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Asignatura:

Metodología de la investigación 1
Tema:
2
Participante:
Orquídea Medina Morel
Matricula:
202000893
Profesor /a
Felicia Ramírez

Introducción
Durante las últimas décadas se han evidenciado cambios profundos en las
dinámicas del mercado laboral. Desde la perspectiva demográfica, se observan
nuevos roles de género asignados socialmente a las mujeres, con su inclusión
exponencial en el empleo remunerado. Las estructuras familiares se han
modificado de manera considerable y, por ende, las demandas de cuidado de
la población. La dificultad de armonización del trabajo remunerado y no
remunerado ha conllevado al incremento del subempleo femenino, lo cual
implica que el trabajo productivo y reproductivo que realizan las mujeres se ha
incrementado.

En este sentido, es evidente que el empleo remunerado se comparte al interior


de la familia, mientras que el trabajo no remunerado sigue recayendo sobre las
mujeres mayoritariamente. En este contexto, son apremiantes nuevas
modalidades para enfrentar las tareas de cuidado, mediante el rediseño de
servicios de cuidado y la corresponsabilidad de todos los miembros del hogar.

Rodríguez (2010) plantea una crítica contundente a la visión económica


ortodoxa de la nueva economía del hogar, en la que el hogar se entiende como
una unidad armoniosa, donde se conjugan eficazmente la corresponsabilidad
de sus miembros, en el ámbito del trabajo productivo y en el de las tareas de
cuidado. Por lo tanto, es imprescindible repensar el concepto de trabajo, ya que
la productividad de los individuos se ha medido tradicionalmente en el mercado
laboral; mientras que el trabajo del hogar permanece visibilizado. La
subordinación femenina deriva en la menor participación de las mujeres en el
mercado de trabajo, así como el mayor acceso a empleos sin beneficios de ley
en los que las barreras de entrada son bajas, pero que atañen una gran
inestabilidad y las exponen a situaciones de explotación.

Contenido:

Se le sugiere las siguientes actividades:


1. Selecciona un tema de investigación. Y, elabora un argumento
sobre el tema seleccionado. Recuerde no mayor de dos páginas sobre
el tema elegido.
2. Elabora una reseña informativa sobre un artículo científico

La discriminación laboral hacia la mujer


Que es la discriminación laboral hacia la mujer ?

La discriminación salarial hacia las mujeres se da cuando hay desigualdad en


la percepción de ingresos entre hombres y mujeres que tienen las mismas
calificaciones laborales (Parker, 1996)

Las principales consecuencias de la discriminación del sexo femenino en los


mercados del trabajo son: contratación precaria y a tiempo parcial, desigualdad
salarial, dificultades en la conciliación, desigualdad de prestaciones por
desempleo, discriminación sexual o segregación de mercados, dificultades para
acceder a los puestos elevados y desempleo e inactividad juvenil y más paro
femenino.

En la actualidad son numerosas las noticias que podemos encontrar haciendo


referencia a la existencia de una brecha salarial entre hombres y mujeres,
aunque si bien es cierto que la mayoría de ella son publicadas con motivo de la
celebración del Día de la Mujer, mientras que el resto del año son pocos los
que se detienen a preocuparse por una situación de vital importancia como es
esta.

Esta cuestión es la que más llama la atención y en realidad podemos decir que
es resultado y consecuencia de muchas de las otras discriminaciones que se
producen en el mercado de trabajo y que hemos mencionado anteriormente.
Sostenemos esta idea porque las mujeres presentan peores condiciones en el
mercado laboral,  pues sus contratos son indefinidos o jornada completa, y ello
lleva consigo la  imposibilidad de promoción, exclusión de determinados
complementos salariales, menos oportunidades de acceder a la formación, etc.;
en definitiva, esta situación provoca la existencia de esa brecha salarial, y da
lugar a otra serie de consecuencias como por ejemplo el hecho de que los
mayores índices de pobreza sean para mujeres debido, entre otras cosas, a
que sus prestaciones por desempleo son mucho menores que la de los
hombres

En último lugar, también queremos hacer referencia a una idea que


consideramos fundamental para lograr que la situación de la mujer cambie.
Tras el estudio de los resultados del cuarto trimestre de 2014 de la EPA, hemos
podido observar que el número de mujeres inactivas es mucho mayor que el de
los hombres, y posiblemente eso sea debido a que la mujer no accede al
mercado laboral por tener que atender las labores domésticas. Por ello,
creemos fundamental atender esta cuestión, que también podemos considerar
como un tipo de discriminación, pues de forma voluntario o involuntaria, la
mujer sigue siendo relegada a los hogares en muchas ocasiones, y por ello, se
trata de una situación que hay que invertir. Estamos convencidos de la
necesidad de la incorporación de la mujer al mercado laboral, el sexo femenino
debe pasar de ser población inactiva a activa, y mejor aún, empleada, pues su
potencia de trabajo es muy grande y puede suponer grandes beneficios para la
economía. También es cierto que hay que resaltar el enorme valor del trabajo
de los hogares, el cual es necesario y sin él el sistema no sería posible, pero
pensamos que éste debe ser asumido por hombres y mujeres de forma
equitativa y no recaer solamente en el sector femenino.

