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RAGGIO
RAGGIO
En estudios de Filosofía Contemporánea, Alejandro Korn sostiene dos tesis interesantes: la primera
insiste en la unidad espiritual que vincula a los hombres de una misma época alrededor de determinadas
cuestiones a las que impulsa el proceso histórico. La otra es su caracterización del desarrollo de ideas
de la 2da mitad del siglo pasado: etapa que ostentaría un tedio hacia la metafísica y una concentración
en la resolución de problemas inmediatos.
Esto le permite re validar a Korn el carácter original del primer positivismo en nuestras tierras,
sosteniendo que esto constituye una actitud espiritual común, nacida y defendida bajo el imperio de una
misma situación histórica. Esto explica el porqué de que la filosofía en América Latina se desarrolla
como filosofía política y social. Una filosofía que parte de dar cuenta de las causas de disfunción de
nuestras sociedades basándose en la observación, la explicación y la capacidad predictiva; a la vez que
establecer principios de transformación a la luz de teorías filosóficas y morales.
Coincidiendo con esto, Francisco Romero habla de un "positivismo ambiental" o "positivismo en
acción", producto de la urgencia de la velocidad de los cambios que afectaban a las naciones y obligaba
la estructuración de bases de convivencia. Esta necesidad proyectaba las ideas de los protagonistas
hacia lo social, lo político y económico, en coincidencia con el movimiento positivista.
Esta dialéctica entre teorización filosófica y construcción de la nación tiene su quiebre durante la
"Generación de los 80". En efecto el proyecto delineado por los primeros positivistas cristalizará en la
organización del país que se instala en los ochenta. Entonces una minoría acometerá la tarea de su
institucionalización.
Sarmiento y Alberdi, como exponentes más destacados de un grupo de figuras menores, conforman las
ideas de la generación positivista.
Consideraciones finales
Estos proyectos de Sarmiento y Alberdi permiten poner en cuestión lo que hoy se considera natural: la
modernización entendida como la integración a nivel mundo, la fragmentación al interior de nuestras
sociedades con la consiguiente pérdida de derechos, o el desentendimiento Estatal respecto del destino
de la educación.
Estos procesos de constricción vuelven a imponer la figura del homo económicus, lanzado al vértigo de
sobrevivir sin los otros, y a veces, a pesar de los otros.
Reponer la cuestión de la instrucción en esta dimensión de constricción de ciudadanía, señalando las
insuficiencias pero también los aciertos de quienes nos precedieron en la vida pública y que dejaron su
impronta en las instituciones, y en una época en que la política de la educación se transforma cada vez
más en una tecnología, puede, quizás parecer "impertinente" pero no fútil.