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REINVENTAR LA ENSEÑANZA DE LENGUA Y LITERATURA

Capítulo 2: El conocimiento escolar sobre la lengua y literatura.

Este capítulo gira en torno a la pregunta por los saberes disciplinares. Comienza con una
apelación a una referencia directa a la tradición de una disciplina escolar y a sus saberes
didácticos. Retorna a ese modo de hacer, una configuración didáctica, caracterizada por un
trabajo que está centrado en el conocimiento metalingüístico por sí mismo y no en su
articulación con prácticas de lectura y escritura. Estas prácticas talleres suponen una
transformación del trabajo en el aula y una renovación en lo que se entiende por conocimiento
de la lengua y literatura. La idea de este cambio requiere la necesidad de explicitar aspectos
silenciados en los que refiere a los contenidos para la enseñanza, por lo que cada cierta
cantidad de años es necesario hacer un reajuste en donde los conocimientos escolares estén al
día con los conocimientos científicos actualizados.

En los años `90 se produjo el proceso de transformación curricular mediante el


establecimiento de contenidos básicos comunes para cada disciplina, entendiéndose el
concepto de transposición didáctica como un proceso de adaptación, en otras palabras, bajada
al aula de los contenidos curriculares. La posibilidad que se produzcan estos cambios sobre el
lenguaje y las prácticas supone un proceso de actualización teórica, involucrando a la
formación docente inicial, a las trayectorias profesionales del profesor, a las ideologías
personales, a los prejuicios y valoraciones que se tienen de los alumnos en tanto sujetos
usuarios de la lengua.

Una visión sobre la lengua conlleva una visión sobre el mundo, la sociedad, los sujetos y los
modos en que se puede enseñar esa lengua. La concepción más difundida es la lengua como
comunicación dando lugar al enfoque comunicativo donde se debe poner a disposición de los
profesores aquellos conceptos y marcos teóricos que ingresarán directamente en la
construcción de la propuesta didáctica, recurriendo además a teorías y reflexiones explicativas
dentro de las cuales se dan estas transformaciones del contenido de la enseñanza de la lengua.

Se debe reconsiderar el binomio lenguaje/ escuela, en donde parece resolverse el eje de la


inclusión / exclusión relacionado con el fracaso escolar y la presencia de la diversidad cultural y
lingüística presente en el escenario escolar actual. El sociólogo Bourdieu define el espacio
escolar como uno de producción y reproducción de la lengua legítima. La discusión que
plantea es qué piensa la escuela que es un sujeto hablante de una determinada lengua. Según
este autor esta lengua definida como el objeto de estudio de los lingüistas, estaría aceptando
la definición de la lengua oficial que sostiene el estado nacional como uno de los factores de
su unidad política; mientras se proponga esta lengua estándar, utópica en términos de
enseñanza se va a producir una contrastación con las otras costumbres lingüísticas (diferentes
dialectos, lenguas de pueblos originarios…) Muchas investigaciones han demostrado que las
características de los sujetos influyen en el éxito escolar, en lo profesional, en la obtención de
puestos trabajos, en definitiva, se trata de una desigualdad del capital lingüístico.

Esta discusión sobre los saberes escolares en relación a la lengua suponen resolver la relación
entre lo viejo y lo nuevo en el marco de esta renovada construcción teórica – metodológica.
Para que el cambio en el plano de lo didáctico se produzca no alcanza con la actualización de
saberes de la disciplina lingüística. La concepción de la lengua como comunicación ha
propuesto un horizonte acotado sobre las relaciones entre lenguaje y uso, lenguaje y
contexto, lenguaje y subjetividad y lenguaje y escuela. Estas teorías y prácticas didácticas
muestran el conflicto y las relaciones de poder que el uso del lenguaje conlleva y omiten
dimensiones constitutivas del lenguaje relacionado con el pensamiento, construcción del
conocimiento y de subjetividades.

Las políticas educativas y lingüísticas actuales deben atender al fracaso escolar y a exclusión
educativa, postulando una enseñanza de la lengua y literatura que se muestre aceptable a la
diversidad de los contextos parte constitutiva de la construcción teórica y metodológica de la
didáctica de la lengua. En la observación de escenas de enseñanza en la escuela nos permite
reconocer esas prácticas dentro del aula que son realizadas por los alumnos, lectura, escritura,
uso del lenguaje oral y reflexión sobre sus producciones. Estos cambios de paradigmas
lingüísticos y de objeto de enseñanza no garantizan un cambio en las prácticas. El
conocimiento escolar sobre la lengua y la literatura propone un recorrido de construcción
histórico, no existen innovaciones desde la nada, sino un entramado de historias previas.

