e el astro e sp len d e n te q u e re lu cía e n el o rb e,
220 Basilio D igenís, el orgu llo d e to d o s lo s jó v e n e s,
y su esp o sa , la g lo ria d e la s m u jeres,
h e aq u í q u e se esfu m a ro n d el m u n d o e n u n m ism o in stan te!
¡A ce rca o s to d o s, am a n te s y am ig o s d e la b rav u ra,
y llo ra d al n o b le y v ale ro so A krita,
225 y d o le o s p o r este v a ró n p o d e ro s o y tem id o p o r to d o s,
p o r el h o m b re q u e h izo d e sa p a re c e r a c a d a ad v ersario ,
y se erigió c o m o árb itro d e la p a z y d e u n a p ro fu n d a co n co rd ia !
¡M u jeres, v en id a llo ra r p o r v u e stra belleza;
v o s o tra s q u e o s gloriáis d e v u e stra h e rm o s u ra , fiadas en la
[juven tu d ,
230 d e rra m a d v u e stra s lág rim as so b re e sta e n ca n ta d o ra y
[honestísima joven!
¡Ay de mí! ¿Qué es lo que vemos? ¡De repente, las dos estrellas
que iluminaban el mundo se han desvanecido antes de que
[llegara su h o ra !»
É sto s, y o tro s sem ejan tes, s o n lo s la m e n to s q u e, e n tre
[g em id o s, p ro firiero n
lo s asisten tes a las ex e q u ia s d e lo s n o b le s d ifu n tos.
235 Una vez que los cantos fúnebres hubieron concluido
[d eb id am en te,
tras d e h a b e r re p a rtid o e n tre lo s p o b re s lo s b ien es d el p alacio ,
y h a b e r sep u ltad o co n v e n ie n te m e n te su s re s to s e n u n a tu m b a,
les erig iero n u n tú m u lo en lo alto d e u n a g arg an ta,
m á s allá d e cierto lu g ar q u e re c ib e el n o m b re d e T ro sis.
240. Allí, so b re u n a rco , e m p la z a ro n el se p u lcro d el Akrita,
m ara v illo sa m e n te co n stru id o c o n m á rm o l d e c o lo r p ú rp u ra
Digenís A kritas 215
la c o ro n a y la d ia d e m a se e n cu e n tra n en m a n o s d e B elisario,
la gloria, el p o d e r, la au to rid a d y las riq u ezas,
to d o ello re p o s a e n él y a ca b a rá d á n d o te m u erte.
D e sea o b te n e r el im p erio , d e se a p ro v o c a r tu p e rd ició n , 45
y tam b ién n o s v e re m o s p e rd id o s q u ien es te s o m o s leales» 6.
E l em p erad o r, al oírlo, q u ed ó se d esen cajad o y d e sco m p u e sto ,
y, c o m o u n a fiera salvaje, c o m o u n h e n ch id o d rag ó n ,
o u n p iélag o d e a sp e cto a m e n a z a n te , les dijo a su s n o b les:
« ¿C o n táis c o n testig o s q u e p ru e b e n tal h e c h o , 50
q u e d e m u e stre n q u e esto es cierto ?»
E n to n c e s se p re s e n ta ro n C a n ta cu ce n o , R alles, P aleó lo g o
A san es y tam b ién L á sca ris, C a n a n o y D u c a s 7,
y le v a n ta ro n u n falso testim o n io c o n tra Belisario.
¡O h en vid ia, ru in a d e fo rtalezas, en em iga d e la R o m an ia! 55
C iu d ad es y p lazas fu ertes, h o m b re s leales, sab io s y v a le ro so s
y g en erales ro m a n o s se v ie ro n p e rd id o s p o r m o r d e la envidia,
c a y e ro n p o d e r o s o s b alu a rte s y fu e ro n d iezm ad as las villas.
E l e m p e ra d o r, n o o b sta n te , se m o s tró m a g n á n im o
d eb id o al g ra n ap re cio q u e sen tía p o r él, 60
y, cu rsa d a la o rd en , le co n fin aro n en la T o rre d e A n e m a s8,
6 Tengamos en cuenta que de los cerca de cien emperadores que vinieron tras
Justiniano, no menos de treinta usurparon el trono, entre los cuales se encuen
tran algunos de los más importantes, como Focas (602-610), Heraclio (610-
641), León III (7 17-741), Basüio (8 67-886), etc.
7 Miembros, como el Paleólogo arriba mencionado, de familias muy influyentes
en la historia de Bizancio, pues también los Ducas y los Láscaris fundaron sendas
dinastías de emperadores. Estos últimos son conocidos desde la mitad del siglo
xi y ocuparon el solio imperial desde el año 1204 hasta el 1261. Por su parte los
Ducas ya lo habían hecho brevemente entre el 1059 y el 1068, si bien volvió a
haber emperadores con ese apellido. El resto de linajes, sin llegar a alcanzar el
significado de los anteriores, no carecieron de importancia, sobre todo el de los
Cantacucenos, que disputaron el Imperio a los propios Paleólogos.
