Está en la página 1de 77

LOS DELITOS

CONTRA EL HONOR

PATRICIA LAURENZO COPELLO


Catedrática de Derecho Penal
Universidad de La Laguna

i'¿U
^i<^
9-

lircinl le blllonch
Valencia, 2002
Copyright ® 2002

Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este


libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedi-
miento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación
magnética, o cualquier almacenamiento de información y siste-
ma de recuperación sin permiso escrito de la autora y del editor.

A María Luisa Maqueda Abreu,


por su amistad y confianza inquebrantables

Director de la Colección: Ya Nugui Mastrascusa,


JOSÉ LUIS GONZÁLEZ CUSSAC compañera de desvelos estudiantiles y, siempre,
Catedrático de Derecho Penal
gran amiga

© PATRICIA LAURENZO COPELLO

© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia
TELES.: 96/361 00 4 8 - 5 0
FAX: 96/369 41 51
Email:tlb@tirant .com
http://www.tirant.com
Librería virtual: http://www.tirant.es
DEPOSITO LEGAL: V - 2272 - 2002
I.S.B.N.: 84 - 8442 - 600 - 9
IMPRIME: GUADA LITOGRAFÍA, S.L. PMc
ÍNDICE

PRIMERA PARTE:
EL CONTENIDO DEL DERECHO AL HONOR Y
SUS RELACIONES CON LAS LIBERTADES DE
EXPRESIÓN E INFORMACIÓN

I. EL BIEN JURÍDICO EN LOS DELITOS CONTRA EL


HONOR 13
1. Las distintas concepciones del honor 15
1.a. Las concepciones estrictamente fácticas 16
l.b. Las concepciones estrictamente normativas .. 23
l.c. Las corrientes fáctico-normativas 28
2. Posición que se sustenta: honor, dignidad personal y
libertad 36

II. ESTRUCTURA TÍPICA: ¿DELITOS DE LESIÓN O DE


PELIGRO? 48

III. EL DERECHO AL HONOR FRENTE A LAS LIBERTA-


DES DE EXPRESIÓN E INFORMACIÓN 50
1. Repercusiones dogmáticas de la colisión entre ho-
nor y libertad de expresión: propuestas doctrinales 56
2. Los criterios constitucionales para la solución del
conflicto 62
2.a. La ponderación de intereses 62
2.b. La teoría de la posición preferente de las liber-
tades de expresión e información en el ordena-
miento constitucional 68
2.C. Los presupuestos del ejercicio legítimo de las
libertades de expresión e información 71
3. Repercusiones de la doctrina constitucional en la
configuración de los delitos contra el honor: el cono-
cimiento de la falsedad o temerario desprecio hacia
la verdad como concreción de la idea de veracidad 83

SEGUNDA PARTE:
EL DELITO DE CALUMNIA

LA CALUMNIA: ELEMENTOS TÍPICOS 99


1. Los sujetos del delito 99
2. El tipo objetivo 102
3. El tipo subjetivo 108
1o PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 11

II. LA ANTIJURIDICIDAD: CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN CUARTA PARTE:


ASPECTOS COMUNES A LAS INJURIAS Y
APLICABLES 109
CALUMNIAS
III. ITERCRIMINIS 110
I. CUESTIONES RELATIVAS A LA PENALIDAD 147
1. La circunstancia agravante de precio, recompensa o
IV. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN 110
promesa 147
2. La retractación como atenuante 148
V. CONCURSOS 111
II. ALGUNAS PRECISIONES EN MATERIA DE RESPON-
VI. PENALIDAD. LAS CALUMNIAS PROPAGADAS CON
SABILIDAD CIVIL ^ 150
PUBLICIDAD 115
VIL LAEXCEPTIO VERITATIS EN EL DELITO DE CALUM- III. LAS CONDICIONES DE PROCEDIBILIDAD 152
NIA 116
1. Naturaleza 116 IV. LA EXTINCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD CRIMI-
2. Los presupuestos de aplicación del art. 207 C.P 121 NAL 153

TERCERA PARTE: Bibliografía 155


EL DELITO DE INJURIA

I. LA TIPICIDAD EN LA INJURIA 125


1. Sujetos. El problema del honor de los colectivos y las
personas jurídicas 125
2. Los aspectos objetivos del delito 129
3. Aspectos subjetivos 133
4. La gravedad como elemento constitutivo del tipo en
el delito de injuria 135

IL LA ANTIJURIDICIDAD 136

IIL FORMAS DE APARICIÓN: REMISIÓN 138

IV. CONCURSOS 138

V. PENALIDAD. LAS INJURIAS HECHAS CON PUBLICI-


DAD 139

VI. LA EXCEPTIO VERITATIS EN EL DELITO DE INJU-


RIA: RESTRICCIONES LEGALES 140
1.a. La naturaleza de la prueba de la verdad 140
l.b. Alcance del art. 210 C.P 143
PRIMERA PARTE
EL CONTENIDO DEL DERECHO AL
HONOR Y SUS RELACIONES CON LAS
LIBERTADES DE EXPRESIÓN E
INFORMACIÓN
I. E L B I E N J U R Í D I C O E N L O S D E L I T O S C O N T R A
EL HONOR
Con la unificación de los delitos de calumnia e injuria bajo
un mismo título, el vigente Código penal, avalado por una larga
tradición legislativa, se decanta con claridad por reconducir
ambas figuras delictivas a un mismo objeto de tutela: el bien
jurídico honor. Si bien no han faltado voces discrepantes^ con
relación a este criterio unificador, parece claro que es ésta la
opinión mayoritaria tanto en el ámbito doctrinal como en el de
la jurisprudencia, motivo que justifica su tratamiento en una
fase previa al análisis particularizado de cada uno de aquellos
delitos.
Sin perjuicio de ulteriores precisiones, ello significa admitir
desde el principio una relación interna entre los tipos de injuria
y calumnia que, a mi modo de ver, se concretaría en el recono-
cimiento de la primera como tipo básico de los delitos contra el
honor, concediendo a la calumnia el papel de figura agravada^

La cercanía de la calumnia con el delito de acusación y denuncia falsas ha


llevado a algunos autores a situar su objeto de tutela en la Administración de
Justicia, reservando el honor para explicar y dar fundamento al delito de
injuria. Así, Sainz Cantero, 1957, 86; Bacigalupo, 2000, 5. Sobre el parentesco
entre la calumnia y la acusación y denuncia falsas desde el punto de vista de
sus respectivos fines de tutela, particularmente en sus orígenes históricos,
véase Maqueda Abreu, 1999, 17-18.
Véanse, en esta línea, entre otros, Muñoz Conde, PE, 270-271, 277; Jaén Vallejo,
1992,240; Muñoz Llórente, 1999-1,33; Bernal del Castillo, 1996,1436. Este último
autor hubiera considerado preferible, con todo, que el legislador renunciase
a la figura autónoma de las calumnias, creando, en cambio, una agravación
específica del delito de injurias consistente en la imputación de hechos
constitutivos de delito.
14 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 15

en virtud de la particular intensidad de la lesión del bien y calumnias^, para ofrecer, a cambio, un esquema general de las
jurídico que se deriva del contenido de los hechos imputados^. principales tendencias dentro de las cuales se enmarcan aque-
La idea de que el honor es uno de los bienes jurídicos más llas posturas.
sutiles y difíciles de aprehender del Derecho penal constituye
una aseveración que no por repetido es menos cierta. Probable- 1. Las distintas concepciones del honor
mente esa extrema sutileza del objeto que ha de definirse
Como punto de partida, resulta ineludible volver la vista a la
explique la proliferación casi abrumadora de conceptos dife-
clásica distinción entre concepciones fácticas y normativas^
rentes de honor'* y, sobre todo, una abundancia de clasificacio-
del honor.
nes que si bien se formulan con el objetivo de echar luz sobre
La diferencia básica entre unas y otras reside en el ámbito
el problema, acaban por superponerse entre sí, aumentando
a partir del cual se extrae el contenido de este bien jurídico. Las
todavía más el desconcierto a la hora de dotar de contenido a
primeras apuntan directa y exclusivamente al mundo del ser, a
tan complejo bien jurídico.
la realidad social o psicológica del individuo. El honor tutelado
Así, las habituales distinciones entre honor objetivo y sub- por el Derecho penal se presenta así como un dato prejurídico
jetivo, real y aparente, merecido o meramente formal, externo recogido de modo directo de la vida social. Las concepciones
e interno, con frecuencia aparecen yuxtapuestas de manera normativas, por el contrario, vinculan el contenido de este bien
poco clara, al tiempo que se entremezclan entre sí presentando jurídico al m u n d o de los valores, de manera tal que el honor
contenidos no siempre coincidentes.
Ante tan confusa situación, y aun a riesgo de incurrir en
ciertas simplificaciones, parece oportuno prescindir de los
En estas páginas sólo se pretende perfilar el contenido del honor en tanto
múltiples matices que dan lugar a ese panorama sumamente objeto de tutela de los delitos de injuria y calumnia, cometido que si bien
diversificado de teorías sobre el objeto de tutela de las injurias obliga a tomar en cuenta los preceptos constitucionales relativos a este bien
jurídico, no por ello ha de aspirar a ofrecer una definición aplicable al conjunto
del ordenamiento jurídico. Con razón destaca este aspecto, Queralt, PE, 219,
quien recuerda que desde la aprobación de la Ley Orgánica 1/1982, sobre
protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la
'^ Bacigalupo, 2000,13, pone en duda, sin embargo, que las valoraciones sociales propia imagen, la tutela jurídica de este atributo de la personalidad se ha
sobre el contenido más o menos deshonroso de un hecho necesariamente convertido fundamentalmente en una cuestión civil. Con todo, la LO 10/1995,
coincidan con el juicio del legislador penal a la hora de establecer el límite de 23 de noviembre, por la que se aprobó el Código penal, ha venido a unificar
entre lo delictivo y lo no delictivo. En su opinión, esa simetría entre valoracio- en buena medida los ataques al honor jurídicamente relevantes, al modificar
nes jurídicas y sociales no siempre se produce, porque existen hechos no el art. 7.7 de la LO 1/1982 para dar cabida a un concepto civil de "intromisión
delictivos capaces de originar mayor desprestigio social que otros tipificados ilegítima" del honor que coincide casi textualmente con la definición del
por la ley como delitos. Pero, aun aceptando este matiz, no parece discutible delito de injuria ("Tendrán la consideración de intromisiones ilegítimas" —
que, por regla general, los hechos delictivos coinciden con las conductas más dice el mencionado art.7.7— "la imputación de hechos o la manifestación de
gravemente desvaloradas por la comunidad, circunstancia que por sí misma juicios de valor a través de acciones o expresiones que de cualquier modo
justifica, a mi modo de ver, el mantenimiento de la tesis del tipo agravado lesionen la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando
señalada en el texto. Además, la gravedad adicional de la calumnia puede contra su propia estimación") Esta identificación en el alcance de la tutela del
predicarse igualmente por referencia a la implicación de otros bienes jurídicos honor en los diversos ámbitos jurídicos ha sido criticada por la doctrina al
comprometidos cuando se imputa a alguien la comisión de un delito, en impedir la aplicación del Derecho penal como ultima ratio, con la consecuente
particular, la Administración de Justicia, como sostienen, por ejemplo, López imposibilidad de graduar las respectivas intervenciones de los ordenamientos
Peregrín, 2000,254; Jaén Vallejo, 1992,240 y el propio Bacigalupo (nota 1). Jaén civil y penal en función de la entidad del atentado al bien jurídico. Véanse, en
Vallejo incluye también la seguridad personal del calumniado en la ratio del esta línea, Queralt, PE, 222; Álvarez García, 1999,48, en particular, nota n° 76.
delito que nos ocupa. Ofrecen buenas síntesis de estas posiciones con las críticas más frecuentes a
•* Muchos de ellos, por cierto, de una abstracción extrema y, por eso —como unas y otras, Sainz Cantero, 1957, 90-92; Berdugo Gómez de la Torre, 1984, 305;
recuerda Álvarez García, 1999,26-27—, de escasa o nula utilidad en la interpre- Vives Antón, 1987, lAQ-lAl; Cardenal Murillo/Serrano González deMurillo, 1993,
tación de los tipos penales. 28-34; López Peregrín, 2000, 69-79.
16 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 17

deja de ser un dato puramente fáctico que el Derecho penal derá de la verdad o falsedad de la imputación ofensiva^, sino
capta sin filtro alguno de la realidad social, para convertirse en únicamente de que ésta influya de modo negativo sobre la
u n a construcción normativa fundada en determinados códigos buena fama de la que goce de hecho el afectado. Esta segunda
valorativos —sociales, éticos o jurídicos—^. consecuencia, conducente a restar valor a la prueba de la
verdad en los delitos de injurias y calumnias, es la causa de la
1.a. Las concepciones estrictamente fácticas frecuente identificación de las concepciones fácticas con el
llamado honor aparente^^.
Las concepciones exclusivamente fácticas suelen partir de Esa falta de trascendencia de la verdad o falsedad de la
la tradicional distinción, sustentada en su momento por Frank, imputación ofensiva de cara a configurar la lesión del honor
entre honor subjetivo y objetivo. El primero hace referencia a entendido como buena fama ha llevado a un amplio sector
un dato psicológico: la autoestima o sentimiento personal de doctrinal a concluir que todas aquellas legislaciones que res-
propia valía. El segundo —llamado también heteroestima— se tringen o no admiten la exceptio veritatis se limitan a proteger
concreta en la consideración o estima de la que goza una una mera apariencia de honor o, lo que a estos fines es igual, la
persona en la vida social, esto es, su reputación social, dato buena reputación social^ ^
sociológico que se funda en la posición social y en otras
A mi modo de ver, sin embargo, esa relación causa-efecto
variables dependientes o no de su titular. En tanto concepto
entre inadmisión de la prueba de la verdad y tutela del honor
estrictamente fáctico, esa r e p u t a c i ó n —al igual que la
aparente sólo se confirma en el sentido inverso al propuesto por
autoestima— se erige en objeto directo de protección penal con
el razonamiento antedicho. En efecto, no cabe duda de que si
independencia de que se corresponda o no con los méritos
se opta por tutelar la buena reputación deberá descartarse la
personales de quien la ostenta o, lo que es igual, sin atender a
prueba de la verdad como causa eximente de la pena en el delito
su grado de merecimiento por parte del titular del honor así
de injuria, pues es obvio que también la imputación de hechos
entendido.
ciertos puede resultar lesiva del honor así entendido. Por eso es
De esta caracterización del honor fuertemente apegada al correcto concluir que las legislaciones dispuestas a tutelar el
m u n d o del ser se derivan dos consecuencias importantes. En prestigio social, necesariamente han de restringir al máximo la
primer lugar, surge un bien jurídico de contenido altamente excepcio veritatis. Sin embargo, esa relación no se confirma en
variable, distinto para cada ciudadano en función de su mayor el sentido inverso. Es decir, la indadmisión de la prueba de la
o menor sentimiento de propia estimación y, sobre todo, del verdad —o su aceptación restringida— no supone de modo
grado de prestigio social del que disfrute. No todas las personas necesario que el legislador haya optado por tutelar aquella
tendrán pues el mismo honor, siendo imaginable incluso la buena reputación (el llamado "honor aparente"). Esa relación
existencia de ciudadanos sin este atributo de la personalidad^.
Por otra parte, dado que el objeto de tutela se sitúa en la
reputación social efectiva, la lesión del bien jurídico no depen-
^ Así, conforme a esta versión del honor, llamar moroso a un empresario que
goza de gran prestigio social constituiría sin duda una lesión del bien jurídico,
pues se trata de una acusación capaz de poner en entredicho su buena fama,
su alta consideración social. Y ello con independencia de que la imputación
resulte ser cierta y pueda probarse que el empresario tiene múltiples deudas
7 Así, Vives Antón, 1987, 241-242. impagadas.
^ Tal sería el caso de quien arrastre una mala reputación social y, además, ^^ Véanse, por ejemplo, Berdugo Gómez de la Torre, 1984, 306; Cardenal Murillo/
traslade esa falta de afecto colectivo a sus propios sentimientos internos, Serrano González de Murillo, 1993, 28-29; López Peregrth, 2000, 71.
careciendo así de un mínimo de autoestima; o también, al menos por lo que " Así, entre muchos otros, Alonso Álamo, 1983, 133; Morales Prats, 1988, 707;
se refiere al honor subjetivo, de los niños de corta edad o de los enajenados que Berdugo Gómez de la Torre, 1987, 57; Cardenal Murillo/Serrano González de
carezcan de capacidad para tomar conciencia de su valía. Murillo, 1993, 30; González Rus, 1993, 682; Bacigalupo, 2000,4,13-14.
l; PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 19

causa-efecto no se da (necesariamente) en esta dirección por- En realidad, el postulado según el cual toda legislación
que la restricción de la exceptio veritatis es compatible con otros restrictiva de la exceptio veritatis conduce automáticamente a
conceptos de honor completamente distintos a la buena fama' ^. la protección de una mera formalidad —de una mera aparien-
En concreto, con todos aquellos donde la atribución del honor cia de honor— descansa en último término, y aunque parezca
a una persona no se hace depender, ni en cantidad ni en calidad, paradójico, en la aceptación del punto de partida que sirve de
de criterios de merecimiento personal. Así sucede con las base a las concepciones fácticas. Se da por buena, en efecto, la
concepciones estrictamente normativas que vinculan el honor vinculación de este bien jurídico con una forma específica de
a la dignidad y al libre desarrollo de la personalidad, concretan- conducirse en la vida, en concreto, con aquella que resulta ética
do su contenido en una pretensión de respeto hacia las propias y socialmente aceptable. No se discute, pues, la equivalencia
opciones vitales, cualesquiera que estas sean. Un concepto de del honor con la honorabilidad. Lo que se pone en cuestión es
tales características, pese a estar muy distante de la buena que el Derecho penal proteja esa honorabilidad —aceptada ya
reputación, también conduce a la irrelevancia de la verdad o como contenido del bien jurídico en los delitos de injuria y
falsedad de cara a conceder carácter injurioso a una imputa- calumnia— incluso cuando no es merecida, esto es, cuando
ción, si bien en este caso esa indiferencia hacia la verdad no quien aparenta ante la comunidad u n a forma de vida "virtuo-
proviene del interés por proteger apariencia alguna, sino, más sa", en realidad tiene un comportamiento no coincidente con
b i e n , p o r r o m p e r la t r a d i c i o n a l c o n e x i ó n del h o n o r esa imagen. De aquí surge la reivindicación del llamado honor
jurídicopenalmente tutelado con la idea de honorabilidad para "merecido" como auténtico honor, como el honor real.
situarlo, en cambio, en el terreno del respeto de la autonomía Bien mirada, pues, esta última tesis viene a coincidir con las
personal^ ^. concepciones fácticas nada menos que en su punto de partida,
pues no discute que el concepto penal de honor sea sinónimo
de conducta virtuosa. La diferencia entre u n a y otra reside en
^2 En realidad, el intento de presentar a todas las legislaciones que restringen la el parámetro de referencia para proteger esa honorabilidad: las
exceptio veritatis como deudoras de las concepciones puramente fácticas — concepciones fácticas atienden a la honorabilidad aparente, la
conducentes a la tutela de la buena reputación— constituye una estrategia
adecuada para quienes propugnan la protección penal del llamado honor
que de hecho atribuye la comunidad a una persona, sea o no
"merecido", pues si fuera cierto que la no admisión de la prueba de la verdad acorde con sus verdaderos actos. Los críticos, por el contrario,
desemboca inexorablemente en la tutela de una mera "apariencia", tendría se decantan por la honorabilidad real, es decir, aquella que el
que resultar cierto también lo contrario, esto es, que la protección del honor ciudadano se merece por ajustar su comportamiento a los
"real" presupone necesariamente la aceptación generalizada de la prueba de
la verdad, con la consecuente exclusión del concepto de honor de cuantos
cánones ético-sociales admitidos —e impuestos— por la mayo-
hechos resulten ser ciertos, por muy ofensiva que pueda resultar su imputa- ría. De esta manera el honor "merecido" reivindica para sí la
ción pública —así, entre muchos otros, González Rus, 1993,681-685; Rodríguez condición de honor verdadero —"real" ^^—, con la consecuen-
Mourullo, ComCP, 610-611; Cardenal Murillo/Serrano González deMurillo, 1993, cia de convertir a la prueba de la verdad en un instrumento
157-158-. Sobre este punto de vista volveremos de inmediato en el texto.
imprescindible para toda legislación que no quiera tutelar una
^^ Por eso, no me parece adecuado que quienes desde posiciones estrictamente
normativas rechazan, con razón, las concepciones ético-sociales del honor, mera apariencia.
claudiquen, sin embargo, ante la terminología propuesta desde esas teorías,
cayendo así en la trampa de calificar sus propias posturas como partidarias de
la tutela del llamado honor "aparente". Con la aceptación de semejante
terminología vienen a reconocer —sin duda contra su voluntad— que sólo el de la idea de merecimiento personal, Muñoz Llórente, 1999-1, 35. Sobre el
honor merecido es "real" o, lo que es igual, vienen a dar la razón a quienes concepto normativo de honor aquí esbozado y sus consecuencias para la
pretenden situar la esencia del honor —sin admitir alternativa alguna— en el interpretación de las restricciones legales a la exceptio veritatis, véase infra pp.
cumplimiento de ciertos deberes ético-sociales de los que se derivaría el 36 y ss.
respeto de la comunidad hacia el individuo. Incurre en esta debilidad, pese a Por contraposición a aquella simple apariencia que pretenden tutelar las
proponer un concepto de honor tan real como muchos otros, aunque alejado concepciones fácticas.
20 PATRICIA LAURENZO COPELLO 21
LOS DELITOS CONTRA EL HONOR

Se pone así al descubierto el auténtico motivo que conduce honor. Así, no son pocos los autores que, como vimos, repro-
a establecer un vínculo inescindible entre restricción de la chan a estas tesis la salvaguarda de una reputación muchas
exceptio veritatis y tutela del honor aparente. Quienes opinan de veces no merecida, esto es, no acorde con la valía real de la
este modo están partiendo de una idea predeterminada de persona, con su verdadera forma de comportarse en la vida
honor sobre la que no admiten discusión alguna porque previa- social y personaP^. Pero, sobre todo, resulta decisiva la obje-
mente la han erigido en la única posible: el verdadero honor — ción relacionada con el difícil encaje de este concepto de honor
el real—, dicen, es sinónimo de conducción de vida virtuosa. En en el contexto de un ordenamiento constitucional que procla-
consecuencia, quien imputa a otro un hecho deshonroso única- ma el principio de igualdad^''. Se afirma, en efecto, que la
mente lesionará aquel bien jurídico si esa imputación es falsa, protección del prestigio o consideración social conduce de
pues de resultar verdadera tan sólo estará haciendo público un modo inevitable a introducir diferencias en la intensidad de la
vicio real de la víctima o, lo que es igual, un dato de su vida tutela penal en función de la posición que ocupa cada persona
personal que revela la falta de cumplimiento de aquellos debe- en el entramado social, con el agravante de que en muchos
res ético-sociales definidores de la conducción de vida virtuosa casos esa posición social ni siquiera depende de los propios
que se ha elevado a la categoría de objeto de tutela. De ahí el actos de cada ciudadano. Se llegaría así a un Derecho penal
papel esencial que estas tesis conceden a la prueba de la verdad clasista, que se funda en las desigualdades sociales y las perpe-
en los delitos de injurias y calumnias; y de ahí también el túa más allá de lo admisible en un ordenamiento jurídico que
ineludible reproche de tutela de una mera apariencia dirigido erige a la igualdad en uno de sus valores superiores —art. 1°. 1.
a toda legislación dispuesta a criminalizar las imputaciones C E . — 18.
ofensivas aunque sean verdaderas. La Constitución de 1978 representó un hito fundamental de
Mucho cambian las cosas, sin embargo, en cuanto se pres- cara a superar el tradicional concepto meritocrático de honor,
cinde de aquel preconcepto, porque eliminada la identificación según el cual sólo algunos miembros de la comunidad, en
inicial del honor con una forma de vida adecuada a los cánones virtud de su destacada posición social, eran merecedores del
ético-sociales mayoritarios —lo que aquí hemos denominado reconocimiento de este derecho. Con la proclamación del
honorabilidad— ya no hay motivos para pensar que las restric- principio de igualdad entre los pilares de nuestro Estado
ciones a la exceptio veritatis conducen a la tutela de meras democrático, la Constitución se convirtió en un obstáculo
apariencias, o al menos no de manera necesaria. Al contrario, insalvable para tales tesis, dando lugar a lo que se ha dado en
una vez liberado el razonamiento de todo preconcepto, se llamar, con la afortunada terminología propuesta por García
abren las puertas a otras definiciones de honor alejadas de la Pablos, proceso de "democratización" o "socialización" del
idea del comportamiento virtuoso y, consecuentemente, aleja- bien jurídico honor^^.
das también de algún tipo de dependencia necesaria entre el Por lo demás, las concepciones fácticas tampoco han conse-
alcance del derecho al honor y la forma de vida concreta que guido imponerse en su otra gran vertiente: la del honor subje-
lleva su titular. Esta alternativa hace surgir la posibilidad de
nuevos criterios de honor en los que la lesión del bien jurídico
poco o nada tenga que ver con el contenido verdadero o falso de ^^ Así, entre otros, Alonso Álamo, 1983,140; López Peregrtn, 2000, 75.
la imputación ofensiva^^. ^^ Véanse, en esta línea, Alonso Álamo, 1983,140; Berdiigo, 1984,309; Vives Antón,
En todo caso, han sido múltiples y de gran trascendencia las 1987, 241; Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993, 28-30; Jaén
críticas dirigidas a las concepciones estrictamente fácticas del Vallejo, 1995,96; Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 389; Molina Fernández,
PE, 256; López Peregrín, 2000, 75.
^^ Por eso se ha llegado a afirmar que un concepto de honor equivalente a la
buena reputación resultaría sencillamente inconstitucional. Así, Bajo Fernández,
Véase detenidamente al respecto, infra, pp. 42 y ss. 1982,124.
1'^ Véase García Pablos, 1984, 384-385, 393.
22 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 23

tivo. En este caso, las críticas se han centrado fundamental- l.b. Las concepciones estrictamente normativas
mente en la escasa seguridad jurídica que genera este concep-
En el extremo opuesto, las concepciones estrictamente
to^^, pues al situarse la esencia del bien jurídico en un fenóme-
normativas prescinden de cualquier clase de consideración
no psicológico —el sentimiento de autoestima— se deja en
fáctica a la hora de dotar de contenido al bien jurídico honor
manos del sujeto pasivo la decisión sobre el carácter injurioso
para acudir, en cambio, al ámbito de los valores. Surge así un
de la conducta^ ^ con la consecuencia de entregarle todo el
concepto de honor directamente vinculado a la dignidad huma-
protagonismo de cara a determinar nada menos que los límites
na^^ o, como lo formulan muchos de sus partidarios, un
de la intervención punitiva^^. Además, una concepción apega-
concepto personalista en el que el honor aparece como un
da al valor que cada uno se concede a sí mismo corre el riesgo
atributo de la personalidad que corresponde por igual a cual-
adicional de dejar sin tutela a quienes, por sus circunstancias
quier ser h u m a n o por el solo hecho de serlo, por su condición
personales, carecen de conciencia de su valía —niños o perso-
de ser racionaP^. El núcleo del bien jurídico se sitúa en el
nas con graves deficiencias psíquicas, por ejemplo— o tienen
"honor interno", identificado con la dignidad^^. La autoestima
una baja autoestima^^, al tiempo que acaba por sobreproteger
y la fama constituyen, por su parte, el reflejo exterior de esa
a quienes, por el contrario, poseen un exagerado concepto de sí
dignidad, las proyecciones psicológica y social respectivamen-
mismos.
te de ese atributo consustancial a toda persona^^.
Pese a las múltiples críticas expuestas y a la seriedad de sus
El enlace entre los aspectos interno y externo del honor —
argumentaciones, no faltan autores que, ateniéndose al tenor
esto es, entre la dignidad abstracta y su plasmación en la
literal del art. 208 C.P., entienden que nuestra legislación ha
autoestima y la fama— se realiza a través de la idea de libre
optado por una concepción fáctica del honor, cuya concreción
desarrollo de la personalidad^^. La libertad de autodetermina-
se encontraría en las referencias a la fama y propia estimación
ción se presenta, en efecto, como una consecuencia directa de
contenidas en el mencionado precepto^"^.
la consideración de la persona como ser racional, de donde se
sigue que el respeto de la esencia misma de la dignidad —
representada por el honor interno— necesariamente ha de
^° Véanse, en particular. Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993, 30;
Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 389.
^^ Con todo, en ocasiones se entiende que el concepto subjetivo de honor es ^^ Marcó esta pauta en la doctrina española, identificando al honor con una
directamente dependiente del objetivo, en tanto se trata del reflejo, en el plano manifestación inmediata y directa de la dignidad de la persona. Vives Antón,
de los sentimientos, del respeto social que un ciudadano recibe de los demás 1987,245-248.
—así, Muñoz Conde, PE, 268—. En otros términos, la autoestima no sería sino ^^ Véanse, en esta línea. García Pablos, 1984, 396; Álvarez García, 1999, 32-33.
la conciencia de ser respetado por el entorno social —en este sentido. Cardenal ^'' Además de Vives Antón, expresamente se refieren al honor como emanación
Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993, 32—. Por esta vía se consigue directa de la dignidad personal. García Pablos, 1984,385; Bajo Fernández, 1989,
objetivar hasta cierto punto ese aspecto fáctico del honor, si bien no es 84; Carbonell Maten, 1995,23. Establece el vínculo de la dignidad en particular
suficiente para eludir la crítica básica a estas concepciones pues, de un modo con la autoestima, Álvarez García, 1999,44.
u otro, se llega siempre a la reputación social y, con ello, al punto de referencia ^^ Sobre estos conceptos véase Vives Antón, PE, 310-311. En opinión de Vives, si
que da lugar a la configuración de un bien jurídico profundamente marcado bien el aspecto estrictamente externo del honor viene constituido por la fama,
por las desigualdades sociales. por el "juicio que la comunidad proyecta sobre el individuo", también la
^^ Circunstancia que además provocaría, como bien señala Bajo Fernández — autoestima posee ya una vertiente externa, pues el individuo proyecta hacia
1982,125—, la inevitable introducción en el ámbito judicial de innumerables la sociedad su sentimiento de propia valía.
"bagatelas". Véanse también. Vives Antón, 1987; Molina Fernández, PE, 256. ^^ Son muchos los autores que combinan dignidad y libre desarrollo de la
'^'^ Así, Rodríguez Devesa/Serrano Gómez, PE, 231; Alonso Álamo, 1983,140; Cardenal personalidad en el concepto de honor, si bien los matices son múltiples y se
Murillo/Serrano González de Murillo; 1993, 30; Jaén Vallejo, 1995, 96; López plasman en concepciones diversas del bien jurídico. Véanse, entre otros,
Peregrín, 2000, 72. Berdugo, 1984,310; Morales Prats, 1988,683; Cardenal Murillo/Serrano González
^^ Así, Tasendo Calvo, 1998,308; probablemente también Muñoz Conde, PE, 268- de Murillo, 1993, 39; Carbonell Mateu, 1995, 23; jaén Vallejo, 1995, 96; Álvarez
269. García, 1999,44.
24 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 25

traducirse, en el contexto exterior, en términos de respeto a las Una vez situada la esencia del bien jurídico en un atributo
opciones vitales de cada ciudadano, cualquiera sea el conteni- propio de todas las personas, el honor adquiere un contenido
do de éstas'^o. Y ese respeto sólo se considera real y efectivo si igualitario, no dependiente de la posición social de los ciudada-
las decisiones personales sobre el modo de organizar y dirigir nos ni de ningún otro factor social o personal susceptible de
la propia vida no implican un menoscabo de la autoestima ni introducir diferencias entre ellos, que, en sus términos más
del aprecio de los demás^^ sencillos, podría resumirse en el derecho a ser respetado por los
Como se ve, no se trata aquí de erigir a la reputación efectiva demás, cualquiera sea la conducción de vida y las circunstan-
de la que goza cada persona en la comunidad o a su sentimiento cias de cada uno.
real de propia valía en el bien jurídico de estos delitos. Por el Sin embargo, el hecho de que el honor sea igual para todos
contrario, al desplazarse el núcleo del honor del plano fáctico —dicen los partidarios de este punto de vista— no significa que
al valorativo, la fama y la autoestima adquieren un sentido su lesión pueda predeterminarse de modo abstracto y con
diferente, situándose como puntos de referencia normativos independencia del caso concreto. Es decir, no cabe hablar de
destinados a precisar el contenido del derecho al respeto de los acciones o expresiones en sí mismas deshonrosas, ya que su
demás en el que en última instancia se sintetiza la idea de honor carácter ofensivo dependerá siempre de las circunstancias del
derivada de la confluencia de los principios de dignidad y libre caso. Así, es posible que una misma expresión lesione el honor
desarrollo de la personalidad^^. El bien jurídico délos delitos de de una persona y no el de otra por concurrir circunstancias
calumnia e injuria aparece, pues, como el derecho que corres- diversas en el momento de emitirla, e incluso es imaginable que
ponde a todos los ciudadanos por igual a disfrutar del aprecio expresiones de contenido semejante resulten o no ofensivas
de los demás y de sí mismos, sin verse sometidos a actos para una misma persona en atención al contexto en el que se
despectivos o de menosprecio originados en sus opciones producen^"^. Un determinado insulto, por ejemplo, por muy
vitales^^. Se llega de este modo a una concepción del honor que, subido de tono que resulte en abstracto, no debería considerar-
sin abandonar los clásicos criterios de la fama y la autoestima, se injurioso si se emite en el contexto de una encendida
se muestra respetuosa con el principio de igualdad proclamado discusión verbal consentida por ambas partes, mientras que sí
por nuestra Constitución. tendría ese carácter de realizarse de modo gratuito y en circuns-
tancias susceptibles de afectar la autoestima o la fama de su
destinatario^^.
Algunos críticos entienden que el reconocimiento de ese
^" En esta línea. García Pablos, 1984, 396; Vives Antón, PE, 312; Carbonell Matea,
1995, 23; Álvarez García, 1999, 43-45. carácter "circunstanciado"^^ del bien jurídico supone una con-
^^ Así, Vives Antón, PE, 312.
^^ Véanse, en este sentido. Rodríguez Devesa/Serrano Gómez, PE, 229; Bajo Fernández,
1989, 84.
^^ Es interesante en esta línea la postura mantenida por Cardenal Murillo/Serrano 34 Así, con razón. Vives Antón, PE, 312; Bernal del Castillo, 1996, 1437; Álvarez
González de Murillo, 1993, 38-34, quienes, al concretar el contenido de la García, 1999, 50-51.
heteroestima, desplazan el punto de mira hacia el proceso de formación del '^^ No comparto la opinión según la cual los juicios de valor sólo podrían afectar
juicio que la sociedad se hace de una persona. Este cambio de objeto de a la vertiente subjetiva del honor —la autoestima—, mientras que la fama
referencia del bien jurídico honor, que ya no se sitúa en la consideración únicamente se vería perturbada por la imputación de hechos deshonrosos —
efectiva de la sociedad respecto de un individuo, sino en el momento previo así, Muñoz Llórente, 1999-1, p. 31, notas 6 y 7; también probablemente Vives
en el que se establecen las condiciones de acceso a ese juicio, permite a estos Antón, PE, 311—. A mi modo de ver se trata de una clasificación excesivamen-
autores desligarse de los datos tácticos diferenciadores y postular un bien te rígida, pues no hay motivos de fondo para descartar que un juicio negativo
jurídico que pretende ser respetuoso con el principio de igualdad. Sin embar- emitido de manera pública pueda perjudicar la consideración social del
go, su posterior opción por el llamado honor "merecido" acaba por romper agraviado y no sólo su autoestima.
esa posición de salida igualitaria, como luego se verá. Véase, también en 3^ García Pablos —1984, 394— califica a las injurias y calumnias como delitos
sentido crítico, Álvarez García, 1999, 42-43. "circunstanciales". También la jurisprudencia ha admitido ampliamente este
26 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 27

cesión a las tesis fácticas, pues por esta vía vendrían a admitirse pues, notable: para éstas, los datos relativos a la posición social
graduaciones en la tutela del honor fundadas, en última instan- u otras circunstancias fácticas sirven para determinar si cabe
cia, en la posición o grado de participación de cada persona en o no reconocer al afectado el derecho al honor; para las tesis
la vida sociaP^. Sin embargo, como bien contestan los defenso- normativas, por el contrario, esas circunstancias sólo tienen
res de la concepción estrictamente normativa, esta objeción influencia de cara a determinar si ese derecho, del que sin duda
pasa por alto la diferencia entre el concepto de honor y las disfruta la posible víctima, ha sido o no conculcado en la
condiciones para su lesión^^. El honor, como derecho a ser situación concreta.
respetado por los demás, es igual para todos. Pero de ahí no se Las concepciones normativas han alcanzado un amplio
sigue que ese derecho siempre deba resultar lesionado cuando consenso por lo que se refiere a su punto de partida, esto es, a
se emite determinada clase de juicio o se realiza cierto tipo de la idea de que todo ciudadano, por su condición de persona, de
imputación. La aptitud de estos juicios o imputaciones para ser racional, merece un mínimo de respeto que en ningún caso
lesionar aquel derecho dependerá, como sucede con tantos le puede ser hurtado, sea cual fuere la forma de ordenar y dirigir
otros bienes jurídicos, de las circunstancias concurrentes en el su vida. De ahí la ya habitual referencia a la dignidad como
caso concreto-'^. La diferencia con las concepciones fácticas es. núcleo del honor en muchas definiciones de este bien jurídi-
C040.
Pero ese acuerdo de base no ha impedido las críticas a las
carácter "circunstancial" a los delitos contra el honor. Véanse, por ejemplo, tesis normativas, sobre todo en la versión que propone la total
SSTS 21-1-1988 (RJ 1988/409); 12-2-1991 (RJ 1991/1010.)
^'' Opinan que el reconocimiento de posibles variaciones en la lesión del bien identificación entre honor y dignidad"* ^ A esta teoría se le
jurídico en función de las circunstancias concurrentes necesariamente condu- reprocha que no consigue dotar de especificidad al bien jurídi-
ce a un bien jurídico de contenido variable. Cardenal Murillo/Serrano González co de los delitos de injurias y calumnias, pues la dignidad
de Murillo, 1993, 36; Muñoz Conde, PE, 269. También críticamente, Alonso constituye un principio genérico aplicable por igual a todos los
Álamo, 2001,916. En este sentido, muchos autores se refieren al honor como un
concepto necesariamente "relativo" o "variable". Véanse, por ejemplo, Sainz
Cantero, 1957,89; Berdugo, 1984, 311-312; el mismo, 1987,119.
3*^ Véase Vives Antón, PE, 312.
^'^ De otra opinión, Carbonell Mateu, 1995, 23, para quien es posible justificar ^° Así, expresamente, Carmona Salgado, PE, 326; Rodríguez Devesa/Serrano Gómez,
distintas intensidades en la protección del honor en atención a la función PE, 231; Cardenal Murillo/Serrano González de Murillo, 1993,36; López Peregrín,
social que cumpla el afectado en el momento del ataque. En términos simila- 2000, 79-80; González Rus, 1993, 681. Este último autor reconoce dos aspectos
res, se refiere al carácter "circunstancial" del honor. Bajo Fernández, 1989, 85. del honor, uno de los cuales quedaría plenamente identificado a la dignidad,
A mi modo de ver, sin embargo, el argumento relativo a la mayor o menor circunstancia que le lleva a admitir la tipificación como injuria de cualquier
intensidad de la participación social del afectado no resulta suficiente para acto vejatorio o humillante. Sin embargo, este amplio criterio, tal vez explica-
justificar graduaciones en la tutela del honor. Si se parte de su directa ble durante la vigencia de la legislación penal anterior a 1995, resulta hoy
vinculación con la dignidad personal, necesariamente ha de concluirse que el innecesario a la vista de la expresa tipificación de los atentados contra la
honor es siempre y para todos el mismo, pues difícilmente puede pensarse en integridad moral en el art. 173 del vigente Código, delito éste sin duda mucho
una mayor o menor necesidad de protección de un atributo tan esencial de la más adecuado para recoger los casos genéricos de humillaciones o vejaciones
condición humana. Otra cosa es que la posición social de determinadas injustas de carácter grave. Los delitos contra el honor quedarían así reserva-
personas haga surgir intereses añadidos al honor y distintos de éste que dos para los casos en los que el trato humillante se produce dentro de un
puedan verse afectados cuando se les dirigen imputaciones o expresiones contexto específico: el de la afectación de la fama o la autoestima. Es decir, se
ofensivas. Tal será el caso, por ejemplo, de las calumnias o injurias contra el trata de actos o expresiones vejatorias que influyen negativamente sobre las
Rey u otros miembros de la Corona en el ejercicio de sus funciones o con posibilidades de desarrollo del sujeto en la sociedad por su aptitud para
motivo u ocasión de éstas (art. 490.3 C.P.) No se trata de que los miembros de afectar su imagen pública o su sentimiento de valía personal.
la Casa Real tengan más honor que los demás, ni siquiera de que su honor — *^ Se muestra muy crítico con la idea de erigir a la dignidad en objeto de
como concreción del libre desarrollo de la personalidad— requiera una tutela protección de los delitos contra el honor, por entender que aquélla constituye
más intensa. Se trata, en mi opinión, de la concurrencia de otros intereses un punto de referencia excesivamente abstracto y carente de la precisión
sumados al honor y relacionados con la institución que representan. Véase, en necesaria para dar forma a un bien jurídico, Gimbernat, 1999,73-74. También
esta línea, Tamarit Sumalla, ComPE, 1431. en esta línea, Muñoz Conde, P.E., 269.
28 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 29

derechos fundamentales reconocidos en el Título I de la Cons- tarias en la doctrina española actual, que, en conjunto, cabe
titución, de donde se sigue que su vínculo con el honor no es catalogar como concepciones fáctico-normativas'*^.
distinto ni más intenso al que guarda con muchos otros bienes En términos generales, esta corriente se atiene a las teorías
jurídicos directamente derivados de ese catálogo de derechos normativas en lo relativo a la esencia del honor —que perma-
de la personalidad'*^. De ahí la necesidad que encuentran nece situada en la dignidad personal—, pero vuelve la vista a la
incluso muchos partidarios de las concepciones normativas realidad social, al plano fáctico, para graduar el alcance concre-
estrictas de complementar esa referencia inicial y obligada a la to del bien jurídico. En opinión de sus seguidores, la combina-
dignidad con otros datos capaces de conceder un contenido ción de elementos normativos y fácticos permite cumplir con el
particular a este bien jurídico'*^. mandato derivado del principio de igualdad"^^ —en tanto se
Por otra parte, la identificación directa del honor con la garantiza a todas las personas un mínimo de honor^^— sin
dignidad crea el problema añadido de configurar un bien desconocer por ello que, en la práctica, el merecimiento de
jurídico casi imposible de restringir, resultado muy poco realis- tutela de este bien jurídico puede variar en función de la forma
ta si se tiene en cuenta la asentada posición doctrinal y e intensidad de participación de cada uno en la vida social o del
jurisprudencial favorable a limitar de modo severo el derecho grado de cumplimiento de los deberes ético-sociales'*^.
al honor con el fin de garantizar el ejercicio de las libertades de La introducción de datos fácticos da lugar así al reconoci-
expresión e información'*'*. miento de diferencias en el honor de las personas que los
En todo caso, la explícita referencia a la dignidad en la partidarios de estas tesis no pretenden ocultar. Al contrario,
definición de la injuria del art. 208 C.P. no deja ninguna duda una vez salvado aquel mínimo de honor que emana de modo
sobre la decisiva influencia de las tesis normativas en la confi- directo de la dignidad, se considera legítimo —y hasta obliga-
guración legal del bien jurídico de los delitos contra el honor en do— admitir diferencias en la pretensión de respeto que cada
nuestro derecho positivo"^^. ciudadano puede exigir a los demás en atención a su compor-
tamiento en la vida social. De un modo sintético, esta idea se
l.c. Las corrientes fáctico-normativas traduce en la ya clásica distinción entre un aspecto estático del
honor —así denominado porque al fundarse en la dignidad
Sin abandonar el terreno normativo, pero haciendo impor- permanece inalterable sean cuales fueren las circunstancias de
tantes concesiones a los datos provenientes de la realidad
social, encontramos un tercer grupo de teorías, quizás mayori-

