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Mariquez 2019 PDF
Mariquez 2019 PDF
Escuela de Derecho
Universidad de Chile
2.019
Profesor
Gustavo Manríquez L.
DERECHO DE AGUAS
I
INTRODUCCIÓN
Esta situación física, que existe desde que tenemos historia, y aún desde la
prehistoria, no significó un hecho que en alguna forma condicionara nuestro
desarrollo, especialmente porque tuvimos desde antes de la llegada de los
conquistadores, una población pequeña, que podía sustentarse con los recursos
que ofrecía la naturaleza, en particular el agua.
Sin embargo, el transcurso del tiempo modificó esta condición y Chile aumentó su
población en forma significativa en 400 años de existencia, para llegar hoy a más de
18 millones de habitantes.
Chile es un país muy largo y angosto, puesto que de Norte a Sur y hasta el término
del Continente mide unos 4.300 Kilómetros, con su parte más ancha en la Región
de Antofagasta, a la altura del Trópico de Capricornio, la que no excede de 380
Kilómetros, siendo su anchura media de unos 180 Kilómetros.
Agreguemos a lo dicho que por las variaciones de latitud, el clima chileno varía de
desértico en el extremo norte a un clima estepario en la zona continental austral,
con numerosas otras variaciones climáticas a lo largo del país; y también entre la
cordillera y el mar, pese a su angostura, motivadas por las diferencias de altitud, la
cercanía de la cordillera de Los Andes o del Océano Pacífico y además por la
existencia de valles y cadenas montañosas que lo dividen profusamente.
La última nota relevante sobre clima y características generales del país se refiere a
que, pese a que tiene un clima catalogado como semiárido, esto no es una
constante nacional permanente; y con una frecuencia que aún no se determina en
forma definitiva, lo afectan sequías catastróficas por una parte; y también años con
excesos de agua en que se producen inundaciones y avenidas que ocasionan
pérdidas materiales importantes y muchas veces también pérdidas humanas.
Pese a su gran longitud, que le da acceso a diversos climas, Chile tiene una
característica común a todo lo largo de su extensión geográfica, la aridez.
No ocurre de igual forma con el agua, y mientras no se avance con mayor eficiencia
en las técnicas de desalinización de agua de mar y su transporte, y en especial se
disminuyan los costos asociados, la única posibilidad que para algunas opiniones se
presenta como viable para avanzar en el desarrollo económico, es la reasignación
de los recursos cuando estos ya se han agotado, hacia aquellos usos más urgentes
o de mayor relevancia para la nación, lo que a nuestro juicio implica la aparición de
nuevos problemas económicos importantes, tanto para el país como para los
usuarios.
En consecuencia, una vez que se confronta y acepta esta situación, surge una
segunda idea fuerza, reasignar los derechos. Si se acepta que es necesario
reasignar, no se ven sino dos posibilidades ciertas, o reasigna la autoridad, es decir
el Estado; o reasigna el mercado, o más que mercado la voluntad de sus titulares.
Esta interrogante no se ha resuelto y en general la eventual elección está
fundamentada en razones de orden político, y no de carácter técnico.
No tenemos una respuesta con certeza científica, pues ni siquiera la autoridad oficial
ha entregado una conclusión definitiva; pero es claro como se dijo que ante una
solicitud de derecho de aprovechamiento de aguas superficiales, solamente en la
Región Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo, es posible todavía encontrar
algunos recursos hídricos disponibles, y con muchas prevenciones, pues hay
personas naturales y jurídicas que tratan de cerrar o limitar la concesión de
derechos de aguas en esa Región, por motivos totalmente disímiles.
La sequía, sin embargo, es sólo una de las muchas manifestaciones negativas con
que el agua puede afectar al ser humano y a la sociedad, pero como hemos
señalado, otras de ellas o pasan desapercibidas para la generalidad de los
integrantes del conglomerado social, o bien se prefiere ignorar los problemas que
crea, en la esperanza de una solución futura que se endosa a las generaciones
venideras.
Todos éstos son problemas reales, que en una u otra forma toda persona
reconocerá haberlos conocido o vivido en mayor o menor grado. Pero ellos son
solamente los más notorios, ya que existen muchos otros que en forma
relativamente oculta también nos acompañan desde ya un tiempo largo.
Son tantas las formas en que el agua nos puede castigar mediante efectos
negativos y perniciosos que se podrían escribir páginas y páginas al respecto.
Lo triste de todo esto es que, si pensamos con detención, más temprano que tarde
acabaremos por caer en cuenta que no es el agua, su carencia, su exceso, su
contaminación, la causa de muchos sufrimientos del hombre actual.
Y ello por cuanto si bien el agua tiene una individualidad como parte de la
naturaleza no es en sí un ente al cual podamos imputar vicios o virtudes. Solamente
podemos estar ciertos que ella es fuente de vida, y que si desapareciera de la faz de
la tierra, todo lo vivo moriría en el más breve plazo.
Entonces podremos comprender que ese mismo hombre, que trata de vivir
socialmente en paz, debe ajustar su conducta a normas distintas a las que hasta
hoy lo han regido.
La historia muestra que no es lo mismo para unos pocos individuos vivir en una
naturaleza exuberante y virgen, como ocurrió en el pasado; que subsistir ahora
multitudes a costa de recursos naturales al borde del agotamiento. Y el agua es uno
de ellos.
Tales leyes deben consignar muchas cosas, pero hay algunas que no pueden faltar.
Que los cauces naturales, los acuíferos y las aguas no sean ya nunca más
receptáculo de desperdicios de toda índole, desde los químicos a los orgánicos, con
sus consecuencias de insalubridad conocidas.
Que ante la escasez se puedan desarrollar medidas expeditas que eviten daños
económicos a las zonas afectadas, especialmente entre los más pobres.
Hay pues en el agua un problema jurídico serio y muy amplio, que debe ser
necesariamente resuelto mediante leyes adecuadas y sobre todo oportunas.
Hoy no se puede esperar más por esas nuevas normas, pues cada día que ellas se
retrasan, más y más recursos hídricos se pierden y los cauces aumentan su
deterioro a niveles imprevisibles.
Este es el escenario, duro y difícil, que enfrenta nuestro país en este momento, y
cabe preguntarse ¿cuál y cómo será la situación en veinte años más si no nos
preparamos debidamente?
Sin embargo, ya han transcurrido más de treinta y cinco años desde su vigencia, y
Chile es un país absolutamente distinto al de 1980, en lo económico, social, político
e incluso con una conciencia ambiental generalizada que antes o no existía o era
muy incipiente.
Frente a este oscuro panorama hídrico, entramos al estudio del derecho de aguas.
PRIMERA PARTE
Nuestro país tiene aguas marítimas y aguas continentales y dentro de éstas últimas,
aguas lluvias, superficiales corrientes y detenidas, y aguas subterráneas.
Las aguas continentales, y también las del mar territorial, por declaración del Código
Civil, son consideradas sin excepción como bienes nacionales de uso público, es
decir de propiedad o dominio público.
Es así como, en la Primera Conferencia Mundial sobre el Agua, de Mar del Plata,
Argentina, de 1977, todos los países concurrentes; es decir la ONU completa salvo
Sudáfrica, excluida en ese entonces; unánimemente concordaron que el agua debía
ser considerada un bien público, y que aquellos que aún aceptaran la existencia de
aguas de dominio privado, debían modificar sus legislaciones aceptando ese
principio universal, a partir de ese momento.
Chile, diez años antes, en 1967, con la Ley 16.640, había incorporado al dominio
público a todas las aguas, sin excepción, aplicando esos mismos conceptos.
El ciclo hidrológico presenta varias fases o etapas en el devenir del agua en la tierra,
y generalmente se acepta que esas fases son:
a) Precipitación.
El agua que se ha evaporado por el calor desde la superficie de la tierra, desde los
mares, ríos u otras fuentes de agua, e incluso a través de la denominada
evapotranspiración de los vegetales, sube a la atmósfera, y se concentra en forma
de nubes, que a medida que se elevan se encuentran con temperaturas más bajas
que concluyen por condensar el vapor hasta que éste deja de ser tal, y se
transforma en líquido o en sólidos, todos los cuales por efectos de la ley de
gravedad caen hacia la superficie terrestre.
El agua que ha caído a la tierra, en forma de lluvia, y la nieve o granizo una vez que
se derriten, escurre naturalmente debido a la ley de gravedad, y por tanto busca
salir hacia los lugares más bajos hasta llegar a los mares, lo que a lo largo del
tiempo ha conformado ríos, lagos y también un escurrimiento bajo la superficie de la
tierra.
c) Infiltración.
d) Evaporación.
Pero también se produce vapor de agua desde las distintas plantas y árboles
componentes del reino vegetal, por sus procesos naturales de vida, en cuyo caso
recibe el nombre de evapotranspiración, para volver al espacio como vapor que
luego se transforma también en nubes.
No se puede discutir que debe existir una correlación lógica entre su presentación
natural y la regulación jurídica.
Si consideramos este 3% como el total de agua dulce, el 79% de esta agua dulce se
encuentra en la forma física de hielo, especialmente en los polos y también en
glaciares y ventisqueros.
Del 21% restante, un 20% se presenta como agua subterránea y finalmente como
agua dulce superficial en ríos o lagos únicamente se estima (grosso modo) en un
1% su disponibilidad en el planeta.
En nuestro país, lo usual es que en promedio las cuatro estaciones del año se
encuentran bastante delimitadas, y en cuanto a lluvias, solamente se presentan
precipitaciones en el invierno, durante un período muy breve, que no supera en
general dos meses (entre Junio y Agosto) y muy pocas en la primavera.
El resto del tiempo no hay lluvias en la mayor parte del territorio, lo que implica una
temporada seca muy larga, que impide el desarrollo y crecimiento natural de la flora
y de la fauna excepto a muy breve distancia de los cauces naturales. Por ello, para
los cultivos que hace el hombre, se requiere se efectúe derivación artificial de agua
desde las fuentes disponibles, mediante cauces artificiales, es decir se requiere que
se ejecuten obras de riego.
