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Sypol

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18189

Tema3.pdf
Temario

4º Mecánica Cuántica

Grado en Física

Facultad de Física
Universitat de València

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su
totalidad.
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Capítulo 3

Observables y medidas

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
3.1. Observables, medidas y valores esperados

En el capítulo anterior ya enunciamos el segundo postulado de la mecánica cuántica, que nos


dice que todo observable tiene asociado un operador hermítico. Cómo se asocian el observable
y el operador hermítico sólo se puede precisar cuando hablamos de medida. El tercer postulado
especifica precisamente los posibles resultados de la medida y cómo afecta la medida al sistema.

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Armando Pérez 36

P OSTULADO III: S OBRE LA MEDIDA

Como resultado de la medida de un observable sólo pueden obtenerse los autovalores


del operador que lo representa.

Si el sistema se halla en el estado |ψ� y medimos el observable A con autovalores a,


la probabilidad de obtener el valor a, es

P(a) = �ψ|Λa |ψ� ,

donde Λa es el proyector sobre el subespacio asociado al autovalor a. En el caso de


autovalores no degenerados, la probabilidad se puede escribir como P(a) = |�a|ψ�|2 .

Después de la medida de un observable, el sistema queda en un estado propio asocia-

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do al valor propio obtenido. Más precisamente, si el estado inicial es |ψ� y el valor
obtenido es a, el sistema queda en el estado
� �
�ψ f = � 1 Λa |ψ� .
�ψ|Λa |ψ�
� �
En el caso de autovalores no degenerados, tendremos que �ψ f = |a�.

El primer punto del postulado nos dice que no todos los valores son posibles cuando me-
dimos un observable. Este aspecto del postulado era necesario de acuerdo con el experimento
de Stern-Gerlach : obviamente, el valor del espín en la dirección z sólo puede tener dos valo-
res. Si asociamos el operador Sz a este observable Sz sólo tendrá dos autovalores h̄/2 y −h̄/2
, de forma que como resultado de la medida sólo podremos obtener estos valores. Lo mismo
pasará con
� los�observables Sx y Sy . Los autovectores asociados a estos autovalores serán |Sz ; ±�,
|Sx ; ±�y�Sy ; ± , respectivamente.
El segundo punto nos dice que al medir el observable A, la probabilidad de encontrar el
autovalor a en el estado |ψ� es
P(a) = �ψ|Λa |ψ�
Cuando el valor propio a no está degenerado y tiene asociado el vector |a�, la relación anterior
se escribe
P(a) =| �a|ψ� |2 ,
que es la regla de Born de la que hablábamos en el capítulo 1. Si hay degeneración, entonces
Λa = ∑i |a, i� �a, i| y obtenemos

P(a) = ∑ | �a, i|ψ� |2 ,


i

es decir que tenemos que sumar las probabilidades correspondientes a los distintos estados
propios con el mismo valor a.
Aunque estamos hablando siempre de un único sistema, es obvio que para hacer el experi-
mento y poder hablar de probabilidades tenemos que considerar muchas veces el mismo sistema
en el mismo estado (o muchos sistemas idénticos, preparados exactamente en las mismas condi-
ciones). Por ejemplo, en el experimento de Stern-Gerlach el haz de átomos que sale del campo
magnético en la dirección del eje z, y que se desvía hacia arriba contiene átomos de plata que

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37 3. Observables y medidas

están todos en el mismo estado |Sz ; +�: diremos que este haz de átomos de plata es un conjunto
puro, y el hecho de seleccionar estos estados (y bloquear los átomos que contienen estados
|Sz ; −�) se denomina hacer una medida filtrante (o medida selectiva) para el autovalor +h̄/2.

Igualmente, con un dispositivo de Stern-Gerlach en la dirección x podemos seleccionar un

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conjunto puro en el estado |Sx ; +�. Vimos que si en este haz volvemos a medir Sz , la proporción
de átomos que tienen +h̄/2 y −h̄/2 es exactamente la misma. Esto lo expresamos de forma
simbólica como |Sx ; +� = √12 |Sz ; +� + √12 |Sz ; −�. Ahora le podemos dar un significado pre-
ciso a esta ecuación si |Sx ; ±� y |Sz ; ±� son los kets asociados a los autovalores ±h̄/2 de los
operadores Sx y Sz , respectivamente. Entonces, el postulado III nos dice que la probabilidad, y
como consecuencia la proporción, de encontrar el valor +h̄/2 para Sz en el haz con |Sx ; +� es
P(+h̄/2) = |�Sz ; +|Sx ; +�|2 = 1/2 y el mismo resultado se obtiene para el valor −h̄/2, com-
pletamente de acuerdo con lo que se observa, de hecho el postulado está diseñado para poder
explicar este tipo de experimentos.
El postulado III también garantiza la repetibilidad de los experimentos; si medimos un ob-
servable y obtenemos un cierto valor (hacemos una medida filtrante de este observable) y lo
volvemos a medir inmediatamente después, obtendremos otra vez el mismo valor con probabi-
lidad 1; esto sólo es posible si después de la medida el estado del sistema es un vector propio
asociado con el valor propio obtenido. Efectivamente, en el ejemplo del experimento de Stern-
Gerlach estamos suponiendo implícitamente que el campo magnético separa el haz incidente
en dos haces, y que cada uno de los haces contiene un conjunto puro de átomos de plata con
el espín seleccionado, |Sz ; +� si el campo está en la dirección del eje z o |Sx ; +� si está en la
dirección del eje x. Este aspecto del postulado está en la raíz de muchas de las paradojas de la
mecánica cuántica puesto que nos dice que, a diferencia del que pasa en mecánica clásica, el
proceso de medida altera radicalmente el estado del sistema.
Tal y como hemos formulado el postulado III, tiene implicaciones muy diversas, que se
pueden resumir en términos de una definición esencial en mecánica cuántica, la definición del
valor esperado de un observable:
Sea un sistema que se halla en el estado |ψ�. Definimos el valor esperado del observable A
en el estado |ψ� como1
�A�ψ = �ψ|A|ψ� . (3.1)
Si ahora insertamos la relación de clausura en la base de estados propios de A llegamos a

�A�ψ = ∑ a�ψ|Λa |ψ� = ∑ aP(a) (3.2)


a a
1Aveces, para aligerar la notación, omitiremos el subíndice ψ, pero obviamente el valor esperado depende del
estado.

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Armando Pérez 38

donde hemos utilizado el postulado III para reescribir �ψ|Λa |ψ� = P(a). Esta expresión nos
dice que, en efecto, el valor esperado de un operador tiene la interpretación estadística habitual:
si tenemos el sistema en un estado |ψ� y hacemos un número muy grande de medidas del
observable A, por el postulado III obtendremos cada autovalor a con una probabildad P(a), con
lo cual la media estadística de los valores obtenidos es precisamente �A�ψ .

3.1.1. Sistemas de espín 1/2

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Una vez formulados los postulados, ahora podemos volver al experimento de Stern-Gerlach
y describirlo con precisión utilizando el formalismo de la mecánica cuántica que hemos desa-
rrollado hasta ahora. El primer postulado nos dice que los estados del sistema se pueden repre-
sentar por vectores de un espacio vectorial que se pueden expresar en una base, por ejemplo los
vectores propios de un cierto operador. Como al medir Sz tenemos dos posibles resultados, to-
maremos como base los estados propios normalizados de este operador, así pues tomaremos la
base {|+� , |−�}, donde para simplificar la notación hemos definido |±� ≡ |Sz ; ±�, que satisface

Sz |±� = ± |±� .
2
Ahora podemos utilizar el teorema espectral para escribir
h̄ h̄
Sz = |+� �+| − |−� �−| .
2 2
Además, la base satisface las relaciones de ortonormalidad (�+|−� = 0, �+|+� = �−|−� = 1) y
clausura
I = |+� �+| + |−� �−| .
Para construir los operadores Sx y Sy estudiemos primero las propiedades que tienen que sa-
tisfacer sus estados propios (para simplificar la notación escribiremos |Sx ; ±� para los� estados�
� � �
propios de Sx y �Sy ; ± para los estados propios de Sy , más generalmente escribiremos ��S ·�n; ±
para los estados propios del operador �S ·�n, donde �n es un vector unitario en una dirección arbi-
traria). De acuerdo con los resultados del experimento de Stern-Gerlach
1 1
|�+|Sx ; +�|2 = , |�−|Sx ; +�|2 =
2 2
que excepto por una fase, que es irrelevante, implica

1 eiδ1
|Sx ; +� = √ |+� + √ |−� .
2 2
La ortogonalidad de |Sx ; −� y |Sx ; +� implica (otra vez excepto por una fase irrelevante)

1 eiδ1
|Sx ; −� = √ |+� − √ |−� .
2 2
Entonces, utilizando el teorema espectral podemos escribir
h̄ h̄
Sx = |Sx ; +� �Sx ; +| − |Sx ; −� �Sx ; −|
2 2
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39 3. Observables y medidas

h̄ � −iδ1 iδ1

= e |+� �−| + e |−� �+|
2
Nótese que si hubimos añadido fases adicionales en la definición de los estados, éstas se hubie-
ran cancelado en la expresión para Sx , donde solo aparecen las fases relativas.
Utilizando los mismos argumentos para Sy podemos escribir

� iδ2
�Sy ; ± = √1 |+� ± e√ |−� .

2 2
h̄ � −iδ2 �
Sy = e |+� �−| + eiδ2 |−� �+| .
2
Por otro lado, si tenemos un haz de átomos en el estado |Sx ; +� , las probabilidades de medir
±h̄/2 para Sy también tienen que ser iguales por simetría bajo rotaciones, así tenemos que pedir
también

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� � � �
��Sy ; ±|Sx ; +��2 = ��Sy ; ±|Sx ; −��2 = 1
2
y entonces
1 �� �2 1
i(δ2 −δ1 ) �
�1±e � = =⇒ cos(δ2 − δ1 ) = 0
4 2
π
una posible elección es δ1 = 0 y δ2 = 2 . Es evidente, sin embargo, que como argumentamos ya
en su momento, es imposible elegir las fases de forma que todas las combinaciones de estados
sean reales.
Así, recapitulando, con estas elecciones de fase tenemos
1 � � 1
|Sx ; ±� = √ (|+� ± |−�) , �Sy ; ± = √ (|+� ± i |−�)
2 2
h̄ h̄
Sx = (|+� �−| + |−� �+|) , Sy = (−i |+� �−| + i |−� �+|)
2 2
Nótese que el espacio de Hilbert del espín 1/2 tiene dimensión 2, de manera que el espacio de
operadores que actúan sobre los estados de espín 1/2 tiene dimensión 4. Una base del espacio de
operadores es la base inducida por la base del espacio de Hilbert {|+� �+| , |−� �−| , |+� �−| , |−� �+|}.
Sz y la identidad son dos combinaciones lineales de los dos primeros mientras que Sx y Sy son
dos combinaciones lineales de los dos últimos2

S± = Sx ± iSy , S+ = h̄ |+� �−| , S− = (S+ )† = h̄ |−� �+|

de forma que el conjunto de operadores {I, S} � forman una base completa de operadores.
Una vez tenemos la forma de los operadores, podemos empezar a calcular relaciones de
conmutación. Así, es fácil comprobar que si [A, B] = AB − BA y {A, B} = AB + BA son el con-
mutador y anticonmutador, respectivamente, de dos operadores
� �
Si , S j = ∑ ih̄εi jk Sk ,
k

� � 1
Si , S j = h̄2 Iδi j .
2
2 Los
operadores S± tienen la propiedad de que conectan los estados |+� y |−�, así S+ |−� = h̄ |+� mientras
S− |+� = h̄ |−� y por esto se denominan operadores escalera.

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Armando Pérez 40

Por otro lado


�S2 ≡ Sx2 + Sy2 + Sz2 = 3 h̄2 I
4
que obviamente satisface � �
�S2 , Si = 0 .

Finalmente, dada una base, por ejemplo {|+� , |−�}, la podemos utilizar para calcular la re-
presentación matricial tanto de los estados como de los operadores. Primero, la representación
matricial de una base en la propia base toma la forma de la base canónica, así que escribi-
remos (insistimos en el hecho de que cuando igualamos bras, kets y operadores con vectores
fila, columna o matrices, se entiende que el término de la derecha es siempre la representación
matricial del de la izquierda en una base dada)
� � � �
1 0
|+� = , |−� =

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0 1
igualmente
�S = h̄ �σ ,
2
donde hemos introducido las matrices de Pauli, que son hermíticas y tienen traza nula
� � � � � �
0 1 0 −i 1 0
σx = , σy = , σz =
1 0 i 0 0 −1
mientras los operadores escalera son
� � � �
0 1 0 0
S+ = h̄ , S− = h̄
0 0 1 0
Las relaciones de conmutación y anticonmutación se pueden escribir ahora como relaciones
entre los productos de las matrices de Pauli
� �
σi , σ j = ∑ i2εi jk σk ,
k
� �
σi , σ j = 2Iδi j ,
que se puede escribir de forma más compacta como

σi σ j = δi j I + iεi jk σk .

Utilizando estas relaciones, inmediatamente podemos calcular las trazas de productos de matri-
ces de Pauli � �
Tr σi σ j = 2δi j . (3.3)
Hemos comentado antes que los operadores de espín �S, junto con la identidad, forman una base
del espacio de operadores que actúan sobre el espacio de espín. Igualmente, las tres matrices
de Pauli �σ , junto con la matriz identidad 2 × 2 forman una base del espacio vectorial de las
matrices 2 × 2, de forma que cualquier matriz 2 × 2 se puede escribir como una combinación
lineal de las matrices de Pauli y la identidad. De hecho, la relación (3.3), junto con el hecho de
que Tr {σi } = Tr {σi I} = 0 se pueden interpretar como relaciones de ortonormalidad entre las
cuatro matrices de la base (véase el problema (3.1)).

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41 3. Observables y medidas

3.2. Observables compatibles y observables incompatibles


Una de las conclusiones más sorprendentes que extrajimos del experimento de Stern-Gerlach
es que no es posible medir simultáneamente Sz y Sx (o Sy ). En el momento en que medimos Sx ,
destruimos la información que teníamos sobre Sz . En esta sección caracterizaremos de forma
precisa cuándo, y cuándo no, se pueden medir dos observables simultáneamente.
Diremos que dos observables A y B son compatibles si

[A, B] = 0 ,

(un ejemplo sería �S2 y Sz que, como hemos visto, conmutan)


En caso contrario diremos que son incompatibles

[A, B] �= 0 .

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(un ejemplo viene dado por Sx y Sy puesto que [Sx , Sy ] = ih̄Sz ).

3.2.1. Observables compatibles


Teorema 3.1. Si A y B son dos observables compatibles, es posible encontrar una base or-
tonormal de autovectores común a los dos operadores. En esta base los dos operadores son
diagonales.

Demostración. Sea Va el subespacio vectorial de vectores propios de A con valor propio a. Si


|a� ∈ Va , dado que [A, B] = 0 se tiene que

A(B |a�) = BA |a� = a(B |a�).

Es decir, el estado B |a� también es propio de A con el mismo autovalor a. En otras palabras,
B |a� ∈ Va , de manera que B actúa sobre Va como un endomorfismo: B : Va → Va . Una primera
consecuencia es que, si |a� � ∈ Va� con a� �= a, entonces

�a� | B | a� = 0 ,

ya que los espacios Va� y Va son ortogonales. Esta es una relación importante, ya que implica
que, si A y B son compatibles, los elementos de matriz de B entre estados con distinto valor
propio de A son cero.
En caso de que el autovalor no esté degenerado B |a� ∝ |a� y entonces también es propio
de B. En el caso general, podemos considerar el observable B restringido al subespacio Va , en
el cual será diagonalizable, pudiendo encontrar una base de vectores propios de B (que tam-
bién lo serán de A). Repitiendo este proceso para todos los subespacios Va podemos construir
una base de todo el espacio formada por vectores propios de A y B, como afirma el teore-
ma. Sea |a, b, k� esta base ortonormal común de los operadores A y B, A |a, b, k� = a |a, b, k� y
B |a, b, k� = b |a, b, k� (ahora k etiqueta cualquier degeneración residual que pueda existir des-
pués de la diagonalización de A y B), entonces, en esta base los dos operadores son diagonales
� � � �� � � � ��
a , b , k � A |a, b, k� = aδa� a δb� b δk� k , a , b , k � B |a, b, k� = bδa� a δb� b δk� k .

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Corolario 3.1. Si el valor propio a es no degenerado, los vectores propios del subespacio
correspondiente son también propios de B.

Está claro que si el valor propio a no está degenerado la notación |a, b, k� es superflua y es
suficiente escribir |a� puesto que sólo hay un vector en el subespacio, y el valor propio b está
únicamente determinado por b = �a| B |a�. La notación con dos autovalores es sólo interesante
cuando hay degeneración y el segundo autovalor puede sustituir la etiqueta i que caracterizaba la

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degeneración, y no tenía ningún sentido físico, por una etiqueta con sentido físico (el autovalor
del operador B).
Como hemos comentado, puede pasar que no sea suficiente considerar dos operadores com-
patibles A y B para romper completamente la degeneración (es decir podría haber más de un
autovector con los mismos a, b y en este caso tenemos que añadir una nueva etiqueta k que
distinga los diferentes autovectores). Entonces siempre podremos añadir un nuevo operador C
compatible con A y B de forma que podamos etiquetar los estados por sus autovalores, y así
sucesivamente hasta que no haya ninguna degeneración residual, entonces diremos que el con-
junto de operadores A, B,C, · · · forman un conjunto completo de observables compatibles
(CCOC) y la base asociada con estos operadores será {|a, b, c, · · · �}. Los operadores A, B,C in-
dividualmente podrán tener autovalores degenerados, pero lo importante es que el conjunto de
autovalores a, b, c, · · · identifican de forma única el estado propio común de todos los operado-
res. Es decir, un CCOC posee una base común de vectores propios no degenerada.
Un ejemplo de este procedimiento lo proporciona el átomo de hidrógeno. El Hamiltoniano
H tiene estados degenerados, es decir hay diferentes estados con la misma energía y no es
suficiente etiquetar los estados por el número cuántico principal n, pero H conmuta con el
módulo del momento angular orbital �L2 . Si tenemos en cuenta los dos operadores podemos
etiquetar los estados por n y �, pero esto todavía no es suficiente y hay que añadir también Lz
que también conmuta con �L2 y H, de forma que finalmente podemos etiquetar los estados como
|n, �, m� �, que son propios al mismo tiempo de H, �L2 y Lz . Entonces H, �L2 y Lz formarían un
CCOC.
Como comentamos en su momento, la completitud es una cuestión más de física que de
matemáticas, puesto que finalmente es el experimento el que nos dice cuántos observables ne-
cesitamos para describir completamente el sistema. El ejemplo del átomo de hidrógeno es un
buen ejemplo para ilustarlo. En efecto, lo que hemos descrito es el átomo de hidrógeno sin el
espín del electrón (ni del protón). En el momento que descubrimos que el electrón tiene espín
no es suficiente con esta descripción y es necesario añadir nuevos operadores y nuevos números
cuánticos; en este caso Sz y ms de forma que los estados serán |n, �, m� , ms �.
Una vez tenemos un CCOC y una base |a, b, c, · · · � es conveniente definir

|K� = |a, b, c, · · · �

de forma que K representa colectivamente todos los autovalores. Las relaciones de ortonorma-
lidad y clausura son
�K � |K� = δKK � = δa� a δb� b δc� c · · ·

∑ |K� �K| = ∑ |a, b, c, · · · � �a, b, c, · · · | = 1 .


K a,b,c,···

Consideremos ahora las medidas sucesivas de observables compatibles, pero antes veremos
que los proyectores de operadores compatibles conmutan. Efectivamente, sean A y B los dos
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43 3. Observables y medidas

operadores compatibles y |a, b� la base común (por simplicidad supondremos que no hay dege-
neración adicional) entonces
� �� � � �� �
Λa = ∑ �a, b� a, b� � , Λb = ∑ �a� , b a� , b�
b� a�

y � � � �
Λa Λb = ∑ �a, b� �a, b� |a� , b� a� , b� = |a, b� �a, b| = Λb Λa
b� a�
Imaginemos que el sistema está en el estado arbitrario |ψ�, medimos primero A y encontra-
mos el autovalor a, entonces por los postulados sabemos que el sistema se queda en el estado
Λa |ψ� (salvo por la normalización), que es propio de A con autovalor a. Si a continuación
medimos B y encontramos el autovalor b el estado que tendremos será Λb Λa |ψ� (falta tam-
bién normalizar) que será propio de B con autovalor b, pero que sigue siendo propio de A con
autovalor a puesto que Λb Λa |ψ� = Λa Λb |ψ� . Entonces, si volvemos a medir A volveremos a

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obtener a con probabilidad 1 y el estado queda inalterado, puesto que Λa Λb Λa = Λb Λ2a = Λb Λa .
En este sentido decimos que, independientemente de la existencia de degeneración, las medidas
de A y de B no interfieren para nada y da igual el orden en que las hacemos. Es por eso que
denominamos a los operadores que conmutan operadores compatibles.

3.2.2. Diagonalización simultánea de matrices


Veamos un ejemplo concreto de diagonalización simultánea de matrices.
Sean dos observables A y B, que en la base {|1�,|2�,|3�} tienen las siguientes representacio-
nes matriciales    
1 0 0 0 1 1
A= 0 0 1  , B= 1 0 1 
0 1 0 1 1 0
primero comprobaremos que son compatibles. Es fácil ver que [A, B] = 0. Entonces, sabemos
que es posible encontrar una base de autovectores propios simultánea de los dos operadores.
Vamos a encontrarla.
Primero resolveremos el problema de autovectores y autovalores para el operador A. El
polinomio característico es
PA (a) = (1 − a)(a2 − 1) = 0
Entonces a1 = a2 = 1 y a3 = −1. El valor propio 1 está degenerado con multiplicidad 2. Ahora
queremos calcular los vector propios. Empezamos por el valor propio no degenerado a3 = −1.
Si x = �1|a3 �, y = �2|a3 �, z = �3|a3 �, tenemos que resolver las ecuaciones
    
2 0 0 x 0 2x = 0 x=0
 0 1 1   y  =  0  =⇒ y + z = 0 =⇒ z = −y
0 1 1 z 0 y+z = 0 y arbitrario

y el vector propio√lo podemos escribir en términos de y. La condición de normalización nos fija


finalmente y = 1/ 2 y el vector propio es
 
0
1
|a3 � = √  1  .
2 −1

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Como no hay degeneración, el corolario 3.1 nos asegura que este vector también es propio de
B. Efectivamente, encontramos que |a3 � es vector propio de B con valor propio −1. Entonces,
si etiquetamos los estados por los valores propios de A y B, |a, b� escribiremos
 
0
1 
|−1, −1� = |a3 � = √ 1 .
2 −1

Ahora determinamos los vectores propios asociados al autovalor a1 = a2 = 1. Para esto ahora
tenemos que resolver el sistema de ecuaciones
    
0 0 0 x 0 0=0 x arbitrario
 0 −1 1   y  =  0  =⇒ −y + z = 0 =⇒ z=y
0 1 −1 z 0 y−z = 0 y arbitrario

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Entonces, salvo por la normalización, los vectores propios son de la forma
     
x 1 0
 y  = x 0 +y 1  , (3.4)
y 0 1

y cualquier combinación lineal de estos dos vectores es vector propio de A con valor propio 1.
Para determinar qué combinaciones lineales son también vectores propios de B, veremos cuáles
son los valores propios de B
PB (b) = −(b − 2)(b + 1)2
así que b1 = 2 es simple mientras b2 = b3 = −1 es doble. Entonces sabemos que una de las
combinaciones lineales en (3.4) tendrá valor propio b1 = 2 y la otra tendrá valor propio b2 = −1.
Veamos cuáles son. Para b1 = 2 tenemos
    
−2 1 1 x 0 −2x + y + y = 0 x=y
 1 −2 1   y  =  0  =⇒ x − 2y + y = 0 =⇒
1 1 −2 y 0 x + y − 2y = 0 y arbitrario

normalizando, podemos escribir


 
1
1
|1, 2� = √  1  .
3 1

Para b2 = −1 tenemos
    
1 1 1 x 0 x+y+y = 0 x = −2y
 1 1 1   y  =  0  =⇒ x + y + y = 0 =⇒
1 1 1 y 0 x+y+y = 0 y arbitrario

y podemos escribir  
−2
1
|1, −1� = √  1  .
6 1

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45 3. Observables y medidas

Así tenemos una nueva base ortonormal de vectores propios de A y de B.


     
� �� 1 � � −2 � � 0
�1 = |1, 2� = √1  1  , �2� = |1, −1� = √1  1  �3� = |−1, −1� = √1  1  .
3 1 6 1 2 −1
La representación matricial del operador del cambio de base (en la base vieja) es sencillamente
 √ 
2 −2 0
1 √ √
U = √  √2 1 √3

6
2 1 − 3
que efectivamente diagonaliza las dos matrices
   
1 0 0 2 0 0
U † AU =  0 1 0  , U † BU =  0 −1 0  .

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
0 0 −1 0 0 −1

3.2.3. Observables incompatibles


Hemos visto que para observables compatibles hay una base común de vectores propios de
los dos operadores y en la cual los dos operadores son diagonales.
Si los observables son incompatibles, en cambio, no existe una base común de vectores
propios. La demostración se muy sencilla, puesto que si existiera una base de vectores propios
común, en esta base los dos operadores serían diagonales y dos operadores diagonales siempre
conmutan.
Hay que remarcar, sin embargo, que esto no quiere decir que no puedan existir algunos
vectores propios comunes; por ejemplo, los observables (en la base |1� , |2� , |3�)
   
1 0 0 2 0 0
A= 0 0 1  , B= 0 1 0 
0 1 0 0 0 −1
claramente son incompatibles (las matrices se pueden descomponer en subcajas y las subcajas
(2, 3) de A y B son σx y σz , que no conmutan). Por otro lado, el vector |1� es obviamente propio
de los dos operadores (con valores propios 1 y 2 respectivamente).
En el caso de observables compatibles, ya hemos visto que el resultado de la medida no
depende de la orden en el que la hacemos. Esto es completamente diferente en el caso de ob-
servables incompatibles, como ya observamos en el caso de medidas sucesivas del espín en
las direcciones Sz y Sx . La razón es muy simple: como la medida cambia el estado en el esta-
do propio del observable medido, si los observables son incompatibles tienen vectores propios
diferentes y cada vez que medimos cambiamos el estado.

3.3. Relaciones de incertidumbre


Sean dos operadores hermíticos A y B, y |ψ� un estado normalizado arbitrario. Antes hemos
definido el valor esperado del observable A en el estado |ψ� como �A�ψ ≡ �ψ| A |ψ� (igualmente
para B). Definiremos ahora la incertidumbre de A en el estado |ψ� como
�� �2 �
Δa ≡ � A − �A�ψ �ψ = �A2 �ψ − �A�2ψ .

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Armando Pérez 46

Al escribir �A�ψ en la ecuación anterior, entendemos que va multiplicado por el operador iden-
tidad I. No obstante, lo omitimos por simplificar la notación. Escribiendo
� �� �
(Δa)2 = A − �A�ψ A − �A�ψ

e insertando entre ambos términos la relación de clausura en la base de vectores propios de A,


se llega a
(Δa)2 = ∑ P(a)(a − �A�ψ )2

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
a
donde P(a) = �ψ | Λa | ψ� es la probabilidad de cada valor propio a. Vemos así que Δa es un
promedio (con la probabilidad correspondiente) de la desviación cuadrática de los resultados de
la medida respecto de su valor medio: es lo que se denomina desviación cuadrática media, y
constituye una medida de la anchura de la distribución de valores P(a).
Si definimos los operadores también hermíticos  ≡ A − �A�ψ , B̂ ≡ B − �B�ψ sencillamente
tendremos
� �
Δa = �Â2 �ψ , Δb = �B̂2 �ψ
Definiremos la función de λ , con λ real,

y(λ ) = �ψ| (Â − iλ B̂)(Â + iλ B̂) |ψ� ≥ 0

que es real y positiva (o cero), puesto que es la norma del vector (Â + iλ B̂) |ψ�. Desarrollando

y(λ ) = λ 2 (Δb)2 + λ �i [A, B]�ψ + (Δa)2


� �
y hemos usado que Â, B̂ = [A, B]. El polinomio y(λ ) es un polinomio real con coeficientes
reales (Δa y Δb son reales y positivos por definición, y el operador i [A, B] es hermítico, por lo
tanto sus valores esperados son reales también) que es definido positivo (no tiene raíces reales
además del cero) y por lo tanto su discriminante tiene que ser negativo o cero,

�i [A, B]�2ψ − 4(Δa)2 (Δb)2 ≤ 0

y
1 �� �
ΔaΔb ≥ �i [A, B]�ψ � . (3.5)
2

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