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MUJERES Y CIUDADANÍA

"Me declaro en contra de todo poder cimentado en prejuicios aunque sean antiguos"
Mary Wollstonecraft

1. ¿Qué es la ciudadanía?

1. Se entiende por ciudadanía el conjunto de derechos (civiles, políticos y sociales) que


tienen las personas como sujetos, y las obligaciones y deberes que se derivan de ellos
respecto a una colectividad política (nación, país, región), además de la facultad de
actuar en la vida colectiva de un Estado. Esta facultad surge del principio democrático
de soberanía popular (el pueblo decide cómo se tiene que gobernar y quienes tienen que
hacerlo).
2. La condición de la ciudadanía está restringida a las personas que tienen esa condición, la
de ser ciudadana o ciudadano. Las personas que habitan en un territorio del que no lo
son están excluidas de los derechos y los deberes que comporta disfrutar de la
ciudadanía Cada estado tiene unas normas que regulan la manera por la cual una persona
adquiere la nacionalidad de ese estado, es decir, la condición de ciudadano/a.
3.

2. ¿Cuándo surge este concepto y cómo evoluciona?


La concepción de ciudadanía es la propia del período histórico iniciado con las grandes
revoluciones liberales de fines del siglo XVIII, y caracterizado por la primacía del Estado-nación
como colectividad política que agrupa a los individuos. Esta ciudadanía equivale a nacionalidad.

El conjunto de derechos y deberes que se entienden como ciudadanía ha ido transformándose y


evolucionando a lo largo de los últimos tres siglos. Durante el siglo XVIII, se reclamaba,
fundamentalmente el derecho a la libertad de los pueblos y los derechos de propiedad. Durante el
XIX se reclama el derecho al voto y el derecho a la organización social y política. Durante el XX,
hablamos de una “ciudadanía social” relacionada con los sistemas educativos y el Estado del
Bienestar.

Es frecuente que se ignore o se soslaye que en este proceso de reconocimiento de derechos que
tienen los individuos por parte de los estados de los que forman parte, no han corrido la misma
suerte hombres y mujeres: El voto, la propiedad, la libertad para organizarse, son derechos a los
que las mujeres han accedido más tardíamente que los hombres, encontrándose relegadas en la
actualidad a una ciudadanía de segunda: nutridos grupos de mujeres constituyen las bolsas de
pobreza más severas, soportan mayor grado de violencia, reciben los salarios más bajos y cuentan,
en definitiva, con muchos menos recursos que los hombres.

3. La Revolución Francesa: 1ª Declaración de los derechos de la mujer y la


ciudadana . Olimpia de Gougues.

La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano fue aprobada por la


Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789, y es uno de
los documentos fundamentales de la Revolución francesa. Las mujeres, sin
embargo, no tardaron en darse cuenta de que la palabra “hombre” no era un plural
universal: no estaba planeado dejarlas participar en estos derechos de ciudadanía.
Las mujeres se dirigieron con estas palabras a la Asamblea:

¡Ah, Ilustres Señores!, no permitáis que continúen ocultando ignominiosamente


cualidades tan gloriosas para nosotras y tan interesantes para la nación.
Atreveos hoy a reparar a favor de nosotras las antiguas injusticias de vuestro
sexo; ponednos en condiciones de trabajar como vosotros y con vosotros para la
gloria y felicidad del pueblo francés, y si, como lo esperamos, consentís en
compartir con nosotras vuestro poder, que ya no debamos esa preciosa ventaja al
brillo de nuestros encantos y a la debilidad de vuestro corazón sino únicamente a
vuestra justicia, a nuestros talentos y a la santidad de vuestras leyes (1789-1793.
La voz de las Mujeres en la Revolución Francesa. Cuadernos de quejas y otros
textos, Barcelona, La Sal, Edicions de les dones, 1989, p. 124).

Dicho esto, presentaron un proyecto de decreto en el cual pedían la abolición de


todo privilegio masculino, igualdad de trato, la misma libertad, derechos (derecho
a voto, derecho a comprar y vender propiedades, derecho a pertenecer a
asambleas de distrito...) y honores que los hombres, igualdad de poder dentro del
matrimonio. También pedían que dejara de considerarse a las mujeres como el
sexo innoble; de esta manera, para castigar a un militar se dejaría de vestirlo de
mujer. Por otro lado, siguiendo con la vestimenta, exigían el derecho a poder
llevar pantalones y de que éstos dejaran de ser ropa exclusivamente masculina. 

Olimpia de Gouges
(Marie Gouze; Montauban 1748 – París 1793)
Escritora y heroína francesa abanderó las reivindicaciones sobre la igualdad de
derechos entre mujeres y hombres en el marco de la Revolución Francesa.

Al inicio de la Revolución Francesa comulgaba con los ideales de ésta, sin


embargo, cuando el 26 de agosto de 1789, la Asamblea de la Revolución aprueba
la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que sería la guía que
iluminaría a todo el mundo con sus ideales a imitar como el derecho a la libertad
de prensa, opinión y religión, Olimpia alzará la voz y criticará la traición que
supone para las mujeres que participaron en la Revolución el que se les niegue los
derechos. A partir de ahí cuestionará en sus escritos periodísticos el orden
jerárquico establecido entre hombres y mujeres.
 
