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LOS SUEÑOS SON UNA REALIZACIÓN

DE DESEOS
jueves 26 de octubre de 2017
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El sueño es la vía regia para acceder al concepto de inconsciente, que es el
gran descubrimiento de Freud. Para hablar de este descubrimiento, Freud
utiliza los sueños como medio expositivo, porque soñar soñamos todos. Si
hubiera usado los síntomas (hablando de las fobias, obsesiones, parálisis
histéricas, etc.) habrían rechazado su descubrimiento, alegando que se trataba
de personas enfermas, de neuróticos. En cambio, los sueños son una
producción del inconsciente que todos, sanos y enfermos, experimentamos
cotidianamente.

Lo que Freud descubre es el mecanismo de funcionamiento del aparato


psíquico. Afirma que los mecanismos que funcionan en la producción de los
síntomas son los mismos mecanismos que funcionan en la producción de los
sueños. Por eso no debemos creer que Freud está particularmente interesado
en los sueños o en los síntomas. En lo que Freud está interesado es en el
aparato psíquico: en la máquina de soñar, no en los sueños.

Cuando leemos el título de “La interpretación de los sueños”, normalmente


hacemos hincapié en los sueños. Pero el acento para Freud está en “La
interpretación”, no en los sueños. La interpretación es el método, el método de
interpretación-construcción, que es el modo que tenemos de apropiarnos de la
realidad psíquica inconsciente.

El método sólo es posible después de haberse producido el objeto de


conocimiento, es decir, el concepto de inconsciente. Una vez establecido que
el objeto de conocimiento del psicoanálisis es lo psíquico inconsciente, se
pudo desarrollar un método capaz de apropiarse de él. Un método acorde con
sus particularidades, con sus maneras de producirse.

Freud revoluciona la idea de enfermedad y de salud, porque demuestra que en


ambas están en juego los mismos mecanismos, las mismas leyes de
producción. Antes se creía que una persona que padecía neurosis obsesiva, o
histeria o psicosis sufría una especie de degeneración psíquica, de deterioro de
las facultades mentales. El psicoanálisis vino a demostrar que no hay
degeneración del aparato, porque el mecanismo no deja de funcionar, no está
roto ni estropeado durante la enfermedad. Lo que sucede en las afecciones
neuróticas es que el mecanismo ha entrado en un bucle del que no puede salir,
es una exageración, algo que se repite, una fijación en un punto, pero no un
deterioro. Esto es lo que permite que cuando un paciente se cura, pueda haber
recuperación ad integrum.

Con la interpretación de los sueños, sucede algo parecido a lo que sucede a la


psicopatología de la vida cotidiana, en donde Freud habla de los actos fallidos,
de los olvidos de los nombres propios y de los actos sintomáticos. Se trata de
asuntos sin ninguna categoría científica relevante. Son fenómenos
insignificantes que nadie antes había intentado explicar científicamente.
Ocuparse de los sueños estaba muy mal visto en un hombre de ciencia, porque
todo lo que tenga que ver con ellos sigue rodeado por un halo de superstición
y de misticismo. A lo más que llegaban era a decir que se trataba de
fenómenos psíquicos motivados por alteraciones físicas. Los sueños no serían
un acto psíquico sino la expresión en la vida anímica de excitaciones
somáticas. Una antigua comparación asimila los sueños a los sonidos que
produce alguien profano en música recorriendo con sus dedos el teclado de un
piano.

Pero en los sueños, como en los actos fallidos, se cumple la historia del rey
que se disfraza de mendigo para visitar y hablar con su pueblo. No debemos
despreciar ninguna de las manifestaciones psíquicas, por considerarlas
insignificantes y despreciables: lo psíquico se expresa en cada uno de sus
detalles, en cada una de sus manifestaciones. Esto que tenemos que
esforzarnos en recordar como investigadores y científicos, jamás lo olvidamos
en la vida cotidiana. Cuando alguien querido se olvida de nuestro cumpleaños
o de una fecha especial para nosotros, sabemos darle a tal olvido un
significado certero. Cuando nuestra pareja nos llama con el nombre de un
antiguo amor, no lo disculpamos alegando un error accidental por cansancio o
distracción.

Hay cosas de gran importancia que sólo pueden manifestarse por muy
pequeños indicios. Pero con los sueños ocurre además que no hay ninguna
garantía para saber con exactitud qué ha sido realmente lo que se ha soñado.
No podemos meternos dentro de la cabeza del soñante y ver qué ha soñado. Y
tampoco podemos fiarnos de su relato del sueño, porque el soñante duda, se
contradice y frecuentemente agrega nuevos detalles a su relato. ¿Cómo
construir entonces sobre este terreno incierto un conocimiento científico? Un
objeto tan difícil de definir impide que sobre él se pueda afirmar algo con
certeza.

