Está en la página 1de 3

Puede resultar tentador, después de empezar con esta maravillosa frase,

relacionar la compasión con cuestiones religiosas o de fé. Sin embargo,


hablar de compasión es hablar de humanidad. Es hablar de lo que nos
une a todos los seres sintientes. Es hablar de amor, de bondad, de
comprensión, de amabilidad y de lo que ocurre cuando estos se
encuentran frente al dolor o sufrimiento.

La compasión no es lástima, pena, empatía o ser indulgente con los


demás. La compasión es el sentimiento que nace de ver a otro ser sufrir y
querer ayudarlo para aliviar ese sufrimiento. Es la intención de poner en
acción ese amor que sentimos por el ser que sufre, para ayudarlo a
liberarse de él.

Es darse cuenta de que ser humano implica sentir y, por tanto, ser
vulnerable. Pero también de que tenemos una capacidad para amarnos y
amar innata e inconmensurable que podemos cultivar para vivir en
plenitud.

Atravesamos un momento en el que el dolor y sufrimiento están, si cabe,


más patentes que nunca. Aprovechemos esta o cualquier otra
circunstancia que creamos dolorosa para ponernos manos a la obra y
cultivar la compasión para transformar las cosas. ¿Qué crees que pasaría
si cada uno de nosotros actuara desde su pequeño ámbito de influencia
de manera compasiva consigo mismo y con los que tiene a su alrededor?

“Se el cambio que quieres ver en el mundo” Ghandi

Primer paso: Practicar la atención amorosa hacia uno mismo


No se puede dar aquello que no se tiene. A menudo tendemos a ser
nuestros peores enemigos. Solemos ser intransigentes con nuestros
fallos, nuestras debilidades y con aquellos sentimientos y emociones que
nos “hacen sentir mal”. Nuestro nivel de autoexigencia roza muchas veces
lo irracional. Numerosos “tengo que…”, “no puedo permitirme…”, “no
quiero sentirme así …”, “soy un desastre…”, forman parte de nuestro
dialogo interno, generando una impotencia y sufrimiento desde el que es
muy difícil poder brindar una ayuda útil a los demás.

La autocompasión es el deseo de vernos a nosotros mismos libres de ese


sufrimiento. Es adoptar una actitud comprensiva y amorosa hacia
nosotros mismos y darnos cariño. Es entendernos y aceptarnos, sobre
todo en aquellos momentos en que las cosas no salen como queremos.

Consiste en tratarnos a nosotros mismos como tratamos a las personas


que más queremos. Con cariño, comprensión e interés. ¿Qué crees que
pasaría si a un ser querido que se siente mal o cree haber cometido un
error le trataras como te tratas a ti mismo cuando cometes un fallo o no te
sientes bien?

No debemos confundir autocompasión con egoísmo. Al contrario. Se trata


de cultivar una actitud que nos permita estar en la mejor disposición
posible para ayudar a los demás. Que nos permita sentirnos bien para
poder extender este sentimiento a otros. Una actitud que nos facilite
poder reconocer en el otro el sufrimiento y ofrecer los recursos necesarios
de los que disponemos para ayudarle a paliarlo. Una actitud que nos
permita diferenciar que no se trata de cargar con el sufrimiento del otro, si
no de ofrecer nuestra ayuda amorosa para que pueda salir de él.

La autocompasión nos permite salir del bucle reactivo del sufrimiento y


adoptar una postura proactiva ante los obstáculos o inconvenientes.
Cultivar la autocompasión nos permitirá darnos cuenta de la perfección
que existe detrás de cada situación, de cada error, sufrimiento, malestar o
revés, porque gracias a ellos podremos descubrir el potencial que
tenemos para transformarlos.

Quiero proponerte una práctica muy sencilla y cortita pero tremendamente


poderosa para cultivar la autocompasión. Aquí te detallo los pasos, pero
te animo a que veas el vídeo y la pongas en práctica para que tú mismo
compruebes los resultados.

Pausa de la Autocompasión (o atención amorosa hacia ti mismo)


Cuando te encuentres o recuerdes una situación que te produzca dolor o
sufrimiento sigue estos sencillos pasos:

Ponte la mano en el corazón. Tal vez notes el calor de la mano

Toma 2 o 3 respiraciones lentas y profundas


Repite estas frases:
“Este es un momento de dolor”. Mientras, lleva atención plena a las
emociones y sensaciones que estén presentes, sin juzgarlas, sólo
dándote cuenta de que están ahí.

“El dolor es parte de la vida y de la humanidad que comparto con todos


los seres del planeta”.

“Merezco darme comprensión y todo el cariño del mundo”.

Date un cariñoso abrazo.

También podría gustarte