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El antiguo Arte Alquímico de recolectar Rocío

La alquimia considera el rocío como un líquido precioso del cual se puede extraer el espíritu
universal y emplear como una poderosa medicina.

La alquimia es la ciencia de transformar las cosas utilizando el conducto de la


naturaleza. Más que transformar los metales, los alquimistas buscaban transformase a sí
mismos conforme a los principios de la armonía universal: la relación simbólica y
simbiótica entre el cielo y la tierra. 

Entre las varias técnicas utilizadas dentro de este magno arte, la recolección del rocío
tiene un lugar privilegiado, tanto por su importancia en la obtención de una medicina
universal como por su refinación poética. Es dentro de lo que se conoce como
“Espagiria”, el “arte de separar y unir” o también “la alquimia vegetal”, que está
arraigada la práctica de salir al campo, especialmente en primavera, para recoger el
rocío del amanecer del césped o de ciertas plantas (como el manto de la virgen o
Alchemilla), con la particular influencia de la luna.
La alquimia, en su antigua fortaleza, está cifrada de símbolos y hace de la misma
naturaleza un símbolo viviente –por lo que las correspondencias emanan una cierta
energía o una cierta influencia que se puede utilizar para operar cambios en el mundo
natural. Las metáforas son utilizadas para ocultar los secretos pero también como un
poder de conexión entre el significado y una acción magnética –la articulación de un
lenguaje que refleja el encantamiento de la materia. Este es el caso del rocío, también
conocido como “agua celestial” o “plata filosofal” y cuyo poder proviene tanto de su
energía natural como de su agencia simbólica.

Desde el origen de la filosofía humana el aire ha sido relacionado con el espíritu. La


etimología nos dice mucho al respecto, tanto la palabra “alma” como la palabra
“espíritu” nacen de palabras que significan “aliento” o “respiración”.  También desde la
herencia griega tenemos la palabra “pneuma” que significa “espíritu” al igual que
“aire.”  En sánscrito el término “akasa” significa éter, y es tanto el espacio mismo como
el espíritu que permea el espacio y la memoria inherente al espacio. También en el
hinduísmo, la fuerza vital o “prana” está identificada con el aire y se obtiene, como es
lógico, respirando. Es parte de nuestro inconsciente colectivo asociar el aire con el
espíritu –también decimos que la creatividad ocurre como una inspiración—y creer que
de alguna manera la vida llega a la tierra del cielo o que el espíritu desciende en su
escala radiante.

El rocío en la alquimia es la condensación de ese espíritu celeste. La humedad con el


frío se condensa en gotas de agua. Esta transformación, del aire húmedo que impregna
una superficie en gota de agua, ocurre debido a la radiación, especialmente en noches
despejadas donde predomina la radiación infrarroja sobre la radiación solar (y en
términos alquímicos la influencia de la luna y las estrellas). Esta radiación infrarroja
pero también de rayos cósmicos y otras gamas de luz invisible impregnan la atmósfera
de la energía del cosmos, la cual se materializa fugazmente en el rocío: un instante que
engloba la luz. Quizás por esto, o porque el aire tiene una carga eléctrica, se dice
atinadamente en la alquimia que el rocío porta el “fuego secreto” y como tal es una
esfera perfecta: la conjunción de los opuestos, el agua y el fuego. La gota de roció, ya
sea de manera literal o simbólica, es la encarnación prístina del espíritu, primera
manifestación visible de lo que es potencia ilimitada, en un estado en el que aún
preserva su pureza. Reflejando la luz, el rocío es una gota de espíritu, un relámpago
transparente o la superficie del cielo en una hoja: una síntesis microcósmica del
universo.

Tradicionalmente se recogen las gotas de rocío en la primavera, en noches en las que la


luna se mueve de creciente a plenilunio. Esto, para captar la energía del renacimiento
que contiene el rocío en esta época en reflejo del proceso fertilizante de la naturaleza. El
médico espagírico Yabir Abu Omar, que El País llama “un alquimista en el siglo XXI”,
describe el proceso de recoger el rocío, un producto fundamental para trabajar su
medicina. Para recoger el rocío de la mañana se sale con fregonas y garrafas de cristal
(limpias de productos químicos) en un paraje conocido como la Alfaguara. “Se tienen
que extender grandes lienzos de lino sobre las hierbas de los prados que poco a poco se
irán empapando de rocío”,  esto con gran sigilo para que el sol no toque el agua
recogida y altere las propiedades lunares del rocío. Para evitar esto se exprime el agua
en los lienzos y trasvasa a recipientes doblemente herméticos. Una buena recolección
puede entregar hasta 300 kilos de rocío cuyo valor es incalculable ya que en sus sales
radica “el espíritu universal”.
El fuego secreto del agua

