Está en la página 1de 10

MEXICO POSREVOLUCIONARIO.

Alex Juárez Hernández.

PROYECTO DE NACION. ENSAYO.


INTRODUCCION.
El México posrevolucionario es uno de tantos periodos en la historia de México
que comenzó con la promulgación de la Constitución, el 5 de febrero de 1917, con
la cual se anhelaba la reconstrucción del país, implementando un nuevo régimen
en el ámbito político que, posteriormente, crearía las bases de un nuevo Estado
moderno y totalmente democrático que proporcionaría una gran estabilidad política
y social a nuestra nación, que recién despertaba del letargo de los residuos de una
gran revolución.

El proceso de reconstrucción nacional fue una gran prioridad sobre todo entre
los años 1917 y 1928, sin embargo, a pesar de intentar establecer un nuevo
Estado moderno, surgieron conflictos políticos debido a las dificultades que
conllevaba realizarlo.

En este trabajo relacionado con la historia posrevolucionaria mexicana a lo


largo de más 20 años, entre los años 1917 a 1940, analizaremos una serie de
sucesos políticos, económicos y sociales por los que nuestra nación tuvo que
pasar antes de encontrar esa estabilidad del país que se pretendía y pretende
encontrar hasta nuestro tiempos de contemporaneidad, sin más que decir, el
estudio de estos acontecimientos es con la única intención de que estudiantes,
investigadores y todo tipo de público cuente con una guía breve de los hechos
fundamentales que convirtieron a nuestro país en lo que conocemos hoy en día.
MEXICO POSREVOLUCIONARIO.
El modelo absolutista y de discriminación del gobierno mexicano, concluyo con
la revolución de 1910, luego de un periodo que se prolongó por poco más de una
década por las luchas internas en el país, una nueva generación de políticos
ocupo el poder y se buscó definir la orientación de la sociedad de la nación. Se
comprende de manera general que el periodo conocido como “Posrevolucionario”,
fue el reconstructor de la economía mexicana, sin embargo, al hablar de esta
etapa nos podemos referir a los años en los que México logro sentar las bases
para la creación de un nuevo estado mexicano y todas aquellas instituciones
políticas que regirían al país, lo cual nos acerca a una visión más realista de como
fue el México Posrevolucionario, después de todo, ciertamente no fue un periodo
lleno de prosperidad y estabilidad. Terminada la etapa armada o de destrucción
revolucionaria, los vencedores se enfrentaron a un reto de dimensiones
incalculables: reconstruir al país, tanto en lo económico como lo político y social.
México se encontraba sumido en la anarquía. El poder político se encontraba
prácticamente colapsado y cada partido, grupo o cacique local, lo ejercía sin límite
alguno en el territorio que estuviese bajo su control.

El movimiento revolucionario produjo un doble problema en materia política: por


un lado, la existencia de muchos grupos organizados que tenían un tono
personalista muy marcado y carecían de un proyecto de nación o ideológico
alternativo; por el otro, había dejado una parte significativa de la población
movilizada y con expectativas crecientes, basadas en el contenido establecido en
la Constitución de 1917 y en su participación crucial en la revolución. Después de
esta etapa, el país no contaba con instituciones políticas y económicas sólidas, por
lo que el estado tuvo que hacer frente al problema de controlar a las masas, así
como a sus líderes e iniciar un decidido esfuerzo de reconstrucción en todos los
ámbitos. El grupo que ascendió al poder cuyo soporte eran las armas, tenía que
transformarse, establecerse y reconstruir las capacidades estatales. Refundar el
Estado y darle un alcance nacional y un poder indisputado. Era necesario,
además, llevar a la práctica las promesas establecidas en la Constitución. De igual
manera, una de las tareas más apremiantes, fue la construcción de las
instituciones y de los mecanismos políticos adecuados, es decir, la construcción
de todo un sistema de dominación que permitiera consolidar la hegemonía del
grupo revolucionario. México, a través de Obregón, Calles y Cárdenas, encontró a
los hombres necesarios para abordar dicha misión.
Retomando lo anteriormente dicho, al término de la revolución, el poder político
quedo totalmente destruido, en la mayoría de los casos era ejercido por jefes
militares que controlaban pequeñas regiones del país, cuya única finalidad era
satisfacer sus intereses personales. Se rebelaban y se enfrentaban de forma
abierta a las políticas del gobierno central, mediante la fuerza que les otorgaban
los “ejércitos locales” y los vínculos que tenían principalmente con hacendados y
latifundistas.