Freud plantea un nuevo nivel de objetividad. Sostiene: no se trata del objeto


soñado, sino del relato del sueño. No se trata de lo que ha vivido o dejado de
vivir el paciente, sino de lo que dice acerca de lo que ha vivido o dejado de
vivir. El psicoanálisis se ocupa del relato del sueño, haciendo abstracción de
todo aquello que el soñante haya olvidado o deformado por el recuerdo.
En este sentido, el psicoanálisis nos lleva a distinguir entre realidad objetiva y
realidad psíquica. Cuando decimos “el sueño es como una realización de
deseos”, estamos diciendo que es algo parecido a una realización pero que en
realidad no es una realización, porque no se trata de que se realice en la
realidad objetiva o física, sino que se realiza en la realidad psíquica. En el
“como” Freud propone la existencia de una realidad psíquica. Esta realidad
psíquica es un escenario del que el sujeto no tiene noticia, porque es
completamente inconsciente. Es por eso que decimos que se trata del campo
de un saber no sabido por el sujeto. Sabe y no sabe de su existencia.

¿Cómo lleva a cabo el sueño la realización de un deseo? En primer lugar,


alterando el tiempo de los verbos, transformando el subjuntivo “pienso dar
una fiesta” por el presente indicativo “doy una fiesta”. El deseo siempre se
realiza en presente. El presente es el tiempo en el que el deseo se presenta
como realizado.

Mientras que para el pensamiento científico es un absurdo hablar del sentido


de los sueños, el pensamiento popular conserva la antigua convicción de que
los sueños tienen un sentido que tiene que ver con el soñante, con aquel que
sueña. No se trata de revelaciones místicas o metafísicas acerca del porvenir,
sino de un fenómeno que tiene que ver con el que sueña. Esto ya lo sabían
incluso los griegos.

El lenguaje común parece haber sospechado siempre que el principal carácter


de los sueños consiste en la realización de deseos.

Todos conocemos los proverbios: “El cerdo sueña con bellotas y el ganso con
el maíz” o “¿Con qué sueña la gallina? Con los granos de trigo”. Son muchas
las expresiones que implican ese sentido: “bello como un sueño”, “yo no
hubiera soñado jamás cosa semejante”, o “es una cosa que ni siquiera en
sueños se me hubiera ocurrido”.

Aunque hablamos de “malos sueños”, el sueño por antonomasia es el que


produce la dulce satisfacción de un deseo. No hay proverbio alguno que diga
que el puerco o el ganso sueñan con el matarife.

Existe un grupo de sueños no deformados que, al igual que los infantiles, se


muestran como realizaciones de deseos. Son los sueños provocados por
imperiosas necesidades orgánicas, tales como el hambre, la sed y la necesidad
sexual, y que constituyen realizaciones de deseos correspondientes a
excitaciones internas.

Quienes beben y cenan demasiado, sienten durante la noche una intensa


sensación de sed y sueñan que beben copiosamente. Desde el punto de vista
práctico el servicio del sueño es insignificante, pues al despertarnos tenemos
que beber. Pero su misión es la de mantener el reposo contra las excitaciones
que llevan al sujeto a despertar.

En realidad, todos los sueños son sueños infantiles, pues todos laboran con
materiales infantiles y mecanismos del mismo género.

Los deseos de los sueños deformados son deseos prohibidos y reprimidos por
la censura, deseos cuya existencia constituye la causa de la deformación
onírica.

Pero no se puede buscar la realización de deseos en un sueño sin antes haberlo


interpretado. Los sueños tienen sentido sólo después de ser interpretados.

Se dice: “Si el sueño es una realización de deseos, no debiera provocar


sensaciones penosas.”

La explicación está en que las pesadillas muestran con frecuencia un


contenido exento de toda deformación, esto es, un contenido que ha escapado
a la censura. Muchas veces es una realización no encubierta de un deseo. Un
deseo que, lejos de ser bien acogido por nosotros, es rechazado y reprimido.
La angustia que acompaña la realización toma el lugar de la censura.

Del sueño infantil podemos decir que es la abierta realización de un deseo


admitido, mientras que el sueño ordinario es la realización encubierta de un
deseo reprimido.

La censura obliga a deformar la representación del deseo reprimido, pero


cuando no lo consigue, como último recurso, pone fin al reposo mediante la
angustia.

Ruy J. Henríquez Garrido, psicoanalista

¿Tienes un sueño recurrente y quieres conocer su sentido? Puedes enviarme


un correo electrónico a la dirección ruyhenriquez@hotmail.com e intentaré
darle sentido

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