Coexiste junto a este sistema general el denominado invierno altiplánico, que tiene
un régimen de precipitaciones que difiere del resto del país, que afecta desde
Copiapó hasta la frontera con Perú, sistema que provoca pluviosidad en el período
que va desde Diciembre a Febrero, es decir en pleno verano del territorio continental
chileno. Este sistema se origina al Oriente de la Cordillera de Los Andes, y no es un
sistema climatológico permanente, pues se reciben más bien los efectos del clima y
de las precipitaciones que se producen en el altiplano andino, por lo que en algunos
años se presenta con mayor intensidad.
Por otra parte, existe otra zona con características especiales, cual es la Región XII,
de Magallanes, que tiene un clima estepario, en el que igualmente se presentan con
cierta regularidad períodos de sequía, que afectan incluso en oportunidades la
disponibilidad de agua potable para Punta Arenas y otros centros poblados de la
región.
II
EL AGUA Y EL DESARROLLO ECONOMICO NACIONAL
Como prácticamente todo nuestro territorio presenta carencias de agua frente a sus
necesidades, tal situación es y será una fuente permanente de controversias y
problemas, que necesariamente requieren de una normativa especializada, que
permita un uso armónico, sustentable y eficiente del agua, proteja los derechos
adquiridos, y en definitiva garantice la paz social.
Por lo mismo la principal y casi única preocupación del Estado en la época colonial y
durante los primeros años de la República en relación al agua, fue solucionar el
problema del saneamiento de la ciudad de Santiago, para lo cual se estudió, diseñó
y ejecutó como obra pública el Canal San Carlos o Canal de Maipo, que desde su
origen tuvo como objetivo solucionar la escasez de aguas del valle del Río Mapocho
con recursos de Río Maipo, de mucho mayor potencial y seguridad.
Avanzando el tiempo, y ya pasado el primer tercio del siglo XIX, Chile se desarrolló
con fuerza principalmente en la actividad agrícola, incentivada por distintos hechos
internacionales que le permitieron el acceso a mercados importantes que con
anterioridad le habían sido negados.
Así, la desaparición del Virreinato del Perú, eliminó un monopolio que se ejercía
desde Lima, que limitaba gravemente la comercialización de la producción chilena
de trigo y de productos animales, como carne, lanas, cebos y charqui, que durante
el predominio hegemónico del Virreinato debían esperar a que se vendieran los
productos peruanos, antes de poder salir al mercado de la metrópoli, en la
Península Ibérica, sufriendo un duro castigo en sus precios, pues llegaban cuando
había abundancia de esos productos.
Este impulso agrícola motivó que numerosos agricultores, que habían logrado
acumular capitales y riquezas importantes, decidieran ampliar sus explotaciones
agrícolas, y por iniciativa individual acometieron la construcción de enormes canales
para regar zonas de secano. Eran pioneros que, en ausencia de una banca
comercial, financiaron con sus propios medios personales esas obras.
Desde el río Copiapó al Sur, hasta el río Ñuble a lo menos, existen aún hasta hoy
grandes canales que se reconocen en su mayor parte por los apellidos de sus
constructores, canales de tal magnitud que algunos de ellos tienen más de 100
kilómetros de largo. Los canales Buzeta, Waddington, Juan Francisco Rivas, son
claros ejemplos de lo dicho. También lo son el Canal de Las Mercedes y el Canal
Mallarauco, en el Río Mapocho, construidos en la segunda mitad del S. XIX, entre
muchos otros.
En todo este largo período que va desde la Independencia hasta fines del siglo XX,
la normativa jurídica no presentó variaciones de importancia, como no fuese para
sistematizar y regular fórmulas de manejo del agua, para minimizar conflictos.
Y ello por cuanto no se vislumbraban situaciones de crisis tan graves como las que
se presentaron los últimos 50 o 60 años, a partir de la gran sequía de 1967, que se
originaron en la escasez natural del agua, agravada por una mayor demanda
derivada del crecimiento demográfico y del desarrollo económico y social del país.
Para el cumplimiento de esta obligación de bien común que recae en el Estado, éste
debe cumplir con objetivos de orden general, constituidos por el desarrollo
económico, el progreso social, el equilibrio interregional, y la conservación del
patrimonio ambiental o natural.
III
ELEMENTOS DE UNA POLITICA DE AGUAS
Pero también hay consenso que el cumplimiento de esos fines debe efectuarse
sobre la base de la aceptación y cumplimiento de ciertos principios básicos que
implican en lo medular el respeto a la naturaleza, la necesidad de preservar el
recurso hacia el futuro, y la adopción de reglas jurídicas que permitan un control y
protección elemental del agua y de los derechos que existen a su respecto.
En este concepto se plantea la necesidad que toda utilización del agua no puede
llevar a su inutilización futura sea perpetua o cercana a ello, como puede ocurrir con
el uso inadecuado de un acuífero que se contamine, por ejemplo, por intrusión de
aguas de mar, pues su recuperación tardará no menos de un siglo, que en términos
reales es lo mismo que inutilizarlo para siempre.
3.2.1 La legislación
3.2.2 La institucionalidad
Por último, y cuando ya no es suficiente con una legislación diseñada para resolver
conflictos y que oriente los usos del agua, o la propia institucionalidad sea incapaz
de evitar las controversias originadas en factores naturales; se requiere que el
Estado participe a través del desarrollo de programas, proyectos y acciones que
sirvan para concretar los fines y objetivos de la política, particularmente para
aumentar la disponibilidad de recursos, para mejorar la eficiencia en el uso del agua
y para poner término a la contaminación de aguas superficiales y subterráneas.
Estas acciones dependerán de la voluntad de gobernantes e interesados.
I
ORIGEN Y EVOLUCION
El agua solamente pasa a ser considerada como objeto del derecho cuando en las
distintas sociedades del pasado surgen a su respecto controversias en que se
enfrentan intereses contrapuestos.
Solamente en la medida que las necesidades sociales sobre este recurso aumentan
progresivamente, se comienza a considerar la necesidad de regular su utilización, y
aparecen normas en distintas regiones del planeta que tienen como objetivo
resolver las dificultades que se manifiestan entre los distintos usuarios de las aguas.
II
EL DERECHO SOBRE LAS AGUAS EN ROMA
2.1 En Roma, cuna de nuestro derecho occidental, a la época del Derecho Romano
Clásico (S. IV D.C.), se hizo una división o clasificación de las cosas en relación
a su posible apropiación o pertenencia al patrimonio individual.
Para determinar las cosas que por derecho humano se encontraban fuera del
patrimonio y fuera del comercio, también denominadas cosas no apropiables, se
distinguió de acuerdo a las características de ellas en tres categorías: las cosas
comunes a todos los hombres que se reputaban no susceptibles de apropiación
individual o gestión económica por razones naturales (el sol, la luna, el aire), cosas
universales (res universitatis), que eran las cosas que dentro de las ciudades eran
destinadas al uso público, -teatros, estadios, termas-; y cosas públicas (res
publicae), que eran cosas susceptibles de apropiación pero que por decisión legal
se habían destinado al uso común.
Esta explicación nos ayuda a definir la situación de las aguas en el derecho romano.
Las aguas no apropiables eran las que por su naturaleza no podían incorporarse al
patrimonio de un individuo, y en ellas el derecho romano incluía a las aguas
comunes a todos los hombres y a las aguas públicas, ya que no existían aguas
universales.
Así ocurre con las aguas lluvias y las aguas del mar.
Todas estas aguas, -aguas lluvias y aguas de alta mar-, que pasan a ser
denominadas comunes se excluyen del dominio. En el caso de las aguas del mar
se trata de una calificación jurídica que perdura hasta nuestros días en la
generalidad de las legislaciones y por supuesto en la nuestra, como se lee en el
artículo 585 del Código Civil, respecto de la alta mar.
b) Las playas del mar, constituyen una superficie de suelo que para los
jurisconsultos romanos o debía ser cosa común o cosa pública. La definición de
playa al parecer fue de Cicerón, y corresponde a la actual definición que conocemos
en nuestro Código Civil.
d) Los ríos, pero no todos, sino dentro de ellos los ríos navegables, perennes y de
cierta magnitud mínima, pues los demás eran privados. Los juristas romanos no
concordaron nunca si los tres factores debían concurrir conjuntamente o si
separadamente cada uno de ellos daba la categoría de público a un río. Tampoco
hubo claridad sobre la magnitud, de modo que las dificultades se resolvieron en
forma particular para cada caso.
Las aguas apropiables o patrimoniales, son las aguas privadas, y entre ellas se
consideraron las siguientes:
III
EL DERECHO ESPAÑOL E INDIANO.
La Península Ibérica, y en especial Castilla, es una región árida, que por lo tanto
conoció desde el principio de su historia el valor del agua, lo que motivó a sus
habitantes y gobernantes desde sus orígenes al establecimiento de normas para
resolver conflictos en el uso de este recurso.
Se dictó aproximadamente a mediados del siglo VII, (algunos dicen que se aprobó
en el IV Concilio de Toledo, año 633), y contenía muy pocas disposiciones sobre el
agua. Las que se refieren a ella estaban vinculadas específicamente a impedir que
se obstruyera la circulación de aguas por los ríos y a combatir el robo de agua,
sancionándolo con penas muy severas, lo que deja en claro la existencia de una
fuerte protección a la agricultura.
Considerada una de las cumbres del derecho español, esta creación del Rey
Alfonso X El Sabio, quien vivió de 1221 a 1284, viene a reordenar la situación
jurídica del país, en que la creación de normas a partir de costumbres locales y su
posterior adopción como disposiciones de aplicación general, el denominado
sistema foral, había provocado una incertidumbre enorme en la determinación de las
normas vigentes y su aplicación a un caso determinado.
Su desarrollo toma largo tiempo, entre 1256 y 1265, sin perjuicio que a posteriori se
va perfeccionando por distintos juristas a medida del transcurso del tiempo.
