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Grafiti Moon PDF
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Sinopsis
El último año de instituto se ha terminado, y Lucy sabe cuál es la
mejor manera de celebrarlo: esta noche, ella va a encontrar a
Shadow, el misterioso artista de grafiti que tiene su trabajo
extendido por toda la ciudad. Él está ahí afuera en algún lugar -
esparciendo color, pintando pájaros y cielos azules en la oscuridad-
y Lucy sabe que un chico que pueda pintar como Shadow es alguien
de quien ella se podría enamorar. Enamorarse de verdad. En su
lugar, Lucy está atascada en una fiesta con Ed, el chico al que ha
tratado de evitar desde la cita más desastrosa de su vida. Pero
cuando Ed le dice que sabe dónde encontrar a Shadow, ambos se
2 verán metidos en una búsqueda que durará toda la noche y que los
hará recorrer toda la ciudad. Y la cosa que Lucy no puede ver es la
que está justo frente a ella.
indice
LUCY ED
ED POETA
POETA ED
LUCY LUCY
ED ED
LUCY LUCY
ED ED
LUCY LUCY
POETA ED
3 LUCY LUCY
ED POETA
POETA ED
ED LUCY
POETA POETA
LUCY ED
POETA LUCY
ED ED
POETA LUCY
ED Créditos
LUCY
Lucy
Pedaleo rápido. Descendiendo por Rose Drive, donde las casas se bañan en
charcos anaranjados de las farolas. Donde las personas se sientan en terrazas,
con la esperanza de atrapar una brisa. Permíteme llegar a tiempo. Por favor,
permíteme llegar a tiempo.
Acaban de llegar al estudio. Tus chicos del grafiti, Shadow y Poeta están aquí, Al
envió un mensaje de texto, y salí atravesando la noche. Despegué bajo un cielo
desangrándose y volviéndose negro. Dejé a papá sentado frente a su cobertizo
gritando:
4 —Pensé que no te reunirías con Jazz hasta más tarde. ¿Dónde está el fuego,
Lucy Dervish?
Estoy tan cerca de conocerlo y lo deseo tanto. Mamá dice que cuando el
querer colisiona con el obtener, ese es el momento de la verdad. Quiero
colisionar. Quiero correr directamente hacia Shadow y dejar que el impacto
derrame nuestros pensamientos para poder recogernos mutuamente y
cruzarnos de nuevo como montones de piedras brillantes.
Pongo mis manos sobre el freno y lo suelto. Los árboles y las cercas se
confunden y el cemento podría ser el cielo y el cielo podría ser el cemento y las
fábricas se despliegan ante mí como un sueño de luz difusa.
Doblo en una esquina y vuelo por la calle de Al. Hacia su taller, hacia él
sentado en los escalones, pequeñas polillas por encima de él juegan en la luz.
Hacia una sombra en la distancia. La sombra de Shadow. Hay colisión adelante.
—Al igual que una chica que los perdió por unos cinco minutos.
Ed
Pulverizo el cielo rápidamente. Los ojos delante y detrás. Buscando policías.
Buscando a cualquiera que no quiero que esté aquí. La pintura fluye y las cosas
que golpean en mi cabeza gritan de la lata al ladrillo. Mira, mira esto, mira esto.
Mírame vaciarme sobre una pared.
Lo primero que pinté era una niña. Lo segundo que he pintado fue una
puerta en una pared de ladrillo. Pasé de pintar puertas enormes a cielos. Cielos
abiertos pintados sobre las puertas pintadas y pájaros pintados casi rozando los
Esta noche pintaré esa ave que ha estado en mi cabeza todo el día. Es un
pequeño tipo amarillo tumbado en la hierba verde y dulce. Con la barriga hacia
el cielo, las patas en la misma dirección. Podría estar durmiendo. Podría estar
muerto. El amarillo está bien, el verde, también. El cielo está todo mal. Necesito
el tipo de azul que te desgarra de adentro hacia afuera. No ves ese tipo de azul
por aquí.
Él seguía sin encontrarlo cuando murió hace dos meses. Tuvo todos los
otros colores que yo quería. El verde de esta ave que está recostada, es una
tonalidad que encontró hace dos años.
—Me parece bien. —Él me mira durante un rato—. Llamé antes a tu móvil.
Estaba apagado.
—Sip. No pagué la factura. —Le doy el bote—. Escribe las palabras. Estoy
hambriento.
Leo escribe Paz en las nubes. Yo pensaba que era más como mi futuro.
—No está mal —le digo.
Poeta.
Shadow.
Caminamos por las calles y callejones y atravesamos el viejo patio del tren.
Observo a los trabajadores mientras caminamos. Me gusta considerar sus
pensamientos por su porte. Hace que la ciudad sea tan nuestra como de
cualquier otra persona.
—Así que… he visto hoy a Beth —dice Leo—. Me preguntó cómo estabas.
—Arroja piedras hacia los trenes muertos—. Sonaba como si quisiera que
volvieras.
8 Me detengo, saco un bote y rocío una tarjeta de felicitación de corazón con
un arma de fuego apuntándole.
Se ríe.
—Me gusta, nada más que eso. Ella solía hacer esta cosa, donde se
inclinaba, me besaba y luego hacía una pausa para susurrar cosas divertidas en
mi oído y volvía a besarme. Yo estaría gritando: «¿Qué es lo que te pasa? Estás
enamorado de ella, idiota».
—¿Cuál es la diferencia?
9 Está a punto de arrojar la piedra contra la farola, pero se detiene.
Emma lo dejó hace un año. Él estaba más loco que de costumbre después de
que ella lo hizo. Estuvo rogándome que pintara en esa pared al lado de su casa,
así ella lo vería y volverían. Ella vivía en una parte acomodada de la ciudad en
un adosado de tres plantas. No podíamos pintar nada en eso y salirnos con la
nuestra.
No se podía hablar con Leo para que desistiera, así que, pulvericé lo que
quería: un tipo con la palabra «amor» cortada en su pecho y una chica a su lado
sosteniendo unas tijeras. Emma salió y lo vio. Él se puso de rodillas en medio de
la calle, rogándole que volvieran.
Nunca había oído gritar tanto a la abuela de Leo como cuando lo arrastraba
hacia el coche. Él ha estado cortando el césped los sábados, a los amigos de su
abuela desde entonces.
Mamá estaba en silencio hasta que llegamos a casa. Nunca me dijo ni una
sola vez que no podía salir con Leo. Nunca dijo que no podía dormir en el sofá
cuando a Leo se le hacía tarde.
—Es uno de los buenos —decía siempre—. Solo a veces trabaja de forma
clandestina.
—Quiero a Leo como a un hijo, pero él tiene que crecer algún día. Y sería
una lástima para ti que perdieras ese dinero que tan duramente has ganado,
pagando la libertad bajo fianza de tus amigos. —Cerró la puerta del coche y eso
fue todo.
—Hace demasiado calor aquí —dice Leo—. Y es mi última noche del Curso
121. Deberíamos salir, comer algo, conocer algunas chicas.
1
Curso 12 (duodécimo): Los estudios que se imparten en la escuela preparatoria consisten en los
últimos tres o cuatro años de la enseñanza obligatoria, y reciben la denominación de 9º (noveno: 15 o
16 años), 10º (décimo: 16 o 17 años), 11º (undécimo: 17 o 18 años) y 12º (duodécimo: 18 o 19 años)
grados.
—Ayudo a Jake esta noche, por si te interesa. Podemos conseguir
quinientos dólares cada uno, por dos horas de trabajo. El trabajo empieza a
partir de las tres de la madrugada. Todo lo que debemos hacer, es conducir la
camioneta, cargarla y llevarla lejos.
—Define loco.
—Se comió una cucaracha por una apuesta —le digo.
—¿Por qué necesitas tanto esos 500 dólares? —pregunto—. Cortas el césped
13 todos los sábados.
—No. Pero supongo que le dará una visita a mi abuela si no consigue lo que
le debo esta noche. Dylan dijo que ayudaría. Nos reuniremos en la escuela por
el camino de Barry’s. Un trabajo, y todos empezamos el mes sin deudas.
Tenemos al menos un primer delito, antes de que la policía pueda incluso
pensar en meternos en la cárcel.
—Eso es un brillante futuro por delante. —Miro más allá de él, hacia el
calendario con el círculo del día de alquiler. Pienso en mamá sumando los
deprimentes números en la noche, visitando psíquicas y buscando un final feliz.
Dylan nos está esperando, sentado delante de una pared que dice «Dylan
ama a Daisy» en grandes letras rojas. Leo lo mira durante un rato.
15 tarde?
Veo a Leo gritando y sudando, y planeo una pieza que podría pintar, un
tipo de espaldas a la pared, lleno de signos de dólares que están a punto de
quitarle la vida. A la policía no le preocupa cómo Leo, Dylan y yo llegamos
aquí. Todo lo que les importa es que estamos llenando la camioneta con cosas
que no son nuestras.
Mientras ellos gritan, pulverizo cada rincón de la pared, así no hay nada
que diga que alguna vez estuve aquí y, mientras estoy haciendo eso, una sirena
se escucha no muy lejana.
—Tengo un mal presentimiento. —Les digo, pero mi voz se pierde en la
mezcla de la ciudad.
16
Poeta
17 í
y nada más…
en cielos oscuros.
Algunas noches
y atravesábamos el parque,
En albornoz y zapatillas,
mi habitación de invitados?
Su voz
tenían cimientos.
19
Lucy
Camino frente al muro. Un pájaro amarillo está patas arriba, bajo un cielo
azul y la palabra Paz es pulverizada en letras gordas entre las nubes.
La mayoría de las veces cuando miro el trabajo de Shadow y Poeta veo algo
20 diferente de lo que las palabras me están diciendo. Eso me gusta del arte, que lo
que ves a veces es más sobre quién eres que lo que hay en la pared. Miro esta
pintura y pienso en cómo todo el mundo tiene algún secreto en su interior, algo
durmiendo como ese pájaro amarillo.
—Necesito más detalles —le digo, con mis ojos todavía en el muro.
—Es como te dije. Shadow hace la pintura. Poeta escribe las palabras.
—Estoy tratando de doblegar las leyes del tiempo para poder llegar cinco
minutos antes.
Él sonríe.
—Lo verás, sólo es cuestión de esperar. Desde que este lugar se convirtió en
legal Shadow ha estado trabajando aquí un poco. Y terminaste la preparatoria
hoy. ¿Vais a ir al pueblo Jazz y tú?
—Comienzan tarde.
—¿Tienes tiempo para ayudarme con una pieza antes de irte? —pregunta, y
yo asiento y lo sigo dentro.
Soy adicta a este lugar. Al calor que sale de la caldera. A mis músculos
doloridos mientras ayudo a Al con el soplado de un cristal. Me duelen con el
peso de la pieza en el extremo de la varilla. Dolor ante la idea de que en un
lugar tan feo como este, un lugar de óxido, sudor y acero, algo que brilla como
el amor puede aparecer.
—Así que, creo que estás lista para un ascenso. Pensé que podrías seguir
trabajando aquí mientras estás en la universidad y me gustaría pagarte en
efectivo en vez de con las clases. No más limpieza. Exclusivamente cristalería.
23 —Sip. Eso sólo pretendía ser una medida temporal. Y ahora no están
peleando más, así que, ya sabes. —Echo un vistazo a ese pájaro dormido.
Imagino a Shadow trazando un arco con su brazo y derramando amarillo a
través del gris.
Ellos tenían algunas ideas creativas acerca de donde la otra persona podía
meterse el mando a distancia.
Ella respondió:
Ella cenó con nosotros esa noche cuando llegó a casa, lo cual fue incluso
más confuso. No pelearon. Mamá le dijo a papá que las patatas estaban
deliciosas.
Podía entender eso. Mamá y papá no son exactamente típicos. Mamá tiene
una imagen de Orson Welles en la pared y lleva una camiseta a las entrevistas
de padres y profesores que dice: Si no quiere una generación de robots, financie las
artes. Papá puede arrojar flores por las orejas y hacer malabares con fuego.
25 —Lo vi —dice.
—Los perdí por cinco minutos, pero ahora tengo aún más pruebas de que
Shadow existe y que tiene mi edad. —Sabía exactamente lo que ella iba a decir.
—Estoy esperando.
2
sheddy (sheddies): Término utilizado para describir las categorías inferiores en un ambiente
escolar que a menudo se les enseña habilidades de construcción en lugar de temas intelectuales.
Derivado del término "Shed Builder" (Constructor de Casetas, Cobertizos) – En el texto es
utilizado sarcásticamente.
siempre había ese espacio a su alrededor. El tipo de espacio en el que tenías que
hacer cola para entrar. Vi otras chicas intentándolo pero no llegaron más allá
del guardia de seguridad en la puerta.
De todos modos. La noche no fue tan bien porque le rompí la nariz, lo que
fue un accidente que ocurrió cuando lo golpeé en la cara porque me tocó el
culo.
—No deberías haberme agarrado el culo. No hagas eso en una primera cita.
Atticus Finch nunca habría hecho eso.
—¡No!
—Entonces, ¿quién es Atticus Finch?
Eso no me consoló.
Pero Shadow no me haría vomitar. Estaba muy segura de eso. Sería un tipo
que hablara de arte, no un agarrador de culos. Y como papá dice, el amor y el
romance son cosas que vale la pena esperar.
Jazz jura que es psíquica y yo diría que sería una porquería si sus
predicciones no se hicieran realidad de algún modo. Ella predijo que sería
alérgica al zumo de guayaba, que era algo que nunca había probado. Me tomé
un litro del mismo en nombre de la investigación científica. Papá me llamó Cara
Grande durante semanas.
Cuando llego ella está sentada en el reservado del fondo, vestida para la
29
acción y chupando una piruleta. Mamá saca una foto horrible del dentista
siempre que Jazz está en mi casa.
—Hace falta algo más que eso para impresionarme, señora Dervish —le
dice Jazz—. Veo mi futuro y mis dientes están bien. —Mamá rueda sus ojos.
Su cabello largo y oscuro tiene pequeñas trenzas y flores aquí y allá, lleva
puesto un vestido rosa y las estupendas botas que se compró en una tienda de
segunda mano en la Calle Delaney. El precio de la etiqueta marcaba quince
dólares, pero ella consiguió que el chico le rebajara hasta diez.
Junto a ella, Daisy está incluso más vestida para la acción con un vestido
corto y negro y balerinas de seda verde. Su atuendo a juego con sus ojos. Son
aguas invernales azotadas con el negro que destacan aún más por su rubio
cabello corto. Ella es la clase de chica que es observada. Ella es la clase de chica
que le gusta ser observada.
Compruebo mi reflejo. Parezco como si hubiera dormido con mis vaqueros
gastados y mi camiseta Magic Dirt3.Quizás he dormido con ellos, ahora que lo
pienso. Arrastro mi cabello y presiono dos brochas por todo el bulto para
mantenerlo fuera del camino.
Entro al reservado.
—Vale, llego tarde, pero si el plan es salir toda la noche, ¿para qué tanta
prisa?
30 crucen la puerta serán los que están destinados a conectar con nosotras.
Daisy conoce a la gente. Ella es una sheddy por lo que viene mucho por
aquí. Jazz y yo comenzamos a salir con ella hace aproximadamente un mes
cuando nos pusieron juntas en un grupo de Inglés. Siempre me ha gustado, nos
movemos entre gente distinta y vamos a lugares diferentes.
Invitarla esta noche fue un impulso del momento. Ella, Jazz y yo estuvimos
agachadas detrás de un arbusto esta tarde, escondiéndonos de su novio, Dylan,
y sus compañeros. Estaban tirando huevos a todos para celebrar el fin de Curso
12.
3
Magic Dirt: es una banda de rock australiana, que se formó en 1991 en Geelong, Victoria,
Inicialmente conocido como Deer Bubbles y después Jims Jim, se cambiaron el nombre a Magic
Dirt en 1992.
—El romance tiene una seria necesidad de un poco de reanimación. —dijo
Daisy mientras una yema de huevo se deslizaba por su rostro. Ella nos miró a
Jazz y a mí cubierta de huevo—. Siento mucho que mi novio sea un idiota.
Definitivamente romperé con él —dijo ella—. Mañana. Si lo hago antes no
tendré a nadie con quien salir durante la última noche del Curso 12.
—¿De verdad vas a romper con Dylan? —pregunto mientras ella está
mirando hacia la puerta—. Habéis estado juntos desde finales del Curso 10.