El papel que jugaba en el ejército en la política de la época y en el uso de los


recursos a través del presupuesto era enorme y desproporcionado. A
consecuencia de ello y de constantes revueltas protagonizadas por el ejército, se
volvió imprescindible realizar una “purga” en la cual se tuvo que dar de baja o
eliminar a varios militares a lo largo de 1920 a 1929.

Ante esta situación, los generales en el poder que en ese momento eran
Obregón y Calles, tuvieron que afrontar una profunda reforma militar antes de
poder abordar la reforma política, ya que era necesaria de igual manera para
lograr la estabilidad del país. La renovación del ejército era un requisito previo
ineludible para poder unificar a todos los grupos revolucionarios, y así enviar un
importante mensaje, del cual se resaltaba que el tiempo en que el poder se
obtenía mediante las armas había llegado a su fin.

En particular, fue Obregón quien en verdad comienza a reformar al ejército y a


contener su fuerza, el empieza el combate y debilitamiento de los poderes que en
ese momento tenía el ejército y a su vez, limita la fuerza del poderoso grupo
delahuertista. Este proceso se acelera a partir del 1924, cuando las condiciones
fueron más propicias para lograr la institucionalidad del ejército y la pacificación
del país. El presidente Calles, en conjunción de su secretario de guerra, fueron los
principales creadores de este proceso; todo esto significo el inicio de un verdadero
profesionalismo e introducción de la disciplina al ejército revolucionario.

Un paso más importante aún se dio con la creación del Partido Nacional
Revolucionario (PNR). El nacimiento del partido fue el impulso unificador definitivo
por parte de los revolucionarios. En este pacto fueron incluidos militares:
sometiéndolos a los dictados políticos del partido, restándoles autonomía y
eliminando de forma definitiva la vía armada como medio de acceder al poder.

Sin embargo, en la presidencia de Cárdenas se proyectó con mayor fuerza la


estrategia para someter el ejército al control civil. Se introdujo en el partido a las
grandes masas de obreros y campesinos, de modo que le restaran fuerza a la
gran influencia del sector militar. En 1938, con la transformación del PNR al
Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y con la creación de los sectores
campesinos, obrero, popular y militar se diluye totalmente el poder y la fuerza del
ejército. Bajo la presidencia de Cárdenas, las relaciones entre el poder político y el
militar fueron finalmente resueltas, el ejército se convirtió en una institución
disciplinada, sometida al Ejecutivo y sin personalismos en su seno.

El último paso se dio a fines de 1940, bajo el mandato del presidente Manuel
Ávila Camacho, se lleva a cabo una nueva reestructuración del partido. Esta
reforma tuvo como principal finalidad la eliminación del sector militar y su
influencia tanto en la política como en el partido, consolidándose de esa manera la
institucionalidad del ejército.

Todo este proceso desemboco en el desprendimiento del poder militar al poder


político, el cual a partir de 1946, impuso que los sucesivos presidentes de la
Republica fueran civiles y ya no militares. La sumisión del ejercito al poder político
se convirtió en un pilar fundamental para la estabilidad política del país en los años
próximos, sobre todo si observamos las experiencias militaristas que durante todo
este periodo asolaron al resto de América Latina o incluso a nuestro propio país.
Durante la etapa armada de la revolución, el país vivió la desorganización de
una buena parte del proceso productivo y de la economía. México sufrió un gran
retroceso en todos los campos, tanto en la agricultura como en la industria o en los
servicios. No obstante, al concluir toda esta etapa de violencia, el gran desafío que
se presentaba era la reconstrucción de la economía, pero esto fue facilitado ya
que el gobierno central ya ejercía una gran hegemonía, era ya reconocido y
contaba con influencia en prácticamente todo el país. Teniendo como escenario el
trastorno y la destrucción provocados por la revolución, el proceso productivo solo
podía reconstruirse a partir de la intervención del Estado.

A partir de 1920 y principalmente hasta 1934, el Estado asume un rol muy


activo en la reactivación y reconstrucción de la economía. Fue una etapa en la que
el sistema de producción que reconstruido y fue creciendo de una manera muy
acelerada y dinámica. Durante esta etapa fueron creadas instituciones que con el
pasar de los años resultarían clave para la economía de México.

