¿INTELIGENCIA COLECTIVA EN LA ADMINISTRACION PUBLICA?
https://youtu.be/svnduRpY1Yw
La Administración Pública necesita repensar muchas cosas.
Las que hace bien -que son bastantes- debe consolidarlas en vez de dispersarse en ocurrencias con cada cambio de gobierno. Mejor lo bueno que lo nuevo. Pero hay mucho de rancio en la arquitectura del sector público que demanda una revisión profunda. Transformar la Administración para actualizarla a las nuevas demandas de la ciudadanía es la gran innovación política que tenemos como sociedad en los próximos años. Es una idea a la que le llegó su hora. Del 29 al 31 de julio el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, organizó unos “Encuentros de Verano” en formato de curso en abierto, bajo la dirección de Carles Ramió, para analizar los retos y oportunidades de impulsar la “Administración Pública Digital e Innovación Pública”. Durante tres días pasó por el “plató” distribuido -dado que fue por videoconferencias- un grupo muy interesante de ponentes con una gran experiencia en sus ámbitos de especialización y con ideas claras sobre qué cambiar para una gestión pública más innovadora. Carles fue un excelente director del curso porque además de implicarse un montón de horas intervino con comentarios a las ponencias que aportaron mucho valor, tanto por su fondo como por esa buena costumbre que tiene él de hacer preguntas agudas y poner el dedo en las cuestiones más escabrosas, de las que hace falta que hablemos con más franqueza y menos postureo políticamente correcto. Gracias, Carles, por invitarme. También al INAP por tan buena organización 🙂 Escuchando a los participantes -porque pude ver varias charlas- comprobé el gran nivel que tienen algunos técnicos, directivos e investigadores que trabajan en/para el sector público español. Creo que se está forjando un movimiento muy prometedor de personas con talento e inquietudes que, gracias a su articulación en forma de comunidad (por ejemplo, con el trabajo que hace Novagob), está multiplicando su visibilidad y haciendo que el relato de la innovación empiece a tener más presencia real en la agenda pública. Puedes consultar aquí el programa del curso con todas las ponencias. Recuerdo que Carles, en la sesión inaugural del encuentro, nos invitó a pensar en “cómo podemos mejorar esta máquina” que es la Administración, y se mostró convencido de que necesitamos “una metodología del cambio”, una forma de abordar los problemas que aporte foco y orden. También usó el término “meta-innovación” para aglutinar todas las temáticas que serían tratadas en el curso. Pues bien, si hay una metodología que encaja bien en esa etiqueta es la inteligencia colectiva por su impacto transversal en todos los procesos e infraestructuras que hay que desplegar para impulsar la innovación. Lo tengo muy claro. Una de las palancas que más pueden hacer por la innovación pública es la inteligencia colectiva, el tema del que me tocó hablar en mi ponencia. Llevo una década investigando y haciendo consultoría en este ámbito que ahora, por fin, está empezando a explotar, aunque todavía de forma tímida. Es hora de darse cuenta de que la Administración tiene unos retos tan enormes y complejos que pretender resolverlos por unos pocos expertos encerrados en los despachos es una temeridad irresponsable. El enfoque alternativo es abrir la reflexión y la acción a lo colectivo, promover una participación genuina hacia adentro y hacia afuera. Defender esto no es buenismo, ni se justifica solo por razones políticas, sino que es también una cuestión de eficacia. La inteligencia colectiva bien hecha aporta empatía, diversidad, compromiso y legitimidad a la gestión pública. Mi ponencia duró unos 50 minutos. Al ser un “curso (universitario) de verano” tuve que dedicar tiempo a aspectos metodológicos, a transmitir unos fundamentos que a mí me parecen muy relevantes para hablar de inteligencia colectiva con criterio y sobre bases sólidas. Si queremos hacer las cosas bien necesitamos una buena teoría detrás. A eso he dedicado muchos años como parte del proyecto de libro que, ¡¡por fin!!, estoy a punto de terminar. De esa investigación, en la que ya han participado más de un centenar de personas y me obligó a hacer muchos viajes, nació mi blog de inteligencia colectiva y la posibilidad de poner en práctica estas metodologías en proyectos reales. Algunos en empresas privadas y otros en el sector público. El Instituto Andaluz de Administración Pública (IAAP), gracias al impulso desde el área de innovación de Paz Sánchez y de más compañero/as de gran valía que trabajan allí, ha sido un espacio privilegiado para experimentar con