—Lucy está esperando un romance. —A Jazz le gusta decir que soy la chica
31 que sufre de locura temporal—. Yo me conformo con la acción. Tengo una
última noche antes de que vuelvan mis padres de vacaciones. Después todo el
tiempo será para estudiar hasta los exámenes. Todas las anotaciones en mi
diario durante el Curso 12 no pueden ser: Miro la televisión, miro la televisión,
utilizo el hilo dental, doy un beso de buenas noches a mis padres, miro más televisión a
escondidas. Mañana escribiré: Salí toda la noche. Besé a alguien.
Jazz oyó la semana pasada que ella consiguió una audición para el Colegio
de Arte. Estoy muy segura de que ella no necesita el curso de teatro.
—Vagamente.
—Hola.
—Hola —dice Dylan.
—Cállate —le dice Daisy, y hace las presentaciones—. Ed, esta es Jazz
Parker. Sólo una advertencia, ella es psíquica. Así que no vayas pensando en
cosas malas. Ya conoces a Lucy. Leo, conoces a Jazz y Lucy. Jazz y Lucy,
vosotras conocéis a Dylan. Él es el idiota que nos lanzó huevos hoy.
Miro a Ed. Él está mirando por la ventana mostrándole a Leo los pulgares
hacia abajo. Espero hasta que él me mira y luego le muestro dos dedos hacia
arriba. Él me revela dos dedos devuelta. Le ofrezco el dedo medio. Él me lo
muestra a mí. No sé más signos así que me invento uno. Tres dedos. Toma eso,
señor. Él muestra cuatro. Cito sus cuatro y subo su quinto. Él salta directamente
a diez y hace algo con su dedo pulgar que me perturba. Recuerdo una señal que
vi en la televisión una vez y devuelvo mis manos a mi regazo. Ed regresa sus
manos al suyo.
—Bueno. —Jazz se desliza hacia atrás en el reservado—. Estáis hablando.
—Lo llevé al hospital —dice Leo, sonriendo—. Tuvo que meterse durante
cinco horas en una de esas batas con el culo al aire.
Vale, si alguien dice «culo» una vez más voy a tener que levitar para alejar
la humillación.
—Claro —le digo—. Visita de Toilet para todos. —Leo sonríe y se levanta—.
Tú no.
—Cuidado —le dice Ed—. No es buena idea hacerla enfadar. —Le oigo reír
hasta que se cierra la puerta del baño. Antes de que lo haga, me aseguro de
balancear un poco mi culo. Toma eso, señor, ojalá puedas conseguir algo de
levitación.
35
Ed
—De ninguna forma —dice leo—. Quiero estar un rato con la dama Jazz y
ella quiere a alguien para Lucy.
36 —No soy alguien para Lucy.
—Daisy no se quedará sin las otras dos —dice Dylan—. Está enojada
porque le tiré huevos a la cabeza esta tarde.
—Las flores funcionan mejor. —Leo se inclina hacia mí—. Mira. Tenemos
seis horas por delante antes del trabajo y tres chicas preciosas para la aventura.
¿Cuál es el problema?
—La última aventura que tuve con ella terminó en el hospital, ese es el
problema.
—Pues no le toques el trasero esta vez.
La primera obra que hice fue para ella. Una chica con caminos, ríos y
desiertos por su piel. Carreteras en su cuello que recorrían todo el camino
atravesando el país. Fuera, a su lado había un tipo con el capo de su auto
abierto y humo saliendo del motor.
—Nada —dije yo—. Solo. Estaba pensando. Deberíamos ver una película.
—¿De qué crees que están hablando allí dentro? —pregunta Dylan,
mirando hacia el lavabo.
—Me atreveré y diré que de nosotros. —Leo se reclina hacia atrás—. Chicas
y dinero. Tengo una buena corazonada. —Revisa detrás de él por enésima vez
esa noche.
—¿Es esto como el cubículo del silencio? —pregunta después de que Jazz
cierra la puerta.
—Shhh.
—Las llamamos las HDs4 —le dije—. Ya sabes, debido al alto y envolvente
sonido de sus voces.
—Soy ecléctica —dijo a las HDs una vez, y podía verlas tratando de
—No lo hice.
—No. En realidad los conoce. Lo dice todo el tiempo, “Me fui con ellos y
ellos estuvieron conmigo.” Parece que ellos lo ven más de lo que yo lo hago.
Actúa como si eso fuera genial. —Ella piensa en eso—. Supongo que eso lo hace
un poco más genial.
—Iré esta noche, si los buscamos. Podemos ir a los lugares donde Dylan
cree que podrían estar. Tú consigues una noche de acción con Leo. Yo consigo a
Shadow y romance.
Jazz sonríe.
Jazz baja la cremallera de su bota y se la quita para poder golpear con ella la
cerradura. —Esto no un presagio. —Pom—. Esta noche. —Pom—. Será genial.
—Pom—. Tengo un presentimiento. —Pom. Ella se pone su bota de nuevo y
nos mira—. Bueno, tendremos que salir trepando de aquí.
Salgo del baño y lo primero que veo es a Ed. Bueno, era una posibilidad
remota, pero yo estaba medio esperando que dejara de existir mientras no
estábamos. Siento un poco de cosquilleo cuando se da la vuelta, pero lo
atribuyo a la caída que tuve durante mi huida del lavabo. Eso y el pensamiento
de conocer a Shadow.
—No, es una idea estúpida —dice Ed—. Esa es la idea más estúpida que he
oído. ¿Cómo podríamos siquiera saber dónde buscar?
—En serio. —Ed mira a través de la mesa a Dylan, que parece que está a
punto de echar a correr.
—¿Estabas mintiendo? —pregunta Daisy—. Típico.
Imagino a Shadow luciendo así: Su ropa salpicada de pintura, una cara que
tiene un millón de ideas en funcionamiento por debajo de ella. Me imagino que
me toca, así que obtengo estática sin tener que frotar mis pies sobre la alfombra.
44 Por favor, por favor, por favor.
—Los chicos no van al baño juntos. Eso está mal —dice Leo.
—Me gustan las pecas —dice Daisy—. Y no voy a arruinarlo. Tengo una
forma especial de sacarle la verdad a Dylan.
—Muy bien. Es bastante salvaje. Menos salvaje desde que se fue a vivir con
45 su abuela, pero aun así, hace algunas locuras.
—¿Más loco que cuando usó una cadena de camisas de chicos para salir del
salón de clases mientras el profesor estaba de espaldas? —pregunta Jazz.
—No, más o menos ese nivel de locura. Pero su hermano Jake ha tenido
algunos problemas con la policía. No estoy segura de los detalles.
—No estoy segura, pero hace tiempo. No ha tenido novia desde entonces.
—Muy bien, me hago una idea —la interrumpe Jazz—. ¿Qué pasa con Ed?
Sólo en caso de que Lucy necesite un plan de respaldo.
46 —No lo veo mucho desde que salió de la escuela. Él estaba saliendo con
Beth Darling. Una chica de escuela privada. Santa Catalina, creo. Es bonita e
inteligente. Él ahora trabaja en una tienda de pinturas, en algún lugar de la
ciudad.
—Tal vez así es como conocen a Shadow. Tal vez Ed le vende pintura —
dice Jazz.
—Lucy.
—Te pillé —dice Daisy—. No sé por qué se fue, exactamente. El rumor fue
que hizo trampa. Leo dijo que eso era pura basura.
Siempre me he preguntado por qué se fue, si fue porque él había hecho
trampa o si tenía algo que ver conmigo. Me atreví a mirarlo ese día en la clase
de Arte cuando el señor Fennel lo sorprendió con el ensayo. Sn embargo, él no
apartaba los ojos de la ventana.
—Tu cara tiene una mirada extraña—me dice Jazz—. ¿Qué estás pensando?
—A veces tengo sensaciones. Mi mamá es más psíquica que yo. Ella tiene
un sexto sentido que utiliza para seguirme día o noche. Esta es mi primera
oportunidad en diecisiete años de estar fuera de su radar. Ella está en el
extranjero, así que cuento con que la zona horaria se lo impida.
—¿Cómo son tus padres? —me pregunta Daisy—. ¿Te dejan hacer tus
cosas?
—Sip. Son artistas. Se conocieron en la universidad y se enamoraron
perdidamente.
No miro hacia Jazz. Mis padres son algo de lo que ya casi nunca hablamos.
No desde que le pedí que utilizara las habilidades psíquicas para ver si el
acuerdo de alojamiento de mamá y papá era una señal de que se iban a
divorciar. Ella sacó la piruleta que estaba comiendo de su boca.
—Es una señal —dijo ella—. Y no necesito habilidades psíquicas para verlo.
—Eso fue una broma de mal gusto, Lucy. —Le dije que estaba bien. Estuvo
bien. Ella no los conoce como yo, eso es todo. Mamá dice que no están iniciando
un divorcio y ella tiene una estricta política de honestidad, así que le creo. Le
Eso no me reconfortó.
Me sintonizo de nuevo y escucho a Daisy.
—Mamá tiene diez sentidos activados cuando salgo con Dylan. Cada vez
que dice o piensa algo sobre el sexo él recibe ese zumbido de electricidad
estática justo donde más piensa en ello.
—Me gusta que hagamos algo por primera vez fuera de la escuela, en la
última noche del Curso 12. Me hace sentir como si estuviera pasando de Dylan.
—Sí. Lo haces.
50 —Luciré así si Daisy me deja y ella me dejará si piensa que mentí —dice
Dylan.
—Dos horas y nada más —digo—. No les contaremos que somos nosotros,
no importa lo que pase. Vamos a algunos lugares, fingimos buscar y
51 encontramos una manera de cambiar el plan.
Leo sonríe. Está disfrutando esto demasiado. Puedo imaginarlo ahí afuera.
Jazz diciendo lo maravillosa que cree que es la escritura y a él sin poder
mantener el secreto. Lo miro a los ojos.
Lo sé por Beth.
Entonces una tarde Beth entró con un par de tipos de su escuela. Tipos con
camisa blanca y corbata, mirándome como si yo fuera un saco insignificante.
Mientras traía la pintura que necesitaban para su bandera escolar uno de ellos
preguntó:
—Ajá.
Beth se rio aún más y fue esa risa la que me atrajo. Ella se quedó después de
que esos imbéciles de camisa blanca se fueran, deambulando por los pasillos,
mirándome de vez en cuando.
—La última vez que invité a una chica terminé con los ojos morados. Sin
agallas, no hay nariz rota por lo que a mí concierne.
53 nunca contesté. Que ella pensaría que era porque no estaba interesado en ella
cuando en realidad era porque mi escritura era como la selva y cada vez que
trataba de escribir las palabras salían mal.
—No tiene sentido —dijo Leo, leyendo una de mis cartas—. ¿Quieres que
escriba por ti?
La tiré. En cambio, hice piezas para ella. Paredes de Beth. Por toda la
ciudad. Lo hice pensando que ella lo vería y me conocería y seguiría
susurrándome esos secretos en mi oído. Hay uno cerca de la Estación Hoover
Street con una imagen mía, hierba creciendo de mi corazón mientras estoy
hablando con ella. Meses más tarde pinté el último muro a su lado. Una imagen
de ella encendiendo una cortadora de césped.
Le dije que sí, pero no había seguridad en mi voz y ella escuchó las dudas
en mis palabras al igual que yo. Y lo sabía. Un día un imbécil con camisa blanca
se la llevaría. Un imbécil con universidad mientras que yo todo lo que tenía era
una pieza en una pared. Así que me fui.
—Raff tiene la boca más grande de la ciudad. ¿Qué pasa si nos topamos con
él esta noche?
—Le dices una palabra más a alguien y le contaré a la gente que lloraste esta
noche porque pensaste que Daisy estaba rompiendo contigo.
—No lo harías.
—Tenemos que pasar por una fiesta y resolver algunos detalles sobre el
trabajo con Jake. No llevará mucho tiempo.
—No lo harán.
—Podrían.
Leo indica a Dylan que nos reunamos en la mesa. Cuando estamos solos él
55 dice:
—Mira. No tienes que hacer este trabajo pero tienes que decírmelo ahora.
Después de hablar con Jake, ahí las cosas se establecerán. —Me deja pensar—.
No me importa. A Jake tampoco.
De vuelta al reservado Dylan les dice a las chicas que vamos a una fiesta en
la que podemos llegar a ver a Shadow y Poeta. Jazz y Daisy le creyeron pero
Lucy se convierte en el centro de atención. Ella giró la banda en su muñeca
durante un segundo y luego empezó con las preguntas.
—¿Fiesta de quién?
Leo interviene.
—Un amigo de mi hermano.
No puedo evitar reírme. Ella es ingeniosa, eso es lo que diría Bert. Hace dos
meses, un día antes de morir, comimos en el almacén. Valerie había preparado
una cerveza fría en nuestros almuerzos y la mía me relajó, entonces dije:
Levanté la cerveza.
—Deberías decirle que quieres que vuelva —dijo Bert después de que ella
se fuera.
—Pero no quiero.
57 no iba a ninguna parte y ella dejándome atrás. Tengo esa sensación, como si el
mundo estuviera abarrotado dentro de mí.
Le dije a Bert que tenía que salir temprano y cogí un bote y mi cerebro se
apagó y mis manos cobraron vida y me liberé en una pared, pinté un fantasma
atrapado en un frasco. Me eché atrás para mirarlo y sabía que lo triste no era
que el fantasma se estaba quedando sin aire. Lo triste era que tenía suficiente
aire en ese pequeño espacio para durar toda una vida. ¿En qué estabas
pensando, pequeño fantasma? ¿Dejando atraparte de esa manera?
Jazz le dice a Lucy que se relaje y trata de darle una patada bajo la mesa. Lo
sé porque ella me da una patada en su lugar.
—Apunta más a la izquierda —le digo, y ella tiene otra oportunidad—. Más
a la izquierda —digo, y disfruto viendo como golpea su objetivo varias veces.
Todo el mundo empieza a hablar de la noche. Leo coquetea con Jazz. Dylan
intenta flirtear con Daisy mientras ella le tira rápidamente sobres de azúcar en
la cara. Él tiene aguante, se lo valoro. Lucy mira por la ventana, mirando
fijamente a algo que está en su cabeza, de la misma manera que hizo hace dos
años cuando yo la miraba.
—¿Por qué deseas tanto encontrarlo? —le pregunto un poco después, pero
ella no está escuchando. La miro un poco más—. ¿Por qué deseas tanto
encontrarlo? —vuelvo a preguntar.
58
Lucy
Después de que Jazz me patea una segunda vez dejo de hacer preguntas.
He tenido suficiente información por ahora, de todas formas. Si Shadow
terminó el Curso 12 y nunca fue a nuestra escuela entonces tiene sentido que
nunca lo haya conocido. Lo sabría si lo hubiera hecho, estoy segura de eso. Un
chico como Shadow sobresaldría por aquí.
Jazz llama mi atención y tamborilea tres dedos sobre la mesa. Tres dedos
tamborileantes significan que este chico a quien le estoy hablando es guapísimo.
59 No debe ser confundido con cuatro dedos tamborileando, lo que significa
aléjame de este tipo aunque tengas que encender mi cabello con fuego para
hacerlo. Cinco dedos significan que estoy gritando desde adentro, por buenas
razones. Jazz posó sus cinco dedos en la mesa.
Gritando lo guapo que es Leo, eso seguro. Cinco dedos al poder de diez. Y
alto, lo que es el tipo de Jazz. Una vez lo vi desde lejos y pensé que un árbol
estaba viniendo hacia mí. Un roble con la cabeza afeitada, tiernos ojos, y un
tatuaje. Él es problema y Jazz lo sabe. Ella solo está feliz de no saberlo por una
noche. Yo hice eso con Ed y obtuve un silencio similar al espacio, un rápido
toqueteo y mucho vomito. Él no es el señor Darcy.
Mamá me dijo una vez que ella supo que papá era el chico correcto porque
él podía hacer malabares y hablar acerca de los impactos de la globalización al
mismo tiempo.
—Todos los chicos que conocí podían hacer lo uno o lo otro y ninguno
bastante bien.
A veces la pillo mirando por la ventana a la pequeña estufa de acampada en
la que papá cocina y sé que ella extraña que él viva en la casa. Los vi parados
frente al espejo ayer, cepillándose los dientes al mismo tiempo. Hay cepillado
de dientes y luego hay cepillado de dientes con significado. Se tomaron su
tiempo para el hilo dental y para hacer gárgaras y estuvieron riendo.
Por el lado positivo, ellos obviamente aún hacen el acto, lo que es aún más
significativo que el cepillado de dientes. Por el lado no tan positivo, el chico que
entrega las pizzas sabe exactamente a donde llevar la orden de papá y ya no
toca en la puerta principal de la casa. Por el lado positivo, papá tiene una foto
de mamá y yo junto a la cama a un lado de su caja de leche.
