UNIDAD V: Trastornos Asociados a Necesidades Biológicas y Adicciones.
5.1. Trastorno del Sueño: Definición del concepto.
Información general sobre los trastornos del sueño. Los trastornos del
sueño son problemas relacionados con dormir. Estos incluyen dificultades para conciliar el sueño o permanecer dormido, quedarse dormido en momentos inapropiados, dormir demasiado y conductas anormales durante el sueño.
5.1.a. Clasificación de los Trastornos del Sueño.
Insomnio psicofisiológico. Se define así a la dificultad condicionada para
dormirse y/o extrema facilidad para despertarse del sueño, durante un periodo superior al mes, expresada por al menos una de las siguientes condiciones: ansiedad o excesiva preocupación por el sueño; dificultad para quedarse dormido al acostarse o en siestas planificadas, pero no en otros momentos del día en los que se llevan a cabo tareas monótonas y en los que no hay intención de dormirse; hiperactividad mental, pensamientos intrusivos o incapacidad para cesar la actividad mental, que mantienen al sujeto despierto; mejoría del sueño fuera del entorno y dormitorio habituales; excesiva tensión somática en la cama, que incapacita la relajación e impide conciliar el sueño Afecta aproximadamente al 1-2% de la población general, y predomina en el sexo femenino, y en grupos de edad de adolescentes y adultos jóvenes.
Insomnio agudo. La aparición de los síntomas definitorios de insomnio guarda
una clara relación con un acontecimiento estresante. Éste puede ser de carácter psicológico, psicosocial, interpersonal o del entorno, siendo algunos ejemplos los cambios o conflictos en las relaciones inter-personales, el duelo, el diagnóstico de una enfermedad o el traslado a otra ciudad. Existen también factores estresantes con un sentido emocional positivo. La duración de este tipo de insomnio suele ser inferior a los 3 meses, resolviéndose cuando desaparece el acontecimiento estresante o cuando el sujeto logra adaptarse a él.
Insomnio paradójico. Se denomina también pseudoinsomnio o mala
percepción del sueño. La principal característica es una queja de insomnio grave, sin que pueda objetivarse un trastorno de tal magnitud mediante la realización de pruebas diagnósticas como la polisomnografía. Existe por tanto una discordancia entre los resultados de la polisomnografía y las que jas subjetivas de los pacientes, quienes refieren dormir nada o muy poco todas las noches y de forma crónica. Constituye el 5% de todos los casos de insomnio, y es más frecuente en mujeres.
Insomnio debido a una inadecuada higiene del sueño. Es el insomnio
asociado a actividades diarias que necesariamente impiden una adecuada calidad del sueño y mantenerse despierto y alerta durante el día. Un elemento común a esas actividades es que son prácticas que están bajo el control de la voluntad del sujeto. Pueden ser prácticas que conllevan un estado de hiperalerta o hipervigilia (el consumo rutinario y antes de acostarse de alcohol o cafeína; el desarrollo, también antes de acostarse, de intensas actividades mentales, físicas o emocionales; o condiciones inapropiadas de luz, ruido, etc., o prácticas que impiden una correcta estructuración el sueño –siestas frecuentes durante el día, grandes variaciones en las horas de acostarse o levantarse, pasar mucho tiempo en la cama–, etc. Su prevalencia se estima en torno al 1-2% en los adolescentes y adultos, y constituye alrededor de un 5-10% de los insomnios.
Insomnio debido a fármacos o tóxicos. Es la interrupción o supresión del
sueño relacionada con el consumo de fármacos, drogas, cafeína, alcohol, comida, o con la exposición a un tóxico ambiental. El trastorno del sueño puede aparecer durante periodos de consumo o exposición, o también durante periodos de retirada o abstinencia. Afecta aproximadamente al 0,2% de la población general, y al 3,5% de los sujetos que consultan por problemas de sueño.
