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Sexualidad y estratos sociales en el Japón premoderno: Primera parte

Author(s): Guillermo Quartucci


Source: Estudios de Asia y Africa, Vol. 24, No. 3 (80) (Sep. - Dec., 1989), pp. 415-424
Published by: El Colegio De Mexico
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40312160 .
Accessed: 10/06/2014 03:25

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SEXUALIDAD Y ESTRATOS
SOCIALES EN EL JAPÓN
PREMODERNO
Primeraparte

GUILLERMO QUARTUCCI
El Colegiode México

Para abordar el estudio de la sexualidad en el Tapón


premodernoes necesario,en primertérmino,referirse a los
tressistemasfílosófíco-religiosos que predominaban la en
época: shintoísmo, budismoyconfucianismo. PorJapónpre-
modernose entiendeel periodo Edo (1600-1868), básica-
mentea partirde su etapa intermedia,cuando el poder de
la familiaTokugawa,que teníael controlabsoluto,se hallaba
en su apogeo.
El shintoísmoes un sistemade creenciasreligiosasde
naturalezaanimista,el primeroy más antiguo de Japón,
prácticamente presentedesdela constitución del Estado.Está
relacionadocon la familiaimperialy su panteónde deidades
(shintoísmooficial),y con los ritosy creenciasde una socie-
dad agrícolaque viveal ritmocíclicode las cosechasylas esta-
ciones(shintoísmopopular). Dentrode este marco,ocupan
un lugarpredominante los cultosy ritosde la fertilidad,
en
los cualesel sexo,como cifray símbolo,es el factorprimor-
dial. Muchosantropólogos, y en particularMirceaEliade en
su Tratadode historiade las religiones,se han abocado al es-
tudiode estoscultos:el cultofálico(y,en menormedida,va-
ginal) y las prácticasorgiástico-religiosasrelacionadascon
ellos.
El budismofueintroducido enJapónen los primerossi-
glos de nuestraera, afianzándosecomo religiónpopular a
partirde la época Kamakura(1185-1333). Ademásdel con-

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cepto de mujükan(transitoriedad de todo lo que existe)


- que habríade marcarde maneradefinitiva la sensibilidad
del pueblo japonés, en especialsus bellas artes,incluidala
- el budismotrajoconsigola idea de un infierno
literatura
y un paraíso,a los que se accedíade acuerdocon las acciones
realizadasen vida. El sexoyla concupiscencia no eranprecisa-
menteel mejorcaminopara alcanzarel paraíso,y ya desde
la época Heian (1794-1185),los poderosossacerdotesbudis-
tashabíanimpuestola normaal respecto:nada de sexoy,so-
bretodo,nada de mujeres,su másnotorioanzuelo.Estollevó
a prácticassexualesa las que nos referiremos más adelante.
El confucianismo, másque una religión,estabaconstitui-
do poruna seriede preceptosynormasque servíanal hombre
paraviviren sociedad,totalmente alejado de una metafísica.
En su varianteneo (es decir,el neoconfucianismo), tuvogran
vigenciaen elJapónTokugawa,comosistemaideológicoque
legitimabael statuquo de la castasamurai.Como todo siste-
ma de ideas que pone fuerteénfasisen lo social,el sexo no
gozaba de demasiadaestima,apartede su funciónreproduc-
tora,debido a su papel de disolventedel ordensocialyfami-
liar. Como bien es sabido, la familiay su interacción con el
el de
Estado, sistemarígido jerarquíasy lealtades, la subordi-
nacióndel inferior al superiory su lógicaconsecuencia(den-
trodel esquema patriarcal),de la mujeral hombre,dieron
origena unos esquemasque, en lo sexual,fueronmuyrígi-
dos, aunque muchasprácticaslo desmintieran. En realidad,
mientrasel ordenestablecidono se vieraamenazadoy tales
prácticasse hicierancon discreción,la permisividad era bas-
tanteamplia.

