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LA INFLUENCIA DE LA SELECCIÓN NATURAL SOBRE EL EGOISMO Y

EL ALTRUISMO HUMANO

JAVIER ALDAMA PINEDO


Universidad Nacional Mayor de San Marcos- Lima- Perú
jaldamap@unmsm.edu.pe

RESUMEN
El artículo plantea la relación entre dos formas de selección natural: la selección
individual y la selección grupal, y el comportamiento humano como
comportamiento egoísta o altruista. Nuestra conjetura es que entre el nivel biológico
y el psicológico se establece un condicionamiento desde el primer nivel con
respecto a los comportamientos indicados, de tal manera que los objetivos
primarios para estos tipos de conducta son la sobrevivencia y la reproducción,
posteriormente al periodo de los prístinos cazadores-recolectores se establece un
tercer objetivo: la búsqueda del poder, como garante de los dos primeros objetivos.

Palabras clave: selección natural, egoísmo, altruismo, egoísmo de grupo

ABSTRACT
This paper proposes the relationship between two forms of natural selection:
individual selection and group selection and human behavior as selfish or altruistic
behavior. Our conjecture is that between the biological and the psychological level
is established a conditioning from the first level with respect to the behaviors
indicated, so that the primary targets for these types of behavior are the survival and
reproduction, afterwards the period of pristine hunter-gatherers a third objective is
established : the pursuit of power as guarantor of the first two objectives.
Keywords : natural selection, selfishness, altruism, selfisness group.

Introducción
Cuando Darwin presentó la selección natural, consideró no solo que la selección se
presentaría como selección individual, sino también como selección entre grupos.
En los años sesenta del siglo XX y ya modificada la propuesta darwinista con la

1
síntesis moderna, se consolida el planteamiento de la selección individual como
selección génica, a la vez se considera la selección grupal como un anatema en la
comunidad científica. Sin embargo, y sobre todo por la intervención de David S.
Wilson, quien luego recibiría el respaldo de E.O. Wilson, a fines del siglo XX y
comienzos del XXI, la selección grupal nuevamente empieza a ser reconocida. La
selección individual propicia el egoísmo biológico, mientras que la selección grupal
propicia el altruismo biológico. A partir de la selección individual se han planteado
una interpretación que considera que todo comportamiento en última instancia es
egoísta, es este el tema que a continuación examinamos, para luego ver la
posibilidad del altruismo.

I. La selección natural como selección individual1


On the Origin of Species (cf. Darwin 1859 61-63) presenta la selección natural
(SN) como selección entre individuos: organismos que buscan de manera egoísta
sobrevivir y reproducirse. Esta selección es posible debido a la variabilidad
indeterminada, la herencia de rasgos convenientes y el gradualismo, pero al no
conocer Darwin cómo se producía la herencia, su explicación fue corregida por la
teoría sintética moderna que considera que la variabilidad hereditaria es el efecto
de la mutación y la recombinación genética. “La selección natural implica que
ciertos genes se transmiten de generación en generación más frecuentemente que
sus genes alternativos […] El proceso de selección natural puede por ello ser
considerado como una desviación estadística en la velocidad relativa de
reproducción de entidades genéticas alternativas” (Ayala 205). Dicho de una
manera breve, la selección individual (SI) ahora debía entenderse como selección
entre genes. La teoría sintética trajo consigo no solo una nueva explicación del
proceso de la SN, sino una intensificación en el enfoque analítico y la metodología
reduccionista usados en la biología.
El comportamiento altruista era un tema que parecía contradecir lo que impulsa a
todo ser vivo desde un punto de vista evolucionista : “sobrevivir y reproducirse”,
se enfrentó a este problema Darwin cuando tuvo que explicar cómo la SN se
presenta en las castas de insectos estériles, la salida que encontró fue señalar que la
SN puede ser aplicada tanto a la familia como al individuo (cf. 1859 237), por lo

1
Este apartado es una síntesis del capítulo I de mi tesis doctoral (Aldama 2013).

2
demás el altruismo es un rasgo comportamental valioso para el grupo, pero
perjudicial (y a veces fatal) para el individuo.
Un siglo después, W. Hamilton ofreció una solución contrastable al problema y
cuestionó la posibilidad de la evolución del altruismo por selección grupal (SG),
debido a la lentitud de esta frente a la SI (cf. 354). Su propuesta es que el altruismo
se presenta para favorecer a los genes que un individuo comparte con sus parientes,
plantea al respecto el concepto de aptitud inclusiva (inclusive fitness) o como la
denominó John Maynard Smith: selección parental (kin selection). A partir de
Hamilton, se empezó a considerar que el altruismo es solo aparente, pues el
beneficiario es determinado gen, se pasó así del egoísmo del organismo al egoísmo
del gen.
En el proceso de afirmación de esta propuesta fue decisiva la participación de
George.C. Williams, quien con su obra Adaptation and Natural Selection (1966)
logra convertir en dominante la interpretación desde “la perspectiva del gen”.
Williams cuestiona detallada y severamente la interpretación por “el beneficio de
la especie”, debido a que el supuesto beneficiario se puede explicar como sumatoria
de los efectos de adaptaciones individuales y juzga que si se acepta la adaptación
a nivel de organismos (resultado de la selección génica), se hace un uso apropiado
del principio de parsimonia, es decir, si se puede explicar un fenómeno
adecuadamente por hechos observables a nivel de organismo, no es necesario
buscar más explicaciones (cf. 17-19).
Desde “la perspectiva del gen”, los genes seleccionados son los que están mejor
adaptados; pero, la selección esta mediada por el fenotipo, los genes propician el
éxito reproductor de este en la población en la cual han sido seleccionados. La
propuesta de Williams empalma con la de Hamilton, ya que no solo se propicia la
producción de un fenotipo, sino de aquellos que comparten los genes
seleccionados, es decir, de los parientes. El vínculo entre organismo y gen se da a
través de la adaptación orgánica que promueve el éxito de un organismo individual
y que es medido por su éxito reproductor (lo que conlleva la propagación de los
genes seleccionados). Williams hace uso del método cuantitativo que permite medir
el éxito reproductivo de un organismo (cf. 103).
Tengamos en cuenta tres puntos más sobre la explicación de Williams: a)
cuestiona las adaptaciones bióticas, ya que es muy complicado aplicarles el método
cuantitativo por el tiempo de medición; b) comparte la crítica de G. Simpson contra

