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Tras la crisis de la pandemia por el covid19, se oye con frecuencia la

palabra resiliencia, haciendo referencia a la capacidad humana de


afrontar la adversidad y superar de la mejor manera posible los efectos
emocionales, económicos y físicos, que ocasiona este evento que esta
fuera de nuestro control.

la capacidad de algunos individuos de derrotar la adversidad; la


capacidad de mantenerse funcionando eficientemente a pesar del estrés
continuo y la capacidad de recuperación después de un trauma.

Los estudios psicológicos en torno al tema se han orientado a identificar


cuáles son las características que hacen que un individuo demuestre
resiliencia.

La resiliencia se desarrolla en la solidaridad y el apoyo que encuentra en


el entorno social.

La resiliencia permite que la persona distinga entre bienestar (que abarca


la capacidad de satisfacer las necesidades físicas) y la felicidad (que
abarca el componente emocional del individuo).

Ser feliz es una forma de ver e interpretar la vida, reconociendo que no


se pueden controlar todos los eventos, pero que ante las circunstancias
adversas podemos salir fortalecidos. La resiliencia es sinónimo de
bienestar emocional y felicidad ante toda circunstancia.

La Doctrina Social de la Iglesia, construida sobre los principios del


Evangelio, nos muestra que el camino hacia la plena felicidad humana se
encuentra en la fe y la esperanza. Estas dos virtudes proveen las
herramientas para hacer frente a los desafíos de los tiempos, en una
constante renovación, buscando la creación de una sociedad digna de
todas las personas (Compendio de Doctrina Social, 579).

Coincide en señalar, al igual que los estudios en la psicología, que la


solidaridad es clave para lograr vencer todas las circunstancias y
alcanzar la plena realización del hombre.

Para nosotros los cristianos hablar de resiliencia es hablar de fe. La fe es


un don, por la cual somos capaces de reconocer a Dios, ver su mano en
cuanto nos sucede y ver las cosas como Él las ve.
La FE representa la confianza en el poder, la misericordia y la perfección
del plan de Dios para nuestras vidas. La fe pone su CONFIANZA en
Dios, y no en nosotros mismos. Esta fe se ilumina por la esperanza, por
medio de la cual confiamos firmemente en alcanzar el favor de Dios EN
NUESTRAS ADVERSIDADES, la felicidad eterna y los medios para ello y
se anima por la caridad, que nos lleva a darnos a los otros.

En situaciones de prueba como estas los cristianos han destacado estas


virtudes, que Dios ha instalado en el corazón de todos los bautizados,
como dones preciosos para que los hagamos crecer en nosotros.

Nuestra resiliencia nace y prevalece por nuestra fe, esperanza y caridad.


Vivir las virtudes que Dios nos da:es lo que nos da la resiliencia.

¿Qué sentimientos producen en ti esta nueva cuarentena, aislamiento y distanciamiento


social?
¿Qué cosas de las que hacías antes extrañas hacer en este tiempo de pandemia?
¿Qué emociones han empezado a surgir en ti durante estos días?
¿Qué acciones te ayudan a mantener tu bienestar emocional?

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