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Sustentado por:
Katerin Figuereo Andújar
Asignatura:
Derecho Romano I
Matricula:
100264629
Sección:
03
Tema:
Texto Montenelli
Profesor:
Néstor Arroyo
Cuestionario
1. ¿Cómo inicio la institución del senado, quienes fueron sus primeros miembros y
por qué, en principio solo aceptaban patricios en la institución?
El Senado romano o en latín “Senatus” surgió en la Monarquía, supuestamente con su
primer rey, Rómulo, con funciones consultivas, aunque sin poder vinculante, formado por
100 jefes de familia, patricios.
En esta época también cumplían la función de elegir entre ellos al “interrex” que ocuparía
el lugar del rey, si éste moría sin haber designado sucesor, y hasta el nombramiento del
nuevo rey. Cada “interrex” cumplía su función por cinco días y luego era designado otro,
hasta que se nombraba al rey sucesor por el comicio, requiriéndose la “auctoritas patrum”
o aprobación senatorial. Brindaba también aprobación a todas las demás resoluciones
comiciales o leyes.
En un principio los senadores fueron 100, con Tarquino el Antiguo se elevó el número a
200, y con Servio Tulio, a 300. Y en primera instancia solo aceptaban a los patricio debido
el orden social de los patricios estaba compuesta por los descendientes de las
treinta curias primitivas. El nombre viene de pater (padre), en referencia a los fundadores,
es decir, a los primeros padres de Roma. Es el senador por excelencia y forma parte de
la nobleza primigenia de Roma, llamada nobleza de sangre e ilustrii o nobiles patritii, y por
sustrato cultural la de toda Europa. En torno al emperador y a los senadores patricios se
desarrollará toda la sociedad, cultura y civilización romana que culminará en el Imperio
romano. Las ramas patricias de
los Valerios, Fabios, Cornelios, Claudios, Emilios y Manlios formaban una aristocracia
dentro del patriciado conocida como gentes mayores.
En la República, los senadores de 300, elevaron su número a 600 por una Ley Sempronia
en el año 123 a. C., durante el tribunado de Cayo Sempronio Graco.
Con Julio César pasaron a ser 900; y con Marco Antonio, 1300. Es la época donde tiene su
mayor prestigio, pues en el Imperio será un instrumento del emperador.
Hasta la Ley Ovinia del año 312 a. C, fueron los cónsules quienes nombraban a los
senadores. A partir de dicha ley esa actividad les correspondió a los censores, debiendo
elegirlos entre los más dignos de los magistrados que habían ejercido su cargo en el último
lustro. También los plebeyos pudieron a partir de esta fecha integrar el Senado. Salvo que
con estos no alcanzaran, no podían designarse senadores a otros ciudadanos, que en caso
de resultar electos tenían una dignidad inferior que los ex magistrados, conformando la
categoría de los pedarii. Los cargos eran vitalicios, salvo que demostraran mal conducta,
en cuyo caso los censores podían removerlos.
El pueblo lo constituían, pues, solamente estos dos órdenes: patricios y caballeros. Todo el
resto era plebe y no contaba.
Aunque desde las civilizaciones más antiguas ya se daban diferentes órdenes o «clases»,
hoy nos centramos en las diferentes clases sociales en el Imperio Romano: Patricios,
Plebeyos Nobles y Plebeyos Caballeros.
Así se denominó en la Roma primitiva a todos aquellos que estaban por fuera del grupo de
los Patricios. Originalmente carecían de derechos, pero a través de siglos de luchas
sociales se les fueron reconociendo derechos similares a los de los Patricios. Entre ellos el
de ser Ciudadanos Romanos, a elegir representantes y a tener sus propias instituciones
políticas.
Entre los plebeyos había grandes diferencias económicas, por lo que dentro de los
denominados Plebeyos se pueden distinguir los siguientes grupos: nobles, caballeros y
clientes.
Caballeros: Eran plebeyos con una fortuna intermedia, que obtenían por sus trabajos
como comerciantes, agricultores o profesionales, llegaban a ocupar cargos políticos de
mediana importancia.
4. Describa el proceso histórico que concluyo con lo que el autor denomina: “La
primera gran conquista del proletariado romano”
Fue la primera gran conquista del proletariado romano, la que le dio el instrumento legal
para alcanzar también las demás por el camino de la justicia social. El año 494 es muy
importante en la historia de la Urbe y de la democracia. Con el retorno de los plebeyos,
fue posible poner en campaña un ejército para la amenaza de los volscos y de los ecuos.
En esa guerra, que duró cerca de sesenta años y que tenía como envite su propia
supervivencia, Roma no estuvo sola. El peligro común le mantuvo fieles no sólo a los
aliados latinos y sabinos, sino también otro pueblo limítrofe, el de los hérnicos. En los
combates que en seguida se encendieron con éxito incierto se distinguió, cuéntese, un
joven patricio llamado Coriolano, por el nombre de una ciudad que había expugnado. Era
un conservador intransigente y se oponía a que el Gobierno hiciese una distribución de
trigo al pueblo hambriento. Los tribunos de la plebe, que entretanto habían sido elegidos,
pidieron su exilio. Coriolano se pasó entonces al enemigo, hizo entregarse el mando y,
como un buen estratega, lo condujo de victoria en victoria hasta las puertas de Roma.
También a él los senadores le mandaron embajada tras embajada para hacerle desistir. No
hubo manera. Sólo cuando vio acercársele, suplicantes, a su madre y a su esposa, ordenó a
los suyos que se replegasen, los cuales, por toda contestación, le dieron muerte; después,
habiéndose quedado sin jefe, fueron derrotados y obligados a retirarse.
No obstante, su desaparición puede explicarse por el saqueo que sufrió Roma hacia el año
390 a. C. por parte de los galos. Se cree que se destruyeron y, por algún motivo, no se
reprodujeron con posterioridad. Esta última teoría parece estar apoyada por las
abundantes referencias que de ellas hacen los autores antiguos. El historiador Tito Livio
dijo de ellas que eran la fuente de todo el derecho romano, tanto público como privado.
Por su parte, el orador y abogado Cicerón afirmó que los niños aprendían su contenido de
memoria.
Al estar estas leyes expuestas públicamente, estaban libres (al menos teóricamente) de las
malas interpretaciones de sus custodios, pues parece que anteriormente los pocos que
conocían las leyes las interpretaban manipulándolas a su favor. Ya en época imperial, estas
Leyes, pensadas para todos (los ciudadanos), fueron las bases jurídicas del Imperio
Romano, pues todos estaban bajo las mismas en cualquier rincón del Imperio.