3
la propuesta de Sewall Wright, quien estimaba que una población dividida en
pequeños grupos casi aislados por deriva en la que algunos genes (altruistas) se
fijen y luego se expandan a poblaciones vecinas, beneficiarían a unos grupos frente
a otros, Simpson señaló que se recurría en tal propuesta a concatenaciones
improbables; c) está de acuerdo con la objeción de Hamilton: la SI es mucho más
rápida que la SG, la adaptación biótica es muy lenta comparada con la adaptación
orgánica.
R. Trivers amplía la dos propuestas anteriores con su teoría del altruismo
recíproco (AR), ya que explica la conducta altruista entre individuos no
emparentados, su planteamiento se inscribe también en la perspectiva del egoísmo
biológico, dado que a la larga esta conducta resulta beneficiosa para los organismos
ejecutores, además el beneficio de la reciprocidad se establece en un relación costo/
beneficio del acto altruista: el beneficio debe ser mayor que el costo, el beneficio
se entiende como un incremento en las posibilidades de que los alelos que generan
esta conducta se propaguen en la población (cf. 36). Asimismo, presenta una
explicación de cómo se habría desarrollado la dialéctica de la selección del AR y
su contraparte: el proceder tramposo, que va desde la detección del engaño burdo
hasta las formas más sutiles de embaucar. La ayuda no se dispensa al azar, sino en
consideración a las tendencias altruistas de los posibles beneficiarios, existe todo
un conjunto de factores que favorecen la evolución del AR, de una manera sencilla
el proceso de ayuda se esclarece mediante el llamado dilema del prisionero.
Cuando aborda el caso humano, Trivers distingue el AR de la selección parental
(SP), pues la discriminación contra la no reciprocidad no puede explicarse desde
esta, ya que selecciona sobre la ventaja acumulativa del parentesco cercano. Su
hipótesis es que el mejor argumento a favor de la selección por AR es el sistema
psicológico emocional (cf. 46) que controla algunas formas de altruismo humano
como son la amistad, las emociones de agrado, la gratitud, la agresión moralista, la
desconfianza frente a ciertas actitudes y el sentimiento de culpa. Finalmente, tiene
en cuenta factores, más bien de orden cultural, como el aprendizaje, la imitación de
otros y la formulación de reglas.
R. Dawkins se basa en la propuesta de G.Williams, y logra popularizar “la
perspectiva del gen”, defiende así la tesis del gen como unidad fundamental de
selección y de herencia (Dawkins 16) y se opone al punto de vista de por “el bien
de la especie” o “en beneficio del grupo” (10-11), es decir, es totalmente opuesto a

4
la SG. Considera que desde los virus hasta los animales superiores son “máquinas
de supervivencia” (28). Los genes ‘buenos’, es decir, los de larga vida son egoístas,
pues un gen sobrevive a costa de su alelo (51-52); sin embargo, debe tenerse en
cuenta que aunque un gen compite con su alelo no puede lograr de manera aislada
su objetivo, sino que depende su éxito del conjunto de genes que constituyen su
medio ambiente. Usa del concepto de J. Maynard Smith de estrategia evolutiva
estable: “una estrategia que si la mayoría de la población la adopta, no puede ser
mejorada por una estrategia alternativa” (104) , lo importante de este concepto está
en que explica cómo un grupo de entidades independientes y egoístas pueden
parecer un todo organizado, para ejemplificar esto presenta la analogía de la regata
del remo (54): el seleccionador del equipo es la SN que elige al azar a los genes
que compiten por un puesto en el bote, son seleccionados los genes por su
rendimiento y su compatibilidad con los genes que no compiten con ellos, el bote
ganador es aquel que tiene en promedio los mejores remeros (genes).
Todo este conjunto de teorías han cimentado la SI y el egoísmo biológico como
un programa dominante2.

II. La plausibilidad de la selección grupal


Quien introdujo el concepto de selección grupal (group selection) fue Wynne-
Edwards, su propuesta diferenciaba claramente dos niveles de selección: selección
individual (intraespecífica) y selección entre especies (interespecífica), Pero,
además, diferencia la SI de la SG:
[…] La supervivencia es el premio supremo de la evolución, y hay por consiguiente un gran
campo de acción para la selección de grupos locales o núcleos, de la misma forma que lo hay
entre razas o especies afines. Algunos prueban estar mejor adaptados social e individualmente
que otros, y tienden a vivir más, y más pronto o más tarde se difunden y multiplican mediante
la colonización de la tierra desocupada por las comunidades vecinas menos exitosas.
La evolución en este nivel puede atribuirse, por lo tanto, a lo que aquí se denomina selección
de grupos ―un proceso que todavía es intraespecífico, y, para todo lo concerniente a la
dinámica de poblaciones, mucho más importante que la selección a nivel individual. Esta
última tiene que ver con la fisiología y los logros del individuo como tal, el primero con la

2
La SN interpretada solo como SI o génica puede ser considerada como un programa de investigación
científica en el sentido que usa de esta expresión I. Lakatos (1983): El núcleo está constituido justamente
por la SI mientras que la heurística positiva proporcionaría las pruebas empíricas, las estadísticas, los
modelos matemáticos y la aplicación de la teoría de juegos a fin de evitar usar una interpretación desde la
SG.

5
viabilidad y la supervivencia de la población o la raza como una totalidad. Cuando las dos se
contraponen, como ocurre cuando la ventaja a corto plazo del individuo socava la seguridad
futura de la raza, la selección de grupo está destinada a ganar, porque la raza sufrirá y declinará,
y será suplantada por otra en la cual el avance antisocial del individuo está más rígidamente
inhibido. (20, nuestra traducción)
Darwin en The Descent of Man (1871 72-73) plantea que la sociabilidad en los
animales superiores se vincula a instintos sociales como los afectos paternales,
filiales y la simpatía, este es el primer paso en el surgimiento del comportamiento
moral; sin embargo, también nota que estas acciones solidarias se brindan a
individuos cercanos o al grupo de pertenencia. Un segundo paso se da cuando se
hace uso de la memoria, es decir cuando se recuerda la acción ejecutada y se la
evalúa, lo cual genera satisfacción o sentimiento de culpa. El tercer paso, y
exclusivo del hombre se presenta con el habla, la que hace posible la opinión del
grupo, en este nivel también interviene el hábito; en este punto reconoce que los
instintos se mantienen gracias a la cultura, Darwin asimismo reconoce que un hábito
practicado por varias generaciones tiende a hacerse hereditario (164).
Luego de presentar los pasos arriba mencionados es que postula la SG entre
tribus: aquellas tribus que habrían logrado prevalecer y expandirse serían aquellas
que contasen con un buen nivel de moralidad, de solidaridad y disposición para
sacrificarse por el bien común (166), esto implica la expansión de la sociabilidad y
la constitución de grupos mayores, también observa lo que se puede denominar la
paradoja del altruismo (162-163), esto es, que el alto nivel de moralidad significa
ventaja para la tribu, pero no para el individuo, mas es una desventaja para él ya
que pone en riesgo su existencia y la posibilidad de dejar descendencia. Por último,
Darwin reconoce la importancia de las reglas y que estas pueden llegar a tener la
fuerza del instinto3.
Después de visto estos antecedentes, ¿se puede considerar que la SG es
plausible? Consideramos que la respuesta es positiva por cuatro razones:
a) Se asume desde “la perspectiva del gen” que el resultado de un efecto o rasgo
es siempre el promedio de la acción de genes (Williams y Dawkins), pero como han

