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Como se utiliza un abanico?

nico es un instrumento y un complemento de moda ideado para que con un juego de muñeca
rítmico y variable se pueda mover aire y facilitar la refrigeración cuando se está en un ambiente
caluroso. Se considera originario de Oriente y su fabricación es delicada, en especial cuando
presenta diseños artísticos y materiales de calidad. Con antecedentes en el flabelo egipcio, su
estructura evolucionó del tipo fijo circular al modelo plegable.

De etimología latina, diminutivo de «abano»,1 a partir de «vannus», nombre que en la cultura


agrícola romana recibía un utensilio usado para aventar la cascarilla de los granos de cereal, y en
las cocinas para avivar el fuego.nota 1

Sin recuperar su pasado glorioso, todavía hay en Occidente importantes fábricas de abanicos,2 en
especial en España (Comunidad Valenciana y Andalucía) y América (México y Puerto Rico).

Índice

1 Morfología y tipos

1.1 Abanicos fijos

1.2 Abanicos plegables

1.3 Elaboración

1.4 Estilos

2 Leyendas orientales

3 Historia

4 Abanicos chinos y japoneses

5 Abanicos españoles

5.1 Valencia y Colomina

6 Lenguaje y códigos

7 Simbolismo

8 Instrumento de seducción

9 Iconografía
10 Véase también

11 Notas

12 Referencias

13 Bibliografía

14 Enlaces externos

Morfología y tipos

Una descripción elemental distinguiría dos partes: el cuerpo o "país" del abanico que sirve para
mover el aire, y el mango que permite manejar el instrumento. Por características de fabricación
pueden distinguirse dos tipos básicos, el abanico fijo o rígido y el abanico plegable. Además de
estos dos tipos básicos hay que mencionar el abano o «punkah», precursor del ventilador de
techo.3

Abanicos fijos

Uchiwa

Modelos planos, y por lo general sujetos por un mango de variables dimensiones. Algunos son
simétricos y tienen una lámina redonda fijada a un extremo. Otros tienen una lámina rectangular
de cartón, fijada por uno de los lados a una varilla que le hace de mango. Se fabrican con diversos
tipos de materiales, como cartón, hojas de palmera, tela o plumas. Un ejemplo típico es el
«uchiwa» japonés.4

Abanicos plegables

Semicirculares: construidos con una serie de varillas planas iguales, de madera, marfil o material
sintético sujetas en su base con un clavito. Las varillas se encuentran unidas en el otro extremo (el
superior y más ancho al desplegarse) por una banda ancha de tela o papel, a menudo decorada. Se
despliega en forma semicircular.

Redondos: con una superficie en forma de corona circular montada sobre láminas delgadas de
madera, de marfil, etc., móviles alrededor de un pivote situado en el centro de la figura, lo que
permite desplegarlo y plegarlo.nota 2

Baraja: Esqueleto plegable del abanico.

País: Tela que va adherida a la baraja. Los abanicos que no tienen país se denominan de baraja o
simplemente barajas.
Varillas: Tiras de madera que pueden ir caladas o pintadas. Se distinguen dos tramos: a la parte
calada o decorada que va desde el clavillo -eje del abanico- hasta el papel o entelado se la llama
"fuente"; y "guía"a la parte exterior de la varilla que cubre la tela.

Cabera, pala o varilla maestras: Primera y última varilla, más gruesas que el resto. En los modelos
de lujo llegan a constituir auténticas obras de arte de micro-escultura, orfebrería o grabado. Con
frecuencia, estos modelos exclusivos llevan en la cabera las iniciales de la propietaria.

Calado: Agujeros realizados sobre las varillas que sirven tanto para decorarlo como para aumentar
su aerodinámica.

Elaboración

La fabricación de un abanico requiere la colaboración de varias categorías artísticas: un pintor para


decorar o ilustrar el "país", un escultor (marfil, hueso, concha, nácar) o grabador (maderas) para
taladrar el varillaje y, en los modelos más lujosos, un orfebre (metales).5 Junto a ellos, trabajan
artesanos encargados del corte preciso de las varillas, el plegado y pegado de las telas o vitelas. La
independencia de estos procesos de elaboración permite que sean realizados en distintos talleres
especializados (como ocurre en muchos casos de la industria valenciana del abanico, en la que a
veces los distintos talleres pueden estar en localidades diferentes y aun distantes entre sí).6 El
orden de fabricación suele ser el siguiente:

Corte de las varillas, en paquetes y con una plantilla.

Pulido, lijado y afilado de las varillas (uno de los procesos más delicados consiste en afinar la guía
de la varilla en la zona entelada, para que no abulte.

Calado de las varillas con punzones, repujado y tallado. Llegando a objetos de singular preciosismo
y suntuosidad.

Si escultores, grabadores y orfebres se lucen en el varillaje, otro tanto hacen los pintores, en el
dibujo, policromía y dorado del "país" del abanico.

El proceso de fabricación se acerca a su final cuando, agrupadas en paquetes de trece, dieciséis o


veinticuatro, y cerradas a los lados por las dos palas, se taladra el conjunto en su parte inferior
haciendo pasar un clavo por el orificio y remachándolo con dos rosetas.

