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4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
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5º. Mora.
En la responsabilidad extracontractual la obligación de indem-
nizar nace cuando se produce el hecho ilícito dañoso; en materia
contractual para que se deban perjuicios se requiere colocar al deu-
dor en mora. 421
6º. Pluralidad de deudores.
Tratándose de los contratos, la obligación de indemnizar es por
regla general conjunta,422 salvo casos de excepción, principalmente
por dolo o culpa grave.
Los autores del hecho ilícito responden solidariamente.
7º. Prescripción.
La de acción de indemnización por incumplimiento de una obli-
gación es de largo tiempo: 5 años desde que se hizo exigible; la extra-
contractual es de corto plazo: 4 años desde la perpetración del hecho
ilícito, sin perjuicio de las excepciones en uno y otro sentido.
Existen aún otras diferencias más de detalle, como las relativas a
competencia de tribunales y procedimiento, etc., en que ya no vale la
pena insistir.
421
RDJ, T. 68, sec. 4ª, pág. 270.
422
G.J. Nº 238, pág. 79.
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423
Alessandri, Responsabilidad Extracontractual, ob. cit., Nº 28, pág. 54; Claro Solar,
ob. cit., T. 11, Nº 1.067, pág. 521; Tomasello, ob. cit., Nº 32, pág. 193. En contra, Carlos
Ducci Claro, ob. cit., Nº 11, pág. 8.
424
RDJ, T. 59, sec. 1ª, pág. 112. Se trataba de materias tributarias, y la Corte Su-
prema, por el poder soberano con que actúa el Estado, consideró inaplicables ciertas
normas del Título 12 del Libro 4º, punto que hemos destacado en varias partes de esta
obra (Nº 39). Véanse también la nota 313 en la misma materia y la nota 857, respecto
a un pago de lo no debido, ambas de este segundo tomo.
Véase también en RDJ, T. 52, sec. 1ª, pág. 444, una interesante sentencia sobre
indemnización en caso de angaria: se aplican las reglas del Derecho Internacional, y
no del Código Civil.
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425
Ob. cit., pág. 245.
426
G.J. Nº 246, pág. 73.
427
L. & S. Nº 27, pág. 27.
428
L. & S. Nº 13, pág. 71.
429
C.A. de Concepción, 11 de octubre de 2006, L & S Nº 28, pág. 124.
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430
C.S. 28 de septiembre de 2005, L. & S. Nº 3, pág. 36.
431
Sin perjuicio de que, como dijimos, autores franceses consideran que en tal
caso habría una estipulación a favor de otros, punto muy discutible.
432
Alessandri, ob. cit., Nº 37, pág. 64, y autores por él citados.
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433
Véase Claro Solar, ob. cit., T. 11, Nos 1.072 y sigtes., págs. 529 y sigtes.
Véase en “Homenaje a los Profesores de Derecho Civil”, de la Universidad del
Desarrollo, Santiago, 2007, pág. 115, el estudio de Pedro Pablo Vergara sobre “La res-
ponsabilidad precontractual.
434
Lo mismo da si se les considera como casos de declaración unilateral de vo-
luntad: Nº 174. Igualmente ellos quedarían afectos a la regla general del Título 12 del
Libro 4º.
435
Ob. cit., Nº 29, pág. 57. Esta responsabilidad se presentará cuando en forma
dolosa o negligente se ha dado a la contraparte la seguridad de la celebración del con-
trato, lo que la ha hecho incurrir en gastos, desechar otras proposiciones, etc. Requiere
en todo caso un examen atento de la conducta de ambas partes, porque tampoco
puede buenamente defenderse al imprudente que da por hecho lo que no es sino una
proposición para estudiarse.
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436
G.J. Nº 243, pág. 76.
437
Arturo Alessandri Rodríguez, Responsabilidad extracontractual, ob. cit., Nº 30,
pág. 57; Arturo Alessandri Besa, La nulidad y rescisión en el Derecho Civil Chileno. Imprenta
Universitaria, Santiago, 1949; Nos 1.304 y sigtes., págs. 1.124 y sigtes.; Tomasello, ob. cit.,
Nº 34, pág. 199; Gatica, ob. cit., Nº 52, pág. 73, etc.
Véase en “Homenaje a los Profesores de Derecho Civil”, de la Universidad del
Desarrollo, Santiago, 2007, pág. 59, el estudio de Jorge Barahona González intitulado
“Nulidad e indemnización de daños y perjuicios”.
438
Véase Tomasello, ob. cit., págs. 239 y sigtes., quien cita abundante bibliografía
sobre el tema, y Alessandri, Responsabilidad extracontractual, ob. cit., Nº 41, págs. 67 y
siguientes.