En el tema del agua aplicó a los ríos la condición de bienes públicos, sin que
aparentemente hiciera distinción alguna.
En los ríos navegables prohibió la construcción de diques; los que en cambio fueron
permitidos en los ríos no navegables.
Se debe destacar que los conceptos contenidos en esta norma dieron origen a la
doctrina jurisprudencial chilena del abuso del derecho.
Es una colección de leyes efectuada y ordenada aplicar en el año 1505, que fue
obra del jurista Juan López de Palacios Rubios. A su respecto en la Recopilación de
Leyes de Indias de 1680 se establece un orden de primacía en la aplicación de las
leyes españolas o peninsulares a América, y la colección de leyes denominadas
Leyes de Toro es la que de acuerdo a esas normas debe ser aplicada en primer
lugar.
Remitida a América no fue aceptada de buen grado por los juristas a quienes
correspondía su aplicación, ya que a las normas indianas específicas que ella
contenía se les criticó por tratarse de soluciones de casos particulares a los que se
quiso dar aplicación general, suscitándose numerosas y fuertes contradicciones.
Al parecer en 1541 Carlos V declaró que todas las aguas de las Indias
pertenecían a la Corona, es decir, se declaran bienes de realengo, lo que los
asemeja mucho a los actuales bienes de carácter público y en consecuencia su
acceso a ellas por los particulares se haría de allí en adelante mediante
concesiones graciosas o mercedes.
IV
EL DERECHO DE AGUAS CHILENO
Y SU EVOLUCION HISTORICA
La independencia de Chile fue el producto de un proceso que duró casi diez años,
desde 1810 a 1818, incluso con un interregno denominado reconquista, en que
España recuperó su dominio sobre nuestro país, para finalmente retirarse en forma
definitiva del continente en 1818 y del país en 1823 cuando se expulsa a los
españoles de la isla de Chiloé.
Los primeros años del Chile independiente son prolíficos en materia legislativa en el
aspecto político, pues se suceden con rapidez numerosos experimentos
constitucionales, siempre con la vista puesta en Europa o los Estados Unidos de
Norteamérica.
Sin embargo, los demás aspectos de la vida nacional se continúan rigiendo por las
normas del colonizador español.
No es sino hasta 1855, con la promulgación del Código Civil, que Chile asiste al
nacimiento de su propia legislación nacional, que le independiza de normas
coloniales.
Sin embargo, en el tema del agua, se presentan con anterioridad al Código Civil
algunas sorpresas, puesto que se dictan leyes que son propias del país, que
representan un avance extraordinario en materia jurídica.
“Conformándome con lo acordado por el Excmo. Senado con fecha 5 del corriente,
vengo en declarar por regla general: Que el regador, bien sea del canal de Maipo, o
de cualquier otro río, se compondrá en adelante de una sesma de alto, (seis
pulgadas españolas) y de una cuarta de ancho (nueve pulgadas), con el desnivel de
quince pulgadas, el que se aprecia en 750 pesos, cuya venta se verificará en dinero
de contado; previniéndose que, así como el que necesitase menos, nunca podrá
bajar de la mitad; y que los marcos y bocatomas serán de cuenta del comprador,
quedando al cuidado del Gobierno el nombrar persona de su satisfacción que
señale el lugar donde debe fijarse el marco y abrirse la bocatoma con el declive
insinuado. También se declaran libre los rasgos o tránsitos de las aguas por
cualquier terreno que pasen o sea conveniente al comprador, a no ser que por
aquellos donde haya planteles, en cuyo caso éstos podrán convenirse con el
propietario”.
Con esta declaración se reconocieron todos los derechos adquiridos hasta ese
momento, lo que comprendía los derechos de aprovechamiento sobre el agua, que
como en general emanaban de concesiones de la autoridad colonial, en muchas
casos fueron objeto de controversia.
a) Establece que las aguas de los ríos estarán bajo administración municipal, para
los efectos de policía y distribución.
Para el Código Civil, las aguas, mientras corren o están depositadas en cauces
naturales, son consideradas bienes nacionales de uso público.
Con respecto a las aguas públicas, que son la mayor parte de las aguas del país
establece los siguientes principios básicos:
- Sistema de la riberaneidad.
Para que el derecho sobre las aguas, denominado merced en aquella época,
pudiese ejercerse efectivamente, el Código Civil creó todo un sistema de
servidumbres, y en forma específica en cuanto se refiere a las aguas, la
servidumbre de acueducto, sin perjuicio de otras relacionadas, bocatoma, marco
partidor, así como la de escurrimiento (servidumbre natural) e incluso la concesión
de bienes públicos para construir obras de aprovechamiento.
Esas pugnas dejaron en evidencia que las normas existentes en el Código Civil y en
la propia Ley de Municipalidades eran insuficientes para resolver crisis
generalizadas, y que era necesario se entregaran atribuciones a las autoridades
administrativas para que pudiesen intervenir para preservar la paz social y el bien
común, amenazados por los conflictos ocasionados por la carencia de agua.
Sin embargo, y como había anticipado don Andrés Bello en el Mensaje del Código
Civil, la extrema longitud de Chile, se hacía difícil que una misma norma relacionada
con la regulación de las aguas pudiese ser igualmente eficaz frente a los problemas
suscitados por el agua en las distintas regiones del país, y por eso en el Mensaje del
Código deja la advertencia que habrán de dictarse regulaciones especiales que
constituirían disposiciones de carácter local.
En ellas se estableció que los derechos que se otorgaran con posterioridad a las
fechas de cada ordenanza no podrían exigir entrega de agua durante los períodos
de restricción, en especial cuando hubiese turnos.
Se expresa que para tales cauces la autoridad que concede derechos a los
interesados es el Gobernador del Departamento.
Esta ley sustituye la administración de las aguas en los ríos entregada a los
funcionarios del Poder Ejecutivo, Intendentes y Gobernadores, por el Juez de Letras
de Mayor Cuantía, quién queda facultado para nombrar los jueces de agua.
El Juez era a la vez competente para establecer quienes eran los usuarios con
derechos del respectivo cauce y el monto de éstos, en un procedimiento muy similar
al actual establecido en el Código de Aguas para formar comunidades de aguas
ante la justicia.
Esta nueva servidumbre permitía hacer uso de las aguas para generar fuerza
motriz, incluso dentro de un canal particular, con la obligación de pagar una
indemnización que podía ser única o en forma de renta periódica al dueño de las
aguas, indemnización que a falta de acuerdo de las partes establece el juez.
Llegó igualmente a nuestro país una pugna, que en Europa es de antigua data,
entre las ideas centralizadoras que buscan una ingerencia mayor del Estado en la
vida de los ciudadanos y en la orientación del grupo social, para confrontar y
sustituir un sistema liberal fundado solamente en la propiedad y en la más completa
libertad del empresario o propietario para adoptar sus decisiones.
Esta pugna implica intentos jurídicos en uno y otro sentido, lo que perdura hasta
nuestros días.
El decenio que va desde 1920 a 1930 fue agitado, (cuya causa fundamental es la
crisis del salitre y la cesantía de miles de personas), no sólo en lo político y social,
sino también en lo jurídico, pues se dictó abundante legislación, principalmente de
orientación social.
Las aguas no escaparon a estas tendencias, y fue así como dictó el Decreto Ley N°
160 de 18 de Diciembre de 1924, por una Junta Militar, que intentó centralizar la
administración de los recursos hídricos del país en el Estado, específicamente en el
Ministerio de Obras Públicas.
La ley establecía un impuesto que gravaba las peticiones de derechos nuevos sobre
el litro por segundo a utilizar o sobre el caballo de fuerza producido según fuera la
destinación del agua.
Este Decreto Ley no tuvo el resultado esperado, por lo que ante su deficiente
aplicación e inobservancia, para evitar mayores dificultades se dictó en 1929 la Ley
4.724 que prorrogó el plazo original para inscribir los derechos vigentes por seis
meses adicionales, el que en definitiva tampoco fue respetado.
Finalmente el Decreto Ley N°160 fue derogado por la Ley N° 5671 de 1935, que
dejó sin efecto además las caducidades que pudieron haberse producido, dejándose
en claro que las anotaciones efectuadas en el registro administrativo creado, solo
tendrían valor informativo, carente de consecuencias jurídicas.
Esta ley aprobó el texto de un Código de Aguas, pero dejó suspendida su vigencia,
por un plazo relativamente breve, a cuyo cumplimiento se volvió a suspender,
situación que se repite posteriormente hasta su derogación por la Ley 9.909 de
1951.
Esta Ley establece y aprueba el Código de Aguas que desde ese momento regula
los recursos hídricos nacionales, en un solo texto ordenado y sistemático.
b) Declara el dominio público de todas las aguas sin excepción, para lo cual
expropia las aguas privadas preexistentes.
Luego de los sucesos políticos de 1973 y la caída del Gobierno de la época, los
excesos que se habían producido en la aplicación de la Ley de Reforma Agraria,
llevaron como reacción a su derogación completa.
En el caso del agua se procedió a dejar sin efecto todas las normas que daban
atribuciones muy fuertes a la Dirección General de Aguas.
El Decreto Ley 2.603, con rango constitucional, fue el primer paso a la revisión
completa de la legislación de 1967, y a la promulgación del Código de Aguas de
1981.
TERCERA PARTE
1.3 El artículo 19 Nº 8º, asegura a todos los habitantes el vivir en un medio ambiente
libre de contaminación, y que además establece como deber del Estado la
protección de la naturaleza.
Resulta claro que uno de sus objetivos es la protección de las aguas, entre todos los
otros recursos naturales.
Esta vez como protección de la naturaleza en sí, sin vinculación hacia las personas,
de modo que si se ocasiona un deterioro a los recursos hídricos, esta norma permite
su defensa aun cuando el hombre no esté involucrado como víctima final de la
contaminación.
El Código de Aguas vigente fue aprobado por el Decreto con Fuerza de Ley N°
1.122 de 29 de Octubre de 1981, del Ministerio de Justicia, dictado de conformidad
a la atribución delegada conferida al Presidente de la República en el Artículo 2
del Decreto Ley Nº 2.603 de 1979, prorrogada mediante el Decreto Ley N° 3.337 de
1980, y renovada por el Decreto Ley 3.549 de 1981.