Miro a Leo, jugando con una de las trenzas de Jazz. Ella me da la seña de
los cinco dedos otra vez. Espero que a él de verdad le guste ella. Espero que él
valga la pena, pero no lo creo. Tengo esta urgencia de arrastrarla de vuelta al
cubículo de la verdad y mantenerla allí. Ella es la psíquica pero no puede ver lo
que está por venir: la intersección de heridas y más heridas. El punto ciego allí,
es un asesino. Tal vez si ella encuentra a Poeta, sería el correcto para ella. Si Leo
61 no ha tenido novia desde Emma, tiene que haber una razón.
—¿Por qué deseas tanto encontrarlo? —pregunta Ed, cuando lo miro puedo
decir que él ya me hecho la pregunta más de una vez pero no lo había oído.
62
y me arrestaron.
ella se despidió.
Mientras me esposaban,
Afrutado y amargo,
63
Lucy
Leo mira su reloj.
—Si nos damos prisa, podemos tomar el tren de las diez y cuarto. —Él y
Jazz caminan por delante. Daisy camina a un lado y Dylan es su sombra, así
que, eso me deja con Ed. Es más alto de lo que era hace dos años. Sin embargo,
su cabello sigue imprevisible. Todavía hay ese espacio a su alrededor. Lleva una
camiseta con un conejo que está leyendo un libro.
—Tal vez aprendiste algo de cómo fue la nuestra —le digo. Toma eso
señorito.
—No tuvimos una cita. Una cita termina con un beso, no con sangre y un
cartílago roto.
65 —Eres más conversador que hace dos años. No estoy segura de que eso me
guste.
—Dibujo.
No hace falta ser un psíquico para saber lo que está pensando. Dejo en paz
mi palillo. Tengo esta sensación confusa bajo mis párpados como que estoy
caminando a través de un sueño de neón. El calor era nuclear ayer también, así
que no pude dormir mucho anoche. Tal vez estoy dormida ahora y Ed es algo
que mi subconsciente a conjurado.
—No quise decir eso de mala manera. Estoy segura de que los muchachos
que muestran el trasero a la gente son muy inteligentes.
—Sé sobre el grafiti —digo, y las palabras salen como una anciana diciendo
que le gusta el hip-hop.
Ed se ríe.
—Muy bien, así que no, no sé dónde compra él sus pinturas o incluso lo que
tú llamas pintura. Sé que me gusta su arte. Sé, que a veces voy en un tren que
pasa por un rincón cubierto de hierba y contaminación y luego, de repente, esta
esa pintura de un océano. En medio del terreno factorial, ahí está la
desembocadura del mar.
Esta noche va a ser una de esas cosas que parecen durar para siempre. Tal
vez, incluso más que un encerado después del invierno. Leo y Jazz se están
riendo, escucho el vacío en las calles. Para Jazz, al menos, el tiempo se está
moviendo de manera diferente. Por esa semana después de que Ed me invitó a
salir y antes de ir la cita, sentí como si el mundo fuera cristal caliente y me
alegré de estar atrapada.
—Te van a gustar las cosas que hace Poeta también —dice Leo—.
Generalmente trabajan juntos.
Ed le dirige una mirada turbia. Leo sonríe. Dylan tiene un tic. Se siente
como que algo está pasando, lo pienso intensamente, y sé que Jazz oye mi
pensamiento porque ella me dirige su mirada seria y sopla un globo de chicle
en mi dirección.
—Que todo el mundo deje de actuar raro —dice Daisy. —Me están
volviendo loca.
Un aviso nos indica que el tren está en marcha con cinco minutos de
retraso, por lo que mientras los demás caminan a través de la plataforma, yo me
quedo un poco más. En un muro alejado, bajo una luz que viene desde una
torre, veo la pieza de Shadow. Es un cielo nocturno pintado, que se desvanece
en los bordes así que puedo ver la pared debajo de él. Aves pintadas
sobrevuelan, golpeando la línea donde el cielo se convierte en ladrillo y
viceversa. Aves de luna atrapadas en un cielo de ladrillo. No están manchadas
por el mundo, desde aquí, se ven más bonitas que las reales que vuelan
alrededor de ellos.
68
Ed
Antes de irse a casa al día siguiente, pidió ver lo que había hecho, yo se lo
mostré y él lo arreglo para mí. No cambió nada. Solo lo hizo legible. Él hizo eso
con cada trabajo a partir de entonces.
Lucy se queda mirando a los pájaros esta noche. Fijo la mirada en ella y
trato de averiguar lo que ella está pensando. Soñando con un tipo que no existe,
supongo. Un chico con el mar surgiendo de su bote y las palabras saliendo de
su boca, diciendo cosas que ella desea oír. Me pregunto cómo ve a Shadow en
su cabeza. Como suena. Ella se vuelve y me pilla mirándola.
El tren está llegando y tienes que ir a una fiesta en busca de un chico que
nunca vas a encontrar. Un tipo que existe en tu cabeza, no el tipo que hizo esa
pieza. No el tipo que soy yo.
El tren va a toda marcha por las vías y el mundo al otro lado de las
ventanillas se dispara y desdibuja. Jazz y Leo toman dos asientos a la izquierda
de la puerta. Daisy y Dylan toman dos a la derecha. No hay asientos para Lucy
y para mí, así que nos mecemos con el movimiento del tren, escuchando las dos
conversaciones separadas.
—Los niños sacarían sus cabezas y zas —dice Leo—. Sangre por todas
partes.
Lucy se ríe y no puedo evitar reírme con ella. Nos balanceamos cerca uno
del otro, el tren se sacude al cambiar de vía para ir al sur. A través de la
ventana, veo llamas que salen de la refinería y media luna que no estaba allí
antes. Me hace pensar en una pared que Leo y yo hicimos una vez. Un grafiti de
una luna cortada por la sombra de las líneas eléctricas. La luna prisionera,
escribió Leo.
—No estás acabado —dijo Leo. Escribiré lo que quieres decir y luego lo
72 sacas a hurtadillas.
Si la Sra. J hubiera ido a la escuela ese día todo habría sido diferente. Sin
embargo, ella estaba enferma y Fennel era el sustituto. Él me sorprendió
sacando el papel de los pantalones y estalló. Como si yo haciendo eso fuera de
alguna manera algo contra él. Él le dijo a la clase:
—Si el cerebro de alguien más está en sus calzones puede venir a sentarse
conmigo en la parte delantera de la clase. —¿Qué clase de idiota dice calzones?
Cuando la campana sonó ella se fue con los demás y Fennel me empujó
hacia la oficina. Mientras caminábamos un chico se acercó por detrás de él e
hizo esa cara de payaso y fingió masturbarse. Toda la escuela sería como él en
un segundo. Cuando pienso en ese día todo lo que veo es payasos que se
masturban.
Fennel tuvo una brillante idea en la oficina del coordinador. Me dijo que me
sentara allí y escribiera la frase «Esta redacción no es mía» para poder comparar la
letra. Él había tenido a Leo en Carpintería durante años por lo que sabía cómo
era su letra. La redacción era mía así que le di algunas sugerencias acerca de
dónde se la podía guardar, hasta que la señora J regresara. Él no consideró mi
sugerencia, así que arrastró a Leo.
—No es mi letra —dijo Leo—. Es de Ed. —Él se sentó allí con sus piernas
estiradas y con los brazos cruzados, mirando hacia abajo a Fennel. Los dos
fuimos suspendidos, más por las sugerencias que le dimos a Fennel sobre
dónde podía meterse la redacción que otra cosa. Leo volvió después de una
semana.
73 tienda de Bert, sólo que estaba en un bote, así que tenía que seguir yendo a por
más.
—Espero que no seas uno de esos pequeños delincuentes que han hecho
vandalismo en un lateral de mi tienda —dijo un día mientras estaba registrando
mis cosas.
—¿Conseguiste esos dos ojos morados, por tener una boca inteligente? —
preguntó él.
—Tengo dos ojos morados porque no tengo una boca inteligente —dije, y
cuando se río le hablé sobre Lucy. Siguió riendo hasta que entró Valerie y luego
me invitó a quedarme a almorzar.
—La abandoné.
74 encontrarme. Ella entró y fingió mirar la pintura. Cuando dije hola abrió los
ojos exageradamente.
Bert le hizo una taza de té, le ofreció una silla y hablamos de los colores de
las pinturas de Rothko, la forma en que te llevaban a otro lugar que era todo
cielo brumoso.
El tren se detiene y la gente sale. Lucy está en el mismo lugar que estaba
antes. No hay nadie entre nosotros, pero no repite la pregunta. Ella mira por la
ventana, tal vez a esa luna colgante o al disparo de llamas y me dice:
—Me gusta que los cielos vayan a ninguna parte. En ese cuadro. Me gusta
que las aves quieran alejarse pero no puedan. Me gusta el reflejo de la pintura
en la oscuridad. —El tren arranca de nuevo y me sostengo fuerte para
mantenerme estable.
75
La fiesta es en Mason Street, a pocos minutos de la estación. Sin embargo,
Leo toma el camino más largo, y sé que es para mostrarle a Jazz uno de sus
poemas llamado Las cosas diurnas. Mientras las chicas están leyendo le dirijo la
mirada de «¿qué-crees-que-estás-haciendo?».
«Es el plan», gesticula él. Pero no le está mostrando su obra para que ella
pueda pensar que algún otro chico lo hizo. Tarde o temprano, él está planeando
decirle que escribió el poema.
Leo sonríe.
Camino hacia delante y dejo a Leo y a Jazz mirando la pared. Tienes que
mantenerte en movimiento por aquí.
76
Poeta
77
—¿De clase divertida? —Lucy le grita a Jazz—. Estoy segura de haber visto
aquel chico de allí en Alto al Crimen la semana pasada. —Ella tiene razón. Lo
vio.
—Sí, creo que algo saldrá mal. Si tienes dos dedos de frente no te
involucrarás esta noche.
—¿Qué?
—Mi madre y mi padre pagan las cuentas. Pero no pagaran para que pueda
ir a Queensland porque he gastado mi dinero en una Wii.
—Tengo un trabajo allí. No tengo tiempo para volver a reunir tanto dinero.
Daisy irá sin mí y estará sola allí con todos esos chicos surfistas. ¿Sabes lo que
buscan?
—Creo que tal vez los surfistas son su tipo —dice Dylan.
81 estruendo de la música y el humo flotante. No hay nada que puedas hacer por
mí ahora, Bert. Estás muerto y yo estoy enterrado.
Llevé a Valerie para verlo una tarde. Nos quedamos con los ancianos ojos
de Bert durante mucho tiempo ese día. Ella pasó la mano por la cara y las cejas
peludas, mientras yo miraba el río. El agua estaba más baja de lo que había
estado durante mucho tiempo porque la lluvia comenzaba a parecer como una
historia que la gente contaba.
—Tengo que vender el negocio, Ed —me dijo, y sentí más pena por ella que
por mí—. Hay una ferretería en el barrio siguiente que ha estado intentando
comprarlo durante años. Bert seguía diciendo que no. Él quería pasártelo a ti.
—De todos modos, yo no hubiera podido hacerlo funcionar. —Mantuve mi
vista en el río.
—Oh, sí que podrías —dijo—. Pero yo necesito el dinero. Será una venta
rápida y pueden hacerse cargo de forma casi inmediata.
Imaginé la tienda sin Bert y tuve este pensamiento, este sentimiento de que
había una sequía en mí, igual que no había agua en mis entrañas para flotar.
Pero parece muy claro que no conseguiré otro trabajo pronto, así que he
dejado de ir. Hay cosas que sus ancianos ojos no necesitan ver.
82
—De acuerdo —dice Leo, dándole la espalda a Jake—. A la una recojo la
furgoneta en la Calle Montague. A las tres vamos a la escuela. Los controles de
seguridad son a las dos y las cuatro y media. Dylan dejó la ventana abierta hoy,
así que lo único que tenemos que hacer es cargar la camioneta con los
ordenadores y todo lo que sea valioso de la sala de Materiales y después
llevamos el material a Jake.
—Necesito aire —le digo a Leo, y me deslizo por entre la gente hasta que
llego a la puerta de atrás. Está bloqueada por un recipiente lleno de bebidas, así
que me abro paso hasta la parte delantera, pero un chico y una chica están
apoyados en ella y no puedo pasar. Toco al chico en el hombro, pero él no se
moverá a menos que haya un incendio y aun así probablemente no se mueva.
Él está sonriendo y acercándose más y ella está bloqueada por todos lados
83 por un montón de cuerpos. La miro a ella y a él. Miro por la ventana. Vuelvo a
pensar en nuestra cita. Siempre puede romperle la nariz si se pone demasiado
amistoso. Salto hasta el terreno sobre la hierba y giro. ¿A quién estoy
engañando? Quiero ver si ella le rompe la nariz.
—No veo tu nombre en ella —me dice, y ella parece enfadada y él parece
que quiere pelea y yo sé que no puedo contener a ninguno de ellos, así que
termino esto rápido.
Me hundo en el sofá.
84 tu nombre en mi brazo?
—Todas las otras salidas están bloqueadas —le digo, y sentado allí intento
pensar en algo que decir. Es difícil imaginar una pequeña charla en un océano
de parejas que lentamente ellos mismos se tatúan unos a otros. Ella no puede
dejar de mirarlos y esa es una mala idea en una fiesta como esta.
La observo así no estoy tentado a mirar a nadie más. Ella mueve la cabeza y
los pies justo al ritmo de la música.
—Tienes razón.
—No me dejes aquí solo —le digo, y nos reímos, y en la oscuridad ella
podría ser una chica diferente y yo podría ser un chico diferente. Podríamos ser
dos personas nadando a través de música pintada.
—Estoy bastante segura que hay alguien junto a mí que realmente está
apestando. Shadow no estaría en una fiesta como esta.
Es curioso que haya visto a ese viejo varias veces y nunca he visto a Lucy.
Lo observo algunas veces, a través de la ventana de su taller, fundiendo vidrio y
cambiando su forma.
86 —Shadow no parecía desaliñado última vez que lo vi. —Ese viejo es más
desaliñado que Leo y yo.
—Jazz tiene muchas ganas de quedarse. Ella dice que este lugar es material
ideal para su audición dramática. Está haciendo un monólogo de Shakespeare,
así que no sé qué inspiración planea encontrar aquí. —Una botella se rompe en
algún lugar cercano.
—Si ella se queda el tiempo suficiente alguien está destinado a matar —le
digo. Se ríe de nuevo y eso me gusta aún más. Me gusta que sea yo quien la
hizo reír.
—Tal vez me iré a casa —dice ella—. A Jazz no le importará ahora que Leo
parece interesado. ¿Crees que está interesado?
Me gusta el ambiente que hay entre ella y yo, así que no quiero decirle que
cuando se trata de citas, Leo ha estado en el banquillo desde Emma. Realmente
no le he oído hablar de nadie desde ella. Cuando la chica que te gusta llama a la
policía, hace que un chico se vea obligado a contenerse.
—Tal vez —le digo a Lucy—. De todos modos, ella tiene a Daisy. No sabía
que eráis amigas.
87 —Es algo reciente. Tienes razón. Jazz tiene respaldo. Creo que voy a irme.
Durante los últimos diez minutos hemos estado en un sofá pasando el rato
en medio de ninguna parte, y mientras estuvimos pasando el rato yo no pensé
en estar sin dinero o estar sin Beth o estar en la cárcel más tarde esta noche.
Sin agallas no hay gloria, me dice la vieja voz de Bert, y aparto mi mano de
sus ojos y la veo parpadear centrando su atención en mí.
—Tengo una o dos ideas. —Le hablo de las obras en el antiguo patio de tren
y el parque de patinaje e intento actuar como si no estuviera emocionado de que
ella esté excitada.
Ella dice que tardará un minuto y se abre paso entre la multitud. La veo
hablar con Jazz y me pregunto qué estoy haciendo. Sea lo que sea no puedo
parar. Me abro paso tras ella y antes de que ella pueda cambiar de opinión la
cojo del brazo y nos arrastramos con la multitud hasta la ventana.
Antes de pasar por la ventana miro hacia atrás, a ella. Está contemplando el
cielo como si estuviera teniendo una conversación con lo que hay allá arriba.
Él me los da.
Hago mi camino entre la multitud hasta Lucy y antes de salir por la ventana
otra vez, miro hacia atrás a Leo. No puedo decir si le gusta Jazz o no. Pero si
tuviera que adivinar, diría que sí.
Poeta
89
Recuerda que
si tienes suerte,
Recuerda
el amor
bajo el agua.