Podemos hacer una distinción entre dos tipos de discriminación: Directa e


indirecta:

Directa: Suponen un trato desfavorable hacia las mujeres. La prohibición de


participar o acceder a un recurso por el hecho de ser mujer. Se expresa de
forma clara y explícita, son más fáciles de detectar y por ello cada vez son
menos frecuentes. Algunos ejemplos podrían ser el acoso sexual o el despido
de una mujer por razón de embarazo.

Indirecta: Son menos visibles, más sutiles y difíciles de detectar. No se pueden


detectar a través de actitudes y comportamientos, ya que aparentemente son
neutros. Se detectan a través de los efectos desfavorables sobre las mujeres
que ciertas actuaciones o mecanismos de intervención han producido.

Este indicador, lejos de ser el resultado de un proceso de igualación, se explica


más por la acción de despido de la mano de obra que las unidades productivas
y las empresas consideran prescindible, categoría en la que suelen contratar
mayoritariamente a mujeres. De allí que los aumentos en la participación
relativa de la mujer están asociados con aumentos en la desigualdad salarial
(Cortez y Walter, 2005).

También se puede ver que el grupo de profesionistas y funcionarios públicos y


privados se ubica no solamente por encima del promedio, en más de 10 puntos
porcentuales (CESOP, 2011), sino también con escandalosos incrementos en
plena crisis económica. La ocupación con menor índice de discriminación
salarial es la de trabajadores domésticos, categoría en la que existe un
predominio de fuerza de trabajo femenina y cuyos niveles de ingreso son de los
más bajos entre los grupos de ocupación.

Las diferencias salariales entre hombres y mujeres trabajadores fueron


estadísticamente significativas en 1992, 1999 y 2002; la brecha de género
disminuyó en 1999 al incrementarse la demanda por empleo (de -23.6% en
1992 a -11.9 en 1999) aunque volvió a ampliarse en 2002, casi a los niveles de
1992 (Casanueva-Reguart y Rodríguez-Pérez, 2009). En estudios anteriores,
basados en la encuesta ENIGH-2000, se encontró que 85% de la
discriminación se debe a la estructura salarial vigente en el mercado de trabajo,
mientras que el restante 15% se explica por una mayor productividad marginal
de la mujer respecto a la del varón (Martínez-Jasso y Acevedo-Flores, 2004).
Las mujeres son uno de los grupos más marginados en el acceso a recursos
educativos, lo cual las ubica en sectores pobres de la economía y las limita en
la obtención de puestos que requieren ciertos niveles de conocimiento. Si bien
las diferencias de escolaridad serían la causa principal de las desigualdades
salariales según el sexo, hay estudios que han demostrado que entre quienes
perciben un salario, la escolaridad promedio de las mujeres supera la de los
hombres, aunque ello no se traduce en mejores ingresos para ellas (Rendón,
2003).

Dicho estudio muestra que existe muy poca diferencia entre hombres y mujeres
en la edad en que alcanzan el ingreso máximo (las mujeres lo obtienen
alrededor de los 41 años y los hombres a los 48). Otros estudios revelan que
para 2006 las mujeres percibían 12.4% menos de salario; al observar este
porcentaje por regiones se estimó que en el norte las mujeres obtenían
ingresos menores a 7%, en la región centro menores a 11.2%, mientras que en
la región sur la diferencia se incrementaba a 18.3% (Mendoza y García, 2009).

Dado que una mujer está propensa a recibir bajos ingresos tanto por su menor
posibilidad de contar con las mismas capacidades educativas como por las
desigualdades y distinciones sociales provenientes de su condición de género,
optamos por estimar tanto la discriminación salarial como la discriminación
educativa (que evidencia la diferencia promedio de escolaridad que tienen
hombres y mujeres). Para ello utilizamos la información de las muestras
censales de población de 2000 y 2010 del INEGI y calculamos índices de
discriminación salarial y educativa en cada una de las 32 entidades federativas
de México (31 estados y el Distrito Federal). Los resultados presentados en la
permiten establecer una serie de consideraciones.

En primer lugar, el índice de discriminación salarial (DS) muestra que para el


2000 la mitad de las entidades federativas cumplían en promedio con un pago
justo y equitativo para las mujeres. Entre las entidades menos justas destacan
Nuevo León, Distrito Federal, Guanajuato, Jalisco, Sonora, Baja California,
Aguascalientes y Morelos, que presentan diferencias de 9.5 a 22.7 por ciento.