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439
Obligación que además sería de resultado (Nº 221).
440
Véase nota 438 de este segundo tomo; Somarriva, Obligaciones, Nº 433, pág. 291.
441
RDJ, T. 13, sec. 1ª, pág. 110. Véase Repertorio, Ts. 4º, 2ª edición, pág. 144, y 7º,
pág. 174.
442
L. & S. Nº 15, pág. 159. Véase además Apéndice Nº 2 en este tomo sobre el daño
moral, en que se citan otros fallos, y además los publicados en F.M. Nº 500, pág. 1.769;
Nº 503, pág. 3.659, sent. 6, y pág. 3.498, sent. 3; Nº 601, pág. 2.427, sent. 1ª, y G.J. Nº 257,
pág.170, y una interesante sentencia de la C.S. de 15 de mayo de 2007, con comentario
de la Revista en L. & S. Nº 40, pág. 16.
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443
G.J. Nº 280, pág. 131.
444
G.J. Nº 245, pág. 39.
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445
Alessandri, ob. cit., Nº 42, pág. 75, quien sigue muy de cerca la opinión de los
autores y jurisprudencia franceses.
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446
Por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 21, sec. 1ª, pág. 501; 30, sec. 1ª, pág. 366, y 32,
sec. 1ª, pág. 538.
447
Véase Eduardo Court Murazo, “Algunas consideraciones sobre responsabilidad
médica a la luz de la doctrina y jurisprudencia nacionales”, publicado en Cuadernos
Jurídicos Nº 7 de la Universidad Adolfo Ibáñez, Viña del Mar, abril de 1997. En su pág.
2, citando a Vicente Acosta Ramírez, señala para el caso de la responsabilidad médica
que hubo 10 demandas en 1987, 80 interpuestas en el año 1994, y “en los últimos años
se han tramitado unos 140 casos, con un aumento, además, en los montos reclamados
a título de indemnización de perjuicios”.
Véanse también las obras más modernas en la materia, especialmente a Enrique
Barros, ob. cit., Nos 462 y sgtes., págs. 656 y sgtes., con gran insistencia en la responsa-
bilidad médica.
448
Estudios efectuados señalan que gran parte del encarecimiento de la medicina
se debe a este exceso en las indemnizaciones, no sólo por los costos de los seguros, sino
porque tratando de buscar una certidumbre que no puede existir en esta materia, se recurre
a exámenes y aparatos cada vez más costosos, cuya utilización tiende mayormente a prote-
gerse de demandas que al interés por la salud del paciente. Los abogados naturalmente
han impulsado estos excesos, que les permiten obtener honorarios, de ahí que en el texto
somos profundamente contrarios a lo que hoy se quiere llegar en esta materia.
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449
Alessandri, ob. cit., Nº 42, pág. 75.
450
Véase la discusión en Colombia, donde se ha pretendido que este precepto sólo
se aplica en los casos que el profesional tenga poder para representar a la contraparte.
Véase también David Stitchkin Branover, El Mandato Civil, 4ª edición, Editorial Jurídica
de Chile, Santiago de Chile, 1989, pág. 63, y Javier Tamayo Trujillo, Sobre la Prueba de la
Culpa Médica, Biblioteca Jurídica Diké, Colombia, 1995, págs. 37 y sgtes.
G.J. Nº 277, pág. 38, C.S., 2 de abril de 2003, la ausencia de culpa penal del agente
del daño no impide la responsabilidad civil directa y no subsidiaria de la clínica.
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451
Javier Tamayo Trujillo, Sobre la Prueba de la Culpa Médica, Biblioteca Jurídica Diké,
Colombia, 1995, págs. 43 y sgtes.
452
Tamayo, ob. cit., pág. 63.
453
L. & S. Nº 27, pág. 65.
454
RDJ, T. 89, sec. 2ª, pág. 39. G.J. Nº 238, pág. 79. Se trataba de una transfusión
de sangre.
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455
El primer fallo se publica en L. & S. Nº 18, pág. 158, y el de la C.S. en G.J.
Nº 277, pág. 38.
En sentencia publicada en la L.S. Nº 18, pág. 158 (C.A. Santiago, de 10 de mayo de
2006) se resolvió que en materia contractual no responde la clínica por el daño médico
(véase también la nota 447 de este segundo tomo).
