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Clase Nº1 Implicancias subjetivas frente al aprender.

El aprender es un acto subjetivante y en tanto modifica al sujeto en su


estructura más intima es muy movilizante porque da lugar a un abanico de
sentimientos que van a la simple ansiedad, el miedo a -en algunos casos- el
pánico que paraliza, de la inquietud a la alegria....

Los invito a revisar la historia de aprendizajes personal y recordar que


sentimentos experimentaron frente a una situación donde se enfrentaron a algo
nuevo que les demanda un nuevo aprendizaje:cuando tuvieron que aprender a
manejar un nuevo artefacto tecnologico, cuando comenzaron a cursar una
nueva materia o cuando se vieron tentados a integrar una nueva red social...
Intenten recordar qué sentimientos experimentaron.

Para empezar, tenemos que tener en cuenta que el aprender no es una


serie de mecanismos y procesos cognitivos atemporales y aespaciales que se
dan en todas las personas más o menos de la misma forma siempre, sino que
esta teñido por la subjetividad de cada uno. Justamente esto determina que el
acto de aprender no sea un acto en que el sujeto permanece impávido, sereno,
sino que es altamente movilizante.

Asumir la posición de aprendiente, implica asumir que no todo lo


sabemos, lo cual es angustiante, ansiógeno o por lo menos inquietante.

No siempre es fácil hacernos cargo de lo que no sabemos, porque uno


puede pensar que si asume abiertamente que no sabe, queda como un tarado
frente a los amigos, frente a los que nos interesa quedar como el “superado”.
Pero si no asumimos nuestra ignorancia, seguimos sin aprender y ahí si
quedamos en empobrecidos frente a nosotros mismos y frente a los demás. Si
nos hacemos cargo, nos enriquecemos. Poder tolerar la castración (poder
tolerar que siempre hay algo que me falta) remite a la salud mental del sujeto.

Por ejemplo, yo –por cuestiones familiares- no sabia manejar hasta hace


grande. Nunca me molestó mucho esta situación porque no tenia un auto.
Cuando apareció la oportunidad de comprar un auto, tuve que reconocer que
era algo que no sabia, que había alguien que debía enseñarme, y que habría
un periodo de tiempo –hasta que aprendiera más o menos bien hasta que se
automatizara- que iba a tener que practicar y concentrarme mucho. Asumir la
posición que uno esta castrado, que no es completo, que algo nos falta, no es
agradable, pero puede ser paralizante o no.

El proceso de aprendizaje se genera en la inquietud y la engendra.


“Reconocerse un derecho a pensar implica renunciar a encontrar en la escena
de la realidad una voz que garantice lo verdadero y lo falso, y presupone el
duelo por la certeza perdida. Tener que pensar, dudar de lo ya pensado,
verificarlo, son las exigencias que el yo no pede evitar” (Piera Aulanier) Es
decir, el poder pensar algo distinto a lo que se proclama como “lo verdadero” o
“lo falso” indiscutido, nos pone ante la angustia de perder la certeza. Toda
certeza trae tranquilidad. Si tengo la certeza de algo no tengo que hacer nada.
No tengo que buscar ninguna respuesta.
Por otro lado es también angustiante porque nos enfrenta a perdida de lo
conocido familiar, dominado para sustituirlo por algo desconocido. Implica
abandonar certezas y enfrentarse a las incertidumbres, dudas y
contradicciones... en última instancia implica enfrentarse a la castración.
Baraldi[2] dice que la duda y la contradicción son momentos esenciales de la
construcción del saber y del conocer.

Si Copérnico se quedaba con la certeza que la tierra era todo lo que


existía, que era la teoría de moda de esa época. Era “la verdad científica”
nunca hubiera podido descubrir que la tierra era solo un elemento más del
universo, y ni siquiera era un elemento demasiado importante. Pero poder
pensar que las cosas eran distintas le trajo angustia, porque primero tuvo que
admitir que la verdad científica que daba todas las respuestas estaba
equivocada. Fue como un salto en el vacío. Y el psiquismo humano tiende a
buscar puntos de certidumbre. Ante la incertidumbre aparece la angustia.

En segundo lugar tuvo que comenzar a buscar respuestas. Si esa teoría


que había sostenido hasta ese momento no daba cuenta de la realidad ¿Cual
era la realidad? Y cuando el tuvo su respuesta, casi le va la vida en ello.

Pero si el sujeto no se atreve a pensar por si mismo queda alienado a la


palabra del otro.

