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Bonsái

Literatura mínima

cinco

Directorio

Editores
Miréia Anieva
Herson Barona

Consejo editorial
Belinda Ortiz
Graciela Romero
Bonsái. Literatura mínima. Año 1.
Jezreel Salazar
Número 5. Noviembre 2011. México.
Rafael Zamudio

Asesores
Alberto Chimal
Bonsái es una publicación electrónica independiente
Cristina Rivera Garza de periodicidad mensual sin fines de lucro.
Blanca Rodríguez Gaona
Liliana Weinberg El contenido de esta publicación puede ser dis-
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Hay
palabras
que tienen
sombra
de árbol.
Vicente Huidobro

Contenido

CUENTO TUITS

A punto, 7
Ana Barrera

Identidad, 14 El tiempo y sus lugares


Líneas, 15 geométricos, 12
Antonio Sonora Iraí G. Hernández

Tú lo que quieres es que Yo soy, 23


recuerde al tigre, 27 Hilda Acevedo
Marcos Jávega

La venganza de un coro, 38 Nada, 34


Gabriel Rodríguez Liceaga Aleida Belem Salazar

Escaleras abajo, 46
Eleazar Martínez
ENSAYO POESÍA

Microensayos II, 19 Éste es elPrimer Libro


Jezreel Salazar escrito desde el Futuro, 31
Utopía, 32
Megatemplo, 33
Alan Mills

S eré los coyotes que


irrumpen de noche, 40
Acá donde llueve, acá
abajo, en la corriente de
POESÍA este riachuelo fino,42
Despertamos tan lejos, 44
Visión, 10 Bernardo Gamboa Sánchez
Reflexión, 11
Pedro Poitevin

La máquina autobiográfica Guerra, 52


(fragmentos), 16 Michel Yammine
Googlearla años después
(new spleen), 17
Daniel Saldaña París
CUENTO

Ana Barrera

A punto

Quien dijo que no, nos había mentido: el ombligo era el cen-
tro del mundo. No sólo el centro sino el inicio. Después de
él, estaba tu cuerpo expandiéndose sin cuidado alguno hasta
formarte. En un primer momento parecías eso —pregún-
taselo a tu padre— un ombligo; pronto te convertiste en otra
cosa, algo no muy reconocible, un desacato que provocaba
mantener los puños cerrados y el pecho a punto de estallar.
A punto. Nunca pasaba nada. La vida era la espera de que
tomaras alguna decisión, alguna apuesta, algún sentido, re-
ligión, dios, alguna forma. 7
Había veces que te encendías terriblemente y tu padre
se acobardaba y corría pero antes de esconderse ya te habías
colapsado, desaparecido, cual agujero negro, y volvías a ser
un ombligo flotante, muy callado, pueril, agradable. El mejor
adorno de la casa, porque en torno a ti se olvidaba uno de
cualquier cosa, hasta de sí mismo, y así, alrededor tuyo uno
podía bailar, dormirse; al despertar tú ya te habías movido
de sitio. Nos fuimos acostumbrando a esa mediocridad, luego
resultaste imprescindible, pero tomaste el mal hábito de irte
haciendo pequeño como los niños, luego callado y por último
CUENTO

invisible.
Olía a ti. Siempre. Toda la casa era tu olor y por eso
sabíamos si estabas en la cocina, en la sala, si regresabas de
clases. Por momentos a tu padre y a mí nos encendía la an-
gustia, temblábamos, nos mirábamos. Entonces, sin haber
dicho una palabra, nos dábamos cuenta que estabas ahí, olo-
roso, vuelto hacia ti, y nos apresurábamos a echarnos al piso
y dormir para hacer lo propio. Pero nunca pudimos volver a
la calma de tu desidia y ahí estaba tu peste, sin movimiento
8 e insignificante. Nosotros olíamos, ensanchábamos nuestros
pulmones de tu negligencia y por primera vez te odiamos.
Con el odio aún empuñado y fresco incendiamos la
casa y no saliste, te esperamos afuera mientras veíamos cru-
zar remolinos de fuego en las habitaciones de la casa. Ni el
calor te hizo hablar. Supimos de ti por el humo, era tu olor
limen, como de ninguna cosa. Tu padre dijo que la casa así,
quemándose, se parecía mucho a ti cuando te encendías para
luego abstraerte en un movimiento pequeño que él y yo nunca
entendimos. Seguro pensó que era el mejor momento para
bailar sin acordarse de ti, ni de nosotros; yo lo pensé. Pero
CUENTO

ninguno lo intentó. Había calma: te habíamos perdonado. En


lo que a nosotros respectaba, eras un santo, aunque sabíamos
que significarte era la mejor manera de matarte.

9
POESÍA

Pedro Poitevin

Visión

Una navaja, un sobre y una carta,


un aguijón y un óvalo en el pecho,
la convulsión de un pez fuera del agua,
un hombre derrumbado sobre el lecho.

Una ventana, una mujer morena,


el filo de sus ojos tras el vidrio,
un tren a punto de partir, la escena
efímera de un rayo entre los lirios.
10
Una sonrisa, un sable entre las nubes,
la luna verdadera en la montaña,
la ráfaga que viene de la cumbre,
la hierba y el fulgor de la guadaña.
POESÍA

Reflexión

Un espejo de tiempo es la membrana


que siempre nos separa y nos congrega:
es una simetría en que el abismo

se dobla contemplándose a sí mismo,


y un plano en que la luz que no nos llega
se escapa cual cruzando una ventana.