456
G.J. Nº 151, enero 1993. En F.M. Nº 469, sent. 1ª, pág. 2270, se aplicó la responsabilidad
extracontractual en un caso en que se había demandado penalmente al médico y al Hospital
Clínico de la Universidad Católica. Otro fallo publicado en F.M. Nº 462, sent. 11, pág. 462:
hubo un cambio de una clínica, de dos menores, en que se demandó contractualmente a
aquella (fallo que ya hemos citado) y se resolvió que debía probarse el daño.
457
Eduardo Court Murazo, ob. cit., págs. 9 y sgtes.
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Un caso de aplicación de esto último en L. & S. Nº 27, pág. 72.
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459
Véase Mariano Gagliardo, Responsabilidad de los Directores en la Sociedad Anóni-
ma.
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Estas observaciones se han basado en las opiniones de Edmundo Eluchans
Malherbe sobre “La naturaleza jurídica de la responsabilidad de los directores en las
sociedades anónimas”, de Claudio Illanes Ríos en “Seminario sobre responsabilidad de los
directores en las sociedades anónimas”, publicado por el Colegio de Abogados de Chile
en 1998, y de Raúl Varela Morgan en “Responsabilidad de los directores de S.A.”. Este
último, como se dice en el texto, tiene fuertes reservas respecto a la teoría organicista,
y piensa que algunas responsabilidades son contractuales y otras extracontractuales.
Distingue además entre la acción individual, esto es, para provecho particular del que
acciona, y la social, que va en beneficio de la sociedad anónima.
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461
C.A. de Santiago, sentencia de 26 de agosto de 2002. G.J. Nº 302, pág. 289, L.S.
Nº 2, pág. 115, C.A. de Santiago, sentencia de 5 de octubre de 2005.
462
G.J. Nº 292, pág. 220.
463
G.J. Nº 279, pág. 230. Véase también sentencias citadas en el Nº 929.
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464
Véase un estudio muy completo del tema en Carlos López Díaz en “Compensación
económica en la nulidad y divorcio (Librotecnia, Santiago, 2006) y en “Manual de Derecho de
Familia”, Tomo 2° (Librotecnia, 4ª edición, Santiago, 2007).
Maricruz Gómez de la Torre Vargas, en charla efectuada en el Colegio de Abogados
el 20 de octubre de 2005, página 7, examina un posible carácter alimenticio, indemni-
zatorio o de enriquecimiento sin causa de la institución. Carmen Domínguez Hidalgo,
también en charla ante el mismo Colegio, de 13 de octubre de 2005, página 10, analiza el
carácter alimenticio, un posible carácter indemnizatorio o reparatorio, o una naturaleza
propia, y Hernán Corral Talciani, en un estudio intitulado “La compensación económica
en el divorcio y la nulidad matrimonial”, publicado en la Revista Chilena de Derecho,
vol. 34, Nº 1, pág. 23, señala que “Jurídicamente la compensación económica no es ni
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Los siguientes fallos se han pronunciado al respecto:
1. No es ni alimenticia ni reparatoria, y compensa una pérdida que es material y no
moral: L.S. Nº 31, pág. 58; C.A. de Concepción de 28 de noviembre de 2006;
2. No es alimenticia: C.A. de Santiago de 6 de noviembre de 2006. L.S. Nº 29,
pág. 126;
3. Es asistencial en el caso resuelto, según una sentencia de la C.A. de Antofagasta
de 29 de mayo de 2006;
4. No es alimenticia, sino que indemnizatoria: C.A. de Rancagua de 16 de mayo
de 2006; L.S. Nº 18, pág. 155;
5. Cercana a la alimenticia: L.S. Nº 17, pág. 128.
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El Oficio del Servicio de Impuestos Internos está destinado a resolver una
duda que se presentó a raíz de la charla de Maricruz Gómez de la Torre Vargas, citada
en la nota 464 de este segundo tomo, quien consideró esta compensación como un
incremento de patrimonio gravado en el Nº 5º del Art. 20 de la Ley de Impuesto a la
Renta, y reclamó una modificación legal. Un abogado consultó la opinión del Servicio,
el que comenzó por descartar que exista un daño emergente ni tampoco un lucro
cesante, esto es, dejó de lado estos dos elementos de la responsabilidad contractual,
pero señaló que constituía un daño moral, y por ende, es un ingreso no constitutivo
de renta, siempre que, de conformidad con lo dispuesto en el inciso 1º del Nº 1º del
Art. 17 de la Ley sobre Impuesto a la Renta, se declare mediante sentencia judicial
ejecutoriada. Esta última afirmación induce a confusión, creando la duda de si nece-
sariamente deba haber sentencia controversial. En efecto, los Arts. 63 y 64 de la Ley
de Matrimonio Civil contemplan, respectivamente, la compensación económica fijada
por acuerdo de las partes en escritura pública o acta de avenimiento, y aprobadas por
el tribunal, y a falta de acuerdo, corresponderá al juez determinar la procedencia de
ella, fijando su monto.