Recuerda eso
90
Lucy
Espero a Ed afuera y por primera vez esta noche veo unas pocas estrellas
reales, unas que no tenga que imaginar. Pequeñas bengalas ardiendo a lo lejos.
Trazo el contorno de ellas con mi dedo y añado un OVNI o dos. Agregarle cosas
al mundo es un juego que papá, mamá y yo jugamos cuando estamos realmente
cortos de dinero. Imagina lo que quieras, Lucy, porque es probable que no nos
lo podamos permitir. Nunca me importó realmente porque siempre
encontraban el dinero para las cosas importantes como mi vidrio. Al dice que el
91 juego probablemente me hizo una mejor artista. Sin embargo, eso no siempre
funciona. He dibujado a papá viviendo en la casa más de un par de veces
últimamente.
Para pasar el tiempo, dibujo a Ed junto a él. Es extraño, pero no fue tan
difícil hablar con él cuando no podía verlo. Tal vez en nuestra cita debería haber
puesto su mano en mi rostro en lugar de sobre mi culo. Tal vez ambos
deberíamos tener los ojos vendados. Las cosas habrían parecido extrañas, claro,
pero, podría haber resultado diferente.
Una de mis pinturas favoritas es Los Amantes de René Magritte. Hay dos
personas besándose. Ambos tienen una sábana envuelta alrededor de su
cabeza. Todo es tan normal en la pintura: el vestido, el traje, el azul suave de las
paredes detrás de ellos. Lo único extraño es que la cabeza de ambos está
envuelta por lo que no pueden verse entre si y se están besando a través del
algodón. Tal vez no sea tan raro. Tal vez besar con los ojos vendados es la
manera más fácil para comenzar.
Estoy un poco celosa de que Jazz no necesite una sábana sobre la cara para
evitar la torpeza de la primera cita. Me abrí paso entre la multitud para decirle
que iba a la cacería de Shadow y ella daba vueltas en torno a Leo como si lo
conociera durante años.
—¿Qué?
El saber que finalmente podría encontrarlo envía chispas a todos los lugares
correctos. Ed y yo lo encontraremos y él estará pintando algo increíble. Después
de las presentaciones Ed volverá a la fiesta, o a ver a Beth, y estaré sola con
Shadow. No sé lo que voy a decirle primero. Tal vez sólo—: Me gusta el arte.
Miro por encima de mi hombro y veo a un chico. Él es mayor que yo, por
un año o dos, y lleva un traje, pero no del tipo fuera de onda. Es casi plateado.
La combinación del elegante traje y el pelo desaliñado realmente funciona.
Extiendo los cinco dedos sobre la hierba.
—Sip.
94 —Me gusta su arte —le digo, y él hace más patrones. Algo está sucediendo.
No sé por qué, pero hay algo.
—¿Vas ahora?
—¿Quieres venir?
—Me gustaría hacerlo. Sin embargo, ahora no puedo. ¿Puedo verte más
tarde esta noche?
—Muy bien. Así que si quiero encontrarte lo haré en el antiguo patio del
tren, el parque de patinaje o en el café Barry’s.—Se pone de pie y me tiende la
mano. Entonces él me levanta por lo que estoy cerca de él—. En caso de que lo
necesite, ¿puedo tener tu número de móvil?
—Soy Lucy —digo para que pueda añadir mi nombre con el número.
95 —Mucho gusto.
—No. Tienes razón. Por supuesto. —Miro hacia el cielo con la esperanza de
sentirme insignificante y obtener una pequeña perspectiva en este momento de
humillación.
—¿Sabías que estamos hechos de la misma materia que las estrellas? Somos
energía nuclear explosionando.
—Tú no eres como las otras chicas, ya lo sabes, ¿verdad? —me pregunta Ed.
—He sido consciente del problema —le digo—. Pero para que conste, diez
minutos antes tenías tu mano sobre mi cara, mientras que tu mejor amigo
estaba bailando con una chica. Tú tampoco eres exactamente igual que los
demás.
—Tienes razón.
—Yo no creo que él esté llorando por eso, pero si es así no hay nada malo
en ser sensible.
Sonríe.
—Beth.
—Oh. Claro —le digo, y miro las estrellas otra vez. Nop. No es bueno. No
consigo algo de insignificancia.
—Yo lo haría con Shadow —le digo, imaginándome besando a un chico que
se parece a Malcolm Paloma. En cuanto digo eso, me concentro realmente y
98 trato de doblar las leyes del tiempo con mi mente. Nop. No hubo suerte. El
comentario más estúpido del mundo sigue ahí fuera.
—Nada. Tú puedes hacerlo con quien quieras. —Él se ríe un poco más.
Golpea las manos en sus piernas mientras se ríe. Tengo la necesidad de
romperle la nariz otra vez.
—Muy bien. Decir eso ha sido algo muy estúpido, pero no me digas que no
pensaste en hacerlo con las chicas antes.
—No, Gorila no. Otro chico que conocí fuera en la parte delantera. Él era
creativo y dulce y llevaba un traje muy elegante.
La primera vez que Jazz se quedó a dormir en mi casa, hicimos una lista de
personas con las que lo haríamos. Ella miró la mía.
—¿Y?
—Pues que necesitas al menos una persona real. ¿Con que persona real lo
harías?
Una vez que el tren viene y estamos sentados uno frente al otro, mi mente
vuelve al Sr. Parpadeo de Duda en la Pista de Baile.
—Hemos sido los mejores amigos desde la escuela primaria —dice Ed,
descansando sus pies en el asiento a mi lado.
—Él no ha tenido una novia desde hace mucho tiempo, no desde Emma.
Él sonríe lentamente.
—No lo sé.
Él lo sabe, no quiere decirlo, lo cual es bastante justo. Pero he dejado a Jazz
en una oscura pista de baile con ese chico y quiero saber si ella pudiera
necesitar una mano en algo. A Jazz le gusta pensar que es fuerte pero yo la he
visto llorar durante El Diario de Noa.
—Él no les miente. Jazz conocerá la jugada antes de que algo suceda.
—Si algo sucede —le digo, porque yo no quiero que él o Leo crean que Jazz
ha tomado una decisión. No creo que ella lo haga, pero a lo mejor me equivoco
y en cualquier caso no quiero a Leo tomándolo por sentado.
—Ser honesto con ella después es horrible. Debe ser honesto desde el
momento en que comienza a ligar con ella.
—Yo no he dicho eso. Estaba creando una situación. Creo que ella le gusta.
Saco mi teléfono.
—Deja de preocuparte por mí. Diviértete. —Ella hace un sonido, lo que creo
que es un beso al teléfono y cuelga.
—¿Tú crees?
—El hecho de que yo no sepa quién es Atticus Finch no quiere decir que sea
estúpido.
—Muy bien.
—Eso es un buen punto —le digo, ya que realmente es uno muy bueno.
¿Cómo pude ni siquiera pensar en llamar? ¿Cómo no lo llevé hasta un taxi?
Pude haber llamado a papá—. Ni siquiera pensé en llamar. —Me echo hacia
atrás ante un grave levantamiento de cejas—. Sin embargo, yo vomité —le
digo—. Lo que creo que muestra cierto arrepentimiento real.
Deja caer las cejas.
—¿Tú vomitaste?
—Cuando llegué a casa. Apenas pude llegar al fregadero. Tuve que tirar mi
ropa.
Una vez más nos quedamos en un silencio que sólo los astronautas pueden
entender plenamente.
Entonces Ed dice:
—Eso es una pena. Me gustó mucho esa camiseta que llevabas puesta.
104 —Lo siento —le digo—. Siento haber roto tu nariz y realmente siento no
haberte llevado hasta un taxi.
No puedo resistir.
105
Poeta
Pista de Baile
11,45 pm
á
106
Quizás tú y yo.
Quizás tú y yo.
Quizás la olvidaré.
107
Ed
—Vomité —dijo Lucy, y yo me sentí vivaz. Bert me enseñó esa palabra y me
gustó. Después de mi primera cita con Beth él hizo una serie de dibujos de mí
siendo vivaz. Pasó las páginas y este muchachito dio algunas patadas de lado
en el aire.
—Me sentí así después de que Valerie y yo comenzáramos a salir —dijo él.
Me siento con ganas de dar algunas patadas esta noche. A Lucy le gusté lo
—¿Qué problema hay con mi trasero, señorito? —pregunta ella y sonríe con
ese latido extra y veo ese lunar en su cuello y tengo un impulso casi irrefrenable
de tocarlo. No lo hago, sin embargo, porque la definición de locura es hacer la
misma cosa dos veces y esperar un resultado diferente.
—Nunca podríamos estar parejos —le digo—. Pero estamos más parejos.
Caminamos más allá y la gente se había reducido en las calles así que solo
quedan algunos dispersos. De vez en cuando tropezamos con algún tipo que
todavía va a ninguna parte desde la noche anterior, decidido a llegar allí esta
noche. Leo nunca pasa a uno de esos borrachos sin darles dinero, incluso si solo
tiene algunas monedas en sus bolsillos. Él no ha ido a casa desde el día en que
se mudó con su abuela. «No hay nada por lo que volver» dice él, pero yo no
creo que sea tan simple. Me imagino que las pocas monedas que les tira a los
borrachos en la calle son su manera de decir que siente no poder lidiar con el
zoológico que hay en su casa.
—¿Te has dado cuenta de cómo la noche cambia de forma? —le pregunto a
Lucy—. Comienza repleta de gente y sonido y luego se va volviendo más escasa
hasta que a la mitad no hay casi nadie en ella, solo tú.
—Mi bicicleta todavía está ahí —dice ella, apuntando hacia delante—.
Nunca se sabe en este lugar. Lo que dejas no siempre está allí cuando regresas.
—Me gusta mi bicicleta. Quiero que esté segura —dice ella y se abrocha el
cierre de su casco, el cual es azul con un relámpago en el lateral. Pensé en una
obra que podría hacer. Una chica con forma de rayo en el cielo y un chico en la
tierra con un pararrayos tratando de atraparla.
—No tiene nada de malo mi casco, señorito. —Ella señala dos marcas de
pisadas grandes en la parte trasera de su bicicleta.
—Plataformas para los pies. Mi padre las hizo para que mi primo las usara.
Pisa ahí.
Me bajo. Ella pedalea alejándose y yo persigo sus luces traseras por la calle.
Corro tan fuerte como puedo hasta que casi toco la parte de atrás de su
bicicleta.
Una vez más y eso es todo, pienso, y corro, gritando todo el camino como si
111 eso me diera velocidad. Ella disminuye un poquito y yo salto y aterrizo con un
pie arriba, lo que es un milagro.
—¿Detrás de la escuela?
—Ajá. —Cierro mis ojos y dejo que el movimiento me lleve a otro lugar,
permitiendo que los muros caigan en mi cabeza de la manera que lo hacen
cuando siento espacio a mi alrededor. Tal vez luego vaya a algún lado y pinte la
oscuridad que está presa detrás de mis ojos. Una oscuridad llena de sonidos de
la ciudad y su respiración—. Esto no es malo —digo—. Parece como si en
realidad no estuviéramos aquí.
—No hay colinas. No te llevo a ningún lugar al que sea difícil llegar. —
Todas mis cosas buenas están escondidas. Abajo en los muelles y dentro de
fábricas viejas—. Te estoy guiando a las paredes de Shadow donde no se
requiere ningún esfuerzo. Aquí —le digo.
Miro sobre su hombro a una pieza que Leo y yo hicimos hace un tiempo
para reírnos. Hay un chico sacando su pulgar en una autopista en el primer
fotograma y un chico recogiéndolo en el segundo y el auto alejándose en el
tercero. La matrícula del coche dice Psicópata. Solté una risita ahogada. Leo
pensó en eso. Yo solo estaba pintando a un chico escapando.
—Es genial tener una idea y hacerla con mis manos. ¿Sabes?
—Supongo —le digo, pero lo que quiero decir es Sip, lo sé. Lo sé todo sobre
eso a altas horas de la noche, cuando un pensamiento me golpea y no puedo
dormir hasta que esté fuera y en la pared.
—Al hace estas esculturas móviles que cubren todo el techo, como flores
colgando del cielo. Se chocan ligeramente los unos con los otros y como tienen
diferentes tamaños y grosores hacen diferentes sonidos. Es como un techo de
flores cantando.
Una vez miré por la ventana de su estudio y pensé que eran nubes de
trompetas. Me gustan incluso mucho más ahora que sé que hacen ruido. No
pude escucharlo desde el exterior.
Ella asiente.
—Tú podrías estar aquí —dijo Bert. Le dije que estaba soñando. Él me dijo
que soñar era la única forma de llegar algún lado.
—Cosas que recuerdo. Como, en una hay una pequeña capa y una varita
que me recuerda a cuando tenía diez años. Mi madre cosía disfraces para ella y
para mí y así podríamos estar en el número de magia de papá. Él es humorista
pero a veces hace fiestas infantiles para ganar dinero extra. Mamá y yo
entramos en la caja y papá la tapa y cuando abre la cortina nosotras hemos
desaparecido y cuando vuelve a taparla volvemos.
Ella se para frente a uno que no quiero que vea. No hay nada gracioso
acerca del océano blanco. Hay un ritmo en la pintura, como si el agua estuviera
tratando de recuperar el aliento. El Océano Decepcionado, escribió Leo debajo.
—Es un misterio.
—Sería complicado.
—La tengo —dice ella, y me gusta que pueda hablar de arte y Freddoes en
la misma conversación. Me gusta la idea de su flota de recuerdos, las cosas
embotelladas dentro así no pueden salir flotando.
6
Freddoes - Chocolatinas fabricado por Cadbury con la forma de una rana de pie y vestida, rellenas de
crema, caramelo, chocolate blanco, arroz crujiente, fresa, menta, piña, etc.
Ella tiene este trocito partido en su diente delantero y yo pienso en pasar mi
dedo a lo largo de sus bordes. Pero luego pienso en ella enterándose de que soy
Shadow. Pienso en ella decepcionada porque soy un tipo que no va a ningún
lado, no un tipo que es sensible e inteligente y divertido. Pienso en ella yendo a
la universidad y haciendo vidrio y yo quedándome donde estoy pulverizando
paredes y peleándome con el alquiler.
—No sé. Parece mucho trabajo para un barco que no va a ninguna parte.
117
Poeta
118
119
Lucy
Ed y yo caminamos entre los vagones y estoy en un mundo de Shadow que
ni siquiera sabía que existía. Me lo imagino aquí solo, pintando con el
resplandor de la luz de la calle de al lado, y deseo encontrarlo aún más. De vez
en cuando pienso que él está aquí, porque en la oscuridad, Ed parece una
sombra que alguien más estuviera proyectando.
Le hablo a Ed sobre los colores del estudio de Al, las flores colgando del
techo. Ayudé a Al a hacer esas flores. Giré el tubo mientras él soplaba y al final
vimos la fusión del vidrio convertirse en pétalos.
Hay días en que no quiero volver a casa desde el estudio. Quiero quedarme
con las flores, porque la luz que brilla a través de ellas hace que el estudio se
ilumine de un color cielo pastel, y el cobertizo donde vive papá se está cayendo.
Él puso bolsas de plástico en las ventanas, para evitar la entrada de insectos y
lluvia.
Shadow habría sabido eso. Habría dicho que sí y nos habríamos dirigido al
estudio de Al para ver mi diseño y hacer barcos plegables que navegaran a
través de la masilla. Me lo imagino, con su traje plateado, inclinado sobre su
barco, levantando suavemente las velas.
—No tienes que buscar a Shadow conmigo —le digo cuando volvemos a mi
bicicleta—. Te puedes ir. O puedo llevarte a casa de Beth, si quieres. —Me
pongo mi casco.
Me mira el tiempo suficiente por lo que esto llega a sentirse un poco
incómodo. Luego se encoge de hombros y dice:
Él parece tan tonto que anula mi estupidez así que me rindo y pedaleo y él
corre y se sube a la bici después de dos intentos.
Mamá dice que tenga cuidado con los chicos que nunca se toman nada en
122 serio. Papá dice que un chico necesita un buen sentido del humor para superar
su vida amorosa. Jazz dice que mi papá debe necesitar un buen sentido del
humor para superar su vida amorosa, si está viviendo en el cobertizo.
—Bueno, vale, David Graham me pidió que saliéramos. Le dije que sí, pero
me eché atrás después de oírle decir en clase de arte que cualquiera puede
pintar la mierda que vio en la exposición de Picasso. Cualquiera que piense eso,
es estúpido.
—Eso es una estupidez. Mujer con un cuervo. No todo el mundo puede
pintar eso.
La noche revolotea más allá de nosotros, las luces, los caminos y árboles.