Los estratossociales

el gobiernode los
De acuerdocon las teoríasneoconfucianas,
Tokugawa fomentó la compartimentación de la sociedaden
cuatroestamentos:samurais,campesinos,artesanosy comer-
ciantes(en esterigurosoordenjerárquico),la sólidaestructu-
rashi-nü-kü-shü inalterada- aunque
que habríade perdurar
modificadaen la cuota de poderque a cada uno correspon-

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día- porespaciode másde doscientosaños. Menciónaparte


merecenlosnoblesde la aisladacorteque rodeabaal olvidado
emperador, en Kioto,ylossacerdotes budistas,ambosgrupos
emparentados con la clasesamurai en el poder,comoprovee-
doresde esposaso de serviciosreligiosos,respectivamente.
La nobleza, desde muyantiguo,había desarrolladopa-
tronessexualesque puedenobservarse claramente en la litera-
turafemeninade la época Heian. Como todoslos aspectosde
la vidade la corte,tambiénlas prácticas sexualesestabanalta-
mentecodificadas.En realidad,parahacerjusticiaa los testi-
moniosliterarios de la época {Genji monogatari, Makurano
sushi yotrosdiariosde la corteescritos pormujeres),más que
de sexualidadhabríaque hablarde erotismo:las palabrasde
amorintercambiadas en formade poemaso acertijos:el feti-
chismode losobjetos,naturaleso creadosporel hombre,que
expresande maneraoblicua el deseo; la imposibilidaddel
amante furtivode ver directamente a la amada de turno,
ocultacon increíblepersistencia trasuna cortinade bambú;
la interminable superposiciónde kimonos(hasta doce) que
borrabalas formase impedíael desnudamientorápido; los
inciensosque con su aromainundabanlos recintos amorosos;
la contemplación de la luna,que en las nochesde verano,con
las puertasde papel corridas,bañaba con su resplandorlas
habitaciones,mientraslos insectosarrullabanla esperade los
amantes.En la corte,hombresymujeresvivíanen lugaresse-
parados,peroello no impedíaque las visitasnocturnas fueran
asiduas.Las aventurascon diferentes sociosde cama no eran
vistascon malosojos, como tampocoel sexode quien se tu-
vieraenfrente: en arasde la belleza,bajo el signode lo pere-
cederoy la melancolíaque imponíael budismo,materializa-
do en lo efímerode las floresde cerezo, todo estaba
permitido.
El budismoque se impusoal principioentrelos reducidos
integrantes de la aristocraciacortesana,ademásde sus conno-
tacionesestéticas ysusprácticas mágicas,hablaba,comoyase
ha dicho,de un paraísoy un infierno,y de los caminosque
conducíana ellos. Aunque no hacía demasiadareferencia a
la cuestiónsexual,prohibía,sin embargo,que sus ministros
tuvieranrelacióncarnalcon la mujer,serimpuropornatura-

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leza, porlo que bienprontola mirade los bonzosfuepuesta


en los jóvenesacólitosque habitabanen los monasterios. Esta
relación,que podía justificarse por la intimidad que se creaba
entremaestroy discípulo,se hizo prácticacomúna partirde
la época Kamakura,cuandonuevasórdenesbudistasllegaron
al país (entreellasel zen) y el budismo,habiéndosedifundi-
do yaentreampliascapasdel pueblo,llegóa dominarla esce-
na intelectualdeJapón.Sobretodoen el periodoMuromachi
(1333-1568)no eradesconocidoparanadieque en los monas-
teriosbudistaslas relacionessexualesentrelos sacerdotes y los
jóvenesdiscípulos(llamadoschigó) eran moneda corriente.
Esto fue recogidopor novelistasanónimos,que escribieron
relatoscuyotemacentraleraprecisamente estarelación,rela-
tosque genéricamente se conocieroncomochigomonogatari
(historiasde chigó). Chigoes una palabraque hoyen día se
utilizatambiéncomo sinónimode homosexual.
Cuando los misionerosportuguesesllegarona Japón,la
prácticasexual entrehombresformabaparteintegralde la
culturade las élitesbudistasy militares,a tal punto notoria
que Francisco Xavierno pudo menosque clamarcon indigna-
ción: "(Los bonzos)fornican públicamente sintenerninguna
vergüenza;todostienenmozos {chigo)con quienes pecan y
así lo confiesan,diciendoque no es pecado. El pueblo tam-
bién lo hace, tomandode ellos ejemplos,diciendoque si los
bonzoslo hacen,por qué no hacerloellos,que son hombres
libres." Los misionerosportuguesesbautizaronen este caso
a la homosexualidad como "el viciojaponés", lo cual nos re-
cuerda "el pecado nefando" de los españolesen México.
En la época Edo, los sacerdotesbudistassiguieronmuy
ufanoscon sus prácticassexuales,y fueronnumerosaslas
obrasde teatroy las narraciones novelescasque recogieron la
historiadel amortrágicoentreun bonzo y un chigode entre
catorceydieciséisaños,la edad en que todavíano ha despun-
tado el velloanal. Los chünin(comerciantes yartesanosde las
ciudadesde Edo, Kioto y Osaka) parecíandisfrutar enorme-
menteestashistorias,por lo que constantemente se estaban
renovando.En la obrade mayorcalidadque se ha conservado
sobrehistoriasde amorentrehombres,Nanshokuükagami
{El granespejodel amormasculino , 1687), de IharaSaikaku,