Pensamos que en ambos casos se cumple el requisito señalado por el Servicio,
porque hay sentencia judicial ejecutoriada, pero planteada la duda, preferimos la
aclaración legal que finalmente se hizo, antes que una mera opinión del Servicio,
jurídicamente discutible. Confirmando esta duda, estando esta edición en prensa,
el Servicio, el 11 de octubre de 2007, emitió el Oficio N° 2890, en que sostuvo que
la compensación económica convencional por avenimiento o transacción, aunque
sea aprobada por el juez, “constituye para la parte que la reciba un ingreso afecto
a la tributación normal establecida en la Ley de Impuesto a la Renta”, lo que pro-
vocó, como es lógico, una fuerte polémica. Es obvio que el elemento que lleva al
legislador a fijar esta compensación no es de orden indemnizatorio, sino que es
una institución propia de la disolución del matrimonio, que así como atiende a
la situación de los hijos, y del régimen matrimonial y su término y liquidación, se
preocupa de la situación económica futura de los cónyuges, y ninguno de estos actos,
como lo destaca el propio consultante al Servicio, en el caso de la liquidación de
la sociedad conyugal y del crédito en el régimen de participación de gananciales,
puede resultar gravado, porque equivalen a reparto del patrimonio conyugal al
término del estado civil respectivo.
Estando en prensa esta obra, se dictó la Ley N° 20.239, de 8 de febrero de 2008,
que agregó un N° 31 en el art. 17 de la Ley de Impuesto a la Renta, Decreto Ley N° 824,
de 1974, para solucionar el conflicto creado por la mencionada circular.
El Art. 17 es el que enumera los ingresos que “no constituyen renta”, y el N° 31,
agregado por la Ley N° 20.239, aclara el problema señalando la exención de dicho
impuesto para “las compesaciones económicas convenidas por los cónyuges en escri-
tura pública, acta de avenimiento o transacción y aquellas decretadas por sentencia
judicial”, extendiéndose la exención a la entrada en vigencia de la nueva Ley de
Matrimonio Civil.
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Los tribunales se han pronunciado al respecto en varias oportunidades, resol-
viendo:
1. La C.A. de Santiago en sentencia de 24 de noviembre de 2006, publicada en
L.S. Nº 30, pág. 43, aceptó que en esta compensación rige sin restricción la libertad
individual de libre disposición de los bienes;
2. Otra sentencia de la C.A. de Antofagasta de 15 de noviembre de 2006, publicada
en L.S. Nº 30, pág. 45, señaló que para la procedencia de la compensación económica
deben concurrir los siguientes requisitos:
a. Dedicación de quien la reclama al cuidado de los hijos o a las labores del hogar
común;
b. Que además haya estado impedido de desarrollar una actividad económica o
haberlo hecho en menor medida que lo que quería o podía, y
c. Menoscabo económico, considerando, entre otros, los que enumera el inciso 1º
del Art. 62 de la Ley de Matrimonio Civil.
3. Rechazó la C.A. de Rancagua en fallo del 18 de octubre de 2006, publicado en
L.S. Nº 28, tomar en cuenta el cuidado de los hijos y las labores del hogar anteriores
al matrimonio, pero sí aceptó que se considere la edad al momento de la mayoría de
edad de los hijos, y la dificultad de acceder también por edad y falta de calificación al
mercado laboral.
4. La C.A. de Concepción en sentencia de 12 de septiembre de 2006, publicada en
L.S. Nº 26, pág. 117, analiza el concepto del menoscabo económico. Lo mismo hace en
sentencia de 27 de marzo de 2006, publicada en L.S. Nº 15, pág. 163, y otra publicada
en la misma Revista Nº 12, página 1.
5. La C.A. de Rancagua en sentencia de 24 de agosto de 2006, publicada en L.S.
Nº 25, pág. 115, rechazó la compensación económica porque el demandado contribuyó a
la mantención de la mujer y sus hijos durante 25 años, lo que implica que el detrimento
económico ha sido mínimo.
6. Se anuló una sentencia en que se omitió cumplir con el inciso 2º del Art. 64
de la Ley de Matrimonio Civil que si no se demanda la compensación, obliga al juez a
informar a las partes la existencia de este derecho en la audiencia de conciliación: L.S.
Nº 22, pág. 63.
