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Corteza parietal o sensorial

En el lóbulo parietal hay varias zonas funcionales, todas ellas dedicadas a recibir
información sensitiva:
1.-Area sensitiva primaria
La última de ellas en la cadena receptora, se corresponde con las áreas 1, 2 y 3 de Brodman,
que forman el giro post-rolándico y constituyen la zona sensitiva primaria
Este área presenta una distribución somatotópica similar al área motora primaria pre-
rolándica (Fig. 4) y la zona de la laringe, faringe y perineo tienen una representación
bilateral.
La estimulación provoca parestesias contralaterales y ocasionalmente movimientos
igualmente contralaterales. También puede ser reconocida esta zona a través de
estimulación periférica contralateral y recogida de potenciales evocados (Fig. 18).
Tras una lesión en esta zona se pierde todo tipo de sensibilidad en la zona contraria del
cuerpo, aunque posteriormente se va recuperando la sensibilidad dolorosa, temperatura,
tacto…, pero no se recupera jamás el sentido de la posición, la localización táctil, sensación
de peso, percepción de textura, discriminación entre dos puntos… De forma que queda el
miembro inútil en cuanto a función, excepto en personas muy entrenadas que puedan dirigir
los movimientos con la visión.
2.- Area sensitiva secundaria
Inmediatamente por encima de la Cisura de Silvio y debajo de la anterior zona, hay un área 
pequeña de asociación, con representación somatotópica diferente (cabeza hacia delante y
pies hacia atrás) (Fig. 4).
Tiene representación bilateral de la mayor parte del cuerpo e integra sensibilidad táctil,
posicional y dolorosa.
3.- Area de asociación sensitiva
Se corresponde con las áreas 5 y 7 de Brodman (Fig. 41). Su función es recibir e integrar
modalidades sensitivas, comparándolas con la experiencia previa, de forma que permita
reconocer objetos con la mano, por ejemplo, sin necesidad de verlos. Esta capacidad de
reconocer forma, tamaño y textura se conoce como estereognosia.También es en esta
región donde se tiene la conciencia del propio esquema corporal
4.- Area de asociación sensorial
Se corresponde con las áreas 40 y 41 de Brodman, situadas en los giros angular y
supramarginal respectivamente, que rodean la parte más posterior de la Cisura de Silvio
(Fig. 43).
Su función es integrar e interrelacionar la información sensitiva, auditiva y visual.
En el hemisferio no dominante colabora en la función de reconocimiento tridimensional y
esquema corporal (Fig. 41). Su lesión provoca una ignorancia o neglect del hemicuerpo y
campo visual izquierdos, incapacidad de reconocimiento tridimensional e incapacidad de
interpretar figuras complejas.
En el hemisferio dominante forma parte del Area de Wernicke, área de integración del
lenguaje, cuya lesión provoca una afasia sensitiva y un Síndrome de Gersmann (disfasia,
dislexia, disgrafía, discalculia, confusión derecha-izquierda, agnosis digital…).
El lóbulo parietal, situado bajo el hueso craneal que le da nombre y entre el lóbulo frontal
y el occipital, es una de las estructuras cerebrales más importantes tanto por su tamaño por
los procesos en los que participa.

De hecho, resulta tan crucial a la hora de realizar con éxito varios procesos mentales que es
prácticamente imposible hablar sobre esta parte del cerebro como si fuese una pieza
“simple” de nuestro sistema nervioso o una estructura que realiza una única función
característica.

A continuación veremos cuáles son las características del lóbulo parietal y en qué
procesos participa.

¿Qué es el lóbulo parietal?

Esta parte del cerebro es una zona de la corteza cerebral que queda ubicada justo por detrás
del lóbulo frontal: ambos lóbulos quedan separados por el llamado surco central. Sin
embargo, el lóbulo parietal trabaja conjuntamente con ese y el resto de lóbulos del
cerebro, ya que incluye una gran área de asociación, que puede ser vista como una central
en la que muchos tipos de información se mezcla para generar una unidad.

Aunque el lóbulo parietal se especializa más en ciertas funciones cerebrales que en otras,
una de sus características principales es que integra datos provenientes de distintas
fuentes. Por ejemplo, mezcla datos relacionados con lo que se ve y aquellos que nos hablan
de lo que se escucha, y hace que aparezca una experiencia perceptiva completa.

Del mismo modo, en esta zona de corteza cerebral hay muchos recuerdos que, una vez
"almacenados" por el hipocampo, se mueven hasta quedar fijado en las redes neuronales de
este lóbulo. En los recuerdos están integrados todas las informaciones sensoriales que nos
llegan del mundo exterior, pero también los sentimientos y emociones vinculados a ese
trozo de memoria. Es decir, que en el lóbulo parietal desembocan tanto procesos
perceptivos como la regulación de los estados de ánimo.

Así pues, si ha de escogerse una única palabra para definir cuál es la función del lóbulo
parietal, esta debería ser “integración”, un concepto que remite a las funciones de muchas
otras partes del cerebro.

Funciones de esta zona del cerebro

Son muchas y muy variadas las funciones que llevan a cabo las redes de neuronas del
lóbulo parietal, pero de modo resumido se puede decir que juega un papel importante
especialmente en tres clases de procesos: la integración y el procesamiento de la
información sensorial proveniente de diferentes "canales", el procesamiento de la
información simbólica (en la que se incluyen los procesos relacionados con el lenguaje y su
utilización) y el procesamiento de la información numérica, algo básico para poder contar y
realizar operaciones matemáticas.
1. Integración sensorial

En el lóbulo parietal queda incluida una de las mayores áreas de asociación del
cerebro, lo cual significa que la información proveniente de todas las áreas del cuerpo se
combinan en esta zona para dar como resultado una información que es más que la suma de
sus partes. Por lo tanto, la creación de conceptos abstractos se da en parte gracias al lóbulo
parietal, gracias al cual somos capaces de generar, por ejemplo, la idea de lo que es un
perro, con su movimiento, su tacto y su olor asociados.

