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ANÁLISIS FUNCIONAL DE LAS ALUCINACIONES AUDITIVAS Y LAS ILUSIONES

Prof. Tomás Jesús Carrasco Giménez


Universidad de Granada

Las principales funciones que desempeñarían las alucinaciones y las ilusiones serían:

1. Muchas de las personas que experimentan alucinaciones e ilusiones han sufrido experiencias
de abuso o maltrato durante su infancia. Muy a menudo el contenido de las voces o las ilusiones
reflejan contenidos de aquellas experiencias: la voz y las frases del maltratador/a, su imagen...
Estos estímulos (la voz del maltratador/a, las frases que le dirigía, su imagen...) se asociaron a
estados de ansiedad muy intensos, de acuerdo a un típico paradigma de condicionamiento
respondiente (voz, frases, imagen → ansiedad). El condicionamiento respondiente puede ser
un proceso bidireccional, es decir, al igual que el estímulo adquiere la propiedad de provocar la
respuesta a la que ha sido asociado, la respuesta puede adquirir la propiedad de provocar la
exposición al estímulo al que ha resultado asociada. En consecuencia, la exposición a estrés
(como consecuencia de cualquier experiencia aversiva o amenazante) podría provocar la
exposición a los estímulos a los que ha sido asociado dicho estado emocional.

2. Evitar el castigo auto-aplicado al que daría lugar realizar ciertas conductas sino fueran
instigadas por una fuente superior y ajena a uno mismo (por ejemplo, Dios, la mafia, etc).
También evitar el castigo social que recibiría el sujeto si realizara ciertas conductas sin que
fueran instigadas por una fuente superior y ajena a uno mismo.

Con frecuencia el contenido de las voces consiste en órdenes que instan al paciente a hacer
daño a otras personas. Hacer daño a otras personas o imaginar que se hace daño a otras
personas puede desempeñar varias funciones:

• realizar estas conductas provoca una activación del sistema nervioso simpático que
termina activando estructuras cerebrales que constituyen el sustrato físico de la
sensación “placer”. También son conductas que pueden facilitar el escape de
emociones negativas (por ejemplo, ansiedad, "frustración"). Por tanto, hacer daño a
otros o imaginar que se hace daño a otros puede servir para acceder a ese tipo de
sensaciones de las que es muy probable que el paciente se encuentre privado,

• hacer daño o imaginar que se hace daño a personas condicionadas muy negativamente
para el sujeto probablemente provocará en este respuestas emocionales positivas,

• hacer daño o imaginar que se hace daño a otros equivale a "valer" porque sólo alguien
que está por encima de otro, que es más fuerte o superior, puede causar daño a otra
persona.

Actuar obedeciendo las órdenes de las voces permite al sujeto llevar a cabo estas conductas sin
experimentar el malestar que sentiría si dichas conductas fueran realizadas de motu propio.
También queda excusado de cualquier responsabilidad ante los demás.
3. “Sentir control” respecto a la exposición a estímulos aversivos intensos. En el pasado, muy
probablemente durante su infancia, el sujeto ha recibido descalificaciones en forma de
expresiones como "eres malo" y se le ha señalado como responsable de acontecimientos
negativos ("tú tienes la culpa de..."). Todo ello puede haber provocado el temor a ser
merecedor de un castigo muy riguroso por parte de algún agente externo (Dios, un padre ya
fallecido...). "Temer merecer un castigo" significa, en primer lugar, que la persona está
preocupada por la posibilidad de recibir un castigo, pero no está segura de si realmente la
amenaza es real. No saber si uno está o no expuesto verdaderamente a una amenaza de
castigo puede resultar muy aversivo: si la amenaza no existe la persona está sufriendo
innecesariamente, pero si la ignora siendo real la consecuencia sería una exposición imprevista
a castigo que resultaría intensamente aversiva. Entonces, en un primer momento, las voces
amenazantes facilitan el escape de esa incertidumbre aversiva: el sujeto aprende que la
amenaza es (supuestamente) real. Pero ¿por qué la conducta de escape de la incertidumbre es
la de oír voces amenazantes cuando esta va a tener consecuencias aversivas, a saber,
experimentar ansiedad? En primer lugar porque las voces amenazantes son congruentes con
las experiencias vividas por el sujeto: las calificaciones negativas que recibió en el pasado y las
acusaciones de ser el responsable de acontecimientos negativos. Además, la consecuencia
inmediata de oír voces amenazantes es el alivio que aporta el escape de la incertidumbre;
experimentar ansiedad es una consecuencia demorada. Pero hay más, una vez confirmada la
veracidad de la exposición a una amenaza de castigo las alucinaciones pueden facilitar cierta
“sensación de control” sobre la recepción de dicho castigo: cuando alguien está expuesto a la
posibilidad de que otro le cause daño resulta más aversivo no tener ningún tipo de contacto o
conocimiento sobre la fuente del castigo que tenerlo; la "familiaridad" con el agente encargado
de aplicar el castigo aporta cierto grado de alivio.