Los valores positivos del índice de discriminación educativa (DE) indican que la
brecha educativa favorece a las mujeres, al ser menor a 10% en 28 de las 32
entidades federativa.

Finalmente, se relacionó el índice de discriminación salarial en función del de


discriminación educativa a partir de una similitud con las variables explicativas
del modelo de salarios de Mincer (1974), quien al vincular los retornos de la
educación, su calidad y la experiencia de los trabajadores con los
salarios,18 establece una relación positiva del coeficiente de educación con las
remuneraciones.

índice de discriminación educativa hacia las mujeres, se reduce la


discriminación salarial que experimentan en el mercado de trabajo. Por cada
punto porcentual de reducción en el diferencial de escolaridad entre hombres y
mujeres, aumenta en casi dos puntos porcentuales el diferencial salarial entre
ambos grupos, lo cual ratifica lo presentado en algunos estudios de caso y
muestra la insuficiente capacidad de la educación para reducir la brecha
salarial entre hombres y mujeres.

2. Elabora una reseña informativa sobre un artículo científico

La anorexia nerviosa

 Es, junto con la bulimia, un conjunto de trastornos de la conducta alimentaria y


uno de los principales desórdenes alimentarios, también llamados trastornos
psicogénicos de la alimentación (TPA). Lo que distingue a la anorexia nerviosa
es el rechazo de la comida por parte del enfermo y el miedo obsesivo a
engordar, que puede conducirle a un estado de inanición. Es decir, una
situación de gran debilidad ocasionada por una ingesta insuficiente de
nutrientes es enciales.1 En casos graves puede
desarrollar desnutrición, hambre, amenorrea y extenuación.2

Sus orígenes nosológicos son muy antiguos, se conocen casos descritos desde


el período helenístico, relacionados con el ayuno religioso.3 Participan en su
evolución las funciones psicológicas, los trastornos
neuroendocrinos, hormonales y metabólicos.4 Los posibles tratamientos están
todavía en estudio, los tratamientos farmacológicos actuales pueden dar solo
un modesto beneficio al paciente.5

La anorexia nerviosa es un trastorno, y no debe confundirse con


el síntoma también llamado anorexia. El término anorexia proviene
del griego a-/en- (negación) + órexis («apetito», «hambre»; «deseo»), y se
emplea, en general, para describir la inapetencia o falta de apetito;678 este
síntoma puede ocurrir en circunstancias muy diversas, tales como estados
febriles, enfermedades generales y digestivas o simplemente en situaciones
transitorias de la vida cotidiana. La anorexia por lo tanto es un síntoma que
puede aparecer en muchas enfermedades y no una enfermedad en sí misma.9
10

Por el contrario, la anorexia nerviosa no es un síntoma, sino un trastorno


específico caracterizado por una pérdida auto inducida de peso, acompañada
por una distorsión de la imagen corporal, cuya presencia es indicativa de un
estado patológico diferente del individuo, y puede tener consecuencias muy
graves para la salud de quien la padece.910

La anorexia nerviosa se considera un problema de salud del «mundo


industrializado», a pesar de que los primeros casos descritos se remontan
a antes de Cristo, durante la época helenística, relacionados con
la inanición voluntaria por motivos religiosos.3
En la Edad Media, una época en que los valores religiosos estaban muy
arraigados en las personas, la anorexia era vista como una meta espiritual a
alcanzar; de hecho, se habló de la «santa anorexia» y «el ayuno ascético» en
un período histórico en el cual se perseguía con frecuencia la búsqueda de las
virtudes espirituales mediante la mortificación del cuerpo.16

Las víctimas ilustres del trastorno eran en ese momento mujeres santas,


convertidas más tarde. Buscando un «matrimonio con Cristo», se negaban la
comida. Entre esas mujeres, estaban santa Catalina de Siena y la beata Ángela
de Foligno.1

Conclusión
A través de los modelos econométricos construidos se llegó a conclusiones
importantes acerca de la estimación de la discriminación salarial por sexo entre
2007 y 2016. De acuerdo al modelo estimado de corte transversal para el año
2016 se encontró que el hecho de ser mujer disminuye el ingreso laboral en
27,7%, respecto a los hombres. En relación con el modelo con base en la
combinación de cortes transversales 2007, 2012 y 2016, se concluye que la
variable mujer en el año 2012 representa un ingreso superior en casi 7,7%
respecto al resto de mujeres de 2007 y todos los hombres. Mientras que la
variable mujer en el año 2016 contribuye con un incremento de 4% del ingreso
laboral frente a las mujeres del año 2007 y a todos los hombres

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