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colecciónde narraciones breves,una de ellas tratade la rela-


ciónpotencialentreun bonzoyun chigo.Su títuloyase reve-
la explícito:" Carta de un sacerdotebudistacontandoa su
amigoque su amado vienea él", algunosde cuyospárrafos,
pertenecientes a la versiónal español,citaremosparamostrar
con cuanta naturalidadse tratabael asunto. Escribeasí el
autor-narrador de la cartaa un amigo que ha quedado en
Kioto (él se encuentraen Edo):

Y ahoratevoya hablarde mí mismo.Como sabes,mi eternae incura-


ble debilidades enamorarmede algúnbonitojoven;ydebo confesarte
que tengoun asuntoaquí con un jovenfascinante,
que dudo me per-
mita regresarprontoa Kioto (p. 82).

A continuaciónrefierecómo conocióal muchacho:

En aquel momentosaliódel temploel cortejodel sumosacerdote.En-


tresus componentesvi avanzara un paje (chigo) muyhermoso,de
unosdieciséisaños,tanatractivo que penséque nuncahabía vistoen-
cantoy eleganciatales ni en la mismay florecientecapital(p. 83).
Preguntéa mi amigoquién eraestehermosopaje, y me dijo que
erael hijosegundogénito de una noblefamilia,cuyospadreslo habían
confiadoal sumosacerdoteporquedeseabahacersebonzo y renunciar
a los placeresde este mundo (p. 83).

Luego cita la cartaque decidióescribirle


al joven. Entre
el fárragode palabraspasionalesse confiesa:

Soy un sacerdote,pero ¡ay!, tambiéntengolas pasionesde un hom-


bre,y te confiesoque te amo con toda mi alma (p. 84).

Y concluye:

Estoydispuestoa sacrificar
mi vida por una nochede amorcontigo.
Esa nochecontigoes para mí más preciosaque mil años de mi vida.
Haré con placercuantome pidas (p. 85).

Nuncasabemossi el amorse consuma,peroen todocaso,


las intenciones
quedan claras.En otrade estasnarraciones
de
Saikaku,donde el personajeprincipales un actorde kabuki,
bello y famoso,cuyosservicios
amorosossolicitanlos podero-

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sos de Edo, entreellosvariossacerdotes"muy conocidosque


perdieronla cabeza porél ygastarontantodineroparaconse-
guirloque se vieronobligadosa venderlos árbolessantosde
los parques sagrados,hecho por el cual fueronexpulsados
de sus templosy se convirtieron en mendigos"(p. 78).
Aquí es necesariohacerun paréntesis para aclararque lo
que en términos modernosse denomina"homosexualidad",
en elJapónde la época, la prácticasexualentrehombres,de
manerasimilara la sociedadlibrede la polis de la Greciaclá-
sica,eraabsolutamente natural,dentrode un sistemade ideas
donde la virtudy el honormasculinosse teníanen tal alta
estima.
Apartede la minoríarepresentada porla noblezaylos sa-
cerdotesbudistas,cuyasprácticassexualeshemos esbozado
hastaaquí, resultainteresante analizarel comportamiento se-
xual de los diferentes estratossocialesdel JapónTokugawa,
porquesi bien es ciertoque la normade la claseen el poder
se filtrahacia las de abajo, hay variantesdignasde tomarse
en cuenta.Comencemosentoncespor quienesen la premo-
dernidadconstituían la partemás numerosade la población
(un 80 por ciento,contramenosdel 10 por cientode samu-
rais): los campesinos.

