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Secretaría de Jurisprudencia - CSJN

RECOMENDACIONES DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE


DERECHOS HUMANOS

Carranza Latrubesse, Gustavo c/ Estado Nacional - Ministerio de Relaciones


Exteriores - Provincia del Chubut
Fecha: 6 de agosto de 2013
Publicación: Fallos: 336:1024
Votos: Mayoría: Carlos S. Fayt, E. Raúl Zaffaroni (voto conjunto), Enrique Santiago
Petracchi (su voto), Juan Carlos Maqueda (su voto) - Disidencia: Ricardo Luis
Lorenzetti, Elena I. Highton de Nolasco (voto conjunto), Carmen M. Argibay (su
voto).

Antecedentes:
Tras la remoción del actor como juez de primera instancia de la Provincia del Chubut, en 1976 y una
vez superado el período de facto, el actor promovió en junio de 1984, ante el superior tribunal local,
una acción contencioso administrativa de plena jurisdicción en la que reclamó la nulidad de la medida
y la reparación de los daños y perjuicios materiales y morales que ésta le había causado, mas no la re-
posición en el cargo. En julio de 1996, el tribunal declaró la cuestión “no justiciable”, decisión contra
la que se dedujo recurso extraordinario que fue denegado.
Con posterioridad, Carranza Latrubesse presentó una petición ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos contra el Estado argentino. La Comisión señaló en el Informe Nº 30/97 que al
impedir una decisión sobre los méritos del caso interpuesto por el interesado a raíz de su destitución
como juez, el Estado argentino violó sus derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial,
consagrados en los artículos 8 y 25, en relación con el artículo 1.1 de la Convención Americana y,
por ello, recomendó que lo indemnice adecuadamente por las violaciones mencionadas en el párrafo
anterior. En tales condiciones, el actor inició una acción declarativa ante la Corte Suprema contra el
Estado Nacional y la Provincia del Chubut a fin de que se dé certidumbre a su derecho y se declare la
responsabilidad de la República ante la comunidad internacional del cumplimiento del antes citado
Informe de la Comisión y, en su mérito, se le indemnizaran los perjuicios que sufrió como consecuen-
cia de la violación de sus derechos.
El Tribunal declaró que la causa era ajena a su competencia originaria (Fallos: 325:380). Remitido el
expediente a la justicia en lo contencioso administrativo federal a pedido del actor, que desvinculó
de la litis al Estado provincial, y admitida por ese fuero su competencia, el litigio fue resuelto por la
cámara respectiva que por mayoría, hizo lugar a la demanda, condenando al Estado Nacional a pagar
al pretensor una suma de dinero estimada a la fecha de su pronunciamiento. Ante ello, las dos partes
dedujeron sendos recursos extraordinarios.
La Corte Suprema, por mayoría, confirmó la sentencia. Los jueces Petracchi y Maqueda votaron en
forma individual en igual sentido. En disidencia, votaron los jueces Lorenzetti y Highton de Nolasco,
por un lado, y la jueza Argibay, por el otro.

Estándar aplicado por la Corte:


El Tribunal reconoció el carácter obligatorio de las recomendaciones del artículo 51.2 de la Conven-
ción Americana formuladas en el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, si
tal resultado es el que impone el “sentido” que debe atribuirse a los términos de dicho precepto tanto
en el “contexto” específico cuanto en el general en que están insertos, atendiendo al “objeto y fin” del
régimen de peticiones y de la Convención Americana en su integralidad. Es el que mejor correspon-
de al principio de “buena fe” y al “efecto útil” de aquel, evitando así el “debilitamiento” del sistema,
cuando no, del propio ser humano al cual está destinado a servir.
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En virtud del principio de buena fe, consagrado en el art. 31.1 de la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados (1969), señaló que si un Estado suscribe y ratifica un tratado
internacional, especialmente si se trata de derechos humanos, como es el caso de la Convención
Americana, tiene la obligación de realizar sus mejores esfuerzos para aplicar las recomendaciones
de un órgano de protección como la Comisión que es, además, uno de los órganos principales de
la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la conducta del recurrente no se ha dirigido
a dicho objeto en manera alguna y tampoco ha alegado la existencia de obstáculos fácticos o
jurídicos en tal sentido.
El juez Petracchi, en su voto, manifestó que las recomendaciones formuladas por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en el marco del procedimiento de peticiones individuales
no tienen un valor obligatorio equivalente al de las sentencias de la Corte Interamericana, ya que
tal como surge del art. 68 del Pacto, solo las sentencias de este último tribunal son ejecutables en
el respectivo país por el procedimiento interno vigente para la ejecución de sentencias contra el
Estado, pero el principio de la buena fe obliga a tener en cuenta su contenido pues la eventual
responsabilidad del Estado por los actos de sus órganos internos no es ajena a la jurisdicción de la
Corte en cuanto pueda constitucionalmente evitarla.
El voto del juez Maqueda destacó que la aplicación del principio de buena fe, que rige la actuación
del Estado argentino en el cumplimiento de sus obligaciones internacionales, y la calidad de los
argumentos y la autoridad de quien emanan, llevan a considerar que los informes y las opiniones
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos constituyen criterios jurídicos valiosos de
implementación, interpretación y de ordenación valorativa de las cláusulas de la Convención Ame-
ricana, que deben ser tomados en cuenta para adoptar decisiones en el derecho interno, criterio que
se corresponde con el de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que debe ser guía para la
interpretación de los preceptos convencionales.
Por su parte, los jueces Lorenzetti y Highton de Nolasco manifestaron que la afirmación del a
quo adjudicando obligatoriedad a las recomendaciones efectuadas por la Comisión Interameri-
cana de Derechos Humanos aparece en pugna con las disposiciones de convenciones internacio-
nales y la jurisprudencia tanto de la Corte Interamericana cuanto de la Corte Suprema ya que,
sin desconocer el indudable valor que cabe asignar a las recomendaciones que pudiera formular
la Comisión, como así tampoco el hecho de que al ratificar la Convención Interamericana los
Estados Partes se comprometen a atender las recomendaciones que la Comisión aprueba en sus
informes, no cabe derivar carácter obligatorio que pueda generar responsabilidad internacional
en el caso de incumplimiento.
Finalmente, la jueza Argibay señaló que si la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
eligió no instar el procedimiento ante la Corte Interamericana, la publicación del informe es
la sanción final que debe soportar el Estado Parte y, si lo que pretende el actor es obtener una
condena contra el Estado Argentino -a raíz de su destitución como juez provincial por medio
de un decreto dictado por el gobierno militar-, cuadra concluir que el carácter ejecutivo y
jurisdiccional de la recomendación emitida por la Comisión pretendido por la parte actora se
aparta del sistema de resolución de controversias creado por la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.

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