4^ Siguen estas tesis, con múltiples matices, Alonso Álamo, 1983,142-143; Berdugo
'^'^ En este sentido se recuerda que el especial vínculo entre honor y dignidad GómezdelaTorre,19M,3U-3l2;JaénVallejo,\992,'l54;CardenalSerrano/Serrano
viene históricamente condicionado por la necesidad de conseguir un "aplana- González de Murillo, 1993, 36-40; Bernal del Castillo, 1996,1436; López Peregrín,
miento" del honor capaz de superar las tradicionales concepciones clasistas 2000, 79-87. Esta última autora considera que el Código penal se encuadra
que durante muchos años acompañaron a la configuración de este bien dentro de estas concepciones mixtas.
jurídico. Así, Alonso Álamo, 2001, 911; Fernández Palma, 2001,1323. ^'^ Véanse, en este sentido, entre otros, Alonso Álamo, 1983,142-143; Berdugo, 1984,
'^^ Véanse, en esta línea, con diversas propuestas de complementación. Morales 309; López Peregrín, 2000, 87.
Prats, 1988, 683; Quintero/Morales, ComPE, 390. Tasendo Calvo —1998, 308—, '** Que se correspondería con el núcleo duro del honor. Ese mínimo de tutela del
por su parte, llega a afirmar que la ineludible relación de la dignidad con todos honor garantizado a toda persona vendría a coincidir con la proscripción, en
los derechos fundamentales convierte en superflua su mención expresa en la todo caso, de las llamadas "injurias formales" o "absolutas", es decir, los
definición de la injuria del art. 208 C.P. No faltan voces que recuerdan la meros insultos y las imputaciones abiertamente ofensivas que resultan con-
presencia en el Código penal de los delitos contra la integridad moral, figuras trarios al trato digno del que es merecedor todo ser humano. Así, González Rus,
éstas que tendrían por finalidad precisamente la tutela de la dignidad en 1993,681; López Peregrín, 2000, 86.
sentido estricto. Así, Alonso Álamo, 2001, 914-915; Queralt, PE, 223. *'^ El componente táctico del bien jurídico vendría así determinado por el
'*'* También en esta línea, Alonso Álamo, 2001,919. comportamiento real de su titular en la vida social. Véase, por ejemplo, jaén
45 Asilo reconoce, pese a no adherirse a estas posturas, Molina Fernández, PE, 256. Vallejo, 1992,155.
30 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 31

cada persona— y otro dinámico, variable por su propia natura- partidarios de las teorías fáctico-normativas, quedaría a salvo
leza, que encuentra su fundamento en el libre desarrollo de la el principio de igualdad, pues las diferencias en la tutela
personalidad^^. Las opiniones se dividen, sin embargo, a la efectiva del honor no dependerán ya de elementos ajenos a su
hora de identificar el parámetro destinado a medir este aspecto titular, sino de sus propias decisiones sobre el modo de ordenar
dinámico —y, por tanto, cambiante— del honor. Básicamente y conducir su vida^^, con la justa consecuencia de atribuir a
se distinguen dos posiciones: la que apela al grado de cumpli- cada uno la protección que se merece conforme a su conduc-
miento de los deberes ético-sociales imperantes en la comuni- ta54.
dad^^ y aquella otra que acude a la intensidad y forma de La identificación del honor con el valor o mérito que cada
participación de cada ciudadano en el entramado sociaP^. uno se forja a través de sus propios actos conduce, sin embargo,
Como se ve, las dos versiones sitúan el punto de referencia a la paradójica consecuencia de configurar un bien jurídico no
para graduar la intensidad en la protección del honor en susceptible de lesión por terceros, pues es obvio que al tratarse
elementos dependientes de la voluntad de su titular, prescin- de una especie de virtud personal, sólo de su titular dependerán
diendo de los tradicionales datos objetivos no controlables por sus posibles fluctuaciones^^, es decir, únicamente él podrá
el afectado —posición social, fortuna, etc.— que las concepcio- perjudicar o hacer disminuir esa valía mediante comporta-
nes puramente fácticas erigieron en otras épocas en parámetros mientos no acordes con los deberes ético-sociales. Para superar
decisivos de la reputación social. De este modo, dicen los este importante obstáculo, muchos partidarios de este concep-

Véase Berdugo, 1984, 311-312. La estricta dependencia de estas fluctuaciones 53 PQJ. gÜQ^ j^Q ¿gjg ¿Q sorprender que muchos partidarios de estas tesis admitan
del honor con la libertad de las personas permite descartar las tradicionales sin apenas reservas la ya clásica correlación entre concepciones fácticas y
teorías aristocráticas del honor. Por eso se afirma, en ocasiones, que el derecho tutela de una mera apariencia de honor. Precisamente su punto de vista pone
al honor puede disminuir pero no aumentar, como ha sostenido, seguida por al descubierto que la introducción de elementos fácticos en el concepto de
muchos otros autores, Alonso Álamo, 1983,140 y 143. Se diría, pues, que todos honor no tiene por qué desembocar en la protección del puro prestigio social
los ciudadanos nacen con un mismo derecho a ser respetados —el que surge o, lo que es igual, en la honorabilidad que un ciudadano aparenta ante los
de su condición de personas— y sólo de ellos depende que su tutela perma- demás. Al contrario, como demuestran estas teorías mixtas, todo depende de
nezca en la máxima intensidad o, por el contrario, disminuya en consonancia los elementos del mundo del ser que se utilicen para graduar el honor de las
con las desviaciones de su conducta respecto de ciertos parámetros sociales personas, pues lo auténticamente "fáctico" está en la búsqueda de datos en la
predeterminados. Esa idea pretenden transmitir, por ejemplo, Cardenal Murillo/ realidad social para romper la igualdad en el contenido del honor entre los
Serrano González de Murillo —1993, 141— cuando afirman que nadie puede ciudadanos, aceptando que algunos tienen menos honor que otros. A partir de
tener la expectativa de un reconocimiento social más intenso al que se merece ahí, la posibilidad de desembocar en la protección de la reputación social
por sus propios actos. También de esta opinión, Molina Fernández, PE, 259-260. aparente o en otros conceptos de honor menos aristocráticos depende de los
Se trata de una posición muy asentada en nuestra doctrina. Véanse, con datos de la realidad que se seleccionen para graduar el alcance de este bien
diversos matices, Sainz Cantero, 1957,89,96-97;, Alonso Álamo, 1983,140,143; jurídico: los clásicos acudieron sin tapujos a la buena reputación; los autores
Rodríguez Mourullo, ComCP, 610-611; jaén Vallejo, 1992,155; Cardenal Murillo/ más modernos, en cambio, en un intento por eludir las críticas de clasismo y
Serrano González de Murillo, 1993,42,54, Ul; González Rus, 1993,684; Bacigalupo, falta de respeto al principio de igualdad, prefieren situar el punto de mira en
2000, 5, 35; Molina Fernández, PE, 259-260; López Peregrin, 2000, 80-81. el valor personal que cada uno se merece por su propia conducta.
Así, Berdugo, 1984, 309-312. De este modo, quien ha cometido un hecho ^^ Así, Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993,141. También en esta
delictivo, por ejemplo, verá disminuidas sus expectativas de reconocimiento línea, Alonso Álamo, 1983,143. Con todo, esa visión personalista del honor que
social al haberse apartado de los cauces de participación legítimos trazados apela a la responsabilidad de cada ciudadano, no ha conseguido salvar las
por la Constitución. Con las referencias a la Constitución, Berdugo intenta objeciones de falta de respeto al principio de igualdad. Véase, en esta línea.
superar las "irracionalidades" que podrían derivarse de cualquier otra fórmu- Vives Antón, 1987, 245. En opinión de Fernández Palma, 2001, 1350-1351, la
la para medir el grado concreto de honor atribuible a cada ciudadano. En su introducción de elementos fácticos en el concepto de honor siempre desem-
opinión, el modo de objetivar esa unidad de medida se sitúa en la ley boca en una concepción discriminatoria del bien jurídico.
fundamental, de cuyos preceptos se derivan las condiciones para una partici- ^^ Véanse en este sentido, descartando por ello al "honor interno" como posible
pación aceptable en la vida comunitaria. bien jurídico de estas figuras. Rodríguez Devesa/ Serrano Gómez, PE, 231.
32 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 33

to de honor han optado por trasladar el objeto de tutela penal que se construye el entramado de relaciones de reconocimiento
de esa valía personal a la legítima pretensión de respeto que de llamadas a graduar el alcance del honor de los ciudadanos^^.
ella surge, esto es, al derecho "a no ser inmerecidamente La introducción de la idea de merecimiento en el concepto de
denigrado o desacreditado ante los demás"^^. honor trae consigo la importante consecuencia de reducir el
Pese a las diferencias de matiz, las dos vertientes de las ámbito de posible lesión de este bien jurídico a la imputación
teorías fáctico-normativas antes mencionadas coinciden en de hechos falsos^^. La imputación de hechos verdaderos, en
vincular el alcance concreto del derecho al honor con el grado cambio, por muy deshonrosa que resulte en abstracto, no será
de adaptación del ciudadano a los valores sociales imperantes, idónea para lesionar el honor así entendido porque, con el
con la consecuencia de admitir la degradación de aquel dere- alejamiento de las pautas sociales imperantes, el afectado
cho cuando se produce un alejamiento de esas pautas generales habrá perdido —al menos en ese ámbito específico— el dere-
de conducta^^. Dicho de otro modo: a cada persona se le cho a ser tenido en consideración por los demás^^ es decir,
reconoce el honor que se merece conforme a la mayor o menor habrá reducido bajo su propia responsabilidad sus legítimas
adecuación de su comportamiento a un código de valores expectativas de respeto social. En otras palabras: con la verdad
mayoritariamente admitido. De ahí que se sostenga, por ejem- no se puede lesionar el honor —tal como lo definen las teorías
plo, que no es lesivo del honor llamar "borracho" a un alcohó- mixtas— sencillamente porque en ese ámbito concreto el orde-
lico, pues con el incumplimiento del deber social de no beber namiento jurídico no le reconoce ya al afectado el derecho al
en exceso, esa persona ha degradado por su propia voluntad el respeto ajeno, salvo, claro está, que por la forma de efectuarse,
merecimiento de respeto de los demás^^. la imputación implique una lesión directa de su dignidad^^. De
Con todo, las diferencias de matiz son importantes en lo ahí el acuerdo generalizado entre los partidarios de estas tesis
atinente a las pautas valorativas que se utilizan para medir de incluir la falsedad de la imputación en el tipo objetivo de los
aquel grado de adaptación social. Así, mientras la mayoría delitos contra el honor^^.
acude a un código ético ciertamente difuso e indeterminado,
otro sector doctrinal, en un intento por evitar "irracionalidades",
recurre al orden de valores emanado de la Constitución. Por ^^ Así, Berdugo, 1984, 310-312.
esta vía se trata de explicar, por ejemplo, la legítima degrada- ^ Ello sin perjuicio, como ya se ha dicho, de preservar el llamado núcleo duro
ción del honor que traería aparejada la comisión de un hecho del honor —aquel que se corresponde directamente con la dignidad perso-
delictivo, pues con la infracción de la norma penal el delincuen- nal—, cuyas condiciones de lesión son mucho más elásticas, permitiendo la
punición, en todo caso, de las injurias formales o absolutas, es decir, las que
te se aparta de las pautas de comportamiento jurídicamente
se traducen en meros insultos o juicios de valor denigrantes para cualquier ser
aceptadas, defraudando así las expectativas sociales sobre las humano por su condición de persona —véase en este sentido, entre los
partidarios de la concepción fáctico-normativa, González Rus, 1993,683; López
Peregrín, 2000,86—. Pero este grupo de casos se vincula al aspecto estático del
^^ Así, López Peregrin, 2000,82, con interesantes referencias a esta posición muy honor y no al dinámico que ahora estudiamos.
difundida en Alemania. ^^ Coinciden en señalar que en estos casos sólo permanece una posible lesión de
'''' Muy ilustrativa resulta, en este sentido, la siguiente afirmación de López la intimidad, pero no del honor, entre muchos otros partidarios de las tesis
Peregrin, 2000,88: "Cada acción deshonrosa consume una parte del honor de fáctico-normativas, Berdugo, 1987,63; Jaén Vallejo, 1992,155; Cardenal Murillo/
su autor, disminuyendo, por tanto, el posible objeto de ataque". Serrano González de Murillo, 1993,141; López Peregrín, 2000, 88.
^^ Tajantemente dice Jaén Vallejo en esta línea: "si alguien llama a otro borracho, ^•^ Lo que se produce, como queda dicho, cuando la imputación se efectúa de tal
prostituta o drogadicto, siendo verdad que el sujeto pasivo se corresponde modo que supone un juicio de valor degradante para quien lo recibe. Véase
con tales descripciones, éste no podrá reclamar la protección jurídico-penal González Rus, 1993, 681.
del honor, porque el ordenamiento no puede proteger un honor inmerecido". ^^ Así, entre otros, Molina Fernández, PE, 259; Cardenal Murillo/Serrano González
Todo ello sin perjuicio, concluye el autor, de reconocer la tutela de la persona de Murillo, 1993, 141; López Peregrín, 2000, 211, 215-216. Se aparta de este
afectada por la vía de la lesión de la intimidad. Véase ]aén Vallejo, 1992,155. Lo criterio, sin embargo. Jaén Vallejo, 1992,237-240, llevando la falsedad al plano
sigue, López Peregrin, 2000, 87. de la antijuridicidad.
34 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 35

Si bien las concepciones fáctico-normativas cuentan con la rías al mandato constitucional de trato igualitario porque este
adhesión del sector probablemente mayoritario de la doctrina principio sólo obliga a tratar igual a los iguales y, desde el punto
española, sus postulados no están exentos de importantes de vista del honor, no todos los ciudadanos lo son pues hay
críticas. Entre ellas destaca su incapacidad para mantener quienes con sus propios actos se sitúan en una posición de
hasta sus últimas consecuencias un concepto de honor respe- menor respetabilidad que otros^^.
tuoso del principio de igualdad. El estrecho vínculo inicial Pese a su aparente solvencia, a mi modo de ver, el defecto
entre honor y dignidad, se objeta, no es suficiente para borrar fundamental de esta argumentación se encuentra en su punto
las diferencias de intensidad en la tutela penal del honor de los de partida. Veamos por qué.
ciudadanos derivadas de la introducción de elementos fácticos Ciertamente, una concepción del honor fundada en la idea
en la configuración del bien jurídico^"^. de "merecimiento" necesita de alguna clase de código valorativo
A esta crítica se ha respondido que el principio de igualdad para medir la naturaleza honorable o deshonrosa del compor-
no se ve afectado porque, a diferencia de las concepciones tamiento de las personas, porque sólo de este modo es posible
puramente fácticas, las teorías mixtas no admiten la influencia determinar si son más o menos merecedoras del respeto ajeno.
de elemento alguno ajeno a la voluntad de los ciudadanos para Pero precisamente aquí reside el problema pues, más allá de las
graduar el alcance concreto del derecho al honor^^. Sea cual pautas jurídicas de obligatorio cumplimiento, los partidarios
fuere su posición social, profesión o circunstancias externas, a de las concepciones mixtas se ven necesitados de acudir a un
todas las personas se les reconoce, de entrada, por su condición impreciso conjunto de deberes ético-sociales^^ cuya origen y
de tales, idéntico derecho al respeto de los demás. Pero el hecho legitimidad en ningún momento se aclara''^, si bien es evidente
de que todos partan como iguales no significa —dicen los su no pertenencia a los principios básicos del Estado democrá-
partidarios de esta concepción— que todos mantengan el tico contenidos en la Constitución. Se llega así a un estado de
mismo grado de honorabilidad. Al contrario, hay quienes cosas en el que el ordenamiento jurídico acaba por imponer a
realizan actos deshonrosos que les hacen desmerecer en la los ciudadanos un determinado orden ético-social bajo la
consideración ajena^^, colocándose así, por su propia voluntad, amenaza de peder, al menos en parte, su derecho a ser respeta-
en una situación de desigualdad respecto de quienes siguen u n a dos por los demás, resultado que no sólo es difícil de compati-
forma de vida honorable^''. Así las cosas, se concluye, las bilizar con el principio de igualdad, sino, sobre todo, con otros
graduaciones en la tutela penal del honor no resultarían contra- presupuestos esenciales de nuestro ordenamiento constitucio-

^ Así, a mi modo de ver con razón. Vives Antón, 1987, 2^^-145.


^^ De hecho, no son pocos los autores que pretenden presentar al honor mereci- ^^ De esta opinión, faén Vallejo, 1992,152, quien llega a afirmar que la situación
do —propio de las tesis mixtas— como la única alternativa capaz de conceder es exactamente la opuesta: se lesionaría el principio de igualdad si el Derecho
al bien jurídico de los delitos de calumnia e injuria un contenido ajustado a los penal concediera la misma tutela a quienes cumplen con los deberes ético-
valores constitucionales del Estado democrático. Así expresamente. Rodríguez sociales y a quienes los infringen; también en esta línea, López Peregrín, 2000,
Mourullo,ComC?,6\Q-b\\;CardenalMiiriUo/Serrano González de Muñllo,1993, 87. Afirman que de no admitirse el reflejo normativo de estas diferencias
157-158. fácticas el ordenamiento jurídico estaría reforzando la hipocresía. Cardenal
^•^ Véase Alonso Álamo, 1983,104,142-143, quien se refiere a "graves defectos de Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993, 54.
la personalidad" u otros "motivos de indignidad personal" que pueden hacer ^^ Así, por seguir los ejemplos más habituales, se parte de que es malo consumir
disminuir el contenido concreto del honor de una persona. drogas, ejercer la prostitución o beber alcohol en exceso... y, por supuesto,
•^^ En otros términos: todos parten en condiciones de igualdad, pero en cuanto cometer delitos. Muy claro en este punto. Jaén Vallejo, 1992,152.
una persona se distancia del código de valores preestablecido, pierde puntos ™ Se manifiestan en contra de estos criterios por considerar, con razón, que
y se sitúa en una posición de desigualdad merecida. Véase, en esta línea, López conducen inexorablemente a una concepción "moralizante" del honor, Muñoz
Peregrín, 2000, 88. Llórente, 1999-1, 34, nota n" 30; Álvarez García, 1999,100.
36 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 37

nal, en particular, con el pluralismo ideológico^ ^ y el libre segundo término, la necesaria biísqueda de algún elemento
desarrollo de la personalidad^^. complementario capaz de conceder especificidad a este bien
jurídico, permitiendo así que su lesión no se confunda con el
2. Posición que se sustenta: honor, dignidad personal genérico trato denigrante que es propio de toda conducta lesiva
y libertad de un derecho fundamental.
Para alcanzar este último objetivo parece ineludible prestar
El recorrido por las principales concepciones sobre el bien atención a los dos conceptos que de una u otra forma siempre
jurídico de los delitos de injurias y calumnias arroja como han acompañado a las definiciones del honor y cuya trascen-
resultado un estado de cosas marcado actualmente por el dencia en el ordenamiento positivo español queda fuera de
reconocimiento casi unánime del honor como emanación dudas a la vista de su expresa mención en la definición legal de
directa de la dignidad^^ con la consecuente superación de las la injuria. Me refiero a lafania y a lapropia estimación^ ^. Ambos
tesis meritocráticas que lo vinculaban al prestigio y status elementos nos trasladan al plano fáctico, concretándose, la
social de los ciudadanos. Sin embargo, no son pocos quienes, primera, en el conjunto de cualidades atribuidas por la socie-
pese a admitir esa idea inicial, recuerdan que la dignidad dad a una persona y, la segunda, en el valor que cada ciudadano
constituye un atributo de las personas que se encuentra en la se concede a sí mismo^^, valoración esta última casi siempre
base de todos los bienes jurídicos asociados a derechos funda- dependiente del juicio comunitario sobre el que se asienta la
mentales, motivo por el cual resulta insuficiente por sí misma fama^^.
para dotar de especificidad al objeto de tutela de estos delitos^"^. Pero como ha quedado dicho al estudiar las concepciones
De ahí la tendencia, quizás mayoritaria y sin duda acertada, a fácticas, ninguno de estos dos elementos —y, en particular, la
buscar algún punto de referencia adicional destinado a concre- fama— pueden elevarse sin más a la categoría de objeto de
tar y conceder entidad propia al bien jurídico de los delitos que tutela de los delitos contra el honor sin poner seriamente en
nos ocupan. cuestión el principio constitucional de igualdad. Tanto en su
La toma de posición sobre tan complejo problema ha de versión tradicional de reputación social —u honor aparente—
partir, pues, de dos ideas básicas: en primer lugar, la caracte- como en la más moderna de honor merecido, todas las tesis que
rización del honor como emanación de la dignidad, y en hacen dependería esencia de este bien jurídico de las cambian-
tes circunstancias de hecho conducen inexorablemente a ad-

^1 Asilo reconoce Berdugo Gómez de la Torre, 1984,309,312, autor que precisamen-


te por eso intenta separarse en todo momento de los criterios éticos para
acudir de modo exclusivo al orden de valores emanado de la Constitución. En ''^ Véase art. 208 C.P. A la vista de la definición legal de la injuria, como ya se ha
línea semejante al texto. Morales Prats, 1988, 683; Quintero Olivares/ Morales señalado, algunos autores caracterizan a la fama y la autoestima como formas
Prats, ComPE, 390-391. de concreción de la dignidad. Así, en particular. Vives Antón, PE, 311. Tam-
72 Este es precisamente el motivo por el cual en la actualidad se encuentran en bién, Bajo Fernández, 1989,84; Carmona Salgado, PE, 326. Otro sector doctrinal
franco retroceso las opiniones que vinculan el honor a un cierto código moral. llega a identificar el bien jurídico con esos dos elementos, en particular, con el
Véanse Cardenal Murillo/Serrano González deMurillo, 1993,32-33, quienes, sin aspecto externo representado por la fama o reputación social. Así, en defini-
embargo, curiosamente acaban por adherirse a la teoría del "honor mereci- tiva, Molina Fernández, PE, 260; Tasendo Calvo, 1998, 308.
do". '*' Véase en este sentido Muñoz Conde, PE, 268.
7'' Especialmente crítico con estos puntos de vista, sin embargo, Gimbernat, 1999, 77 Por eso se postula, en general, una clara dependencia de la autoestima
respecto de la fama, con la consecuencia de situar en esta última el aspecto más
73-74.
trascendente de cara a dotar de contenido al honor. En esta línea, Muñoz Conde,
''4 Así, entre otros. Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 390. También Alonso
PE, 268. Limita el alcance de la propia estimación como objeto de tutela penal
Álamo, 2001,910-915, quien recuerda, además, que las conductas genéricas de
a los "valores individuales reales" que una persona se atribuye, remitiendo
degradación o "cosificación" del ser humano encuentran ubicación en los
así, por otra vía, al juicio que la sociedad realiza sobre la persona. Rodríguez
delitos contra la integridad moral, únicas figuras que vendrían a proteger de
Mourullo, ComCP, 611.
modo inmediato y sin más especificaciones la dignidad de las personas.
38 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 39

mitir la existencia de personas con más honor que otras, con la


consecuente —e inaceptable— legitimación de importantes
diferencias en la tutela penal de los ciudadanos.
I si se prefiere, en una pretensión de respeto que corresponde a
toda persona por su condición de taP°, con independencia de
su mayor o menor grado de seguimiento de un determinado
Ante tal circunstancia, ha de buscarse, pues, alguna alterna- código ético, moral o, incluso, jurídico^'.
tiva capaz de dar cabida a la fama y autoestima de cara a acotar La alternativa propuesta, dirigida a garantizar la tutela del
el campo de actuación del derecho al honor sin que ello obligue honor de forma igualitaria a todas las personas, rompe con la
a identificar estos elementos fácticos con el bien jurídico idea, muy difundida en nuestra doctrina, según la cual el único
tutelado. concepto de honor conforme a la Constitución sería el llamado
En mi opinión, una vía adecuada para alcanzar este objetivo "honor merecido", por contraposición al tradicional honor
la ofrecen aquellas concepciones estrictamente normativas aparente^^. La concepción normativa aquí esbozada constituye
que trasladan la esencia del bien jurídico honor a un momento una tercera vía perfectamente compatible con los principios
previo al de la efectiva valoración social de los actos de los constitucionales que se distancia por igual de todas las versio-
ciudadanos, en concreto, al momento de libre actuación de la nes del honor partidarias de introducir elementos fácticos en su
voluntad conforme a las opciones vitales de cada cual. Se parte configuración, sea de aquellas que lo identifican con la efectiva
de la idea de que una valoración negativa de determinadas reputación social como de las que atienden al mayor o menor
decisiones vitales resta al ciudadano libertad para emprender- grado de seguimiento de un código de valores predeterminado.
las, pues éste se sentirá coaccionado ante la posibilidad de En esta versión del bien jurídico, el contenido y alcance del
sufrir el desprecio social —e incluso personal— que tal camino honor se decide íntegramente a partir de un entramado de
lleva consigo. De ahí la necesidad de preservar a las personas principios constitucionales, en particular, de las ideas de digni-
frente a aquellos juicios o imputaciones que, por ser idóneos dad personal y libre desarrollo de la personalidad^^, de donde
para perjudicar la fama, restringen el ámbito de libertad nece- resulta el derecho —igual para todos— de acceder a un juicio
sario para optar sin obstáculos por la forma de vida que se social positivo con independencia de la conducción de vida por
considere más oportuna. En otros términos, se trata de liberar la que opte su titular^"*.
al agente del obstáculo que representan los juicios sobre su
conducta susceptibles de originar una valoración negativa por
parte de la sociedad o de transmitirle a él mismo un sentimiento ^° Adopta este punto de vista la STS 20-7-88 (RJ 1988/6639), al afirmar que "el
de humillación o desprecio; y todo ello con independencia, concepto de honor se debe construir.. .desde puntos de vista valorativos y en
claro está, de que el camino elegido coincida o no con las pautas consecuencia con relación a la dignidad de la persona —art. 10,1" de la
de conducta mayoritariamente admitidas''^. Constitución Española...—. Desde dicha perspectiva el honor es la pretensión
de respeto que corresponde a cada persona como consecuencia del reconoci-
El derecho al honor entronca así, de modo directo, con el libre miento de su dignidad".
desarrollo de la personalidad, concretándose en un espacio de **^ En este sentido. Rodríguez Devesa/Serrano Gómez, PE, 229; Bajo Fernández, 1982,
libertad que posibilita al individuo ejercitar "sus propias opcio- 125.
^2 Así, por ejemplo. Cardenal Murillo/Serrano González de Murillo, 1993,157-158;
nes sin perder la autoestima ni el aprecio de la comunidad"^^ o. Rodríguez Mourullo, ComCP, 610.
*^ Ha llamado la atención sobre el entramado de principios constitucionales
implicados en el concepto y alcance del honor, en particular. Morales Prats,
1988, 683.
^^ Véanse Quintero Olivares/ Morales Prats, ComPE, 389, quienes con razón ^^ En esta medida ha de darse la razón a Cardenal Murillo/ Serrano González de
sostienen que el derecho al honor tiende, en última instancia, a garantizar el Murillo, 1993, 38, cuando sitúan la esencia del honor en un momento previo
libre desarrollo de la personalidad, principio éste que implica el respeto de la al de la efectiva valoración social, en concreto, en el "proceso" de formación
diferencia. de ese juicio social. Esa forma de enfocar el contenido del bien jurídico les
^•^ Así, Vives Antón, 1987, 247. En la misma línea, Carbonell Mateu, 1995, 23; permite fijar la atención, también adecuadamente, en la posibilidad de acceso
Álvarez García, 1999, 43-44; Fernandez Palma, 2001,1354, nota n" 142. a un determinado reconocimiento social más que en el reconocimiento social
40 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 41

Este enfoque del bien jurídico permite dar cabida a los En contra de lo que tal vez pueda pensarse, las referencias
conceptos de fama y autoestima sin elevarlos a la categoría de a la aptitud objetiva de la conducta para lesionar la fama o la
objeto de tutela, circunstancia que, como vimos, resulta conve- autoestima no son incompatibles con la consideración de las
niente si se pretende garantizar una protección igualitaria del circunstancias del caso concreto de cara a decidir si una
honor a todos los ciudadanos. Ello se consigue porque el papel determinada expresión o imputación es o no injuriosa. En otros
de la fama y la propia estimación se concentra aquí en el primer términos, ese contenido objetivo no supone reconocer la exis-
gran aspecto del tipo penal —el de la selección de los compor- tencia de juicios de valor o imputaciones en sí mismas injurio-
tamientos relevantes para el Derecho penal— sin influir de sas, porque es evidente que la capacidad de una determinada
modo decisivo, en cambio, en la configuración del resultado imputación o expresión para influir de modo negativo sobre la
típico. En efecto, dado que no se trata de garantizar la libertad consideración social de su destinatario siempre vendrá condi-
de decisión en sentido genérico, sino aquel específico espacio cionada por las circunstancias concurrentes —así, por seguir
de libertad que se ve amenazado cuando alguien emite un juicio con algún ejemplo ya utilizado, llamar homosexual a una
de valor o imputa a otro un hecho capaz de suscitar el desprecio persona en determinados ámbitos de dominio gay puede resul-
o descrédito comunitarios, resulta claro que sólo por referencia tar intrascendente desde el punto de vista de las posibilidades
a los conceptos de fama y autoestima será posible acotar el de relación social o, incluso, favorable—. Lo que se pretende
alcance de las conductas relevantes para estos delitos, pues sólo con esa generalización siempre implícita en los juicios objeti-
lo serán las que ex ante se presenten idóneas para influir vos es algo distinto: se trata de dejar claro que el punto de
negativamente sobre la consideración social o la propia valora- referencia para medir el contenido injurioso de una expresión
ción de otra persona^^. En esa medida, estos dos elementos o imputación de hechos no debe buscarse en las condiciones
fácticos cumplen el importante papel de concretar el campo de personales del sujeto pasivo —su sentimiento de propia valía, su
actuación del bien jurídico honor sin por ello confundirse con grado de seguimiento de un determinado código ético o su
el objeto de tutela, porque no se trata de proteger la fama de la reputación efectiva—, sino en los parámetros generales que,
que realmente goza cada persona —ni tampoco la que se conforme a las distintas circunstancias, permiten considerar
merece por la adecuación de su comportamiento a un determi- ofensiva una expresión o juicio de valor para cualquier ciuda-
nado catálogo de deberes jurídicos, éticos o sociales— sino de dano medio. Así, acusar a una persona de alcohólica en su
garantizar a todo ciudadano el derecho a preservar ese respeto entorno habitual de relación laboral o cultural, por ejemplo,
o consideración social con independencia de cuáles sean sus constituye sin duda una imputación capaz de perjudicar su
opciones vitales. consideración social, y ello al margen de que el implicado tenga
Fama y autoestima se presentan así como elementos norma- o no dependencia de las bebidas alcohólicas. Sus circunstan-
tivos destinados a circunscribir el ámbito de la conducta típica cias personales en nada pueden modificar ese contenido obje-
y no el resultado de estos delitos. tivamente ofensivo de la imputación, pues sea o no cierto, no
cabe duda de la aptitud de tal acusación para perjudicar sus
relaciones con el entorno. Bien distinto sería el caso, sin
en sí mismo. Sin embargo, a mi modo de ver, estos autores incurren en el
embargo, si semejante acusación se realiza en una reunión
defecto de no reconocer por igual ese derecho a todos los ciudadanos, terapéutica de alcohólicos anónimos. En este caso es evidente
haciendo depender esa garantía de respeto hacia las propias decisiones vitales que las circunstancias concurrentes en el hecho —y no las
del grado de seguimiento de determinados códigos valorativos de naturaleza personales del implicado— quitan desde el inicio cualquier
ético-social. Esa dependencia del llamado "honor merecido" acaba por neu-
tralizar los efectos positivos de una concepción del honor inicialmente situada
posible contenido injurioso a la imputación.
en un terreno estrictamente normativo, perdiéndose así la oportunidad de El desplazamiento del centro de gravedad del bien jurídico
configurar un bien jurídico no discriminatorio.
Véanse, Pernal del Castillo, 1996,1436-1437; Muñoz Llórente, 1999-1,35.
de los delitos aquí analizados hacia el plano de la libertad de
42 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 43

decisión aleja definitivamente la idea del honor como un da o no con la realidad —que sea verdadero o falso— resulta
derecho que las personas han de conquistar mediante el segui- irrelevante en el contexto de una concepción normativa del
miento de determinadas pautas de comportamiento social honor totalmente despojada de consideraciones moralizantes
mayoritariamente admitidas o, dicho al revés, como una pre- y dispuesta a asegurar el acceso igualitario de los ciudadanos al
tensión de respeto que la sociedad legítimamente puede arre- respeto social^^. Desde una perspectiva del bien jurídico centra-
batar —al menos parcialmente— a quienes no ajustan su da en el derecho de autodeterminación, lo único importante es
conducta a determinados códigos valorativos impuestos por la la aptitud objetiva de la imputación para suscitar la desvalora-
mayoría. La alternativa aquí esbozada apuesta de modo deci- ción social de otro y eso no depende en absoluto de que el hecho
dido por el camino contrario, esto es, por el de garantizar un imputado sea o deje de ser cierto^^.
espacio de libertad igual para todos, cualquier sea el modo de Consecuentemente, no cualquier imputación de un hecho
vida elegido. falso será subsumible en el tipo penal de las injurias o calum-
Y precisamente porque se trata de asegurar el respeto nias, sino sólo aquellas que —siendo verdaderas o falsas—
comunitario a todas las personas, parece claro que la tutela tengan aptitud para poner en entredicho la fama de una
frente a comportamientos capaces de despertar el desprecio o persona, cuestión ésta que dependerá siempre de lo que en cada
descrédito social ha de extenderse por igual a todos, incluso a momento histórico la sociedad considere valioso o desvalioso
quienes optan por una conducción de vida distinta y distante de desde el punto de vista de los comportamientos sociales^^
los parámetros ético-sociales mayoritarios. Por eso, lo verdade- Nada de lo dicho excluye, obviamente, que ese derecho
ramente importante para subsumir un comportamiento en personal a vivir libre de juicios o imputaciones capaces de
alguno de los tipos de los delitos contra el honor es su idoneidad perjudicar la estima social en más de una ocasión pueda entrar
objetiva para suscitar el desprecio de los demás, resultando en conflicto con otros intereses legítimos que pugnen por dar
irrelevante, en cambio, el carácter verdadero o falso de los prioridad a la verdad de lo imputado. Tal será el caso de las
hechos imputados^^. Así, por citar algunos de los ejemplos más imputaciones en sí mismas injuriosas que se dirijan contra
frecuentes en nuestra doctrina, ninguna duda cabe de que
atribuir a otro la condición de homosexual, drogadicto o
homosexuales con un hombre casado a dos hombres que prestaban servicios
alcohólico posee carácter injurioso^^, pues se trata de circuns- religiosos en una parroquia (STS27-11-89-RJ1989/9319) oacusaraunamujer
tancias personales que al ser desvaloradas por la sociedad se casada de mantener relaciones incestuosas con su padre (STS 17/11/86 - RJ
muestran idóneas para perjudicar la respetabilidad social del 1986/6967.)
afectado. Esa idoneidad objetiva es ya suficiente para la Esta posición conduce, como se verá en su momento, a eUminar la falsedad de
la imputación del tipo objetivo de los delitos contra el honor, tanto de la injuria
subsunción típica del comportamiento porque con ello basta como de la calumnia. Así también, en los resultados. Vives Antón, PE, 318.
para obstaculizar aquel espacio de libertad en el que se concre- Admitir lo contrario significa tanto como condenar a quienes han optado por
ta el bien jurídico^^. En cambio, que el hecho imputado coinci- modos de vida distantes de los modelos establecidos a sufrir un irremediable
—y "merecido"— desprecio social, resultado éste difícilmente compatible
con la idea de pluralismo propia del Estado democrático.
Así, por ejemplo, conforme a las actuales valoraciones sociales, puede con-
^^ Véase, en sentido similar. Bajo Fernández, 1989, 97. siderarse injurioso imputar a otro la condición de portador del virus del SIDA
^7 Véanse, Jaén Vallejo, 1992,155, López Peregrín, 2000,88, quienes decididamente —con independencia de que sea verdadero o falso—, pues se trata de una
optan por negar el derecho al honor si cualquiera de estas faltas de moralidad enfermedad vinculada a ciertos comportamientos socialmente desvalorados
resultan ser ciertas. En general, esta postura restrictiva es admitida por todos (drogodependencia, homosexualidad, etc.) En cambio, la imputación de otra
aquellos autores que vinculan el derecho al respeto comunitario con un difuso clase de enfermedades —v.g. un cáncer o una insuficiencia cardiovascular—,
código de "dignidad moral", como es el caso, por ejemplo, de Bernal del por muy falsa que sea, quedará siempre al margen de los delitos contra el
Castillo, 1994, 75. honor por carecer de aquel estigma que acompaña a un enfermo de SIDA.
^^ Entre los ejemplos jurisprudenciales de imputación de hechos verdaderos de Todo ello sin perjuicio, lógicamente, de su posible subsunción en alguno de
contenido claramente injurioso, cabe citar, entre otros, el imputar relaciones los tipos penales llamados a proteger la intimidad personal.
44 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 45

personas con cierta relevancia en la vida comunitaria o que ello, desde el principio, la posibilidad de lesionar este bien
afecten a asuntos de interés público. En estas circunstancias, el jurídico mediante la imputación de hechos verdaderos^^, mo-
esclarecimiento de la verdad puede resultar prioritario desde el tivo por el cual se ven obligados a explicar las restricciones
punto de vista de u n cúmulo de intereses sociales de primer legales a la exceptio veñtatis en el delito de injuria como u n a vía
orden, dando lugar así a situaciones de conflicto entre intereses —confusa e inadecuada, según algunos^^— para tutelar otro
legítimos que en no pocas ocasiones justificarán una limitación bien jurídico distinto: la intimidad de las personas^^. Así, quien
considerable de aquella pretensión de respeto en la que se imputa a un alcohólico su condición de tal, no estaría lesionan-
concreta el derecho al honor^^. Estaremos, pues, ante clásicos do su honor, pero, de no ser evidente la adicción, vendría a
supuestos de colisión de intereses muy frecuentes en todo el perturbar su derecho a la privacidad^^.
Derecho penal, si bien las propias características de las conduc- Muy distintas se presentan las cosas, sin embargo, ciiando
tas abarcadas por los tipos de injurias y calumnias les conceden se parte de una concepción del honor cuya lesión es plenamente
aquí una importancia peculiar. La solución a estas cuestiones compatible con la atribución de hechos verdaderos: si el bien
viene de la mano de una serie de vías complementarias entre sí, jurídico se identifica con la pretensión de respeto que corres-
comenzando por el amplio reconocimiento del ejercicio legíti- ponde a toda persona para ejercer libremente cualquier opción
mo de un derecho —relacionado en particular con las liberta- vital sin verse sometida al riesgo de sufrir el descrédito comu-
des de expresión e información'^^— hasta el restringido campo nitario, la única condición para que la imputación de u n hecho
de la exceptio veñtaris^'^. pueda subsumirse en el tipo del delito de injuria residirá en su
Por otra parte, la pérdida de protagonismo de la verdad o aptitud objetiva para influir de modo negativo sobre la fama de
falsedad de la imputación injuriosa en el contexto de la versión otro, condición ésta perfectamente posible aun cuando el
del honor aquí esbozada permite conceder a este bien jurídico hecho imputado sea cierto. La lesión del honor no dependerá.
un campo de actuación autónomo que no se confunde con el de
la intimidad, superando así las versiones doctrinales partida-
'^^ Salvo que la imputación adquiera, al mismo tiempo, la forma de insulto,
rias de explicar las limitaciones a la prueba de la verdad en los
convirtiéndose así en un atentado al honor en su versión mínima de respeto
delitos contra el honor como concesiones del legislador a la de la dignidad personal. Véase claramente en este sentido, López Peregrín,
tutela de la privacidad de las personas^''. Téngase en cuenta, en 2000,89, 210. También González Rus, 1993, 683.
efecto, que el amplio grupo de autores partidario de restringir ^'' En opinión de Bacigalupo, 2000,5,20, la actual regulación de los delitos contra
la tutela del honor al llamado "honor merecido" descarta con el honor responde en buena medida a las insuficiencias en la tutela de la
intimidad y a la consecuente confusión de objetos de tutela que se produce a
la hora de establecer los límites y condiciones de punición de los delitos de
calumnia e injuria.
^2 Así, por ejemplo, aun cuando es indiscutible el carácter injurioso de imputar ^^ Esta reconducción de determinados tipos de injuria a la tutela de la intimidad
a otro la comisión de un delito, resulta igualmente clara la prioridad que ha tiene que ver con la naturaleza de los casos en los que el legislador admite la
de concederse al interés del Estado por esclarecer los hechos delictivos, prueba de la verdad, caracterizados todos ellos por tratarse de supuestos de
circunstancia que justifica por sí misma la no punición de la imputación de un trascendencia pública que justifican su revelación, es decir, la lesión de la
hecho delictivo si este resulta ser cierto o su veracidad aparece ex ante como privacidad del afectado. Tal es el caso art. 210 C.P., que permite la exceptio
probable. veritatis cuando se trate de hechos cometidos por funcionarios públicos en el
^^ Véase infra, pp. 36 y ss. ejercicio de sus cargos o de infracciones penales o administrativas que el
'^'^ Véanse, más adelante, los comentario a los arts. 207 y 210 C.P. Estado tiene interés en perseguir y castigar.
^5 Así, con diversos matices, Bacigalupo, 2000, 5,20,35; Bajo Fernández, 1982, 98; ^ En opinión de Tasendo Calvo, 1998,321-322, estas concesiones al bien jurídico
Berdugo, 1987,63,82; Jaén Vallejo, 1992,155; Molina Fernández, PE, 260; Morales intimidad perturban innecesariamente la tutela penal del honor, pues los
Prats, 1988, 705; Quintero Olivares, 1996, 181; Tasendo Calvo, 1998, 321. Este casos de intromisión en la privacidad ajena no lesivos del honor —en su
punto de vista no es compartido, sin embargo, por quienes se mantienen en opinión: las imputaciones de hechos privados que resulten verdaderos—
el plano estrictamente normativo a la hora de dar contenido al bien jurídico encuentran suficiente cobertura a través de la LO 1/1982 de protección civil
honor. Véase, en particular. Vives Antón, PE, 313. del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.
46 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 47