7. En sentencia publicada en L & S Nº 21, pág. 107, se había negado la compensa-
ción porque la parte demandante había estudiado una carrera técnica y tenido ingresos
propios. La C.A. de Rancagua, en fallo de 20 de junio de 2006, consideró que esta cir-
cunstancia disminuye la compensación, pero no la elimina, porque no pudo dedicarse
la reclamante a tiempo completo a su profesión.
8. En sentencia de 3 de junio de 2006, de la misma Corte, publicada en L.S. Nº 20,
pág. 78, se aceptó la demanda, porque la cónyuge se dedicó al cuidado de los hijos y
mantención del hogar común, y el marido, por su nivel de remuneraciones, no podía
contratar servicio doméstico para estas tareas.
9. La C.A. de Santiago el 22 de mayo de 2006, en sentencia publicada la sentencia
en L.S. Nº 19, pág. 162, otorgó su aprobación a un acuerdo de las partes sobre compen-
sación económica, no obstante ser extemporáneo.
10. En sentencia publicada en la misma Revista Nº 17, pág. 128, se accedió a la
compensación económica de una mujer que se casó a los 14 años, por lo cual adolece de
falta de formación escolar, y tomando en cuenta su edad, salud, situación patrimonial y
previsional de ambos cónyuges, y que ya no podría insertarse en la actividad laboral.
11. La C.A. de Rancagua en sentencia publicada en la misma Revista Nº 16, pág.
76, ordenó, aplicando el Nº 2 del Art. 65 de la Ley de Matrimonio Civil, la constitución
de 2 usufructos sobre inmuebles.
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Como puede apreciarse, la jurisprudencia ha precisado un poco el marco de la
institución, que como todas las de Derecho de Familia, son muy circunstanciales, por lo
que no hay más remedio que darles a tribunales especializados normas muy generales
que se apliquen con mucho apoyo técnico, y según las particularidades del caso.
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Alessandri, ob. cit., Nº 46, pág. 84, y los autores citados por él: Tomasello sigue a
Alessandri, en ob. cit., págs. 259 y sigtes.; Fueyo, ob. cit., T. 1º, Nº 241, pág. 255. Enrique
Barros, ob. cit., págs.1055 y sgtes., bajo el nombre de concurso de responsabilidades.
En cuanto a la jurisprudencia, por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 13, sec. 1ª, pág. 110;
27, sec. 1ª, pág. 323; 47, sec. 1ª, pág. 127, y 48, sec. 1ª, pág. 252.
470
Alessandri, ob. cit., Nº 46, pág. 84 y RDJ, Ts. 47, sec. 1ª, pág. 127, y 48, sec. 2ª,
pág. 252, fallos que prácticamente reproducen las opiniones del autor citado. No es el
lugar para examinarla, pues requiere un estudio más detenido, pero cuando menos
queremos destacar que esta opinión es muy dudosa, porque el Art. 10 del C.P.P. no dice
que siempre nazca acción civil, sino que puede nacer cuando está establecido en la ley,
o sea, se remite lisa y llanamente a las normas del Derecho Civil.
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Respectivamente, estos fallos se publican en G.J. Nº 301, pág. 138; L.S. Nº 3,
pág. 115, y L.S. Nº 39, pág. 96.
472
Véanse al respecto Jorge Giorgi, Teoría de las Obligaciones en el Derecho Moderno;
Luis Josserand, Derecho Civil, T. 2º, volumen 1º; Marcel Planiol y Georges Ripert, Tratado
Práctico de Derecho Civil francés, Tomo 6º; Mazeaud, obs. cit.: Tratado Teórico-Práctico de la
Responsabilidad Civil Delictual y Contractual, Tomo 1º; y Derecho Civil, Parte 2ª, Tomo 2º.
En Chile, Alessandri, ob. cit., Nº 25, pág. 42; Tomasello, ob. cit., págs. 169 y siguientes:
Claro Solar, ob. cit., T. 11, Nº 1.065, pág. 519; Coustasse e Iturra, ob. cit., Nos 3 a 6,
págs. 15 y siguientes.
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473
Véase la nota anterior. Tampoco Claro Solar le da una aceptación plena.
474
RDJ, Ts. 26, sec. 1ª, pág. 234; 15, sec. 1ª, pág. 324; 47, sec. 1ª, pág. 127, y 48,
sec. 1ª, pág. 252.
475
Alessandri, ob. cit., pág. 44.
476
L.S. Nº 4, pág. 72.
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El argumento esgrimido contra la teoría unitaria en base a la indemnización
moratoria no es válido, porque justamente ella no existía antes: nace con el incum-
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