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Los HH.; que actúen de Dignatarios y Oficiales deberán portar mandil; unos
y otros vestirán de etiqueta o cuando menos de traje negro y llevarán una flor
blanca en el ojal de la solapa.
El H.·. Secretario llevará en un libro especial, el acta ya preparada en forma
concisa, para que la firmen en el momento los cónyuges, los Dignatarios y
Oficiales, así como todos los Masones y profanos que lo deseen.
El Maestro de Ceremonias que portará la vara que los distingue, es el
encargado no solamente de que el ritual se desarrolle con toda exactitud, sino
de que existan el orden y compostura debidos, usando para ello de toda
gentileza y discreción.
Se designarán dos Maestros Auxiliares de Ceremonias y dirigirán la entrada
y colocación de los asistentes, distinguiendo en todo a las damas como es de
rigor. El mismo Maestro de Ceremonias dispondrá el cortejo de los cónyuges
a la hora de entrar al salón y los instruirá en lo que a ellos corresponda,
ordenará a los músicos cuando deban tocar y con toda anticipación les dirá
que solo deben ejecutar música solemne y adecuada, de preferencia música
de cámara; y cuidará de que antes de dar principio el acto, sea obsequiada
la concurrencia femenina con ramos de flores y de que los pebeteros estén
encendidos hasta terminar la ceremonia.
Todos los presentes se ponen de pie, el Ven.·. Maest.·. y los dos Vigilantes
batirán molletes, el Maest.·. de Cer.·. indicará a la música que toque una
marcha nupcial y entonces entrara el Cortejo encabezado por los Maestros
Auxiliares de Ceremonias a quienes seguirán los padrinos y demás
acompañantes. Ya en el salón, se dirigirán a Oriente en donde el Ven.·.
Maest.·. ofrecerá a la desposada un ramillete de flores naturales, continuando
después su marcha hasta dar dos vueltas por la calle central, en medio de una
lluvia de flores que se arrojarán a su paso. Al terminar, los esposos y sus
padrinos quedarán en pie frente a la mesita triangular, al Ara y al Ven.·.
Maest.·., ordenando entonces el Maest.·. de Cer.·. a la música que cese de
tocar. El Maestro de Ceremonias ocupará su lugar a la derecha del Prim.·.
Vig.·. El Ven.·. Maest.·. de pie dirá con toda solemnidad:
Venerable Maestro. - Q.·. H.·. __________ y Vos digna esposa: La
respetable Logia _______________________ satisfecha y complacida de
que os hayáis unido en matrimonio, está dispuesta a reconoceros como
legítimos esposos si aquí ante nosotros y vuestra conciencia ratificáis la
promesa que habéis hecho ante el Representante de la Sociedad, conforme a
la Ley Civil. Tened la bondad de tomar asiento.
(Lo que sigue debe leerse solemne y claramente, pero sin afectación).
Venerable Maestro. - El matrimonio es consecuencia de una reciprocidad de
amor y de respeto, y se efectúa por relaciones de atracción, sentimiento y
voluntad.
Habéis celebrado un pacto auspiciado por vuestros familiares y
conciudadanos; formáis entre nosotros y con los que la Naturaleza os depare,
parte integrante de nuestra Gran Familia Masónica Universal y habéis ganado
con ello afectos y voluntades que os circundan como un Halo de felicidad para
el hogar que vais a formar.
La unión conyugal eleva a los esposos y estimula en ellos la práctica de las
virtudes. El padre de familia penetrado de sus altos deberes, borra vicios y
flaquezas, domina sus pasiones para no sonrojarse ante sus hijos y para no
darles el oprobio por herencia, y cuando ese padre es Masón, sabe que los
hijos son depósito sagrado de fecundo amor, que como ramaje opulento se
ciñe al viejo tronco del que demanda la savia de la educación y el apoyo del
ejemplo de la virtud.
Venerable Maestro. - Q.·. H.·. Prim.·. Vig.·. ¿tenéis que hacer alguna
exhortación a nuestro Q.·. H.·. ___________________ ?
Primer Vigilante. - Sí, Ven.·. Maest.·. (Pausa).
Primer Vigilante. - Q.·. H.·. ____________ no debéis olvidar jamás, que la
mujer es vuestra igual, que debéis tratarla siempre con respeto, con
moderación y con cariño. La debilidad femenina debéis entenderla con
ternura, consagración y sacrificio espontáneo. Ella, será vuestra colaboradora
más decidida, vuestro punto sentimental de apoyo en los tumbos de la vida,
hada generosa de todas las grandezas espirituales, a ella debéis acudir en
vuestras tribulaciones y en vuestras alegrías. ¿Quién mejor que ella, sabrá
alimentar una bella esperanza y curar con un beso las más ondas heridas del
alma? Por ello debéis colocarla a la misma altura en que estáis colocado
instruyéndola, estimándola, levantándola hasta la sublimidad de nuestras
enseñanzas masónicas si queréis labrar vuestra felicidad y contribuir a la
felicidad universal; pero al mismo tiempo debéis ascender hasta la cúspide
radiosa de su espiritualidad, porque la mujer, esencia pura de los más nobles
sentimientos, busca incesantemente las emanaciones del alma, y al no
encontrarlas en el compañero que el destino le deparó, sufre la nostalgia del
reino del espíritu frente a las flores marchitas de sus ensueños que moja la
lágrima de la decepción.
Unos consejos sanos, y una bella administración de las facultades del hombre,
un hogar limpio, lleno de sol y de alegría, una sonrisa oportuna, una caricia a
tiempo, un dulce consuelo en los embates de la lucha una cuidadosa fidelidad
del honor y de los intereses del esposo, tales son los deberes fundamentales
Venerable Maestro. - Os felicito por vuestra decisión y ahora solo falta que
ante esta Respetable Logia _______________________ No. ______ en
presencia de la Gran Familia Masónica Universal que representamos los HH.·.
aquí reunidos, digáis la palabra más armoniosa del lenguaje que en nuestros
labios puso la Naturaleza. Decid, H.·. ¿Amáis a vuestra esposa, la señora
____________________ ? (Contesta el aludido).
Y Vos, señora, tomad esta escuadra y tened siempre presente que, como ella
tiene la inalterable severidad de su rectitud, así Vos debéis sujetar todas
vuestras acciones a la Fidelidad y a la Virtud.
(El Ven.·. Maest.·. recoge de los desposados el Compás y la Escuadra y los
coloca nuevamente sobre el Ara, después de lo cual el Ven.·. Maest.·. dirá):