—Bert y yo fuimos a ver esa pintura. A Bert le gustaba como se veía, como
si la mujer de la pintura se hubiera enamorado de un pájaro malvado.
«Enamórate de los malos momentos», dijo.
—¿Quién es Bert?
—Eso es horrible.
—Supongo que si tienes que irte, lo mejor es ver algo hermoso en el camino
que recorrerás.
—Ajá.
—¿Lo echas de menos?
—Era un buen tipo. Me pagó más de lo que podía pagar, pero yo no lo supe
hasta después del funeral. Me enseñó cosas. Y dibujó las cosas más alucinantes.
Detente un segundo.
—Ese es Bert pidiéndole a Valerie que se case con él —dice Ed, y me gusta
la sonrisa que pone cuando lo dice. Me gusta la forma en que sostiene el
cuaderno. Como si todos esos dibujos tuvieran mucho más valor que el dinero.
—Dibujo esto el día de su muerte. Ese soy yo. Con mi licencia de conducir.
—No estoy segura. Jazz dice que volvemos y tenemos una segunda
oportunidad para los asuntos.
Ed mira a su alrededor.
—Me gusta cómo se ve el lugar por la noche. Me gusta el puente, todas esas
luces de los coches moviéndose en la oscuridad. Mamá, papá y yo solíamos
pasar sobre él porque a papá le gusta la vista.
—Pronto —dijo.
—Ajá. Mamá dijo que habían tenido la mayor de las peleas antes de irse.
Ella tenía dieciséis años y le hablo a mi padre de mí y él dejó un agujero en
forma de papá en la pared.
Me río y luego paro.
—No tienes que amar a alguien para tener relaciones sexuales con ellos.
—Ya lo sé —le digo, y mi rostro se vuelve nuclear como las estrellas—. Sin
embargo, sería genial. Si sucediera así. Si las personas se quedaran juntas.
—Ve a visitar a los padres de Leo. No hay nada bueno en que ellos
permanezcan juntos.
—¿Qué?
128 —Ella parece inteligente. —Trato de hacer que ese comentario suene casual,
pero extrañamente, todo lo que digo acerca de Beth sale de mi boca disfrazado
en una intensa bola de fuego.
—Eres inteligente.
—¿Cómo lo sabes?
Pienso en ello. Sé que lo es, solo que no estoy exactamente segura de cómo
lo sé.
—Ves—dice antes de que pueda contestar—. No lo sabes.
—Exactamente.
—Nop. Quiero decir, no a menos que pases el rato en los clubes nocturnos
donde tienen noches de micrófono abierto. —Miro a Ed con sus viejos
pantalones vaqueros y sus botas de punta de acero y pienso en él faltando a
clase con los sheddies—. Probablemente pasas el rato en los clubes nocturnos.
129 —Ya te dije que me voy a la cama temprano. Tengo que abrir la tienda a las
siete y media a tiempo para que los chicos de reparto hagan sus entregas. Bert
no llegaba hasta las ocho y media, así que siempre tenía que llegar a tiempo. —
Las manos de Ed tocan el libro—. Nunca llegué tarde —dice, y me da la
sensación de que no me está hablando a mí, así que no lo interrumpo. Nos
apoyamos en la valla y miramos la calle—. ¿Qué hora es? —pregunta Ed.
—Romántico.
—Hasta que su padre me pille. Sin embargo, tengo mi vía de escape
resuelta, así que nadie sale herido.
—Excepto Beth —le digo—. Claro que tú saltas la valla de nuevo, pero la
dejas allí plantada.
El calor que emana de algún lugar cercano de comida para llevar hace que
el aire se sienta como el satén, como si pudiera tocarle si quisiera y me
concentro en eso en lugar de estar mirando a Ed.
—Esperando que llegues y lo hagas con él —dice Ed, y no tengo que mirarle
para saber que él está sonriendo otra vez.
—No es que esté buscando el hada de los dientes o algo así. —Me subo a la
bici—. Shadow existe. Y no sé si me gustará, pero sólo quiero conocer un chico,
un solo chico, que piense que el arte es genial. ¿Estoy pidiendo demasiado al
querer conocer a alguien con quien hablar y que pinte y que tenga un cerebro?
—¿Qué?
—Él sólo será todas esas cosas hasta que lo conozcas. Después él será como
todos los otro chicos. Y para tu información, un montón de chicos tienen
cerebro.
—Tienes que ser honesto. Valerie dice que todo lo que quiere de mí es algo
de bondad y la verdad.
—No puedo contarle a Beth que soy Shadow —le dije—. Ella se pondría
nerviosa si hago algo que cree que es peligroso.
133
Lucy hace una búsqueda rápida de sombras pintando antes de mirar hacia
la pared. Yo me quedo detrás de ella, mirándola viendo mi trabajo. Me siento
como si estuviera despojándome de mi piel, sintiendo que si ella se da la vuelta
vería el esqueleto de un hombre detrás y entonces lo sabría. Pero ella no lo hace.
Ella me mira y luego de nuevo a la pared.
—Esa es la peor parte. —Ella gira la bicicleta por lo que la luz me golpea—.
Sus pinturas nunca son esperanzadoras, ¿verdad?
—Tal vez él pintó eso en un mal día. —No sé si alguna vez me siento
esperanzado cuando trabajo. Siento una fuerte sacudida y luego una especie de
mar interior flotante y luego alivio. Tal vez eso sea la esperanza.
Echo un vistazo a la línea de la ciudad. Las noches son crueles en este lugar,
—Pero él es bueno —dice ella—. Muy bueno. Y decidió hacer mejores cosas,
simplemente por la pintura. Una vez, yo estaba sentada en una parada de
autobús, molesta porque llegaba tarde y luego me di cuenta de este pedacito de
él al otro lado de la carretera. Ese bicho me miró con ojos que decían: ¿Puedes
creer esto? He estado esperando aquí durante media hora. La imagen no tenía
ninguna palabra. No la necesita. Los ojos eran suficientes.
—Este azul es de su cielo —dice ella, volteándolas para que yo pueda ver—.
Rocé una de sus obras hoy temprano. Un tipo que pinta así está haciendo algo.
No está sentado.
Ella no se mueve.
135 —¿Qué aspecto tiene? En los vistazos que has tenido de él.
—No lo sé. —Ella me mira fijamente y yo busco una palabra para distraerla
del asunto, tomo la primera que se me viene a la cabeza—. Perdido —le digo,
sin saber que lo iba a decir—. Supongo. No lo sé.
Eso es suficiente para ella, por ahora, y se sube a la bici. Yo empujo, pero
tengo verdaderas dudas acerca de seguir más allá del parque. Leo y yo
podemos estar fuera en la oscuridad, porque él es gigantesco y está
acostumbrado a pelear. Conozco algunas de las otras pandillas y son geniales,
pero no todo el mundo aquí fuera por la noche es amigable.
—Tal vez deberíamos volver. Parte de la ruta no está vallada. Hay una serie
de desniveles bastante grandes por aquí en alguna parte —le digo. Yo quiero ir
a Barry´s y comer algo. Ir a un lugar con luces y gente. Algún lugar lejos de las
cosas que pinto.
136 —Sentiremos la grava si salimos del camino, ¿no es así? —pregunta ella.
—Supongo.
—Tienes que dejar que tu mente vaya a otro lugar —dice—. Dejarla ir a la
deriva a lugares en los que quieres estar. Cuando yo no quiero hacer algo, como
dar una charla o hacer un examen, me imagino que estoy en el estudio de Al,
soplando vidrio. Estoy girando el tubo y soplando, haciendo crecer algo desde
mi aliento.
Tengo este instante de lucidez mientras sigo avanzando, una descarga que
me golpea de la nada. Si Dylan conoce a Shadow, y Dylan y Ed son buenos
amigos, ¿por qué Ed no conoce mejor a Shadow? El instante de lucidez no va
más allá de eso porque chocar contra un árbol en mitad de la noche elimina la
lucidez de una chica.
—Ajá. Justo la marca de la huella del neumático en mi cara —dice, y tal vez
sea el choque pero pierdo el control y doy un resoplido de risa.
—No has oído los rumores —dice—. «Los chicos encuentran muy sexy a las
chicas que corren resoplando sobre ellos con sus bicicletas».
—No puedes llamar a la policía para que te ayude a subir una colina —dice
él. Me pregunto si mi padre podría conducir su taxi hasta aquí abajo. Si él
supiera que estoy con un chico, probablemente podría.
—Muy bien, caminemos —digo—. Pero primero voy a llamar a Jazz así
alguien sabe dónde estamos. —Salimos de la luz de la bici entre nosotros y cojea
hasta una roca y se sienta. Está lo suficientemente lejos por lo que
probablemente no puede oírme pero me alejo aún más de él para asegurarme.
—Algo está pasando, ¿no? —Ella se aparta del teléfono durante un segundo
y la escucho gritando a la multitud: —Daisy, Leo, algo pasa entre Ed y Lucy.
—No puedo creer que hicieras eso. Leo le dirá a Ed que yo he dicho que
algo está pasando. No es así. Él está con Beth —susurro.
—¿No te habrá oído gritar que algo está pasando entre su novio y yo?
—¡No, no lo hagas!
—Lucy simplemente desea que pase algo, pero Ed tiene novia así que no
hay nada.
—Todo arreglado.
—¿Todo arreglado? Ahora piensan que soy una ilusa. Tengo que irme. —Y
encontrar una manera de separar mi yo consciente de mi yo inconsciente para
poder borrar ese recuerdo. No creo que mis posibilidades sean muy buenas.
—El ambiente está muerto para los dos. Dylan ha intentado bailar con ella
pero ella está bailando con un chico llamado Gorila. Creo que está loca por algo
más que los huevos. Es muy triste verlo. Él está sentado en un rincón ahora,
mirándolos. Espera. Beth me está diciendo algo.
—De acuerdo —dice Jazz—. Tengo noticias. Beth dice que ella y Ed
rompieron hace unos tres meses.
—Es libre y no quiere que sepa que es libre porque no quiere que yo crea
que haya siquiera la posibilidad de que estemos juntos.
—¿Estás bien? Tus susurros han pasado a una especie de tono alto.
141
—Estoy bien. Ni siquiera me gusta de esa manera.
—Muy bien. Tal vez me gusta un poco. No sé. Estoy confundida. Corrí
sobre él con mi bicicleta camino abajo.
Jazz dice que el universo nos indica las respuestas. Siempre había pensado
que era una estupidez, pero nadie está dándome nada para seguir adelante por
lo que este podría ser el momento para los últimos recursos.
Saco una moneda y le doy la vuelta. Cara significa que Ed no me dijo nada
de Beth porque está haciéndose el difícil. Vale. A la de tres. A la de cuatro. Está
bien, A la de cinco. Oh, bueno, siempre está Shadow.
142 trucos como papá me enseñó. La escondo entre mis dedos, haciéndola aparecer
y desaparecer.
—Se trata de que lo hagas creer a tu audiencia —dice siempre papá—. Pero
también se trata de lo que tu audiencia está dispuesta a creer. La gente desea
ver que sacas una moneda de la oreja por arte de magia. Así que si eres lo
suficientemente rápida, si ocultas las cosas lo suficientemente bien, lo creerán.
Miro a Lucy hablando con Jazz, observo el lunar de su cuello, arrastro los
pies para verla, mirarla, observarla, verla. Quizás podría decirle que soy yo
mientras estamos de pie frente a esa pared del parque de patinaje. O bien
llevarla a la que hice de Bert. Presentarlos, algo así. O podría enseñarle la
balanza que dibujé cerca de los muelles. Como esas que vi en el cuadro de
Vermeer, Mujer Sujetando Una Balanza. La señora J me contó una vez que esas
balanzas de la pintura sopesaron algo muy importante, algo así como actos o un
alma. Bert y yo fuimos a la exposición de Vermeer y mientras estábamos
143 mirando ese cuadro le pregunté: «¿Qué crees que tiene que hacer alguien para
lograr un alma fuerte?»
—Yo no sé sobre almas pero una persona debería vivir bien. No tiene
sentido vivir si no vives bien.
Leo, ¿qué le estás diciendo? Intento pensar en maneras de explicar por qué
mentí.
—Eso no cambia lo que es y que sea una putada. Alguien puede veros en
ella. —Miro hacia atrás a Lucy que está sentada en un charco de luz de la
bicicleta lanzando una moneda al aire—. No la quiero en esto.
—No está pasando nada. No vayas a contarle a Jazz que está pasando algo.
—¿Y?
—Y tenías el pez de la clase bajo tus pantalones. Algo estaba pasando.
—¿Qué opinas acerca de la Dama Jazz? Ella tiene esas pequeñas trenzas. Me
gustan esas pequeñas trenzas. Señala un montón con el dedo. Conoce algo de
buena poesía. Le recité algunas de las mías y le gustaron mucho.
—¿Qué otras?
145 —No estoy preocupado por eso. Es solo que no sabía que tú escribías poesía
que no fuera para nuestras obras. ¿Dirías que eres más un poeta o un
comentarista social? —le pregunto, pensando en lo que Lucy dijo antes.
—Buen punto.
—Creo que te gusta realmente, así que no hagas algo que lo arruine.
Acompáñala caminando hasta su casa y recoge la furgoneta de huida y espero
que no te arresten esta noche.
—Gracias.
—¿Leo?
146 —Mira. Jazz me ha dicho que podía haber algo entre tú y Lucy porque Lucy
insinuó que podría haberlo y Beth escuchó a Jazz y así que Jazz le dijo a ella que
no estaba pasando nada porque vosotros dos estabais saliendo y Beth dijo que
vosotros no salías desde hacía unos tres meses.
—Joder.
Me acerco a Lucy. Ella gira una moneda al aire así que yo la capturo y la
coloco en la palma de mi mano.
—¿Qué haces?
—Bien.
—Yo nunca he dicho que tu padre mintió —le digo, y recojo su bicicleta.
—No es demasiado pesada —le grito también—. Está bien, Leo nos
recogerá en el parque de patinaje con una furgoneta. Podemos ponerla detrás.
—Excelente —digo yo, y tropezamos con las rocas que hay bajo nuestros
pies.
Bert resopla junto a nosotros en la caminata de la colina. Él me está diciendo
que debo pedir perdón.
—Mira, he mentido sobre Beth por la forma en que me mirabas antes. Como
si fuera un saco de nada a punto de asaltarte.
—Lo siento.
Ella me dijo que leyera ese libro que estaba estudiando en clase de
Literatura.
149 —Se trata de Vermeer —dijo—. A ti te gusta. —Así que me senté allí, cada
noche leyendo una página o dos. Pero mi cabeza no retiene las palabras. Las
olvido antes de seguir con las próximas. No soy más estúpido que Leo así que si
él puede retener las palabras, ¿por qué yo no puedo?
Pero no podía decírselo a Beth porque ella estaba muy feliz cuando fingí
que lo había leído. Tuvimos esta gran charla y mientras tanto sentí como si ella
estuviera mirándome a través de esa caja de Vermeer. Todo lo que veía era
cierto, pero mezclado alrededor del camino equivocado.
—¿Qué estás pensando? —pregunta Lucy.
—Las acepto.
—Yo también.
—No lo sé. Quizás. Leo me preguntaba qué pensaba de ella. Le dije que
parecía agradable.
—¿Lo alcanzó?
—Sí.
Pista de baile
12:45 a.m.
151
Tú no estás, no me encenderás.
152
Ed
Terminé la última menta y comenzamos a caminar de nuevo.
—Es mejor que no decir nada, que es lo que dijiste en nuestra cita. Yo
realmente quería hablar.
—Lo tenía todo calculado. Pensé que hablaríamos sobre arte. Acerca de
Rothko. O tal vez libros. O el tiempo. Hubo un huracán en el norte ese día.
Es la chica más extraña que alguna vez he conocido. No sabía que era esta
chica extraña cuando la invite a salir en el Curso 10. No estoy seguro de haberla
invitado si lo hubiera sabido.
—Pensé que diría algo como, ¿no es genial ese Rothko que vimos en la
galería?
—Muy casual.
—Vale, suena menos casual ahora porque acabamos de caer por una colina.
—Considerada.
—¿Y?
—Vale, entonces. Sip. Ese Rothko que vimos en la galería era genial.
—¿Qué eres, abogada? Nº 301. Rojos y violetas sobre rojo/rojo y azul sobre Rojo.
—Arte como ese no necesita palabras. Esa pintura te dice algo que te
arrastra hacia ella y te empuja fuera y sabes lo que está diciendo sin pronunciar
las palabras. —Bajo la bicicleta un momento—. ¿Es eso lo que pensaste que
diría?
