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El servicio sacerdotal en el Antiguo Testamento era algo de extrema santidad. Los sacerdotes no
solamente tenían que cumplir con ciertas ordenanzas relacionadas con los holocaustos, los
sacrificios y las ofrendas, además de lo relacionado con el Tabernáculo, sino que ellos mismos
tenían que ser diferentes, apartados del resto del pueblo, siendo su vestimenta algo que debía
cuidarse para ello.
Esas vestiduras incluían “el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra y el cinturón”
(Éxodo 28:4 p.p.), en ese mismo capítulo de Éxodo, del versículo 5 al 42 se dan por parte de Dios
las instrucciones precisas y detalladas de cómo debía confeccionarse la vestimenta de quienes
habían de fungir como sacerdotes.
Toda esta vestimenta prefiguraba al Sumo Sacerdote, Cristo, de igual forma el papel de los futuros
sacerdotes unidos al sacerdocio de Cristo.
El efod estaba hecho de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, símbolo de la figura de Cristo de
la cual todo aquel llamado al servicio debe ser vestido (Gálatas 3:27); dicho Efod tenía sobre las
hombreras del mismo dos piedras de ónice, en las que estaban grabados los nombres de las doce
tribus de Israel, prefigurando la carga que se tiene de representar al pueblo ante Dios (Santiago
5:16).
El cinturón, estaba hecho del mismo material que el Efod, y en la Escritura implica el compromiso
con el servicio al que se ha llamado (Daniel 10:5; Revelación 1:13), en este caso ser a la imagen de
Cristo (2 Corintios 3:18).
El pectoral —cuyo nombre completo era pectoral del juicio (Éxodo 28:15, 29, 30)— iba colocado
sobre el pecho, sobre el efod, unido por cordones a las hombreras del Efod, era cuadrado y doble,
y tenía doce piedras preciosas, cada una de ellas diferente a las demás, que representaba a las
doce tribus de Israel. El pectoral simbolizaba esa función que, prefigurando la función de Cristo (1
Timoteo 2:5), como sacerdote se tenía de ministrar ante Dios a favor del Pueblo.
La túnica era de lino, símbolo del revestimiento de Cristo que con el bautismo los elegidos se
visten (Romanos 6:3; 13:14) y se refiere a las acciones justas de los santos que tienen valor unidas
al sacerdocio de Jesús (Revelación 19:8).
El manto era de azul y en sus bordes tenía alternativamente granadas de azul, púrpura y carmesí y
campanillas de oro, que sonaban cuando el sumo sacerdote andaba. Las granadas, que es algo que
espontáneamente se da en la naturaleza, simbolizan los dones del espíritu (1 Corintios 12:8-10),
mientras que las campanillas de oro, lo cual no existe de manera ordinaria en la naturaleza sino
que debe ser producido por el trabajo del forjador, representan los frutos del Espíritu (Gálatas
5:22-23), ambas cosas que sólo pueden darse si se está unido al sacerdocio de Cristo (Juan 15:5).
La mitra tenía una lámina de oro con la inscripción santidad al Señor, que estaba sobre la frente
del sumo sacerdote, la misma a manera de corona iba en la cabeza del sacerdote siendo esto
reflejo de aquellas coronas que para los que permanezcan fieles en Cristo recibirán a Su regreso
(Isaías 28:5; Salmos 132:18; 2 Timoteo 4:8; Santiago 1:12; 1 Pedro 5:4 Revelación 2:10).
Toda la vestimenta sacerdotal reflejaba el carácter sagrado de la función que los elegidos para ella
desempeñaban y la misma, cada aspecto o detalle, tenía un símbolo referido a las funciones
sacerdotales y su implicación en el plan de Dios para con Su pueblo.
Los elegidos que en el presente siglo han respondido al llamamiento del Padre para venir a
salvación de igual forma deben vestirse dignamente para el servicio al que han sido llamados,
servicio que tiene en simiente el sacerdocio que con Cristo a su regreso tendrá plena realización.
Pablo escribiendo a los Efesios hace énfasis en esta vestimenta que los elegidos deben vestir
refiriéndose a la misma como la armadura de Dios: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos
con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio
de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego
del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de
Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:14-18).
De esta forma, en la actualidad, los elegidos de igual forma deben mostrar en su forma de ser, de
vivir, ese llamamiento al que han respondido y que los habilita a llegar a ser con Cristo, en el reino
venidero, reyes y sacerdotes: “estad siempre preparados y mantened las lámparas
encendidas” (Lucas 12:35), “la noche está muy avanzada, y el día está cerca. Por tanto,
desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz” (Romanos 13:12),
“pero puesto que nosotros somos del día, seamos sobrios, habiéndonos puesto la coraza de la fe y
del amor, y por yelmo la esperanza de la salvación” (1 Tesalonicenses 5:8), “por tanto, ceñid
vuestro entendimiento para la acción; sed sobrios en espíritu , poned vuestra esperanza
completamente en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo” (1 Pedro 1:13).
El mandamiento contemplado en las leyes mosaicas de que los sacerdotes deben usar vestimenta
sacerdotal especial, sigue vigente más sin embargo espiritualizado referido a aquellos que en el
presente siglo han respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación, quienes unidos a
Cristo prefiguran esa función sacerdotal a realizar en plenitud a Su regreso, y los cuales en su vivir
deben mostrar esa fe que dicen profesar, como corresponde a todo hijo de Dios.