pues, de la falsedad de la imputación y nada tendrá de particu- En todos estos supuestos la lesión de la intimidad no agota el
lar que una conducta de esas características se castigue como contenido desvalioso de la conducta, pues al margen de la
injuria^^*^. Consecuentemente, los límites a la exceptio veritatis revelación de un hecho privado contra la voluntad de su titular,
ya no tienen porqué relacionarse con la protección adicional de se está imputando al sujeto pasivo una condición que, al ser
algún otro bien jurídico. desvalorada por la comunidad, restringe sus posibilidades de
Es más, una vez desvinculada la lesión del honor de la desarrollo social. Esta última circunstancia marca el inicio del
certeza o falsedad del hecho imputado, la exención de pena campo de actuación propio del derecho al honor, determinan-
mediante la prueba de la verdad se presenta más bien como una do su lesión con independencia de la afectación de la intimi-
circunstancia excepcional necesitada de alguna explicación dadi03.
alternativa convincente, porque, en última instancia, estare- Por otra parte, también son imaginables múltiples casos de
mos ante supuestos de renuncia al castigo pese a concurrir una lesión de la intimidad en los que no se encuentre comprometido
conducta lesiva del bien jurídico. Como veremos en su momen- el honor, como sucederá siempre que se revele un dato privado
to, esa explicación ha de buscarse en la presencia de otros de otro carente de connotaciones negativas desde el punto de
intereses legítimos a los que el legislador considera necesario vista de las valoraciones sociales imperantes y, por tanto,
dar cabida aún a costa de restringir la tutela del honor. inidóneo para perjudicar la fama de las personas^^'^. Tal sería el
De esta manera, honor e intimidad adquieren esferas de caso, por ejemplo, de quien revela que otra persona padece
actuación independientes, de modo tal que podrán darse casos cáncer^^^, enfermedad ésta totalmente compatible con un com-
donde se vean implicados ambos bienes jurídicos sin por ello portamiento social conforme a los valores imperantes; a dife-
confundirse entre sí. Tal cosa sucederá si se revela un hecho
cierto^^^ de otro que reúna la doble condición de pertenecer a
la esfera de privacidad del afectado y referirse a alguna circuns- descrédito social y vergüenza personal. Piénsese, por ejemplo, en el cobrador
tancia socialmente desvalorada capaz de suscitar el desprecio que se sitúa con su llamativa vestimenta a las puertas de la iglesia donde el
comunitario, como podrían serlos casos, por ejemplo, de quien deudor está a punto de contraer matrimonio.
103 PQJ. ggQ^ jjg producirse una confluencia de tipos penales en casos como los
imputa a otro su condición de adúltero o le acusa de tener indicados, en principio da la impresión de que deberían entrar en juego las
hábitos sexuales mal vistos por la sociedad, o también, el reglas del concurso de delitos, si bien es cierto que tal situación no siempre se
supuesto de quien hace ostensible la condición de morosa de producirá porque existe un cierto grupo de comportamientos lesivos de la
una persona mediante signos externos claramente ofensivos ^°^. intimidad no abarcados por ninguna de las figuras de nuestra legislación
punitiva. En tal caso, aparte del correspondiente delito de injuria, si se dan sus
condiciones, podrá acudirse a la vía civil a tenor de lo dispuesto en la LO 1 /
1982 relativa a la protección civil del Derecho al honor, a la intimidad personal
y familiar y a la propia imagen. Plantea, sin embargo, la posibilidad de
^°° Coincidente en los resultados, Bernal del Castillo, 1996,1439, quien excluye la completar la tutela penal del honor mediante la creación de un delito de
falsedad como elemento del tipo por entender que la relación establecida por indiscreción, Bacigalupo, 2000, 34-35.
la ley entre honor y dignidad hace irrelevante la naturaleza verdadera o falsa 104 PQJ. ggQ ]^Q coincido con Vives Antón, PE, 313, cuando sostiene que toda lesión
de lo imputado de cara a decidir sobre la lesión del bien jurídico. de la intimidad repercute negativamente, siquiera sea de forma indirecta,
^^' Obviamente, la confluencia de los bienes jurídicos honor e intimidad sólo sobre el honor. De hecho, son imaginables ciertas revelaciones que incluso
puede darse si los hechos imputados son verdaderos, pues, de ser falsos, no pueden mejorar la fama del afectado; piénsese, por ejemplo, en quien revela
se estará revelando ninguna circunstancia perteneciente a la esfera de que otro es un superdotado, condición que la persona mantenía en secreto
privacidad del sujeto pasivo y, por tanto, quedará descartada desde el para evitar un excesivo protagonismo social.
principio la posibilidad de afectación del bien jurídico intimidad. Así, con ^"^ Lo mismo cabe decir de la revelación de datos que, aún afectando a circuns-
razón, López Peregrín, 2000, 210. tancias ético-socialmente desvaloradas, son ajenos al comportamiento social
^"^ En mi opinión, este es el caso del llamado "cobrador del frac", quien, además, presente o futuro del sujeto pasivo. En este grupo deberían incluirse los
suele buscar las situaciones más comprometidas para poner de manifiesto la ejemplos propuestos por Bacigalupo, 2000, 34, de quien revela que el sujeto
condición de moroso del afectado con el deliberado propósito de generarle pasivo es hijo ilegítimo o tiene un hijo drogadicto.
48 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 49

rencia, quizás, de padecimientos como el SIDA o la hepatitis B, en peligro— con la emisión de esa clase de imputaciones o
profundamente estigmatizados por los cauces más frecuentes juicios peyorativos.
de contagio. Lógicamente, la conclusión sería otra si se partiera de los
postulados de las concepciones fácticas del honor, porque de
aceptarse la identificación de este bien jurídico con la reputa-
II. E S T R U C T U R A TÍPICA: ¿DELITOS D E L E S I Ó N O ción social efectiva, es cierto que para adquirir la naturaleza de
D E PELIGRO? delitos de lesión estas figuras deberían exigir el menoscabo real
de la fama del afectado. Al bastar la aptitud de la conducta para
El renovado papel de la fama y de la autoestima en el plano producir ese resultado, nos encontraríamos, pues, ante un
de la delimitación de los comportamientos típicamente rele- clásico supuesto de adelantamiento de las barreras de protec-
vantes, y su paralelo alejamiento del bien jurídico protegido, ción propio de los delitos de peligro. Pero esta solución deja de
explica igualmente que la realización del tipo no dependa del ser correcta si se renuncia a situar la esencia del bien jurídico
efectivo menoscabo de la reputación social del afectado ni de su en la fama o autoestima y se opta, como hemos hecho aquí, por
sentimiento de propia valía. El motivo es simple: como el objeto una concepción normativa que identifica el honor con la
de tutela se concreta en u n a parcela específica del derecho de pretensión de respeto reconocida a todas las personas para
autodeterminación, bastará con la obstaculización de ese con- abordar cualquier clase de opción vital sin verse sometidas al
creto espacio de libertad para que el delito se consume. Y para riesgo de sufrir el desprecio o descrédito comunitario. En este
ello, como vimos, es suficiente con que alguien emita u n juicio caso, deja de tener sentido que la lesión del bien jurídico se
de valor o impute a otro un hecho susceptibles de afectar su supedite al efectivo menoscabo de la fama sencillamente por-
fama, sin que sea preciso que esa fama se vea realmente que no es esto lo que el Derecho penal pretende proteger, sino
perjudicada en los hechos. Los delitos contra el honor respon- aquella expectativa de respeto que ya resulta lesionada —y no
den, pues, a la estructura típica de los delitos de lesión^^^ y no de sólo puesta en peligro— cuando alguien es objeto de imputacio-
peligro, como en ocasiones se sostiene^^^, porque aquel ámbito nes o juicios capaces de suscitar una valoración social negati-
de libertad de actuación resulta ya lesionado —y no sólo puesto va^°^. En otros términos: al perder la fama y la autoestima el
carácter de objetos de tutela, las exigencias típicas vinculadas
a esos datos fácticos pierden utilidad de cara a discernir la
Así, también, Tasendo Calvo, 1998, 310-311; Morales Prats, 1988, 680, quien, naturaleza de lesión o peligro de estos delitos, pues esta cues-
además, se decanta por considerar a la injuria como un delito de "mera tión depende exclusivamente de si el tipo requiere o no, para su
actividad" porque se trataría de un delito sin objeto material cuya consuma- consumación, la efectiva perturbación del bien jurídico. Con-
ción depende sólo de la realización de la acción; de esta misma opinión.
Quintero Olivares, 1996,162. López Peregrín, 2000,196, también parece identi- secuentemente, el hecho de que baste la idoneidad de los juicios
ficar la lesión del bien jurídico con la realización del comportamiento injurioso o imputaciones para lesionar la fama o la autoestima —sin que
—momento en el que se produciría ya el menoscabo de la pretensión de sea preciso su menoscabo efectivo— no es obstáculo para
respeto en la que sintetiza el concepto de honor—; pero aún así, esta autora calificar a las calumnias e injurias como delitos de lesión. Esto
reconoce un "resultado"en el delito de injuria que vendría representado por
el efectivo perjuicio para la fama o la autoestima del sujeto pasivo —entendido último puede afirmarse porque ese espacio de libertad de
como daño moral—. actuación en el que se concreta el honor se ve sin duda reducido
El acuerdo generalizado en el sentido de no exigir el efectivo perjuicio de la cuando alguien es objeto de imputaciones o juicios de valor que
fama, considerándose suficiente la idoneidad de la expresión o imputación
para producir ese menoscabo, ha llevado a un importante sector doctrinal a
conceder a las injurias y calumnias la naturaleza de delitos de peligro. Así,
. Alonso Álamo, 1983, 143, nota n° 63; Cardenal Murillo/ Serrano González de Quizás por eso se muestra algo dubitativo, Muñoz Llórente, 1999-1,35, limitán-
Murillo, 1993,97-99; Molina Fernández, PE, 279, quien parece decantarse por el dose a hablar de "algo parecido" a delitos de peligro sin decantarse de modo
peligro abstracto; Queralt, PE, 223-224. claro por esta caracterización.
50 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 51

le exponen a sufrir el desprecio de la comunidad, con indepen- ejercicio legítimo de aquellas libertades"^. Se llega así a la
dencia de que finalmente ese descrédito se concrete o no^^^. curiosa situación de unos delitos cuyo contenido y extensión no
se decide en primera línea por la trascendencia y necesidad de
tutela del bien jurídico que están destinados a proteger, sino
III. EL D E R E C H O AL H O N O R F R E N T E A LAS más bien en atención a la importancia de otros intereses con los
LIBERTADES D E EXPRESIÓN E INFORMACIÓN que aquél frecuentemente entra en conflicto.
Ese intenso protagonismo de las libertades de expresión e
La actual estructura de los delitos de injurias y calumnias — información en la estructura de los delitos contra el honor es
producto de una profunda renovación operada con la entrada fruto del proceso de adaptación del Derecho penal a los princi-
en vigor del Código penal de 1995— es deudora, en buena pios constitucionales operado en nuestro país durante los años
medida, de los criterios desarrollados desde la jurisprudencia ochenta. No puede olvidarse, en efecto, el valor exacerbado, al
constitucional y la doctrina científica para trazar los límites tiempo que aristocrático, que se concedió al honor durante el
entre el derecho al honor y las libertades de expresión e largo período de gobierno dictatorial, valor que contrastaba
información. con el ostensible desprecio hacia los derechos a expresarse
La frecuente confluencia del campo de actuación del dere- libremente y a difundir información sin censura previa. Esa
cho al honor con algunos de los grandes pilares del Estado doble circunstancia dio lugar durante años a u n a línea
democrático —en particular, el derecho a difundir libremente jurisprudencial claramente partidaria de conceder preferencia
los pensamientos, ideas y opiniones (art. 20.1.a) CE.) y los casi absoluta al honor frente al derecho a informar, con la
derechos a informar y a ser informado (art. 20.1.d) C E . ) — ha consecuente punición de cuantas conductas afectaban la repu-
dado lugar a la peculiar circunstancia de que muchos de los tación social de quienes gozaban de ese privilegio'^".
requisitos básicos llamados a dar forma a la tutela penal del Con esos precedentes, no es difícil comprender el cambio
honor guarden alguna relación con las exigencias establecidas radical que se produjo cuando se pusieron en funcionamiento
desde la jurisprudencia y la doctrina para perfilar el alcance del los principios democráticos instaurados por la Constitución de
1978, comenzando por el marcado retroceso del derecho al
honor frente a la amplísima acogida de las libertades de
^^ En mi opinión, no alcanzan a ver este importante matiz Cardenal Murillo/ expresión e información. La función institucional de estas
Serrano González de Murillo, 1993, 97-99, quienes, tras afirmar que el tipo de libertades en la formación de una opinión pública libre sirvió
injuria no requiere un "perjuicio real" de la fama, se decantan por calificar a
estas figuras como delitos de peligro concreto. Con esta conclusión, los de apoyo para elevarlas por encima del derecho fundamental al
autores pierden de vista su interesante propuesta de situar el bien jurídico en
un momento previo al de la efectiva valoración social, en concreto, en el
"proceso" que conduce a ese reconocimiento social. De ser consecuentes con
su postura, parece que no deberían hacer depender la lesión del bien jurídico
del menoscabo efectivo de la fama —ya apeada de la condición de objeto de "" La notable cercanía del ámbito de competencia de estos derechos llevó al
tutela—, sino de la perturbación del derecho de acceso a un juicio social propio constituyente a establecer ciertos criterios de delimitación entre ellos,
positivo en el que concretan el concepto de honor. Y para que esa perturbación si bien la jurisprudencia constitucional se ha ocupado de restringir de modo
se produzca parece suficiente con la aptitud del juicio o imputación injuriosos severo la aparente preferencia que el art. 20.4. C E . parece otorgar al derecho
para influir negativamente en la consideración social del afectado, pues eso al honor sobre la libertad de expresión.
sólo basta para obstaculizar el proceso de acceso a un juicio social positivo. La ^^^ Línea que perduró hasta pasada la primera mitad de los años ochenta en la
conclusión más consecuente con su punto de partida hubiera sido, pues, la de jurisprudencia del Tribunal Supremo. Véase al respecto, Molina Fernández, PE,
optar por la naturaleza de delitos de lesión. Al decantarse por los delitos de 261. López Peregrin, 2000,108-109, señala una tendencia similar en la jurispru-
peligro, la teoría del bien jurídico propuesta por estos autores pierde origina- dencia del Tribunal Constitucional hasta el año 1986, caracterizada por
lidad y viene a coincidir, en sus resultados, con las clásicas concepciones conceder al honor (y a la intimidad) la condición de "límites absolutos" de las
tácticas que identifican el honor con la reputación social. libertades de expresión e información. i
52 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 53

honor, situándolas en una posición preferente'^^ capaz de Esa presencia siempre latente de las libertades de expresión
justificar, al menos en principio, una amplísima gama de e información en los delitos contra el honor no sólo se ha
comportamientos lesivos de aquel bien jurídico —al igual que traducido, por lo demás, en la configuración legal de las
de la intimidad—"^^. injurias y calumnias, sino también, y quizás de manera aún
Sin embargo, a partir de los años noventa, una vez estabilizada más marcada, en la interpretación profundamente restrictiva
la democracia y superadas las antiguas concepciones aristocrá- que un amplio sector doctrinal preconiza para perfilar el
ticas del honor que lo convertían en una especie de resabio de alcance de la materia de prohibición de estos tipos penales''^.
tiempos pasados —puesto siempre bajo sospecha—, la situa- Quizás el más claro ejemplo de ello lo tenemos en la buena
ción comenzó a equilibrarse. Surgieron opiniones mucho más acogida que ha encontrado en nuestra doctrina la ya criticada
matizadas que, sin perder de vista la evidente importancia de tesis del "honor m e r e c i d o " pese a sus d u d o s o s tintes
los derechos de expresión, reclamaron un cierto espacio de moralizantes. Téngase en cuenta, en efecto, que esta concep-
respeto para las libertades individuales no pocas veces amena- ción del bien jurídico, al reducir el alcance de las conductas
zadas por el notable poder fáctico de los medios de comunica- abarcadas por los tipos de injurias y calumnias a la imputación
ción''''^. Buena muestra de esta nueva tendencia es la doctrina de hechos falsos, consigue situar el límite de tutela del honor
hoy quizás dominante en el Tribunal Constitucional partidaria precisamente ahí donde comienza el campo de legítima actua-
de resolver los conflictos entre honor y libertad de expresión a ción del derecho a informar —esto es, en la transmisión de
través de criterios de ponderación^'^. hechos verdaderos—, eludiendo así desde el principio la posibi-
lidad de colisión entre ambos derechos''^ y, con ello, el enojoso
trámite de la ponderación de intereses propia de tales situacio-
nes' '^. El razonamiento es sencillo: sentada la premisa según la
El motivo de esa posición preferente de las libertades de expresión e informa-
ción frente a otros derechos fundamentales de alcance puramente individual cual el ejercicio legítimo de la libertad de información encuen-
queda nítidamente reflejado en el siguiente pasaje de la STC 159/1986, de 12
de diciembre, FJ 6: "el art. 20 de la norma fundamental, además de consagrar
el derecho a la libertad de expresión y a comunicar o recibir libremente
información veraz, garantiza un interés constitucional: la formación y existen- información. Claramente en esta línea, por ejemplo, STC 51/1997, de 11 de
cia de una opinión pública libre, garantía que reviste una especial trascenden- marzo, en especial, FJ 4. Véanse, también, Carmona Salgado, PE, 327-328; López
cia ya que, al ser una condición previa y necesaria para el ejercicio de otros Peregrin, 2000,11-112.
derechos inherentes al funcionamiento de un sistema democrático, se con- 116 No g]-i vano, la discusión de los años ochenta vino acompañada de una fuerte
vierte, a su vez, en uno de los pilares de una sociedad libre y democrática". campaña en favor de la amplia despenalización de las conductas atentatorias
Demuestra de modo convincente que el reconocimiento de un carácter contra el honor de las personas, en particular, de las injurias. Claramente en
prácticamente ilimitado a las libertades de expresión e información —con su esta línea, por ejemplo. Morales Prats, 1988, 706; Asúa Batarrita, 1989, 23-26;
correspondiente avasallamiento del honor y la intimidad— se vuelve en Carmona Salgado, 1993, IM-l^S; la misma, 1995, en especial, 413-414, donde la
última instancia en contra de su función primordial de formación de una autora expresamente reprocha al legislado una innecesaria "ultraprotección"
opinión pública libre, convirtiendo a los medios de comunicación en pura del honor en detrimento de la libertad de información. Y recientemente,
mercancía sujeta a las reglas de la más cruda economía capitalista. Vives también, Tasendo Calvo, 1998,304.
Antón, 1995,404-408. ^^•^ Expresamente descartan la posibilidad de un conflicto entre honor y libertad
Este cambio de perspectiva no fue ajeno a la caída del mito del informador de información cuando la imputación es verdadera, entre otros, Berdugo, 1987,
desinteresado que sólo se guía por la búsqueda de la verdad y la lucha contra 70, 85; Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993,156; López Pergrin,
la corrupción, propio de los primeros años de la democracia. Véase, en ese 2000,124.
sentido, Pantaleón, 1996,1691. ^^^ De ahí el intento desarrollado por algunos autores de sustituir la idea de
Como luego veremos con mayor detenimiento, hoy parece prevalecer una conflicto entre honor y libertad de expresión por una pretendida delimitación
corriente jurisprudencial que, partiendo de la igualdad jerárquica de todos los de sus respectivos ámbitos de actuación —en esta línea, por ejemplo, López
derechos fundamentales, se inclina por aplicar también aquí los criterios Peregrin, 2000,123—. Sin embargo, esta forma de proceder resta buenas dosis
clásicos de ponderación de intereses, dentro del cual se hace jugar un papel de autonomía al objeto de tutela de los delitos contra el honor, como bien
importante, eso sí, a la función institucional de las libertades de expresión e señala Álvarez Careta, 1999, 78.
54 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 55

tra su límite natural en la transmisión de datos verdaderos ^^'^ conduce de modo natural —como bien sostienen los más
(pues es evidente que sólo la verdad es útil para formar una consecuentes partidarios de la tesis del honor merecido— al
opinión pública libre ^^^), se trata de buscar un concepto de amplio reconocimiento de la exceptio veritatis^^^. Pero precisa-
honor capaz de eliminar de antemano su posible lesión me- mente esta aparente ventaja constituye la base del problema,
diante la imputación de esa clase de hechos, consiguiéndose así porque si la falsedad se interpreta como un elemento esencial
que todo el campo propio del derecho a informar permanezca del tipo objetivo, una vez invertida la carga de la prueba, la
al margen de los comportamientos abarcados por los delitos de exención de pena quedará supeditada a la prueba de la verdad
injuria y calumnia^^'. Y para alcanzar este fín nada más objetiva del hecho imputado, lo que de modo indirecto supone
adecuado que una concepción del honor cuya lesión se hace exigir certeza a quien realiza la imputación. Así las cosas, la
depender de la falsedad de la imputación. eventual responsabilidad penal sólo quedaría descartada de
En síntesis: para eludir la colisión entre ambos derechos antemano cuando el informador contara por anticipado con la
fundamentales se transplanta, en forma invertida, un elemento total certeza de la verdad de los hechos a difundir. En caso
propio de la libertad de información —la veracidad del hecho— contrario, en el momento de hacer pública la noticia no estaría
al campo del derecho al honor, convirtiendo a su contrario — descartado el riesgo de incurrir en un delito, circunstancia ésta
la falsedad— en presupuesto de su lesión. que obviamente obstaculiza de forma grave el ejercicio fluido
Sin embargo, esta fórmula, pensada sin duda para potenciar de la libertad de información^^"^.
las libertades de expresión e información, desemboca en un Lo que en un principio parecía orientado a favorecer un
efecto paradójicamente contrario a estos derechos. La razón es amplio ejercicio del derecho a informar se traduce así, en los
la siguiente. Una vez admitido el papel esencial de la falsedad resultados, en u n claro efecto desalentador de esta libertad
en la lesión del honor, resulta obvio que al autor de una pública. Por eso no es de extrañar que hoy prevalezca la
imputación deshonrosa ha de dársele en todo caso la oportuni- tendencia a sustituir esa falsedad objetiva por la exigencia de
dad de probar la verdad para eximirse de pena^^^, lo que un diligente contraste de la información, es decir, por el criterio

"^ Así, conrazón,Mufioz Llórente, 1999-2,181-184, si bien no comparto su idea de


que la Constitución sólo legitimaría, al menos como regla general, la transmi- esencial de la ilicitud de la conducta que, como tal, ha de ser constatado en el
sión de hechos objetivamente verdaderos. Este punto de partida obliga al proceso. Ciertamente, en condiciones normales, al tratarse de un elemento
autor a resolver los casos de comprobación diligente de noticias que luego fundamentador de la punición, su prueba debería estar a cargo de la parte
resultan ser falsas (la llamada "veracidad subjetiva") en el plano de la acusadora. Pero la propia naturaleza de los delitos de injurias y calumnias —
culpabilidad —como error sobre los presupuestos de una causa de justifica- en particular de estas últimas— impide la aplicación de este principio general
ción—, solución poco adecuada al propio texto constitucional que tan sólo porque, de admitirse, se estaría obligando al afectado por la imputación
pone como límite en el art. 20.1.d) la "veracidad" de la información, dejando caluminosa (o injuriosa, en su caso) a probar su falta de culpabilidad en el
así las puertas abiertas a soluciones menos rígidas. Sobre esta cuestión hecho que se le atribuye. Para evitar tan flagrante lesión de la presunción de
volveremos extensamente más adelante. inocencia la legislación ha invertido tradicionalmente la carga de la prueba,
^^^ Esta incontestable realidad no prejuzga sobre los requisitos que ha de reunir imponiéndola a quien imputa el hecho. Con todo, el Consejo General del Poder
esa verdad erigida en presupuesto esencial de la libertad de información. Judicial, 1992,186, ha hecho notar, con razón, que la inclusión de la falsedad
Como veremos en su momento, la amplia mayoría de la doctrina y, sobre todo, en el tipo objetivo de estos delitos conduce a un callejón sin salida donde
la jurisprudencia constitucional se han decantado por la llamada "veracidad siempre acaba por vulnerarse la presunción de inocencia: del sujeto pasivo si
subjetiva" que no supone la prueba absoluta de la certeza del hecho. se siguen las reglas generales sobre la carga de la prueba, y del autor de la
'21 Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993, 42, afirman tajantemente imputación si su absolución se hace depender de su capacidad para probar la
que cuando se dice la verdad "ni siquiera queda resto del interés por proteger no concurrencia de uno de los elementos que lo incriminan. Véanse también
el honor, porque éste sólo puede consistir en ser tenido en consideración con en este sentido. Vives Antón, 1987, 259;Tasendo Calvo, 1998, 315.
arreglo a como se es y a como es la conducta de uno". 123 Véanse, por ejemplo, Alonso Álamo, 1983,129-133; Bacigalupo, 2000,4-5.
^^2 Al incluirse la falsedad como elemento del tipo (como presupuesto de la lesión ^24 Sobre la teoría de la distribución de riesgos en la configuración de los delitos
del bien jurídico), la falta de verdad objetiva se convierte en un presupuesto contra el honor, muy seguida en Alemania, véase Bacigalupo, 2000,11.
56 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 57

de la llamada veracidad subjetiva que en su momento vere- movidos por el temor de llegar a una solución que, siquiera sea
.125 indirectamente, pudiera reflejar una mínima preferencia legal
mos'
del honor frente a las tan mentadas libertades públicas. A la
/ . Repercusiones dogmáticas de la colisión entre ho- teoría de la justificación se le objeta, sobre todo, que pese a
nor y libertad de expresión: propuestas doctrinales asegurar la licitud de la conducta del informador, no consigue
evitar que el hecho resulte en principio relevante para el
Ante las serias dificultades para eludir de modo pleno y con Derecho penal (típico), con la consecuencia "inaceptable" de
argumentos convincentes las situaciones de colisión entre incluir en el campo de prohibición un comportamiento realiza-
honor y libertad de expresión, han sido múltiples las propues- do en el contexto del legítimo ejercicio de un derecho funda-
tas ensayadas desde la doctrina y la jurisprudencia para dar mental'^^. Para evitar este indeseado efecto se ensayan diversas
solución dogmática a estos casos de conflicto. soluciones en el plano de la tipicidad que, según se admita o no
Ciertamente, la mayoría de la doctrina parece mantenerse la existencia de un resultado típico en estas figuras, oscilan
fiel a la clásica tesis del ejercicio legítimo de un derecho, en virtud entre las teorías de la adecuación social'^^ y el riesgo permiti-
de la cual la solución del conflicto se situaría —como es doi29.
tradicional en estos casos— en el terreno de la antijuridicidad^^^. El punto de partida de la tesis de la adecuación social
Sin embargo, no son pocos quienes discuten este criterio consiste en que las acciones realizadas en el legítimo ejercicio
de un derecho fundamental son acordes con el orden político y
social establecido por la Constitución, motivo por el cual han de
Resultó trascendental en este proceso la evolución de la jurisprudencia de los reputarse adecuadas al sistema social y, por tanto, ajenas a la
Estados Unidos de América, iniciada con el caso Sullivan vs. N.Y. Times.
prohibición penal —es decir, inidóneas, desde el principio,
Véase al respecto, Salvador Coderch y otros, 1987,60-67. El efecto desalentador
de la libertad de información se manifiesta, sobre todo, cuando la noticia recae para resultar subsumidas en cualquier tipo penal—'^°. De ahí
sobre hechos difíciles de probar ante un tribunal, pues en estas circunstancias que se consideren socialmente adecuados y, por tanto atípleos,
el periodista se encuentra ante el dilema de silenciar la información —aunque los ataques al honor realizados en el ejercicio de las libertades
cuente con indicios suficientes para estar convencido de la verdad de los de información y expresión'^', circunstancia que se producirá
hechos— o exponerse a una sanción penal. De ahí que la Suprema Corte de los
Estados Unidos de América declarase la inconstitucionalidad de imponer la
carga de prueba al demandado por difamación. Véase al respecto, Muñoz
Machado, 1988,104. Sobre esta teoría, reflejada hoy en parte en el texto legal
español, volveremos con detenimiento más adelante.
Así, Álvarez García, 1999,117; Bacigalupo, 2000,48-50; Bajo Fernández, 1989,87- 127 Véanse, entre otros. Morales Prats, 1988, 672; López Peregrín, 2000,124-125.
88; Carbonell Mateu, 1995,28-29; Carmona Salgado, PE, 328; García Pablos, 1984, 12^ Así Morales Prats, 1988,679, quien expresamente se decide por la adecuación
400; Rodríguez Mourullo, ComCP, 614; Muñoz Conde, PE, 273, si bien al incluir social al considerar que se trata de la causa de atipicidad idónea para recortar
el "animus iniuriandi"como elemento subjetivo del tipo, este autor acaba por el tipo de los delitos de mera actividad, condición que atribuye a los delitos
reconocer que, de concurrir todos los requisitos del ejercicio legítimo del contra el honor.
derecho a informar —incluida la voluntad de transmitir noticias— faltaría ya 129 De esta opinión, Asúa Batarrita, 1989,28-29; López Peregrín, 2000,124-129,214.
la vertiente subjetiva de la tipicidad. Téngase en cuenta, de todos modos, que Por la vía de los elementos negativos del tipo llega también a la solución de la
los partidarios del "honor merecido" reducen el campo de actuación del atipicidad, aunque partiendo del ejercicio legítimo de un derecho,Berdugo,
ejercicio legítimo del derecho a informar a los supuestos donde el hecho 1987, 79-80.
imputado resulta falso —ex post— o no es posible probar la verdad, pues de "O Así, Morales Prats, 1988, 672, 690.
concurrir ésta en términos objetivos quedaría elimina ya la tipicidad de la 1^1 En opinión de Morales Prats —1988,690—, esta adecuación al sistema consti-
conducta —véanse en esta línea, claramente, Berdugo, 1987, 70; Jaén Vallejo, tucional permitiría extender los efectos de la licitud más allá del campo
1999, 243. Este último autor, además, atribuye a la falsedad el carácter de punitivo, alcanzando también al ámbito civil. De esta manera, quedaría
"elemento de valoración global del hecho", llevándola así al plano de la excluida igualmente la posibilidad de acudir a la LO 1/1982 para solicitar un
antijuridicidad, como presupuesto positivo de ésta —véase faén Vallejo, 1992, resarcimiento civil por los posibles ataques al honor ocurridos en el contexto
243-249, 272. del ejercicio de las libertades de expresión e información.
58 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 59

cuando se hallen "en juego, de forma inmediata, los valores derechos básicos de la personalidad'^^, se reconoce amplia-
superiores relativos a la libertad y el pluralismo"^^^. mente que todos ellos parten de una situación de paridad sólo
No muy lejana a esta solución se encuentra aquélla que susceptible de solución mediante la correspondiente pondera-
resuelve el problema en el plano de la imputación objetiva ción de los intereses en juego'^^.
apelando al riesgo permitido. Conforme a este punto de vista, el Admitida esta premisa, no es fácil aceptar las soluciones
papel esencial de la información y la crítica en un Estado fundadas en una renuncia general y anticipada a la tutela del
democrático justificaría la tolerancia por parte del Derecho de honor, como sucede con las posturas que pretenden eliminarla
los posibles atentados al honor realizados dentro de los límites tipicidad de todo ataque a este bien jurídico efectuado al
constitucionales del ejercicio de las libertades asociadas a amparo de las libertades de expresión e información'^^. Ello no
aquellas circunstancias, esto es, las libertades de expresión e significa, desde luego, que se reste importancia a estos dere-
información. Tales conductas quedarían, pues, fuera del alcan- chos. Pero el camino más adecuado para concederles la mere-
ce de las normas penales destinadas a proteger el honor frente cida preferencia en atención a su función institucional en la
a otra clase de ataques'^^. formación de una opinión pública libre no pasa necesariamen-
Estos últimos puntos de vista parecen olvidar, sin embargo, te por la desprotección total —y, a mi modo de ver, igualmente
que también el honor forma parte del catálogo de derechos
fundamentales, motivo por el cual resulta difícil de compren-
der que se admita sin tapujos su total desprotección en aras de ^^'^ La Constitución española no ofrece criterio explícito alguno para ordenar
asegurar el dominio casi absoluto de otros derechos de natura- jerárquicamente los derechos recogidos en su Título I. Sólo en casos aislados
leza semejante. Más aún cuando al no existir ningún criterio aparece alguna referencia en esta línea, como sucede precisamente en el caso
de la confluencia entre honor y libertad de expresión. Sin embargo, el tenor
constitucional destinado a establecer una jerarquía entre tales literal del art. 20.4. CE. muy poco ayuda a las tesis comentadas en el texto, en
tanto parece apuntar exactamente en el sentido contrario al situar al honor —
junto a la intimidad y a la propia imagen— como límites de las libertades de
expresión e información y no al revés. Con todo, la jurisprudencia constitucio-
^^^ Morales Prats, 1988, 684, quien concluye que en estos casos el honor no nal se ha ocupado de relativizar adecuadamente el alcance de este precepto
resultaría lesionado —véanse, también, págs. 692 y 695, donde el autor insiste mediante una interpretación teleológica destinada a impedir el grave perjui-
en esta idea—. Resulta difícil, sin embargo, comprender el motivo de esta cio que para aquellas libertades públicas podría derivarse de una interpreta-
última afirmación, porque una cosa es que en determinadas circunstancias el ción puramente gramatical del texto. Sobre esta cuestión volveremos más
honor deje de estar tutelado por el Derecho penal ante la presencia de otros adelante.
intereses sociales prevalentes —como los derechos de expresión e informa- ^^^ Admite que la libertad de información carece de una posición preferente, en
ción— y otra muy distinta es que en tales casos su perturbación desaparezca. La términos genéricos, frente al honor el Informe del Consejo General del Poder
preferencia de unos intereses sociales sobre otros puede explicar la falta de Judicial 1992, 181. También, Vives Antón, 1987, 253; Bajo Fernández, 1989, 94;
protección penal de determinados bienes jurídicos pero no así su indemnidad Carmona Salgado, PE, 327; la misma, 1993,228; García Pablos, 1984,385-386. En
frente a las conductas que, aún realizándose en el contexto de ciertos derechos contra, partiendo de la posición jerárquicamente superior de las libertades de
preferentes, de todos modos pueden afectar a su integridad. expresión e información, Berdiigo, 1987, 66-67; Carbonell Maten, 1995, 13;
'^•^ Así, Asúa Batarrita, 1989,28-29. También López Peregerín, 2000,128-129 y 214, Martínez Arrieta, 1996,193; Tasendo Calvo, 1998, 292.
quien, sin embargo, consecuente con su adhesión a la tesis del honor mereci- ^^^ Así lo determinó también el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el
do, distingue dos supuestos dentro del ejercicio de las libertades de expresión conocido caso Lingens —Sentencia de 8 de julio de 1986—: las personas
e información: en los casos de imputación de hechos ciertos o de juicios de públicas, declaró el Tribunal, gozan del derecho a la protección de su honor.
valor fundados y no innecesariamente ofensivos, no cabría siquiera la posibi- Pero al ocupar una posición social de interés general ese derecho puede y debe
lidad de afectación del honor y, por tanto, la causa de atipicidad se basaría en quedar relegado cuando se informa u opina públicamente sobre sus actos en
la falta de peligrosidad ex-ante para el bien jurídico; en cambio, cuando los el contexto del ejercicio legítimo de la liberad de información proclamada en
hechos imputados resulten objetivamente falsos, si estos revisten interés el art. 10 del Convenio Europeo. De este modo, el Tribunal europeo se adhiere
público y concurre una diligente comprobación de su veracidad, la exclusión a la tradicional teoría de la ponderación de intereses para resolver los casos de
de la tipicidad se fundaría en la idea de riesgo permitido, pues el Derecho conflicto entre honor y libertad de expresión. Una amplia reseña de este caso
vendría a tolerar tales comportamientos dada su evidente utilidad social. puede consultarse en Muñoz Machado, 1988,190-196.
60 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 61

inmerecida— del derecho personal a recibir el respeto comuni- De ahí mi adhesión a la postura partidaria de resolver el
tario. Como en otros casos de conflicto entre derechos funda- conflicto entre estos bienes jurídicos a través de la causa de
mentales, la fórmula más adecuada parece encontrarse, en justificación de ejercicio legítimo de un derecho^^^.
cambio, en la tradicional idea de ponderación de intereses En realidad, la sustitución de esta solución clásica por las
destinada a proporcionar criterios de preferencia de un interés más drásticas tesis de la atipicidad sólo tendría sentido si el
sobre el otro sin renunciar de manera general a la tutela de ámbito del ejercicio legítimo del derecho a informar se super-
ninguno de ellos. pusiera íntegramente al campo del honor, es decir, si toda
Desde el punto de vista dogmático penal, esta solución transmisión de hechos noticiables supusiera siempre una inge-
conduce de modo natural a la categoría de la antijuridicidad, rencia en el derecho de las personas a gozar de un juicio social
con el correspondiente mantenimiento de la tipicidad de cuan- positivo. De ser así, ciertamente deberíamos dar la razón a
tas conductas atenten contra el honor de las personas ^^^. En mi quienes intentan eludir la tipicidad de tales conductas, porque
opinión, esta vía da debida cuenta del merecimiento de tutela carece de sentido admitir situaciones en las que el ejercicio de
de un bien jurídico de raigambre constitucional —el honor—, un derecho fundamental necesariamente conduzca a la realiza-
sin por ello descuidar la necesaria supremacía —y, por tanto, ción de u n a conducta prohibida —al menos en principio— por
licitud— de las conductas que puedan afectarlo en el ejercicio el Derecho penal.
de intereses preferentes —por ejemplo, las libertades de expre- Pero nada más lejos de la realidad. Es obvio que existe un
sión e información cuando se ejercitan dentro de un determi- amplísimo campo donde las libertades de expresión e informa-
nado contexto de legitimidad—. En otros términos: al llevarse ción no rozan siquiera el derecho al honor, pues no todos los
la solución del conflicto al plano de la antijuridicidad, se mantie- hechos de interés piíblico —aunque afecten a ciudadanos
ne el valor preferente de la libertad de información sobre el honor individuales— tienen contenido deshonroso para terceros. Así
—concediendo al informador una autorización para actuar que las cosas, honor y libertad de información son dos derechos con
sitúa su conducta en el terreno de la licitud—, pero se advierte ámbitos de actuación autónomos y no necesariamente conflic-
al mismo tiempo del carácter excepcional de ese desplazamien- tivos entre sí, de donde se sigue que la prohibición de las
to de un derecho fundamental a favor de otro. conductas lesivas de uno de ellos no implica la automática y
generalizada desprotección del otro. El ejercicio de la libertad
de información no se ve amenazado, pues, de modo general,
por la punición de ciertas conductas lesivas del honor. Sólo
^^'^ Así lo reconoce expresamente el Tribunal Constitucional cuando aclara, con excepcionalmente, cuando la difusión de hechos de trascen-
razón, que la decisión judicial relativa al carácter lesivo del honor de un
determinado comportamiento es independiente y transcurre por cauces
dencia piiblica impliquen la lesión de otros intereses legítimos
dogmáticos distintos al pronunciamiento sobre el carácter lícito o antijurídico que reciben el amparo del Derecho penal —como es el supuesto
de esa conducta. Por eso afirma que el carácter preferente que bajo determi- de la difusión de noticias atentatorias contra el honor de alguna
nadas circunstancias corresponde atribuir a las libertades de expresión e persona— surgirá el conflicto. Y llegado este caso, como se ve
información sobre el honor, "traslada el conflicto debatido a un distinto plano,
pues no se trata ya de establecer si su ejercicio ha ocasionado lesión, penalmente
excepcional, no parece razonable —ni necesario— optar por la
sancionada, del derecho al honor..., sino de determinar si el ejercicio de esas desprotección absoluta de uno de los intereses para favorecer
libertades constitucionalmente protegidas como derechos fundamentales al otro. Sobre todo si se tiene en cuenta que ambos reciben la
actúan o no como causa excluyente de la antijuridicidad. Debe, por ello,
establecerse que en el conflicto confluyen dos perspectivas que es preciso
integrar; la que enjuicia o valora la conducta del sujeto en relación con el
derecho al honor que se dice lesionado y aquella otra, cuyo objeto es valorar
dicha conducta en relación con la libertad de expresión o información en ' ^^ Esta opinión, mayoritaria en la doctrina, es aceptada también ampliamente en
ejercicio de la cual se ha invadido aquel derecho." (STS 8-6-88, núm. 107/ la jurisprudencia. Véanse claramente en este sentido, por ejemplo, SSTS 3-6-
1988). 88 (RJ 1988/4430); 16-3-90 (RJ 1990/2537); STC 8-6-88, núm. 107/1988.
62 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 63

más elevada tutela de nuestro ordenamiento jurídico dada su Una ponderación de intereses puede presentarse en Dere-
común pertenencia al catálogo de derechos fundamentales. cho penal al menos de tres formas diferentes. Sin duda, la más
Por otra parte, tampoco se comprende bien el argumento conocida y usual es la ponderación casuística, caracterizada
según el cual resultaría "intolerable" admitir la relevancia porque la solución del conflicto la decide el juez caso a caso en
típica de un comportamiento realizado en el ejercicio de un función del conjunto de circunstancias concurrentes, sin verse
derecho fundamental. De llevarse este criterio hasta sus últi- vinculado por ninguna norma previa de alcance general. Eso
mas consecuencias, se vaciaría de contenido gran parte del sucede, por ejemplo, cuando se trata de aplicar el estado de
ámbito de las causas de justificación ya que, en definitiva, estas necesidad genérico a un conflicto particular y no predetermi-
eximentes constituyen autorizaciones de actuar fundadas en nado entre dos bienes jurídicos (art. 20.7° CP)^^^. Una segunda
buena medida en el ejercicio de esa clase de derechos. Sin ir posibilidad es la ponderación legal, en virtud de la cual es el
más lejos, quien mata o hiere a su agresor para defender su legislador quien, a partir de un supuesto tipo de conflicto entre
propia vida está ejerciendo legítimamente su derecho a la vida determinados bienes jurídicos, toma una decisión general al
o a la integridad física. Pero eso no obsta para que la conducta respecto, indicando los requisitos que han de concurrir para
de matar o lesionar siga entrando en el contexto de los compor- conceder el predominio a uno u otro de los intereses en juego.
tamientos generalmente prohibidos por el Derecho penal. Un buen ejemplo de este modo de proceder lo encontramos en
las indicaciones del aborto (recogidas aún en el art. 417bis del
2. Los criterios constitucionales para la solución del anterior Código penal)^'^^. En estos casos, obviamente la
conflicto discrecionalidad del juzgador se ve muy mermada, pues su
función queda constreñida a comprobar si concurren o no los
Situado ya el conflicto en el plano de la antijuridicidad, presupuestos fijados de modo general por la ley para declarar
corresponde preguntarse ahora por las pautas destinadas a preferente uno de los intereses en colisión.
darle solución. La condición de bienes jurídicos constituciona- Entre estas dos formas de enfocar la ponderación, cabe
les que comparten el derecho al honor y las libertades de todavía una tercera posibilidad. Me refiero al caso de la efectiva
expresión e información ha hecho que sea el Tribunal Consti- existencia de unos presupuestos predeterminados vinculantes
tucional el encargado de perfilar estos criterios. para el juez de cara a resolver una clase específica de conflicto,
pero cuya fuente no se encuentra en la ley sino en un orden
2.a. La ponderación de intereses normativo de rango superior al ordenamiento penal. Como
La primera cuestión a dilucidar se vincula con la forma luego veremos, esta es precisamente la situación en el conflicto
apropiada para resolver tales situaciones de conflicto. Cierta- entre honor y libertad de expresión, pues aunque la ley no ha
mente, al tratarse de una colisión entre derechos legítimos donde prefijado aquí las condiciones para el predominio de uno u otro
se impone el sacrificio de uno de ellos para hacer posible la derecho''*\ sí lo ha hecho, en cambio, el Tribunal Constitucio-
supervivencia del otro, no parece discutible la necesidad de
ponderar la importancia relativa de cada uno de esos derechos en
atención al conjunto de intereses relevantes. Sin embargo, a la ^^'^ Véase Cerezo Mir, Curso de Derecho penal español, II, 6" ed., 1998, 276-277.
vista de las múltiples formas que puede adquirir esa ponderación ^^'^ AI respecto puede consultarse, con mayores detalles, Laurenzo Copello, El
aborto no punible, en particular, pp. 222 y ss.
en el campo del Derecho penal, esta primera conclusión requiere ^^' Sí lo hacía el Proyecto de Ley Orgánica de Código Penal de 1992 en su art. 211,
mayores precisiones, sobre todo teniendo en cuenta la importan- transplantando al Derecho penal, en buena medida, las pautas fijadas ya por
te evolución que ha experimentado en pocos años la jurispruden- entonces por el Tribunal Constitucional para considerar preferente las liber-
cia constitucional en el modo de concebir el contenido y alcance tades de expresión e información sobre el honor. Si bien este precepto no fue
finalmente incluido en el Código hoy vigente, no faltaron voces favorables a
de ese obligado contraste entre honor y libertad de expresión. tal ponderación legal, fundándose, sobre todo, en razones de seguridad
64 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 65