Existe una misteriosa relación en el rocío que refleja un secreto de la alquimia. Esta
agua de la primavera que se recoge es también el “fuego de la naturaleza” que cocina las
semillas en la tierra, haciendo surgir la verdesencia e imbuyendo vida a las plantas.
Sobre esto podemos leer en el blog de alquimia Al-Kemi:

El fuego del roció puede entenderse en varios niveles. Primero, es la energía del
creciente calor del Sol [el sol que avanza hacia su propia plenitud en el solsticio].
Segundo, el rocío es el portador del Nitre, la fuerza vital del aire, que Sendivogius
describía cuando escribió “hay en el aire un secreto alimento de la vida”. Paracelso
llamó a este élan vital el Azoth, el Nitre aéreo que el Sol transmite a la Tierra a través de
las aguas del cielo. Paracelso y otros alquimistas también conectaron este Nitre con el
nitro físico más literal,  comúnmente llamado nitrato de potasio, presente en el rocío.

El nitrato de potasio es un poderoso fertilizante que ocurre naturalmente y es utilizado


en fertilizantes químicos. Su capacidad de transformación molecular le permite despedir
oxígeno puro cuando se calienta: así el inventor Cornelius Drebbel pudo mantener con
vida a su tripulación en el primer submarino en 1620. Verdaderamente el Nitre se
convertía en la fuerza vital para cruzar los abismos.

El Nitre como el rocío –¿es aire ya agua a punto de volverse tierra con un fuego
oculto?-- está en un estado transitorio de gran poder y sutileza, casi etéreo, el punto
evanescente entre lo físico y lo no-físico. “Así es como brinda tanto un fuego físico
como uno etéreo y da vida al agua que lleva, para transferir esa vida también a la tierra.
El fuego especial del Nitre puede transferirse a otras substancias en el laboratorio, así  el
rocío es usado para revivir substancias muertas y acelerar la fuerza en muchas
operaciones”.
La alquimia, pese a tener la reputación de pseudociencia, es la fuente de muchos de los
descubrimientos científicos de nuestros días –que la ciencia moderna no reconoce en
parte porque se dieron en contextos místicos y bajo un lenguaje cargado de simbolismo
esotérico. El alquimista polaco Sendivogius descubrió que el aire era una sustancia
compuesta que contenía una sustancia “dadora de vida”, que luego fue llamada oxígeno,
170 años antes de Scheele y Priestly. Sendivogius llamó a esto “Nitre Central” o “Sal
Central”,  una especie de materia universal protogénica. La sal, es importante
mencionar, en la alquimia no se refiere a la sal (cloruro de sodio), es una acepción más
amplia,  de las tres propiedades principales del universo (que son también principios
filosóficos), la sal, el azufre y el mercurio (o el cuerpo, el alma y el espíritu).  Estas
sustancias dentro de todas las sustancias (una suerte de átomos) están ligadas también a
los elementos y son combinadas o equilibradas para producir medicinas en la Espagiria.
Sendivogius escribió sobre el Nitre:

La sal pura de la Tierra, llamada nitre, es formada en la caldera. Esto luego puede ser
disuelto y concentrado, purificado y enjugado, hasta que se vuelve brillantemente
transparente y cristalino. Entonces adquiere el nombre nitre de la tierra filosofal, nuestra
sal, que se erige en el mar del mundo, AGUA QUE NO MOJA LAS MANOS, sin la
cual nada en este mundo puede nacer o llegar a existir. Así que tienes en las manos el
secreto de los Filósofos y la fuente de la primavera, o el escondite de la Naturaleza. Es
en este espíritu que el ya mencionado Espíritu de la Naturaleza y el mundo entero
residen. Tanto la vida como la salud proceden de esto.

En este bella descripción, tamizada por el arte del filósofo, podemos ver el impulso
compartido por los alquimistas, de sintetizar una sustancia universal o de obtener la
prima materia, como si pudieran sostener una chispa o una fuente de la creación misma.
Una joya especialísima, que sin embargo, paradójicamente, lo es más porque se
encuentra en todas partes: este es el arte del ocultamiento de lo divino, que para mejor
esconderse penetra todas las cosas, habita la transparencia: como una llama en una gota
de agua.

La medicina universal

Entre otros de los intereses popularmente atribuidos a los alquimistas, además de


encontrar la piedra filosofal y convertir el plomo en oro, está lo que se conoce como el
elixir de la vida y también la fuente de la juventud.  De alguna manera burlar la muerte
y el proceso de degeneración del cuerpo con un equilibrio de los elementos, añadiendo
mercurio, sal, azufre o buscando el opuesto --coniunctio oppositorum--, si se tiene poca
agua o poco fuego, recurriendo a minerales, plantas o incluso personas que tienen un
excedente de este elemento faltante para lograr la alquimia en el atanor del cuerpo,
solve et coagula. Más allá de que la alquimia reconoció con Hipócrates que "es más
importante saber qué tipo de persona tiene una enfermedad que qué tipo de enfermedad
tiene una persona", existen relatos y aventuras que mencionan la búsqueda de
desarrollar una medicina universal, una panacea o el mismo alkhaest, el licor inmortal.
El filósofo Eirenaeus Philalethes, escribe que el alkahest puede ser llamado "Ignis-
Aqua" o agua llameante, la cual tiene la propiedad de disolver cualquier cosa hasta la
prima materia. "Es una noble sal circulatoria preparada por el arte maravilloso para
responder a los desesos del artista" y sin embargo  "no es una sal corporal cualquiera"
sino "un espíritu salino".  Una sal que se hace con el fuego de los filósofos,
crípticamente "el vulgo arde con fuego, nosotros con agua" (algo que recuerda al último
verso de los sonetos del alquimista Wlliam Shakespeare: "love's fire heats water, water
cool's not love").