Cabe señalar, en forma general, que con esas leyes no se ha producido ninguna
modificación sustancial a los fundamentos y bases en que se sustenta el Código de
Aguas.
3.- EL D. F. L. Nº 1123.
La ley persigue como objetivo restringir la acción del Estado a aquellos proyectos en
que los beneficiados acepten co-financiar las obras en un lapso de tiempo que llega
a los 25 años.
En todo caso la ley acepta que el Consejo de la Comisión Nacional de Riego pueda
establecer subsidios que incluso pueden alcanzar el 100% de las inversiones.
Como comentario general se puede señalar que esta ley, cuya aplicación
corresponde a la Comisión Nacional de Riego, ha tenido un éxito importante, pues
por una parte ha permitido fomentar inversiones privadas relevantes, y por otra se
han orientado concursos para apoyar a sectores campesinos de bajos ingresos
económicos, lo que ha implicado darle un notorio sentido social.
II
OBJETIVOS GENERALES DE LA LEGISLACION DE AGUAS
Cuando se mencionan las fuentes del derecho siempre se indican las fuentes
formales y las fuentes materiales, siendo las primeras las formas en que el derecho
se expresa, tales como la ley, o un código; y las segundas son las causas o razones
que motivaron dictar esa ley, y que pueden ir desde un fenómeno social hasta la
imposición de una tendencia económica.
2.2 Limitar la intervención del Estado al mínimo necesario para asegurar la paz
social y proteger los recursos de aguas. Sin embargo, las reformas al Código que se
han presentado y proyectos en trámite implican fuertes iniciativas para aumentar la
intervención estatal, lo que ha traído consigo una fuerte tramitación que dilata la
obtención de derechos y las acciones relacionadas con su uso y administración.
2.5 Entregar la reasignación de los recursos hídricos del país al mercado, mediante
la libre enajenación de los derechos de aprovechamiento.
III
CARACTERES DISTINTIVOS DE LA LEGISLACION CHILENA
Esta limitación deja en orfandad el sistema de uso de las aguas de mar para su
desalinización y posterior uso, puesto que no existen reglas jurídicas al respecto,
como tampoco en relación a la disposición de las salmueras que restan después del
tratamiento, en un momento en que al no existir ya aguas dulces disponibles, el usp
del agua de mar desalinizada se está convirtiendo en un hecho común.
Igualmente, si bien no ya en relación a las aguas marítimas, se aprecia que es
necesario regular la situación de las aguas residuales, en especial de las que las
empresas sanitarias descargan al mar mediante emisarios submarinos, puesto que
se trata de recursos hídricos importantes, posibles de reutilizar tras un tratamiento
adecuado.
El sistema legal chileno considera una activa intervención de los usuarios, como
administradores, en los cauces naturales y artificiales, mediante organizaciones
autónomas, con capacidad financiera y tuición sobre sus integrantes, e incluso con
facultades jurisdiccionales en determinados casos.
Capítulo I
2 LA CUENCA.
2.1 Definición.
Nuestra ley contiene una referencia a la cuenca u hoya hidrográfica, en el art. 3º del
Código de Aguas, la que sin embargo no es exactamente una definición sino más
bien es descriptiva de una relación de pertenencia., puesto que expresa en su inciso
segundo que “la cuenca u hoya hidrográfica de un caudal de aguas la forman todos
los afluentes, subafluentes, quebradas, esteros, lagos y lagunas que afluyen a ella,
en forma continua o discontinua, superficial o subterráneamente”.
El río principal de la cuenca es el que tiene el número de orden más elevado de todo
el sistema, y en nuestro país es el que da el nombre a la cuenca, y corresponde a
aquél que descarga en el mar.
2.2.2 En Chile la cantidad de agua disponible en una región está determinada por el
clima.
Estas circunstancias son las que intervienen en el destino del agua, permitiéndole
escurrir por la superficie, haciéndole penetrar en el subsuelo o facilitando la
evaporación para su vuelta a la atmósfera.
2.2.3 Al registrarse una precipitación sobre la cuenca fluvial el agua puede seguir
distintas vías hasta llegar al colector:
Por el contrario, existen otras acciones humanas, que implican resultados negativos,
de deterioro de los distintos elementos que componen materialmente la cuenca:
cauces, aguas y área geográfica que comprende, riberas y zonas circunvecinas,
tales como la disposición de residuos en el agua o en el cauce, tala de la superficie
vegetal, crianza de ganado depredador.
El DFL Nº 850 de 1998, Ley Orgánica del Ministerio de Obras Públicas, contiene las
normas que reglamentan en forma sustantiva la extracción de áridos.
La normativa que rige la extracción de áridos desde los cauces de los ríos, en actual
vigencia corresponde a los artículos 11, 12, 13 y 14 del DFL Nº 850 de 1998, Ley
Orgánica del Ministerio de Obras Públicas, a que nos hemos referido.
Intervención sin control de los cauces, por cualquiera entidad o persona, pública o
privada, sin que exista previamente un proyecto técnico debidamente aprobado por
una autoridad con competencia técnica y administrativa para ello.
Conforme a lo que expresa esta disposición queda claro que la ejecución de obras
de cualquier naturaleza, constructivas, destructivas o extractivas, en cauces
naturales de uso público, está sometida a autorización previa, sin que la norma
defina quién constituye la autoridad en cuestión.
Por otra parte, queda igualmente claro, que como la Dirección General de Aguas
tiene la “policía y vigilancia” sobre las aguas y los cauces; con la posibilidad de
poder ordenar la paralización de cualquier obra o faena; a quién primero se debe
denunciar una situación en un cauce natural que conduzca a su alteración, es
precisamente a ese servicio.
Por su parte el artículo 41 señala que “las modificaciones” que se efectúen en
cauces naturales, “con motivo de la construcción de obras públicas, urbanizaciones,
edificaciones y otras obras en general”, serán de responsabilidad y cargo de
quienes las ordenen, y quién quiera efectuar alguna obra debe presentar un
proyecto a la Dirección, la que ordenará se publique la solicitud conforme a la ley
para proteger derechos de terceros y del medio ambiente.
En consonancia con el anterior, el artículo 171 del Código exige que quién desee
efectuar las modificaciones en cauces naturales a que se refiere el artículo 41debe
presentar los proyectos correspondientes a la Dirección General de Aguas para su
aprobación previa, siguiendo el procedimiento administrativo de los artículos 130 y
siguientes del Código del ramo.
La descarga de materiales, contaminantes o no, en los cauces, cuyo efecto final sea
o la obstrucción de la circulación natural de las aguas, o bien la degradación de sus
recursos de agua no está permitida en forma alguna en nuestra legislación.
Para dictar esta resolución, es previo contar con un informe técnico favorable, en
que se señale y deslinde la zona de extracción, y las condiciones en que esas
labores se verificarán.
Los tres usos mayoritarios del agua, generación hidroeléctrica, agua potable y
agricultura ya han copado la disponibilidad normal de agua en el país, lo que lleva a
que en un futuro no lejano se produzcan conflictos sectoriales a menos que se
establezca un ordenamiento razonable, y sujeto a normas legales, en orden a
reconocer los usos actuales y darles legitimidad, y establecer un sistema futuro de
concesión, de acuerdo a las políticas que se establezcan.
2.5.2 Extracción de aguas por quienes disponen de derechos, pero que captan
agua en períodos de limitación, prohibición o fuera de turnos.
La descripción del país efectuada más arriba es fundamental para comprender que
la geografía chilena es determinante en las dificultades de sus habitantes para el
manejo y explotación general de sus recursos naturales, y en particular en lo
referido a las cuencas hidrográficas.
Existe una tipificación de las hoyas marcada por la latitud en que se encuentran,
que las hace muy diferentes de Norte a Sur; y también hay diferencias notorias entre
las zonas que corresponden a las partes altas, medias y bajas de ellas, con una
orientación geográfica mayoritaria de Este a Oeste.
Este es un tema de singular importancia para nuestro país, que tiende a ocultarse
por la escasez de agua o las sequías.
Chile por su condición climática de país árido a semi-árido se ha caracterizado
desde siempre por la poca disponibilidad de aguas y de vegetación útil, lo que ha
incidido igualmente en la existencia de especies animales.
Por otra parte, su temperatura ostenta fuertes variaciones entre el día y la noche y
entre las distintas estaciones del año, lo que hace necesario disponer de energía
calórica para la subsistencia del ser humano.
Ahora bien, estos problemas se originan en la parte alta de las cuencas, y sin
perjuicio que allí originen daños importantes, ellos se manifiestan con mayor fuerza
y resonancia en las zonas media y baja de las hoyas, pues en tales lugares están la
mayor parte de los asentamientos humanos, que reciben estas inundaciones y
desbordes sin haber sido partícipes de su origen.
Agrega que “La cuenca u hoya hidrográfica de un caudal de aguas la forman todos los
afluentes, subafluentes, quebradas, esteros, lagos y lagunas que afluyen a ella, en
forma continua o discontinua, superficial o subterránea".
Las cuencas endorreicas o sea sin salida de aguas, las que se pierden
fundamentalmente por evaporación, se encuentran en las Regiones 1ª , 2ª y 3ª de
nuestro país, las que corresponden a salares situados en áreas de gran altura,
situados en el altiplano. Se las reconoce por el nombre del respectivo salar.
2.8.1 La importancia de las cuencas radica en que la ley reconoce que las aguas
que afluyen a una de ellas son integrantes de una misma corriente.
Esta condición física del país ocasiona problemas de importancia en las cuencas,
relacionados con la pérdida de aguas de deshielos o de temporales, lo que obliga a
construir embalses; con desbordes e inundaciones en caso de temporales, incluso a
veces con daños a la salud y vida de las personas; y finalmente la contaminación en
áreas de cabecera de las cuencas que afecta gravemente a las zonas intermedia y
baja de ellas.
