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1. INTRODUCCIÓN
El procesado de alimentos es de naturaleza estacional, tanto por lo que se refiere a la demanda
de productos como a la disponibilidad de materias primas, muchas de las cuales han de ser
importadas.
El objeto de esta sesión es conocer las características que deben reunir las materias primas que
utiliza la industria alimentaria y gastronómica, para identificar algunos de los problemas que
ofrece su suministro y mostrar cómo los afrontan la industria y sus proveedores.
En general, la adecuación para el proceso (S) de una materia prima alimentaria viene
determinada por la evaluación equilibrada de algunas de sus propiedades, como; disponibilidad
(a), geometría (g), propiedades físicas (p) propiedades funcionales (f), grado de desarrollo (gr),
propiedades mecánicas (m) y características térmicas (t), eléctricas (e), etc.
Por tanto:
Las relaciones dimensionales de un alimento son importantes, entre otros, en los siguientes
casos: empaquetado, control del peso en el llenado, la congelación, el enlatado y otros procesos
térmicos y para determinar cómo se comportan estos materiales durante el transporte neumático
y el almacenamiento a granel.
Las medidas de un conjunto de muestras nos permiten conocer la magnitud de la contribución
de cada variable dimensional a la adecuación global del proceso. Según Griffiths y Smith1 el
volumen de grava de cuarcita se puede estimar sencillamente a partir de la relación:
log (del volumen) = bx ■ log (del eje mayor) + b1 • log (del eje menor)
2.2 UNIFORMIDAD
Existen dimensiones óptimas para cada proceso y es preciso que las materias primas cumplan
estas especificaciones. El calibrado (ver Capítulo 3) puede contribuir al control del tamaño y el
peso, pero las materias primas con exceso o defecto de peso o tamaño crean al fabricante
problemas económicos y de eliminación del producto inservible. El peso unitario puede
determinarse mediante balanzas automáticas (ver Capítulo 19) o por pesada manual de muestras
representativas.
Para asegurar un procesado uniforme (calentamiento, enfriamiento, esterilización, etc.) y pesos
netos uniformes en el relleno de los envases, es obligado partir de una materia prima de tamaño
o peso también uniformes. El tamaño tiene gran importancia en el control de residuos (los
cocientes piel/pulpa y hueso/pulpa, por ejemplo, dependen del tamaño); el índice de
aprovechamiento logrado en los procesos en los que se tratan productos unitarios (por ej., en el
pelado) depende también del tamaño de la pieza o unidad tratada En la industria alimentaria, es
esencial el muestreo y el subsiguiente control de la uniformidad de peso y tamaño de las
materias primas.
3.1 COLOR
En los procesos a baja temperatura (por ej., congelación y liofilización), son mínimos los
cambios de color durante el procesado, por lo que el color de la materia prima es un índice
razonable de su adecuación para estos procesos.
En los procesos térmicos (por ej., enlatado y deshidratación), en cambio, el color de la materia
prima no constituye un índice de adecuación a los mismos. Así, algunas variedades de
manzanas y peras desarrollan un tono rosa al enlatarlas, en tanto que el ruibarbo y algunas
variedades de cerezas se decoloran, a consecuencia de la migración de los pigmentos al jarabe.
En las hortalizas verdes, durante el procesado térmico, la clorofila se transforma en feofitina, de
color verde parduzco. Las patatas plantean problemas especiales; para su enlatado y
deshidratación, convienen variedades con poca tendencia al pardeamiento, en tanto que para la
preparación de patatas fritas es necesario que este fenómeno alcance un cierto grado de
desarrollo.
El control del color se efectúa seleccionando variedades cuyo comportamiento frente al
procesado se conozca, usando un pretratamiento correcto, como el escaldado (ver Capítulo 10) y
estableciendo condiciones de procesado diseñadas para reducir al mínimo el cambio del color
natural del alimento. Puede ser necesario añadir colorantes, preferentemente de origen natural,
o, en el caso límite, los artificiales permitidos4. Los métodos de selección por color se estudian
en el Capítulo 3.
La textura de las materias primas ofrece una gran importancia. La primera condición a cumplir,
al respecto, es que la materia prima resista el esfuerzo mecánico a la que es sometida durante las
operaciones preparatorias. En segundo lugar, la materia prima debe resistir las condiciones de
procesado y dar un producto final con la textura deseada. Se han desarrollado variedades de
frutas y hortalizas con mayor resistencia al esfuerzo mecánico, como albaricoques y tomates de
piel dura, adecuados para el lavado, el pelado y la selección.
Se pueden citar otros ejemplos, como la selección de variedades de grosellas de fácil desrabado
mecánico y de variedades de guisantes y habas que resistan el desgranado mecánico.