Surge el Banco de México como encargado de la emisión monetaria y como un


órgano financiero central, y se crea un sistema bancario y financiero enfocado
hacia el desarrollo de la iniciativa privada; fundando los bancos Agrícolas y
Ejidales, enfocados al campo, así como los bancos para impulsar grandes obras
de infraestructura necesaria para el desarrollo del país. Para hacer realidad el
proceso de rehabilitación y crecimiento económico se requirió de la consolidación
del entramado institucional posrevolucionario, además de un Estado con nuevos
aportes y capacidades mucho más amplias.

El periodo presidencial de Lázaro Cárdenas significo la consolidación de este


nuevo proceso económico en el país. Durante el cardenismo la política da un giro
importante, ya que permite la incorporación a las diversas fuerzas políticas
nacionales y les otorga mayor relevancia, principalmente a las organizaciones de
masas, sin duda, esta nueva dinámica política influyo en el aspecto económico. El
estado se vio obligado a desplegar una mayor intervención, mucho más activa,
extensa y directa. Se crearon nuevas instituciones y a las ya existentes se les
otorgo otra función, este gran esfuerzo estatal fue parte del Plan Sexenal
elaborado por Cárdenas 1933 como su plataforma política.

En consecuencia a todo esto, la intervención del Estado hizo posible la


recuperación del crecimiento económico, hasta lograr una notable tasa en el
crecimiento anual. A pesar de ello, lo más importante de este periodo es que se
colocaron las bases para que a partir del año 1940 se produjera un gran cambio
estructural en la economía mexicana, permitiendo así que durante las décadas
siguientes se alcanzara un acelerado crecimiento, mejor conocido como el
“milagro mexicano”. Además en esta etapa, se crean instituciones vitales como
Nacional Financiera y el Banco de Comercio Exterior, cuya única finalidad principal
era la promoción del desarrollo y de las exportaciones; se reforma el Banco de
México para poder consolidar la política monetaria y el sistema financiero en
conjunto. Asimismo, se fundan las grandes empresas de carácter público como la
Comisión Federal de Electricidad y Ferrocarriles Nacionales.

Además de la gran transformación estructural y de la fundación de distintas


instituciones, se llevó a cabo un hecho sin precedentes que con el paso del tiempo
se convertiría en un hito de la historia nacional: la expropiación del petróleo
decretada en marzo del año 1938.

La expropiación del petróleo tuvo como causa principal el conflicto entre las
empresas petroleras extranjeras y el presidente Cárdenas. Dado que dichas
empresas se negaron a aceptar un fallo de las autoridades laborales, el presidente
decidió cortar de raíz la peculiar situación de estas empresas, las cuales además
se negaban a someterse a las autoridades mexicanas, contraviniendo el artículo
27 constitucional. Analizando a fondo la expropiación del petróleo, podemos decir
que se dio total cumplimiento al artículo 27 constitucional, permitió al Estado tomar
el control, de forma definitiva, del desarrollo económico nacional y puso fin a la
intervención económica de las potencias extranjeras, llevada a cabo, en algunas
situaciones por encima del Estado mexicano.
Además de los procesos de modernización en materia militar y económica, la
centralización y unificación política de las diversas fuerzas existentes en el país
era la tarea más importante. Dicha centralización era indispensable para superar
la espiral de anarquía de la época, resultado de la existencia de múltiples grupos
que ejercían el poder político anárquicamente en todo el territorio nacional.

La estrategia adoptada por los principales dirigentes del grupo revolucionario


se puede abarcar brevemente con la creación de un grupo político que le diera
uniformidad al grupo revolucionario y a la vez que le permitiera resolver sus
diferencias, la incorporación de las grandes masas a la política es otro aspecto de
la estrategia, se incorporaba a todo estrato de la sociedad para dar un mejor
control político de estas por parte del Estado, haciendo esto realidad mediante la
transformación del partido político (PNR) en (PRM). La creación de un poder
político único, es otro de los aspectos, ya que es el que daría coherencia y llevaría
a cabo el “programa de la revolución”, poniendo fin a los dominios locales de
poder, todo esto se realizó mediante la institucionalización de la presidencia como
el gran poder y el supremo arbitro de conflictos políticos, muy por encima de todo
los caudillos o caciques de la época. Y como último aspecto, la reformación del
PRM y convertirse en lo que actualmente conocemos como Partido Revolucionario
Institucional (PRI) se centraliza aún más la toma de decisiones por parte del poder
supremo. De esta forma, la subordinación del partido al poder que ejerce el cargo
ejecutivo es absoluta.

