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Lo más triste y cierto del libro es que México tiene muchos traumas que no nos dejan
superarnos y no están ni originados en la historia real, sino en mitos. Y estos mitos del
que habla este son: el mito del indígena, el mito de la conquista, el mito de la
independencia y el mito de la revolución y como a través de estos se van desarrollando
una serie de traumas y complejos que determinaron la mentalidad e ideología de este
país.
Entonces dicho lo anterior hay que estar convencidos que debemos superar dichos
problemas y que el autor a través de este libro pretende que abramos los ojos, que
reaccionemos y dejemos de buscar culpables y empecemos a buscar soluciones.
El trauma de la conquista que tristemente lo seguimos viviendo hasta el día de hoy que
nos lo siguen enseñando en la escuela es el que por encima de los demás debe ser
superado porque la gente sigue atada a ese sucedo en la historia donde se nos explica
que México es un pueblo conquistado, un pueblo sometido, un pueblo saqueado y que
por eso somos pobres, que por eso no somos un país desarrollado.
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“Mitos que nos dieron traumas”
Tomemos en cuenta que ese suceso fue hace quinientos años y que así como
México fue conquistado prácticamente todos los países importantes del mundo fueron
conquistados y conquistadores. Países como Holanda, China, Irlanda, Filipinas,
Vietnam, la misma España que estuvo conquistados por los árabes, Polonia este
último incluso hasta del mapa desapareció por sucesos similares y ninguno de estos
se la vivió lamentándose y hoy en día son potencias o han crecido por arriba de otros
países.
Como desenlace el autor representa tal cual México dialogando con su terapeuta,
soltando sus contradicciones, el terapeuta confrontándolo para ver si la razón y la
lógica se imponen a los dogmas históricos, y al término de este se le da el
diagnostico psicológico a México de los padecimientos que sufre este, de los cuales
México tiene necrofilia, nostalgia y adicción al pasado, y número tres: un terrible
miedo al futuro.
Para cerrar este análisis me gustaría a sincerarme y de no ser por este libro, por esta
lectura, seguiría pensando tal cual expresa Zunzunegui que somos los mexicanos,
porque ya no se vale que vivamos en el pasado y que sigamos echándole la culpa a
terceros de las desgracias de los cuales nosotros somos culpables, entonces hay
recapacitar y empezar a trabajar sobre la marcha, para un futuro mejor.