11
TUITS

Iraí G. Hernández @_manchas_

El tiempo y sus lugares geométricos

1. A estas alturas me pregunto, ¿a qué distancia estará el abismo?


2. Tocar fondo para tener los pies bien puestos sobre la tierra.
3. Perdí mi tiempo y lo encontré en un libro.
4. Contar historias para matar las horas que no cuentan.
5. Tan lejos estás que si huyera de ti, nos acercaríamos.
6. En las pupilas no, porque me dilato.
7. Combinar mis palabras en como sonidos. Sonidos que son
ondas. Ondas que interfieren. Interferencia destructiva. Pa-
labras anuladas. Silencio.
12 8. Sostengo un silencio con la punta de la lengua.
9. Voy a hablar mucho para que nadie sospeche lo que callo.
10. Las palabras son los nombres de las cosas.
11. Los sonidos son silencios que se visten.
12. Dudar de todo: ser frontera de certezas.
13. Mis dudas son un simulacro de deseos.
14. Aspirar a estar a pesar de ser. Ser, muy a mi pesar.
15. Conozco a la que buscas. Me gustaría hablarle de ti mien-
tras me peina en su reflejo y nos ignora.
16. Abrir y cerrar los ojos para hacer a la vida intermitente.
17. Caminar al azar para nunca perder el rumbo.
TUITS

18. Haré hasta lo imposible, pero nada más.


19. No lloro porque ya llovió y sería redundante.
20. Quemar las naves, estando abordo.
21. Quiero escribir, pero me salen sumas.
22. El problema de los triángulos amorosos es que no son
equiláteros.
23. Descubrir con la métrica de una sonrisa, otra geometría
del espacio.
24. Vista desde el pasado, la línea parece punto.
25. Tanta física por todos lados y con un poco de química nos 13
conformamos.
26. La luz no se crea ni se destruye, solamente se hace
sombra.
27. Culposiénteme, placerízame, afirmámame, gozamíname,
pervertirízame, ámame.
28. ¿Qué pueden saber ustedes de energía si se crean, se
destruyen y nunca se transforman?
29. Sé lo que piensa el espejo cuando veo sus reflexiones.
30. Vine a callarme y todos escucharon.
CUENTO

Antonio Sonora

Identidad

Ninguna ciudad cuenta con un mapa de sí misma. No hay


tiendas, ayuntamientos, oficinas de turismo que ofrezcan una
publicación donde los ciudadanos puedan ver la fiel lo-
calización de sus plazas, calles, jardines y cementerios. En
cambio, proliferan detallados mapas de otras ciudades lejanas,
las más de las veces inalcanzables.
Una interpretación de esta regla dice que el verdadero
mapa de la ciudad se lleva en el corazón de cada hombre que
la habita, por ello para todos es única y distinta: la ciudad se
14 transforma en los ojos de quien la mira y la recorre. El mapa
de la ciudad debe ser una hoja en blanco o, al menos, una
página lista para escribir sobre ella y hacer que los lugares
aparezcan.
CUENTO

Líneas

Las líneas de una mano pensaron que sería maravilloso


escapar de la palma y confundirse en el mundo. Una de las
más profundas brincó en la playa y se convirtió en un trazo
del agua, en la marca de un barco, en la cicatriz de un pesca-
dor. Otra, larga y casi invisible, gustó de cubrir los cristales
desde donde la gente mira caer la lluvia, las sábanas de los
dormitorios, las arrugas que deja el insomnio.
Algunas más, innumerables y pequeñas, salieron a las
calles y cubrieron las aceras, los parquímetros durmientes,
los puentes donde camina la tarde. Algunas, crueles y violen- 15
tas, fueron una línea de sangre, la frase final de una nota
suicida, la sombra en el rostro de un asesino.
Cuando el hombre abrió sus manos, vio que en ellas
no había marcas. Antes de que pudiera gritar de espanto,
una línea furtiva le cubrió los labios con un hilo de silencio.
POESÍA

Daniel Saldaña París

La máquina autobiográfica
(fragmentos)
Guardo en mi escritorio las velitas de un cumpleaños fallido.
No fallido en el sentido de que la festejada haya escapado al
paso inexorable de los días, sino en otro sentido, que de pronto
me da pereza precisar. No hay por qué llevar las cosas hasta
el final en un poema. A veces basta con dejar caer las frases
como quien filtra un rumor incómodo en un universo
cerrado. Unas velitas manchadas de pastel al fondo de un
cajón. Una risa de mujer enfrentándose a otra risa de mujer
durante un paso de baile. Alguien que mira desde una ven-
16 tana en un cuarto piso. Y nada más eso, de momento.

A veces me da miedo pensar que todo lo que nos queda en


común son unas cuantas palabras y el consumo paralelo de
benzodiazepinas. Y sin embargo, por esas pocas palabras val-
dría la pena aprender a hablar otra vez desde el principio.

Larva, pupa y ninfa son estados del desarrollo de una plaga.


CUENTO

Googlearla años después (new


spleen)
Ella en una animación de stop motion, fumando con una
boquilla que más que elegancia le confiere perversidad.
Ella, nuevamente animada, sobre un suelo de baldosas que
podría ser el suelo de baldosas del departamento donde mi
abuelo conoció el prurito del sexo, y de hecho es ese mismo
suelo de baldosas, ahora lo sé. Su pelo tiene basura y resplandor
a partes iguales, como sucede con todas las cosas que en
un primer momento parecen llamadas a estar siempre al
alcance de la mano. Un texto de ella en donde aboga por la
educación no formal, de carácter filosófico, y propone un 17
campamento de verano en el que se anime a los niños a:
1) grabar sus experiencias en audio mediante el uso de una
“cassette”, 2) emprender recorridos por el campo y jugar
con mapas, 3) convertirse en “expertos del cuerpo”. El úl-
timo punto me parece el menos claro, pero en todos detecto,
o quiero detectar, huellas o indicios de la persona con la que
viví durante dos años (nada me asegura que efectivamente
se trate de la misma). Ella en lo que parece ser un concierto
de rock, pero vestida a la usanza folclórica y dando alaridos
por el escenario; se cae. Su nombre en listas aleatorias: de
POESÍA

estudiantes, de participantes en una asamblea popular, de


firmantes de una carta en contra de la reubicación de una
librería que alguna vez visitamos juntos y que a mí ha deja-
do de importarme hace ya tiempo. Su nombre con el orden
erróneo en los apellidos. Su nombre en las listas electorales
de un distrito de Texas. Su nombre entre las concursantes
de un certamen hípico en Pomona. Su nombre con modifi-
caciones o en contextos imposibles conforme pasan y pasan
más páginas de resultados. Finalmente, otros nombres.
18
ENSAYO

Jezreel Salazar

Microensayos II

Tímpanos sin música

Las megalópolis cancelan la regeneración de ciertos mitos.