Insomnio idiopático. Se trata de un insomnio que aparece durante la infancia
o durante los primeros años de la juventud, sin que se pueda reconocer un factor desencadenante o una causa que lo justifique. Es un insomnio crónico, que cursa de forma persistente, sin periodo alguno de remisión. Aunque su inicio se establezca en la infancia o juventud, no suele ser hasta muchos años después cuando se reconoce y se reclama la ayuda de un especialista. Su prevalencia es, aproximadamente, del 0,7% en adolescentes y del 1% en adultos jóvenes, desconociéndose en grupos de mayor edad. También es posible el cuadro opuesto, es decir, que en vez de sentir insomnio sientan dormir bien cuando en realidad hay insomnio
Insomnio debido a trastornos mentales. Se define así al insomnio que dura
al menos un mes y que está causado por una enfermedad mental subyacente (guarda una relación temporal, en la mayoría de los casos, con un trastorno mental diagnosti- cado según los criterios de la DSSMD). El insomnio no es sino un síntoma más de la enfermedad mental, aunque en muchas ocasiones puede ser más intenso que el habitualmente asociado al trastorno mental subyacente, requiriendo entonces un tratamiento independiente del proceso de base.
Insomnio debido a problemas médicos. Es el causado por una enfermedad
orgánica coexistente o por otra alteración fisiológica, de modo que se inicia con dicho problema médico y varía según las fluctuaciones o cambios en su curso. Afecta al 0,5% de la población general, siendo más frecuente en personas de edad avanzada. Alrededor de un 4% de los pacientes que son valorados en Unidad de Sueño presentan este tipo de insomnio.
5.1.a.1. Insomnio.
El insomnio es el más frecuente de todos los trastornos del sueño en la
población general. Por insomnio se entiende la presencia de forma persistente de dificultad para la conciliación o el mantenimiento del sueño, despertar precoz o un sueño poco reparador, a pesar de disponer de condiciones adecuadas para el sueño; además, para el diagnóstico de insomnio, es necesario que tales dificultades produzcan en el paciente al menos una de las siguientes molestias diurnas: fatiga o sensación de malestar general, dificultad para la atención, concentración o memoria, cambios en el rendimiento socio- laboral (o escolar, en el caso de los niños), alteraciones del ánimo o del carácter, somnolencia, disminución de la energía, motivación o iniciativa, propensión a cometer errores en el trabajo o en la conducción de vehículos, síntomas somáticos como tensión muscular o cefalea, y preocupaciones, obsesiones o miedos en relación con el sueño.
5.1.a.2. Síndrome de Apnea del Sueño.
La apnea del sueño es un trastorno común en donde la respiración se
interrumpe o se hace muy superficial. Esta causa un colapso en las vías respiratorias o una obstrucción de ellas durante el sueño. Luego, la respiración vuelve con un ronquido o resoplido. La gente que padece de apnea suele roncar muy fuerte.
5.1.a.3. Narcolepsia.
La narcolepsia: es un trastorno que se caracteriza por tendencias del sueño
anormales en las que se incluye una excesiva somnolencia durante el día, la alteración del sueño nocturno y manifestaciones alteradas de la fase REM del sueño. La narcolepsia también se caracteriza por las alucinaciones durante el periodo de sueño-vigilia.
5.1.a.4. Trastorno de Conducta Asociado al Sueño MOR.
El trastorno de conducta durante el sueño MOR (movimientos oculares rápidos)
es una parasomnia caracterizada por la ausencia de la atonía propia de esta fase de sueño, si bien se mantienen presentes los otros elementos característicos: movimientos oculares rápidos y desincronización de la actividad eléctrica cortical.
5.1.a.5. Trastornos del Sueño en la Infancia.
5.1.a.6. Trastornos del Sueño en la Vejez.
Hay muchos tipos de trastornos de sueño que pueden afectar a la infancia y la
adolescencia, para facilitar toda la información que hay al alcance los hemos dividido en tres categorías: 1. El niño que le cuesta dormirse 2. El niño que hace cosas raras por la noche 3. El niño que se duerme durante el día 1. El niño que le cuesta dormirse. Insomnio. El insomnio se caracteriza por la dificultad para iniciar y mantener el sueño, o bien la sensación de no haber dormido bien y que esto se alargue, al menos, durante un mes seguido. El trastorno del insomnio es uno de los problemas más frecuentes en los niños y normalmente, con la ayuda de los profesionales sanitarios y de su apoyo se puede tratar y resolver. Insomnio conductual: es la incapacidad del niño para conciliar el sueño si está solo, presentando resistencia y ansiedad a la hora de ir a la cama. Se despierta muy a menudo. Insomnio por higiene del sueño inadecuado: está asociado a actividades que se realizan durante el día que son las que impiden una adecuada calidad del sueño durante la noche (consumo de chocolate o cafeína; intensa actividad física o uso de ordenadores, consolas o teléfonos móviles).