Esta estrategia política permitió sentar las bases para un adecuado


funcionamiento del sistema posrevolucionario. Lo que se buscó, antes que nada,
fue concentrar el poder político y asegurar un gobierno totalmente eficaz, que
contara con la capacidad para controlar y organizar los diversos intereses tanto
propios como de la sociedad.
CONCLUSION.
“El programa original de la revolución mexicana fue esencialmente político: se
proponía transformar a nuestro país en una auténtica democracia. El movimiento
revolucionario triunfo, pero la democracia se quedó en aspiración” (Octavio Paz).
El periodo que comprende entre los años 1920 hasta 1940 es una etapa donde los
principales dirigentes políticos llevan a cabo una importante tarea de
reconstrucción. Se establecen una serie de instituciones que posteriormente
permiten la consolidación del Estado mexicano y, a la vez, se pone fin a todas las
facciones que habían surgido a causa del movimiento revolucionario.

Durante todo este tiempo, el país vivía una profunda mutación en todos los
ámbitos: en lo político, en lo económico y en lo social. Todos estos cambios fueron
inducidos a la sociedad e impulsados por el aparato estatal. De esa manera, para
el año 1940, la revolución ya tenía un significado preciso: ya no era la revolución
de un grupo u otro, sino un movimiento único; abarcaba no solo el periodo armado
y violento, sino que todo eso tuvo que ocurrir como parte de un proceso casi
permanente de constante renovación y transformación. Los dirigentes del grupo
gobernante, de una forma u otra, estaban conscientes de la importancia de las
instituciones. En este periodo, cuando se lleva a cabo una importante
reorganización del poder político, para adecuarlo a la nueva realidad y hacerlo
mucho más funcional, se impulsó la construcción de una serie de instituciones,
principalmente políticas, pero también del ámbito económico, militar, y social.

El naciente régimen, sobre todo en lo político, fue sin duda extraordinariamente


exitoso. A partir de 1929 con la creación de un partido oficial, donde se integraron
prácticamente todos los grupos revolucionarios, y comenzarían a surgir los nuevas
estructuras para dar funcionalidad a la hegemonía del partido. Así, los militares
ocuparon un lugar central en la construcción de las nuevas instituciones del
régimen posrevolucionario, para después ceder al control de los civiles.

Como el paso del tiempo, el régimen logra hacerse un fuerte apoyo y cuenta
con un gran sustento popular. Dicho soporte lo conformaba, principalmente,
campesinos beneficiados por la reforma agraria; obreros fuertemente apoyados
por el Estado, a través del reconocimiento sindical y de los constantes aumentos
salariales decretados; un ejército disciplinado y cohesionado, cada vez más
profesional y sujeto al mando civil; y un creciente grupo de servidores públicos. De
esta forma, el Estado penetro como nunca antes a la sociedad y, hasta cierto
punto, por la vía de distribución de tierras, privilegios corporativos, subsidios y
protección, logro que la comunidad lo identificara con sus intereses.
El Estado posrevolucionario comenzó a desplegar una fuerza creciente.
Emprendió un amplio y activo curso de acción para hacer realidad el papel que la
Constitución de 1917 le había conferido y que sobretodo, la mayorías organizadas
le exigían, llevando a cabo todo esto mediante la centralización casi absoluta del
poder político: se suprimieron las diversas fuerzas y grupos políticos
excluyéndolos de la estructura política central, dando como resultado un poder
fuertemente centralizado, a partir del cual se pudiera hacer frente a los grandes
desafíos que se encontraran frente al Estado.

Durante este periodo de la historia nacional podemos destacar


indudablemente que la organización del régimen político fue la principal tarea y la
más importante, además de que este proceso a pesar de ser largo, complejo e
incluso difícil y lleno de eventualidades, resulto extremadamente exitoso y
complaciente para las grandes masas de la época.

También podría gustarte