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Presentación
Madeline N. Coiscou
2018-0663
Juana Volquez
17-11-2020
La luz de la fe
La fe se relaciona con el bien común en cuanto que nace del amor de Dios y
hace fuertes los lazos entre las personas. Se pone al servicio del derecho, la
justicia y la paz; y por tanto, no aísla del mundo al individuo sino que «la luz de
la fe» capta el fundamento último de las relaciones humanas y las pone al
servicio del bien común. En cambio, el papa advierte de que sin el amor fiable
de Dios, del que nace la fe, la unidad entre los hombres se basaría únicamente
en el interés individual, la utilidad o el miedo; por lo que la fe ayuda al ser
humano a edificar la sociedad.
Entre los ámbitos que son «iluminados por la fe» se encontrarían la familia,
fundada en el matrimonio, que se entiende como una «unión estable de un
hombre y una mujer» y que fundado sobre Cristo, promete «un amor para
siempre»; los jóvenes, que «manifiestan la alegría de la fe, el compromiso de
vivir una fe cada vez más sólida y generosa»; las relaciones sociales, puesto
que la fe da un nuevo significado a la fraternidad universal entre los hombres
que no es una simple igualdad, sino que los considera a todos hermanos hijos
de Dios; la naturaleza, que la fe anima a respetar y a «buscar modelos de
desarrollo que no se basen sólo en la utilidad y el provecho»; así como
la muerte y el sufrimiento, al que el cristiano le puede dar sentido convirtiéndolo
en un acto de amor de Dios, quien acompaña al ser humano en sus dificultades
y le da esperanza.
Reflexión
Al final de la LF, el Papa nos invita a mirar a María, "icono perfecto" de la fe,
porque, como Madre de Jesús, ha concebido "fe y alegría." A Ella se alza la
oración del Papa para que ayude la fe del hombre, nos recuerde que aquellos
que creen nunca están solos, y que nos enseñe a mirar con los ojos de Jesús.
Reflexión
Hermanos todos
Racismo
La encíclica critica el racismo diciendo: "El racismo es un virus que muta fácilmente y en
lugar de desaparecer se disimula, pero está siempre al acecho." También condena a las
creyentes que mantienen "nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas,
desprecios e incluso maltratos hacia los que son diferentes.
Inmigración
Francisco apoya la causa de las inmigrantes, diciendo: "Entonces nadie puede quedar
excluido, no importa dónde haya nacido, y menos a causa de los privilegios que otros
poseen porque nacieron en lugares con mayores posibilidades. Los límites y las fronteras
de los Estados no pueden impedir que esto se cumpla." Francisco añade: "cada país es
asimismo del extranjero, en cuanto los bienes de un territorio no deben ser negados a una
persona necesitada que provenga de otro lugar". Dice que los migrantes también deberían
beneficiarse del amor, y cita la carta pastoral de la Conferencia de los Obispos Católicos
de Estados Unidos de 2018 contra el racismo diciendo que hay derechos que "preceden a
cualquier sociedad porque manan de la dignidad otorgada a cada persona en cuanto
creada por Dios".
El Papa también pide que se establezca el concepto de "plena ciudadanía" y el rechazo al
uso discriminatorio de la expresión "minorías". El Papa insiste en que otros que son
diferentes a nosotros son un regalo, y que el todo es más que el total de sus partes
individuales. Además, afirma que las otras culturas "no son enemigos de los que hay que
preservarse.
Relaciones interreligiosas
"Los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien
para nuestras sociedades" y que "Los cristianos pedimos que, en los países donde somos
minoría, se nos garantice la libertad, así como nosotros la favorecemos para quienes no
son cristianos allí donde ellos son minoría."
El Papa considera el diálogo interreligioso como una forma de llevar "amistad, paz,
armonía" y añadiendo que sin "una apertura al Padre de todos" no se puede lograr la
fraternidad. Francisco agrega que el fundamento del totalitarismo moderno es la "negación
de la dignidad trascendente de la persona humana y afirma que la violencia "no encuentra
fundamento en las convicciones religiosas fundamentales sino en sus deformaciones". Sin
embargo, el diálogo de cualquier tipo no implica "que todos seamos más light o de que
escondamos las convicciones propias". Para Francisco, la sincera y humilde adoración a
Dios "no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de
la vida".
El buen samaritano
El Papa Francisco dice que esta parábola es un llamado "siempre nuevo" de Jesús que
"nos invita a que resurja nuestra vocación de ciudadanos del propio país y del mundo
entero, constructores de un nuevo vínculo social". Invita al lector a una introspección de su
lucha interior entre la propia seguridad y los sacrificios personales requeridos por la
caridad. La parábola "Nos revela una característica esencial del ser humano, tantas veces
olvidada: hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor". El Papa
Francisco agrega que "Todos tenemos responsabilidad sobre el herido" y que "No tenemos
que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de
corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones."
Propiedad privada
Fratelli tutti afirma el derecho a la propiedad, pero afirma que este derecho "sólo puede ser
considerado como un derecho natural secundario" a la dignidad humana. Francisco intenta
reorientar el derecho a la propiedad para que se ejerza con responsabilidad del cuidado de
la Tierra: "Esto se fundamenta en el sentido positivo que tiene el derecho de propiedad:
cuido y cultivo algo que poseo, de manera que pueda ser un aporte al bien de todos.
"También insta a que el "derecho a la propiedad privada" vaya acompañado del "principio
anterior" de "la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes
de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso".
Fraternidad universal
El Papa señala que "En el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma
humanidad se debilitan" y que la búsqueda de la justicia y la paz "parece una utopía de
otras épocas" que está siendo reemplazada por una "indiferencia globalizada".
En esta encíclica, Francisco afirma que la fraternidad universal es posible, pero requieren
"la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente
posibles”. Además, afirma que el aislacionismo, el nacionalismo, una economía global que
"promueve los intereses individuales", una "pérdida del sentido de la historia", el consumo
ilimitado, el despilfarro, la cultura del descarte y la falta de preocupación por el medio
ambiente dificultan este fin. Entre otras cosas, el aborto, la eutanasia, el abandono de las
personas mayores, la discriminación contra la mujer y la esclavitud se incluyen como parte
de esta cultura del descarte la palabra "aborto" no está presente en la encíclica, pero se
alude a su condena. En la encíclica, el Papa Francisco dice: "Hay un reconocimiento
básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir
cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier
circunstancia." Francisco advierte que si la dignidad humana de las personas
discapacitadas, de los pobres o de quienes no tienen acceso a la educación se ve
amenazada, la fraternidad no será más que un "una expresión romántica más". Francisco
afirma que el individualismo "no nos hace más libres, más iguales, más fraternos", y que lo
que se necesita es un "amor universal" que promueva la dignidad de todo ser humano.
También critica el consumismo individualista diciendo que "el “sálvese quien pueda” se
traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor que una pandemia".
Reflexión
Para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida
con sabor a Evangelio. De esos consejos quiero destacar uno donde invita a un amor
que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien
ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a
él». Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad
abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía
física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite.