Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En los juegos con el dado, el jugador desea hacer un análisis acerca de la posible
ocurrencia o no ocurrencia de un suceso con el objeto de valorar de antemano sus
posibles pérdidas o ganancias. Durante cientos de años este problema quedaba
sin resolver ya que, para estos jugadores, lo aleatorio del juego llevaba parejo la
incalculabilidad, creencia a la que llegaban después de gran número de intentos
sin éxito sobre el cálculo de sus predicciones A pesar de la gran afición al juego de
los dados entre egipcios, griegos y romanos, estos no advirtieron que en un gran
número de jugadas se tendía a obtener el mismo número de veces una cara que
las restantes del dado, si éste estaba bien construido. El no advertir la
equiprobabilidad de los resultados elementales en dados equilibrados, fue una de
las causas de que el desarrollo del cálculo de probabilidades se retrasara durante
siglos. Las primeras razones que encontramos por las que no se plantean la
equiprobabilidad son dos: la imperfección del dado y las creencias religiosas; ya
que las culturas antiguas, basadas en el determinismo, consideran que no es
posible encontrar una causa que permita predecir el resultado de tirar un dado,
sino que este resultado se debe a la voluntad divina
materia, entre ellos M.G Kendall1 quién afirma que muchos dados están bien
construidos, y considera las siguientes cuatro razones para no advertir la
equiprobabilidad: 1. La ausencia de una teoría combinatoria; 2. La superstición de
los jugadores; 3. La ausencia de una notación de los sucesos de azar; y 4. Las
trabas morales y religiosas para el desarrollo de la idea de aleatoriedad. Con el
Cristianismo, estos planteamientos van evolucionando lentamente. Según San
Agustín (354-430), la mano de Dios estaba en todas partes y nada acaecía sin
causa; nada era aleatorio. Más adelante Santo Tomás de Aquino (1226-1274)
considera que el azar y la suerte existen. Pero es en el Renacimiento cuando
comienza una nueva visión del mundo y se inicia un movimiento de liberación
como reacción al espíritu de la Edad Media, que imponía a la conciencia nociones
teológicas que limitaban todas las posibilidades humanas. Este movimiento de
modernización se traduce en el estudio apasionado de los modelos griegos y
romanos y un afán de investigación en el campo de la ciencia. Como
consecuencia de esta nueva visión se abandonan las explicaciones teológicas y
se realiza una reconsideración de los experimentos aleatorios. La invención de la
imprenta, a mediados del siglo XV, permitirá difundir los conocimientos existentes
hasta entonces, con lo que impulsa definitivamente el desarrollo del cálculo de
probabilidades