Desafortunadamente, esta declaración sólo se refería al hombre como género
masculino dejando de lado a la mujer. Y es precisamente un escrito el que liga el
nombre de Olimpia a la posteridad: La Declaración de los Derechos de la Mujer y
la Ciudadana (1791), obra que se sitúa como precursora en la defensa de los
derechos de las mujeres.
DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER Y DE LA CIUDADANA
(Redactada en 1789 por Olympe de Gouges para ser decretada por la Asamblea nacional
francesa)
PREÁMBULO
Las madres, hijas, hermanas, representantes de la nación, piden que se las constituya en
asamblea nacional. Por considerar que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los
derechos de la mujer son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de
105 gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne, los derechos naturales,
inalienables y sagrados de la mujer a fin de que esta declaración, constantemente
presente para todos los miembros del cuerpo social les recuerde sin cesar sus derechos y
sus deberes, a fin de que los actos del poder de las mujeres y los del poder de los
hombres puedan ser, en todo instante, comparados con el objetivo de toda institución
política y sean más respetados por ella, a fin de que las reclamaciones de las ciudadanas,
fundadas a partir de ahora en principios simples e indiscutibles, se dirijan siempre al
mantenimiento de la constitución, de las buenas costumbres y de la felicidad de todos.
En consecuencia, el sexo superior tanto en belleza como en coraje, en los sufrimientos
maternos, reconoce y declara, en presencia y bajo 105 auspicios del Ser Supremo, los
Derechos siguientes de la Mujer y de la Ciudadana.
ARTÍCULO PRIMERO
La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos, Las distinciones sociales
sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.
ARTÍCULO SEGUNDO
El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e
imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad,
la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión.
ARTÍCULO TERCERO
El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación que no es más que la
reunión de la Mujer y el Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer
autoridad que no emane de ellos.
ARTÍCULO CUARTO
La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el
ejercicio de los derechos naturales de la mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el
hombre le opone; estos límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón…

(Texto completo en la siguiente dirección:


http://coeducarenlacucarela.blogspot.com/p/unidades-didacticas-para-la-optativa-de.html )

Se inicia una larga y difícil tarea para conseguir que a las mujeres se les
reconozca su derecho a la ciudadanía.
De capital importancia será el papel que, a partir de 1840, tengan las
sufragistas. El sufragismo fue un movimiento internacional de reivindicación del
derecho de las mujeres a ejercer el voto. Originado en los Estados Unidos a finales de
la década de 1840, y con una fuerte implantación en el Reino Unido, desde 1865 el
movimiento se extendió a gran parte de los países europeos.
John Stuart Mill y Harriet Taylor Mill (1869), Essays on Sex Equality

“Quizás muchos de nuestros lectores se enterarán por estas páginas de que en la parte
más civilizada e instruida de los Estados Unidos ha surgido un movimiento sobre un nuevo
asunto; nuevo, no para los pensadores, ni tampoco para ninguno de los que sienten y
reconocen los principios de un gobierno libre y popular, sino nuevo, y aun inaudito, como
tema de asambleas y de la acción política práctica. Este asunto es la emancipación de la
mujer; su admisión, de derecho y de hecho, a la igualdad, en todos los derechos,
políticos, civiles y sociales, con los demás ciudadanos de la sociedad.

Para colmo de la sorpresa con que muchos recibirán esta noticia, hay que advertir que el
movimiento que ha empezado no es una defensa de las mujeres hecha por escritores u
oradores del sexo masculino, permaneciendo las que declaradamente se tienen que
beneficiar de ellos, ya indiferentes, ya ostensiblemente hostiles. Se trata de un
movimiento político, de finalidad práctica, llevado delante de una forma que denota una
intención de perseverar. Y no es un movimiento meramente a favor de las mujeres, sino
llevado a cabo por ellas.”
4. La Constitución Española de 1812
La Pepa fue la primera Constitución española que estableció hitos fundamentales
como la soberanía popular, la división de poderes, la libertad de expresión e imprenta.
A lo largo de 2012 tendrá lugar un buen número de actos y celebraciones en torno
a este documento constitucional. Aunque, en lo que respecta a la mujer, nada haya
que celebrar. La exclusión de las mujeres en la vida política del Cádiz de las Cortes
fue tan radical que ni siquiera fueron reconocidas como ciudadanas en la Constitución.
Prácticamente al comienzo de las reuniones, las Cortes acordaron negarles la
entrada, excluyendo de ese modo cualquier aspiración de igualdad entre sexos en los
discursos que empezaban a definir el nacimiento del ciudadano contemporáneo.