3
Hasta aquí este apartado es una síntesis de los subcapítulos 3.1 y 3.2 de nuestra tesis doctoral (Aldama
2013)

6
observado Gould y Lewontin (1979)4, Sober y D.Wilson (1998)5, y luego D.Wilson
y E. Wilson (2007a, 2007b y 2008), de esta manera se soslaya que un rasgo o efecto
podría tener otras causas. Amerita advertir que Lewontin antes de que se establezca
la SI como programa dominante ya planteaba otra alternativa, así con Dunn (1960)
estudian el caso de la distorsión en la segregación de alelos t de ratones caseros que
son perjudiciales para los homocigotos, pero no para los heterocigotos machos
portadores de dichos alelos. Se plantean dos modelos para explicar el fenómeno: un
modelo determinista y otro estocástico (procedimiento Monte Carlo) para grupos
pequeños, el primer modelo falló en sus previsiones. Esta propuesta fue cuestionada
por Williams (1966)
b) Se considera que la SG es improbable porque la SI es más rápida (Hamilton
y Williams) y porque requiere concatenaciones improbables (Simpson), por lo que
al final de todas maneras vencería el egoísmo biológico. Además (Williams)
observa que no puede aplicarse el método contable a la SG. Que algo sea
improbable no significa que no pueda ocurrir o no ocurra, con respecto a la
dificultad del método, es decir, la dificultad de usar la contabilidad, medición o
promedios para evaluar la evolución por SG, debido al tiempo en que esta ocurriría,
la dificultad se encuentra con respecto a ciertas especies, mas no si se trata de virus,
bacterias o insectos, o sea, si se puede usar el método contable en algunos casos.
c) Se considera que “la perspectiva del gen” o de la SI cumple con el criterio de
parsimonia, pero esto sería apropiado siempre y cuando no hubiese otra perspectiva
que explique mejor una situación no solo a través de modelos, sino también
mediante pruebas empíricas6. La SG sí puede exhibir estas pruebas (Sober y D.
Wilson 84, 97, 115), como ejemplo tomemos el caso de las bacterias Pseudomonas
fluorescens, caso que muestra como los grupos con altruistas sobreviven en una
situación de extrema dificultad, mientras los grupos donde predominan los egoístas
sucumben (D.Wilson y E. Wilson 2008 51).

4
. El artículo que escribe Lewontin con Gould critica acremente lo que llaman el programa adaptacionista,
su perspectiva es opuesta a la metodología atomista , asumen un punto de vista holista que hace hincapié
en “el plano de construcción” (el organismo y su complejidad) y en las restricciones (filogenéticas y de
desarrollo) que se presentan en los cambios evolutivos.
5
Sober y D.Wilson lo califican como “la mentira del promedio”.
6
R. Lewontin en un artículo notable: “The Units of Selection” (1970) considera diferentes unidades y
niveles de selección natural ―así, además, de la SI y SP, plantea la presencia de la selección molecular, la
celular, la gamética y la poblacional (population selection), y los más altos niveles (selección a nivel de
especies y comunidades). Es también en este artículo que evalúa la evolución de la virulencia (virus
Myxoma en la población de conejos en Australia) como una selección a nivel de poblaciones.

7
d) El punto de partida que hizo posible el predominio de la perspectiva de la SI
fue la propuesta presentada por W. Hamilton (SP); sin embargo, estudios
posteriores sobre los himenópteros han mostrado que la SP no es lo único que
propicia el altruismo y la extrema socialidad entre las colonias de haplodiploides,
ya que algunas colonias son fundadas por varias hembras que se emparejan con
diferentes machos, de tal manera que la relación genética se reduce a niveles nada
excepcionales (D.Wilson y E. Wilson 2007a 335, 340)7.
En resumen, si es posible la SG, también lo es el altruismo biológico.

III. Los aportes de E. O. Wilson


E.O. Wilson lleva “la perspectiva del gen” en los años setenta del siglo XX a la
interpretación de la naturaleza humana, esta primera proposición ―de manera
general― es una explicación reduccionista y determinista (Lewontin, Rose y
Kamin 1984; Aldama 2007), sobre todo su planteamiento se basó en las teorías de
Hamilton (SP) y Trivers (AR). A partir de los años ochenta (1981) varía su posición
hacia un determinismo menos estricto y sostiene con Lumsden la coevolución gen-
cultura.
Posteriormente, ha seguido desarrollando esta línea de interpretación, así
sostiene que la cultura es creación de una comunidad y la mente es un producto de
un cerebro genéticamente estructurado en el que los genes prescriben las reglas
epigenéticas. La mente se nutre de la cultura de su entorno, pero selecciona guiada
por las reglas heredadas de su cerebro. La cultura, considera Wilson, puede crecer
indefinidamente, pero no puede prescindir de la tendencia que proviene de las
reglas epigenéticas. La cultura evoluciona de forma paralela y mucho más rápida
que la evolución genética, pero la conexión no se pierde del todo, aunque la cultura
se ajusta a cambios a través de adaptaciones que, a su vez, son transmitidas sin la
correspondiente prescripción genética (cf. E.Wilson 1998 127-128).
Cuando E. Wilson analiza el altruismo humano lo hace sirviéndose de dos
conceptos: altruismo fuerte (basado en la SP) y altruismo suave (basado en el AR),
el altruismo humano fuerte se dirigiría a los familiares más cercanos, el resto ―la
mayor parte―sería altruismo suave (1978 156) .El altruismo humano es sobre todo
suave, pero está vinculado a poderosos controles emocionales, como ocurriría si se