Síndrome de las piernas inquietas
Este síndrome se caracteriza por la necesidad urgente de mover las piernas en situaciones de reposo, hecho que aparece en muchos casos asociado a una sensación desagradable. Es un trastorno que tiene un gran impacto en la calidad de vida del niño y puede provocarle insomnio y cansancio durante el día. Es un trastorno del que se desconocen las causas aunque parece que hay predisposición familiar. Es primordial ofrecer a estos niños apoyo cuando están en la escuela, ya que muchos de ellos empeoran por la mañana por la obligación de estar sentados en clase, sin moverse.
Síndrome del retardo de fase
Este síndrome es una alteración del ritmo del sueño que comienza a manifestarse, normalmente, a partir del 10 años; se caracteriza por insomnio a la hora de acostarse y por la dificultad para despertarse por la mañana en el momento que toca, lo que conlleva somnolencia durante el día.
UNIDAD VI: Trastornos Asociados a Necesidades Biológicas y
Adicciones.
6.1. Identidad Sexual.
La identidad, en términos absolutos, recoge el modo en el que el ser humano
se comprende y piensa sobre sí mismo, atribuyéndose una miríada de propiedades mediante las que define su propia individualidad. Implica tanto lo personal como lo social; y contempla aspectos tan diversos como la religión que se profesa, la etnia a la que se pertenece, el lugar en el que se vive y los aspectos relacionales que surgen al tratar con los demás (erigiéndose la sexualidad como una función comunicativa más).
6.2. Clasificación de los Trastornos Sexuales.
Las disfunciones sexuales suelen clasificarse en cuatro categorías:
1. Trastornos del deseo sexual o anafrodisia. Puede deberse a una bajada del nivel normal de producción del estrógeno (en las mujeres) o la testosterona (en los varones). Otras causas pueden ser la edad, la fatiga, el embarazo, la medicación (como los ISRS) o enfermedades psiquiátricas, como depresión o ansiedad. 2. Trastornos de la excitación sexual, previamente llamados «impotencia» en los hombres y «frigidez» en las mujeres, aunque ahora se usan términos menos críticos: para los hombres, se emplea el de «disfunción eréctil» y para las mujeres se utilizan diferentes alusivos a los diversos problemas. Estos desórdenes se manifiestan como aversión o elusión del contacto sexual con la pareja. Puede haber causas médicas para estos problemas, como insuficiente riego sanguíneo o falta de lubricación vaginal. Las enfermedades crónicas también contribuyen, así como la naturaleza de la relación entre las partes. 3. Trastornos del orgasmo, como el retraso persistente o la ausencia de orgasmo tras una fase normal de excitación sexual. Estos trastornos ocurren tanto en hombre como en mujeres. De nuevo, los antidepresivos ISRS son con frecuencia culpables. 4. Trastornos de dolor sexual, que afectan casi exclusivamente a las mujeres y se conocen como dispareunia (intercambio sexual doloroso) y vaginismo (espamos involuntarios de los músculos de la pared vaginal que dificultan o impiden el coito). La dispareunia puede ser provocada en las mujeres por una lubricación insuficiente (sequedad vaginal).
6.3. Clasificación y criterios diagnósticos de Parafilias o Desviaciones
Sexuales.
Clasificación del DSM y criterios diagnósticos.