8 La Torre de Anemas se encuentra en el punto más al norte de Constantino
ple. Debe su nombre a Miguel Anemas, miembro de una familia de la aristo
cracia militar, que en 1106 encabezó una conjura contra Alejo I Comneno
(108 1 -1 1 1 8 ). Para la fecha de composición del poema, dicha torre había co-
224 Poesía heroica bizantina
brado actualidad ya que allí había sido encerrado y cegado Andronico IV Pa
leólogo (año 1 3 73) tras rebelarse contra su padre, quien acabaría encerrado en
el mismo lugar (año 1376).
P oem a de B elisario 225
T e m b la ro n a n te B elisario, p e ro lo a m ab an m á s todavía.
Se a d u eñ ó de las fo rtalezas y de las g en tes de aquella isla,
y se e n se ñ o re ó d e to d o cu a n to la ro d e a b a . 205
Sin e m b a rg o era in ca p a z d e to m a r su p rin cip al b alu arte,
p u e s era e n o rm e y tem ible, p o d e ro so e in exp u g n ab le.
G ra n q u e b ra n to h ab ía o ca sio n a d o la p laza d e In g laterra,
p u e s en ella h a b ía n caíd o n o b le s señ o res, v a ro n e s ro m a n o s ,
n o b le s in fa n z o n e s e n b u sc a d e gloria; 210
g ra n d e sv e n tu ra h ab ían su frido p o r a m b o s b an d o s.
¡Y p o r la h e rm o s a v erd ad , o s ju ro q ue n o m ie n to ,
p u e s si h u b ie ra n co n ta d o c o n n av es p a ra h u ir a b o rd o d e ellas,
si se h u b ie ra n fiado a la flota p a ra salir en d esb an d ad a,
h a b ría n re g re sa d o fracasa d o s y c o n u n g ra n b ald ó n ! 215
M as c o m o n o ten ían m o d o d e esca p a r, se a p re s ta ro n p a ra la
In sisten , re d o b la n su em b a te y re a n u d a n la g u e rra [m u erte.
p re se n ta n d o b atalla cu a l fieras salvajes,
y p o r am b as faccion es p erecía u n a m ultitu d d e sold ad os.
C o n stru y e n e scalas de m a d e ra p a ra a saltar el castillo, 220
y v a n m o rd ien d o c o n su s esp ad as, b añ án d o se en sangre;
los g u e rre ro s d e sco lg a b a n su s c u e rp o s al asalto de la fortaleza.
E l p rim e ro en p isar el castillo de In g laterra
ten ía p o r n o m b re A lexio, y el se g u n d o Petralifas,
h o m b re s d el p u eb lo , d e m o d e s to s o ríg en es, 225
g e n tes sin v a ra s d e m a n d o , d e sa m p a ra d o s y d e co n d ic ió n
[h u m ild e 12,
fortaleza enemiga por medio de una escalera de madera que, para su desgracia,
acabaría rompiéndose.
13 Los Asanes, estirpe de regia ascendencia búlgara. Algunas de sus princesas
se casaron con emperadores de Bizancio, y muchos de sus miembros fueron
gobernadores de diversas regiones del Imperio.
Poema de Belisario 231
20 Vaya por delante que el Belisario histórico no tuvo ningún hijo varón. ¿Se
trata, pues, de la proyección de Alexio Estrategópulo (literalmente, «Hijo del
General»), nombrado césar por el .emperador Miguel VIH en la segunda mitad
del s. XIII, o un mero desdoblamiento de la persona de Belisario? Cf. E. Follieri,
«11 poema bizantino di Belisario...», pág. 608.
21 La dignidad de «césar» por aquel entonces ya sólo designaba uno de los
grados superiores de la jerarquía bizantina.
2 38 Poesía heroica bizantina
26 Posible alusión a las crónicas que, como el Epítome del 948, podían estar en
la base de nuestra composición (cf. Introducción, págs. 39-42).
27 De Agar, nombre de la esclava egipcia que le dio un hijo a Abraham; cf. DA I
2 8 y nota ad b e.
28 Tradicionales enemigos del Imperio. Bajo el nombre de latinos, los bizanti
nos designaban a todas las tropas occidentales (cruzados, francos, italianos...).
29 Se refiere a los turcos, que están bajo el mando del Sultán y adoran a Alá.
Téngase en cuenta que para la fecha de redacción de esta versión del poema (c.
1450), los turcos ya se encuentran a las puertas de Constantinopla.
IN DICE GENERAL
Introducción...................................................................................... 7
El espacio de la épica griega medieval................................. 7
Argumento de Armuris .......................................................... 9
Argumento de Digenís (versión de Grottaferrata)............. 10
Argumento de Belisario.......................................................... 13
La materia akrítica.................... .............................................. 15
Armuris y Digenís en el ámbito de la frontera.................... 27
El viaje a la leyenda de Belisario............................................ 36
Sobre la presente traducción................................................. 48
Cronología....................................................................................... 53
Bibliografía seleccionada ................................................................ 55
Canción de Armuris......................................................................... 59
Digenís Akritas (versión de Grottaferrata)................................. 69
Canto I o Basilio Digenís Akritas.......................................... 71
Canto II o Del nacimiento del Akrita................................... 86
Canto III o El regreso de Siria junto a su madre................ 97
Canto I V .................................................................................... 110
Canto V ..................................................................................... 153
Canto VI .................................................................................... 164
Canto VII.................................................................................... 195
Canto VIII o De la muerte de Digenís ................................. 205
Poema de Belisario o Narración hermosísima en tomo a aquel
admirable varón llamado Belisario ...................................... 219