7
Estas cuatro razones también están expuestas en Aldama 2013 195-196.

8
tratase del altruismo fuerte, así se puede observar la reacción moral que se expresa
con vehemencia en su exigencia de reciprocidad. La interpretación que presenta es
lo que denominamos “egoísmo hiperbólico”, es decir, en el fondo el
comportamiento de los seres vivos siempre es egoísta, y de esto no escapa el
hombre, el hombre siempre ―desde esta interpretación―tiene una conducta
egoísta determinada biológicamente, así toda acción por heroica o ‘santa’ que sea
se dirige a obtener beneficios o utilidades, aunque estos no sean tangibles (cf.
Aldama 2013 62-72) Discrepamos de esta perspectiva, pues consideramos que
desde un punto de vista no totalmente funcionalista es factible la existencia del
altruismo genuino, y esto porque hay variabilidad y predisposiciones no comunes
entre individuos.
Aunque la postura que presenta Wilson tiene puntos objetables, como la
interpretación que presentamos en el párrafo anterior, hay puntos que consideramos
valiosos y que son los siguientes (cf. Aldama 2013 197-198):
a) Vuelve a traer a la palestra científica-académica la relevancia del factor
biológico con respecto al comportamiento humano, tema que había sido dejado de
lado en décadas anteriores.
b) Brinda una apropiada explicación de la doble moral de los grupos,
característica fundamental del tribalismo: ‘las tribus’ se niegan a aceptar el bien
común que no coincida con el bien del grupo, esto revela la existencia del egoísmo
grupal, factor que socava la cohesión y la acción eficiente en sociedades donde hay
grupos con suficiente poder para ejercer presión efectiva sobre el conjunto social,
ya que cada grupo buscará hacer prevalecer sus ‘derechos’ frente a los otros (2000
[1975] 565).
c) Presenta dos espectros que tienen una enorme utilidad explicativa para una
interpretación naturalista del comportamiento humano. El primer espectro presenta
al individuo humano que actúa sólo para su propio beneficio y en el otro extremo
están las grandes unidades políticas, en el intervalo se encuentran ―luego del
individuo― la familia nuclear, la familia extensa, la banda, la tribu y así
sucesivamente hasta llegar a las grandes unidades políticas. El segundo espectro
tiene en cuenta las especies animales, en un extremo estarían aquellos individuos
que son sujetos de la más intensa SN en un sentido darwinista y cuyo
comportamiento innato les permite sobrevivir, como es el caso de los tiburones; en
el otro extremo, se ubican las grandes masas coordinadas de individuos y donde el

9
mismo concepto biológico de individuo se torna difuso, pues en este caso la unidad
es la colonia, como ocurre con lo sinóforos. Los seres humanos estarían más cerca
del extremo individualista. Por tanto, el comportamiento humano básicamente se
dirigiría hacia su propio beneficio y al de sus familiares (1978 158-159).
Señalemos un punto más que también puede considerarse un aporte sustancial
de E. Wilson: su crítica al enfoque que asumen las CC.SS., esto es, considerar que
el comportamiento social puede ser moldeado virtualmente en cualquier forma y
que la cultura es la que moldea totalmente al hombre (1978 18), contra este enfoque
sostiene que nuestras mentes no son tabulas rasas, sino que están moldeadas de
acuerdo a ciertas disposiciones innatas (Ruse y E. Wilson 315)8. Añadimos una
aclaración sobre este ítem: no es nuestra intención negar el papel transformador de
la cultura y la educación en particular, consideramos que estas sin duda tienen una
fuerte presencia en nuestro modo de ser, pero una cosa es orientar, modificar,
alentar, frustrar, controlar ciertas capacidades y predisposiciones que como especie
y de modo individual tengamos, y otra pretender una transformación en un sentido
tan radical que más se acerque al concepto de creación, es decir, pretender convertir
a los seres humanos ya sea social o individualmente en algo que excede a sus
parámetros individuales y de especie.

IV. La selección natural como condicionante del comportamiento humano egoísta o


altruista
Hemos presentado formas de SN que influenciarían sobre el comportamiento
humano, relacionada de alguna manera con este tipo de propuesta en el siglo XIX
se presentó el darwinismo social y desde los años setenta del siglo XX el
planteamiento de un nuevo darwinismo social (Aldama 2008) o una visión
hobbesiana del hombre (Rosas 2005). Dicho sea de paso en el presente artículo no
abordamos la relación entre SN y moralidad.
Las hipótesis modernas parten del hombre como un individuo solitario: así
Rousseau (1970) ve al hombre natural como alguien que se guía por los deseos de
bienestar y de la propia conservación, así como por la repugnancia de ver sufrir a
otros seres sensibles, su única virtud es la piedad; Hobbes (1983) no solo considera

8
Será S. Pinker (2003) quien desarrollará una crítica detallada contra la doctrina de la tabula rasa, doctrina
que se remonta al siglo XVII, pero que se convierte en dominante en el siglo XX, en la antropología por
influencia de F.Boas (influenciado a su vez por el idealismo de Berkeley) y en la psicología con el
behaviorismo (influenciado por el asociacionismo que provenía de Locke).

10
al hombre como un ser solitario, sino como asocial, egoísta y racional. El punto de
vista marxista (Marx 1974) vuelve a destacar la naturaleza social, aunque no en un
sentido aristotélico, sino ―sobre todo― como agente productor, su propuesta la
plantea contra el punto de vista individualista de los economistas clásicos. En Marx
y Engels es digno de destacar el papel de las relaciones de producción, el factor
económico que condiciona el pensamiento y la conducta humana, de tal manera que
si, como puede observarse en las sociedades modernas, hay un predominio de las
conductas egoístas e individualistas, esto se explica por las relaciones de
producción capitalista. Lo que proponemos es analógico al planteamiento marxista,
la diferencia está en que no consideramos como determinante, mejor diríamos como
condicionante, el factor económico, sino el biológico.
Nuestra conjetura supone que en el caso humano no existe una separación
tajante entre el nivel biológico y el psicológico; sino, más bien, un tránsito y un
condicionamiento del primer sobre el segundo nivel.
[…] y en el que cada nivel mantiene una relativa autonomía. Un organismo está dotado
de un conjunto de mecanismos que permiten su supervivencia y reproducción en
diferentes circunstancias, si estos no se presentasen o no funcionasen adecuadamente, el
organismo en cuestión se extinguiría. Estos mecanismos básicamente no son conscientes,
las motivaciones (como aquello que mueve o hace que un ser actúe) pueden ser, y de
hecho son en la mayoría de las especies, inconscientes, como ocurre, por ejemplo, en el
caso de una ameba. En el caso humano y de otros mamíferos, además se presentan
motivaciones conscientes; en un nivel básico, estas motivaciones se refieren a la
satisfacción de necesidades vitales o biológicas, tal como lo presenta la pirámide de A.
Maslow; pero si nuestras necesidades vitales no son apremiantes, entonces aflora otro tipo
de necesidades vinculada al egoísmo psicológico, como la búsqueda del reconocimiento.
(Aldama 2013 203)
Esto nos lleva a distinguir el egoísmo-altruismo biológico del egoísmo-
altruismo psicológico, la segunda antítesis supone una situación en la que el
individuo es consciente, o sea, dispone de un yo que quiere beneficiarse solo a sí
mismo o quiere beneficiar a otro u a otros. Sober y D.Wilson observan que no
existe una correspondencia exacta entre motivos psicológicos (egoístas o
altruistas) y consecuencias de aptitud biológica: no hay un mecanismo
determinado para una cierta conducta, consideramos que esto es correcto y que
afecta una propuesta determinista, pero no una propuesta de condicionamiento
biológico. En cuanto al egoísmo-altruismo psicológico, lo encuadran en un
esquema proposicional, pues su punto de partida es que ‘creer’ y ‘desear’ son

