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DE DESEOS
jueves 26 de octubre de 2017
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El sueño es la vía regia para acceder al concepto de inconsciente, que es el
gran descubrimiento de Freud. Para hablar de este descubrimiento, Freud
utiliza los sueños como medio expositivo, porque soñar soñamos todos. Si
hubiera usado los síntomas (hablando de las fobias, obsesiones, parálisis
histéricas, etc.) habrían rechazado su descubrimiento, alegando que se trataba
de personas enfermas, de neuróticos. En cambio, los sueños son una
producción del inconsciente que todos, sanos y enfermos, experimentamos
cotidianamente.
Pero en los sueños, como en los actos fallidos, se cumple la historia del rey
que se disfraza de mendigo para visitar y hablar con su pueblo. No debemos
despreciar ninguna de las manifestaciones psíquicas, por considerarlas
insignificantes y despreciables: lo psíquico se expresa en cada uno de sus
detalles, en cada una de sus manifestaciones. Esto que tenemos que
esforzarnos en recordar como investigadores y científicos, jamás lo olvidamos
en la vida cotidiana. Cuando alguien querido se olvida de nuestro cumpleaños
o de una fecha especial para nosotros, sabemos darle a tal olvido un
significado certero. Cuando nuestra pareja nos llama con el nombre de un
antiguo amor, no lo disculpamos alegando un error accidental por cansancio o
distracción.
Hay cosas de gran importancia que sólo pueden manifestarse por muy
pequeños indicios. Pero con los sueños ocurre además que no hay ninguna
garantía para saber con exactitud qué ha sido realmente lo que se ha soñado.
No podemos meternos dentro de la cabeza del soñante y ver qué ha soñado. Y
tampoco podemos fiarnos de su relato del sueño, porque el soñante duda, se
contradice y frecuentemente agrega nuevos detalles a su relato. ¿Cómo
construir entonces sobre este terreno incierto un conocimiento científico? Un
objeto tan difícil de definir impide que sobre él se pueda afirmar algo con
certeza.
Todos conocemos los proverbios: “El cerdo sueña con bellotas y el ganso con
el maíz” o “¿Con qué sueña la gallina? Con los granos de trigo”. Son muchas
las expresiones que implican ese sentido: “bello como un sueño”, “yo no
hubiera soñado jamás cosa semejante”, o “es una cosa que ni siquiera en
sueños se me hubiera ocurrido”.
En realidad, todos los sueños son sueños infantiles, pues todos laboran con
materiales infantiles y mecanismos del mismo género.
Los deseos de los sueños deformados son deseos prohibidos y reprimidos por
la censura, deseos cuya existencia constituye la causa de la deformación
onírica.