2.8.2 Estos problemas, globales por naturaleza, exigen una visión diferente de las
cuencas, para administrarlas en forma integral, en conjunto con los demás recursos
naturales existentes en ellas y con una regulación adecuada de las conductas
humanas a su respecto. Este enfoque, al que se denomina administración integral
de cuencas hidrográficas no está considerado en nuestra legislación y es una
carencia de ella.
En los últimos treinta o cuarenta años, originalmente por el empeño de los técnicos
y profesionales forestales, se ha venido desarrollando la idea que la solución de los
problemas que se han graficado en los párrafos anteriores es posible a través de
una actividad de administración integrada de la cuenca hidrográfica.
Esta idea que ya es consensuada internacionalmente entre los técnicos afines a las
disciplinas científicas vinculadas a la administración y manejo de los elementos
constitutivos de la cuenca es compartida igualmente por el autor de este trabajo, y
probablemente por la generalidad de los técnicos chilenos.
Dicho proyecto de ley, luego de una larga tramitación, que dio lugar a la Ley 20.017,
sufrió un grave desglose de algunas de sus ideas, entre las cuales se fue la
Corporación de Cuencas Hidrográficas, que desapareció.
Las ideas fundamentales del Proyecto de Ley se referían a que se trataría de una
persona jurídica privada, que no perseguiría fines de lucro, y cuya integración
comprendería a la totalidad de los actores envueltos tanto en el uso y
aprovechamiento de los recursos naturales de la cuenca, como igualmente a
quienes sufren los efectos dañinos o nocivos que se manifiestan en ellas.
Cuando existe una fronda institucional abundante, a veces es más cómodo en lugar
de crear nuevas instituciones, simplemente establecer mecanismos de coordinación,
lo que implica el establecimiento de Comités o Comisiones interinstitucionales.
Su actual estatuto jurídico puede ser una de las principales limitantes para su
intervención en la administración de la cuenca, por lo que si se plantea su
intervención en la administración de la cuenca se hará necesario efectuar
correcciones legales que le autoricen una gestión más amplia.
Hay cuencas con muchos seccionamientos y cauces, como por ejemplo la cuenca
del Río Rapel, en que existen seccionamientos incluso en el Río Cachapoal.
Allí en el Río Cachapoal hay tres secciones, dos de las cuales cuentan con Juntas
de Vigilancia, y también hay una Junta de Vigilancia en el Río Claro, afluente de
aquél; hay Junta de Vigilancia en el Río Tinguiririca, y finalmente Junta de Vigilancia
en el Estero Chimbarongo.
En estas situaciones será necesario, si se opta por el camino de reforzar las Juntas
de Vigilancia, establecer la forma de priorizar a alguna de ellas para que asuma el
rol director máximo dentro de la cuenca, o crear un sistema en que se alternen en
ese mandato.
3 LOS CAUCES
Los cauces, en una definición genérica, son los espacios físicos de suelo por los
cuales circulan, se depositan o acumulan aguas. Pueden ser naturales o artificiales.
Tales cauces son, por regla general, bienes nacionales de uso público como se
declara en el artículo 30 del Código de Aguas, y solamente por excepción
constituirán suelo privado en el caso de corrientes discontinuas formadas por aguas
pluviales, al tenor de lo señalado en el artículo 31 de ese texto.
El Código de Aguas define a estos cauces en el Artículo 30 como “el suelo que el
agua ocupa y desocupa alternativamente en sus creces y bajas periódicas”, y
expresa luego que “este suelo es de dominio público y no accede mientras tanto a
las heredades contiguas”.
Tal definición reviste gran importancia, pues los terrenos riberanos pueden ser parte
de zonas muy valiosas, de modo que será tema de ardua discusión el conocer el
límite del cauce natural, si se considera que el Código Civil hace aplicables a los
propietarios riberanos la accesión como modo de adquirir el dominio.
Así se establece en el Artículo 14 letra l) inciso final del Decreto con Fuerza de Ley
N° 850 de 1998 del M. O. P. -(Ley Orgánica del Ministerio de Obras Públicas)-, y en
el Artículo 1º del Decreto Ley N°1.939 de 1977.
Para los efectos del procedimiento que debe seguirse a tal fin, rige el Decreto
Supremo Nº 609 de 1978, del Ministerio de Tierras y Colonización, hoy Ministerio de
Bienes Nacionales, publicado en el Diario Oficial de 24 de Enero de 1979.
ii Para ejecutar en estos cauces naturales públicos cualquier modificación que les
afecte, es necesario además de la autorización antes mencionada en la letra
anterior, que se obtenga otra autorización especial de la Dirección General de
Aguas, (salvo que la presentación se haya hecho a ella), Servicio que en caso de
infracción a esta obligación, está facultado para ordenar la destrucción de las obras
que se hayan desarrollado y aplicar severísimas multas (Arts.41, 271, 272 y 273 del
C. de Aguas).
iii El cauce, como suelo de dominio público, es de propiedad estatal, pero se admite
su utilización por los propietarios riberanos en las épocas que no esté ocupado por
las aguas.
La ley establece que los cauces naturales que se forman con aguas provenientes
exclusivamente de aguas lluvias tienen el carácter de cauces privados. Así lo
expresa el artículo 31 del Código de Aguas.
La calificación de cauce privado implica plena libertad del dueño del predio en que
se encuentran estos cauces, para su uso en iguales condiciones que el resto de su
suelo.
El artículo 35 del C. de Aguas expresa que “álveo o lecho de los lagos, lagunas,
pantanos y demás aguas detenidas, es el suelo que ellas ocupan en su mayor altura
ordinaria”, y agrega que por regla general estos cauces de aguas detenidas son
bienes de dominio privado.
El suelo ocupado por las aguas es de propiedad particular, sea del propietario
riberano si es uno sólo, sea del conjunto de riberanos proyectando sus deslindes
hacia el interior de la masa de agua.
La norma indicada declara que por excepción son bienes nacionales de uso público
los cauces de lagos y lagunas cuando sean navegables por buques de más de cien
toneladas.
Cabe señalar, que por su origen, dicho decreto persigue una finalidad relacionada
con la policía de la navegación más que con una real distinción entre lagos y
lagunas en razón de su tamaño, tanto así que en su listado se incluyeron dos
embalses de propiedad particular, el Embalse Rapel y el Embalse Colbún.
Son las mismas reseñadas en los párrafos signados b) y d) referidos a los cauces
naturales de aguas corrientes, es decir si se trata de cauces públicos tendrán
restricciones para su uso y para ejecutar cualquier obra en ellos o en sus riberas, y
si se trata de bienes privados, el propietario o propietarios del cauce, tendrán plena
libertad a su respecto del mismo modo que respecto a cualquier bien privado propio.
Se aplican las mismas normas jurídicas señaladas para los cauces naturales de
aguas corrientes, pero este caso el Ministerio de Bienes Nacionales y el informe
técnico del Departamento de Obras Fluviales del M.O.P., deberá considerar como
límite técnico para su cálculo, la mayor altura ordinaria de las aguas en el cauce de
aguas detenidas.
Cabe destacar, además que este mismo concepto trasciende los cauces en caso de
calamidades o catástrofes, que en el caso de las aguas se manifiestan en sequías,
avenidas, o en fenómenos de contaminación grave.
El estado actual del país en estas materias, desde ya más de treinta años a la
actualidad, corresponde a la realización de estudios, sin que se haya comenzado a
ejecutar proyectos u obras concretas para resolver esta dificultad propia del país.
Con respecto a los cauces naturales, y como un esbozo de una materia que se
tratará con más detalle en un capítulo posterior, debemos consignar que existen
tanto organismos de naturaleza privada como entidades públicas que dentro de sus
atribuciones y facultades deben preocuparse de los cauces naturales.
i Entidades privadas.
Desde un punto de vista privado se cuenta con las denominadas Juntas de
Vigilancia, cuyo objetivo primordial es la distribución de las aguas del cauce entre
los distintos canales con derechos que extraen aguas de esa fuente.
ii Entidades públicas.
Desde el punto de vista público pueden intervenir para ejercer atribuciones sobre los
cauces, numerosos organismos.
El Ministerio de Bienes Nacionales, para dictar el Decreto Supremo que fija los
límites o deslindes de los cauces naturales.
El Ministerio de Salud, para ejercer atribuciones sanitarias sobre vertidos a los ríos y
lagos, especialmente en aplicación del Código Sanitario.
La zona lateral que deslinda con el cauce natural se denomina ribera o margen, y
podrá ser de suelo de dominio público o de dominio privado según quién sea el
propietario riberano.
La ley chilena reconoce las características orográficas del país, y acepta que los ríos
por su naturaleza torrencial nacen y se pierden dentro de sus cauces para luego
volver a nacer, con tanto o más caudal que el original.
De acuerdo a tal forma de uso del agua cada sección es soberana en sus usos y
repartos, y las demás secciones del mismo río no pueden exigirle aportes de sus
caudales de agua.
Tales son las reglas que fija el artículo 264 del Código de Aguas, pero no debemos
olvidar que en situaciones de catástrofe, y por excepción, la autoridad puede
suspender estos seccionamientos. (Art.314).
3.2.1 Definición.
3.2.2 Propiedad.
Los canales o cauces artificiales son obras que se rigen por las reglas del derecho
privado, ya sea que pertenezcan a los particulares o que sean de dominio del
Estado, en cuyo caso serán obras fiscales.
La definición legal de canal o acueducto considera como parte de un canal las obras
de arte hidráulicas que lo complementan, tales como bocatomas, canoas, sifones,
tuberías, marcos partidores y compuertas. Las bocatomas y canoas sirven para
captar las aguas; las canoas, sifones y tuberías, son obras complementarias para la
conducción de las aguas; y finalmente los marcos partidores y las compuertas
tienen como finalidad la distribución y medición de las aguas.