Por ejemplo, en la Ciudad de México. Cada vez que llueve
demasiado y el DF recupera su origen lacustre y los autos
semejan navíos atascados en medio de su frenesí, ellas, desde
sus islotes hogareños, recobran las escamas, desvarían, liberan
sus cuerpos voluptuosos y entonan cantos de reminiscencias
marinas (que se confunden con el bullicio del estruendoso
aguacero), mientras ellos se sientan tras el volante, con sus 19
oídos aturdidos, en espera de que escampe para poder meter
primera y llegar a casa, donde no hay un solo ser mitológico
que aún los haga delirar.

Contra los rezos

Creemos tomar decisiones en función de nuestros anhelos y


ENSAYO

de los límites que el mundo les impone, en función de nuestras


convicciones y el contexto que las hace posibles. No obstante,
rara vez esto ocurre realmente, pues no consideramos que
el mundo todo el tiempo se agiganta o se estrecha, como si
fuese un mapa cuyas fronteras estuviesen en constante dis-
puta. Esto, por supuesto, reduce o amplía la posibilidad de
cada uno de nuestros actos —¿para bien o para mal?— pero
eso es algo que no tomamos en cuenta: cuando hemos se-
ñalado una meta, no hay excusa que detenga nuestro afán de
20 alcanzarla. Así, resulta contradictorio que cada vez que los
límites de la realidad se reducen, sigamos sosteniendo los
propios deseos en contra de su realización posible. Se trata de
un velo minúsculo que se expande hasta tapiarnos los ojos.
Este mecanismo, que algunos han llamado ‘negación’, con-
siste en multiplicar las ambiciones de manera inversamente
proporcional a la efectividad de sus resultados. Por ello Óscar
Wilde escribió que “cuando los dioses desean castigarnos,
responden a nuestras oraciones”. En esta paradoja se enfren-
tan la esperanza y la impotencia cotidianas, es ahí donde se
juegan las frustraciones y las utopías que la vida nos prepara
ENSAYO

a diario. Todo esto, por supuesto, no lo explica ningún manual


de autoayuda.

No hacemos lo que amamos

Me la he pasado fuera todo el día, pero he llamado a casa


múltiples veces, pensando en cómo me encantan los espacios 21
interiores. En mi mente, los recuerdos de mi cuarto se multi-
plican. La calidez de las sábanas, el pulso del control remoto,
aquella mancha que habita un rincón de la pared. También
he pensado mucho en mis gatos: sus juegos solitarios con la
nada, las horas que pasan en estado hipnótico, los sueños
que tienen cuando no duermen. Al encontrarme a otros, les
he preguntado por sus casas, sus vergüenzas, sus íntimas
convicciones. Sentado al volante, he pensado en el resguardo
que trae consigo el automóvil, el aislamiento que nos otorga
frente a los otros, la cápsula de acero que nos retiene dentro y
ENSAYO

nos defiende del peligroso exterior. Así, me ha atacado un an-


sia súbita por llegar al espacio más espiritual que poseo: mi
diario, con todas esas palabras que me resguardan y ocultan,
todo ese material de la memoria que, acumulado, ya no me
dice quien soy. Me encanta mi hogar. Tengo mucho tiempo
sin habitarlo.

22
TUITS

Hilda Acevedo @MerlinaAcevedo

Yo soy

1
Como la lluvia escribe en la hierba
y el viento erosiona la piedra;
tu voz me sabe.
Soy hoja suelta ondulando en el aire.

2
Lo que late en mi pecho es tu voz.
Es el viento que lleva la hojarasca,
el agua que se sale de su cauce, 23
la seda de mis pétalos abiertos.

3
Quiero cantar con las piedras del río,
hacer nidos con el eco del agua
y dejarme crecer las aves.

4
Soy este viento y su rumor de río
agitado contra las piedras:
TUITS

agua que ondula y se desborda,


y tierna calma.

5
Estoy parada frente a mí en la orilla.
El agua corre sobre mi reflejo.
Soy un puente que flota en el río.

6
24 Yo solo existo
cuando ella me mira
en el espejo.

7
Los árboles más viejos
han visto nacer al viento
de las alas de un pájaro.

8
Árboles verdes
TUITS

los vasos capilares


del azul hondo.

9
Late la piedra
bajo la piel del río.
Corren los peces.

10
Un tren cruza la noche 25
por la orilla del aire,
llenando de sueños
los insomnios.

11
El silencio está lleno de pequeñas voces que aún no alcanzan
el timbre.

12
No sé si yo pongo palabras en tu boca o tú en mi cabeza.
TUITS

13
Un día voy a cerrar los ojos y te voy a dejar afuera.

14
Me cuesta mucho esconderte de mí.

15
Una hoja en blanco es el espejo de la voz.

26 16
Necesito que me mires para salir del espejo.

