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Preguntarnos sobre las relaciones entre la identidad cultural -que siempre tiene un
elemento de clase social- de los sujetos de la educación y la práctica educativa es algo
que se nos impone. Sin embargo, me parece que analizar la cuestión de la identidad
de los sujetos de la educación, educadores y educandos, implica recalcar, desde el
comienzo de tal ejercicio, que la identidad cultural, expresión cada vez más usada por
nosotros, no puede pretender agotar la totalidad del significado del fenómeno cuyo
concepto es la identidad. En el fondo, mujeres y hombres nos hacemos seres
especiales y singulares. A través de una larga historia conseguimos desplazar de la
especie el punto de decisión de mucho de lo que somos y de lo que hacemos
individualmente para nosotros mismos, si bien dentro del engranaje social sin el cual
tampoco seríamos lo que estamos siendo.
Aprender y buscar, a los que necesariamente se juntan enseñar y conocer, que por su
parte no pueden prescindir de libertad no sólo como donación sino como algo
indispensable y necesario, como un sine qua non por el que debemos luchar
permanentemente, forman parte de nuestra manera de estar siendo en el mundo. Y es
justamente porque estamos programados pero no determinados, condicionados pero
al mismo tiempo conscientes del condicionamiento, que nos hacemos aptos para
luchar por la libertad como proceso y no como meta. Por eso también es que el hecho
de que «cada ser -dice Jacobcontiene en sus cromosomas todo su propio futuro» no
significa de ninguna manera que nuestra libertad se ahogue o se sumeIja en las
estructuras hereditarias, como si ellas fuesen el lugar indicado para la desaparición de
nuestra posibilidad de vivirla. Condicionados, programados pero no determinados, nos
movemos con un mínimo de libertad del que disponemos en el marco cultural para
ampliarlo. De esta manera, a través de la educación como expresión también cultural
podemos «explorar más o menos las posibilidades inscritas en los cromosomas». Con
la presencia de lo cultural, ella sola no lo explica todo. Las interdicciones a nuestra
libertad son resultado mucho más de las estructuras
sociales, políticas, económicas, culturales, históricas, ideológicas, que de las
estructuras hereditarias. No podemos tener dudas sobre el poder de la herencia
cultural, sobre cómo nos conforma y nos obstaculiza para ser.
Cuando la cuerda está corriendo en mi mano voy contando los nudos y entonces sé
cuántos metros de cuerda suelta tengo.» « ¿Ya qué altura crees que está la cometa
ahora?», preguntó el matemático. «Cuarenta metros», dijo el niño. «¿Cómo los
calculaste?» «Por la cantidad de cuerda que he soltado y la barriga que ésta ha
hecho.» «Podríamos calcular este problema basados en la trigonomeuia o por
semejanza de triángulos», dijo Sebastiani. «Aquí hubo un razonamiento de
grados», dijo Sebastiani.