Una mirada sobre este conocimiento escolar que haga hincapié en las prácticas habrá de
acercarse a lugares donde ese conocimiento posible es objeto de mediación de un profesor, de
sus decisiones de recorte, construido por un grupo de estudiantes determinado. Es necesario
reconocer esa especificidad en los modos en que se construye o se quiere construir las
propuestas didácticas en relación a ese objeto particular.

La relación entre lengua y literatura en la enseñanza es interesante y conflictiva, su historia


muestra una serie de cortes y transformaciones hasta llegar a la actualidad. En el siglo XIX, esta
disciplina, literatura, ocupa un lugar significativo en el curriculum atendiendo las épocas y las
distintas modalidades del nivel. La reforma de los `90, orientada hacia la tecnocrática no dio el
espacio suficiente para una intervención pluralista y dialogada ya que ameritaba la distinta
participación de pedagogos e intelectuales, académicos y escritores, formadores, docentes y
alumnos. En este marco se impuso una tendencia comunicativa e instrumentalista en donde el
lugar de la literatura pasó a ser la de un catálogo organizador de la propuesta curricular
dejando un empobrecimiento cultural y una ausencia de perspectivas para su abordaje
epistemológico y metodológico.

Desde esta fecha de la reforma se ha avanzado con algunos conceptos recortados. En los años
`80 se produce un momento crítico, se produce un desplazamiento de las prácticas de lectura
reemplazada por un metadiscurso literario reductivo donde la escritura era un simple adorno
de lo sobre impreso. Contra este modo opresivo de leer surge la actividad del lector, de la
lectura como práctica posible en la escuela: placer por la lectura, trayendo a la escuela aires
nuevos y superadores de la memorización o el llenado de un cuestionario. La misma necesita la
intervención del profesor, lector experto. Leer literatura es parte de un legado cultural que la
escuela trasmite y garantiza y este es el sentido que tiene la intervención docente.

Actualmente se debe reinventar la enseñanza de la literatura, a recuperar ese espacio


curricular reconociendo a la Literatura a partir de presupuestos teóricos, contenidos
culturales significativos, propuestas de lectura y escritura dando lugar a las distintas
diversidades culturales del sujeto en el aula. Es necesario también revisar las decisiones
curriculares tomadas en el `90. Al momento de pensar en esta reinvención de la enseñanza de
la lengua y literatura debemos preguntarnos cuál es el ligar que se le otorga a esta práctica
cultural específica.
Distintos saberes, sociales, de los sujetos sobre la lengua, sobre literatura, se ponen de
manifiesto en las clases, saberes que no deben ser descalificados sino que deben de ponerse
de relieve sobre el texto y la cultura activos en cada clase.

Experiencia personal: El nombre de la secundaria a donde asistí se llama Inmaculado Corazón


de María Adoratrices de la ciudad de Villa del Rosario. Las clases de lengua eran temerosas,
Elba se llamaba la profe que nos acompañó durante los tres primeros años. Apenas hacía su
ingreso se producía un silencio, la recuerdo ahí, sentada, firme junto al escritorio, toda la hora
en la misma posición, con su cara seria. Trabajamos con el libro Lengua 1, 2, 3 de edición
Santillana, ¡todavía los conservo! Nos indicaba qué leer y las actividades a realizar que estaban
en el mismo libro. No se podía preguntar nada, así que ¡nada de dudas! Esos primeros años
fueron de terror. En los dos años siguientes (4°, 5°) tuvimos con la profesora Sola, una mujer
grande próxima a jubilarse, si bien explicaba y usaba el pizarrón, no era de las que tenía mucha
paciencia. La disposición de los bancos siempre se mantuvieron iguales, unos detrás de otro
mirando hacia el pizarrón. Siempre se trabajó con manual, y no debía faltar a las clases, el que
no lo podía adquirir hacía uso de la biblioteca ya que ahí se encontraba el ejemplar a utilizar.
En los distintos años aparte del material de estudio pedido se anexaba el de una novela
determinada en el cual hacíamos distintos trabajos y análisis (biografía de autor, tiempo y
espacio, análisis de personajes, narrador, argumento…).

Y ya el último año (6°) tuvimos una suplente recién recibida, las clases eran más dinámicas y se
prestaban al diálogo, no sólo trabajábamos la lectura y escritura, sino también comenzamos a
realizar representaciones de distintas obras, las primeras que hacíamos, todo una novedad. Ya
no se tenía temor al docente, trabajábamos interactuadamente.

Los recuerdos y experiencias en ese tiempo son muy gratos.

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