este modelo que hemos utilizado en varios proyectos con resultados muy satisfactorios. Mi intención es seguir ensayando y ampliando las posibilidades de aplicación práctica de lógicas de inteligencia colectiva en otras entidades y ámbitos de la Administración, que es probablemente el sitio más fértil -por su naturaleza- para conseguir impacto usando estas metodologías. Mi ponencia está grabada así que se puede ver íntegramente. Siento que me faltaron 30 minutos más para aterrizar las ideas y contar proyectos reales que demuestran el amplio recorrido que tiene la inteligencia colectiva (IC) en la Administración. Ahora voy a resumir algunas ideas-fuerza de mi charla a ver si consigo motivarte para que -además de ver el vídeo- quieras profundizar más en este tema. Voy a enumerarlas por si quieres referirte a alguna de ellas en los comentarios: 1. ¿Inteligencia colectiva? Es esa inteligencia que aparece -distinta a la individual- cuando las personas hacen cosas juntas en actividades como: (a) razonar, (b) aprender, (c) crear, (d) resolver problemas, (e) tomar decisiones.
2. Aprender a usar las gafas de la IC
Igual que pasa con esas gafas moradas que ayudan a filtrar la realidad desde una lógica feminista, o las de Google que afloran intangibles digitales, entrenar la mirada para aprender a “ver” la IC cambia profundamente la perspectiva. Lo que hacen estas gafas es ayudar a comprender el impacto brutal que tienen las interdependencias (ver Covid-19). Las usas y te das cuenta de que nada es tan individual como nos cuentan. También hacen que te cabrees cuando un político o directivo público privatiza el éxito abusando del “yo” o se celebran los egos hasta el aburrimiento en esas presentaciones infinitas que se hacen en los eventos. El “nosotros” pasa de puntillas. Los verdaderos artífices de ese éxito no se visibilizan. La mano izquierda (léase consejería X) no sabe lo que hace la derecha (consejería Y). Los políticos negocian con los políticos, deciden en los despachos, sin escuchar a los técnicos, ni empatizar con la ciudadanía. El personal público desconfía o no cree en la sabiduría no- experta. La ciudadanía tiene una percepción estereotipada de los funcionarios. En definitiva, silos que pudieran funcionar como ecosistemas si nos pusiéramos esas gafas. 3. La magia de la agregación El mecanismo mágico que permite convertir preferencias (opiniones, comportamientos, etc.) individuales en un resultado colectivo se llama “agregación”. Es la receta que usa el horno para cocer lo colectivo de una determinada manera. Buena parte del reto de diseño que tenemos para mejorar la inteligencia de los grupos consiste en observar con atención, documentar y después intervenir en ese mecanismo. 4. Absurdos colectivos Las recetas para (no) agregar colectivamente que hoy se usan en la Administración están obsoletas. Eso explica que a menudo veamos “absurdos colectivos” en forma de entidades, iniciativas y proyectos cuyo resultado agregado es mucho menos inteligente que la suma de los talentos de las personas que en ellos participan. La Administración a veces se parece a esas parejas disparejas en las que las personas que las forman se encogen en vez de crecer juntas. Sinergias latentes sin aprovechar y demasiadas redundancias. Algo hacemos mal en ese horno para desperdiciar tanta inteligencia. 5. Ceder control y repartir poder Los procesos de IC generan efectos emergentes. Si están bien hechos, surgen de ellos cosas nuevas e inesperadas. Es inteligencia que no reside en una persona sino que aflora en el grupo. La propiedad de emergencia entraña incertidumbre y pérdida de control, que es algo que se lleva muy mal por el modelo de gobernanza de una organización tan burocratizada como la Administración. No es posible impulsar la IC sin ceder control, así que vamos a tener que hablar del delicado asunto de la organización del poder en lo público y de su insultante obsolescencia. Introducir lógicas participativas es uno de los troyanos más efectivos para facilitar transformación cultural. Ceder control asusta pero tiene una parte dulce que hay poner en valor con un buen relato: las serendipias, esas conexiones inesperadas pero afortunadas que destapan talentos y sinergias que siempre hay en cualquier colectivo. 6. Los procesos importan, y mucho… La IC no debería medirse solo por la eficacia de los resultados obtenidos. La calidad del proceso que se sigue para llegar a ellos es también un indicador de inteligencia. Me interesa reenfocar la IC hacia el paradigma de las capacidades (y el empoderamiento genuino de los grupos) en vez de reducir la mirada a una perspectiva demasiado resultadista.
