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Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE)

LA FORMACIÓN DE LAS CAPACIDADES Y HABILIDADES


PSICOMOTRICES

Las particularidades anatomofisiológicas y educativas previamente analizadas


nos hablan de las condiciones para el logro de las adquisiciones psicomotrices
en los niños desde el nacimiento hasta el fin de la edad preescolar, ahora
corresponde determinar cuáles son las mismas, tanto en los primeros años de la
vida en que todavía están indiferenciado lo sensorial y lo motor, como
posteriormente, cuando las áreas del desarrollo infantil empiezan a
diferenciarse en contenidos propios, estrechamente relacionados con el
devenir evolutivo del desarrollo y en el que la relación entre unos procesos y
otros (que siempre son los mismos) varían, de acuerdo con el momento del
desarrollo, la actividad rectora o principal, la relación entre los procesos internos
y las condiciones de vida y educación (o situación social del desarrollo).

En estos primeros años de la vida, si bien por la actividad psicomotriz se logra un


cierto nivel de las capacidades condicionales o energético-funcionales (fuerza,
rapidez y resistencia) esto no constituye un objetivo fundamental del desarrollo
psicomotor en la edad, sino que es propio de etapas posteriores, aunque en la
etapa preescolar se establecen premisas y condiciones que constituyen la base
para su formación posterior.

En realidad, la actividad psicomotriz en la etapa que corresponde a la


educación infantil ha de dirigirse a la formación de las capacidades
coordinativas, que son capacidades sensoriomotrices que se consolidan a partir
del rendimiento motor, y que se aplican de manera propositiva en una acción
motriz para alcanzar un objetivo determinado.

Estas capacidades no son innatas, y aunque tienen que existir premisas


biofisiológicas que las posibiliten, son un producto de las condiciones y la
estimulación que el medio propicia para su surgimiento.

Las mismas se dividen en generales o básicas, referidas a la psicomotricidad


concebida como un todo; especiales, dirigidas a un aspecto específico como
sucede con aquellas encaminadas al esquema corporal; y complejas, que son
el resultado o producto combinado de las anteriores.

Las capacidades coordinativas generales comprenden las referidas a la


regulación de los movimientos y la adaptación a cambios motrices.

La capacidad de regulación de los movimientos es una capacidad general


que está presente en todas las demás y cuya función es regular y controlar los

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movimientos, que de lo contrario no podrían formarse o lo harían con una


calidad deficiente. Esta capacidad se manifiesta en cualquier actividad
psicomotriz, donde el educador ha de orientar al niño mediante el apoyo de
diversos medios y métodos de enseñanza, a que la misma se desarrolle, siendo
más compleja en la medida en que es mayor la exigencia psicomotora y la
necesidad de controlar los movimientos.

La capacidad de adaptación y cambios motrices se refiere a la posibilidad del


organismo de acomodarse a los cambios de las condiciones del movimiento, y
lograr un nuevo ajuste a estas variaciones. La misma está muy relacionada con
las transformaciones de la energía que tiene el organismo, que no es igual en
todas las partes, y donde el cerebro procesa la información proveniente de los
diferentes segmentos y husos musculares y “advierte” al niño de sus
posibilidades motrices.

Las capacidades coordinativas especiales comprenden, las de orientación,


equilibrio, ritmo, anticipación, diferenciación y coordinación.

La capacidad de orientación le permite determinar al niño de manera rápida y


exacta, la variación de la situación motriz y de los movimientos del cuerpo en
relación con el espacio y el tiempo. Esta capacidad es esencial para la
determinación de las posiciones: arriba, abajo, a la izquierda, más tarde a la
derecha, luego hacia delante, entre otras.

La capacidad de equilibrio pone en juego diferentes sinergias musculares de


todo el cuerpo, que provocan traslado del centro de gravedad en la medida
en que se cambia el movimiento, posibilitando sentir y ubicar los diferentes
segmentos del esquema corporal en relación con dicho centro de gravedad y
a su vez, con la base de sustentación.

La posibilidad de establecer el equilibrio depende de la propioceptividad, o


capacidad de percibir el propio cuerpo y propiciar la adquisición de su imagen;
el tono muscular, estrechamente ligado a las emociones y que relaciona el
equilibrio con la sensibilidad tónico emocional, y el dinamismo, para mantener
el equilibrio cuando hay movimiento.