11
actitudes proposicionales, es decir, requieren de un conjunto de conceptos y un
lenguaje que permita construir diversas representaciones, y presentan al ‘deseo’
como sinónimo de necesidad vinculada a una creencia. Este planteamiento, sin
embargo, establece un hiato entre el nivel biológico y el psicológico, se toma a
estos niveles como compartimentos estancos, se deja así de lado el espinoso
campo de cómo lo inconsciente puede influenciar sobre la actuación consciente
(cf. Aldama 2013 201-202).
La SI se vincula con el egoísmo biológico, pero no puede considerarse que el
egoísmo o el altruismo humano radiquen en un gen determinado, y ni siquiera se
podría juzgar semejante a un rasgo humano como el color de los ojos, rasgo
multigénico. El comportamiento humano, fuera de los reflejos arcaicos y
tendinosos, responde a diferentes factores y no ofrece las mismas respuestas para
circunstancias similares, a diferencia del comportamiento plenamente determinado
de la avispa sphex cuando pone sus huevos y tiene que garantizar el alimento para
sus larvas (cf. Dennett 23-24).
¿Cómo averiguar, pues, si el comportamiento humano es egoísta o altruista y si
esto tiene que ver con las formas mencionadas de SN? Consideramos que un medio
es ver la actuación del hombre como organismo individual en el tiempo y como
ente social. Una de las líneas de investigación usadas al respecto es el estudio de
los grupos de cazadores-recolectores encontrados en los tiempos modernos, ya
desde el siglo XIX se observa que esos grupos son igualitarios, de tal forma que
desde el punto de vista marxista se habla de un comunismo primitivo, esta idea se
mantiene entre los antropólogos contemporáneos (D. Wilson 2002 21), también se
acepta que hace “unos 10 000 años, todas las personas eran forrajeras o cazadores
recolectores” (Kottak 175). Por cierto, no pretendemos que los cazadores-
recolectores que se han observado y estudiado en los tiempos actuales sean tal como
eran los prístinos cazadores, de todas maneras hasta cierto punto nos da una idea
aproximada de cómo habrían sido en tiempos remotos.
Una primera observación que sale a relucir es si lo que había eran grupos
igualitarios, es más aceptable sostener que los primeros seres humanos no eran
egoístas y que este tipo de conducta, más bien, surgió con la aparición de la
propiedad privada, las clases sociales y la civilización, y se habría intensificado con
el dominio del sistema capitalista.

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Tenemos que establecer, en primer lugar, la relación entre cazadores-
recolectores y familia, a los primeros también se les ha calificado de hordas. Desde
el siglo XIX se considera que los primeros grupos humanos fueron hordas, grupos
nómadas pequeños, y que dentro de estos se mantenían relaciones sexuales
promiscuas, posteriormente habría aparecido la familia, L. Morgan sostuvo
entonces que la forma más primitiva de familia era la consanguínea: “Fundábase en
el matrimonio entre hermanos y hermanas en un grupo. Se conserva testimonio de
la más antigua de las formas existentes en la malaya, que tiende a demostrar que
esta, la primera forma de la familia, fue antiguamente tan universal como el sistema
de consanguinidad que creaba (97). Engels anota al respecto:
La familia consanguínea ha desaparecido. Ni aun los pueblos más salvajes de que habla
la historia presentan algún ejemplo indudable de ella. Pero lo que nos obliga a reconocer
que debió existir, es el sistema de parentesco hawaiano que aún reina hoy en toda la
Polinesia y que expresa grados de parentesco consanguíneo que solo han podido nacer
con esa forma de familia […]”9 .
En informes de comienzos del siglo XX, se mantiene la idea de la horda como
agrupación primitiva, como en el caso de la apreciación del etnólogo Koch-
Grünberg de los schirianá (de la etnia yanomami): “Koch-Grünberg asocia a su vez
esta condición de indios nómadas a la ausencia de asentamientos permanentes y a
sus formas de organización que la identifica como “horda” ” (Caballero 13).
Si bien se mantiene la idea de que las primeras agrupaciones humanas fueron
hordas, es de notar que cuando se habla de cazadores-recolectores se puede referir
tanto a estas hordas como a familias, siendo estas las que notan los antropólogos
contemporáneos que se presentan en los grupos ancestrales sobrevivientes, la
universalidad de la familia y, en especial, de la familia nuclear (Murdock 21-22) o
familia monogámica (Levy-Strauss) es algo que se acepta y se ha dejado de lado
explicaciones como las de Morgan y Engels que, más bien, culminaban en la familia
monogámica, como propia de la civilización:
Tribus como los andamaneses de las islas del Océano Indico, los fueguinos de la extremidad
meridional de América del Sur, los nambicuara del centro del Brasil y los bosquimanos de
África del Sudoeste —por citar sólo unos ejemplos— que viven en pequeñas bandas
seminómadas, que carecen o poseen una organización política muy simple y que tienen un
nivel tecnológico muy bajo —pues algunos de estos grupos desconocen el tejido, la