Estaba tranquilo después de decir eso, tan tranquilo. Y por dentro ya no soy
más ese río calmo. Soy marea alta y tratando de mantener mi cabeza sobre el
agua mientras estoy de vuelta en la tienda mirando a Bert, acostado cara arriba,
con sus viejas y dibujantes manos inmóviles.
Aparte de la señora J, él era la única persona que creía que yo era algo más
que un perdedor escribiendo en las paredes de su tienda.
Eso es fácil.
—Extraño la mirada que él ponía en su cara cuando maldecía y después
comprobaba si Valerie lo había oído. —Estábamos en la cima de la colina ahora
y nos sentamos a descansar un rato.
—Parece un buen tipo —dice Lucy—. Puede que un poco como Al.
Ahora que ella sabe acerca de Beth parece como si no hubiera un gran
abismo entre ella y yo. En lugar de dos personas en medio de nosotros, solo hay
una. Shadow. Y yo soy él, así que casi es solo ella y yo.
—Tal vez. Sin embargo, parece como que la vida no se mueve mucho en
ninguno de ellos.
Ella está silenciosa y no quiero que pregunte mucho acerca de por qué he
dejado la escuela así que digo algo solo por decir algo.
—Hola, Malcolm.
Mierda. Mierda.
Miro a su traje.
—Así es. Solo seremos buenos amigos —dice él, y yo pongo mi mano en el
brazo de Lucy para que no ataque.
Malcolm sonríe.
—Solo una.
158 —¿Cucarachas? ¿Cómo se me pasó algo así sobre alguien? —pregunta ella,
viéndose bastante perturbada por su falta de juicio.
—Suficiente. —La voz de Malcolm es seria ahora y los dos nos quedamos
quietos—. Quiero que le des a Leo un mensaje de mi parte.
—Eso es todo.
—Está bien —digo, sintiéndome bastante afortunado hasta que él y los tipos
malos se acercan más y tengo el presentimiento de que el mensaje será en forma
de un gran moretón en mi rostro. No puedo dejar de mirar la bicicleta de Lucy
que esta tirada en el suelo.
Malcolm se detiene.
Mis piernas tiemblan y mi corazón da vueltas como loco y se siente tan bien
no haberse rendido ante un perdedor que cree que puede decirnos que hacer y
160 nosotros simplemente lo haremos porque nos tiene contra la pared y parece que
no hubiera forma de escapar. Pero podíamos escapar. Lo hicimos. Huimos
cruzando el parque, escapamos y volamos y hay una luz elevándose desde
algún lugar por delante, desde el parque de patinaje, de la luz que cuelga sobre
la pared que le quiero mostrar.
—Vaya, eso es malo, ya que aterrizara sobre mí, pero me refiero, ¿los
estamos perdiendo?
—¿Qué piensas? —le pregunto. Pero ella está mirando de nuevo mi oreja.
—No está completamente perforada. Creo que podrías dejar que se cure o
llegar al hasta el final.
162 mi boca está tan cerca, tan cerca. Y luego ella se pone blanca y me aparto
porque estoy bastante seguro de que está a punto de vomitar.
Lucy
163 Lo dice con una voz que me hace sentir guay, no idiota, y una línea como
esa es cien por ciento riesgosa. No estoy segura de nada, no estoy segura si
significa lo que creo que quiere decir, no estoy segura si la adrenalina me está
jugando una mala pasada. No estoy segura si es él quien más me gusta, o si es
Shadow. Tal vez sean ambos. Definitivamente no es Malcolm Paloma.
Como he dicho antes, una chica no piensa con claridad cuando se enfrenta a
la electrocución, y si Ed es una tostadora entonces yo soy una chica con un
cuchillo. Estoy a punto de decir algo en respuesta, tal vez preguntarle qué quiso
decir o simplemente dejar que me bese, que creo que es hacia donde nos
dirigimos, cuando tengo un destello de la nariz de Malcolm y una imagen de él
comiéndose una cucaracha y esta oleada aumenta dentro de mí y estoy bastante
segura de que voy a vomitar.
Creo que todos los expertos coinciden en que vomitar mientras que un
chico trata de besarte es malo. Deja prácticamente al muy, muy interesado fuera
y no estoy segura de que Ed este muy, muy interesado. Me esfuerzo por dejar
de pensar en la sangre de Malcolm, pero por más que trato de evitarlo más lo
pienso.
—Es la nariz de Malcolm —le digo a Ed, para que no se haga una idea
equivocada—. Y la cucaracha. —No quiero que piense que es la idea de su beso
lo que me está enfermando.
—¿Cómo qué?
—Muy bien, así que háblame sobre el estudio. ¿Cuánto tiempo hace que
trabajas allí?
164 —Desde el Curso 10. —Me inclino más hacia delante y respiro
profundamente—. Mis padres no podían pagar el costo total por lo que limpié a
cambio de lecciones.
—No mucho. Pero ellos tienen otros trabajos y un día papá va a hacerse
famoso y el libro de mi mamá será publicado. No necesitas dinero, de todos
modos.
Me incorporo.
Desde que papá se mudó al cobertizo ella dejó de decir que está demasiado
cansada para escribir. Ella llega a casa y nos prepara la cena y hablamos. A ella
le gusta escuchar sobre mi vidrio, sobre lo que he aprendido en lo de Al. Como
tengo que enfriar mis piezas de la manera correcta o presiones internas la hacen
estallar.
165 Después de cenar, hago mis tareas mientras mamá tipea a la distancia.
Seguimos así hasta medianoche a veces, deteniéndonos por tazas de té, pero no
hablamos porque mamá dice que un artista necesita espacio en su cabeza. La
Sra. J y Al dicen lo mismo. También papá.
—A mi mamá realmente le gusta que ella y papá son artistas, incluso si eso
significa que no tienen mucho dinero. Me han dicho que trabaje en mi arte, no
importa lo que pase.
—Las olas del tsunami no son elevadas como otras olas —dice Ed—. Si
estuvieras en un barco en aguas profundas, un tsunami podría ir por debajo y
nunca te darías cuenta. Es sólo cuando están cerca de la costa que se hacen
grandes.
—Ajá.
Vuelvo a pensar en lo que dijo Ed sobre el dinero. Tal vez mamá y papá
están peleando por eso, pero nunca me di cuenta.
Los otros llegan mientras tengo la cabeza entre mis piernas de nuevo,
tomando respiraciones profundas.
—¿La emborrachaste?
—¿De qué crees que están hablando? —pregunta Jazz—. Parece un poco
167 intenso.
—Dylan siempre habla de ese chico pero siempre pensé que estaba
exagerando.
Jazz silba.
—Si no hubieras vomitado diría que estas enganchada.
—Estoy diciendo que es algo que tienes que tener en cuenta. Por otra parte,
le rompiste la nariz y volvió a por más. ¿Daisy?
—Me gusta él —dice ella—. ¿Sabías que él organiza los libros de texto en su
casillero en orden alfabético?
168 Niego con la cabeza. Hay cosas que no puedes especular acerca de una
persona.
Ella se ríe.
—Los chicos no siempre hablan de esas cosas, Lucy —dice Jazz—. Eso no
es necesariamente una mala señal.
—Lo importante es que Beth no está aquí y tú sí y hubo un casi beso por lo
que tienes una oportunidad.
—No hables del casi beso. Eso matará cualquier esperanza de besos en el
futuro. La gente como tú y Ed tienen que agarrarse entre sí e ir a por ello.
—Oh mi Dios.
Claro que sí. Ella podría ser como la cantante de los Corazones Sangrantes
pero yo también soy genial.
—Yo soy como Courtney Love sin las drogas, ¿verdad? Atrevida. Llena de
sentimiento tácito.
170 —Eres un ladrillo cuando el chico es real y está delante de ti —dice Jazz—.
No lo tomes a mal.
—Entonces, ¿qué está pasando entre Leo y tú? —pregunto—. ¿Ha dejado
que lo sigas hasta la camioneta?
—Fue como si quisiera que lo siguiera, pero él no podía decirme así que lo
seguí sin que me lo pidiera.
—Él bailó conmigo toda la noche y recitó poesía. Estaba rogando por un
buen acecho. Así que, Daisy y yo nos pusimos al día con él y Dylan después de
un rato y caminamos juntos por un par de bloques, entonces Leo nos hizo
esperar en la esquina. Él no nos dijo por qué.
—Tal vez la camioneta tiene algo que ver con el dinero. —Miro a Daisy—.
171 ¿Qué te parece?
Se encoge de hombros.
—Creo que Ed y Leo son buenos. Creo que Dylan es un idiota pero es un
buen tipo también. El hermano de Leo conoce algunas personas que dan miedo,
sin embargo. Leo probablemente no quería que nos asustáramos cuando
viéramos de quién era la camioneta que estaba tomando prestada.
—Eso tiene sentido —dice Jazz—. Entonces, ¿no crees que fue porque
Emma estaba en ese lugar?
—¿Por qué vive con su abuela? —pregunta Jazz—. ¿Qué le pasó a sus
padres?
Jazz se sienta.
—He estado bailando con el chico durante dos horas y tú sabes más de él
que yo. Todo lo que sé es que le gusta la poesía. Quiero decir, ¿por qué necesita
una furgoneta de todos modos?
—A los chicos les gustan las furgonetas —dice Daisy—. No hay misterio en
eso. Sin embargo, sé a lo que te refieres. Es frustrante. Dylan apenas me dice
algo.
172
Ed
Las chicas acompañan a Lucy hasta el grifo y yo voy directamente al grano.
173 —Él no va a perforar nada una vez que lo encuentre. Quédate conmigo.
Estarás bien.
—No estoy seguro de eso pero al menos consigue que Jake te adelante el
dinero para que puedas dárselo ahora.
Leo mira con cautela. Aparte de esta noche, Leo nunca parece desconfiado.
—Y dado que los tipos malos aún podrían estar en alguna parte en el
parque creo que deberíamos irnos —dice Leo—. Suerte que tenemos la
furgoneta de huida. Es legítimo llamarla furgoneta de huida ahora, porque la
usaremos para escapar de Malcolm.
—Mi abuela podría contigo en una pelea, así que cállate. —Es cierto, así que
Dylan hace lo que le dijo. Leo se gira hacia mí—. Beth me dijo que te dijera que
te esperará en el lugar, a las cinco de la mañana. Quería quedar antes. Le dije
que estabas ocupado.
—Genial. Ella piensa que estoy ya sea con una chica o robando en algún
lugar.
—Estás con una chica y robando en algún lugar. —Saca sus llaves y las hace
girar—. Así que yo estaba pensando. Solo es las una y media. Tenemos una
hora o más para matar antes de llevar a las chicas a casa. ¿Cuál es el nombre de
la bruja que tu madre fue a ver al casino? La Dama Jazz adora los fenómenos
psíquicos.
—¿Tenemos secretos saliendo de nuestros culos y quieres llevarlas a una
vidente?
Mi problema es que fui atacado por su culpa y Lucy casi fue atacada por su
culpa y él no me dirá por qué necesitaba quinientos dólares. Pero ha sido al
revés muchas veces y Leo nunca ha tenido un problema conmigo.
175 —Toma.
Yo no lo cojo porque si lo hago cogeré dinero del trabajo y eso significa que
no hay manera de salir y espero que la haya. Me imagino una pieza que pueda
hacer, un árbol con dinero goteando de las hojas y un chico recogiéndolo.
Pongo una chica a su lado y ella se parece mucho a Lucy y el chico se parece
mucho a mí y cuando se besan el dinero cae suavemente sobre sus hombros.
—Si Daisy tiene que patear a alguien para averiguar qué está pasando
entonces lo hará.
Jazz sigue hablando de la gran María y soy consiente que vamos con todos
nuestros secretos a ver una clarividente que trabaja con la policía.
Leo sonríe.
—¿Estáis tú, Leo y Dylan tramando algo? —pregunta Lucy mientras estoy
esperando a que responda Leo.
177 los coches bañan de luz la noche. Estoy a punto de decir, soy yo el que has
estado persiguiendo ¿qué piensas de eso? ¿Todavía quieres hacerlo con
Shadow? Pero antes de que las palabras salgan Leo arranca la furgoneta y me
distraigo.
—Parece rosa. Parece a una furgoneta Volkswagen rosa con Amor Libre
escrito en el lateral con letras enormes.
—¿Y?
Es Jake y el Jaguar de nuevo. Sólo que esta vez Leo, Dylan y yo somos los
que estamos siendo capturados y no saldremos fácilmente. Serán los policías los
que nos lleven de las orejas y no su abuela.
No me muevo.
—Te sientas en el suelo —dice Daisy—. Y te aferras a los lados así. —Ella se
lo muestra—. ¿Ves?
—¿Ed? —pregunta ella. Vete a casa ahora, pienso. Vete a casa y olvídate de
mí y Shadow. Vete a casa y siéntate delante del televisor, levántate por la
mañana, haz cristal con tus recuerdos, estudia para los exámenes y entra en la
universidad.
Pero entonces ella sonríe y pienso en estar sentado a su lado, así que entro y
cierro la puerta.
—Bueno, ¿de quién es esto? —pregunta ella, pasando las manos por las
mullidas paredes rosadas.
Al menos Leo está actuando como si tuviera dos dedos de frente. Espera un
minuto.
—Un tipo —dice Leo—. Nadie. Un amigo de mi hermano. —Él me mira por
el espejo, sus ojos me dicen que me calle. Lucy me mira también, y ahora es el
momento de decir detén la furgoneta y lárgate. Pero si digo eso entonces no
podré tocar ese lunar en su cuello, nunca.
179 —Ellos simplemente lo llaman loco porque una vez se comió cinco
cucarachas —digo, y todos se ríen y hablan de leyendas urbanas como sabía
que harían. No miro a Lucy porque ella me está mirando y si la miro entonces
tal vez le cuente la verdad.
Cierro los ojos y pulverizo una obra en mi cabeza, una pared con la sombra
de un chico y una carretera oscura frente a él. Siento a Lucy a mi lado y quiero
decírselo en este momento, contarle todo. Pero esas sombras se ríen y me
preguntan, ¿de qué serviría? ¿En qué piensas? No puedes ir de nuevo al fondo
de esa colina y quedarte con ella allí. Tienes que subir hasta la cima tarde o
temprano y la gente como Malcolm siempre estará esperándote.
Tuve una oportunidad cuando Bert estaba vivo. Tenía un lugar donde ir
todos los días. Tuve a Beth, que alejaba las sombras de mi vida. Pero ahora soy
sólo yo, deambulando por las galerías y tratando de completar solicitudes de
empleo llenas de faltas de ortografía. Solicitudes de empleo para cosas que no
quiero hacer de todos modos.
Daisy le dice a Dylan que se pierda y abro los ojos para verlo apuntando
una almohada a su cabeza, pero falla y golpea a Lucy.
Lucy los está mirando y de vez en cuando tratan arrastrarla a la pelea pero
ella simplemente se encoge de hombros y sigue observándolos como un partido
de tenis, de ida y vuelta y de ida y vuelta.
180 —Podrías haberle hecho daño —dice Daisy.
—Exactamente. Una caja entera. Utilice mis últimos huevos en ti. —Él se
cruza de brazos—. Fue una celebración.
—No estoy muy segura. ¿Podemos quizás abrir una ventana? Estoy
sintiendo un poco de malestar en esta furgoneta.
—Eso es un alto punto de referencia que estableciste para ti mismo. Sólo tus
novias llegan a llamarte idiota.
181 —¿Por qué estás tan enojada conmigo? Nos estábamos besando detrás del
cobertizo la semana pasada. —Se vuelve hacia Lucy—. ¿Sabes por qué está tan
enojada?
Todo el rato mientras Dylan y Daisy están gritando, Lucy se está poniendo
más blanca, pero no se dan cuenta, simplemente continúan.
—¿Podéis callar los dos? ¿No veis que se siente mal? —pregunto.
Daisy la mira.
Pongo su pelo hacia atrás y veo ese lunar en el cuello y pienso en cuanto me
gustaría estar más cerca. Tendrías que ser un tipo diferente para que eso
suceda, dicen las sombras. Tal vez podría serlo. Tal vez haya una manera de
que pudiera ser un tipo diferente. De qué manera, preguntan las sombras, pero
—Tengo una idea —le digo y trepo por la cerca junto a la furgoneta. Estoy
al nivel del techo, pero necesito estar más alto. No hay manera de llegar sin
colocarse en la parte superior de la cerca y creo que gritar mientras me caigo
probablemente arruinará mi buena imagen.
—¿Y no lo soy?
Ella sonríe y abre la puerta del conductor un poco. Luego se sube a la valla
y usa la puerta abierta para subirse al techo.