nal al marcar los cauces de legitimidad del ejercicio de aquellas derarse, entre otras cuestiones particulares del caso, "la mayor
libertades en el contexto de la Constitución. En su tarea de o menor intensidad de sus frases, su tono humorístico, el hecho
interpretación de nuestra Carta Magna, el TC ha establecido, en de afectar al honor del denunciado no en su faceta íntima o
efecto, las condiciones necesarias para que las conductas rela- privada, sino en cuanto derivara sólo de su gestión pública
cionadas con la transmisión de noticias o la manifestación de como titular de un cargo representativo, y la intención de la
opiniones puedan prevalecer sobre el derecho fundamental al crítica política en cuanto formadora de la opinión pública, así
honor, dejando de este modo fijadas de antemano, y de modo c o m o t a m b i é n la inexistencia o existencia de animus
general, las claves para la resolución del conflicto. Así las cosas, injuriandi"^'^^.
la tarea del juzgador se ciñe una vez más a la constatación de Este criterio presenta el serio inconveniente de dejar redu-
la concurrencia de esos requisitos predeterminados, sin que cida la función de control del Tribunal Constitucional a la tarea
esté en sus manos la posibilidad de variar esas pautas en formal de constatar si la ponderación ha tenido lugar o no'"^^,
función de criterios alternativos no coincidentes con los previs- sin darle la oportunidad de revisar, además, el contenido de esa
tos por el alto Tribunal en su tarea de intérprete de la Constitu- ponderación en caso de haberse producido^'^^. Y como bien
ción. señalaron en su momento los críticos, tal restricción es poco
Con todo, en una primera fase el Tribunal Constitucional se adecuada a la naturaleza de los intereses implicados, pues, al
decidió de modo claro por una ponderación casuística, no encontrar todos ellos explícito reconocimiento constitucional,
sometida a ningún criterio previo de validez general^'*^, en parece lógico que sea aquel alto Tribunal el encargado de dar
virtud de la cual el juez penal debía valorar todas las circunstan- la última palabra sobre las condiciones de predominio de unos
cias concurrentes en el caso concreto para decidir, en función derechos fundamentales sobre otros''^^.
de ellas, cuál de los dos derechos debía prevalecer'^^. Así, por Siguiendo esta línea y, sobre todo, por la necesidad de
ejemplo, tratándose de un artículo periodístico, debían consi- ofrecer una interpretación auténtica del art. 20.4 CE —en
virtud del cual el honor parecía erigirse en límite infranqueable
de las libertades de expresión e información—, con el transcur-
so del tiempo la jurisprudencia constitucional fue perfilando
jurídica. En este sentido se pronunció el Consejo General del Poder Judicial en su
Informe, 1992, 180; véanse también. Vives Antón, 1987, 254-255; Carmona
una serie de pautas generales destinadas a establecer bajo qué
Salgado, 1993,244. circunstancias el honor debía ceder ante aquellas libertades,
'^^ De hecho, hay quien considera que en este campo resulta "imposible estable- proceso éste que vino a desembocar en un marcado cambio de
cer a priori criterios generales de jerarquización", así Carmona Salgado, PE, 327. rumbo cuando el TC decidió abordar el conflicto en abstracto,
En la misma línea se ha manifestado el Tribunal Supremo al considerar que atendiendo al conjunto de preceptos y principios constitucio-
"ante la dificultad de mantener un criterio uniforme, el conflicto va a seguir
existiendo, y la determinación de hasta dónde llega el lícito derecho a la crítica, nales comprometidos en el mismo. A partir de este momento
por dura y áspera que sea, y cuando se desbordan tales límites y se incide en quedaron fijados de antemano, y con validez general, los
lo punible, presentará en gran número de casos verdaderas dificultades para
vencer las cuales no pueden establecerse reglas apriorísticas o abstractas"
(STS 12-2-1991, RJ1991/1010.)
^"^^ Claramente en esta línea, por ejemplo, STC17-7-86, núm. 104/1986 (caso Soria
Semanal): "Cuando del ejercicio de la libertad de opinión (art. 20.1. a.) y / o del '44 STC 17-7-86, núm. 104/1986.
de la libertad de comunicar información (art. 20.1. d.) resulte afectado el ^4^ Así lo manifiesta expresamente la citada STC núm. 104/1986 (FJ 6), estable-
derecho al honor de alguien, nos encontraremos ante un conflicto de derechos, ciendo como única excepción al respecto los s u p u e s t o s de clara
ambos de rango fundamental, lo que significa que no necesariamente y en "irrazonabilidad" en la ponderación.
todo caso tal afectación del derecho al honor haya de prevalecer respecto al ^'^^ Consecuencia de haberse incorporado tal valoración alfactum, con las corres-
ejercicio que se haya hecho de aquellas libertades, ni tampoco siempre hayan pondientes restricciones derivadas en este campo del art. 44.1.b) de la Ley
de ser éstas consideradas como prevalentes, sino que se impone una necesaria Orgánica del Tribunal Constitucional.
y casuística ponderación entre uno y otras" (subrayado añadido.) '*'' Véase sobre esta crítica, con más datos bibliográficos, López Peregrm, 2000,110.
66 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 67

criterios destinados a resolver los posibles casos de colisión resolver el conflicto sólo pueden adquirir virtualidad práctica
entre el honor y las tan mentadas libertades públicas^'^^. a partir de una adecuada valoración de las circunstancias del
Este cambio de perspectiva supuso el paso de la pondera- caso^^^ Además, como bien ha declarado el Tribunal Constitu-
ción casuística a u n a ponderación general, con la consecuente cional en su Sentencia 171/1990, corresponde en exclusiva al
reducción del poder discrecional del juzgador, cuya tarea juez de la causa no sólo determinar los hechos concurrentes,
quedó reducida a verificar la concurrencia de aquellas condi- sino también "los efectos que éstos hayan tenido en la esfera
ciones generales de predominio de uno u otro derecho confor- jurídicamente protegida de quienes se consideren perjudica-
me alas circunstancias del caso concreto^"^^, sin que sus propias dos por ello"^^^. Esto quiere decir que entre las competencias
valoraciones pudieran sustituir a las del alto Tribunal. De ahí del juez ordinario se encuentra, por ejemplo, la de decidir si el
la posibilidad añadida de revisar en amparo no ya sólo la comportamiento que es objeto del juicio ha lesionado el honor
existencia de la preceptiva ponderación, sino también su con- del querellante, cuestión ésta que, como es obvio, constituye el
tenido^^*^. prius lógico de cualquier posible conflicto. Sólo si la respuesta
Esto no significa que la tarea de la jurisdicción ordinaria del tribunal de instancia es positiva, corresponderá en su caso
quede limitada a un mero papel formal carente de toda función al TC —y siempre sobre la base de los hechos probados—
valorativa, porque las pautas generales trazadas por el TC para comprobar "si el órgano judicial ha realizado una ponderación
constitucionalmente correcta de los derechos fundamentales
en conflicto" ^^^.
1'*^ Probablemente el primer pronunciamiento claro en este sentido se encuentra Veamos, pues, cuales son esas pautas generales establecidas
en la STC 8-6-88, núm. 107/1988, donde si bien el TC reconoce que el juez ha por el Tribunal Constitucional para definir los respectivos
de guiarse por las circunstancias concurrentes en el caso concreto, de inmedia- ámbitos de predominio de las libertades de expresión e infor-
to pasa a enumerar y dar contenido a las pautas en función de las cuales ha de
realizarse esa valoración. mación y del honor.
149 Muy clara en este sentido la STC 11-3-97, núm. 51/1997, en cuyo F.J. 3 el T.C.
razona sobre el procedimiento a seguir en la revisión de la resolución
impugnada: "El iter lógico de nuestro examen constitucional debe acometer ^^^ Así, por ejemplo, si el juez ordinario se enfrenta a un caso de lesión del honor
una cuestión previa y fundamental, que es la de determinar si, efectivamente, por la difusión de una noticia referida a un personaje público, deberá guiarse
concurren en el caso concreto dos o más derechos fundamentales a ponderar. por las pautas trazadas por el TC para decidir si corresponde dar preferencia
Dicho de otro modo...sólo en el supuesto de que constatemos que las al derecho a la información, justificando, por tanto, las posibles injurias. En esa
expresiones objeto del presente litigio fueron vertidas al amparo de las medida, no estaría facultado, vg., a supeditar la justificación de la conducta
libertades que reconocen y garantizan los apartados a) y d) del art. 20.1 de la del informador a su certeza absoluta sobre verdad objetiva del hecho, pues el
CE, esto es, en el ejercicio del derecho a la libertad de expresión o en el de TC ha dejado claro que basta aquí con la llamada "veracidad subjetiva", es
comunicar información veraz, será posible abordar si la ponderación, entre decir, con el contraste diligente de la noticia antes de proceder a su difusión.
éstos y el derecho al honor, llevada a cabo por los órganos judiciales, se ajusta Sin embargo, esa restricción no supone conceder al juzgador un papel
a los consolidados criterios constitucionales que permiten determinar cuál de puramente formal de constatación táctica, porque es a él a quien compete
ambos derechos, y dadas unas específicas circunstancias, debe ceder ante el valorar si, conforme a las circunstancias concurrentes, se ha producido o no
otro", (subrayado añadido) ese debido contraste de la noticia. El límite para el juez ordinario no afecta,
1™ Véase en este sentido, López Peregrin, 2000,111. La STC 13-2-1995, núm. 42/ pues, a su competencia para valorar el hecho sometido a enjuiciamiento, sino
1995, deja clara esta cuestión al afirmar que "la función de este Tribunal únicamente a las pautas para decidir sobre el predominio de uno u otro de los
Constitucional en los recursos de amparo interpuestos a consecuencia de intereses en conflicto en caso de producirse una colisión. Véase, también en
conflictos entre la libertad de expresión e información y el derecho al honor esta línea. Rebollo Vargas, 1992,80. Un buen ejemplo de este modo de proceder
(es) la de determinar si la ponderación judicial de los derechos en colisión ha lo encontramos en la STS14-6-97, RJ1997/4723, donde una vez sentada la idea
sido realizada de acuerdo con el valor que corresponde a cada uno de ellos", central de la ponderación de intereses, el Tribunal procede a constatar si
añadiendo que tal será el caso cuando la ponderación se adecué a la doctrina concurren los presupuestos establecidos por el TC para otorgar preferencia a
sentada al respecto por el propio TC. Ya se encontraba claramente expresada la libertad de información sobre el honor.
esta idea, por ejemplo, en las SSTC 6-6-90, núm. 105/1990 y 18-1-93, núm. 15/ 152 STC 12-11-90, núm. 171/1990, FJ 4.
1993. ^^^ Ibidem.
68 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 69

2.b. La teoría de la posición preferente de las libertades de sión e información ocuparían un lugar de privilegio en el
expresión e información en el ordenamiento constitu- catálogo de derechos fundamentales'^^ por constituir un pre-
cional supuesto esencial para la participación de los ciudadanos en los
asuntos públicos, ya que esa intervención sólo se puede ejercer
Ante todo, destaca la idea —muy reiterada en las Sentencias de modo responsable a partir del contraste de información y de
del TC—, según la cual los derechos a informar y a expresar "opiniones diversas e incluso contrapuestas"'^^.
libremente las opiniones ocupan una posición preferente fren- Con la asunción de esta doctrina, el TC vino a admitir, en
te al honor, preferencia que se justifica por la función una primera fase de su evolución, un claro desequilibrio entre
institucional de aquellas libertades en la conformación de una los derechos fundamentales, haciendo innecesaria, en los he-
opinión pública libre. Sin embargo, hace falta ahondar algo chos, cualquier clase de ponderación. Téngase en cuenta, en
más en este postulado para comprender su auténtico alcance, efecto, que ese balanceamiento de los intereses en lisa sólo tiene
pues la propia jurisprudencia constitucional ha experimentado sentido si se parte de una situación de legitimidad inicial
una interesante evolución en el modo de concebir sus conse- compartida de los derechos a ponderar, circunstancia que no se
cuencias. da siab initio se rompe ese equilibrio a través del reconocimien-
Una primera posibilidad, coincidente con la postura inicial to general y predeterminado de la mayor importancia de unos
del TC —que siguió las líneas trazadas por la jurisprudencia derechos respecto de otros'^^. En ese contexto se entiende que
norteamericana'^'^—, consiste en interpretar la doctrina de la el TC admitiera durante mucho tiempo amplias restricciones
posición preferente en su sentido más literal, esto es, como el del honor a favor de la libertad de información y, en cambio,
expreso reconocimiento de una jerarquía interna entre los sólo aceptase limitaciones "ínfimas" de esta última en beneficio
derechos fundamentales dentro de la cual las libertades de de aquel derecho individual. "La preferencia del derecho de
expresión e información ocuparían una posición de preferen-
cia general frente al derecho al honor'5^. Esta supremacía
jerárquica se explicaría, según sus partidarios, porque a su
carácter de derechos fundamentales de trascendencia indivi- de todos los derechos fundamentales". Aunque, si se sigue de cerca la
dual, estas hbertades añaden una dimensión institucional, cual jurisprudencia constitucional, tampoco sería exacto afirmar que "todos" los
demás derechos fundamentales quedan subordinados a las dos libertades
es "la formación y existencia de una opinión pública libre, objeto de estudio. En alguna ocasión el TC ha situado casi por encima de ellas,
garantía que reviste especial trascendencia ya que, al ser una o al menos en su mismo nivel de privilegio, a la libertad ideológica consagrada
condición previa y necesaria para el ejercicio de otros derechos en el art. 16.1 CE, por considerarla el auténtico fundamento de muchos otros
inherentes al funcionamiento de un sistema democrático, se derechos, incluidos los derechos de expresión e información —STC 15-2-90,
núm. 20/1990.
convierte, a su vez, en uno de los pilares de una sociedad libre Al poseer esa dimensión institucional, dice el TC, estas libertades están
y democrática"'^^. En otros términos: las libertades de expre- "dotadas de una eficacia que trasciende a la que es común y propia de los
demás derechos fundamentales, incluido el del honor". Ese efecto irradiante las
situaría así por encima de los demás derechos de naturaleza puramente
^54 Véase, al respecto, en sentido crítico. Vives Antón, 1987, 253. individual (STC 8-6-88, núm. 107/1988.)
155 Así, en los resultados, también Berdugo, 1987, 65-66; Martínez Arrieta, 1996, 158 STS 12-12-86, núm. 159/1986.
159 Acertadamente critica este punto de vista Vives Antón, 1995, 404-408, por
193.
156 STC12-12-86, núm. 159/1986. También muy clara en esta línea la STC17-7-86, considerar que la tesis de la posición preferente convierte, de hecho, a las
núm. 104/1986, en cuyo FJ 5 se lee: "el hecho de que el art. 20 de la Constitución libertades de expresión e información en derechos "ilimitados", característica
garantiza el mantenimiento de una comunicación pública libre sin la cual ésta que, al eliminar toda clase de sujeciones —en particular, las derivadas de
quedarían vaciados de contenido real otros derechos que la Constitución los derechos al honor y a la intimidad—, sólo consigue socavar la función de
consagra, reducidas a formas hueras las instituciones representativas y abso- comunicación de ideas propia de los medios de comunicación, alentando, en
lutamente falseado el principio de legitimidad democrática..., otorga a las cambio, su consideración como simple "mercancía" sometida a las leyes de la
libertades del art. 20 una valoración que trasciende a la que es común y propia oferta y la demanda.
70 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 71

información —dijo en este sentido el alto Tribunal en 1990— aquel contraste valorativo que concluye con la determinación
significa que su limitación sólo se justifica si con un ínfimo de una serie de pautas generales destinadas a orientar la
sacrificio del mismo se consigue evitar un sacrificio total del solución del conflicto en el caso concreto'^"*. En el contexto de
derecho ajeno"^^^ (en este caso, del derecho al honor.) esa ponderación general, el TC se inclina por otorgar una
Con el transcurso del tiempo, esta doctrina inicial fue "posición preferente" a las libertades de información y expre-
dejando paso, sin embargo, a un criterio más matizado^^^ en sión sobre el honor cuando concurren una serie de circunstan-
virtud del cual la idea —nunca abandonada por el TC— de la cias que imprimen a tales libertades un carácter institucional
posición preferente de la libertad de expresión sobre el honor de formación de la opinión pública libre y, por el contrario,
no ha de interpretarse ya como un reconocimiento de superio- concede supremacía al honor cuando, por el objeto de la
ridad genérica de un derecho sobre el otro, sino como parte de información o la forma de expresar las opiniones, resulta
una auténtica ponderación de los intereses en conflicto que innecesariamente afectada la dignidad del sujeto pasivo.
permite inclinar la balanza en favor de los derechos del art. 20.1
CE cuando, por la concurrencia de una serie de circunstancias, 2. c. Los presupuestos del ejercicio legítimo de las libertades
estas libertades adquieren la dimensión institucional de con- de expresión e información
formación de la opinión pública libre que le otorga especial
relevancia en el Estado democrático^^^ PQJ- Q\ contrario, de no Entrando ya en el contenido de los requisitos de preferencia
darse tales condiciones, la balanza se inclinará en sentido de los derechos de expresión sobre el honor, es preciso atender
contrario, concediendo supremacía, en el caso concreto, al a la diferencia entre libertad de expresión y derecho a la informa-
derecho al honor. ción que claramente se infiere del texto constitucional^^^.
En realidad, con este último punto de vista, la tan mentada La distinción básica entre ellas reside en el objeto de cada una:
"posición preferente" de las libertades del art. 20.1 deja de ser mientras el contenido de la libertad de expresión son los pensa-
un criterio general de jerarquización entre los derechos funda- mientos, ideas u opiniones —juicios de valor, en suma—; el
mentales para convertirse en el simple resultado de un proceso objeto del derecho a la información son los hechos, o mejor
de ponderación que ha partido de la identidad valorativa de los aún, como dice el TC, "hechos que puedan considerarse
intereses en conflicto^^^. La única peculiaridad respecto de los noticiables"^^^. De estas precisiones se deriva con claridad que
casos habituales de ponderación puramente casuística es que sólo el objeto de este último derecho puede ser sometido a
en esta ocasión es el propio Tribunal el que, a partir del alguna clase de prueba, porque es evidente que los juicios de
conjunto de principios constitucionales implicados, realiza

1^4 En sentido similar, STS 21-1-88 (RJ1988/409): "Siendo la justicia un horizonte


160 sxC 12-11-90, núm. 171/1990, FJ 10, subrayado añadido. de equilibrio, la Constitución significa la armonía por excelencia y dentro de
^ ^1 Señala también esta evolución de la doctrina constitucional Molina Fernández, ella se integra la idea de proporción que obliga, en los casos de concurrencia
PE, 261-263. de derechos, incompatibles entre sí, a fijar las preferencias, según el criterio
ií)2 pyj. ggo ¿j(,g g| jQ gj^ ggta nueva etapa que, de concurrir los requisitos atinentes constitucional aplicado al caso concreto".
a su función institucional, la libertad de expresión adquiere una "posición 165 Téngase en cuenta, en efecto, que, si bien ambos derechos aparecen recogidos
prevalente, que no jerárquica" respecto del honor. Así STC 13-2-95, núm. 14/ en el art. 20.1 de la Constitución, cada uno de ellos ocupa un apartado
1995. diferente —apartados a) y d) respectivamente— con contenidos y objetos
1^3 En sentido similar. Rebollo Vargas, 1992,80. También López Peregrín, 2000,113, fáciles de diferenciar.
nota n" 42, quien, para evitar la posible jerarquización de derechos fundamen- 166 STC 8-6-88, núm. 107/1988. Ya en esta línea, STC 23-11-83, núm. 105/1983,
tales derivada de la idea tradicional de la posición preferente, se adhiere a un donde comienza a perfilarse con claridad qué ha de entenderse por hechos
criterio alternativo, según el cual no se trataría de ponderar los derechos en "noticiables", en concreto, aquéllos que tengan trascendencia pública y cuyo
conflicto para dar preferencia a uno sobre otro, sino de delimitar el ámbito de conocimiento resulte necesario para hacer efectiva la participación de los
legítimo ejercicio de cada uno de ellos. ciudadanos en la vida comunitaria.
72 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 73

valor, por su propia inmaterialidad, quedan al margen de ellos''^^ Se trataba de un accidente aéreo cuyas causas ambos
posibles constataciones fácticas^^^. diarios vinculaban, a modo de hipótesis, y a partir de una serie
De ahí se infiere, a su vez, la principal diferencia en lo de datos objetivos, con posibles defectos de personalidad del
relativo a los requisitos para conceder legitimidad al ejercicio piloto —carácter irascible, depresiones, etc.—. Pues bien, aun-
de estas libertades. En el caso de la libertad de expresión, su que en ambos casos —como no podía ser de otro modo— el TC
límite se encuentra en la necesidad de las expresiones, opinio- partió del interés público de la noticia y de la pertinencia de
nes o ideas injuriosas. O, expresado en sentido negativo: "apa- efectuar las correspondientes valoraciones del hecho siquiera
recerán desprovistas de valor de causa de justificación las sea a modo de hipótesis, finalmente sólo concedió el amparo a
frases formalmente injuriosas o aquellas que carezcan de uno de los periódicos por entender que las formas utilizadas
interés público y, por tanto, resulten innecesarias a la esencia por el otro para referirse al piloto —"cachondo mental", "mal
del pensamiento, idea u opinión que se expresa"^^^, como educado, grosero"— eran innecesarias para el fin de transmitir
también aquéllas que no guarden relación con las ideas u a la sociedad determinadas conjeturas sobre posibles causas
opiniones que se exponen^^'^ o que sean "innecesariamente del accidente, resultando "formalmente vejatorias, ajenas al
hirientes para la dignidad y el honor" de la persona afectada'^°. hecho del accidente aéreo y a la formación de una opinión
Un buen ejemplo del alcance de este requisito —y de su pública sobre sus causas".
independencia respecto de la condición verdadera o falsa de los En cuanto a la libertad de información, la naturaleza de su
hechos sobre los que puedan realizarse los juicios de valor— lo objeto —hechos noticiables— permite insertar, en cambio, un
ofrecen dos Sentencias donde el Tribunal Constitucional abor- límite directamente vinculado a su contenido y no sólo a las
da la difusión de una misma noticia a través de dos medios de formas. La propia Constitución apunta en esta línea al circuns-
prensa diferentes, pero sólo concede el amparo a uno de cribir su legítimo ejercicio a la comunicación y recepción libre
de "información veraz" (art. 20.1.d) CE), requisito éste que no
se identifica con noticias o hechos probadamente verdaderos
—en el sentido de prueba de la verdad absoluta—, sino en su
167 PQJ. ggQ jg libertad de expresión resulta más amplia que la libertad de vertiente subjetiva de "propósito —por parte de quien difunde
información, como señalan las SSTC 8-6-88, núm. 107/1988; 15-2-90, núm. 20/ el hecho— de buscar la verdad a través de una especial diligen-
1990. El Tribunal europeo de Derechos Humanos, en el caso Lingens (1986)
también se manifestó en el sentido de distinguir claramente entre información
cia a fin de contrastar debidamente la información que asegure
—transmisión de hechos— y juicios de valor, estableciendo exigencias vincu- la seriedad del esfuerzo informativo"'^^. "Información veraz —
ladas a la verdad sólo en el primer supuesto. Véase, al respecto, Muñoz dice el TC en otro pronunciamiento— en el sentido del art. 20.1
Machado, 1988,195-196. d), significa... información comprobada según los cánones de
i''» STC 8-6-88, núm. 107/1988. la profesionalidad informativa, excluyendo invenciones, ru-
^^"^ Así lo expresó el TC en el controvertido caso de José María García, STC 6-6-90,
mores o meras insidias"'^^—'''^. No se trata, pues, de excluir de
núm. 105/1990.
170 c,jQ 21-11-95, núm. 173/1995. Como en muchos otros pronunciamientos del
TC, también aquí se deja claro que la libertad de expresión encuentra siempre
su límite en los meros insultos: "Se puede discrepar —dice la Sentencia—, 171 Se trata de las SSTC de 12-11-90, núms. 171/1990 y 172/1990.
censurar y criticar con toda la fuerza que se estime necesaria pero no insultar". 172 STC 21-11-95, núm. 173/1995; STS 11-3-97.
También STC 13-2-90, núm. 14/1990, tajante al manifestar que las normas 173 STC 6-6-90, núm. 105/1990. También el Tribunal Supremo ha perfilado un
constitucionales "en ningún caso amparan el derecho al insulto". En la misma concepto similar de veracidad a partir de las pautas trazadas por el TC.
línea ha sostenido el Tribunal Supremo que "la crítica puede ser tan dura y Véanse, entre otras, SSTS15-4-89, RJ 1989/3357; 29-12-90, RJ 1990/10110; 15-
enérgica como haya menester, pero no puede el crítico aprovechar su tarea 9-92, RJ 1992/7151; 22-5-93, RJ 1993/4232.
para insultar y, menospreciar innecesaria e impunemente al criticado" (STS 174 Como bien ha reconocido el TC, no es fácil decidir en la práctica hasta dónde
27-11-89 - RJ1989/9328.) De ahí el acuerdo generalizado en mantener siempre llega el deber de diligencia del informador en la comprobación de la noticia,
la punición de las llamadas injurias absolutas o formales. Véanse al respecto, por lo que es imprescindible estar al caso concreto y analizar cada una de las
González Rus, 1993, 685; Molina Fernández, PE, 260.
74 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 75

la posible justificación cualquier noticia que ex post resulte del concepto de verdad^'^. La diferencia reside, más bien, en la
falsa, sino sólo la que se difunda sin tomar las debidas precau- perspectiva desde la que se observa la adecuación de lo impu-
ciones para comprobar su adecuación a la realidad^''^ confor- tado a la realidad. Es decir, se trata de desplazar el momento
me a los medios disponibles ex ante^'^^. que ha de tenerse en cuenta para valorar la concurrencia de
Siguiendo esta línea, el TC ha declarado que "no es requisito elementos suficientes y razonables de convicción sobre la
de la prueba de la veracidad... la demostración plena y exacta de verdad del hecho: en lugar de fijar la mirada en todos los
los hechos imputados. Basta con un inicio significativo de elementos disponibles en una fase posterior a l a imputación, el
probanza, que no es, ni lógicamente puede ser, la de la prueba juicio se efectúa sobre la base de los datos disponibles en el
judicial, es decir, más allá de la duda razonable...Tampoco es momento de la acción^'^. Pero eso no significa, como bien se ha
necesario ...que la denuncia de los hechos irregulares e impu- señalado en la doctrina, que basten las meras intuiciones del
tados a terceros hayan de ser puestos exclusivamente en cono- informador para dar por existente la exigida "veracidad". Al
cimiento de las autoridades para que éstas practiquen las contrario, es preciso que a partir de un juicio objetivo ex-ante
averiguaciones de rigor. O dicho de otro modo: no haber sea posible predicar —con un grado de convicción aceptable—
efectuado una denuncia formal judicial o administrativa, de las que los hechos imputados son ciertos^*^*^.
citadas irregularidades no supone una demostración irrefuta-
ble de la falta de veracidad de la información exigible constitu-
cionalmente a quien se manifiesta críticamente"^^'. 17^ Esta idea ha sido desarrollada con acierto por Pérez del Valle, 1998,270-273.
Con todo, esta tesis merece alguna matización, pues no es 17*^ Muy clara en este sentido la STS 3-6-88 (RJ 1988/4430): "la veracidad de la
conveniente que la falta de coincidencia entre verdad judicial y información —dice en su FJ tercero— no se debe realizar mediante un juicio
expost en el que se comparte la información con la realidad informada tal
veracidad —como presupuesto del ejercicio de la libertad de como le resulta congnoscible al Tribunal en el proceso. Por el contrario, el
informar— se interprete como una relativización cualitativa derecho constitucional de informar depende en su ejercicio, de la veracidad
que se pueda establecer exante, en el momento de obrar, para lo cual se ha de
exigir una comprobación seria y a conciencia, realizada por el autor, de las
circunstancias que permiten formar un juicio adecuado sobre la veracidad de
circunstancias concurrentes en el hecho. En particular, han planteado proble- la información en el momento de la realización de la acción".
mas los supuestos de no identificación de las fuentes amparándose en el 180 PQJ. ggQ sostiene, con razón, Pérez del Valle, 1998, 271, que la veracidad ha de
secreto profesional. En este ámbito el TC ha determinado que si bien el identificarse con la convicción en conciencia de la verdad de la imputación,
periodista no está obligado a revelar sus fuentes, sí lo está a demostrar de convicción que necesariamente se debe basar en argumentos racionales. No
modo fehaciente "que ha hecho algo más que menospreciar la veracidad o comparto, en cambio, la restricción que impone este autor al concepto de
falsedad de su información", motivo por el cual no se ha considerado veracidad a partir de la licitud o ilicitud de los medios de prueba utilizados
suficiente para dar por cumplido el requisito de la veracidad la apelación a para alcanzar aquella convicción. Conforme a esta idea, no habría veracidad
fuentes no identificadas que habrían confirmado la noticia. Tales fuentes, dice —y, por tanto, debería condenarse por calumnia (o injuria, en su caso)— si el
la STC 31-1-00, núm. 21/2000, han de considerarse "indeterminadas" y, por informador ha alcanzado la convicción de la verdad a partir de medios de
ello, necesitadas de otras corroboraciones de contraste. prueba prohibidos en el proceso penal por constituir intromisiones ilegítimas
^ ^5 El Tribunal Supremo tiene declarado que hace falta " algo más que un mínimo en los derechos fundamentales de las personas. Si bien comparto el fin último
deber de comprobación" (STS 15-4-89, RJ 3357), motivo por el cual, en de esta restricción —esto es, evitar que se eludan los límites constitucionales
principio, no basta una única fuente de información para dar por cumplido el de la prueba a través de un proceso de imputación de delitos paralelo al
requisito de comprobación diligente de la noticia. Así, por ejemplo, la STS 22- sistema judicial—, no creo que sea compatible con las exigencias provenientes
5-93, RJ 1993/4232, consideró insuficiente la declaración de un único testigo del propio texto legal. Tanto en el art. 205 como en el 208 CP queda clara la
extraída de un sumario judicial para dar por cumplida la exigencia de exigencia del "consciente desprecio hacia la verdad", circunstancia que no se
veracidad en una publicación que atribuía graves delitos a un ciudadano. dará si el sujeto actúa con pruebas claras de la verdad del hecho, aunque su
i^*^ Véanse, ]aén Vallejo, 1992, 243; Muñoz Llórente, 1999-2, 201, quien remite al origen sea ilícito. La incómoda sensación de permitir con la interpretación que
criterio del observador imparcial puesto en el lugar del autor. propongo una extralimitación del derecho a informar queda en parte suavi-
177 STC 1-7-91, núm. 143/1991. También, por ejemplo, STC 11-3-97, núm. 5 1 / zada por la existencia de una serie de preceptos en los delitos contra la
1997. intimidad que casi siempre resultarán aplicables (en particular, el segundo
76 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 77

Estas observaciones permiten relativizar notablemente la La tesis de la veracidad se presenta así como la más adecua-
idea de "subjetividad" asociada siempre de modo muy intenso da para conciliar hasta cierto punto los dos intereses en conflic-
al concepto de información veraz exigido por la Constitución. to, sin que ninguno de ellos se vea totalmente desplazado en
A mi modo de ver, si bien es cierto que ha de concurrir un beneficio del otro: se sustituye la verdad objetiva por el deber
componente subjetivo —la convicción del informador de estar de diligencia en la comprobación de la noticia a fin de evitar
transmitiendo hechos verdaderos—, no lo es menos que esa limitaciones excesivas del derecho a la información que resul-
seguridad subjetiva ha de fundarse en una serie de datos tarían poco acordes con su función conformadora de la opinión
fácticos susceptibles de conducir racionalmente a la conclu- pública y podrían conducir a una indeseable autocensura^^^;
sión de que el hecho a imputar se corresponde con la realidad. pero, al mismo tiempo, no se renuncia totalmente a vincular la
Precisamente por eso la comprobación de la veracidad en sede justificación de la conducta con la verdad —siquiera sea a
judicial ha de incluir de modo necesario aquel juicio objetivo través de la fórmula de veracidad ex ante— para prevenir
ex-ante en virtud del cual el juzgador decide si, conforme al agresiones desproporcionadas al honor, como serían todas
conjunto de circunstancias concurrentes en el momento de la aquéllas que, por difundir meros rumores o invenciones, care-
acción, era posible partir de la verdad de los hechos difundidos. cen de relevancia en la función institucional sobre la que se
En este sentido, la veracidad no es menos "objetiva" que la basa el predominio del derecho a informar.
verdad ex-post, aunque pueda no coincidir con ella en los Recapitulando, los respectivos límites de las libertades de
resultados ^^^ expresión e información se sitúan, pues, en los siguientes
puntos: cuando se trate de juicios de valor —objeto de la
libertad de expresión— su límite se encontrará en la necesidad
párrafo del art. 197.3 CP), impidiendo así la impunidad del autor y previnien- de la expresión injuriosa para transmitir las correspondientes
do, en buena medida, la efectiva realización de esta clase de actos lesivos no
sólo de la intimidad sino también del honor (aunque en este último caso ideas u opiniones; si la lesión del honor se produce con motivo
resulte justificado.) de la imputación de hechos —ámbito del derecho a la informa-
Quizás, una visión de estas características permitiría superar el escollo que ción— será preciso que concurra la veracidad, entendida en el
encuentra Muñoz Llórente —1999-2,181-190— para aceptar que la veracidad
sea un límite suficiente del ejercicio legítimo de la libertad de información. En
su opinión, sólo la verdad en sentido objetivo puede servir de base para
legitimar el derecho constitucional a informar, pues únicamente la transmi- posición meramente subjetiva del informador y se le reconoce, en cambio, una
sión de hechos verdaderos contribuye a la formación de una opinión pública vertiente objetiva capaz de vincularla con la verdad sin más, aunque valorada
libre, punto de partida éste que le obliga a relegar los supuestos de "pura" en un momento previo a la d ifusión de la noticia en lugar de referirse a una fase
veracidad subjetiva —es decir, aquéllos donde, pese a la comprobación posterior. En esta línea, Bacigalupo, 2000, 50. Plantea cierta inquietud por las
diligente de las fuentes, los hechos acaban por demostrarse falsos a posteriori— consecuencias —en este caso civiles— de la sustitución de la verdad objetiva
al campo del error sobre los presupuestos fácticos de una causa de justifica- por el deber de comprobación diligente de la noticia, Pantaleón, 1996,1689-
ción (véase la obra citada, en particular, p. 197, nota n° 188.) La dificultad que 1690, quien recuerda que, en términos estrictos, esta tesis del Tribunal
encuentra este autor para incluir los supuestos de veracidad en el plano de la Constitucional impide a la víctima de un atentado contra el honor ejercer su
justificación se originan en la drástica distinción entre verdad ex post y derecho de retractación aun cuando a posteriori exista constancia de la
veracidad, en virtud de la cual sólo la primera se identifica con la verdad falsedad del hecho imputado, porque de haber cumplido el informador con
objetiva, mientras que la idea de veracidad se sitúa en un plano exclusivamen- el deber de contraste de las fuentes ya no se producirá la "intromisión
te subjetivo. Ello le obliga a echar mano de una solución muy poco convincen- ilegítima" que sirve de presupuesto a la acción civil por retractación.
te desde el punto de vista de las garantías del derecho a informar, pues acaba Esta idea es originaria de los Estados Unidos de América, cuya Corte Suprema
por relegar muchos de los supuestos de constatación adecuada y diligente de elaboró en los años sesenta la teoría de la "actual malice", según la cual sólo
la información al campo de la ilicitud penal, si bien consigue finalmente su cabe condenar por un delito contra el honor a quien difunde una noticia "con
impunidad in extremis a través de las reglas del error de prohibición excluyentes conciencia de su falsedad o temerario desprecio hacia su verdad o falsedad".
de la culpabilidad (al menos a estar a la opinión dominante.) Pues bien, a mi Véase al respecto, con un amplio comentario del caso "New York Times vs.
modo de ver, tales dificultades pueden obviarse si el concepto de veracidad Sullivan", a partir del cual se desarrolló esta doctrina, Salvador y otros, 1987,60-
deja de relacionase de modo exclusivo, como viene siendo habitual, con una 67.
78 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 79

sentido de un previo contraste adecuado y diligente de la verdad efecto, según afirma el TC, cuando los titulares del honor "son
de la noticia a difundir. personas públicas, ejercen funciones públicas o resultan impli-
Estas pautas, muy claras en su consideración abstracta, se cadas en asuntos de relevancia pública", las libertades de
tornan algo más difíciles de aplicar cuando en un caso concreto expresión e información adquieren "su máximo nivel de efica-
aparecen mezcladas las imputaciones de hechos y los juicios de cia justificadora frente al derecho al honor, el cual se debilita,
valor, componiendo un todo que, en conjunto, repercute de proporcionalmente, como límite externo"^^^.
modo negativo sobre el honor de la persona aludida. Para Con todo, tan trascendental exigencia choca con el escollo
resolver estos casos, nada infrecuentes en la práctica, el TC de fundarse en un concepto en sí mismo difuso y susceptible de
suele intentar, ante todo, un adecuado deslinde entre los diversas lecturas, pues es obvio que hay múltiples formas de
aspectos fácticos relacionados con la imputación de hechos, precisar qué ha de entenderse por asuntos de "interés público".
por una parte, y las valoraciones que suscita esa noticia, por la Con mucha frecuencia se acude a la condición pública de la
otra, aplicando luego a cada uno sus correspondientes exigen- persona implicada, respecto de la cual se justifica el debilita-
cias —esto es, la veracidad respecto de los primeros y la miento de su derecho al honor en la medida en que todos "los
proporcionalidad o necesidad en el caso de las segundas—^^^. personajes públicos o dedicados a actividades que persiguen
Pero tampoco han de descartarse supuestos en los que resulte notoriedad pública aceptan voluntariamente el riesgo de que
"difícil o imposible separar, en un mismo texto, los elementos sus derechos subjetivos de personalidad resulten afectados por
informativos de los valorativos", en cuyo caso habrá de estarse, críticas, opiniones o revelaciones adversas"^^^. Sin embargo,
siempre según el TC, al elemento "predominante"^*^'*. tienen razón quienes objetan a este criterio subjetivo que no es
Pero además de estas exigencias específicas, existe una la condición del ciudadano la que otorga trascendencia social
c o n d i c i ó n c o m ú n a a m b a s l i b e r t a d e s en su f u n c i ó n a la información, sino la propia naturaleza de los hechos
conformadora de la opinión pública. Me refiero a la ineludible transmitidos ^^^. En esa medida, si bien es cierto que la posición
exigencia de que los hechos difundidos o las opiniones vertidas social de las personas dedicadas a los asuntos públicos general-
se refieran a asuntos "de interés general por las materias a que mente las coloca en el punto de mira de la colectividad, no lo es
se refieren y por las personas que en ellos intervienen" ^^^. En menos que no es su condición, en sí misma, la que permite
justificar las intromisiones en su honor^^^, sino la relevancia