Otro punto de angustia que implica el posicionarse como aprendientes es


que el sujeto se enfrenta a la tarea imposible de “entender en su totalidad”.
Tanto el docente como el alumno al trasmitir las significaciones siempre aborda
la cosa sin poder acotarla con un significado que capture su esencia plena.
Tarea imposible ya que siempre queda un resto que escapa a la cadena
significante. Este no poder explicar todo, este no poder entender todo, es un
punto de angustia y de malesentendidos porque el sujeto siempre tiene la
“fantasia” que lo dijo todo, y que todos lo entendieron. Esta realidad hecha por
tierra toda aspiración pedagógica relacionada con la creencia que el alumno
puede aprender todo lo que trasmite el docente, así como también la ilusión del
docente haber trasmitido todo sus conocimientos como había planeado.

Como veran es fundamental siempre tener en cuenta que el aprendizaje


es siempre el aprendizaje de un sujeto. Y este no es nunca una serie de
mecanismos constantes y repetidos, sino que es un sujeto situado, un sujeto
que desea, que procesa, en un espacio particular de interacciones sociales e
institucionales.

Es decir que el cerebro y la estructura cognitiva de una persona no son los


únicos elementos intervinientes a la hora de aprender, sino que jugaran un rol
definitorio la constitución subjetiva del mismo y el entramado de vínculos
(familiares, sociales, escolares) en que esta inserto.Este juego de vínculos e
interrelaciones que se desarrolla día a día en el ámbito escolar tiene por
función fundamental la construcción de subjetividades. Que quiere decir esto?
Que el acto de aprender –principal acto que debe propiciar la escuela- propicia
un cambio en cada uno… un cambio no sólo a nivel de que nuestro
pensamiento se hace cada vez mas abstracto sino que podemos tener mayor
capacidad de discernimiento no solo de ecuaciones matemáticas, sino mayor
capacidad de reflexión respecto de nuestra condición de seres humanos,
respecto de nuestra realidad social, nos configuramos como seres únicos,
irrepetibles, con posibilidad de pensar por nosotros mismos…

La constitucion subjetiva se funda en el hecho que alla un otro –o muchos


otros- para los que signifiquemos algo. El docente cuando cumple su rol, defne
el rol de otro: el estudiante.

En el vinculo educativo hay 2 roles objetivos que cada uno cumple en


determinada situación concreta: “estudiantes” y “docentes”. Pero para
acercarnos a como aprendemos tenemos que saber que independiente del rol
objetivo, cada sujeto a la hora de aprender debe asumir la posición de
aprendiente y la posición de enseñante.

Revisemos en 1º lugar de que implica colocarse en una posición de


aprendiente.

El alumno se posiciona entre la información, el conocer y el saber, pero


particularmente entre el conocer y el saber.

Aprender implica significar, otorgar sentido a la información que el docente


le brinda, a partir del saber que ya tiene el sujeto, desde todo el bagaje de
conocimientos previos, de sus experiencias positivas, negativas, dolorosas,
gratificantes infantiles, familares, grupales, sociales, ect. La información de ese
modo va a modificarse, adquirir sentidos particulares y subjetivos… implicará
una apropiación singular que posibilitra la construcción de conocimientos.

En este proceso intervienen tanto la inteligencia como el deseo.

“El sujeto aprendiente articula al sujeto deseante con el sujeto


cognoscente, haciéndose cuerpo en un organismo individual y haciéndose
cuerpo-instituyente en un organismo social instituido”

Es decir que para aprender tiene que haber por un lado un sujeto con
cierta estructura cognitiva, por otro lado que ese sujeto desee aprender sólo así
se transformará a si mismo en instituyente, en agente de cambio del sistema
social en el que esta inmerso.

Pero dijimos que para aprender también había que asumir la posición de
enseñantes porque cuando aprendemos necesitamos conectarnos con lo que
ya conocemos y autorizarnos a “mostrar” aquello que conocemos.

También necesitamos “relatarnos” a nosotros mismos lo que aprendimos.


Por eso, escribir es una de las mejores formas de ayudarnos a pensar. Cuando
escribimos se nos va haciendo visible nuestro pensamiento, como si
estableciéramos un dialogo entre enseñante y aprendiente. No se puede
aprender, verdaderamente, sin poner en dialogo esos conocimientos y saberes
con los nuevos conocimientos.
Si podemos movernos entre las posiciones de enseñantes y aprendientes
el sujeto se constituye en autor.

El sujeto no sólo es activo en cuanto a la construcción del conocimiento


que va a incorporar, sino también lo es en cuanto transforma la situación en
que esta aprendiendo y al propio docente.

Entre el docente y el alumno se abre un campo de diferencias donde se


sitúa el placer de aprender.

El docente entrega algo, pero para poder apropiarse de ello, el alumno


necesita inventarlo de nuevo (esto es autoría de pensamiento, es decir la
posibilidad de ser autores del propio pensamiento, no una mera repetición de
información receptada) Experiencia de alegría que se facilita o se perturba,
según como se coloque el docente.