4. Escapar/evitar la soledad: las voces permiten al paciente sentirse “acompañado” (Miller,


O'Connor y DiPasquale, 1993), facilitan el escape de la soledad.

5. Escapar/evitar el tedio, el aburrimiento, de la exposición a niveles muy reducidos o


monótonos de estimulación ambiental. Oír voces facilita el escape y después la evitación de
esos estados emocionales. En algunos casos, para funcionar efectivamente como respuestas
de escape de dichos estados, el contenido de las voces necesita tener un carácter amenazante.
Probablemente el grado de alarma asociado a esas primeras manifestaciones de las voces es,
en la mayoría de los casos, sólo moderado, pero al cabo del tiempo la respuesta de activación
desencadenada por esos contenidos amenazantes habituará, por lo que el sujeto tendrá que
recurrir a contenidos más amenazantes para recuperar la intensidad de la respuesta de
activación; transcurrido cierto tiempo la respuesta volverá a habituar, lo que exigirá
incrementar la intensidad de los contenidos de las voces. En un momento dado, el contenido
de las voces podría resultar tan amenazante que el proceso pasara a ser de sensibilización y no
de sucesivas habituaciones.

6. Las alucinaciones cuyo contenido consiste en humillar y despreciar al paciente sirven para
experimentar emociones de excitación y de “superioridad” a las que el paciente no podría
acceder de otro modo. El paciente ha sido expuesto a un modelado en el que otras personas
humillaban o despreciaban a un tercero, observando la excitación y la gratificación que esas
personas experimentaban al humillar a otras. Sólo podemos humillar o despreciar a otro si
estamos por encima de esa persona, es decir, si somos superiores y, por ende, mejores que ella.
Cuando la voz humilla al paciente el paciente experimenta emociones negativas pero también
las positivas (excitación y superioridad) que provocan esas expresiones verbales. Expresado
con otras palabras, el paciente se humilla y desprecia a sí mismo porque humillar y despreciar a
otro resulta muy excitante y la única persona a la que se puede permitir humillar es a sí mismo.

7. Facilitar la exposición a EC+ que provocan RC+ (este sería el caso de las alucinaciones auditivas
“benevolentes”).

8. “Probar” que las contingencias que describe la conducta “delirar” son ciertas; apoyar y dar
congruencia al delirio.

La posibilidad de que en algunos casos las alucinaciones e ilusiones sean consecuencia


