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VENEZUELA Y EL ASEDIO CONTRA QATAR

Por Alicia Centeno

No podemos permanecer indiferentes ante el asedio que padece Qatar desde

junio de este 2017. No forma parte de nuestra tradición bolivariana el

contemplar, de manera pasiva, que diversos poderes se coaliguen contra un

país soberano, usando pretextos completamente infundados. Mucho menos

puede haber indiferencia cuando se trata de un país que ha mostrado, de

manera fehaciente y en diversas ocasiones, su amistad con Venezuela.

Qatar es un país territorialmente pequeño, sin eso que los expertos en

seguridad y defensa llaman “profundidad estratégica”. Además se encuentra

ubicado entre dos potencias envueltas, desde hace mucho, en una amarga

disputa por la hegemonía en el Golfo: Arabia Saudita e Irán. Y es precisamente

esta ubicación geoestratégica la que permite explicar las motivaciones, no

explicitas, que han llevado al Reino Saudita a organizar una coalición, con otros

nueve países árabes, con el propósito de forzar a Doha a realizar una serie de

concesiones que implicarían la destrucción, de facto, de la soberanía catarí.

A Qatar se le quiere cobrar su independencia frente a la agenda regional de

Riad. Se le pretende castigar porque impulsa y ofrece, como dije en un ensayo

anterior, un modelo alternativo de “modernidad islámica” frente a los tercos

intentos de evitar la modernización de las sociedades del Golfo, intentos

condenados, dicho sea de paso, al fracaso. Y si al brillo regional de Doha se le

agrega que busque tener las mejores relaciones con su poderoso vecino persa,

podemos vislumbrar, con toda claridad, cuáles son las motivaciones reales

detrás del injusto asedio a Qatar.


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Venezuela debe estar muy atenta al desarrollo de los acontecimientos en esta

nueva crisis que estremece al Medio Oriente. Se trata de una crisis, que, sin

exagerar, pudiera tener consecuencias tremendas, de no resolverse a tiempo,

tanto para la economía como para la paz mundial. Debemos estar muy

vigilantes tomando en consideración, además, nuestro rol de fundadores de la

OPEP y nuestra participación activa en el Foro de Países Exportadores de

Gas. Con toda seguridad nuestro país pudiera jugar un rol altamente benéfico

en la resolución de este conflicto utilizando, para ello, todos los contactos que

tiene (y son muchos) a nivel del Medio Oriente. Nuestro país, poniendo en

juego todo su potencial diplomático bien pudiera ayudar a acercar posiciones, a

limar asperezas y a evitar una escalada en esta peligrosa disputa apostando,

como corresponde a nuestros valores bolivarianos, a todo lo que pueda

fortalecer la unidad de los pueblos árabes.

Como esposa de un ex embajador de Venezuela en Qatar creo que puedo

hablar con conocimiento de causa: me precio de conocer al país y a su gente,

cálida y generosa. Allí, por citar un dato muy importante, nació nuestro hijo,

Juan Antonio, en agosto del 2010 y eso, por si solo, basta para que Qatar

tenga un lugar en mi corazón.

Quisiera concluir con una anécdota que, según creo, sintetiza lo que para mí

representa Qatar y todo su potencial para la región. Recuerdo, claramente, la

primera visita con mi esposo al Museo de Arte Islámico de Doha en el verano

de 2009. Después de recorrer buena parte de las imponentes instalaciones,

atravesando diversas salas, plenas de belleza y buen gusto, llegamos a una

que contenía una de las más importantes colecciones de astrolabios del

mundo.
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El astrolabio, ese antiguo instrumento que permite determinar la posición de las

estrellas, para facilitar la navegación, ya era ampliamente conocido en el

mundo islámico en el siglo VIII de nuestra era. Entre todos los que se

encontraban en esa sala del museo, destacaba uno, probablemente hecho en

Irak, en el siglo IX, considerado el más antiguo de la civilización islámica.

Todavía me impresiona pensar que el proyecto catarí, sintetizado en su muy

moderno museo, haya creado un espacio para preservar ese venerable

instrumento de navegación. Recuerdo, por cierto, que la inscripción en la que

se describía este astrolabio se decía que, muy probablemente, había sido

usado para el comercio entre el Medio Oriente y China en tiempos remotos.

Y, hoy por hoy, cuando el Medio Oriente parece haber perdido su rumbo,

extraviado en medio de tantos cálculos egoístas y ambiciones desmedidas,

quizá el viejo astrolabio de Doha sea una metáfora pertinente para pensar en la

necesidad de que los pueblos árabes puedan navegar juntos, retomando su

rumbo hacia un futuro compartido.

Alicia Centeno es esposa del actual embajador de Venezuela en Egipto y ex

embajador en Qatar, Juan Antonio Hernández.

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