17
Necesito un sueño del que no te caigas cuando me levanto.

18
Un poema es la medida de las posibilidades.
CUENTO

Marcos Jávega

Tú lo que quieres es que


recuerde al tigre
Que ya esté en marcha el acto y que yo llegue apresurado y
tenga que abrir la puerta del auditorio con cierto miedo a
entrar de cara al público me resulta algo tan habitual que
hace tiempo aprendí a reírme de esa angustia, de ahí que
entre mi risa absurda y mi miedo auténtico me estuviera
columpiando como cuando de niño daba toques a una pelota
de papel de plata convencido de que no había tanta diferen-
cia entre el envoltorio de mi bocadillo y el balón oficial del
Barça, sin pensar ni un segundo en lo desconocido ni en la
miseria, ni en la miseria de lo desconocido ni en lo descono- 27
cido de la miseria, en el momento en que abrí la puerta del
auditorio, si bien es cierto que al público no alcancé a verlo
por culpa de la ducha de luces blancas, rojas y azules con la
que me rociaron los focos, era consciente de su presencia, in-
capaz de determinar su número pero sí su expectación ante
la escena, un antiguo jefe o profesor de una vieja asignatura
totalmente borrada de mis recuerdos me pasó su mano de
lija por el sudor de mi nuca, yo sentí una grima eléctrica y
él me formuló una pregunta a través de un micrófono que
llevaba sujeto de la oreja a la boca: «¿Recuerdas cuando te
CUENTO

llevaron a ver el tigre?», yo no recordaba haber visto nunca


un tigre, ni siquiera sentir el más mínimo interés por los
safaris, la zoología de fieras en cautiverio, ni nada parecido
a los tigres reales, de ahí que enseguida pensara en los tigres
de la literatura, así fue, tigres de libro que en principio me
llevaron a descartar a los tigres de cine que también venían
a mí tamborileando sus garras en el parquet del auditorio
pero que desaparecían justo al atravesar el campo de luces
azules, rojas y blancas, supongo que porque llegaban arrastran-
28 do tras ellos su mundo-circo, y la verdad es que desde la
infancia ya desconfiaba de las gentes del circo, de sus pieles
agrietadas al sol cuando los veías fuera de la carpa, sí, era
ese tipo de niño, siempre excediéndome en los límites de
la percepción, sospechando incluso que aquella vieja expre-
sión lingüística, tan horrenda, que viene a evocar la mala
suerte a través de un empresario circense cuyos enanos asala-
riados cometieron la osadía de crecer, no era más que una
prosaica metáfora sobre una hinchazón en los testículos del
maldito emprendedor al que se le hundió el negocio así que
sí, pensé en los tigres de la literatura, que si el tigre domésti-
CUENTO

co de Cortázar, que si los tigres azules de Borges, que si los


tigres de Malasia de Salgari, que si Crouching Tiger, Hidden
Dragon, sí, sí, sí, debo insistir en que los tigres de celuloide
también venían a mí aunque nunca llegaran a rebasar el
negativo fotográfico, «Recuerdo que me llevaron al cine»,
le dije al presentador de la mano de lija, que se apresuró a
replicarme: «Pequeño desalmado», «Pero oiga...», intenté
reprenderle sin éxito pues yo carecía del poder del micro,
«Pequeño desalmado –subió el volumen, pero no se cómo,
tal vez aquel rufián era de los que saben mover las orejas–, 29
¿tú dónde encuentras consuelo, en la ficción, que es menti-
ra, O EN LA VIDA?», el tipo casi quema los altavoces con
el grito que dio y yo aproveché el estruendo para echar la
vista atrás, no simbólicamente sino literalmente mirando lo
que había a mi espalda y comprobé que había dejado entrea-
bierta la puerta de la entrada, que bien podía ser de salida,
de modo que corrí, corrí igual que una liebre y otra vez la
risa y el miedo bailando en mi cerebro su vals de bodorrio,
de cogorza y de pánico imaginando en plena escapada la
fábula de la liebre y el tigre, que no sé si existe pero yo la
CUENTO

veía posible, y así fue como pude escapar de tanta pregunta


incómoda, microfonada y áspera y luego ya en pleno confort
la encargada de la biblioteca me susurró que la conferencia
que yo buscaba no se impartía en el auditorio sino en una
sala pequeña, al fondo, a la izquierda, «entre, entre, si apenas
vinieron asistentes».

30
POESÍA

Alan Mills

Éste es el Primer Libro escrito


desde el Futuro
Va reventar como las olas adentro de tus sueños,
No será el mar sino apenas la memoria
De lo que ya no vendrá más.
Y menciono a las olas porque Estas Páginas
Se mueven ahora entre tus manos:
Son como peces anunciando el final de una enfermedad
Que jamás sufriste.
El Futuro es parecido al mar pero con hojas,
Toda nuestra materia corresponde al símbolo negro
Que ahora toca tus dedos, 31
Una letra besando a otra letra que besa a la otra,
Hasta formar la idea de lo que va a venir.
Nos da miedo, pero ha llegado el momento
De leer este Libro Primero.
POESÍA

Utopía

Éste es el poema que me pediste que no te escribiera:


Es verdad que habría sido más fácil
Dejar a la perfección actuando como un espejo
Frente a tu rostro,
Pero ahora lo estoy escribiendo,
Y sólo me queda pedirte que lo olvides
Cuando llegues al punto final,
Es más hermoso lo que no se podrá ver,
A esto algunos le dicen Utopía,
32 Una palabra altisonante cuando no se sabe usar,
O cuando se aparece como una estrella apagada,
En medio de otros versos que desearían brillar
Como la luz del sueño donde estamos juntos,
Leyendo un poema invisible.
POESÍA

Megatemplo

Una iglesia es una tumba del cielo.