^^^ Véase en esta línea, por ejemplo, STC 12-11-90, núm. 171/1990.
184 Así, entre Otras, SSTC 12-2-96,núm. 19/1996;6-6-90,núm. 105/1990 (caso José 1**^ Ibidem. También el Tribunal Supremo ha asumido claramente esta doctrina
María García.) Sin embargo, en este último caso, el TC sí consiguió separar los constitucional. Véase, por ejemplo, STS 3-6-88 (RJ 1988/4430.)
aspectos relativos a la imputación de hechos de las opiniones vertidas por el 1**^ STC 12-11-90, núm. 171/1990. En una línea similar, se ha sostenido desde la
periodista al hilo de esa información. Hasta tal punto es así que el Tribunal doctrina que quien se dedica a los asuntos públicos renuncia parcialmente a
admitió que el periodista había actuado "en el ejercicio del derecho a comu- la exigencia de respeto que en principio corresponde a todos los ciudadanos,
nicar libremente información veraz protegido por el artículo 20.1.d) CE." — pues su propia forma de participar en la vida social le obliga a asumir un
se acusaba a un diputado de las Cortes de Aragón de percibir dietas por mayor riesgo a verse sometido a la crítica y censura de terceros. Así, Berdugo,
desplazamiento a la ciudad de Zaragoza pese a tener su domicilio en esa 1987,105,119.
ciudad—, pero pese a ello no concedió el amparo,por entender que en el i8« Así, Muñoz Llórente, 1999-2,167-168.
contexto de los juicios vertidos por el informador con motivo de la noticia se 18' Así, por ejemplo, llamar "ignorante" a una persona que demuestra pública-
habían empleado "numerosas expresiones claramente ofensivas, innecesa- mente desconocer aspectos básicos de la vida cultural del país es siempre
rias para la información que transmitía, e inútilmente vejatorias", motivo por ofensivo, sea un particular o sea el Ministro de Cultura quien emite la opinión.
el cual tales lesiones al honor —y no las derivadas de la noticia en sí misma— La diferencia no reside en que el honor del particular resulte lesionado y el del
ya no podían considerarse abarcadas, a juicio del TC, por el precepto consti- Ministro no, sino en que este último se verá obligado a soportar el juicio
tucional que proclama la libertad de expresión. afrentoso debido al indudable interés general que suscitan los conocimientos
i«^ STC 8-6-88, núm. 107/1988. de quien está encargado de gestionar la Cultura del Estado, interés que, en
80 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 81

social de una parte importante de los actos que desarrollan en de las personas'^^, con independencia de que éstas ocupen o no
su vida de convivencia^ ^*^. Por muy sutil que parezca este matiz, una posición social con repercusiones públicas^^"^.
con él es posible cerrar el paso a quienes se muestran partida- A sensu contrario, esto significa que también las personas
rios de admitir el predominio de la libertad de información privadas pueden en algún momento ver relegado su derecho al
prácticamente siempre que se vea implicado un personaje honor frente a las libertades de información o de expresión. Tal
público, incluso cuando los hechos deshonrosos afecten a su cosa puede suceder cuando, por motivos circunstanciales, esas
vida privada^^^ personas se vean involucradas en asuntos de trascendencia
En todo caso, si bien resulta imposible ofrecer de antemano social. Sin embargo, en estos casos el Tribunal Constitucional
una fórmula capaz de trazar con precisión la línea divisoria parece exigir mayor cautela a la hora de comprobar la efectiva
entre los asuntos de interés público y los que no revisten esa relevancia pública del hecho en el que el particular se ve
condición, no por ello ha de renunciarse a ciertas pautas involucrado, pues estas personas, a diferencia de quienes se
orientadoras de carácter general destinadas a facilitar la deci- dedican a la cosa pública, en ningún momento han aceptado de
sión en un caso concreto. En esta línea, me parece acertada la forma tácita el riesgo de verse sometidos por sus actos al juicio
propuesta doctrinal partidaria de incluir en la categoría de de la colectividad ^^^.
asuntos de relevancia pública todos aquellos hechos que faci- Por último, la íntima relación de las libertades que son
liten o hagan posible la participación de los ciudadanos en la objeto de nuestro estudio con los medios de comunicación —
vida comunitaria^ ^2. Siguiendo estas pautas, quedarán al mar- como vías habituales para la transmisión no sólo de noticias
gen de los límites de preferencia de las libertades de expresión sino también de opiniones e ideas sobre asuntos de trascenden-
e información, por no revestir interés social alguno, cuantas
cuestiones se relacionen de modo exclusivo con la vida privada
'^•^Es jurisprudencia constante de nuestros tribunales. Véanse, por ejemplo, STC
6-6-90, núm. 105/1990; STS 16-3-90 (RJ 1990/2537.)
cambio, está totalmente ausente si la manifestación de ignorancia proviene de ^^^ En esta medida no comparto la opinión de López Peregn'n, 2000, 172, en el
un particular. sentido de vincular el carácter público o privado de la persona afectada con
i""^ En consecuencia, la condición pública de la persona implicada no le concede el grado de exigencias del deber de veracidad. En opinión de esta autora,
al hecho automáticamente un contenido de interés público, como bien han cuando la información se refiere a un personaje público, el ámbito de riesgo
aclarado, por ejemplo. Jaén Vallejo, 1992, 49 y Muñoz Llórente, 1999-2,168. permitido alcanza su máximo nivel, rebajándose en paralelo el deber de
i'^i Parece ir en esta línea Tasendo Calvo, 1998, 294, para quien estaría justificada, veracidad. Por eso, a su entender, la justificación del atentado al honor en tales
por ejemplo, la difusión y opinión sobre determinados aspectos deshonrosos casos sólo depende de "un mínimo grado de comprobación de la noticia",
de la vida privada de los políticos en tanto éstos puedan "afectar a su función exigencia ésta que, en cambio, se hace mucho más estricta cuando la víctima
pública, presente o futura". Así, entraría en el ámbito de la libertad de informa- es un particular. En mi opinión, esta relajación en el deber de veracidad
ción la revelación de algunos "vicios", como el alcoholismo, el consumo de cuando se trata de personas que ocupan posiciones de trascendencia social
drogas o ciertas "conductas sexualmente deshonrosas". Por centrarnos sólo descansa en un equívoco que conduce a una injustificada desprotección de sus
en este último aspecto, resulta difícil comprender desde qué perspectiva ámbitos de privacidad. En realidad, la diferencia no se encuentra en las
puede tener relevancia para la formación de una opinión pública libre una exigencias del deber de comprobación de la noticia —que siempre ha de
determinada orientación o conducta sexual —si no es delictiva, claro está— de reunir las mismas condiciones si se quiere respetar el principio de igualdad—
un personaje público, por muy minoritaria que aquélla sea. sino en el otro presupuesto del ejercicio del derecho a informar, esto es, en la
i^^ Véanse, Muñoz Machado, 1988,153; Muñoz Llórente, 1999-2,175-179. Se opta así trascendencia público del hecho sobre el que se informa. Porque es cierto que
por un criterio amplio de interés público frente a la muy restringida tesis que tratándose de personas privadas el interés público de la noticia será menos
pretende limitarlo a los asuntos de orden político. Como bien afirma Muñoz evidente y, por tanto, requerirá más justificación. Pero eso nada tiene que ver
Llórente, ese criterio amplio encuentra un fundamento de peso en la LO 1/ con el deber de contrastar de modo diligente la verdad del hecho que se va a
1982, cuyo art. 8.1. establece que no habrá intromisiones ilegítimas en el honor difundir. Ese deber es igual en todos los casos y nada autoriza a disminuir sus
(ni en la intimidad) cuando "predomine un interés histórico, científico o exigencias cuando se trata de personajes con posiciones destacadas en la
cultural relevante", abriendo así las puertas a un muy variado abanico de comunidad.
hechos de interés general. Véase también, Carmona Salgado, 1995,408-409. ^^^ Véase, al respecto, SSTC 12-11-90, núms. 171/1990 y 172/1990.
82 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 83

cia pública— ha llevado en ocasiones al TC a reconocer a los parece aceptable que la no pertenencia del autor a la profesión
periodistas una especie de posición de privilegio a la hora de periodística o la falta de canalización de la expresión injuriosa
acceder a la tutela constitucional del art. 20.1 CE: "la protec- a través de un medio de prensa puedan debilitar la posición
ción constitucional de los derechos de que se trata —dice, por preferente que corresponde atribuir a los derechos de expre-
ejemplo, la Sentencia del conocido caso José María García— sión cuando se trata de hechos de interés público y se respetan
alcanza un máximo nivel cuando la libertad es ejercitada por los demás requisitos de su legítimo ejercicio'^^.
los profesionales de la información a través del vehículo
institucionalizado de formación de la opinión pública que es la 3. Repercusiones de la doctrina constitucional en la
prensa"^^^. La doctrina, sin embargo, ha objetado a este plan- configuración de los delitos contra el honor: el
teamiento —a mi modo de ver con razón— que pierde de vista conocimiento de la falsedad o temerario desprecio
la relación intrínseca entre libertad de expresión y libertad de
hacia la verdad como concreción de la idea de
pensamiento, con su consecuente anclaje en un aspecto con-
sustancial a todo ciudadano y no sólo —ni de modo más veracidad
intenso— en quienes habitualmente se ocupan de difundir Como se apuntó más arriba, los criterios propuestos por el
informaciones^^''. Además, de admitirse tal privilegio se estaría Tribunal Constitucional para resolver el conflicto entre honor
restringiendo, asensu contrario, el derecho de quienes no tiene y libertad de expresión han influido de modo importante en la
acceso a los medios de comunicación a exponer sus opiniones actual configuración de las injurias y calumnias. En particular,
e incluso, si fuera el caso, a difundir noticias de relevancia destaca la referencia legal al "conocimiento de la falsedad o
pública, concediéndose a los periodistas, inexplicablemente, el temerario desprecio hacia la verdad", criterio éste con el que se
monopolio en el campo de la crítica política'^^. Por eso, no pretende captar la esencia del concepto de veracidad elaborado
por la jurisprudencia constitucional. Recuérdese, en efecto,
que para el TC información veraz no es equivalente a la verdad
objetiva comprobada ex-post, sino la información difundida
STC 6-6-90, núm. 105/1990. Sin embargo, otros pronunciamientos anteriores tras "la necesaria diligencia en la búsqueda de lo cierto"^^^. En
del Tribunal Constitucional mantenían la posición contraria. Así claramente
la STC 16-3-81, núm. 6/1981, donde se afirma que las libertades de expresión sentido inverso, ello significa que una noticia no es veraz —y.
e información son "derechos de libertad frente al poder y comunes a todos los
ciudadanos. Quienes hacen profesión de la expresión de ideas u opiniones o
de la comunicación de información los ejercen con mayor frecuencia que el cauces normales de formación de la opinión pública". Con tales argumentos
resto de sus conciudadanos, pero no derivan de ello ningún privilegio". la STC 27-10-87, núm. 165/1987 no admitió la preferencia de esta libertad
En algunos casos el TC parece reconocer a la generalidad de los ciudadanos sobre el honor en un supuesto de informaciones de contenido injurioso
tan solo una posición pasiva respecto al derecho a la información —como incluidas en unas octavillas repartidas por una asociación de vecinos.
receptores de noticias—, reservando la legitimación activa —es decir, la ^^"^ Ello no obsta a que estas circunstancias —particularmente la relativa al medio
capacidad para transmitir esa información— a los profesionales de la prensa. utilizado para la difusión de las opiniones o noticias— puedan ser importan-
En esta línea dice, por ejemplo, la STC 23-11-83, núm. 105/1983: "El objeto de tes en la ponderación. De hecho, las propia profesionalización de la tarea de
este derecho es por consiguiente el conjunto de hechos que puedan conside- transmitir informaciones hace que los medios de comunicación generalmente
rarse como noticiables o noticiosos.. .y de él es sujeto primario la colectividad tengan mayores posibilidades de contrastar de modo adecuado los hechos
y cada uno de sus miembros, cuyo interés es el soporte final de este derecho, noticiables, motivo por el cual no es de descartar que en su caso resulte más
del que es asimismo sujeto, órgano o instrumento el profesional del periodis- fácil la justificación. Pero si un particular difunde una noticia tras haberla
mo, puesto que a él concierne la búsqueda de la información y su posterior comprobado de modo diligente, ningún inconveniente debería haber para
transmisión". justificar su conducta injuriosa por ejercido legítimo de la libertad de informa-
Así, Berdugo Gómez de la Torre, 1987,107; García Pablos, 1984,385; Rebollo Vargas, ción. Exigirle más que a un periodista en condiciones semejantes supondría
1992, 64-66; López Peregrín, 2000, 119, nota n° 56. De hecho, se llega a esa consagrar una discriminación en el acceso a los derechos fundamentales muy
situación monopolística cuando se afirma que "el valor preferente de la poco compatible con los postulados básicos de nuestra Ley Fundamental.
libertad (de información) declina, cuando su ejercicio no se realiza por los 200 STC 11-3-97, núm. 51/1997.
PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 85
84

por tanto, queda al margen de la tutela constitucional del contrario, la mayoría de la doctrina se inclina más bien por
derecho a informar— cuando el informador no ha contrastado interpretarlas como una excepcional referencia del legislador
suficientemente las fuentes a fin de obtener un grado razonable al dolo o, para algunos, incluso a la imprudencia grave^*^"*.
de seguridad sobre la adecuación de los hechos a la realidad o, Según la opinión más extendida, la razón de tan inusual
previsión legal se encontraría en la conveniencia de dejar clara
lo que es igual, cuando difunde la noticia con "temerario
la posibilidad de comisión de estos delitos con dolo eventual,
desprecio hacia la verdad"^^^
alternativa ésta que quedaría captada por la fórmula del "teme-
Esta exigencia subjetiva —presente tanto en la calumnia
rario desprecio hacia la verdad"^*^^.
(art. 205 CP) como en el delito de injuria consistente en la
imputación de hechos (art. 208, párrafo 3°)^^^— aparece, pues, Este punto de vista es coherente con las posturas que
claramente vinculada al contenido del derecho a informar, introducen la falsedad en el tipo objetivo de los delitos contra
pudiendo interpretarse como u n a fórmula pensada por el el honor consistentes en la imputación de hechos^^^, pues en tal
legislador para garantizar la no punición a tenor de los precep- caso la "conciencia de la falsedad" no puede sino interpretarse
tos arriba indicados de quien difunde una noticia atentatoria como una mención explícita —aunque innecesaria— del dolo.
contra el honor cumpliendo al menos con una de las exigencias Y una vez trazado ese camino, resulta casi obligado mantener
básicas del ejercicio legítimo de aquel derecho, esto es, con el el mismo criterio para dotar de contenido a la otra alternativa
deber de comprobación diligente de la veracidad del hecho subjetiva —el "temerario desprecio hacia la verdad"—, llegán-
dose así de modo prácticamente automático a su identificación
imputado.
con el dolo eventuaP^^.
Con todo, no son muchos los autores dispuestos a extraer
consecuencias dogmáticas de esta íntima e indiscutible rela-
ción entre las especiales exigencias subjetivas y las condiciones expresión perfilados por el TC. Respecto a esta misma tendencia en el
que otorgan preferencia a la libertad de información^^^. Al Proyecto de 1992, véase Carmona Salgado, 1995, 411-414.
204 A s í , Coho del Rosal, 1 9 9 7 , 1 0 5 5 ; Tasendo Calvo, 1998, 317-318.
205 D e esta o p i n i ó n , e n t r e otros, Álvarez García, 1999,110-112; Bacigalupo, 2000,12-
13; Carmona Salgado, PE, 340; López Peregrín, 2000,226; Muñoz Conde, PE, 279;
201 Como ya se ha explicado, esta fórmula subjetiva, que se corresponde con la Quintero Olivares, 1996,162.
teoría de la "actual malice" desarrollada por la jurisprudencia norteamerica- 20^ Sea que estos hechos se concreten en la comisión de un delito (calumnia) o en
na, viene a coincidir en lo sustancial con las pautas trazadas por nuestro otra clase de circunstancias tácticas atentatorias contra el honor (injurias.)
Tribunal Constitucional para dotar de contenido al concepto de veracidad. Otra consecuencia importante y coherente con esta postura partidaria de
202 No sucede lo mismo con la falta de injuria recogida en el art. 620.2" donde no incluir la falsedad también en el tipo objetivo de las injurias es la posibilidad
se hace diferencia alguna entre imputación de hechos y juicios de valor ni se de extender la prueba de la verdad más allá de los supuestos alcanzadas por
incluye tampoco ninguna exigencia subjetiva ajena al dolo. Sobre el posible la exceptio veritatis, si bien quienes admiten tal ampliación imponen ciertas
sentido de este silencio legal volveré más adelante. restricciones vinculadas a la tutela de la intimidad personal, como ya se ha
203 De todos modos, el legislador de 1995 ha sido menos explícito que algunos de explicado. Véanse en esta línea. Quintero Olivares, 1996, 181-182; Cardenal
los proyectos precedentes a la hora de dar entrada a los criterios de preferencia Murillo/ Serrano González deMurillo, 1993,141-143.
de las libertades de expresión e información en la estructura de los delitos ^^'^ Obviamente, si se pretende identificar el "temerario desprecio hacia la ver-
contra el honor. Así, por ejemplo, el Anteproyecto del Código Penal de 1992, dad" con el dolo eventual, resulta necesario concederle un alcance compatible
en su art. 205.3, regulador de la difamación, expresamente disponía que ésta con la representación siquiera sea probable o posible de la falsedad, pues de
"se presume siempre legítima —excluyendo, por tanto la pena— cuando los faltar ese conocimiento estaría ausente un elemento clave de toda conducta
hechos se refieran a personas que tengan algún tipo de relevancia pública, dolosa (no puede actuar con dolo quien desconoce un elemento del tipo
salvo que la difusión de los hechos no contribuya a satisfacer ningún interés objetivo.) En cambio, no veo motivos para identificar la primera parte de la
legítimo vinculado con la función de libre flujo de la información en una fórmula legal —el "conocimiento de la falsedad"— con el dolo directo, como
sociedad democrática". Y en el art. 206 calificaba como injuria toda expresión proponen Carmona Salgado, PE, 340; Maciá Gómez, 1997, 64 y López Peregrín,
o calificativo "innecesarios o abiertamente ofensivos o vejatorios, aun cuando 2000, 226. Y ello porque esta clase de dolo se distingue por su contenido
ello se produzca con ocasión de referir un hecho cierto", fórmula que venía a intencional, es decir, por su vertiente volitiva, y no por aspectos relacionados
captar de manera precisa los límites del ejercicio legítimo de la libertad de con la mayor o menor certeza en el conocimiento. Si alguna restricción fuese
LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 87
86 PATRICIA LAURENZO COPELLO

Pero esta conclusión no hace más que reforzar la postura según estos criterios, el simple convencimiento del informador
de estar difundiendo un hecho verdadero no es base suficiente
contraria a introducir la falsedad en el tipo objetivo de los
para legitimar una agresión al honor, siendo preciso, en cam-
delitos contra el honor, pues a los argumentos ya esgrimidos en
bio, que esa creencia sea el resultado de una diligente compro-
relación a la naturaleza y alcance del bien jurídico, se añade
bación de la noticia. Consecuentemente, puede haber casos de
ahora otro inconveniente vinculado de modo directo al conte-
transmisión de un hecho sin conciencia de su falsedad que sin
nido del dolo. Veamos por qué.
embargo queden fuera de las fronteras del legítimo ejercicio del
El punto de partida es claro: si la falsedad forma parte del
derecho a informar, en concreto, todos aquellos donde la
tipo objetivo, el dolo necesariamente ha de abarcarla, de donde
ignorancia de la falsedad sea atribuible a una falta de diligencia
se sigue que la subsunción típica de la conducta debería quedar
del autor. Así las cosas, resulta claro que la teoría partidaria de
siempre supeditada a la prueba de la representación por el
identificar los elementos subjetivos específicos con el dolo
autor del contenido falso del hecho imputado. Ahora bien, si a
viene a extender el ámbito de impunidad de los comportamien-
ello se une la no previsión de figuras imprudentes en estos
tos injuriosas más allá de los contornos de preferencia de la
delitos, la consecuencia está a la mano: al autor le bastaría con
libertad de información^ ^°, porque permite predicarla atipicidad
alegar que en ningún momento pensó en la posible falsedad del
de cuantas imputaciones injuriosas se efectúen sin conciencia
hecho para forzar un error de tipo excluyente del dolo que en
de su falsedad, aun cuando esa ignorancia sea el fruto de la falta
todo caso —esto es, aunque fuese vencible— le aseguraría la
de interés del autor por comprobar la veracidad de la noticia.
impunidad^^^. Y todo ello por muy evidente que sea el conteni-
Seguramente con el fin de evitar estas incongruencias entre
do lesivo del honor de la imputación realizada. Ello quiere decir
la tipicidad de los delitos contra el honor y los límites de
que para eximirse de pena sería suficiente con plantear la
preferencia de la libertad de información, algunos autores, sin
credibilidad de un único testigo o, incluso, alegar que ni
abandonar el tipo subjetivo, optan por conceder a la fórmula
siquiera se prestó atención al posible contenido falso del hecho,
del "temerario desprecio hacia la verdad" un alcance más
sin que la falta de diligencia en la comprobación de la noticia
amplio, destinado a abarcar también ciertos casos de impru-
pudiera jugar aquí como barrera de contención para evitar una
dencia, sean aquéllos donde la falta de conciencia de la falsedad
intromisión injustificada en el honor de la víctima.
responde a una "ceguera sobre los hechos"-^^ ^ o, en sentido más
Llegados a este punto, resulta evidente que la tesis analizada genérico, todos los supuestos de grave negligencia en la averi-
depara una preterición del honor mayor a la resultante de la guación de la verdad^^^. Pero aun siendo evidente la mayor
aplicación de los criterios constitucionales destinados a trazar
los límites de preferencia de la libertad de información^^^. Pues,
2^" Ha de tenerse en cuenta, de todos modos, que la raíz del problema aquí
planteado arranca en un momento anterior de la teoría del delito, en concreto,
en la discutible inclusión de la falsedad en el tipo objetivo, pues este es un
presupuesto indispensable para atribuir al dolo la conciencia de la falta de
posible sobre la base de la redacción legal ella podría apuntar, en su caso, al verdad del hecho.
dolo de consecuencias necesarias. Pero, en mi opinión, tampoco esta restric- ^" Este es el punto de vista de Pérez del Valle, 1998,274-275, para quien todos los
ción es adecuada, pues nada hay en la fórmula legal que impida extenderla a casos de dolo quedarían comprendidos en la primera parte de la fórmula: el
otras formas de conocimiento distintas a la certeza casi absoluta propia de "conocimiento de la falsedad". Por el contrario, el "temerario desprecio"
aquella clase de comportamiento doloso. Así también, Pérez del Valle, 1998, vendría a captar los supuestos de ceguera jurídica, caracterizados porque el
sujeto ni siquiera se representa la posible falsedad de la imputación por no
273. considerarla digna de atención.
^^^ Si se tienen en cuenta las evidentes dificultades prácticas para probar un
efectivo conocimiento de la falsedad, las posibilidades de eximirse de pena ^^^ Así, Tasendo Calvo, 1998,317-318, quien, sin embargo, se muestra crítico frente
alegando error de tipo parecen bastante elevadas. Sobre este aspecto práctico, a tal extensión del tipo legal por considerar que los supuestos de imprudencia
podrían haberse resuelto de modo suficiente por la vía civil de protección del
véase Maciá Gómez, 1997,64.
honor que permite la LO 1/1982.
209 Véase en esta línea, Bacigalupo, 2000, 8.
88 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 89

cercanía de estos resultados con los criterios del Tribunal veracidad^''' característico de la libertad de información. Pero
Constitucional, esta tesis presenta el casi insuperable inconve- precisamente por ello, cuesta comprender por qué es necesario
niente de introducir por vía interpretativa una forma de con- buscarles una ubicación algo forzada en el tipo subjetivo
ducta culposa no prevista de modo específico en un tipo penal cuando su lugar natural parece encontrarse en el ámbito de la
autónomo, circunstancia que resulta difícilmente compatible teoría del delito donde se deciden los conflictos entre honor y
con las claras previsiones del art. 12 CP. libertad de información. Si se conviene en que la resolución de
En todo caso, la tesis que venimos analizando sólo es tales conflictos constituye un problema de antijuridicidad, no
sostenible, como ya se ha indicado, a condición de admitir la veo motivos para sustraer uno de los requisitos esenciales sobre
pertenencia de la falsedad al tipo de los delitos contra el honor, los que se construye la preferencia de un derecho sobre otro de
pues el punto de referencia del dolo únicamente puede abarcar ese ámbito natural. Desde luego en ningún caso el argumento
los elementos de la vertiente objetiva de la correspondiente puede venir de la mano del texto legaP^^, pues es sabido que las
figura de delito. En consecuencia, si se rechaza aquella premisa figuras delictivas no sólo hacen mención de los elementos
—como hacemos aquí— automáticamente surge la necesidad típicos, siendo perfectamente posible la presencia de otros
de buscar otra explicación dogmática para dotar de sentido al presupuestos de la pena ajenos a la tipicidad. En otros térmi-
"conocimiento de la falsedad o temerario desprecio hacia la nos: el hecho de que los arts. 205 y 208 —párrafo tercero—
verdad" dado que resultaría incoherente atribuir al dolo el supediten la punición de la conducta al conocimiento de la
conomiento de un elemento que no forma parte del tipo falsedad o temerario desprecio hacia la verdad no quiere decir
objetivo^'^. En este nuevo contexto, surgen varias posibilidades que tales presupuestos subjetivos deban incluirse necesaria-
de solución. mente en el tipo. Todo depende de la explicación que se
Algunos autores han optado por concederle el carácter de encuentre para dotarlos de sentido como presupuestos de la
elemento subjetivo específico del tipo^^"^. Conforme a este pena.
punto de vista, al conocimiento del contenido ofensivo de la Y, en mi opinión, tal explicación ha de buscarse en el
expresión propio del dolo se añadiría aquí una ulterior exigen- contenido de la causa de justificación del ejercicio legítimo del
cia subjetiva consistente en que "el sujeto conozca que una derecho a informar. Como hemos visto, los límites de legitimi-
información es objetivamente falsa o bien que, cuando la dad de este derecho —y, por tanto, de justificación de la
transmita, no sepa si es verdadera o falsa"^^^. Esta posición de conducta injuriosa— dependen de la concurrencia de una serie
partida vendría a expresar una "actitud" negativa del autor de requisitos de naturaleza objetiva y subjetiva. Entre los
hacia la verdad de la información^^^ que justificaría su primeros destaca el interés o trascendencia pública del hecho
tipificación penal. imputado^^^, mientras que la vertiente subjetiva se concreta en
Ciertamente, este criterio se acerca mucho más a las razones
que parecen haber inspirado al legislador de 1995 para incluir
tan peculiares exigencias subjetivas en los delitos contra el
21^ Así lo reconoce expresamente Vives Antón, ComCP, 1031, quien interpreta
honor, pues no se oculta su relación con el concepto de estas exigencias subjetivas como la consecuencia directa de haberse sustituido
el tradicional requisito de la falsedad objetiva por la más adecuada idea de
veracidad subjetiva.
2^*^ Este parece ser el argumento básico de Muñoz Llórente, 1999-2, 431, quien
^1^ Así también, Muñoz Llórente, 1999-1,41. reconoce la natural vinculación de estos elementos subjetivos con las causas
^'•^ Expresamente en esta línea, Muñoz Llórente, 1999-2,432-434; también parece de justificación, pero se siente obligado a darles una explicación en la tipicidad
orientarse en este sentido, en la medida en que no admite la falsedad como por entender que "con la nueva regulación los dos aparecen en el tipo".
elemento del tipo objetivo de estos delitos. Vives Antón, ComCP, 1031. 21'^ A ello suele añadirse la necesidad de difundir la noticia para formar opinión
^^•^ Muñoz Llórente, 1999-2, 433. pública, si bien este presupuesto se deriva de forma automática de la propia
216 Muñoz Llórente, 1999-1,42. relevancia pública del hecho.
LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 91
90 PATRICIA LAURENZO COPELLO

Si se tiene en cuenta el notable protagonismo que en los


una comprobación diligente de su veracidad capaz de llevar al
últimos años han adquirido las libertades de expresión e infor-
informador a la convicción de estar difundiendo una noticia
mación en la polémica sobre el posible alcance de la tutela
cierta (aun cuando a posteriori resulte ser falsa). La vertiente
penal del honor, no puede extrañar que el legislador haya
subjetiva se presenta así como un complejo compuesto por dos
trasplantado a la definición de los delitos de calumnia e injuria
momentos bien diferenciados: ante todo, es preciso que, aten-
un elemento directamente extraído del conflicto entre el honor
diendo a las circunstancias conocidas o cognoscibles por el
y una de aquellas libertades. Sin embargo, ha de reconocerse
autor en el momento de la acción, el hecho aparezca como
que el modo de hacer explícitos los límites entre uno y otro
verdadero a los ojos de una persona diligente, a lo que ha de
derecho no ha sido precisamente afortunado, porque en lugar
añadirse, en segundo lugar, la convicción efectiva de quien de enumerar directamente las condiciones para la exclusión de
actúa de estar difundiendo un hecho cierto^^^. Sólo en este caso la pena —es decir, las condiciones de legitimidad del derecho
estaremos ante una información veraz, en el sentido previsto en a informar^^^—, se ha optado por una fórmula inversa que
el art. 20.1.d) de la Constitución. recoge el reverso de aquellas condiciones como presupuestos
Visto en sentido contrario, una noticia es inveraz cuando el de la pena. En otros términos, en lugar de añadirse un párrafo
informador sabe que es falsa o, aun no sabiéndolo, carece de declarativo de la impunidad de quien difunde una noticia en la
datos racionales que le permitan tenerla por verdadera^^', es convicción de su veracidad tras una diligente comprobación de
decir, cuando imputa a otro un hecho con "conocimiento de su las fuentes, se prefiere incluir la posición subjetiva contraria —
falsedad o temerario desprecio hacia la verdad"^^^. esto es, la que es propia de la inveracidad— como un requisito
Así las cosas, resulta evidente la relación de estas especiales más para la punición de la conducta, abriendo así las puertas
exigencias subjetivas con el contenido de la libertad de infor- a los frecuentes equívocos que conducen a conceder a tales
mación, con lo cual pierde fuerza la tesis partidaria de vincular- elementos subjetivos la naturaleza de elementos típicos
las con el dolo para adquirir mayor sentido una explicación en fundamentadores de lo injusto.
el ámbito de la antijuridicidad^^^. Por eso cabe afirmar que
El reconocimiento de la veracidad como elemento subjetivo
tales presupuestos de la pena poseen la naturaleza de elementos
de justificación no irriplica que la verdad del hecho —o, si se
subjetivos de justificación, siendo el reflejo —aunque redacta-
prefiere, su no falsedad— forme parte de los presupuestos
dos en sentido inverso— de uno de los presupuestos esenciales objetivos de esta causa de exclusión de la antijuridicidad^^^.
del ejercicio legítimo del derecho a la información que por Ciertamente, es habitual que los elementos subjetivos de las
aplicación del art. 20.7° permite excluir la antijuridicidad de causas de justificación sean el correlato de los correspondien-
una imputación injuriosa. tes componentes objetivos^^^, pero en el caso del ejercicio
legítimo de un derecho esto no tiene por qué ser así, pues todo
depende del contenido del derecho que se está ejercitando. En
220 Véase, en este sentido, Pérez del Valle, 1998, 275. esa medida, si entre las condiciones de legitimidad de la
221 En términos del Tribunal Constitucional, cuando se base en meros rumores o
intuiciones sin haber comprobado de modo diligente las fuentes de la infor-
mación. Es jurisprudencia constante del alto Tribunal, véase a modo de
ejemplo, STC 6-6-90, núm. 105/1990. En la línea expresada en el texto, también 22* En esa línea se movía, como se ha visto, el Proyecto de Código Penal de 1992.
Pérez del Valle, 1998, 272-273. Véase al respecto, Carmona Salgado, 1995, 409-417.
222 Por esta vía se da cabida en el concepto de "temerario desprecio hacia la 225 De otra o p i n i ó n , Mufioz Llórente, 1999-2, 388-389. P a r a Jaén Vallejo, 1992, 244-
verdad" a los supuestos donde el autor ignora la falsedad del hecho por falta 247, la falsedad constituye un elemento de valoración global del hecho que
de cuidado o interés en su comprobación, solución que, como vimos, no es representa un aspecto positivo de la antijuridicidad previo a las causas de
posible si este elemento subjetivo se identifica con el contenido del dolo. justificación.
22"* Con distintos matices ya han sostenido esta postura en la doctrina española, 226 V é a s e STS 22-4-91, RJ 1991 / 2 9 2 7 .
Bacigalupo, 2000, 9; Jaén Vallejo, 1992, 247-249.
92 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 93

libertad de información no figura la verdad objetiva comproba- es poco aconsejable dado su efecto desalentador para ejercicio
da ex post, bastando con la veracidad subjetiva en los términos de la libertad de expresión.
antes indicados, no hay motivos para añadir aquel elemento Tampoco son más alentadores los resultados de la tesis que
como presupuesto de la justificación de la conducta. En última comentamos en los casos de error vencible^^o^ pues conduce a
instancia, la asimetría entre elementos objetivos y subjetivos una injustificada atenuación de la pena (art. 14.3 CP) en
no hace más que responder a la propia estructura del derecho supuestos donde a la falsedad objetiva se suma la inveracidad
cuyo ejercicio se trata de justificar y, en el caso que nos ocupa, subjetiva. Este privilegio para el informador desaprensivo
ese derecho se concreta en una autorización para difundir dispuesto a difundir noticias lesivas del honor fundándose en
hechos de interés público tras una diligente comprobación de meras intuiciones o rumores no sólo resulta poco ajustado a los
su veracidad^^'', sin que u n a eventual demostración ex post de límites de legitimidad de la libertad de información, sino que,
la falsedad de la noticia pueda modificar en nada los términos además, encuentra difícil encaje en una regulación penal don-
de la justificación. de precisamente uno de los requisitos explícitos para la puni-
Esta solución resulta coherente con las pautas trazadas por ción de la conducta viene representado por el "temerario
el TC para establecer los límites de preferencia de la libertad de desprecio hacia la verdad", actitud que, como vimos, es compa-
información frente al honor, pues permite mantener en el tible con los supuestos de ignorancia de la falsedad por una
plano de la licitud todos los casos de veracidad subjetiva, es falta grave de diligencia o por simple desinterés en la búsqueda
decir, también aquellos donde el hecho resulta ser falso en una de la verdad.
comprobación ex post pero aparece como verdadero al infor- Pero tampoco la tesis defendida en estas páginas está exenta
mador en el momento de difundirlo tras un diligente contraste de objeciones. En particular, requieren alguna explicación
de sus fuentes. Por el contrario, si se incluye la verdad entre los convincente aquellos supuestos en los que aun concurriendo la
presupuestos objetivos de justificación, este último caso se veracidad subjetiva —o, lo que es igual, actuando el autor sin
presentará como un supuesto de error de prohibición^^^, con la "temerario desprecio hacia la verdad"— falta el otro gran
consecuencia de relegar su solución al plano de la culpabilidad. presupuesto del ejercicio legítimo de la libertad de informa-
Y si bien es cierto que ese camino no impide llegar a la ción: el interés público del hecho imputado. Ciertamente este
impunidad —pues la comprobación diligente de la noticia problema no se plantea en el caso del delito de calumnia,
puede fundamentar la invencibilidad del error^^^—, no lo es porque la imputación de un delito reviste siempre relevancia
m e n o s que con ello no se consigue evitar el juicio de pública, motivo por el cual bastará con la condición añadida de
antijuridicidad de la conducta, resultado este que, como se vio. una comprobación diligente y cuidadosa de su veracidad para
dar por concurrentes todos los presupuestos de la causa de
justificación.
Sin embargo, no sucede lo mismo con las injurias consisten-
^^^ Demás está decir que el informador debe ser consciente, además, de la
trascendencia pública del hecho sobre el que informa, exigencia subjetiva que tes en la imputación de hechos (art. 208, párrafo tercero CP)
—esta vez sí— aparece como el necesario correlato de la vertiente objetiva de Aquí sí son imaginables supuestos donde el elemento subjetivo
la causa de justificación. de justificación no venga acompañado de los presupuestos
22« Véase, en este sentido, Bncigalupo, 2000,9 y STS 22-4-91, RJ 1991/2927, donde objetivos del ejercicio legítimo de la libertad de informar. Tal
expresamente se sostiene que al tratarse de "un error sobre una condición de
la legitimidad del ejercicio de un derecho, es un error sobre la antijuridicidad" situación se producirá siempre que, tras una adecuada y dili-
que, como tal, debe ser tratado conforme a las reglas del error de prohibición.
22^ Dice en este sentido la STS 22-4-91, RJ 1991/2927 que cuando concurra una
- "comprobación consciente y cuidadosa de la situación por parte del autor", su ^^^ Piénsese, por ejemplo, en quien, convencido de su veracidad, difunde una
representación "de una situación de justificación como verdadera determina- noticia de interés público haciéndose eco de un rumor que finalmente no se
rá la inevitabilidad del error sobre la justificación". confirma.
94 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 95

gente comprobación de su veracidad, se difunda un hecho que a los ojos del legislador deja de ser proporcionado respon-
deshonroso de otra persona carente de interés público^^'. der con la sanción propio del delito de injurias, ni siquiera en su
Desde el punto de vista de la tesis aquí expuesta, el problema posible versión atenuado en virtud de las reglas de la eximente
reside en que aún estando incompleta la correspondiente causa incompleta.
de justificación, el art. 208 resulta de imposible aplicación dada Pero de aquí no se sigue la total impunidad de esta clase de
la exigencia inexcusable del temerario desprecio hacia la ver- comportamientos, porque nuestra legislación mantiene la tute-
dad como componente subjetivo mínimo de la conducta allí la del honor incluso en los casos de afectación leve de este bien
tipificada, elemento que, como venimos afirmando, es incom- jurídico a través de la falta del art. 620.2°. Y como este precepto
patible con la actitud propia de la veracidad subjetiva. Así, no supedita la punición de la conducta al "temerario desprecio
pues, estaríamos ante u n a situación donde el legislador vendría hacia la verdad", nada se opone a su aplicación en el caso en
a renunciar a la sanción penal de una conducta típica^^^ por la análisis^^^. Es más, con independencia de los múltiples reparos
sola presencia de uno de los elementos de justificación —la que cabría plantear desde la perspectiva político criminal, una
veracidad—, sin exigir el otro gran presupuesto fundamentador vez decidido por el legislador el mantenimiento de la interven-
de la autorización de actuar. ción punitiva incluso ante supuestos de escasa entidad, parece
La respuesta a tan importante reparo surge del propio lógico incluir aquí los casos de reducción de lo ilícito resultan-
Código penal, pues si se observa con atención, el conocimiento tes de la presencia de alguno —pero no de todos— los elemen-
de la falsedad o temerario desprecio hacia la verdad no forman tos fundamentadores de una causa de justificación.
parte de la definición de la injuria, sino que se introducen como Obviamente la falta del art. 620.2° no será de aplicación si a
presupuestos de la gravedad de esta clase de conductas lesivas la ausencia del temerario desprecio hacia la verdad —o, al
del honor (párrafo tercero del art. 208 CP). Ello significa que, revés, a la presencia de veracidad subjetiva— se une el interés
conforme a las valoraciones de nuestra legislación penal, la público del hecho imputado, pues en tal caso la conducta
imputación de un hecho deshonroso, sea o no de interés subsumible en el tipo del art. 208 quedará plenamente justifi-
público, sólo adquiere la entidad suficiente para justificar la cada por aplicación del art. 20.7° CP^^'*, resultando con ello
respuesta punitiva propia de un delito cuando se lleva a cabo de
forma inveraz, es decir, sin una previa y cuidadosa comproba-
ción de su certeza. Si, por el contrario, concurre la veracidad 233 A s í t a m b i é n Macia Gómez, 1997, 91-92; Muñoz Llórente, 1999-2, 436.
subjetiva, la conducta pierde gravedad y la pena del art. 208 234 Llega a una conclusión algo distinta, Muñoz Llórente, 1999-2,438-440, en tanto
deja de ser proporcionada al injusto restante. En otros térmi- considera que la ausencia de temerario desprecio hacia la verdad en ningún
caso resulta suficiente para fundamentar la impunidad de una conducta
nos, la presencia de uno de los dos grandes presupuestos del gravemente lesiva del honor, esto es, tampoco cuando los hechos imputados
ejercicio legítimo del derecho a informar reduce hasta tal punto tienen relevancia pública. De ahí que considere que todos estos supuestos
el contenido de ilicitud del comportamiento lesivo del honor quedan abarcados por la falta del art. 620.2", sin perjuicio de reconocer acto
seguido la justificación de esta falta cuando concurran los presupuestos del
ejercicio legítimo de la libertad de información. A mi modo de ver, el defecto
de esta postura consiste en la carencia de argumentos para obstaculizar la
231 Piénsese, por ejemplo, en quien, tras cerciorarse de su veracidad, publica en justificación de la conducta consistente en imputar un hecho deshonroso de
un periódico que un determinado empresario tiene numerosas deudas impa- interés público tras una diligente comprobación de su veracidad por la sola
gacias; o quien, constándole la certeza de la información, difunde que el razón de que el atentado al honor sea tenido en el concepto público por grave.
maestro del pueblo es homosexual. Si la gravedad de la lesión del honor fuese suficiente para impedir la actuación
^•'^ Conforme a los postulados que venimos sosteniendo, la subsunción típica de de la causa de justifición del ejercicio legítimo de un derecho quedaría
esta clase de comportamientos sólo depende de que el hecho divulgado sea descartada la posibilidad de acudir a esta eximente en los supuestos de
, idóneo para afectar gravemente la fama del sujeto pasivo y que el autor lo calumnia, pues es obvio que imputar a otro la comisión de un delito implica
sepa, sin que su adecuación o no a la realidad (verdad o falsedad) pueda siempre un grave atentado a ese bien jurídico. Pero nada hay en la ley que
modificar este juicio inicial de ilicitud penal. permita deducir semejante restricción. Al contrario, las pautas trazadas por el
96 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 97

lícita. Y lo mismo cabe decir si estamos ante una lesión leve del hechos, conviene no perder de vista la distinción, implícita en
honor inicialmente subsumible en el tipo del art. 620.2*^^^^: es nuestro Código, entre esta clase de conductas lesivas del honor
evidente que la ausencia de mención expresa del elemento y aquellas que se concretan en juicios de valor. La diferencia es
subjetivo de justificación no impide la aplicación de la eximen- importante porque sólo las primeras supeditan la punición de
te si concurren todos los requisitos del ejercicio legítimo de la la conducta al "conocimiento de la falsedad o temerario despre-
libertad de informar. cio hacia la verdad" (art. 208, párrafo tercero) o, dicho al revés,
Por otra parte, no cabe objetar a la postura aquí defendida sólo en los supuestos de imputación de hechos la ley introduce
que vendría a convertir a la falta del art. 620.2" en un supuesto el criterio de la veracidad subjetiva como presupuesto de la
de responsabilidad objetiva^^^. Esta crítica sólo sería de recibo impunidad de tales comportamientos. El origen de esta distin-
si se hubiera admitido la identificación del conocimiento de la ción nos conduce una vez más a la jurisprudencia constitucio-
falsedad o temerario desprecio hacia la verdad con el dolo —o nal, esta vez a la clara distinción que el alto tribunal ha
incluso con la imprudencia—, porque en tal caso esos elemen- establecido entre los respectivos objetos de las libertades de
tos subjetivos se convertirían sin duda en componentes esen- expresión e información, con sus correspondientes diferencias
ciales de la conducta punible, siendo indiferente el silencio a la hora de establecer los límites de preferencia respecto del
legal. Pero no es este nuestro punto de partida, pues aquí se ha honor. En el fondo, esta técnica legislativa viene a admitir,
propuesto una interpretación de aquellas exigencias subjetivas siquiera sea de forma encubiertad^'', la diferencia entre injuria
completamente ajena a la tipicidad. Por eso, en el contexto de y difamación que muchas otras legislaciones recogen de modo
nuestra tesis, la ausencia del temerario desprecio hacia la explícito^^^.
verdad no es sinónimo de conducta no dolosa. Al contrario,
para actuar con dolo basta con que el autor conozca el conte-
nido deshonroso del hecho imputado. Y, ciertamente, ese
componente debe exigirse en la falta del art. 620.2° igual que en
cualquier otro hecho punible. Cosa distinta es la actitud que
adopte el informador respecto a la verdad o falsedad del hecho.
Esta cuestión —reflejada en el concepto de "temerario despre-
cio hacia la verdad"— tiene que ver con la posible justificación
la conducta y, por tanto, no constituye un presupuesto esencial
de la intervención punitiva.
Para finalizar, y al hilo de cuanto se ha venido diciendo
sobre la modalidad de injuria consistente en la imputación de

Tribunal Constitucional —y admitidas sin reparos por la doctrina— dejan


claro que la libertad de información prevalece sobre el honor siempre que se
den los requisitos de interés público, necesidad y veracidad, con total inde-
pendencia de la entidad de atentado al bien jurídico contenido en la corres-
pondiente imputación deshonrosa.
Me refiero a los supuestos de lesiones al honor que no corresponda incluir en
el delito del art. 208 por no ser "tenidas en el concepto público por graves"
237
(véase art. 208, párrafo segundo). Así, Carmona Salgado, 1995,413.
238
Se muestran muy críticos con la exclusión de los componentes subjetivos La difamación figuró en algunos de los Proyectos que precedieron al Código
específicos de la figura en la falta de injuria, Querait, PE, 235; López Peregrúi, de 1995, pero fue retirada como figura autónoma debido a las múltiples
2000,107, nota n" 30. críticas que originó en la doctrina. Véase, por todos, Gimhernat, 1999, 71-75.
SEGUNDA PARTE
EL DELITO DE CALUMNIA
I. LA CALUMNIA: ELEMENTOS TÍPICOS
En el ámbito de la tipicidad, conviene recordar, ante todo,
que la calumnia constituye una forma agravada del delito de
injuria^"^^, cuya justificación se encuentra en la especial entidad
del atentado al honor que supone la imputación de un hecho
delictivo^"*^.