A este esqueleto se le monta el "país", sea de papel, tela, vitela o encaje. Estos materiales pueden
cubrir por ambos lados las varillas o, como en el caso de los abanicos de encaje, sólo una de ellas.

En el caso de los modelos sin "país" (pues la varilla no tiene guía), "la parte ancha se prolonga,
sujetándose una varilla a otra por medio de una cinta que tiene un plegado en zigzag".7 Reciben el
nombre de abanico "de baraja", y han tenido una gran tradición los de marfil de maestros como el
francés Martain y los modelos orientales calados en plata.

La mecanización de los obradores ha facilitado la producción, antes delicadísima de los abanicos


de marfil, no así los ejemplares fabricados en nácar, cuyo calado ha de ser realizado totalmente de
modo manual, pues no admite proceso de fabricación mecánica.
Estilos

Se tiene constancia de que antes de aparecer el abanico plegable ya se elaboraban ejemplares


hechos de encaje y plumas. Y por lo que respecta al tipo tradicional de abanico de varillas
desplegables, se pueden distinguir sucesivos estilos con el paso del tiempo. Así, en los siglos XVI y
XVII, en España, el abanico, de madera o marfil, con "país" de tela o cabritilla bordada, solía ser de
"vuelo corto" (13 varillas), como el que muestra en sus retratos de corte Isabel, primera esposa de
Felipe IV, o La dama del abanico, pintada por Velázquez.8

En el siglo XVIII, dejando de ser un complemento exclusivo de las clases altas, se popularizó el
abanico de madera de vuelo corto y país reducido, como el que muestra la joven con la mantilla
blanca en un pastel de Lorenzo Tiepolo.910 En la primera mitad del siglo XIX, se ponen de moda
los pequeños ejemplares de la época Imperio, que con el Romanticismo se estilarán de mayores
dimensiones y con filigrana de calado, dorado y decoración, precedentes del pericón. En ambas
épocas se impone la novedad del papel impreso con grabado.8 De manera paralela, a finales de
aquel siglo se hace frecuente el uso de gasa pintada y encaje en la fabricación de grandes
ejemplares, sin llegar al referido "pericón".

Se ha constatado que antes del siglo XX, pintores famosos que habitualmente participaron en la
decoración de los abanicos se resistían a firmar sus obras y sólo lo hacían cuando eran regalos para
damas de alcurnia, ofrecidos por el propio pintor. A partir del siglo XX, es normal que se firme
cuando se ha pintado a mano.11

Leyendas orientales

Dos leyendas sitúan el origen o la invención del abanico en el Lejano oriente. Una de ellas cuenta
que, durante la festividad de las antorchas, la bella Kau-Si, hija de un mandarín, sofocada por el
calor se quitó el antifaz que preservaba su intimidad, y con gesto nervioso y energía singular lo
agitó ante su nariz llegando a formar una cortina que, además de lograr que su rostro siguiera
invisible para los curiosos -por estar prohibida su visión a los hombres-, refrescó el aire que la
circundaba; el gesto atrevido, pero inteligente, fue imitado por el resto de las damas que la
acompañaban, para general alivio.12

La otra leyenda llega de Japón y hace referencia más técnica al origen del abanico plegable.
Ocurrió una noche calurosa en el hogar de un humilde artesano de abanicos, cuando un
murciélago que entró por la ventana abierta fue a estrellarse contra la llama de un candil cuando
el hombre lo trataba de espantar acuciado por su asustada mujer. Al día siguiente, la curiosidad
del artesano le llevó a imitar las membranas plegables de las alas del murciélago en la elaboración
de un abanico. Sea cierto o no tal origen, los más antiguos abanicos plegables japoneses se llaman
«komori», en japonés "murciélago".4

Historia

Eros ofreciendo a una mujer un abanico y un espejo, como atributos de la femineidad y la


coquetería. Pintura en una vasija de la Apulia, Museo Arqueológico de Milán (Italia).

La umbela o quitasol y el flabellum, gran abanico fijo de largo mango, se consideran precedentes
en Egipto –al menos desde la dinastía XIX– y en Asia del modesto y funcional abanico plegable y
sus variantes occidentales. Ya en la tumba de Tutankamón se depositaron, como parte del ajuar
del faraón, dos abanicos con mango de metales preciosos. Asimismo aparecen en los templos de
Medinet-About y en las tumbas de Beni-Hassan, decorando algunas pinturas y bajorrelieves
grandes abanicos de plumas de avestruz, semicirculares o triangulares, usados al parecer para
ahuyentar insectos y disipar el calor. Y como también en Asiria sus monarcas aparecen escoltados
por sendos esclavos con parasoles, la investigadora Ruiz Alcón razona que el sencillo hecho de
espantarse las moscas se convirtió en atributo de los poderosos y la suntuosidad.12

A partir del siglo V antes de Cristo, el flabelo egipcio aparece en la Antigua Grecia representado en
forma de palmeta en diversos tipos de vasos pintados, con el mango más corto y manejable, de
modo que pudiera utilizarse con una sola mano. También se han encontrado flabelos en la
civilización etrusca de donde se suponen pasaron

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