Nuestros vínculos, un accidente,
La historia de lo que vemos,
¿Qué es ahora o qué fue?,
Repetidas redes del hallazgo,
Se desdibujan al iluminarnos,
Que es lo mismo que mirarse
Y ser de frente un ser sin velos,
O con la cera de una vela interior,
Esplendiendo desde la pantalla 33
Donde se escriben restos de historia,
El deseo del recuerdo no vivido.
El cielo es un jardín que se evapora.
TUITS

Aleida Belem Salazar @aleida_belem

Nada

1. Para escribir nada se necesitan sólo unas cuanta palabras.


Que digan nada. De nada. De ti.
2. Escribir nada sería un asunto de abismos que se alzan en
un cuarto sin ventanas y de puertas abiertas.
3. Pensar en las posibilidades que no van a ocurrir porque
de nada sirve que en estas manos se escriba si no las van a
sostener.
4. Un lugar en ningún sitio. Quedarse inmóvil. Decir: nada.
Y el viento amortiguando el vuelo del ave.
34 5. Esperar todo cuando terminamos siempre con las manos
atascadas de nada.
6. No saber qué se va a escribir desde el inicio. No saber
nada: un puñado de letras que están por significar. Quizás
todo, quizás nada.
7. Y entonces, cuando por fin ocurra lo que está por ocurrir,
se abrirá un espacio entre la palabra ajena y la propia, le
llamarán: La Nada.
8. Abrir la palabra nada: destriparla, despellejarla, hacer-
la nada. Que sea un eco conteniendo lo que siempre quiso
decir.
TUITS

9. Aun cuando no seamos capaces de pronunciar palabra,


eso, lo que no está, hablará por nosotros. De cuerpo a cuerpo.
De nada a nada.
10. Una vez encontrado qué decir nos quedaremos con la
nada haciéndonos mella en la boca.
11. Esa palabra de cuerpo entero que rasga y que al mismo
tiempo cava profundo; de ropas viejas, de modales discre-
tos, de nada.
12. Hasta este punto no se ha dicho todavía ni parte de lo
que nada se quiere decir. 35
13. Incluso podríamos escribir que no hay nada que escribir
porque se nos han vaciado las manos. Porque la lengua nos
la han castrado.
14. Guardar en una caja la voz. Enterrarla para que no hable
recuerdos. Hacer de cuenta que se ha marchado siguiendo a
aquél que nos dejó nada.
15. Llegar a punto, estar a casi, y aquí exactamente descu-
brir lo que no hay y no habrá: nada.
16. Pero para entonces ya habríamos recorrido kilómetros,
recortado puentes, desgastado el tiempo, y sin nada…
TUITS

17. …nos miraríamos asustados al espejo. Acobardados.


Llenos del miedo que se siente por uno mismo. Ensuciados
por nada.
18. El hastío que simula ser nada todo el tiempo.
19. Es este instante donde empezamos por escribirle a la
trágica Nada.
20. Usted va a terminar de darse cuenta que las palabras
que lee hasta ahora no tienen ningún sentido. Que no hay
nada.
36 21. Al morir, cuántos no desearán que su epitafio diga: “Aquí
yace lo que nada existió”.
22. La noche está poblada de lo que nada pasó por el día.
Por eso el insomne no duerme, porque intenta construir los
hubiera.
23. Y si quisiéramos inventar una palabra que exprese la
quietud del árbol mientras duerme, escribiríamos “nada” en
el tronco.
24. No porque no haya nada significa que no existan las pa-
labras para desperdiciar ciento cuarenta caracteres.
25. Del mudo hay que aprender que nada está dicho.
TUITS

26. La espera es sentarse a ver cómo nada aparentemente


transcurre. Las horas líquidas absorbidas por el tiempo. Así
como si nada.
27. Para viajar sólo necesitamos de la existencia, de una
maleta vacía y de un libro que no tenga nada escrito.
28. El desierto es una enorme hoja polvorienta donde la
Nada es siempre el inicio de la historia.
29. Estas palabras dirán: “Aquí no ocurrió absolutamente
nada”. Y se van a ir como dejando partecitas de ellas.
30. Como dejando piedras para regresar por donde vinieron. 37
De la nada.
CUENTO

Gabriel Rodríguez Liceaga

La venganza de un coro

El Rey es un estrafalario. Ordenó que sembraran árboles en


cada una de las naves de su flota para que las raíces beban
mar y en las ramas les nazcan frutos de agua. También ha
decretado que cualquier alma con la mano ducha para el
dibujo debe enfocar el total de sus esfuerzos en reproducir al
papel cada una de las formas que adoptan las nubes. Mandó
castrar —no sólo de los testículos, como es costumbre, sino
del miembro en su totalidad— a los varones nacidos en día
de Saturno. Yo formo parte de ese experimental coro de cas-
38 trados. Mi voz es la de un bendito. Mi condena es cantar
para un monarca insatisfecho y despiadado. Su majestad
utiliza los perfumes más dulces y perdurables para aroma-
tizar los ataúdes de sus amantes, por él asesinadas. Su secta
de soñadores pierde integrantes cada vez que es amenazado
por la pesadilla en que se le caen las muelas. La lista de
excentricidades es extensa y vigente.
Hace poco llegaron dos sastres al imperio. Le han
confeccionado un traje hecho con tela invisible. Conten-
to, se pasea por todo el castillo exhibiendo sus grotescas
e hinchadas carnes. Los castrados apretamos los dientes y
CUENTO

conspiramos en su contra mientras observamos su miembro;


siempre erecto, poderoso y saciado. Aparece el emperador
y lloramos amargas lágrimas tan invisibles como el paño
mágico.
Nunca perderá los dientes el Rey. Nunca. Sonriendo
será recordado. No existen los frutos de agua ni tampoco
hay en el firmamento una nube con la forma de su rostro y la
naturaleza de los cadáveres es heder. ¡Demonios! Tampoco
existe tela invisible alguna.
Los castrados jamás tendremos nuestra venganza. 39
POESÍA