1. Los sujetos del delito


Sujeto activo del delito de calumnia puede ser cualquier
persona.
Mayores dificultades presenta, en cambio, la determinación
del sujeto pasivo. Se ha discutido si cabe atribuir esa condición
a \sLS personas jurídicas u otros colectivos. La doctrina amplia-
mente mayoritaria, así como la jurisprudencia^^', se manifies-
tan en contra de esta posibilidad fundándose en el principio
según el cual las personas jurídicas no pueden delinquir, de
donde se sigue la imposibilidad de imputarles la comisión de

Véanse SSTS 30-1-86, RJ 1986/ 202; 19-4-86, RJ 1986/ 2078; 8-5-91, RJ 1991/
3605.
Así la doctrina mayoritaria, véanse, entre otros, Muñoz Conde, PE, 277; Serrano
Gómez, PE, 280; Muñoz Llórente, 1999-1,33; Tasendo Calvo, 1998,304; Para Jaén
Vallejo, 1992, 240, la mayor gravedad de la calumnia se deriva de la lesión
añadida de otros bienes jurídicos distintos del honor, en concreto, la Adminis-
tración de Justicia y la seguridad personal del sujeto pasivo que puede verse
injustamente involucrado en un proceso penal. Se muestra crítico con el
criterio legal, por entender que no siempre la imputación de un delito es más
grave que otra clase de imputaciones de hechos deshonrosos, Bacigalupo, 2000,
13-14.
Con todo, en su versión más reciente, la jurisprudencia constitucional se
muestra dispuesta a atribuir honor a las personas jurídicas, si bien, en
términos generales, esta doctrina influye sustancialmente en el ámbito de las
injurias —como se verá en su momento— y no así en la calumnia, donde la
propia naturaleza de su objeto —la imputación de un delito al sujeto pasivo—
hace intransitable esta vía generalizadora.
100 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 101

los hechos constitutivos del objeto de la calumnia^"*^. Con todo, relación del honor con la dignidad personal permite atribuir la
la jurisprudencia ha admitido la punición por calumnia cuan- titularidad de este bien jurídico —y, por tanto, la capacidad
do la imputación del delito se realiza de tal manera que para ser sujeto pasivo de la calumnia— a todas las personas,
trasciende a los componentes del-colectivo, solución que mere- aun cuando carezcan de aptitud para percibir de forma directa
ce ser compartida si, por sus características, la acusación lleva el contenido deshonroso de la imputación^^^.
implícita la atribución del hecho delictivo a miembros Por el contrario, la definición del honor a partir de las ideas
identificables del grupo^^^. de libertad y dignidad personal impiden conceder la condición
En otro orden de cosas, no hay razones convincentes para de sujeto pasivo a los difuntos, pues aquellos atributos de la
separar del círculo de posibles sujetos pasivos a los inimputahles, personalidad se extinguen con la vida de las personas^"^^. Esa
incluidos los menores de edad, pues el objeto de la calumnia se misma condición estrictamente personal del bien jurídico
concreta en la atribución de un hecho típico y antijurídico, con honor impide igualmente trasladar su titularidad —y, en con-
independencia de las circunstancias vinculadas a la culpabili- secuencia, el carácter de sujeto pasivo— a los herederos del
dad del afectado por la imputación^"^'*. Además, la estrecha fallecido^"*^. Por ello, no podrá ser perseguido por delito de
calumnia quien imputa a otro un hecho delictivo después de su
muerte. No obstante, la LO 1/1982, en sus arts. 4 a 6, deja
subsistente la acción civil, que puede ser ejercitada por la
242 Así, Muñoz Conde, P E , 278; RodríguezMoumllo, C o m C P , 619; Molina Fernández,
PE, 266; Carmona Salgado, P E , 338; Queralt, P E , 247; Jaén Vallejo, 1992, 167; persona designada por el difunto o por sus parientes, si bien la
Tasendo Calvo, 1998, 306; Serrano Gómez, PE, 281, quien deja abierta, sin propia Exposición de Motivos se ocupa de aclarar que cuando
embargo, la vía civil. Comparte también la opinión mayoritaria López Peregn'n, la acción o expresión deshonrosas se producen después del
2000, 274-275, si bien, al aceptar que las personas jurídicas son titulares del fallecimiento de su destinatario, no se trata ya de proteger su
derecho al honor, admite igualmente la posibilidad de tipificar el hecho
alternativamente como injuria contra la institución, por ejemplo, si se atribuye
a una fundación el ser una tapadera para el blanqueo de dinero.
243 PQJ. ejemplo, si en relación a una Sentencia dictada por un Tribunal colegiado,
se afirma que los miembros del mismo han sido comprados (STS 7-12-89, RJ cuestión es ajena al problema del sujeto pasivo y se vincula, como el mismo
1989 / 9449), o si se atribuye a una Compañía azucarera la manipulación de sus autor reconoce, con una exigencia típica diferente. Por otra parte, Queralt, PE,
aparatos de medida causando un grave perjuicio económico a los agricultores 248, admite la posibilidad de excluir a los inimputahles del círculo de sujetos
que comercian con ella. En este último caso entendió el Tribunal Supremo que pasivos cuando se trate de "incapaces de acción".
tal imputación suponía una calumnia encubierta dirigida contra los respon- 24^ Así también, Molina Fernández, PE, 264; Quintero Olivares/ Morales Prats,
sables de la empresa azucarera (STS 6-10-89, RJ 1989/7629). De acuerdo ComPE, 393.
igualmente. Rodríguez Mourullo, ComCP, 619; López Peregrin, 2000,274-275. En 2"^^ De esta opinión, Carmona Salgado, PE, 338; Molina Fernández, PE, 264. Acepta,
cambio, la STS 16-11-91, RJ 1991/8588, no admitió la tipificación como en cambio, el honor de los difuntos. Cerezo Mir, Curso, II, cit., 75.
calumnia de una acusación de fraude electoral dirigida contra "algunos 24'' El Código penal de 1995 ha venido a aclarar esta cuestión al eliminar el
miembros" de una comunidad de propietarios por entender que "dejar la polémico art. 466 del Código anterior que legitimaba a ciertos parientes del
existencia del autor del tipo imputado sólo configurada mediante la adscrip- difunto y, por supuesto, al heredero para ejercer la acción penal "siempre que
ción a un "grupo" o a un ente colectivo no dotado de personalidad jurídica es la calumnia o injuria trascendiere a ellos". Cerezo Mir, Curso, 11, cit., parece
algo reñido con las exigencias propias del principio de taxatividad de los tipos conceder un sentido similar —e incluso más extenso— al actual art. 215.1
penales que es necesaria consecuencia del principio de legalidad establecido donde se atribuye la acción penal a la persona ofendida o a "su representante".
en el art. 25 de la Constitución". Sin embargo, no creo que de este precepto puedan derivarse conclusiones de
2'*'* Así la opinión mayoritaria. Véanse, entre otros. Rodríguez Mourullo, ComCP, tipo material para dar contenido al delito de calumnia —ni a la injuria—. En
619; Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 392; Molina Fernández, PE, 267. realidad, se trata de un precepto de naturaleza procesal cuyo alcance depen-
Lógicamente, como bien aclara este último autor, no será típica —por carecer derá de las decisiones que se tomen sobre el círculo de sujetos pasivos. La
de un mínimo de credibilidad— la imputación de un delito realizada contra referencia al representante legal tiene sentido, sin ir más lejos, atendiendo a la
una persona que al momento del presunto hecho delictivo se encontraba posible implicación de un menor de edad o un inimputable, pero no es
totalmente incapacitada para delinquir, sea por tratarse de un niño de muy suficiente por sí misma para justificar la ampliación de las calumnias a las
corta edad o de una persona inconsciente, por ejemplo. Sin embargo, esta personas fallecidas.
102 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 103

honor —porque "la muerte del sujeto de derecho extingue los para poner siquiera sea en peligro el bien jurídico tutelado,
derechos de la personalidad"— sino, más bien, el respeto porque es evidente que una imputación fantasiosa carece de
debido a la memoria de los muertos. aptitud para afectar la fama del sujeto pasivo y, por tanto, para
perjudicar su vida de relación en condiciones de libertad.
2. Elementos objetivos
2.a. El objeto de la imputación ha de ser un delito, enten-
La acción consiste en imputar a otro un delito, es decir, en
diendo por tal una conducta típica y antijurídica, con indepen-
atribuir a otra persona la comisión de un hecho delictivo, sea
dencia de las posibles circunstancias excluyentes de la culpabi-
como autor o partícipe^^^, en grado de tentativa o consuma-
lidad del sujeto pasivo o, en su caso, de la presencia de excusas
ción. La imputación puede realizarse de manera verbal, por
absolutorias. Ello significa que la conducta será subsumible en
escrito o por cualquier otro medio idóneo para transmitir esta
el tipo de la calumnia aun cuando el autor de la imputación deje
idea de forma inequívoca, por ejemplo, a través de caricaturas
constancia, por ejemplo, de la concurrencia de una causa de
o representaciones^''^^.
inimputabilidad o cuando resulte ostensible la falta de capaci-
Por lo que se refiere a la posibilidad de comisión por dad de culpabilidad del sujeto pasivo. Y ello porque ninguno de
omisión, parece difícil admitirla en estos casos, pues al centrar- estos datos elimina la aptitud de la imputación para afectar el
se el comportamiento típico en la transmisión de una idea, honor de la víctima y, además, con la especial intensidad que
resultaría en exceso forzado reconocer su equivalencia con la supone atribuir a otro la realización de un injusto penaP^^.
conducta consistente en no sacar del error a quien cree que otro
Es indiferente, por otra parte, que el hecho imputado sea
ha delinquido^''^. doloso o imprudente^s^, pues la ley no establece distinción
Por otra parte, la imputación ha de ser creíble, de modo tal alguna al respecto. En cambio, debe tratarse de un delito en
que será atípica la atribución delictiva que, por sus caracterís- sentido estricto o, lo que es igual, quedan excluidas las faltas,
ticas, se presente de antemano y a la vista de un observador cuya imputación dará lugar, en su caso, a un delito de injuria^s^^
imparcial como una mera fabulación o invención carente de como se infiere de su mención en art. 210 CP regulador de la
todo fundamentóos^ La razón de la exclusión del tipo se deriva exceptio veritatis en esta última clase de figuras delictivas.
aquí de la falta de idoneidad de tal clase de comportamientos
La ley ya no distingue, como sucedía en el Código anterior,
entre delitos que dan lugar a procedimiento de oficio y los que
requieren denuncia o querella^ss^ motivo por el cual todos ellos
2*** Así, por ejemplo, la STS 8-5-91 (RJ 1991/3605) consideró calumnia la acusa-
ción de haber actuado como instigador del saqueo de una vivienda.
han de considerarse incluidos en el objeto de la calumnia.
2^^ Así, con razón, Molina Fernández, PE, 268. En alguna ocasión se ha mantenido, además, que la calum-
250 Rechaza la posibilidad de comisión por omisión, Carmona Salgado, PE, 336; lo nia ha de referirse en todo caso a un hecho delictivo aún no
considera difícil, aunque no lo descarta, Molina Fernández, PE, 269. Este autor
se refiere a los supuestos de quien imputa a otro un hecho delictivo omitiendo
informar sobre la concurrencia de causas de exclusión de la pena, como podría
ser una causa de justificación o de exculpación. A mi modo de ver, sin
embargo, el hecho de ocultar determinados datos no transforma la conducta 252 £)g ggj-g jriisma o p i n i ó n , Molina Fernández, PE, 270-271.
en omisiva, pues en esencia ésta sigue consistiendo en una imputación como 253 Así, Queralt, PE, 248.
cualquier otra, si bien con unas determinadas características que podrán 254
Se manifiesta en desacuerdo con esta exclusión legal, Tasendo Calvo, 1996,142,
resultar relevantes para su calificación jurídico-penal. Así, por ejemplo, si se para quien hubiera sido más adecuado mantener las faltas dentro del tipo de
silencia una causa de justificación, estaremos ante un hecho susceptible de ser calumnia aunque con una pena atenuada.
calificado como calumnia pues se estará transmitiendo al exterior la idea de 255 ]3g conformidad con el art. 453 del Código de 1973 sólo constituía delito de
que el sujeto pasivo realizó una conducta típica y antijurídica, sin que exista calumnia la imputación de delitos perseguibles de oficio, mientras que el resto
la posibilidad, además, de eximirse de pena a través de la exceptio veritatis. quedaban comprendidos en el tipo de las injurias, tal como lo establecía el art.
^5^- Véanse Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 392. 458.1° del mismo cuerpo legal.
104 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 105

penado^^^, punto de vista que probablemente tenga su origen sigue que, por ejemplo, llamar ladrón o estafador a otro, sin
en el parentesco que siempre se ha establecido entre el delito de más precisiones, encontraría mejor encaje en el delito de
calumnia y la acusación y denuncia falsas (art. 456 CP), pues en injuria que en el de calumniadlo. También las personas hacia las
este último delito es cierto que, al protegerse el correcto que se dirige la imputación delictiva han de resultar identifica-
funcionamiento de la Administración de Justicia, carecería de das o al menos identificables, descartándose del tipo las acusa-
sentido incluir en el tipo penal la atribución a otro de hechos ya ciones genéricas no atribuibles a personas concretas.
juzgados^^^. Pero estos argumentos no pueden trasladarse sin El Tribunal Supremo ha expresado estas exigencias de
más a un delito como la calumnia donde no se trata de evitar la modo reiterado sosteniendo que no bastan las "atribuciones
puesta en funcionamiento innecesaria del aparato judicial sino genéricas, vagas o ambiguas, sino que han de recaer sobre un
de tutelar el honor de la persona agraviada, un bien jurídico hecho inequívoco, concreto y determinado, preciso en su signi-
cuya lesión no depende de que los hechos hayan sido o no ficación y catalogable criminalmente. Ha de dirigirse la impu-
objeto de un pronunciamiento judicial. Por eso entiendo que no tación a persona concreta e inconfundible, de indudable iden-
ha de descartarse la subsunción típica de las conductas consis- tificación, en radical aseveración lejos de la simple sospecha o
tentes en imputar a otro un delito ya juzgado, si bien ello no débil conjetura"^^^
obstaculiza, como es natural, la aplicación del ejercicio legíti-
mo del derecho a informar como causa de justificación cuando 2.C. Pese al silencio legal, la mayoría de la doctrina introdu-
la sentencia haya corroborado la antijuridicidad del hecho que ce la falsedad objetiva como elemento del tipo de la calumnia^^^,
se imputó, como tampoco impide recurrir, en su caso, a la de modo tal que se considera atípica cualquier imputación de
exceptio veñtatis. un delito cuya concordancia con la realidad resulte probada^^^.
Sin embargo, en coherencia con las consideraciones realiza-
2.b. La imputación debe contener los elementos suficientes das en su momento sobre el contenido y esencia del bien
para que resulte identificable un delito concreto, si bien no se jurídico tutelado, no es posible compartir aquí ese punto de
requiere precisión técnico-jurídica^^^. Esta exigencia excluye
del tipo de la calumnia las imprecaciones genéricas no acom-
pañadas de la explicitación de hechos concretos^''^, de donde se embargo, por entender que no contenía la suficiente concreción delictiva, en
el supuesto de quien acusó a otro públicamente de ser "el capo de la red de
narcotráfico gallego"(STS 22-5-93, RJ 1993/4232). Si en el primer caso podía
'^^^ Así Queralt, PE, 229. Otros autores, sin embargo, sin entrar en esta cuestión de inferirse con cierta facilidad la acusación de cohecho, en este último resulta
modo directo, admiten la posibilidad de calificar como calumnia la imputa- aún más obvia la imputación de un delito de tráfico de drogas, por lo que no
ción de un hecho ya sometido a juicio al plantearse si cabe o no aceptar la se entiende la renuencia del Tribunal a aceptar un delito de calumnia.
exceptio veñtatis respecto de hechos que han sido objeto de absolución por 26° Así, Queralt, PE, 248.
concurrir causas de exclusión de la culpabilidad o de la punibilidad o, incluso, 2" Así, entre muchas otras, SSTS 4-7-85, RJ 1985/3953; 30-1-86, RJ 1986/202; 19-
un indulto. Así, Quintero Olivares/ Morales Prats, ComPE, 398; Rodríguez 4-86, RJ 1986/2078; 15-7-88, RJ 1988/6592; 6/2/90, RJ 1990/1171; 27-12-90, RJ
Mourullo, ComCP, 623. 1990/ 10085; 22-2-91, RJ 1991/1351; 8-5-91, RJ 1991/3605; 1-2-95, RJ 1995/720.
2''^ Sobre el bien jurídico en este delito véase, Maqueda Abreu, 1999, 21-22. 262 Así, e n t r e otros, Muñoz Conde, PE, 278; Rodríguez Mourullo, C o m C P , 618;
258 DiceenestesentidolaSTS8-5-91,RJ 1991/3605: "la falsa asignación contendrá Queralt, PE, 249; Quintero Olivares/Morales Prats, C o m P E , 391. Este p u n t o d e
los elementos requeridos para la definición del delito atribuido, según su vista es deudor, en buena medida, de la redacción de la calumnia en el Código
descripción típica, aunque sin necesidad, naturalmente, de una calificación penal anterior, cuyo art. 453 determinaba que era calumnia "la falsa imputa-
jurídica por parte del autor". Véase también, STS 6-10-89, RJ1989/7629. ción de un delito". Sin embargo, el legislador de 1995 nada dice de la falsedad
259 En todo caso, la jurisprudencia no siempre es coherente a la hora de concretar al definir la acción típica, si bien a continuación hace referencia a ella dentro
este requisito en la práctica. Así, por ejemplo, mientras consideró calumnia la de un contexto subjetivo ("conocimiento de la falsedad").
acusación dirigida a los magistrados de un Tribunal colegiado de haber sido 263 Así expresamente Carmona Salgado, PE, 336. Este punto de vista da lugar, en
"comprados" —por entender implícitos e identificables los delitos de preva- la mayoría de los casos, a la consideración de la exceptio veritatis como causa
ricación y cohecho (STS 7-12-89, RJ 1989/9449)—, rechazó tal calificación, sin de atipicidad. Al respecto véase infra, 116 y ss.
106 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 107

vista mayoritario, pues con independencia de que el delito ejercicio legítimo del derecho a informar. Y ello porque de esta
imputado haya existido o no, es evidente que atribuir a otro un manera es posible hacer coincidir aquella actitud subjetiva
hecho delictivo es una conducta idónea por sí misma para descrita en la figura delictiva con el contenido de la veracidad
despertar el descrédito social, cercenando así el espacio de propia de la mencionada causa de justificación, exigencia ésta
libertad del afectado para emprender sus opciones vitales en un que, sin incoherencias de ninguna clase, no supedita la licitud
contexto de respeto y estima comunitarios. Por eso, en mi de la imputación calumniosa a la verdad objetiva del hecho,
opinión, el tipo objetivo del delito de calumnia se agota en la sino sólo a la convicción del informador de estar difundiendo
imputación de un delito seguida de la correspondiente lesión un hecho cierto tras una diligente comprobación de las fuen-
del honor^^"^. tes267.
La exigencia legal del "conocimiento de la falsedad o teme-
rario desprecio hacia la verdad" puede hacer pensar que la 2.d. Teniendo en cuenta la estrecha relación que aquí se ha
falsedad no ha sido eliminada del tipo de la calumnia, sino tan establecido entre el honor y el libre desarrollo de la personali-
sólo trasladada del ámbito objetivo al subjetivo^^^. La propia dad, el resultado típico de la calumnia puede concretarse en el
jurisprudencia parece orientarse en este sentido cuando afirma constreñimiento de la autonomía personal resultante de la
que "la falsedad de la imputación ha de determinarse funda- imputación de un hecho —un delito— susceptible de afectar la
mentalmente con parámetros subjetivos", entendiendo por tal fama del sujeto pasivo, situación que requiere la recepción de
la acusación efectuada "con manifiesto desprecio de toda la imputación calumniosa al menos por alguna persona en
confrontación con la realidad, o a sabiendas de su inexacti- condiciones de comprenderla^^^. No es necesario, sin embargo,
tud"266. que esa persona sea precisamente el afectado^^^, pues aun
Pero, a mi modo de ver, el inconveniente de este criterio desconociendo éste la acusación dirigida contra él, puede
reside en establecer como punto de referencia del conocimien- desencadenarse el efecto de descrédito social sobre el que se
to propio del dolo un elemento que previamente ha sido asienta la perturbación del bien jurídico tutelado.
eliminado del tipo objetivo, creando así una discordancia entre
lo objetivo y lo subjetivo difícilmente compatible con el concep- 2.e. El consentimiento del sujeto pasivo para que se informe
to de dolo generalmente admitido. En otros términos: si para a terceros sobre su posible implicación en un hecho delictivo
actuar con dolo es preciso que el autor tenga conocimiento — excluye el tipo de la calumnia.
seguro o eventual— de la falsedad del delito imputado, parece La íntima relación del honor con la libertad personal lo
inevitable concluir que esa falsedad ha de formar parte de los convierte, sin duda, en un bien jurídico disponible por su
elementos objetivos que dan lugar a la desvaloración jurídico- titular, tal como se desprende de su condición de delito priva-
penal del hecho.
Estas discordancias se evitan, sin embargo, si las referencias
subjetivas contenidas en la figura de la calumnia se desvinculan 267 Sobre esta cuestión véase detenidamente supra, pp. 86 y ss.
de la tipicidad para otorgarles sentido, como se ha propuesto 268 £j-^ gg^-g s e n t i d o h a d e d a r s e la r a z ó n a Molina Fernández, PE, 278, c u a n d o n o
aquí, en el plano de la antijuridicidad, concretamente, en el considera concurrente el resultado típico si el único receptor de la calumnia
contexto de los requisitos de la causa de justificación del es una persona incapacitada para comprender su sentido, por ejemplo,
determinados inimputables o una persona que no comprende el idioma en el
que se expresa el calumniador.
269 En el mismo sentido Quintero Olivares/ Morales Prats, ComPE, 395. De otra
264 También de esta opinión, Vives Antón, PE, 314-315 y STS 14-02-01, RJ 2001 / opinión, Muñoz Conde, PE, 279; también Carmona Salgado, PE, 340-341, si bien
367. esta autora matiza luego esta posición admitiendo un momento consumativo
265 Así Vives Antón, PE, 3\5. previo cuando la calumnia se realiza en presencia de terceras personas
266 STS 1-2-95, RJ 1 9 9 5 / 7 2 0 . distintas del sujeto pasivo.
108 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 109

do^^° y, aún con mayor fuerza, del art. 2.2. de la LO 1/1982 de II. LA ANTIJURIDICIDAD: CAUSAS D E
protección civil del derecho al honor, donde expresamente se JUSTIFICACIÓN APLICABLES
excluye la ilegitimidad en la intromisión en el honor si concurre
el consentimiento expreso del interesado. En el ámbito de la antijuridicidad, los frecuentes roces entre
el derecho al honor y la libertad de información conceden
especial relevancia a la causa de justificación de ejercicio
3 . Elementos subjetivos
legítimo de un derecho, cuyas concretas exigencias se derivan de
El tipo subjetivo de la calumnia se concreta en la concurren- las pautas trazadas por el Tribunal Constitucional para resolver
cia del dolo, sin que sea preciso ningún otro elemento subjetivo los límites de predominio del derecho a informar^^^. Dado el
adicional. Desde que se produjo la reformulación del tipo de los evidente interés público en el conocimiento de cualquier hecho
delitos contra el honor en el actual Código penal, este punto de delictivo, parece claro que en el caso de la calumnia la verifica-
vista es compartido por la mayoría de la doctrina^^^ e incluso ción de esta causa de justificación habrá de centrarse en la
la jurisprudencia parece avanzar en la misma línea, superando efectiva concurrencia una constatación diligente de la verdad
la tradicional exigencia del llamado aninius infamandi. del hecho conforme a criterios de racionalidad aceptables
En este sentido resulta interesante comprobar la evolución conforme a un juicio ex ante, es decir, del requisito de la
ocurrida en el ámbito jurisprudencial, que aún sin descartar veracidad.
totalmente este animus —"revelador del malicioso propósito Con todo, la exclusión de la verdad objetiva como presu-
de atribuir a otro la comisión de un delito, con la finalidad de puesto de la justificación del derecho a informar puede produ-
descrédito o pérdida de estimación pública"—, acaba por cir un efecto secundario gravemente perjudicial para la víctima
identificarlo, en sus resultados, con el dolo, al hacerlo compa- inocente de una imputación delictiva cuya veracidad haya sido
tible con "cualesquiera otros móviles inspiradores, criticar, comprobada conforme a los cánones establecidos por la juris-
informar, divertir, etc., con tal de que el autor conozca el prudencia constitucional. Tal puede ser el caso, por ejemplo, de
carácter ofensivo de su imputación, aceptando la lesión delhonor quien se ve implicado por la prensa, tras un diligente contraste
resultante de su actuar"^^^. de informaciones, en una trama de corrupción en la que
Por lo que se refiere a la exigencia legal del conocimiento de realmente no ha tomado parte. El problema reside en que al
la falsedad o el temerario desprecio hacia la verdad, la doctrina quedar amparada la conducta calumniosa por la causa de
mayoritaria considera que se trata de referencias al dolo, con justificación del art. 20.7° —debido a la concurrencia de la
expreso reconocimiento del dolo eventual. En mi opinión, sin veracidad subjetiva y el interés público de la noticia—, el
embargo, estos elementos subjetivos encuentran mejor expli- afectado se vería obligado a soportar la lesión en su honor sin
cación en el contexto de la antijuridicidad, como se ha argu- poder acudir a la legítima defensa para evitar una agresión que
mentado de forma detenida en otro lugar de este trabajo^^^. él sabe infundada^^^. Un sector de la doctrina penal ha propues-
to una solución para estos supuestos fundada en la distinción
entre causas de justificación que conceden un derecho de
intervención —de lesión del bien jurídico— y las que sólo se
270 Así, Muñoz Conde, PE, 273. presentan como autorizaciones de actuar, grupo este último
27^ De otra opinión, Muñoz Conde, PE, T7S-T79, para quien la eliminación de este
animus sólo tendría sentido si se parte de la Administración de Justicia y no del
honor como objeto de tutela.
272 Así STS1-2-95, RJ1995/ 720. Subrayado añadido. Expresamente reconoce esa 274 Al respecto véase supra, pp. 71 y ss.
identificación entre el animus y el contenido del dolo, aunque respecto de la 275 Ha llamado la atención sobre este efecto colateral, ciertamente preocupante,
injuria, STS 20-7-88, RJ 1988/6639. del criterio de veracidad subjetiva también en el ámbito civil, Pantaleón, 1996,
273 Véase supra, p p . 89 y ss. 1690.
lio PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 111

que no impone al afectado por la acción justificada el deber de Ningún inconveniente existe en admitir la coautoría, que
tolerar ni elimina el derecho al resarcimiento del daño por vía fácilmente puede darse si dos o más personas de forma conjun-
civil. Para quienes así opinan, la necesaria compatibilización ta imputan a otro un delito, por ejemplo, firmando un artículo
de los intereses implicados en el conflicto entre honor y libertad periodístico en este sentido^^^.
de expresión justificaría la inclusión del ejercicio legítimo del Se ha planteado en la doctrina el caso especial de quien
derecho a informar en este segundo grupo^^^, pues de ese modo proporciona a otro información falsa que luego éste difunde en
se conseguiría sentar las bases para un tráfico fluido y no la creencia errónea de ser cierta tras su adecuada comproba-
condicionado de la información de interés general sin por ello ción por otras fuentes que apuntan en el mismo sentido. Dado
privar a los posibles afectados de su legítimo derecho a evitar que en tal caso quien difunde la noticia quedaría amparado por
intromisiones en su honor carentes de aptitud real para formar la causa de justificación del ejercicio legítimo de un derecho,
una opinión pública libre^^^. cabría calificar la conducta del falso informador como autoría
mediata^^'^ del tipo agravado de calumnias realizadas con
publicidad —art. 206—.
III. ITER CRIMINIS A este respecto cabe tener en cuenta que el Código
deontológico de la Federación de Asociaciones de Prensa de
En general, se admite sin dificultad la posibilidad de tenta- España (FAPE) permite al periodista revelar sus fuentes sin
tiva en el delito de calumnia. Tal situación se producirá si a la incurrir en lesión del secreto profesional cuando "conste
acción calumniosa externamente manifestada no le sigue el fehacientemente que la fuente ha falseado de manera conscien-
mínimo de publicidad necesario para la realización del resul- te la información"^^ ^
tado típico, como puede ser el caso de una carta no recibida por
su destinatario o un artículo periodístico que no llega a
publicarse^^^. V. CONCURSOS
En materia de concursos, ante todo ha de señalarse la
IV. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN posibilidad de concurrencia de la imputación de un hecho
delictivo con juicios de valor despectivos susceptibles de dar
En el ámbito de la autoría y participación, si la calumnia se lugar a una injuria. La jurisprudencia ha señalado, con razón,
comete utilizando medios o soportes de difusión mecánicos que corresponderá aplicar un concurso de leyes por consun-
entrarán enjuego las reglas específicas de la responsabilidad en
cascada contenidas en el art. 30 C.P.
•^'^'^ Así, Molina Fernández, PE, 285; no admiten la coautoría basándose en la
calificación de la calumnia como delito de simple actividad. Quintero Olivares,
1996,162; Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 395.
27*^ De esta opinión, Bacigalupo, 2000, 48-49; Jaén Vallejo, 1992, 263-71. 2^" Así también Molina Fernández, PE, 285. Quintero Olivares, 1996,163, lo califica
^''^ Debido al contenido objetivamente falso del delito imputado, aun cuando el como autoría directa, solución que tiene sentido respecto a la transmisión de
informador lo haya transmitido sin conciencia de esa falsedad ni temeridad la noticia falsa al primer receptor, pues ciertamente basta con que la acusación
al difundirla. llegue a oídos de una sola persona para que el delito de calumnia se consume.
^''^ Con razón sostiene Carmona Salgado, PE, 341, que el momento consumativo de Sin embargo, si con posterioridad este primer receptor difunde la noticia
una calumnia realizada a través de un medio escrito no es el de su impresión dándole publicidad —por ejemplo, si se trata de un periodista—, entrará en
sino el de su publicación. En consecuencia, podemos añadir, si teniendo juego el tipo agravado del art. 206 C.P., respecto del cual parece más adecuado
conocimiento del contenido calumnioso del escrito, el sujeto pasivo consigue hablar de una autoría mediata del informador inicial que vendría a consumir
el secuestro de la publicación antes de que se ponga a la venta estaremos ante la realización previa del tipo básico del art. 205.
una calumnia en grado de tentativa. 2^1 Véase Frigola/ Escudero, 1998,104.
112 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 113

ción, castigando únicamente por calumnia, si los juicios des- zan por especialidad al tipo genérico de calumnia del art. 205
honrosos se producen "en un único contexto, junto con la en virtud de las reglas del concurso de leyes^^^.
imputación calumniosa, en íntima relación con los hechos Con todo, esta solución concursal es poco satisfactoria en el
atribuidos"^^^. Por el contrario, podrá acudirse al concurso de caso de las calumnias dirigidas a las altas instituciones del
delitos si la injuria adquiere una dimensión claramente inde- Estado y de las Comunidades autónomas contenidas en el art.
pendiente respecto de la imputación delictiva^^^. 504.1, pues al ser menor la pena prevista en este precepto a la
En cuanto a los supuestos de acumulación de acusaciones genérica del art. 206 —calumnia difundida con publicidad—
de un mismo delito contra idéntica persona, cabe admitir la resultará privilegiado quien impute un hecho delictivo a algún
aplicación de las reglas del delito continuado siempre que el miembro de aquellos órganos. Para resolver tal inconveniente,
conjunto de imputaciones se presenten dentro de un plan único en ocasiones se pretende reservar el art. 504.1 para las imputa-
de difamación o en el contexto de ocasiones similares, como ciones dirigidas al órgano como tal, permitiendo el concurso de
sería el caso, por ejemplo, de quien repite una misma acusación delitos con la calumnia genérica si la imputación trasciende a
delictiva en diversos medios de prensa^^"^. En cambio, habrá sus miembros^^^. Sin embargo, esta solución se encuentra con
concurso real de delitos si falta esa unidad de ocasión o de plan el inconveniente de la imposibilidad de cometer calumnia
delictivo y corresponderá aplicar las reglas del concurso ideal contra una institución, ya que sólo las personas físicas pueden
si de una misma acusación se derivan lesiones al honor de más ser acusadas de la comisión de un hecho delictivo, de donde se
de una persona^^^. sigue que la referencia a la calumnia en aquel precepto sólo
El Código penal contiene una serie de supuestos específicos puede tener sentido si se entiende dirigida a los componentes
de calumnia, particularizados por las características del sujeto de los órganos en él indicados.
pasivo —el Rey u otros miembros de la Corona (arts. 490.3 y Especial consideración merece la relación concursal de la
491.1); el Gobierno de la Nación, el Consejo General del Poder calumnia con el delito de acusación y denuncia falsas previsto
Judicial, el Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo, el en el art. 456 CP, cuyas semejanzas tanto en los aspectos
Consejo de Gobierno o el Tribunal Superior de Justicia de una objetivos como en los subjetivos resultan evidentes. Si bien
Comunidad Autónoma (art. 504.1)2^*^—, que en su caso despla- suele apuntarse como única peculiaridad de esta última figura
el órgano ante el cual se dirige la acusación delictiva^^^ —que
Como sería el caso de quien llama sinvergüenza a otro tras acusarlo de haber necesariamente ha de ser un funcionario judicial o administra-
participado en una conspiración contra su persona. Véase STS 8-5-91, RJ1991 / tivo competente—, no falta razón a quienes advierten sobre su
3605.
283
Véase Carmona Salgado, PE, 341.
autonomía respecto de la calumnia sobre todo en el plano de su
284
Así STS 8-5-91, RJ 1991/3605. La jurisprudencia ha descartado, sin embargo, finalidad tuitiva, centrada aquí en el funcionamiento de la
la pluralidad delictiva y también el delito continuado cuando una misma Administración de Justicia antes que en el honor^^^. Pero aun
acusación se dirige por carta a un grupo amplio de personas. Véase en este
sentido STS 24-11-89, RJ 1989/8731.
Véase en este sentido, Carmona Salgado, PE, 341, quien hace referencia a las lidad difícil de resolver al ser inferior la sanción prevista para el supuesto del
llamadas "injurias indirectas", esto es, aquellas que, pese a dirigirse de forma art. 504.2 frente a la calumnia propagada con publicidad del art. 206. Pero,
directa a una persona determinada, trascienden a terceros cuyo honor igual- como se verá de inmediato en el texto, este problema de incongruencias
mente atacan. punitivas es común a todos los supuestos del art. 504.
La LO 7/2000 introdujo un segundo apartado al art. 504 en virtud del cual •^^"^ Así, Molina Fernández, PE, 285; Carmona Salgado, PE, 341.
vuelven a tipificarse —como sucedía en el Código penal anterior— los 288 Véase Tamarü Sumalla, ComPE, 1456, con referencias jurisprudenciales en esta
atentados al honor dirigidos contra "los Ejércitos, Clases o Cuerpos y Fuerzas línea.
de Seguridad", si bien en este caso la ley sólo se refiere a los actos de injuriar 2^^ Así, Rodríguez Mourullo, ComCP, 620-621; Carmona Salgado, PE, 341,
y no de calumniar a tales instituciones. De todas maneras, dada la relación decantándose ambos autores por el concurso de leyes por especialidad a favor
intrínseca entre injurias y calumnias, parece que este tipo penal debería de la acusación y denuncia falsas.
desplazar igualmente a la calumnia, aunque ello crea un problema de pena- 2'*° Véase Maqueda Abreu, 1999,20-25.
114 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 115

admitiendo esta premisa, dado que la acusación falsa siempre VI. P E N A L I D A D . LAS CALUMNIAS P R O P A G A D A S
lleva implícita la lesión del honor de la víctima, parece difícil de CON P U B L I C I D A D
justificar la aplicación de las reglas del concurso de delitos,
imponiéndose más bien, como sostiene la doctrina mayorita- Conforme a una larga tradición legislativa, las calumnias se
ria, el concurso de leyes por especialidad^^^ consideran más graves si se realizan con publicidad, entendien-
Sin embargo, la diferente técnica legislativa utilizada para do por tales, como señala el art. 211, las que "se propaguen por
graduar la pena en los delitos de calumnia y de acusación y medio de la imprenta, la radiodifusión o por cualquier otro
denuncia falsas, respectivamente^^^, puede conducir a ciertas medio de eficacia semejante"^^''. Esta fórmula abierta, centra-
incongruencias punitivas que acaban por privilegiar en ocasio- da sobre todo en la eficacia difusora del medio^^^, permite
nes a quien imputa a otro falsamente un delito frente a un captar todas las formas de transmisión de un hecho capaces de
órgano encargado de su persecución. En concreto, se producirá expandirlo a un número amplio e indeterminado de personas,
tal circunstancia cuando la acusación falsa tenga por objeto un sea por transmisión escrita, verbal o a través imágenes, como
delito menos grave y se realice en condiciones que favorezcan es el caso de la televisión.
su publicidad, pues el art. 456 sólo permite castigar estos casos Esa capacidad expansiva de la noticia propia de los medios
con multa de doce a veinticuatro meses frente a la pena de de difusión aumenta sin duda las posibilidades de sufrir el
prisión a la que cabría llegar por aplicación del delito de desprecio o descrédito comunitarios, dando lugar así a una
calumnia —art. 206—. Pero a mi modo de ver esta incongruen- lesión más intensa del honor que justifica su mayor gravedad
cia legislativa no autoriza a sustituir el criterio de especialidad punitiva. Nos encontramos, pues, ante un aumento de la pena
por el de alternatividad para dar solución a este supuesto fundado en un incremento del contenido de injusto en compa-
específico^^^, dado que el art. 8 del Código penal es muy claro ración con el supuesto básico de quien imputa a otro un delito
al conceder a este último criterio un carácter meramente con el mínimo de publicidad necesario para perturbar el
subsidiario para casos no susceptibles de ser resueltos a través derecho a ser respetado por los demás^^^.
de los principios de especialidad, subsidiariedad o consunción. El fundamento de la especial gravedad de las calumnias
Para eludir los efectos perniciosos de la solución resultante del hechas con publicidad no reside pues en que la imputación
concurso de normas queda abierta, de todos modos, la vía civil, llegue a oídos de terceros —elemento básico para dar lugar a la
a través de la cual podrán valorarse adecuadamente los perjui- consumación de toda calumnia—, sino en la aptitud del medio
cios reales para el honor del afectado^^"*^. comisivo para hacer llegar la noticia a un grupo amplio e
indeterminado de personas con la consiguiente profundización
del riesgo de afectar la fama de la víctima y coartar así de modo
particularmente intenso el derecho de autodeterminación en el
que en definitiva se concreta el bien jurídico honor.

2^^ De esta opinión, Maqueda Abreu, 1999,75-76; Rodríguez Mourullo, ComCP, 620-
621; Carmona Salgado, PE, 341; Molina Fernández, PE, 287. ^^'' Por esta vía se supera la definición obsoleta del Código penal anterior (art.
^'^^ En la calumnia, la entidad de la pena se hace depender de la publicidad del 463), centrado en buena medida en los medios de difusión escritos hoy
hecho (art. 206), mientras que en la acusación y denuncia falsas su graduación ampliamente rebasados por los medios audiovisuales —"papeles impresos,
punitiva depende de la mayor o menor gravedad de la infracción penal objeto litografiados o grabados", "carteles o pasquines situados en sitios públicos, o
de la imputación (art. 457.1) papeles manuscritos comunicados a más de diez personas"—.
293 Propone esta solución, por considerarla la "menos mala", Molina Fernández, 2^^ Así, Rodríguez Mourullo, ComCP, 621.
PE, 288. ^^'' Llaman la atención sobre la publicidad como elemento consustancial a toda
2''4 Así, Maqueda Abreu, 1999, 76. calumnia. Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 396.
116 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 117

En esta misma línea se mueve la LO 1/1982, de protección Ello se debe a que, en atención a los presupuestos de penalidad
civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y del art. 205, en la práctica sólo será preciso acudir a la siempre
a la propia imagen, cuyo art. 9.3 establece como parámetro compleja prueba de la verdad objetiva del hecho criminal en los
imprescindible para determinar la gravedad de la lesión efecti- casos de ausencia de veracidad subjetiva, es decir, cuando, pese
va del honor "la difusión o audiencia del medio a través del cual a ser cierta la imputación, el autor la realice en la creencia
se haya producido". errónea de su falsedad. Si, por el contrario, resulta acreditada
Siguiendo las propuestas doctrinales más extendidas, el en el juicio una diligente comprobación de la veracidad previa
Código vigente opta por una pena no privativa de libertad^^^ — a la divulgación del hecho, faltarán ya los elementos subjetivos
multa de cuatro a diez meses— para los casos básicos de específicos a los que la ley supedita la ilicitud de la conducta^^^
calumnias no transmitidas por medios de especial eficacia —conciencia de la falsedad o temerario desprecio hacia la
difusora, si bien no renuncia a la pena de prisión de seis meses verdad— con independencia de la adecuación o no del hecho a
a dos años para el supuesto más grave de calumnias difundidas la realidad conforme a una perspectiva ex post, haciendo
con publicidad. Sin embargo, incluso en este último caso —el innecesarias ulteriores comprobaciones sobre la verdad objeti-
único en el que un delito contra el honor sigue amenazado con va. En consecuencia, desde el punto de vista práctico, la
pena privativa de libertad—, el legislador ha ideado fórmulas exceptio veritatis sólo entrará en consideración en los casos
capaces de evitar la privación efectiva de libertad, bien sea por excepcionales de discordancia entre la realidad y los conoci-
la aplicación de la pena alternativa de multa de seis a veinticua- mientos del autor, en concreto, cuando el hecho sea objetiva-
tro meses, bien dejando abierta la posibilidad de suspensión de mente verdadero pero subjetivamente inveraz.
la pena de prisión si se dan las condiciones del art. 81 CP. Además, esa posibilidad que ofrece la exceptio veritatis de
eximirse de responsabilidad penal en supuestos de inveracidad
subjetiva sitúan a este mecanismo de exclusión de la pena al
VII. LA EXCEPTIO VERITATIS E N EL DELITO D E margen de las pautas de solución del conflicto entre honor y
CALUMNIA libertad de información^°\ porque, como se acaba de ver, su
virtualidad práctica aparece precisamente cuando se han so-
1. Naturaleza brepasado los límites de legitimidad del derecho a informar.
Si bien la doctrina no es pacífica a la hora de decidir sobre Por eso, las razones para explicar la renuncia a la sanción penal
la naturaleza de la exceptio veritatis en el delito de calumnia, en estos supuestos han de buscarse necesariamente en otra
parece existir cierto acuerdo en el sentido de considerarla una clase de consideraciones.
herramienta meramente residual para la exclusión de la pena^^^. En todo caso, las diversas posturas sobre la naturaleza de la
exceptio veritatis están condicionadas a que se admita o no la
pertenencia de la falsedad al tipo objetivo del delito de calum-
^'^^ Con el advenimiento de la democracia y el consecuente protagonismo de las
libertades de expresión e información como bases del sistema de formación de nia. En caso afirmativo, la prueba de la verdad sin duda
una opinión pública libre, la doctrina se mostró muy crítica con el manteni- quedará vinculada a una causa de exclusión de la tipicidad pues
miento de penas privativas de libertad en los delitos de expresión, entre los
que siempre se ha contado la calumnia. El Código penal anterior castigaba la
calumnia con penas de privación de libertad conjuntamente con multa, en ^™ Esta solución es válida tanto para quienes identifican estos elementos subje-
concreto, con la pena de prisión menor —seis meses y un día a seis años— para tivos con el dolo como para la tesis aquí defendida, según la cual se trataría de
los casos de difusión con publicidad y arresto mayor —un mes y un día a seis elementos subjetivos de justificación, porque cualquiera de las dos teorías
meses— en los demás casos (véanse arts. 454 y 455 CP de 1973). conducen a considerar lícita la imputación del hecho delictivo realizada de
^^^ Cuando no simplemente inútil y de nula aplicabilidad, como afirma Carmona forma veraz.
Salgado, PE, 333; sostiene igualmente que se trata de un instrumento superfino ^°^ Así, Vives Antón, 1987,261-262; Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo,
López Peregrin, 2000, 258. 1993,166-167.
118 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 119

se trata sin más de la demostración de la ausencia de un imputa a otro un hecho delictivo ha de cargar con el riesgo de
elemento típico^^^. Por eso, la mayoría de los partidarios de este no poder probar su veracidad^^^.
punto de vista entienden que \a.exceptio veritatis es un mecanis- Quizás la principal objeción a este punto de vista reside en
mo de naturaleza procesal destinado a invertir la carga de la que la presunción de inocencia del sujeto pasivo sólo se consi-
prueba de un elemento del tipo objetivo^^^. gue garantizar a costa de privar de ese mismo derecho al autor
Tan excepcional medida procesal vendría justificada por la de la imputación calumniosa, a quien se obliga a cargar con la
necesidad de garantizar la presunción de inocencia del afecta- prueba de la no concurrencia de un elemento que lo incrimina^^^.
do por la calumnia, cuyo derecho se vería vulnerado si en su Se llega así a la presunción de un elemento fundamentador de
condición de querellante^^"^ se le obligara a probar la falta de lo injusto difícilmente compatible con el principio de culpabi-
responsabilidad en el delito que se le imputa. En otros térmi- lidad^^^. Pero, además, la tesis procesal no parece suficiente
nos, para evitar que la imputación de un delito por cauces para explicar el efecto excluyente de "toda pena" al que, por
informales reduzca las garantías de quien es objeto de tal expreso imperativo legal, conduce de modo inexorable la prue-
acusación, la ley traslada a ese ámbito la regla del proceso penal ba de la verdad. Porque si sólo se tratase del mecanismo
que impone el deber de probar la verdad de la acusación a quien destinado a invertir la carga de la prueba de un elemento
la realiza^^^. Junto a ello se alude habitualmente, además, al concreto del tipo objetivo, nada debería impedir que, de concu-
criterio de distribución de riesgos en virtud del cual quien rrir los restantes elementos típicos y, en particular, el dolo,
quedase subsistente la posibilidad de castigar por tentativa^^^.
Es decir, queda sin explicar por qué la prueba de la ausencia de