El DSM-IV adopta el término parafilias (no desviaciones sexuales) y las define como un grupo de trastornos cuya sintomatología esencial es la presencia de necesidades y fantasías sexuales intensas y recurrentes, de impulsos o comportamientos sexuales que generalmente suponen: 1) objetos no humanos, 2) sufrimiento o humillación propia o del compañero o 3) niños o personas que no consienten y que se presentan durante un período de al menos 6 meses. El diagnóstico debe hacerse sólo si el individuo ha actuado de acuerdo a estas necesidades o si le causan molestias marcadas. Existen diversos grados de afectación. Para algunos, los estímulos parafílicos son necesarios siempre para la activación erótica. Para otros, estas preferencias parafílicas se presentan sólo en determinados momentos, siendo el individuo capaz de funcionar sexualmente sin este tipo de estímulos. El DSM-III-R y el DSM-IV no distingue entre parafilias y ofensas sexuales, agrupándolas bajo un mismo epígrafe. Además, algunas ofensas sexuales como la violación o las agresiones sexuales no son clasificadas como parafilias, lo que pone de relieve más su carácter agresivo que su carácter sexual. Los trastornos incluidos bajo la categoría diagnóstica de parafilias en el DSM-IV son exhibicionismo, fetichismo, frotteurismo, paidofilia, masoquismo, sadismo, fetichismo transvestista y voyeurismo. Finalmente se incluye una categoría residual de parafilias no especificadas que debe usarse en aquellos comportamientos que constituyendo una parafilia no hayan podido ser clasificados en ninguna de las categorías anteriores. Ej: zoofilia, necrofilia… Para que una persona sea diagnostica de algunos de estos trastornos, según el DSM-IV ha de cumplir los siguientes criterios diagnósticos: 1) durante un periodo por lo menos de 6 meses, intensas necesidades recurrentes y fantasías sexualmente excitantes ligadas a la parafilia, y 2) el individuo ha actuado de acuerdo a estas necesidades o se encuentra marcadamente perturbado por ellas. El DSM-III-R ha incluido también criterios de gravedad: leve; el individuo se encuentra marcadamente afectado por las necesidades parafílicas recurrentes pero nunca ha actuado de acuerdo con ellas, moderada; en algunas ocasiones el individuo ha actuado de acuerdo con sus necesidades parafílicas, y grave; el individuo ha actuado repetidamente de acuerdo con sus necesidades parafílicas.
6.4. Clasificación y criterios diagnósticos del Trastornos de la Identidad
de Género.
Clasificación y criterios diagnósticos
El DSM-IV recoge 3 categorías diagnósticas dentro del grupo de los trastornos de la identidad sexual. Todas se caracterizan por la aparición de malestar intenso acerca del propio sexo, estableciéndose diferenciaciones en función del momento de aparición del trastorno y de la presencia o no de transexualismo: Trastorno de la identidad sexual en la niñez. Se manifiesta antes de la pubertad y se caracteriza por un profundo malestar en relación con el sexo anatómico y el deseo de pertenecer al sexo opuesto. Trastorno de la identidad sexual en adolescentes o adultos. El sentimiento de inadecuación respecto al propio sexo va acompañado de una preocupación persistente por deshacerse de los caracteres sexuales propios. Suele implicar cambios persistentes o recurrentes de ropa para adoptar el papel de las personas del otro sexo. Trastorno de la identidad sexual no especificado. Incluye los casos que no reúnen los criterios para el diagnóstico de un trastorno de la identidad sexual específico. Para aquellos trastornos que se dan en la edad adulta el DSM-IV incluye una especificación de la orientación sexual del individuo. Para evitar herir susceptibilidades se aconseja especificar la orientación sexual del individuo con un trastorno de la identidad, atendiendo al género de la persona por la que se sienten atraídos (DSM-IV).
UNIDAD VII: Trastornos Asociados a Necesidades Biológicas y
Adicciones. 7.1. Clasificación y criterios diagnósticos de:
7.1.a. Trastorno Explosivo.
El trastorno explosivo intermitente (TEI) es un trastorno externalizante que se
caracteriza por episodios recurrentes de agresividad producidos por la imposibilidad de controlar impulsos. Aunque en el pasado se lo consideraba un trastorno raro, con la modificación de los criterios diagnósticos se ha incluido a un mayor número de sujetos. Entre las consecuencias de estos episodios, se citan la frecuente atención médica por accidentes, los danos a propiedad ajena y la disfuncionalidad derivada de malas relaciones interpersonales, incluidas las laborales y las familiares.
La conducta agresiva se puede definir como el acto físico o verbal dirigido
contra una persona o un objeto y que tiene el potencial de producir daño. Puede ser impulsiva (cuando ocurre como respuesta rápida y no planeada a alguna forma de provocación real o percibida) o premeditada (cuando se realiza tras un proceso reflexivo). La agresividad en sí no se considera anormal; por lo tanto, para calificar una conducta como agresiva o emitir un concepto, se debe tener en cuenta el contexto, las consecuencias del acto, la relación con el estímulo y la cultura, entre otros aspectos. El núcleo psicopatológico del TEI es la conducta agresiva impulsiva que se presenta en forma de «ataques» o «estallidos» recurrentes, de rápida instauración y resolución (menos de 30 min), que ocurren en respuesta a un estímulo precipitante menor o incluso sin un desencadenante evidente22,23. Esta conducta pone de manifiesto un pobre control del impulso agresivo, produce malestar al perpetrador y finalmente se sigue de remordimiento, vergüenza o culpa1. Algunas personas pueden manifestar que durante las conductas agresivas perciben aumento en el nivel de energía e irritabilidad.
