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Europa y América
En esta clase veremos que paso desde la Revoluciòn de Mayo de 1810 a 1820, diez
años de revoluciòn y guerra. Diez años de luchas de acuerdos y desacuerdos que
habìan comenzado a quebrarse desde cuando se inauguró la Asamblea del año XIII
es decir, se iba instalando un estado de incertidumbre que contribuyó a su
estancamiento. Además de las divisiones internas y del malestar que se extendía
entre los pueblos del interior por su política centralista y a la que se le oponía como
alternativa la propuesta confederal liderada por Artigas, este estado de cosas se
explica por la configuración de un nuevo escenario político y militar en Europa y en
América.
En 1813, la estrella de Napoleón había comenzado a declinar tras una desastrosa
campaña en Rusia. A mediados de ese año fue derrotado y expulsado el ejército
francés que ocupaba España. Al comenzar 1814 Fernando VII recuperó el trono e
implementó una política absolutista que desconocía los cambios sociales y políticos
producidos en los últimos años, comenzando por la representación de la nación en
Cortes y la Constitución de Cádiz. Asimismo dispuso el envío de tropas a América
dejando en claro que no habría margen para llegar a ningún tipo de acuerdo con
quienes desconocieron su carácter de monarca absoluto. Esta línea política estaba
en sintonía con el resto de las monarquías europeas, cuyos representantes,
reunidos en 1815 en el Congreso de Viena, decidieron que había llegado la hora de
restaurar el antiguo orden que había sido afectado por la Revolución Francesa y las
guerras napoleónicas. Eso significaba que América debía volver a convertirse en un
territorio colonial y que a los revolucionarios les sería mucho más difícil encontrar
apoyos en Europa.
Para ese entonces la insurgencia americana estaba sufriendo un fuerte revés que
provocaría, por ejemplo, el regreso de Chile y Venezuela a la órbita realista. En el
Río de la Plata la situación era delicada: si al comenzar 1813 el Ejército del Norte
había logrado ocupar las provincias altoperuanas tras los triunfos de Tucumán y de
Salta, las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma determinaron que al finalizar ese año
debieran abandonar ese territorio. De ese modo, la resistencia a los ejércitos que
responden a las autoridades españolas, quedó durante años en manos de fuerzas
locales que se organizaron como guerrillas y que también estuvieron vinculadas con
las milicias dirigidas por Güemes en Salta y Jujuy.
El Directorio
Ante el estancamiento de la Asamblea y el avance contrarrevolucionario, el círculo
de Alvear que se había hecho con la dirección de la Logia Lautaro, sostuvo la
necesidad de concentrar aún más el poder para poner fin a las divisiones internas y
ganar la guerra. A tales fines, en enero de 1814 se creó un poder ejecutivo
unipersonal: el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El
primer Director electo fue Gervasio Posadas, que era tío de Alvear.
El Directorio decidió tentar una vía diplomática enviando a Europa a agentes como
Belgrano y Rivadavia para que explorarán la posibilidad de llegar a un acuerdo con
la corona española o, en su defecto, para coronar a un monarca que le permitiera a
los rioplatenses mantener un gobierno autónomo. Pero además de las dificultades
que hubiera implicado obtener la lealtad hacia una casa real tras años de revolución
y guerra, lo cierto es que en Europa tampoco había un clima favorable para esta
operación que afectaba los derechos de Fernando VII.
La política interna del Directorio se orientó, por un lado, en una reorganización
institucional y territorial orientada a asegurar la autoridad del poder central y, por
otro lado, en ganar la guerra. El mayor éxito en ese sentido fue la ocupación de
Montevideo a mediados de 1814. Además del logro en sí, fue un hecho decisivo
para la revolución rioplatense, pues una expedición enviada desde España que iba
a utilizar a Montevideo como base de apoyo, debió cambiar su destino y se dirigió
hacia Venezuela. Este desenlace, sin embargo, no fue el fin de la guerra en la
Banda Oriental. El Directorio lanzó una ofensiva para acabar con el artiguismo e
incluso ofreció una recompensa para quien entregara vivo o muerto a su líder.
Artigas, por su parte, puso en jaque al gobierno central al extender su influencia
hacia el oeste del río Uruguay, constituyéndose en Protector del Sistema de los
Pueblos Libres que abarcaba los territorios de las actuales provincias de Entre
Ríos, Santa Fe, Corrientes, Misiones y, durante un lapso breve, Córdoba,
además de contar con partidarios en otros pueblos del interior.
Dentro de lo que es el actual territorio argentino, la zona más afectada por la guerra
de independencia fue la salteña y jujeña.
Durante más de diez años fue ocupada alternativamente por los ejércitos
revolucionarios y por los enviados desde el Virreinato del Perú. En 1814, tras las
derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, se produjo una nueva ocupación realista que,
como solía suceder, procuró hacerse con ganado y alimentos. Esto provocó una
extendida resistencia de los pobladores rurales que se organizaron en milicias. Fue
en ese marco que construyó su liderazgo Martín Miguel de Güemes, un oficial del
ejército que pertenecía a la élite salteña. Güemes se puso al frente de las milicias de
gauchos y les otorgó nuevos derechos que ponían en cuestión el orden social.