302 ]7j^ gg^-g s e n t i d o , Carbonell Mateu, 1995, 35; Rodríguez Mourullo, C o m C P , 622;
Carmona Salgado, PE, 333. 306 ^gj'^ Bacigalupo, 2000,11. Esta teoría prevaleció en el derecho norteamericano
303 Qg ggfg o p i n i ó n . Quintero Olivares, 1996, 167; Pérez del Valle, 1998, 279-280; hasta la ya citada sentencia New York Times v. Sullivan de 1964 que introdujo
Bernal del Castillo, 1996,1439; Molina Fernández, PE, 276-177. E n contra, López el criterio de la veracidad subjetiva. Hasta ese momento, se entendía que el
Peregnh, 2000, 258. informador que publicaba determinados hechos de contenido injurioso lo
-'"'* Téngase en cuenta que al encontrarnos ante un delito privado —art. 215.1 hacía "a su propio riesgo", quedando obligado a probar su veracidad o, en su
CP— por regla general será el propio sujeto pasivo quien deba cargar con la defecto, a asumir la responsabilidad por difamación. Véase detenidamente al
prueba de los elementos típicos, entre los que se contaría, conforme a la tesis respecto, Salvador y otros, 1987, 59.
analizada, la falsedad de la imputación calumniosa. De ahí la necesidad — ^"^ En este sentido el Informe del Consejo General del Poder Judicial, 1992, 186.
siempre a estar a la teoría en análisis— de esta excepcional inversión de la Rechaza esta conclusión la ya citada STS 14-02-01, RJ 2001/367, por entender
carga de la prueba. que, por aplicación del principio de presunción de inocencia, al acusado de
-'"^ Sobre este traslado de las reglas del proceso formal de imputación de delitos calumnia le cabe siempre la vía alternativa de negar sencillamente la
a los casos paralelos de imputación informal, véase Pérez del Valle, 1998,279- inveracidad subjetiva, provocando así el deber de probar la concurrencia de
280. Por motivos similares consideran que la exceptio veritatis representa un este elemento subjetivo a quien acusa. En mi opinión, la debilidad de este
traslado a este ámbito de las reglas del principio acusatorio. Quintero Olivares, pronunciamiento judicial reside en presentar a la exceptio veritatis como una
1996,166-167; Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 398; Rodríguez Mourullo, simple alternativa más a disposición del acusado de calumnia para alcanzar
ComCP, 623. Véase también el Informe del Consejo General del Poder Judicial, la exención de pena, siendo así que, en realidad, se trata de un último recurso
1992,186. Recientemente se ha pronunciado también en esta línea la STS 14- cuya utilidad surge precisamente cuando la ausencia de veracidad subjetiva
02-01, RJ 2001/367, donde se rechaza la posible inconstitucionalidad del art. cierra las puertas a la causa de justificación del ejercicio legítimo de un
207 CP, por entender que este precepto no es más que la "manifestación de la derecho.
aplicación del principio de presunción de inocencia a la víctima de la calum- 308 Así lo reconoce la STS 16-10-89 (RJ 1989/8460), al afirmar que la exceptio
nia, trasladando al conflicto entre la víctima y quien le acusa, las reglas veritatis "ha llevado a la jurisprudencia a entender que existe una presunción
generales de dicho principio que establecen que toda persona es inocente de falsedad, de manera que el correspondiente elemento delictivo ha de
mientras no se demuestre lo contrario y que la carga de la prueba de dicha tenerse por cumplido en tanto no conste la certeza del hecho criminal
demostración no pesa sobre quien resulta acusado sino sobre quien efectúa la atribuido".
acusación". ^'^ Así, con razón. Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993,134-135.
120 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 121

u n o solo de los e l e m e n t o s del tipo objetivo c o n d u c e el conocimiento del hecho imputado^^^, interés absolutamente
automáticamente a la impunidad, eliminando la posible puni- evidente cuando lo que se imputa es la comisión de un delito.
ción por tentativa aun cuando se den sus requisitos materiales. Ello explicaría que el legislador esté dispuesto a renunciar a la
De esta última crítica arranca una segunda postura — punición aun cuando concurran los presupuestos de la tipicidad
situada todavía dentro de los partidarios de incluir la falsedad y antijuridicidad de la conducta mediante la creación de una
en el tipo objetivo— que aleja a la exceptio veritatis del ámbito causa objetiva de exclusión de la punibilidad.
procesal para atribuirle precisamente la función material de Con todo, en el contexto de las ideas sostenidas en estas
impedir la punición por tentativa de calumnia en aquellos páginas sobre el contenido del tipo de la calumnia, la razón de
casos donde se imputa a otro un delito realmente acaecido en esta eximente no puede vincularse con la tentativa, pues una
la creencia errónea de que es falso^^^. De esta manera, la prueba vez excluida la falsedad del tipo objetivo, nada obsta a la
de la verdad adquiere la naturaleza de causa de exclusión de la concurrencia íntegra de la conducta típica aun cuando el delito
punibilidad^^^ cuyo fundamento se encontraría en el legítimo imputado resulte ser cierto. Pero ello no impide que también
interés del Estado en perseguir los delitos de los que se tenga aquí se conceda a la exceptio veritatis un papel meramente
noticia^ ^^. residual, pues por regla general los supuestos de imputación de
En los resultados, la teoría de la exclusión de la punibilidad hechos delictivos verdaderos quedarán comprendidos en la
parece la más adecuada para explicar de manera unitaria el causa de justificación de ejercicio legítimo de la libertad de
alcance y límites de la exceptio veritatis en la regulación penal informar, para cuya concurrencia basta una diligente compro-
española de los delitos contra el honor, pues si por un momento bación de la veracidad del hecho al tiempo de realizar la
se amplía la mirada al art. 210 —regulador de esta misma acusación. Consecuentemente, la función de \aexceptio veritatis
institución en las injurias— se descubre con facilidad que todos quedará reducida a los supuestos de ausencia de veracidad
los casos de renuncia a la pena por la prueba de la verdad vienen subjetiva o, lo que es igual, a las imputaciones realizadas con
a coincidir con supuestos donde existe un claro interés social en "temerario desprecio hacia la verdad". Esta actitud negativa
respecto de la verdad —incompatible con el contenido subjeti-
vo de la libertad de información— sitúa a la conducta en el
^^^ Esta es la posición de Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993,134- plano de la ilicitud con independencia de que el hecho sea
135. En la versión propuesta por estos autores para dar contenido a los verdadero o falso y precisamente por eso se hace necesario un
elementos subjetivos específicos, se trataría del supuesto de quien "con mecanismo específico para impedir su punición si expost se
conciencia de la falsedad o temerario desprecio hacia la verdad"acusa a otro comprueba su concordancia con la realidad.
de la comisión de un delito que a posteriori se demuestra verdadero. También
de esta opinión, aunque combinándolo con la teoría procesal, Molina Fernández, Por último, la naturaleza estrictamente objetiva de esta
PE, 277. causa de exclusión de la pena permite extender su aplicación a
^" La remisión al ámbito de la punibilidad, dejando intacto lo injusto y la todos los partícipes^''*.
culpabilidad, se debe a que el motivo de la renuncia a la pena —la prueba de
la verdad— se produce en un momento posterior a la realización de la acción
calumniosa. Ha defendido este punto de vista, si bien en el contexto de una 2 . Los presupuestos de aplicación del art. 207 CP
tesis distinta a la aquí estudiada. Vives Antón, 1987,260.
•'^^ Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993, 135, quienes además En cuanto al objeto de la prueba, el Código penal se refiere al
apuntan que esta renuncia al castigo de la tentativa de calumnia alienta a los "hecho criminal", terminología que resulta criticable en tanto
ciudadanos a denunciar presuntos hechos punibles, actitud ésta que podría
verse obstaculizada si el Derecho penal impusiera una sanción a quien, por
encima de cualquier reproche culpabilístico, ha permitido con su conducta el -^'•^ Eso explica, además, que la exceptio veritatis no se extienda, como pretenden
, descubrimiento y persecución de un delito. Sólo en esa medida admiten estos algunos autores, a todas las imputaciones de hechos deshonrosos. Véase en
autores un efecto indirecto de la exceptio veritatis a favor de las libertades de este sentido, con razón. Bajo Fernández, 1989, 97.
expresión e información. ^^^ Así, Vives Antón, PE, 318.
122 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 123

SU falta de tecnicismo jurídico puede suscitar dudas sobre el forma subsidiaria al delito de injuria. La interpretación contra-
auténtico alcance de esta eximente de pena. Si por hecho ria, favorable al mantenimiento de la responsabilidad por
criminal se entiende una conducta contraria a derecho, para injuria al menos en ciertos casos^'^, tiene el inconveniente de
beneficiarse de la impunidad bastará la prueba de la realiza- convertir a la prueba de la verdad en una mera causa de
ción del injusto típico, siendo irrelevantes las circunstancias atenuación de la pena cuyo único efecto sería el de bloquear la
vinculadas a la culpabilidad o a la punibilidad; si, en cambio, aplicación del delito más grave (la calumnia) dejando subsis-
aquel término se identifica con el de hecho "punible", también tente la responsabilidad por el tipo básico (la injuria). Ello no
la culpabilidad del sujeto pasivo o las posibles causas de quiere decir que no pueda mantenerse una imputación paralela
exclusión de la punibilidad podrán adquirir protagonismo. por injurias en aquellos casos donde la calumnia vaya acompa-
A mi modo de ver, no hay motivo alguno para introducir ñada de juicios peyorativos o de la acusación de otros hechos
aquí modificaciones respecto al concepto genérico de "delito" deshonrosos no delictivos que conformen por sí mismos una
utilizado en la definición de la calumnia, motivo por el cual me lesión autónoma del honor^^^. Lo único que queda vedado es la
parece más adecuada la primera vía propuesta. De ahí se sigue posibilidad de castigar la misma imputación de un delito a
que la exención de pena del art. 207 vendrá supeditada a que el título de injuria cuando ha fracasado la vía de la calumnia por
hecho imputado sea típico y antijurídico. En consecuencia, la prueba de la verdad.
quien acusa a otro de la realización de un hecho típico ocultan- Nada de lo dicho impide, sin embargo, la subsistencia de la
do la concurrencia de una causa de justificación no se benefi- vía civil por ingerencia ilegítima en el honor a través de la LO
ciará de la exceptio veritatis y podrá ser condenado por calum- 1/1982^^*^, pues, como se ha visto, la exceptio no afecta en nada
nia. Y, en cambio, quedará impune quien pueda probar la al contenido antijurídico de la conducta calumniosa.
ilicitud penal del hecho aun cuando en el momento de la Por último, la especial amplitud de la exceptio en la calum-
imputación hubiera ocultado la presencia de una causa de nia también repercute en el ámbito procesal, impidiendo la
exclusión de la culpabilidad o de una excusa absolutoria. Todo sustitución judicial del título de imputación de una injuria a
ello sin perjuicio, claro está, de dejar subsistente en estos una calumnia^^^. El juez no puede condenar por este último
últimos casos la posibilidad de acudir a la vía civil por ingeren-
cia ilegítima en el honor^^^.
Si bien la prueba de la verdad recae sobre el acusado por •'^'^ Mantiene este punto de vista para los supuestos donde, pese a la prueba de la
verdad, subsista la lesión del honor. Rodríguez Mourullo, ComCP, 624, quien
calumnia, nada obsta a que éste se beneficie de la actividad se refiere, en particular, a los casos de ocultación de una causa de inculpabilidad
procesal o policial realizadas de oficio^^^. Como bien se ha o de una excusa absolutoria asociadas al delito imputado. En el contexto de las
expresado en la doctrina, una interpretación restrictiva que ideas aquí defendidas, sin embargo, esta postura no puede compartirse, pues
sólo admitiera la prueba producida por el propio acusado se ha sostenido desde el principio que toda imputación de un hecho delictivo
supone siempre una lesión del honor, con independencia de que el hecho
vendría a vulnerar su derecho a la tutela judicial efectiva^^^. resulte ser cierto. Asilas cosas, de admitirse la postura de Rodríguez Mourullo
En cuanto a los efectos de la exceptio veritatis, la ley dispone habría que aceptar siempre —y no sólo en casos excepcionales— la vía
claramente que el autor de la calumnia quedará exento "de toda subsidiaria de la injuria, solución claramente incompatible con el texto legal.
pena", de donde se sigue que no sólo queda descartada la ^''•' Véanse Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 399.
•''2" Así también. Quintero Olivares/ Morales Prats, ComPE, 400; Muñoz Llórente,
punición por calumnia sino también la posibilidad de acudir de 1997,189; Pérez del Valle, 1998, 279.
^^^ En reaUdad, se trata de una excepción respecto a la doctrina general que ha
sentado el Tribunal Supremo en aplicación de las reglas del principio acusato-
rio en los delitos contra el honor, pues, conforme a estas reglas generales, se
'^^^ Esta parece ser la opinión dominante. Véanse, por ejemplo. Quintero Olivares/
Morales Prats, ComPE, 398-399; Rodríguez Mourullo, ComCP, 623. admiten los cambios del título de imputación siempre que la pena aplicada no
•'"'^ Véase, Vives Antón, PE, 318. supere la que venía atribuida al deUto imputado (STS 18-10-85). Véase al
'^'^ Así, Rodríguez Mourullo, ComCP, 624. respecto. Granados Pérez, 1998,148, con más datos jurisprudenciales.
124 PATRICIA LAURENZO COPELLO

delito cuando la acusación ha sido por injuria porque, aten-


diendo a las restricciones de la prueba de la verdad en esta TERCERA PARTE
figura, ello podría repercutir negativamente sobre los derechos
del acusado al privarle de la posibilidad de acreditar la verdad EL DELITO DE INJURIA
del hecho, restricción ésta que vendría a afectar las garantías
del principio acusatorio. I. LA T I P I C I D A D E N LA I N J U R I A
Pese a su ubicación sistemática posterior a la calumnia, la
injuria constituye el tipo básico de los delitos contra el honor,
de modo tal que la definición contenida en el primer párrafo del
art. 208 puede considerarse la base esencial del injusto típico en
esta clase de delitos.

1. Sujetos. El problema del honor de los colectivos y las


personas jurídicas
En lo relativo a los sujetos, se trata de un delito común en el
que cualquier persona pueda adquirir el carácter de sujeto activo.
En cuanto al sujeto pasivo, son aplicables aquí los mismos
argumentos expuestos al analizar la calumnia para atribuir tal
condición a los menores y demás inimputables y excluirla, en
cambio, en el caso de injurias 3. personas fallecidas^^^.
Mayores matizaciones requiere, en cambio, el problema de
las personas jurídicas y otros colectivos sin personalidad. A
diferencia de la calumnia, los posibles contenidos de una
imputación injuriosa no suponen obstáculo alguno para atri-
buir a los grupos pluripersonales la consideración de sujeto
pasivo^^^, motivo por el cual la solución ha de buscarse di-
rectamente en la naturaleza del bien jurídico tutelado.
En la doctrina parece prevalecer una postura contraria a
atribuir la condición de sujeto pasivo de la injuria a los colec-
tivos —tengan o no personalidad jurídica—, por considerarlo
incompatible con la naturaleza estrictamente personalista del
bien jurídico honor^^'*. Ese mismo punto de vista fue sostenido

322
Véase supra,p. 100 y ss.
323
En la calumnia, como se recordará, la postura contraria a atribuir la condición
de sujeto pasivo a las personas jurídicas se basa sustancialmente en la
imposibilidad de atribuir a tales colectivos la realización de hechos delictivos.
Así, entre otros, Carmona Salgado, PE, 336-338; Rodríguez MouruUo, ComCP,
625; Queralt, PE, 228-229; Molina Fernández, PE, 266, si bien todos estos autores
126 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 127

en el ámbito jurisprudencial durante la década de los ochen- consideración como sujeto pasivo del delito de injuria. El punto
ta^^^^, entendiendo tanto el Tribunal Constitucional como el de inflexión suele situarse en la Sentencia del Tribunal Consti-
Supremo que respecto a los entes supraindividuales "resulta tucional de 11 de noviembre de 199P^^, en la cual se admitió
inadecuado hablar de honor", concepto éste de significado que "también es posible apreciar lesión al citado derecho
personalista, siendo más correcto emplear los términos digni- fundamental (el honor) en aquellos supuestos en los que aun
dad o prestigio, no identificables con el honor y objeto de un tratándose de ataques referidos a un determinado colectivo de
nivel más débil de protección"^^^. personas más o menos amplio, los mismos trascienden a sus
Sin embargo, con el transcurso del tiempo la jurisprudencia miembros o componentes siempre y cuando éstos sean
ha evolucionado hacia una posición más abierta, que ha acaba- identificables, como individuos, dentro de la colectividad". A
do por admitir en términos amplios la posibilidad de que las mi modo de ver, sin embargo, esta resolución en nada modifica
personas jurídicas y otras organizaciones sean titulares del el contenido personalista del honor y su indisoluble vincula-
derecho al honor^^^, postura ésta que les abriría las puertas a su ción a las personas físicas —circunstancias que, además, la
Sentencia reconoce de modo expreso—. Sólo se trata de acla-
rar, con razón, que la estructura formal de una injuria (aparen-
admiten la posibilidad de atribuir la condición de sujeto pasivo a los miem- temente dirigida a un colectivo) no ha de impedir la sanción del
bros del colectivo si, por sus características, la imputación puede considerarse hecho si de su contenido se deduce con claridad un ataque al
dirigida a ellos de modo individualizado. De otra opinión, sin embargo, López
Peregrín, 2000, 163-185, quien admite la titularidad del honor en el caso de honor de personas individuales.
personas jurídico-privadas o públicas u organizaciones no registradas pero Sin prejuzgar sobre la cuestión general del alcance del art.
con una organización y voluntad unitaria suficientemente individualizada. 18.1 de la Constitución, la posición aquí defendida en torno a
En cambio, no admite la atribución del honor a los colectivos no organizados.
'^"^ Sobre la evolución de la doctrina jurisprudencial en esta materia, véanse,
la naturaleza y contenido del bien jurídico objeto de tutela en
Campos Pavón, 1996,1257/1259; López Peregrín, 2000,138-152. el delito de injuria —directamente vinculado no sólo a la
•'26 STC 8-6-88, núm. 107/1988. En la misma línea, STS, Sala V, 5-10-89, RJ 1989/ dignidad sino, sobre todo, a la libertad personal— obliga a
6889. En todo caso, ha de tenerse en cuenta que el Tribunal Constitucional adoptar una posición contraria a extender la condición de
sentó esta doctrina en relación a las instituciones públicas o clases determina-
das del Estado, matización sobre la que llama la atención López Peregrín, 2000,
sujeto pasivo a las personas jurídicas o a otros colectivos sin
143-145, con el fin de restar rigidez a la negativa del TC a aceptar la titularidad personalidad. Ello no significa, sin embargo, que una expresión
del honor de las personas jurídicas o colectivos, en general. Sin embargo, en o imputación deshonrosas o degradantes dirigidas contra un
las Sentencias de la década de los años ochenta tanto la jurisprudencia grupo de personas —tenga o no personalidad jurídica— que-
constitucional como la del Tribunal Supremo reconocían de modo expreso el
carácter personalista del honor y su consecuente unión indisoluble y exclusi-
va con las personas físicas.
-'2'' La STC de 26-9-95, núm. 139/1995, expresamente extiende la titularidad del delitos. Respecto a las personas jurídico-privadas asume la misma posición
derecho al honor a las personas jurídico-privadas por entender que el buen favorable la STS (Sala 1") 15-4-92, RJ 1992/4419, fundándose, en este caso, en
nombre o reputación de tales instituciones constituye un presupuesto de su las dos perspectivas —una interna y otra externa- generalmente atribuidas al
existencia que merece la tutela constitucional. Más radical aún la STC de 11- derecho al honor: "Si bien en cuanto el honor afecta a la propia estimación de
12-1995, núm. 176/1995, donde se reconoce ese mismo derecho a los colecti- la persona —carácter inmanente— sería difícil atribuirlo a la persona jurídica
vos sin personalidad —en este caso, al pueblo judío— por entender que, societaria, no ofrece grave inconveniente entender que, en su aspecto trascen-
"desde una perspectiva constitucional, los individuos pueden serlo también dente o exterior, que se identifica con el reconocimiento por los demás de la
como parte de los grupos humanos sin personalidad jurídica pero con una propia dignidad, es igualmente propio de aquellas personas jurídicas, que
neta y consistente personalidad por cualquier otro rasgo dominante de su pueden gozar de una consideración pública protegible".
estructura y cohesión, como el histórico, el sociológico, el étnico o el STC 214/1991, conocida como el caso de "Violeta Friedmann", donde se
religioso...Por ello, pueden a su vez, como reverso, resultar víctimas de la discutió la lesión al honor de una mujer judía como consecuencia de unas
injuria o la calumnia, como sujetos pasivos de estos delitos contra el honor". declaraciones de un antiguo colaboracionista nazi que negaba el holocausto
De ahí que admita la legitimación, por sustitución, de "personas naturales o judío y se refería a este pueblo en términos profundamente ofensivos y
jurídicas de su ámbito cultural y humano" para querellarse por aquellos peyorativos.
128 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 129

den automáticamente excluidas del tipo de la injuria, pues rabie con los aspectos de la libertad del ser humano suscepti-
cabrá admitir su subsunción típica si, por sus características, el bles de ser afectados por expresiones o imputaciones deshon-
atentado al honor alcanza a los miembros del grupo de forma rosas ni hay motivos para responder a uno y otro fenómeno con
individualizada. Reconocer esta posibilidad no supone conce- los mismos medios. La reparación civil —particularmente la
sión alguna a la titularidad colectiva del derecho al honor, pues económica— se presentan como suficientes para dar solución
no se trata sino de una forma diversa de dirigir el atentado al a los atentados contra el prestigio de una empresa, sin que se
honor contra personas individuales que son, en definitiva, las vislumbren razones de prevención general o especial capaces
que adquieren por derecho propio la condición de sujeto pasivo de justificar el recurso a la pena.
del delito.
En todo caso, da la impresión de que el esfuerzo realizado 2. Los aspectos objetivos del delito
por un sector de la doctrina para incluir a las personas jurídicas
El comportamiento típico consiste en emitir una expresión
bajo el paraguas de la protección constitucional del derecho al
o realizar una acción que lesionen la dignidad de otra persona.
honor responde, sobre todo, a razones de utilidad procesaP^^,
porque, por esa vía, las personas jurídicas cuyo prestigio o
2.a. Esta caracterización genérica no es suficiente, sin
crédito social fuese perturbado o puesto en peligro podrían
embargo, para acotar el alcance de la conducta prohibida, pues
ampararse en la LO 1/1982, accediendo al procedimiento
es obvio que no cualquier acción lesiva de la dignidad de otro
preferente y sumario propio de la tutela civil del derecho al
realiza el tipo de la injuria, sino sólo aquellas que afectan de
honor e incluso al recurso de amparo^^^ (art. 53.2. CE), mien-
modo específico el derecho al respeto comunitario en el que se
tras que la opinión contraria sólo dejaría expedita en estos
concreta el bien jurídico honor. En este contexto adquieren
casos la vía civil ordinaria (art. 1.902 C.C)^^^
significación las referencias a la fama y a la propia estimación
Pero estas razones, quizás justificadas, no parecen suficien- contenidas en el art. 208: dado que la finalidad de los delitos
tes para dar por buena la ampliación de la vía penal, sobre todo contra el honor es liberar a la persona del obstáculo que para
en un ámbito donde la intervención punitiva se discute incluso su dignidad y libertad representan los juicios negativos suscep-
en los casos de afectación del honor de las personas físicas. De tibles de originar el descrédito comunitario o de transmitirle a
hecho, el único argumento que ha conseguido sortear de modo ella misma un sentimiento de humillación y desprecio^^^,
convincente las reiteradas objeciones vinculadas al principio aquellos elementos representan los parámetros normativos
de intervención mínima es el que vincula el bien jurídico honor adecuados para circunscribir el campo de comportamientos
con aspectos personalísimos del ser humano, tales como la típicamente relevantes, de modo tal que una conducta sólo
dignidad y el libre desarrollo de la personalidad, aspectos todos resultará subsumible en el tipo de injuria si es idónea para
ellos difíciles de trasladar a los colectivos sin perder su propio influir negativamente sobre la consideración social o la propia
esencia. Esto no supone desconocer que también las personas valoración de otra persona^^^.
jurídicas necesitan unas condiciones favorables para actuar en
En consecuencia, una expresión o acción serán típicas del
libertad, entre las que se cuenta el derecho a no ver injustamen-
delito de injuria cuando por sus características objetivas, las
te mancillada su reputación social, pero nada de ello es compa-
circunstancias en las que se produce y los criterios sociales

'2y Véase al respecto, López Peregrin, 2000,137-138. Respecto al contenido del bien jurídico honor y el papel de la fama y la
^^0 Véase Disposición Transitoria Segunda de la LO 1 /1982, donde se remite a los autoestima como elementos normativos destinados a acotar el alcance del
procedimientos establecidos en la Ley de Protección Jurisdiccional de los comportamiento típico véase detenidamente supra, pp. 37 y ss.
derechos fundamentales de las personas. Véanse en este sentido, Bernal del Castillo, 1996, 1436-1437; Muñoz Llórente,
^•^^ Así, Carmona Salgado, PE, 337. 1999-1, 35.
130 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 131

imperantes, pueda considerarse adecuada para afectar la fama Si bien no está conceptualmente descartada la posibilidad
o atentar contra la propia estimación de otra persona^^"^. de lesionar el honor mediante un comportamiento omisivo^^'^
Los conceptos de fama y autoestimación adquieren así —se cita generalmente el ejemplo de quien niega el saludo a
alcance normativo^^^, integrándose a un juicio objetivo realiza- otra persona en público— la doctrina suele llamar la atención
do desde una perspectiva general y no desde las circunstancias sobre la escasa entidad que en general revisten esta clase de
fácticas del sujeto pasivo^^^. La aptitud injuriosa del comporta- conductas, circunstancia que en la práctica hará muy difícil
miento no se decide, pues, en función de la posición o conside- concederles la gravedad necesaria para dar lugar al delito de
ración social que de hecho ostenta la víctima ni tampoco en injuria del art. 208^"^*^.
atención a su mayor o menor sentimiento de propio valía, sino Por otra parte, el tercer párrafo del art. 208 viene a reconocer
atendiendo únicamente a los criterios sociales imperantes que implícitamente la existencia de dos clases de injurias: las
deciden sobre la buena o mala reputación de las personas^^^. consistentes en la imputación de hechos y las que se concretan
en juicios negativos de valor.
2.b. En cuanto a las modalidades que puede adquirir la Como se vio en su momento, esta diferencia adquiere
conducta injuriosa, la ley se refiere a acciones o expresiones, especial importancia para una eventual justificación de las
abriendo así las puertas a las injurias de palabra —verbal o injurias por aplicación del ejercicio legítimo de las libertades de
escrita— o de obra —sea a través de gestos, representaciones u expresión e información, ya que según se la sitúe en uno u otro
otro tipo de manifestaciones explícitas—^^^. grupo variarán las exigencias para predicar su licitud^'^^ En
particular, destaca el requisito de la veracidad vinculado única-
mente a los supuestos de imputación de hechos, cuya manifes-
tación legal se encuentra en la singular referencia al "conoci-
^^ El contenido objetivo que aquí se predica de las injurias no implica admitir la miento de la falsedad o temerario desprecio hacia la verdad"
existencia de expresiones o acciones en sí mismas injuriantes, pues una misma contenida en el párrafo tercero del art. 208. Según venimos
expresión puede o no adquirir contenido difamatorio en función de las sosteniendo en estas páginas, tales elementos subjetivos no
circunstancias en las que se produce —de esta opinión también Molina
Fernández, PE, 291—. Así, como ya hemos indicado, no es lo mismo llamar
hacen sino reproducir, aunque de modo inverso, una de las
alcohólico a una persona en su centro de trabajo que hacerlo en una reunión condiciones a las que se supedita la justificación de la imputa-
de alcohólicos anónimos. De ahí el papel ineludible de las circunstancias ción de hechos injuriosos por aplicación del ejercicio legítimo
fácticas en las que se produce la acción presuntamente injuriosa para determi- de la libertad de información, motivo que justifica que sólo se
nar su auténtica aptitud para afectar el honor de una persona. Pero esta
afirmación no es idéntica a la idea, muy difundida en la doctrina, según la cual
los mencione en relación a esa clase de comportamientos
el contenido injurioso de una expresión sólo puede determinarse en atención injuriosos, dejando a un lado las conductas consistentes en la
a las circunstancias del propio sujeto pasivo. Y ello porque lo relevante no es simple emisión de opiniones deshonrosas.
si la acción perjudica la consideración social táctica de la que goza el sujeto
pasivo ni su sentimiento de propia valía, sino sólo si se encuadra dentro de las
consideraciones que la sociedad en su conjunto considera relevantes para 2.C. La falsedad del hecho imputado no constituye un ele-
conceder a una persona la estima comunitaria. mento del tipo objetivo de la injuria^'^^.
335 E n u n a línea similar. Quintero Olivares/Morales Prats, C o m P E , 403-404.
336 También de este punto de vista, Muñoz Conde, PE, 271-272.
337 Y)e hecho, en esa línea apunta el propio Código penal cuando al definir las
injurias graves remite al "concepto público", como bien señala Carmona ^3'' Así, Muñoz Conde, PE, 2 7 1 ; Rodríguez Mourullo, C o m C P , 626.
Salgado, P E , 343. ^^ D e esta o p i n i ó n , Carmona Salgado, PE, 344, Molina Fernández, PE, 289.
338 ^gj'^ RodríguezMourullo, C o m C P , 626; Quintero Olivares/Morales Prats, C o m P E , ^ Véase supra, pp. 71 y ss..
401. En cambio, Carmona Salgado, PE, 344, identifica las referencias a las ^^ De otra opinión. Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993,141-143;
acciones y expresiones con las imputaciones de hechos y los juicios de valor Quintero Olivares, 1996,167,215-216; Carmona Salgado, PE, 344; López Peregrín,
respectivamente. 2000,211,256.
132 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 133

A los argumentos vinculados al bien jurídico que ya fueron tiva como la sostenida aquí, el resultado del delito de injuria ha
esgrimidos al analizar la tipicidad de la calumnia, cabe añadir de concretarse, por el contrario, en la efectiva obstaculización
aquí ciertas consideraciones de carácter sistemático que no del derecho al respeto comunitario que da contenido al bien
hacen sino corroborar la imposibilidad legal de incluir este jurídico honor, obstaculización que se producirá cuando el
elemento en el tipo de la injuria, salvo, claro está, que se quiera juicio o imputación objetivamente injuriosos lleguen al cono-
prescindir de todo el contexto normativo en el que se inserta cimiento de alguna persona en condiciones de comprenderlos,
este delito. En efecto, de admitirse la falsedad como elemento aunque no sea el sujeto pasivo.
típico de la injuria, debería quedar vedado el castigo a título de
delito consumado de quien imputa a otro un hecho deshonroso 3. Aspectos subjetivos
que resulta ser verdadero. Y ello con independencia de que en
el momento de realizar la acción el autor partiera de su falsedad Por lo que respecta al tipo subjetivo, es necesaria la concu-
—esto es, aun cuando actuase de forma inveraz—, porque aun rrencia de dolo, entendiendo por tal la conciencia del contenido
así la ausencia de un elemento del tipo objetivo tan sólo dejaría atentatorio contra el honor de la acción realizada o expresión
lugar, en su caso, para la punición por tentativa (inidónea). proferida por el sujeto activo^"^^. La ausencia de u n tipo impru-
Pero esta solución no siempre es posible en nuestro derecho dente específico elimina la posibilidad de punición de tales
positivo. Al contrario, la limitada admisión de la exceptio conductas cuando concurra un error de tipo vencible.
veritatis en las injurias (art. 210), unida a los presupuestos Conforme a la opinión más extendida^"^^, corroborada ade-
definidores de este delito (art. 208), conduce inexorablemente más —aunque no sin altibajos— en el ámbito jurisprudenciaP'*^,
a la punición a título de injuria consumada de, al menos, alguno
de aquellos supuestos, en concreto, cuando el hecho imputado,
aun siendo verdadero, no se refiera a funcionarios públicos en -''^^ También así. Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 406; Rodríguez Mourullo,
ComCP, 626; Bernal del Castillo, 1996,1438; Tasendo Calvo, 1998,145.
el ejercicio de sus cargos ni constituya falta o infracción ^^ Así los autores citados en la nota anterior.
administrativa y el autor realice la imputación de forma dolosa ^"^ Aun sin abandonar totalmente la tesis del anintus iníuriandi, el Tribunal
—con conciencia de su aptitud para lesionar el honor del sujeto Supremo ha declarado en reiteradas ocasiones que este elemento subjetivo, en
pasivo— e inveraz^"^^. Así las cosas, queda claro que la falsedad caso de ser una exigencia del tipo de la injuria, no se distingue conceptualmente
del contenido del dolo, motivo por el cual puede considerarse sencillamente
objetiva no constituye un presupuesto esencial de la pena en el superfluo. Afirma en esta línea la STS 22-4-91, RJ 1991/2927 (si bien referida
delito de injuria y, por ello, carece de sentido el intento de a un caso de calumnia): "Definido...el "animus iniuriandi" como el conoci-
incluirla como un componente de su tipicidad. miento del carácter lesivo del honor y la asunción de las consecuencias
dañosas, parece claro que, en realidad, dicho "animus" se confunde totalmen-
te con el dolo del tipo, pues quien sabe que imputa un delito obra ya con todo
2.d. Pese a la defectuosa redacción legal, el resultado típico el elemento subjetivo pues necesariamente sabe también que realiza una
no puede identificarse con el efectivo menoscabo de la fama o acción lesiva del honor de otro y si ante tal representación no inhibe la acción
propia estimación del sujeto pasivo sin con ello dar "un salto es porque asume las consecuencias dañosas para el bien jurídico". En el
mismo sentido, SSTS 3-6-88, RJ 1988/4430; 20-7-88, RJ 1988/6639. No muy
lógico" que vendría a situar el bien jurídico en el terreno distante de estos resultados se encuentra la STS 22-5-93, RJ 1993/4232, donde
estrictamente fáctico^'^'*. En el contexto de una posición norma- se reconoce que, según jurisprudencia reiterada, el animus se presume, sin
admitir prueba en contrario, cuando la expresión tiene un contenido nítida-
mente injurioso: "determinadas y concretas expresiones y actos revelan de
^^^ Los partidarios del concepto del "honor merecido" suelen explicar la puni- modo necesario la existencia de dicho ánimo, cualesquiera que puedan ser las
ción de estos supuestos por la tutela alternativa del bien jurídico intimidad, circunstancias del caso". Sin embargo, han mantenido la exigencia del animus
pero aun así han de reconocer la imposibilidad de llegar a la impunidad o, en iniuriandi y persisten en la fórmula de posible exclusión del tipo subjetivo por
su caso, a la punición por tentativa, que resultaría acorde con la inclusión de la presencia de otros ánimos contrapuestos, las SSTS21-1-88, RJ 1988/409; 16/
la falsedad en el tipo objetivo de la injuria. 3/90, RJ 1990/2537; 12-2-91, RJ 1991/1010. Con todo, estos pronunciamientos
^** En este sentido, con razón. Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 402. relativizan de modo considerable el papel del ánimo de injuriar al considerar-
T
134 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 135

no es precisa la concurrencia de ningún elemento subjetivo no punición de la conducta injuriosa a título de delito cuando
adicional, posición que permite superar la antigua tesis del concurra la veracidad subjetiva propia de aquella causa de
animus iniuriandi como elemento subjetivo específico de estas justificación, con independencia de que estén ausentes otros
figuras^^^. presupuestos de la eximente. O, dicho al revés, se trata de una
Tradicionalmente, la teoría del animus iniuriandi se utilizó expresa referencia a la inveracidad como presupuesto impres-
por la jurisprudencia para fundamentar la impunidad de cier- cindible para dotar a las injurias consistentes en la imputación
tas injurias realizadas con fines legítimos —tales como los de de hechos de la gravedad suficiente para fundamentar la
defensa o crítica política— que de lo contrario podían resultar punición del hecho como delito.
punibles por el excesivo valor concedido al honor en tiempos
pasados. Sin embargo, como bien ha señalado el Tribunal 4. La gravedad como elemento constitutivo del tipo en
Constitucional, esta situación ha variado sustancialmente con el delito de injuria
el reconocimiento del papel institucional de las libertades de
expresión e información que les concede un claro predominio Sólo son constitutivas de delito las injurias graves. Cuando
frente al derecho al honor cuando se dan las circunstancias falta esa especial entidad del atentado al honor, entra en
para avalar constitucionalmente la crítica política o, en gene- consideración la falta del art. 620.2°^''°.
ral, la expresión de opiniones que puedan resultar deshonrosas. El párrafo segundo del art. 208 remite al "concepto público"
De ahí que el alto tribunal haya considerado insuficiente la para determinar la gravedad de la injuria, atendiendo a la
teoría del animus como medio de resolución de los posibles naturaleza, efectos y circunstancias en las que se ha proferido
conflictos entre honor y libertad de expresión^''^^, decantándose, la expresión o realizado la acción. Se trata pues de un elemento
en cambio, por criterios objetivos de ponderación característi- normativo cuya concreta configuración se hace depender de las
cos del plano de la antijuridicidad. valoraciones sociales imperantes, a las que necesariamente
En otro orden de cosas, dado que la falsedad objetiva no habrá de acudir el juez con independencia de sus propias ideas
forma parte del tipo de la injuria, carecería de sentido interpre- personales sobre el contenido de la fama o la autoestima.
tar las exigencias relacionadas con la "conciencia de la falsedad Si bien es cierto que con esta fórmula el legislador ha
o temerario desprecio hacia la verdad" —párrafo tercero del depositado en buena medida la decisión sobre los límites de lo
art. 208— como referencias al dolo. Conforme a lo argumenta- prohibido y lo permitido en el campo de los delitos contra el
do en páginas anteriores, la explicación ha de buscarse más honor en manos del juzgador^^', ofreciendo tan sólo una serie
bien en el ámbito de la antijuridicidad y en directa relación con de pautas generales para orientar su decisión —naturaleza,
el concepto de veracidad exigido para justificar una lesión del efectos y circunstancias de la expresión supuestamente injurio-
honor en aplicación de la libertad de información. Según este sa—, no lo es menos que nos encontramos en un campo de muy
criterio, la mencionada fórmula vendría destinada asegurar la
•^^° En un interesante voto particular a la STC de 22-5-95, núm. 79/1995, Tomás
Vives plantea la posible inconstitucionalidad de la falta de injurias leves por
lo compatible con otros fines, tales como el de crítica o venganza, circunstancia entender que producen un efecto de desaliento en el ejercicio de la libertad de
que, en la práctica, viene a reducir la función que incialmente se concedió a expresión difícilmente compatible con el extenso campo de seguridad que
este elemento subjetivo en el tipo de los delitos contra el honor. Sobre las requiere este derecho para desplegar de modo pleno su papel institucional en
antiguas teorías de losanimus y sus correspondientes funciones compensadoras el Estado democrático. Por eso, este autor propone en otro lugar la interpre-
véase Bajo Fernández, 1989, 88-92. tación de las injurias leves como un supuesto específico de vejación injusta no
•''*^ Mantiene, sin embargo, esta exigencia subjetiva adicional, Muñoz Conde, PE, vinculado al honor sino, en términos más genéricos, a la integridad moral —
272, si bien la considera compatible con el dolo eventual en el caso de las véase Vives Antón, PE, 319.
injurias consistentes en la imputación de hechos. ^^^ Se manifiestan muy críticos al respecto. Quintero Olivares/ Morales Prats,
'^49 Así expresamente STC 8-6-88, núm. 107/1988. ComPE, 405-406.
136 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 137

difícil deslinde teórico previo, lo que hace casi imposible Particular interés ha despertado tradicionalmente la cues-
imaginar alguna fórmula más precisa para definir de modo tión de si cabe justificar una injuria a través de la causa de
general la gravedad de las injurias. En todo caso, no ha de justificación de legítima defensa^'^^. En especial, el tema se
despreciarse la referencia explícita al "concepto público", pues plantea en relación a los supuestos de retorsión, esto es, cuando
con ella se cierran las puertas, como queda dicho, a la introduc- alguien responde a un atentado al honor (injuria o calumnia)
ción de consideraciones puramente personales del juzgador, con otras expresiones o acciones igualmente deshonrosas-^^^.
quien deberá decidir atendiendo de forma exclusiva a los La opinión unánime se inclina por no aceptar la justificación en
criterios sociales imperantes y dejando a un lado sus ideas estos supuesto por ausencia de uno de los elementos básicos de
sobre lo que es o no gravemente afrentoso si éstas se apartan de la legítima defensa: la actualidad de la agresión. Dado que la
las valoraciones comunitarias más extendidas. retorsión es u n a respuesta a u n a calumnia o injuria ya realiza-
Toda acción o expresión injuriosa para resultar subsumible das estaríamos sencillamente ante un caso de venganza no
en el tipo del art. 208 ha de superar este juicio genérico de susceptible de amparo por el Derecho penal. Sin embargo, ello
gravedad centrado en las valoraciones sociales imperantes. no ha impedido que se proponga la atenuación de la pena en
Ello significa que también las injurias consistentes en la tales casos, bien sea por la más que posible concurrencia de un
imputación de hechos han de pasar este primer filtro normati- arrebato u obcecación (art. 21.3''')^^'*; por criterios vinculados a
vo, pudiéndose excluir sin más del tipo penal si por su natura- una menor exigibilidad de la conducta; o, en fin, por una
leza, efectos o circunstancias no se presentan adecuadas para reducción del merecimiento de tutela penal para quien ha dado
afectar de modo especialmente significativo la fama o autoestima lugar a la injuria por una conducta previa de características
de las personas. Si, por el contrario, tales injurias superan ese semejantes^^^.
inicial juicio de gravedad, la ley aún supedita su consideración
como delito a una ulterior exigencia subjetiva, en concreto, al
"conocimiento de la falsedad o temerario desprecio hacia la
verdad". ^^^ Esta cuestión no es idéntica a la pregunta sobre la posibilidad de defender el
Como ya se ha expresado en otra parte de este trabajo, con honor amparándose en aquella causa de justificación, cuestión a la que se
viene contestado de modo afirmativo desde la superación jurisprudencial de
tal exigencia el legislador viene a reconoce una importante la antigua teoría que identificaba la "agresión" con un acometimiento físico.
disminución de la gravedad de lo injusto cuando la imputación Véanse Berdugo, 1987, 35-37; Bajo Fernández, 1989, 86, con referencias
de hechos atentatoria contra el honor se realiza de forma veraz, jurisprudenciales.
aunque no concurran los restantes presupuestos para justificar 353 £j^ realidad, como bien afirma Berdugo, 1987,41, la discusión sobre el alcance
de la legítima de defensa en los delitos contra el honor suele centrarse en la
la conducta por aplicación del ejercicio legítimo de la libertad retorsión porque es muy difícil imaginar otros casos en los que sea preciso
de informar. O, dicho al revés, nuestro legislador ha considera- proferir una injuria para repeler la agresión a otra clase de bienes jurídicos
do que una injuria consistente en la imputación de hechos distintos del propio honor.
únicamente adquiere la gravedad suficiente para dar lugar a un 354 A s í , Berdugo, 1987, 38; Carmona Salgado, P E , 340; Molina Fernández, 296. S e
delito cuando se realiza de forma inveraz, relegándose los decanta por el trastorno mental transitorio, como eximente completa o incom-
pleta. Vives Antón, PE, 317.
demás supuestos, en su caso, al ámbito de la falta del art. 620.2". 355 Así STS 12-2-91, RJ 1991/1010: "es lógico que la persona que resulte ofendida
por un delito de injurias por haber dado lugar a ellas mediante actos censu-
rables aunque no punibles, no deba gozar de la misma protección del Derecho
II. LA ANTIJURIDICIDAD que quienes se comportan con exquisita corrección y sin embargo son injuria-
dos sin causa que lo justifique". En la misma línea, SSTS 27-9-78, RJ 1978/2852;
En el plano de la antijuridicidad valen aquí cuantas conside- 23-12-89, RJ 1989/9769. El Tribunal no explica, sin embargo, cuál es el
raciones se han hecho sobre las causas de justificación aplica- principio jurídico que permite fundamentar la atenuación de una sanción
penal por la concurrencia de una conducta previa éticamente reprobable de
bles al delito de calumnia. la víctima del delito.
138 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 139