5. La Segunda República Española: una mujer, un voto.

En España habría que esperar a la Segunda República para que a las mujeres se
les reconociera el derecho a la ciudadanía:

Discurso de Clara Campoamor ante las Cortes el 1 de octubre de 1931, donde

quedaría aprobado el voto femenino en España:

“Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un

profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y
confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la

revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al

derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.  (…)


La mujer española espera hoy de la República la redención suya y la redención del hijo.
No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar; al dejar
al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven;
que ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las cárceles; que ha
sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose a sí
misma la frase de Humboldt de que la única manera de madurarse para el ejercicio de la
libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de ella. “

Tras Tras un ardoroso debate en el Parlamento, queda aprobado el derecho al voto de


las mujeres, quienes pueden ejercerlo por primera vez en la historia de España en las
elecciones de 1934.
6. La Constitución de 1978: recuperación de los derechos de la ciudadanía
tras la Dictadura franquista.

“La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y


promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad
de: Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes
conforme a un orden económico y social justo. Consolidar un Estado de Derecho que
asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Proteger a todos los
españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y
tradiciones, lenguas e instituciones. Promover el progreso de la cultura y de la economía
para asegurar a todos una digna calidad de vida. Establecer una sociedad democrática
avanzada, y Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz
cooperación entre todos los pueblos de la Tierra. En consecuencia, las Cortes aprueban
y el pueblo español ratifica la siguiente CONSTITUCIÓN(…)
Artículo 14
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna
por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social.” (…)
Constitución Española de 1978

La Constitución de 1978 marcará un auténtico punto de inflexión en el


reconocimiento de los derechos de todos los españoles y, por fin, también en el
reconocimiento de los derechos de las mujeres. En su art. 10.1 afirma que “la dignidad de
la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la
personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden
político y de la paz social” y concede a la igualdad un papel de primer orden. Es usual
afirmar que nuestro texto constitucional recoge tres manifestaciones diversas de la
igualdad: como valor, como principio, y como derecho fundamental.

Pese a ese reconocimiento, la realidad señala que hay una brecha que parece
hacerse cada vez mayor entre los derechos que se reconocen constitucionalmente y los
que el día a día de los llamados poderes fácticos nos dejan ejercer

Por eso se hace necesario recordar el largo camino recorrido por mujeres y hombres para
conseguir que los textos legales garanticen unos derechos de la ciudadanía ( a la
igualdad, a la educación, a la libertad de expresión, a la sanidad, a la participación
política,,,etc) que hay que defender y, al mismo tiempo, potenciar en la convivencia
democrática diaria.

7. Manifiesto por la Igualdad del alumnado de “Cambios Sociales” de 3º de


E.S.O.

PREÁMBULO:

Las y los alumnos del I.E.S. Fernando Quiñones, por considerar que la ignorancia, el olvido o el
desprecio de los derechos de las mujeres y hombres que formamos la ciudadanía de nuestra
nación son la verdadera causa de los males públicos, queremos manifestar nuestro compromiso
con:

1. El derecho a ser respetados/as y el deber de respetar a quienes no piensen o sientan igual.


2. El deber de hacer todo lo posible por erradicar la pobreza, la prostitución forzosa y la
esclavitud de mujeres y hombres.
3. El derecho a percibir el mismo salario por el mismo trabajo y, por tanto, el deber de
contribuir a eliminar la discriminación salarial que sufren muchas mujeres.
4. El deber de trabajar para acabar con la discriminación, tanto por motivos éticos,
humanitarios como por calidad de vida social.
5. El deber por trabajar para lograr una auténtica igualdad de género.
6. El derecho a la igualdad de oportunidades, a una vivienda digna, a la sanidad, a una
educación de calidad y a la participación ciudadana.
7. El deber de contribuir para erradicar los abusos de poder
8. El derecho a un trabajo digno, que no discrimine a mujeres y hombres y que sea capaz de
proporcionarnos los medios materiales suficientes para tener una vida digna.
9. El derecho de las mujeres al acceso a cargos de poder político, social, laboral y económico
en igualdad de condiciones con los varones
10. El derecho a ser aceptados socialmente sea cual sea nuestra orientación sexual, nuestro
aspecto físico o nuestra manera de vivir, siempre que seamos respetuosos con los y las
demás.
11. El derecho a la seguridad personal. Las fuerzas del Estado (policías y ejércitos) tienen que
garantizar nuestra seguridad y no ponerla en peligro en ningún caso.
12. El derecho de las mujeres a ser juzgadas por los mismos patrones éticos que los chicos. No
es justo que a unos se les juzgue de manera más flexible que a las otras.
13. El derecho de los varones a expresar sus sentimientos y a obtener la custodia compartida
sobre las hijas/os.
14. El deber de potenciar las relaciones pacíficas entre los distintos colectivos sociales.
15. El derecho en igualdad de condiciones de mujeres y varones a la libertad y la justicia
16. El derecho de las personas a recibir ayudas del estado cuando no tienen trabajo ni pueden
conseguirlo.

Por último, declaramos que es importante tener conciencia de ciudadanía para sentirse parte de
una nación y, por tanto, colaborar con la mejora de las condiciones sociales de la sociedad de la
que formamos parte, así como frenar los abusos de quienes no respeten los derechos que nos
hemos otorgado constitucionalmente.

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