Bernardo Gamboa Sánchez

Seré los coyotes que irrumpen


de noche
me dejaré llevar por el silencio
me dejaré arrastrar por el viento y en pleno torbellino
iniciaré una batalla
me afirmaré en la negación
me dejaré seducir por los irracionales
y me pegaré un tiro
me cabalgaré el corazón en pleno incendio
y dejaré de podarme las hierbas
convertiré en vaciadero mi cuerpo
40 confundiré a propósito las intermitencias
galoparé y tiraré de mis ojos
camuflaré al sol con estos destellos
y decididamente
desterraré al pánico de mis lagunas
seré el cadáver que siempre has buscado
seré los coyotes que irrumpen de noche y en medio del terremoto
te plantaré un beso
me dejaré vencer por los jardines
y cuando pase la oscuridad
y todo amanezca regado por los pasillos
POESÍA

y las paredes se llenen de grietas


y no quede rastro de sangre
y nadie se acuerde de nada
me dejaré arrastrar por el viento
seré el nómada que siempre he sido

41
POESÍA

Acá donde llueve, acá abajo, en la


corriente de este riachuelo fino
moriremos de una forma terrible
lo sé
lo vislumbré la otra noche
moriremos de ausencia
y eso nos embeberá como un falso fondo
quiero decir
nos chupará la sangre
habrá un derrumbe súbito
y un desamor insoportable
42 los libros no sabrán explicarlo
abriremos los ojos
y enseguida nos acosará la rabia
nos hallaremos imbéciles
los caminos se llenarán de animales que guardarán cierto
[parecido con los venados
nos guiaremos sin instrumentos
brillará el plancton sobre la superficie
y no quedará otra cosa que el grito
el grito de un gallo quieto
desesperantemente quieto
POESÍA

atado por la pata derecha a uno de esos postes que son sólo postes
y que no sostienen absolutamente nada

43
POESÍA

Despertamos tan lejos

despertamos tan lejos


insoportablemente indolentes
ávidos de hundimientos
y con poquísimas ganas de que nos quieran
que no nos quieran
no nos gusta nada
no queda nada
de donde sujetarse
despertamos de milagro
44 en estado salvaje
solitarios en las cavernas
rugiendo
escupiendo un poquito de un algo
sangrando por todas partes
en la podredumbre
putrefactos
mandíbulas apretadas
y el corazón endurecido
despertamos donde se pueda
con quien se pueda
POESÍA

abismados
profundamente abismados
despertamos apenas
tan de a poquito
que casi
ni lo notamos
despertamos enfurecidos
sin referentes
de cómo ha sido
díos mío 45
que hemos llegado
hasta aquí
despertamos malditos
claro
con las heridas abiertas
directamente
en la pesadilla
CUENTO

Eleazar Martínez

Escaleras abajo

Manuel pasó a la barra y pidió una cerveza, luego se instaló


a la mitad del pasillo principal. A pesar del denso humo que
había, se podían observar, también por el pasillo, las escaleras
que subían hacia la entrada y la iluminación amarillenta del
exterior.
El antro se llamaba El Sótano. Había llegado ahí de la
misma forma en que semanas antes había llegado a la ciudad:
solo y preguntando. Venía de Matehuala a San Luis Potosí
exclusivamente a trabajar. Ésta había sido su primera sema-
46 na como obrero en una construcción. Era viernes y recién le
habían pagado, por lo que decidió salir un rato.
Lanzó una mirada a la pista, las mesas y sus bancos de
madera desgastados. Todo ocupado. No esperaba a nadie,
así que sin demorar llevó el líquido directo a la garganta.
Una gota oscura le recorrió la comisura del labio y la recogió
con el dorso de la mano.
Gente había mucha. Mujeres, sobre todo. En la pista
había parejas moviéndose y bailando. Las luces de colores
trepidaban y los reflectores apuntaban a un lado y a otro.
La muchacha de la barra que lo había atendido lucía
CUENTO

despeinada y con sudor. La miró de lejos. Le estaba pasando


un par de caguamas a una chica de jeans, tacones muy al-
tos y una blusa de tirantes que dejaba notar lo que apenas
eran sus senos: un par de prominencias mínimas, escasas.
Más abajo, el bulto del estómago se escurría por encima del
botón del pantalón.
La chica pagó las cervezas y cruzó frente a Manuel sin
mirarlo. Se detuvo a dos mesas con un grupo de amigas que
rondaban la misma edad de él, 23, 25 años. A excepción de
una que se veía mayor; rubia, cabello chino y de 40 años 47
cuando menos. La chica con blusa de tirantes le pasó una
botella a una compañera y la otra la conservó, sólo para dar-
le un trago y dársela a otra muchacha. La compañera hizo lo
mismo.
La música pasó de norteñas a boleros y algunas parejas
dejaron la pista para sentarse en la mesa que estaba entre el
grupo de muchachas y él. Miró alrededor y luego se colocó
en una mesa a la derecha. Puso la cerveza sobre una servilleta
y se sentó en un banco de madera que temblaba. Tenía una
pata más corta que las otras.
CUENTO

Al fondo del pasillo no llegaban del todo las luces de


colores. Entre penumbras, dos chicos delgados con playeras
muy ajustadas se acariciaban, luego parecían discutir, alzaban
la voz y gesticulaban. Después se volvían a acariciar. Uno de
ellos derramó la cerveza. Ambos rieron y se besaron. Tam-
baleantes, dejaron la mesa y se perdieron entre el gentío.
Un hombre se le acercó, y con aliento alcohólico y
mirada lenta le puso una mano en el hombro.
—Te gusta mi amiguita, ¿verdad?
48 Manuel no supo qué responder. El hombre vestía una
camisa de cuadros rojos con grises a medio abotonar. En el
hueco que se dilucidaba del pecho, entre vellos retorcidos y
la piel oscura, le escurría una delgada gota de sudor. Se le
aproximó aún más.
—Te la voy a presentar. Nomás para que la conozcas,
te la voy a presentar. ‘Ira, ven.
El desconocido enfiló al baño, al fondo del pasillo, tras
la mesa donde había estado la pareja de chicos. Al abrir la
puerta, una luz color rojo se asomó y le iluminó brevemente
el rostro descompuesto y arrugado.
CUENTO

