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Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y hermano del apóstol Juan, llamados hijos del trueno

porque eran muy impulsivos y francos

Pertenecen, con Pedro, al grupo íntimo de los tres discípulos admitidos por Jesús en momentos
importantes de su vida.

En la Transfiguración, Santiago experimenta la gloria del Señor, lo ve conversando con Moisés


y Elías, ve cómo Jesús manifiesta su esplendor divino.

En la agonía en el huerto de Getsemaní. se encuentra ante el sufrimiento y la humillación y, con


sus propios ojos, ve cómo se humilla el Hijo de Dios haciéndose obediente hasta la muerte.

Ciertamente que esta segunda experiencia ha sido para él una ocasión de madurar en la fe, para
corregir cualquier interpretación unilateral o triunfalista de la primera: ha podido entrever que el
Mesías esperado por el pueblo judío como triunfador, en realidad no estaba tan sólo en el brillo
de honor y gloria, sino también de sufrimientos y debilidades.
Cristo conquista su gloria precisamente en la cruz, en la entrega de la vida.

Santiago cumplió su misión en Galicia España y regresó a Zaragoza, donde paso peligros. Él
pensaba en la Virgen María y le pedía que rogara con él para pedir ayuda a su divino Hijo Jesús.
De pronto, vio venir un resplandor del cielo y aparecieron sobre él los ángeles que traían un
pilar de luz, donde, se apareció la Virgen María. Santiago recibió el aviso de que debía erigir
una iglesia lo que hoy es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar.

Es así que Santiago el Mayor se nos presenta como un elocuente ejemplo de generosa adhesión
a Jesucristo. Él que, inicialmente y por mediación de su madre, había pedido sentarse al lado del
Maestro en su Reino, ha sido, precisamente, el primero en beber el cáliz de la Pasión, en
compartir el martirio.

De regreso a Jerusalén, fue hecho prisionero por el rey Herodes y llevado al monte Calvario.
Santiago fue atado a unas piedras. Le vendaron los ojos y le decapitaron.

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 La prontitud en acoger la llamada del Señor aunque nos pida dejar “la barca” de
nuestras seguridades humanas (Mt 4,21);
 El entusiasmo en seguirlo en los caminos que Él nos indique dejando de lado todas
nuestras presunciones ilusorias;
 La disponibilidad en dar testimonio de él con valentía, si es necesario, hasta el supremo
sacrificio de la vida.
Oh glorioso Apóstol Santiago el Mayor,
“hijo del trueno” por tu ardoroso celo,
noble defensor de la fe, el primer apóstol mártir de Cristo,
que fuiste el predilecto de los Doce que le siguieron,
convertiste a una cantidad inmensa de personas a la fe
e hiciste en su Nombre numerosos milagros,
hoy te pido ayuda, oh amoroso patrón de mi alma,
para que deje de sufrir por mis angustiosos problemas.

Amabilísimo Santiago, apóstol de la paz,


que por amor dejaste todo y seguiste a Jesús,
incluso antes de ser testigo de sus milagros,
y extendiste entre las naciones su Mensaje salvador,
cumpliendo el mandato que Él te dió
de predicar y llevar su Palabra a los confines de la tierra.

Te ruego llenes mi corazón de amor, paz y justicia


y así no me olvide de alabar a la Trinidad Santa,
a la Santísima Virgen María,
y pueda ser mejor con las personas que me rodean.

Aplica, mi buen Santiago,


toda tu protección y valimiento
para que el Dios de las misericordias
me perdone las veces que lo he ofendido.
Pero sobre todo, condúceme
por las mejores sendas
para que te imite en los méritos
dignos de premio eterno,
y pueda estar junto a ti , en la Gloria Eterna.
Amén.

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