El rocío --que ya hemos visto es también "el fuego secreto de la naturaleza"-- parece ser
un elemento importante, al menos para algunos alquimistas, para obtener este "espíritu
salino" con el cual se pueden realizar las operaciones maravilosas de la ciencia oculta.
En varios sentidos el rocío recuerda a un líquido divino o a una sustancia que confiere la
divinidad o los atributos de lo celeste.  Recoger el rocío --la gota de aire condensado,
una perla de Indra o un glóbulo de icor-- en cierta forma  podría ser una técnica más
sutil para robar el fuego de los dioses. Quizás una forma, por sigilosa y hermética,
aceptada por los olímpicos que pese a ser longividentes deciden hacerse de la vista
gorda, en esa hora crepuscular donde la relaidad y el sueño se funden. El rocío es en
muchos aspectos análogo al amrita, al soma y al mana. Aleister Crowley escribe: 

En el simbolismo hinduista, el Amrita o rocío de la inmortalidad, gotea constantemente


sobre el hombre, pero es quemado por el fuego denso de sus apetitos. Los yogis intentan
atrapar y preservar este rocío...

En la Tabla Esmeralda, el texto atribuido a Hermes Trimegisto, según la tradición el


padre de la alquimia, se lee: "Su padre es el Sol, y su madre la Luna, el Viento lo llevó
en su vientre, y su nodriza es la Tierra". Al parecer esto se refiere al espíritu universal
que los alquimistas tratan de obtener, después de que la materia se ha vuelto más densa,
algo que podríamos identificar con un ocultamiento del lo sutil en lo denso. Este viaje
simbólico del espíritu puede también relacionarse con el proceso del rocío que podemos
decir es el resultado de la energía del Sol y la Luna, y es llevado por el viento, hasta la
Tierra donde recibe los minerales. 
En su libro The Secret Teachings of All Ages, el gran comentarista de la esoteria
mundial, Manly P. Hall escribe " Según von Welling, la sal universal (en forma de
agua) es una cura positiva para todos los padecimientos de la humanidad; está en todas
las cosas, pero de algunas cosas es más fácil de obtener que de otras, especialmente esto
es verdad de la tierra virgen; es el solvente universal, el alkahest". Von Welling describe
el proceso para obtener "el agua paradisiaca" o "agua celestial de mercurio", el cual
requiere de preparar un fuego lento para calentar el rocío en el laboratoratorio. Georg
Von Welling habla sobre la operación milagrosa, en términos casi psicodélicos, que
significa ingerir esta agua, la cual parece contener al cosmos entero:

El tiempo y el uso sagrado de esta bendita Agua te enseñarán, tan pronto la hayas
tomado una influencia tal ocurrirá como si todos los cielos y las estrellas con sus
poderes estuvieran trabajando en ti. Todo el Conocimiento y las Artes secretas se
revelarán en ti en un sueño, pero lo más excelente de esto es que conocerás
perfectamente  a todas las criaturas en su Naturaleza...

Una descripción de proporciones cósmicas que hace referencia seguramente a la idea


fundamental de la filosofía hermética de que el universo entero con sus estrellas y
galaxias se refleja en la tierra, cabe incluso en una gota de rocío. Una gota de rocío es
un orbe de perfección, potencia pura en su transparecia luminosa. Una perla del
universo, pequeño mundo. Una perla del collar que refleja todas las perlas en cada
una."Para los alquimistas, el proceso de individuación representado por el opus era una
analogía de la creación del mundo”, escribió Carl Jung. En cierta forma el rocío
representa una forma individual que recapitula la creación del mundo. De nuevo Manly
P. Hall:

Una pequeña partícula de la Piedra Filosofal, si se vierte sobre la superficie del agua,
según un apéndice sobre la sal universal de Herr von Welling, inmediatamete empezará
un proceso de recapitulación en miniatura de la historia del universo, ya que
instantáneamente la tintura -como los Espíritus de los Elohim- se agita sobre el cuerpo
del agua. Un universo miniatura se forma el cual, según afirman los filósofos, en verdad
surge del agua y flota en el aire, en el que pasa por todos los niveles de desarrollo
cósmico y finalmente se desintegra.

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