Manuel dio otro largo trago y dejó en la mesa la botella


vacía. Jugaba con la servilleta húmeda y con la etiqueta de
la botella hecha trizas sobre la madera barata y raída de la
mesa. Miró alrededor. Movía el pie derecho en el aire. El
banco seguía temblando.
Se puso de pie para ir a la barra. Esquivaba a quienes
bailaban en la pista cuando se encontró de frente con la
muchacha de cabello chino, la mayor de su grupo, quien
traía dos caguamas. A lo lejos parecía más alta y más rubia.
En el fondo del cabello se empezaba a notar la raíz negra. 49
La chica entrecerró los ojos y habló arrastrando las
palabras.
—Estoy a una chela de que me la metas en el baño.
Manuel siguió de largo y en la barra pidió una Indio
que bebió apenas se la dieron. Había rozado el cuerpo de la
muchacha. Sus senos eran grandes y caídos. También suda-
ba. Parte del brazo de él estaba húmedo.
Levantó la mirada. En la pista, parejas de hombres y
mujeres bailoteaban estrellándose entre ellos. Ya no sonaban
boleros, sino cumbias. Una canción hablaba de parques
CUENTO

llenos de niños y de viajes en veleros; cosas buenas, decía.


Manuel notó que la chica ya no estaba entre la gente, y des-
de la barra no podía ver la mesa de sus amigas.
Cuando regresó a su mesa, ya había dos parejas
ocupándola. Parecían bromear, se reían y manoteaban. Uno
de los hombres puso su botella a altura de la entrepierna y
le hizo una señal al otro. Las mujeres rieron otra vez, unas
risas largas y chillantes.
Se recargó en el muro del pasillo y bebió. En la mesa
50 de al lado, la mujer estaba sentada en el banco, con las ma-
nos en el aire y moviendo los hombros a la par de la música.
El hombre, frente a ella, le acariciaba los muslos.
A mesas de distancia, la muchacha de cabello chino los
miraba. Cuando los reflectores de colores le daban en la cara,
su frente y sus pómulos salientes brillaban con el sudor. Sus
hombros, trémulos, subían y bajaban con la música, aunque
de vez en cuando se detenía para beber. Luego desviaba los
ojos a otro lugar, al suelo, a la mesa o a la pista, donde sus
cuatro amigas bailaban en brazos de cuatro hombres que se
apuntaban y reían entre sí. La muchacha los veía. Tomaba
CUENTO

de su cerveza y los volvía a mirar. Luego se movía al ritmo


de la cumbia.
Manuel los observó y también miró a la de cabello
chino. Ella lo vio. Sus miradas chocaron un segundo. Ella
le dijo algo a un mesero y le señaló la mesa y las botellas.
El mesero se sentó en uno de los bancos y cruzó los brazos.
Manuel apuró la cerveza y dejó la botella en el piso.
La muchacha, entre el pasillo lleno de humo y luces
trémulas, caminó hasta el fondo, rumbo al baño de mujeres.
Cuando llegó, sintió la mano de Manuel en la ancha y flácida 51
cintura. La mano se abrió por completo y la apretó. Al abrir
la puerta del baño, una brillante luz carmín les iluminó las
caras descompuestas y sudadas.
POESÍA

Michel Yammine

Guerra

Parques a medias con niños visibles;


echados.
Hora de dormir imprevista,
inapelable.

Al columpio sólo le queda el viento manco para volver a las


oscilaciones.
Los recreos nunca fueron tan inmóviles.
Se pensaría que están todos dormidos
52 sino fuese por las calles con pegotes,
es helado de mora derretido,
todos llevamos cuatro litros dentro.

Insensibilidad que trasciende patrias e invade cuerpos tran-


quilos
para dejarlos más tranquilos que nunca
con ataques que son magia.
Qué habilidad la de volver a madres que corren por miedo
en cuerpos inanimados.
POESÍA

Las balas fueron los pinceles que pintaron el pavimento.


Cuando el lienzo es gris la obra es funesta,
el rojo nunca resaltó tanto.
Pintura de rencor,
enemiga de la tinta.