La sigo.
—Algunas chicas dejan que los chicos parezcan geniales —le digo.
—No soy tan genial —dice ella, recostándose en el techo—. Sigo casi
vomitando.
—No es eso.
Fijo la mirada en ella y ella se queda mirando al cielo pero en realidad, está
viendo aquella cosa en su cabeza de nuevo.
—Mi madre y mi padre pelean así. Casi como Dylan y Daisy. De ida y
vuelta sobre cosas estúpidas. Ella le dijo una vez que se metiera el control
remoto en la úvula.
—Lo son a veces. Generalmente son geniales. Sólo pelearon así como dos
meses y luego se detuvieron. No pelearon más. Dylan y Daisy me hicieron
recordar cómo era, eso es todo.
—Me alegro de no tener padres que pelean —digo—. Incluso si eso significa
que estamos sólo mi madre y yo.
Piensa un poco.
184
—Diría que probablemente tenga razón.
—No creo que sea así de simple —dice, y levanta sus brazos, agarrando las
estrellas.
Lucy
—No creo que sea así de simple —le digo a Ed.
185
delantera del cobertizo que no volvería. Creo que lo supe cuando vi la
tranquilidad que siguió después de hacerlo. No sé por qué se están divorciando.
Sé que todavía se aman, pero supongo que el amor es como un malvavisco en
un microondas a máxima potencia. Después de que explota, aun así, es un
malvavisco. Pero, ya sabes, ahora es un malvavisco complicado. En esos dos
meses cuando estaban peleando, antes de que papá se fuera, explotaban mucho.
Y mamá y papá cómo son, divorciados o no, están bien. Claro que son un
poco raros y el gran amor terminó en patatas que no pueden ser rehidratadas,
pero la forma en que me aman, es duradera. Nunca me trasladarían al
cobertizo.
Miro hacia arriba y dibujo unos pocos deseos en el aire. Dibujo a papá en un
lugar que tenga una bonita vista y una buena tienda de café en la esquina, que
no esté demasiado lejos de mí. Dibujo un cobertizo vacío de él. Pongo un
escritorio allí, así que mamá puede utilizarlo de oficina. Son dibujos
complicados, así que dibujo algo sencillo también.
—Ha sido una noche larga —dice—. Estamos casi en la parte final.
—Sabes —le digo—, estoy perdiendo interés por todo eso de Shadow.
—¿Qué?
—No necesito el hombre perfecto. Eso fue estúpido de mi parte, pensar eso.
—No estoy hablado de Shadow ahora. No quiero que Ed piense que no lo
quiero porque nuestra primera cita no fue perfecta. Pienso en esa pareja con los
187 ojos vendados besándose. ¿Quién puede decir lo que es perfecto y lo que no es
perfecto? En este momento, estaría dispuesta a besar a Ed a través de una bolsa.
Así que es verdad lo que dicen de las hormonas adolescentes. Parece que estoy
descontrolándome. No es muy Jane Austen de mi parte, pero se siente
agradable.
—No está ni siquiera cerca de ese tipo que quieres —dice Ed, y se sienta.
—De acuerdo, lo entiendo. Shadow malo. —Ed bueno. Lucy estúpida. Todo
es mucho más sencillo de lo que pensaba que era. Ahora vuelve a acostarte.
—No, no lo entiendes. —Se apoya con los codos en las rodillas y las manos
tocando sus botas—. Shadow está planeando robar algunas cosas más tarde. De
tu escuela. Del bloque de Materiales.
—¿El bloque de La señora J? ¿Está robando cosas de otros artistas? —Me
incorporo. Pienso en ello—. ¿Les está robando? es un delincuente.
—Es diferente. —Miro los coches también. Los miramos durante mucho
tiempo. Sólo dos personas atrapadas en un lado de la carretera, solos en el techo
de una furgoneta del amor libre. No estoy segura de lo que está pensando Ed,
pero estoy pensando en lo equivocada que una persona puede llegar a estar.
—No cuando sabes dónde buscar. —Doy tres vueltas a la cinta para tener
suerte y valor antes de decir lo que estoy pensando—. Está bien. Que no me
hablaras acerca de Shadow. —La giro de nuevo—. Entiendo por qué. De todos
modos, las cosas son diferentes ahora. —Me muevo para que mi brazo esté
contra de su brazo. Él se mueve, también.
Nos sentamos en este lugar que es algo real y no algo que he inventado
para seguir adelante. Shadow puede robar en la escuela, él puede pintar
océanos. Él puede hacer lo que quiera. Yo estoy rozando el brazo de Ed.
—Sabes —le digo—, creo que en otra vida, esta camioneta podría haber
sido azul.
Ed
Estoy mirándola fijamente. Hay un movimiento entre ese lunar y yo, y
podría inclinarme y comenzar todo este asunto entre nosotros.
—Lucy, hay algo que necesito decirte. —Ella me pregunta qué y yo le digo
que se trata de Shadow—. Acerca de Shadow y yo.
Las palabras han salido finalmente. Estoy pintando una pared para
nosotros, Shadow volviéndose en la persona que es, y solidificándose. No
189
puedo pensar en las palabras lo suficientemente rápido como para decírselas,
sin embargo, ella está completando el esquema por mí y en algún lugar del
relato y la audiencia me estoy sentando en vez de acostarme junto a ella.
—Sería más fácil si todos llamáramos a las cosas por lo que realmente son.
—Supongo que también algunos ensayos, pero sobre todo práctica. ¿Por
qué no lo solicitas? —pregunta.
—Has dicho a tu madre que esto es una estupidez desde hace años ¿y
ahora de pronto te lo crees? —pregunta Leo—. María Contessa no nos va a
delatar delante de las chicas.
—Yo sabía que había algo que quería conseguir con los huevos. No entres
sin mí. Diles a las chicas que estoy en el baño o algo así. —Él corre hacia las
puertas y desaparece en el casino.
—Lo digo en serio, no voy a entrar —le digo a Leo mientras esperamos—.
Le preguntaré a Lucy si quiere comer algo conmigo antes de llevarla a casa. Nos
veremos aquí a las dos y media. Media hora es tiempo suficiente para dejarlas y
volver a la escuela.
—Yo no sabía que la furgoneta era de David el Loco. Jake me dijo que
fuera a la calle Montague y cuando me di cuenta ya estaba en su casa, era
demasiado tarde para echarse atrás. Pero le dije a Jazz que ella no podía entrar
ahí conmigo.
—Lo sé.
—Quiero decirle que soy Poeta. No para alardear. Sólo para que lo sepa.
—Situación sin salida —le contesto—. Una vez que se lo digas, no habrá
ningún alarde.
—Ese es el plan —dice, y entonces las vemos salir por la puerta. —Eso es
malo.
—Ajá.
Todo es lo que es, pienso, observando a Raff, Dylan y las chicas caminar
hacia nosotros. Me gustaría que fuera algo más.
Lucy
Jazz sonríe.
—Lo tengo. Creo que vas a conocer a alguien que ofrezca una mayor
estática que Dylan.
—¿En serio?
—Absolutamente —dice Jazz—. Lo que tienes que hacer es escribir una lista
de todas las cosas que quieres y luego se lo dices al universo y eso es lo que
consigues.
—Bien, ¿quién es el universo? —pregunta Daisy—. Me refiero a que la
gente siempre está hablando de ello, pero el universo debe tener mejores cosas
que hacer que espiar a tres chicas en un cubículo del baño.
—Muy bien. —Daisy saca su lápiz de labios y comienza a escribir una lista
en la pared del baño.
—Así que tú y Ed —dice Jazz—. Leo y yo. Todo está resultando incluso
mejor de lo que planeé.
Leo la lista.
—Es una lista interesante. Nunca conocí a un chico que me alisara el pelo
mientras que está viendo fútbol.
—Sin embargo, sería muy útil —dice Jazz—. Los mechones de la espalda
son tan difíciles de alcanzar.
—Sip. También sería útil tener un chico que hiciera un buen sándwich de
queso tostado y tomate. —Leo más abajo—. Y que vaya a trabajar a la
verdulería de tus padres el sábado sin quejarse a pesar de tenerle algo de miedo
de tu madre.
—Y un chico que todavía te quiera recuperar, incluso cuando lo llamaste un
idiota en una furgoneta rosa en la autopista, sería un buen partido —dice Jazz.
—¡Daisy! —Dylan llama y golpea su puño contra la puerta del baño—. ¡Sé
que estás ahí! Ven aquí, tengo un regalo para ti.
—No te emociones demasiado, pero creo que podría ser el hombre de tus
sueños de la pared del baño llamando a la puerta.
—Feliz cumpleaños —dice, y ella sonríe. Ella no tiene por qué saber que Ed
probablemente lo informó.
—Yo también.
—Gracias Raff. —Ella hace las presentaciones—. Lucy, Jazz, ellos son Raff,
Pete y Tim. Chicos, ellas son Lucy y Jazz.
—Sip. Estamos celebrando la última noche del Curso 12 con Ed y Leo. Ellos
están afuera —le digo.
—¿A qué escuela vas? —pregunta Jazz, y yo sé que ella está pensando en
extraer de estos chicos información acerca de Leo. Ella lee mis pensamientos y
sonríe.
197 Leo y Ed nos miran desde la cola. Ellos están de pie bajo un cartel
intermitente que los ilumina un segundo y dificulta el verlos al siguiente. Lo
provoca el destello. Es la cara de Ed en la luz y la sombra. Es la forma en que
me mira, nervioso y triste, los hombros hacia abajo como nadando en ese mar
decepcionado. La forma en que está iluminado de azul por la luz encima de él.
Parece acorralado, perdido y totalmente abatido. Él me saluda y la luz convierte
su mano en un pájaro.
—Sí —dice—. Yo pensaba que nadie excepto yo y Dylan lo sabía. Sus cosas
y las de Leo son las mejores que hay por aquí.
—Una pregunta rápida. ¿Somos las chicas más estúpidas del mundo?
—Es posible —digo, ahora lo suficientemente cerca para ver la
preocupación en la cara de Ed.
198
Ed
No me molesto en mentir.
Daisy es más lenta reflexionando que Lucy y Jazz, pero ella lo entiende
ahora.
—Todas esas cosas que te dije sobre Shadow —dice ella—. Debes haber
pensado que eran bastante divertidas.
—No pensé que eran divertidas —le digo, y me muevo hacia ella.
—Sin embargo, te reíste. Bastante. Por lo que debes haber pensado que algo
de lo que dije era gracioso.
—No fue idea de Ed —le dice Leo—. Fui yo quien pensó que sería gracioso.
Jazz piensa en eso durante un rato.
—¿Tú pensaste que mentirnos toda la noche sería gracioso? —Ella lo piensa
un poco más—. ¿Todo el tiempo en que estábamos hablando de poesía y me
recitabas versos pensabas que era gracioso? ¿Todo el tiempo que estuvimos
bailando, en realidad te estabas riendo de mí?
Él corre.
Ella sabe ahora que yo soy él, que he perdido mi trabajo. Que tengo la
intención de robar en la escuela más tarde. Ella lo sabe todo, pero no sabe por
qué.
—En tu cabeza, Shadow era esa gran persona y no soy nada. —Sus ojos
siguen sujetándome—. Apenas puedo leer.
Siento todos estos años corriendo y jamás alcanzando a cada uno dentro mí.
Estoy de vuelta en la autopista como ese tipo en la pintura, de nuevo en el lado
de la carretera con el hormigón extendiéndose alrededor y no hay manera de
hacer que la gente escuche o entienda, ya que tendrían que estar dentro de mi
cabeza para que eso suceda.
Lucy deja de mirarme. Se queda allí sin mirar, ni hablar y pienso en aquel
ensayo de Arte, en payasos masturbándose, en Fennel y aquellas aves en mis
paredes, aleteando en los ladrillos. Pienso en ese fantasma en un frasco. Pienso
en la esperanza que Bert me daba y que acabó con él tumbado boca arriba en el
pasillo tres, sus manos agrietadas, su rostro viejo y hundido, y su anciano
corazón detenido. Pienso en Leo y en los sueños en los que está demasiado
asustado para tener. Y pienso en lo mucho que deseo que Lucy me diga algo
que cambie lo que pienso de mí mismo. Quiero pintar una pared en este
momento y poner las palabras en su boca, pero no sé cuáles serían esas
palabras.
Ella abre la boca y Leo suena la bocina y si ella dice lo que deseo que diga,
entonces no entraré en la furgoneta.
Y todos los pájaros en esa pared se caen del cielo. Los veo caer tumbados
boca arriba. Una nevada de ellos cubriendo el suelo. Más tarde pintaré ese cielo
vacío y las aves abajo. Los pintaré sabiendo que lo que es peor que ser atrapado
en un frasco es no estar en ninguna parte.
Lucy
—Shadow —le digo, y sé por su cara que es él. Lo miro y toda la noche
cobra sentido. La pintura en sus manos, su ropa y sus botas. Cómo sabía dónde
encontrar las paredes. Las miradas entre Leo, Dylan y él. Yo diciendo que lo
haría con Shadow y él riéndose. Yo diciendo que lo haría con Shadow y él
riéndose. Esto último continúa repitiéndose y no se detendrá.
—Todo eso que te dije acerca de Shadow. Debiste pensar que era bastante
divertido. —Él me dice que no pensaba eso, pero yo lo recuerdo riéndose de mí,
Jazz también ha caído en la cuenta. Ella ha estado hablando con Poeta toda
la noche. Su chico real era ficticio. Mi chico ficticio era real. Los taxis se detienen
y se marchan y me hacen pensar en papá. Sobre cómo nada es lo que crees que
es. Acerca de cómo el amor es más difícil de resolver que un enigma sudoku.
Sabía que Dylan estaba ocultando algo, desde el principio, pero yo realidad
no quería saber. Quería encontrar a Shadow. Quería encontrar aquello que ha
estado ausente de mi casa desde que papá se mudó al cobertizo. Quería flores
colgando del techo. Yo quería hacerlo con Shadow. Oh, Dios mío, cuando tenga
tiempo tengo que poner eso en una botella de recuerdos y destruirla con el
martillo más grande que pueda encontrar. Tengo la chispa y el entusiasmo
opuesto. Es como si alguien me hubiese metido en un plástico y me enterrase.
Todo está apagado.
Jazz le grita a Leo y ese momento se ve como aquella vez cuando gritó
mientras estaba mirando El Cuaderno de Noa. Supongo que ahora ella ya conoce
la jugada y aquellos días de dominó están cayendo. Leo ni siquiera trata de
explicarse. Él corre. Esa es la jugada. Leo cero. Dylan tiene también cero,
corriendo como un cobarde detrás de Leo. Se olvida del cumpleaños de Daisy,
le lanza huevos y miente para divertirse. Jazz y Daisy corren tras ellos.
—Supongo que estamos a mano ahora —le digo a Ed cuando estamos solos.
Sus palabras resbalan de sus labios, pero no tienen sentido y no estoy segura de
si es él o si soy yo que no estoy oyendo bien por el enterramiento de antes.
He oído todo lo que alguna vez haya pintado en su voz. Oigo esa persona
en la playa, mirando las olas. Escucho los corazones sacudidos por terremotos y
mares decepcionados. Me obligo a mirarlo porque él necesita ser mirado. Él
tiene que ser visto. Detesto que haya estado solo durante tanto tiempo,
pintando grafitis de lunas y pájaros en ladrillos y guardando silencio sobre
quién es en realidad.
—No he terminado —le grito tras la furgoneta—. ¡Para ti! ¡Me refería que es
importante para ti! —No me importa ni no puedes leer. Me importa la mentira
y el robo en el colegio. No me importa que no tengas trabajo.
Las luces del puente parpadean mensajes. Ve a la escuela. Busca a Ed. Dile
todas las palabras importantes que faltan e impide que robe el lugar. Dile que es
demasiado bueno para eso. Demasiado inteligente. Demasiado talentoso.
Llévalo a lo de Al y enséñale cómo el vidrio se convierte en algo diferente
cuando tú lo calientas correctamente. Cuando se enfría correctamente.
¿Dónde estáis, Jazz y Daisy? Por favor, por favor, por favor, permíteme
llegar a tiempo. Antes de que Ed sea arrestado, déjame decirle que no importa
si no tiene trabajo. Decirle que sigue siendo inteligente y divertido. Decirle que
algunas de mis piezas de vidrio más bellas están llenas de fisuras y me gustan
de todos modos por los colores.
Vamos, Jazz y Daisy. Tenemos que llegar a tiempo. Por favor, por favor, por
favor permíteme llegar a tiempo.