9
El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (Marx y Engels 498)

13
alfarería y la construcción de chozas— no tienen otra estructura social que la familia, la
mayor parte de las veces basada en la monogamia. (Levy- Strauss 7-8)
Por cierto, la existencia de esta familia básica supone ya su integración a una
sociedad o comunidad mayor, tampoco con esto se niega la presencia de otro tipo
de familia como la poligámica, que como indica Levy-Strauss en varios casos “las
familias polígamas no son más que una combinación de varias familias monógamas
en las que una misma persona desempeña el papel de varios cónyuges” (13).
Para terminar con este punto consideramos las siguientes formas de organización
socioeconómica (cf. Johnson y Earle 42-46):
a) El grupo de nivel familiar, grupo primario de subsistencia, que a su vez se
puede dividir en a.1) familia-campamento, cazadores-recolectores que viven
en una gran extensión de terreno para lograr su subsistencia, constituida de
veinte a cincuenta personas, el grupo se constituye según la necesidad de una
acción en conjunto y se subdivide, cuando no es necesario, en familias de
cinco a ocho personas; a.2) la familia-aldea, que se ubican en territorios de
veinticinco kilómetros a un kilómetro cuadrado y que está constituida en
asentamientos de veinticinco a treintaicinco personas. En el nivel familiar,
no hay liderazgo definido y el homicidio es frecuente. Ejemplos de este nivel
son los shoshone, !kung, machigüenga y nganasan .
b) El grupo local. “Los grupos locales de muchas familias, que van de cinco a
diez veces el tamaño de los grupos de nivel familiar, se forman en torno a
algún interés común como la defensa o el almacenamiento de comida. Se
hallan normalmente subdivididos en líneas de parentesco dentro de linajes
corporativos o clanes” (43). Como en el nivel familiar también en este nivel
hay una división según densidad: b.1) el grupo local acéfalo, suele tener de
cien a doscientas personas, su subsistencia se basa en especies domesticadas
y en los recursos de mar o río (yanomami, esquimales, tsembaga maring) y
b.2) la colectividad del gran hombre, este es un líder carismático y con gran
poder de negociación, pero cuyo poder no es permanente ni tiene capacidad
para imponer sus criterios, como actividades económicas ya cuentan con la
agricultura y el pastoreo, su número varía entre trescientas y quinientas
personas (indios de la costa noroeste de Norteamérica, enga centrales y
kirguises).

14
c) La entidad política regional. En este nivel se presentan los cacicazgos y los
estados. “Los cacicazgos se desarrollan en sociedades en las que la guerra
entre grupos es endémica, pero está dirigida hacia la conquista y la
incorporación de los grupos derrotados más que hacia su expulsión de estos
de sus tierras” (44). Como actividades económicas ya se encuentra la
agricultura de regadío y el comercio exterior, aparecen liderazgos definidos
y una élite hereditaria que ejerce su poder sobre miles de personas de las que
saca un excedente para sus fines y provecho, se ha quebrado definitivamente
el igualitarismo. Como ejemplos tenemos los isleños de las Trobriand, de las
Hawai, así como los basseri.
En estas formaciones, como vemos permanece la familia nuclear, no
exactamente por supuesto como la conocemos en las sociedades contemporáneas,
una familia se agrupa con otras para constituir unidades mayores con el fin de que
sus miembros logren sobrevivir.
El igualitarismo de los prístinos grupos humanos es la estrategia de
sobrevivencia exitosa, fuera de la familia o la banda el individuo están condenado
a morir indefectiblemente. La selección individual en estas personas se orienta a lo
que más les conviene como organismos y portadores de genes, hay competencia
entre individuos, los homicidios son comunes, pero las condiciones de subsistencia
llevan a que estos individuos prefieran actuar de manera solidaria y participativa,
en este punto no sería apropiado hablar aun de libertad humana10, el hombre aunque
ya sea capaz de hacer uso del fuego y de fabricar instrumentos e incluso de contar
con un lenguaje verbal, aun como el resto de los animales es incapaz de generar
alternativas fuera de lo que le ofrezca la misma naturaleza .
El igualitarismo inicia su declive casi imperceptiblemente a partir de la aparición
de la colectividad del gran hombre, con este surge la búsqueda del reconocimiento
aunque predomine un nosotros que se identifica con la comunidad, los factores que
hacen posible esta nueva situación son la agricultura y el pastoreo, actividades que
permiten al hombre modificar la naturaleza en su provecho y no solo remitirse a lo
que ella les brinde, es bastante simbólico en este caso la narración bíblica de Caín
y Abel, la situación de la narración es ubicable en un nivel de grupo local, Caín mata

10
Discrepamos de la corriente de los estudios antropológicos inspirados por la teoría evolutiva, o mejor
dicho, bajo la influencia del neodarwinismo individualista (cf. Sober y D. Wilson 137,139). Contra el
punto de vista del agente egoísta o del Homo oeconomicus veáse Rosas 2013.

15
deliberadamente a su competidor: su hermano Abel, no solo porque es su competidor, sino
porque no se siente reconocido.
Aunque sea algo trillado, debemos destacar que el ser humano es un ser social, no
nacemos habilitados para buscar nuestros alimentos, tenemos un largo proceso de
maduración y de dependencia de otros, no solo necesitamos alimentos y abrigo,
sino también afecto y compañía. La SP actúa a nivel de familia, no se cumple de
manera determinista, pero nos condiciona a ciertos tipos de afectos y
preocupaciones. Téngase en cuenta que en poblaciones aisladas pequeñas hay un
considerable nivel de consanguineidad entre sus miembros, son comunes los
matrimonios, por ejemplo, entre primos. La base de un nosotros en estos casos tiene un
acervo génico común.
En cuanto al AR es el factor que hace posible la vida en una sociedad humana
de grupos de grupos. Aprendemos que hay que dar para recibir, esta es la base de
nuestros futuros contratos y de nuestras relaciones con personas que no pertenecen
a nuestro entorno familiar, como en cierta forma lo prueba el dilema del prisionero
es más provechoso colaborar con el otro que intentar hacer prevalecer totalmente
nuestro interés de manera inmediata, pero el dilema es un planteamiento para una
sola situación, si se tratase de una serie iterada de decisiones, entonces se
presentaría el tit for tat, que es una estrategia simple y exitosa para enfrentar esta
serie, funciona con la regla: “si me ayudas, te apoyo; si me defraudas, no te seguiré
apoyando”. Esta estrategia prueba que sí es posible la cooperación en un mundo de
egoístas.
[…] vale la pena, sin embargo, observar dos limitaciones de esta estrategia: sólo se puede
aplicar en un espacio de encuentros continuos y no de encuentros ocasionales, la otra ―en un
ámbito que ya no supone simplemente toma de decisiones, sino consecuencias materiales― es
que para participar hay que tener algo que ofrecer. Esta observación nos hace notar otra
dificultad: la exigencia de una reciprocidad equitativa, y esto nos lleva al obstáculo persistente
de la presencia de los tramposos.
Si se acepta solo la presencia de la SI y sus formas ampliadas: SP y AR en el comportamiento
humano, se tendría que aceptar una interpretación egoísta del mismo, es decir, tendríamos que
aceptar “el egoísmo hiperbólico” o la interpretación de que toda conducta en el ámbito social es
en última instancia egoísta. (Aldama 2013 203-204)
En este punto es pertinente referirnos al doble espectro de Wilson, consideramos
que se puede plantear un tercer espectro que se refiera nuevamente a la especie
humana, en este espectro en un extremo estarían los casos extremos de egoísmo y
en el otro los ‘santos’: individuos con una muy fuerte predisposición de servicio y
16
cooperación. Entre los dos extremos se encontrarían la mayoría de los seres
humanos que exhibirían en algunas situaciones una conducta egoísta y en otras, una
conducta altruista. E.Wilson no plantea esto por la sencilla razón que juzga que no
hay altruismo desinteresado. Hay un punto que no suele destacarse, y es que así
como hay una predisposición general hacia el egoísmo por la acción de la SI y sus
formas ampliadas, la especie humana como otras especies sociales es capaz de
realizar acciones altruistas genuinas, pues el nivel biológico también nos habilita
para una especie de altruismo no funcionalista que escapa de los canales estrictos
de la selección individual y que también se encontraría en otros animales, como
ocurre, por ejemplo, con la conducta de adopción (cf. Aldama 2013 204-205).
De todas maneras, se plantearía la duda del que interprete estas acciones como
egoístas11, en el sentido que los que ejecutan estas acciones generosas experimentan
una enorme satisfacción personal, pero lo que se diga del fuero interno no es algo
que tenga calidad de categórico, podría ser que efectivamente lo hagan por
satisfacción personal, por satisfacción personal y porque sienten la necesidad de
ayudar, o podría hacerlo por experimentar un impulso interno apremiante que lo
lleve a ejecutar este tipo de acciones, independientemente de sentirse satisfecho o
de incluso pensar a veces que les resulta perjudicial lo que están haciendo. Si
consideramos la idea plausible sobre un altruismo condicionado genéticamente,
entonces no habría mayor problema en aceptar que la existencia de altruistas puros,
es decir, individuos con una fortísima vocación de servicio que tienden a dedicar
sus vidas a ayudar y asistir al prójimo.
Debe tenerse en cuenta también que la especie humana se caracteriza por su
plasticidad y, según las circunstancias, el medio sociocultural y la educación, se
inclinará más a una conducta solidaria o a una egoísta. Empero, consideramos que
si bien la especie humana no es totalmente egoísta ni totalmente altruista, se acerca
un poco más al egoísmo.
Si bien no hay pruebas directas definitivas sobre la motivación psicológica
egoísta o altruista, sí hay pruebas indirectas que muestran la resistencia del egoísmo
humano, estas pruebas las encontramos en los experimentos socialistas efectuados
durante el siglo XX, y no sólo pensamos en el fracaso de los llamados socialismos
reales, que en los casos sobrevivientes lo que mejor prueban es la fuerza del