La revolución pálida en entrañas,


la de las hojas en blanco;
no sirvió.
53

Colaboradores
Hilda Acevedo y cursó un posgrado en Estu- Reside en Barcelona donde,
México, DF, 1970. Su obra es un dios Literarios en la Facultad tras licenciarse en Filología y
collage de las actividades que de Filología de la Universidad Periodismo, cursa un Máster
ha desarrollado a lo largo de su Complutense de Madrid. de creación literaria en la Uni-
vida: música , ajedrez, pintura Dirigió el proyecto digital Can- versidad Pompeu Fabra y escribe
y obra gráfica. Ha participado tártica, revista de creación. su primera novela.
en numerosas exposiciones Ha realizado ponencias, lecturas Eleazar Martínez
en México, Nueva York, Miami, e intervenciones literarias en Monterrey, México, 1983.
Boston, Munich, etc. En 2008 diferentes centros culturales. Publicista e hiperrealista pop.
representó a México en Bei- Actualmente trabaja en el Con- Cursi de clóset. Rockstar de
jing, en el Primer Campeonato sejo Nacional para la Cultura y regadera. Actualmente reside
Mundial de deportes mentales. las Artes. en la Ciudad de México, donde
En 2010 estudió un semestre Iraí G. Hernández cursa el Diplomado en Creación
en SMFA (School of the Mu- Puebla, México, 1984. Estudió Literaria Xavier Villaurrutia,
seum of Fine Arts) en Boston, Física en la tres veces heroica del INBA. A veces escribe en
MA, con exposiciones colec- Facultad de Ciencias de la comoquierano.tumblr.com. A
tivas. Asistió a la olimpiada de UNAM. Da clases y a veces tuitea. veces no.
Ajedrez en noviembre de 2010, Busca el sentido de la vida Alan Mills
como capitán del equipo feme- mientras estudia cómo crecen Guatemala, 1979. Ha publi-
nil en Khanty Mansyisk, Rusia. las películas delgadas de silicio cado 5 libros de poesía y su
Actualmente se encuentra en los fullerenos. Ama a los ga- micronovela lírica, Síncopes,
estudiando y trabajando prin- tos. No se enamora fácilmente. fue lanzada por la editorial
cipalmente en obra gráfica, Algún día será filósofa. francesa Rouge Inside, en el
combinando fotografía, im- Marcos Jávega 2010. Parte de su obra ha sido
presión digital y grabado en la Mallorca, España, 1980. Escri- traducida al francés, inglés,
Ciudad de México. tor y periodista. Ha publicado portugués, alemán, checo; y
Ana Barrera relatos en revistas literarias aparece en antologías como
Guadalajara, México, 1988. como Bonsái (México) y La Cuerpo plural, de la edito-
Es egresada de la U. de G. de Bolsa de Pipas (España), así rial Pre-textos, España. Textos
la licenciatura en Sociología, como en varios fanzines un- suyos pueden leerse en revistas
actualmente trabaja como in- derground de Barcelona. Es como Humboldt, o Letras Li-
vestigadora. Su trabajo literario el autor de Escribidor, blog bres y en antologías de ensayo
puede visitarse en: de narración breve (marcos- como Konfliktkulturen. Texte
labernardina.blogspot.com javega.blogspot.com). Como zu Politik, Gesellschaft, All-
Bernardo Gamboa periodista, dirigió y presentó tag und Kunst, de la editorial
Sánchez el programa cultural “Radio- Steidl, en Alemania.
México, DF, 1981. Estudió cassette”, en IB3 Radio. Como Pedro Poitevin
Relaciones Internacionales en diletante, creó la banda de Freiburg, Alemania, 1973.
la Universidad Iberoamericana collage musical Rayuela dj’s. Guatemalteco en tránsito.
Doctor en lógica matemática y cronista. Su último libro, titu- Antonio Sonora
y profesor universitario en lado Sentido de fuga, obtuvo Monclova, México, 1979. Autor
Salem State University, Mas- el Premio Nacional de Crónica de los libros de cuentos El dia-
sachusetts. Sus poemas en Urbana “Manuel Gutiérrez rio de los lienzos (ICOCULT,
inglés han aparecido en Bos- Nájera”. Mantiene el blog 1999), Piezas para un anticuario
ton Literary Magazine y The http://jezsalazar.blogspot.com y (ICOCULT, 2003), Adiós a Ro-
Shit Creek Review, entre la cuenta de Twitter @jezsalazar camadour (Atemporia/MBP,
otras publicaciones, y su libro Daniel Saldaña París 2011) y Souvenirs (UA de C,
de palíndromos Eco Da Eco De México DF, 1984. Es autor 2011). Premio nacional de
Doce A Doce fue publicado por del libro de poemas Esa pura cuento corto 2011 de la DGEST.
Ediciones La Galera en México, materia (UACM, 2008). Ha Textos suyos han aparecido en
D.F. Su cuenta de Twitter es colaborado en revistas como diversos medios entre los que
@poitevin Galleta china, Tierra Aden- destacan El Norte, La Jornada
Gabriel Rodríguez tro, Luvina, Nerivela, Literal: Semanal, la revista Punto de
Liceaga Latin American Voices y Ga- Partida y el periódico cultural
Tepito, México, 1980. Ha es- topardo, entre otras. Participó La Manzana. Divide su tiempo
crito el libro de cuentos El De- en el Primer Encuentro Inter- entre el trabajo universitario,
monio Perfecto (BUAP, 2008) nacional de Poesía de Trinidad la lectura, su familia y la es-
y la novela Balas en los Ojos y Tobago y en el 6º Foro de critura de una novela sobre
(Ediciones B, 2011). Arte Público organizado por la orquídeas.
Aleida Belem Salazar Sala de Arte Público Siqueiros. Michel Yammine
Torreón, México, 1989. Es- Ha sido becario del Fondo Na- Valencia, Venezuela, 1989. Se
tudió un diplomado de Creación cional para la Cultura y las considera de boca callada y de
Literaria en la Escuela de Artes y de la Fundación para tinta habladora. Por fuera es
Escritores de la Laguna y a la las Letras Mexicanas. Poemas empresario y abogado egresado
vez está por terminar la Lic. en suyos han aparecido en Di- de la Universidad de Carabo-
Administración. Ha publicado vino tesoro. Muestra de nueva bo. Ha estado en 7 cursos de
en revistas locales, una colom- poesía mexicana (Casa Vecina, idiomas, pero siente que to-
biana y recientemente en una 2008), antologado por Luis davía no domina el castellano.
Antología compartida. Es parte Felipe Fabre; Anuario de Por dentro es escritor de en-
del equipo de la revista/fan- poesía mexicana 2007 (FCE), sayos, poemas y narraciones.
zine literario Palabracadabra. y Los más lindos poemas No abandona la psicología ni
Es muchas mujeres; una de ellas (Mantarraya, 2011). Un ensayo la filosofía. Ve a través de la
con ojos de mar que nació en el suyo sobre la obra de Gerardo literatura. Se manifiesta con
desierto. Aún no sabe qué hacer Deniz fue compliado en Deniz sus letras de vez en cuando en:
con su vida pero tal parece que a mansalva (FETA, 2008). Ac- lucubremos.blogspot.com y
nunca lo sabrá. tualmente tiene una columna asiduamente en su cuenta de
Jezreel Salazar virtual en la página de Letras Twitter: @micheldice.
México, DF, 1976. Es ensayista Libres.
Bonsái
Literatura mínima

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