Sin embargo, y a diferencia de lo sucedido con Artigas, Güemes recibió el apoyo del
Directorio. Esto se debió a que la estrategia de apelar a milicias rurales articuladas
con las guerrillas que operaban en el Alto Perú, permitía frenar el avance realista
utilizando los recursos locales. De ese modo, el gobierno pudo volcar sus esfuerzos
en organizar el Ejército de los Andes para llevar a cabo la invasión a Chile y Perú.
A continuación, reproducimos unos párrafos en los que el historiador Gustavo Paz
explica las bases del poder político de Güemes y las tensiones sociales y políticas
provocadas por la movilización de los gauchos.
La guerra desató tensiones sociales y étnicas que habían estado contenidas desde
la colonia. Las élites de Salta y Jujuy toleraron dificultosamente el sistema de
Güemes solo porque las urgencias de la guerra lo hacían necesario y lo legitimaban.
El régimen de Güemes contaba además con el apoyo del Directorio y el Congreso
pues el gobernador salteño actuaba como una sólida barrera contra las invasiones
españolas en las provincias del norte.
Las medidas de Güemes que más irritaban a la élite eran la exención del pago de
arriendos otorgada a los gauchos a manera de compensación por sus servicios
militares y la extensión del fuero militar que los sustraía de la jurisdicción civil. La
movilización campesina en milicias que gozaban de fuero militar y recompensadas
por medio de la exención del pago de arriendo desafiaban abiertamente por primera
vez la autoridad de la gente decente. Este desafío a la autoridad de las élites se
basaba en una ideología republicana que moldeaba un concepto de patria
vagamente definida, pero que incluía los conceptos de igualdad ante la ley y la
abolición de las diferencias étnicas”.
Juana Azzurduy
Dividida por las luchas facciosas y regionales, aislada internacionalmente y casi sin
apoyos tras la derrota de los otros focos insurgentes en el continente, hacia 1815 la
revolución rioplatense se encontraba en una situación crítica.
Fue en ese contexto crítico que la dirigencia decidió que había llegado la hora de
resolver dos asignaturas pendientes: terminar con la provisionalidad de los
gobiernos y, como paso previo, declarar la independencia. A tales fines se convocó
a nuevo Congreso soberano y constituyente que se reunió en Tucumán, evitando
hacerlo en Buenos Aires que para muchos se había convertido en emblema del
centralismo despótico. Otra novedad fue la elección de diputados en proporción a
los habitantes de cada provincia. Lo que no fue novedosa fue la composición del
Congreso, cuyos miembros eran representativos de los sectores que conformaban
la dirigencia revolucionaria: abogados, clérigos y militares.
En marzo de 1816 se iniciaron las sesiones y el 9 de julio el Congreso declaró la
Independencia de las Provincias Unidas en Sud América. El nombre mantenía una
cierta indefinición sobre los pueblos que podían conformar las Provincias Unidas, ya
que expresaba la posibilidad de que en un futuro también se integraran los liderados
por Artigas u otros como Paraguay.
A pesar de los intentos para llegar a un acuerdo con Artigas, tampoco participaron
representantes de la Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y los pueblos
de las Misiones que integraban la Liga Federal o de los Pueblos Libres desde que
en 1815 se reunieron en un Congreso y se consideraron independientes.
La crisis desatada a partir de 1808 con las Abdicaciones de Bayona, pero sobre
todo el proceso revolucionario y las guerras iniciadas en 1810, provocaron una
desorganización de la sociedad y la aparición de nuevos fenómenos sociales,
políticos y económicos.
“El núcleo duro de la Revolución es el cambio radical de los fundamentos del poder
político. Es lo que tanto se repite en la escuela respecto de la soberanía popular,
que lamentablemente es una palabra vacía en ese discurso. Y esa palabra, en
realidad, tiene un peso enorme para entender cómo se constituye la nueva base de
poder. A lo que se suman dos nociones clave que siguen teniendo vigencia:
igualdad y libertad. Esas dos nociones, junto con la anterior, forman un triángulo:
soberanía popular, igualdad y libertad, los tres pilares del régimen republicano.
Pienso que esto está más vigente que nunca como interrogante, como cuestión y
como problema”.
H. Sabato, Fragmento de un reportaje Revista Nuestra Cultura n° 4, mayo 2010,
p.13.
En este video del canal edu.ar se puede ver este perìodo. Más adelante se
encuentra un mapa donde se señalan las fechas de todo este perìodo de
Independencias Hispanoamericanas.
https://www.educ.ar/recursos/50289/especial-historia-de-un-pais-efemerides-9-de-
julio
Independencias Hispanoamericanas