de un proceso de condicionamiento clásico resulta muy sugestiva. Ellson (1941, a,b) encontró
que se podían condicionar alucinaciones auditivas asociando repetidas veces la exposición a un
tono con la presentación de una luz; después de una serie de ensayos de condicionamiento los
sujetos emitían la respuesta que indicaba que estaban escuchando el tono (apretar una tecla)
ante la presentación de la luz pero cuando ya no recibían realmente el tono. Otros autores han
replicado estos resultados (Rot y Serper, 2002). Sin embargo, los resultados obtenidos en estos
experimentos podrían ser espúreos y explicarse en realidad por el Efecto Hawthorne. Para
controlar el posible efecto de la demanda del investigador se ha recurrido a asociar la
presentación del tono con un estímulo propioceptivo del que el sujeto expeimental no es
consciente como, por ejemplo, pequeñas contracciones del pulgar (Hefferline y Perrea, 1963).
Para ilustrar mejor este último procedimiento, nos referiremos brevemente a los resultados
obtenidos en una investigación recogida en una tesis doctoral no publicada sobre el
condicionamiento de una respuesta alucinatoria a un estímulo interoceptivo (Angulo, 1982). La
investigación consistió en emparejar durante ciento ochenta ensayos (tres bloques de treinta
ensayos aplicados en tres días distintos) un tono con un valor pre-determinado de tensión del
músculo frontal. Los sujetos tenían que decir “ahora” y pulsar un botón cuando escuchaban el
tono que se presentaba emparejado a el valor de tensión del músculo frontal pre-establecido.
Después se sometió a los sujetos a treinta ensayos de prueba en los que se registró su
respuesta cuando la tensión del músculo frontal alcanzó la tensión pre-establecida. Como
media, los sujetos dijeron “ahora” y presionaron el botón en el 85% de los ensayos de prueba,
en los que el tono no fue presentado.

En condiciones reales, la presencia de niveles muy elevados de ansiedad podría facilitar


el condicionamiento de respuestas alucinatorias con un número de ensayos muy reducido,
sobre todo si la asociación del estímulo incondicionado al estímulo neutro no era “esperable”
de acuerdo a la historia de aprendizaje del sujeto. Ello se explica porque en principio, resulta
adaptativo, en situaciones en las que es probable la exposición a estímulos aversivos, prestar
una atención especial a relaciones entre estímulos no esperables de acuerdo con la historia de
aprendizaje. Por otra parte, algunas investigaciones sugieren que las personas con
comportamiento psicótico muestran poco efecto de inhibición latente o este requiere de más
ensayos de pre-exposición para manifestarse (Lubow & Weiner, 2010; Schmidt-Hansen & Le
Pelley, 2012), lo que podría contribuir al condicionamiento de respuestas alucinatorias. El que
las personas con comportamiento psicótico muestren un efecto de inhibición latente reducido
o retrasado es coherente con la exposición a niveles intensos de estrés que relacionamos con la
presencia de dicho comportamiento: si una persona está expuesta a amenazas muy
significativas no resulta adaptativo "ignorar" ningún estímulo que resulte asociado a una
consecuencia aversiva, aunque este haya sido presentado previamente repetidas veces sin ser
asociado a ninguna consecuencia relevante.
REFERENCIAS

Angulo, F. (1982). Análisis funcional del comportamiento alucinatorio. Tesis doctoral. Universidad
Complutense de Madrid.

Ellson, D. G. (1941a) Hallucinations produced by sensory conditioning. Journal of Experimental


Psycholology, 28, 1–20.

Ellson, D. G. (1941b) Experimental extinction of an hallucination produced by sensory


conditioning. Journal of Experimental Psycholology, 28, 350–361.

Feelgood, S. R. & Rantzen, A. J. (1994) Auditory and visual hallucinations in university students.
Personality & Individual Differences, 17, 293–296.

Hefferline, R. F. & Perrera, T. B. (1963) Proprioceptive discrimination of a covert operant


without its observation by the subject. Science 139:834–835.

Kot, T. & Serper, M. (2002). Increased susceptibility to auditory conditioning in hallucinating


schizophrenic patients: A preliminary investigation. The Journal of Nervous and Mental Disease,
190, 282-288.

Lubow, R. E. & Weiner, I. (Eds.) (2010). Latent inhibition: Cognition, neuroscience and
applications to schizophrenia. New York, NY, US:Cambridge University Press.

Miller, L. J., O'Connor, E., & DiPasquale, T. (1993). Patients' attitudes to hallucinations.
American Journal of Psychiatry, 150,584–588.

Schmidt-Hansen, M. & Le Pelley, M. (2012). The positive symptoms of acute schizophrenia and
latent inhibition in humans and animals: Underpinned by the same process(es)? Cognitive
Neuropsychiatry, 17, 473-505, DOI: 10.1080/13546805.2012.667202.

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