La modificación de cauces artificiales se rige por las mismas disposiciones que los
cauces naturales, es decir, se requiere la autorización de la Dirección General de
Aguas de acuerdo a lo establecido en el artículo 41 del Código de Aguas,
complementado por los artículos 171 y 172 de ese texto legal, que corresponden a
las normas que autorizan a destruir las obras ejecutadas sin un proyecto
debidamente autorizado por la Dirección General de Aguas.
Los artículos 8º, 9º, 25º, 26º, 69º, y 76 y siguientes del Código de Aguas contienen
las normas generales y especiales que establecen esta importante facultad.
Con respecto a los embalses la ley no va más lejos de entregar una definición en el
artículo 36 inciso final, como obra artificial donde se acopian aguas, no obstante la
importancia que para un país como el nuestro revisten por su característica
fundamental de hacer disponible el agua en un momento diferente al de su
producción. Es decir, generalmente, se guardan las aguas de invierno, cuando no se
requieren para usarlas posteriormente en el verano.
4.1.1 Definición.
Según el Artículo 2º del Código de Aguas, "son las que están ocultas en el seno de
la tierra y no han sido alumbradas".
Las aguas subterráneas constituyen una reserva de agua dulce superior a todas las
fuentes terrestres superficiales del mundo.
Según el U.S. Geological Survey, en el planeta el 97,2 % es agua de mares salados,
y solamente el 02,8% es agua dulce. En el 02,8% de agua dulce: el 2,15% son
hielos, el 0,625 % aguas subterráneas, y el 0,0171% son aguas superficiales
A diferencia de lo que ocurre con las aguas superficiales, que se pueden constatar y
reconocer a simple vista, las aguas subterráneas exigen un trabajo previo de
prospección, el cual es delicado y difícil.
Por las razones antes mencionadas, el agua subterránea exige pasos previos a la
posibilidad de hacer uso de ella.
Tales son:
Exploración o prospección
Perforación
Explotación
En tal situación se concluyó que las aguas subterráneas son “pars fundii”, es decir
parte del fundo, y por lo tanto corresponden a una parte del dominio del propietario
sobre el suelo, como lo es, (en general), de todo lo que encuentre en el subsuelo.
Se trata de un complemento, pues se hará uso de ellas en los años y épocas en que
la disponibilidad de agua superficial sea insuficiente.
c) Mejoramiento de calidad del agua; esta es una ventaja que se aprecia con
facilidad si se considera que normalmente el agua superficial está sujeta a todo tipo
de contaminaciones, tanto a lo largo de los cauces naturales primero, como
posteriormente de los canales si éstos no están abovedados, o si el agua no se
conduce a través de tuberías.
Los vapores endógenos corresponden a aguas subterráneas que pasan por zonas
cercanas a la existencia de magma terrestre, sea porque vienen desde gran
profundidad a la que se han infiltrado, sea porque escurren en zonas de conos
volcánicos, en que el magma ha subido a las cercanías de la superficie.
Este tipo de aguas, que usualmente vendrán con minerales disueltos, es decir con
contaminación natural (positiva o negativa), si bien tiene uso termal desde los inicios
de la historia del hombre, ha comenzado a ser utilizada con mayor frecuencia como
una fuente de energía aprovechable por el hombre, lo que se denominado “energía
geotérmica”.
4.2.1 Exploración
A) En el caso del suelo privado deben distinguirse las situaciones que se explican a
continuación, y que regula el artículo 58 del Código de Aguas:
En suelo privado ajeno se requiere la autorización previa del dueño del predio, sin
perjuicio de tener presente que aún en suelo privado de bofedales y vegas de la
Regiones de Arica y Parinacota, de Tarapacá y de Antofagasta, según el Art. 63 del
Código de Aguas, la extracción y explotación de aguas está prohibida. Sólo por
excepción se puede autorizar por la Dirección General de Aguas que debe dictar
una resolución fundada según se establece en el Art. 1º letra a) del DS. Nº 203 de
2013 del MOP y en la Res. Nº 425/2008 de la DGA.
El artículo 58 inciso 2º del Código de Aguas establece que en este suelo se requiere
autorización de la Dirección General de Aguas.
- Existe una limitación de superficies a explorar, que está fijada en el artículo 11.
- La DGA tiene facultades para denegar o limitar las solicitudes, por las causales
que se explican en los artículos 13 y 14.
4.2.2 Perforación.
4.2.3 Explotación.
A) En primer término se deben citar las normas de remate, que son disposiciones de
reciente data; y ahora se aplican a solitudes de aprovechamiento concurrentes
cuando no existen recursos suficientes.
Características:
Establecido en el Art. 42 del Reglamento, permite extraer el agua desde otro lugar
distinto al original, dentro del mismo Sector Hidrogeológico de Aprovechamiento
Común, siempre que no se perjudique a terceros.
5.1 Derrames
5.1.2 Efectos: Se permite su uso sin concesión, artículo 44 del Código de Aguas.
Es la contrapartida, como se verá, a la servidumbre natural de escurrimiento.
5.2 Drenajes
Los beneficiarios están determinados en el art.48 del Código de Aguas, que señala
la obligación de contribuir a la mantención del sistema. Para estos efectos considera
la constitución o nacimiento de una Comunidad de Drenaje que se regula en el
artículo 51 del Código de Aguas.
5.3.2 Calidad jurídica: Por las razones expresadas el Artículo 54 del Código de
Aguas, señala que este uso constituye un acto de mera tolerancia.
Este título será escritura pública, una sentencia o un testamento, y para que
produzca efectos respecto de terceros, es decir les sea oponible, se requiere de la
inscripción en el Registro de Hipotecas y Gravámenes de Aguas.
6 EL DERECHO DE APROVECHAMIENTO
6.1 Concepto.-
Las aguas son bienes nacionales de uso público, lo que significa que conforme la
definición legal del artículo 589 del Código Civil, su uso corresponde a todos los
habitantes de la nación.
De ello se sigue que existe el acceso original al agua, lo que se conoce como
asignación, y posteriormente se produce la reasignación del recurso a través de su
transferencia por actos entre vivos, por sucesión por causa de muerte y también en
determinadas condiciones por acto de autoridad.
En Chile la concesión se aplicó desde la Conquista, puesto que las tierras y las
aguas se consideraron de propiedad de la Corona de Castilla, como resultado del
origen del descubrimiento y conquista de América, y se consagró bajo la
denominación de mercedes de aguas.
6.3 Definición.
Derecho eventual es aquel que sólo puede ejercerse después de satisfechos los
derechos de aprovechamiento permanentes. Prefieren unos a otros en el orden de
sus fechas de concesión.
6.5.2 Derechos consuntivos y derechos no consuntivos.
Los derechos consuntivos son aquellos en que las aguas pueden ser usadas por su
titular sin obligación de restituirlas a la fuente originaria, es decir se puede consumir.
Los derechos no consuntivos son aquellos que permiten el uso del agua, pero con la
obligación de restituirla en iguales condiciones de cantidad, calidad, sustancia,
oportunidad de uso y demás particularidades.
Derecho continuo es el que se puede ejercitar las 24 horas del día y los 365 días del
año, sin interrupción alguna.
1.- Vertientes que nacen, corren y mueren dentro de una misma heredad, artículo
20.
2.- Lagos menores, lagunas y pantanos situados dentro de una sola propiedad, y en
que no hayan derechos en favor de terceros a la fecha de entrar en vigencia el
Código, artículo 20.
4.- El derecho del minero sobre las aguas halladas dentro de su pertenencia, en la
medida necesaria para su explotación y mientras conserven el dominio de aquellas,
artículo 56 inciso 2º.
El análisis del Decreto Ley Nº 2603 y del posterior Decreto con Fuerza de Ley Nº 1-
2603 de 1979, del Ministerio de Agricultura permiten definir con claridad su origen e
intención, especialmente con la lectura de los artículos transitorios del D.F.L. 1-2603
de 1979.
3.- Que quien solicita la regularización sea persona distinta de aquella a cuyo
nombre está inscrito el derecho.
4.- Que el derecho haya estado en uso por persona distinta de su titular a la fecha
de entrada en vigencia del Código, esto es, al 29 de Octubre de 1981.
7.- Tramitación administrativa según las reglas de los artículos 130 y siguientes del
Código de Aguas.
Para este tipo de derechos rige solamente el artículo 113 del Código de Aguas que
exige escritura pública, y si la transferencia es accesoria a la enajenación de un bien
raíz o una industria, deberán mencionarse expresamente según ordena el artículo
317 del Código, bajo sanción de presumirse que no se incluyeron en la
compraventa.
Según se manifiesta en el artículo 129 del Código, el dominio sobre los derechos de
aprovechamiento se extingue por las causas y en la forma establecida en el derecho
común.
Las aguas, pese a ser consideradas en un sistema muy completo en el Código Civil,
no se incluyen dentro de los bienes susceptibles de inscripción, y solamente en el
año 1908 con motivo de la promulgación de la Ley Nº 2.139 sobre Asociaciones de
Canalistas se establece por primera vez el Registro de Regadores de Aguas, en el
cual se pueden inscribir a partir de esa fecha todos los derechos de
aprovechamiento sometidos al régimen de Asociación de Canalistas.
La reforma de 1967, con la Ley 16.640 que trajo un cambio radical a la legislación,
creó un Registro Público de Aguas, que nunca fué aplicado, y por lo tanto se
mantuvo el sistema de Registro en el Conservador de Bienes Raíces, de acuerdo a
lo señalado en el artículo 9º transitorio del Código de 1969, y previamente en la
propia Ley 16.640.
El artículo 112 del Código señala como normas aplicables a la inscripción de los
derechos de aprovechamiento, en primer término por las normas especiales del
Código, y en su defecto por las reglas del Código Orgánico de Tribunales y en el
Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces.
Por otra parte, y con igual orientación, creó fórmulas para regularizar y aumentar la
inscripción de los derechos de aguas, en los artículos 1º, 2º, 5º y 8º transitorios.
En el mismo sentido, la formación de una organización de usuarios termina con su
inscripción, que incluye la inscripción de los derechos de sus integrantes.