III. F O R M A S D E APARICIÓN: R E M I S I Ó N eirá si alguien acusa a otro falsamente ante un funcionario


judicial o administrativo competente de la comisión de una
En materia de iter criminis y autoría y participación, las falta (art. 456.1.3°CP). Por razones de p u r a coherencia
injurias no presentan particularidades respecto de lo ya estu- argumental, la solución no puede ser otra que la propuesta
diado para el delito de calumnia, a cuyo análisis se remite. respecto de la calumnia: concurso de leyes por especialidad a
favor de la acusación y denuncia falsas. El orden de prelación
de los principios del concurso de leyes contenido en el art. 8 CP
IV. C O N C U R S O S no permite sustituir esta solución por el criterio de la
alternatividad, aun cuando es cierto que la pena resultante de
En cuanto a los eventuales supuestos de concurso, la juris-
la aplicación de la especialidad acaba por beneficiar al autor del
prudencia ha admitido el concurso ideal de delitos^^^ cuando
hecho más grave —atentado al honor más innecesaria puesta
de una única expresión o imputación injuriosa se deriva la
en funcionamiento de la Administración de Justicia—, pues el
lesión del honor de más de una persona^^^. La solución es
art. 456 sólo prevé en estos casos la pena de multa de tres a seis
correcta si se tiene en cuenta el carácter eminentemente perso-
meses frente a la multa de seis a catorce meses o incluso la más
nal del bien jurídico que no puede sino conducir a tantos delitos
leve de tres a siete, en el caso menos grave de injuria^^^
de injuria como personas resulten afectadas en su honor^^^.
Dadas las claras diferencias propuestas en este trabajo entre
Por lo demás, no hay inconveniente en aplicar las reglas del
los bienes jurídicos honor e intimidad, no encuentro obstáculos
delito continuado (art. 74 CP)^^^ cuando se viertan varias
para aplicar el concurso de delitos cuando con una acción se
injurias en u n mismo contexto o en ejecución de u n plan
produzca la lesión de ambos bienes jurídicos, como podría ser
preconcebido, como sería el caso de quien realiza una campaña
el caso de quien hace pública la condición de homosexual o de
de desprestigio contra una persona en la prensa o de quien
portador del virus del SIDA de otra persona a la que ha tenido
aprovecha diversos plenos municipales para acusar a otro
acceso por alguno de los medios ilícitos contemplados en los
reiteradamente de una misma clase de hechos ética o jurídica-
delitos de descubrimiento y revelación de secretos (arts. 197 y
mente reprobables^^^. SS. CP)362_
Al igual que la calumnia, también la injuria puede confluir
con la acusación y denuncia falsas, circunstancia que se produ-
V. P E N A L I D A D . LAS INJURIAS H E C H A S C O N
356 STS 4-3-86, RJ 1986/1110, si bien el supuesto de hecho es ciertamente discu- PUBLICIDAD
tible: la imputación a una mujer casada de la condición de adúltera o de
dedicarse a la prostitución se consideró lesiva del honor de la propia mujer y Al igual que en la calumnia, la mayor o menor respuesta
de su marido. punitiva en las injurias se hace depender de la eficacia difusora
357 Este tipo de injurias, consistentes en imputar un hecho o dirigir una expresión del medio utilizado para realizarla, aumentándose la pena
deshonrosa contra una persona con la intención de que llegue igualmente a cuando "se propaguen por medio de la imprenta, la radiodifu-
otras son conocidas en la doctrina como injurias indirectas. Véase Molina
Fernández, PE, 298.
35« Admite el concurso de delitos en los casos de injurias dirigidas contra una
persona jurídica que trasciende también a sus miembros, López Peregnn, 2000, ndí Llama la atención sobre este defecto punitivo, decantándose por ello a favor
250. de la alternatividad, Molina Fernández, PE, 298-299.
35'* La jurisprudencia acude habitualmente al delito continuado amparándose en 3^2 Obviamente no admiten esta solución quienes parten del concepto de "honor
la potestad que a tal fin le concede el art. 74.3 CP. merecido", pues, para estos autores, la verdad del hecho imputado, por muy
360 Véase STS 14-6-97, RJ 1997/4723: Alcalde que en diversos plenos municipales deshonroso que sea, elimina de antemano la posibilidad de afectar el honor de
acusó al Secretario del Ayuntamiento de ciertas irregularidades en su gestión la persona ofendida. En concreto, respecto a la cuestión concursal aquí
pública. planteada, véase en esa línea restrictiva, López Peregnn, 2000, 251.
140 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 141

sión O por cualquier otro medio de eficacia semejante" —art. doctrinales. Entre los más críticos se cuentan los partidarios de
211—. incluir la falsedad en el tipo objetivo de las injurias, para
Como ya se indicó al comentar el art. 206, el fundamento de quienes, como es lógico, resultaría sin más ilegítimo impedir la
esta agravación se encuentra en la profundización de la lesión prueba de un elemento fundamentador de lo injusto. Es más,
del honor que va unida al conocimiento de la expresión o dado que el objeto de la injuria —por regla general— no se
imputación injuriosa por un número amplio e indeterminado vincula a hechos delictivos, ni siquiera se justificaría aquí una
de personas, conocimiento que aumenta de forma notable las inversión de la carga de la prueba destinada a preservar la
posibilidades de sufrir el desprecio o descrédito comunitario presunción de inocencia del querellante, motivo por el cual se
con la consiguiente restricción de la libertad de decidir libre- propone imponer a éste el deber de probar la concurrencia de
mente sobre las propias opciones vitales. todos los elementos del tipo, incluida la falta de verdad —o
La pena es únicamente de multa^^^, oscilando de seis a falsedad— del hecho imputado. Por vía interpretativa se inten-
catorce meses cuando la injuria se propaga con publicidad y ta eliminar así toda virtualidad práctica a las restricciones del
entre tres y siete meses en los demás casos^^'*. art. 210, convirtiendo a la exceptio veritatis en una institución
Como bien se ha señalado en la doctrina^^^, el legislador superflua^^^. Otros autores, en cambio, aun sin compartir sus
incurre aquí en una inconsecuencia al superponer una parte del resultados, encuentran explicación a los límites de la prueba de
tramo de la pena del tipo básico con la del agravado, en la verdad por la necesidad de preservar la intimidad del sujeto
concreto, el tramo que va de los seis a los siete meses de multa pasivo que podría verse perturbada si se permitiera probar en
puede imponerse tanto para las injurias difundidas con publi- juicio la veracidad de hechos deshonrosos atinentes a su vida
cidad como para el resto, creándose así un campo de penalidad privada^^^.
común a las dos formas de aparición de las injurias difícilmente En mi opinión, ninguna de las dos vías resulta convincente.
explicable desde el punto de vista del contenido de injusto de La primera, porque prescinde sin más de un precepto del
unas y otras. Código penal que, atendiendo a su larga tradición en nuestro
ordenamiento punitivo, difícilmente puede considerarse fruto
de una distracción del legislador. El problema es más bien el
VI. LA EXCEPTIO VERITATIS E N EL D E L I T O D E contrario: la presencia de un precepto limitador de la prueba de
INJURIA: R E S T R I C C I O N E S LEGALES la verdad habla claramente en contra de incluir la falsedad en
el tipo objetivo de las injurias y se convierte así en un serio
1. La naturaleza de la prueba de la verdad inconveniente para mantener la tesis del llamado "honor mere-
cido" en nuestro derecho positivo. En cuanto a la segunda
Las restricciones impuesta por la ley a la exceptio veritatis en
alternativa, en el fondo peca del mismo defecto: se ve obligada
las injurias h a n dado lugar a distintas interpretaciones
a explicar las restricciones de la exceptio mediante el recurso a
otro bien jurídico —la intimidad— porque da por supuesta la
^^ Si bien no ha de descartarse la aplicación añadida de la inhabilitación especial
imposibilidad de lesionar el honor a través de la imputación de
cuando el hecho se realice mediante precio, recompensa o promesa, como se un hecho verdadero. Si esta posibilidad se admite, en cambio
verá al analizar el art. 213 CP. —como aquí hemos sostenido—, nada tendrá de particular que
^*''* El Código penal anterior (art. 459) contemplaba una pena privativa de libertad
(arresto mayor) —impuesta de forma alternativa al destierro y, en todo caso,
conjunta con la multa— para los supuestos de injurias difundidas con publi-
cidad. El legislador de 1995 ha eliminado de forma definitiva la privación de ^^ En los resultados coinciden en este punto de vista, Carmona Salgado, PE, 333-
libertad para este delito asumiendo así las críticas de que había sido objeto la 334; Rodríguez Mourullo, ComCP, 631; López Peregrín, 2000, 215-217.
legislación previa por imponer tales sanciones a los delitos de expresión. ^^"^ Así, Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 408; Bacigalupo, 2000,20; Tasendo
365 Véase Queralt, PE, 245. Calvo, 1998, 320-321.
142 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 143

se restrija la prueba de la verdad cuando se está protegiendo el La exceptio veritatis se presenta así, igual que en la calumnia,
honor. Al revés, habrá que buscar otras razones capaces de como una causa objetiva de exclusión de la punibilidad total-
justificar la renuncia a la pena en casos donde este bien jurídico mente independiente del contenido de injusto y culpabilidad de
de hecho resulta afectado. la conducta injuriosa^^'^.
El restringido alcance de la exceptio veritatis en la injuria
encuentra su razón de ser en su propia naturaleza residual, 2. Alcance del art. 210 CP
ajena ai conflicto entre honor y libertad de información y sólo
explicable por motivos excepcionales de interés piiblico. Ha de El alcance de la eximente no es fácil de dilucidar. Lo único
tenerse en cuenta, en efecto, que, tal como se adelantó en la claro es su inaplicación a las injurias consistentes enjuicies de
calumnia^^^, \diexceptio no es la vía elegida por el Derecho penal valor, pues el propio objeto de esta clase de comportamientos
para reconoce el ámbito de supremacía de la libertad de injuriosos las sitúa al margen de una posible prueba de veraci-
información sobre el honor. Este conflicto se resuelve en el dad. Queda claro, pues, que la exceptio sólo entra en considera-
plano de la antijuridicidad y en atención a una serie de exigen- ción en el supuesto de imputación de hechos. Pero superado
cias —entre las que no se cuenta la verdad objetiva del hecho este primer aspecto, la cuestión se complica por la defectuosa
imputado— que, de concurrir, conducen sin más a la licitud de redacción del precepto. En efecto, si nos atenemos a una
la conducta por aplicación de la causa de justificación de perspectiva estrictamente gramatical, aparentemente sólo que-
ejercicio legítimo de un derecho. 'Ldicxceptio veritatis sólo entra darían abarcadas por el art. 210 las injurias dirigidas contra los
en consideración, en consecuencia, frente a conductas injurio- funcionarios públicos, sea por hechos concernientes al ejerci-
sas no justificadas. De ahí la explicación de su alcance limitado, cio de sus funciones o por la comisión de infracciones adminis-
pues se trata de supuestos excepcionales de renuncia a la pena trativas o faltas penales^^^
fundados en el especial interés público que suscitan los hechos
implicados en el atentado al honor, un interés que resulta
indiscutible cuando los datos afectan a la actividad institucional
de los funcionarios públicos o pueden revelar la infracción de 370 Por eso no comparto la crítica de Tasendo Calvo —1998,322-323— al art. 210 por
no admitir la prueba de la verdad en todos los casos donde los hechos
normas penales o administrativas^^^.
imputados se refieran a personajes públicos y no sólo cuando se trate de
funcionarios, limitación que, a su entender, entraría en contradicción con los
presupuestos establecidos por el Tribunal Constitucional para dar preferen-
cia a la libertad de información. En realidad, si el hecho imputado se refiere a
una persona de relevancia pública —sea o no funcionarla— y, además, se
^^^ En mi opinión, carecería de sentido buscar explicaciones distintas para la cumple con el requisito de la veracidad subjetiva, la conducta resultará
exceptio veritatis en la calumnia y en la injuria, pues, al tratarse de figuras impune por aplicación de la causa de justificación de ejercicio legítimo de un
dependientes entre sí y no de tipos autónomos, resultaría muy forzado derecho, sin que la restricción del art. 210 influya en nada sobre ese efecto
conceder sentidos distintos a una misma institución presente en ambas. despenalizador. Este último precepto, en cambio, entrará en consideración
^''^ De otra opinión Bernal del Castillo, 1996,1439, para quien la exceptio veritatis es precisamente ahí donde falten alguno de los presupuestos de la causa de
una institución arcaica que el legislador de 1995 podía haber sustituido por un justificación, es decir, cuando la conducta quede al margen de la libertad de
precepto expreso donde se establecieran las condiciones de legitimidad del información y suponga, por ello, una intromisión ilegítima en el derecho al
ejercicio de las libertades de expresión e información. A mi modo de ver, se honor. Por eso se justifica que ya en este contexto de clara iUcitud, el Derecho
trata de dos cuestiones diferentes que no se excluyen entre sí; ios derechos de penal restrinja la renuncia a la pena sólo a casos excepcionales donde la
expresión e información —con o sin norma expresa— actúan en el ámbito de naturaleza del hecho imputado habla a las claras de un interés comunitario
las causas de justificación, excluyendo la ilicitud de la injuria. La exceptio necesitado de atención, como es el caso, desde luego, de los comportamientos
veritatis, en cambio, juega un papel suplementario, cuya razón de ser se de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos, pero no así de los
encuentra en intereses públicos independientes de aquellas libertades que hechos concernientes a cualquier persona con relevancia social.
pueden fundamentar una renuncia a la sanción punitiva en determinados •'^^ Esta posición restrictiva la mantienen Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE,
supuestos de atentados no justificados al honor. 409-410.
144 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 145

Sin embargo, esta interpretación profundamente restricti- dirigidas contra funcionarios públicos por hechos concernien-
va, fruto de una redacción por demás desafortunada, parece tes al ejercicio de sus cargos —sean o no ilícitos— y, segundo,
poco compatible con el sentido y finalidad de la exceptio a la imputación de faltas penales o infracciones administrati-
veritatis al tiempo que introduce un sesgo discriminatorio para vos cometidas por cualquier persona, sea o no funcionario.
los funcionarios públicos de difícil justificación. No se entien- Esta interpretación no desborda el texto en tanto se mantie-
de, en efecto, por qué tiene relevancia pública una falta o ne dentro de los supuestos expresamente mencionados en la
infracción administrativa cometida por un funcionario público ley^^^, si bien no se me escapa que supone forzar hasta cierto
fuera del ámbito del ejercicio de su cargo y no así la realización punto la redacción legal. Pero ello es el resultado de dar
de ese mismo hecho por un particular. ¿Qué puede tener de preferencia a la interpretación teleológica por encima de la
especial, por ejemplo, el maltrato a un animal o una infracción estrictamente gramatical en un contexto donde no está en
de tráfico cometida por un funcionario fuera del campo de sus peligro el principio de legalidad ya que se trata de conceder a
funciones para justificar una mayor desprotección de su dere- u n a causa de exclusión de la pena el alcance más amplio que
cho al honor? Desde luego la única especialidad puede provenir permite el texto legal. Las interpretaciones favorables a un
de la posible vinculación de esas infracciones con el ejercicio de mayor campo de impunidad permanecen ajenas al sentido
la función pública, pues ello justifica plenamente el interés del garantístico del principio de legalidad y, por ello, no pueden
Estado en perseguir a sus responsables. Pero esos supuestos considerarse vedadas en Derecho penal.
están captados ya en el primer grupo de casos mencionados por
el art. 210 —hechos concernientes al ejercicio del cargo de un
funcionario público—, por lo que no pueden ser el motivo de la
mención expresa de las faltas e infracciones administrativas
que a continuación se incluye.
Una explicación coherente de estos últimos supuestos re-
quiere, pues, su independización respecto de los actos cometi-
dos por funcionarios públicos, explicación que a mi modo de
ver ha de buscarse en razones semejantes a las aludidas en
relación a la calumnia, esto es, en el legítimo interés del Estado
por conocer la comisión de hechos ilícitos de naturaleza penal
o administrativa —sea quien fuere su autor— con el fin de
proceder a su persecución y eventual castigo^^^.
Por todos estos motivos entiendo que la prueba de la verdad
en las injurias consistentes en la imputación de hechos —
cuando no resulten justificadas por el ejercicio legítimo de la
libertad de información— ha de extenderse de modo indepen-
diente a dos supuestos: en primer lugar, a las imputaciones

No se me escapa la dificultad de ajustar este fundamento en los casos de


imputación de faltas perseguibles únicamente a instancia de parte, pero aun
así se trata en todo caso de ilícitos penales que, en esa condición, no quedan Distinto sería el caso si se pretendiera ampliar la prueba de la verdad a casos
al margen del interés general, superando así la esfera de estricta intimidad de no mencionados en la ley, por ejemplo, a infracciones de naturaleza civil o
su autor. mercantil.
CUARTA PARTE
ASPECTOS COMUNES A LAS INJURIAS
Y CALUMNIAS
I. C U E S T I O N E S R E L A T I V A S A LA P E N A L I D A D

1. La circunstancia agravante deprecio, recompensa o


promesa
En materia de penalidad, adquiere importancia, ante todo,
la agravante específica contemplada en el art. 213 para los
casos en los que la calumnia o la injuria fueren cometidas
mediante precio, recompensa o promesa. El incremento puni-
tivo se concreta en la imposición —obligatoria— de la inhabi-
litación especial para empleo o cargo público (art. 42 CP),
profesión, oficio, industria o comercio o cualquier otro derecho
(art. 45 CP) por tiempo de seis meses a dos años.
Si bien el legislador renunció a concretar el círculo de
destinatarios de la agravante en los profesionales de la informa-
ción^^^, no es difícil de descubrir tras ella el interés primordial
por evitar el ejercicio de la profesión periodística por personas
inescrupulosas propensas a difundir hechos lesivos del honor
por motivos puramente económicos^^^.
Sin embargo, al no haberse reflejado esa finalidad de modo
específico en la ley y resultando la agravación de imposición
obligatoria, los Tribunales deberán aplicarla igualmente a
quienes sólo de modo ocasional, y sin relación alguna con el
ámbito periodístico, se presten a difundir un hecho deshonroso
a cambio de un beneficio económico. Tal posibilidad crea el
problema adicional de decidir cuál ha de ser el contenido de la
inhabilitación en semejantes circunstancias pues, como bien se
ha señalado en la doctrina, carecería de sentido privar al autor

Sí contemplaban esta limitación el Anteproyecto de 1992 (art. 209) y el


Proyecto del mismo año (art. 214.1), este último reservando la inhabilitación
para los periodistas reincidentes.
Querait, PE, 251, habla de "falta de valor" del legislador para crear la figura del
libelo aplicable a los periodistas que utilizan la pluma "como arma".
148 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 149

del ejercicio de una profesión completamente ajena al sistema reconoce ante la autoridad judicial la falsedad o falta de certeza
de flujo de noticias en el ámbito social-^^^. De ahí la propuesta de las imputaciones.
generalizada de optar por una interpretación restrictiva del art. El propio contenido de la retractación deja claro que en el
213 que en todo caso limite la inhabilitación a aquellas profe- caso de las injurias la atenuante sólo será aplicable cuando se
siones directamente relacionadas con el delito cometido^^''. trate de imputación de hechos y no así respecto a los juicios de
Por lo demás, la agravante sólo podrá aplicarse si la injuria valor, pues estos últimos, por su propia naturaleza, son ajenos
o calumnia se difunden a causa de una ventaja económica a las ideas de verdad o falsedad en los que se concreta la
concreta y específicamente destinada a ese fin, sin que sea rectificación del acusado^^^.
posible extender el concepto de actuación "por precio" al Y ciertamente no está mal que así sea, ya que el fundamento
profesional que sólo recibe a cambio su sueldo o remuneración de este privilegio punitivo no puede encontrarse sino en razo-
habituales^^^. nes vinculadas a una menor necesidad de pena derivada de la
Pese a la desconfianza generalizada con la que se ha recibido parcial reparación del efecto lesivo del honor que se produce
esta pena adicional, no han faltado voces en la doctrina dis- cuando quien ha imputado a otro un hecho injurioso lo recono-
puestas a justificar su presencia como un modo de forzar la ce falto de verdad. Es decir, por motivos vinculados a la
retractación por parte del acusado de calumnia o injuria^^^, punibilidad del delito como es propio de una causa de atenua-
sistema que funcionaría debido a la posibilidad que el art. 214 ción de la pena relacionada con hechos ocurridos con posterio-
concede al juez de prescindir de la pena de inhabilitación ridad a la consumación del hecho delictivo.
cuando el autor reconoce la falsedad o inveracidad del hecho A diferencia de la atenuante genérica del art. 21.5'', el art. 214
deshonroso que imputó a la víctima. no prevé ningún límite temporal para dar relevancia a la
retractación^^ S lo que permite extender su aplicabilidad hasta
2. La retractación como atenuante el momento en el que recaiga sentencia firme, incluido, pues,
el trámite de apelación^^^.
En sentido inverso, el art. 214 prevé una atenuación obliga-
Una vez ocurrida la retractación, el Juez ha de entregar
toria de la pena —que se impondrá en el grado inmediatamente
testimonio al ofendido, quien puede solicitar una difusión
inferior—, además de la eliminación facultativa de la inhabili-
semejante a la que tuvo la calumnia o injuria —publicación en
tación especial contemplada en el art. 213, en los casos de
idéntico medio y espacio—. Esta previsión legal resulta de
retractación, esto es, cuando el acusado de calumnia o injuria
especial importancia para hacer efectivo el fin reparador de la
atenuante, ya que sólo así es posible atemperar los efectos
negativos que siempre lleva consigo la atribución de un hecho
^^*' En este sentido explican Quintero Olivares/ Morales Prats, ComPE, 413, que deshonroso a través de medios que permiten su rápida y
carecería de sentido, por ejemplo, privar a un médico o a un profesor de extensa difusión pública.
universidad que ocasionalmente se hayan prestado a realizar semejantes
conductas de su derecho a ejercer sus respectivas profesiones.
''^^ Así, entre otros. Rodríguez Mourullo, ComCP, 637; Quintero Olivares/Morales
Prats, ComPE, 413. También el Consejo General del Poder Judicial, en su
Informe al Anteproyecto del Código Penal de 1992,191, se mostró muy cauto
a la hora de admitir la pena de inhabilitación en estos delitos, proponiendo la
búsqueda de fórmulas capaces de limitarla a los supuestos donde la separa-
ción del oficio periodístico apareciera como "una medida de tutela para la •^^° En este sentido. Rodríguez Mourullo, ComCP, 638.
profesión misma y de la propia libertad de expresión". ^**i Aunque ciertamente cabe inferir que se trata de la fase de procedimiento
^^*^ De esta opinión, con razón, Queralt, 251; Rodríguez Mourullo, ComCP, 636; judicial, pues sólo así se comprende la referencia al "acusado" de un delito
Molina Fernández, PE, 300. contra el honor.
^^"^ En este sentido, Carbonell Mateu, 1995, 38. ^^^ Así, Queralt, PE, 252; Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 413.
150 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 151

II. A L G U N A S P R E C I S I O N E S E N MATERIA D E hacer posible el derecho de opción entre la vía penal o civiP^"^,
R E S P O N S A B I L I D A D CIVIL eliminando así cualquier prioridad de la primera y dando
mayor libertad a la víctima de la lesión del honor para seleccio-
En materia de responsabilidad civil, el art. 212 impone la nar el camino que considere más oportuno^^^.
responsabilidad solidaria a la persona física o jurídica propie- En todo caso, en la determinación de la responsabilidad civil
taria del medio informativo a través del cual se hayan propaga- derivada de los delitos contra el honor rigen los criterios
do las calumnias o injurias realizadas con publicidad, apartán- establecidos por la LO 1/1982, de 5 de mayo^^^.
dose así del principio general que en casos similares sólo prevé
En una primera etapa, se discutió la conveniencia de aplicar
la responsabilidad subsidiaria de los titulares del medio perio-
en la vía penal los criterios reparadores del derecho civil debido
dístico (art. 120.2" CP)
a la inicial tendencia jurisprudencial a introducir en este
El precepto no ha encontrado una buena acogida en la ámbito los llamados "punitive damages", consistentes en una
doctrina penal en tanto persigue una finalidad alejada de la indemnización económica muy superior a los daños y perjui-
razón de ser del sistema punitivo y mucho más emparentada cios reales^^^, destinada a evitar el cálculo de gastos-beneficios
con las reclamaciones propias de la vía civil, cual es la de por parte de las empresas periodísticas a la hora de publicar
asegurar al afectado el cobro rápido de la indemnización, alguna información lesiva del honor^^^. Sin embargo, con el
facilitándole los trámites al poder dirigirse directamente con- transcurso del tiempo el Tribunal Supremo ha venido a ajustar
tra el titular del medio de comunicación^*^^. las indemnizaciones al daño moraP^^ efectivamente acaecido,
La solución del art. 212 es especialmente discutible a la vista eliminando así el riesgo de doble punición que representaban
de las amplias posibilidades que la actual legislación concede aquellas tendencias iniciales^^^.
al afectado por una injuria o calumnia para acudir directamen-
te a la vía civil cuando su principal interés se centre en la
reparación económica. De hecho, la Disposición Final 4^ de la
LO 10/1995, del Código penal, expresamente modificó el art. ^^^ El art. 1.2 de la LO 1 /1982, de 5 de mayo, en su redacción modificada, dispone
1.2 de la LO 1/1982 de protección civil del honor con el fin de que "el carácter delictivo de la intromisión no impedirá el recurso al procedi-
miento de tutela judicial previsto en el artículo 9 de esta Ley".
385 Y)e esta manera la ley viene a dejar claro que entre el ámbito civil y penal no
•^^^ Así Quintero Olivares/Morales Prats, ComPE, 412; Rodríguez Mourullo, ComCP, existe ninguna cuestión prejudicial, como bien ha señalado Muñoz Conde, PE,
635-636. Cobo del Rosal, Curso de Derecho Penal Español, II, Madrid, 1997,1056, 270. Ya antes de la modificación indicada, un sector doctrinal había buscado
se muestra especialmente crítico con esta medida por entender que con ella se argumentos para alcanzar estos mismos resultados. Véanse, en esta línea.
introduce en el ámbito penal la culpa in vigilando, que puede poner en serios Cardenal Murillo/ Serrano González de Murillo, 1993, 49-50.
aprietos a los medios de comunicación al obligarles a vigilar de modo 386 ^gj' JQ establece el art. 1.2. de la citada Ley Orgánica.
especialmente severo el cumplimiento de los requisitos y condiciones de las -'**'' La base legal para introducir estos daños se buscó en el art. 9.3 de la LO 1 /1982,
libertades de expresión e información en cada una de las opiniones y noticias uno de cuyos criterios para fijar la indemnización se sitúa en "elbeneficio que
divulgadas a través de su empresa. La STC 12-11-90, núm. 171/1990, precisa- haya obtenido el causante de la lesión como consecuencia de la misma".
mente sobre la base de la culpa in eligendo o in vigilando, ha declarado ^^^ Esta especie de sanción punitiva de naturaleza civil, originaria del derecho
compatible con la Constitución el principio de responsabilidad civil solidaria, anglosajón, pretende evitar que las empresas periodísticas puedan contem-
por entender que "el director tiene derecho de veto sobre el contenido de todos plar las reparaciones pecuniarias por atentados al honor como un costo más,
los originales del periódico..., sin que ese derecho sea identificable con el calculando si a pesar de ello les favorece seguir adelante con la difusión de la
concepto de censura previa —prohibida por el art. 20.2 de la Constitución— calumnia o injuria teniendo en cuenta los beneficios que son de esperar. Véase
, y ello hace evidente que exigirle responsabilidad civil por las lesiones que al respecto, Asúa Batarrita, 1989, 37-40, quien se muestra muy crítica con la
puedan derivarse de las informaciones publicadas en el periódico que dirige introducción de estos criterios en el ámbito penal por constituir una segunda
en nada vulnera el derecho de libre información, puesto que este derecho pena difícilmente compatible con los principios del ordenamiento punitivo.
también se ejercita desde la dirección del medio periodístico y, por tanto, 38'* Véase Puntalean, 1996,1690-1691.
puede imponérsele la reparación de daños que su ejercicio incorrecto o '^'^ Con todo, las indemnizaciones establecidas por vía civil siguen siendo muy
abusivo ocasione a terceros". elevadas y en muchos casos se convierten en un auténtico negocio no ya sólo
152 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 153

La reparación del daño incluye, en todo caso, la publicación 2. El número 2 del art. 215 mantiene el tradicional requisito
o divulgación de la sentencia condenatoria a costa del condena- de la previa licencia del Juez o Tribunal que haya conocido en
do. El Juez o Tribunal ha de decidir, tras oír a las partes, sobre la causa para deducir acción por calumnias o injurias vertidas
el tiempo y la forma más adecuados para realizar dicha publi- en juicio.
cación (art. 216). Si bien este precepto ha sido objeto de algunos reparos por
suponer un obstáculo para el ejercicio del derecho a la tutela
III. LAS C O N D I C I O N E S D E P R O C E D I B I L I D A D judicial efectiva, al tiempo que vendría a cercenar la defensa de
un principio tan básico como la propia dignidad personaP^^, lo
1. En cuanto a las condiciones de procedibilidad, el art. cierto es que el Tribunal Constitucional, en su Sentencia 100/
215.1 mantiene la naturaleza de delitos privados de las injurias 1987, le ha concedido legitimidad por la necesidad de compa-
y calumnias, exigiendo querella de la persona ofendida o de su tibilizar aquellos derechos —sin duda merecedores de la máxi-
representante legal. Esta exigencia sólo se suaviza, haciendo ma atención— con la garantía del derecho de defensa de quien
suficiente la denuncia, cuando el atentado al honor afecte a se ve inmerso en un proceso judicial. En palabras del alto
funcionarios públicos, autoridad o agentes de ésta por hechos Tribunal, se trata de "proteger a quienes han comparecido en
concernientes al ejercicio de sus funciones. La doctrina se ha un proceso frente a los perjuicios que una causa penal pudiera
preguntado a quién corresponde interponer la denuncia en originarles como consecuencia de las manifestaciones realiza-
estos casos, habiéndose respondido, a mi modo de ver con das o expresiones vertidas en el mismo en defensa de sus
razón, que tal facultad no puede sino concederse al propio intereses y pretensiones". Con todo, el propio Tribunal y la
funcionario ofendido en su honor, única solución compatible doctrina especializada dejan claro que la facultad del Juez para
con la naturaleza estrictamente personalista que aquí se ha impedir la querella por atentados al honor ocurridos en juicio
otorgado a este bien jurídico^^'. se limita a los casos en que ello sea imprescindible para
Ha suscitado ciertas dudas la subsistencia, al menos formal, garantizar la defensa de las partes en el proceso, sin que le
del art. 4" de la Ley 62/1978 de Protección Jurisdiccional de los incumba prejuzgar sobre el contenido injurioso o no de las
Derechos Fundamentales de la Persona, donde se admite la expresiones objeto de polémica^^'*.
sola denuncia, sin necesidad de acto de conciliación, para los
casos de injurias o calumnias cometidas a través de medios de
comunicación. La mayoría de la doctrina se ha inclinado, sin IV. LA E X T I N C I Ó N D E LA R E S P O N S A B I L I D A D
embargo, por considerar tácitamente derogada esta cláusula CRIMINAL
tras la entrada en vigor del Código Penal de 1995^^^.
1. El art. 215.3 mantiene la relevancia del perdón del ofen-
dido o de su representante legal, si bien en este último caso se
para el difamador sino para el propio difamado. No en vano asistimos en la
actualidad a un auténtico negocio de la venta de escándalos a través de los deja abierta la posibilidad judicial de rechazar el perdón dado
medios de comunicación. Para evitar tales despropósitos Pantaleón —1996, por el representante del menor o incapaz y ordenar la continua-
1691—, ha propuesto una interesante fórmula destinada a evitar el negocio de ción del procedimiento o la ejecución de la condena (art. 130.4°
la difamación sin por ello enriquecer injustamente al difamado, consistente en
CP) si las circunstancias lo aconsejan, oídos el Ministerio Fiscal
que los beneficios obtenidos por el medio de difusión con la publicación de la
injuria o calumnia no vayan a engrosar los bolsillos del difamado a través de la y el propio representante de la víctima.
indemnización civil, sino que se incorporen a la Hacienda Pública mediante las
reglas del comiso del art. 127 CP (como "ganancias provenientes del delito").
^'^^ Así también, Molina Fernandez, PE, 301-302. ^^'^ . Así Cobo del Rosal, Curso, cit., 1056.
^^^ Asi, Vives Antón, PE, 323; Muñoz Conde, PE, 280; Quintero Olivares/ Morales ^^* Véase, por todos. Vives Antón, PE, 323, quien alude a la conveniencia de haber
Prats, ComPE, 414. De otra opinión, considerando compatibles ambas pres- incluido en la ley los requisitos concretos para la concesión o denegación de
cripciones legales. Rodríguez MouruUo, ComCP, 640-641. la licencia judicial.
154 PATRICIA LAURENZO COPELLO

Dada la vigencia de las condiciones generales para el otor-


gamiento del perdón contenidas en el art. 130.4" CP, el límite BIBLIOGRAFÍA
temporal para su concesión se sitúa en el momento de inicio de
la ejecución de la condena. ALONSO ÁLAMO, Mercedes: Protección penal del honor. Sentido actual y límites
constitucionales. En ADPCP 1983.
ALONSO ÁLAMO, Mercedes: Aproximación al bien jurídico protegido en los delitos
2. Por último, el art. 131.1 del Código penal establece un contra el honor. En El nuevo Derecho Penal Español. Estudios Penales en Memoria
plazo especialmente breve de prescripción para los delitos del Profesor José Manuel Valle Muñiz. Aranzadi, Pamplona, 2001.
contra el honor que se fija en un año. ÁLVAREZ GARCÍA, Francisco J.: El derecho al honor y las libertades de información y
expresión. Tirant lo Blanch, Valencia, 1999.
ASÚA BATARRITA, Adela: La tutela jurídica del honor. Consideraciones político
criminales en relación a la L. 0.1/1982. En Estudios Penales en memoria del Profesor
Agustín Fernández-Albor. Universidad de Santiago de Compostela, 1989.
BACIGALUPO, Enrique: Delitos contra el honor. Dykinson, Madrid, 2000.
BAJO FERNÁNDEZ, Miguel: Protección del honor y de la intimidad. En Comentarios
a la Legislación Penal. T. 1. Derecho Penal y Constitución. Edersa, Madrid, 1982.
BAJO FERNÁNDEZ, Miguel: Causas de justificación en los delitos contra el honor. En
Estudios de Derecho Penal y Criminología. Homenaje al Profesor Rodríguez
Devesa. T. 1. U.N.E.D, 1989.
BAJO FERNÁNDEZ y otros: Compendio de Derecho Penal. Pane Especial. Vol. II.
Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1998.
BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, Ignacio: Revisión del contenido del bien jurídico
/7onor. En ADPCP 1984.
BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, Ignacio: Honor y libertad de expresión. Tecnos,
Madrid, 1987.
BERNAL DEL CASTILLO, J.: Honor, verdad e información. Universidad de Oviedo,
Oviedo, 1994.
BERNAL DEL CASTILLO, J.: El delito de injurias. En La Ley 1996-2.
CAMPOS PAVÓN, David: La titularidad del derecho al honor en las personas jurídicas.
En La Ley 1996-4.
CARBONELL MATEU, Juan Carlos: Las libertades de información y expresión como
objeto de tutela y como límites a la actuación del Derecho penal. En Estudios Penales
y Criminológicos. T. XVIII, 1995.
CARDENAL MURILLO/ SERRANO GONZÁLEZ DE MURILLO: Protección penal del
honor. Civitas, Madrid, 1993.
CARMONA SALGADO, Concepción: Lo5 delitos de expresión ante la reforma del
Proyecto de Ley Orgánica de Código penal de 1992. En Política Criminal y Reforma
Penal. Homenaje al Prof. Juan del Rosal. Edersa, Madrid, 1993.
CARMONA SALGADO, Concepción: Delitos contra los derechos de la personalidad:
honor, intimidad e imagen. En CPC 1995.
COBO DEL ROSAL (dir.): Compendio de Derecho Penal Español (Parte Especial).
Marcial Pons, Madrid/ Barcelona, 2000.
CONDE PUMPIDO (dir.): Código Penal. Doctrina y Jurisprudencia. Tomo II. Trivium,
Madrid, 1996.
CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL: Anteproyecto del Código Penal de 1992
e Informe y votos agregados del Consejo General del Poder Judicial. Cuadernos del
C.G.P.J. 1992.
FERNÁNDEZ PALMA, María Rosa: Reflexiones sobre el contenido constitucional del
honor. En El nuevo Derecho Penal Español. Estudios Penales en Memoria del
Profesor José Manuel Valle Muñiz. Aranzadi, Pamplona, 2001.
156 PATRICIA LAURENZO COPELLO LOS DELITOS CONTRA EL HONOR 157

FERNANDEZ PALMA, María Rosa: El delito de injuria. Aranzadi, Pamplona, 2001. MUÑOZ LLÓRENTE, José: Libertad de información y derecho al honor en el Código
FERNÁNDEZ PINÓS/DE FRUTOS GÓMEZ: Delitos contra el honor. Delitos contra las penal de 1995. Tirant lo Blanch, Valencia, 1999 (2).
relaciones, derechos y obligaciones familiares. Bosch, Barcelona, 1998. MUÑOZ MACHADO, Santiago: Libertad de prensa y procesos por difamación. Ariel,
FRÍGOLA VALLINA/ESCUDERO MORATALLA: Honor, secreto profesional y cláusu- Barcelona, 1988.
las de conciencia en los medios de comunicación. Límites y aspectos jurídicos civiles PANTALEÓN, Femando: La Constitución, el honor y unos abrigos. En La Ley 1996-2.
y penales. Ed. Revista General de Derecho, Valencia, 1998. PÉREZ DEL VALLE, Carlos: El nuevo delito de calumnias. Observaciones entre el tipo
GARCÍA PABLOS DE MOLINA, Antonio: El Derecho Penal corno límite al ejercicio de del delito y el tipo de la tipicidad. En Derecho al honor, a la intimidad y a la propia
las libertades y derechos fundamentales. Protección penal del honor y la intimidad. En imagen (II). C.G.P.J., Madrid, 1998.
Estudios Penales. Bosch, Barcelona, 1984, PÉREZ DEL VALLE, Carlos: Las calumnias y el "temerario desprecio hacia la verdad".
GIMBERNAT ORDEIG, Enrique: Contra el delito de difamación. En Ensayos penales. En CPC n" 67-1999.
Tecnos, Madrid, 1999. QUERALT JIMÉNEZ, J.J.: Derecho Penal Español. Parte Especial. T ed. J.M. Bosch
GONZÁLEZ RUS, Juan José: Consideraciones político-criminales sobre los delitos Editor, Barcelona, 1996.
contra el honor. En Política Criminal y Reforma Penal. Homenaje al Prof. Dr. Juan QUINTERO OLIVARES, Gonzalo: Libertad de expresión y honor en el Código Penal de
del Rosal. Edersa, Madrid, 1993. 1995. En Estudios sobre el Código Penal de 1995 (Parte Especial). Consejo General
GRANADOS PÉREZ, Carlos: Jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre el derecho al del Poder Judicial, Madrid, 1996.
honor, a la intimidad y a la propia imagen. En Derecho al honor, a la intimidad y a QUINTERO OLIVARES (dir)/ MORALES PRATS (coord.): Comentarios a la Parte
la propia imagen (II) C.G.P.J., Madrid, 1998. Especial del Derecho Penal. 2" ed. Aranzadi, Pamplona, 1999.
JAÉN VALLEJO, Manuel: Libertad de expresión y delitos contra el honor. Colex, Madrid, REBOLLO VARGAS, Rafael: Aproximación a la jurisprudencia constitucional: libertad
^1992. de expresión e información y límites penales. PPU, Barcelona, 1992.
JAÉN VALLEJO, Manuel: Un caso de exceso en el ejercicio de la libertad de expresión RODRÍGUEZ DEVESA/ SERRANO GÓMEZ: Derecho Penal Español. Parte Especial.
(Comentario a la STC 170/1994). En Justicia Penal. Febrero 1995. 18" ed. Dykinson, Madrid, 1995.
LASCURAIN SÁNCHEZ, Juan Antonio: El proceso penal como proceso de amparo del
derecho al honor: comentario a la STC 21/2000. En Revista de Derecho Penal y RODRÍGUEZ MOURULLO(dir.)/ JORGE BARREIRO(coord.): Comentarios al Códi-
Criminología n" 7- 2001. go Penal. Civitas, Madrid, 1997.
LÓPEZ GUERRA, Luis: Las sentencias básicas del Tribunal Constitucional. BOE, R O D R Í G U E Z RAMOS y otros: Derecho Penal. Parte Especial. II. Univ. Complutense de
Madrid, 1998.^ Madrid, 1997.
LÓPEZ PEREGRIN, Carmen: La protección penal del honor de las personas jurídicas y ROMERO COLOMA, Aurelia María: Libertad de información frente a otros derechos en
los colectivos. Tirant lo Blanch, Valencia, 2000. conflicto: Honor, intimidad y presunción de inocencia. Civitas, Madrid, 2000.
MACIÁ GÓMEZ, Ramón: El delito de injuria. Cedecs, Barcelona, 1997. SAINZ CANTERO, José Antonio: El contenido sustancial del delito de injurias. En
MANNA, Adelmo: Beni dellapersonalitá e limiti della protezione pénale. Cedam, Padova, ADPCP 1957.
1989. SALVADOR CODERCH Y OTROS: ¿Qué es difamar? Libelo contra la Ley del Libelo.
MANZANARES/ CREMADES: Comentarios al Código Penal. Madrid, 1996. Civitas, Madrid, 1987.
MAQUEDA ABREU, María Luisa: El delito de acusación y denuncia falsas en la reforma SALVADOR CODERCH/CASTIÑEIRA PALOU: Prevenir y castigar. Libertad de infor-
penal: algunos aspectos de su relación con la calumnia. En El nuevo Código penal: mación y expresión, tutela del honor y funciones del derecho de daños. Marcial Pons,
presupuestos y fundamentos. Libro Homenaje al Prof. Ángel Torio López. Comares, Madrid,' 1997.
Granada, 1999. SERRANO GÓMEZ, Alfonso: Derecho Penal. Parte Especial. 6" ed. Dykinson, Madrid,
MAQUEDA ABREU, María Luisa: Acusación y denuncia falsas. Tirant lo Blanch, 2001.
Valencia, 1999. TASENDO CALVO, Julio L.: La nueva regulación de los delitos contra el honor en el
MARTÍNEZ ARRIETA, Andrés: Tutela penal de la libertad de expresión. En Estudios Código Penal de 1995. En Poder Judicial n" 43-44, 1996 (II).
sobre el Código Penal de 1995 (Parte Especial). Consejo General del Poder Judicial, TASENDO CALVO, Julio L.: La tipificación de las injurias en el Código penal de 1995.
Madrid, 1996. En Derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen II. Cuadernos de Derecho
Judicial. C. G. P., Madrid, 1998.
MORALES PRATS, Fermín: Adecuación social y tutela penal del honor: perspectiva
VIVES ANTÓN, Tomás: Libertad de expresión y derecho al honor. En Homenaje al Prof.
despenalizadora. En CPC n° 36 - 1988.
José Sainz Cantero J. T. II. Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de
MUÑOZ CONDE, Francisco: Derecho Penal. Parte Especial. 13" ed., Tirant lo Blanch, Granada, N° 13-1987.
Valencia, 2001. VIVES ANTÓN, Tomás: La libertad como pretexto. Tirant lo Blanch, Valencia, 1995.
MUÑOZ LLÓRENTE, José: La libertad de información como justificación de las lesiones VIVES ANTÓN y otros: Derecho Penal. Parte Especial. 3" ed. Tirant lo Blanch, Valencia,
al honor. En Revista de las Facultades de Derecho y Ciencias Económicas y 1999.
Empresariales (Icade), n° 42 - 1997. VIVES ANTÓN y otros: Comentarios al Código penal de 1995, Tirant lo Blanch,
MUÑOZ LLÓRENTE, José: Aproximación al concepto de honor en el Código Penal de Valencia, 1996.
1995. (La controvertida cuestión de la falsedad como elemento del tipo objetivo de los
delitos contra el honor). En Jueces para la democracia. Información y Debate. N" 35
-1999(1).

También podría gustarte