Finalmente, después de muchos «por favor», doblan la esquina.
—Quiero una hamburguesa y patatas fritas —dice Jazz—. Así que creo que
no tanto.
—Todo es difícil de ver cuando tienes los ojos cerrados. Siento haberte
205 metido en esto, Lucy. Pensé que mi noche de acción sería menos completa, ya
sabes, de acción.
206 —Tengo el mismo impulso —le digo. Y después, porque necesito decírselo
a alguien, digo—. Sólo que no quiero ver la televisión con mis padres. Quiero ir
a casa, pasar el rato con ellos, y decirles que está bien si van a divorciarse.
Tengo la sensación de que tal vez mi padre no estaría viviendo todavía en ese
cobertizo viejo si yo no le hubiera hecho sentir como si no pudiera dejarme.
Me da una piruleta.
—Es un poco rara. Pero mi madre adora a la luna durante las noches de los
viernes. Los padres son un poco raros si me lo preguntas.
—No. Vive en la casa. Tengo que verle a él y a mama darse un beso cada
mañana.
—Gracias —dice ella—. Pero voy a necesitar algo más cuando me estén
tomando las huellas dactilares. Me gustaría que hubiera más claridad. ¿Qué
hora es?
—Dos cuarenta y cinco —le dice Daisy—. No habrá más claridad por lo
menos hasta las cinco. Supongo que es por eso que están robando el lugar
ahora.
—Son tan estúpidos —susurra Jazz—. ¿Por qué me gusta un chico tan
estúpido?
—Me lo pregunto todos los días —dice Daisy—. En realidad, sabes, Dylan
no es estúpido. Él obtuvo calificaciones más altas que yo en todos sus exámenes
de práctica.
208
Poeta
El Casino
02,15 a. m.
209
Huyendo de mi chica.
Luciendo asustado.
210
Ed
Me meto en la furgoneta y Leo se pone en marcha, convirtiendo a Lucy en
nada más que un punto. Un punto con el que nunca tendré oportunidad.
211 —¿Quieres que te deje salir? —pregunta Leo. Él no está enojado. Es una
pregunta simple. Yo digo la palabra y él parará. A través de la ventana
delantera el mundo no es más que un resplandor enmarañado rebotando y
moviéndose delante de nosotros.
—Tarde o temprano, tendrás que parar —le digo—. Enfrentar las tonterías
que hemos hecho, sin hacer más cosas estúpidas para deshacerlas.
—No es la transmisión.
—¿El aceite?
—No.
—Leo, ese dinero que Jake te dio para la gasolina. Lo llenaste antes de
ofrecerme los cincuenta ¿no? —Leo permanece en silencio y no puedo evitar
reírme—. Maestro del crimen trabajando. Te olvidaste de ponerle gasolina a la
furgoneta de huida.
212
—Dylan, ven aquí y sostén el volante. Ed y yo empujaremos.
—Solo empuja.
—Vamos a alguna parte. Esto tomará un rato porque esta cosa pesa una
tonelada, eso es todo.
213 Nos las arreglamos para llevar la furgoneta a la isleta y nos apoyamos en la
parte de atrás, recuperando el aliento.
—¿Te atraparon?
—No has tenido una novia desde Emma. Tal vez te asustaste.
214 No puedo parar de reír sobre el haiku de Leo, sobre el tipo que nos quiere
matar.
—Mi maestra dijo que era grosero. —Leo la imita—. La mayoría de las
mujeres de mi curso son de la edad de mi abuela. Me gustan—. Él me mira—.
Deja de reír.
—Estás tan equivocado —dice—. Puedes leer, solo que te cuesta más
tiempo. He oído lo que Lucy estaba diciendo. Acerca de ese curso de Monash.
Me enojaría, solo que sé que tiene razón y lo mismo ocurre con él, así que
no tiene sentido. Saco el cuaderno de bocetos y lo ojeo un rato. Bert sonríe y
saluda con la mano, como si estuviera de acuerdo con Leo—. Era un buen
hombre.
—Porque yo estaba escribiendo haikus los sábados por la mañana con las
viejitas —dice—. Es diferente a escribir en un vagón de tren. Me sentí un poco
estúpido.
Se encoge de hombros.
—Exactamente —dice.
—Le conté todo a Lucy esta noche. Grafitero desempleado que dejó la
escuela antes de terminar el Curso 10. Ella no esperaba que entrara en la
furgoneta. Beth no será diferente.
Pienso en eso. Pienso en ella de pie frente a mí con la caja de mis cosas,
esperando que yo dijera algo. Ella ha estado esperando durante meses. Pienso
en ella esperando esta noche en el árbol, en cómo se sentirá si no me presento.
Un taxi frena y se detiene delante de nosotros.
Él se ríe.
Se ríe de nuevo.
—Te daré una buena recomendación. Todavía tenemos que llenar esta cosa
con gasolina y devolvérsela a David el Loco. Él nos hará comer cucarachas si no
lo hacemos.
217
Ninguno de nosotros se mueve.
—Vosotros dos habéis estado saliendo desde el Curso 10. La conoces desde
la escuela primaria. ¿Cómo no recordaste su cumpleaños? —le pregunta Leo.
—Esa es la cosa más estúpida que he oído —dice Leo y escucho mientras él
le cuenta sus secretos sobre mujeres a Dylan—. Nunca le vuelvas a tirar nada.
De vez en cuando, dile algo que estés pensando, incluso si es sobre la lluvia.
Escríbele algo de poesía. Y crece.
—Será mejor llamar a Jake y decirle que la jodimos. A ver si puede venir
aquí con gasolina. —Leo enciende el teléfono—. Mierda. —Él revisa sus
mensajes—. Él me envió mensajes como unas cincuenta veces. Aléjate de la
escuela. No hagas el trabajo. Malcolm está haciendo el trabajo. Le dije el código. ¿Estás
ahí, idiota? Creo que mi teléfono está lleno —dice Leo y marca el número de
Jake.
218 Tú no tienes el dinero, estás viviendo de la pensión. Bueno, tendría que haber
preguntado. No, no voy a ir a casa todavía. Estaré en casa cuando esté listo.
Bien. Estaré en casa cuando digas que estoy listo. ¿Cuándo es eso? Bueno, eso es
justo. Yo también te quiero, abuela. ¿Puedes decirle a Jake que venga con
gasolina hasta la esquina de la calle Flinders y Swanson? Él me vera. Es difícil
no verme.
Espero allí. Hablamos un poco. Gritamos cosas a los coches que pasan hasta
que llega Jake. Sin embargo, no voy a Barry´s. Leo me deja en lo de Beth en el
camino.
No tengo que hacerlo. Salto la cerca y me dirijo al árbol y ella ya está allí. El
sol todavía no ha salido pero lo hará pronto. El mundo ha disminuido a
silencio. Me apoyo en el árbol y las aves se dispersan.
Ella se inclina y susurra que ella lo sabía, que me extrañaba, que a ella no le
importa si tengo dinero o no. Traza el azul que hay en mis manos, traza los
pedacitos de cielo que quedan allí.
220
Lucy
—Las cuatro en punto —dice Daisy, con los ojos cerrados—. Un minuto
más tarde que la última vez que me preguntaste.
—Hemos estado esperando aquí durante casi una hora. Ellos no vendrán.
—Jazz se levante y estira sus piernas.
221
Miro más allá de ella y veo algunas sombras salir de una furgoneta,
caminando por el césped y arrastrándose a través de una ventana.
—Sal de ahí, Leo. —Él no responde—. Leo —dice un poco más fuerte. Él
sigue sin contestar—. Deben estar desenchufando cosas en el aula de
informática. No quiero entrar allí a menos que tenga que hacerlo. Intentaré
llamar a su teléfono otra vez.
—Jazz —dice Leo—, sal de ahí. Ya vamos pero tienes que correr, ahora
mismo.
—Está vacío.
Leo deja de retorcerla y me mira. Sin que él diga nada, sé que Ed está con
Beth.
—Me alegro por él. —Me siento en la cuneta—. Me alegro por él. —Me
tumbo en la acera—. Me alegro por él.
—Lamento haberte presionado esta noche —dice Jazz—. Soy una amiga
insistente. Siempre estoy haciendo comentarios sobre tu madre y padre cuando
ni siquiera los conozco lo suficiente.
—Ella está bien —dice Jazz. Ven y únete a nosotras en la acera. Estamos
mirando las estrellas. —Nos recostamos uno al lado de otro y escuchamos a
Dylan y Daisy hablando al fondo.
—Eso es justo.
—Si mi gusto por ti fuera una hinchada de futbol, estarías sorda por el
estruendo. Y si mi gusto por ti fuera un boxeador, habría un tipo muerto tirado
en el suelo. Y si mi gusto por ti fuera azúcar, habrías perdido los dientes antes
de cumplir veinte. Y si mi gusto por ti fuera dinero, solo digamos que estarías
gastando bastante.
í
Ella dice que me perdona.
Ya está aquí.
Ed
Mientras que los pájaros vuelan sostengo la mano de Beth. Deja de susurrar
en mi oído porque sabe al igual que yo que hay algo que es diferente. Que he
venido aquí a pedir perdón y decirle que hemos terminado. No puedo estar con
ella si estoy pensando en Lucy.
—Al menos conseguí decir adiós. Fuiste tan horrible cuando me dejaste.
228 —Deseaba estar contigo. —Ella suena tan triste que me mata.
Nos sentamos bajo el árbol durante un rato más y hablamos. Luego dice:
Porque ella es una chica muy genial, me presta su bici y me da dos cervezas
de su padre. Ella es muy jodidamente genial, estaría diciendo Bert, y yo tengo
una sonrisa por la mirada que tendría en su rostro mientras lo dice.
—Ed —dice Beth antes de que me vaya—, no hagas lo mismo con ella.
—Tienes un lugar más para ir —dice, y lo sé. Lucy tal vez no quiera estar
conmigo, pero tengo que terminar las cosas con ella. Intentarlo, tal vez. Sin
agallas, no hay gloria.
—No. Pero no estoy sorprendida. Mis chicos tienen talento. —Ella revuelve
mi pelo.
—Pensé que era la cosa más espectacular que he visto nunca —dice
mamá—. Mi hija la artista.
—Te hice plegable. Te puse dentro y te hice crecer con una cuerda y te fijé
ahí con masilla.
Papá sonríe.
—Se te olvidó una cosa. Se te olvidó decir que os estáis divorciando. Está
bien —le digo mientras ella niega con la cabeza—. Tengo casi dieciocho años.
Puedo afrontarlo.
—Eso podría cambiar —dice papá—. Todavía hay tiempo para llevarla por
Margaret Atwood.
—Lo único que puedo decirte es que tengas la relación que sea buena para
ti. Necesito escribir. Lo mismo sucede con tu padre. —Mamá se encoge de
hombros—. Ya sabes cómo nos peleamos cuando no tenemos tiempo para eso.
Pero te queremos. Lo entiendes, ¿verdad, Lucy?
—Por la familia Dervish —dice mamá, alzando su taza de café otra vez—.
Fabulosa, y un poco rara.
Supongo que es como el arte. Lo que vi en papá y mamá era más acerca de
mí que de ellos. Los veo charlando y riendo. ¿Quién dice que el romance está
muerto? No lo está. Está simplemente viviendo en el cobertizo. Me rio un poco
de mi misma en ese pensamiento.
—Volveré pronto.
En mí. Bajo mi piel. Me imagino que tengo lo suficiente como para darle un
poco a Ed. Salgo bajo un cielo oscuro desvaneciéndose y volviéndose rosa. Le
debo algunas palabras. Para ti. Es importante para ti.
233 Pedaleo por Rose Drive donde los camiones de basura están recogiendo
contenedores y cubriendo el olor a jazmín. Los enredados jardines sostienen las
somnolientas casas a lo largo de la calle. Por favor, déjame hacerlo a tiempo.
Déjame llegar a Ed antes que la noche termine oficialmente y que pinte ese
rincón de la pared conmigo en ella, diciéndole que es menos de lo que es.
—Me gusta.
—Me gustan tus cosas, también. Las flores de techo. Creí que eran
trompetas pero Lucy me corrigió. Le has enviado un mensaje de texto, ¿no?
Ya veo por qué a Lucy le gusta Al. Me recuerda un poco a Bert. Le pregunto
acerca del curso que ella mencionó y le digo que no sé leer muy bien y dice que
las universidades pueden ayudar con eso.
—Tal vez reúnes los requisitos para un escriba. Alguien que escribe las
—No estoy seguro. Pero hay una mujer que conozco, Karen Josepha. Podría
preguntarle.
—La señora J.
—La flota de la Memoria —digo cogiendo una de sus botellas. Son algo
alucinante. Recuerdos puestos en masilla. Es como si el interior de su cabeza
estuviera ahí sobre la mesa. La última botella de la serie tiene una pequeña
pared de Shadow. Es la que hice de un cielo azul sobre ladrillos—. Nunca ves
azul como ese por aquí —le digo a Al—. Ese azul es exactamente perfecto.
—¿En serio? Quería verme feliz por ti —dice—. ¿Estás seguro de que me
veo así?
—Ajá.
Se cubre la cara.
—Antes de salir del casino, quise decir que es importante para ti. Todas esas
cosas como salirte de la escuela y no tener trabajo y no ser capaz de leer, todo
eso es importante para ti, no para mí.
—Lo sé. —Sigo mirando ese lunar. Le debo algo por lo que hice. Pienso en
esa pintura de Vermeer con la balanza. Tienes que sopesar algo, al final. Incluso
si no es mucho—. Me gustas. No quería que pensaras que soy un estúpido, por
eso mentí. Traté de contártelo cuando nos detuvimos en la autopista.
—Ahora sería un buen momento para decirme que no soy tonto —digo.
Ella se la quita y sonríe. Y pienso en pared tras pared tras pared. Errantes
laberintos verdes y dos personas vagando por ellos. Puertas que conducen a
alguna parte. Cielos del tipo exacto de azul que he estado buscando.
Lucy
Escucho a Ed con los ojos cerrados. Hay algo en su voz que no estaba allí
antes. La verdad, tal vez. Yo le gusto. Tres palabras que colisionan.
—¿En serio?
No sé nada sobre el amor. Pero sé que quiero besar a Ed. Sé que quiero que
sea feliz. Él es más feliz de lo que era, lo veo, ahora que no tengo mi mano sobre
mi cara.
—Fui a verme con ella —dice él—. Resulta que fui a despedirme. —Él
vuelve a sonreír. Sonrío—. Tienes una sonrisa maravillosa —dice.
—Muy bien.
Su boca baja hasta esa peca en mi cuello. Gracias, sol. Gracias, gracias, sol.
Él recorre el camino de vuelta a mi boca y mi sangre es vidrio caliente,
acaramelado y brillante, moviéndose con su respiración. Yo ni siquiera tengo
que intentarlo. Tengo un montón de levitación.
—No vuelvas a mentirme otra vez —digo, y él afirma que ese es el plan. Y
yo digo—: Tú dejaste la escuela porque no podías leer —y él dice que por eso y
por una chica que rompió su nariz. Yo digo—: Tu obra es lo que más me gusta
de la ciudad.
240 Y él dice:
—Hice una pared para ti. Tal vez la última por un tiempo.
—¡Guau!
—Gracias —responde.
Es el sol. Una bola de vidrio ardiente conquistando toda la noche. Él no la
ha firmado. Pero sé quién es. Sé quién soy. No sé exactamente lo que somos
juntos, todavía. Ed saca un bote y pinta un pequeño pájaro amarillo. No es
como aquel pájaro dormido, panza arriba hacia el cielo.
Está despierto.
241
Sobre la Autora
Cath Crowley
Es Australiana, nació en 1971 y creció en
una zona rural de Victoria (Australia SE)
con tres hermanos y un perro.
Actualmente vive en Melbourne.
242
trasladó a Europa y comenzó a escribirle
cartas a su hermano, Anthony Crowley.
Sus cartas eran una especie de diario e
incluso le escribió "No le digas esto a
nadie" en la parte superior de ellas.
Anthony no prestó mucha atención a su
petición. Cuando regresó a casa a
Australia, descubrió que él había utilizado sus cartas para crear un musical!
The Journey Girl se realizó en tres teatros de Melbourne. Esa experiencia, fue lo
que la convenció de que quería ser escritora.
Su primer libro, The Life and Times of Gracie Faltrain, fue publicado en el 2004
y tuvo bastante éxito. Ha escrito otros cinco libros desde entonces, dos de los
cuales son parte de la serie Gracie Faltrain.
é
Traductoras
Taly Fabi Danny
Andrea Cherry.lips
Esther Yami
243
Corrección y Revisión
Fabi & Taly