7. IC hacia adentro de la Administración
Todas las problemáticas que presenta la gestión de recursos humanos en la Administración (envejecimiento de las plantillas, redefinición de puestos, rediseño de procesos selectivos de acceso a función pública, etc.) se pueden y se deben abordar desde un paradigma de IC si se quieren resolver de forma integral con soluciones sostenibles que impliquen a todas las partes. Tanto hacia adentro como hacia afuera de la Administración hay gente brillante, ahora dispersa, que puede ayudar a tejer soluciones optimizadas para esos retos. 8. ¿Cómo y quiénes gobiernan el horno? Importa mucho saber quién (y cómo) gobierna el horno y decide las recetas de los mecanismos de agregación que se usan para producir IC. No es un asunto baladí. Ahí tenemos el ejemplo de la llamada “gobernanza algorítmica”. Una sociedad inteligente es una sociedad empoderada y no necesariamente una que hace un uso abundante de tecnologías inteligentes. Por eso, insisto tanto en evitar los atajos (a menudo tecnológicos) que nos llevan a resultados aparentemente eficaces a costa de descuidar el capital social. 9. IC+IA: lo social vs. atajos tecnológicos Se habla más de Inteligencia Artificial que de Colectiva, y eso es algo que me cuesta entender. A estas alturas es absurdo negar el valor que puede aportar la primera en todos los ámbitos, incluida -por supuesto- la Administración. Pero es peligroso delegar en la tecnología lo que tenemos que hacer las personas. Estamos reproduciendo los mismos vicios del cambio a la administración electrónica como usar “atajos tecnológicos” (IA, algoritmos, mecanismos automáticos, etc.) para evitar lo más urgente pero difícil: abordar con valentía el rediseño organizativo, las relaciones de poder y un marco normativo distinto en la gestión del personal público. Insisto: no estamos pensando en procesos socialmente enriquecidos. La tecnología ayuda mucho como mediadora, pero lo social está por encima de lo tecnológico. La Inteligencia Artificial y los algoritmos son una ayuda para la IC y no al revés, porque es esta la que debe gobernar, supervisar y auditar cómo usamos (y hasta dónde llegamos con) la tecnología. Cuidado con que a fuerza de delegar nuestra inteligencia a terceros llegue el día en que no sepamos hacer nada junto/as sin esos medios externos que, para colmo, están cada vez más concentrados en menos manos. 10. La IC como un desafío de diseño Otra IC es posible. Cuando falla -que ocurre mucho- no es por un problema estructural insalvable. La ineptitud colectiva se corrige con un buen diseño de las arquitecturas participativas. Podemos mejorar si sabemos cómo. Hay gente trabajando en ello y me consta que tenemos cada vez más avances que permiten ser optimistas. Demos una oportunidad a las metodologías de diseño para conseguir que los grupos sean más inteligentes. Antes de terminar, me gustaría repetir lo que dije en Twitter. Creo que deberíamos sistematizar este tipo de encuentros en abierto sobre innovación pública aprovechando las ventajas del formato digital. No es necesario que sean tan formales, ni organizados. Necesitamos espacios para dialogar y mezclar experiencias de forma desenfadada. Echo en falta más conversación en comunidad. Te dejo el vídeo de mi ponencia a partir del minutaje exacto que empieza con la generosa presentación de Carles. Verás que mi presentación tiene bastante texto y es deliberado. Soy de la antigua escuela que le gusta dejar muchas pistas escritas. Me encantaría que compartas preguntas, dudas o puntos de vista (los discrepantes también son bienvenidos) en el espacio de comentarios del post. Gracias por pasarte!!