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La historia de ELIZA, el bot psicólogo

Joseph Weizenbaum, creador de


ELIZA.

La historia de los bots comenzó a


escribirse varios años antes de que
se programase el primero de ellos.
Fue en los años 50 del pasado
siglo, cuando el genio británico
Alan Turing empezó a considerar
la posibilidad de que las máquinas
llegasen a pensar. En 1950 diseñó
el Test de Turing, un postulado
teórico con el que aspiraba a poder comprobar si una máquina tiene comportamientos
inteligentes similares o indistinguibles del de un humano.

Su trabajo inspiró a muchos científicos informáticos, entre ellos el alemán Joseph


Weizenbaum del MIT. Partiendo de esa idea de máquinas capaces de comportarse como
humanos, en 1966 desarrolló un programa con el que pretendía ser capaz de engañar a los
humanos haciéndoles pensar que estaban hablando con otra persona. Se llamaba ELIZA.

ELIZA fue diseñado como un


método para mostrar la
superficialidad de la comunicación
entre el hombre y la máquina. Lo
hacía reconociendo palabras clave y
preguntando sobre ellas como si
fuera un psicólogo. Por ejemplo, si
alguien mencionaba la madre en
una frase, el bot automáticamente le
pediría que le dijese más sobre su
familia. De esta manera se creaba
una ilusión de entendimiento e
interacción real.

Para llegar a ese resultado


Weizenbaum, primero tuvo que
identificar cinco problemas técnicos fundamentales que ELIZA tendría que superar. Estos
eran la identificación de palabras clave, el descubrimiento de un contexto mínimo, la
elección de transformaciones apropiadas, la generación de respuestas adecuadas o la
capacidad de reaccionar ante la ausencia de palabras críticas.
El resultado fue el que se considera el primer bot conversacional de la historia de la ciencia
computacional. Lo fue antes incluso de que se acuñara el término ‘ChatterBot’ tres décadas
después para definir los programas conversacionales.

Uno de los muchos


chatbots basados
en ELIZA que
siguen poblando
Internet.

Existe el mito de
que ELIZA era
capaz de superar el
test de Turing. Pero
hay que tener en
cuenta que el test
inicial de Turing es
un postulado teórico con diferentes interpretaciones, y que hasta la creación en 1991 de la
plataforma de pruebas del Premio Loebner no se estableció una especie de estandar para
este test. Por lo tanto, decir que ELIZA lo pasó es un poco aventurado, porque pudo haber
interpretaciones del test intencionadamente dirigidas a que fuese o no fuese así.

Con o sin el test, ELIZA consiguió engañar a muchas personas que creían que estaban
manteniendo una conversación con una persona real. Tanto que el propio Weizenbaum se
sorprendió al ver la manera en la que algunos incluso llegaban a confesarle intimidades a su
programa informático cuando este les hacía una pregunta.

Por eso, aunque Joseph Weizenbaum murió el 5 de marzo de 2008, su legado sigue estando
muy presente en nuestra actualidad. No sólo por los actuales asistentes virtuales,
tataranietos de ELIZA, sino porque su propio asistente ha seguido replicado y
evolucionado, y en la red podemos encontrarnos con diferentes imitaciones basadas en él.
De entretenimiento a servicio
Conversaciones con SmarterChild en
2002.

Durante las décadas siguientes a la


creación de ELIZA los bots siguieron
desarrollándose, aunque aún en estado
embrionario. En ese tiempo fueron
naciendo nuevos bots que recogían su
testigo, como A.L.I.C.E., Mitsuki o
Albert One, todos ellos con funciones
básicas en las que se limitaban a
mantener conversaciones con más o
menos acierto.

Pero todo cambió a principio de la década de los 2000 con la llegada de SmarterChild. Este
programa no era sólo un bot conversacional, sino casi un primer boceto de asistente virtual
que llegó a ser compatible con AIM, MSN Messenger, AOL Instant Messenger e ICQ, y
que supuso la introducción a la inteligencia artificial para millones de adolescentes.

Lo que más destacó de este bot no fue su enorme capacidad para procesar el lenguaje
natural, entendiendo y respondiendo de forma sorprendente casi todo lo que se le decía. Lo
que realmente lo empezó a cambiar todo era que también sabía echarte una mano. Le
podías pedir que te dijera citas, que te diera los horarios del cine, la previsión metereológica
y otra información de interés.

Podemos decir por lo tanto que fue uno de esos programas que marcaron la transición de
los bots conversacionales, que pasaron de ser un simple entretenimiento a convertirse en un
método para ofrecer diferentes servicios. Vamos, que marcó un camino que años después
han ido puliendo las grandes empresas tecnológicas.

Fue por lo tanto un bot adelantado a su tiempo, una especie de padre para los Siri, Cortana
o Google Now que hoy habitan en millones de dispositivos. Y es que es ahora cuando
parece que los bots están empezando a salir de ese estado embrionario y empezar a
demostrar de lo que son capaces las bases sentadas por Turing y Weizenbaum.

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