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CAMBIAR O MORIR

                                                          
Los hombres nacen suaves y flexibles.
En la muerte son rígidos y duros.
Las plantas nacen tiernas y dóciles.
en la muerte son secas y quebradizas.
Entonces cualquiera que sea rígido e inflexible
es un discípulo de la muerte….
Cualquiera que sea suave, abierto y flexible
es un discípulo de la vida….  Lao Tzu
Este capítulo pareciera haber sido escrito pensando en la empresa de nuestra época. Una época competitiva,
cambiante, en donde, si las personas y empresas no son flexibles, perecen.
Llegar a ser flexible y abierto al cambio no es fácil, implica modificar hábitos arraigados en las conductas
personales y organizacionales. Los hábitos son como un resorte. Si uno quiere cambiarlos, tiene que estirarlos
fuertemente por un tiempo prolongado, de lo contrario vuelve a su posición-
Por ello muchos esfuerzos de cambio empresarial no dan resultados. Si el “resorte” no es estirado con el suficiente
compromiso y por el tiempo necesario, las cosas vuelven a la normalidad.
En primer lugar se debe desarrollar en las personas una actitud de toma de riesgos y de ruptura de esquemas,
empezando por los directivos más altos de la organización. No podemos pedirle a un ejecutivo que tome riesgos o
que sea innovador cuan su Jefe es un “segurola”, regido por la forma tradicional de hacer las cosas. 
En el comportamiento de las personas se puede distinguir dos zonas: una de “confort y una y una de riesgo.
Normalmente las personas actúan desde su zona de “confort”; según hábitos o conductas aprendidas que les dan
total seguridad.
Esta zona no promueve la innovación o el cambio. 
Para que las personas aprendan a cruzar la frontera de la zona de “confort”, deben exponerse a situaciones que las
hagan actuar en la zona de riesgo, perdiéndole el miedo a la ambigüedad y a los territorios desconocidos.
Existen dinámicas que ayudan a tomar riesgos en escenarios especialmente acondicionados-
Cuando en una carretera vemos un objeto distante que no distinguimos bien, nos concentramos y tratamos de
encajarlo en algún esquema mental conocido: es un cartel, una grúa, etc. En un momento lo encajamos y termina
el proceso. Así funciona la percepción humana: nos permite ver el mundo desconocido y asociarlo a esquemas
conocidos en nuestra mente.
Para romper esquemas, el proceso es inverso. Tendremos que aprender a pasar de algo conocido a un esquema
novedoso. Se trata de una habilidad opuesta a nuestra percepción- Para desarrollarla tenemos que aprender a
utilizar lo que De Bono llama “pensamiento lateral” con el cual flexibilizamos esquemas, encontrando nuevas 
relaciones. Destruimos para construir algo nuevo.
Si tuviéramos que graficar la actitud que debemos tomar, podríamos decir que debemos ser como la langosta. La
langosta nace en un pequeño caparazón que le sirve para sus primeros meses de vida. Pero luego tiene que tomar
el riesgo de salir de ahí para adquirir uno nuevo que le permita seguir desarrollándose.           
Durante dos días se queda sin caparazón, vulnerable al ataque de los tiburones o las corrientes que la pueden
aplastar contra las rocas. Nosotros también debemos aprender a tomar el riesgo de cambiar nuestro “caparazón” o
esquemas, que nos limitan y nos hacen perder oportunidades de crecimiento personal y empresarial.
El mundo competitivo de hoy exige personas flexibles, que tomen riesgos y rompan esquemas. Estas personas
serán las creadoras del caos en la industria, en vez de los “segundones” que reaccionan con desventaja ante el
caos creado por sus competidores
 

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