11
Para una crítica contra el indefectible egoismo psicológico veáse Rosas 2005.

17
nepotismo, sino en experimentos ajenos al totalitarismo y al uso de medidas
brutales, es decir, nos referimos al caso de los kibutz (cf. Carbajosa 2013).
La SN condiciona el comportamiento humano hacia ciertos objetivos generales
que regularmente se presentan de modo inconsciente (aunque pueden hacerse
plenamente conscientes): la sobrevivencia y la reproducción. Con el declive del
igualitarismo surge un nuevo objetivo: la búsqueda consciente del poder, objetivo
que surge como un garante y una exigencia de los primeros objetivos.
La SP, si bien puede considerarse como una forma de SG (planteamiento de
Sober y D. Wilson que no tomaremos), no es conveniente soslayarla y reducirla a
la SG, y esto debido a la utilidad que tiene el concepto con relación a la familia. La
SP y la SG permiten el altruismo biológico y tiene una presencia notoria en especies
como la de los himenópteros. En el caso del hombre, se observan tanto conductas
egoístas como altruistas, así como la capacidad de formar grupos de grupos, por lo
que es factible que además de la incidencia de la SI y la SP se dé la intervención de
la SG, la que condicionaría no solo el altruismo psicológico, sino la puesta en
marcha del egoísmo de grupo12, estas dos características también se presentan con
la SP.
Con respecto a la SG en sí (es decir, que no sea del tipo SP), debe ―en primer
lugar―notarse que si en el caso humano la SI y sus formas ampliadas experimentan
la acción del medio sociocultural y la educación, esto es más evidente en el caso de
la SG. El papel de esta se relacionaría con nuestra capacidad para (i) formar grupos
distintos del tipo familiar, (ii) cooperar e incluso brindar apoyo desinteresado a
individuos no emparentados y (iii) asumir una actitud de competencia y/o lucha
contra otro(s) grupo(s). Si bien se puede asumir la acción de la SG biológica como
una fuerza tal como la SI, la SG biológica pierde relevancia frente a lo que se
denomina la selección de grupos cultural.
Desde las prístinas formaciones de cazadores-recolectores y a medida que estas
se expandían se estableció relaciones con individuos no directamente emparentados
que terminaban formando parte del grupo, se estableció también una relación de
oposición entre nosotros y ellos, relación que también se presenta a nivel familiar,

12
Popper en una brillante observación sobre el problema del individualismo y el colectivismo presenta al
egoismo de grupo en estos términos: “El colectivismo no se opone al egoísmo, ni tampoco es idéntico con
el altruísmo. El egoísmo colectivo o de grupo, por ejemplo, el egoismo de clase, es cosa muy común […],
y esto muestra con bastante claridad que el colectivismo propiamente dicho no se opone al egoísmo” (106).
Esta es una de las razones por las que consideramos que la especie humana es más egoista que altruísta.

18
pero que en el caso de la aplicación de la SG ofrece la ventaja que puede explicar
la presencia de no familiares. El bien común propiamente en este caso es el bien del
grupo local, así se establece un egoísmo de orden colectivo que se afirma en un
nosotros.
Sober y D. Wilson (139) advierten sobre tres sesgos en la interpretación del
comportamiento social que provienen de tres tradiciones intelectuales: el
funcionalismo individualista, tradición dominante; el funcionalismo a nivel de
grupos que concibe siempre a los grupos como unidades adaptivas y el
antifuncionalismo que señala que no todo tipo de comportamiento humano puede
explicarse en términos funcionalistas.
El papel de las reglas es indudable, pero por sí solo no garantiza una evolución
adaptativa, requiere, a su vez, de refuerzos y estos son los premios y castigos, en
este punto se sirven de una propuesta de Boyd y Richerson, quienes plantean que
una serie de conductas que podríamos juzgar inútiles son promovidas por los
premios y castigos13, y se explican en un sistema cultural determinado. Las normas
que pueden haberse planteado conscientemente o por circunstancias azarosas no
tienen tanto valor en sí mismas como en su rol de mantener unido al grupo (146).
La SG puede variar en su forma concreta de una cultura a otra, pero en general se
trata de una competencia entre grupos:
Los linajes compiten entre sí como unidades corporativas, como esperaríamos que
compitiesen los individuos si se les permite actuar como agentes libres. Sin embargo, los
individuos no son agentes libres, sino que están tan regulados por las normas sociales
dentro de cada linaje que a menudo actúan más como órganos que como organismos
(147).
La coherencia del grupo también depende del tamaño, en las relaciones dentro
de grupos pequeños todos se conocen y es factible la confianza y la lealtad, pero
¿qué si se trata de un grupo numeroso, de un grupo de grupos o de grupo de grupos
de grupos? La cantidad de pobladores de los grupos ancestrales variaba, pero no era
numerosa, ¿cómo explicar que se hayan podido integrar grupos de miles y hasta de
millones? Es complicado establecer relaciones de cooperación y lealtad en grupos
numerosos, sobre todo, si se tiene en cuenta la presencia de individuos oportunistas

13
Una vez que las personas están preparadas para castigar cualquier conducta, incluso la más absurda, y
para castigar a aquellos que no castigan, Entonces cualquiera está mejor si se conforma con la norma. Las
estrategias moralistas son un mecanismo potencial para estabilizar un amplio rango de conductas (Boyd y
Richerson 173, nuestra traducción).