Para que los granos de cereales puedan deslizarse por una rampa y para descargarlos de un
depósito a granel, deben vencer las fuerzas estáticas de fricción, debidas a la acción
interpartículas y a la fricción partícula-pared.
Cuando el producto comienza a fluir, para que el flujo continúe, tiene que sobrepasarse el
coeficiente de fricción dinámica. Las propiedades fricciónales de los alimentos juegan, por
tanto, un papel importante en el transporte gravitacional o neumático, en la carga y descarga de
recipientes o espacios para el almacenamiento a granel y en las operaciones de mezcla.
Pueden aprovecharse las diferencias en las propiedades fricciónales, para la separación de
contaminantes, en las operaciones de limpieza (Capítulo 2) y para separar las unidades
defectuosas o dañadas de las que están sanas (Capítulo 3).
Conocer y comprender las propiedades fricciónales de los ingredientes alimenticios resulta
esencial para el logro de un procesado eficaz. La teoría de la fricción se trata brevemente en el
Capítulo 19. En el trabajo de Roscoe que se cita6, se encontrará un estudio más detallado de la
misma.
Esta propiedad de la materia prima es importante en aquellos procesos en los que se dan
reacciones gas/sólido y líquido/sólido, como la respiración, la extracción, el ahumado, el
tratamiento por salmueras y la oxidación. También es un factor económico importante, por
determinar los cocientes piel/porción comestible y corazón/porción comestible de las frutas y
hortalizas y las pérdidas por lavado. Las propiedades específicas de la superficie de los
alimentos particulados tienen importancia en los procesos de fluidización y transporte (ver
Apéndice I) y en otros fenómenos, como la retención de contaminantes, la limpieza, la
transmisión de energía radiante (calentamiento por rayos infrarrojos y por microondas) y en el
transporte aero e hidrodinámicos.
Las áreas superficiales se pueden determinar por pelado y posterior medida del área de la piel,
utilizando un planímetro. En la bibliografía se encuentran relaciones sencillas entre el área
superficial (A) y el peso (W), del tipo A = K t + K2 W (siendo K t y K constantes), referidas a
variedades de manzanas, peras y ciruelas.2 La superficie específica de los productos en polvo
(importante en el enranciamiento y en el comportamiento durante el almacenamiento) se puede
determinar midiendo la adsorción de gases, como nitrógeno o helio.
Dough Testing (Henry Simons Ltd, Stockport, England) para ensayos de masas panarias y el
Farinógrafo Brabender (C.W. Brabender Instruments Inc., N J ., USA). Los distintos cultivares
se someten a ensayo en los departamentos de investigación de las asociaciones de los
industriales del ramo.8’9,10
4.1 FLAYOR
El «flavor» es, más que una propiedad, una cuestión de preferencia personal; cuando se lanzan
productos a un mercado masivo, deben evitarse los «flavores» extremos. En algunos casos, el
«flavor» de un alimento procesado es función de los aditivos más que de la materia prima.
Como ejemplos, pueden citarse los jarabes fuertemente aromatizados, añadidos a algunas frutas
enlatadas, y los hidrolizados de proteína y extracto de levadura, añadidos a las sopas de carne.
En general, por tanto, las variedades seleccionadas para el procesado deberán proporcionar sólo
«flavores» característicos del alimento, ni muy fuertes ni muy débiles. Por esto, el «flavor» tiene
menos importancia que otros factores (color y textura), en la determinación de la adecuación de
una variedad para el procesado.
Los defectos que afectan a la adecuación para el procesado son los siguientes:
Las principales causas de los daños sufridos por los alimentos durante su preparación son
debidas a los operarios (producto de una manipulación poco cuidadosa), a procedimientos
mecánicos de manipulación poco adecuados, al mal diseño del equipo y a la carga incorrecta de
los contenedores.
Los daños se producen en una fase muy precoz de la cadena de fabricación, comenzando por el
criador y el cultivador y extendiéndose a lo largo de todo el procesado, incluidos el
empaquetado y la distribución.
Los daños se manifiestan de diverso modo: alteración del aspecto; infecciones por mohos y
otros microorganismos que invaden las áreas magulladas y pinchadas; infestaciones por insectos
o gusanos y aceleración de los procesos de deterioro enzimáticos y químicos. Con frecuencia,
los daños sufridos por una pieza se transmiten a los productos sanos adyacentes, causando
pérdidas económicas y reduciendo o invalidando la eficacia del procesado. En los casos más
extremos, representan un riesgo claro para la salud pública.