El Código distingue, al igual que el Código Civil al que sigue como modelo, entre
títulos que deben inscribirse, o sea existe obligatoriedad como solemnidad para su
validez respecto de terceros; y títulos que pueden inscribirse, en que no existe
obligación de inscribir.
Salvo el caso indicado en el artículo 115, que se refiere al usuario individual de una
corriente natural, incluido en la junta de vigilancia respectiva, que puede inscribir su
derecho con un certificado de la Dirección General de Aguas; los casos
mencionados en el artículo 116 se refieren a contratos y derechos anexos o
accesorios del derecho de aprovechamiento, y su inscripción tiene por objeto
publicidad para hacerlos oponibles a terceros, y fecha cierta de su establecimiento.
8 LAS SERVIDUMBRES
Según señala el artículo 69 del Código de Aguas, se aplican las disposiciones del
Código Civil, en particular los artículos 820 a 888.
Dentro de las leyes especiales se debe considerar la Ley 6.977 sobre Alcantarillado
en bienes raíces urbanos, que como requisito especial, es la única que exige
inscripción de la servidumbre de acueducto.
En cuanto al Código de Aguas, las normas que rigen las servidumbres son las que
se encuentran insertas en los artículos 69 a 109.
Las reglas generales aplicables a las servidumbres están en los artículos 70, 71 y
72 del Código, y limitan su aplicación al objetivo declarado, y a la aceleración del
procedimiento mediante la consignación de una suma provisional de indemnización.
8.2.1 Naturales; son aquellas que tienen su origen en la disposición natural de los
predios, sin que intervenga en su existencia la mano del hombre.
8.2.2 Legales; son las servidumbres que establece y reglamenta la ley, y que como
tales no pueden ser discutidas, sino que solamente se puede producir controversia
sobre sus características y sobre la indemnización y forma de pago.
Están consideradas en el artículo 839 y siguientes del Código Civil, y en los artículos
76, 94, 96, 99, 103 y 107 del Código de Aguas.
Como ya se dijo, se rigen por el Código Civil, y nacen de acuerdo a las necesidades
de los contratantes.
El artículo 109 del Código de Aguas establece las causales de extinción de las
servidumbres, que son las mismas del Código Civil, con una salvedad; el no uso
debe durar más de cinco años, en lugar de tres como establece la legislación civil.
La servidumbre de acueducto está sujeta a una serie de reglas que fija el Código de
Aguas:
d) Los terrenos que comprende la servidumbre, y por tanto que dan derecho a pago
de indemnización, están considerados en el artículo 82 del Código de Aguas,
(rasgo y franjas laterales), complementado por el artículo 83 que consigna la
extensión del derecho del propietario de la servidumbre sobre tales terrenos.
8.9 Sin perjuicio de las normas específicas analizadas cabe señalar que se aplican
en esta materia los artículos 820 a 888 del Código Civil y también la Ley 6.977 sobre
Alcantarillado en bienes raíces urbanos, que para su constitución y
perfeccionamiento exige la inscripción de la servidumbre en el Registro de
Hipotecas y Gravámenes respectivo.
Sobre los derechos de aguas existía la posibilidad de establecer una prenda o una
hipoteca, y la primera vez que se legisla sobre la materia, en la Ley Nº2139 de
1908, no se llega a una definición clara y definitiva, y en el artículo 6º, que se refiere
a esta materia se regula hipoteca de regadores; y también se acepta la prenda de
los mismos, para garantizar obligaciones independientes del predio en que las
aguas se utilizan.
En el Código de Aguas de 1951 se estableció la hipoteca como la fórmula jurídica
apropiada para que los derechos de aguas sirvieran de garantía a obligaciones,
pero se restringe su aplicación, de modo que no pueden darse en garantía en forma
independiente del predio a que sirven.
9.2 Concepto.
Ello significó derogar no sólo las normas referidas a la hipoteca, sino también las
disposiciones que establecían el Registro de Hipotecas y Gravámenes de Aguas en
el Conservador de Bienes Raíces.
El caudal ecológico, cuya definición no fue entregada por la ley, y que en nuestra
opinión es “el caudal de agua necesario para mantener vivos la flora y fauna que
dependen del respectivo curso de agua”.
Sin embargo, esta no parece una buena solución, menos aún si se considera que
solamente se legisla en su aplicación hacia el futuro, como si todos los ríos de
nuestro país no estuviesen ya agotados, lo que es una realidad. Entre los hechos y
la ley hay una distancia tal que este caudal ecológico, en la práctica es inaplicable a
los derechos de aprovechamiento permanentes y consuntivos.
Nos parece otra disposición errónea pues la devolución se debe hacer al posible
cauce afectado, que puede ser distinto al cauce natural más próximo.
Se trata de impedir que se ejecuten obras en cauces naturales sin una autorización
de quién corresponda, facultad de la Dirección General de Aguas que ya existía
desde 1981.
11.1 Según se expresa públicamente por las autoridades y técnicos de la DGA, las
normas sobre pago de patente que han sido establecidas en la Ley 20.017, (que no
corresponden a las normas propuestas originalmente en 1990, en la primera
presentación de modificaciones al Código de Aguas), tendrían como objeto evitar
tres situaciones que se entienden contrarias al aprovechamiento racional del agua.
En efecto, hay un hecho real que nunca ha sido desmentido; en época de estiaje, es
decir verano, en que existe la menor disponibilidad natural de aguas, y la demanda
por el recurso es la máxima, no existe prácticamente ningún río desde Arica a
Puerto Montt, que esté descargando agua dulce en el mar. Todos están agotados
“materialmente”, y no hay agua.
Por tanto, no existe un despilfarro del agua que afecte a terceros, y más bien lo que
ocurre es que su uso ha llegado al límite crucial en que se utiliza físicamente en su
totalidad.
En tal situación, ¿qué objeto tiene el establecer un castigo por el no uso, cuando ello
dependerá del año, de la disponibilidad natural y de los mayores o menores cultivos
efectuados, y por último de la eficiencia de uso del agua?
11.5 Los derechos para los cuales existan obras de captación, es decir bocatomas
en el caso de aguas superficiales o pozos habilitados en el caso de aguas
subterráneas no pagan esta patente, indistintamente de si se usan o no las aguas,
pues la ley no distingue.
11.6 Una vez establecida la obligación de pago por la Dirección General de Aguas,
si el afectado no lo hace, se inicia un procedimiento judicial ejecutivo en su contra, el
que podrá hacerse efectivo en el derecho de aprovechamiento no utilizado.
11.7 El Código hace una distribución actual de los ingresos producidos por las
posibles patentes que se cobren o paguen, lo que es un tanto contrario a la forma
general de administración de los recursos del Estado.
QUINTA PARTE
DE LOS PROCEDIMIENTOS JUDICIALES
En otros textos legales disponemos del recurso de protección, que consta del
Artículo 20 de la Constitución Política y de un Auto Acordado especial de la Excma.
Corte Suprema; y finalmente, de la tramitación criminal del delito de usurpación de
aguas considerado en el artículo 459 del Código Penal.
El artículo 178 del Código de Aguas, que se refiere a esta materia, no entrega una
regla de competencia precisa, sino que se remite en forma genérica a las reglas de
competencia del Código Orgánico de Tribunales.
5.3.1 Cuantía.
5.3.2 Materia.
5.3.3 Fuero.
En lo referido al fuero, tampoco sus reglas tienen aplicación, salvo alguna situación
excepcional.
5.3.4 Domicilio.
Esta regla general presenta una excepción, en que varía la competencia, para el
caso que la acción deducida sea una acción inmueble.
El agua puede ser mueble o inmueble, según estatuye el artículo 4 del Código de
Aguas, y a su vez de acuerdo al artículo 580 del Código Civil, los derechos y las
acciones son muebles o inmuebles según lo sea la cosa en que han de ejercerse o
que se debe.
5.3.4.2 Admitamos, sin embargo, que en la generalidad de los casos las aguas
estarán destinadas al uso, cultivo o beneficio de un inmueble o industria, por lo que
tendrán usualmente el carácter de inmuebles, y sólo excepcionalmente serán
muebles.
5.3.4.3 Según se explicaba, las acciones que se ejercen sobre aguas pueden ser
muebles o inmuebles, lo que fijará la competencia del tribunal que deba conocer de
los conflictos relacionados con ellas.
a) Si son muebles, rige la regla ya indicada del artículo 134 del Código Orgánico de
tribunales, es decir es competente el juez del domicilio del demandado.
b) Si la acción deducida es inmueble, se aplica la regla del artículo 135 del Código
Orgánico de Tribunales, que permite a elección del demandante demandar:
El artículo 123 del Código de Aguas expresa que se concede una acción posesoria
si se hacen estacadas, paredes u otras labores que causen los siguientes efectos
dañinos:
Esta acción, que usualmente es de corto plazo de prescripción, como todas las
acciones posesorias, presenta acá sin embargo características diferentes, pues no
sólo procede respecto de las obras nuevas, sino también de las ya construídas,
mientras no haya transcurrido tiempo suficiente para constituir servidumbre, que en
el caso de que se trata es un lapso de cinco años.
El artículo 126 del Código de Aguas establece una acción posesoria, que fue
copiada del Código Civil, y que por lo mismo se puede justificar en sus orígenes,
pero no en la actualidad, ya que se encuentra a lo menos parcialmente modificada
en la práctica por otras normas del mismo Código, como explicaremos.
Esta derecho se ejerce naturalmente por intermedio del Juez, y la ley señala que el
costo de la limpia se repartirá entre todos los beneficiados con ella a prorrata “del
beneficio que reporten del agua”, lo que implica que se trata de comuneros en las
mismas aguas.
Esta disposición está reemplazada en la actualidad por el artículo 91 del Código que
impone la obligación al dueño de un acueducto de mantenerlo limpio y en perfecto
estado de circulación del agua para evitar daños a las personas o a bienes de
terceros, y le impone la obligación de repararlo y limpiarlo.
De conformidad al artículo 125 del Código, el que hace obras para impedir la
entrada de aguas que no está obligado a recibir no es responsable de los perjuicios
que sin intención ocasione a edificios o tierras ajenas.