El sexo en el campo

Desde tiemposremotosla agricultura se constituyó en la prin-


cipal fuente de riqueza de los pobladores Japón,así como
de
de una seriede prácticasmágico-religiosas asociadascon la
mentalidadagrariacomúna muchospueblosdel planeta.En-
treestasprácticas,los ritosde fertilidad y el cultofálicoocu-
pan un lugarcentral,ya que son elloslos que propiciancose-
chas abundantes,sin las cuales el hambrey su secuela de
muertese enseñoreande la humanidad.
En Japón,los primerosregistros de estasprácticasse en-
cuentran en \osfudoki,recopilaciones en chinohechasporor-
den oficiala comienzosdel sigloVIII,donde estánasentados
los nombresde lugaresen cada provincia, juntocon susoríge-
nes, la naturaleza de suelo, sus costumbres y sus viejosreía-,

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tos.En uno de estosfudoki,el correspondiente a la provincia


de Hitachi(en la actualidadprefectura de Ibaraki,en la re-
giónde Kanto), se hace referencia a una fiestaque se celebra-
ba en el MonteTsukuba,en ocasiónde la siembradel arroz:
el utagaki,especiede certamen poéticodondese enfrentaban
jóvenesy muchachas solteros, alineados respectivamente de
maneracontrapuesta, que debían recitarpor turno y esperar
la respuesta.Cuando el poema de un joven encontrabaeco
en el de una muchacha,entoncesse formabauna parejaque
iba a gozardel sexo en la espesuradel bosque de pinos con
la anuenciacomplacidade la comunidad.La mismafuente
citaun proverbiode la época que dice: "A menosque consi-
gas un buencompañeroen un' 'utagakien el monteTsukuba,
no eresuna verdaderamujer. Con esta especiede símilde
la hierogamiasagrada,comúna tantasculturasagrarias,se
asegurabala fertilidad de la tierra.A diferencia de la cortede
Heian, donde la mujerocupaba un lugarprivilegiado, en el
campo (comprendiendo éste a las comunidadesde pescado-
res),el hombreera quien detentabael poder,especialmente
con la introducción del confucianismo, en los primeros siglos
de nuestraera.
La mitologíadel Kojiki {Registrode cosasantiguas,712)
y del Nihonshoki(Crónicasde Japón,720), obrasredactadas
por decretoimperial,constituye la base del cultoshintoísta
oficial,que se centraen la familiadel tenno(emperador)y
en una seriede creenciasrelacionadascon la continuidadde
la vida,sintetizadas en el cultivodel arrozysimbolizadaspor
una pléyadede deidadescuyodesenfadosexuales notorio.El
shintoísmopopular,careciendode teoríasabstractasy dog-
mas metafísicos, se centrade maneracasi obsesivaen los as-
pectosmaterialesde la vida: comida, bebida y procreación,
gozarde los cualeses perfectamente natural.No haycódigos
moralesabsolutosque puedansertransgredidos porlos place-
ressensuales.
En cuanto a los cultosfálicos,ya presentescuando se
constituye el Estadojaponés,su prácticatieneuna largatra-
yectoriaque se pierdeen las oscuridadesdel tiempo,cuando
se descubreque es el semendel hombreel que fertiliza, des-
plazando así a la vaginafertilizada de las etapasmatriarcales

