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Arquitectura centroandina

A mediados del siglo XIV el Imperio inca consiguió dominar al resto de las
culturas andinas, entre las que destacaron las de Chavín, Mochica, Paracas,
Nazca, Chimú, Huari y Tiahuanaco. Entre las mejores obras realizadas por
culturas preincaicas destacan el templo escalonado de Chavín de Huantar,
donde se aprecian afinidades con la cultura de La Venta, en México; la Huaca
del Sol en Moche, una pirámide escalonada de ladrillos secados al sol.

La Puerta del Sol (c. 500) en Tiahuanaco, una puerta monolítica situada en un
lugar sagrado similar al de Chavín de Huantar; la Huaca del Dragón (siglos
XIV-XV) en Chan Chan (capital chimú cercana a la actual Trujillo), construida
en adobe como la mayoría de la arquitectura de la zona costera, y las chulpas,
unas pequeñas torres funerarias de base circular que aparecen en la cuenca
del lago Titicaca. Los incas se establecieron en Cuzco hacia el año 1200 y
desde allí comenzaron su expansión comenzando por los quechuas. Su
arquitectura enlaza con las tradiciones de Chavín y Tiahuanaco, como
muestran las construcciones halladas en la fortaleza de Machu Picchu, situada
a una altura de 2.400 m bajo las faldas del Urubamba. Una de las
características más originales de la primitiva arquitectura inca es el ensamblaje
a hueso de piedras ciclópeas, especialmente para la erección de murallas
como en Sacsayhuamán (siglo XIII), la fortaleza de Cuzco o en los seis
monolitos graníticos que cierran el templo de los Muertos de Ollantaytambo (c.
1400), sobre el valle del Urubamba. La evolución del Imperio supuso el
perfeccionamiento en el tallado de la piedra, como se aprecia en las
construcciones del Monte Dorado o Choquequilla (siglo XV), en el valle cercano
a Cuzco de Huaracondo. Véase Arte y arquitectura precolombinas; Arte inca.

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