5.4.6 Procedimiento.
Recordemos que el artículo 936 del Código Civil fué sustituído por la el artículo 9
de la Ley 9909 de 1951, que lo reemplazó por uno nuevo que decía “Las acciones
posesorias sobre aguas se regirán por el Código de Aguas”.
Los artículos 937,938, 939 y 940 del Código Civil fueron suprimidos por la misma
Ley 9909 de 1951, aprobatoria del Código de Aguas.
Posteriormente, el artículo 936 del Código Civil, sustituido en 1951, fue derogado
por el artículo 123 de la Ley 16.640 sobre reforma agraria de 1967.
5.4.7 Procedimiento para los artículos 936 y 937 del Código Civil, derogados, y
hoy 123 y 124 del Código de Aguas.
5.4.8 Procedimiento para el interdicto del artículo 939 del Código Civil,
derogado, y hoy art. 126 del Código de Aguas.
El artículo 579, vigente, del Código de Procedimiento Civil hace aplicable en este
caso del artículo 939 del Código Civil, derogado y hoy reemplazado de forma
idéntica por el artículo 126 del Código de Aguas, los artículos 571 a 574, sobre
denuncia de obra ruinosa, sin mecanismo adicional de prueba como en el caso
anterior.
Este vacío se hace mucho mayor al derogarse el artículo 936 del Código Civil por la
Ley 16.640, y posteriormente al pasar del Código de Aguas de 1951-69 al de 1981.
A nuestro juicio la derogación de las normas a que se refiere el Código de
Procedimiento Civil y la inexistencia de vinculación a las actualmente vigentes en el
Código de Aguas hace inaplicables las normas especiales de procedimiento de los
artículos 577 y 579 del Código de Procedimiento Civil.
El denominado amparo judicial, cuyo nombre emana de su similitud con una acción
administrativa existente en la legislación precedente, artículo 247 del Código de
Aguas de 1969, que se denominaba amparo administrativo, es considerada en
definitiva una acción posesoria especial.
Dicha sentencia señala que: “Para interponer el amparo judicial de aguas que tratan
los artículos 181 y siguientes del Código de Aguas, se requiere ser titular de un
derecho de aprovechamiento de aguas, o ser dueño del inmueble que se encuentra
utilizando dichos derechos, o, finalmente, encontrarse actualmente haciendo uso
efectivo del agua. En consecuencia, no es admisible el amparo judicial de aguas si
el recurrente no es legalmente el titular del derecho de aprovechamiento de que se
trata; ni consta que el recurrente sea dueño de la parcela que utilizaría los derechos
de aguas...”.
5.5.2 Tramitación.
El amparo de aguas se interpone ante el Juez del lugar en que se han producido
hechos recientes que significan un entorpecimiento en el uso de derechos de
aprovechamiento de un usuario de aguas.
El Código de Aguas consecuente con esta calidad jurídica que en general significa
tratarse de acciones que prescriben en el corto plazo, un año y aún seis meses,
otorga esta acción al que considere estar perjudicado por “hechos u obras
recientes” en el aprovechamiento de las aguas de que es titular.
Los requisitos para su interposición, que debe cumplir el escrito de demanda, están
señalados en los artículos 182 y 183 del Código de Aguas.
5.7 El arbitraje.
El artículo 244 del Código de Aguas establece que los directorios de las
comunidades de aguas, y por aplicación extensiva expresa de las asociaciones de
canalistas y de las juntas de vigilancia, están facultados para actuar como árbitros
arbitradores en los conflictos que se susciten en el seno de dichas organizaciones,
entre sus usuarios y entre los usuarios y la organización, en materias relacionadas
con la “distribución” y el ”ejercicio” de los derechos de aprovechamiento.
Este arbitraje encuentra sus raíces en las actuaciones del Tribunal de Aguas de
Valencia, en España, el tribunal más antiguo del mundo, que se reúne una vez a la
semana y está formado por los Presidentes de los Canales de Valencia, quienes
conocen en un procedimiento oral las quejas y controversias sobre aguas de los
usuarios de sus canales y cuyo fallo es definitivo e inamovible.
SEXTA PARTE
DE LOS PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS.
6.1.1 Concepto.
Los artículos 130 a 139 del Código lo establecen y por las formalidades que se
exigen debe aceptarse que se trata de un procedimiento escrito.
6.1.1.3 Publicaciones.
La solicitud, una vez ingresada debe ser publicada dentro del plazo de treinta días
de su presentación o ingreso en la siguiente forma:
a) Una vez en el Diario Oficial del día 1º o 15 de cada mes, lo que asegura certeza
de publicidad, y la nula posibilidad que se intente mimetizar la solicitud para que no
sea percibida por quienes sean eventualmente afectados por ella.
6.1.1.5 Oposiciones.
Los terceros que estimen ser afectados en sus derechos por la petición podrán
oponerse a la solicitud publicada en el plazo fatal de 30 días contados desde la
última publicación.
6.1.1.6 Resolución.
Dentro del plazo de treinta días de recibidos los antecedentes podrá decretar
mediante resolución fundada se le remitan las aclaraciones que estime pertinentes,
decretar inspecciones oculares o pedir los informes que considere necesarios para
mejor resolver. (Art.134 C. de A.)
Todo gasto que se origine en este tipo de tramitaciones es de cargo del interesado
que la solicita, con excepción de los trámites o diligencias que irroguen gastos y que
ordene de oficio la Dirección General de Aguas, que en tales casos deberá
financiarlas.
Pero si ordena una inspección ocular, los costos de esta diligencia son de cargo del
interesado.
Las resoluciones que dicte la Dirección General de Aguas resolviendo una cuestión
sometida a su conocimiento son susceptibles de dos recursos:
Las resoluciones del Director General de Aguas pueden cumplirse con el auxilio de
la fuerza pública, con facultades de allanamiento y descerrajamiento, que requerirá
directamente del Intendente o Gobernador respectivo, como expresa el artículo 138.
6.1.1.10 Notificaciones.
Sin perjuicio de las publicaciones que deben efectuarse al inicio del proceso
administrativo, de conformidad al artículo 139 del Código de Aguas, las resoluciones
del Director General de Aguas se notifican en la forma prevista en los artículos 44
inciso 2º y 48 del Código de Procedimiento Civil, por el funcionario que se designe
como ministro de fe, al interesado que haya fijado domicilio en su primera
presentación dentro del radio urbano del lugar en que funcione la oficina de la
Dirección que está tramitando el proceso.
-Si se solicitan volúmenes (caudales pues la ley tiene una mención que es errónea)
por derechos no consuntivos superiores a 100 l/seg en las Regiones 1ª a
Metropolitana, y a 500 l/seg en las demás, será necesario acompañar una memoria
explicativa de acuerdo a formularios que entregará la Dirección, y además deberá
presentarse una declaración jurada respecto a las justificaciones de la memoria.
Para asignar el derecho se divide el caudal disponible por el monto menor solicitado,
y se remata en lotes por dicho monto, adjudicando el derecho al mejor postor.
SEPTIMA PARTE
LA INSTITUCIONALIDAD
A) El Presidente de la República.
Esta Dirección General forma parte del Ministerio de Obras Públicas, y tiene
dependencia directa del Ministro del ramo.
B) Artículo 304: Vigilar las obras de toma en cauces naturales para evitar perjuicios
en obras defensa, inundaciones o aumentar riesgos en futuras crecidas.
Para ello puede ordenar cierre de obras de toma en caso de peligro de avenidas, o
en caso de mal manejo de obras con peligro a la vida y bienes de terceros.
D) Artículo 307: inspección de obras mayores cuando amenacen ruina, para evitar
perjuicio a la vida o bienes de terceros. La infracción a las medidas que ordene se
sanciona con multas.
7.3.1.1 Su concepción.
7.3.1.3 Registro.
El registro habilita para inscribir las comunidades, pero no constituye una norma
imperativa por lo que su no cumplimiento carece de sanción.
7.3.1.5 El financiamiento.
Por el contrario, en áreas con canales pequeños, de baja productividad agrícola por
calidad de suelos o clima, y con mucha población pobre, algunas veces el sistema
no funciona, y se produce un círculo vicioso en cuanto al abandono de las obras y
pérdida de capacidad de riego.
7.3.2.1 Funciones.
Al igual que las comunidades sus funciones son la distribución de las aguas entre
los usuarios con derechos, la conservación y mejoramiento de las obras de
captación, conducción y distribución del agua, y finalmente pueden ejercer la
competencia arbitral del artículo 244 del Código de Aguas.
7.3.2.2 Constitución.
Su constitución se puede efectuar mediante una escritura pública suscrita por todos
los usuarios de cauce artificial. Esta escritura de constitución requiere su posterior
aprobación por el Presidente de la República mediante Decreto Supremo, previo el
informe favorable de la Dirección General de Aguas.
Se les aplican las normas de las comunidades de aguas y además las reglas del
Título XXXIII del Libro I del Código Civil, excluídos los artículos referidos a las
fundaciones.
7.3.2.5 Atributos.
7.3.3.1 Funciones.
Les corresponde según el Código de Aguas la distribución de las aguas entre los
distintos canales con derechos dentro del sector de su jurisdicción.
Como la Junta de Vigilancia tiene una base corporativa, al igual que las
comunidades de aguas y las asociaciones de canalistas, sus órganos internos son
muy similares.
a) La Asamblea General
Instalada legalmente, sus acuerdos son obligatorios para todos los miembros de la
Junta.
b) El Directorio
El Directorio es el que establece los rateos y los turnos, el que decide las
contrataciones de empleados, como igualmente la contratación de trabajos, obras y
servicios profesionales que sean necesarios.
c) El Presidente.
d) El Repartidor General
La Junta cobra a cada uno de los canales que conforman su Rol o Matrícula una
cuota anual, por cada una de las acciones que poseen.
Con ello se asegura la proporción y justicia de las cuotas a pagar, que corresponden
a los derechos de aprovechamiento en uso.
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