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del centroneurálgicode la cuestión.Falos de piedra, por


ejemplo,se encontraban diseminados a lo largode los caminos
y en las encrucijadas,ya que como símbolos de poderprocrea-
tivoprevenían al pasantede la malasuerteylas enfermedades.
Con el correr del tiempocomenzaron a aparecersantuarios
dedicadosexclusivamente a la veneración fálica,los cualesal-
bergabanen su interiorinnumerablesestatuillasque repre-
sentabanfalosyvaginas.En estostemplos,cada año, en espe-
cial al iniciarseun nuevociclolunar(entrefebreroy marzo),
se realizabanfiestasdonde abundaba el sake(vinode arroz),
platillosespecialesy las cancioneslicenciosas,fiestasen las
que participabatoda la comunidad,incluidoslos niños.
A comienzosde la épocaEdo, estostemploseranmuypo-
pularesa lo largoy anchode Japón,y en ellosprevalecíaun
climade franquezaque favorecía abiertamente lasactividades
sexuales.A ellosacudíanasimismolas muchachasque ansia-
ban tenerabundanteprole,las mujeresestériles, los hombres
que sentíanperdersu virilidad, laspersonasde ambossexosque
habíancontraídoalgunaenfermedad venérea,etc.,yuna vez
al año, a la fiestalocal, la comunidadentera,para propiciar
un buen ciclo del arroz.Hasta la Segunda guerramundial
estafiestacomunitaria todavíase celebrabaen algunasregio-
nes apartadasde Japón,y en la actualidad,si bien las figuras
de piedrao maderase han conservado,e inclusose añaden
algunasnuevas,las fiestasque se siguencelebrandosólo revis-
ten carácterpintoresco, como una formade atraerturismoa
la región.La másfamosaes la que se llevaa cabo en el santua-
rio de Tagata,cercade la ciudad de Nagoya,donde se hace
un notabledesplieguede falosde todoslos tamañoscuyomo-
mentoculminantees el paseo, por las callesdel lugar,de un
ejemplarcolorcarmesíde casi tresmetrosde longitud.
Tambiénerancomunesen Edo las fiestasque teníanlu-
gar la caída del sol, cuandoel santuariose sumíaen la oscu-
a
ridady dondeeraposibletocarsemutuamenteel cuerpo,con
totaldesinhibición, amparándoseen el anonimato.En ellas
participaban especialmente losjóvenessolteros de ambossexos.
Una costumbre generalizada entre los habitantes del campo
era la "visitanocturna"(yobai), mediantela cual un joven
se colaba subrepticiamente al cuartode una muchacha,cuan-

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SEXUALIDAD Y ESTRATOS SOCIALES EN JAPÓN 423

do la familiaya se había retiradoa dormir,y allí permanecía


hastaque los primerosrayosdel sol podían poneren eviden-
cia su identidad,no sin anteshaberdisfrutado toda la noche
de los placeresdel sexo.Teóricamente, la muchachadebía ig-
norarde quién se trataba,pues si la experiencia no resultaba
exitosano se creabaningúncompromiso, ademásdel honor
de ambos que quedaba a salvo.
En la sociedadruraltradicionalel sexono eraalgo que de-
bía esconderse. En las danzasde losdíasde fiestala simulación
del acto sexualy el desplieguede objetosobscenosno eran
nada raros.Tambiéndurantelas actividadesque se realiza-
ban comunitariamente, comoel trasplante y cosechade arroz,
de
arreglo puentesy caminos,construcción de edificios,etc.,
el trabajoiba acompañadode cancionesde alto contenido
erótico,y al ser concluido,se hacía una comida en la que
abundaba el sake, las danzas y las cancionesmarcadamente
obscenas.La Encliclopediajaponesa cita algunasde éstas:

Después de fornicar, no importalo que coma, nada sabe tan bien


como una vagina.
Casarsea los 88,
el sol sale y él todavíano ha hechoel trabajo.
Ora pareceestarpresente,ora no:
un hueso en el pene.
Una mujerde 30 años y la campanade un templo:
cuantomás se la golpea, mas gime.

En las regionesde nieveabundanteera comúnreunirse


alrededordel fuegoparacontarhistorias subidasde color(en
shbtari)que hasta los niños disfrutaban.
Semejantedesplieguede sexualidad,sin embargo,no
debe interpretarse como un signo de decadencia,sino más
bien comouna expresiónespontáneade vitalidadde una so-
ciedaden armoníacon la naturalezay las fuerzasque la ani-
man. En últimainstancia,constituye la manifestación de la
voluntadde sobreponerse a los obstáculosde la vida maneja-
dos portkanatos.Éstaes su moral.Muydistintoes el "cami-
no" del guerrero.

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