Esto es importantisimo porque para que sientan el placer en el enseñar


primero ustedes tienen que recuperar el placer en el aprender. Primero tiene
que el estudiar dejar de ser vivido como una tortura. Fuimos a la escuela
primaria porque el estado nos lo impuso: la educación es obligatoria hasta
cierta edad. Fuimos a escuela secundaria porque nuestros padres nos
empujaron, y al que se resistía se le sentenciaba: “o estudias o trabajas”: la
elección era obvia: volvía a la escuela aunque sea a calentar el asiento. Ahora
todos ustedes son adultos: ¿por que están acá? ¿para obtener un papel a partir
del que puedan conseguir un trabajo? ¿por algún oscuro placer masoquista
que los hace estar inmersos en una situación torturante durante 4 años?

Algo fundamental que vamos a ver es que para aprender lo que se pone
en juego es el deseo propio. Me gustaría que se tomarán unos momentos para
pensar ¿porque están acá?. Si hay deseo propio sosteniendo el aprender este
deviene en alegria.

El alumno construye, “transforma” los conocimientos que incorpora (que


se apropia). Pero a su vez, transforma la situación educativa y al maestro y a
sus compañeros, para poder devenir en “sujeto autor”. Esto es lo más
importante que el sujeto autor produce. Aquí claramente se ve la importancia
subjetivante del aprendizaje. Es decir, situación de aprendizaje que posibilita
que el ser humano devenga sujeto.

Creemos que para que se constituya el sujeto epistémico debe surgir el


deseo de saber, que solo puede sustentarse en el propio deseo. Esto nos lleva
a plantearnos el valor relativo que tendrán algunos aprendizajes. Se nos
impone como necesario diferenciar el aprendizaje irreflexivo que remite a la
pura repetición, de aquel aprendizaje que le posibilite producir un texto
autónomo, que posibilite al sujeto cuestionar y cuestionarse. Aprendizaje que lo
modifica en lo más intimo y que lo convierte en agente de cambio.
No se lee y se escribe porque se conozcan las letras y sus sonidos, sino
porque se tiene algo que decir y deseo de hacerlo; porque hay quien escuche;
porque la palabra es parte de uno.

Se cuenta, se suma y se resta porque se siente la necesidad de ordenar


internamente el mundo, de organizar, de interiorizar el tiempo y el espacio para
ser parte de ellos.

Pero para esto debe existir un sujeto deseante, capaz de reconocerse a sí


mismo pensante y digno de ser tenido en cuenta. Muchísimos niños que
fracasan en lectoescritura y en matemática tienen todo su potencial intelectual
intacto, pero no han podido constituirse en sujetos deseantes. La curiosidad en
ellos no está instalada de modo que deseen decodificar, porque nunca ellos ni
los grupos a los que se sienten pertenecientes han sido decodificados; más
bien a menudo se ha codificado desde afuera su decir; se han interpretado sus
conductas y sus dichos sin que mediara la pregunta capaz de provocar el
deseo de decir. Y no sería correcto pensar que esto pasó sólo en el seno de
sus familias, sino fundamentalmente en el seno de nuestra sociedad

“Reconocerse un derecho a pensar implica renunciar a encontrar en la


escena de la realidad una voz que garantice lo verdadero y lo falso, y
presupone el duelo por la certeza perdida. Tener que pensar, dudar de lo ya
pensado, verficarlo, son las exigencias que el yo no puede evitar” Piera
Aulagnier

Es por esto, que el sujeto se ve obligado a enfrentar y atravesar las


barreras que representan las enseñanzas cotidianizadas y familiares, inscriptas
en los discursos absolutistas.

Enseñanzas estériles en tanto que se presentan omnipotentemente como


la verdad absoluta, dogmática, imponiendo un único sentido. Coincidimos con
Baraldi[3] cuando oportunamente señala, la duda y la contradicción como
momentos esenciales de la construcción del saber y del conocer. Por otro lado
estas enseñanzas se hacen eco también de otro tipo de discurso que sustentan
la creencia que el saber que se trasmite es la totalidad de lo conocido.

Discursos suturantes, que cierran toda posibilidad de discusión, de


análisis, de desciframiento de otros sentidos rechazados, reprimidos... Son -en
general- estos discursos los que encontramos en las instituciones escolares
que sostienen un modelo educativo reproductivista, bancario.
Lamentablemente es el modelo sostenido en general en nuestro medio.

[1] “Buscando duendes y princesas en el país de susasalalamasa” Revista


E.Psi.B.A. Nº5 Buenos Aires
[2]BARALDI, C.: “Aprender: la aventura de soportar el equivoco” Editorial Homo
Sapiens, Rosario, 1993

[3]BARALDI, C.: “Aprender: la aventura de soportar el equivoco” Editorial Homo


Sapiens, Rosario, 1993

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