19
que buscan aprovecharse de la cooperación de los demás. Peter Turchin al respecto
apela a dos formas de adaptación, que habrían hecho posible vencer esta dificultad
(cf. Aldama 2013 184-188, 206-207):
1) La estrategia moralista. En los grupos humanos se presentan tres tipos de
individuos: “los bribones”, que son egoístas y oportunistas, “los santos”, que son
altruistas y que colaboran con el resto, aun cuando los demás sean renuentes a actuar
por “el bien común”; y, “los moralistas” que no necesariamente tienen una conducta
prosocial pero sí exigen que se cumplan las normas y la participación, es decir, son
reglamentistas, y constituyen la mayoría en el grupo (Turchin 119-122). La llamada
estrategia moralista consiste en “cooperar cuando suficientes miembros en el grupo
están también cooperando, y castigar a aquellos que no cooperan” (136, nuestra
traducción). Es decir, los moralistas actúan según cómo se presente la situación: si
no hay colaboración, adoptarán una actitud de indiferencia, si hay colaboración,
serán intolerantes con los “bribones” y con quienes estando encargados de hacer
cumplir las normas descuidan su labor.
Se establece así una diferencia para la SG humana, es decir, ya no se establece
solo la relación entre altruistas y egoístas, sino una relación triple en la que el papel
preponderante lo juegan “los moralistas”, además esto se vincula a la intervención
de las emociones.
2) Los marcadores simbólicos. Prácticamente el uso de símbolos es exclusivo del
pensamiento humano, los símbolos permiten representar entidades complejas
mediante objetos tangibles, como ocurre con el tótem de los indios
norteamericanos, símbolo distintivo de una clan frente a otros. El símbolo hace
posible identificar a un miembro del grupo o a un enemigo, y superar el límite del
número de los pequeños grupos ancestrales. Puede, además, representar algo que
solo se constituye en la imaginación y tornarlo en “real”, como ocurre con el
concepto de nación.
Las formas mencionadas muestra la presencia de la tendencia humana a ser parte
de un (o de varios) nosotros que no tiene que ser necesariamente su grupo familiar,
es notoria, entonces, la presencia de la SG.
Nos interesa probar tanto que la SG es real, como lo que esto implica en el
comportamiento del grupo. La SG es la competencia de, por lo menos, dos grupos
en la que el éxito se inclina por el grupo constituido por los individuos más
dispuestos a sacrificar su propio bien por el bien del grupo o en aquellos que las

20
reglas se cumplen eficientemente; desde los cazadores-recolectores esta
competencia con frecuencia ha llevado a enfrentamientos violentos y luego a la
guerra, la forma más cruda de la competencia intergrupal, y también a la
constitución de grupos mayores y a grupos de grupos, que han seguido compitiendo
entre sí de manera violenta y/o pacífica. Adonde se dirige la SG en cuanto logra
constituir un nosotros es hacia un comportamiento de egoísmo grupal, en el que “el
bien común” se interpreta como el bien de un nosotros.
De un pasado en el que hay una fuerte presencia parental, se ha transitado hacia
sociedades heterogéneas y multiétnicas, esto no significa que haya desaparecido del
todo el poder de los grupos familiares, pero sí que han perdido presencia frente a
otros grupos, cuya identidad se da con relación a factores como el religioso, el
económico, el político, etc. Es un hecho histórico que desde el surgimiento de
diferentes pueblos estos han competido entre sí, la guerra ha sido y es una
constante, aunque la civilización haya traído consigo formas más sutiles de
dominación.
Formamos diferentes grupos, pero esto no modifica la dinámica de la relación
nosotros- ellos. La sociedad está constituida por múltiples grupos y cada uno de
ellos busca su propio beneficio, se produce entonces una situación similar a la que
se establece entre el individuo egoísta y la comunidad, una de las consecuencias
que genera esta situación es el rumbo incierto que puede adoptar una sociedad, si
uno o más de sus grupos tiene el poder suficiente para imponer sus intereses al
conjunto.

Conclusiones
La selección individual como competencia entre individuos, como apoyo
incondicional a la familia (SP) y como reciprocidad entre individuos no
emparentados (AR) propicia el egoísmo biológico y está presente tanto en la
conducta del hombre ancestral como en la del hombre contemporáneo, aunque
como manifestación consciente de un yo, recién se configuraría como búsqueda de
reconocimiento, después del período de los cazadores-recolectores.
La selección grupal entendida como un proceso que va más allá de la SP y del AR,
propicia el altruismo biológico así como la constitución de grupos mayores que los
familiares. Aunque se podría considerar que primero actúo la SI y luego la SG, más
bien, juzgamos que son fuerzas que se presentan según las circunstancias, además

21
―no obstante que son fuerzas básicas― experimentan la acción no solo del entorno
natural, sino del medio sociocultural y de la educación, y esto al punto que se hace
más importante con el tiempo la selección grupal de tipo cultural. Si el egoísmo se
hace consciente después del período de los cazadores-recolectores, el egoísmo
grupal es anterior, pues supone la consciencia de pertenencia a un grupo, el nosotros
fue anterior al yo. La oposición nosotros- ellos es ancestral y se mantiene en el
tiempo.
Tanto la selección individual como la grupal actúan de modo inconsciente y al
condicionar nuestro comportamiento propician que conscientemente asumamos
una conducta de tipo egoísta o de egoísmo grupal.
El altruismo genuino es factible, pero no consideramos que propiamente se vincule
a la selección grupal, sino a la variabilidad individual.
Si bien la mayoría de las personas realiza tanto acciones egoístas como altruistas, si
se tiene en cuenta cómo influye por una parte la selección individual y por otra la
grupal, tendríamos que reconocer que somos más egoístas que altruistas.

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