Los productos se lesionan: por impacto con otros o con superficies duras; por excesiva presión
debida al amontonamiento; por punción y por abrasión ocasionada por el movimiento y la
vibración.
Está, aquí, fuera de lugar un estudio detallado de las lesiones mecánicas sufridas por los
alimentos; remitimos al lector a la bibliografía pertinente.2
6.2 RECOLECCIÓN MECÁNICA
La sustitución de la recolección selectiva a mano por la mecánica del tipo «de una sola vez» o
destructiva ha reducido sustancialmente los costos de mano de obra, pero tiene muchos
inconvenientes. Entre los más importantes, se hallan el incremento del daño producido y la
consiguiente merma de calidad, y el aumento de la inversión y los costos de mantenimiento.
Además, este sistema requiere una coordinación cuidadosa entre el campo y la fábrica. Con
frecuencia, exige alteraciones del proceso y cambios en los sistemas de manipulación y
almacenamiento.
Las cosechadoras mecánicas hoy en uso utilizan uno o más de los siete principios siguientes:
(i) Sacudida de los árboles o arbustos productores de la fruta (a veces combinada con
pulverización de productos que promueven la abscisión).
(ii) Peinado (frutas en baya, como fresas y vacinios).
(iii) Corte (coles, lechugas, coliflores, etc.); la planta se secciona a nivel del suelo.
(iv) Arranque (zanahorias, rábanos y apio); los tallos son abrazados por cintas que se mueven a
ambos lados de la planta.
(v) Desprendimiento (pepinos y mazorcas de maíz) usando rodillos de caucho blando que giran
diferencialmente.
(vi) Desvainado (guisantes y alubias) que implica arrancar, desprender o cortar las matas y
desgranar las vainas.
(vii) Desenterramiento mecánico (patatas, cebollas, etc.).
Con frecuencia, las cosechadoras realizan otras operaciones preparatorias, como aspiración,
tamizado, deshuesado y selección por color (ver Capítulo 3).
Las lesiones durante el transporte, debidas a los impactos, la abrasión y la presión, suelen ser
consecuencia de un uso incorrecto de ios contenedores.
Algunos autores han demostrado que disminuyen sustancialmente las lesiones de los tomates, si
se recolectan en cajas planas y no en bidones, aunque otros parecen haber probado lo contrario.
El trabajo de los primeros sugiere que el contacto entre las unidades es más perjudicial que el
del fruto con la superficie del contenedor; el de los segundos apunta en sentido contrario.
Indudablemente, resulta necesario considerar otros factores como: el tipo y la variedad de la
fruta, su grado de madurez, su forma y su tamaño (que afecta a la energía cinética de su caída) y
la naturaleza de la superficie del contenedor (su dureza y su textura). Es evidente que es preciso
investigar las distintas situaciones, siendo de interés al respecto el trabajo de O ’Brien y
Guillou,19 que desarrollaron un simulador de la vibración en tránsito, para el estudio de la
manipulación de las frutas, y el de Hammerle’s20 sobre la evaluación de la resistencia a la
abrasión de frutas y hortalizas.
Los daños causados por la presión ejercida por el amontonamiento de productos en
contenedores demasiado altos, o debidos al llenado excesivo de contenedores abiertos por arriba
y que luego se apilan, son muy comunes. Algunas manzanas no resisten una sobrecarga de peso
estática que exceda a 4 kg, y los melocotones son aún más frágiles. El daño por presión es
acumulativo, emanando una pirámide de productos lesionados a partir del punto donde
inicialmente se ejerce la presión. Este tipo de daño es probablemente más extenso en los
contenedores planos, con un cociente elevado superficie expuesta/fruta, que en los contenedores
más profundos.
El ideal sería que todas las materias primas se procesasen, sin demora, al llegar a la factoría. En
la práctica, casi nunca es posible, por lo que es necesario disponer de una zona para el
almacenamiento de las materias primas y los productos parcialmente procesados. De este modo,
pueden absorberse los retrasos en los suministros, los picos de la producción y los fallos de la
factoría y se hace posible la compra anticipada, cuando las condiciones del mercado son
favorables. Como se indica en el Capítulo 16, las condiciones del almacenamiento de la mayoría
de los alimentos son muy específicas con respecto a la temperatura, la humedad y la atmósfera
del entorno. El almacenamiento inmoviliza el capital y resulta caro. Las exigencias impuestas
por numerosos alimentos requieren una consideración muy cuidadosa, al planificar la zona de
almacén de la factoría. Con frecuencia, las situaciones de emergencia se pueden resolver
trabajando horas extraordinarias, o alquilando temporalmente espacio de almacén. No es
aconsejable disponer de una gran capacidad de almacenamiento para cubrir situaciones de
emergencia.