La capacidad del ritmo del movimiento es una de las más difíciles de formar en
los niños, y en la que ellos han de llegar a adquirir conciencia de su ritmo, de
influir sobre este y variarlo, diferenciarlo, acentuarlo y crear ritmos nuevos. Para
esto se hace necesario el acompañamiento de instrumentos musicales de
percusión, la entonación rítmica de la voz del adulto, palmadas, de acuerdo
con el propio ritmo interno del niño.

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La capacidad de diferenciación permite al niño percibir las variaciones del


tiempo y el espacio, así como de las tensiones musculares que se requieren en
la actividad psicomotriz, y destacar sus diferencias.

La capacidad de coordinación que parte de la experiencia motriz anterior, la


información sensorial, la anticipación y la acción cognoscitiva, significa el
acoplamiento de un conjunto de habilidades. La misma se manifiesta en la
edad preescolar de forma global, en acciones que involucran todo el cuerpo
del niño, tales como lanzar, saltar, correr, entre otras acciones motrices.

Esta coordinación no es uniforme durante los primeros años de la vida y


mientras que en el gateo se observan movimientos coordinados de brazos y
piernas ya bien estructurados, cuando escalan y trepan no es así hasta los
cuatro años.

La capacidad de anticipación permite prever la siguiente tarea motora o la


fase anterior de la misma y se expresa cuando una acción psicomotriz ha de
comenzar en el momento preciso en que otra termina, tal como se observa al
capturar una pelota, donde los brazos han de estar en un punto del espacio de
su trayectoria, o fracasa su captura. En el niño de edad preescolar es típico que
se adelante a la ejecución de la acción motriz, por lo que se impone una
enseñanza psicomotriz para lograr una respuesta apropiada.

Las capacidades coordinativas complejas constituyen una combinación de las


capacidades anteriores, que dan lugar a la flexibilidad y la agilidad, como una
de las capacidades más significativas.

La flexibilidad consiste en la capacidad de poder realizar movimientos amplios


en las articulaciones, y depende de factores morfológicos estructurales, y de la
elasticidad de los músculos, cartílagos y tendones. La misma es una condición
elemental para la realización adecuada de un movimiento, cualitativa y
cuantitativamente, y aunque es grande en los lactantes, se va paulatinamente
perdiendo si no se lleva a cabo su estimulación sistemática.

La agilidad se expresa mediante la integración de las capacidades


anteriormente descritas, por lo que es característica de las edades preescolares
mayores, y se expresa fundamentalmente en los juegos motrices, tales como las
carreras de ida y vuelta, la persecución, el relevo. La misma consiste en la
posibilidad de ejecutar los movimientos de forma fluida y sin gran costo
energético y posibilita la realización de acciones psicomotrices que conjugan
varias habilidades.

Estas capacidades se conjugan con las habilidades para posibilitar la actividad


psicomotriz del niño que la mayoría de los autores (Fields, Gentile, Paillard, entre

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otros) coinciden en señalar que existe una respuesta a la tarea motriz que se
plantea, que es de inicio de naturaleza cognitiva y por último automatizada., y
cuyo carácter es motor, reafirmando de esta manera la relación íntima de lo
psíquico con lo físico

Esto parte de la convicción que el conocimiento perceptivo y conceptual es


imposible sin el movimiento, sin la realización de las acciones con los objetos y
de las relaciones que se dan entre ellos, siendo indudable que la orientación en
el espacio y la relación espacio-temporal, y del propio esquema corporal, son
adquiridos mediante la acción cinética con el medio circundante. En este
sentido, A.N. Leontiev logró demostrar las estrechas relaciones entre el
movimiento y la formación del conocimiento y el desarrollo de las acciones
intelectuales, a partir del criterio de que en su origen los procesos cognoscitivos
estaban dirigidos como acciones cinéticas a los objetos externos, y que con el
devenir evolutivo devinieron en internos, mentales, psíquicos.

A partir de esto se impone entonces como se posibilita organizar el sistema de


influencias educativas para la actividad psicomotora, lo cual nos lleva al
problema de los métodos de la educación psicomotriz.

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