7.1.b. Cleptomanía.
Cleptonia: es un trastorno del control de impulsos que lleva al hurto compulsivo
de cosas. La persona que padece dicho trastorno recibe el nombre de cleptómano o ladrón compulsivo y aunque no hay cura para esto, sí hay tratamientos que ayudan.
La cleptomanía se diagnostica según tus signos y síntomas. Debido a que es
un tipo de trastorno de control de los impulsos, el médico puede realizar lo siguiente para ayudar a determinar un diagnóstico: Hacer preguntas sobre tus impulsos y sobre cómo te hace sentir Analizar una lista de situaciones para preguntarte si alguna de ellas desencadena tus episodios de cleptomanía. Darte cuestionarios psicológicos o autoevaluaciones para que completes Usar los criterios del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5), publicado por la American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría)
7.1.c. Juego Patológico.
La ludopatía consiste en un trastorno en el que la persona se ve obligada, por
una urgencia psicológicamente incontrolable, a jugar y apostar, de forma persistente y progresiva, afectando de forma negativa a la vida personal, familiar y vocacional
El reconocimiento oficial del juego patológico como trastorno se produjo en
1980, fecha en la que se incluyó en una de las categorías del DSM. Actualmente, la ludopatía se encuentra categorizada dentro del apartado de trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos. Según el DSM, el juego patológico o ludopatía podría diagnosticarse en un paciente que muestre una conducta de juego persistente y des adaptativa, tal y como se reflejaría en la presencia de 4 o más de los siguientes síntomas
1. Preocupación por el juego:
–Preocupación por revivir experiencias pasadas de juego. – Compensar ventajas entre competidores o planificar la próxima “aventura”. – Pensar formas de conseguir dinero con el que jugar.
2. Necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero para conseguir el
grado de excitación deseado. Fracaso repetido de los esfuerzos para controlar, interrumpir o detener el juego. Inquietud o irritabilidad cuando intenta interrumpir o detener el juego. Utilización del juego como vía de escape de los problemas o de alivio del malestar emocional. Intentos repetidos de recuperar el dinero perdido.
Se engaña a los miembros de la familia, terapeutas u otras personas para
ocultar el grado de implicación con el juego. Se han arriesgado o perdido relaciones interpersonales significativas, trabajo y oportunidades educativas o profesionales debido al juego. Apoyo económico reiterado por parte de la familia y de los amigos.
7.1.d. Piromanía.
Para establecer el diagnóstico claro de piromanía hay que observar la
presencia de los síntomas anteriormente descritos pero, además, hay que descartar que dicho comportamiento incendiario pueda ser causado por alguna de las siguientes situaciones o trastornos: Situación accidental; unas brasas de una barbacoa mal apagadas o tirar un cigarrillo sin apagar por la ventanilla del coche pueden iniciar un fuego, pero en ambos casos faltaría la intención, el impulso incontrolado… Un incendio provocado único; en tal caso, a pesar de la intención y de que haya podido ser motivado por ese impulso incontrolable, no se considera pirómano si no repite otra vez la acción incendiaria.
Simulación, en donde se trata de conseguir un beneficio, por ejemplo
económico, para comprar los terrenos quemados a más bajo precio; o evitar un castigo, por ejemplo, consiguiendo Comportamiento de imitación, donde la intención no está motivada tanto por un impulso incontrolable, como por la búsqueda de notoriedad personal, al imitar los actos de otra persona a la que admira y con la que se identifica.
Trastorno disocial, en donde existe un patrón de conducta trasgresor,
con acciones destructivas y negativas, que no sólo se centra en el fuego, sino que emplea cualquier medio en su mano; en este caso, además, no existe el impulso incontrolado ni el goce al observar el fuego.
Episodio maníaco de un trastorno bipolar, donde la euforia del momento
puede hacer creer que controla el fuego; en este caso tampoco se dan las condiciones psicológicas precisas para el diagnóstico de piromanía.
Trastorno antisocial de la personalidad o sociopatía, en donde existe un
trastorno de la personalidad por el que se busca el beneficio propio a costa de los demás, sin atender a las normas sociales básicas de convivencia, y que no está guiado por impulsos incontrolados ni por el gozo en el fuego.