Pero en el lóbulo parietal no solo se dan cita los datos acerca del mundo que nos rodea y de
lo que habita en él, sino también la información acerca de cómo nos relacionamos
nosotros con ese mundo en tiempo real. Por ejemplo, es en el lóbulo parietal donde se
unen los datos provenientes de los músculos del cuerpo, gracias a los cuales nos hacemos
una idea sobre la posición física y la postura en las que nos encontramos. Lo mismo ocurre
con el tacto. En definitiva, el lóbulo parietal se encarga del procesamiento somestésico, es
decir, la capacidad sensorial de reconocer las sensaciones corporales.

Del mismo modo, el lóbulo parietal trabaja junto al lóbulo frontal para ofrecer un feedback
acerca de cómo van los movimientos voluntarios que estamos realizando, para poder
corregirlos inmediatamente en el caso de que se detecten imprevistos.

Como curiosidad, en esta función se incluye la grafestesia, que es la capacidad de reconocer


letras y palabras cuando un elemento toca la piel haciendo el recorrido de la forma de estas.

2. Procesamiento de la información simbólico-analítica

Otra de las grandes funciones del lóbulo parietal es trabajar con símbolos y con la
aritmética. La función matemática se lleva a cabo junto con la anterior, ya que es a partir
del análisis de lo que se percibe sensorialmente como se puede imaginar una secuencia de
unidades con las que trabajar matemáticamente.

Al ser el lóbulo parietal un lugar en el que se mezclan muchos procesos mentales, hace
posible el pensamiento abstracto necesario para pensar en símbolos.

En este sentido, la ubicación del lóbulo parietal resulta muy relevante en este sentido, dado
que está en una posición central en la que puede recibir aferencias de todas las partes
del sistema nervioso central. Esto le permite integrar información proveniente de lugares
muy variados, participando así en la aparición de la experiencia global que aparece en
nuestra consciencia.

Las lesiones en el lóbulo parietal

Como ocurre muchas veces en psicobiología, parte de las funciones de una estructura
cerebral nos hablan acerca de las funciones que realizan estas. En el caso del lóbulo
parietal, estas lesiones hablan acerca de la multiplicidad de tareas que realizan los
grupos de neuronas de esta parte del cerebro.
Lesión en el lóbulo parietal izquierdo

Una herida en el lóbulo parietal del hemisferio izquierdo puede resultar en la


aparición del Síndrome de Gerstmann, que incluye síntomas como la acalculia
(incapacidad adquirida a la hora de realizar cálculos), la confusión de la izquierda y la
derecha y la dificultad a la hora de escribir (agrafia).

Lesión en el lóbulo parietal derecho

Estando en buen estado de salud el resto del encéfalo, una lesión en el lóbulo parietal
derecho puede producir heminegligencia, es decir, incapacidad para prestar atención a
los estímulos presentes en el lado izquierdo del cuerpo a la vez que la persona no se da
cuenta de este problema (un fenómeno conocido como anosognosia).

Las personas con heminegligencia descuidan totalmente una de las mitades de su cuerpo, lo
cual significa que no la lavan, la visten o la peinan, y del mismo modo actuarán como si
estuviesen ignorando todo aquello que ocurre en uno de los lados de su cuerpo.

Lesión en los dos lóbulos parietales

Cuando los lóbulos parietales del hemisferio izquierdo y el derecho quedan lesionados,
puede aparecer el Síndrome de Balint. Este es un desorden neurológico grave que afecta
sobre todo a la percepción y a la capacidad psicomotriz, y para el cual no hay curación, por
lo que el tratamiento se basa en la gestión de los síntomas que producen.

Entre sus síntomas se encuentra la incapacidad de percibir las imágenes como un todo, es
decir, que se ven elementos separados pero no se sabe ni a qué distancia están de uno
mismo o entre sí ni la posición que ocupan. Del mismo modo, aparecen dificultades en la
coordinación de los movimientos de los ojos (ataxia óptica).

Concluyendo

El lóbulo parietal se caracteriza por el modo en el que trabaja conjuntamente con


otras muchas zonas del cerebro, ofreciéndoles un espacio en el que pueden integrar entre
sí sus torrentes de información.

Esto, por supuesto, no significa que en esta parte de la corteza cerebral no podamos
encontrar áreas más o menos especializadas, y de hecho se ha visto que varias de ellas están
especialmente involucradas en la visión y en la ejecución y monitorización de movimientos
en coordinación con la zona posterior del lóbulo frontal.

Sin embargo, por su propia naturaleza distribuida, el cerebro funciona a partir de redes de
neuronas diseminadas por muchos lugares diferentes, y en este sentido el lóbulo parietal
no es ninguna excepción. Por consiguiente, estas funciones son muy relativas, y en realidad
existen gracias al trabajo conjunto de varias zonas del sistema nervioso.
En conclusión, el lóbulo parietal trabaja coordinándose con otras áreas de la corteza
cerebral para hacer que los procesos de percepción, pensamiento y movimiento puedan
producirse y sean funcionales. Para ello procesa parte de la información que llega de otras
regiones del cerebro, y manda la información a otras redes de células nerviosas para que
estas sigan trabajando en ella.

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